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Clase 13 MIS

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Curso de Doctorado –UBA

“Del psicoanálisis como discurso: de la experiencia analítica a la estructura de discurso”


Prof. Dr. Alfredo Eidelsztein
Clase Nº 13 – Viernes 10-08-07
“La noción de sujeto del inconsciente como impersonal en Lacan” por María Inés Sarraillet. 2ª. parte

María Inés Sarraillet: quiero aprovechar esta oportunidad para retomar dos
cuestiones que se desprenden del recorrido de mi exposición anterior que
versaba sobre la noción de sujeto del inconsciente como impersonal en Lacan,
especialmente en el contexto del Seminario 16. Estas dos cuestiones
consisten en una aclaración y en el planteo de un problema que se me
presentó luego de la vez pasada, porque me parece que hay una grieta, una
falla, una cuestión pendiente en la argumentación que les presenté, y la quiero
compartir con ustedes y en todo caso escuchar algún comentario, pregunta o
interrogante, si es que les parece pertinente esta problematización sobre lo que
he trabajado.

No sé si tuvieron la oportunidad de darle una mirada al texto que Mariana les


envió por la lista, que consiste en la desgrabación de una charla que dio
Edgardo Castro sobre “Responsabilidad y Culpa”. Él planteó en ese momento
que para pensar la noción de sujeto quedan dos posibilidades, dos vías: la
gramática y la vía jurídica, pensar al sujeto en el campo de lo jurídico. Y la vía
del sujeto gramatical, concebido en relación a la posibilidad gramatical, se
asienta en el uso de los pronombres. En ese sentido, me parece que dentro de
nuestro campo, como psicoanalistas, debemos evitar el riesgo de terminar
concibiendo en términos jurídicos al sujeto con el que trabajamos, digo jurídicos
porque no sé si recuerdan el desarrollo que hace Castro acerca de que el
sujeto responsable es aquel que debe responder en términos de compensar y
pagar por el desequilibrio causado en la sociedad o comunidad en la que está
instalado.

Pensar al sujeto en vías de la gramática nos abre una perspectiva interesante


para no caer en ese riesgo, entonces, como psicoanalistas, de terminar
concibiendo al sujeto en términos jurídicos en tanto responsable, y que deba
pagar por el daño que cause -aunque no lo digamos o aunque no lo
expresemos de esa manera. La noción de responsabilidad está muy bien
desarrollada por Castro en relación con esta obligación de pagar por el
desequilibrio que cause a alguien en la sociedad en la que está instalado,
independientemente de que sea o no culpable. Independientemente de que ese
sujeto –concebido como yo unificado- esté o no en la causa de aquel daño por
el que paga.

En este sentido les había propuesto rescatar el uso del impersonal que hace
Lacan en el Seminario 16, cuando recorta este pronombre impersonal en
francés –que es “il”- que a la sazón también es el pronombre correspondiente a
la tercera persona del singular, pero que en el uso de verbos que hacen alusión
a fenómenos meteorológicos, que refieren al clima o al tiempo –llover o nevar-
igual que en castellano, se conjuga sin sujeto gramatical. Se dice “llueve”, sin
sujeto, salvo cuando se lo usa metafóricamente y se dice “llueven verdades”,
“llueven desgracias”, pero si no, no llueve nadie. En francés es “Il pleut”, y
Lacan exprime esta expresión para dar cuenta de un modo enunciativo que él
trabaja bajo el título de enunciación deseante, que sería aquel decir que se
produce en análisis en la medida en que el análisis consiste en un trabajo
estrictamente lógico. Es decir, Lacan dice que no es pensable el analista como
1

Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


Curso de Doctorado –UBA
“Del psicoanálisis como discurso: de la experiencia analítica a la estructura de discurso”
Prof. Dr. Alfredo Eidelsztein
Clase Nº 13 – Viernes 10-08-07
“La noción de sujeto del inconsciente como impersonal en Lacan” por María Inés Sarraillet. 2ª. parte

sabio, o sea, no habría -en términos estrictos- análisis en relación a la posición


inicial que es pre-condición de la instalación del sujeto supuesto saber, porque
allí Lacan encuadra lo que llama “el analista como sabio”, dice que no se
piensa como analista en tanto sabio sino en tanto lógico.

Yo pensaba dos cosas: una, que en términos estrictos esta enunciación que
trabaja bajo la forma del impersonal, en donde lo que se dice nadie lo dice, se
enmarca bajo el matema del discurso analítico formalizado como tal recién en
el seminario siguiente, en donde aparece en el lugar dominante el a como
causa del deseo, puesto el deseo en el lugar de $, como vino trabajando
Alfredo en las últimas clases.

Lo que pensaba es que al no tener nosotros un equivalente cercano al “il”


impersonal, del “il pleut”, del “llueve” en español, podemos ensayar la manera
de pensar este modo impersonal con el verbo haber, porque es el verbo que en
español no tiene sujeto gramatical –cuando no es usado como auxiliar, o sea,
cuando decimos “hay”, o “qué habrá sido”. De hecho es el verbo haber el que
se conjuga en el futuro anterior en francés, que es el tiempo que Lacan le da al
sujeto del inconsciente: “qué habrá sido”. Yo les proponía pensar que en
análisis en tanto se establece un trabajo lógico, de pensarse que hay ciertas
deducciones que son pasibles de ser dichas en estos términos, “se habrá
producido tal hecho, tal crisis familiar, tal cuestión de discordancia en la pareja
de mis padres o aún en la de mis abuelos…”, esa deducción, si quieren, sobre
la historia, es una deducción lógica y la podemos hacer en ese tiempo tan
particular que habla en futuro de un pasado.

