Arquitectura Portuguesa 1580-1640
Arquitectura Portuguesa 1580-1640
Arquitectura Portuguesa 1580-1640
La influencia española
Resumen
Palabras llave
Abstract
Key words
Philip II. Herrera. Terzi. Balthazar Álvares. Ribeira Palace. Palace of Castel-Rodrigo.
San Vicente de Fora.
Para la historia de Portugal el año 1580, aquel en que muere Camoens y Felipe
II de España incorpora el país a sus dominios, representa la apertura de un paréntesis
de sesenta años durante el que, pese a los intentos de buena voluntad para que no fuera
así por parte de la dinastía de los Austria allí implantada, la soberanía nacional y otros
aspectos de la existencia y cultura del estado lusitano sufrieron un prolongado eclipse,
pasando a integrarse en no pocos aspectos de la política, la vida, y las costumbres, en
la órbita de los modos, principalmente castellanos, imperantes en España.
2
Su proyecto de organizar una gran cruzada contra los infieles del norte de
África; la entrevista en Guadalupe con su tío Felipe II el año 1576 para solicitar su
ayuda en la empresa, que éste le niega tratando de disuadirlo de la descabellada
aventura; su muerte en 1578 tras el descalabro de Alcazalquivir que acaba también con
lo más florido de la nobleza portuguesa; el problema sucesorio que su muerte plantea,
resuelto solo de modo momentáneo con la regencia de su tío, el anciano y achacoso
cardenal Don Enrique; la pugna y peripecias que tal vacío origina entre los varios
aspirantes que con diferente fundamento aducen derechos a la corona; a saber:
Rainuncio de Parma; Catarina de Braganza; Manuel Filiberto de Saboya; Don
Antonio, prior de Crato; y Felipe II de España 1, y el acceso final de éste tras la
ocupación, prácticamente sin resistencia, del país, por las tropas del Duque de Alba
que parten de Badajoz y la flota de Don Álvaro de Bazán que aparece en Lisboa,
resultan cuestiones de sobra conocidas sobre las que no es caso detenerse sino para
fijar el momento y modo en que, con su incorporación a la corona de España, se abre
para la historia de Portugal el paréntesis 1580-1640. 2
1
SOUSA, MANUEL DE. Reis e Rainhas de Portugal. SporPress. Mem-Martins. 2000
2
GRIMBERG, CARL. La hegemonía española. En Historia Universal Daimon. t. 7 Madrid, 1967. Passim
3
Ibid. p. 107
3
Por tal razón, entre sus acompañantes a las jornadas de Badajoz y Portugal
figuraba su arquitecto mayor, Juan de Herrera, con quien, a su paso por Mérida, visitó
detenidamente los edificios y restos romanos y árabes que la ciudad conservaba como
testimonio de su antiguo esplendor. Afincados ya en Badajoz, el 10 de Junio de 1580,
y siguiendo las instrucciones reales, Juan de Herrera firmo la “Instrucción sobre la
manera de acabar el Palacio de Carlos V en Granada”, 7 cuyas obras, iniciadas en 1527
por Pedro Machuca, y continuadas luego por su hijo Luís Machuca, se hallaban
interrumpidas desde que en 1568 se paralizaran por causa de la rebelión de los
moriscos; empresa en la que el propio Herrera realizaría también algunas actuaciones.
Ocuparse de tal asunto en ese momento es evidencia más que significativa sobre el
interés de Felipe II por sus planes arquitectónicos.
4
GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Alberto. Historia de Badajoz. Universitas Editorial. Badajoz, 1999
5
Su sede quedó establecida en el suntuoso palacio de don Pedro de Fonseca, ya desaparecido, situado en la
actual plazuela de la Soledad, entonces de la Gobernación, en el que también fijaron su residencia el rey, su
familia, y sus colaboradores más allegados. El anfitrión, Don Pedro de Fonseca, Marqués de la Lapilla, quedó
arruinado por completo por los gastos que le ocasionó la estancia real, prolongada casi un año entero, pues se
negó a percibir ningún pago por su atención bajo la justificación de que, “Ser noble cuesta dinero”
6
KAMEN, Henry. Felipe de España. Editorial siglo XXI. Madrid, 1997 pp. 191-199
7
LLAGUNO Y AMIROLA, Eugenio. Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración.
Madrid, 1829. t. II, pp 129 y ss.
