PIAGET, Jean, GARCIA, Rolando, Hacia Una Lógica de Significaciones
PIAGET, Jean, GARCIA, Rolando, Hacia Una Lógica de Significaciones
PIAGET, Jean, GARCIA, Rolando, Hacia Una Lógica de Significaciones
DE SIGNIFICACIONES
por
ISBN: 84-7432-666-4
Depósito legal: B-45.950/1997
Impreso en Liberduplex
el Constitució. 19, 08014 Barcelona
1mpreso en España
Primee/ in Spai11
Prefacio, Barbe! lnhelder ..... .. .. .. ... ...... .. .. .... .... ... ............. ...... 7
Primera parte, Jean Piaget . .. .. ... . .. ..... .... . ... . .... ... ......... ...... .. . 13
Introducción ................... ...................................................... 13
1. Significaciones e implicaciones en las conductas ins-
trumentales, con D. Caprona y A. Ritter ..................... 19
1 . Nivel 1 .. •• • •• .. • • .. .. • .... ..... ••• •• .. .. .... •• .... .. •• .. .. ....... •••• .... ... 20
2. Casos intermediarios entre "empujar" y "atraer" .... 23
3. Niveles 11 y 111 ........................................ :................. 24
11. Los desplazamientos en el interior de una estructura
de árbol, con C. Monnier y C. Vachta ......................... 28
1 . Nivel lA . .. .. ... .. ... ........... .... .......... ... . ... ... .. . .. ... . ...... .. .. 30
2. Nivel lB ............. ...................................................... 31
3. Niveles 11 y 111 .... ...................................................... 32
4 . Conjunciones, disyunciones y operaciones binarias 35
111 . El mosaico, con B. Vitale y M. Zinder ... . ..... .. ... ... .... .. .. 37
1 . Nivel 1 .. .. . ... .. .. .. .. . .. . .... ... .. ....... .. ... ... ... ... .. ... ............... 39
2. Nivel 11 ............... ...................................................... 40
3. Nivel 111 .................................................................... 41
4. Conclusiones .... . ..... ... .. .... ...... ..... ... . ... .... . ... .... .......... 43
IV. Implicaciones y significaciones aritméticas, con l.
Berthoud y H. Kilcher ................................................... 47
Sección 1. Números ordinales y cardinales .. .. ... .... .. .. .. . 48
1 . Nivel lA . ... .. .. .... . .... ..... ... . .. .... ...... ... . . ...... .. .. ... .... .. ..... 49
2. Nivel lB ............. .......... ............ ................................ 51
3. Niveles 11 y 111 .... .. .. .. .. .. ... . ..... ... . .. ... .. ... ... . . .. . .. .. .. ... .... 52
4. Conclusiones ............................................................ 54
Sección 11. El conteo en orden circular ........................ 56
V. Las relaciones intraobjetales, con R. Zubel y G. Merzaghi 59
1. Nivel lA ................................................................... 61
2. Nivel lB ................................................................... 62
3. Los casos intermediarios y el nivel 11 ...................... 64
4. Conclusiones ........................................................... 66
VI. La negación y la incompatibilidad interobjetales, con
L. Banks y A. Wells ...................................................... 70
Sección l. La negación ................................................ 71
1 . Nivel 1 .......................................... 71 0000 . . . . . . . . . . . . . . . . 0 0 . . . . . .
2. Nivel 11 ...... oo 74
O O O o O O o 0 0 0 0 o 0 0 0 0 0 0 . . . . . . . . . . . . . . . . oo . . . . . . . . oo . . o o o O O o o o o o . . .
1 . Niveles lA a IC .. 82
00 . . . . . . . . . . . . . . 00 00 . . . . 00 . . . . . . . . 0 0 0 0 . . . . . . . . 00 . . 00 00
2. Nivel 11 83
o o o o , . . . . . oo . . . . o o o o o o o o o o . . . . oo . . . . . . . . . . oo . . o o . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4 . Conclusiones · 86
VIII . Significación de agrupaciones o reuniones, con A.
Henriques, D. Maurice y V. Jacq .. 89 oo . . o o o o o o . . . . . . . . . . . . . . . . o o o o o o
1 . Nivel 1 .. 89
0 0 0 0 . . . . . . 00 . . . . . . . . 00 . . . . 0 0 0 0 " . . . . . . . . . . oo 00 . . . . . . 00 oooO . . . . 00 O O . .
