Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

El Modelo Rentístico

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 1

El modelo rentístico-financiero - Mario Rapoport

La crisis económica internacional que comenzó a desarrollarse en los inicios de la década de 1970, con la crisis del dólar primero y la del petróleo después,
creó una amplia disponibilidad de capitales (eurodólares y petrodólares) dispuestos a reciclarse en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a las
dictaduras de Pinochet y Videla disponer del financiamiento necesario para hacer prevalecer sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el
mundo, antes aún de la llegada de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tenían también un peso decisivo los organismos financieros internacionales,
como el FMI y el Banco Mundial, que querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros. Pero los factores internos no
fueron menos importantes. La Argentina vivió, desde fines de los años sesenta y principios de los setenta, un proceso de agudos conflictos sociales y
políticos. Los levantamientos obreros (tales como el «Cordobazo) así como la existencia de fuertes grupos radicalizados, incluso guerrilleros, en la escena
política nacional entrañaban una seria dificultad para la persistencia de los modos de producción vigentes e iban a llevar al abandono del proceso
desustitución de importaciones, a la liberalización de la economía y a un nuevo tipo de inserción en la economía mundial. Es por eso que en 1976, se
produjo un verdadero punto de inflexión en la historia del país, que significó no sólo el terrorismo de estado y la pérdida de varias futuras generaciones de
líderes políticoso sociales, sino la convicción por parte de las elites tradicionales de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar las alianzas
populistas y que, como éstas se asentaban sobre el aparato productivo industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Ello
suponía también la reformulación del papel del estado, hasta allí involucrado en impulsar ese tipo de desarrollo. Esta fue la tarea principal que realizó la
dictadura militar inaugurando los 30 años de predominiode un modelo neoliberal en el país. La Argentina tenía hasta mediados de los 70 un aparato
industrial con problemas pero de dimensiones respetables, ciertos niveles de protección, controles de cambio,tasas reguladas de interés, un sistema
financiero bastante controlado y, a pesar de diversas crisis enla balanza de pagos y procesos inflacionarios, tasas de crecimiento relativamente buenas y
sostenidas, especialmente entre 1964 y 1974. Todo eso se destruyó: se promovió la desregulación financiera y la apertura indiscriminada de la economía,
que afectó a la balanza comercial y a la cuenta corriente de la balanza de pagos; se produjo un fuerte proceso de desindustrialización y reprimarización de la
economía y se estableció un sistema de preconvertibilidad que se llamó «tablita cambiaria». En particular, a principios de 1977 se implementó una reforma
que ubicaría al sector financiero en una posición hegemónica en términos de absorción y asignación de recursos, mediante su liberalización, el alza de las
tasas de interés y una mayor vinculación con los mercados internacionales. La especulación financiera pasó a ser un factor fundamental: se traían del
exterior dólares que se convertían en pesos a un cambio sobrevaluado, se colocaba esos pesos a altas tasas de interés y cuandose pensaba que el dólar iba
a subir, se volvía a cambiar pesos por dólares y se los fugaba al exterior. Se hacían así negocios fáciles y altamente rentables. Pero desde fines de los años 70
y principios de los 80, se produjo otro ciclo recesivo mundial, cuando la Reserva Federal, frente a los crecientes déficits fiscales en EEUU, comenzó a elevar
las tasas de interés, aumentadas aún más con la llegada al gobierno del presidente Reagan. Operaba aquello que señalaba Prebisch respecto a la política del
Banco de Inglaterra en el siglo XIX; las tasas de interés pasaron del 6% al 14 %, volviéndose a captar capitales del exterior en los países centrales y creando
una década perdida para América latina, al expandirse notablemente el endeudamiento externo dela región, que había tomado préstamos en los años
anteriores y ahora debía pagar intereses mucho mayores. Esta situación llevó, en agosto de 1982, a la declaración de moratoria de México, uno de los
principales deudores, desatando una generalizada crisis de la deuda en el subcontinente.Sin embargo, antes aún, en 1981, había estallado la crisis en la
Argentina, con una fuerte devaluación de la moneda y el retorno de procesos inflacionarios y, sobre todo, con la inmensa carga del endeudamiento externo,
que pasó de 8 mil millones de dólares en 1975 a 45 mil millones en 1983 cuando la dictadura militar dejó el poder. Ese endeudamiento había tenido que
ver, sobre todo, con la especulación financiera, los autopréstamos, los gastos militares y la corrupción. Incluso la deuda privada fue beneficiada con un
seguro de cambio que de hecho lo transformó en deuda pública. Sobre el origen del conjunto de esa deuda se hizo más tarde una presentación ante la
justicia, la que dictaminó que una parte de ella era ilegítima. La derrota en la guerra de las Malvinas terminó por hundir al régimen militar y fue en ese
momento crítico en el que retornó la democracia.

