Mathelin Catherine - Clinica Psicoanalitica Con Niños - Uvas Verdes Y Dentera
Mathelin Catherine - Clinica Psicoanalitica Con Niños - Uvas Verdes Y Dentera
Mathelin Catherine - Clinica Psicoanalitica Con Niños - Uvas Verdes Y Dentera
PSICOANALITICA
CON NINOS
Uvas verdes y dentera
I.S.B.N. 950-602-319-0
(O 1995 por Ediciones Nueva Visin SAIC
Tucumn 3748, (1189) Buenos Aires, Repblica Argentina
Queda hecho el depsito que marca la ley 11723
Impreso en la Argentina / Printed in Argentina
Debo agradecer ante todo a los nios y a sus familias por
haber hecho posible este trabajo.
A Maud Mannoni, sin la cual este libro no habra existido
nunca;
a Fran^oise I )olto, Rosine y Robert Lefort y Solange
Falad, cuyas enseanzas guiaron especialmente mi labor
de los ltimos veinte aos;
a Colette Visrahi, quien tuvo a bien leer las pruebas de
este iibro. Sus consejos, su rigor analtico y su afectuosidad
fueron para m, como siempre, de una ayuda invalorable;
a Alain Vanier, con quien trabajamos juntos desde hace
tanto tiempo que an podr reconocer en este volumen la
marca de su seminario y de la camaradera que nos liga;
a Dominique y Patrick Guyomard, as como a los co!egas
analistas del C.F.R.P., cuyos nombres no puedo citar ahora
en su totalidad y que compartieron conmigo la aventura de
crear este Centro de formacin e investigaciones psicoanal-
ticas. Su participacin en los grupos, seminarios y jornadas
de estudios me prestaron un gran servicio a la hora de
elaborar este trabajo;
sin olvidar a Myriam El Henaoui, quien merced a su
paciencia y a su amistosa complicidad pudo salir airosa en su
reto con mis jeroglficos.
A Emiliey Mathieu
Primera parte
LA PRIMERA ENTREVISTA
CON EL PSICOANALISTA...
TREINTA AOS DESPUES!
El padre: Sin embargo la que te baa es
mam. Tienes miedo de que mam tetire al
agua?
Hans: De que me suelte y me caiga de cabeza
al agua.
FApadre: Sin embargo, sabes que mam te
quiere y no te soltar.
lans: Pero lo pens.
. _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
M. *
i h I I i l i ' l f t n l n t u i l e l | U (* I n M l l l i o .
La madre de Pierre. Haba tomado una cita para su hijo,
tero vino sola y me explic: Les dije a Fierre y su padre que
no vala la pena que viniesen. S que en esta historiase trata
de m. Adems, todo el mundo lo sabe: cuando un nio de
ocho aos tiene problemas, algo debe andar fallando en la
madre! Pierre siempre fue asmtico, pero en estos momentos
se ha agravado. El sntoma es ciertamente signo de mi
angustia; y ya que hablamos de signo, soy de Acuario con
ascendente en Sagitario, qu le parece! No es cuestin de
traerlo, usted me entiende!
Ahora bien, yo slo comprenda una cosa: que Pierre se
asfixi
i;
Es normal, ironizaba la madre, yo lo hice todo por l!
MI llilHI OMtllwi Vil OII lili ( I o H I M IIMKIIHH <!' 111lili11 V
vnilolin, j mu lo <jih* (*01 ra pr ligio de* mu Mr Sin mbm'go
111niltiiMi aqu !<conliNCabaii el lir mpo. el < ipnt'in en <1 que
poda hablar; di una cita para l'ir n v , poro no vino
(.1)11(1 ,ui.) 1(1111 tu ln ii i Vm V (Wll i ' |ui| ||<i M|f |;i nada iiliif'.uil
i i vt'lniim'ntt), ningn retorno do lo reprimido, Los analizan
ti i'li mi mot t.in ti un adunde? preven idos en su primera cita
i mi rl psimun aliste* I loy, casi siempre, creen saber a qu se
i jiniM n Ahora bien, existen sin duda ms resistencias y,
poi lo t .mo. nuestro trabajo se complica ms; pero en cierto
rnodo sigin- siendo el mismo que hace treinta aos, pues
ju: lamente las familias nunca encuentran con el analista lo
....... speraban encontrar. Ojal que lo mismo ocurra con
analistas que debern velar por mantenerse vivos y creati
vos, prontos para dejarse sorprender, ensear, sacudir.
Si la teora analtica est presente, no est ah sino para
acompaar nuestro trabajo; sirve de indicador, de orienta
dor, pero jams viene a impedir el riesgo de un encuentro.
En ningn caso permitir adosar una respuesta o una idea
prefabricada a la historia de un nio y de su familia. No
existen dos personas iguales. Cada nuevo encuentro es una
primera vez. En ia introduccin a su libro La consultation
therapeutiqueetTenfant, D.W. Winnicott habl atinadamen
te del lugar de la teora para el psicoanalista:
;o
Ii i) i) 11|i t .i Hl)r|i<mitn V Mlttt'lllr pie i rcii |U< Tin V; 11 iM
?tu i ni
mci a di!ha lojadn sin piedad d** mi i*m nndih rid ><111 pe in
pequeo paciento.
Tenemos que trabajar con nuestros defectos, Winnicot t In
dice ms claramente en Jeu et ralit: Pienso que sobre todo
interpreto para hacer conocer al paciente los lmites di *mi
comprensin*24
El menor patinazo impide que sea posible una presencia
autntica, de creacin, de palabra plena en el sentido en
que la caracterizaba -Jacques Lacan. La palabra plena es
palabra que hace acto. Despus de ella, uno de los sujetos ya
no es el que era antes.25
El analista, como preconizaba i'reud, no tiene prejuicio ni
a priori, est disponible, abierto al otro y a lo inconsciente. Si
a teora nos gua es solamente para ayudarnos a escuchar
mejor a nuestros analizantes. Cada nio tiene su propia
teora y de l la recibimos. Nada garantiza al analista en el
ejercicio del psicoanlisis. Lo inconsciente, en su astucia,
impide que se lo tome por una posada espaola. Tememos
acaso hal ar en ella un vino distinto del que habamos
llevado?*
hijo.