4
Con este documento entran en escena dos personajes que, junto con su maestro
mayor español, Juan de Herrera, son las piezas fundamentales de los planes
arquitectónicos de Felipe II en Portugal. Uno es el italiano Felipe Terzi, o Tercio. El
otro, el mozo de cámara del rey don Sebastián, Baltasar Álvares.
Juan de Herrera
Juan de Herrera, el más conocido y renombrado quizá, de los tres, por su mayor
proximidad al monarca y por su grandiosa obra de El Escorial, nacido en Mobellán
(Asturias ) hacia 1530, y colaborador ya del emperador Carlos V, al que acompañó a
su retiro en Yuste el año 1556, pasó luego al servicio de Felipe II, quien lo hizo su
maestro mayor y director de obras del monasterio escurialense, en el que trabajaba
desde su comienzo, en 1567, cuando, a la muerte de su primer tracista e iniciador de la
obra en 1563, Juan Bautista de Toledo, la construcción aún se encontraba casi solo en
los cimientos, lo que le permitió modificar el proyecto para imprimirle su impronta de
acuerdo con sus propias ideas.
8
GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Alberto. Badajoz cara al Guadiana. Puerta de Palmas y el puente viejo. Badajoz,
1994. pp. 131 y ss.
9
ÍÑIGUEZ ALMECH, Francisco. Casas reales y jardines de Felipe II. C.S.I.C. Madrid 1978. p. 50
5
Tras sus inicios como soldado en Flandes y otros escenarios, Juan de Herrera
pasó a ser hombre de corte como colaborador y persona de confianza de Carlos V, y
después en el campo de la arquitectura y también de la ingeniería, el arte y otras
materias, sobre todo de Felipe II. Él mismo declara que su gran ideal fue servir al rey.
“Desde el año 1565 comencé a andar continuamente con S.M. adonde quiera
que iba ( … ) En la jornada de Portugal gasté al píe de seis mil ducados por las muchas
veces que fui y vine y anduve por aquel reino y por las partes donde era imposible
dejarse de hacer excesivos gastos y no se podía dejar de mostrar ser criado de un tan
grande príncipe” 11
Fue el creador del modelo arquitectónico oficial impuesto durante el reinado del
rey prudente, cuyas ideas y gustos supo interpretar acertadamente para traducirlas en
las formas del severo y potente estilo herreriano; aquel cuyo elemento fundamental es
la matemática arquitectónica basada en la combinación armónica y exacta de
lineamientos ( recuadros o espejos, tarjetones, y otros elementos compositivos ) con el
relieve de pilastras, cornisas y frisos amensulados, a cuya fórmula se ajustaron todas
las obras reales del periodo filipino. Su estilo sólido y sobrio a la vez que majestuoso y
elegante, de arquitectura armónica sometida al más exacto ritmo matemático, resulta
ejemplo del más depurado gusto clasicista, que con él alcanza su mejor perfección en
el renacimiento español tardío. 12
10
Este puesto, no tanto de carácter funcional como de confianza personal en el ámbito palaciego por parte del
rey, a quien acompañaba en sus viajes, lo ocupó también el pintor Diego Velázquez con el rey Felipe IV.
11
LLAGUNO Y AMIROLA, Eugenio. Op. cit. II, p. 333
12
Acerca de esta cuestión resulta insoslayable CHUECA GOITIA, Fernando. Invariantes castizos de la
arquitectura española. Editorial Dossat. Barcelona, 1981
6
Catedral de Valladolid
Tras una vida ocupada en múltiples actividades de muy diversa especie además
de las arquitectónicas, a finales de 1593 la enfermedad le obligó a abandonar todo
trabajo activo, ocupándose tan solo de algunas obras de arquitectura por medio de sus
ayudantes, a los que transmitía sus instrucciones. Murió en Madrid el 15 de enero de
1597, siendo enterrado en la parroquia de Santiago, cerca del Alcázar Real en el que
habitó, junto con el rey, durante casi toda su vida. Por causa de las reformas y obras
13
Sobre el monasterio de El Escorial, gestación, propósitos, inicio, proceso constructivo y otros aspectos, vid,
Memorias de fray Juan de San Gerónimo ( Libro de razón de El Escorial ) en Colección “Documentos inéditos
para la historia de España”, t VII, por D. MIGUEL SALVÁ Y D. PEDRO SAÍNZ DE BARANDA. Madrid, 1845.
