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Mathelin Catherine - Clinica Psicoanalitica Con Niños - Uvas Verdes Y Dentera

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C LIN ICA

PSICOANALITICA
CON NINOS
Uvas verdes y dentera

Ediciones Nueva Visin


Buenos Aires
Titule (irl original en francs:
ftanina twrfji vt dents agaces.
( l i n u j u c p s y v h a n a l y t i q u e a u e c le s e n / a n t s

(Dliy kditions Denoel, 1994


9. me du Cherche-Midi, 75006 Pars

Traduccin de Irene Agoff

I.S.B.N. 950-602-319-0
(O 1995 por Ediciones Nueva Visin SAIC
Tucumn 3748, (1189) Buenos Aires, Repblica Argentina
Queda hecho el depsito que marca la ley 11723
Impreso en la Argentina / Printed in Argentina
Debo agradecer ante todo a los nios y a sus familias por
haber hecho posible este trabajo.
A Maud Mannoni, sin la cual este libro no habra existido
nunca;
a Fran^oise I )olto, Rosine y Robert Lefort y Solange
Falad, cuyas enseanzas guiaron especialmente mi labor
de los ltimos veinte aos;
a Colette Visrahi, quien tuvo a bien leer las pruebas de
este iibro. Sus consejos, su rigor analtico y su afectuosidad
fueron para m, como siempre, de una ayuda invalorable;
a Alain Vanier, con quien trabajamos juntos desde hace
tanto tiempo que an podr reconocer en este volumen la
marca de su seminario y de la camaradera que nos liga;
a Dominique y Patrick Guyomard, as como a los co!egas
analistas del C.F.R.P., cuyos nombres no puedo citar ahora
en su totalidad y que compartieron conmigo la aventura de
crear este Centro de formacin e investigaciones psicoanal-
ticas. Su participacin en los grupos, seminarios y jornadas
de estudios me prestaron un gran servicio a la hora de
elaborar este trabajo;
sin olvidar a Myriam El Henaoui, quien merced a su
paciencia y a su amistosa complicidad pudo salir airosa en su
reto con mis jeroglficos.

Catherine Mathelin, 1994


/*

A Emiliey Mathieu
Primera parte

LA PRIMERA ENTREVISTA
CON EL PSICOANALISTA...
TREINTA AOS DESPUES!
El padre: Sin embargo la que te baa es
mam. Tienes miedo de que mam tetire al
agua?
Hans: De que me suelte y me caiga de cabeza
al agua.
FApadre: Sin embargo, sabes que mam te
quiere y no te soltar.
lans: Pero lo pens.

H erbert G raf, 4 aos,


conocido como "el pequeo Hans.
Hace casi treinta aos, Maud Mannoni public un libro que
llevaba un prefacio de ^ran^oise Do lto, La primera entrevista
con el psicoanalista.* Ese primer encuentro con el analista
produjo en el gran pblico' un efecto de novedad, permitin
dole descubrir un nuevo estilo, un nuevo enfoque del psico
anlisis de nios. Un tono distinto apareca ya en el prefacio,
donde Dolto haca hincapi en la especificidad del trabajo
analtico, en la necesidad de una profilaxis mental de las
relaciones familiares, y -lo cual era ms revolucionario an
en la existencia de un vnculo entre el inconsciente de los
padres y el de los hijos: El nio es quien soporta inconscien
temente el peso de las tensiones e interferencias de la
dinmica emocional sexual inconsciente de sus padres..."
Este vuelco en la concepcin tradicional del psicoanlisis
de nios se haba anunciado un ao antes, cuando Maud
Mannoni public su libro Uenfant arer et sa mere.; Por

1Maud Mannoni, Le premier rendez-vous auec lepsychanalyste, Pars,


Denoel'Goathier, col. Mdiations, 1965, prefacio de F. Dolto; reed.
llalli mard, col. Tel, 1988. Hay versin castellana: La primera entrevista
con el psicoanalista, Buenos Aires, Granica editor, 1973.
2Pran^oise Dolto, Prefacio a Maud Mannoni, Le premier rendez-vous
avec le psychanalystet op. ci., pgs. 13 y 14.
1 Maud Mannoni, Lenfant arrir et sa mere, Pars, Seuil, col. Le
champ freudien, 1964; reed. col. Points, 1981. Hay versin castellana: El
nto retrasado y su madre, Madrid, Ediciones Fax, 1971.
111 I t 41 I j l H l l l n |KM I||l |>IU I M11111M1111'Ir
V O / HV I MI MU M I II

lu i p.idl'S |.osdotcubr mientes ipioon ni iMil di poi ludo


t i trabajo clnico y Uoi ico dr Maud Mmmoot, pi i u I nula* n
<*l tlr Frangoise Dolto, quien, como i<*ii thi -M ilu V tumi
reinvento el psicoanlisis de iuhoh tu I'Vm h i ,' da ion
pautas de trabajo a toda una fjenerai mu H* p h onnah *.m.
j \ar 3 se gener ora mayor nOn poi monto de
Freud en adelante, el vnculo ni n h proMetn ii ma Itt |<m
niosyde los padres no haba sido objetod< nmrnn li.-il>ijn
especial en los congresos o publicarme m ml> n . <o I
casodelpequeo I latsva se habla c Im>/ t<>I i idi 111 un
nexo, de una continuidad enl re loa l.ml mu t d U-t pudies
y la fobia del hijo, aunqim Freud no He^o a ipnil.n mas
precisiones. Al descubrir el complejod* l idipo, y <o indos mu
relatos de casos,1 6Freud d io a entem lia tpuTH *l<* l.ml . i r . mas
de los padres en materia de sexualidad rep rcuti m brela
instalacin del Edipo en los nios, como lo mm ai i i el roalo
de lajovenhomosexual,7perorata nuniiao- a inda ationes
no tuvieron profundizacin ulterioi
Anna Freud, hija del padre drl paironnalios, enraizada
del psicoanlisis de nios (se (Mil irude
jidad del problema qur no ^ornaala1), Inm hincapi on los
errores educativos de los padres, quienes nmrot izaran a
sus hijos. La cuestin del fantasma no estaba, para Anna
Freud, en primer plano.
En cambio, la vida fantasmal ira era lo mas importante
para Melanie Klein: todos los ninou (!< pecho tienen que
vrselas con ella; la actividad fantasmal ira est ligada a la

1Alain Vanier, Prlogo a Lenfant vt fu payvhanulyse. Pars, Editions


esquisses psychanalytiques, C.F.R.P., 1993.
5S. Freud, "Analyse dune phobie choz un pct it ui\on de cinq ans (le
petit Hans) (1909), Cinqpsychanalyses, trad. francasn M. Bonapartey
R. Loewenstein, Pars, PUF, 1977.
6S. Freud, Cinq psycha nalyses, op. cit.
7S. Freud, Sur la psychogenese dun cas dhomosexualit fminine
(1920), Nvrose, psychose et perversin, trad. fr. 1). Gurineau, Pars,
PUF, 1973.
Ini hiun <nvida ya In imiIhiuii de* muerte. IVro, para M. Klein,
i-'iloi. Itlitifliiuis jh itemcJm rxrlurtivniiiunte al am o. La
i

jiu I mi , i p n n ' c r Ii. iIh t n m . s i d r r a d o y e s t u d i a d o a l b e b i a d e *


pi'tidi<iilt*inc*nti di* su familia. Cada recin aacido sera
presa de dolorosos fantasmas; su historia habra teaido
esc; t.sainil uencia en la instalacia de stos, y meaos aa, por
supuesto, su educacia. Ms all de las particularidades de
su in aacia, coa iadepeadeacia de lo que pieasea o hagaa sus
padres. los faatasmas del pequeo seran ms o meaos
idnticos. Para M. Klein, el fantasma se muestra cerrado
sobre s mismo; no se cruzara coa el de aiaga otro; ea la
mayora de ios casos, se habra formado precozmente, sobre
Ja base de las diferentes introyecciones de objetos arcaicos o
parciales.

Uno de los primeros fantasmas concernientes a ia sexualidad


de los padres se instala, en mi opinin, a partir de los objetos
parciales: fantasma dei pene del padre penetrando en el
pecho de la madre. [...[ (El nio] sigue siendo vctima de sus
primeros fantasmas inconscientes (que en verdad no desapa
recen nunca), de sus pulsiones destructivas, de su voracidad
y de su necesidad de amor exclusivo.8

Todos los nios teadran que vrselas coa estos dramas.


Seala Melaaie Kleia;

Considero que el anlisis es til no solamente en todos los


casos de trastorno psquico evidente o de desarrollo defectuo
so, sino tambin como medio de reducirlas dificultades de los
nios normales.9

Melaaie Klein meacioaaba a veces los sucesos que podan


perturbar la orgaaizacin faatasmtica del beb, pero para

* M. Klein, Psychanalyse d'un enfant, trac!, fr. M. Davidovici, Pars,


Tchou, 1973, pRs. 115-116.
9 M. Klein, "Colloque sur l'analyse des enfants" (1927), Exsais de
psychanalyse, trad. fr. M. Derrida, Pars, Payot, !% ?, pii 208,
MHi uiUrin Iom( Mnlnnit 111* muiiii Ihh Inn pi ov o u|ol i Ir ln
i i-ali I i<I 'ii ( mil do n ln Lu* Iii HhiMto! n ii Ir lo Imi mmmI'I
imui K| lio ti"domu* el uinowuii n*ni Iinstaba pnr n ju*lu ii
ii m i i.it , i i i i n nt n ,111.11it icu Kste s u l n m i c h t u pod i,i ser a g r a v a
do o nidi i a d o por la h i s t o r i a de su v id a .
\'t

Las cosos sern, para ~ l ~ I?4


1 i* ^

. _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
M. *

MI nio expresa lo que los padres llevan en su interior y que


ellos mismos no pueden expresar. Con gran frecuencia l lo
exterioriza a travs de un malestar, pero tambin puede
expresarlo con una magnfica salud.1"

Puede .ser, adems, que no sufra siendo que a nosotros las


realidades de su vida nos parecen dolorosas. Aquello que lo
lastima pertenece a otro registro. Para Dolto, el hecho
histrico es secundario, por ms que deba ser tomado en
ctmsideracin: lo inconsciente vuelve a ocupar el frente de la
escena. La historia de que se trata no tiene ya nada que ver
con los hechos.
Cmo pudo efectuarse este deslizamiento?
Maud Mannoni y Frangoise Dolto vivieron una poca
extraordinariamente rica y fecunda en ideas novedosas: la
del retorno a Freud. Estos aos, marcados primord ial men
te para ellas por el pensamiento de Jacques Lacan, se
hallaban inmersos en el bao del significante, en la detec
cin del deseo del Otro", en el torbellino de los grandes
descubrimientos. Fran^oise Dolto se haba analizado con
Laforgue, quien ya en 1940 haba hablado de neurosis
familiar, A instancias de ella, Maud Mannoni (a la sazn
miembro ya de la I.P.A. )se analiz con Jacques Lacan, autor,
en 1938, del artculo sobre La famille;11y realiz tambin
un trabajo de control con Winnicott, afanoso, como sabemos,
de comprender al nio con'1los padres.

"1F. Dolto, La difficult de uivre, Pars, Inter-dtions, 1982, pg. 11.


;i J. Lacan, Les compiexes familiaux dans la formation de rindividu
(1938), Pars, 1984, ed. Navarin.
Km |iiiii6!t|i'iii lie tiiil>ii|o y <! iniiivinli'ii hinliii
MUtil I M ...... mi v l't ; illi'nil.i I Hlltll | HilllnlHl I II mil di'llMlt IV||
I I M ' n l M ; l l l l . SI I CI I I i n j l I l HI H ( i r M I M n w 11( ) I M I n II \ n i I i \ i K U' f l I JH MUI
I ir

I 'ai ;i. comprender ini*j<n hiMcnrridiM-n rslc jH-iiniln n|i/irU


mos algunas fechas:

Mayo de 1964: Maud Mannoni publica FAnuiv M rasado


y su madre. Las ideas que aqu expone producen el efecto de
un escndalo.

La relacin madre-hijo no se establecer sino a travs <t<un


prisma deformante El nio ignora que est llamado a
desempear cierto papel para satisfacer el anhelo incons
ciente materno (...). Sin saberlo, ha sido en cierto modo
raptado por el deseo de la madre.12

La opinin pblica se indigna: en efecto, es ms fcil creer


en la posibilidad de rectificar una educacin y de aplicar
recetas -incluso fabricadas sobre la base de la teora psicoa-
naltica-, que pensar que los nios pueden llegar a enfermar
por algo sobre lo cual carecemos de todo influjo, algo miste
rioso y aterrador que nos desborda: lo inconsciente.

1965: Maud Mannoni publica La primera entrevista con


el psicoanalista, prologado por Frangoise Dolto. Diferentes
e emplos clnicos subrayan las caractersticas absolutamen
te singulares del encuentro con el psicoanalista. Momento
privilegiado, mgico, no semejante a ningn otro; instante
en que pueden caer las mscaras, en que puede surgir una
verdad.
La entrevista con el psicoanalista es un encuentro con la
propia mentira a travs del otro.i;i
Ni mdico, ni psiclogo, ni reeducador, el analista est

Vl M. Mannoni, Lenfant arrir et sa mere, op. cit.} pg. 87.


13M. Mannoni, Le premier rendez-uous auec le psychanalyste, op. cit.,
pgs. 161-163.
Kn clirlu, lo importante es dar al nio lo que le correspon
d a lo suyo propio, dado que no tiene por qu llevar las
\alijas" de los padres. Que pueda seguir creciendo en su
propio camino, en el genio de su sexo, como dijo Frangoise
Multo. K1 nio es sensible a todo aquello que no se dice. El
sntoma del nio es la mentira de los padres.
En el prefacio, permanentemente atento al respeto que
debemos al nio, pero tambin a sus progenitores, Frangoise
Dolto seala:

Es posible que (los padres) se sientan culpables cuando en


realidad tambin ellos son tan slo responsables ocasionales,
como puede provocar accidentes el conductor de un vehculo
que ha perdido el control a causa de un pinchazo o de un
choque. Los padres comieron uvas verdes y los que se
arruinaron los dientes fueron sus hijos.15*

11 Id., ibui [Este subtitulo no figura en la edicin castellana. N. de


la T.J
1F. Dolto, Prefacio a M. Mannoni, Le premier rendez-vous avec le
psychanalyste, op. cit., pgs. 3(>-37. Proverbio bblico cuyo comentario se
lee en el libro de Ezequiel (18[2]).
! Hemos t ranscripto, como en las dems citas de este libro de Maud
Mannoni, la versin castellana citada en nota anterior. Cabe aclarar que
la frase es, en francs, la siguiente: Les parents ont mang des raisins
voris et les enfantsen eurent les dentagaces." Ahora bien, el texto francs
f.sta ms prximo al versculo citado de la Sagrada Biblia (vase n. 15
precedente), versin Ncar-Colunga: ' Los padres comieron los agraces,
y los dientes de los hijos sufren la dentera". Anotamos lo siguiente: a)
agraz* es uva todava no en sazn, uva verde; 6) avoir les denis agaces
significa, no arruinarse los dientes, sino dar dentera ; c) el sentido
pn ciso de dentera es, conforme el Diccionario de la Real Academia
* panol; Srnsacion desagradable que se experimenta en los dientes y
t neta;- al comer sustancias agrias o acerbas, or ciertos ruidos desapa-
'Vi ul n i p a r t e , n o Mr d e b ' n i m p i <)nd< i r:il a li u n e iiuit.m na
Pran90ise !)<lt en el sentido l:i culpa es de Ins pudres'* f ),
sino en su sentido verdico pie es el di1que los pudres y los
hijos pequeos son participantes dinmicos, no disociad*
por Jas resonancias inconscientes de su libido.1'5

Como indica Freud en uel pequeo Hans, la posicin de la


madre no es fcil. Ella no aparece sino como la figura i le
destino.
Devolver al nio su creatividad, su libertad de pensar y
crecer, situar a los padres de otro modo que como culpables,
no constituye una preocupacin tica? No olvidemos que
Fran<oise Dolto concluye el prefacio al libro de Maud Man-
noni proponiendo por vez primera una referencia a la Decla
racin de los Derechos del Nio,

1967: En el mismo ao en que publica su libro El nio,


su enfermead'" y los otros [L'enfant, sa matadle'* et les
nutres|, Maud Mannoni organiza en Pars unas, ornadas de
estudio sobre psicosis infantiles. En su transcurso se lee un
texto enviado por Winnicott. Jacques Lacan participa en
estas jornadas. Han sido invitados el doctor Ronald Laing y
los antipsiquiatras, y Fran^oise Dolto presenta por primera
vez el caso Dominique". Las jornadas han sido un acon
tecimiento y definen con ms precisin an la novsima
orientacin dada hace poco al anlisis con nios.17
A partir de esta fecha, no se podr considerar al pequeo
con total independencia de su familia. El anlisis de nios no
podr ser tenido ya por un arte menor, ni la psicosis infantil
por una contraindicacin al tratamiento psicoanaltico.

cibles, tocar determinados cuerpos y aun con slo el recuerdo de estas


cosas. El subttulo del presente libro justifica, a nuestro entender, lo
prolongado de esta aclaracin. |N. de la T.]
16Id., ibid., pg. 37.
17Estos textos fueron recogidos en el volumen Enfrtnce cilicne, Pars,
Denol,coI. LEspace analytique, 1984.
* I h >' * ) I |1 l l ' I o l t t H | ) | lt Jl J l t l l I I t ' i j l | U I N I | n 4 1 | | I I li | n

Il)<li0 ili Dthlni \m Iiumh[uim1i loliert del. pi Oj',1iiMIH bUit* '/


u / I *t 111ro i|i un i't iIimIm ripu*'Si ii las prijtiiiituul'1los
iivi nlr:., r+uf.i\.i I i imporl.mria do la funcin paterna po
niendo el acento en losimbnlico v denuncia particularmente
!Hieran isnaos del secreto en las familias. Explica de qu
modo loa no dichos", las cosas calladas, pueden fabricar
"cusa muertas en el nio,* que se manifiestan en forma de
sntomas.

Septiembre de 1969: Maud Mannoni, con el apoyo de


Jacques Lacan y de Robert Lefort, crea la Escuela experi
mental de Bonneuil-sur-Marne.
Estas nuevas ideas que parecen hacer eco a los fragores de
mayo de! 68 , hacen sacudir los sillones en los que se haban
instalado confortablemente los analistas de la poca.
De aqu en ms, nada ser como antes: los padres se
interrogarn de otra manera, los pediatras escucharn a :os
nios con otros odos, los trabajadores sociales cuestionarn
la readaptacin, los reeducadores la reeducacin. Los analis
tas. obligados a interpelar de otro modo al psicoanlisis,
debern replantear la cuestin de la demanda, y tambin la
del sufrimiento del nio.
!)el lado de los profesionales de la infancia, el mensaje fue
escuchado. Pero de eso hace treinta aos. Y del mismo modo
en que caua vez que algo se mueve, en que cada vez que el
inconsciente se entreabre, surge de inmediato, para oponer
se, un movimiento inverso. Nuevamente se persigue el
confort" a cualquier precio, es decir, al precio del evita-
miento del psicoanlisis.
El proceso, el mismo una y otra vez, consiste en tragar" y
de preferencia digerirel monstruo molesto: no rechazndo
lo -con lo que podra fortalecerse demasiado-, sino, mejor,
anexndolo en silencio, aduendose de l, apropindoselo.

' .Juego de palabras entrechoses tues, cosas calladas v chosea tues,


t osas a las que se ha matado o dado muerte, cosas muertas. |N. He la T.J
I1ii l i i ih I Mi t tullid Iim hi i Iji m i .1 )t,in intn" mmI.mii dol iidlt > di
p i n i m11111 111*4( 11m .,M l'!n i m p O M b l o ium uuiin mti Iih iiiii pur lo
nifiioM i.... IVsc n csiu, lo mus ronuiu os comprobar qui* i*l
iim lista queda, en ellas, neutralizado", Es decoi -i< ivo, cier
tamente, poro todo so organiza para ponorlo ;i distancia, ci
bien para hacerlo omnipresente, lo cual impido justamente
cualquier trabajo analtico. Hay analistas trabajando en los
hospitales de da, en los en los E.M. P. y en psiquiatra,
donde ya no se interna a la gente por esquizofrenia sino por
forclusin del Nombre-del-Padre <;lo nico que cambia es la
redaccin del dossier); pero tambin en los servicios de
medicina, en pediatra y a veces hasta en las escuelas.
Psiclogos de formacin analtica son contratados por
establecimientos escolares, pblicos y privados, no slo para
organizar grupos de reflexin con los docentes, sino tambin
para recibir a padres cuyos hijos presentan lo que se ha
convenido en llamar bloqueo escolar: qu pasa a ser la
demanda en estos desbloqueos" organizados y ms o menos
obligatorios?
El psicoanlisis, al estaren todas partes, no corre peligro
de no estar en ninguna?
La posibilidad de desvos, de deslizamientos, no es para
descuidar. Estar acosado el nio del ao 2000 por teoras
analticas que no guardarn ya el menor parecido con el
descubrimiento freudiano?
l Jn pediatra sin ninguna formacin analtica me explica
ba cmo tuvo que proponer a su clientela, cansada de los
antibiticos, interpretaciones que haba chado cuidadosa
mente tras una lectura concienzuda de Frangoise Dolto1
Una fonoaudiloga me pidi hace poco que la tomara 1 en
control, porque ella trabaja -deca- el Edipo de sus peque
os clientes y no quisiera confundirse de interpretacin
entre dos dictados!

18 Recordemos que, en Bonneuil, Maud Mannoni mantiene la cura


psicoanaltica en el exterior de la institucin, y que Fran$oise 1>olto no
pensaba que el psicoanlisis fuese posible dentro de la institucin.
I II I M M I H i II IllM f l l l l l l l l l l HM, IIM M lllliiM I H ViMIJd nillUM

II* h Iim |mu |uilri*M <|ii <h h h 'U<h >tiliiii vn MwjMHifmhliMde wu


I 1 111 ,11 IhIi ' < >i II |M 'MI1 U M t i ll ( I r ( I, I l i l i l I I II Mil M l o i l l i M 1j IH Cj UO

un mI m i I )<11ni|nn nimios iiic mcnlo I i jiii(|uilof im* deca un


IMtliv puedo venii a verlo, le que los analistas no hablaban,
juh (|ii(* no me har preguntas!
])oinintC|ue ( uyomarclrelat haber recibido en su con
sultorio al padre de un nio que le dijo, mientras sacaba
ostentosamente su chequera: Pdame el precio que quiera.
Mi hijo no habla. Haga loque le parezca, pero hgalo hablar
V no se hable ms!
Programas de televisin, consejos radiofnicos, artculos
ms o menos serios en los diarios de gran difusin, no corre
el riesgo este psicoanlisis recuperado de perder toda la
contundencia y el poder subversivo que lo caracterizan?
Y sin embargo, no es acaso fundamental poder hablar de
psicoanlisis? Este era el convencimiento de Frangoise Dol
to, quien quera hacer or por todos los medios una concepcin
distinta de la infancia. Fue efectivamente escuchada.
En la ltima asamblea general de la Association Archives
et Documentaron Frangoise Dolto,20Alain Manier se refiri
a ella en estos trminos: Dolto constituye una revolucin en
el mundo moderno de hoy, con el mismo carcter que Pasteur
en otro tiempo. Es verdad que todava no se miden exacta
mente los cambios aportados por la obra de Frangoise Dolto
a nuestra sociedad, y sin duda llevar tiempo comprender su
verdadera importancia. Pero basta pensar simplemente en
lo que es la jornada de un nio de hoy para advertir el impacto
de las palabras de Dolto al hilo de los sucesos que la integran.
En sus relaciones con sus padres al despertar por las maa
nas, en la acogida que recibir en la escuela, la cual, si ya no
se llama jardn de infantes Frangoise-Dolto o colegio

lyDominique Guyomard, seminario de tcnica psicoanaltica, C.F.R.P.,


1992, indito.
20 Association Archives et Documentation Frangoise Dolto, 21, ru
Cujas, 75005 Pars.
1**1 I h l l l n " , n i IIU'IKIM C o n t a r a O l MU < H | U l p O M M I H l r i l l e o
IH'd.11m'ico cuii buen numero <ir per.sonau que Iwin ledo hii
obra y la tienen en cuenta.
Su visita al pediatra ya no ser de! todo la misma con tal
de que el mdico haya conocido en un libro, en la televisin
o en la radio, la pasin que volcaba Frangoise Dolto en el
respeto a los nios. Hasta el ritual de irse a la cama por la
noche, con los padres mostrndose quiz ms atentos a la
intranquilidad de estas personitas, ms disponibles para
hablarles y escucharlas. En La difficult de uivre, Fran^oise
Dolto escriba:

Por mi parte, siempre pens que el papel del psicoanalista no


se limita a la cura propiamente dicha ni a la capitalizacin
egosta de un saber, sino que se extiende, echando races en
su experiencia del sufrimiento humano, ms all de su
consultorio y de sus conceptos, a sus actividades sociales y
pblicas, a sus intervenciones cotidianas.J1

Se ha producido una transmisin a nivel de lo social.


En lo que concierne al psicoanlisis, la situacin es algo
ms complicada.
Los efectos Dolto sobre los pacientes y analistas no son
siempre afortunados! Soluciones prefabricadas y recetas van
a buen paso, llueven los consejos y los nios se asfixian a
veces bajo esta ola de buena voluntad bien pensante y ms
bien necia. Fran^oise Dolto lo saba. Rea al contestarme
sobre el tema, una noche de verano de 1983:

S, van a hacer de Dolto, lo cual prueba que no comprenden


nada de lo inconsciente. Se habrn equivocado en lo central,
pero es inevitable; y vale la pena si de lo que se trata es de
hacer pasar el mensaje que tengo que hacer pasar. Mira, es
como cuando quieres de veras dar un color. Pues bien, vuelca
el tarro de pintura, se producirn montones de salpicaduras
indeseables, pero les tocar a ustedes, los analistas de hoy,

21 F. Dolto, La difficult de uivre, op. cit., pg. 13.


f l j M I I ..... t i 11. 11 (I 11M | H' ( * I |lt ..... I/I'ntl 1,0 M t l p O f
I inlr <h |li i i n ' l n-iil rund (t iludo i*I rolor

F*rnnv*11 ' t ><)t<i ti io su color, mucho ms all de su trabajo


l* psicoanalista* ]Lo que ms debera sealarse en su obra
i ionio: ieinprv, aquel lo <e loque menos se habla! Si acept
i .i* |'.i>< I de abuela buena del psicoanlisis para hacer
}m ir lo que tena que decir, tambin fue capaz de una gran
violencia en la interpretacin y de un gran rigor en el trabajo.
Lo que an corre peligro de ser borrado es la parte extra
ordinariamente subversiva y perturbadora de su obra.
Al leer entre lneas descubrimos en ella a una autora casi
siempre rigurosamente f'reudiana, y la imagen que da del
nino no es nada tranquilizadora. El adulto ai que ella
describe y el psicoanalista tienen, frente a l, todas las
razones para cuestionarse e interrogarse. A los analistas
que, en sus conferencias, la abrumaban con preguntas sobre
su mvoir-faire, sola responderles: Basta de preguntas
idiotas, no dispongo de soluciones prefabricadas! Ustedes
tien- n un inconsciente tanto como yo, as que por qu se
niegan a orlo? Al contrario de lo que pretendieron sus
detractores, la orientacin de !)olto no era la pedagoga sino,
en rigor, el psicoanlisis.
Fran^oise Dolto no se cans de sealar la extrema dificul
tad del psicoanlisis de nios, que exiga, segn ella, una
gran familiaridad con lo inconsciente. A su juicio, no se
trataba de un anlisis manso o light. Dolto alertaba a los
psiquiatras o psiclogos sin formacin analtica contra el
peligro que ellos mismos corran de autorizarse a ejercer el
psicoanlisis con nios.
Lo mismo que Maud Mannoni -quien, en la primera frase
de El nio, su enfermedady los otros, afirmaba: El psicoa
nlisis de nios no es otra cosa que el psicoanlisis- 22
insista en proclamar que de ninguna manera se trataba de

82 M. Mannoni, L enfant, sa "maladie" et les autres, Pars, Seuil, 1967;


reed. col. Points, 1986, pg. 17.
una oM|Hinjdidnd dentro de la especialidad Nios o adultos,
osla n i juego lo mismo: al analista le es imposible no
arriesgarse. I 'oro si enel anlisis de adultos el analista puede
sentirse (equivocadamente) protegido a veces por el encun
dre, en el anlisis de nios la invencin, que es inevitable,
torna ms peligroso el trabajo. Con los nios es imposible
hacer trampas: ellos saben lo que significa decir la verdad.
Las palabras que Fran^oise Dolto pidi se escribieran
sobre su tumba resumen toda esta orientacin analtica: No
tengan miedo.
No hay que tener miedo, en efecto, aunque slo sea para
combatir los efectos indeseables de la mediatizacin y para
mantener vivos, a toda costa, el mensaje y el rigor que ella
nos ense para que a nuestro turno fusemos capaces de
transmitirlos.
En esos mismos aos, Maud Mannoni se mostr ms
discreta en los medios de comunicacin de masas; en cambio,
dio su color, en bloque y de modo insoslayable, al mundo de
los profesionales del psicoanlisis y a las instituciones.
Tampoco ella pudo evitar ciertos desvos ni impedir imitacio
nes esterilizantes.
La creacin de la Escuela de Bonneuil entre la efervescen
cia de los aos 68 produjo un impacto tan formidable que
muchos establecimientos funcionan hoy con la idea de apli
car la teora de Maud Mannoni.
Cuando se hace Bonneuilcomo una receta, los resultados
son catastrficos. La teora sirve entonces de barricada a lo
inconsciente.
Pero, tambin aqu, lo importante no era hacer pasar el
mensaje y mostrar que una institucin poda existir de otro
modo que el de la psiquiatra tradicional?
Hoy existen consultorios que no reciben ms a los nios,
bajo el pretexto de que para curar al nio de sus sntomas es
suficiente con recibir a los padres solos. Si uno se toma el
trabajo de leer a Maud Mannoni, no podr incurrir en esta
desviacin. El respeto y el inters que Mannoni vuelca en el
nio por s mismo nos impiden pensar que pueda ser excluido
l l H n m r o h t | j | | | I K I l i M U l I j l J i ' n i t u t t t t l t l 1 7 4 >! t l l t l l l H M '1 | ) O I ' t n

i h I I i l i ' l f t n l n t u i l e l | U (* I n M l l l i o .

I 1 i ni Mint )i< 11 11f i Lunlonl itinot niiio .mu piitln s, y mi


' . 1* t nt r n - J o s ' e s c l t i i i d i 1d f i n ' i i o . s t r a h a j a r .
I I.tu i'vilm ijiit* se falseara su |jc*iisimiento, renunciara
Muud Mannoni a escrib r Fl /uno retrasado y su madre? No,
poi ti|Mit'si,n! I 'eroesto prueba una vez masque los analistas
<l<hoy no pueden dormirse sobre los laureles de los descubri-
niit oos Ir sus mayores. Tenemos que seguir trabajando
para redeiinir en cada momento lo que es el psicoanlisis y
iobri todo lo que no es. I iay que reinventar, en cada encuen
tro con un nio y sobre la iiase no slo de indicadores tericos
sino tambin de nuestro propio inconsciente, la herramienta
de trabajo del psicoanalista. Quiz lo primero que se deba
subrayar es la importancia de una tica, si queremos que la
generacin de analistas siguiente pueda escribir todava,
dentro de veinte aos: La primera entrevista con el psico
analista, cincuenta aos despus/
Por el lado de las familias, la difusin de la teora
psicoanaltica tambin tuvo sus efectos: cabe an a los
pacientes, informados por los medios masivos, sorprenderse
en la primera consulta? Las palabras de algunas madres
sabihondas vienen a confirmar nuestros temores.


La madre de Pierre. Haba tomado una cita para su hijo,
tero vino sola y me explic: Les dije a Fierre y su padre que
no vala la pena que viniesen. S que en esta historiase trata
de m. Adems, todo el mundo lo sabe: cuando un nio de
ocho aos tiene problemas, algo debe andar fallando en la
madre! Pierre siempre fue asmtico, pero en estos momentos
se ha agravado. El sntoma es ciertamente signo de mi
angustia; y ya que hablamos de signo, soy de Acuario con
ascendente en Sagitario, qu le parece! No es cuestin de
traerlo, usted me entiende!
Ahora bien, yo slo comprenda una cosa: que Pierre se
asfixi
i;
Es normal, ironizaba la madre, yo lo hice todo por l!
MI llilHI OMtllwi Vil OII lili ( I o H I M IIMKIIHH <!' 111lili11 V
vnilolin, j mu lo <jih* (*01 ra pr ligio de* mu Mr Sin mbm'go
111niltiiMi aqu !<conliNCabaii el lir mpo. el < ipnt'in en <1 que
poda hablar; di una cita para l'ir n v , poro no vino

Sylvie. Estaba sola detrs de la puerta cuando llego la


horadesu primer encuentro con el psicoanalista. ' I r m a siolr
aos. La hice entrar en el consultorio, y me explic que sus
padres haban querido que viniese sola.

Ese pip en la cama, le dijeron, es tu problema. Arrglatelas


para hablar de l con la seora: eres t quien tiene que decir
las cosas, no nosotros. Dentro de una hora pasamos a buscar
te por la puerta del edificio.

Sylvie dijo que no entenda por qu vena, ella estaba bien,


gracias. El pip en la cama, muy intermitente, por el que los
padres sufran (ya que haban pedido una entrevista), no la
haca sufrir a ella. No deseaba volver. Al marcharse, le di una
cita para sus padres; no vinieron nunca.

Fran^ois. Cuando vino solo a mi consultorio por primera


vez, se acost en el divn. Al sorprenderme yo, me dijo:

No es as siempre, el psicoanlisis? Aunque tenga nueve


aos, debo hablarle de mis problemas y mis sueos. Lo vi en
la televisin.

Frangois necesit muchas sesiones para reencontrar el


lugar de nio que le perteneca y para que finalmente fuese
posible un trabajo.

Estas tres primeras entrevistas son caractersticas de la


dificultad, y hasta podramos decir de la perversin, de las
trampas que hoy tenemos que deshacer para restituir una
dimensin analtica a estos encuentros a menudo programa
dos. Estos nios y sus padres hacen pensar en actores que ya
habran ensayado la obra, que conoceran ya la represen-
I c IIHl I >ii 11mlint I/1m it iuli'1 |........ II.) Hi i ili Im ultn i)|nhi \
i I M i < I r | f << t n i |i nM|HVHn im ium i |i I 4Ci i l l H ' M t i ' i > h n p i m n i'n

(.1)11(1 ,ui.) 1(1111 tu ln ii i Vm V (Wll i ' |ui| ||<i M|f |;i nada iiliif'.uil
i i vt'lniim'ntt), ningn retorno do lo reprimido, Los analizan
ti i'li mi mot t.in ti un adunde? preven idos en su primera cita
i mi rl psimun aliste* I loy, casi siempre, creen saber a qu se
i jiniM n Ahora bien, existen sin duda ms resistencias y,
poi lo t .mo. nuestro trabajo se complica ms; pero en cierto
rnodo sigin- siendo el mismo que hace treinta aos, pues
ju: lamente las familias nunca encuentran con el analista lo
....... speraban encontrar. Ojal que lo mismo ocurra con
analistas que debern velar por mantenerse vivos y creati
vos, prontos para dejarse sorprender, ensear, sacudir.
Si la teora analtica est presente, no est ah sino para
acompaar nuestro trabajo; sirve de indicador, de orienta
dor, pero jams viene a impedir el riesgo de un encuentro.
En ningn caso permitir adosar una respuesta o una idea
prefabricada a la historia de un nio y de su familia. No
existen dos personas iguales. Cada nuevo encuentro es una
primera vez. En ia introduccin a su libro La consultation
therapeutiqueetTenfant, D.W. Winnicott habl atinadamen
te del lugar de la teora para el psicoanalista:

Mi nica compaa durante la exploracin de ese territorio


desconocido que es un caso nuevo, es la teora que llevo en m,
que se ha hecho parte de m mismo y a la que no estoy
obligado a referirme deliberadamente.^

Al escuchar al nio, debemos aprender. V el nico modo


es admitir que no sabemos. O quiz reconocer que nuestro
saber, que se ha vuelto parte de nosotros mismos, no puede
convertirnos en magos o en hacedores de milagros. La
posicin del analista debe seguir siendo humilde. La om
nipotencia ser denunciada rpidamente por el nio. El

Jii D.W. Wmnicott, La consultation thrapeutique el l'enfant, Para,


Gallimard, 1972, pg. 8.