Arturo tu*fn sirle aims y esta <'ii prnpar atoi in Lo* |wiiImh
piden una entrevista por con&ejo tlt* la maestra Klla ya un
puede ms. Demasiado turbulento, demasiado desobedien
te, Arturo ataca a los otros nios, su violencia es terrible
Segn la escuela, es inteligente y perfectamente capaz de
seguir la clase, pero su conducta es tan catastrfica que se
est hablando de expulsarlo.
Los padres se lamentan: Qu terrible, un nio as! No
puede estarse tranquilo. Uno no puede estar pegndole todo
el tiempo! Sabemos que no hay que hacerlo; pero la vida en
casa se ha hecho imposible.
C.M.: T qu piensas, Arturo?
Arturo: A veces quiero matar a mis compaeros, pero eso
no es malo.
Arturo se arroja sobre el papel y los marcadores, y dibuja
mientras sus padres hablan. Dibuja sin parar, un dibujo tras
otro. Yo intento interrumpirlo preguntndole lo que est
haciendo.
Arturo (sobre el primer dibujo): Es un dragn de mar,
terriblemente malo.
(Segundo dibujo): Es un pulpo terrible, se lo come todo.
Los padres continan quejndose: Es espantoso. Hicimos
todo lo que pudimos. Hemos seguido todos los consejos.
El padre aclara: Mi mujer sabe de psicologa, sabe cmo
actuar. Por ejemplo, nunca hemos tenido secretos para l. Se
sabe que los secretos no son buenos.
ntor*UdMl nlmt,
Estimado colega,
Le envo al pequeo Felipe, que presenta problemas de tipo
psico-somtico.
I iii 411fi mitn liahta decidido iuiilnr n los inri na Con ijalo
uli|(*lo i hIimmIh ((lie dt la lian*i primen: comenz .i adela
i;a/ai 'li 11 lanera vertiginosa y, cuando la mdica escolar
(onvoc a los padres, pesaba nada ms que treinta y nueve
kj lo Loa padres lo haban notado, pero no quisieron tocar el
tema el la era libre de hacer con su cuerpo lo que quisiera. Me
I.hIi 11 vola medica escolar. Ana vino sola. Los padres, que no
qiier ian acn [anaria, le dijeron: Es asunto tuyo. Eres libre,
i'res bastante grande para hacerte cargo de tu vida.
Ana estaba aterrorizada. Me explic de qu modo senta
l rans orinarse su cuerpo por las noches, de qu modo adelga
zaban sus piernas y cambiaban de forma sus brazos; de qu
modo la otra maana, al ponerse frente al espejo, no se vio:
era como si se hubiese vaciado de su imagen. Desde haca
cuatro o cinco aos, unos ojos la seguan por donde fuera.
Seguro que estn ah, pensaba, para juzgarla.
Comenzado el rgimen, saba que no podra cesar en l; se
encaminaba hacia la muerte y no poda hacer otra cosa.
Cuando hablaba en sesin, tema vaciarse de todas esas
palabras; felizmente saba que yo interrumpa las sesiones.
Este corte le permita hablar. Ya no se tena confianza. La
balanza, a la que interrogaba todas las maanas, tampoco
era creble puesto que, pensaba ella, la miraba con sus ojos.
En las sesiones no haba ms que lgrimas, angustia y
splicas: No me deje morir", aun cuando este ruego, en la
transferencia, se dirigiera a otros.
i,e propuse visitar de nuevo a la mdica escolar y pedirle
que la tomara en tratamiento, que ia recibiera una vez por
semana para pesarla, atenderla, ocuparse de ella. Ana
suplicaba proteccin para este cuerpo que escapaba de ella
en el momento en que precisamente se trataba de su sexuali
dad. Era demasiado pronto para interpretar la transfe
rencia, demasiado pronto para que pudiese hablar incluso de
sus padres.
I I t li i t H i i h i d n l i M i | ti | mi 111 ii i mI h i m i j ii i n i i I [ H ' l i i ' l l l ll
C|i ifjl (I IfK I I I I C I M V In JII | IIII) ll I I llkllMlll II '*" 1111(1 fllllll' ll|
n l i j r l o ( I r mu ( i r M r n , H l h i r m i l i o i U t f W i i a , A l t l f t l . 1 1I I l l / . n l I* *111
I--su, Mr rviLn In honpitali/.nuM Lo;* padi cm \mn mu, lanI
mente, a instancias de su hija.
Mucho mas all de un reaseguro, el seguimiento efectuado
por la mdica permiti que Ana hiciese una psicoterapia. El
hecho de que respondiese punto por punto a las preguntas de
la joven, su deseo de no dejarla morir, esto es, de hacer su
trabajo de mdico, permitieron que Ana soportase la situa
cin analtica.
Esta mdica no hizo nunca de analista y nunca le parecie
ron absurdas, desde el punto de vista de la medicina, las
preguntas que Ana le haca. El deseo de saber es la primera
manifestacin de la vida sexual. Esto es io que el paciente
demanda. Las respuestas de la mdica autorizaron a Ana a
formular estas preguntas de otra manera. Tampoco pens
nunca que os problemas de su paciente se limitaran a una
cuestin de kilos a bajar o subir. Supo ocupar su sitio y
contribuy a sacar a Ana del atolladero. Un saber as no se
aprende en los libros.