2 . Nivel 11 ........ 91
OO . . 0 0 0 0 . . oo . . . . . . 00 . . 00 . . . . . . 00 . . . . 00 00 . . . . . . . . . . 00 00 . . . . . . •
3 . Conclusión .................. 92
o o , . . 00 . . . . . . . . . . 00 ooOo . . 00 00 . . O o o o o o . . . . . . .
5 . Seriaciones 96
00 00 0 0 0 0 . . oo 00 00 00 00 . . oo . . oo . . . . OO . . 0 0 0 0 0 0 0 0 o o o o 00 o o , . . oo 0 0 0 0
7
lados de la contribución de R. García. Desgraciadamente Piaget no
tuvo el tiempo necesario para proceder por sf mismo a esta sfntesis,
que debemos ahora a R. García en las "Conclusiones generales''.
El proyecto de Piaget consistía en poner en evidencia los orígenes
--.mismos de la lógica, rémontándose hasta las implicaciones entre
acciones en el nivel 'aansoriomotriz. Tal lógica no podfa ser sino
una lógica de las signiii'C.aciones, en la cual las implicaciones no se
limitan a enunciados: ··.cada acción u operación está cargada de
significaciones por el sujeto; es entonces posible tratar los sistemas
de implicaciones entre las significaciones de las acciones, antes de
hacerlo con las operaciones. Si tenemos cuidado de distinguir entre
la significación de las acciones y su causalidad, las expectativas y
anticipaciones de los sujetos relativas al encadenamiento de las
acciones testimonian ya un comienzo de inferencia. Ahora bien, la
implicación entre acciones -una forma privilegiada de inferencia-
consiste en una implicación entre sus significaciones. Piaget em-
prendía así el estudio de vna "protológica", en la cual las relaciones
entre formas y contenidos están menos diferenciadas que en los
sistemas operatorios. Luego de las Investigaciones sobre las Corres-
pondencias (1 980), 2 de Las formas elementales de la dialéctica
( 1980) 3 y de Comparar y transformar: de las estructuras a las
categorlas 4 en las que había ya descrito las etapas elementales y
formativas de las operaciones, Piaget siguió profundizando el estudio
de los modos de comprensión que el sujeto utiliza como instrumento
cognitivo mucho antes de ser capaz de tematizarlos.
La segunda parte de la obra, redactada por García, pone de
relieve la contribución original de Piaget a la lógica de las signifi-
caciones, contribución que debe ser situada en el marco de la
epistemología genética para comprenderla plenamente.
En el capítulo "Lógica y epistemología genética", García subraya
que Piaget no pensaba hacer una contribución a la lógica sino
crear un instrumento que sirviera a la epistemología. Esperamos
que esto contribuya a disipar los malentendidos frecuentes relativos
a ciertas formalizaciones propuestas por Piaget para analizar las .....-.:::,
normas de la razón humana en todos los niveles de su desarrollo.
Los no especialistas en lógica agradecerán al autor, al leer el
capítulo "Lógica extensional y lógica intensional", el haber expues-
to con gran claridad las semejanzas y las diferencias entre la
lógica operatoria y la lógica de la pertinencia, familiarizándolos con
la obra de Anderson y Belnap. García estima que la lógica de la
f((/.,.~'-?
~· f BlBUO'f: ":,.. o
\\•.>;. \ CENTf.L"-l . ¡:::
pertinencia es el sustrato indispensable de la lógica operatoria, y
es el primero en haber mostrado toda la fecundidad de un estudio
conjunto de esas dos lógicas.
Finalmente, en sus notables "Conclusiones generales", que acon-
sejaríamos al lector leer en primer término, García da una magtstral
interpretación del conjunto de los descubrimientos presentados en
esta obra. Entre otras cosas, subraya un hecho que a primera vista
pareciera contradecir nuestros resultados anteriores: la formación
precoz, en el plano de la acción y en el contexto específico de las
significaciones, de operaciones isomorfas a una u otra de las 16
operaciones binarias de la lógica de las proposiciones, aún no
reunidas en estructuras de conjunto. Habría pues fragmentos de
estructura que se coordinan progresivamente hasta la constttución
de los agrupamientos y ulteriormente del grupo INRC. Señalemos a
este respecto que García atribuye a los procesos de asimilación
una doble dirección. atributiva e integrativa, y muestra así que una
lógica de las significaciones que funda la lógica de los enunciados
debe seguir la vía de una lógica a la vez intensional y éxtensional.