Reedición facsimilar del Patrimonio Nacional. Madrid, 1984. Sobre la unión indisoluble del monumento a Felipe
II y Herrera, características arquitectónicas, análisis artístico, dimensión historiográfica, significación simbólica
y filosofía de la obra, resulta imprescindible el estudio de CHUECA GOITIA, Fernando, El Escorial, piedra
profética. Instituto de España. Madrid, 1986.
7
Felipe II, promotor y patrono de la obra la visitó dos veces en sus inicios: la
primera en 1590, en que la peste le obligó a salir de inmediato de la ciudad; y luego en
1592, cuando pasó con su corte a Valladolid. Sin esperar a su conclusión, y deseando
otorgar en vida a la nueva iglesia la categoría de catedral superando los numerosos
litigios planteados contra ella en el ámbito eclesiástico, con apoyo en una bula de 25
de Septiembre de 1595 por la que el Papa Clemente VIII creaba la diócesis
vallisoletana como exenta de la de Palencia, y tras otorgar a la ciudad como requisito
necesario el título de Ciudad, frente al de Villa que hasta entonces detentara, el
monarca, pese a que el monumento aún no estaba concluido, procedió a su
inauguración bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Asunción.
14
Lo mismo ocurrió con los de su colega en el oficio de Aposentador Real, y uno de los mayores artistas de la
historia, el pintor Diego Velazquez, muerto el 7 de agosto de 1660, y enterrado en el panteón de su amigo, el
noble Don Gaspar de Fuensalida, en la iglesia parroquial de San Juan de Madrid, luego desaparecida, cuyos
escombros arrastraron también la memoria del sepulcro.
15
Sobre la transformación, mutilación o pérdidas experimentadas a lo largo de la historia en otros monumentos
capitales españoles vid. CHUECA GOITIA, Fernando, Destrucción del legado urbanístico español. Espasa-Calpe,
Madrid, 1977.
16
SAAVEDRA, Eduardo. En Diccionario Hispano Americano de Literatura, Ciencias y Artes. Montaner y
Simón. Barcelona 1897. tomo 22, pp. 124-125.
8
con el apoyo de otros lusos y foráneos ( Castilho, Haupt, Watson… ) a fin de respaldar
su visión del asunto desde una óptica propia, la grandiosa catedral de Valladolid
proyectada por Herrera resulta obra inferior en comparación con su contemporánea
iglesia de Fora de Lisboa, y en su estimación, “basta comparar la iglesia de San
Vicente de Fora de Lisboa, con a grande catedral começada a construir por Herrera
cinco anos antes em Valladolid para reconhocer que Terzi foi imensamente superior ao
seu contemporâneo español”. 17
Afirmación apasionada y quizá algo simplista, sobre las que más adelante
volveremos, que otros historiadores de arte y estudiosos, españoles, foráneos, y
también portugueses, no comparten.
La primacía entre estos dos grandes monumentos, los dos insignes maestros que
los proyectaron y ejecutaron parcialmente y, en definitiva, las arquitecturas española y
portuguesa del periodo filipino, son asuntos que estimulan una interesante dialéctica en
la que el juicio más objetivo y acertado sea, quizá, el del arquitecto, historiador de arte,
profesor y académico español Fernando Chueca Goitia, uno de los más cualificados
especialistas hispanos en el asunto y autor que con mayor autoridad, profundidad y
acierto se ha ocupado de esta polémica y los monumentos que la suscitan. 18
Filippo Terzi
17
Guía de Portugal. I Generalidades. Lisboa e arredores. Presentación y notas Sant’Anna Dionisio. Fundación
Caluste Gulbenkian. Biblioteca Nacional de Lisboa. Lisboa 1924. pp 292-293
18
Fernando Chueca Goitia. Madrid, 1911-2004. Ensayista, escritor, autor, entre otras muchas obras, de una
monumental Historia de la Arquitectura Española. Académico, Cronista Oficial de Madrid, Presidente del
Instituto de España. Entre sus realizaciones arquitectónicas destaca la construcción del Pueblo Español de Palma
de Mallorca y la restauración de la catedral de La Almudena, de Madrid. Al análisis comparativo de las
arquitecturas portuguesa y española de la etapa renacentista tiene dedicados varios trabajos, entre los que cabe
subrayar el capítulo X de, El Escorial, piedra profética. Instituto de España. Madrid, 1986.
