Cinco Gigantes Del Cristiano
Cinco Gigantes Del Cristiano
Cinco Gigantes Del Cristiano
El mundo está lleno de problemas. Algunos son pequeños y algunos son enormes. Kay y
yo estábamos considerando los problemas que el mundo enfrenta hoy, y llegamos a la
conclusión de que son cinco gigantes — cinco problemas graves que afectan a miles de
millones de personas.
Éstos son los problemas que deseamos abordar, creyendo que Dios obtiene la mayor
gloria cuando nosotros atacamos a los mayores gigantes. Estos problemas son tan
enormes que pueden ser tratados solamente con dependencia total de Dios y en total
unidad — tu congregación y la mía, todos cristianos alrededor del mundo — trabajando
juntos para enfrentarlos
Aquí está una verdad alarmante: Miles de millones de personas ni siquiera han oído el
nombre de Jesucristo. Tres mil grupos distintos de personas alrededor de nuestro mundo
incluso no sabrían si ya oyeron el nombre de Jesús.
Esta gente no sabe nada sobre Jesús o sobre Dios. ¿Si fueras uno de los que nunca han
oído el nombre de Jesús, no quisieras que alguien viniera y te dijera algo sobre nuestro
Salvador, nuestro Señor? La Biblia dice en Romanos 10:14 (NCV), “Antes de que la gente
pueda pedir al Señor ayuda, ellos debe creer en él; y antes de que puedan creer en él,
deben oír hablar él; y para que oigan hablar el Señor, alguien debe decirles.”
El gigante más grande de nuestro mundo es hoy el hecho de que por lo menos mil
millones de personas no conocen a Jesucristo.
2. El segundo gigante que deseamos abordar es la carencia de líderes que sean siervos
alrededor del mundo.
Alrededor del mundo, hay un montón de personas que están en posiciones de liderazgo
que abusan de su poder. Muchos rehúsan utilizar su poder para el bienestar de su gente
— en lugar de esto eligen utilizarlo para sí mismos. Esto ha creado caos en el mundo.
Los líderes deben tener una base moral. Deben tener sabiduría. El libro de Proverbios en
una versión dice en 11:14, “sin la dirección sabia, está la caída de una nación.” Proverbios
16:12 b dice, “la dirección sana tiene una fundación moral.” Y Zacarías 10:2 dice, la “gente
vaga alrededor como ovejas perdidas. Ellas están en apuro porque ellas no tiene ningún
líder.”
Entre los cristianos nacidos de nuevo en el mundo hay 2.1 millones de pastores y líderes
de la iglesia. De estos, 1.9 millones nunca han tenido entrenamiento alguno. No sólo estos
líderes no han ido al seminario o a la escuela bíblica, incluso no han ido a la escuela
secundaria y a veces ni si quiera a la primaria. No tienen ningún entrenamiento — pero
conducen la iglesia. Esto debe ser remediado.
3. El tercer gigante que vemos después es la pobreza.
Más de la mitad del mundo – esto es tres mil millones personas — vive con un
presupuesto menor a dos dólares por día. Una sexta parte de la población del mundo vive
en villas miseria. Ésas son estadísticas desgarradoras. Una versión de Proverbios 28:7
dice, “El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre..”
Es fácil vivir en una burbuja y pensar que el resto del mundo vive como uno. Cuando
estamos ocupados solo en nuestras vidas diarias, nos olvidamos de cómo es que la mayor
parte del mundo vive, incluso tendemos a juzgar a gente por ser pobres. Job 12:5 dice
“Aquel cuyos pies van a resbalar. Es como una lámpara despreciada de aquel que está a
sus anchas.”
Cómo hablar con los padres de 10 millones de pequeñas muchachas que se venden a la
prostitución en el sur de Asia Oriental. Sus familias viven en tal pobreza que no ven otra
manera para alimentar a sus familias que vender a sus pequeñas hijas en prostitución. Es
una existencia horrible.