Esta obra no cierra un debate sino que abre nuevas perspectivas.
No podemos sino seguir a García con su concepción de una epis-
temología plenamente científica y por lo tanto modificable, la única
que permite tratar y renovar un problema clásfco como es el de la
significación. Podemos agregar a esto que el libro permite com-
prender mejor una lógicc. de las acciones y los fenómenos ligados a
la atribución de las significaci<.;nes en la actividad cognitiva del
niño. Amplios sectores de la psicología se preocupan hoy de las
intuicion~s. fines y representaciones significantes que subyacen en
las,conductas cognitivas. Este texto contribuirá a dicha problemáti-
ca a través del acercamiento interdisciplinario, tan típico de la
escuela piagetiana -que ya mostró su fecundidad en el pasado- y
suscitará el interés de lógicos, epistemólogos, psicólogos y de todos
los investigadores abiertos a las nuevas maneras de abordar la
significación.
Queremos agradecer especialmente a nuestro colega J. B. Grize
por haber tenido la amabilidad de leer las partes teóricas del ma-
nuscrito de Piaget referehtes a las formulaciones lógicas. Agrade-
cemos también especialmente a D. de Caprona por su notable tra-
ducción del inglés de la segunda parte de la obra; a E. Ferreiro y a
S. Dionnet por la edición de la parte experimental, a P. Steenken
por las ilustraciones y a todos los colaboradores del Centro Interna-
cional de Epistemología Genética y de la Fundación Archives Jean
Piaget. Una vez más gracias a los subsidios del Fondo Nacional
Suizo de la Investigación Científica, de la Fundación Ford y de la
Fundación Jean Piaget para Investigaciones Psicológicas y Episte-
mológicas ha sido posible el trabajo de investigación y de redacción.
Birbel lnhelder
Ginebra, 1986
9
Primera parte
Jean Piaget
Introducción
13
puesto que ninguna acción ni operación -ni, con mayor razón, f1in-
guna significación- permanecen en estado aislado, sino que cual-
quiera de ellas es solidaria de muchas otras, existen entonces im-
plicaciones entre acciones y operaciones que se refieren a sus sig-
nificaciones (diferentes, aunque inseparables, de su aspecto causal
o de realización material).
El segundo objetivo esencial de nuestro estudio será entonces la
profundización del análisis de esas implicaciones entre acciones u
operaciones, remontándonos tanto como sea posible al plano prác-
tico y en la dirección de las inferencias más elementales. Este
análisis es fácil de hacer en el nivel de las operaciones propiamen-
te dichas (7-1 O años). Por ejemplo, resulta claro que una operación
que consiste en reunir objetos x en una clase, implica que se exclu-
ye a los y (no-x): omnis determinatio est negatio, como decía Spi·
noza. Pero cuando se trata de acciones prácticas, es preciso distin-
guir entre su aspecto causal (sus resultados constatables a poste-
riori) y su anticipación, que es inferencia!. En efecto, si una acción
no es en sí misma ni verd~dera ni falsa, y solo se evalúa en térmi-
nos de eficacia o de utilidad con respecto a un fin, la tmplicación entre
acciones que están en juego en las anticipaciones es, por el contrario,
susceptible de verdad o falsedad y, por consiguiente, ya constituye
una lógica que se encuentra desde los niveles más primitivos. Debe
agregarse que siendo toda significación el resultado de una asimila-
ción del objeto considerado a un esquema del sujeto, y, recíprocamen-
te, siendo toda asimilación fuente de significaciones, una sucesión
causal de observables puede ya dar lugar a implicaciones entre
significaciones. Por ejemplo, si un objeto x está ubicado sobre un
soporte y que permite atraerlo hacia sí, o bien está ubicado al lado
o lejos de ese soporte, habrá implicación entre significaciones si el
sujeto comprende que en este segundo caso no sirve de nada el
atraer y; la relación o acción "ubicar sobre" adquiere por este
hecho la significación de una "razón".