Acá es donde viene mi aclaración, antes de presentarles el problema con el


tema del impersonal, de pensar al sujeto del inconsciente como impersonal. Es
ahí cuando Lacan dice que el sujeto del inconsciente es nadie, no sé si se
sigue claramente mi comentario, pero si estamos hablando de un trabajo
lógico, no hablamos de nadie en especial, de ningún sujeto hablante como yo,
como “Je” en francés, que diga lo que se dice. Por eso, tanto en el Seminario
20 como en L’Etourdit aparece esa frase tan trillada de Lacan, donde el sujeto
del inconsciente se establece en función de lo que se dice:

“Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha (o entiende)”1.

Ese “se” es impersonal, que es el “on” en francés (no es el “il”) que es


equivalente a nuestro “se”, en “se dice”, “se piensa”, o al “uno dice”. Lo que me
interesaba aclarar, ya que no fue subrayado en mi exposición anterior, es en
primer lugar que el planteo del discurso del inconsciente como discurso de
nadie, que está así en estos términos por ejemplo en la Clase 1 del Seminario
18, “De un discurso que no fuese semblante”, ahí habla del discurso del
inconsciente como el discurso de nadie en particular, y dice que es un
acontecimiento, un advenimiento de discurso. Yo les comentaba que había al
menos dos lingüistas de la enunciación, uno de ellos es Benveniste, que es un
1
Lacan, J.: El Seminario, Libro 20. Buenos Aires: Paidós. (1995). p. 24.
2

Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


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“La noción de sujeto del inconsciente como impersonal en Lacan” por María Inés Sarraillet. 2ª. parte

clásico, que habla de la enunciación como acontecimiento, y que lo que


remarca es que debe producirse cada vez, en ese sentido es un
acontecimiento. Cuando se produce, engendra individuos pero lingüísticos, que
son por ejemplo los pronombres. O, en la otra vereda, está Ducrot, que critica
mucho a Benveniste pero que también define la enunciación como
acontecimiento, en la medida en que es un acontecimiento de aparición de un
enunciado, pero que en ese nivel no estamos obligados a decidir ni quién es el
autor ni quién es el actor responsable de ese enunciado, o sea, al que le
adjudicamos la responsabilidad del enunciado. Me parece que en ese sentido
se puede aprovechar esta expresión reiterada de Lacan, que es que la
enunciación, yo diría la enunciación que él trabaja como enunciación deseante,
enmarcada ya en el contexto de la maquinaria del discurso analítico, es un
acontecimiento. Está bien que Lacan habla de acto analítico, pero cuando
habla de acto analítico tiene que ponerse a decir que no hay sujeto, o que el
sujeto no es el mismo antes que después del acto, me parece que ahí aparece
todo el problema semántico que tiene el término sujeto, porque se desliza la
connotación de sujeto como persona, como actor, dueño y fuente de lo que se
dice, del sujeto hablante unificado, que sería el yo, el “Je”.

Creo que en resumidas cuentas era hasta aquí donde había llegado la vez
pasada. Me parece importante marcar el problema que puede haber entre
“discurso de nadie” y “discurso de nadie como nada”, porque no solamente en
el Seminario 18 sino que más tempranamente, en el contexto del escrito
“Observación sobre el informe de Daniel Lagache”, al impersonal del ello, al
sujeto del inconsciente, lo nombra como nadie, “ya nadie” o “plus-personne”,
“más nadie”, es ambigua la expresión. Entonces, me importa ahora sí empezar
a problematizar la cuestión del sujeto como nadie, la impersonalización del
sujeto, y el problema que se puede suscitar si superponemos nadie a nada,
porque podemos caer en un trabajo analítico que suponga la impersonalización
del sujeto como nadificación, en un sentido que voy a aclarar ahora, si es que
puedo. Por ejemplo, una cuestión bastante obvia pero que no está demás
decirlo: que sea sujeto de nadie, no quiere decir que nadie lo diga, en el sentido
de que no se diga. Me corrijo: que sea discurso de nadie no significa que no se
diga. Por eso, lo que refuerza Lacan en L’Etourdit, “que se diga queda olvidado
en lo que se dice tras lo que se escucha…”, lo que refuerza es la necesariedad
de que eso “se diga” en análisis, porque si no se dice, en términos freudianos
no habría levantamiento de la represión. No basta con pensarlo, es necesario
que se diga “entre”. Y ahí nos es de gran utilidad la maquinaria del discurso
analítico: que se diga entre esas dos posiciones discursivas, las del nivel
superior: a y $.

Y el problema más importante que me parece que surge de lo que estuve


trabajando, es cuando la impersonalización del sujeto, la nadificación del
sujeto, se plantea a nivel de la maniobra neurótica, que es donde me quería
adentrar con más profundidad, ya yendo un paso para atrás. Porque empecé
con lo que podría enmarcarse a partir de la formalización del matema del
discurso analítico y ahora me voy a la maniobra neurótica, o sea, ahí estoy en
lo que estuvimos trabajando en función de los problemas y las consecuencias
3

Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


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Clase Nº 13 – Viernes 10-08-07
“La noción de sujeto del inconsciente como impersonal en Lacan” por María Inés Sarraillet. 2ª. parte

que trae trabajar con discurso del amo y discurso de la histérica o de la histeria.
Porque yo trabajé con una cita de Lacan, quizás la recuerdan, que es de la
Clase 18 del Seminario 16, en donde él combina el “il” del impersonal en
francés –no la tercera persona del singular sino del “il” impersonal, del “il pleut”,
“llueve”- con “famillie” y arma uno de sus neologismos que es “famil”. Dice:

“… para terminar, sobre un nuevo juego de palabras que les he anunciado, y donde el
estado de la lengua permite los encuentros, si nos entretenemos con la palabra
hommell,…2