Por lo menos mil millones de personas sufren los efectos del hambre y de la sequía.
Tienen hambre y están desamparados. Son indigentes. Debemos hacer algo sobre eso.
Salmo 38:6 - 11 dice, “Me siento cansado, y totalmente deprimido; todo el día ando muy
triste. Estoy ardiendo en fiebre; nada en mi cuerpo está sano. Estoy muy débil y adolorido;
tengo la mente aturdida. ¡Por eso me quejo! Dios mío, pongo ante ti mis más grandes
deseos;¡no te los puedo esconder! Mi corazón late con ansias, las fuerzas me abandonan,
la vista se me nubla. Mis amigos más queridos se quedan lejos de mí por causa de mis
males; mis parientes cercanos se mantienen a distancia.”
Hemos visto los efectos de la pobreza mientras hemos viajado. Hemos visto los efectos de
la gente con VIH/SIDA. El estigma es enorme. Sus propias familias los abandonan. Sus
cuerpos pierden peso lentamente, víctimas de ‘infecciones oportunistas’. Como cristianos,
nosotros no podemos ignorar a estas personas.
Ezequiel 34:4 dice, “Las débiles no habéis fortalecido, la enferma no habéis curado, la
perniquebrada no habéis vendado, la descarriada no habéis hecho volver, la perdida no
habéis buscado; sino que las habéis dominado con dureza y con severidad”.
Más de la mitad del mundo sigue siendo analfabeto. ¿Cómo puede un país crecer y ser
fuerte económicamente cuando sus ciudadanos no saben leer, no pueden escribir, y no
saben los fundamentales de la matemáticas y de la ciencia que creemos que ya nos ha
sido concedida? No es ninguna maravilla que estos países no sean fuertes. Oseas 4:6a
dice, “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento.” Hay una necesidad desesperada
de profesores y escuelas además de materiales que los ayuden a crecer.
Las minas terrestres no son sólo letales; son siniestros artefactos colocados
estratégicamente justo debajo de la superficie de la tierra, donde permanecen sin detectar
hasta que se aplica una presión. Luego explotan, causando heridas tan graves que
cualquier idea de recuperación parece imposible.
¿Por qué me refiero a este tema tan sensible, especialmente cuando la guerra sigue
causando estragos en el Oriente Medio? Porque, en verdad, creo que se está librando una
guerra espiritual en el campo de batalla de nuestras vidas, que no tiene parangón en la
historia del cristianismo.
Con la amenaza de un guerra física que se profundiza, y que vemos todas las noches en
las noticias, me temo que en vez de estar más alertas a las engañosas armas de guerra de
Satanás, nos estamos desensibilizando y cayendo en un letargo emocional, mental y,
sobre todo, espiritual.
Muchas personas piensan erróneamente que Satanás utiliza medios claros para
desviarnos del camino y conducirnos al campo de batalla donde él ha puesto su siniestro
arsenal, pero no es así como él trabaja.
Satanás no se muestra tan claramente. Sus armas de guerra más destructivas son mucho
más sutiles. Cuando nos movemos en su dirección y pisamos el terreno que ha sido
cultivado con el pecado y la corrupción, las minas terrestres del Enemigo explotan debajo
de nosotros, y eso nos deja retorciéndonos por el dolor emocional. Los sentimientos de
culpa, vergüenza y remordimiento levantan muy pronto una barrera entre Dios y nosotros.
Entre las minas terrestres espirituales más comunes están el orgullo, los celos, la envidia,
la falta de seguridad, el compromiso, la falta de perdón, la frustración, el temor, la
inmoralidad, el pecado sexual y la negligencia. Estos son los artefactos que el Enemigo
pone en nuestro camino en su empeño por evitar que experimentemos el amor de Dios.