A este respecto es posible distinguir diferentes niveles. El más
elemental consiste en construir esquemas de acciones, de objetos
y de relaciones en el interior de cuadros perceptivos globales que
constituyen el universo del lactante. En este universo inicialmente
indiferenciado cualquier cambio consiste en una sustitución de un
cuadro de conjunto por otro, sin análisis del detalle de las modifica-
ciones que puedan producirse. A partir de esta situación esencial-
mente sincrética, los primeros pasos cognitivos consisten en recor-
tar en dicho cuadro un cierto número de elementos relativamente
aislables y estables en función de acciones repetibles (que consti-
tuyen el comienzo de los esquemas de acciones). De ahí la forma-
ción de objetos y de relaciones a los cuales se referirán las prime-
ras inferencias o implicaciones entre significaciones y acciones. En
otros textos hemos descrito la conquista laboripsa y relativamente
tardía {10-12 meses) de la permanencia de los objetos cuando son
14
ocultados por pantallas, 2 y numerosos trabajos (Bower, 3 etc.) han
mostrado luego que esta construcción era aun más compleja que lo
que habíamos descrito. Hemos tomado conocimiento de estudios 4
que describen varios otros esquemas que se elaboran hacia los 9-1 O
meses: en presencia de cubos vacíos de diferentes tamaños, de
palitos y bolitas de plastilina, algunos sujetos manifiestan la inten-
ción de insertar un cubo pequeño en uno más grande, pero lo que
es notable es que no lo hacen directamente y comienzan por poner
en su boca lo que luego van a poner en un cubo. Construyen as! el
esquema (en este caso una relación) de contenido a continente,
pero extrayéndola por una especie de "abstracción reflexiva" del
esquema que venían utilizando cotidianamente desde tiempo atrás:
el de "poner en la boca". Después prolongarán las acciones en
nuevos esquemas o subesquemas más o menos coordinados entre
sí, tales como poner dentro, luego sacar o llenar (completamente).
luego vaciar o iterar la acción de poner dentro, sirviendo un cubo
de "contenido" para otro, pero convirtiéndose a su vez en un "con-
tinente" para un cubo más pequeño. En resumen, las bolitas, cubos
y palitos podrán servir de contenidos y los seis cubos juegan el rol
de continentes. Lo mismo ocurre con bolitas de plastilina: el sujeto
pegará dos o más para construir una totalidad continua, luego las
separará para volverlas al estado discontinuo precedente. Otros
objetos, como un palito, podrán servir para golpear, ser lanzados,
empujar, etc. El interés de esos hechos consiste en la construcción
de esquemas relacionales, coordinables entre sf, sobre todo en los
casos en que una acción positiva (poner dentro, etc.) es seguida
por su inversa (sacar, vaciar, etc.), lo que comporta un comienzo
de implicaciones entre acciones, tales como "la acción x implica la
posibilidad de ser invertida". Se notan además diferenciaciones de
acciones, individualizaciones y localizaciones de objetos, aglomera-
ci.ones e individualizaciones, comienzos de clasificaciones, corres-
pondencias, etc.
Es posible entonces calificar a este nivel inicial de "protológico",
entendiendo por ello que se trata de una fase de preparación de los
instrumentos de deducción propiamente dichos, tal como se mani-
fiesta en la formación y la coordinación de los primeros esquemas
de asimilación, o sea, de las primeras implicaciones entre significa·
cienes (por ejemplo, cuando hay puestas en relación entre la visión
y la prensión, con evaluación progresiva de las distancias ade·
cuadas).
15
A esta fase inicial sucede una etapa, todavía sensoriomotriz, de
implicaciones entre acciones, pero ya lo suficientemente sistemáti-
cas como para dar lugar a estructuras estables. Por ejemplo, una
vez elaborada la permanencia de los objetos momentáneamente
ocultos por una pantalla, descubrir que esos objetos ocupan la
última de las posiciones sucesivas a las cuales habían llegado, y no
la primera de aquellas donde fueron ubicados, lo que implica una
coordinación de posiciones y desplazamientos, por lo tanto un co-
mienzo de formación del "grupo de los desplazamientos" 5 Por
supuesto, tales estructuraciones suponen no solamente la constitu-
ción de implicaciones positivas, sino también la utilización adecua-
da de exclusiones o negaciones, además de los comienzos de
inversiones señaladas más arriba.