9
Balthazar Álvares
Hasta 1580 en que Felipe II llega a Portugal, sobre Álvares, pese a tratarse sin
duda de figura muy cualificada en el mundo de la arquitectura, se conoce poco: que
fue el arquitecto del convento-colegio jesuita de San Antâo o Novo, en Lisboa,20
mandado construir por el Cardenal Don Enrique, cuya primera piedra se colocó el 11
de mayo de 1579, y poco más. Salvo eso, que era un arquitecto casi desconocido sin
más cargo que el de maestro de obras de la comarca de Alentejo. Mas al año siguiente,
y tras la muerte del anterior titular, Antonio Méndes, por decreto de 24 de febrero de
1581, el monarca lo elevó al puesto de Maestro Mayor de las obras de los palacios
reales de Santarem, Almerín y Salvatierra; y sobre ello, nada menos que también del
monasterio de Batalha. Con lo que Álvarez se convirtió en uno de los primeros artistas
portugueses a quien el nuevo soberano distinguió elevándolo a las más altas funciones
constructivas, manteniéndolo al mismo tiempo en la dignidad palatina de “moço de
cámara” que ya disfrutara con el rey Don Sebastián y su sucesor, el Cardenal Don
Enrique. Por esa misma época se le consigna como “mestre da carpintería da Ribeira
da Lisboa” en sustitución de Affonso Luíz, muerto poco antes. Y para algún autor es
posible que también ejerciese al mismo tiempo como arquitecto naval. 21
19
Para Felipe Terzi ( Filippe Tercio ) y el detalle de su obra en Portugal, vid SOUSA VITERBO, Dicionário
Histórico e Documental dos Arquitectos, Engenheiros e Construtores portuguezes. Lisboa, Imprenta Nacional,
1922. Edición facsimilar da Imprenta Nacional-Casa da Moeda, Lisboa 1988. Vol III S-Z pp. 93 y ss.
20
Este convento, revestido de mármoles y decorado con estatuas de los doce apóstoles realizadas en Roma,
que luego pasaron a lucir sobre la fachada del hospital, en el que sobresalían sus dos ricos púlpitos y los dos
soberbios túmulos de sus fundadores, destruido luego por el terremoto de 1755, era el mayor de Lisboa en su
época.
21
Op. cit. Vol I A-G. pp. 15-19. También CHUECA GOITIA, F. El Escorial, piedra profética. pp 165.
10
documentos “Mestre das obras das fortificaçôes do Reino”, se le atribuyen las trazas
del monasterio de San Bento de Lisboa, que otros adjudican al propio Balthazar; las
obras “do cano da agua da prata da cidade de Évora”; el cargo de “Mestre das obras
reales da comarca do Alemtejo”; de la iglesia del Terreiro do Paço que Don Sebastián
prometió levantar al santo de su nombre tras la gran peste que asolo Lisboa en 1569, y
otras actuaciones. 22
Detalle digno de subrayar, pues, aparte el acierto para elegir a sus colaboradores
y servidores entre los más dotados en cada rama, los nombramientos de Terzi y
Balthazar Álvares para la ejecución de sus planes constructivos en territorio luso
patentizan el exquisito tacto desplegado por el Rey Prudente frente al pueblo portugués
para demostrar que su acceso al trono de Portugal no se trataba de una anexión, ni
menos de una conquista por parte de España, sino de una integración en derecho de
igualdad entre las dos naciones peninsulares. Esto es, el mantenimiento de una doble
monarquía bajo un mismo soberano. 23
A alguien menos imbuido que Felipe II en esta idea le hubiera bastado mantener
su situación y privilegios a la aristocracia, altas jerarquías, dignidades de la nobleza, la
Iglesia, la milicia y personajes influyentes en el campo de la economía, comercio y
otros sectores destacados, para demostrar su respeto a la independencia del país y
asegurarse su adhesión. Pero el nuevo monarca llegó a mucho más con su proceder
minucioso y comedido, determinando que hasta los empleos más ajenos a la política y
la vida pública, como los arquitectos, ingenieros, artistas y en general todos los
colectivos a todos los niveles, fueran celosamente respetados o promovidos a favor de
portugueses, para que nunca existiera en este pueblo la impresión de que se trataba de
oprimir su cultura y costumbres seculares para imponerle otras foráneas. Con lo que,
tras la llegada de Felipe II, como señala el historiador portugués Hermano Saraiva, “El
sentimiento antiespañol fue poco más que una actitud literaria de algunos hombres de
las capas intelectuales y, en el alma del pueblo, se redujo a una callada nostalgia”. 24
22
Diccionario Histórico e Documental dos Arquitectos, Engenheiros e Construtores portugueses. Op. cit. t. I,
pp. 12 y ss.