;o
Ii i) i) 11|i t .i Hl)r|i<mitn V Mlttt'lllr pie i rcii |U< Tin V; 11 iM
?tu i ni
mci a di!ha lojadn sin piedad d** mi i*m nndih rid ><111 pe in
pequeo paciento.
Tenemos que trabajar con nuestros defectos, Winnicot t In
dice ms claramente en Jeu et ralit: Pienso que sobre todo
interpreto para hacer conocer al paciente los lmites di *mi
comprensin*24
El menor patinazo impide que sea posible una presencia
autntica, de creacin, de palabra plena en el sentido en
que la caracterizaba -Jacques Lacan. La palabra plena es
palabra que hace acto. Despus de ella, uno de los sujetos ya
no es el que era antes.25
El analista, como preconizaba i'reud, no tiene prejuicio ni
a priori, est disponible, abierto al otro y a lo inconsciente. Si
a teora nos gua es solamente para ayudarnos a escuchar
mejor a nuestros analizantes. Cada nio tiene su propia
teora y de l la recibimos. Nada garantiza al analista en el
ejercicio del psicoanlisis. Lo inconsciente, en su astucia,
impide que se lo tome por una posada espaola. Tememos
acaso hal ar en ella un vino distinto del que habamos
llevado?*

* Alusin a una clebre frase de Andr Maurois, II en est de la lecture


comme des aubergcs espagriles: on n y trouve que ce qu on yapporte: Con
la lectura i*sigual que con las posadas espaolas: no encuentra uno en ella
sino lo que fia llevado. [N, de la T.|
24 D.W. Winnicott, Jeu et ralit. L espace potentel, Parts. N.H.F.,
1971, pig. 121, Gallimard, 1975.
25J. Lacan, Sminaire, livre 1, Les cnts techniques de Freud, Pars,
Seuil, col. Le champ freudien, 1975, pgs. 125-126.
I. Feliciano y las mujeres sabias

La madre de Feliciano solicita una entrevista por consejo de


su propia madre, psicloga. Feliciano acaba de festejar sus
nueve aos. Goza de buena salud, estudia bien en la escuela,
pero su madre est muy preocupada por l.

La madre de Feliciano: Los problemas de Feliciano no son


ningn misterio: sabemos de qu se trata! Tiene un proble
ma de Edipo. Su padre nos dej cuando l tena dieciocho
meses. Desde entonces vivimos solos, Yo deposit en l iodo
mi afecto. Ultimamente le cuesta mucho dejarme a la maa
na para ir a la escuela. : >e noche tiene pesadillas y casi
siempre duerme en mi cama. Por ms que se lo prohba
porque s que hay que hacerlo, duerme conmigo. Tambin
tiene jaquecas. Yo, que soy una jaquecosa, enseguida com
prend que a lo que a l le dola era mi cabeza.
Feliciano escucha a su madre con expresin de hartazgo,
bosteza. Me dirijo a l: Feliciano, mam dijo por qu vino a
verme. T sabes por qu ests aqu?
Feliciano: No. (Ojeada a su madre, que frunce el ceo.) S,
lo s. Mam di jo que no quiero crecer, que me hara falta un
hombre en la casa.
f ' M Y ti qu te parece?
A . la ittnv N i lo s n i me importa!
I ..i imuir se enoja: Ah, no, Feliciano, aqu novas a hacer
del que no tiene demanda! Acurdate! Esta misma maa
na sin ir ms lejos, te negabas a ir a clase!
/ <fttano: Si, la gimnasia no me gusta. Hace mucho fro en
el estadio.
Lo madre: Exageras, Feliciano, te lo garantizo! No te
sientes fsicamente bien y por eso no te gusta la gimnasia!
Feliciano: Cualquier cosa!
La madre: Y las pesadillas que te despiertan todas las
iloches? Y los problemas con tus compaeros de escuela que
nunca quieres recibir en casa?
Feliciano: Es mi vida privada; no quiero hablar de eso; no
tienes por qu contarlo!
Lo madre: Vinimos por eso. Aqu no hay secretos. Te
acuerdas de la noche que 1loraste, diciendo que te daba miedo
la idea de volver a ver a tu padre? Te habl yo de tus
dificultades para sentirte varn?
Cuando empezaba a pensar que la madre haba olvidado
mi presencia, se volvi hacia mi.
La madre: Cundo puede recibirlo, entonces, para ha
blarle de todo esto? Su abuela y yo somos terminantes, es
imprescindible una psicoterapia. Unas pocas sesiones basta
rn, seguramente. Qu opina usted?
Esta pregunta me dej sin respuesta. Yo no opinaba nada,
les dije a Feliciano y a su madre. Contrariamente a ella, yo
no saba lo que era bueno para l. No se me ocurra nada,
excepto el hecuo de que esta madre padeca una angustia
terrible. Su empeo interpretativo la volva sorda a su hijo
y ol mismo t iempo me haba impedido escuchar a Feliciano,
i-ijar una cita para hablarle, deca. Pero, no se trataba ms
bien de escuchar a este nio?
IV: t*a l odo el saber de su madre y de su abuela, l pareca
desdichado e meomprendido. Cmo viva todo esto? Qu
lugar ocupaba su padre para l?
La madre se sorprendi mucho cuando propuse otra entre-
vis! a con Feliciano Molo, iicln r; iticlo prime i lm ale111* omI*1
luga i era pan el, que el poda dren lo todo, pe n (pie I amblen
tena derecho a sus secretos,
Cuestionando las palabras que su madre acababa <l
pronunciar (aqu no hay secretos"), habl del secreto de la
sesin; ni su madre ni su abuela se enturaran de lo (pie en
ella se dijese. Por otra parte, aclar que no se dec id i n a n;ida
Que no se organizara nada sin l.
Nada, en efecto, presagiaba que fuese posible un trabajo
con este nio. Cmo hablar con l sin retomar el discurso que
lo haba acunado desde su infancia? No era cuestin de
ponerse a supervisar a la abuela, quien era ya, a todas luces,
la supervisora de esta madre acorralada!
Para trabajar con ella habra que inducirla a renunciar a
las ficciones seudotericas que alimentaban sus resisten
cias!
Tena Feliciano una demanda? Cuando se marcharon,
descubr sobre el escritorio una moneda de diez francos con
la que haba estado jugando en su bolsillo y que finalmente
haba olvidado al irse. Tomar lo que deca por dinero
contante y sonante? Qu significaba esta moneda? Por qu
proponer, pese a todo, una entrevista?
Es verdad que, ms all de su aparente negativa, Felicia
no mostraba signos de angustia y sufrimiento. No siempre
que un nio dice: Quiero venir, es posible un trabajo. Este
nio puede estar tomado por la inquietud de no defraudar a
sus padres o, peor an, ser presa de la seduccin del analista.
Una demanda se elabora, se trabaja. Puede presentar el
aspecto de una negativa. Un nio desesperado, que ha
perdido toda confianza en los adultos, no pide la ayuda de una
persona grande. Como sufre, seguramente tiene una deman
da, pero su miedo es demasiado grande como para arries
garse a formularla.
Slo despus de numerosas entrevistas preliminares pudo
decir Fel iciano cun desdichado era. Este tiempo es precioso,
como subrayaba Winnicott:
Km* liiiii(utiiI m MH|{Jjulo Mr ti |Minio ii |M'IlVt Itur O (m i iln , mi u<
lo }iu el , I i i t i Iivii dol uni vno; tu rto lo aprovrdni. Mi' vi*
i rot/ jhIii ,1

I ) rale inicie (!< cura depender toda la continuacin del


11 ahajo ilion unto privilegiado del encuentro en que la trans-
rimeia sobre el analista, que a menudo ya ha estado
pnviente antes de la primera entrevista, cobrar otra tona
lidad ose ver, por el contrario, desalentada. En las primeras
citas, los padres estn presentes para hablar de su hijo y de
s mismos; durante las entrevistas preliminares el nio est
sol<>con el analista. Cuntos nios son seguidos durante aos
sin que pase nada, porque se haban escamoteado las sesio
nes preliminares. A las preguntas: Veas al seor o a la
seora X en psicoterapia?

No, responde el nio.


Comprendiste algo de tu historia, esos encuentros te
permitieron saber por qu eras desdichado?
No.
Entonces, qu ibas a hacer all?
Era mam la que quera. O bien: La seora X era
buena, o incluso: Le gustaban mucho los nios.

Como si los analistas estuvieran para querer a los nios!


Todos esos aos perdidos porque la seora X no pudo
hablar al nio de su oficio de analista, del trabajo que en ese
1ugar (diferente de todos los dems) sera posible hacer, en su
nombre propio y no en nombre de sus padres. Hay que
tomarse tiempo para enunciar la regla fundamental, para
hablar del secreto profesional. Al nio se le ense a no
hablar delante del adulto. No digas que la seora es fea.No
digas que la masita no es rica. No digas que detestas a tu
hermanito.

D.W. Winnicott, La consultation tkrapeutique el l enfant, op. cit,,


pg. 7.
uno podra comprender, ni no He lo tnibajaeon l, <|iH' el
momentode l.i sesin <\ sdiferente? I lay que tener paciencia:
el I iempo del nino no es (I del adulto; y debemos respetarlo
para que poco a poco, una vez solo con nosotros, pueda
autorizarse a hablar de su sufrimiento o bien a declarar que
no sufre, sin que la familia, ms o menos decepcionada por
privrsela de los encuentros en el consultorio, lo rete.
Para un nio puede ser ms estructurante decir no" en
estas condiciones, que ser arrastrado a sesiones de las que no
entiende nada y el analista tampoco.
El trabajo preliminar plantea la cuestin de la demanda
y del deseo. Cuando Feliciano pudo expresar su infortunio de
otro modo que con las palabras de los libros frecuentados por
su madre, y cuando demand por fin comprender lo que los
psi no comprendan, estuve en condiciones de proponerle
un trabajo. Ya no se trataba de nociones o de conceptos
vaciados de su sentido, sino de un dolor tan verdadero que le
dola a Feliciano en el cuerpo, dndole ganas de gritar. Aqu
era posible escuchar ese grito. Me tom el tiempo necesario
para que l tuviera esa seguridad. Entonces pidi venir,
habiendo hallado por fin un espacio en el que la expresin del
horror estaba autorizada.
De lo que se trata en el anlisis de nios es, casi siempre,
de horror, de odio, de muerte.
En ningn caso es cuestin de ejercer una generosidad
edulcorada por ferviente buena voluntad, sino de transferen
cia, en lo que tiene de ms violento. Para eso, adems, hay
que estar preparado.
Feliciano: A veces tengo ganas de darme de cabeza contra
las paredes, de gritar. Mam sabe siempre por qu soy
infeliz; ella me explica. Yo no entiendo nada, ella sabe que
duele por dentro; eso, yo no puedo decirlo, pero quiero hablar.
A raz de esta entrevista se decidi iniciar un tratamiento.
Curiosamente, para entonces la madre pensaba que ya no se
necesitaba realmente un trabajo analtico. Acept, pese a
todo, la decisin de Feliciano.
Yo la reciba en presencia de Feliciano aproximadamente
m ui | un Hit'M I r'flihi Un n h t <Un IM11 i o 1111111 11011i n ii mi ln
mui 'feu li ni l i fin tul ii Kiil(t ti ln m
i |M11n 111iimlo l'i'ln miH. VI n\n
< 111 u l n ' i i l , i i * m r o n l o n m o M l r m h l o t l o M i i p r o p i o m u l i m m nlo
*r.ti
|

hijo.

MI hombre utiliza a menudo el lenguaje* para ocultar (la


palabra) ( ) el paciente, en su conducta y en su discurso, va
:i expresar en un primer momento ese folklore psicoanaltico.
t f kr * C 1 1 t i V i

sita en un lugar distinto, y no siempre le es fcil a un


analista restitursela.3

2 La frecuencia con que recibo a los padres nunca est fijada de


antemano sino que se modifica en funcin de cada familia, de cada
historia, al comps de la demanda y del camino recorrido por el nio en
la cura.
3 M. Mannoni, Le premier rendez-vous avec le psychanalyste, op. cit.,
pg. 161,
il A iii h ii y CrUMiiti
O lili t i i n II (|I< I n H l l i i h t l * l o r < i N

psicoanlisis de nios. Aurora es hermosa, alta, rubia, de


expresin sonriente, y se parece a su nombre: una princesa
de cuento de hadas. Tiene siete aos.
Cristina tiene cinco y es morena, muy menuda; parece
tmida y ms apagada. Cuando voy a la sala de espera en su
busca, pregunto para cul de las dos es la cita. La pregunta
parece divertir a los padres: Cristina, por supuesto!
Entramos al consultorio con Cristina; Aurora se queda en
la sala de espera.
Pregunto inmediatamente a los padres: Por qu les
sorprendi que preguntara para quin era la cita7
Los padres : Pensbamos que se dara cuenta en el acto!
Aurora se muestra tan segura de s, tan abierta, tan bien
consigo misma, que en general la que preocupa a la gente es
Cristina.
C.M.: Qu es lo que preocupa en Cristina?
Los padres: Es bajita, demasiado bajita para su edad. Muy
reservada. En la escuela, la maestra dice que anda muy bien:
tiene amigos, le gusta estudiar. Pero nosotros la encontra
mos muy silenciosa. Aurora habla mucho, es siempre el
centro. Tenemos la impresin de que Cristina est un poco
asfixiada por esta hermana grande. En la televisin expli
caron que los pequeos sufran de los mayores muy seguros
de s. Cristina sufre, seguramente.
Mientras los padres hablan de su inquietud, Cristina
sonre. Advierto claramente su alarma, pero no comprendo
la razn. Cristina no tiene ganas de contar lo que iiace cada
da en la escuela. Tiene derecho. No le gustan las reuniones
de familia y prefiere escuchar sus discos o mirar sus libros.
Despus de todo, quiz tiene buenas razones.
Habla perfectamente, le gusta jugar con sus amigos y
I .uuhti ii Ir i ; u h Ih la Mliulad I )ihujii m u y I*i<n y I m r m p o / i i d o
i ( Hi ikIi.ii p u m o A Ion piitln* leu p r e o c u p a q u e pnxi t m i l o
11* m p o r jfi'i iimuloM* imi r] te c la d o . l\n m a n a t e n c i n q u e
pon^.t ul e s c u c h a r l o s , n o c o m p r c n d o la r a z n d e s s t e m o r e s .
K\plico a Cristina quin soy y el trabajo que podramos
realizar juntas.
Desea ella que algo cambie?
Se siente infeliz?
No, responde Cristina, todo anda bien.
C.M.: Tus padres dicen que no hablas mucho, y eso les
preocupa.
Cristina: Es que no siempre tengo ganas de hablar!
Los padres parecen buscar sntomas. De qu sntoma se
trata?
Al final de la entrevista sigo sin entender lo que han venido
a demandarme, pero he comprendido que ella, Cristina, no
demandaba nada.
Explico esto a los padres y les propongo venir a hablarme
de su inquietud, ya que son ellos los que parecen pedir ayuda.
Tal vez no es Cristina misma lo que les preocupa, sino
otras cosas?
Aceptan concurrir a otra cita para hablar de eso.
Regresamos a la sala de espera. Durante la entrevista,
Aurora, tras arrancar una hoja del cuaderno que llevaba en
su cartera, ha estado dibujando. Al verme entrar, corre hacia
m y me da el dibujo, diciendo: Es para ti, mralo!
No s por qu, algo en el apresuramiento de esta nia me
impone escucharla. Miro el dibujo. Un dibujo como los que
hacen todas las nias de siete aos: flores, un sol, una bella
princesa con un vestido meticulosamente decorado, cubierta
dejoyas refulgentes, unas nubes grises, un cielo de color azul
intenso.
Entre las flores dispersas, unas pequeas setas. Estas
setas rojas me llaman la atencin y pregunto: Oye, es
curioso, tantas setas?
Aurora: S, son venenosas, t sabes, hongos mortales.
C.M.: Y las nubes grises ah arriba?
\utnfn Si iIm ' mm ttmijii 11111n< Ih> i<o i|u1 m< I n < U
p ' i i i r ('lu culi i lint n iiliu M l l u o v i t n .
( M , 'i ,m ImiiiuN Hotll I JIM111lili p lilltl HMlv l'Jin Mili lid?
j\nt u n S i i ' l l l p l ' r H o n i ' i t l l l O- I IIM | * u ; i r n l a : * d o I o m 11111 111M
vivos; ellos vienen por las noches a decollar a lt j;rnl y
chuparles la sangre; a veces los asfixian.
Ya no me atrevo a preguntar.
El bonito dibujo parece una pelcula de horror: Y la
princesa? Est en peligro?
Aurora: La princesa es la que da a los otros la orde \tic*
matar. Y tiene miedo de que vengan a vengarse.
Los padres parecen estupefactos: Aurora, cmo puedes
decir semejantes cosas! Una nia tan dulce como t, qu
horror!
Por mi parte, al distinguir por transparencia algo escrito
detrs de la hoja, la doy vuelta pensando que voy a leer su
nombre.
No ha escrito Aurora, sino simplemente tres letras:
S.O.S
Los padres tenan razn en venir a consultar, slo que no
saban por quin venan. Es frecuente que la demanda de las
familias por un hijo concierna en realidad a otro. A veces se
necesita mucho ms que una sola entrevista para advertirlo.
La culpa que devoraba a Aurora y a sus padres no poda
decirse sino a travs de su vctima", quien sin embargo
estaba perfectamente.
Es verdad que, en las familias, el que ocupa el mejor lugar
no siempre es el hijo preferido!
Cuntas veces dejamos en la sala de espera al nio que
posee la clave del enigma? Aquel que, ei itre bastidores, asiste
al espectculo sin participar en l, aquel que, revelando el
drama edpico, en determinado momento har que todo
estalle. El entrar en escena cuando no se lo espera para
denunciar el truco, la superchera. Vendr a romper el
encanto si el analista, fascinado por el espectculo, se ha
dejado hipnotizar. Mediante un pasaje al acto, una tentativa
de suicidio, un derrumbe narcisista, el nio de los bastidores
demanda qu cosa? Cmo encontrar, en este enredo, el
l i l i A t I I I I M V * 11 h I l i l i 111*1 l i l i l MU

I lii h In l i n i o n o i h <l ||> ( t i l l o

Arturo tu*fn sirle aims y esta <'ii prnpar atoi in Lo* |wiiImh
piden una entrevista por con&ejo tlt* la maestra Klla ya un
puede ms. Demasiado turbulento, demasiado desobedien
te, Arturo ataca a los otros nios, su violencia es terrible
Segn la escuela, es inteligente y perfectamente capaz de
seguir la clase, pero su conducta es tan catastrfica que se
est hablando de expulsarlo.
Los padres se lamentan: Qu terrible, un nio as! No
puede estarse tranquilo. Uno no puede estar pegndole todo
el tiempo! Sabemos que no hay que hacerlo; pero la vida en
casa se ha hecho imposible.
C.M.: T qu piensas, Arturo?
Arturo: A veces quiero matar a mis compaeros, pero eso
no es malo.
Arturo se arroja sobre el papel y los marcadores, y dibuja
mientras sus padres hablan. Dibuja sin parar, un dibujo tras
otro. Yo intento interrumpirlo preguntndole lo que est
haciendo.
Arturo (sobre el primer dibujo): Es un dragn de mar,
terriblemente malo.
(Segundo dibujo): Es un pulpo terrible, se lo come todo.
Los padres continan quejndose: Es espantoso. Hicimos
todo lo que pudimos. Hemos seguido todos los consejos.
El padre aclara: Mi mujer sabe de psicologa, sabe cmo
actuar. Por ejemplo, nunca hemos tenido secretos para l. Se
sabe que los secretos no son buenos.

* En el original, Tout dire nestpas dire tout. La traduccin intenta dar


cuenta de la sutil diferencia de sentido que separa, en francs, tout dire,
forma que integra locuciones como je lu ai fait tout dire, le obligu a
decirlo todo o pour tout dire, para decirlo todo , de dire tout. Conside
ramos, en efecto, que, aun en castellano, decirlo todo y decir todo no
son lo mismo. En la primera expresin se enfatiza la voluntad, la
intencin, el propsito; la segunda marca, lisa y llanamente, la accin en
s. [N. de la T.]
\t t MI t M j ' I H I ! 1H( I t H H I* I l l| |h| til 11 i I ti * 1 " ; ' O l t t ' i ' N l I l f M t l ivl .

ntor*UdMl nlmt,

No 110 creo gran cosa salvo que Arturo, ai dibujar, parece


cada vez ms aterrorizado.
]a \ niid^e prosigue: Usted piensa que los nios se acuer
dan de su poca de feto?
El padre: Pues no, caramba, es demasiado chiquito. Ni
siquiera los bebs tienen conciencia.
La madre: Usted cree que los bebs piensan?
Arturo deja bruscamente de dibujar y mira a su madre.
C.M.: Cmo era Arturo de beb?
La madre: El sabe todo, sabe cmo era. Yo era feliz con mi
embarazo. No hubo problemas; un parto maravilloso, como
en las pelculas de publicidad del parto sin dolor! Era
hermoso, nunca vi un nio tan hermoso!
Arturo vuelve a dibujar. Debajo de la morsa traza unos
redondeles y explica: Son huevos. Debajo de la morsa hay
huevos, pero van a morir todos, ella va a aplastarlos, mira,
crash crash, estn despachurrados, rotos, reventados!
La madre se pone a llorar. Arturo se calma en el acto y la
mira. El padre explica: Arturo est al tanto, perdimos un
hijo, se llamaba Esteban. Siempre le dijimos todo a Arturo,
l lo sabe.
La madre: Cuando Arturo tena tres aos, di a luz a otro
varoncito. Al principio todo iba bien, un embarazo sin proble
mas. i toante el parto me senta segura; pero en el ltimo
momento comprend que todo se vena abajo. La partera
cambi repentinamente de cara, dijo: Habra que haber
hecho una cesrea.Vi que enloquecan a mi alrededor, hasta
creo que discutan. Al salir el beb, no llor. Yo estaba
espantosamente alarmada. Lo llevaron de inmediato a re
animacin. Le haba faltado oxgeno. Al otro da fui a verlo.
I I jHh I iiImim pm lu IrtM pin I en, mi roiu i km til *Mh m|hI i i

l'f u iih \r| u i t H i( I h ' n l i * r n < | n (|i ln<|n N o | 11 |r | >1 t i l n

tan ii|M*fin n Si ln huliisemnM j uniiladn m mu-miit, iul vvt


si peto aqu no luiy cuentos, mi* lu dijo lodo
La madre*. Tres das despus de nacer, los ntedeos nos
llamaron y nos dijeron que no saban si iba a vivir 0 morir,
pero pensaban que tendra secuelas cerebrales graves: seria
anormal, estaba roto. S, me acuerdo, el cerebro estaba roto.
Esta palabra dijeron; y Arturo que dibuja huevos rotos!
El padre: Listo, no hables ms de eso! Sabes que cada vez
que lo ilaces te enfermas. Arturo esta enterado; eso 110 tiene
nada que ver con l.
Pido a la madre que contine su relato.
La madre: Lo terrible es que me acuerdo muy bien -no s
cmo decrselo-, pero les dije que si realmente estaba roto,
haba que hacer algo. Ellos me dijeron: Pero seora, dse
cuenta de que no se puede responder a semejante pedido. Y o
insist, insist, pero no quisieron decir nada ms. A la
maana del sexto da, no bien volv a casa son el telfono,
alguien me dijo: Del servicio de neonatologa. El estado de
su beb se agrav. Corrimos al hospital, cuando llegamos
estaba muerto. Lo ms horrible es que nunca sabr si muri
de muerte natural o si los mdicos desconectaron la reani
macin porque yo les haba dicho que no me senta capaz de
ocuparme de un nio discapacitado. Lo pregunt, pero la
respuesta no me pareci clara. Todava sueo con eso por las
noches. Mat yo a ese hijo?
Llora. Arturo deja de dibujar y sube al regazo de su madre.
La madre: El saba que su hermanito haba muerto. Yo no
haba dicho nada distinto. Pero est ese dibujo. Usted cree
que l entendi todo?
La violencia de Arturo que quera masacrar a todo el
mundo era el eco del fantasma de su madre: Soy una
asesina?
Como para intentar tranquilizarla, Arturo pareca mos
trarle que su secreto no era en absoluto tan terrible: Quiero
matarlos, eso no es malo.
Mil* ill i 11* |n no (lidio qi(' frtli loniln prdllii eiit Mirt'ldh
lili 11t <Iit)( r.lnlia laculpahiluladdr Arturo,qur .lopoda
p o d a Mi*! v i v i d a Corno pojo di* la dr Ja madre, ro n una
jin iju lia oMjucHt.ada p o r un s u p e r y d e v o r a d o r .
Por su lado, al padre le aterraba la idea de intervenir. Su
ti tuco alan haba sid<>"ahogar el asunto para evitar que tras
l.i muerte del segundo hijo su mujer cayese en esta depresin
larvada. Sus temores le impedan ayudar a Arturo. En psi
coterapia, ste pudo despegarse del fantasma de su madre.
Ella decidi por s misma iniciar un trabajo analtico con
nt ro analista. Este trabajo e permiti hacer, por fin, el duelo
de Esteban. Arturoy su padre pudieron reasumir sus lugares
en la familia.
Decirlo todo no es decir todo.
La moda actual hace del secreto el enemigo absoluto: no
hay secreto para los nios. Pero si bien es importante decir,
poner palabras en los acontecimientos, en ios dramas, en las
;alegras, es i [usorio creer que se dice todo. Cmo decirle a u n
nio la depresin si uno mismo no sabe que la est viviendo?
Qu ocurre con este fantasma de transparencia que hara
del espejo un vidrio sin reflejo, sin misterio?Qu sabemos del
deseo?
As como un nio sabe o, mejor dicho, siente que su madre
esta embarazada antes de que ella compre un test de
embarazo, sabe de su depresin aunque ella no pueda decir
nada sobre sta. El saber del nio recae sobre lo reprimido de
los padres, sobre ese saber que no se sabe.
Frangoise Dolto sola decirlo: cuando un nio est insopor
table, trepa por las cortinas y rompe todo en la casa, lo que
quiere es "ocupar a su madre', distraerla de su depresin. Su
madre debe vigilarlo todo el tiempo, retarlo, contenerlo, no le
queda tiempo para pensaren ella misma. Es el electroshock
del pobre.
No haba secretos para Arturo, pero l saba que sus
padres no podan decir todo.
Margot tiene ocho aos. Sus padres piden una entrevista
porque les parece no estar bien en su piel;*' suele encontra i
se triste, nunca est contenta con nada, se queja todo el
tiempo de no tener lo que quiere.
De entrada me sorprende que los padres no hab le i di ot r:t
cosa. En efecto, no me cuesta imaginar que Margot no este
bien! Su piel, cubierta por un eczema espectacular, no es ms
que una llaga sangrienta. Le sangran los brazos, las manos,
el cuello, los prpados.
Pero de eso los padres no hablan, y continan su discurso
psicologizando sobre su conducta en clase, sobre sus celos al
nacer el hermanito tres aos menor que ella, sobre sus
dificultades, as llamadas edpicas, de rivalidad con su
madre. Finalmente les pregunto.
C.M.: Y el eczema? De l no hablan9
El padre: Ah, eso, no queremos hablar de eso, es el
sntoma. Hay que tratarlo como a un sntoma: con desprecio.
C.M.: Consultaron a algn mdico?
El padre: No, por supuesto! No vamos a tratar con
medicinas algo que es la manifestacin de sus dificultades,
no tendra sentido,
C.M.: T qu piensas, Margot?
Margot \ Me arde, estoy harta. En la escuela hay una chica
que tiene eczema, dice que tiene una pomada para que no le
arda. T conoces de pomadas?
La madre: Ya ves, Margot, la solucin fcil, siempre. Mejor
haras en tratar de decir por qu te rascas.
Margot: Porque me pica.

* Las circunstancias de este caso imponen traducir literalmente la


expresin francesa re bien (ou mal) dans so pcau\ en rigor, su signi
ficado aproximado es estar bienio mal) con uno mismo, sentirse a gusto
(o a disgusto) con uno mismo, etc. [N. de la TJ
.i madre No le haga l.i idiota. SalM muy bien que un se
Vi ul psiooanali I I par hablar de eso. Cuenta mejor lo que
pensaste cuando naci tu hermano.
Margot: No pens nada. Estoy harta de no dormir a la
noche por culpa de estos granos, eso es todo.
C.M. (a la madre): Por qu no se ira al psicoanalista para
hablar de eso?
El padre: Porque al sntoma hay que hacerlo a un lado,
despreciarlo.
C.M.: Es la segunda vez que habla de desprecio. Por qu
esta idea de desprecio?
El padre: Es irritante, al fin y al cabo! Esa gente que no
quiere saber nada de sus problemas. Yo, en cambio, tuve el
valor de analizarme.
La madre; Pienso que lo dice por m. Es verdad, empec un
trabajo analtico pero era demasiado duro. Pens que real
mente iba a andar mal si continuaba; interrump. Desde
entonces l me lo reprocha. Quisiera que Margot fuese ms
valiente: yo tuve miedo.
Durante este tiempo, Margot dibuja: Es un lada, tiene un
vestido hermoso, su castillo est lejos, el sol brilla alto en el

Observo entonces que el rostro del hada est salpicado de


puntos rojos.
C.M, : Oye, tiene puntos en la cara?
Margot: S, son sus granos mgicos. Mira, ha perdido su
varita; un da vino una tormenta y le rompi su varita. Ya no
la tuvo ms, pero no es grave porque le quedan sus granos.
Son mgicos, tienen el mismo poder que su varita de antes.
C.M.: Qu ocurrira si no tuviera ms granos?
Margot: Ya no tendra ningn poder y morira.
Asombrosa complicidad del cuerpo.
A este precio, se comprende que Margot no pueda renun
ciar a su sntoma.
Para Fran^oise Dolto todo sufrimiento era demanda, pero
sufrimiento no quera decir sntoma:
!,<im padres vienen a pedir ayuda n ndu (jur el inflo, jfrari.t
a sus sntomas, no sufre angustia v no siente rundn dcMcndr
comprender su sentido ni de librarse de Ins dificultadtf quo
estas perturbaciones expresan, y menos an de hablar di 1
ellas con alguien.41

Para Margot, el forcing" de su padre no servir do iwuln


Ese cuerpo abrasado es en este momento loque la une a una
madre despreciada por su marido, lo cual impide sin duda a
Margot ser demasiado perfecta a los ojos de su padre: para
ella es una garanta, una proteccin. Quiz la varita mgica
rota por el nacimiento de un hermanito encontr en los
granos su reemplazante flico?
Margot no quiere hablar, no quiere que sus granos desapa
rezcan. A lo sumo, demanda una pomada que apacige un
poco el fuego de su deseo.
Por qu niegan los padres esta pomada calmante?
Las razones eran seguramente muy complejas y este nico
encuentro no permiti dilucidarlas.
Desatender al sntoma en nombre de la buena causa
analtica, no es tambin despreciar al nio que lo porta y que
sufre en consecuencia?
Margot ;>rotege a su madre, sabe del peligro que la
amenaza y prefiere dejar en ello su piel.
Margot no quera volver, no le fij una segunda cita. Pero
propuse otros encuentros a los padres, que parecan pedir
ayuda, defraudados sin duda por la actitud de Margot y por
la ma -ya que me negu, contra su voluntad, a tomar a su
hija en tratamiento-, pero no les dieron curso.
Furcela un poco -me dijo el padre. No hay que escuchar
lo que un nio dice; el nio no sabe lo que quiere, hay que
empujar lo al buen camino para obtener de l lo que queremos
nosotros.

4 F. Dolto, La difficult de uivre, op. rit., pg. 204, captulo Comment


cadrer une psychanalyse denfant, Pars, Kd. Vertiges-Carrre, 1986,
pgs. 268-269.
I'tii nupurtln, mi loe jmimIIh coumn/ju unrahijn pnicoa
Mi i h t u n i o h Mui i o l i u l j n * l . i IutMi i|i* H c t i H ' j j u i t ' M n u i n d n t o M .
Si ln explique a l.i nina, aclarndole que si alguna vez
i|i i jih.i verme, no porque alguien la forzara, sino por s
misma, entonis podramos realizar un trabajo juntas.
En una carta dirigida a Jenny Aubry/5 y entre otras
indicaciones esenciales con respecto a la familia, Jacques
Liican seala de qu modo el nio puede convertirse en e/
objeto du la madre", enajenando cualquier acceso posible de
sta a su propia verdad. El sntoma somtico da una
garanta mxima a este desconocimiento.
El sntoma representa la verdad, e igualmente puede
representar la verdad de una pareja. Margot, al preservar su
sntoma, preserva fantasmticamente a sus padres. Por
ahora no puede renunciar a l, y sus padres tampoco. Sera
importante poder trabajar con ellos.
Para pasar de los males a las palabras,* es preciso or
a los padres y su queja. El nio me hizo una otitis, me tiene
fiebre, dice a menudo una madre. Lo que no se puede
simbolizar reaparece en lo real.
Anny Cordi seala con notable acierto el modo en que la
relacin madre-hijo juega en el lenguaje del cuerpo;

El fenmeno psicosomtico puede ser la implementacin de


las pulsiones de muerte como respuesta a una ausencia de
inscripcin del nio en el deseo del Otro; puede, a la inversa,
ser la respuesta a una sobreinvestidura del cuerpo del nio,
a un exceso pulsional emanado de este Otro. Cuando la
pulsin toma como objeto a un ser que no posee an la
palabra, que todava hace silencio, lo marca como al hierro
candente. El organo investido pasa a ser pedazo de cuerpo en

+Maux, ' males", enfermedades y mots, palabras, son homfonos.


1N. de la T ]
Jacques Lacan, Deux notes sur Tenfant, carta a Jenny Aubry, 1969,
revista Ornicar n 37, Pars, Navarin, verano de 1986, pgs. 13 y 14.
oh! j r nuid1i* r hijo, furnltS U1K'HO n m t p j n tul o

Kste goce era tan esencial que, en ese momento, ni Margot


ni sus padres podan cuestionarlo.