Porque él viene jugando con la palabra hommell, que sería hombre-ella,


combinada, para pensar la perversión, de las versiones de la mujer no
castrada, por ejemplo. Entonces hace un paralelo y dice que si pensamos en
términos de este juego de palabras que él inventa, hommell, que es la
perversión; en la neurosis, dice:

“…, si nos entretenemos con la palabra hommell, a transformarla en el piso más bajo
en famil, en la neurosis. Este famil, ¿no parece verdaderamente mostrarnos como un
claro entre dos puertas, lo que es de la función metafórica de la familia misma? Si para
el perverso hace falta que haya una mujer no castrada, o más exactamente, si él hace
tal hommell, ¿no es notable en el horizonte del campo de la neurosis ese algo que es un
“il” en alguna parte pero en donde el “je” es verdaderamente la apuesta de lo que se
trata en el drama familiar?3

Entonces dice que en el horizonte de la neurosis hay un “il”, un impersonal, lo


viene trabajando en esos términos. Pero en alguna parte, en el drama familiar,
se apuesta el “Je”. Me parece que yo alineé demasiado rápido esta cita al
tratamiento del sujeto del inconsciente como impersonal, pensándolo en la
ubicación del a→$ en el discurso analítico, cuando acá se está refiriendo a la
maniobra neurótica. Les digo por qué: porque en la maniobra neurótica el
sujeto puede aparecer impersonalizado, en el sentido de nadificado. En primer
lugar, para decirlo en criollo, en el sentido de “ninguneado”, de degradado. O
en el sentido de impersonalizado o nihilizado a partir de lo que se concibe
como efecto del significante que es la nadificación del sujeto, la falta en ser, en
el plano más estructural, pero que la neurosis hace uso de esta condición
estructural en su maniobra, por ejemplo, a partir de una posición que se asiente
en el no saber, que sabemos además que es condición de entrada, la pregunta
neurótica como búsqueda de saber, Lacan lo trabaja en todo el Seminario 16,
fundamentalmente en una clase que Miller titula “Las paradojas del acto
analítico”. Yo pensaba esta apuesta a la que se refiere Lacan cuando dice que
el neurótico apuesta el “Je” en el drama familiar, y la vez pasada lo traje a
modo de ejemplo en el caso del Hombre de las Ratas, ahí en “La cosa
freudiana…” en el apartado “La deuda simbólica”, que es sobre el Hombre de
las Ratas, seguramente lo van a recordar, con su estilo bien barroco Lacan,
refiriéndose al paciente de Freud, dice –está hablando del superyó:

2
Lacan, J. Le Séminaire, Livre XVI “D’un Autre á l’autre”. Clase XVIII. pp. 292/293.
3
Ibíd.
4

Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


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“como invitado de piedra que viene a turbar en los síntomas el banquete de sus
deseos…4

del paciente.

“… pues las uvas verdes de la palabra por las cuales el niño recibe demasiado pronto
de un padre la autentificación de la nada de la existencia…5

Recuerdan –si no me equivoco- que una de las expresiones del padre era casi
un insulto, cuando se enoja con él y le dice en el marco de una riña porque a su
vez de niño él se había enojado con el padre y lo había empezado a insultar, en
forma particular porque le decía “silla, lámpara”, usaba nombres comunes
como insulto; ahí el padre profiere esa frase semioracular que dice “este chico
va a ser un gran hombre o un criminal”. Me parece que ahí se puede ubicar lo
que Lacan entiende como una autentificación de la nada de su existencia. La
nada de su existencia, podríamos decir, que se encuadra en que pensamos al
sujeto mortificado y nadificado, la falta en ser del sujeto en función de que está
representado entre los significantes. Pero en la historia particular del sujeto,
dice Lacan, viene un padre a testificar esa nada, por eso yo lo pensaba en
términos del lugar denigratorio que termina teniendo el Hombre de las Ratas en
la medida en que él se piensa a sí mismo como un criminal, como un criminal y
un deudor. Recuerden que en sus fantasías estaba lo de ser un criminal, la
idea de ir a asesinar a una vieja, y además toda la vacilación en torno al pago
de esta deuda imposible. Ahí me parece que encontramos, en términos de
Lacan, la incidencia del superyó nadificando al sujeto en el sentido de
denigrarlo. Y en ese mismo contexto habla del sujeto, no voy a citar para no
extenderme pero vayan a ver en el apartado “La deuda simbólica” en “La cosa
freudiana…”, son dos páginas donde para mí habla sobre el Hombre de las
Ratas, no está hablando ni siquiera del neurótico en general ni del sujeto en
sus relaciones con el significante, para mí, está hablando del Hombre de las
Ratas como un acusado, como un reo. Y juega con la definición de la verdad
como adecuatio rei et intellectus y transforma el rei de cosa-causa, en reus,
reo. El sujeto es un reo, un acusado. Y es en el único lugar donde yo encontré
la expresión en Lacan de que el sujeto es responsable. En otros momentos, en
otros fragmentos de su seminario o en los Escritos, Lacan utiliza el término
responsable o responsabilidad, pero fuera de un contexto teórico-clínico. Dice
por ejemplo: “yo me hago responsable de lo que me adjudiquen tales
personas”, o “yo no me hago responsable de lo que mis alumnos repiten”, por
ejemplo. Después habla de la responsabilidad del analista, ahí sí, que el
analista es responsable, eso seguro. Pero del sujeto, si equiparáramos sujeto a
paciente, como responsable, me parece que solamente aquí habla en ese
sentido, pero me parece que es porque está hablando de un caso, un caso que
está impregnado de la culpabilización superyoica. Y dice:

4
Lacan, J.: “La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en psicoanálisis" en Escritos 1. Buenos Aires: Siglo
XXI. (1988) pp. 416-417
5
Ibíd.
5

Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


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“…el enigma homónimo -entre rei y reo- que podemos hacer brotar del genitivo rei,
que sin cambiar siquiera de acento puede ser el de la palabra reus, que quiere decir
parte en un proceso, y más particularmente el acusado, y metafóricamente el que está
en deuda por algo,6

Para mí, es el Hombre de las Ratas.