\ \ A l 'j| IO lll O
il I 111|l MO I oto
D.W. WiNNKtn i
I. Xnophon* o la cruz de los nombres 1
11 1M | i H r I H M !< (I n i | Mt i I O \ I i m I i i l| fi l - i O u l l H u l l i l C I * -l | I H U | l l l i l I U
Dibujo .'1
I Mil m i * t* ih i IoiIm iti'tit* m ii h u illn . |iorn m i n e n z a .1
m< pi.ii ( m m i n h .11H ( '.., nir mira ti poro m a s y , si l<*
1 0 1 1 1 1 1 1 11
Dibujo o ujo 6
D ibujo 7
Dibujo 11
D ibujo 12
aire que respira, tiene miedo de las imgenes que mira, de los
ruidos que oye, de la violencia en todas sus formas, de la
carne que se niega a comer y, sobre todo, sobre todo tiene
miedo del ascensor [Vascenseur] -la sin hermana [la sans
soeur].* Xnophon se dibuja viviendo, dice, en medio de los
miedos (dibujo n 13).
D ibujo 13
Robert:
Volvamos entonces a la envoltura del cuerpo, el delantal, que
aunque le sea impuesto por el Otro, se le ha hecho a Robert
tan necesario que podramos creer que, si se lo quitan,
m orir; aparentemente, este delantal es una envoltura a n
loga a las envolturas de nacimiento: prim era prdida del
nio. Robert est entonces completamente alienado en el
significante seora y el delantal representa a su Otro; su
prdida es prdida de su Otro. Cuando se disocia este
delantal de su cuerpo, l ya no es seora ; se libera de su
cuerpo el goce que se desencadena en sus crisis terrorficas,
destructivas en la ausencia de O tro/
Dibujo 1 Dibujo 2
D ibujo 3
m a d r e , a t e r r a d a , se sien le
culpable de haber anulado brus
camente todos los progresos de su hija.
Hablo con ella, en presencia de Alicia, de estas repeticiones
dramticas, del peso de la muerte en su historia, de la
hermanita, de las crisis de Alicia, del pjaro y del gato.
En este momento, Alicia, que dibuja cada vez ms en
sesin, parece iniciar una tentativa de construccin de ob
jeto.
En efecto, se pone a dibujar unos gatos monstruosos que
la asustan; la asustan tanto que despus de cada dibujo debe
quedarse unos minutos bajo la mesa para no ver al gato
(d i b u j o n 4 ) .
f*
D ibujo 4
JT
<' \
m 11 U 1 '
D ibujo 8
III. Jeremas
o el teatro del payaso
demonio,
K r . t .1 lt o ) M i .1 h i i m x 1i o , i n n : i . ( JOS ; i / u I r . i n n i f j i ,IH 1* m < t . i
aterrorizado y espantosamente Infeliz Rom pin los vi* lim: <Ir
ls puertas de entrada, alterando con sus gritos el orden
burgus del tranquilo edificio. A su lado, silenciosa, la niadft
lloraba. Desde sus balcones, los vecinos comentaban la
escena.
Me acerco a l e intento hablarle. Le digo mi nombre, lo
explico que tiene cita conmigo, que no quiero impedirle su
furia, pero que estaremos mejor en mi despacho para hablar
de l; lo que viene a decirme no le incumbe a nadie. Para mi
gran sorpresa, acepta seguirme, aunque sin dejar por ello de
gritar. En el umbral, su madre me explica que grita as
despus de haber visto, en la estacin, a un histrin escupien
do fuego. Siempre -aclara- le tuvo un miedo terrible al
fuego, a las tormentas y a los fuegos artificiales.
Lo llevo a mi despacho mientras l repite sin cesar: Tengo
miedo de seor que escupe la luz.
Cierro la puerta y procuro calmarlo. Le hablo: El seor no
puede entrar. No se lo puede ver, no se ve la luz. Corro las
cortinas, el sol que inundaba la habitacin esa tarde de julio
se tamiza; la penumbra parece tranquilizar a Jeremas.
Poco a poco se apacigua. Algunos sollozos sacuden todava
su pecho, pero los ojos estn secos. Ya no grita.
Intento deci re entonces deque modo las circunstancias de
nuestro encuentro hacen queyo no sepa nada de su historia.
No he tenido tiempo de recibir a su madre ni de intentar
comprender otra cosa como no fuese su pnico, y de procurar
contener el mo; sin olvidar la llamada a a Patrulla, a la que
vecinos bien intencionados haban dado aviso, para conven
cerlos de que no vinieran.
Jeremas me mira con asombro, sus ojos azules parecen
transparentes.
Qu curioso encuentro, Jeremas!
p]l se echa a rer y se dirige al escritorio para tomar
marcadores y papel.
Ivijm'im 1111 il t i o , V o y ii t l r e i r l * i*l f u c li ; o "
l ' m n i t l I 11 )t /. 'M mu m a n o \ ' < p o n * ' a l l m a i ni i a \<'/ ' No.
no
n o ,jI* ii <
r i m a n n o pititlu(lll)i||tn M r I h u d r r l li|M/ i a z l n l u ,
h. l/.lu 1
11
1\
rom"
piii -I Iapi/ dr sus manos y le pregunto qu quiere que
di m jr.
Krr ;ii!1i primera vez que un nio me propona dibujar por l,
I\
prrn rn rl llanto dr Jeremas comprend que era preciso que
la rosa pasase por m, que en este momento a l le resultaba
imposible. No se trataba de dibujar en su lugar, sino de
dr jarlo servirse de mis dibujos. Su angustia era demasiado
grande, yo no poda hacer otra cosa que seguirlo.
Dibuja una casa sin techo, y un monigote, hazlo t.
