Control de Las Exposiciones A Agentes Químicos
Control de Las Exposiciones A Agentes Químicos
Control de Las Exposiciones A Agentes Químicos
Técnicas de control
Este planteamiento permite clasificar las acciones de control atendiendo al
elemento sobre el que actúan, es decir, el agente químico en sí mismo, el proceso
o instalación, el local o zona de trabajo y el método de trabajo. En el método de
trabajo se incluyen, además de los procedimientos operativos, que sería el método
en sentido estricto, los equipos de protección personal y otros elementos de los
que depende la magnitud del riesgo y que están muy ligados al método como son
el tiempo de exposición o la rotación de puestos. En algunos textos las acciones de
control aplicadas a elementos de tipo organizativo se agrupan bajo la
denominación genérica de controles administrativos.
El planteamiento anterior permite una clasificación de las técnicas y métodos de
control en cuatro grandes grupos: acciones sobre el agente químico, cuyo objetivo
es evitar su presencia; acciones en el proceso, cuyo objetivo es eliminar o reducir
la emisión al ambiente; acciones en el local o ambiente, cuyo objetivo es mantener
la concentración ambiental del contaminante en un valor seguro; y acciones en el
método de trabajo, cuyo objetivo es evitar el contacto directo entre el
contaminante y el trabajador.
En la tabla se muestran las técnicas de control en un orden de prioridad (de arriba
hacia abajo) y para cada prioridad en orden de preferencia (de izquierda a derecha)
basándose en que son preferibles los controles técnicos que los basados en la
organización del trabajo debido a su mayor fiabilidad.
Los títulos de cada fila de la tabla indican el objetivo final que se alcanza con la
aplicación de las acciones incluidas en la fila, de ahí el orden de prioridades por
filas. El concepto de prioridad debe entenderse en sentido estricto, no es adecuado
desde un punto de vista preventivo contemplar la posibilidad de aplicación de una
técnica hasta que todas las técnicas de las filas superiores se han puesto en
práctica o se han descartado por ser inviables técnica o económicamente.
Los conceptos de inviabilidad son relativos y deberían ser analizados en cada caso
concreto. Por ejemplo: es posible que el desarrollo de una formulación de pintura
sin disolvente sea inviable para un taller de reparación de automóviles, pero no
para un fabricante de automóviles; robotizar una tarea de soldadura puede ser una
inversión fuera del alcance de una empresa de montajes metálicos, pero
perfectamente asumible por una empresa dedicada a fabricar grandes series de un
mismo producto. No se pueden dar normas generales sobre la inviabilidad, lo que
sí es exigible es que se estudie la posibilidad y se llegue a una conclusión basada
en datos objetivos y no en opiniones.
Eliminación
La eliminación implica la desaparición física del agente químico, del proceso o
máquina que lo emite al ambiente, de la organización del taller en el que ocurre o
del procedimiento de trabajo, reemplazándolo por otro producto, proceso,
distribución o método de trabajo. Ocupa el nivel más alto de la jerarquía entre las
acciones de control, ya que el resultado es la desaparición del riesgo.
Generalmente el nuevo producto, proceso o método tendrá riesgos aunque
menores y por lo tanto es normal tener que prever otras medidas de un nivel más
bajo de jerarquía para el nuevo producto, proceso o tarea.
Reducción
Las acciones de reducción implican la disminución de la velocidad de generación,
o de la cantidad del agente químico emitido en el ambiente de trabajo. Como en
el caso anterior este tipo de acciones puede aplicarse en el agente, en el proceso,
en el ambiente general del taller o en el diseño de las tareas, y también como en
el caso anterior son preferibles las acciones en las que su eficacia no depende, o
es poco dependiente, de la intervención humana.
Aislamiento
Por aislamiento se entiende la interposición de una barrera física entre la zona de
generación de la contaminación y la zona respiratoria de los trabajadores.
Si, a pesar de la puesta en práctica de las acciones de eliminación, reducción o
aislamiento, no se consigue que los riesgos higiénicos sean de una magnitud
tolerable será el momento de pensar en ventilación, controles administrativos o
equipos de protección individual.
Ventilación
Las técnicas de ventilación, entendiendo por tal la renovación del aire de un local
o recinto, son el recurso más citado cuando se detecta un problema de exposición
a agentes químicos.