“…, nos sorprende dando finalmente su fórmula a la adecuación singular cuya cuestión
planteábamos para nuestro intelecto y que encuentra su respuesta en la deuda
simbólica de la que el sujeto es responsable como sujeto de la palabra.7

La deuda simbólica es del Hombre de las Ratas, no es que sea de todo sujeto.
En estos términos, algo estructural, extensible a la relación del sujeto a lo
simbólico, si lo pudiéramos plantear así.

Me parece entonces que en este caso, en el drama familiar del Hombre de las
Ratas, hay una apuesta. Una apuesta que se recorta en la medida en que el
sujeto asume su nadificación en términos de denigración, para el sostenimiento
del ideal, que sería el padre, que es verdadero deudor, cosa que está velada en
su maniobra neurótica. En ese sentido, me parece que puede pensarse, no sé
qué les parecerá a ustedes, con la maquinaria del discurso histérico en la
medida en que:

$ → S1 ¿Soy o no soy un criminal/deudor?

a S2

acá podría aparecer, si es que aceptamos que habría una pregunta en el


Hombre de las Ratas, “¿soy o no soy un criminal?”, por ejemplo, o deudor, tal
cual se produjo en el inicio de la consulta con Freud. En ese sentido hay una
apuesta, porque lo que concierne a la condición particular del objeto para su
deseo, en este momento, no estaría puesto en juego, ¿no? La apuesta, dice
Lacan, es entre el Je, o lo que llama a-causa, y acá sería no-Je. Dice Lacan
que en esos términos trabaja el sujeto del inconsciente como impersonal, pero
como se los planteaba yo al principio. Me parece que el problema con la
impersonalización es no distinguir contundentemente la nadificación en
términos, ahí sí, de lo que sería la relación del sujeto en tanto es efecto de la
mortificación significante, de la nadificación que se puede llegar a posibilitar en
función de la maniobra neurótica, si es en función de taponar el ideal; y la
impersonalidad que hace al decir, cuando estamos pensando en términos del
discurso analítico.

6
Ibíd.
7
Ibíd.
6

Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


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Les doy una argumentación más para seguir problematizándolo. Lacan juega
todo el tiempo con “apuesta”, que en francés es enjeu, y él lo corta y fabrica
una combinación entre juego y en (que indica lugar): en-jeu. Y entonces divide
apuesta en en-Je, que sería en-yo. Y dice, a partir de un trabajo muy peculiar
sobre la apuesta de Pascal, me parece, que hay una pregunta planteada en la
neurosis por el Je, y es: “¿existe el Je?”. Creo que uno de los usos que hace
Lacan de la apuesta de Pascal es exhaustivarla para trabajar la posición
neurótica. No sé qué les parece a ustedes, si han tenido la posibilidad de
estudiarla, si tienen algún desarrollo hecho, coméntenlo, que nos va a venir
muy bien. Él trabaja en distintos momentos con la noción de juego para pensar
la posición de partida de un análisis. Y por ejemplo, en función de lo que les
comentaba la vez pasada, en el Seminario 16 plantea de entrada el problema
del sujeto del inconsciente a partir de la institución del Je, pero en el inicio,
cuando dice que le pedimos como analistas al sujeto que deponga la autoría
sobre lo que dice, es decir, que no sostenga el “yo digo”, que lo deje caer, por
ejemplo, en la Clase 1 del Seminario 16, del 13-11-68:

“El sujeto es dispensado de sostener su discurso de un yo digo. Este discurso es tal que
el sujeto suspende algo allí. Es la regla del discurso. 8

Les comentaba la vez pasada que esta suspensión del “yo digo”, que también
la podemos tomar como un llamado a la impersonalización del sujeto, porque
estamos pensando en un punto de partida como condición necesaria que es la
búsqueda del saber; dice que el neurótico se define como un buscador de
saber, y nosotros lo incitaríamos en esta búsqueda de saber. Recuerden que
estamos en la posición de partida, lo dispensamos al sujeto de sostener el “Je”,
el yo, y ¿cuál es el riesgo? Que el lugar del sujeto como autor y responsable
del dicho lo asuma el analista, que el analista pase a encarnarse en un “yo sé”,
ahí estaría el analista como sabio, que Lacan rechaza, pero que es condición
necesaria. En el Seminario 13, que es el seminario sobre el objeto, esta misma
cuestión la trabaja en términos de juego, y dice que en la relación del sujeto
con el saber hay un juego que es el de la espera. La espera, en el sentido de la
espera del saber del Otro, la espera de la reunificación del Je. De entrada,
entonces, se le demanda al sujeto que deponga el “yo digo”, y uno de los
efectos puede ser la detención en la posición del discurso histérico. Porque la
espera de la reunificación del Je viene a jugarse justamente como apuesta. Les
leo una cita del Seminario 13, de la Clase 16, del 19-05-65 (inédito) dice:

“Lo que en todo juego busca el jugador, el jugador como persona, es siempre algo que
comporta esta conjunción como tal de dos sujetos, y la verdadera apuesta del asunto es
este jugador, sujeto dividido, en tanto que allí interviene él mismo como apuesta a título
de ese pequeño objeto, ese residuo,9

Y miren lo que dice:

8
Lacan, J. Le Séminaire, Livre XVI “D’un Autre á l’autre”. Clase I. p. 19.

9
Lacan, J.: Seminario 13, Clase del 09-02-65 (inédito)
7

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“…ese residuo que conocemos bien bajo la forma de ese objeto al cual le he dado el
nombre de una pequeña letra, que es el objeto a. Si él es algo que soporta toda
actividad de juego, es ese algo que se produce en el reencuentro del sujeto
dividido, en tanto sujeto, con ese ello por el cual el jugador se sabe él mismo
deyecto de algo que se ha jugado en otra parte…

Todo el tiempo está metaforizando con el juego.