23
Vid. SERGIO ANTONIO en Guía de Portugal. ( Op. cit ) t. I. p. 48
24
HERMANO SARAIVA, José. Historia de Portugal. Alianza Editorial. Madrid 1989, p. 234. Esta realidad es
admitida en general por toda la historiografía española y portuguesa, y por todos los historiadores hispanistas
extranjeros. Vid, como muestras representativas, ORTIZ DOMÍNGUEZ, Antonio, El antiguo Régimen: Los Reyes
Católicos y los Austrias. Alianza Editorial. Madrid, 1979. VALLADARES, Rafael. La rebelión de Portugal 1640-
1680, Junta de Castilla y León, Valladolid, 1998. HERMANO SARAIVA, José. Historia de Portugal. Alianza
Editorial, Madrid, 1989. STANLEY G. PAYNE. La España imperial. Editorial Globus. Madrid, 1994. Y KAMEN,
Henry. Felipe de España. Editorial Siglo XXI. Madrid, 1997. Hasta en la de enfoque más netamente
nacionalista, aunque excelente obra, de MANUEL DE SOUSA, Reis e Reinhas de Portugal ( op. cit ), se reconoce
así.
11
“El último cuarto del siglo XVI está dominado por la personalidad de dos
arquitectos: uno portugués, Balthazar Álvares (1570-1624) que representa la transición
entre el tradicionalismo de su tío Alfonso, del que fue colaborador, y el espíritu
renovador de Filippo Terzi, entre nosotros de 1576 a 1597. Con estos dos maestros se
inicia el barroco en Portugal bajo inspiración italiana. Una vez más acontece que los
ciclos de civilización y arte no coinciden con los límites de los siglos, debiendo
considerarse que el arte barroco, entre nosotros, comienza ya en el último cuarto del
siglo XVI y no en los comienzos del XVII”. 25
Para Felipe II, en 1580, cuando El Escorial, el monumento que tan directamente
inspiró y condujo en su ejecución, se encontraba prácticamente terminado, sus ideales
estéticos se hallaban tan perfectamente identificados con los de Herrera, que los de uno
eran los del otro, quedando pendiente de dilucidar si fue el rey el que fijó las pautas al
25
DOS SANTOS, Reynaldo. Historia del Arte Portugués. Editorial Labor. Barcelona, 1960. t III, p. 15
26
Sobre este asunto vid SEGURADO, J. Juan de Herrera em Portugal. “As relaçoes artísticas entre Portugal e
Espanha na época dos descobrimentos” . Coimbra, 1997. pp. 99-111.
12
Para Chueca Goitia, “la cosa no puede estar más clara”: Herrera es el intérprete
de los deseos reales, y lo que él dice debe transmitirse a los que deben ejecutarlo; en
este caso a Felipe Terzi. Para ello, su consejero y colaborador arquitectónico, tras
acompañar al monarca como aposentador real y maestro mayor de sus obras a Mérida
y Badajoz en su viaje de aproximación a Lisboa, se adelanta para llegar allí en enero
de 1581 ( el rey no lo hará hasta el 29 de junio ) a fin de conocer sobre el terreno la
situación de los palacios y ordenar las obras necesarias, y también para preparar, junto
con el Duque de Alba, el recibimiento del rey en su nueva capital, organizar los actos
de aclamación, y levantar los correspondiente arcos de triunfo en su itinerario. 31
Felipe II permaneció en Lisboa hasta febrero de 1583, esto es, casi dos años,
durante los que Herrera trabajó junto a él desplegando, en su condición de
comisionado regio de confianza, una intensa actividad como supervisor y asesor de las
obras reales en fase de ejecución y autor de los proyectos de otras. En su dedicación
27
CHECA CREMADES, Fernando. Felipe II, mecenas de las Artes. Madrid, 1992
28
CHUECA GOITIA, F. op. cit. p. 167 y ss.
29
AYRES DE CARVALHO. Don Joâo V e a arte do seu tempo. Lisboa, 1962. t. II p. 23
30
Loc. Cit. p. 26.