A partir de la elaboración de la función semiótica, esas implica-
ciones entre acciones se acompañan de enunciados, dando lugar a
la formación de implicaciones significantes entre enunciados, pero
nuevamente determinadas por las significaciones sin ser reductibles
a las meras extensiones, las cuales permanecen relativas a las im-
bricaciones e inherencias sin recurrir a una tabla general de verdad.
16
quier pensamiento hipotético-deductivo y a fortiori mucho antes del
empleo de la estructura INRC. De hecho, lo que se observa en los
niveles precoces son simplemente las 16 combinaciones posibles
entre los pares de acciones, pero sin sistemas de conjunto; cada
combinación se efectúa en función de contextos variables. Ahora
bien, como los !untares "y" y "o" presentan en "comprensióo"
diversas significaciones que trataremos de distinguir, esas 16 com-
binaciones no constituyen entonces sino 16 casilleros que pueden
contener mucho más que 16 operaciones, en función de las conjun-
ciones, disyunciones, incompatibilidades, implicaciones mutuas, etc.
que los sujetos elaboran según las situaciones, pero apoyándose
siempre sobre implicaciones significantes. Esas implicaciones -im-
plícitas o explícitas- son teóricamente (o sea desde el punto de
vista del observador) reductibles a combinaciones de implicaciones
y de negaciones: por ejemplo.-p O q {donde O = conjunción inten-
siva = df q -> q) y p y q (donde V ª'
disyunción intensiva = df
p _,. q). Esto equivale a decir que en todos los niveles el funda-
mento de toda lógica es inferencial, lo que es obvio para una lógica
de las significaciones.
17
ciertos caracteres comunes (como sería una inclusión o una inter·
sección), sino a un hecho mucho más importante e instructivo. Se
trata de dos términos de un intercambio dialéctico, de dos polos de
un ciclo que se imponen desde el inicio y prosiguen bajo la forma
de una espiral a lo largo de todo el desarrollo.
Como lo hemos dicho antes, todo observable está siempre vincu·
lado a una interpretación y ésta comporta necesariamente, por una
parte, significaciones, pero también, por otra parte, vínculos infe·
renciales entre éstas o en función de las precedentes. Y esas infe·
renclas, impl!citas tanto como explicitas, no podrfan consistir, desde
sus formas elementales. sino en implicaciones entre significaciones,
o sea entre esquemas de acciones. Es así como ya desde el esquema
más elemental, aun preprogramado, que es el de la succión, ya hay
implicaciones (entre desplazamientos y logros o fracasos) cuando
el lactante ubica mal su boca y debe modificar su posición para
ajustarla al pezón. Por otra parte, veremos en el capítulo 1 cómo
tiene lugar, esta vez en conductas enteramente adquiridas, la ela·
boración simultánea de significaciones y de implicaciones en las
conductas de utilización de "instrumentos".
18
l. Significaciones e implicaciones en las
conductas instrumentales
con la colaboración de D. de Caprona y A. Ritter
19
Figura 1
/
/
/
3;
========~
=¡;_
~====~
40t."" -J'
1. Nivel 1
20
mano, mueve sus dedos (mostrando bien asf su deseo de agarrar los
ob¡etos) y tiende su brazo hacia el gato, pero poniendo el palo al lado de
su brazo extendido sin intentar un contacto entre ambos.