“… él mismo se sabe deyecto de algo que se ha jugado en otra parte, de donde él ha


caído del deseo de sus padres.10

Él como deyecto de lo que se jugó en el deseo de sus padres, apuesta. Pero


¿cuál es el problema? Que se da un desvío. Dice:

“¿Está allí justamente el punto del cual se desvía, yendo a buscar en el opuesto esa
relación de un sujeto al saber?”11

Entonces, de ese saber, que pensaríamos en función de la máquina del


discurso analítico, puede producirse un desvío posible en la medida en que
podemos no llegar a operar este giro (del discurso histérico al discurso
analítico) y que la estructura del discurso en análisis se estanque en función de
a algo así como la fijación de esta posición (la espera), de manera tal que la
apuesta del sujeto sea a sostener el no-ser bajo la forma del no-saber, en
espera del saber. “Tal cosa es así porque mi analista me lo dijo”. Otra vez se
produce el taponamiento que adviene como consecuencia del sostenimiento
del ideal. Y no deja de estar impersonalizado el sujeto acá.

Para concluir, me parece que para sacarle el jugo a este problema, Lacan
trabaja con la apuesta de Pascal –es una idea. Es muy árida la lectura que
hace Lacan de la apuesta de Pascal, por momentos parece que utiliza la
apuesta de Pascal para hablar de la relación del sujeto con el significante en
términos bien generales; por otro lado hay comentadores, autores, que
articulan el trabajo que hace Lacan sobre la apuesta de Pascal con la
problemática del masoquismo. Me parece que hay una vacilación en Lacan que
da pie a estas distintas lecturas. Yo estimo que una de las opciones más
fructíferas es tomar la lectura de Lacan de la apuesta de Pascal para pensar la
maniobra neurótica y el lugar del superyó. En la clase 6, “El amo castrado”, del
Seminario 17, después de pasarse 5 ó 6 clases del Seminario 16 dándole
vueltas a la apuesta de Pascal, fabricando matrices, matematizándola,
polemizando con Pascal; en dos párrafos, muy apresuradamente da una clave,
que hay que elegir si nos conviene tomarla o no, pero la comparto con ustedes
a ver qué les parece. Está haciendo una crítica fuertísima al Complejo de Edipo
freudiano en estos capítulos del Seminario 17, y dice:

10
Ibíd.
11
Ibíd.
8

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“En efecto, ¿quién utiliza, qué lugar tiene en un análisis, la referencia a este famoso
complejo de Edipo? Les pido aquí a todos los que sean analistas que respondan. Los
del instituto, seguro que no lo utilizan nunca. Los de mi escuela se esfuerzan un poco.
Sin duda eso no tiene ningún efecto, el resultado es el mismo que para los otros. Es
algo estrictamente inservible, salvo porque recuerda de forma grosera el valor de
obstáculo de la madre para toda investidura de un objeto como causa de deseo.
De ahí las elucubraciones a las que llegan los analistas en lo que se refiere al padre
combinado, como ellos dicen. 12

estos son los kleinianos, los del padre combinado.

“…Esto sólo significa una cosa –edificar un A que encierra un goce, generalmente
llamado Dios, con quien vale la pena jugarse a todo o nada el plus de goce, es decir,
ese funcionamiento que se llama superyó.”13

O sea, un Otro que encierra goce, frente al cual vale la pena jugarse a todo o
nada el plus-de-goce, eso es el superyó. Entonces, acto seguido dice:

“Hoy les estoy mimando. Todavía no había soltado esta palabra. (el superyó). Tenía
mis razones. Era preciso que llegara al menos al punto donde me encuentro, para que
aquello que enuncié el año pasado de la apuesta de Pascal pueda ser operativo.”14

O sea, que parece ser que todo el trabajo que se tomó por ser difícil el
entendimiento de la apuesta de Pascal, que de por sí es altamente
contradictoria, es para introducir una crítica al Edipo freudiano y para
establecer las coordenadas de lo que sería el superyó para Lacan.

“Tal vez algunos lo adivinaron, el superyó es exactamente lo que empecé a enunciar


cuando les dije que la vida, la vida provisional que se apuesta por una posibilidad de
vida eterna, es el a, pero que eso sólo vale la pena si el A no está tachado, dicho de
otra manera, si es todo de una pieza.15

En dos o tres palabras condensó la apuesta de Pascal. El mismo Pascal dijo


que era un discurso, es muy interesante porque es un discurso –me parece- en
uno de los sentidos en que había recortado Alfredo al comienzo de este curso,
cuando hizo la revisión de las acepciones de discurso, en francés, que es el
discurso como una forma coherente de presentar argumentos sobre un tema.
Por ejemplo, el discurso del método de Descartes. Lacan nos da pistas también
para pensar este discurso de Pascal en términos del discurso sin palabras, en
la medida en que él hace alusión al discurso sin palabras como aquel discurso
que se reduce a una escritura, o sea, matematizable o pasible de ser
transportado al álgebra, en ese sentido me parece que vale el término discurso
para la apuesta de Pascal. Es un discurso, sabrán, que se arma a partir de
unos papelitos que encontraron cosidos en el dobladillo del abrigo de Pascal,
12
Lacan, J., El Seminario, Libro 17. Buenos Aires: Paidós. (1992) pp. 104-105
13
Ibíd.
14
Ibíd.
15
Ibíd.
9