Sorprendida por la extraa formulacin, dibu jo una casa
sin techo. Jeremas parece satisfecho y comenta el dibujo: El
monigote se haba perdido. No encontraba su casa porque
haba tenido un accidente. Est con una avera, su coche se
tir al agua. En el agua hay un payaso. El payaso rea. Tiene
una nariz roja. Buuum!, se dio. Cay en el charco. Est
muerto, va mal. Hay hielo encima de l. Hubo demasiados
accidentes, tuvieron accidentes antes de l y ahora ya no
puede arreglrselas. Est listo. El coche de i accidente hizo
pluf, la luz, el fuego, el humo.
Jeremas alza la cabeza hacia m y vuelve a gritar: No te
pongas los anteojos, qutatelos, qutatelos! Me los quito.
Ahi est! Te he dicho payaso; ahora me voy. Es todo,
Slo despus de muchas sesiones ms me di cuenta de que
efectivamente todo se bailaba en esa primera entrevista.
Pero ese da no comprend nada, con excepcin del miedo de
Jeremas! Se lo di je, y le pregunt si quera que recibiera a
su madre. No, no, mam no, no quiero que lo mire! Se pone
como loco. Ella no lo mira, no. no!"
! l ubiese sido fcil, sin embargo, hacer entrar a la madre,
pero me pareci que recibirla era comprometer el trabajo con
Jeremas.
Quieres volver, para que juntos procuremos entender la
historia del monigote y del payaso?
"S(, rvMjmnciu JiarniUirt, volvcio,'*
Al tfnll ilrl p;isji 11!11< i i I m i n '(lili
<
detiene, subyugado. Mira a mi payaso". Muy excitado. m
pone a dar salios, ne, agita las manos ante sus ojos ltin/audi *
gritos estridentes. Mralo, mralo. Al ornos, la madre deja
la sala de espera y sorprende la escena. Jeremas queda
petrificado. T no, t no." Se tira al suelo, le da patadas,
vuelve a gritar.
No, no, no empieces como recin, suplica la madre.
El se levanta, abre la puerta de entrada y empuja violen
tamente a su madre. Ella grita por encima del estrpito:
Dio usted otra entrevista?
S, he dado otra entrevista. Jeremas se marcha, llevndo
se con l a su madre y su payaso. La puerta se cierra tras ellos
y yo me quedo estupefacta, desconcertada, no habiendo
comprendido nada de cuanto acababa de suceder.
('uando vuelve para la segunda sesin, llega en calma
hasta mi puerta.
Su madre se muestra francamente aliviada por entrar sin
que Jeremas cause dificultades en la sala de espera.
Jeremas entra en el consultorio: Qutate los anteojos.
Dibujas t." Me pide de nuevo una casa sin techo y un
monigote, explicando:
"El monigote est perdido en el hielo [,T/ace|.:i Los coches
estn en el hielo, como el vidrio \glace] de los anteojos; ya no
pueden salir. Mira mis pies!" (Mi escritorio es de vidrio
[u<?m?|, Jeremas ve sus pies bajo el escritorio). Mira, ellos
tambin estn presos en el hielo \glace\. El monigote est
perdido, no tiene casa, no habla. El payaso lo ha lanzado al
hielo. Unos enormes ojos lo miran.
Di h ujo 1
D ib u jo 2
t Mi i l n l < i t i 1111 I O 111111 I \t I h M 111; I i 111 111 * h 111 i J l: t I | u i t <
n i |m 111 i 11 u m u i i u k I . l t 1m I n V imI .i I ) e : i p i | r H ( t e i ii |U i m e i . l
11(i n u mLulo, ti ( mUn fu, i : contarlo con el, Ir osci i be*, 1<-
' '
EL BEBE SABIO
La misma alma gobierna los dos cuerpos Las
cosas deseadas por la madre suelen quedar mar
cadas en los miembros del nio que la madre
porta en el momento de su deseo.
L eonardo de V in c i .
I. Cierta mirada actual sobre el beb
)V
con los il|tl'l'l 1(11/lljrM (Je I IM11lll<Mtl>J19tu I 'M 111 111<' (*
todava nadie .se propuso elioquout un fiprendi/njo de la
lectura, pero el de las lenguas extranjeras se en! lidia ya en
Japn!
El lactante puede hacerlo todo, hasta sonrer en la sala de
partos, como lo muestra Boris Cyrulnick, neurlogo y psi
quiatra, cuando filma las expresiones de los bebs al nacer
mientras les toma paralelamente un electroencefalograma.
Explica cientficamente que la primera sonrisa est determi
nada por una secrecin bioelctrica del cerebro: un neuro-
pptido.10
Y, sin embargo, hay recuerdo ms intenso que el momen
to en que, por fin en los brazos de su madre tras la tempestad
del nacimiento, el beb le sonre? Qu sucede en este
instante? Una secrecin de neuropptidos? Seguro, puesto
que la ciencia lo prueba. Pero es lo nico que hay? Este
resto, puede ser cuantificado, medido, registrado en un
trazado electroencefalogrfico? El resto esjustamente lo que
desde siempre interroga al psicoanlisis. Tenemos una
tcnica para medir el deseo?
Desorientados y desamparados, los investigadores inten
tan acosar al pensamiento. Al acecho de los primeros signos,
se arrojan sobre los bebs ya en la sala de partos, no para
darles la bienvenida sino para evaluar de qu son capaces,
sin preocuparse realmente por lo que son.
Ya lo sealaba Catherine Dolto-Tolitch en La rvolution
des petits pas:
lHF, Dolto, La cause des enfants, Pars, R. Laffont, 1985, pgs. 100-101.
Hay versin castellana: La. causa de los nios, Buenos Aires, Paids,
1986, pgs. 88-89.