31
PIZARRO GÓMEZ, Francisco Javier. Arte y espectáculo en los viajes de Felipe II. Ediciones Encuentro.
Madrid, 1999. pp. 45 y ss.
13
En opinión de Chueca Goitia su fundación “es una deuda del arte peninsular
con Felipe II.” 32 Para Ayres de Carvalho, “fue de la mayor utilidad para la formación
clásica, intelectual, práctica y científica de nuestros artistas por medio de un
aprendizaje metódico y bien remunerado.” 33
32
CHUECA GOITIA, Fernando. Op. cit. p. 169
33
AYRES DE CARVALHO. Loc. Cit. p. 21
14
Es preciso resaltar la continuidad y pujante actividad del Aula durante casi dos
siglos, tanto en lo que atañe a su papel durante tan dilatado periodo para que el espíritu
y tradición de sus fundadores, Felipe II y Juan de Herrera, se mantuviera, como a
efectos de que el barroco portugués conservara, bajo su inspiración, un marcado acento
hispano hasta bien entrado el siglo XVIII.
Palacio de la Ribera
La Plaza del Comercio, o Terreiro do Paço, de Lisboa, situada tras las rúas de la
Baixa, en el borde meridional de la ciudad, con uno de sus lados abierto al mar, es
estimada por los portugueses, con razón, como una de las más amplias y bellas del
mundo. El nombre de Plaza del Comerció se lo aplicó el Marques de Pombal después
de su remodelación en el siglo XVIII. Los ingleses la conocían como Black Horse
Square o Plaza del Caballo Negro. La denominación popular de Terreiro do Paço le
viene de haber sido el emplazamiento del Palacio de la Ribera, erigido a principios del
siglo XVI por el rey Don Manuel o Venturoso, “Afortunado”, en español, que allí
murió en 1521. Se trataba de un suntuoso edificio de tres alturas con cuatro torres
cuadradas coronadas por almenas, cuyo interior custodiaba, además de otros ricos
tesoros artísticos, una gran biblioteca. El edificio fue reformado poco después por su
34
Extrañamente, el completo Diccionario Histórico e Documental dos Arquitectos, Engenheiros e Construtores
Portuguezes de SOUSA VITERBO ( op. cit ) no refleja en la biografia de Terci este nombramiento y función.
35
CHUECA GOITIA, Fernando. El Escorial, piedra profética ( op. cit ) p. 170
15
hijo y sucesor, Juan III o Piedoso, “Piadoso”, nieto de los Reyes Católicos, que lo
amplió, aproximándolo al río hasta el lugar que luego ocupó el Ministerio de la
Guerra; y finalmente por Felipe I de Portugal y II de España, que ordenó añadirle
todavía un nuevo y soberbio torreón. Desde las ventanas de este palacio es por donde,
tras detener a la Duquesa de Mantua, Margarita de Saboya, prima de Felipe IV y
Virreina de Portugal, fue defenestrado el 1 de Diciembre de 1640 el ministro Miguel
de Vasoncelos por los fidalgos conjurados que iniciaron la secesión de Portugal de la
corona de España.
36
Con autoría de Reynaldo dos Santos, aunque sin citarlo expresamente, la Guía de Portugal, t. I
Generalidades. Lisboa e arredores, obra de 1924 ( Op. cit ) escribe que: “Filipe II fez construir um torreâo do
risco de Terzi.” El riguroso Dicionário Histórico y Documental dos Arquitectos, Engenheiros e Construtores
Portuguezes de SOUSA VITERBO, obra monográfica sobre el asunto, editada dos años antes, en 1922, ni
menciona esta obra al reseñar a Terzi.
37
Así lo estima ya LLAGUNO Y AMIROLA, Eugenio. Op. cit. t. II, p. 138
16
38
CHUECA GOITIA, Fernando. Op. cit. pp 173-174
39
Referentes estilísticos incuestionables son, entre otros, el Palacio Real de Aranjuez, Alcázar de Toledo y,
sobre todo, Lonja de Contratación de Sevilla. Esta, según proyecto muy poco posterior a la Torre de la Ribera.
40
IÑÍGUEZ ALMEZ, Francisco. Op.cit. p. 49
41
“Elementos para a historia do Municipio de Lisboa”. Apud. AYRES DE CARVALHO. Op. cit. t. II, p. 24. Citado
por CHUECA GOITIA, F. Op. cit. p. 173
42
GURRIARAN, José Antonio et alt. Compañía Límite de Comunicaciones. Mérida. 1997. pp. 5-6 et alt.