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“Del psicoanálisis como discurso: de la experiencia analítica a la estructura de discurso”
Prof. Dr. Alfredo Eidelsztein
Clase Nº 13 – Viernes 10-08-07
“La noción de sujeto del inconsciente como impersonal en Lacan” por María Inés Sarraillet. 2ª. parte

después de muerto. Allí, él, imaginariamente habla con un interlocutor que es


incrédulo, ateo, Pascal no busca probar la existencia de Dios con argumentos
racionales –considera que eso es imposible-, que Dios si existe es infinitamente
incomprensible y no se puede saber si es o si no es. Si es, es infinitamente
incomprensible, es infinito. Por lo tanto, lo invita a apostar. Toda la retórica de
Pascal es convencer a su interlocutor imaginario, que es un libertino, mediante
la demostración de que vale la pena apostar a que Dios existe. Algunos
comentadores dicen que el libertino podría pensarse como Pascal mismo,
puesto que en este diálogo con este libertino, Pascal de alguna manera asiente
a la posición incrédula del ateo y dice “sí, sí, yo también podría llegar a dudar”,
porque desde un cierto punto de vista es difícil creer porque no hay pruebas
racionales, contundentes, aceptables y consistentes acerca de la existencia de
Dios, rechaza el argumento ontológico, por ejemplo.

De modo tal que Badiou en El ser y el acontecimiento, nos presenta la apuesta


de Pascal en una línea muy similar al tratamiento que le da Lacan, que es la
pregunta por el sujeto y no la pregunta por Dios. Badiou dice que la pregunta
de Pascal es “¿Qué es un sujeto cristiano?”. Lacan dice que la pregunta de
Pascal, y para mi gusto en la neurosis, puede plantearse como “¿Qué es el
Je?”. Por eso juega con el juego y la apuesta, lugar del yo, (enjeu, en-jeu, en-
Je), ¿existe el yo? Incluso lo formula con el “il” del impersonal: ¿es que el yo, él
(il) existe? ¿Es qu’il existe? Combina la tercera persona con el impersonal, la
pregunta de la neurosis. Badiou dice que la pregunta de Pascal es qué es un
sujeto cristiano o si existe, porque Pascal –en este diálogo con el libertino- trata
de mantenerse cerca del sujeto nihilista, en este sentido: una de las primeras
aseveraciones de Pascal es que frente al infinito, lo finito se anonada. Más
específicamente: la unidad agregada al infinito, al infinito no lo cambia.

El infinito de Pascal es pensado como infinito numérico, en el sentido de los


números enteros, ahí hay todo un problema porque Lacan trabaja con la noción
de límite, con el concepto de límite de una serie que tiende al infinito, de alguna
manera se conserva el infinito pero se puede operar con él, bueno, pero el de
Pascal aparentemente es el de los números enteros, y él vive en una época en
la cual se pasa del conocimiento científico con Galileo -1600- de una
concepción del universo cerrada a una concepción abierta, los espacios
infinitos, de manera tal que se justifica la humillación existencial del hombre
frente a la infinitud de la naturaleza. Lo paradójico, y es lo que Pascal trata de
sostener, es que entonces el rescate de esta finitud se operaría por la
apelación a la salvación divina, que es otra infinitud, y eso es lo que se pone en
juego en la apuesta de Pascal. Resumiendo, le dice Pascal a su interlocutor,
primer paso: si tuvieras que apostar tu vida, para ganar dos vidas, ¿no vale la
pena? Segundo paso: si tuvieras que apostar tu vida, para ganar tres ¿no vale
aún más la pena esa apuesta? El otro paso es: bueno, si tuvieras que apostar
tu vida por un número infinito de vida, hay que apostar, no queda otra que
apostar. Y en eso radica la fuerza de convicción que tiene para Pascal su
apuesta, su argumento: porque no perderías nada, ahí está la clave, no
perderías nada, porque nuestra vida finita frente al infinito, se anonada, no vale
nada. Ahí hay todo un problema, porque lo que se discute, lo que Lacan
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Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


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discute es si esa nada es un 0 (cero). O sea, frente al infinito, una vida, sigue
siendo una (1). Incluso está todo el problema de que toda la serie infinita
avanza por el 0 como 1. 0 vale como 1, después 1, 2,… todo el trabajo de
Frege. Es una de las contradicciones que tiene la apuesta de Pascal, cuando
él afirma contundentemente la vida finita humana en comparación y agregada
al infinito, no cambia al infinito, entonces si no lo cambia, no vale nada. La
pregunta es: esta nada, ¿es 0 ó es 1?

Lo que hace Lacan es articular este valor de la vida –pero ahí sale del
argumento de Pascal y hace lo que le conviene- con el número de oro. El
número de oro, cuyo valor es 0,618… y sigue hacia el infinito, pero siempre es
calculable: está entre el 0 y el 1, es un número irracional. Eso es lo que hace
Lacan. Lo que me interesa traerles para pensar la maniobra neurótica y la
nadificación del sujeto como impersonalización es el argumento de Pascal.
Porque dice Pascal: la ganancia será una eternidad de vida y de felicidad, y no
perdemos nada –que no es nada más ni nada menos que nuestra vida. En otro
momento dice: una infinidad de vida, infinitamente feliz. Con lo cual ya no sería
una eternidad de vida sino una infinidad, y Lacan dice que ahí está el problema
de si estamos hablando de 1 vida o de varias vidas infinitamente felices, porque
no es lo mismo, una infinidad de vida infinitamente feliz que infinidad de vidas,
contable, y encima que en intensidad son infinitas también.