J. Aubry, Les formes graves de carences de soins maternels,
Conferencia al grupo de l.evolution psychiatrique, del 23 de enero de
1953.
K .1 i i i ill 1 1 Ir ln r \ i i t n n c m i l r u n a i s r a w l ist i r a imi i n a l
en i'J Inctante io hcokft ya porJacques I -acanen 1975, en su
i 'untWviK'ia (ir (nnrhra sobre el sntoma.30Nohay simbiosis
matii flujo, ya quede entrada existe un tercer trmino: falta
a partir <le la cual se organiza toda interaccin. Cmo
imaginar un protocolo de experiencia de localizacin de la
falta?
Antes de que el nio nazca y a veces antes de su concepcin,
antes de que llore o hable, se habla ya de l. Hay ya
ahcnacin , hay ya algo de los padres que cuando nazca lo
marcar.21
ICO
('mirla n H liftliin mh Indi i iVM'lit |i<o I *> |mI tu 11a Su pul i*
y su nuidru, el ttiMini \ln M'iitu ji 11 , ii Kalaan i |M'#mui ulnjt
pedir una eti u visU y acudan boy, v- i m la* ''/un, <an u
beb.
Cuando entran en el consultorio, Canela est llorando en
los brazos de su madre.
E l padre : Ah est! No necesitamos explicrselo. Sabe por
qu venimos. Basta con tener odos. No podemos mas. loy
cumple tres meses y no lia parado de llorar. Todo el da, toda
la noche: es espantoso! Desde que naci no durmi nunca.
Ante mi asombro, la madre aclara: i uerme, pero nunca
ms de quince minutos. Todas las noches se despierta y grita.
( ada quince minutos, desde que naci, tenemos que levan
tarnos y ponerle el chupete en la boca; vuelve a dormirse
hasta el cuarto de hora siguiente y empieza a gritar de nuevo.
Es insoportable!
El padre : Estamos extenuados. El pediatra aconseja ale
jarla de nosotros. Quiere ponerla en una guardera por un
tiempo. Queda lejos de Pars, pero la semana que viene, si no
se calm, la llevaremos y la dejaremos.
Esta frase evocaba ya para m la extraa atmsfera de un
cuento de hadas.
La madre : A esta nia tan esperada por nosotros, a la que
amamos tanto, ao la soportamos ms. No conseguimos vivir
con ella, comprenderla. Tal vez ella no nos quiere? Sin
embargo nosotros le demostramos nuestro amor. Todo el da
la devoramos a besos. Es terrible decirlo, pero si nos queda
mos con ella terminaremos por estrangularla.
El padre: El pediatra nos aconsej ver a un psicoanalista
antes de colocara en la guardera. Nunca se sabe. Parece
que, incluso siendo muy pequeos, los bebs tienen a veces
unas ideas rarsimas. Es extrao; ms an cuando, segn l,
tiene una salud perfecta, no sufre de nada.
C.M .: Cmo fue el embarazo? Cmo lleg Canela al
mundo?
La madre: Fue un embarazo maravilloso. Haca tanto
tiempo que esperbamos este beb. No conseguamos tener-
lo I i n I* V . I i* 1 *' I <|H M | l i ( rM iiniM H 1 1
I ; S U ( <*N. 'l O l e m . M l l t e l i n
25J. hacan, Le Sminaire, livre VIH, Le transfer, np. cit., pg. 229.
lo -)i i i u>e(le t n si'.snni, los bebes, en cambio, entienden
romo pensaba ya Frangoise Dolto, lo que se les dice. La clnica
de los lactantes parece confirmar esto a diario.
Ks frecuente que despus de unas pocas entrevistas recu
peren el sueo, el apetito, y se curen de enfermedades
somticas que los tratamientos mdicos no haban logrado
vencer. En el misterio del encuentro con los bebs tenemos
que trabajar ms que nunca con lo que no comprendemos.
Estos resultados casi siempre espectaculares dejan per-
p le j os a los propios analistas, que temen pasar por magos
p u e s es cierto q u e , segn las pocas, la sombra de la hoguera
siempre los acecha en alguna medida.
l'or el momento ninguna explicacin cientfica permite
saber si un nio de tres meses comprende una interpretacin.
Caroline Eliacheff lo seala tambin en su libro:
n;<;
excepcional. No haba nada de experimental en ese encuen
tro. Nada que se midiera, nada previsto ni controlado. El
analista procura llevar la entrevista, no dominarla.
La presencia de la madre y el padre en el consultorio
dificulta aquella verificacin.
Cul fue la palabra operativa? Y para quin?
Es indudable que pas algo para los tres, pues de lo
con! rano <anela no habra recobrado el sueo y los padres
no se hubiesen pasado la semana discutiendo.
El padre expres lo que para l era imposibilidad de calmar
a la madre y a la nia. No era ni un hermano Hansel tran
quilizador, ni un padre que pudiese rivalizar con el mueco
dealaj\Dejaba a cada una de el las enfrentada con su bruja.
La madre slo pareca encontrar figuras apaciguantes en
una relacin incestuosa. No se haba casado joven por l, sino
para huir de su familia, dijo. No haba lugar para un hombre
al que ella hubiese elegido, que hubiese sido el suyo.
Este "no hay lugar" (que tal vez convena tambin al pa
dre) se revel para ia seora H. en ocasin de esa entrevista.
Cmo determinar lo que ocurri precisamente con la
madre, quien sale desasosegada de esta sesin en la que
habl mucho de su historia? Lo que dir en la segunda es bien
caracterstico del ti po de traba jo que se puede real izar en una
primera entrevista con un beb y sus padres.