17
Palacio de Castel-Rodrigo
43
VARELA GÓMES, Paulo, Universidad de Coimbra. “Damnatio Memoriae. A arquitectura dos Marqueses de
Castel-Rodrigo”. En Arte y Diplomacia de la Monarquía Hispánica en el siglo XVII. José Luís Colomer,
Director. Ediciones Fernando Villaverde. Madrid, 2003. pp. 352-357
44
Guía de Portugal. Lisboa e arredores. Op. cit. pp. 479-480
18
45
Op. Cit. p. 348
46
VARELA GÓMES, Paulo. “Damnatio memoriae. A Arquitectura dos marqueses de Castel-Rodrigo”. Loc. cit.
47
CHUECA GOITIA, Fernando. El Escorial, piedra profética. ( op. cit ) p. 181
19
La residencia del alto personaje en Lisboa resultaba, pues, más que una cuestión
funcional, una cuestión política de manifestación de prestigio, de igual tenor que la
que afectaba al propio rey, pues el relevante consejero debía tener como alojamiento
personal y representativo una sede digna de su rango. A tal efecto, el palacio de
Castel-Rodrigo debía situarse en la misma plaza que el del rey y ser, tras el de la
Ribera, el más importante de todos los palacios nobiliarios de Lisboa.
El interés de Felipe II por este palacio queda patente en el hecho de que fue el
primero que ordenó erigir, “después de que Nuestro Señor fue servido que heredara
esta corona.” Sus trazas se hicieron, pues, a poco de llegar el rey a Lisboa; muy
probablemente, como las de todas sus obras importantes, bajo sus indicaciones y
supervisión directa, estando fechada la conclusión del proyecto, que, aunque no
firmado, todos los detalles y circunstancias permiten atribuir a Juan de Herrera, el 26
de enero de 1582.
48
La atribución a Terzi sostenida por parte de la historiografía del arte lusa se basa en el manuscrito de un
tratado de arquitectura compuesto en 1631 por el arquitecto portugués Mateus Conto “o Velho”, conservado en
la Torre do Tombo de Lisboa. BNL códice 946, f. 24, verso. Citado por VARELA GÓMES Paulo. Loc. cit. p. 355
y nota (7
49
REYNALDO DOS SANTOS. Historia del arte em Portugal. ( op. cit ) t. III, p. 19
20
entre sí, y de Lisboa en particular, nada dice sobre ninguno de tales arquitectos en
relación con esta obra, ni siquiera sobre el palacio de Castel-Rodrigo. Detalle
significativo que quizá indica que este autor estima la obra ajena a los maestros
portugueses.
50
Los bienes y posesiones de D. Cristóbal de Moura, Conde y primer Marqués de Castel-Rodrigo, fueron
confiscados por la corona mediante sentencia dictada por Joâo IV contra su hijo y sucesor, el segundo Marqués,
D. Manuel de Moura Corte-Real, en alvará de fecha 17 Agosto de 1654, para integrarlos en la Casa do Infantado
a favor de los hijos segundos de los reyes de Portugal. El primer titular efectivo del nuevo patrimonio, por
muerte de su hermano Teodosio, fue el tercer hijo de aquel monarca, el controvertido D. Pedro, quien en 1667
pasó a habitar el Palacio de Queluz, haciéndolo nido de amores ilícitos e intrigas políticas. Vid. sobre el
pormenor Guía de Portugal. Lisboa e arredores. Op. cit. pp 479-480
51
VARELA GÓMES, Paulo. Loc. Cit. p. 355
52
El mas conocido y representativo es el de Domingo Vieira Serrâo, ejecutado en 1619; esto es, poco después
de su ejecución, lo que permite confiar en su fidelidad.