Para terminar: fíjense cómo a partir de la solución pascaliana, Lacan puede


trabajar la maniobra neurótica. Neurótica, pero está claro que no hablamos del
neurótico como persona, hablamos del problema que es función de que no hay
un viraje hecho desde el analista, esto es resistencia del analista, no estamos
hablando del neurótico como persona identificado a este lugar. Es un
detenimiento en esta posición (la espera, en el discurso histérico) operable por
una falla del analista. Dice Lacan en el Seminario 13, Clase del 09-02-65,
hablando de la apuesta de Pascal:

“Dejémonos detener un instante alrededor de este juego. Quizás un poco más armado
que otros para captar lo que aportará de irreductible diferencia, franqueamiento que
pudiéramos pensar así, porque es necesario que esas dos vidas estén cada una entre el
nacimiento y la muerte. Pero es necesario también que sea el mismo sujeto.16

Yo no había pensado esto. Claro, es una obviedad, pero hay que pensar
también que esa vida va a ser nuestra. ¿Se entiende? Yo apuesto a que tengo
dos vidas más, o apuesto mi vida a ganar una infinidad de vidas infinitamente
dichosas… pero ¿voy a ser yo? Hay que pensar que va a ser el mismo sujeto,
dice Lacan.

“Todo lo que se haya jugado precisamente en la primera, sabremos que podemos


jugarlo de otro modo en la segunda. [...] ¿Cómo no esperar que en la segunda (la
segunda vida) nos de un punto de vista sobre la primera, que para un sujeto el

16
Lacan, J.: Seminario 13, Clase del 09-02-65 (inédito)
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significante no será lo que represente en el infinito para otro significante, sino para el
otro sujeto que seremos también?17

¿Se entiende lo que dice Lacan?

“¿Cómo no entender que entonces estamos esperando que el otro sujeto (que sería
algo así como el del Juicio Final para el cristianismo) nos de la verdad (la verdad
como causa final) sobre el primero, sobre lo que desconocemos de ese objeto
escondido que somos…18

dice Lacan, velado. Claro, esto funciona en Pascal por la idea de la relación del
sujeto cristiano a la gracia. De entrada, Dios dispone quién es el réprobo y
quién va a ser salvado, y eso no lo sabemos, no lo podemos saber hasta el
momento de la muerte. Hay una verdad desconocida que solamente puede ser
revelada en el Juicio Final después de la muerte, pero justamente, es ahí
donde Lacan pone a trabajar este paralelo entre la gracia y el deseo del Otro
como enigmático.

Lo que me interesa recortar es que en Pascal, en el tratamiento que Lacan le


da a la apuesta de Pascal, puede pensarse una posición subjetiva en donde:
hace un detenimiento en la espera en función de la nadificación del sujeto, una
espera abierta a que desde el Otro se cumpla la promesa, es decir, se gane la
apuesta, de manera tal que el sujeto –entiendo yo- contándose como 0, se
garantiza contarse como 1. No me voy a extender, pero hay dos o tres citas en
el Seminario 16 donde esto puede llegar a leerse, en la Clase 23, si lo quieren
buscar, donde Lacan subraya más de una vez, que nosotros podremos reírnos
del argumento del Pascal, pero no dejamos de estar en el mismo plano, no
dejamos de ser tan creyentes como él, dado que –le dice Lacan a sus
interlocutores- ustedes viven como si creyeran en esa otra vida ideal, dice,
podrán reírse pero seguro que todos ustedes viven como si creyeran. Se está
refiriendo a la neurosis, y dice que si la apuesta de Pascal ha tenido tanta
repercusión es porque está en la cultura. Que esta posición está en la cultura.
Para ver cómo este discurso pascaliano podría pensarse como un discurso sin
palabras, una de las matrices que Lacan construye –van a encontrar tres en el
seminario-, me parece que la primera, que es la que dice que es insuficiente,
es la que revela la posición argumentativa de Pascal, es una tabla de doble
entrada:

Mi existencia se nadifica Ganancia de infinitud

Dios existe A 0 ∞ posición de la apuesta de Pascal

17
Ibíd.
18
Ibíd.
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Dios no existe A a 0 no habría otra vida (Lacan)

Nº de Oro (0,618…∞)

en la cual apuesto a que Dios existe (A), o a que Dios no existe (A tachado).
Me olvidé de decirles que a esta apuesta nosotros la llamamos “apuesta de
Pascal”, pero el texto se llama Infinito-nada. Entonces, si apuesto a que Dios
existe, la ganancia es el infinito (∞), pero mi existencia se nadifica, o sea,
entonces, necesariamente, mi vida no vale nada si apuesto a que Dios existe.
Ahora, si apuesto a que no, a que Dios no existe –y aquí es donde Lacan
introduce lo suyo-, ya escribe a, y me parece que ahí va el número de oro, que
no es 0, sino 0,618… y sigue, que es un número irracional que es resultado de
una proporción que es la proporción áurea, o sea, introduce un número que
tiende al infinito, pero siempre el número que sigue es calculable, se puede
escribir, pero es infinito.

Andrea Leiro: se corre hacia lo infinitamente pequeño…

M. Inés S.: exacto. Está entre 0 y 1.

Andrea L.: la otra es la serie del infinito actual o potencial…

M.I.S.: claro, para mí el de Pascal es el infinito contable, el infinito actual es el


que aísla Cantor, que ya se arma a partir de demostrar que la parte puede ser
igual al todo, que hay igual cantidad de números impares como de números
naturales, porque se puede hacer corresponder uno a uno. Ese lo trabaja
Lacan y no Pascal, ya que Cantor es posterior. Este número (0,618…∞), tiende
a lo infinito, se corre hacia lo infinitamente pequeño, y está entre 0 y 1. Esta
posición (Dios existe) que da cuenta de la apuesta de Pascal, en la cual el
sujeto se nadifica, se impersonaliza, es en función de garantizarse, contarse,
creerse 1, sólo que en la otra vida. En caso de apostar a que Dios no existe,
en el cuadro que queda Lacan escribe 0, es decir, no habría otra vida después
de la muerte.