En la práctica son muy eficaces y es posible que esta eficacia sea una trampa. En
efecto, no es sencillo conseguir que los técnicos destinen tiempo y esfuerzo a
pensar en soluciones de eliminación, reducción o aislamiento cuando están
convencidos de que se podrá recurrir a una ventilación para solucionar cualquier
problema que pueda presentarse, pero la ventilación tiene limitaciones y además
no es un método de control tan seguro como los anteriores, ya que el agente sigue
presente y se sigue emitiendo y cualquier fallo o cambio no previsto puede dar
lugar a exposiciones. Una buena estrategia de control debe contemplar la
ventilación como lo que es, una técnica eficaz a tener en cuenta cuando otras
técnicas más eficaces no son factibles.
Evitar la exposición
El siguiente escalón de prioridad lo ocupan las técnicas que evitan la exposición de
los trabajadores a un ambiente contaminado pero sin modificarlo; estas técnicas
sólo son aplicables en el ambiente general de trabajo o en el método de trabajo.
Protección Individual
Como último eslabón en la cadena de prioridades quedan los equipos de
protección personal (EPP), lo que significa que sólo deben ser contemplados como
técnica para el control de riesgos higiénicos cuando todas las demás posibilidades
son inviables. Por ejemplo, es posible que para realizar ciertas tareas de limpieza,
o para algunas intervenciones en situación de emergencia, no haya más posibilidad
que implantar el uso de EPP.
Los EPP también pueden utilizarse como auxiliares o complementos a otras
acciones de control, es decir, se utilizan como medida de protección
suplementaria, no como técnica de control. Por ejemplo, en una operación de
limpieza de un depósito, aunque el control del riesgo esté basado en la ventilación
previa, es aconsejable el uso de EPP. En este caso la eficacia del control no depende
del EPP, sino de la ventilación, y el hecho de que se utilicen EPP no autoriza a que
la ventilación del depósito no se haga o se haga de forma deficiente.
Para el control de los riesgos debidos a la exposición a agentes químicos los EPP
aplicables son los equipos de protección de las vías respiratorias, los guantes de
protección y la ropa de trabajo. Con estos equipos se pretende evitar el contacto
del agente con el trabajador por cualquier vía sin necesidad de modificar ni el
ambiente ni el tiempo ni la forma de exposición.
Ventilación en push-pull.
Es un caso particular de extracción localizada que consiste en combinar un chorro
de aire con una aspiración. El chorro de aire induce el movimiento del aire
contaminado hacia la campana de aspiración evitando la dispersión en el
ambiente.
Segregación de zonas.
Un método empleado frecuentemente es el del aislamiento de la operación u
operaciones potencialmente contaminantes en un recinto específico separado del
resto. Así es posible aplicar a este local medidas preventivas particulares, más
efectivas y económicas que si estas operaciones se realizaran junto a otras en un
galpón común; al mismo tiempo, esto permite minimizar el número de personas
expuestas, que se limita a quienes permanecen o trabajan en el local en cuestión.
Ventilación general.
Por ventilación general se entiende la renovación del aire del local para
reemplazar el aire sucio o contaminado con aire fresco. La utilidad de esta acción,
en cuanto a la prevención de exposiciones, es evidente, y por ello es normal que
cuando se habla de lugares de trabajo contaminados se alegue la falta de
ventilación como origen del problema.
Pero además de esta aplicación preventiva frente a los riesgos por exposición a
agentes químicos la ventilación de los locales tiene otras funciones y aplicaciones
tales como aportar el oxígeno necesario para la respiración, eliminar los
bioefluentes generados por las personas, evitar condiciones de temperatura o
humedad extremas que hacen que cualquier local, independientemente de su uso
o su contenido, deba disponer de ventilación.
Duchas y cortinas de aire.
Las duchas de aire consisten en proyectar sobre la zona ocupada por el trabajador
una corriente de aire fresco a baja velocidad para evitar molestias, pero suficiente
para evitar que el aire contaminado pueda llegar a su zona respiratoria. Aunque en
la literatura se describen algunos ejemplos, la aplicación práctica es muy limitada
ya que exige que los trabajadores ocupen un lugar fijo y un local en el que no haya
corrientes de aire que puedan alterar el chorro de la ducha de aire. También se ha
descrito un sistema en forma de pequeño chorro de aire portátil soportado por un
soldador y colocado de forma que proyecta la pluma de humos de soldadura fuera
de la zona respiratoria.
Extracción localizada.
En esencia consiste en situar, próxima al lugar donde se produce la emisión del
contaminante, una campana de aspiración de aire con el objetivo de que la
corriente de aire creada por la aspiración arrastre el contaminante hacia la
campana evitando su dispersión al ambiente.