XAN (1 ;8) intenta tomar el gato con la mano aproximándose a él; luego,
siempre mirando al gato, mete el rastrillo por encima de la plancha y la
golpea sin atraer al animal. Esta conducta se repite muchas veces en el
curso del interrogatorio ya sea con el rastrillo solo, o bien con todos los
instrumentos reunidos. Luego toma el rastrillo por los dientes, lo da vueltas,
10 pasa a la otra mano, golpea nuevamente la plancha, hace deslizar el
gancho de adelante hacia atrás, toma el palo en forma de codo, mira el
codo y lo ubica sobre la plancha, etc. El experimentador atrae entonces
al gato con el rastrillo y luego lo vuelve a poner en su lugar; Xan imita
esta conducta pero no se sirve de ena en modo alguno en lo que sigue, y
cuando se repite esto con el palo, él toma el rastrillo y en lugar de tener
como objetivo el gato, lo utiliza para golpear la plancha varias veces
seguidas. Toma el palo en forma de codo, lo toma por el codo, pone el
otro extremo en una de las cajas y la empuja en lugar de intentar atraerla
hacia sf. Inserta el extremo del rastrillo en la caja del perro, luego golpea
la plancha con el rastrillo y luego con el palo en forma de codo. Hace lo
mismo con los instrumentos reunidos, etc,
BEL (1 ;4) Comienza explorando los instrumentos sin relación con los
animales a- pesar de la consigna; mientras mira a los animales, toma el
rastrillo y el gancho, los desplaza varias veces y hace rodar el palo sobre
la mesa o lo mant1ene en el a1re. Se le muestra cómo atraer hacia sí al
gato con el palo y se vuelve a ubicar el gato en su lugar·, toma entonces
el gancho pero empuja con él al gato en lugar de atraerlo hacia sí. Se
vuelve a atraer al gato con el rastrillo, pero él no imita este movimiento
srno atrayendo hacia sí el rastrillo sin actuar sobre el gato y sin ni
s1quiera mirarlo. Se recomienza; esta vez toca al gato pero lo empuja y
lo hace salir de la plancha. Se le pone en su posición y reinicia sus
ensayos pero esta vez con movimientos laterales que golpean sin inten-
ción la caja donde está el mono. Con respecto al perro, el niño se limita
a golpear sobre la caja que lo contiene y sobre el animal y luego hace lo
mismo sobre la plancha y sobre el gato. Finalmente intenta sin éxito
enganchar al mono con el gancho. lo que constituye un comienzo, aunque
no exitoso, de relación instrumental. Cuando lo vemos dos meses
después, Be/ pasa al nivel 11 (véase más adelante)
PAO (1 ;9') Es interesante por los mtentos para poner en contacto los
instrumentos y los animales pero sin utilizar los primeros para atraer
hacia sí los segundos. Toma primero el palo, lo mira y lo deja. Se le da el
rastrillo, lo mira, lo da vueltas, lo pone sobre la plancha y lo empuja
hasta ponerlo delante del gato y se detiene. Se coloca el gato a mitad de
camino; esta vez ella toca al gato, pero en lugar de utilizar ese contacto
pasa a una prensión directa. Se recomienza con el gato a mitad de
camino: esta vez pone el rastrillo sobre el dorso del gato y luego lo toma
con su mano. Se efectúa la acción de atraer al gato con el rastrillo y
21
luego se le da este último; ella se limita a poner el rastrillo en equilibrio
sobre los dientes (o sea en vertical) luego de haberlo tenido en el aire
para explorar su forma.
22
extendido, mostrando claramente una intención de aproximación.
Una conducta también frecuente, pero de significación poco clara,
es la de golpear la plancha, lo que podría quizás constituir una
significación del primer tipo, pero que quizás no indique más que
una intención de sacudir a los animales, o sea, de ponerlos en mo-
vimiento con la esperanza de aproximarlos (véase el ejemplo de
Be/ que golpea alternativamente sobre la plancha y sobre el gato).
Cuando el animal resulta alcanzado por el instrumento. las dos
acciones dominantes -y en mucho- son golpear o desplazar late·
ralmente en lugar de atraer hacia sí. Pareciera como si el instru-
mento consistiera en un prolongamiento del brazo del sujeto, pero
solamente del brazo y no del brazo y de la mano reunidos como si
fuera una prensión directa.
Aunque todas estas significaciones generales o locales consistan,
según nuestra hipótesis directriz, en atribuciones de acciones a los
objetos, ¿qué ocurre con las implicaciones entre significaciones o
acciones? Se podría pensar en admitir que aún no existen, en la
medida en que son aún implícitas. Pero eso no es así, porque ·
atribuir significaciones a los objetos tanto como a las acciones
consiste en interpretarlos, y la interpretación es una conducta com-
pleja de base constantemente inferencia!, por banales que sean las
implicaciones que ellas supongan. Alcanzar un objeto implica apro·
ximarse a él, y empujar implica la continuación de ese movimiento
de "ir hacia", en tanto que atraer implicaría un movimiento de di·
rección inversa, y por eso su mayor dificultad; desplazar lateral-
mente implica un pasaje de la dirección "hacia" a su perpendicular;
golpear la plancha implica para el sujeto la posibilidad de un resul-
tado favorable, etc. En una palabra, cada acción se inserta en un
conjunto de condiciones previas y un conjunto de resultados segu-
ros o posibles y, por ello, desde ese primer nivel se puede hablar
de la presencia de implicaciones proactivas y retroactivas (que
Peirce llamaba "predictivas" y "retrodictivas").