Satanás no quiere que tengamos una relación personal íntima con el Salvador. Dios nos
creó para tener compañerismo. Su mayor deseo es que sepamos quién es Él y que
conozcamos Sus designios. También quiere que tengamos compañerismo con los demás,
pero el pecado impide esto, y Satanás lo sabe. No es posible disfrutar del compañerismo
con Dios si, en lo más recóndito de su mente, usted está luchando con pensamientos de
celos, temores, inseguridad y envidia.
El orgullo hace que nos coloquemos por encima de Dios. La persona que ha pisado la
mina terrestre del orgullo, no piensa en cómo le ha dotado Dios para realizar la tarea que
Él le ha llamado a hacer. En vez de eso, mira sus logros, y piensa: ¡Miren lo que he hecho!
El profeta Isaías dejó constancia de la caída de Satanás del cielo, de esta manera: “Tú que
decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi
trono, y en el monte del testimonio me sentaré… seré semejante al Altísimo. Mas tú
derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Isaías 14:13-15). El orgullo tiene un
solo final: la destrucción.
En segundo lugar, el Enemigo nunca quiere que mantengamos centrada la atención en
Dios. Usará pensamientos de inseguridad, temor, desánimo, celos y envidia para lograrlo.
Para mí no es raro oír a alguien decir que está luchando con pensamientos de inseguridad
o de envidia. Vivimos en un mundo de comparaciones, en el que los medios nos han
enseñado a observar a quienes están por debajo y por encima de nosotros. ¿Estamos
equiparados? ¿Hay la posibilidad de que podamos aventajarlos? El principal interés de
Dios es que nos concentremos en Él y en Su voluntad para nuestras vidas.
Cuando nuestros pensamientos giran en torno a Él, el Señor nos da el discernimiento que
necesitamos para ubicar las minas terrestres del Enemigo y desactivar cada una de ellos
al apartarnos de la tentación y el pecado. Si tenemos un pensamiento fugaz que nos dice
que alguien está siendo reconocido por encima de nosotros, podemos pedirle al Señor que
nos diga Su verdad a nuestros corazones. Muchas veces nos vemos envueltos en la vana
palabrería del mundo, pero la aprobación de Dios no se basa en nuestros logros, sino en el
amor incondicional que Él nos tiene. Nada agrada más a Dios que la rendición de nuestras
vidas a Él, y el permitirle que nos enseñe cómo vivir cada día a la luz de Su bendición.
En tercer lugar, el principal objetivo del diablo para la vida de un cristiano es desanimarlo.
Quiere que nos demos por vencidos. Nos tienta para que cedamos al pecado, y cuando lo
hacemos, nos susurra acusaciones a la mente, diciéndonos lo malo que somos. El diablo
cree que si puede manipular las circunstancias, creeremos sus engaños y
experimentaremos la explosión de la mina terrestre del desánimo y el temor.
Muchas veces, Satanás nos tentará para que caigamos en el pecado sexual, porque esta
trampa específica no sólo produce mucha vergüenza y tristeza, sino también porque nos
hará sentirnos indignos y aislados de los demás cristianos. El resultado es catastrófico, no
sólo para nosotros, sino también para todos los que son parte de nuestro círculo de
amigos y familiares.
Las consecuencias del pecado sexual se mantienen durante generaciones. Hace poco, un
hombre de edad madura se deshizo en lágrimas después de darse cuenta de que había
seguido las pisadas de su padre. Le había sido infiel a su primera esposa, y estaba siendo
tentado a traicionar a la segunda. Su vida era una sucesión de minas terrestres que habían
explotado. No había hecho caso a ninguna de esas, hasta que al final se vio confrontado
con el hecho de que su hijo podía seguir fácilmente su ejemplo y terminar desperdiciando
los mejores años de su joven vida.
Finalmente, Satanás quiere que sucumbamos a la duda y el temor. Una persona temerosa
es un blanco fácil para nuestro Enemigo. Hubo un tiempo en que enfrenté mucho pesar. La
tentación de dudar de la bondad de Dios era fuerte, y la idea de volverme temeroso debido
a mis circunstancias era todavía más fuerte. Pero Dios, en su fidelidad, me recordó: “Mira
que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu
Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9).