Me parece que todas estas elucubraciones -van a encontrar que después


Lacan torsiona la apuesta de Pascal y fabrica las matrices en las que no
apuesta a que Dios existe o no existe, pero sigue ubicando letras-, todo este
trabajo responde a dar cuenta de una posición religiosa/neurótica padecida por
la cultura. Y que se infiltra en el vínculo analítico si no la tenemos clara. Porque
fíjense que donde más abiertamente dice para qué trabaja la apuesta de
Pascal, es en el marco de los capítulos del Seminario 17 donde critica al Edipo,
y termina diciendo que Freud sostiene, en su clínica y su teoría, una posición
religiosa.

Ernesto Vetere: quizás ustedes ya vienen trabajando sobre esto, pero para mí
son concepciones bastante nuevas, me cuesta seguirla. Pero pensaba sobre la
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Desgrabación y edición: Mariana Gomila. Versión revisada por la autora.


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utilidad clínica que tiene hablar o no de responsabilidad subjetiva, si nos sirve o


no. Digo, hablar de responsabilidad subjetiva claramente oponiéndola a la
lógica superyoica. Lacan dice que de nuestra posición de sujetos somos
siempre responsables…

M.I.S.: pero cuando dice eso está hablando del analista.

Haydee Montesano: es en el escrito “La ciencia y la verdad”…

M.I.S.: sí, ahí está hablando del analista. Para mí es muy difícil no caer en la
lógica superyoica si se habla de responsabilidad subjetiva. Acá sí está
hablando de responsabilidad subjetiva (en el Hombre de las Ratas) pero
porque se trata de un sujeto culpabilizado por su superyó, a partir de cómo se
arma la distribución de posiciones entre el padre y la madre, etc.

Ernesto V.: pero por ejemplo, para pensar la condición particular, y la posición
de alguien frente a esa condición particular, frente a una maniobra neurótica o
frente a un cambio de posición subjetiva. Ahí, ¿nos puede servir mantener la
noción de responsabilidad subjetiva? Donde ni la posición frente a la maniobra
neurótica ni la posición frente a un cambio, serían atribuibles al yo.

M.I.S.: claro, justamente, ¿para qué hablar de responsabilidad subjetiva si no


son atribuibles al yo? No sé si te entendí…

Ernesto V.: claro, es atribuible a otra lógica y no a lo que el sujeto


voluntariamente hizo, o si fue culpable o no de determinada cuestión, sino
algún un concepto que sea atribuible a otra instancia que no sea yoica.

M.I.S.: no se me ocurre…

Martín Krymkiewicz: me parece que esto quedó como problema respecto de


lo que planteabas en la exposición anterior, y tal vez tenga que ver con que
necesitemos una instancia, o sea, tendríamos el problema de tener que
necesitar una instancia a la que se le pueda atribuir el gesto o la
responsabilidad subjetiva, y entonces el impersonal vendría al lugar de pensar
de otro modo, de que habría algo o alguien a quien atribuir la mutación
subjetiva…

M.I.S.: no se me ocurre cómo enmarcar la noción de responsabilidad subjetiva


por fuera de la noción de sujeto en términos clásicos, unificado, que puede ser
yo o nosotros. Me parece que hay esas dos posibilidades, por eso es
interesante afilar el problema de estos otros pronombres que no caen ni en yo
ni en nosotros. Y de esa manera se diluye el problema de la responsabilidad.
Ahora, a ver si te sigo: vos lo que planteás sería cómo pensar en este marco la
condición particular. Me parece que nos conviene pensarla sin recurrir al
término responsabilidad. La condición particular, si se la piensa en términos de
lo que Lacan aísla como enunciación deseante, eso sí y sólo sí se puede
producir en función de que se diga, pero ya con el movimiento de la máquina
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del discurso histérico hacia el discurso analítico. Que el analista –que ni


siquiera estamos hablando de la persona- aparezca en esta función dominante
de causa, que tiene en el discurso analítico. El “entre” aquí me parece que ni
siquiera es pensable entre la persona del analista y la del analizante, sino entre
dos posiciones: el objeto causa de deseo, daría la condición particular del
objeto para ese sujeto, pero para mí ahí, sujeto sería todo esto (el matema
completo del discurso analítico) los cuatro términos:

a → $

S2 S1

sujeto

Esto hablaría del desvanecimiento subjetivo a la hora de poder decir todo


acerca de la verdad concerniente a su deseo. Si se dice acerca del objeto del
deseo, se lo dice como Otro. El deseo es el deseo del Otro, entonces, en la
medida en que lo digo, ya lo digo como Otro, me parece que esa es la lógica
implícita para este momento del análisis, que sería la salida.

Martín K.: pero eso no sería el saber, sería más bien estar “en causa”

M.I.S.: exacto. La verdad como causa. Entonces, lo que se dice ahí no lo diría
como “yo”. Es muy difícil de enunciarlo, lo estaríamos diciendo como Otro. No
sé para qué nos serviría hablar de responsabilidad, porque no habría otra
manera de decirlo que no fuera en análisis y diciéndolo –no pensándolo. ¿Se
entiende cuál es el alcance del problema? Me parece que no tiene ninguna
utilidad pensar a nadie como responsable de eso que se dice.

Haydee M.: es lo que dice en la frase del Seminario 17, creo que en la segunda
clase…

M.I.S.: sí, donde dice que el inconsciente es un saber articulado del cual nadie
es responsable.

Comentario: también es un modo de desinteriorizar al inconsciente como algo


que esté dentro de la persona. Me parece importante diferenciar al sujeto del
sujeto jurídico.

M.I.S.: sí, exactamente. Bueno, gracias por escucharme.-

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