1(5Expresin referida a las cartas u objetos no reclamados en el correo,


equivalente al espaol en suspenso; su uso en contextos como el
presente impone hacer hincapi en el elemento de sufrimiento [souf-
france]. [N. de la T.]
t3Anny Cordi, i,e phnomne psychosomatique(PPS)chez lenfant",
revista Apertura, volumen VI. Sprmger Verlag, 1991, pg. 58.
V. C a lilo
o el costo de un nio

Seis aos, los ojos azules y el mechn revuelto, Pablo entra


en mi despacho como un huracn. Corre, se arroja sobre el
divn, toca todo, quiere ver cada uno de los libros, abrir cada
cajn, pero no mira nada. Est en todas partes a la vez,
turbulento y manoseador. Lo atrapo al vuelo con la mano y
busco sus ojos para explicarle que en el consultorio no se
impide hablar a la gente. El se est haciendo el loco, lo cual
me impide or a sus padres, y habla todo el tiempo, lo cual no
me permite or lo que dice. Aqu, en esta habitacin, las
palabras deben tener lugar para decirse, y un chiquillo, por
desdichado que sea, no puede venir a turbar este orden. Si no
quieres hablar, puedes ir a esperarnos a la sala de espera.
Me mira, intrigado.
Pablo: Las palabras no sirven para nada; y adems, el que
manda soy yo.
Abandona entonces el despacho y entra en la sala de
espera dando un portazo.
La madre corre hacia l: Te lo ruego, Pablo, vuelve,
cariito. Si vuelves, mam te comprar un juguete.
El padre se inmiscuye: S, 1 ablo, ese auto a control remoto
carsimo que soaste el otro da.
Pero Pablo se queda en la sala de espera y no vuelve.
Yo intento explicar a los padres que no hay que forzarlo a
volver. El respet lo que yo le dije. No quiere hablar, pero no
nos impide hablar; espera al lado.
Las explicaciones que siguieron continan en lnea recta
esta entrada en materia.
El padre: Ya no podemos ms. Tenemos que curarlo. La
casa es un infierno. No hay da en que no haga llorar a su
madre, la insulta. En la escuela es igual; una catstrofe: el
director habl de colegios especializados. Tal vez pueda
tomarlo en clases particulares, pero es muy caro. Es verdad
que tenemos los medios suficientes pero, por principio, la
educacin di* los unios, para m i . d e b e so r r r t h i i l i K* algo
que la sociedad nos debe a todos.
La madre: Sin embargo, cuando uno cede a sus caprichos,
es bueno. Nosotros cedemos para estar en paz. El problema
es que l quiere todo y de inmediato; nada debo molestarlo,
nada debe ser un esfuerzo para l.
C.Mr. No quiere pagar el precio?
El padre: Es eso, exactamente. Hay que decir cue lo
consentimos mucho; pero mire, ni hablar de que cambiemos
de actitud. De chico, yo fui desdichado. Un da ret a Pablo,
tena quiz tres aos, pues bien, sabe lo que pas? Se puso
a llorar y cuando vi que las lgrimas corran silenciosamente
por sus mejillas, comprend que era verdaderamente infeliz
y me jur no retarlo nunca ms, no quiero que llore, l no
tiene que por qu pagar nuestro abatimiento. Venimos a
verla a usted porque quisiramos que lo ayude a man tee rse
tranquilo sin que nosotros tengamos que intervenir.
La madre: Pensamos por un momento que la escuela iba
a ensearle disciplina, pero no hubo caso. Pablo me enferma
diariamente. Tambin discutimos entre nosotros por su
causa. Mi marido no quiere tener ms hijos, dice que ste nos
habr costado demasiado esfuerzo.
En el centro de una problemtica de goce en la que estn
permitidos todos losgolpes [coaps] y donde no hay lmite, los
padres de Pablo, al negarse a darle la castracin', como
deca Fran90i.se !)olto, se protegen ellos mismos y sustentan,
tanto en ellos como en su h ijo, la ilusin de una omn ipotencia:
losgolpes [1coups], pero no el costo [co/].* Pablo no quiere una
entrevista; aceptarn los padres venir a hablar de ese
imposible en el que estn entrampados?
Es imposible calmarlo, imposible sosegarlo, imposible
retarlo.
i .a vida es un infierno, pero, como usted ve, no hay nada
que hacer.
Como Pablo se ha negado a volver, les propongo una cita

* Los trminos coups y cot son homfonos. [N. de l;t T.]


I m i i lln.*; Mi*| il ji
11 1 1 At iironipnnmloH Iiiihm tu purria, t u r
ni p r< ndn poiiManduquo un volvern. Tres mmiLosdespunM,
*l pndnt llama ilt* nuevo, sonriente.
A'/ jHultc A propsito, le pagamos al final de la consulta y
,< Ir olvid darnos el comprobante de Seguridad social.
Yo le explico que no pertenezco al sistema.
til padre: Ah, es el colmo! Nuestros hijos tienen problemas
v encima tendramos que pagar nosotros. Con todos los
impuestos que hay! La sociedad es la que debe hacerse cargo
de estos problemas, es una vergenza. Siendo as, no volve
remos.
Una vez ms, ni hablar de pagar el precio.
Para que Pablo salga de la omnipotencia sera necesario
que tambin sus padres consintieran en no abroquelarse en
ella. Tendran que aceptar confrontarse con un sufrimiento
que es el de su propia infancia y el de su pareja. Ellos tienen
derechos, por supuesto, pero tambin deberes. No corre
peligro el psicoanlisis, en nuestra sociedad, de convertirse
para los padres en algo que les es debido?
Un nio escribe mal, lo mandan a la fonoaudiloga y la
Seguridad Social reembolsa; un nio es desdichado, lo man
dan al psicoanlisis y tambin tiene que haber reembolso.
Pero, reembolso de qu? De qu moneda se trata? Actual
mente hay un riesgo mucho mayor que hace veinte aos de
transformar el anlisis en una reeducacin que la sociedad
debera asumir. Uno no tendra nada que perder, nada que
arriesgar. Y esto consolidara la mentira.
Para aceptar el anlisis y el precio a pagar por l, se
requiere adems que los padres estn dispuestos a sacarse la
mscara.

Para que los padres acepten la idea de un anlisis para su


hijo, se requiere todava que tengan el coraje de ser desalo
jados (...) del confort que otorga la complicidad de la mentira.7

7M. Mannoni, Le premier rendez-vous avec le psychanalyste, op. cit.,


pg. 125.
Samira era una encantadora chiquilla de on^'ii argelino.
Haca quince aos que su familia viva en Francia cu indo
esta nia de ocho enferm sbitamente.
De pronto, todo su cuerpo de cubri de placas rojas, en
particular las manos y la cara. Sus ojos comenzaron a
hincharse. Se quejaba de ardores y de terribles comezones.
Los mdicos consultados no podan entender: eran aler
gias, acompaadas tal vez de astenia, de tristeza? Samira
pareca curarse por la noche y, a la maana siguiente, las
placas reaparecan. Se aconsej a los padres que consultaran
en un importante hospital de Pars. No tenan nada que
perder porque igual a Samira ya no la aceptaban en la
escuela: se tema un eventual contagio. La maestra no
soportaba ms su color, como deca su madre.
Internaron a la nia por cuatro das para efectuarle
mltiples exmenes; no se encontr nada, no era alrgica a
nada. Entonces se invit a la cabecera de la enferma a
psiquiatras y psiclogos. Hubo entrevistas. Se le hicieron
tests y, al quinto da de internacin, fue pronunciado el
veredicto: Alergia nerviosa, causada seguramente por
angustia. Nada grave, decan, pero el caso es tan atpico, tan
raro y se presenta de una manera tan espectacular, que
Samira pronto se convierte en multitudinario foco de atrac
cin en el servicio donde est internada. Se recibe a los
padres, los psiclogos escriben al pediatra que se trata de un
problema religioso y cultural. La madre es demasiado
sobreprotectora, el padre demasiado severo.
En su casa, Samira est separada del mundo. Sus padres
viven como en la Argelia del siglo pasado y el contacto con la
escuela result excesivamente difcil. Los mdicos del hospi
tal proponen trabajar con la madre, concluyendo en el
dossier: es una nia "sntoma de los padres.
Kl Holn I ral anuente do la madro (lobera bastar para curar
a la bija.
Kl padre, muy reticente ante la idea de dejar salir sola a
Mi mujer, acepta acompaarla para que vaya a hablar una
\<z por semana con el terapeuta del hospital. Dos meses
despus, Samira contina en el mismo estado, como si la
hubiera picado un enjambre de abejas. La escuela ha vuelto
a despedirla: los dems nios se asustan, afirma la maestra.
Nueva consulta al pediatra. Este se sorprende de que
Samira no sea recibida en el hospital, y me la enva para
pedirme mi opinin.
Cuando viene la primera vez con su madre, yo puedo
juzgar el efecto del sntoma sobre los dems. En la sala de
espera todos quedan espantados, silenciosos; no se atreven
a mirarla ni a moverse.
Cuando voy en su busca, est sonriente. La madre me
cuenta su historia.
Tiene una hija mayor, Djemila, de diecinueve aos, que
permanece en la casa, y un hijo, Karim, de quince, que no
tiene problemas. Este hijo no habla nunca, no sale nunca, su
padre no quiere. Y Samira, la pequea, que desde el parvu
lario siempre ha estudiado bien y que tampoco haba tenido
problemas hasta el da en que Dios nos mand la enfer
medad.
El padre es muy severo, explica la madre, pretende que se
viva como all. En la casa son de rigor msica religiosa,
cocina tradicional, oracin y obediencia. Pregunto a Samira
si acepta que hablemos juntas. La madre regresa a la sala de
espera.
Dibuja un faro que lanza mil luces y dice: Es para avisar
del peligro. Cuando le pregunto qu clase de peligro, me
responde: El peligro es saber cosas que uno no tiene derecho
a saber.
C.M.: Por ejemplo?
Samira : Yo s cosas que mam no sabe. S cmo se hacen *
_ _ ___

los nenes. Mi hermano Karim hace nenes conmigo. Desde


que soy muy chiquita, l mete su pitito duro en mis agujeros,
iliiv (|tu' mi hay <Im' halilai d< mn. Mi tirnu.tnn |t umI*
tambin, no quiero que hable (Ir eso.
C.A/.: Ella lo sabe?
Samira: Un da nos vio. Me dijo: eso no est bien porque
ya no tienes ms la virginidad; no hay que decrselo a papa
porque te matar y mam morir de pena.
C.A/.: Cundo empezaste a estar enferma?
Samira: Hace dos meses.
C.A/.: Pas algo hace dos meses?
Samira: No. O a lo mejor, una vez, tuve miedo.
C.M.: Por qu?
Samira; En la escuela, un chico trep la pared de los baos
cuando yo haca pip. Tuve miedo de que le dijera a todo el
mundo que yo no tena ms la virginidad. Todo el tiempo
tengo miedo de que pap lo sepa y mam se muera.
La dramtica historia de esta nia es ilustrativa de una
deriva hacia la cual puede arrastrarnos cierta teorizacin de;
psicoanlisis. El riesgo ms frecuente consistira en dejar de
escuchar al nio por l mismo y, simultneamente, negarse
a considerar un sntoma como perteneciente tambin al nio.
Sera tan ridculo concentrarse en el sntoma sin intentar
comprender lo que sucede en la constelacin familiar, como
no aceptar preguntarse por lo que corresponde propiamente
al nio. Pero, en el caso de Samira, hay que subrayar una
considerable diferencia ya que se trata de mucho ms que de
fantasmas.
No existen demasiadas veces tratamientos en los que el
analista, imperturbable, recibe en terapia, a veces durante
aos, a nios vctimas de sevicias sexuales o de malos tratos,
en nombre de la neutralidad benvola o del secreto de la
sesin? Qu efecto puede tener sobre el nio esta com
plicidad?
Qu concepto, qu teora nos autorizaran a faltar al
mnimo respeto que debemos a una nia que demanda
hablar del horror de su historia, como Samira, y ser protegida
de l?
Al excluirla del tratamiento de la madre con el pretexto de
ii i ( l i { tu til 1 1<* l i n t . ) Miitt o i t i n de Inh p a d r e a , u n H(* I* d a b a ti
San tiia m n / n n a p o s i b i l i d a d Ir p e d i r o c o i r o c o m o to f u r H C
liaule ut s n t o m a faro,\\v m ti'O ta b a p re v e n irn os d e s e s
p e r a d a m e n te del peligro. jK ste p eligro no era slo u n fa n
ta sm a !
En nombre de la teora psicoanaltica o, mejor dicho, de
una teora cercenada y mal asimilada, ciertos especialistas
decidieron que Samira no tena necesidad de hablar. Cmo
hacer entender, tras veinte aos de lucha por introducir la
teora psicoanaltica en el sector pblico, que ciertos a priori
de hoy no tienen nada que ver con el psicoanlisis?
Despus de todos estos aos durante los cuales no nos
dimos tregua en el intento de convencer a esos especialistas,
cmo hacer que admitan que el psicoanlisis, aun siendo
insoslayable, no est en posicin de tener respuesta para
todo?
t -4n anos (ir edad, es un limo esplendido Viene n I i
consulta por consejo del pediatra, junto a su madre v su
padre.
La madre toma inmediatamente la palabra "Valentn
anda muy bien, pero el pediatra esta preocupado porque
nunca quiere separarse de m; no le parece normal. Vengo
para que usted nos tranquilice. Valentn est sentado en las
rodillas de su madre, con la cabeza pegada contra ella.
Ella prosigue: Nunca quiere quedarse con otro que no sea
yo! Me adora!
Valentn trata de avanzar una mano hacia un cesto de
juguetes colocado sobre el escritorio.
La madre: No tengas miedo, Valentn, no te van a morder,
El retira su mano bruscamente.
C.M.\ Quiz no tenas miedo, Valentn?
La madre: Responde, Valentn. La doctora no te va a
comer, no te va a hacer dao.
El se pone a gritar.
La madre: Tiene temor de todo lo que lo separa de m.
C.M.: Usted piensa que yo quiero separarlo de usted?
La madre: Yo no; pero l, puede estar segura de que lo
piensa.
Valentn est efectivamente aterrorizado; es por m? no
es en realidad por su madre?
Me vuelvo hacia el padre y le pregunto qu piensa de todo
esto.
El padre : Oh, yo! M ire, yo de nios no entiendo nada. Creo
que es lormal que sean as con su madre. A veces me gustara
mucho que l fuese de otra manera, porque, mire, ni conmigo
quiere jugar.
La madre: Claro! T le das miedo; hablas demasiado
fuerte, gritas.
C.M.: Valentn, tienes miedo de pap?
Valentn hace s con la cabeza.
r li/ . J'ui (jiH*?
Vtili Htin', No mt.
/ n n n l n J ' m >. \ Valen! tu, porque te rea! Nu debo ser
un i*nl re mi padre y un hijo!
U M a Cmo debera ser?
La tnodrt' V bien, ms amable, ms dulce: como una
madre
( '.AL: Qu inters hay en tener un padre si acta igual que
una madre!
La madre: No lo s, nunca tuve padre.
Nos parece que esta entrevista la hemos vivido ya cientos
de veces. Una madre desvalida, un nio pegado a ella porque
le tiene miedo -como deca Frant^oise Dolto: La nica
manera de que un len no lo muerda es pegarse a su lomo-,
un padre que lo volc todo en su trabajo y que ha renunciado
para vivir en paz, para estar tranquilo.
Esta madre sin padre no da lugar a ios hombres ni a su ley.
Su hijo es el Viernes de su isla desierta. Valentn no ignora
que ella no est en condiciones de soportar que se le aleje, l
no puede hacerle eso.
La madre: Puede escribirle usted al pediatra una carta
pidindole que nos deje tranquilos con todo esto? Somos de
veras una familia sin problemas. No hay divorcio, no hay
drama, todo anda bien.
Todo anda bien. No regresarn a pesar del pediatra, a
pesar de los artculos de psicoanlisis en los diarios, a pesar
de las pocas palabras que le dije a Valentn en la puerta: Va
ves, Valentn, mam no sabe bien de qu te protege ni de qu
tiene miedo, pero al protegerte as te impide crecer. Nadie
ms que t puedes nacerle entender que ahora tu destino va
a ser el de todos los otros hombres, el de tu padre, el de tus
abuelos y el de todos los que te esperan para recibirte en su
clan.
Al verlos alejarse, vuelve a mi memoria un ritual de
nacimiento africano del que me haba hablado Frangoise
Dolto. All, cuando nace un nio, la tradicin exige que la
mad re se ino i ine sobre la cuna diciendo: Saludo en vos, Seor.
hijo mo, a los Seiores antepasados de mi Seor marido.
L<m [ir la madre de Valentn procuraba impedirle todo el
tiempo era esta inscripcin en lo simblico. El lugar que su
padre haba dejado vaco le imposibilitaba dar a su hijo un
lugar en e linaje de su marido.
V III. ViolHu
<> 'I I . .lili (le I oh (H oN

IVi.e t;. anos cuando sus padres, aconsejados por el psi-


|in.it i a, deciden consultarnos.Es tmida, retrada, enfurru
ada y, segn los padres, no sabe hacerse valer. "Est
indudablemente muy sola, piensa la madre, sin embargo fue
I)of ella por lo que quisimos otro hijo. Se trata de una chiquita
que tiene ahora dieciocho meses, llamada Mara.
El pediatra les haba advertido y ellos mismos lo saban,
a su edad los celos son una cosa normal. Ellos saban cmo
hablar a su hija. Haban dicho todo lo que haba que decir en
estos casos, todo lo que estaba escrito en los libros de
Frangoise Dolto. Te querremos siempre, tienes derecho a no
querer a Mara, nunca te forzaremos, pero no debes hacerle
dao. Sin embargo, no haba caso, Violeta detestaba a su
hermanita y ellos ya no lo soportaban. Cmo era posible,
despus de todo lo que haban ledo, con todo lo que saban
(los dos eran educadores de nios difciles), que Violeta no
pudiera aceptar el nacimiento de Mara y ello hasta el punto
de querer estrangularla?
La semana anterior haban encontrado a la pequea
Mara sin aliento entre las manos de Violeta, quien le
apretaba el cuello con todas sus fuerzas, dicindole: Esta
vez s, por fin vas a dejarme tranquila!
Nuestra hija se ha vuelto loca, pensaron los padres, los
sermones no van a alcanzar, hay que pedir hora con un
psicoanalista.
Violeta escucha a sus padres relatar los ltimos dieciocho
meses transcurridos. Pone mala cara; piensa, seguramente,
que la regaan. Tiene la expresin herida, humillada, de un
nio que no comprende por qu se le guarda rencor.
Me diri jo a ella: Qu pasa, Violeta? Pareces triste y muy
enojada. Qu piensas de lo que tus padres acaban de contar?
Qu sucede entre Mara y t? Quieres que hablemos de
eso?
ella. Los pone demasiado ner viosos. Cuando era chiquita no
dorma, ellos se irritaban y me retaban a m. Haba una
guerra en casa.
C.M. (a tos padres): Cmo fue el nacimiento de Mara?
La madre: Muy bueno; sin problemas, aunque el embarazo
haba sido mucho ms penoso para m que cuando esperaba
a Violeta.
Violeta haba empezado a dibujar una casa con los postigos
cerrados, la puerta atrancada, una casa sin flores, sin sol,
una casa gris. Interrumpe el dibujo para escuchar a su madre
hablando de la poca en que estaba embarazada de ela.
La madre: Me haca tan feliz esperar a Violeta, deseaba
tanto una nia! Con Mara no fue igual.
El padre: Es verdad que no queras un segundo hijo.
La madre: Es verdad, no quera. Me convencieron mis
lecturas... (risas)... un solo hi o no es bueno.
C.M,: Por qu?
La madre: Est escrito en todas partes: un nio solo se
aburre, es demasiado el centro del mundo. Es verdad, antes
de que naciera Mara, Violeta era el centro del mundo.
C.M.: Usted tiene una hermana?
La madre: No, soy hija nica. Mi madre deca que vo no
quera otros nios en la casa. *or mi causa no tuvieron ms

mi madre hizo un aborto, me acuerdo de lo que me dijeron:


Lgico! Tu furia era tan grande que debidesenganchar al
beb." Mis padres me adoraban, pensaron que as era mejor.
De ese modo yo segua siendo su nica hija, la nica. Los celos
son una cosa normal. 1 >esde que naci Mara, mi marido y yo
discutimos todo el tiempo.
C.M.: Por qu?
La madre: Creo que le reprocho el haberle causado este
golpe a Violeta. Fue l quien un poco me forz y ahora me
siento mal con ella. Pero dej de hacerme esas preguntas
< u i u d o *1 jMd u i l i o non ncoiwiejo u n o s l e c t u r a s y n o s explic
un n/11141.* 11111l o s o l o s d e u n lie i m a n o m a y o r s o n c o m p l e t a
ni n i i 1 n o u u n l c M. L e p e d i m o s a u s t e d u n a e n t r e v i s t a p a r a
h n Ii ( n n l i i r n iu 'i n : q u e r a m o s e s t a r s e g u r o s d e q u e t o d o
ora n o r m a l.
Kl padre-. S, lo que nos preocup mucho fue la vez en que
quiso estrangularla. Quisiramos que usted nos tranquilice
en cuanto a ese incidente.
La madre: Para verificar que la B.C.G. sigue protegiendo
al nio se le hace una dermorreaccin... (risas)... iY se
consulta a un psicoanalista para estar seguro de que las
ex p Iicaciones que uno le ha dado siguen protegindolo contra
los problemas psicolgicos!
Yo no pude tranquilizar a la madre de Violeta, ni a su padre
ni a su pediatra.
Violeta estaba en peligro. Se senta desdichada y persegui
da. El drama que se jugaba con su hermanita absorba toda
su energa.
En un nio, las ms de las veces los celos son normales:
el nio se siente amenazado por un beb que viene a
usurparle su lugar. Amenazado de identificarse con el beb
y sucumbir a una regresin que l sabe peligrosa, o de
identificarse con su madre, lo cual lo aterroriza exactamente
igual. Pero otras veces, a travs de los celos se juega un
drama diferente, un drama que desborda al nio y que es el
de los padres. Violeta, su madre, su hermana, su abuela
materna forman una historia de mujeres, una historia de
violencia, odio y pasin en la cual los hombres casi no tienen
lugar; son impotentes para calmar el drama. En cuanto
dejan de asumir su funcin simblica, las mujeres que se
quieren demasiado se matan entre s.
Qu efecto podran tener sobre Violeta unas cuantas
palabras interpretativas y tranquilizadoras, unas cuantas
generalidades pronunciadas para moderar su angustia y
reducir al silencio las preguntas planteadas a los padres por
este nacimiento? En casos como el presente, los padres son
como tteres poniendo en escena el odio de los hijos. Las
palabras tranquilizadoras nosurtirlan rcelo. I layqur poder
discriminar entre celos patolgicos y celos normativos. I)os-
pus de unas entrevistas con la nia, se decidi una psicote
rapia.
Violeta necesit meses para poder hablar de esa hermana
sin repetir el odio de su propia madre hacia los eventuales
predadores.
Qu se puede decir de este fantasma materno? En los
celos, la pregunta que se formula al Otro es la del lugar
imaginario que se ocupa para l.8
Violeta misma no haba ocupado el lugar de la rival tan
temida? El lugar de la otra nia para esta mam que despus
referir cun tempranamente fue abandonada por su propia
madre. La madre de Violeta era una persona grande en
souffranee, no salida an de la infancia.
El saber psicoanaltico no haba hecho otra cosa que
enmascarar aun ms la angustia de esta mam. La primera
entrevista le brind ocasin para hablar de la soledad en la
que la haba dejado su propia madre y de su desinteligencia
con su marido, para quien siempre haba reservado el lugar
de madre amante y que, por supuesto, no estaba nunca a la
altura del rol esperado. El nombre de pila de su segunda
hija no redoblaba acaso el significante de esta decepcin?
Aquella primera cita fue tambin ocasin para que Violeta
entendiera que, a travs de su odio a Mara, volva a
representarse un drama que la superaba. Con esta herma-
nita todava no se haba encontrado nunca. Slo tena ante
sus ojos la imagen de una enemiga terrorfica, enemiga de su
madre tanto como de ella misma y que casi no se pareca a
Mara: a esta enemiga fantasmtica era a quien haba que
retorcerle el cuello.
Este fue el trabajo de la psicoterapia.

8Los celos son la pregunta que el sujeto plantea al Otro respecto de


lo que l mismo es para este Otro; y no ya, como la invidia, la pregunta
del objeto del Otro que satisface al otro. Rosine y Robert Lefort,
Naissance de l Autre, Pars, Seuil, col. Le champ freudien, 1980, pg. 196.
IX. I ,ni Hit,
l i 114ti ;i ' i t i H i r m i i r

KI <l) i <lc nuestro primer encuentro, Lolita tiene once aos.


I . una nina rubia, linda, muy menuda. Sus ojos son tristes,
un sonre*. Parece apagada y como resignada. Su padre y su
madre la acompaan a la consulta.
El padre: Vinimos a verla porque Lolita siempre fue
discapacitada. Pero no nos pregunte cmo ni por qu, no
sabemos. Un error en el parto? Una enfermedad fetal?
Una historia gentica? No son historiales clnicos los que
faltan, pero nunca tuvimos acceso a ellos.
C.M. (a la madre): Cmo fueron el embarazo, el parto?
La madre: Bien. Embarazada, me senta bien. No se me
ocurra que mi hija fuese discapacitada! Pero estoy persua
dida de que el parto fue bueno; cuando sali de mi panza, era
norma], pero despus no s nada ms, no puedo decirle nada
ms, despus se hicieron cargo los mdicos, no yo.
No h ubo reanimacin al nacer, pero s una hospitalizacin.
Lolita haba nacido a trmino pero el examen clnico alarm
al partero, que la envi al servicio de neonatologa. Presenta
cansancio -explicaron entonces a los padres-, es poco reac
tiva, hipotnica, hay que hacer estudios. Cuando la devol
vieron a los padres, tres semanas ms tarde, los mdicos no
emitieron ningn diagnstico pero los pronsticos eran peyo
rativos, Ningn nombre de enfermedad, ninguna explicacin
sobre eventuales causas, pero s profecas terribles para el
futuro: Tendrn que afrontar problemas graves. No sabe
mos si va a caminar, si alguna vez hablar, no podemos decir
exactamente lo que pasar con esto, pero una cosa es segura:
es una nia que sufrir secuelas, ser discapacitada.
De qu secuelas poda tratarse? Imposible saberlo. Los
padres no tienen ningn elemento para explicarse ms. Hoy
Lol ita camina, corre, habla, pero su actitud es desarticulada,
su lenguaje se mantiene casi siempre en la ecolalia, su
desarrollo psicomotor se cumple muy lentamente. Hace poco
atemorizada con los mayores.
A veces sufre enojos violentos que aterrorizan al entorno.
Los padres nunca quisieron tener ms hijos. Est sola en la
casa. Dada su discapacidad, no desearon escolarizaria. Su
madre dej toda su actividad profesional para ser, a tiempo
completo, la enfermera de Lolita.
Dos veces por ao concurre al servicio de neurologa del
hospital en que la atendieron de pequea. El profesor que la
sigue est sumamente desconcertado con esta nia: Es
increble, dijo a los padres en la ltima visita, su hija no
debera caminar, no debera hablar, tiene el cerebro destrui
do. El escner y la resonancia magntica nuclear son ter
minantes. Es absolutamente increble. Su evolucin va a
interrumpirse pronto, seguro. Los enojos van a predominar,
tendr crisis cada vez ms frecuentes. Hav que internarla.
Si rs.0 toman medidas, en pocos aos acabar con ustedes!"
Pero los padres quieren pelear por esta hijita, quieren
darle todo. Saben que nunca tendrn otro hijo. Por otra
parte, mucho tiempo atrs el profesor haba dicho: Puede
que sea un problema gentico. En estos casos, casi siempre
enferman tambin los padres.
Pero, de qu caso se trata?
Mientras sus padres hablan, Lolita juega con los t teres;
no pierde una palabra de lo que se dice; mira a su madre con
el rabillo del ojo y parece acechar mis reacciones.
Su cerebro roto no le impide estar extremadamente pre
sente. Comienza juegos de ataque entre los tteres y se
desliza hacia su madre, a quien tambin se pone a atacar:
El cocodrilo te come, te devora, el lobo, te devora!, luego
hacia el padre: El lobo es ms fuerte que t", y de nuevo
hacia la madre: Tiembla, tiembla, vas a morir.
Esta vez la madre no resiste ms, alza la voz, desbordada:
"Basta, Lolita, me agotas, estoy tratando de hablar con la
doctora, basta. Por qu me tienes tanta rabia? Acaso no lo
hice todo por ti? 1 *or qu estamos aqu? Por ti, una vez ms!"
I'!l l>utln' Km vomIhI, mi irni|ri 11 |JUodo man V i m m o n i t
) n / o d ,u l- mi ul >r d r ( p i e mu I n* nur.st n i h i j a A l p.i i r r r i ,
, 11 i \ r 111'i 11 ir< I; i <Ir;; ( j u r l os |l0 (!On lia tintad OHHK't'ii y l os
iirurulufos no?
,.( omo responder a estos padres? Cmo escucharlos?
Extenuados por las terribles pruebas que atravesaron desde
ipir lidlita naci, no hablan ms que de sntomas, diagnsti
cos, I K M. y escner. Ya no tienen fuerzas para hablar ni de
s mismos ni de ella.
Qu esperan del psicoanlisis? Un sper-saber capaz
(Ir responder donde el profesor de neurologa no responde? O
bien formulan una cuestin totalmente distinta relativa a su
propio deseo de vida o de muerte hacia esta hija?
Lolita est completamente viva. A despecho de todas las
dificultades que debi enfrentar para construirse, est total
mente presente. De la verdad de su historia ella hablar
desde esta primera entrevista. En el momento en que me
dirig a ella para preguntarle qu pensaba de todo eso, me
dijo, ante unos padres estupefactos: Mira, el problema es
que, a mam, yo le doy demasiado miedo.
Se necesit todo un tiempo de entrevistas preliminares con
sus padres y con ella misma para que pudiramos comenzar
juntos un trabajo de psicoterapia.
Se necesit mucha paciencia para devolver por fin la
palabra a esta nia que tena tantas cosas que decir, para
"llevar de nuevo el saber hacia el lado de sus padres, que lo
haban abandonado todo a la medicina.
Poco a poco se autorizaron a hablar de su sufrimiento, del
de su hija, y dejaron que Lolita volviera a ocupar otro lugar,
distinto del de un objeto de ciencia. Para ella esto signific un
nuevo nacimiento, y para sus padres un verdadero encuentro
-que hasta entonces no haba podido tener lugar- con su
hija.
X, Ailt uiii,
ft
KI t i t f r o y i*l n i n n

Adrin es derivado por su pediatra. Con cuatro aos, di


vivaz, bastante alegre y sonriente, jrto estu permanente
mente enfermo: angina, otitis, indigestin, dolores de panza.
No pasa una semana sin que Adrin no consulte al mdico.
Sus enfermedades a repeticin alejan al nio de la escuela
pero, aclara la madre, no es grave porque no le gusta ir.
C.M.: Adrin, no te gusta la escuela?
Adrin sube a las rodillas de su madre y la mira.
La madre: Pues bien, contesta, Adrin, te estn haciendo
una pregunta.
A drin: No s.
La madre: Bueno, yo s s. La maestra se queja mucho de
Adrin. Es retrado, no se mueve, no participa en nada. Va
a clase con su ninn (el paal que no lo abandona desde su
nacimiento) y su tigre de peluche. El ninn de una mano, el
tigre apretado contra l de la otra. Adrin se niega a hacer
la ronda por miedo a soltar sus preciosos tesoros y se sienta
en un rincn, con ellos agarrados, mientras se chupa el
pulgar. Sus dos objetos, que l no abandona nunca, enfer
man a su padre, pero yo no quiero traumatizarlo; no es
cuestin de que se los quite por la uerza, ya tuvo bastantes
problemas.
C.M.: Qu problemas?
La madre: Bueno, todas esas enfermedades, y sobre todo
a los ocho meses una internacin de diez das por una
laringitis est ridulosa. Me lo quitaron por la 'uerza. El chilla
ba, yo lloraba, fue horrible. Desde entonces est siempre
enfermo. Mi marido no entiende nada de todo esto, yo me
exteno dedicando todo el tiempo a cuidar a Adrin y
prot egerlo de mi marido. Hay das en que me pregunto si no
debera divorciarme para quedarme sola con l y atenderlo
mejor.
Me entero asimismo de que Adrin sigue tomando el
IuIh i u n m l,i iimfwitni, v que do iludid l<* ponmi paaln
0 |> rvoqmi 11111'ii Iom na rcadoreh moImo el r.sci ilono Cuando
|i prc^iinin mi quiero dibujar, los toma y se los da a su madre
pnt'n (po olla dibujo on su lugar.
( 1M Adi ln, os a ti a quien to propongo dibujar. Si no
(pileros, no lo llagas. Pero me pareca entender que tenas
pailas. Con tu propia cabeza y sus propias manos puedes
hacer un dibujo.
Adrin dibujar, durante toda la entrevista, objetos rotos,
monigotes sin brazos ni manos, coches que no andan.
La separacin precoz de la que la madre hablar larga
mente parece haber dejado a ambos mutilados. En aquel
momento quedaron separados, sin palabras para soportar la
ausencia, sin simbolizacin posible: tan slo lo real de esos
dos cuerpos que se confundan en uno y que quedaron
partidos en dos. Esto dej a Adrin enfermo, tambin a su
madre, y ella, para protegerlo, quiere separarlo de nuevo
pero esta vez de su padre. Le tiene miedo a cualquier
intervencin de la ley.
En su evolucin, Adrin qued arrinconado: imposi
bilidad de ser agresivo, imposibilidad de chocar con esta
madre demasiado frgil o con este padre que le ha sido
prohibido, imposibilidad de relacionarse con otros nios en la
escuela. Estorbado por el tigre y el ninn, ni siquiera puede
tenderles la mano. Se repliega en s mismo y no puede sino
hacerse ausencia para cualquier presencia humana. No
reconoce ni lo alto ni lo bajo, ni la izquierda ni la derecha. De
qu puede servirle, si su madre lleva la brjula?
No le pertenecen ni su cuerpo roto ni su sexo. Es mam,
dice, quien siente si hago o no pip en la cama.
Cuando Adrin pueda hablar, expresar sus anhelos de
muerte y su agresividad, todas esas enfermedades desapare
cern. Pero la madre, est dispuesta a semejante cambio?
La madre : El pediatra aconsej ver a una psicoanalista
unas dos o tres veces porque no es bueno para l ser tan
tmido. Usted cree que es tmido? Tambin quera pregun
tarle si la homeopata no servir para ayudarlo a resfriarse
nn poco un noM 1*11prdiat ra un* dijo ((tu usted podi ui i impon
der a todas estas preguntan. I loy en da, Ioh que responden
a ludas las preguntas que s e hacen las mamas son los
psicoanalistas, no es cierto?
En cualquier caso, una cosa es segura: los psicoanalistas
deben trabajar hoy con todos esos interrogantes. Los de los
padres, los de los mdicos y los que ellos mismos se plantean.
A veces los consejos del pediatra los han preparado para
cierto tipo de consulta; y se lim itarn a ella. Es siempre
posible ir ms all? Formular las preguntas de otra m a
nera?
Frangoise Dolto deca en un seminario: Cuando los padres
vienen a consultar, a veces estn dispuestos a llegar hasta
trescientos metros y no podremos hacerles subir el monte
Blanco.9 Esto depende sin duda de su fragilidad, de su
sufrimiento. Pero no es menos cierto que despus de un
primer encuentro muchos padres inician un verdadero tra
bajo analtico. Es imposible generalizar. Si es verdad que la
manera en que se nos deriva a los nios puede cerrar
definitivamente el trabajo, detener un discurso, tambin
puede abrir todas las posibilidades para un psicoanlisis.
Quienes con ms frecuencia nos derivan los nios, es decir,
los pediatras, cmo hablan hoy del psicoanlisis con las
familias?

9 Seminario indito, 14 de diciembre de 1974, cf. Xavier Renders, Le


jeu de la demande, De Bock Universit, 1991, pgs. 273-344.
\l l h * l |m l l l l i t l f l m I | M i i < * n i n i . i l I h I ji
o el f i i i i u J| r i M ' i l i l / M l *

Un pediatra puede dar las senas de un psicoanalista de


vai ias maneras. Otros tantos estilos que marcan como una
impronta el tono de la primera cita. Esto es lo que va a fundar
nuestro trabajo.
No hablemos de los pediatras, numerosos an hoy, que no
envan sus pacientes al analista ya sea por temor a perderlos
(desde que le deriv esa familia no he vuelto a verla), o por
no advertir la utilidad de hacerlo, estimando que tambin
ellos escuchan lo necesario a sus pacientes.
Temor al charlatanismo? No siempre se los puede censu
rar por esto. Algunos disfrazan su miedo al anlisis afirman
do que para ellos no tiene seriedad, no es cientfico. Esta es
la forma en que con gran frecuencia racionalizan sus dificul
tades para confrontarse con su inconsciente y con lo que ste
seala.
Entre los dems pediatras que nos derivan nios encon
tramos una muestra sumamente diversificada de maneras
de proceder.
En los extremos -que no dejan de juntarsehallamos por
un lado a los concienzudos, a los que dan nuestro nombre
despus de haberlo probado todo: tranquilizantes, conforta
cin moral, tentativas diversas que van de las quimiotera
pias a los envos a pensin, pasando por el pip-stop. Enton
ces, slo queda la psicoterapia. Por qu no? Al menos no se
nos podr reprochar no haber pensado en ella! Como estn
convencidos (lo que demuestra el muy escaso crdito que
prestan al anlisis) de que, aunque no haga bien a los nios,
no puede hacerles mal, nos envan a sus pacientes con la
conciencia tranquila. La conciencia, no el inconsciente!
Estos pediatras no son mquinas de repartir recetas, son
sujetos tomados con este carcter en el discurso inconsciente.
Cuando un pediatra hace una derivacin, no deja de tener
efectos en l y en su paciente.
una reeducacin extra en la que se cree un poro mas o o un
poco menos, y que forma parte de la gftma de recursos
posibles: al nio hay que encauzarlo, enderezarlo.
Una orden de treinta sesiones:

Estimado colega,
Le envo al pequeo Felipe, que presenta problemas de tipo
psico-somtico.