Nunca tenemos una razón válida para sentirnos temerosos, porque el Dios soberano del
universo nos ama con amor eterno, tiene un plan para nosotros y está comprometido a
velar por nosotros. Si surgen problemas, Él no se turba. El mismo Dios que ha prometido
amarle por la eternidad, no se adormece ni se duerme.
Cómo descubrir las minas terrestres que hay en su vida
¿Cómo puede usted discernir y descubrir las minas terrestres que el Enemigo ha puesto
en su camino?
Rinda su vida al Señor. Su relación con Dios es la defensa más importante que usted
tiene. Si usted no tiene interés en conocer al Señor y Su voluntad, entonces ya está en
medio de un campo minado, y el próximo paso que dé puede ser fatal. Sin pensar en las
consecuencias, la gente se vuelve celosa, amargada o implacable.
Pida que le muestre Su verdad. En Efesios 6, Pablo habla de la armadura de Dios. Yo creo
que ponerse la armadura cada mañana, es una parte esencial para estar en las fuerzas
armadas de Dios. Hay sólo un arma ofensiva que Él nos ha dado, que es todo lo que
necesitamos para permanecer firmes en nuestra fe contra los ataques de Satanás.
Es la misma arma que Jesús utilizaba cuando enfrentaba la tentación del Enemigo: la
Palabra de Dios, que es la verdad eterna del Señor comunicada al hombre. Si usted está
enfrentando tentación en algún área, la Palabra de Dios puede enseñarle cómo manejarla
sin poder en peligro su comunión con Él.
Dios sabe cuáles son las minas que Satanás ha escondido en su camino, y Él quiere que
usted vea con seriedad la manera como está viviendo cada día.
Pida al Señor que le muestre claramente Su voluntad, y que le enseñe a seguir solamente
Su voz. Esté dispuesto a obedecer Su llamado. La obediencia a Dios no sólo le mostrará
cualquier mina terrestre que haya sido escondida delante de usted; también le preparará
un camino seguro para que lo transite en medio de cualquier dificultad.
DIOS NOS LEVANTA DE LOS FRACAZOS, NO DE LAS EXCUSAS
Las excusas son terribles, ya que nos llevan a negar y justificar nuestra conducta
negligente. ¿Cuántas excusas tenemos para compartir la Palabra, para servir al Señor,
para terminar lo que un día iniciaste? A veces, incluso disfrazamos nuestras excusas como
razones espirituales, pero si Dios te ha enviado a hacer algo, no habrá razón válida, solo el
deseo de obedecerle. Para eso no habrá tropiezo.
Claro que estaba en una situación de desventaja, pero Dios le dio confianza, porque si lo
estaba escogiendo era porque sabía que era capaz y lo respaldaría, por sobre sus
circunstancias. Es como si le hubiera dicho: “Yo sé quién eres, Yo te hice. Ahora te digo
que estaré contigo y derrotarás a los madianitas”.
Cuando el Señor envió a Moisés a liberar al pueblo, la respuesta que recibió fue una queja.
Imagina qué forma de comenzar la conversación con el Rey del universo, ¡con un lamento!
Claro que Dios sabía sus limitaciones. ¡¿Por qué pondremos por excusas nuestras
limitaciones, si Él nos hizo y las conoce?! Si te dice que puedes, es porque así es, tú solo
ves tu limitación, pero tu Padre sabe lo que eres capaz de hacer.
En el caso de Moisés, si lo llamó a libertador es porque sabía que tenía deficiencias que
debía superar, y que lo haría para salir adelante con un nación entera2. Si eres de los que
se excusa en sus limitaciones, te invito a que veas todas las historias sobre deportistas
minusválidos. Personalmente me impacta un joven ciego que escala junto a su padre,
quien le da instrucciones. Cuando algo te ilusiona, vences las excusas. ¡No te detengas!