El modelo rentístico-financiero - Mario Rapoport


La crisis económica internacional que comenzó a desarrollarse en los inicios de la década de 1970, con la crisis del dólar primero y la del petróleo después,
creó una amplia disponibilidad de capitales (eurodólares y petrodólares) dispuestos a reciclarse en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a las
dictaduras de Pinochet y Videla disponer del financiamiento necesario para hacer prevalecer sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el
mundo, antes aún de la llegada de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tenían también un peso decisivo los organismos financieros internacionales,
como el FMI y el Banco Mundial, que querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros. Pero los factores internos no
fueron menos importantes. La Argentina vivió, desde fines de los años sesenta y principios de los setenta, un proceso de agudos conflictos sociales y
políticos. Los levantamientos obreros (tales como el «Cordobazo) así como la existencia de fuertes grupos radicalizados, incluso guerrilleros, en la escena
política nacional entrañaban una seria dificultad para la persistencia de los modos de producción vigentes e iban a llevar al abandono del proceso de
sustitución de importaciones, a la liberalización de la economía y a un nuevo tipo de inserción en la economía mundial. Es por eso que en 1976, se produjo
un verdadero punto de inflexión en la historia del país, que significó no sólo el terrorismo de estado y la pérdida de varias futuras generaciones de líderes
políticos o sociales, sino la convicción por parte de las elites tradicionales de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar las alianzas
populistas y que, como éstas se asentaban sobre el aparato productivo industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Ello
suponía también la reformulación del papel del estado, hasta allí involucrado en impulsar ese tipo de desarrollo. Esta fue la tarea principal que realizó la
dictadura militar inaugurando los 30 años de predominio de un modelo neoliberal en el país. La Argentina tenía hasta mediados de los 70 un aparato
industrial con problemas pero de dimensiones respetables, ciertos niveles de protección, controles de cambio, tasas reguladas de interés, un sistema
financiero bastante controlado y, a pesar de diversas crisis en la balanza de pagos y procesos inflacionarios, tasas de crecimiento relativamente buenas y
sostenidas, especialmente entre 1964 y 1974. Todo eso se destruyó: se promovió la desregulación financiera y la apertura indiscriminada de la economía,
que afectó a la balanza comercial y a la cuenta corriente de la balanza de pagos; se produjo un fuerte proceso de desindustrialización y reprimarización de la
economía y se estableció un sistema de preconvertibilidad que se llamó «tablita cambiaria». En particular, a principios de 1977 se implementó una reforma
que ubicaría al sector financiero en una posición hegemónica en términos de absorción y asignación de recursos, mediante su liberalización, el alza de las
tasas de interés y una mayor vinculación con los mercados internacionales. La especulación financiera pasó a ser un factor fundamental: se traían del
exterior dólares que se convertían en pesos a un cambio sobrevaluado, se colocaba esos pesos a altas tasas de interés y cuando se pensaba que el dólar iba
a subir, se volvía a cambiar pesos por dólares y se los fugaba al exterior. Se hacían así negocios fáciles y altamente rentables. Pero desde fines de los años 70
y principios de los 80, se produjo otro ciclo recesivo mundial, cuando la Reserva Federal, frente a los crecientes déficits fiscales en EEUU, comenzó a elevar
las tasas de interés, aumentadas aún más con la llegada al gobierno del presidente Reagan. Operaba aquello que señalaba Prebisch respecto a la política del
Banco de Inglaterra en el siglo XIX; las tasas de interés pasaron del 6% al 14 %, volviéndose a captar capitales del exterior en los países centrales y creando
una década perdida para América latina, al expandirse notablemente el endeudamiento externo dela región, que había tomado préstamos en los años
anteriores y ahora debía pagar intereses mucho mayores. Esta situación llevó, en agosto de 1982, a la declaración de moratoria de México, uno de los
principales deudores, desatando una generalizada crisis de la deuda en el subcontinente. Sin embargo, antes aún, en 1981, había estallado la crisis en la
Argentina, con una fuerte devaluación de la moneda y el retorno de procesos inflacionarios y, sobre todo, con la inmensa carga del endeudamiento externo,
que pasó de 8 mil millones de dólares en 1975 a 45 mil millones en 1983 cuando la dictadura militar dejó el poder. Ese endeudamiento había tenido que
ver, sobre todo, con la especulación financiera, los autopréstamos, los gastos militares y la corrupción. Incluso la deuda privada fue beneficiada con un
seguro de cambio que de hecho lo transformó en deuda pública. Sobre el origen del conjunto de esa deuda se hizo más tarde una presentación ante la
justicia, la que dictaminó que una parte de ella era ilegítima. La derrota en la guerra de las Malvinas terminó por hundir al régimen militar y fue en ese
momento crítico en el que retornó la democracia.

También podría gustarte