El guin entre psique y soma marca aqu, en rigor, la


separacin radical. Se han e ectuado todos los exmenes. El
nio no tiene nada. Pero el mdico, creyendo, con cierta
ingenuidad, que tranquilizar a los padres y al nio pidiendo
estudios mltiples, no comprende por qu desde que no se
encontr nada se muestran an ms ansiosos.
!,a histeria, deca Lacan, no necesita ser curada, sino ser
identificada. En estos casos, a quien recibimos por primera
vez es a un nio deprimido. La medicina no lo toma en serio,
no quiere seguir con l porque no encuentra nada.
El problema del diagnstico no es sencillo, y casi siempre
el pediatra se abstiene de toda explicacin a la familia. No
hay diagnstico: No hay nada, seguramente es nervioso.
Sin embargo, Freud recalcaba que era imposible proponer
una indicacin de anlisis por defecto; slo se la puede
efectuar sobre la base de hechos precisos. La explicacin que
da al respecto en La interpretacin de los sueos, a propsito
de un enfermo cuyos sntomas hacan pensar en una afeccin
orgnica grave, es sumamente elocuente:

Ei diagnstico de neurosis era tentador y hubiese puesto fin


a todas las dificultades, pero el enfermo rechazaba claramen
te cualquier anamnesis sexual, y yo no puedo admitir la
i I t i l Mi nl l IM UlOlilN HllMIMtf' t I p O l l l ' tllll 1m|)I 41M I V i p i o j o
i (tiln i I il< i 11111)11' mi u n a y u d a a l m d i c o pi n q u i i r r i t o
mi i n ipi'ld y unti cuya autoridad me inclino puntoso. Le
i oitnmiijue mis dudas, que le parecieron justificadas, y
di pues dijo: Siga observando a su enfermo, ver que se
tinta cabalmente de una neurosis. Como s que l no
rom parte mi opinin sobre la etiologa de las neurosis, me
calle, pero sin ocultar mi incredulidad. Pocos das despus
comuniqu al enfermo que no poda hacer nada por l y le
aconsej ver a otro mdico. Entonces, para mi sorpresa, se
excus por haberme mentido: le haba dado demasiada
vergenza; me descubri la etiologa sexual que yo haba
estado buscando y que me era necesaria para confirmar la
neurosis. Sent un gran alivio pero al mismo tiempo me dio
vergenza, pues deb confesarme que mi colega haba visto
ms claro que yo.10

Reparemos en la insistencia con que Freud subraya la


imposibilidad de fundar un diagnstico en una ausencia de
signos: para l no se trata, justamente, de enviar a un
paciente a analizarse porque no se le ha encontrado nada.
Por otra parte, apuntemos igualmente que Freud recurre a
un mdico (que no tiene, evidentemente, los mismos puntos
de vista) demandando su opinin. Esta opinin exterior lo
mueve a reiniciar el trabajo y luego le permite escuchar tal
vez de otro modo a su paciente. As pues, tal colaboracin no
fue irritante ni intil.
En oposicin a los pediatras concienzudos a que acabamos
de referirnos, hay otra categora de mdicos que calificare
mos de msticos: aquellos para los cuales no hay, fuera del
anlisis, salvacin. Han comprendido que todo est en la
cabeza, que la mayora de sus consultas no tendran lugar
si ellos no tuvieran que vrselas con padres angustiados.
En estos casos jams se practica examen alguno. Estos
pediatras abandonan sus estetoscopios, no miden ni pesan a

S. PVeud. L interprtation des reves, trad. fr. I. Meyerson, revisada


por D. Berger, Pars, PUF, 1967, pg. 260.
entonces nuestras seas como se dara la fecha y la hora del
prximo tren a Lourdes.
XII, A Iii <**rurlut
<lel ro n i/o n (le <jirla

I mu ll* juilla de nueve anos que me haba sido derivada por


mi |>' (liai i a msl ico, se quejaba de su corazn, Se lo suplico,
mr ilcna, escuche mi corazn. El doctor dijo que no vala la
| K na i s c u c I arlo. Que todo est en mi cabeza. Pero a m no me
ilui le la cabeza; todo el tiempo tengo miedo de que mi corazn
i t. di le. As que estoy de acuerdo en hablar con usted como me
ex pl ico el doctor; pero, primero, quiero saber cmo marcha mi
corazn.
Hizo falta mucho tiempo para convencer al pediatra de que
aceptara recibirla de nuevo y la examinara, tan convencido
estaba de que el examen era intil. Sin duda tena razn: el
examen era intil; pero el gesto mdico, en cambio, no lo era.
Fue preciso que este gesto se realizara para que ia nia
pudiese formular una demanda y comenzar finalmente un
trabajo por s misma.
Pasaron largos meses antes de que diera a escuchar su
corazn y su sufrimiento de otro modo que a travs del
estetoscopio.
Al negarse a tomar en cuenta en un primer tiempo esta
demanda de atencin mdica, el mdico puede impedir que
el nio consulte a un analista.
Asimismo, al negarse a or una pregunta planteada al
mdico, as fuese por el sesgo de la transferencia, el analista
corre el riesgo de cerrar definitivamente el acceso del nio al
anlisis.
Las resistencias no se localizan nicamente del lado de los
mdicos. Ciertos analistas, cegados por su afn de potencia,
creen tener respuesta para todo y desdean el saber de la
medicina, que juzgan mecanicista. Pretendemos defender
una posicin de hombres-orquesta sabedores de todo, tratan
tes de todo? .Iramos a pensar que alguien podra morirse por
no haber terminado su anlisis?
As pues, en qu fenmeno de creencia corremos peligro
creemos capaces de realizar curaciones milagrosas? El ideal
de esta deriva inducira a soar con una posicin en la que el
analista sin defectos ya no tendra deseo. Esfinge identifica
da con su propio silencio, l 'o podra" todo, sin sentir nada.
As se ha pervertido la idea de abstinencia.
No dejarse apresar en las trampas de lo imaginario no
significa hacer abstraccin del deseo del analista.

Si el analista realiza algo asi como la imagen popular, o


asimismo como la imagen deontolgica de la apata, ello
responde al hecho de estar posedo por un deseo ms 1uerte
que aquellos de los que podra tratarse, a saber: de ir al grano
con su paciente, de tomarlo en sus iirazos o de lanzar lo por la
ventana (...). El analista dice: Estoy posedo por un deseo ms
fuerte. Tiene razones para decirlo en cuanto analista, ya que
se ha producido en su caso una mutacin en la economa de
su deseo.11

El deseo del analista es un deseo advertido", que le


permite seguir vivo para que algo del anlisis sea posible. El
no tiene que protegerse de los sentimientos que experimenta
y que forman parte de la transferencia. Pero, para que el
anlisis sea posible, adems es preciso que el analizante
tambin siga vivo.
Ante un paciente que se queja de trastornos somticos, en
nombre de qu evitara el analista mandarlo a consultar?
No ocurre a veces que, al situar la demanda en otra parte,
en direccin a otro tratamiento totalmente diferente, se hace
posible dar lugar en sesin al cuerpo de sufrimiento y goce,
portador de verdad?
Lacan deca:

Es en el registro del modo de respuesta a la demanda del

11J. Lacan, Le Sminaire, livre VIII, Le transfer, Pars, Seuil, 1991,


pgs. 220*221.
i til''tum donde radien In oportunidad d<* s o b re v iv ir de la
posicin propiam ente m dica . 18

( onocemos todos los riesgosque implica recibiren anlisis


i nios (jiH* presentan trastornos de conducta, cuando stos
revelan ser tu mores cerebrales, enfermedades inmunitarias
o enzimticas harto complicadas de establecer.
Me acuerdo de una nia de ocho aos internada en I.M.P.,
etiquetada como falsa dbil mental y atendida en psicote
rapia desde entonces, a cuyo respecto se diagnostic, dema
siado tarde, un grave desarreglo tiroideo.
Renunciando a la omnipotencia, y arriesgndose a aban
donar una posicin con pretensin de estricta, el analista
puede autorizarse a prestar su escucha a lo real del cuerpo
de un sujeto.
Si el pediatra que nos deriva al nio piensa de manera casi
mgica que nada tiene importancia fuera de la interpreta
cin, ciertas tomas a cargo analticas pueden, lo repito,
resultar imposibles.
El doctor X, me decan los padres de un nio, nos dijo que
slo usted poda salvar a nuestro hijo.
Para este pediatra, la hora de los milagros haba sonado.
As se lo deba encauzar o curar milagrosamente, en los dos
casos el nio llama a nuestra puerta por intermedio de la
demanda de su mdico; demanda que no se debe desatender.
Por otra parte, es de hacer notar casi siempre un efecto de
espejo entre la manera en que el pediatra habla del anlisis
a su familia y el estilo de la primera entrevista con nosotros.
El analista encuentra entonces que (en el mejor de los
casos) tiene que arreglrselas con la demanda del nio, pero
tambin con la de su familia y por ltimo con la del pediatra,
y por lo tanto con el resultado de la transferencia de dicho

1 J. Lacan. La place de la psychanalyse dans la mdecine (1966), Le


liloc Notes de la psychanalyse, n" 7, Education, Mdecine, Places de la
psychanalyse, Genve, Georg-Editeur, 1987, pg. 20.
pediatra sobre el anlisis o, lo <|in* es peor, iobre la piopin
persona del analista.
Dificultad extra para el trabajo con nios: va a instala? .se
una transferencia directamente anudada, en un primer
tiempo, con el pediatra; para el nio-y para los padres, i|iu*
se identifican siempre ms o menos con el mdico de su hijo
el que sabe lo que es bueno para l, y por lo tanto eI progen itor
bueno.
Ya Hipcrates hablaba de este proceso de identificacin
del enfermo con el mdico: La regla de oro del mdico ser
tener buen color y la gordura que entrae su naturaleza.
Pues el vulgo imagina que quienes no tienen el cuerpo en
buen estado, no pueden atender convenientemente a los
dems. 13
Moliere, para curar al enfermo imaginario, le propone
hacerse mdico a su vez, lo que adems salva al personaje
pero no saca adelante al autor. Lo imaginario no se despren
de tan fcilmente de lo real.
Ciertos analistas, para protegerse, prefieren la abstinen
cia y rompen totalmente con el mdico. Otros, a pesar de las
dificultades, intentan trabajar con l.
A veces, el aspecto mdico est tan presente para el nio
que parece difcil no tenerlo en cuenta. Tal fue el caso de Ana,
una muchacha de catorce aos.

13Hippocrate, (Euures completes, tomo IV, Pars, ed. Javel et Leblanc,


1934, pg. 255.
MI# Ni mi

I iii 411fi mitn liahta decidido iuiilnr n los inri na Con ijalo
uli|(*lo i hIimmIh ((lie dt la lian*i primen: comenz .i adela
i;a/ai 'li 11 lanera vertiginosa y, cuando la mdica escolar
(onvoc a los padres, pesaba nada ms que treinta y nueve
kj lo Loa padres lo haban notado, pero no quisieron tocar el
tema el la era libre de hacer con su cuerpo lo que quisiera. Me
I.hIi 11 vola medica escolar. Ana vino sola. Los padres, que no
qiier ian acn [anaria, le dijeron: Es asunto tuyo. Eres libre,
i'res bastante grande para hacerte cargo de tu vida.
Ana estaba aterrorizada. Me explic de qu modo senta
l rans orinarse su cuerpo por las noches, de qu modo adelga
zaban sus piernas y cambiaban de forma sus brazos; de qu
modo la otra maana, al ponerse frente al espejo, no se vio:
era como si se hubiese vaciado de su imagen. Desde haca
cuatro o cinco aos, unos ojos la seguan por donde fuera.
Seguro que estn ah, pensaba, para juzgarla.
Comenzado el rgimen, saba que no podra cesar en l; se
encaminaba hacia la muerte y no poda hacer otra cosa.
Cuando hablaba en sesin, tema vaciarse de todas esas
palabras; felizmente saba que yo interrumpa las sesiones.
Este corte le permita hablar. Ya no se tena confianza. La
balanza, a la que interrogaba todas las maanas, tampoco
era creble puesto que, pensaba ella, la miraba con sus ojos.
En las sesiones no haba ms que lgrimas, angustia y
splicas: No me deje morir", aun cuando este ruego, en la
transferencia, se dirigiera a otros.
i,e propuse visitar de nuevo a la mdica escolar y pedirle
que la tomara en tratamiento, que ia recibiera una vez por
semana para pesarla, atenderla, ocuparse de ella. Ana
suplicaba proteccin para este cuerpo que escapaba de ella
en el momento en que precisamente se trataba de su sexuali
dad. Era demasiado pronto para interpretar la transfe
rencia, demasiado pronto para que pudiese hablar incluso de
sus padres.
I I t li i t H i i h i d n l i M i | ti | mi 111 ii i mI h i m i j ii i n i i I [ H ' l i i ' l l l ll

C|i ifjl (I IfK I I I I C I M V In JII | IIII) ll I I llkllMlll II '*" 1111(1 fllllll' ll|
n l i j r l o ( I r mu ( i r M r n , H l h i r m i l i o i U t f W i i a , A l t l f t l . 1 1I I l l / . n l I* *111
I--su, Mr rviLn In honpitali/.nuM Lo;* padi cm \mn mu, lanI
mente, a instancias de su hija.
Mucho mas all de un reaseguro, el seguimiento efectuado
por la mdica permiti que Ana hiciese una psicoterapia. El
hecho de que respondiese punto por punto a las preguntas de
la joven, su deseo de no dejarla morir, esto es, de hacer su
trabajo de mdico, permitieron que Ana soportase la situa
cin analtica.
Esta mdica no hizo nunca de analista y nunca le parecie
ron absurdas, desde el punto de vista de la medicina, las
preguntas que Ana le haca. El deseo de saber es la primera
manifestacin de la vida sexual. Esto es io que el paciente
demanda. Las respuestas de la mdica autorizaron a Ana a
formular estas preguntas de otra manera. Tampoco pens
nunca que os problemas de su paciente se limitaran a una
cuestin de kilos a bajar o subir. Supo ocupar su sitio y
contribuy a sacar a Ana del atolladero. Un saber as no se
aprende en los libros.
\ \ A l 'j| IO lll O
il I 111|l MO I oto

Ak)ati<lrM*s un cinco de diez unos afectado por una discapa


ndad motriz cerebral, secuela de un accidente de parto: un
breve percance respiratorio.
Habla mal, camina con mucha dificultad. Sigue de manera
bri liante el primer curso de bachillerato; el que no sigue es su
cuerpo. Su situacin es comparable a la de un virtuoso que
tuviera, como nico instrumento a su disposicin, un piano
roto.
Desde el ao pasado, tras una visita al jefe de neurologa
que lo ve una vez por ao, Alejandro se encierra en su
habitacin, se niega a ir a la escuela, y a continuar las
numerosas actividades de rehabilitacin que debe efectuar
regularmente. Pide que lo dejen en paz: mala suerte!, l
prefiere el silln de ruedas al forcing de los ortopedistas.
Cuando lo veo la primera vez, se muestra oposicionista y
deprimido. Todo lo que puede expresar es la injusticia, la
impotencia, el cansancio al que ha sucumbido actualmente.
Dividido entre rebelin y desesperacin, ya no tiene fuerzas
para luchar.
Me habla de la consulta en el servicio de neurologa:
Estaba lleno de doctores, dice.
Pregunto qu le han dicho. Nada, responde. Adems
intent ver sus ojos, pero no es fcil, no mira.
Interrogo: Les habla quizs a tus padres?
El me responde: No, agrega un papel en el legajo, dijo
mam.
Todos los aos exhiben a Alejandro ante un especialista
que no lo mira. Propongo entonces a los padres llevarlo a un
pediatra de quien conozco su manera de trabajar. Este lo
recibe actualmente cada tres meses, adems de la visita
anual cuyo alcance Alejandro ha aprendido a relativizar. El
pediatra habla a solas con l, traza sobre un gran cuaderno
-me cuenta Alejandro- curvas de cada uno de los progresos,
Ii jiljt'ft lint m / o i i e n ilii h i iH n - ln i i / u h , i lint *mI m i Hi v m mu
i vo|iii |tn Miiitn > i i n i i ' i i h i Kr.........ni I n|< ||n 11 ||i m m ,\|i jlitt
11mt i |i iirn :l<i |U(M: 111on <l <s muy i, Vdrbr Il*Va r ln n i tull ti nn
do hua visita.
No (urdan por (*11>resueltas las preguntas por el plnnLt i
das, pero Alejandro puede hablar del infortunio y do hu
angustia.
Tal vez otro pediatra considerara intil ese trabajo. Este
sabe a importancia que le da el rio. Si n duda, es tambin
un alivio para Alejandro el constatar que, aunque v<>reconoz
ca el sufrimiento de su cuerpo, me sito, contrariamente a
todos los dems integrantes de su entorno, como impotente
para exigir una rehabilitacin.
Pasar por el pediatra fue para Alejandro como restituirle
un cuerpo que le pertenecera, a imagen del precioso cuader
no. En sesin, me hablaba de sus visitas al pediatra y de su
cuaderno. Cuando estaba con el mdico, a veces hablaba de
su anlisis. Saba que ambos, analista y mdico, estbamos
involucrados en cierto modo en el mismo proyecto, con
sistente en proponerle espacios diferentes que l poda utili
zar o no para adn ilustrar su en ermedad e interrogarse por
su deseo. Saba que ios conocamos, que a veces hablbamos
de l sin que nunca (tuvo oportunidad de darse cuenta nada
del contenido de las sesiones se revelase.
Este vnculo era para l tan precioso como las redes que
protegen a los trapecistas; nosotros garantizbamos un
espacio en el que l poda arriesgarse a plantearse una vida
para s mismo. Para ciertos nios cuyo cuerpo est enfermo,
la colaboracin entre su mdico y su psicoanalista es esencial
siempre y cuando los lugares estn claramente definidos, los
roles no sean intercambiables y el secreto de las sesiones y el
respeto por el nio se encuentren siempre en primer plano.
La derivacin al analistaentre terapeutas slo es posible
en el registro de a aceptacin de una diferencia radical y en
el respeto al nio y su familia: no en el de la renuncia a la
medicina.
\ I ii i) I teuli mu lat imhmI Ii t inh <l< j<o *|i I * tu ti i mu lili
|l I l ' i t i t M lili MH 11|11 t lll t | l t l ' l 7 f (>//M (hit tt Un iMIH l t ' I U I I I M h ' i l l l ti
i thl i ii In ) u 11111 (' o < N i lilil i i UMHI U i'l l | i l N | i l l i / l i n i i r | l t o

| | lir MI* III I*111Ui II l 'II l l / j t l 14

Lo que el mdim p(isil) 1itii a la familia es esto paso de


i o itudo" nm respecto a la demanda inicial. Cuando, gracias
i ':>t e trabajo, la pregunta puede formularse de otra manera,
la toma a rargo por el psicoanalista se hace posible. Sin este
t ravorto preliminar* casi siempre estar condenada al fraca
sa. y el analista se convertir en un super-pediatra que
debe curar al enfermo por haber renunciado a ello la
medicina!
Segunda parte

!)E !A PRIMERA ENTREVISTA


A I A CURA PSICOANALTICA
Podra compararse mi posicin a la de un violon
celista que trabaja afanosamente su tcnica y
luego, una vez que ha logrado dominarla y Lonor
ia por adquirida, fuese por fin capaz de hacer
msica.

D.W. WiNNKtn i
I. Xnophon* o la cruz de los nombres 1

Al realizarse nuestro primer encuentro, Xnophon tiene


cuatro aos. Es un nio pequeo, enclenque; parece frgil y
asustado. No habla, elude la mirada, no responde cuando uno
se dirige a l. La maestra del :ardn al que concurre desde
principios de aos seal su conducta al mdico escolar.
En Ja escuela no juega con los otros nios. Aparte de
negarse a cualquier contacto con ellos, se queda inmvil en
un rincn, sin mirarlos siquiera, con la vista clavada en sus
manos, que agita incansablemente ante sus ojos en un
movimiento intermitente, o mirando el cielorrasoy perdido
en una contemplacin inexpresiva. Si un adulto intenta
1 amarlo o invitarlo a participar en alguna actividad, Xno
phon, presa de pnico, se pone a gritar.

* En este caso dejamos el nombre francs, sin reemplazarlo por su


equivalente castellano, por razones que el texto habr de poner en
evidencia. (N. de la TJ
1 Contrariamente a las dems curas expuestas en este libro, la de
Xnophon fue seguida del principio al fin en consulta hospitalaria. Es
raro que estn reunidas las condiciones para permitir un trabajo anal
tico en este tipo de estructura. Debo agradecer al mdico jefe, doctor
Abram Coen, quien autoriz e hizo posible la efectuacin de ese trata
miento.
I I .......... 1 ........................ 1. 11 l l n l i I I V | | m I f'l I H M l l i H l it 11U I I ln OI til I H U I l'l

11 1M | i H r I H M !< (I n i | Mt i I O \ I i m I i i l| fi l - i O u l l H u l l i l C I * -l | I H U | l l l i l I U

iji iniiti'i >|t'iidr \o lo ivciIk) J m r i i r u m o d i c e MI n i a d i v ,


ft i h \ i i t i ? u n a c o l n . i c i n i ' S j d ' i iui i i / a d ; t c u m s l i l u c i o o.
Iv olla quien lo acompaa en esta primera visita. Parece
i orp rend da ante la preocupacin do los mdicos y la escuela.
M F

ti* l;i l o, tluo, es un poco beb, un poco retrasado, sin duda


lo empollaron demasiado las tres hermanas grandes que
jilean cou el como si fuera una mueca, lo visten de nena,
lo consienten; pero l es tan tierno, tan frgil; no puede
hacerle mal que lo mimen un poco.
En casa no habla, slo pronuncia unas pocas palabras
aisladas, apenas comprensibles. Aparte de ello, se niega a
comer, padece bruscos enojos sin razn aparente, tiene
i'norme dificultad para conciliar el sueo; es encoprtico y
oourtico. Seguramente cuando crezca se le pasar, dice la
madre. Kn este momento bastara, concluye, con que se
decidiera a crecer.
Al inal de esta primera sesin pregunto a Xnophon si
quiere quedarse solo conmigo. Sin darle tiempo a manifestar
nada, su madre lo arranca de sus brazos, entre los que se
haba enroscado, lo deposita sobre la silla y sale del consul
torio sin decir palabra.
Xnophon no llora. Queda depositado ah, como totalmen
te ausente. Observo de inmediato que evita mi mirada, lo
cual, a priori, me parece contradecir el diagnstico de autis-
mo propuesto por los mdicos ya consultados, Si e hablo,
pierde la cabeza, se pone a llorar, corre hacia la puerta. En
cuanto me callo, se calma y adopta una mmica inexpresiva.
Intento entonces poner palabras sobre su miedo, instalo
un marco dicindole que no estamos en laescue a, que no voy
; pedirle nada, que l puede tomar los lpices, las hojas, la
pasta de modelar que se encuentran a su disposicin sobre la
mesa, pero que tambin puede no hacer nada, no hablar. Si
osla es su manera de decir, puede hacerlo; aqu no estamos
ni en 'a escuela ni en casa. Xnophon se tranquiliza en el acto,
toma el cenicero que hay sobre la mesa, lo hace girar como un
nH iipn \ t i * p l i i i ' a c u l . i !;t .1 i h i i i i t m i | Hi i ri m h u l i ^ i u I Im
n i il ii |'. r u y r l i UH l o II111 I V l i c o i l i l o b j e t o K l Mi |i < m 10 # 0 H l f t l l ) i i
solu . cstr fondo si ion i Y bim 1u in* : tmu p< i ni.im i ido.ilu
si mis ojos no se hubieran posado sobre las por.is un o
tomadas mientras hablaba su madre Se meocur re entonces
leer en voz alta, un poco como se contara una historia con voz
en off, sin dirigirme directamente a l: Xnophon rs oit
nenito de cuatro aos. Naci despus de tres hermanas
grandes. En la escuela, es como si siempre tuviera miedo. Kn
casa le es difcil dormir, a veces se enoja mucho. Su mam
dice que es un poco la mueca de sus hermanas. Xnophon
deja caer su trompo improvisado y comienza a escucharme
con extremada atencin. Siempre sin dirigirme a l, pregun
to: De qu puede tener tanto miedo este nenito? Desea que
lo ayuden? Aceptara volver7
Muy serio, Xnophon se levanta del silln, viene a tomar
de mi mano el marcador con el que yo haba escrito las notas,
y al pie de la pgina hace una cruz, como una firma, una cruz
de San Andrs.*
A la velocidad del rayo mi mirada se cruza con la suya y
comprendo entonces que Xnophon est, en este instante
fugitivo, totalmente presente.
Con este signo, cuyo sentido iba yo a comprender mucho
ms tarde, arranc su anlisis.
ln las sesiones siguientes lo recibo en un primer tiempo
con su madre y luego solo. Cuando est solo la angustia suele
ser muy fuerte, Xnophon tiende a aislarse, se ausenta. Yo
respeto este sntoma; en sesin no hay que luchar contra l
sino intentar justamente que eso hable del sntoma. Me
entero grad plmente por la madre de cunto miedo tuvieron
sus padres de perderlo. Se negaban a dejarlo y no salan
nunca, temerosos de que le ocurriese algo durante su ausen
cia. No lo confiaban a nadie y lo acostaban en su propia
habitacin para que no le pasara nada durante la noche.
La madre habla de su propia historia en presencia de

* Se le lama as a la que tiene forma de X. [N. de la T-l


XtiMliplllitl Ti I -'* I l l l l f l t -1*' I U I H l a t l i l i l til* MI i M I t l h o N , m M r U | H >
I* l o d o le 11 i l i a i u hi i i H m|i iiiI'Imi Mu l i m ui.iiim MWiyni > i
' ll I 11 - l i l i M U V I NI |H M111* I l i l i I l l l l t |jl itin ( n (*l *M S l l n ivltinim

l u h ...... mi hit tMi a e n i h u n u i l , h a h t i d i c h o el m e d i c o , q u i e n


II* manilo para rl una carta do invalides. Vivo aun hoy en I;i
ni titiiciAii 01 |mn a l izada donde lo colora ron a los doce aos.
pin <. nacerla madre de Xnophon vinieron dos nias
\un hermunilo, el mas pequeo tambin discapacitado. La
madre hal>l;i do este subrayando cierta semejanza entre el v
Xnophon; tampoco l quera crecer, tambin l tuvo que
dejar la escuela.
'uando t abla de su propia madre evoca a una mujer
i
haber tenido hijos: las disputas entre los padres eran fre
cuentes. Tema a su padre, que era severo pero que estaba
casi
siniest ra y cansadora. Ella era la hija mayor y se ocupaba de
todo; recuerda haber sufrido mucho por no haber podido
cuidar a su madre de esa enfermedad que la clavaba en 1.a
cama y de la que los mdicos no conocan ni su origen ni su
I ) *I I M I M* < I H '| Mf l o l\ Ni* I l i l i II til lm li||ii|o li I M ) I t i l Id (||
ilm n I m l i ' i i t o o i'iK iM iim itin

senciay no se manifiesta sino despus, una Vf / q u r esta solo


conmigo, cuando releo las notas como lo hice en la primera
sesin.
Ha conservado la costumbre de puntuar el final de cada
sesin con un signo, signo que pasa a ser dibujo. Comienza
a dibujar y toma ahora una hoja para l, en vez de dejar su
marca sobre la ma.
Sus primeros dibujos son cruces (dibujo n 1) y bosquejos
de hombrecitos, casi siempre pegados unos a otros (dibujo
n112 ), y luego representados por dos antes de soportar formar
uno (dibujo n 3).

Dibujo .'1
I Mil m i * t* ih i IoiIm iti'tit* m ii h u illn . |iorn m i n e n z a .1
m< pi.ii ( m m i n h .11H ( '.., nir mira ti poro m a s y , si l<*
1 0 1 1 1 1 1 1 11

iim.i piiquiln, ..... H\spini<lr ron un m o v i m i e n t o de


cube/n.
|\n I.mmI.u.i ' ton, l,i tnadre narra la dramtica muerte
di mi ln i ma n da mi*or. Llora mucho, dice no haberse
it 1 |n11 .Io nu nc 1de 1a desa paricin de esta i>eb que ella haba
criado \que i ra suya: "Era mi mueca, dice. Muri de un
tumor cerebral cuando lema dos aos y medio. FA mdico
habra dicho que su muerte fue provocada porua cada. La
madre de Xnophon tena entonces trece aos. Piensa que su
hermano mayor, discapacitado, queriendo hacer lo que ella
y ocuparse de la beb, la habra dejado caer. Una inmensa
culpa hizo aun ms imposible el duelo de esa hermanita.
Cuenta cmo quiso morirse ella misma el da de su
entierro, y cunto pensaba en la muerte cuando Xnophon,
su varn tan esperado y deseado, era beb. Adems, en la
fratra de la madre, el nacimiento del ltimo hijovarn muy
esperado despus de tres mujeres-corresponde a la fecha de
la muerte de la hermanita.
Siguiendo a esta sesin, Xnophon dibuja un hombre
cito y tapa su boca con una reja (dibujo n' 4).
'i u pregunto: "No puede hablur?**
X n o p h o n inrespondo p o n lendoso un dodo delante do la
boca, como para indicar respeto a un silencio.
A la dcima sesin concurre el padre, a quien ped ver
desde el primer dia. Se haba excusado siempre alegando
cada vez un impedimento distinto.
El padre est, en efecto, impedido. Impedido de trabajar,
se encuentra desocupado; impedido de hablar, un miedo
pnico le aprieta la garganta; impedido de ser un padre para
Xnophon, a quien no quiso tener. Cuatro hi jos es demasia
do, dijo. Adems, Xnophon est tan pegado a su madre que
el padre no puede ni hablarle ni ocuparse de l. De todas
formas, Xnophon no tiene trato con l: Es evidente que no
me quiere." De este hombre ansioso y deprimido la madre
dir, en otra sesin: Es como si tuviera en casa un hijo ms.
Soy yo quien decide todo, quien hace las cuentas y quien le
da su dinero de bolsillo. Cuando no est bien, bebe. En casa
nunca dice nada. Qu sera de l si yo no estuviese all?*
f -1padre de Xnophon es el tercero de una familia de cuatro
hijos. Describe a su propia madre como una mujer de temple
que diriga todo en la casa. Su padre era tmido y oscuro;
muri cuando el padre de Xnophon tena quince aos. Fue
e momento en que ms hubiera necesitado de l. Antes no
haba tenido tiempo de hablarle, o quizs no haba tenido
valor.
E] padre de Xnophon, pese a las manifestaciones fbicas
que le dificultan la vida, concurrir regularmente a las
sesiones y har un trayecto muy importante, paralelo al de
su hijo. Hablar entre otras cosas del nacimiento de su
hermanito, acontecimiento que l vivi de manera muy
dolorosa, con el sentimiento de que le robaba su lugar de beb
junto a la madre. El nacimiento de Xnophon reaviv su
angustia; y el, que no quera un varn que amenazara una
vez ms con ocupar su lugar (sobre todo un cuarto, lo que no
quera era el cuarto), acab atormentado por una culpa
terrible.
Slo despus de las primeras entrevistas con el padre,
i- 1111 >f i i ii i j ii t'Mt una, Xt Mi opl i on c o m i e n z a n habla t o nmn
lii n i MUMiirrnr, articulando sin hacer ol hu voj. Dibuja
e n l o n c e r t un hombrecito, con la boca siempre enrejada: KI
i h e , d i c e , pero no habla. Son las primeras palabras que
pronunciar en sesin.
Probablemente es este saber inconsciente el que impeda
hablar a Xnophon (dibujo n 5). La boca no debe hablar ni
morder. Xnophon no coma carne y se negaba a masticar o
mascar. No aparece a menudo la fobia como defensa contra
el canibalismo?
Fin la sesin siguiente, dibuja cruces, similares a las que
traz el primer da al pie de mi hoja, pero esta vez dice,
susurrando: Es la cruz de los nombres. Para hacer un
nombre, hace falta una cruz. (dibujo n 6).

Dibujo o ujo 6

Observo entonces que esta cruz aparece dibujada como la


x de Xnophon. Se lo digo, escuchando lo que bien merece el
nombre de poema.
El repite: S, la cruz de los nombres.
Pregunto: De los nombres de quines?
Me responde: De los nombres de los muertos, chitn, no
hay que hablar.
Por qu?
"Porqut no tongo perrito,
un gorrin porque lenru minio.
MI ruido da miedo.
Tengo miedo di* las cruces de los nombres.
Hacen llorar \pleurs\.n
En la sesin siguiente, su madre explica que visita ;i
menudo la tumba de su hermanita muerta y lleva a Xno
phon; hay una cruz; deposita flores \fleurs] sobre la tumba y
a veces llora.
A partir de esta sesin y durante varios meses, Xnophon
se dibujar como una niita muda (dibujo n 7).

D ibujo 7

Le hablo entonces del dolor de su madre al morir la


hermanita, de las flores [fleurs] que llevan a la tumba de la
beb y que l llama llorar |pleurs].
Xnophon dibuja entonces, durante varias sesiones, los
llantos de mam (dibujo n 8), y muy gradualmente co
mienza a vivir en su cuerpo de varoncito. En esta poca
descubre por azar, en sesin, un bibern dentro de una caja
de juguetes; lo llena de inmediato y lo bebe con deleite. Las
diez sesiones siguientes comenzarn con la degustacin del
\iniM loa i]iiitijoH <lr Xrnoplmn incluyen ainnpm una
i ...... i una nina on el in terio r, en ce rrad a, inm vil: al lado,
un chico, peni uiera libre, despegado de ella (dibujo n 11).
D' .'ir ralos na-vos dibujos, no toma ms el bibern en
M'ttiun

Dibujo 11

Se advierte aqu de qu modo el dibujo del nio debe ser


interpretado como el discurso de! adulto; pero, lo mismo que
con los adultos, habr de hacrselo de manera siempre
interrogativa, proponiendo una hiptesis de trabajo y dis
puesto uno a dejarse interpelar, sorprender. )e quien se
aprende es siempre del nio. Hay que desconfiar de los
presupuestos, de los prejuicios, como deca Freud. En sesin,
y particularmente en las interpretaciones, slo podemos
servirnos de lo que el propio paciente, sea adulto o nio, ha
aportado. Frente a los dibujos de nios evitaremos dejarnos
llevar por delirios interpretativos. As como no hay claves de
ios sueos, no hay claves de los dibujos. Tanto si se trata de
sueos como de dibujos, slo corresponde apoyarse en las
asociaciones que nos propone el paciente.
Xnophon sus miedos y progresar.
Se necesitarn seis aos de anlisis para que Xnophon
salga un poco de la angustia que lo paralizaba.
La eclosin de sus fobias le permite al mismo tiempo tener
miedo de algo que puede nombrarse: tiene miedo de ser
devorado, tiene miedo de los animales pequeos porqoe, dice,
hacen el amor. Los dibuja (dibujo n 12). Tiene miedo del

D ibujo 12

aire que respira, tiene miedo de las imgenes que mira, de los
ruidos que oye, de la violencia en todas sus formas, de la
carne que se niega a comer y, sobre todo, sobre todo tiene
miedo del ascensor [Vascenseur] -la sin hermana [la sans
soeur].* Xnophon se dibuja viviendo, dice, en medio de los
miedos (dibujo n 13).

* E n efecto, Vascenseur y la sans soeur son homfonos. [N. de la T.]


i *. ' r . l .. .