Tus excusas enojan a Dios, tal como sucedió con Moisés. ¿Cómo te bendecirá si te quejas
en todo momento? Él puede levantarte de un fracaso, pero de una
excusa…difícilmente. Es como lo que sucede con los amigos que frente a tus
justificaciones te dicen: “Sí, tienes razón, ¡qué barbaridad!”, pero luego dicen: “Este solo
cuentos es”. Una excusa no levanta admiración, solo lástima. En el caso de Moisés, el plan
original de Dios era que Aarón lo ayudara. Su plan se activa si dejas las excusas y lo
obedeces3.
Por ejemplo, yo no sabía leer en voz alta. Me aterraba rendir un examen oral, porque era
muy difícil para mí hablar en público. Entonces, ¿cómo es que predico? Pues simplemente
dejé que Él tomara el control, y lo hago a pesar del miedo, no porque se me haya quitado,
sino porque el amor de Dios, ver a Sus hijos acercarse, sustituyó ese miedo y lo convirtió
en coraje para superarlo.
En el colegio se burlaban tanto de mí que quedé traumado. Dios tuvo que tratar con eso.
¿Qué haría hoy si me dejo llevar por esa excusa? No tendríamos esta congregación que
acerca a miles al Señor. ¡Hay tanto que puedes hacer si dejas tus excusas!
Cuando Adán y Eva desobedecieron, Dios les preguntó quién les había enseñado que
estaban desnudos4. Esa pregunta es interesante, porque es como si les preguntara:
“¿Quién te enseñó, si se supone que solo de Mí debes aprender. De quién aprendes?” Si
estás lleno de excusas, no estás escuchando a Dios sino al enemigo. Ambos quieren
enseñarte, sembrar algo en ti, pero tú decides a quién escuchas, si recibes las palabras de
duda o eres tierra fértil para las palabras de fe.
Así que Dios los sacó del huerto luego de sus excusas. ¿Qué hubiera pasado si Adán le
dice: “Perdóname, no debí escuchar”? ¿O si Eva le dice: “Perdóname, caí en la trampa”?
Tal vez Dios les da otra oportunidad, pero no lo hicieron. Muchas veces actuamos igual y
nos justificamos con el comportamiento de otros. No te equivoques, si pecas, deja las
justificaciones, es mejor pedir perdón y la obra restauradora será hecha.
Cuando tienes excusas suceden cosas extrañas. La primera es que te las crees, todo el
comportamiento y desarrollo se basa en eso y no avanzas. A Moisés lo limitó la excusa, no
su dificultad del habla. A Gedeón también, y lo mismo con Adán y Eva, no los arruinó el
pecado, sino las excusas que pusieron5. Examina la Biblia, toda excusa no superada se
convirtió en maldición.
La Palabra de Dios nos abre el entendimiento. ¿Sabes qué sucederá al dejar las
excusas? Nuestra positiva forma de pensar nos guiará hacia el éxito. Menciona las
excusas, dilas para que salgan de tu boca y no vuelvan. Dile al Señor: “Perdóname, hoy
me libero de mis excusas, me convierto en otra persona, no importa qué tengo o qué no
tengo, dejo todo atrás y me encamino a hacer Tu voluntad, no pondré una sola excusa
más”. Todo lo bello sucederá cuando dejes tus excusas.
Versículos de Referencia:
1. Jueces 6: 15-18 relata: Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a
Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.
Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo
hombre. Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal
de que tú has hablado conmigo. Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y
saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.
2. Éxodo 4:10-13 comparte: Entonces dijo Moisés a Jehová: !!Ay, Señor! nunca he sido
hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en
el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién
hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo
estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. Y él dijo: !!Ay, Señor! envía, te
ruego, por medio del que debes enviar.
3. Éxodo 4: 14-17 cuenta: Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco
yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al
verte se alegrará en su corazón. Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo
estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablará por ti
al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios. Y tomarás en
tu mano esta vara, con la cual harás las señales.