23
mano pero no lo logra. Vuelve a poner los dientes del rastrillo sobre el
dorso del gato, apoya fuertemente y lo hace dar vuelta pero no logra
poner el rastrillo por detrás y simplemente lo empuja. Lo golpea varias
veces, con lo cual consigue aproximarlo un poco. Habiendo golpeado
una caja, empuja toda la plancha y se le ocurre entonces la idea de
atraerla en conjunto, para lograr una prensión directa. Utiliza luego el
gancho y lo aproxima de nuevo con la otra mano. Para lograr atraer al
mono, pone el gancho en la caja pero no logra engancharlo. En el caso
del perro se limita a golpear la caja.
JOE (2;10) ubica el instrumento detrás del gato, lo atrae un poco y con-
tinúa lateralmente hasta tomarlo con la otra mano. Por el contrario, con-
sigue sacar al mono con el gancho y lo atrae entonces directamente
hacia sí. Luego consigue atraer directamente al gato pero, en cambio,
una vez que saca al perro de su caja, solo lo atrae por algunos centfme-
tros y luego lo toma con la mano.
3. Niveles 11 y 111
ROL (3;6) Pone primero el rastrillo encima del gato, luego detrás y lo
atrae. En cuanto al perro, no lo saca de la caja sino que lo atrae hacia él,
lo da vueltas, etc.: "El perro no quiere venir". Intenta con el palo acoda-
do: "No puedo". Continúa con los otros instrumentos pero no lo logra
En el caso del mono, logra sacarlo con el gancho que está inserto en el
bucle que forma la cola (logrando así un pasaje local al nivel 111).
MAN (3;5) Hace mover al perro y lo da vueltas cinco veces. etc., sin
hacerlo salir.
JES (2 ;1, precoz) Atrae at gato sin problemas, luego pasa a ocuparse del
mono con el rastrillo: ubica a éste bajo el mono y lo levanta un poco
haciendo palanca con el mango y apoyándolo sobre el borde de la caja;
hace esto 5 veces hasta lograr sacar al animal. Se lo vuelve a poner en
su lugar pidiéndole a Jes que utilice otro procedimiento: toma el gancho
y lo introduce en el bucle que forma la cola del mono y logra sacarlo. Ei
gancho le sirve luego para empujar al perro por la parte abierta de la
caja (es decir, del lado opuesto al del sujeto) y luego lo atrae.
CAR (3;4) Comienza haciendo salir al perro por enc1ma de una de las
paredes haciendo palanca con el rastrillo y dice: "Se· puede hacer as!"
Pero luego ve que es más simple empujarlo por la parte libre trasera de
la caja: lo empuja, lo desplaza hacia la izquierda en dos gestos y lo
atrae. Recomienza con el palo en forma de codo y luego se divierte
alargando los mangos de los instrumentos con los sectores preparados a
tal efécto.
DAN (4;6) Engancha al mono por la cola con los dientes del rastrillo y lo
saca. Para sacar al perro toma el gancho y al principio solo le imprime
rotaciones, luego toma el palo curvado, empuja al animal fuera de su
caja, lo desplaza alrededor de ésta y lo atrae hacia sí.
25
mente alrededor de la caja y atraerlo hacia sr. Hay pues allí antici-
paciones y programa de acciones, lo que falta aún en el nivel 11,
nivel en el que están claros los fines a alcanzar pero donde el
empleo de los medios permanece vinculado a ensayos con logros
parciales o fracasos no siempre comprendidos.