D ibujo 13

La multiplicacin de sntomas fbicos permite compren


der hasta qu punto un nio puede llegar a separarse del
mundo y encerrarse en un sistema de defensa autstico, pero
que no es ni autismo ni psicosis.
Xnophon, etiquetado de autista antes del anlisis, habla,
empieza a leer y escribir; no fue internado en ningn estable
cimiento especializado.
A cuntos nios no les quebr la vida este tipo de
diagnstico porque un da un psiquiatra, un mdico o un
psiclogo no pudieron atrapar su mirada? Todo pende de una
mirada, una vida suspendida de la mirada...
La rehabilitacin ortofnica fue esencial para la evolucin
de Xnophon ya que le permiti seguir en la escuela y
dominar poco a poco su miedo a escribir y leer. '1ero se trata
del miedo a escribir, o del miedo a la aparicin de un signo que
sera algo ms que un signo, que ya estara en el camino del
significante? Aqu es seguramente donde se esconde su
miedo.
Paralelamente, y en registros diferentes, el anlisis le
pe iml j o uluia i s u itupombi lidud !r tw i ilm mi n (ti* i o n iii i
elsignificantcdr sunombre,U*permitiKUulment* <p.imr
se de la ni itu, hacer el duelo de rsta y al ni huid tiempo
dirigirse a su padre quien, por su lado, haba bocho un
recorrido suficiente como para dejarse interpelar por su hijo
y finalmente reconocerlo.
Durante los ltimos meses de su anlisis, su madre 1uvo
frecuentes quejas con respecto a Xnophon: se pona difcil,
ya no le obedeca, ya no se dejaba vestir por sus hermanas.
Ella misma se senta triste y deprimida, aunque deca no
saber por qu, y se asombraba de que Xnophon tomara de
golpe tanto entusiasmo por el bricolajea hacer con su padre,
que quisiera imitarlo, le robara la afeitadora y el agua de
colonia, y se anudara las corbatas de ste en el cuello.
La madre de Xnophon hizo en esta poca una tentativa
de suicidio, llamada angustiosa en el momento en que su hijo
comenzaba a vivir por l mismo en un cuerpo de varn y se
arriesgaba por fin a tomar la palabra (dibujo n " 14). Xno
phon dibuja un edificio sin techoaelara-, con el ascensor. En
ese edificio la ge;ite no quiere vivir nunca ms. El hombrecito
ii |.i ii i i ir I m |u ni i >|' ii Ii > potque e n
lilil n u b e (Ir c H lr e llu N ,
i ihil td .... I i i ik*4*h del comienzo de las sesiones, pero,
r i \ < domes!icadaj* parece decir l , y tiles: Esas
i i i u m o i i ci mes de est relias, son necesarias para vivir, no

como con los muertos.


Podemos pensar que Xnophon saba hablar antes del
i unmm/.o del anlisis. Un nio nunca se pone a hablar de
;'<> l p e como lo hizo l. Saba hablar pero no hablaba, igual que
el hombrecito de la boca enrejada que haba dibujado en
sesin. 1ermaneea mudo. Lo cierto es que, para la madre de
Xnophon, la hermanita muerta haba quedado muda para
siempre.
Ella misma lo deca en sesin: esta beb era como su
mueca. Freud habla de las muecas de las nias pequeas
colocadas en el lugar del pene que les falta. La prdida de la
hermanita no habra venido a sumarse a la prdida del pene
para la madre? A la edad de trece aos, edad en que comenz
a menstruar, perdi al beb en el momento en que se volva
capaz de tenerlo. Ms tarde dese un varn, pero sin haber
hecho el duelo de aquella hermanita, falo imaginario. El
nio, lo sabemos, se identifica siempre con lo que ms
interesa a la madre. Xnophon se identific con el objeto que
estaba en la tumba. En consecuencia, no haba ninguna
razn para que hablara. Era mudo como una tumba. Las
repetidas visitas al cementerio, los llantos de la madre, no
hicieron de la cruz un objeto flico, simbolizado e inscripto en
la piedra?
Xnophon vivo acudi al lugar de este objeto, al lugar del
vaco para la madre. Aunque podamos aclarar un poco cierto
nmero de elementos ubicables en su historia por referencia
a lo que deca Lacan del tringulo padre-madre-hijo y luego
del tringulo madre-hijo-falo, de todos modos sigue siendo
una historia sumamente compleja, ya que se articula con la
historia edpica del padre, cuyo propio padre haba muerto
teniendo l mismo quince aos y dejando una madre cuyo
nico objeto de consuelo result ser, tambin aqu, un ltimo
hijo varn.
Por otra parte, la historia de Xnophon est ligada igual
mente a la de su madre. Por qu razn la muerte de aquel I;a
hermanita desencaden semejante cataclismo? En qu
momento de la historia de la madre y de su propio Edipo
aconteci esa muerte? Qu lugar tuvo para ella el hermanito
discapacitado, el nico varn?
Las ms de las veces, ya en los primeros intercambios de
la madre con el beb se impone al pequeo una constatacin:
la madre no es toda de l. Siempre pone inters en otras
cosas, siempre es atrada por otra cosa; se marcha, vuelve.
En este juego de presencia y ausencia, en esta falta en la que
el Falo vendr a instalarse, el nio se construye, imagina,
simboliza. Ella no es toda de l, y l no es todo para ella. En
el desfile del Edipo, el nio se encuentra con el padre,
renuncia a ser el ideal de su madre, acepta la castracin y
hereda un Ideal del yo. Aqu es donde el padre ha cumplido
su papel: no hay Verwerfung (forclusin) y el nio no es
psictico. El Nombre-del-Padre ha formado punto de almo
hadillado, permitiendo la detencin del deslizamiento de
significaciones. Slo cuando el nio deja de estar sujetado al
deseo de la madre puede advenir como sujeto. Este des-
sujetamiento pasa por la ley de padre.
El pequeo Hans es fbico. Por no haber podido desmar
carse:

En el caso del pequeo Hans, hay que convenir en que a


Metfora paterna no oper plenamente. Para que se cumpla,
es necesario que en ese lugar donde el nio encuentra el
deseo de a madre venga a sustituirse el significante de
Nombre del Padre.2

El padre del pequeo Hans no haca la ley a su madre. El


deseo de la madre, Hans lo saba bien, estaba en otra parte.
Para protegerse, l instala esa fobia a los caballos que dan
miedo y dictan su ley.

2 S. Kalad, Repres structurels des nvroses, psychoses et perversio-


ns, revista Esquisses psychanaly tiques, n7, prim avera de 1987, pg. 44.
I I iu tl/'.o de padre I ,li folna i i i h 'H la oeurortt.s
I h un iiIm i |Ui I t.m i, Xrnnplion t irnr la mayor dr tus dillcuI
t tdi t d e s p r e n d e r s e del d e s e o de su madre, para des-
Mi|ri u .e llav padre para l, de todas formas, aunque sea
iraj il I t t o l lia (*s como la vestimenta de la psicosis, lo que
la rejra. lo que la contiene. Si Hans plantea la cuestin del
padre, puede que ese padre venga a interrogar a Freud en
ir punto preciso: Qu es un padre? Lo mismo que el
padre de Xnophon, cuya infancia lo dej lesionado, sin
puntos de referencia, sin identificacin masculina satisfac
toria.1
El padre es el que da, por poco que el nio acepte
renunciar a su madre. No da solamente el no, la prohibi
cin, sino tambin su nombre, que pasa por su mujer y que
sera el significante patronmico presente para el nio. 1)a al
nio, ms all del nombre, la posibilidad de ser un hombre
a su vez. Este es el punto en que el padre de Xnophon se ve,
tambin l, en dificultades.
A propsito del pequeo Hans, Colette Misrahi y Serge
iajlblum precisan: En la respuesta de. padre a Freud hay
que leer una llamada del padre al hijo: de introducirlo a su
ttulo. Si llega al forcing, es porque simblicamente Hans no
es su hijo: es el hijo de la transferencia entre Freud y la
madre, ex analizante de Freud, y el problema de este padre
es introducirse a cualquier precio en un circuito ya formado
y del que l est excluido.4
Podemos tratar de determinar aquello que en el anlisis
de Xnophon se movi lo suficiente como para aflojar un poco
las ataduras que lo tenan prisionero: la separacin entre la
cruz, primera letra de su nombre, y la cruz de piedra, y por
otro lado la palabra del padre, permitieron que Xnophon se
situara de otra manera.

( / J Dor. Le pre et $a fonction en psychanalysex Pars, Point Hors


Ligne, 1989.
' ( 'oletu* M israhi, Serge H ajlblum , Champ phobique: le petit H ans,
revista Tel Quel, verano del 77, nl>70, pg. 65.
Iespuos, v esllies liindamml al, eI padre* remnnci'Mulnlo
como su hijo, dio significacin ni deseo de ln madre I .a frase
del padre: Ahora s que tengo un hijo es sin ninguna duda
del orden de lo simblico, y finalmen te permiti que Vso se
inscriba ms claramente para Xnophon del lado del Nom
bre-del-Padre.
Ahora bien, a pesar de que la metfora paterna no haba
operado verdaderamente, esto no autorizaba a decir que se
tratara de psicosis. No haba en este caso forclusin del
Nombre-del-Padre. El padre tena su lugar en la familia, la
madre nos lo dijo: era un hijo ms; y, a este ttulo, contaba
para Xnophon. Sin embargo, no haca la ley a la madre y su
palabra no era reconocida, como suceda con el pequeo
Hans.
Xnophon puso en el lugar del padre no un caballo sino una
multitud de objetos fbicos que lo hacan cada vez ms
dependiente de las exigencias superyoicas, puesto que casi
todo pasaba a estarle prohibido. Hans era fbico mucho antes
de sus crisis, mucho antes de que ios "caballos de la angustia'
le impidieran salir de la casa. Xnophon era fbico, como lo
mostraban su mutismo y su boca enrejada, mucho antes de
que se instalaran sus objetos fbicos. La instalacin del
objeto prefigura un comienzo de simbolizacin.
La alienacin de Xnophon fue muy anterior a su naci
miento. Este nio vino a tapar el agu-ero, a llenar la falta.
Xnophon pareca ser a la vez el objeto fbico y el objeto
contra fbico de su madre. En eecto, cuando sta vio que
Xnopiion escapaba de ese lugar, hizo una tentativa de
suicidio y en ese momento no quiso iniciar un trabajo para
ella misma.
Subsiste el problema del lugar de las hermanas de Xno
phon. 1or qu la madre reedit aquella historia con l y no
con las hermanas? Adems, la historia se reedit tal vez de
otra manera?
Otras tantas interrogaciones que quedan por supuesto en
suspenso, y a las que nos negamos a responder mediante un
forzamiento terico, siempre perjudicial para el anlisis.
i|.iil'M|ii< con lu l.i icj'ui hIjhJ la clnica im I irnr la fu licin de
iln ii ,ii mmiio nmaicha decir con excesiva frecuencia-la
Inu la I i teai ia, por su lado, si no lo explica todo, sirve para
iilm ar.<* n i la direccin de la cura y no hacer cualquier cosa.
I ara concluir con el caso de Xnophon, un ltimo enigma.
jSu niad re, cuando se realizaban las ltimas sesiones, vino
a anunciar su propia curacin!
Despus de un largo perodo depresivo durante el cual se
produjo la tentativa de suicidio, se cur. Se trataba adems,
segun ella, de una curacin milagrosa: no saba por qu haba
vuelto a deprimirse de un da para el otro, ni por qu de
manera igualmente repentina se senta bien. Por supuesto,
precis -pero como si no tuviese importancia-, haba habido
un cambio, estaba embarazada de nuevo. Su marido no lo
saba, no hubiese querido, se iba a poner furioso, pero ya se
le pasara.
Qu importancia tiene que lo sepa? Ella no se lo va a decir,
salvo quiz cuando se note demasiado, pero entonces ser
demasiado tarde.
En todo el transcurso de esta sesin remarc la semejanza
entre este embarazo y el de la poca en que esperaba a
Xnophon. Todo era igual, nada haba cambiado, todo haba
vuelto al orden.
Lo que vena a decirme con tanta insistencia, pero que
tambin deba entenderse como un desafo, era al mismo
tiempo la prueba, para un analista, de que haba compren
dido perfectamente el trabajo efectuado con su hijo: slo que,
una vez ms, no pudo usar otro recurso que el engao.
I I . A l i c i a
o V I so l n e g ro d e la f o b ia 8

Alicia acababa de cumplir siete aos. Estbamos en septiem


bre. Me la haba derivado el mdico del hospital de da al que
haba entrado dos aos antes, despus de cuat ro de fracaso
escolar en el parvulario.
La madre de Alicia vino a la primera cita a hablar de este
fracaso. De ste y de otro que alter el comienzo de su nuevo
embarazo. Inmvil y sonriente, Alicia escuchaba a su madre
hablar de su desesperacin al descubrir que estaba encinta
de nuevo, a os cuarenta aos. Se hallaba demasiado cansada
como para traer al mundo un cuarto hijo. Se senta a la vez
deprimida por el fracaso de la anticoncepcin y terriblemente
culpable por no querer tener este beb. Alicia continuaba
sonriendo. Sus largos cabellos rubios atados con cintas, sus
inmensos ojos azules y la extraa claridad de su tez, le daban
la apariencia de una mueca de porcelana. Estaba ausente,
indiferente, inquietante en su belleza.
De los primeros meses de su vida, as como de su nacimien
to, la madre no me dijo nada o casi nada; haba olvidado todo.
Recordaba sin embargo un detalle muy preciso: haba conce
bido a Alicia el mismo d a en que le anunciaron el fai lecimien-
to de su propia madre.
Al cumplir los tres meses, Alicia era una beb sin proble
mas, tranquila, silenciosa: no lloraba nunca. Haba que
despertarla para darle sus biberones.
A los nueve meses, despus de una doble otitis, tuvo crisis
convulsivas v fue hospitalizada para un chequeo.
En el hospital, Alicia, de ordinario tan tranquila, pas

5 La historia de Alicia fue reescrta sobre la liase de una comunicacin


del 25 de octubre de 1992, en el congreso de Ales, Les approches
psychothrapiques de Iautisme et des psychoses de fenfant, publicada
en Hommge Francs Tustin, Saint-Andr de Cruzires, ed. Audit,
1993.
IUm-1111i * |imhi'ui t, Ivmlia/. l.i comida, Ileu, frito, sin que
n h| ijiuilh t cilmarU Se puli a los padres que espaciaran
mihvi i u KI ca qtieo fue prolongado por una operacin en
OKI*
<'uiiin l.i conducta de la nia no mejoraba, las visitas
fueron completamente suprimidas.
Alicia dejo el hospital pocos das despus. El E.E.G. haba
vurlto a ser normal, pero ella ya no lo era. Gritaba cuando se
acercaban sus padres, rechazaba los biberones, desviaba la
mirada. Seis semanas ms tarde, hubo que hospitalizarla de
nuevo por una importante prdida de peso acompaada de
deshidratacin.
Al efectuarse esta segunda internacin Alicia tena doce
meses. Ya no lloraba. Y no llorar nunca ms. Beba todos los
biberones y se quedaba horas inmvil. Empez a caminar a
los dos aos y medio y dijo sus primeras palabras, pap y
mam, a los cuatro. A los siete, an no haba adquirido el
control esfinteriano, ni el diurno ni el nocturno.
Mientras su madre me hablaba de su historia, Alicia se
haba sentado y se balanceaba suavemente, dndome la
espalda. Vuelta hacia su madre, le miraba fijo la boca, como
hipnotizada por los movimientos de sus labios.
La madre intervino: Basta, Alicia! No me mires as, me
das miedo.
Sin quitarle la mirada de encima, sin dejar de sonrer y
balancearse, Alicia, con voz mecnica, la interrog: Llue
ve? Llueve?
No, Alicia, no llueve, respondi la madre, irritada; mira
por la ventana, hay sol. Al fin y al cabo es un fastidio: siempre
haces la misma pregunta!
La madre se quej entonces de la insistencia de Alicia,
quien preguntaba veinte veces por da si llova, sin atender
jams a la respuesta. Estas eran prcticamente las nicas
palabras que pronunciaba en esa poca.
Alicia se haba vuelto hacia m como una autmata.
Miraba por la ventana por encima de mi hombro, pero no
pareca ver nada. Segua repitiendo: Llueve? Llueve?
Entum es Ir dijo: Hay sol afuera, pero puede qur rn et
corazn de Alicia llueva? Tal vez Alicia quisiera saber si
llueve tambin en el corazn de su mam?
La mirada de Alicia se cruz con la ma por primera vez:
se arroj sobre la cartera de su madre y, de un salto, vino a
vaciarla violentamente a mis pies; luego corri a echarse
sobre ella, pegando su cabeza contra su vientre.
En la sesin siguiente recib primero al padre y a la madre
en presencia de Alicia, quien permaneci sentada, calma,
indiferente, sin reaccin.
La madre tambin pareca ms serena, y hablaba poco en
presencia de su marido. En esta entrevista dijeron que su
vida era bastante cmoda; se amaban, amaban sus profesio
nes, amaban a los nios en general y a los suyos en particu
lar, con quizs una pequea debilidad por Alicia. En casa
disputaban por besarla, por llevrsela al regazo.
Esta vez hablaban de una historia en la que no habra
existido el sufrimiento, lisa y tranquila como la cara de
Alicia, que escuchaba sin parpadear un relato ordenado
como las cintas de su peinado, como los pliegues del vestidito
rosa desplegado en corola alrededor de la nia-mueca.
Y sin embargo... a veces, Alicia tena crisis espantosas,
gritaba, morda, se golpeaba la frente contra las paredes o el
piso, rompiendo el silencio de la casa. El padre coment:
Estamos acostumbrados, son pequeos caprichos, no es
especialmente malo. Ya no podemos salir, claro, no podemos
planear las mismas vacaciones que todo el mundo, la misma
vida que todo el mundo, pero con comprensin y amor todo se
logra. Somos personas felices; hemos tenido una bella infan
cia, xito profesional y unos hijos maravillosos. on qu
derecho considerarnos desdichados?
Esta pregunta, que apareca como un eco a la interroga
cin de Alicia, L iueve?, ser formulada a menudo en sesin
por el padre durante todos los aos que seguirn.
A! final de esta segunda sesin me quedo sola con Alicia por
primera vez. i arece estar ms inquieta. Sentada en el divn
que ocupaba en presencia de los padres, se balancea mien-
Irn i h'|hIi' vi'i ,i papa .. vn a mam; ver a papa... ver* a
ni.mi i rom o esa:- niiimras muy iir modernas cuya
w banda
finnnra se repite indefinidamente.
! dije "Puedes abrir la puerta e ir a ver a pap y mam
11 i a I,i de esp<*ra; pero aqu, en este despacho, la puerta est
ce? rada, pap y mam no pueden ver a Alicia.
Entonces se apacigua y se echa de un salto sobre el cesto
de iuru tes. Quiere volcarlo como haba hecho con la cartera
de su madre: un ttere cae del cesto y, habindose despren
dido bruscamente la cabeza, rueda por el piso.
Alicia entonces enloquece, se muerde, se golpea la cabeza
contra las paredes, se arroja sobre m, me araa, tira de sus
cabellos y de los mos. Yo tomo fuertemente sus manos en las
mas y le hablo una y otra vez de su pnico, del horror que est
viviendo, de su cuerpo que estalla, del volcn que, en su
cabeza, la hace sufrir tanto. Le digo que la ayudar a
contener su llanto y su pnico as como sostengo sus manos,
la ayudar a comprender... Poco a poco se calma, ambas
salimos agotadas de esta tempestad; ahora bien, en el
momento en que pienso que por fin me escucha, en que creo
que por entre ella y yo ha pasado una palabra y que los
vocablos dados le han permitido reencontrarse, advierto que
no hay nada de esto. Observo que sus ojos se han colgado de
mis labios, que el movimiento de mis labios la acuna, como
ocurra con su madre en la primera sesin. Tentativa deses
perada de fusin, de reparacin de un ttere que ha perdido
su cabeza. Alicia se apacigua, en efecto, no gracias a lo que
le he dicho, como yo esperaba, sino al movimiento de mis
labios, en el que se ha, no reconocido, sino encolado.
Alicia necesitar meses, aos para que los labios digan
palabras que tengan un sentido y no sean nicamente el
tapn de su angustia, como un objeto autstico desencade
nando el xtasis solicitado sin cesar; ese xtasis que justa
mente le era insoportable a la madre.
A la tercera sesin la madre viene sola con Alicia. Habla
otra vez de esa infancia maravillosa que haba sido la suya.
Su historia, contada con desapego, rebosa de la misma
violt n n a q ur r;lt,a niml a , lat s n v n a l Jn.t w . mas, romo i 11
muchas historasele aul i smo. sr trata di* inutM'tr.
Una de sus hermanas, melliza, muri a los seis meses di*
una toxicosis, por falta de cuidados, aclara.
La madre de Alicia tena entonces siete aos, la edad que
tiene hoy su hija. La pequea morir, dijeron en la familia,
y los padres se marcharon dejando a la madre di* Alicia
inclinada sobre la cuna y sin poder apartar la visla de su
herma na enferma. No recordaba lo que sinti en ese momen
to, pero todava estaban frescos las sacudidas y los ojos
revueltos de su hermana en el momento de esa muerte que
ella haba esperado, durante horas, sola y aterrada.
Recordaba que su madre llor y que ella misma haba
sentido celos, pero no pena; era demasiado pequea: "Los
nios no sienten esas cosas, pensaba; en cambio, lo que
sienten -de esto se acordaba- es envidia. Cuando su madre
estaba embarazada de las mellizas, crea q ue iba a dar a luz
un varn. 1*or entonces la ecografa no prevena a las futuras
mamas. El nacimiento de dos bebs de sexo femenino fue una
sorpresa para toda la familia.
Recordaba haber entrado en la habitacin en que su
madre acababa de parir y haber visto sangre, y despus dos
bebs muy feos, en una caja, rodeados de algodn. Dos hijas.
Entonces despreci a sus padres. Cmo se haban dejado
engaar con tanta facilidad? Deban traer un varn del
mercado. Se haban dejado embaucar por un comerciante
deshonesto que en su lugar les haba dado dos nias. Estos
padres no eran nada listos!
Un mes ms tarde, la nia se lleva subrepticiamente una
de las mellizas a casa de la vecina para intentar canjearla por
una vaca. La vecina, divertida, acepta y cuenta la historia a
los padres. Estos fel citan a la nia: "Has tenido una excelen
te idea. No somos muy ricos y con una vaca nuestros asuntos
se arreglaran, pero con tu madre hemos optado por cambiar
te a ti y no a tu hermanita.
Desde ese da se haba resignado a la presencia de la
hermanita, y nunca ms habl del asunto.
itluili ijMt . iIr mm ii la bebe Ir espant la idea de que so
I i |m i I|i i itatijia pui lavara Todava hoy, por la noche, ve
lo ojo:. de l.t ln*i ni m ita en medio de las convulsiones, luego
lo ilr Alicia, y tamblen los ojos de aquel pjaro herido al que
i u ii que rematar, y los del gato de la casa que es epilptico
desde que lo atropell un coche. Es siempre ella la que se
ocupa de los humanos y animales agonizantes; es siempre
para ella la maldita faena. El padre de Alicia suele no estar.
( lertos aos, trabaja en provincias. El ao en que esperaba
a Alicia, justamente, estaba ausente. Slo volvi a trabajar
en Pars despus de las hospitalizaciones de su hija. No vino
a la primera entrevista.
Sola con Alicia en esta tercera sesin, hablo con ella de lo
que hemos odo decir a los padres. Retomo su historia y la de
su madre, dicindole cun difcil tuvo que ser para ella
ayudar a esta mam tan sola y desdichada: se levanta y corre
hacia el interruptor.
Intervengo, dicindole: Hay otros medios de existir; Alicia
no tiene el dominio de todo; el miedo puede irse de otra
manera.
Por primera vez, parece triste; toma de nuevo la canasta
de j uguetes y la vuelca sobre su cabeza. La lluv ia de juguetes
que inunda a Alicia me recuerda su primera pregunta.
Llueven juguetes como llovan en la primera sesin objetos
cados de la cartera de su madre. Alicia, enloquecida, siente
desparramarse su cuerpo al mismo tiempo que los juguetes
se dispersan por el suelo. Se lo digo. Se calma y se aproxima
entonces al escritorio, se apodera de unas hojas blancas,
intenta pegarlas contra la ventana como para obstruirla, va
a pegar otras contra la puerta y luego vuelve a sentarse en
medio de la habitacin, balancendose. Est sentada como
una piedra, sonre. En ese momento suena el telfono y,
aunque yo no lo atiendo, el ruido del contestador, al echar a
andar, la aterroriza. Se levanta bruscamente, se arroja sobre
el telfono, pero al levantarse desgarra su vestido. Otra vez
es presa de una crisis espantosa, se arranca esta falda
rasgada que ya no la protege. Desvestida, Alicia llora.
Autnticas lgrimas corren por sus mejillas. Vuelvo a ha
blarle, pero refirindome esta vez a su historia y a la de sus
padres. Alicia se calma sin tener que apelar, me parece, a
rituales autsticos. Est, sin embargo, muy angustiada, y al
final de la sesin corre hacia la puerta. Yo la detengo para
decirle 'hasta la prxima: Es importante, Alicia, decirse
hasta la prxima. Si los seres humanos podemos separarnos
es porque nos dejamos con palabras y nos reencontramos con
palabras.
Rosine Lfort menciona, a propsito del tratamiento de un
nio psictico, la angustia provocada en estos casos por la
prdida de la vestimenta.

Robert:
Volvamos entonces a la envoltura del cuerpo, el delantal, que
aunque le sea impuesto por el Otro, se le ha hecho a Robert
tan necesario que podramos creer que, si se lo quitan,
m orir; aparentemente, este delantal es una envoltura a n
loga a las envolturas de nacimiento: prim era prdida del
nio. Robert est entonces completamente alienado en el
significante seora y el delantal representa a su Otro; su
prdida es prdida de su Otro. Cuando se disocia este
delantal de su cuerpo, l ya no es seora ; se libera de su
cuerpo el goce que se desencadena en sus crisis terrorficas,
destructivas en la ausencia de O tro/

El comienzo y el fin de las sesiones siguientes marcarn el


momento en que podr establecerse un contacto verdadero
entre Alicia y yo. Encontrar una mirada diferente de su
mirada habitual; podr instalarse un encuadre.
Los primeros seis meses de trabajo con Alicia transcurren
a imagen de estas tres primeras sesiones. Permanece casi
siempre muda, intentando atender a mi presencia lo menos
posible. ^as sesiones en que me parece totalmente estatui-

Rosine Lefort en colab. con Robert Lefort, Les structures de la


psychose. Uenfant au loup et te Prsident, Pars, Seuil, col. Le champ
reudien, 1988, pg. 632.
0 I ii h i , t1 i it n i i <i m I 'i n |m i i . t i l r n <Ir v 10 Ir n o n <|iii * y o n o
aiimpi r conngo u p u c i g u u r .
Al Hnal del primor nm, Alicii empieza a calmarse. A
Im t .1 <Ir hablarlo, do poner palabras en sus miedos, de
ii 11.( 111,11 contomm 'so cuerpo q ue se derrama por el consu 1to
no haciendo permanente referencia a lo que ha vivido, sus
en i de a n;';ust ia se toman menos frecuentes, menos siste
mticas.
1one especial esmero en verificar que la puerta est bien
((arada, pero, una vez cumplido este ritual, parece ms
t ranquila. Es en esta poca cuando comienza a decir algunas
palabras.
En el transcurso del segundo ao Alicia acepta lentamente
entrar en contacto conmigo. En los momentos en que su
terror ha menguado, me habla furtivamente. Ya 10 se trata
del discurso de la loca -palabras incomprensibles arrojadas
con gritos a la manera de otro lenguaje-, ni del discurso
estereotipado de una Alicia robotizada, sino de un discurso
diferente: se arriesga de veras a decir, mirndome a los ojos;
se arriesga tambin a or lo que yo le digo de ella y de su
historia. Es como si un mundo en el que las ideas pudieran
existir comenzara a suplantar lentamente a aquel en que
todo debe pasar por el cuerpo.
Ahora, al final de cada sesin, Alicia repite, con serenidad:
Hasta la prxima, Mathelin, Alicia vuelve." Cuando un
ruido exterior al consultorio perturba la sesin, cuando
accidentalmente cae un cajn haciendo un tremendo estr
pito, cuando un golpe de viento abre violentamente la venta
na mal cerrada, Alicia ya no se muerde, ya no grita, se sienta
en el suelo, se toma el abdomen con ambas manos y dice,
llorando:Mueve. A Alicia le duele la panzao Alicia miedo.
Al comenzar el tercer ao, puede empezar a dibujar
(dibujo n 1). Nunca habr garabatos, dibujar directamente
formas; formas sin ojos, explica.
Al paso de las sesiones aparece un hombrecito con un
cuerpo, brazos y piernas.
En el cuarto ao, los personajes tienen una boca y, lo
f

Dibujo 1 Dibujo 2

mismo que ella, comienzan a poder hablar de verdad {dibu


jo n 2 ).
Durante este tiempo, fuera de las sesiones, Alicia hace
grandes progresos en su socializacin. Todo el esfuerzo de los
padres, al verla menos angustiada, se traslada al aprendiza
je. Pero ella no puede aprender nada como no sea en forma
de adiestramiento, mientras no tenga el sentimiento de
existir por s misma. El resultado es que Alicia habla cada vez
mejor, utilizando ms vocabulario. Ciertos das, cuando
habla as en mi consultorio, me hace pensar en el mueco de
un ventrlocuo.
Aparece entonces una Alicia que adquiere el control esfin-
teriano, que ya no come con las manos y que dibuja hombre
citos y casas sin alma, totalmente estereotipados, exacta
mente como el modelo que le han propuesto. La escuela se
asombra de sus progresos. Pero Alicia est tan ausente de
estos dibujos como lo estaba en su silencio de antao.
En sesin, tengo que luchar ahora para que la Alicia
adiestrada no le impida existir, para que las palabras del
grabador no tapen su propia palabra.
Imi \ Vlli'i i ni I ic iu ' mir< lo" pero n sus ojos, que ya no son
* 1

lili Hpn 1 " i(jue leyndosete! horror* Stt adaptacin" le


torvo lodavia til- maniobra autstica.
\i como h. i\ n rila dos tipos de discursos, hace en sesin
! ' tipo dtadibujos: u tos estereotipados y mudos, losquele
iismaron a hacer, aquellos sobre los que trabajamos. A los
primeros los ponernos aparte. Alicia ha decidido que son para
papa v mam. Losot ros se quedan en el consultorio. Son para
Alicia. Estos, casi siempre, son informes y aterradores.
Un da dibuja una especie de rectngulo. "Es una ca:a,
dice, una caja con un lobo adentro. Al lado de la caja dibuja
un cuerpo extrao en movimiento, y aclara: Esta es Alicia.
El lobo tiene mucho miedo (dibujo n 3). Por supuesto, ni
siquiera el lobo est a la altura. Nada puede dar ms miedo
que el cuerpo de Alicia.
En este perodo del anlisis el gato epilptico de la casa
muere ay udado por la madre, quien me explica que haba que
poner fin a su sufrimiento. Alicia pasa por nuevas crisis de
angustia en las que parece remedar crisis de epilepsia. La

D ibujo 3
m a d r e , a t e r r a d a , se sien le
culpable de haber anulado brus
camente todos los progresos de su hija.
Hablo con ella, en presencia de Alicia, de estas repeticiones
dramticas, del peso de la muerte en su historia, de la
hermanita, de las crisis de Alicia, del pjaro y del gato.
En este momento, Alicia, que dibuja cada vez ms en
sesin, parece iniciar una tentativa de construccin de ob
jeto.
En efecto, se pone a dibujar unos gatos monstruosos que
la asustan; la asustan tanto que despus de cada dibujo debe
quedarse unos minutos bajo la mesa para no ver al gato
(d i b u j o n 4 ) .

f*

D ibujo 4

Paralelamente, los padres hacen notar que se ha desper


tado en ella una fobia a los gatos. Estos gatos, aclara, se
llaman Alicia1. Ella se identifica con el gato muerto como su
madre se haba identificado, en una problemtica edpica,
con lo que entonces le pareci ser lo ms importante para su
propia madre: la hermanita muerta; con el agujero, como
dice ella; agujero en el cual tambin hubiera querido per
derse.
Sexto ao: Alicia no puede tocar la pasta de modelar, no se
interesa (>or losjuguei.es, pero dibuja y cuenta la historia de!
dibujo. Un personaje pasa a primer plano {dibujo n" 5): el
mueco de nieve , asexuado, ni nia ni varn, frgil y sin
consistencia, que resbala entre los dedos como el agua de que
est hecho. iJuede cambiar de forma segn que se haya
derretido o no. Este personaje expresa cabalmente el senti
miento de fragilidad, de desvanecimiento de un cuerpo que,
en cuanto toma forma, corre peligro de desapa recer al sol. Su
interior es idntico a su exterior, i)revio quizs a los antas-
mas de cuerpo fragmentado, parece representar con exacti
tud la sensacin que Alicia siente de s misma.
Si el sol entra en el despacho, ella pide cerrar las cortinas
antes de dibujar.
Cualquiera sea la forma del mueco de nieve, reducido
inel uso al estado de copo de agua, Alicia le dibuja siempre dos
ojos; dos agujeros que pinta de negro, Son los ojos, dice, los
que dan miedo, no el mueco.'
Alicia comenta los ojos del mueco de nieve: Estn
adentro de la cabeza.
Yo pregunto: En la cabeza de Alicia?
Ella me responde: Los ojos de pap y mam estn en la
cabeza de Alicia.
D ibujo 6

A partir de este momento Alicia me preguntar por la


transparencia de su cabeza, de sus pensamientos, de su
cuerpo, y evocar con extremada angustia el mueco que
habla dentro de su cabeza. Proyectada sobre el mueco de
nieve, la mirada todopoderosa parece apartarse un poco
de ella.
Los padres sealan entonces que empieza a asustarse con
los perros. Este miedo a los perros es espantoso: ella, que
nunca tema ms que a s misma, corre peligro de ser
atropellada en la calle si ve un perro en la acera. Slo tiene
miedo, aclaran, a los perros pequeos.
Al mismo tiempo que aparece esta fobia, el lobo vuelve a
las sesiones; esta vez el que da miedo es un lobo. Un lobo
impresionante frente a una Alicia de cuerpo de ameba
{dibujo n 6).
Un da en que dibuja un perro-lobo {dibujo n 7), me
explica: Es la historia del lobo lo que da miedo a Alicia,
porque le tena miedo al perro. Se parece.
Yo pregunto: Se parece a quin?
Se parece a se parece. Cuando Alicia le tiene miedo al
perro, no le tiene miedo al gato y no est ms enferma.
Nos explica aqu de qu modo su fobia a los gatos se ha
desplazado sobre los perros. En efecto, se ha curado efectiva
mente de su miedo a los gatos, y en la calle slo tiene miedo
a los perros cuyo tamao es aproximadamente el de un
gato! Los perros grandes la dejan indiferente, slo los peque
os pueden ser estrangulados.
A partir de este da trazar en cada uno de sus dibujos un
crculo pintado de negro; como un agujero negro: reedicin
del ojo del mueco de nieve, destello de vaco en la parte
superior del dibujo. Esto es lo que le permite dibujar. Es, dice
ella, lo que da miedo como el ojo del perro o del mosquito que
ve por todas partes. Ese agujero es un no se sabe. Ella
dibuja lo que no puede decir, el agujero negro, no-yo, los
monstruos devoradores, no dominables y que son pura
mirada, como los monigotes que hablan en su cabeza y que
ahora ella puede poner en el dibujo.
Alicia, una vez instalado el agujero negro, rodeado por ese
crculo que ella deja sobre el papel, se siente capaz de dibujar
(dibujo n 8).
Ahora uno sabe de qu tiene miedo: el miedo est
circunscripto, el mecanismo fbico parece aportar a Alicia la
posibilidad de existir. Aprende a leer y a escribir con sus
padres, pero para ella el dibujo de la palabra es ms impor
tante que el sentido. Slo cuenta el contorno.
H* '

JT
<' \
m 11 U 1 '

D ibujo 8

Lo mismo que el agujero negro, sus personajes estn


circunscriptos por vestimentas tranquilizadoras, continen
tes sin contenido que circunscriben el horror indecible del
cuerpo.
Cuando pregunto a Alicia: Quin es?, me contesta: es
una falda" o es un vestido, es un abrigo. Los hombrecitos
pasarn a ser personajes ms tarde, pero el agujero negro
seguir siempre ah, como para hacer posible el dibujo. Ahora
se ha convertido en un sol negro, arriba y a la izquierda de
la hoja, un sol negro que asusta y vela al mismo tiempo por
los persona es del dibujo (dibujo n 9).
Como muchos autistas, Alicia era objeto de horror para
ella misma. Ms exactamente, no era fbica de s misma lo
cual en su caso no querra decir demasiado-, sino que tena
fobia a su propio cuerpo.
El horror del cuerpo del nio sirve en el autismo para
mantener a distancia a la madre? (: es el relejo de la
horrenda desesperacin de la madre a quien su hijo no le
evoca nada? El reflejo de la imposible fantasa" a que aluda
Bion, el vrtigo de una madre que no puede imaginar a su li
jo. Quin pasa a ser el objeto fbico de quin? El dibujo n 10
a test ijim lo que significa para Alicia el vinculo madre lui<>
un ombligo que se sostiene de un cabello, manos soldad as, <I
rostro del nio no tiene imagen, es tan slo vacio, ausencia
En el momentoen que su madre experimenta una conmo
cin subjetiva, Alicia puede proyectar el horror sobre un
objeto exterior a ella, el lobo, el mueco de nieve, el sol negro,
en el momento en que su madre comienza a mirar a otra parte
de manera diferente.
Jacques Lacan, en el seminario De un Otro al otro,7
habla de la fobia en los siguientes trminos:
Lo que podemos ver a nivel de la fobia no es de nin g n modo
algo propio de una entidad clnica, sino en cierto modo una
placa giratoria... No se trata de algo aislable desde el punto
de vista clnico, sino ms bien de una figura clnicamente
ilustrada de m anera sin duda elocuente, pero en contextos
infinitam ente diversos.