4. Génesis 3:9-13 relata: Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y
él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo
te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me
dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?
Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
5. Juan 15:22 enseña: Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado;
pero ahora no tienen excusa por su pecado.
LA CRUZ DE CRISTO
Eso ya era humillante en sí mismo. Pero luego morir asfixiado por no poder soportar el
peso del cuerpo en las manos o las muñecas clavadas, era un horror que solo la muerte
aliviaba.
No es de extrañar que los romanos llamaran a la cruz “el madero fatal”, “el palo infame”, “la
pena máxima”. No se crucificaba a los ciudadanos, por lo general. Era el “castigo del
esclavo”, reservado para los criminales o los extranjeros.
El terror legal contribuyó a la obsesión de Roma por controlar su vasto imperio. Ahora
entendemos por qué Pablo dice que la “palabra de la cruz”, es tontería para los griegos y
escándalo para los judíos (1 Corintios 1.23).
Cuando afirma no avergonzarse del evangelio (Romanos 1.16), tiene derecho a sentir
vergüenza. Porque la palabra de la cruz, Jesucristo y Jesucristo crucificado, es ofensiva
por al menos cuatro razones.
Con estas ofensas, ¿por qué se gloriaban en la cruz los primeros cristianos? ¿No debían
haberla ocultado, hasta “ganar el derecho a ser escuchados”? ¿Por qué blandían este
instrumento sangriento ante un mundo boquiabierto de asombro?
Cada uno relata la semana final de Jesús en Jerusalén: el complot contra su vida, la última
cena con los discípulos, en donde establece la nueva alianza en su cuerpo y su sangre, su
arresto, su juicio, su ejecución – en detalle – y su resurrección de entre los muertos. Toda
predicación en el libro de los Hechos nos lleva a la cruz y la resurrección y reino de Jesús.
Pablo les dijo a los Corintios lo que decidió: “Pues me propuse no saber entre vosotros
cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios 2.2).
Hebreos presenta a Jesús como nuestro Sumo Sacerdote, que ha ido no al templo de
Jerusalén, sino al cielo mismo, llevando no la sangre de un amical, sino la suya, como
sacrificio por nuestros pecados. Pedro llamó a los esclavos a seguir el ejemplo de Jesús;
se basó en la muerte del Sirviente en Isaías 53 (1 Pedro 2.21-25).
Juan escribió: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1
Juan 4.10). El libro del Apocalipsis nos muestra al Cordero sacrificado como Señor del
universo. Su sangre nos compró, nos redimió para Dios (Apocalipsis 5.9).
Palabras de salvación
En The Apostolic Preaching of the Cross (Predicación apostólica de la cruz), Leon Morris
va tras la historia clásica y judía del Antiguo Testamento, como fundamento de las
palabras de salvación del Nuevo Testamento. Aquí enumero sus conclusiones:
Alianza: El acuerdo unilateral de Dios de vincularse con nosotros por medio de la muerte
de su Hijo. “La nueva alianza es esencialmente un pacto basado en el perdón divino del
pecado – por medio de la sangre de Jesús –“.
La sangre: La vida derramada o entregada en muerte. “La sangre que nos propicia es la
que fluye cuando se inflinge al criminal – o en quien lo sustituye – la pena de muerte”:
Propiciación: “Donde hay pecado, hay ira”. No podemos eliminar la ira divina. Dios la
aplaca, lo hace al tomar su propia ira sobre sí mismo, en la muerte de su Hijo.
Reconciliación: “Es la exigencia de santidad de Dios la que causa enemistad, en contra del
pecado humano”. Dios toma esta enemistad – su ira – contra sí mismo, en su Hijo. La
guerra ha acabado; ha llegado la paz.