Seora H.\ Cuando sal del consultorio el otro da tuve la
impresin de estar ms liviana. Canela ya no me pesaba
tanto en los brazos y, sobre todo, no s por qu pero cuando
usted dijo que su mueco de alaj no era el mo, me sent
aliviada, como si hubiese dicho que Canela era una vida
diferente de m. Esa noche le devolv su mueco. Ahora creo
que no le da miedo y que puede quererlo.
Era preciso que Canela se aliviase de la pesadsima
historia de esta mam. Haba hecho alguna vez la seora H .
el duelo de su propia madre? Qu aterradora historia de
amor la ligaba an a su madrastra? Porqu viva con pnico
de que le quitaran su beb? Fantasma de represalias?
(.Keptlicin del drama de la muerte de su madre? Cmo
puedi1 vivir tranquilo un beb cuya madre piensa que se va
a morir a cada momento?
Sin duda tenia miedo de desaparecer ella tambin, una vez
convertida en mam. Amor loco de una nia por otra nia
devorada a besos,27 beb de nombre azucarado, pleno de esa
dulzura que tanto le haba faltado cuando fue nia a su vez,
hasta el punto de enfermar y de haber sido hospitalizada.
Fantasmas de devoracin, anhelos de muerte, deseo de vida,
de esta violencia canibalstica estaba iiecha tambin la
relacin de Canela con su madre. En esta relacin de espejo
lloraban ambas, no dorman, se extenuaban y se sostenan
mutuamente sin que sepamos cul de ellas impeda dormir
a la otra, y esto sin que el padre pudiese poner un lmite al
horror de ese goce. Las dos entrevistas habrn alojado un
poco el nudo de ese abrazo y permitido a Canela recuperar
una historia y un lugar propios.
Pero la supresin del sntoma, que alivia al nio y a su
familia, no resuelve nada. Una vez que Canela se cur, sus
padres no quisieron concurrir a ms entrevistas. Es ste
o ro efecto de las curaciones mgicas? Comprendemos por
qu nunca satisfacen de veras a los analistas.
I jos nios de menos de dos aos (...) confunden el beso con un poco
tr citin IiuIihiiim ( nvn<|ue los comen, F, Dolto, Lorsque Venfant parat,
Pars, Seuil, 1990, py, 113.
<ntitiKnr.il ion id < uni'.n sn <lrl (.F.R.P., abril de 1992; L'enfant et
La vacante de analista se est convirticndo en l ltimo
must de la alta tecnologa mdica: Ponga un psi en su
incubadora: ltimo eslogan de moda en los servicios de
prematuros!
Si hoy comprobamos que las puertas se abren y que el
analista es demandado, no sigue en pie la cuestin de lo
que se le demanda?
Qu quieren estos mdicos que apelan a nosotros? Qu
quieren los analistas que se aventuran en semejante infierno
cuando es tanto ms confortable quedarse en su silln?
Algunos hasta piensan que, ms all de cierta distancia del
divn y del silln, deja de haber analista. No es raro, en
efecto, que actualmente las ms vivas crticas por el trabajo
que hacemos en medicina provengan de los ana listas y no de
los mdicos.
Sin embargo, ya en la poca de Anna Freud se hablaba de
psicoanlisis en hospital. Recomiendo el libro firmado con
juntamente por Anna Freud y Thesi Bergman, analista
norteamericana que, en 1945, describi un trabajo llevado a
cabo en el hospital Rainbow de Cleveland, especializado en
ciruga y ortopedia peditricas. Esta obra, titulada Les
enfants mal ades. Introduction leurcomprhension analyti-
que, da cuenta de una tcnica especial de primeros auxilios
psquicos en hospital.29
en otra parte.
Cuando se soporta no aliviar la angustia de los padres
mediante una respuesta -como se pone una venda sobre la
herida-, lo inconsciente se arriesga y tal vez aqullos puedan
entender de otro modo la pregunta planteada.
Muchas cosas pueden decirse en una primera entrevista.
Franck naci un ao despus de que su hermano mayor,
Pablo, falleciese de muerte sbita. Se hallaba en el servicio
para el chequeo que se efecta sistemticamente en estos
casos. La madre de Franck tena sitiado el despacho del
mdico.
Por qu muri?", preguntaba incansablemente, a prop
sito de i\abIo. La medicina no tena respuesta. Se le hablaba
de Franck, que estaba bien: no deba inquietarse, deba
tratar de olvidar.
'(Cuando la recibo, se queja del equipo mdico: Los mdicos
dicen que no saben, pero s que no dicen la verdad."
La escucho. Contina: Con Pablo yo tenia problemas; me
pona violenta, pero lo amaba.
Me cuenta entonces la muerte accidental de un hermanito,
I Vdro, cado de los brazos de su hermana mayor. Habla de la
depresin de su madre, que dur dos aos tras la desapari
cin de Pedro; del otro hermanito que naci inmediatamente
despus de Pedro y que nunca haba hablado: No se recupe
raba de la tristeza de mam, y no haba deseos de ocuparse
de l, creo que lo abandonamos.
Esta primera entrevista, que fue la nica puesto que el
beb, que haba entrado para un chequeo, estuvo solamente
un da en el servicio, permiti a esta madre llorar y percibir
las trampas de la repeticin que amenazaban a su hijo.
Su hijo Franck haba sido concebido por prescripcin
mdica, para curar su depresin, le dijeron. Su familia
insista: No ests triste ahora, est Franck. No se llora
cuando se tiene un hijo sano. Ella no quera ser una
depresiva como su madre, no quera abandonar a su hijo. En
la imposibilidad de hablar hasta entonces de la depresin
intolerable y de ese duelo que duplicaba otro por el que
tampoco haba podido llorar, nunca se haba autorizado a
expresar su sufrimiento. La deriv entonces a una consulta
en la que se present con Franck, el cual pudo abandonar
lentamente su lugar de alto riesgo, etiqueta del embarazo
de la madre: pero el riesgo no terminaba all.