Podemos pensar que Alicia sali del autismo gracias a esa


placa giratoria que es la fobia o, para decirlo mejor, gracias
a la construccin de un objeto fbico, verdadera boya de
salvataje para esta nia aterrorizada. Se encuentra enfren
tada entonces con la constitucin del objeto, objeto que hasta
ese momento se haba confundido con ella; Alicia era el
objeto tapn que mencionaba Francs Tustin:
En ciertas circunstancias una madre puede utilizar incons
cientemente a su beb como un objeto inanim ado ella llam a
esto ni to-tapn- para colmar el agujero de su viudez y de su
soledad. Segn mi experiencia, este tipo de madres carecen
de confianza en s mismas y/o se encuentran desorientadas
y/o experimentan un sentimiento de privacin y/o se sienten
deprimidas o incluso han podido experimentar un golpe, una
tragedia o un duelo en la poca del nacimiento del nio.8

7J. Lacan, uDe un Otro al otro, seminario indito, 1968-1969, notas


personales.
HF. Tustin, Vues nouvelles sur lautisme psychogntique', I.J.P ,,
vol. 72, parte 4,1991, pgs. 585-591, traducido por D. Houzel, ed. Audit,
1992, pg. 8.
Kl iiiiiti auti la viene, como lo explica Alain Vanier, a
i iimi * i) lautnotojeto, la angustia de la madre:

I 'urde ocurrir que el nio sature esa hiancia. En el autismo,


rl objeto obtura totalmente, no est tomado en ningn
n iblante: l es el objeto que completa el fantasma del otro
y ron el cual el sujeto puede identificarse.-1

( Tena Alicia la opcin de ser otra cosa que esta bella


mueca-'
En La Comtesse de Segur ou la mere mdecin, Colette
M is ra h i muestra con toda precisin la angustia de Sophie
trente a su mueca inanimada:

Sophie capta a travs de la mueca la diferencia que separa


lo inerte de lo animado, la m aquinaria de la vida. Aqu est
la fuente de las tonteras que pudo concebir respecto de ese
ser enigmtico y ambiguo: bajo los repetidos asaltos de las
brutalidades de Sophie, la mueca permanece muda. No
habra, en el silencio de la mueca, escondite de goce?10

No era Alicia un ser enigmtico y ambiguo para su


madre? Una nia-fetiche? La perversin tambin hubiera
podido ser para ella una puerta de salida, i ero para esta nia
slo existan el miedo y la ausencia. Este vaco la preservaba
dla desesperacin: cuanto menos miedo tuviera, ms capaz
sera de sentir tristeza,11 Su historia, la de su madre y la

11 A. Vanier, Autisme el thone", Hommage Francs Tustin, ed.


Audit, pg. 33.
1,11' Misrahi, La Comtesse de Segur ou. La mere mdecin, Pars, Denol,
col. Lespace analytique, 1991, pgs. 50*51.
Adrin, un chiquillo autista de ocho aos, me confes, despus de
siete aos de anlisis:
\tirmn Kstoy triste por hacer progresos.
( ' M lor qu te entristece?
\dnn: ( 'uatulo lnugo progresos, caigo.
C,M, i Caes ?
lo, haba tocado sus odos), le impidieron entender el sent ido
de las palabras, construirse un mundo interior hecho de otra
cosa que de muerte, dolor y caos.
Jacques Lacan seal, a propsito del caso de Robert
presentado por Rosine Lefort, la importancia de la nica
palabra que el nio utilizaba: el lobo haca de l otra cosa
que un salvaje. Este lobo inscriba en el orden simblico un
nodulo de llamada:

Percibimos encarnada, en este caso privilegiado, esta fun


cin del lenguaje, la palpamos en su forma ms reducida,
reducida a una palabra -cuyo sentido y alcance para el nio
ni siquiera somos capaces de definir -pero que, sin embargo,
lo enlaza a la comunidad humana.1"

Alrededor de este pivote de lenguaje pasaba para Robert


el embrin de una ley.
El nico vnculo que ligaba a Alicia con el mundo v la
significaba por entero, resida en su incansable pregunta:
Llueve?" (// pleut? 1. Llora" \l picure 1, dicen los nios
cuando cae la lluvia. Llova Alicia, nia que se vaciaba, se
derramaba. Llova una multitud de objetos de su cuerpo y de
la cartera de su madre, pero hasta all ninguno le haba
permitido construirse, ninguno era verdaderamente Otro.
Esos objetos no eran ms que otros que no le daban siquiera
la posibilidad de llorar. C uando el padre no se inscribe en el
lugar del (){ ro, cuando nada puede pasar por la madre, y el
Nombre-del-ladre queda forcluido, la ley edpica no puede
hacerse or al nio:

Adrin: Si, caigo enamorado. Las personas hacen desdichado al que


las quiere, yo no quiero hacer llorar a mam.
[ftn la traduccin se pierde un juego de palabras fundamental en la
secuencia. Kn efecto, enamorarse" se dice, en francs, tomber amoureux\
literalmente: caer enamorado. N. de la T.]
14J. Lacan, Le Srninaire, livre I, Les crits techniques de Freud (1953
1954), Pars, Seuil, 1975, pg. 119.
Dibujo 1

La fusin con la madre y luego el autism o ocasionan igual


mente la falta de influencia del padre. As pues, [estos nios]
no hacen la experiencia de compartir su madre con el padre.
Por lo tanto, su omnipotencia rebelde no su l'e ningn
menoscabo. Bajo su apariencia pasiva, los nios autistas son
sumamente voluntarios y tirnicos.13

Constituirse un objeto fbico fue para Alicia una tentativa


de dramatizacin edpica, un ensayo de triangulacin. Lo
mismo que con cualquier objeto fbico, haba que poner este
objeto en el lugar del padre; pero no fue ms que un intento.
Hay finalmente sol para Alicia, pero es negro. Es negro,
pero hay un sol. Esta es la trampa en la que lia quedado
apresada (dibujo n 11).
Alicia no es neurtica ni perversa. Su estructura fue y
sigue siendo la psicosis.

|:' F 1ustin, ' Yurs nouvelles sur lautisme psychogntique ,


vol 72. 11)91, pgs. 583-591, trad. franc., ed. Audit, pg. S.
Sin duda, no haba ningn padre en la cartera vaciada rn
sesin.
El trabajo con Xnophon muestra cmo para l se plantea*
ba de otro modo la cuestin de la construccin del objeto.
A los siete aos no hablaba; gritaba todo el da, evitaba,
aterrado, la mirada y el contacto fsico. El cuadro clnico
condujo a los psiquiatras consultados a emitir ui diagnstico
de autismo.
Pero si retomamos el iiio de las sesiones est claro que
Xnophon se hallaba mucho ms presente que Alicia; tan
presente que se vea obligado a huir todo el tiempo. No
hablaba, pero ya dibujaba. Su nico medio de expresin no
era su cuerpo. No se morda ni se mutilaba. En el momento
de sus crisis de angustia se esconda bajo los muebles; para
huir de otro -que por lo tanto ya estaba ah-, para 1uir de una
mirada que exista en el exterior, y no, como en el caso de
Alicia, en el interior de su cuerpo. Cuando empez a hablar,
aunque lo hiciese susurrando por temor a ser odo, ya
formaba frases. Las palabras estaban ah y tenan un
sentido. Xnophon tena miedo de todo, pero su cuerpo no era
un objeto fbico. El objeto fbico ya era exterior a l.
Ciertos fbicos tienen, como seala Francs Tustin, un
caparazn autstico, pero el objeto est constituido; tienen
acceso a la palabra, acceso al padre. No fue ste el caso de
Alicia.
Al concluir la exposicin del caso de Robert, Rosine Lefort
se interroga;

No puedo decir si mi deseo abord en los confines del Otro de


la Ley para Robert. Para ser rigurosos, s; pero sigue abierto
el problema de la transmisin de este deseo al psictico y de
la prueba de la reductibilidad de la forclusin del Nombre-
del-Padre. Lacan no pensaba-nosotros tampoco- que fuese
posible (lo cual no le impeda afirmar sin reservas la urgencia
de tornar psicticos en anlisis) ), al menos iRobert) escap
a su destino manicomial (...). Nuestra experiencia nos ha
mostrado que a ciertos psicticos adultos el anlisis poda
evitarles la solucin de la reconstruccin delirante del mun-
llil MI i ......... Mi ti l (I I t i p i 11i 11 i l< III l n n IJ (11 11HI M i l i Mil * M |M

j||* * l I ........i iHHMh I l l i l t ' f I I Mi i ii H l 11* i I M I M M l M l r II* NU i Ml*l |H 11

iin\ Alj i i t mui Miiir unos. huvce cus i adoptada vi


mundo, ha renunciado al autismo. La vida con los dems
i posible, su conducta le permite iniciar un aprendizaje
profesional. Pero solo despus de doce aos de anlisis me
(lijo, una maana en la que estaba realmente triste, ella que
no conoca la tristeza:
"Alicia no te quiere, Mathelin. Tu la hiciste demasiado
miel i/,. Ahora, Alicia no podr ser nunca ms como antes.

III. Jeremas
o el teatro del payaso

Conoc a Jeremas ese verano, en a violencia.


Esperaba en mi consultorio a un nio que deba venir por
primera vez, cuando el portero del edificio lleg sin aliento
hasta mi puerta para pedirme que interviniera urgentemen
te. Un chico loco gritaba en el patio amenazando a todo el
mundo y rompiendo los vidrios del vestbulo. El guardin
intent dominarlo, pero recibi unas patadas en los tobillos
que lo dejaron lastimado. La madre gritaba que tena cita
conmigo. Si yo no acuda de inmediato, el guardin 1lamara
a la polica. Francamente, me dijo, la otra noche una mujer
gritando en la escalera, despus aquel hombre golpeando
todas las puertas y ahora un chico que lo rompe todo. Un
psicoanalista en un edificio es como si hubiera entrado el
demonio en la casa! Ocpese usted, pero vaya sola, yo no
vuelvo ms!

! Rosine Lefort, en colab. con Robert Lefort, Les structures de la


psychose, op. a i., pgs. 643-644.
I >r|i [ MH' H, lili O l l M I t l o f |o V Ull M o llt |il ((Ulli t i l Mi tlll

demonio,
K r . t .1 lt o ) M i .1 h i i m x 1i o , i n n : i . ( JOS ; i / u I r . i n n i f j i ,IH 1* m < t . i
aterrorizado y espantosamente Infeliz Rom pin los vi* lim: <Ir
ls puertas de entrada, alterando con sus gritos el orden
burgus del tranquilo edificio. A su lado, silenciosa, la niadft
lloraba. Desde sus balcones, los vecinos comentaban la
escena.
Me acerco a l e intento hablarle. Le digo mi nombre, lo
explico que tiene cita conmigo, que no quiero impedirle su
furia, pero que estaremos mejor en mi despacho para hablar
de l; lo que viene a decirme no le incumbe a nadie. Para mi
gran sorpresa, acepta seguirme, aunque sin dejar por ello de
gritar. En el umbral, su madre me explica que grita as
despus de haber visto, en la estacin, a un histrin escupien
do fuego. Siempre -aclara- le tuvo un miedo terrible al
fuego, a las tormentas y a los fuegos artificiales.
Lo llevo a mi despacho mientras l repite sin cesar: Tengo
miedo de seor que escupe la luz.
Cierro la puerta y procuro calmarlo. Le hablo: El seor no
puede entrar. No se lo puede ver, no se ve la luz. Corro las
cortinas, el sol que inundaba la habitacin esa tarde de julio
se tamiza; la penumbra parece tranquilizar a Jeremas.
Poco a poco se apacigua. Algunos sollozos sacuden todava
su pecho, pero los ojos estn secos. Ya no grita.
Intento deci re entonces deque modo las circunstancias de
nuestro encuentro hacen queyo no sepa nada de su historia.
No he tenido tiempo de recibir a su madre ni de intentar
comprender otra cosa como no fuese su pnico, y de procurar
contener el mo; sin olvidar la llamada a a Patrulla, a la que
vecinos bien intencionados haban dado aviso, para conven
cerlos de que no vinieran.
Jeremas me mira con asombro, sus ojos azules parecen
transparentes.
Qu curioso encuentro, Jeremas!
p]l se echa a rer y se dirige al escritorio para tomar
marcadores y papel.
Ivijm'im 1111 il t i o , V o y ii t l r e i r l * i*l f u c li ; o "
l ' m n i t l I 11 )t /. 'M mu m a n o \ ' < p o n * ' a l l m a i ni i a \<'/ ' No.
no
n o ,jI* ii <
r i m a n n o pititlu(lll)i||tn M r I h u d r r l li|M/ i a z l n l u ,
h. l/.lu 1
11

1\
rom"
piii -I Iapi/ dr sus manos y le pregunto qu quiere que
di m jr.
Krr ;ii!1i primera vez que un nio me propona dibujar por l,
I\
prrn rn rl llanto dr Jeremas comprend que era preciso que
la rosa pasase por m, que en este momento a l le resultaba
imposible. No se trataba de dibujar en su lugar, sino de
dr jarlo servirse de mis dibujos. Su angustia era demasiado
grande, yo no poda hacer otra cosa que seguirlo.
Dibuja una casa sin techo, y un monigote, hazlo t.
Sorprendida por la extraa formulacin, dibu jo una casa
sin techo. Jeremas parece satisfecho y comenta el dibujo: El
monigote se haba perdido. No encontraba su casa porque
haba tenido un accidente. Est con una avera, su coche se
tir al agua. En el agua hay un payaso. El payaso rea. Tiene
una nariz roja. Buuum!, se dio. Cay en el charco. Est
muerto, va mal. Hay hielo encima de l. Hubo demasiados
accidentes, tuvieron accidentes antes de l y ahora ya no
puede arreglrselas. Est listo. El coche de i accidente hizo
pluf, la luz, el fuego, el humo.
Jeremas alza la cabeza hacia m y vuelve a gritar: No te
pongas los anteojos, qutatelos, qutatelos! Me los quito.
Ahi est! Te he dicho payaso; ahora me voy. Es todo,
Slo despus de muchas sesiones ms me di cuenta de que
efectivamente todo se bailaba en esa primera entrevista.
Pero ese da no comprend nada, con excepcin del miedo de
Jeremas! Se lo di je, y le pregunt si quera que recibiera a
su madre. No, no, mam no, no quiero que lo mire! Se pone
como loco. Ella no lo mira, no. no!"
! l ubiese sido fcil, sin embargo, hacer entrar a la madre,
pero me pareci que recibirla era comprometer el trabajo con
Jeremas.
Quieres volver, para que juntos procuremos entender la
historia del monigote y del payaso?
"S(, rvMjmnciu JiarniUirt, volvcio,'*
Al tfnll ilrl p;isji 11!11< i i I m i n '(lili
<
detiene, subyugado. Mira a mi payaso". Muy excitado. m
pone a dar salios, ne, agita las manos ante sus ojos ltin/audi *
gritos estridentes. Mralo, mralo. Al ornos, la madre deja
la sala de espera y sorprende la escena. Jeremas queda
petrificado. T no, t no." Se tira al suelo, le da patadas,
vuelve a gritar.
No, no, no empieces como recin, suplica la madre.
El se levanta, abre la puerta de entrada y empuja violen
tamente a su madre. Ella grita por encima del estrpito:
Dio usted otra entrevista?
S, he dado otra entrevista. Jeremas se marcha, llevndo
se con l a su madre y su payaso. La puerta se cierra tras ellos
y yo me quedo estupefacta, desconcertada, no habiendo
comprendido nada de cuanto acababa de suceder.
('uando vuelve para la segunda sesin, llega en calma
hasta mi puerta.
Su madre se muestra francamente aliviada por entrar sin
que Jeremas cause dificultades en la sala de espera.
Jeremas entra en el consultorio: Qutate los anteojos.
Dibujas t." Me pide de nuevo una casa sin techo y un
monigote, explicando:
"El monigote est perdido en el hielo [,T/ace|.:i Los coches
estn en el hielo, como el vidrio \glace] de los anteojos; ya no
pueden salir. Mira mis pies!" (Mi escritorio es de vidrio
[u<?m?|, Jeremas ve sus pies bajo el escritorio). Mira, ellos
tambin estn presos en el hielo \glace\. El monigote est
perdido, no tiene casa, no habla. El payaso lo ha lanzado al
hielo. Unos enormes ojos lo miran.

: Se suceden de aqu en ms varios empleos del trmino francsglace,


i]uo la traduccin no puede verter sino en sus diferentes correspondencias
castellanas; aun cuando en cada caso insertemos el trminos original
entre corchetes, el lector deber atender a que en el discurso de Jeremas.
glacr aparece nombrando sentidos diversos, como "hielo, vidrio, pero
tambin en juego sinonmico con espejo, mencionado oportunamente
como miroir. IN. de la T,]
Ki lifi i iilmii i i iuin i)ni(Li a la v rn u in a y pnin a
H
inhttrju ii'itn Iih OMtiiiKiN, t|iH* im mireni
Y...... rro la co rtin a s y le p r< unto quin no debe mirar. El
n cont? la susurrando, por miedo a ser odo:
"Los ojos de la araa. Son grandes como montaas. Viene
mi la nuche, esta envenenada, gorda como un hombre.'
( ontinn: Ya ves, fue el payaso el que lanz al monigote
il hielo para vengarse.
Yo pregunto: Quin es el monigote?
Es el otro alguien. Prosigue: El payaso est en el agua,
n el hielo de las palabras, sin poder moverse, sin hablar; no
.iene derecho a salir.
C.M.\ El hielo de las palabras, es como una prisin de
jalabras?
: S. Tendra que vivir en el pas llamado palabra. Pero
ill no puede hablar, est listo. Bueno, volver. Y mam?
( \M.: Esta en la sala de espera: la vez pasada no quisiste
jue hablase con ella.
*/. : No quiero que venga.
Vuelve hacia el escritorio y da vuelta el dibujo ponindolo
le cara contra la mesa. Le digo que quizas no quiere que ella
ea lo que sucede en el despacho o que oiga lo que decimos.
El hace seas afirmativas con la cabeza. Entonces le propon
go que vayamos a buscarla a la sala de espera. Contentsimo,
/iene hacia m, me lleva a la puerta y pone mi mano en el
picaporte.
Una vez en la sala de espera, se apoltrona en su asiento y
{Ueda absorbido por un libro. Durante toda la entrevista no
levantar la cabeza ni una sola vez.
La madre cuenta.
Jeremas tiene ocho aos; esta en C.E. 1 de una escuela
privada de orientacin Montessori, pero, segn los profeso
res, no tiene nivel de C.P.
Perturba la clase con su comportamiento inquieto y agre
sivo. Se hace e! payaso todo el tiempo, re sin motivo,
gesticula en todas direcciones agitando brazos y piernas
como un pelele desarticulado.
HC*11''i r u |n| niiiM, m u i stein |n i* H< m r | i i n |*ih i ii q un <n
ltM m i iv ulndes y tampoco quu re dilu), o 1 * 111
l.m <i l l.i
escuela croe que no podr segim recibindolo,
Tiene un miedo pnico a la luz y al fuego. A los dos aftOS lur
etiquetado de autista y luego como habl rpidamente- d e
psictico, a causa de todas sus manas, de esa manera qm*
tiene de mover las manos, de gritar sin razn, de decir que
tiene miedo todo el tiempo. No contesta cuando se le pregun
ta, reacciona de cualquier modo a las personas y cosas sin que
se entienda por qu.
Tiene miedo y da miedo a los adultos, que no osan quitarle
la vista de encima e intentan vanamente calmarlo, tranqui
1izarlo o simplemente convencerlo de que pare de gritar.
La madre de Jeremas se analiza desde hace dos aos. Me
explica que hoy es consciente de la difcil situacin en que
debi de encontrarse su hijo en el momento de nacer: el ao
anterior ella haba parido p remal uramente un varoncito que
tambin se llamaba Jeremas; este nio vivi unos pocos
das. Al decir de la madre, el segundo Jeremas fue concebido
el mismo da para el que estaba previsto el nacimiento del
primero: Toda esa historia no me signific sino un embarazo
de dieciocho meses, dice.
El segundo Jeremas nace a trmino y con buena salud. Es
un nio muy tranquilo, sin problemas, salvo algunas dificul
tades para terminar sus biberones: Me llevaba un tiempo
loco! Siempre se haca rogar, pero yo slo lo tena a l y no
tena ojos ms que para l.
Jeremas tiene un ao cuando su madre queda embaraza
da de nuevo; en este momento, ella est feliz. Recuerda que
al comenzar este tercer embarazo empezaba por fin a vivir de
nuevo, a olvidar al primer Jeremas, a no tener ms miedo;
saba que otro hijo Ies hara bien a los dos.
En el tercer mes, estando sola en casa con Jeremas, sufre
un aborto espontneo. Presa de pnico, llama al Patrullero,
que la lleva de urgencia al hospital; lleva tambin a Jere
mas. No era posible dejarlo en la casa solo.
Jeremas grita. Es de noche, hay estrpito de sirenas, luz;
Hi t m i u m I * l i i M ( i I i o I m rl I h t l i i pfiiH ml< n i a l n i
mu i lu
I i nm li< 1 1iiii < 1 1 ertl (i le hu el n i O l i i e u t U Ul l| U* Je]M IH llSl
t ntm n/ii ,t' im i i i 1 1 .< n i a m i s m o y a ai t l u r n e d e l m u n d o .
II h i i I i m i tu i i *|>i m a el |) i <I f '* p i d i e l d i v o r c i o y s e f u e d e
Can I )(<Mdeentonces vive sola con su hyo.
Maestra de jardn de infantes, logra tener en su clase a
Jeremas tres aos seguidos a causa de sus dificultades:
"K le nmo requera una vigilancia permanente, otra maes-
Irn no lo habra soportado.
Ahora desea que tambin l pueda hacer un trabajo
analtico que lLlo ayude a vivir'1. Jeremas, al or llorar a su
madre, levanta la vista de su libro. Va a acurrucarse contra
ella; No hay que llorar, el monigote fue tirado al hielo, no hay
que llorar.
Ya ve. dice la madre, dice siempre cualquier cosa. Enton
ces Jeremas se incorpora, corre al pasillo y se pega al espejo.
Mira al payaso, mira al payaso! Su expresin es desespe
rada. En este preciso momento se me impone lo insoportable
de su naufragio. Jeremas se ahoga en ese espejo. Me
interpongo entre el espejo y l; entre l y la imagen del loco.
De espaldas al espejo, de cara a l, le impido ver ai payaso en
el vidrio. Paralizado, deja de gesticular y me pregunta:
Dnde est el payaso? Ya no parece ansioso sino muy
fT*1
Le respondo: El chico que veo delante de m es Jeremas,
Jeremas, que tiene ocho aos y no dice cualquier cosa."
Se va, con expresin seria, perdido en sus pensamientos.
A partir de ese da, y durante cinco aos, las sesiones de
Jeremas no volvern a ser tan violentas. Llegar sereno,
aceptar que yo hable con su madre regularmente, pero slo
en la sala de espera. El padre, por su parte, vendr slo dos
veces, dos veces que sern de una importancia considerable
para Jeremas.
Las dos primeras sesiones son espectaculares. Se hacen
ver como un espectculo. Jeremas instala el decorado y pone
a los personajes en escena. En primer plano, el payaso
Iti l t)<ninfo *l< I hielo \y jm I | 1**1 i| *ujn \ t t i i n n t \
, lu pul qll<
impido i Joi'oinluM i oroi 101*01so riumiln .o lilil ;nju< I
que iinpido po ,sc lo nombro. No hay ncco <1111 loHnibrilico011
ese espejo, no hay nada mas que imaginario.
Su madre era sin duda demasiado estupefaciente. Cuando
la miraba, l no poda encontrar a ese otro que ln mirara. Ella
no permita ninguna otra mirada. KI no poda ver ms que al
Jeremas de su pesadilla, prisionero de una jaula do vidrio,
con la nariz lastimada por los repetidos golpes en el intento
de salir de ella; este hermano, o ms bien este doble conver
tido por deslizamiento metafrico en pobre payaso desarticu
lado*
Mirara la madre que mira a otra parte le habra permitido,
sin dejar de alienarse en ella, ubicarse. Pero, a falta de esto,
l no poda terminar de fabricarse, abandonado al fantas
ma y a lo innombrable:

As esta Gestally cuya pregnancia debe considerarse como


ligada a la especie, aunque su estilo motor sea todava
confundible, por esos dos aspectos de su aparicin simboliza
la permanencia mental del yo [je] al mismo tiempo que
prefigura su destinacin enajenadora; est preada todava
de las correspondencias que unen el vo [je] a la estatua en que
el hombre se proyecta como a los fantasmas que le dominan
al autmata, en fin, en el cual, en una relacin ambigua,
tiende a redondearse el mundo de su fabricacin.15

El payaso es a la vez amenazador -puede agredir- y


vctima de los accidentes que lo precedieron. Este mismo
payaso atrae por venganza al monigote-chico a la prisin del
espejo, all donde la muerte impone el silencio.
Porque he impedido al payaso, separando a Jeremas de
su imagen hipnotizante, ste parece despegar por fin al
primer Jeremas del segundo. Yo lo nombro. Le digo que sus
palabras tienen un sentido. El se calma. Como si hubiera que

,sJ. Lacan,1-estadedu miroir comme formateur de la fonction du Je,


Ecrits, Pars, Seuil, 1966, pg. 95.
jti " I I'I'I || 11( III I m i | Mi i h l l r i x l f l I II I M I i t l l i t II* li 11* Im l i l i I m I I
<[< 1,1 II II|.I Mi ni f II | | i >i <O h t < ' | i | | ) | l l t J v o I H i r i h l a |l 11 i m >! 11 l i l ,
*|| il | 1'lnlJ pll-n l^-1 i|llt |H'tlC al IIIIIII INI JM'llJ' 1*0 .Irit'llll.l A
Ini ver un i'NpiHl aculo aterrador, vuelto a jugar sin tregua.
Kl o* ni.i i*l liij'.ai vacio, rl Urna la falta d r esa m ad re
deprenda que ye not lene palabras que intercambiar, que ya
lio lii nr ni ro inters que este nio y los cuidados indispensa
bles que se le deben procurar.
I ,.i satisfaccin de la necesidad, dice J. Lacan, no aparece
' )sino como el engao contra el que se estrella la demanda
de amor.16
En la dcima sesin, Jeremas, mientras yo dibujaba por
el como de costumbre, se enoja: El monigote no es as! Yo
no quera un monigote vestido! Por qu has hecho un
monigote vestido?
Explico a Jeremas que las cosas seran mucho ms fciles
si aceptara dibujar l mismo lo que quiere. Porque yo no
puedo saber lo que a l le gustara dibujar, y, pese a sus
indicaciones, mi dibujo nunca ser exactamente como l
quiere que sea. Aqu es l el que puede decir.
Por primera vez Jeremas toma el lpiz de mis manos v
dibuja un monigote. Cuenta a su respecto la historia siguien
te {dibujo n 1):

Di h ujo 1

" Es siempre el monigote el que est prisionero del hielo con


tambin el payaso. Hubo una tormenta muy fuerte y fuego
de luz. La seora, no el pap, impide que el chico termine
aplastado. En el hielo hace mucho fro.
Yo pregunto: Qu hay en el hielo?

J Lacan, "l-a direction do la cure <1958), Ecrits, op. cit.t pg 627.


t ( i h l l J X X l i l i H l *'H| >< ' t M I r J > m I M I * i < ( i \l l I !I i Ml (l 1J 11 ! i I I MI
n Ion i u i i o h . m
I Mirjihia-cl [ti iim i iinttlr anl i si s, lio- U mas - i'im .i< iit|)n
los misinos.
El chico-moni goto y el payaso son prisioneros del agua
hielo-vidrio. Ksta hace sangrar la nariz de tanto que set lioca
uno contra ella en el desesperado intento de salir La nariz
roja del payaso es la marca de la herida: Se golpe la nariz
contra el hielo. Hay siempre coches, accidentes v rasas
abandonadas despus de los accidentes.
Al comienzo de segundo ao recibo a Jeremas con su
padre. Este dice no ver a su iiijo con frecuencia porque se
sinti muy culpable de haber abandonado a la madre.
Habla igualmente de su primer hijo, el otro Jeremas, en el
que todava piensa muy a menudo. Si no hubiera muerto,
quizs su mujer y l no se habran separado.
Mientras su padre habla, Jeremas se pone a hacer un
dibujo diferente (dibujo n "2 ) del que haca en cada una de las
sesiones: dos casas -una de ellas provista de techo-, una
charca y un monigote que parece sostener una de las dos
casas, la que no tiene techo, para que no se derrumbe.
Comenta: 1ubo una tormenta muy fuerte al lado de la casa.
El papa y la mam encontraron al monigote. Haba tormenta
v una luz. Una seora viene por la calle para salvar al
monigote que iba a ser aplastado por la mam, pero alguien
impide que lo aplasten. El chico se salv; el payaso qued en
el hielo, su nariz est cada vez ms roja. Se golpea. El chico
se salv del hielo.

D ib u jo 2
t Mi i l n l < i t i 1111 I O 111111 I \t I h M 111; I i 111 111 * h 111 i J l: t I | u i t <

n i |m 111 i 11 u m u i i u k I . l t 1m I n V imI .i I ) e : i p i | r H ( t e i ii |U i m e i . l
11(i n u mLulo, ti ( mUn fu, i : contarlo con el, Ir osci i be*, 1<-
' '

tolo fon im con mrt l ncurncia. Incluso lo recibir con bastante


i<lacl los fines de semana.
Mr jiuf.s del primer encuentro con el padre, Jeremas
rumin/.a a hacer verdaderos progresos en la escuela: apren
d;) leer v a escribir, puede resolver problemas de matem
tica is. "Antes de esa poca, deca su maestra, las consignas no
tenan sentido para l.
(,En el juego do las dos casas -que siguieron algn tiempo
et i sesin- pudo poner Jeremas en escena una casa de antes
de la partida del padre y una casa de despus? Una casa sin
toi" y una con toi?* Una con triangulacin y la otra sin
1triangulacin; debiendo, la que ya no tiene toi, ser sostenida
por l, identificado con la cruz de un cementerio.
"Mira, me dice Jeremas, riendo, tiene cuerpo de cruz!
Cuerpo en cruz sacrificado al goce del otro. Tal vez sin l,
sin su sostn, su madre estara realmente muerta?
Unos meses ms tarde, al comienzo de una sesin, la
madre me explica que Jeremas est muy inquieto porque el
marido de su nodriza, a quien quera mucho, acaba de morir
repentinamente.
Jeremas: Tena bigotes. E doctor atendi su nariz pero l
se fue al hielo, no, al cielo.**
!Pegunta: Por qu uno no puede ir al cielo? Los papas y
tas mamas lloran cuando entierran a su hijo en e uelo; t
sabes cundo vas a morir? Cundo morir Jeremas?
Cundo morir, por fin, Jeremas! Le hablo de su herma
no mayor muerto. El dibuja al payaso (dibujo n 3 )y comenta:
"Es un payaso que pesca todas las desgracias; el monigote, en
cambio, no las pesca, pero pesca las preocupaciones, tiene
miedo de caer en el hielo.

En la traduccin literal se perdera necesariamente l a asociacin por


hnmofona entre toi, t, ti y toit, techo. [N. de la T.|
** La proximidad fonema tica de la traduccin es casual; no existe en
francs. |N. de la T.|
Dibujo 3

En esta sesin Jeremas ya no se detiene ante ei espejo del


corredor. Dice simplemente, cada vez que se va: "Ah est el
payaso , pero ya no necesita hacer de payaso, esta vez se ha
separado verdaderamente de l.
Al morir el marido de la nodriza, Jeremas, perturbado,
asiste al entierro, va al cementerio y pide ir a la tumba del
hermano muerto, donde no han querido llevarlo hasta ahora
por miedo a traumatizarlo.
Para Jeremas, el marido de la nodriza est bien muerto
y enterrado. Comprende por primera vez que no volver
nunca. En esta muerte se han entremezclado lo real, lo
simblico y lo imaginario. Su to, como lo llamaba, descansa
en paz. Ya no esi; prisionero del espejo. Antes de asistir al
entierro, Jeremas no estaba tan seguro; pero finalmente lo
acept.
Cada progreso en la cura de este nio parece haberse
articulado no a interpretaciones, que al parecer habran
resultado intiles, sino ms bien a la puesta en escena de su
teatro interior, de su extraordinaria vida 'antasmtica.
E mismo juego, repetido una y otra vez en cada sesin,
permita sin duda que su historia pudiese 1malmente inscri
birse, que se le pudiese dar un sentido.
Ji'M'UiUiN lit't <MiliMIImil lilil JU;(ilni rl tema <|r| payaso V
* ! 111in i i f i Ht j ir,t ((tic ln nii: ni litacin del vidrio que haba
quo romper para encapar drl mundo de los muertos se
cliluoda^e. pai a q u e el hielo, t j l agua y el espejo detuviesen
poi lu ese deslizamiento nietonmico en el que Jeremas se
extraviaba. Este nio puso en escena su historia en el
anlisis no es el analista el metteur en scne, obtuvo en la
11ansferencia, sesin tras sesin, un punto de anclaje que le
permiti escribir su teora, su propio mito,
I )espus de cuatro aos de anlisis, y a partir del segundo
encuentro con su padre. Jeremas abord temas ms ed-
picos.
Los dibujos seguan siendo los mismos: una casa, un
monigote, una charca, pero apareci un petirrojo [rouge-
gorge). Este pjaro vigilaba encima de la casa y expu isaba al
monigote-chico que quera estar bien tranquilo en casa con
su tesoro brillante v su mam. El petirrojo era, en realidad,
un corta-cuellos \coupe-gorge\* que impeda a todo el mun
do hacer lo que quiere.
Jeremas: El chico y su mam tienen miedo del coupe-
rouge-gorge. No tiene que venir. El monigote quiere matarlo.
Vete! Es muy peligroso, hace llorar a las mamas. Cuando el
chico quiere gritar, los papas tienen la paliza lista.
Jeremas vena siempre a sesin acompaado por su
madre. Esta hablaba poco de s misma, de lo cual se ocupaba
en su propio anlisis. Sin embargo, habl mucho de su
relacin con Jeremas. Pese a su sufrimiento v a su angustia,
consigui dejarlo irse de vacaciones por un tiempo a casa de
una familia amiga, lejos de su vigilancia. Recuper lenta
mente confianza en s misma. Jeremas estaba ahora en 5o
y segua sus cursos correctamente. Iba tal vez a salir de
aprietos? Ella volva a tener esperanzas.
i Jurante el ltimo ao de su anlisis el monigote comienza

Nuestra traduccin os literal; t*n rigor, se le llama couw gorge a un


sitio peligroso, frecuentado por maleantes. A su vez, literalmente, rouge-
gorge es "cuello rojo*. IN. de la T.J
a Micni limar en pasta dr nimjelui IrtOMiiat, id H/tlii <i
sesin, ajusta Irruir al espejo su nimn mariposa. Kmalnirn
te puede rrrncnntrarse, asumir una imagen "Hasta i
comprender el estadio drl espejoco//io una iiLntifhfu mu en
el sentido pleno que el anlisis da a este trmino: a saber, la
transformacin producida en el sujeto cuando asume una
imagen.17
El monigote prepara un viaje a un pas lejano. Ayudado
por una sirena de mgicos poderes, construye un barco
fabuloso. El viaje ser largo y terriblemente peligroso: una
odisea. Los preparativos suelen verse interrumpidos por
temibles enemigos a los que es preciso combatir; las regiones
a atravesar, una vez que el barco se encuentre en el ocano,
estn llenos de riesgos y de trampas. Pero el monigote
contina su camino y ya no puede volver atrs.
Jeremas: Una anciana le dice a un nio: "No quiero verlo
ms en mi casa, ya es grande, es hora de partir." El chico
quiere ir a la aldea de los hombres, al pas llamado palabra.
Pero el camino es largo y difcil.
Ultimo acto, ltimo cuadro. Jeremas se inquieta: "All
est, hay una terrible luz, y una tormenta, all est la aldea
de los hombres. Hay un pap que dice: ven, la aldea de los
hombres es alegre.
Jeremas, al caer el teln, se vuelve hacia m con
malicia, y me interroga: "Te acuerdas de cuando tena miedo
de su luz?