Las cortinas de aire son un sistema alternativo a las barreras físicas, consisten en
crear chorros de aire verticales con impulsión y aspiración alrededor de una
máquina o proceso con el objeto de evitar la dispersión de los contaminantes
generados al resto del local, se trata de una barrera invisible como las utilizadas en
las entradas de los grandes almacenes para evitar la fuga de aire acondicionado
por la puerta e impedir la entrada de aire exterior no tratado.
En todo caso el uso de chorros de aire, en sus diferentes modalidades, no es una
técnica que tenga muchos adeptos para el control de exposiciones a agentes
químicos, su principal inconveniente reside en que no evita la contaminación,
simplemente la dirige hacia otro lugar donde pueda ser controlada o donde no
haya personas, y siempre tiene el riesgo de que un mal funcionamiento accidental
o no previsto provoque una falta de control de la exposición.
Cabinas de control.
En algunos casos puede acudirse a la ubicación de los trabajadores en un recinto
anexo al de producción debidamente protegido. Así se hace, por ejemplo, cuando
una maquinaria contaminante requiere una supervisión que puede efectuarse
normalmente a distancia. En este caso, cuando los trabajadores salen del recinto
protegido deben emplear EPP
Acciones en los métodos de trabajo
Los procedimientos de trabajo que entrañan peligro pueden eliminarse mediante
automatización, robotización o control remoto.
Automatización.
De hecho muchas mejoras en las condiciones de trabajo obtenidas en los últimos
años se deben a este tipo de acciones. La robotización de las operaciones de
soldadura y pintura en la industria del automóvil es el ejemplo típico, pero también
lo son la automatización de los procesos de dosificación y mezcla de componentes
o los brazos manipuladores para la carga y extracción de piezas en los procesos de
moldeo o extrusión de plásticos y muchos otros.
El problema reside en que el robot o la automatización también tienen riesgos,
quizá no de exposición a agentes químicos pero sí de seguridad o ergonomía, que
deben ser analizados y corregidos.
Buenas prácticas de trabajo.
Trabajar de forma que se eviten emisiones es algo que parece natural y lógico. Las
buenas prácticas de trabajo en este contexto significan comportamientos tales
como mantener los recipientes cerrados, utilizar los instrumentos adecuados para
evitar derrames en los trasvases, realizar las operaciones en las cabinas o en el
radio de acción de las aspiraciones dispuestas a tal fin, mantener cerradas las tapas
de depósitos o baños cuando no es imprescindible que estén abiertas y
comportamientos similares. No obstante, la observación cotidiana de muchos
lugares de trabajo indica que eso que parece natural y lógico quizá no lo sea. La
primera condición a exigir a un procedimiento de trabajo es que sea seguro, si se
detecta que un procedimiento de trabajo lleva a exposiciones peligrosas, o
simplemente innecesarias, debe ser modificado. El defecto más habitual al
elaborar procedimientos de trabajo es olvidar la aplicabilidad; no es suficiente
disponer de un procedimiento de trabajo escrito, la fase clave es ponerlo en
práctica, y para ello es necesario un proceso de información, formación y
motivación. El trabajador debe ser consciente de los riesgos asociados a su trabajo,
debe saber cómo puede evitarlos, someterse a un periodo de aprendizaje y
conocer las consecuencias de no usar los medios preventivos puestos a su
disposición.
Formación e información.
Las acciones de formación e información son imprescindibles en este campo como
en tantos otros, y no sólo en lo referente al aprendizaje de buenas prácticas de
trabajo. Las exposiciones a agentes químicos son en muchos casos indetectables
mediante los órganos de los sentidos: no se oyen, no se ven, no se notan y, en
muchos casos, no se huelen. Tampoco tienen un efecto apreciable inmediato
(nadie aprecia los primeros daños que sufre el hígado o el cerebro al inicio de
cualquier exposición). Sólo el trabajador informado puede por tanto reconocer la
importancia de las medidas preventivas.
Esta información ha de concretarse, al menos, en dos medidas específicas:
• En primer lugar, los productos químicos han de recibirse etiquetados según la
normativa vigente, es decir, indicando claramente los riesgos y las medidas
preventivas a adoptar.
• En segundo lugar, han de entregarse a los trabajadores las hojas de seguridad de
cada producto, hojas en las que se amplía la información que, debido a la falta de
espacio, sólo puede estar resumida en la etiqueta. Esta información debe
suministrarla el fabricante o el comercializador del producto.