Muchas cosas pueden decirse en una primera entrevista.
Al realizarse, explico a los padres que los ver con tanta
frecuencia como ellos quieran mientras dure la internacin
de su hijo, en el consultorio o junto al beb en el servicio. A
partir de este momento podr ser formulada una demanda,
y slo volver a verlos si piden una cita.
Slo la primera entrevista es sistemtica.
Veo a los bebs cuando se realiza la visita con todo el
equipo. El historial mdico es retomado en cada oportunidad;
el estado de salud del da, las decisiones teraputicas, todo se
decide en ese momento. Se habla del beb pero sin dirigirse
a el. Se lo ha examinado antes, y la visita tiene lugar sin
detenerse a la cabecera del enfermo. Lo que conozco en esta
visita es sumamente valioso para m, no slo con los padres,
para comprender lo que me dicen y las novelas que han
construido sobre los dichos del mdico en el intento de
devolver sentido a este real inhumano, sino tambin con los
nios, cuando recorro nuevamente el servicio para ver a cada
uno de ellos. Esta otra visita, o esta visita distinta, la hago
sola, y su objeto es hablarle al beb de l mismo, de sus
padres, de lo que sufre, de los cuidados que se le van a prestar,
de lo que s en cuanto a su historia. Poco a poco, asistentes
del equipo, intrigados, comenzaron a seguir y tambin a
preguntar. Ser analista en un servicio mdico es tener que
vrselas con la interrogacin de un equipo. Por supuesto,
sabemos que no es lo ms fcil. La posibilidad de trabajar
como analista pende de un hilo! Es un trabajo de funmbulo.
De un da para el otro, el equipo puede no soportarnos ms.
Nunca puede decirse cunto tiempo durar esto.
En esa visita ya no se habla del beb sino al beb. Si en la
otra se lo mira, esta vez se entiende que el hecho de que est
all tambin le incumbe. Esa historia, por dramtica que sea,
es tambin la suya. No es solamente asunto de los mdicos.
El mismo debe hacer algo con ella.
Es muy importante dejar que los padres hablen de la vio
lencia y del odio, y hablar de ellos al nio. Las palabras recon
fortantes, los buenos consejos pueden menguar moment
neamente el ardor de las llagas y tranquilizar a quien los da,
pero no son ms que exhibiciones que, al sustentar la men
tira, pueden retornar violentamente a la vida de los nios.
La historia de Ins es ilustrativa de esta forma de desvo.
Nacida al trmino de treinta y cuatro semanas, permane
ci dos meses en el servicio de neonatologa de un hospital
parisiense, por prematurez.
Cuando me la derivaron, tena veintitrs aos y acababa
de dar a luz a una encantadora mujercita de 3,250 kilos.
Durante su permanencia en la maternidad esta joven
sucumbi a un episodio post-parto muy serio, con momentos
de prdida de identidad. Escap tres das despus del parto
en un estado confusional agudo: preguntaba a los transen
tes a dnde iba. Estado crepuscular histrico? Accesos
d r i l l ; m h \ s 1s m h s is |)<)H( p u l 1<Y 101 pH|li.il ra d r l Im: |ii1, 11
evocovarosdiagnst icos y la dirigida m tras prescribir unos
medicamentos.
Kstoy gravemente enferma, deca ella, una y otra vez, y
nada la haca llorar ms que los benvolos consuelos de su
familia.
Ins haba sido siempre muy sana. Fcil de criar, hasta
este momento nunca haba presentado problemas. De pe
quea, al salir del servicio de prematuros, fue adoptada por
una familia. Nada o casi nada saba de su madre natural, de
su historia. La asistencia social del hospital no confi a los
padres adoptivos ms que unos pocos elementos del dossier.
Una psicoanalista recibi regularmente a los padres en el
servicio de prematuros. Siguieron escrupulosamente todos
sus consejos y no ocultaron a su hija ninguna de las informa
ciones recibidas.
Siendo muy pequea, supo que su nombre de pila haba
sido elegido por su madre, quien vino a verla regularmente
durante ios ocho primeros das que siguieron a su nacimien
to; pero, antes de salir de la maternidad, la madre pidi
firmar los papeles de abandono y luego desapareci, dejando
en los servicios sociales una identidad y un domicilio falsos.
No se saba nada ms, salvo que el personal hospitalario la
consideraba gravemente enferma; pero acerca de esta enfer
medad no se aport precisin alguna.
Siguiendo los consejos de la psicoanalista, los padres
adoptivos dijeron todo lo que saban y tambin lo que no
saban. Era necesario positivizar, a toda costa, la relacin.
Explicarle a Ins que, al abandonarla, su madre haba
realizado un acto de amor; que sus padres adoptivos le
estaban sumamente agradecidos y la consideraban una
buena madre. Lo dijeron, pero sin pensarlo. Ms que el
consejo de la psicoanalista, el origen del desvo estuvo en el
desconocimiento de lo que es la violencia de una adopcin
Dara los padres adoptivos. Esta versin soft de los hechos
xmvino a Ins, quien creci, para gran satisfaccin de los
madres, sin ningn problema.
El embarazo transcurre a las mil maravillas, salvo quizs
unos pocos das difciles cuando el mdico -a quien describe
como un mago, aquel que ve en el interior del vientre- Ib
informa que el beb es una nia. Estaba contenta, pero se
senta perturbada sin saber bien porqu. En los tres das que
siguieron a la ecografa fue presa de unos vmitos que no
haba forma de parar. Sin embargo, tener una nena le
pareca lindo.
Lo nico que la contrariaba era el nombre. Haba elegido
nombres de varn, pero un nombre de mujer resultaba, hasta
ese momento, impensable para ella.
ijos vmitos cesaron cuando, sbitamente, se le impuso un
nombre: la llamara Mara Ins.