17. J. Lacan, Le stade du miroir, Ecrits, op, ctt., pag. 94,


Tercera parte

EL BEBE SABIO
La misma alma gobierna los dos cuerpos Las
cosas deseadas por la madre suelen quedar mar
cadas en los miembros del nio que la madre
porta en el momento de su deseo.

L eonardo de V in c i .
I. Cierta mirada actual sobre el beb

Ernesto est evidentemente mucho ms dotado para el


modera, jazz que para la msica clsica. La seora B.
efectuaba esta afirmacin con absoluta seriedad. Embaraza
da de cuatro meses, acababa de iniciar a su hijo en el
aprendizaje de la msica y el solfeo gracias a un novsimo
mtodo japons. Esta tcnica derivaba de descubrimientos
cientficos recientes que permiten afirmar que el feto oye ya
desde el cuarto mes de embarazo.
Pero, no habra sido un tanto inconveniente tratar a
Ernesto de feto ante la seora B.? Se conocan su sexo, su
talla, su puso, su nombre. Fotos de l haban sido repartidas
a los amigos, y e ! domingo por la tarde, entre las diapositivas
de as ltimas vacaciones en Trouville y el videotape de los
progresos del sobrino en esqu, poda contemplarse el casete
de la ecografa de Ernesto.
Los bebs ya no son lo que eran!
Antiguamente slo podamos imaginarlos, soarlos. Hoy,
el mundo de los progresos cientficos ha convertido nuestro
ensueo romntico en un saber con pretensiones de verdade
ro. Si se ha probado que el beb nos oye desde el cuarto mes
de vida intrauterina, nosotros, en revancha, podemos
V le \
i \.i i mirada puede ser (iludida, emotiva, irritada o
perverta, pero puede ser tambin cientfica. Para eso se
i equnrrn al^uuas condiciones: el ojo que mira debe ser el de
un i h iitfico, 1*>cual garantiza (segn los cientleos) que no
sor a candido ni emotivo ni irritado ni perverso.
Siendo el experimentador, por definicin, neutro e impar*
nal, no siente: mira. Debe borrarse para no invalidar la
experiencia.1
Ksta mirada cientfica se llama observacin, y esta tcnica
que conoce un inmenso xito desde los aos 1970 est envas
de suplantar a todas las dems.
(,iertos psicoconductistas se valen de un criterio semejan
te para explicar la teora analtica como un delirio freudiano,
como una construccin desprovista de toda razn de ser. Los
analistas, duchos en este tipo de debates, apenas si se con
mueven ante las manifestaciones de los detractores que
denuncian las escasas pruebas cientficas suministradas
por el psicoanlisis. En realidad, hablar de esto con ellos los
divierte.
Ms delicado es el abordaje analtico de ia experimenta
cin. Ciertos analistas, en efecto, de ya afianzada reputacin,
embriagados sin duda por el mismo sueo que Freud de
volver por fin ms cientfico al psicoanlisis, quisieran conci
liar observacin y psicoanlisis a toda costa. Re fundarlo a
partir de experiencias cientficas de laboratorio, hacer de la
observacin una tcnica analtica, un mtodo asistencial.
La observacin, que estuvo presente siempre en la cura,
est inserta en la transferencia. Hasta ahora el analista
nunca haba sido un experimentador, y el deseo del ana
lista nunca se haba confundido con el del observador.
Freud sola recordar que el anlisis slo poda conocerse de
odas. A partir de los Estudios sobre la histeria,2 el acento

Kl ojo de la cmara, por estas mismas razones de imparcialidad, suele


preferirse al experimentador, que slo estar ah para decodifioar imagen
por imagen.
S Freud v J. Breucr, Eludes sur ihystrie, Pars, P.U.F.. Biblioth-
que de psychanalyse, trad, franc. Anne Hermn, 1956.
recay siempre en la escucha y no en la mirada. El encuadre
de la cura, la posicin del paciente acostado, favorecen la
apertura a lo que no se ve, a lo invisible, a lo que podra
desprenderse de la imagen y de lo imaginario. El observador
privilegia la mirada cientfica. La cmara reemplaza al ojo
porque es ms neutra; por las mismas razones, el espejo si n
azogue se prefiere a la presencia fsica del experimentador en
la sala.
Se utilizan el ralent y la detencin en la imagen para ver
lo que no se ve a simple vista, como un "microscopio para
conductas. Nada debe escapar a la observacin. Ver cada
vez ms, ver cada vez ms lejos.
El analista, por su parte, intenta or ms all de las
palabras. Registro ste demasiado diferente como para que
ambos enfoques puedan concillarse.
Detectar, cuantificar conductas, borrando los parmetros
subjetivos y lo singular, evitando al mximo la incidencia
personal del investigador, que falseara la experiencia, es un
proceder que va a contracorriente del proceder analtico.
Alain Vanier lo recuerda en un artculo del Journal des
psychologues :;1

Lo que la observacin (...) quiere eliminar en tanto artefacto


es la presencia del psicoanalista. Ahora bien, sta no desvir
ta la situacin a observar sino que quiz, precisamente, la
estructura. Para cerciorarse, cabe remitirse al artculo de
Winnicott de 1941 titulado Lobservation des jeunes en-
fants. Muestra all cmo la observacin slo vale tomada en
el tratamiento. El analista est implicado en ella hasta
hacerse morder literalmente los dedos, pero tambin porque
loque hayde teraputicoen este trabajo entra, en mi opinin,
en el hecho de que se deja el campo a todo el curso de una
experiencia.4

1A. Vanier, On observe un enfanl", Journal des psychologues, n" 96,


abril de 1992, pg. 25.
1I). Winnicott, Lobservation des jeunes enfants dans une situution
table, De la pdiatrie a la psychanalyse, Pars, Payot, 1987.
I n i 111 i i|r| p i ol >!i m i J l n n l u l u l o Ji lo.'i ; u m l i M t . im, , m m*m l<
inrr qur < i**: m n'iilc.H (Ir rur imicntOB sohrt* las con pe
n< i i <l<I liu i .inte, "I lis Majesty the Baby, como lo llama-
i Frturi precipiten un perodo de delirio pedaggico? Des
in aden a miento de lo imaginario, ensoacin narcisista
acertada; ese nio que ayer no poda nada, se habra
icho hoy todopoderoso.
! )esde ipie los sabios, nuestros narradores modernos, se
diaron sobre las cunas, hemos aprendido que los bebs
1a n correctamente (experiencia de R. Fantz ).6 La d istancia
:a l es buena y, desde que nacen, se comprueba en los bebs
i seguimiento visual de los objetos y una posibilidad de
acin. Se sabe igualmente que oyen y que pueden reco
cer las voces de su madre y su padre, entre otras voces
miaas. La experiencia de Mac Farlane6 demuestra que
telen. El olfato est ya presente puesto que saben, girando
cabeza, reconocer un algodn embebido en la leche de su
id re. Tambin pueden preferir unos estmulos a otros. En
81, Sherrod7 demuestra que miran con ms atencin
uras simtricas (como el rostro humano?). Son, pues,
paces de diferenciacin. Son numerosos los trabajos, casi
mpre norteamericanos, en los que de manera rigurosa se
muestra que el recin nacido es capaz de concentracin,
jmbro y aprendizaje.
Caroline Eiacheff,* en su libro consagrado al psicoanlisis
i nios muy pequeos, relata una experiencia vinculada

R. Fantz, Pattem visin in newbom infants, 1963, Science n" 140,


;s. 296*297.
J. Mac Farlane, 1975, Olfaction in the development of social
ferences in the human neonate, en M. Hofer ed., Parent-infant
raetion, Amsterdam Elseirer.
Sherrod, 1981, "Issues in cognitive-percept.uaI development. he
nal case of social stimuii", en M.E. Lamb and L.R. Sherrod Eds.
hnt social cognition)y Hillsdale NJ Erlbaum ed.
Caroline Eliacheff, A corps et cris. Etrepsychanalyste avee les tout-
ts, Pars, ed. Odile Jacob, 1993.
Les surprenants calculs des bbs, Karen Wynn, Le Fgaro (31 de
sto de 1992).

)V
con los il|tl'l'l 1(11/lljrM (Je I IM11lll<Mtl>J19tu I 'M 111 111<' (*
todava nadie .se propuso elioquout un fiprendi/njo de la
lectura, pero el de las lenguas extranjeras se en! lidia ya en
Japn!
El lactante puede hacerlo todo, hasta sonrer en la sala de
partos, como lo muestra Boris Cyrulnick, neurlogo y psi
quiatra, cuando filma las expresiones de los bebs al nacer
mientras les toma paralelamente un electroencefalograma.
Explica cientficamente que la primera sonrisa est determi
nada por una secrecin bioelctrica del cerebro: un neuro-
pptido.10
Y, sin embargo, hay recuerdo ms intenso que el momen
to en que, por fin en los brazos de su madre tras la tempestad
del nacimiento, el beb le sonre? Qu sucede en este
instante? Una secrecin de neuropptidos? Seguro, puesto
que la ciencia lo prueba. Pero es lo nico que hay? Este
resto, puede ser cuantificado, medido, registrado en un
trazado electroencefalogrfico? El resto esjustamente lo que
desde siempre interroga al psicoanlisis. Tenemos una
tcnica para medir el deseo?
Desorientados y desamparados, los investigadores inten
tan acosar al pensamiento. Al acecho de los primeros signos,
se arrojan sobre los bebs ya en la sala de partos, no para
darles la bienvenida sino para evaluar de qu son capaces,
sin preocuparse realmente por lo que son.
Ya lo sealaba Catherine Dolto-Tolitch en La rvolution
des petits pas:

El nivel de salud global es tan bueno en general en nuestras


culturas como para que podamos recibir a la mayora de los
nios con tanta ignorancia, tanta violencia intil, tanto
irrespeto por el sujeto que son y por la persona en devenir que
representan, y para que podamos torcer a voluntad estas
trayectorias humanas? Porque si la acogida puede huma
nizar, tambin puede deshumanizar, y este modo de empezar

10 Boris Cyrulnik, La naissance du sens, La Villette, Hachette, 1991,


pg. 83.
/.(Ju quieren los cientficos? Este beb que lo sabe todo,
( iiosdevuelve la imagen de unas personas mayores impoten-
I es pura comprenderlo todo? Alienadas, sometidas al deseo,
a la palabra y a lo imaginario.
Los investigadores llegan al extremo de afirmar que el
beb sera sabio justamente porque no habla. Segn Daniel
Stern, la adquisicin del lenguaje, la diferencia entre lo
vivido y lo representado aliena al nio y le hace perder
algunas de sus capacidades:

Paradjicamente, mientras que el lenguaje extiende conside


rablemente nuestra aprehensin de la realidad, puede sum i
nistrarnos tam bin el mecanismo de deformacin de la
experiencia que hemos hecho de ella.1-1

Segn este autor, antes de la poca de lo verbal existira


el verdadero s mismo, y el lenguaje vendra despus a
crear el falso self1 (falso s mismo). Sin embargo, no es el
lenguaje lo estructurante, lo que crea al sujeto, aun cuando
el precio a pagar sea la alienacin?
De qu es tan sabio, en el fantasma del adulto, este beb
que no habla? Superficie de proyeccin ideal, no es sabio de
nuestro propio reprimido, de un saber sobre la sexualidad?
En los anlisis de adultos, Ferenczi notaba que los pacientes
solan soar con bebs capaces de escribir, de hablar, de ser
eruditos y de dar explicaciones cientficas.

Una parte de los sueos que presentan este contenido m ani


fiesto y que he podido estudiar, aparecen ilustrados por la

u Catherine Dolto-Tolitch, "Accueil et humanisation de lenfant,


Enfant de Droit. La revolution des petits pas, La Harpe, Lierre et
Coudrier, 1990, pg. 41.
12 Daniel Stern, Le monde inter-personnel du nourrisson, Pars,
P.U.F.. col. Le fil rouge, 1989, pg. 287.
clebre f rust* (le lilit'i tino il iih<mo un liMl)iem< i i k i v I Io
mejor do la posicin lo lactante 1'

Se trata, segn l, de conocimientos familiares al n moque


luego quedarn sepultados para siempre, cuando so pongan
en marcha las fuerzas de la represin: Una observacin
reciente del mismo gnero me ense que estos sueos
ilustran el saber efectivo de los nios sobre la sexualidad",11
precisaba. Esta frase con la que concluye su artculo, no
debe ser meditada hoy ms que nunca?
Se plantea una cuestin que no es de escasa importancia:
la del impacto de estas experimentaciones sobre el nio. La
observacin de las aptitudes cognitivas del lactante impone
someterlo a una situacin de examen, cuando se pretende
chequear su capacidad de discriminar los colores, localizar
orientaciones, reconocer figuras geomtricas, etc. Pero la
experiencia se complica aun ms si se pretende evaluar lo
que siente, chequear su adaptabilidad, su ajuste con su
madre.
Esta nocin introducida por D. Stern es sumamente difcil
de circunscribir. Veamos un tipo de experiencia que la define:

El criterio que consiste en generar perturbaciones concretas


en una interaccin natural o seminatural se apoya cabal
mente en la investigacin sobre la primera infancia. Por
ejemplo, el procedimiento del rostro impasible (Tronick,15
1978) consiste en pedir a la madre o al padre que adopten un
rostro im pasible, imperturbable e inexpresivo. En el curso de
una interaccin, al crearse una perturbacin en el flujo
esperado, el pequeo, desde los tres meses, se perturba

11 S. lerenczi, Le reve du nourrisson savant, OEuvres completes,


Pars, Payot, 1974, trad. franc. J. Dupont, M. Viliker, captulo XXXIII,
Lomo III, pg. 203.
14Ibid.
15 E. Tronick, H. Ais, L. Adamson, S. Wise, T.B. Brazelton, The
infants response to intrapment between contradictory messages in face-
to-face interaction, Journal of Child Psychiatry, 1978, 17, 1-13.
I ip' i i hm 'IH* i t .h i tonu n't j .l u iniof r so( im I iih ntt e
ill* 111m con (<'fit.it i v; im de volver a c a p t a r la a t e n c i n del
partvnuire i m p a s i b l e .u'

O I raexperiencia consiste en pedir a una madre a quien


previamente se le lia explicado cmo perturbar la estructu
ra del beb, que desestime intencionalmente el nivel de
animacin del beb durante un juego:

Cuando la madre lo ha mecido algo ms lentamente y con


menos intensidad de como lo habra hecho para un buen
emparejamiento, el beb ha dejado de jugar y la lia mirado
como diciendo qu pasa?. Al repetrselo, este procedi
miento arroj siempre el mismo resultado.
La segunda perturbacin sigue el sentido opuesto. La madre
debe obrar como si el beb se encontrase en un nivel de
excitacin gozosa ms elevado, y mecerlo en consecuencia.
Los resultados son los mismos: el pequeo nota la diferencia
y se detiene. Se pide entonces a la madre que vuelva al
movimiento apropiado y de nuevo el lactante no responde.17

Para que todo esto posea va Sor cientfico es preciso reanu


dar la experiencia muchas veces. Por supuesto, el beb ya no
responde.
En La cause des enfants, Frangoise Dolto critica severa
mente al investigador Hubert Montagner por una experi
mentacin que ste haba efectuado en nios de jardn de
infantes y donde se trataba de probar que el olor de la madre
provocaba, en los nios ms tnicos, una regresin y un
apartamiento de ia participacin en el juego. Se colocaba una
prenda de lencera llevada por la mam disimulndola sobre
el armario del aula.

Todo esto yo lo saba. Haca falta emplear semejantes


medios para probarlo? Considero que esta experiencia, intil

" !) Stern, Le monde iuterpersonnel du nourrisson. L'accordage


affectif, op, cit., pg. 194.
t ; lb id .%pg. 195.
m anipulacin tiene algo de horroroso.

Poco ms adelante, agrega;

Antes de cualquier experiencia sobre un ser hum ano, habra


que estar absolutamente seguros de no causar dao. De lo
contrario, hay que abstenerse.18

La porada esperanza cientfica de pensar que todo puede


explicarse en el laboratorio, no es ms imaginaria an que
las fantasas de nuestras abuelas? El no saber puede no ser
ignorancia.
Son primordiales para el conocimiento del ser humano los
descubrimientos, los resultados obtenidos?
En una conferencia de 1953, Jenny Aubry habla de los
nios de la fundacin Parent de Rosan. Contrastando con las
ideas recibidas de entonces, demuestra que los bebs sufren.
Sienten y viven cruelmente las carencias de cuidados mater
nos. En esa poca prcticamente no se prestaba atencin a
los bebs: los nios slo podan tener problemas psicolgicos
a partir de los cuatro o cinco aos. Las demostraciones de
Jenny Aubry se fundan en la clnica y no en la experimen
tacin cientfica.19
Si nos remitimos al libro de D. Stern, Le monde inter-
personnel du nourrisson, comprobamos que sus sofisticadas
indagaciones le permiten demostraren 1985 que el autismo
primario normal no existe. Es una avanzada revolucionaria
en la teora analtica?

lHF, Dolto, La cause des enfants, Pars, R. Laffont, 1985, pgs. 100-101.
Hay versin castellana: La. causa de los nios, Buenos Aires, Paids,
1986, pgs. 88-89.
J. Aubry, Les formes graves de carences de soins maternels,
Conferencia al grupo de l.evolution psychiatrique, del 23 de enero de
1953.
K .1 i i i ill 1 1 Ir ln r \ i i t n n c m i l r u n a i s r a w l ist i r a imi i n a l
en i'J Inctante io hcokft ya porJacques I -acanen 1975, en su
i 'untWviK'ia (ir (nnrhra sobre el sntoma.30Nohay simbiosis
matii flujo, ya quede entrada existe un tercer trmino: falta
a partir <le la cual se organiza toda interaccin. Cmo
imaginar un protocolo de experiencia de localizacin de la
falta?
Antes de que el nio nazca y a veces antes de su concepcin,
antes de que llore o hable, se habla ya de l. Hay ya
ahcnacin , hay ya algo de los padres que cuando nazca lo
marcar.21

El antiguo concepto de autismo normal denunciado por


I )aniel Stern parece enlazarse particularmente a la corrien
te norteamericana y a ia obra de Margaret Mahler: "He
conceptualizado el estado sensorial del lactante utilizando el
trmino de autismo normal para caracterizar las primeras
semanas de vida. Aade poco despus:

El rasgo esencial de la simbiosis es una fusin psicosomtica


todopoderosa, alucinatoria o delirante con la representacin
de la madre.23

Muy distintas son las cosas en Inglaterra a partir de los


aos sesenta. Winnicott critica el concepto de simbiosis. La
madre debe ser suficientemente buena (ugood enough)\
una madre demasiado buena (demasiado simbitica) es
peligrosa. Cuando la madre, respondiendo a la demanda de
pecho bueno, hace creer al nio que es l el creador del pecho,
aqu hay nada ms que una ilusin. Lo estructurante es esta

" J 1,acan, t 'on fe renco de ( enve sur le symptme, Le Bloc -Notes du


psychanalyste, n 5 , pg, 1 2 .
S Palade, Repres structurels des nevroses, psychoses et perver-
sions. Esi/uisses psychanalytiques, op. eit,, pag. 4 9 .
Margaret Mahler, Psyehose infantile, Pars, Fetite Bibliotheque
Payot, 197'i, trad. franc. 1*. & J. Lonard, pgs, 19-21.
ilusin misma Wmmcnl l Miihit pin a pmhni lo, m ilui o
ser posible filmarla.
Francs Tustin, tambin inglesa, critica acerbamente rl
concepto de autismo primario normal:

El autismo es, desde mi actual punto di* vista, un sistema de


reacciones perversas provocadas por la experiencia t reum
tica de separacin corporal; no es una regresin hacia un
supuesto estadio normal de autismo del d esarrollo infantil M

Una vez ms, cmo filmar lo que la clnica psicoanaltica


ense a Francs Tustin, Lacan o Winnicott? Segn Tustin,
el nio vive el pezn como una parte de su cuerpo y no como
una parte del cuerpo de la madre.

Para los nios autistas, la situacin traum tica fue perder


sbitamente el control de lo que sentan como una parte
sensual vital de su lengua, y que les proporcionaba el
sentimiento de ser, Desde el momento en que la parte pezn
de su lengua dej de estar ah en el instante de necesitarla,
lo que les pareci que se hallaba en peligro era precisamente
su sentimiento de ser. Se traz entonces el agujero negro de
no ser.2*

En un film, as fuese imagen por imagen, as fuese en


cmara lenta, nunca veremos otra cosa que un pecho perte
neciente a la madre y un nio con la boca vaca o con la boca
llena. Ese nio descripto por Tustin y Lacan, poseedor de una
boca-pecho, y esa madre de torso agujereado, escaparn
siempre al objetivo, sea cual fuere la sensibilidad de la
i I']
Lo que caracteriza el progreso de la teora analtica es
justamente su raigambre en la experiencia de la clnica, es
decir, en la transferencia. La ilusin cientfica, no ser para
el analista uno de los tantos medios para protegerse de ella0

I*1 Tustin, Vues nouvelles sur l'autisme psychogntique, op. cit.


HF. Tustin, Autisme et protection, Pars, Seuil, 1992, pg. 59.
II. Canela y alaj*
Una nia para comrsela

L;i noche era oscura, el bosque profundo y peligroso cuando


iin hombre y una mujer, leadores infortunados, decidieron
llevarse a sus hi jos, Hansel y Gretel, muy lejos de la choza y
abandonarlos. Al cabo de tres das de marcha agotadora,
hambrientos y temblando de miedo, los hermanos perdidos
descubrieron una casa encantadora hecha de dulces, ca
ramelos y azcar. Maravillados, se acercaron a ella con la
certidumbre de estar, por fin, a salvo. La casa estaba
habitada por una anciana: aunque se mostrara amistosa, era
sin embargo una malvada bruja que espiaba a los nios y
haba construido su casita de pan con el slo fin de atraerlos.
Cuando uno de ellos caa en su poder, lo mataba, lo coca y lo
coma, y ese da era, para ella, una fiesta.
Las brujas tienen ojos de color rojo y no ven bien, pero su
olfato es fino como el de los animales y por l perciben la
cercana de los hombres. Al ver que Hansel y Gretel se
aproximaban a su casa, ri coa maldad, exclamando irnica
mente: "Estos no se me escaparn!

C.M. : Conoce usted la historia de Hansel y Gretel?


S, desde que era pequea, me responde ia madre de
Canela. Pensaba que se pareca un poco a mi historia. nc uso
colgu sobre mi cama el dibujo de la casa de azcar. Recuerdo
haber lamentado de veras el estar sola. Gretel tuvo la suerte
de contar con Hansei para que la protegiera. Yo, en cambio,
estaba abandonada a la bruja.

ICO
('mirla n H liftliin mh Indi i iVM'lit |i<o I *> |mI tu 11a Su pul i*
y su nuidru, el ttiMini \ln M'iitu ji 11 , ii Kalaan i |M'#mui ulnjt
pedir una eti u visU y acudan boy, v- i m la* ''/un, <an u
beb.
Cuando entran en el consultorio, Canela est llorando en
los brazos de su madre.
E l padre : Ah est! No necesitamos explicrselo. Sabe por
qu venimos. Basta con tener odos. No podemos mas. loy
cumple tres meses y no lia parado de llorar. Todo el da, toda
la noche: es espantoso! Desde que naci no durmi nunca.
Ante mi asombro, la madre aclara: i uerme, pero nunca
ms de quince minutos. Todas las noches se despierta y grita.
( ada quince minutos, desde que naci, tenemos que levan
tarnos y ponerle el chupete en la boca; vuelve a dormirse
hasta el cuarto de hora siguiente y empieza a gritar de nuevo.
Es insoportable!
El padre : Estamos extenuados. El pediatra aconseja ale
jarla de nosotros. Quiere ponerla en una guardera por un
tiempo. Queda lejos de Pars, pero la semana que viene, si no
se calm, la llevaremos y la dejaremos.
Esta frase evocaba ya para m la extraa atmsfera de un
cuento de hadas.
La madre : A esta nia tan esperada por nosotros, a la que
amamos tanto, ao la soportamos ms. No conseguimos vivir
con ella, comprenderla. Tal vez ella no nos quiere? Sin
embargo nosotros le demostramos nuestro amor. Todo el da
la devoramos a besos. Es terrible decirlo, pero si nos queda
mos con ella terminaremos por estrangularla.
El padre: El pediatra nos aconsej ver a un psicoanalista
antes de colocara en la guardera. Nunca se sabe. Parece
que, incluso siendo muy pequeos, los bebs tienen a veces
unas ideas rarsimas. Es extrao; ms an cuando, segn l,
tiene una salud perfecta, no sufre de nada.
C.M .: Cmo fue el embarazo? Cmo lleg Canela al
mundo?
La madre: Fue un embarazo maravilloso. Haca tanto
tiempo que esperbamos este beb. No conseguamos tener-
lo I i n I* V . I i* 1 *' I <|H M | l i ( rM iiniM H 1 1
I ; S U ( <*N. 'l O l e m . M l l t e l i n

i* uiH' no luotiG posible K--t;d>a r s irangulada cuando narm.


Ini'in 1<><lo t u r b i e n .
C.M Estrangulada, es la palabra que us usted para decir
tj ni *ya no podan soportarla.
/ a madre: Ah, es un modo de decir! El mdico dijo que
tenia una doble vuelta de cordn. El primer da, en la
maternidad, empez a aullar enseguida. La enfermera fue
categrica: el mueco de alaj le daba miedo, lo tir.
C. M .: E 1mu eco de a 1aj ?
La madre: Es una historia complicada de contar.
C.M. (a Canela, que sigue llorando): Escucha, Canela,
mam va a hablarnos. Si haces todo este ruido no podremos
or lo que ustedes tres han venido a decirme.
Canela me mira un instante y reinicia su queja, la cabeza
vuelta contra el pecho de su madre. La seora 1E. prosigue su
relato, elevando la voz para que se la pueda or pese al
disgusto de su hija.
La madre: Ya ve, de nada sirve hablarle. Tal vez no
sabemos ocuparnos de ella. Mi madrastra dice que somos
demasiado jvenes, demasiado inexpertos. Es nuestra pri
mera hija y tenemos tan slo veinticinco aos!
C.A/.: Su madrastra?
La madre: La mujer de mi padre. Ella me cri. Mi madre
muri cuandu yo tena tres aos. Me qued sola con mi padre.
El se volvi a casar un ao despus con mi madrastra. Yo
tena cuatro aos, me puse anorxica. No la quera, creo que
me negaba a comer para fastidiarla. A ella le gustaba
cocinar. En esa poca hubiera hecho cualquier cosa por
seducirme, poro yo sabia que no se interesaba de veras por
m. Me atiborraba de caramelos, masitasy alaj. Yo adoraba
el alaj por encima de todo. Ella lo haca para m, porque yo
no quera comer ninguna otra cosa, pero pese a sus gentilezas
la detestaba. Todava hov recuerdo la violencia de ese odio.
jr

Un da me enferm y me internaron a causa de todo el azcar


que haba comido. Los mdicos me pusieron a rgimen. Mi
padre, cuando vino a verme al hospital, me trajo un mueco
(Ir t r j l p o q l l r lu lila Ihm ln | u 11a Mi) L o liithl'i I |111 1 uln <I
mueco (le n 1:ijii** No lo .idoi abo, mi1 ln nln inuv lili'HI >
noche, cuando tena miedo, me doi ma t lu pando son nuiiiii:i
Una vez, teniendo yo ocho o nueve a mis, mi iimdrantra lo
tir; dijo que estaba demasiado grande para cap iclms, que
ya no tena edad para eso. Seguamos sin entendernos. Ella
incluso haba dejado de fingir que se interesaba por mi. La
guerra entre nosotras estaba declarada, mi padre ya no saba
qu hacer. Todava hoy son difciles nuestras relaciones. Si
me cas tan joven fue para irme de casa.
No s realmente por qu, pero cuando supe que esperaba
una nia cos para ella un mueco de alaj, en fieltro marrn.
Se pareca totalmente al mo, pero claro, tal vez era demasia
do grande para ella. Yo lo haba puesto en su cuna. Cree que
este mueco la asust?
El padre: No, sa no es la cuestin. Tiene caprichos, nada
ms. Est as porque mi mujeres demasiado dulce, demasia
do buena. S i me escuchara no habra problemas. Es demasiado
ansiosa. Est todo el tiempo temiendo que se muera. Todo el
da en sus brazos, la chiquita ya no aguanta estar en una ca
ma. No quiere estar sola, est demasiado mal acostumbrada,
por eso llora todo el da, y toda la noche. Estoy seguro de que
la guardera le har bien. Es terrible, escuchndola me doy
cuenta de que no puedo tranquilizar a mi mujer.
La madre: No soportara separarme de ella ahora, tiene
slo tres meses, es tan chiquita.
Me dirijo a Canela quien, en los brazos de su madre, gira
la cabeza hacia m al or mi voz, y para un poco de llorar:
Entonces, Canela, t oyes lo que cuentan pap y mam?
Gritas desde que saliste de la panza de mam, desde que
sabes hacer ruido, como si tuvieras miedo de que se olviden
de que existes, pero ests perfectamente ah.
Canela abre unos ojos inmensos, parece curiosa e intere
sada; me mira con una atencin asombrosa, su boca est
completamente abierta.
La madre: Es verdad que tengo muchsimo miedo de que
no est, sobre todo a la noche; se me ocurre que puede morir
re i m ni. i i r d a i l I d l'lble, s a d e la q u e mu e r e n los b e b e
tiiiriit ras duermen.
C.M. (a Canela): Pues bien, Canela, si tienes miedo del
miedo de mam, comprendo que no quieras dormir.
Canela abre sus ojos cada vez ms y me mira con una
in t<Misidad extraordinaria. Ya no llora; la que est llorando,
en sikiicio, es su madre; gruesas lgrimas de nia ruedan por
sus mejillas; contempla a su hija.
C.M.: No tengas miedo, Canela. Puedes dormir. Mam
tambin puede dormir por la noche; no necesitas llorar para
curarla de su miedo. Se dira que todo el tiempo quieres
tranquilizarla, gritarle que ests viva, decirle que no la
dejars sola como en otro tiempo la dej a ella su mam.
La madre: Usted cree que el mueco de alaj es respon
sable?
De qu responsabilidad me habla la madre? Cmo
responder una pregunta semejante? Una vez ms, me dirijo
a Canela:
Mira, Canela, hay un mueco de mam y un mueco de
Canela. Al revs de lo que pensaba la enfermera, no estoy tan
segura de que el tuyo sea a causa de tu miedo. El alaj forma
parte de la historia de mam. El que ella quiso darte es otro
mueco. Se parece al primero, claro que s, tiene con l
muchas cosas en comn, pero no es el mismo. T no tienes el
n lismo padre ni la misma madre que mam. Este, ella lo hizo
para ti, para tu propia historia, que no ser la misma que la
suya, aunque seas su hija.
Esta voz nueva propone a Canela una alternativa, otra
senda.
Todo el cuerpo de Canela parece tragar mis palabras y,
mientras su madre sigue llorando, yo sigoy sigo hablndole
de su miedo y del miedo de esa mam a quien ella intenta
exorcizar cada quince minutos con sus gritos. De pronto, su
mirada tambalea, sus puos se abren y Canela se duerme.
Los padres estn atnitos: Nunca se durmi as.
Dormir hasta el final de la entrevista. Ni siquiera va a
despertarse cuando la vistan para partir.
El padnr.: Ahora pieuno qik1va n d o m i H titui ho Im nipn
Estuvo siempre muy tensa, necesita recuperarse.
Cuando volvieron a la cuta que les <ii para la semana
siguiente, Canela ya no lloraba; haba recuperado el sueo,
pero ios padres se quejaban de haber estado peleando toda
la semana.
Cmo comprender lo que sucedi con Canela v sus pa
dres? Es necesario comprender?
Jacques Lacan, en el seminario sobre La transferencia,
habla de la comprensin en estos trminos:

No es en absoluto fundam ental que (el analista) comprenda.