Justificación: Cristo, el justo, muere por los injustos, lleva su castigo en su muerte, para
que podamos ser justificados ante Dios por la fe en Él. En la muerte de Cristo Dios nos
prueba que es justo – se paga el precio del pecado – y que es quien justifica a quienes
tienen fe en Jesús (Romanos 3.26). “Aún el acto del perdón que podría verse como un
acto de misericordia, también fue un acto según la justicia.
El acto en sí mismo, mediante el cual Él libera a los hombres, muestra que actúa con
justicia”. “La rectitud (…) es un estado conferido por Dios a los hombres, sobre la base de
la obra redentora de Cristo”. Por medio de la fe estaremos ante Él como “no culpables” en
el día del Juicio.
La historia de la salvación
Cuando llegó el ángel de la muerte y vio la sangre, pasó de largo. La salvación, entonces,
es la liberación de la esclavitud y de la ira de Dios.
Cuando avanzamos al Nuevo Testamento, vemos que Jesús vino para traer el Éxodo final.
Nos libera, no de la esclavitud de Egipto ni de Roma – ni de otro poder político – sino de la
esclavitud de Satanás y de su reino de tinieblas. Proclama el reino de Dios, y atraviesa
Israel echando demonios y sanando a los enfermos.
Luego, como dice Pablo, Jesús desarmó a los poderes demoníacos en la cruz
(Colosenses 2.14-15). Cuando quitó el peso de la ley de nuestros hombros, también quitó
el poder de Satanás para acusarnos y mantenernos esclavos.
Jesús también viene para librarnos de la ira de Dios por nuestros pecados. Es nuestro
cordero pascual (1 Corintios 5.7). Su sangre nos protege. En la cruz, clama: “Mi Dios, ¿por
qué me has abandonado? (Marcos 15.34)
Helmut Thielicke dice: “En la cruz hay dolor en el corazón de Dios”. El abandonado
también perdona, ruega por nosotros: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
(Lucas 23.34). Su muerte termina en triunfo. No en “estoy acabado”, sino ha sido
realizada. La justicia divina, satisfecha. Dios ahora perdona a los pecadores, sin costo, por
medio de su Hijo.
A lo largo de su historia los cristianos han pensado en la cruz desde varios puntos de vista.
Estas perspectivas a menudo se conocen como “teoría del perdón”. Pero es mejor
llamarlas “ángulos del perdón”, porque jamás entenderemos por completo lo que Cristo
hizo por nosotros en la cruz. Cada uno de los ángulos tiene algo de verdad. Aquí enumero
tres:
Primero: El ángulo cósmico. En la cruz Jesús derrotó a Satanás. El diablo pensó que había
matado al Hijo de Dios, pero en una metáfora de los primeros padres de la iglesia, la
expresión es que Jesús fue la carnada, y la cruz el anzuelo que atrapó a nuestro enemigo.
Todo el poder demoníaco de infectar, acusar y condenar, se ve derrotado en la cruz y en la
resurrección de Jesús de entre los muertos.
Segundo: El ángulo humano. La cruz nos revela. Nos escandaliza. Nos parte en dos. Toda
autojustificación termina. Hemos ejecutado al Hijo de Dios. “Cuando pienso en la cruz
sobre la que murió el Príncipe de gloria, mi ganancia más cara la cuento como pérdida, y
vierto desprecio en mi orgullo”.
Pero la cruz también revela la profundidad del amor de Dios. Al ver el sacrificio de Jesús,
somos transformados: “Si todo el reino de lo natural fuera mío, sería una ofrenda
demasiado pequeña. El amor tan sorprendente, tan divino, exige mi alma, mi vida, mi
todo”.
Conclusión
Esto es lo que hizo Jesús por nosotros, que estábamos ahogándonos en el pecado y en el
juicio. Allí está nuestra deuda con Él. Le estamos eternamente agradecidos, y debemos
expresarlo en la adoración.
Es el centro de nuestra fe, y como tal debemos explorar cada uno de sus ángulos para ver
la totalidad de la maravillosa y poderosa cruz.