• Autónomos
a) de circuito abierto: de aire comprimido, de aire comprimido a demanda con
presión positiva. b) de circuito cerrado: de oxígeno comprimido, de oxígeno
líquido, de generación de oxígeno
En general los equipos independientes proporcionan mayor protección que los
dependientes ya que los defectos de estanqueidad son menos probables y además
existe la garantía de un suministro de aire. A cambio tienen los problemas debidos
a su mayor complejidad. Es importante cuidar que el suministro de aire sea
respirable, es decir, que provenga de botellas de aire comprimido para uso como
aire respirable o de compresores diseñados específicamente para producir aire
respirable (compresores sin aceite).
EPP contra riesgos de contacto o penetración dérmica
Para prevenir el contacto con sustancias o productos químicos evitando tanto los
daños inmediatos al contacto como la posible absorción dérmica de las sustancias
químicas, se utilizan guantes, ropas de protección y pantallas o gafas.
Guantes de protección.
No todos los materiales con los que se confeccionan los guantes son impermeables
a todas las sustancias, debido a esto debe elegirse el guante en función de los
compuestos químicos que se manipulan. La certificación exige que los guantes
ofrezcan una determinada resistencia a la tracción y perforación además de la
resistencia al paso de la sustancia química.
Gafas y pantallas.
Un caso particular de la protección dérmica es la protección ocular y facial. Cuando
el protector sólo protege los ojos se habla de gafas de protección. Si además de los
ojos, el equipo protege parte o la totalidad de la cara u otras zonas de la cabeza se
habla de pantallas de protección.
En la actualidad se dispone de una serie de Normas Europeas Armonizadas para
los EPP de protección ocular y facial, aunque todas ellas hacen referencia a los
requisitos mecánicos y ópticos, no a la protección frente a salpicaduras de
productos químicos. Conviene consultar las Normas UNE-EN-165.95 y 166.95 en
las que se describen los diferentes tipos de gafas y pantallas así como los
significados de las marcas de seguridad.
Los riesgos de tipo higiénico que pueden protegerse con estos EPP son
básicamente los de salpicaduras de productos químicos. Si el riesgo es debido a la
presencia en el ambiente de gases o aerosoles irritantes de las mucosas, el EPI
adecuado será uno de protección de vías respiratorias con adaptador facial tipo
máscara.
Ropas de protección.
Conviene no confundir la ropa o uniforme de trabajo con un EPP. La ropa de trabajo
proporcionan una protección muy limitada frente a los productos químicos,
mientras que los EPP están fabricados con materiales impermeables y cuidando la
estanqueidad de las costuras y de los cierres. Al igual que en el caso de los guantes,
un traje o prenda de protección es específico para una sustancia o familia de
sustancias y para cada combinación prenda/sustancia se define un Índice de
protección entre el valor 1 (menor protección) hasta el 6 (mayor protección)
basado en la resistencia a la permeación del material utilizado en la confección de
la prenda.
Para los trajes de protección existe además una clasificación basada en la
hermeticidad del traje que no debe confundirse con la anterior. Esta clasificación
de tipo se indica mediante un número que va desde el tipo 1, aplicable a trajes de
confección completamente hermética incluso para gases y vapores, hasta el tipo
6, aplicable a trajes no herméticos con protección limitada frente a salpicaduras de
productos químicos líquidos. Hay que señalar que este orden de numeración de
tipos de traje es inverso a la de la protección frente a la permeación, en cuanto a
la hermeticidad el traje tipo 1 es el que más protege mientras que el de tipo 6 es
el que menos.
Almacenamiento de EPP entre usos.
Un defecto muy habitual es guardar los EPP en el mismo lugar de trabajo, sin
adoptar ninguna medida especial, la consecuencia es que el EPP puede
contaminarse y convertirse en un foco de contacto en vez de un medio de
protección. Los guantes sucios por dentro, los mandiles empapados de aceite, las
máscaras llenas de polvo son ejemplos de EPP que han dejado de serlo y con el
inconveniente de que el usuario piensa que está protegido.
El folleto informativo del fabricante contiene instrucciones sobre el
procedimiento a seguir para la limpieza y almacenamiento del EPP entre usos, pero
como reglas generales se pueden citar:
• Hay que limpiar los EPP después de cada uso fuera de los lugares de trabajo.
• Para la limpieza no se deben usar métodos o productos agresivos que los puedan
dañar.
• Se deben guardar en cajas o bolsas limpias en lugares no contaminados.