Pese a 'as protestas de la familia, que atribua el nombre
elegido a una falta de imaginacin ms que a una bsqueda
de los orgenes, logr afirmar su decisin y todo volvi a ser
normal, tranquilo y feliz.
Las contracciones aparecieron al final del sptimo mes.
Ins fue hospitalizada, los mdicos consideraron que el beb
era demasiado pequeo y ordenaron reposo y perfusin.
Ella intenta entonces negarse, pide dar a luz prematu
ramente: Senta, dice, que se era el momento de su naci
miento, no s por qu." La familia y el mdico procuran
convencerla. 15s verdad que siempre, desde muy pequea,
Ins ha sido extremadamente razonable: jams un arranque
de ira, jams un gesto de oposicin, muy positiva siempre.
Acaba cediendo. Ahora acepta quedarse, sin protestar, ni
siquiera parece triste, tal vez un poco ausente. Resignada,
sin duda, a que no se la escuche.
I )espus de unas semanas, el beb ha alcanzado ya el peso
perfecto, el que se puede leer en los libros. Los mdicos
deciden cesar el tratamiento.
<inco horas ms tarde, Mara Ins llega al mundo tras un
par tu poi \i , i sin ningn problema; todo el mundo est
1 11 !<*< h o 0 ')n 1 x it o d e l I r a b a jo . N o es p r e m a t u r a .
Ine ,, durante tres das, dice estar demasiado cansada
par.i u m r a su hija en los brazos. El tercer da ya no sabe
como se llama ni qu ha venido a hacer a este hospital.
Los que retornarn en su anlisis son el horror, el odio y
la violencia para con su madre de nacimiento: Cmo pudo
abandonarme? Ahora que yo misma tengo un hijo, s que es
un monstruo. De qu monstruo se trata? Quin es el
monstruo de quin?
El odio qued tapado por los buenos sentimientos de unos
padres adoptivos demasiado bien aconsejados. Tironeada
por su ambivalencia, al mismo tiempo que la rechazaba, ella
quera gritar por todos los medios su filiacin a esa madre
enferma, madre con la que slo poda identificarse como
monstruosa.
Despus de un trabajo analtico en el que Ins pudo
recuperar el drama de su historia y comprender el sentido
otorgable al sntoma amenaza de parto prematuro , pudo
volver a tomar a su hija, de la que la abuela se haba
convertido tambin en madre adoptiva, como en una historia
que, de no ser oda, no acabara nunca de repetirse.
No es tan fcil evitar deslizarse por la suave pendiente del
deseo de curar.
El trabajo de un analista en un servicio de neonatologa no
es tranquilizar o intentar suprimir el sufrimiento a cualquier
precio. Aceptar tener que escuchar, pues de lo contrario,
veintitrs aos ms tarde, el beb en el adulto revivir la
violencia de un trauma que se haba pretendido negar.
Confiemos en lo inconsciente para no olvidar. El tiempo,
como se sabe, no tendr intervencin alguna.
La curacin aparente que puede producirse no garantiza
en ningn caso el futuro del sujeto. Vemos qu difcil es
so sten er este lugar de analista. Dificultad que nada tiene
que ver con la del trabajo en equipo.
IMl
Un pronstico demasiado peyorativo emitido por un un di
co deseoso de decir la verdad, puede tener a veces electos
desastrosos. No slo se quiebra entonces el nio, sino tum
bien la madre, impedida de ser madre para este hijo. Verdad
para quin? De qu verdad se trata cuando se la dice de esta
manera?
Es importante procurar impedir que el frgil vnculo entre
padres e hijos se quiebre. Aun si la vida del nio ha de
interrumpirse ah, que siga siendo para s mismo y para ellos,
los sobrevivientes del drama, sujeto de su historia.
En el caso de Silvio, como en el de muchos nios prematu
ros, quien estuvo cerca de l en un primer tiempo fue el padre.
En todos estos nacimientos el rol de los padres es fundamen
tal. Con frecuencia estn en primera lnea. El encuentro de
estas madres sufrientes con el beb suele pasar por el padre.
Para Estela, estaba ausente.
Al vivir a su vez la desesperacin y soledad en que haba
estado sumida su propia madre, Estela pudo autorizarse a
ser una madre para su hijo.
El error de clculo del que haba nacido actu pese a todo,
lo mismo que un acto fallido, como revelador de deseo de su
madre. Este error manifestaba un deseo de hijo, aun cuando
se hubiese realizado a sus espaldas y eligiendo para ello su
sntoma matemtico.
Silvio haba venido, en efecto, para reconfortar a su madre
y llevarla hacia l, hacia la curacin. Cuanto ms hablba
mos untas de la historia de Estela, de su dificultad para
acercarse a su hijo, ms se mostraba Silvio presente y
deseante, ms iba l hacia ella. Los hijos se encuentran
siempre en posicin de terapeutas de los padres, cosa que
-bien lo sabemos- no es forzosamente bueno para ellos.
Un trabajo psicoanaltico se inici con Estela. La posibili
dad o no de este trabajo en los hospitales es una cuestin de
tica, pero tambin de personas. Momentos privilegiados de
los que nunca sabemos si van a durar.
Todo vuelve a jugarse cada vez en funcin del analista, de
lo que ste es, del equipo y de la transferencia que los une:
lazo (io verdad <nn*, aun no siendo cientfico, es de todos
modos verdadero,
Octave Mannoni sola repetirlo:
Primera parte
L a p r im e r a e n t r e v i s t a c o n e l p s i c o a n a l i s t a . . .
TREINTA AOS DESPUS.1 ............................................................................ 11
Tercera parte
uentes......................................................................... 185