21
Se trata de la tercera gran obra lisboeta, junto con los Palacios de la Ribera y
Castel-Rodrigo, mediante la que, a través de Juan de Herrera, se manifiesta la
proyección de las formas españolas y el espíritu de Felipe II sobre la arquitectura
portuguesa. De las tres, es la única que perdura, y la que más polémica suscita entre
los historiadores de arte hispanos y lusos en cuanto a la adscripción de su autoria a los
dos grandes maestros que fueron Juan de Herrera y Felipe Terzi; pues si en las otras
dos la participación del maestro italo-portugués, aunque señalada, y no con carácter
unánime, lo es con menor razón de argumentos, en ésta la atribución a Terzi, siguiendo
a Ayres de Carvalho es sostenida con mayor fuerza por la historiografía local en
general, en tanto que la de Herrera es respaldada en particular desde la óptica hispana
por Fernando Chueca Goitia. 53 Con todo, en textos portugueses actuales se reconoce
que, aunque concluida en 1626 según los modelos del manierismo italiano entonces
imperante, sus torres simétricas, su severa fachada de rígido diseño geométrico
ornamentada con grandes pilastras, las hornacinas alojando figuras de santos, la
formalización y ritmo de los vanos, y su interior en cruz latina, recuerdan de modo
directo la obra del monasterio de El Escorial, de Herrera. 54
La iglesia, de San Vicente de Fora, así llamada por situarse el templo primitivo
fuera de las murallas árabes, fue mandada edificar en 1147 por el primer rey
portugués, Alfonso Enríquez, bajo la advocación de Santa María, para celebrar su
entrada en Lisboa. Rehecha por completo entre 1582 y 1627 por orden de Felipe II, se
trata de uno de los monumentos más representativos y cargados de historia, no solo de
Lisboa, sino de todo Portugal. En la actualidad se sitúa en la confluencia de los barrios
de Alfama, Graça, e Campo de Santa Clara, a poco más de medio kilómetro al noreste
del castillo de San Jorge, rodeada a distancia semejante por las iglesias y convento de
Gracia, cuya gran cúpula se distingue desde lejos, Santa Engracia, Museo Militar, y
estación de Santa Apolonia. ( Grabado núm. 3. San Vicente de Fora. Dibujo de Chueca
Goitia )
53
Sobre las tesis de ambos autores, vid sus oo. cc. Passím
54
Lisboa. Uma cidade inesquecível. ( op. cit ) pp. 304-305
55
La leyenda dice que el cuerpo del santo, martirizado el año 304, llegó en 1173 a las costas del Algarve en una
barca conducida por dos cuervos, cuya representación figura en el escudo de la ciudad, siendo trasladado desde
allí a Lisboa para depositarlos en el mejor lugar.
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La primera piedra del nuevo templo fue colocada personalmente por el propio
Felipe II el 25 de Agosto de 1582 -lo que significa que, pese a su magnitud, el
proyecto se redactó en siete meses- fecha en que ordenó a Felipe Terzi realizar un
bosquejo sobre el monasterio que, correspondiente a la grandeza y magnificencia de la
iglesia iniciada, también pensaba construir, y que dicho arquitecto realizó asimismo
en breve tiempo, y el rey firmo igualmente. Este esquema de trazas, referente a obra
distinta de la propia iglesia, es el que cimienta la atribución de todo el conjunto a Terzí
por parte de Ayres de Carvahlo. 56
56
AYRES DE CARVALLO, en CHUECA GOITIA. Fernando. Op. cit. p. 183.
57
Ibid.
23
Balthazar Álvares, que entonces dirigía la obra, para sustituir la terraza situada sobre
la portada principal diseñada por Herrera, por un coro interior alto que ocupó su
espacio. Transformación que en opinión de Chueca Goitia desvirtuó por completo el
espíritu del edificio concebido por su tracista español. Tras los maestros iniciales
intervinieron en la obra, para reparar los daños ocasionados por el terremoto de 1755 y
perfeccionar el acabado, los arquitectos y escultores Joâo Nunes Tinoco, Mateus de
Oliveira, Machado de Castro, Leonardo Turriano y otros. Como obra de ellos destacan
al interior el baldaquino de Machado y los grandes paneles de azulejería típica
portuguesa del XVII y XVIII representando batallas, asuntos religiosos, y hasta
fábulas de La Fontaine, que decoran los muros.
Digamos, como resumen, que sea de Herrera, sea de Terzi, sea resultado de la
participación de ambos, como es lo más probable, y de otros, sobre todo Balthazar
Álvarez, lo cierto es que la iglesia de San Vicente da Fora es uno de los monumentos
58
Guía de Portugal. Op. cit. pp 292-293.
24
más notables de Portugal, y obra en la que se evidencian con nitidez las influencias de
la arquitectura española del renacimiento final sobre la lusitana.
Grabado 3 Grabado 3
28
Grabado 4