Dir incluso que, hasta cierto punto, que no comprenda sera
preferible a una excesiva confianza en su comprensin. En
otros trminos, debe poner siempre en duda lo que compren
de y decirse que lo que busca alcanzar es justam ente lo que
en princi po no comprende. Justam ente por saber lo que es el
deseo, y por no saber lo que desea este sujeto con el que se ha
embarcado en la aventura analtica, se encuentra en posicin
de tener dentro de s, de ese deseo, el objeto. Esto es lo nico
que puede explicar alguno de esos efectos tan singularmente
espantosos, parece.25

Comprender es quedar apresado en la demanda del otro,


y es una de las maneras de responder a esta demanda. La
demanda no es el deseo.
Pero si bien es importante, como nos ensea Jacques
Lacan, que el analista no intente comprender a toda costa -lo
cual lo arrojara a la posicin del mdico o del cientfico,
amenazando con impedirle sostener su iugar, aun as
tenemos que preguntarnos por los efectos de una palabra en
el trabajo analtico con esos nios que, pese a estar tomados
en el lenguaje, todava no disponen de la posibilidad de
hablar. En cuanto a los analistas que trabajan con nios muy
pequeos, parece evidente que, si no siempre comprendemos

25J. hacan, Le Sminaire, livre VIH, Le transfer, np. cit., pg. 229.
lo -)i i i u>e(le t n si'.snni, los bebes, en cambio, entienden
romo pensaba ya Frangoise Dolto, lo que se les dice. La clnica
de los lactantes parece confirmar esto a diario.
Ks frecuente que despus de unas pocas entrevistas recu
peren el sueo, el apetito, y se curen de enfermedades
somticas que los tratamientos mdicos no haban logrado
vencer. En el misterio del encuentro con los bebs tenemos
que trabajar ms que nunca con lo que no comprendemos.
Estos resultados casi siempre espectaculares dejan per-
p le j os a los propios analistas, que temen pasar por magos
p u e s es cierto q u e , segn las pocas, la sombra de la hoguera
siempre los acecha en alguna medida.
l'or el momento ninguna explicacin cientfica permite
saber si un nio de tres meses comprende una interpretacin.
Caroline Eliacheff lo seala tambin en su libro:

En cuanto al campo de las ciencias cognitivas que se entiende


por el ms avanzado, el del lenguaje, estamos lejos -aunque
seguramente nu por mucho tiempo de aspirar a verificar
experimentalmente el valor estructurante de la verdad de
sus vidas dicha en palabras a los nios, cosa que la observa
cin psicoanaltica nos confirma a diario sin que sepamos
como. Pese a los vertiginosos e increbles descubrimientos de
la neurobiologa, esta disciplina no nos permite responder al
interrogante: cmo pueden comprender el lenguaje seres
humanos que todava no lo han adquirido? Por otra parte, en
el caso de los adultos tampoco se sabe cmo ciertas palabras
pueden ocasionar malestar, infarto, accidente, aun cuando
se este empezando a determinar el modo en que la palabra
modifica la biologa de un ser humano, que no es lo mismo.-6

En aquella sesin con anela una cosa era segura: no se


trataba de una observacin de beb. Incluso tuve la impre-

.Juego intraducibie con el verbo francs entendre, poseedor de un


doble sentido "or" y entender. IN. de la T.]
( Kit ich*n,. \corpsi't a cris. Etre psychanalyste avec les tout petits,
op, cit., paga. 64*65.

n;<;
excepcional. No haba nada de experimental en ese encuen
tro. Nada que se midiera, nada previsto ni controlado. El
analista procura llevar la entrevista, no dominarla.
La presencia de la madre y el padre en el consultorio
dificulta aquella verificacin.
Cul fue la palabra operativa? Y para quin?
Es indudable que pas algo para los tres, pues de lo
con! rano <anela no habra recobrado el sueo y los padres
no se hubiesen pasado la semana discutiendo.
El padre expres lo que para l era imposibilidad de calmar
a la madre y a la nia. No era ni un hermano Hansel tran
quilizador, ni un padre que pudiese rivalizar con el mueco
dealaj\Dejaba a cada una de el las enfrentada con su bruja.
La madre slo pareca encontrar figuras apaciguantes en
una relacin incestuosa. No se haba casado joven por l, sino
para huir de su familia, dijo. No haba lugar para un hombre
al que ella hubiese elegido, que hubiese sido el suyo.
Este "no hay lugar" (que tal vez convena tambin al pa
dre) se revel para ia seora H. en ocasin de esa entrevista.
Cmo determinar lo que ocurri precisamente con la
madre, quien sale desasosegada de esta sesin en la que
habl mucho de su historia? Lo que dir en la segunda es bien
caracterstico del ti po de traba jo que se puede real izar en una
primera entrevista con un beb y sus padres.
Seora H.\ Cuando sal del consultorio el otro da tuve la
impresin de estar ms liviana. Canela ya no me pesaba
tanto en los brazos y, sobre todo, no s por qu pero cuando
usted dijo que su mueco de alaj no era el mo, me sent
aliviada, como si hubiese dicho que Canela era una vida
diferente de m. Esa noche le devolv su mueco. Ahora creo
que no le da miedo y que puede quererlo.
Era preciso que Canela se aliviase de la pesadsima
historia de esta mam. Haba hecho alguna vez la seora H .
el duelo de su propia madre? Qu aterradora historia de
amor la ligaba an a su madrastra? Porqu viva con pnico
de que le quitaran su beb? Fantasma de represalias?
(.Keptlicin del drama de la muerte de su madre? Cmo
puedi1 vivir tranquilo un beb cuya madre piensa que se va
a morir a cada momento?
Sin duda tenia miedo de desaparecer ella tambin, una vez
convertida en mam. Amor loco de una nia por otra nia
devorada a besos,27 beb de nombre azucarado, pleno de esa
dulzura que tanto le haba faltado cuando fue nia a su vez,
hasta el punto de enfermar y de haber sido hospitalizada.
Fantasmas de devoracin, anhelos de muerte, deseo de vida,
de esta violencia canibalstica estaba iiecha tambin la
relacin de Canela con su madre. En esta relacin de espejo
lloraban ambas, no dorman, se extenuaban y se sostenan
mutuamente sin que sepamos cul de ellas impeda dormir
a la otra, y esto sin que el padre pudiese poner un lmite al
horror de ese goce. Las dos entrevistas habrn alojado un
poco el nudo de ese abrazo y permitido a Canela recuperar
una historia y un lugar propios.
Pero la supresin del sntoma, que alivia al nio y a su
familia, no resuelve nada. Una vez que Canela se cur, sus
padres no quisieron concurrir a ms entrevistas. Es ste
o ro efecto de las curaciones mgicas? Comprendemos por
qu nunca satisfacen de veras a los analistas.

II!. Anal ista en un servicio de neonatologa.^s


Una experiencia diferente

Los mdicos parecen otorgar cada vez ms espacio a los


analistas en sus servicios, especialmente en el rea de la
primera infancia.

I jos nios de menos de dos aos (...) confunden el beso con un poco
tr citin IiuIihiiim ( nvn<|ue los comen, F, Dolto, Lorsque Venfant parat,
Pars, Seuil, 1990, py, 113.
<ntitiKnr.il ion id < uni'.n sn <lrl (.F.R.P., abril de 1992; L'enfant et
La vacante de analista se est convirticndo en l ltimo
must de la alta tecnologa mdica: Ponga un psi en su
incubadora: ltimo eslogan de moda en los servicios de
prematuros!
Si hoy comprobamos que las puertas se abren y que el
analista es demandado, no sigue en pie la cuestin de lo
que se le demanda?
Qu quieren estos mdicos que apelan a nosotros? Qu
quieren los analistas que se aventuran en semejante infierno
cuando es tanto ms confortable quedarse en su silln?
Algunos hasta piensan que, ms all de cierta distancia del
divn y del silln, deja de haber analista. No es raro, en
efecto, que actualmente las ms vivas crticas por el trabajo
que hacemos en medicina provengan de los ana listas y no de
los mdicos.
Sin embargo, ya en la poca de Anna Freud se hablaba de
psicoanlisis en hospital. Recomiendo el libro firmado con
juntamente por Anna Freud y Thesi Bergman, analista
norteamericana que, en 1945, describi un trabajo llevado a
cabo en el hospital Rainbow de Cleveland, especializado en
ciruga y ortopedia peditricas. Esta obra, titulada Les
enfants mal ades. Introduction leurcomprhension analyti-
que, da cuenta de una tcnica especial de primeros auxilios
psquicos en hospital.29

la psychanalyse: questions contemporaines. Este trabajo-es importante


subrayarlo- no habra podido intentarse en ei servicio sin las cualidades,
el entusiasmo y la demanda de un equipo que, de las "arrulladoras al
mdico jefe, est animado por una autntica preocupacin por los bebs
y sus familias. Todos juntos agradecemos a Catherine Dolto-: olitch el
haber aceptado intervenir, en los dos ltimos aos, en ocasin de algunas
reuniones, para comunicarnos su experiencia con recin nacidos. E la
aporta a su enseanza un "color" que slo a ella pertenece. Estas sntesis
fueron de enorme valor para e equipo, asi como lo son para m nuestra
complicidad y nuestra amistad.
Anna Freud/T. Bergman, Les enfants malad.es. Introduction n eur
comprhension psychanalytique, Toulouse, Privat, 1988, trad. franc. J.
Etor.
KI camino andado desde entonces es, por supuesto, consi
derable. Hace esto ms fcil trabajar sin excesivo riesgo de
quedar reducido al papel de practicante de una tcnica
asistencial como tantas otras? Sin excesivo riesgo de quedar
incorporado, ubicado en un lugar incompatible con el trabajo
analtico?

Todo empez hace seis aos, el da en que el responsable


de un servicio de neonatologa llam a la consulta especiali
zada en psiquiatra infantil, en la que todava hoy me
desempeo, para pedir a mi jefe, el doctor Cohn, que le
enviara un psicoanalista. Este acept y fui destacada al
servicio del doctor Retbi en el hospital Delafontaine, de
Saint-Denis. All procur implementar, con la ayuda y colabo
racin del equipo, un trabajo de analista bastante diferente
de los dems.
Generalmente, en efecto, en la mayora de los servicios de
neonatologa se recurre al psi sobre todo cuando los padres
se descompensan, es decir, cuando plantean demasiados
problemas al equipo.
Se recomienda entonces una consulta y hasta se la prescri
be, y casi siempre estos padres son recibidos en un despacho
alejado del servicio, a veces durante aos, cuando el nio
hace ya mucho tiempo que sali del hospital.
En la mayora de los casos los analistas no conocen el
dossier del nio y no desean conexin alguna entre el equipo
mdico y ellos. Por qu? Porque esta es una manera de
trabajar que pone en primer plano la demanda del equipo. Se
deriva al analista a aquellos padres que perturban el trabajo
para que acuda en auxilio de los mdicos, aunque la foca-
1i/acin recaiga manifiestamente en el tratamiento de los
padres.
Me pareca imposible trabajar as. Noquera recibir a unos
padres ya angustiados e infelices que adems se sintieran
vistos por (*l equipo como candidatos a la asistencia psi,
<liando saban perfectamente que otros padres que anda
b a n hirn" i mejor dicho, que no molestaban a nadie aunque
padecieran trrribJt,im,nU,)jarnisi,i nn nmvot adoa ni confu
torio del analista.
As pues, intent encarar el trabajo de otra manera 1 labia
que inventar otra cosa. No era fcil, por cierto, peroyaexist ia
transferencia y el equipo no hizo las cosas imposibles.
El problema se planteaba de la manera siguiente: poda
un analista, como lo demandaba el jefe, formar parte de un
servicio de alta tecnologa mdica? Estar a la vez en el
equipo y no pertenecer a l, para poder ocupar un lugar de
analista? Estar a un tiempo presente y separado?
Los mdicos se quejaban de fracasar cada vez que inten
taban derivar a los padres al exterior. Les pareca indispen
sable que el analista funcionase en el mismo lugar, que
formase parte de su equipo.
La mayora de las demandas formuladas por el servicio no
me parecieron incompatibles con mis propias pautas de
trabajo (en cuanto a las otras, ya veramos mucho ms
adelante), y en consecuencia acept ocupar ese lugar propo
niendo la orientacin de recentrar el trabajo en el nio;
como en la tragedia griega, con unidad de lugar: yo estara
en el interior del servicio. Unidad de tiempo: el trabajo se
llevara a cabo durante la hospitalizacin del beb. Unidad
de accin: el trabajo que hiciera sera igualmente un trabajo
de reanimacin, pero de un registro diferente.
Se trataba de un proyecto de reanimacin del deseo del
nio, articulado con el deseo de sus padres, paralelamente a
una reanimacin de su cuerpo. (Reanimar viene del latn
animus, espritu, soplo.) El gesto mdico procura el soplo
vital y no es posible prescindir de l. Pero mientras que la
medicina puede, en efecto, meter aire en los pulmones, a
veces la palabra puede devolver las ganas de vivir.
Cuando habl de la direccin de este trabajo con Frangoise
Dolto, ella resumi el proyecto de la manera siguiente:
Usted propone en el corazn central el deseo de vivir,
mientras que los mdicos fuerzan al corazn de carne a
seguir peleando.
Veamos cmo funciona hoy el equipo.
KI i rvK iii en un lugar comido, aislado, al cual se ingresa
por du i nmpart imientos y vistiendo uniformes especiales.
K 'le tugar entre parntesis, entre la vida y la muerte, hace
pt nsai i n un su l)marino en picada, lejos de su hospital, de su
puerio de amarra.
I 'ara salir de l, nios y asistentes respetan escalones de
descompresin progresiva. Los recin nacidos, los entrantes,
llegan siempre de urgencia, SAMU, atencin de supe rvivien-
cia, oxgeno. La llegada de un nio sume al servicio en el
silencio. Cuanta mayor es la urgencia, ms lentos parecen los
movimientos del personal asistente.
Al efectuarse la admisin, la supervisora da a los padres
dos citas, una con el mdico y otra con el analista.
El mdico se presenta como responsable de la atencin
mdica del nio y, en este carcter, informa sobre su estado
de salud. Por otra parte, confirma la segunda cita conmigo,
q ue me presen to como respoi sa i>le del desarro ilo afectivo del
beb en e servicio.
Los padres saben que no se los convoca por tener proble
mas sino porqi le todos los padres son recibidos por el mdico
y el analista para hablar de su beb.
Para os padres, esta nocin de responsabilidad reparti
da" entre mdico y psicoanalista sita el trabajo de una
manera totalmente diferente.
En la primera entrevista les explico cul es mi tarea en e:
servicio junto a su beb. A menudo me veo llevada a hablar
de este nio cuando ellos ya no pueden decir nada de l. El
contraste entre mi discurso v el de los mdicos los sorprende.
En este caso no se trata de habiar de su peso o de la cantidad
de plaquetas que tiene, sino de su sonrisa, de su nacimiento,
de lo que s de su historia, de las palabras que parecen
devolver vida al nio en el imaginario de los padres, y lo
hacen mas humano frente al horror de lo real que estn
enfrontando. Cuando se arriesgan a tomar la palabra ellos
mis mi>s, no si *t rata ya del saber -en cualquier caso, no de ese
saber que est del lado de los mdicos, sino de la verdad de
una historia: S que saldr adelante, o incluso: Cuando
Lo importante no es tanto estar tuera del equipo como
estar fuera del discurso mdico.
Los padres suelen interrogar por io que consideran secre
tos de los doctores . "Hay algo que no nos dicen." Los padres,
en efecto, saben que hay algo no dicho, pero lo que ignoran
es que no est forzosamente del lado de los mdicos.
La respuesta es siempre decepcionante. Por qu muri
este ni no de muerte sbita? Por qu es prematuro este beb?
Los asistentes responden de la manera ms cientfica posi
ble, respetando los conocimientos de la medicina. Los padres
entienden o no entienden. Aprendimos de Gmette Raim-
bault que cuando se responde sio a nivel del rgano, se
responde slo a nivel del sntoma. No ha de asombrar,
entonces, el convencimiento de los padres de no haber
obtenido respuesta.

en otra parte.
Cuando se soporta no aliviar la angustia de los padres
mediante una respuesta -como se pone una venda sobre la
herida-, lo inconsciente se arriesga y tal vez aqullos puedan
entender de otro modo la pregunta planteada.
Muchas cosas pueden decirse en una primera entrevista.
Franck naci un ao despus de que su hermano mayor,
Pablo, falleciese de muerte sbita. Se hallaba en el servicio
para el chequeo que se efecta sistemticamente en estos
casos. La madre de Franck tena sitiado el despacho del
mdico.
Por qu muri?", preguntaba incansablemente, a prop
sito de i\abIo. La medicina no tena respuesta. Se le hablaba
de Franck, que estaba bien: no deba inquietarse, deba
tratar de olvidar.
'(Cuando la recibo, se queja del equipo mdico: Los mdicos
dicen que no saben, pero s que no dicen la verdad."
La escucho. Contina: Con Pablo yo tenia problemas; me
pona violenta, pero lo amaba.
Me cuenta entonces la muerte accidental de un hermanito,
I Vdro, cado de los brazos de su hermana mayor. Habla de la
depresin de su madre, que dur dos aos tras la desapari
cin de Pedro; del otro hermanito que naci inmediatamente
despus de Pedro y que nunca haba hablado: No se recupe
raba de la tristeza de mam, y no haba deseos de ocuparse
de l, creo que lo abandonamos.
Esta primera entrevista, que fue la nica puesto que el
beb, que haba entrado para un chequeo, estuvo solamente
un da en el servicio, permiti a esta madre llorar y percibir
las trampas de la repeticin que amenazaban a su hijo.
Su hijo Franck haba sido concebido por prescripcin
mdica, para curar su depresin, le dijeron. Su familia
insista: No ests triste ahora, est Franck. No se llora
cuando se tiene un hijo sano. Ella no quera ser una
depresiva como su madre, no quera abandonar a su hijo. En
la imposibilidad de hablar hasta entonces de la depresin
intolerable y de ese duelo que duplicaba otro por el que
tampoco haba podido llorar, nunca se haba autorizado a
expresar su sufrimiento. La deriv entonces a una consulta
en la que se present con Franck, el cual pudo abandonar
lentamente su lugar de alto riesgo, etiqueta del embarazo
de la madre: pero el riesgo no terminaba all.
Muchas cosas pueden decirse en una primera entrevista.
Al realizarse, explico a los padres que los ver con tanta
frecuencia como ellos quieran mientras dure la internacin
de su hijo, en el consultorio o junto al beb en el servicio. A
partir de este momento podr ser formulada una demanda,
y slo volver a verlos si piden una cita.
Slo la primera entrevista es sistemtica.
Veo a los bebs cuando se realiza la visita con todo el
equipo. El historial mdico es retomado en cada oportunidad;
el estado de salud del da, las decisiones teraputicas, todo se
decide en ese momento. Se habla del beb pero sin dirigirse
a el. Se lo ha examinado antes, y la visita tiene lugar sin
detenerse a la cabecera del enfermo. Lo que conozco en esta
visita es sumamente valioso para m, no slo con los padres,
para comprender lo que me dicen y las novelas que han
construido sobre los dichos del mdico en el intento de
devolver sentido a este real inhumano, sino tambin con los
nios, cuando recorro nuevamente el servicio para ver a cada
uno de ellos. Esta otra visita, o esta visita distinta, la hago
sola, y su objeto es hablarle al beb de l mismo, de sus
padres, de lo que sufre, de los cuidados que se le van a prestar,
de lo que s en cuanto a su historia. Poco a poco, asistentes
del equipo, intrigados, comenzaron a seguir y tambin a
preguntar. Ser analista en un servicio mdico es tener que
vrselas con la interrogacin de un equipo. Por supuesto,
sabemos que no es lo ms fcil. La posibilidad de trabajar
como analista pende de un hilo! Es un trabajo de funmbulo.
De un da para el otro, el equipo puede no soportarnos ms.
Nunca puede decirse cunto tiempo durar esto.
En esa visita ya no se habla del beb sino al beb. Si en la
otra se lo mira, esta vez se entiende que el hecho de que est
all tambin le incumbe. Esa historia, por dramtica que sea,
es tambin la suya. No es solamente asunto de los mdicos.
El mismo debe hacer algo con ella.
Es muy importante dejar que los padres hablen de la vio
lencia y del odio, y hablar de ellos al nio. Las palabras recon
fortantes, los buenos consejos pueden menguar moment
neamente el ardor de las llagas y tranquilizar a quien los da,
pero no son ms que exhibiciones que, al sustentar la men
tira, pueden retornar violentamente a la vida de los nios.
La historia de Ins es ilustrativa de esta forma de desvo.
Nacida al trmino de treinta y cuatro semanas, permane
ci dos meses en el servicio de neonatologa de un hospital
parisiense, por prematurez.
Cuando me la derivaron, tena veintitrs aos y acababa
de dar a luz a una encantadora mujercita de 3,250 kilos.
Durante su permanencia en la maternidad esta joven
sucumbi a un episodio post-parto muy serio, con momentos
de prdida de identidad. Escap tres das despus del parto
en un estado confusional agudo: preguntaba a los transen
tes a dnde iba. Estado crepuscular histrico? Accesos
d r i l l ; m h \ s 1s m h s is |)<)H( p u l 1<Y 101 pH|li.il ra d r l Im: |ii1, 11
evocovarosdiagnst icos y la dirigida m tras prescribir unos
medicamentos.
Kstoy gravemente enferma, deca ella, una y otra vez, y
nada la haca llorar ms que los benvolos consuelos de su
familia.
Ins haba sido siempre muy sana. Fcil de criar, hasta
este momento nunca haba presentado problemas. De pe
quea, al salir del servicio de prematuros, fue adoptada por
una familia. Nada o casi nada saba de su madre natural, de
su historia. La asistencia social del hospital no confi a los
padres adoptivos ms que unos pocos elementos del dossier.
Una psicoanalista recibi regularmente a los padres en el
servicio de prematuros. Siguieron escrupulosamente todos
sus consejos y no ocultaron a su hija ninguna de las informa
ciones recibidas.
Siendo muy pequea, supo que su nombre de pila haba
sido elegido por su madre, quien vino a verla regularmente
durante ios ocho primeros das que siguieron a su nacimien
to; pero, antes de salir de la maternidad, la madre pidi
firmar los papeles de abandono y luego desapareci, dejando
en los servicios sociales una identidad y un domicilio falsos.
No se saba nada ms, salvo que el personal hospitalario la
consideraba gravemente enferma; pero acerca de esta enfer
medad no se aport precisin alguna.
Siguiendo los consejos de la psicoanalista, los padres
adoptivos dijeron todo lo que saban y tambin lo que no
saban. Era necesario positivizar, a toda costa, la relacin.
Explicarle a Ins que, al abandonarla, su madre haba
realizado un acto de amor; que sus padres adoptivos le
estaban sumamente agradecidos y la consideraban una
buena madre. Lo dijeron, pero sin pensarlo. Ms que el
consejo de la psicoanalista, el origen del desvo estuvo en el
desconocimiento de lo que es la violencia de una adopcin
Dara los padres adoptivos. Esta versin soft de los hechos
xmvino a Ins, quien creci, para gran satisfaccin de los
madres, sin ningn problema.
El embarazo transcurre a las mil maravillas, salvo quizs
unos pocos das difciles cuando el mdico -a quien describe
como un mago, aquel que ve en el interior del vientre- Ib
informa que el beb es una nia. Estaba contenta, pero se
senta perturbada sin saber bien porqu. En los tres das que
siguieron a la ecografa fue presa de unos vmitos que no
haba forma de parar. Sin embargo, tener una nena le
pareca lindo.
Lo nico que la contrariaba era el nombre. Haba elegido
nombres de varn, pero un nombre de mujer resultaba, hasta
ese momento, impensable para ella.
ijos vmitos cesaron cuando, sbitamente, se le impuso un
nombre: la llamara Mara Ins.
Pese a 'as protestas de la familia, que atribua el nombre
elegido a una falta de imaginacin ms que a una bsqueda
de los orgenes, logr afirmar su decisin y todo volvi a ser
normal, tranquilo y feliz.
Las contracciones aparecieron al final del sptimo mes.
Ins fue hospitalizada, los mdicos consideraron que el beb
era demasiado pequeo y ordenaron reposo y perfusin.
Ella intenta entonces negarse, pide dar a luz prematu
ramente: Senta, dice, que se era el momento de su naci
miento, no s por qu." La familia y el mdico procuran
convencerla. 15s verdad que siempre, desde muy pequea,
Ins ha sido extremadamente razonable: jams un arranque
de ira, jams un gesto de oposicin, muy positiva siempre.
Acaba cediendo. Ahora acepta quedarse, sin protestar, ni
siquiera parece triste, tal vez un poco ausente. Resignada,
sin duda, a que no se la escuche.
I )espus de unas semanas, el beb ha alcanzado ya el peso
perfecto, el que se puede leer en los libros. Los mdicos
deciden cesar el tratamiento.
<inco horas ms tarde, Mara Ins llega al mundo tras un
par tu poi \i , i sin ningn problema; todo el mundo est
1 11 !<*< h o 0 ')n 1 x it o d e l I r a b a jo . N o es p r e m a t u r a .
Ine ,, durante tres das, dice estar demasiado cansada
par.i u m r a su hija en los brazos. El tercer da ya no sabe
como se llama ni qu ha venido a hacer a este hospital.
Los que retornarn en su anlisis son el horror, el odio y
la violencia para con su madre de nacimiento: Cmo pudo
abandonarme? Ahora que yo misma tengo un hijo, s que es
un monstruo. De qu monstruo se trata? Quin es el
monstruo de quin?
El odio qued tapado por los buenos sentimientos de unos
padres adoptivos demasiado bien aconsejados. Tironeada
por su ambivalencia, al mismo tiempo que la rechazaba, ella
quera gritar por todos los medios su filiacin a esa madre
enferma, madre con la que slo poda identificarse como
monstruosa.
Despus de un trabajo analtico en el que Ins pudo
recuperar el drama de su historia y comprender el sentido
otorgable al sntoma amenaza de parto prematuro , pudo
volver a tomar a su hija, de la que la abuela se haba
convertido tambin en madre adoptiva, como en una historia
que, de no ser oda, no acabara nunca de repetirse.
No es tan fcil evitar deslizarse por la suave pendiente del
deseo de curar.
El trabajo de un analista en un servicio de neonatologa no
es tranquilizar o intentar suprimir el sufrimiento a cualquier
precio. Aceptar tener que escuchar, pues de lo contrario,
veintitrs aos ms tarde, el beb en el adulto revivir la
violencia de un trauma que se haba pretendido negar.
Confiemos en lo inconsciente para no olvidar. El tiempo,
como se sabe, no tendr intervencin alguna.
La curacin aparente que puede producirse no garantiza
en ningn caso el futuro del sujeto. Vemos qu difcil es
so sten er este lugar de analista. Dificultad que nada tiene
que ver con la del trabajo en equipo.

(Ue, por su modo de funcionamiento, el equipo tcnico


conceda realmente un espacio al analista, '.aranti/.a <{11<
haya psicoanlisis en el servicio?
Qu ocurre con la demanda de los padres? Se puede
hablar de una demanda del recin nacido? La nica demanda
declarada que es posible trabajar sigue siendo la del equipo,
y est, por otra parte, la cuestin del deseo del analista.
Cuando todas las puertas estn abiertas, no es mayor an
el riesgo de ser ganado por el sistema, cayendo en la tentacin
de prestar ayuda al saber mdico mediante un saber
psicoanaltico que nada tendra que ver con el del incons
ciente?
Cmo trabajar en el campo de los que saben, vistiendo
incluso su uniforme blanco, sin exponerse a olvidar la posi
cin ms modesta del que tiene que aprenderlo todo de su
paciente.
Una demanda apremiante de la medicina no facilita
forzosamente la especificidad del trabajo del analista.
Hace poco tiempo, una mam me comunic su extraeza
pues en el servicio de hematologa de un importante hospital
de Pars, al que haba ido a consultar por su hijo hemoflico,
la recibi el mdico que ella conoca y otro, desconocido,
tambin de guardapolvo blanco, que no se present a ella ni
al nio. Lo primero que piensa esta mam es que a la
consulta asiste un interno, ya que lleva guardapolvo blanco.
Sin embargo, como todos sabemos, el hbito no hace al
monje. La mam no tarda en percatarse de ello cuando el
presunto interno, al final de la visita, en el momento de
abrochar ella la camisa de su hijo de cinco aos, la interpela
dicindole que ste bien podra abrocharse la camisa solo y
que su conducta sobreprotectora constitua indudablemente
una seal de angustia sumamente perniciosa para el nio. Al
manifestar ella su extraeza de que l no se hubiese presen
tado, le dice que es el psicoanalista del servicio. Deberamos
decir, quiz, de servicio? Como el bombero en el teatro!
La perplejidad de esta madre va en aumento, y lo interro
ga: Dgame, es normal que un psicoanalista diga cosas as
cuando no se le ha preguntado nada?
bebs probeta, donantes desconocidos, esperina congelado,
nios reanimados milagrosamente que resultan ser, en el
fantasma de los padres, hijos de la medicina: acaso no
sabemos que les ponen muchas veces el nombre del mdico?
El poder que da la ciencia no es fcil de administrar. En los
aos que vienen, los mdicos corren peligro de tener que
arrostrar demandas como sta: 1 Joctor, necesito una nia de
ojos azules y que nazca el 25 de diciembre. Su ciencia
proveer.
El acto md ico se sita hoy en un dominio d ferent e, no slo
del psicoanlisis, sino del registro en que se hallaba antes,
cuando lo mdico tena que ver con lo religioso, con lo
sagrado. En la actualidad, lo mdico presume de cientfico.
1'rata del cuerpo cientfico y no del cuerpo del deseo y del
goce. La ciencia no da sentido al sntoma.
Cuanto mas avanza la medicina, ms queda excluida La
dimensin de cuerpo libidinal y del goce; lo cual no significa
que haya que privarse de los progresos teraputicos. Pero la
medicina coincide muy dificultosamente con la ciencia. Su
objeto, debido a que es sujeto, lo impide. Los mdicos,
convertidos en cientficos, se encuentran desamparados i rente
a reacciones que son reacciones de sujetos.
As es la historia de Estela: joven de veintiocho aos,
embarazada de siete meses y medio de su primer beb. Le
anuncian, despus de una ecografa, que el beb ha dejado de
crecer. No se conoce la causa de esta detencin del crecimien
to y cunde la alarma. Sin dar ninguna explicacin verdadera,
se decide que Estela permanezca en la maternidad.
El mdico jefe pronuncia el veredicto; Su beb es ahora
bastante grande, estar mejor en una incubadora que en su
panza.
Pensando en un problema placentario, se juzga ms
Itn id m lirxt i Mi'i iil nino |hu i 0Mnr*ia Km iim \amo tln don
kilos, di* luirna salud, SO Humar Silvia.
Estela haba venido por una simple ecografa. Sin tun
aclaraciones en cuanto a la necesidad de la intervencin, si4
despierta cinco horas despus, sola en una habitacin, con el
vientre chato y dolorido. Su beb fue trasladado al servicio de
neonatologa de otro hospital, y slo la autorizaran a verlo
ocho das despus, cuando pueda dejar la maternidad. Qu
realidad tiene este nio para ella?
Por fin llega el da de la salida. Su marido viene a buscarla
para llevarla a ver a su hijo. En el momento de partir, ella se
niega a ir a ver al beb. Los mdicos no comprenden: a todas
luces acaban de salvar a su hijo y ella se deprime.
Lo que ellos, por supuesto, no pueden or (y no es se su
papel; si oyeran, podran seguir viendo?), es aquello de lo
que Estela vino a hablarme cuando finalmente lleg al
servicio de neonatologa, sin poder acercarse an a la incu
badora.
Entrevista tras entrevista, Estela vino a hablarme de su
madre.
Esa madre por la que nunca se sinti amada, a la que vivi
como rechazante y preocupada nicamente por una pasin
de la que haba hecho un oficio: ula investigacin mate
mtica.
La madre de Estela tena por libro de cabecera su propia
tesis de tercer ciclo. En l encontraba su paz cotidiana; a esos
trabajos se haba dedicado mientras esperaba a su hija, y
an hoy hallaba consuelo en ellos cuando su vicia conyugal
le pareca irrisoria: en ellos se enfrascaba para olvidar la
imagen cada da un poco ms gris que le devolva el espejo.
Irona del destino, Estela naci de un error de clculo. Esa
madre no me am nunca, deca, me encontr fea de nacimien
to; sola decirme que haba deseado mi muerte. Se equivoc
al calcular las fechas, ella que no se equivoca nunca.
Jaque mate, para su madre. Estela tambin naci prema
tura.
Si Estela nova a ver a su hijo es por miedo de encontrarlo
feo, de sucumbir a los mismos anhelos de muerte que los de
su propia madre.
Ella, que tanto deseaba reparar, vivir por n una relacin
madre-hijo feliz, queda consternada ante la idea de una
fatalidad que se repite. Como si la pesadilla tuviera que
recomenzar indefinidamente.
El reabastecimiento narcisista esperado no pudo concre
tarse.
Al parir prematuramente, Estela se precipit de manera
fantasmtica en el mundo de las madres calculadoras, fras
y monstruosas, en el mundo de las madres en jaque. Tiene
miedo de su hijo. Para evitar ser una madre as slo le queda
el dolor de ser ella misma una hija monstruosa.
La prematurez enlazada a la vida por un hilo y a la
maquinaria mdica por varios es, para la madre, un hijo
decepcionante, hiriente, anormal: causa de un derrumbe
narcisista.
Aprend de estas madres que no existe para una mujer
mayor sufrimiento narcisista que el de traer al mundo un
beb anormal.
Aprend de los bebs el poder considerable que tienen
sobre su madre (no estamos aqu en el registro del narcisismo
secundario, sino ms bien del narcisismo primario; es una
cuestin de vida o muerte). Si no responden a su expectativa
por ser enfermos o demasiado pequeos, pueden inspirar
una mala madre.
La repeticin de esa prematurez fue, para Estela, insopor
table.
1 rn nio que mama bien hace venir ms leche y gratifica
a su madre, que se siente buena. Un beb que busca captar
la mirada de su madre la ligar a l mucho ms fcilmente
que un nio que no la mira, que no parece interesarse en ella.
El beb est, por decirlo as, en posicin de hipnotizador
para la madre.
liste encuentro con un nio prematuro o enfermo es
extremadamente doloroso. La culpabilidad, a veces terror
fica, ocupa siempre el primer plano.

IMl
Un pronstico demasiado peyorativo emitido por un un di
co deseoso de decir la verdad, puede tener a veces electos
desastrosos. No slo se quiebra entonces el nio, sino tum
bien la madre, impedida de ser madre para este hijo. Verdad
para quin? De qu verdad se trata cuando se la dice de esta
manera?
Es importante procurar impedir que el frgil vnculo entre
padres e hijos se quiebre. Aun si la vida del nio ha de
interrumpirse ah, que siga siendo para s mismo y para ellos,
los sobrevivientes del drama, sujeto de su historia.
En el caso de Silvio, como en el de muchos nios prematu
ros, quien estuvo cerca de l en un primer tiempo fue el padre.
En todos estos nacimientos el rol de los padres es fundamen
tal. Con frecuencia estn en primera lnea. El encuentro de
estas madres sufrientes con el beb suele pasar por el padre.
Para Estela, estaba ausente.
Al vivir a su vez la desesperacin y soledad en que haba
estado sumida su propia madre, Estela pudo autorizarse a
ser una madre para su hijo.
El error de clculo del que haba nacido actu pese a todo,
lo mismo que un acto fallido, como revelador de deseo de su
madre. Este error manifestaba un deseo de hijo, aun cuando
se hubiese realizado a sus espaldas y eligiendo para ello su
sntoma matemtico.
Silvio haba venido, en efecto, para reconfortar a su madre
y llevarla hacia l, hacia la curacin. Cuanto ms hablba
mos untas de la historia de Estela, de su dificultad para
acercarse a su hijo, ms se mostraba Silvio presente y
deseante, ms iba l hacia ella. Los hijos se encuentran
siempre en posicin de terapeutas de los padres, cosa que
-bien lo sabemos- no es forzosamente bueno para ellos.
Un trabajo psicoanaltico se inici con Estela. La posibili
dad o no de este trabajo en los hospitales es una cuestin de
tica, pero tambin de personas. Momentos privilegiados de
los que nunca sabemos si van a durar.
Todo vuelve a jugarse cada vez en funcin del analista, de
lo que ste es, del equipo y de la transferencia que los une:
lazo (io verdad <nn*, aun no siendo cientfico, es de todos
modos verdadero,
Octave Mannoni sola repetirlo:

La verdad es como el sol: todo el mundo puede recibir sus


rayos, pero nadie puede apropirselo.
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INDICE

Primera parte

L a p r im e r a e n t r e v i s t a c o n e l p s i c o a n a l i s t a . . .
TREINTA AOS DESPUS.1 ............................................................................ 11

I. Feliciano y las mujeres sabias.................................. 33


II. Aurora y Cristina
o la nia de los bastidores .......................................... 39
III. Arturo y el secreto de las morsas .............................. 43
IV. Margot y los granos mgicos..................................... 47
V. Pablo o uel costo de un nio .......................................52
VI. Samira: nio sntoma
o sntoma del nio?..................................................... 55
VIL Valentn y su len .................................................... 59
VIII. Violeta o el drama de los celos ............................... 62
IX. Lolita, la nia anormal..........................................66
X. Adrin, el tigre y su ninn........................................ 69
XI. Del pediatra al psicoanalista
o el nio a encauzar ..................................................72
XII. A la escucha del corazn de Carla ............................76
XIII. Ana.......................................................................... 80
XIV. Alejandro o el piano roto..........................................82
D e l a p r im e r a e n t r e v i s t a

A LA CURA PSICOANALTICA ................................................... 85

I. Xnophon o la cruz de los nombres............................. 89


II. Alicia o el sol negro de la fobia................................ 109
III. Jeremas o el teatro del payaso ................................

Tercera parte

L BEB SA B IO ................................................................. 145

. Cierta mirada sobre el beb..................................... 149


I. Canela y alaj,
una nia para comrsela........................................ 160
II. Analista en un servicio de neonatologa:
una experiencia diferente ..................................... 168

uentes......................................................................... 185

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