En lo que respecta a las significaciones hay progresos en las de
los objetos o instrumentos. Estos ya no son solamente sólidos inde·
formables, globales y alargados, que sirven para atraer a sí lo que
la mano no puede alcanzar. En el nivel 111 cada parte del instrumen-
to tiene una significación específica: la parte curvada del gancho
tiene por significación enganchar, la parte final del palo curvado
tiene por significación empujar o atraer. Lo m1smo ocurre con los
dientes del rastrillo pero con un margen más amplio. Solamente el
palo no tiene significación funcional especializada.
En cuanto a las implicaciones entre estas diferentes acciones
caracterizadas por sus significaciones funcionales, el problema
principal para discutir a propósito de esta investigación -y que
también encontraremos en muchas otras-·es el de justificar la dis-
tinción entre las relaciones de causalidad y las inferencias implica-
tivas. Resulta claro, en efecto, que en cada uno de nuestros niveles
la secuencia de acciones presenta un carácter causal (tanto como
teleonómico): atraer al perro hacia sí después de haberlo sacado
de su caja es un resultado causal (entre otros posibles) por el
hecho de que las acciones involucradas se encadenan, se condi·
cionan y se determinan sucesivamente, sin consistir en una simple
serie de observables a modo de las sucesiones regulares de Hume
Se trata pues de ¡ustificar desde el comienzo de esta obra, y desde
las formas elementales y sensoriomotrices estudiadas en este ca-
pítulo, por qué hablaremos sin cesar de implicaciones entre acciones
consideradas en su significación.
El primer argumento es que, según su nivel, los sujetos pueden
abstenerse de actuar materialmente y limitarse a anticipar lo que
podrían hacer, incluidos los errores a evitar. Ahora bien, anticipar
consiste en deducir y toda deducción o inferencia es una serie o
un sistema de implicaciones.
En segundo lugar, esas anticipaciones inferenciales no se refie-
ren a las conniciones materiales de las acciones (al detalle de los
movimientos de los músculos del brazo y de la mano que actúa)
sino a las significaciones, en tanto atribuciones de esquemas cogni-
tivos del sujeto, que intervienen en cualquier interpretación de los
objetos y de las actividades que sobre ellos se ejerzan.
En tercer lugar, los programas producidos por los sujetos se
acompañan de inmediato de justificaciones que serán confirmadas
o refutadas por los éxitos o los fracasos, pero que constituyen reali·
dades de otra naturaleza que preparan los valores de verdad.
En cuarto lugar, la coordinación de los tres esquemas de empujar
hacia fuera, desplazar lateralmente, y atraer luego hacia sí, que
26
caracteriza al nivel 111 (en el caso del perro y de su caja abierta en
la parte trasera) constituye una anticipación deductiva de tipo su-
perior. Ella consiste en construir un esquema de conjunto compuesto
por esquemas parciales ligados en una totalidad coordinativa, cuya
naturaleza inferencia! es innegable en tanto implicación entre impli-
caciones. Por otra parte, aun cuando tal coordinación tenga carác-
ter representativo y sobrepase los niveles sensoriomotrices, es pre-
ciso que sus ingredientes hayan sido preparados anteriormente. lo
cual justifica la existencia de implicaciones más simples y elemen-
tales.
Todas estas consideraciones nos parecen justificar el empleo de
la noción de implicaciones entre acciones, diferente de su causali-
dad. La causalidad, por supuesto, también interviene, y esos dos
aspectos de las conductas instrumentales son incluso inseparables
aunque diferentes entre sí. Se puede ir aun más lejos y sostener
que los sistemas inferenciales involucrados constituyen "modelos";
la atribución de estos modelos a los objetos y a sus acciones exte-
riores al sujeto es lo que constituye precisamente la causalidad, sin
lo cual éstas se reducirían a la sucesión regular de observables
que resulta suficiente solamente para los empiristas.
27
11. Los desplazamientos en el interior de una
estructura de árbol
con la colaboración de C. Monnier y C. Vachta
28
rama contiene o no un sector de la cinta. El auto no puede retroce-
der ni dar vuelta sobre sí mismo. 1
Figura 2
29
1. Nivel lA
SA8 (4;7) Comienza abriendo todos los G hasta encontrar el que corres-
ponde y cuando se le pide, muestra el cammo que conduce hacia dicho
G. "-Abre solamente las ventanas que sirven para encontrar la cinta.
-(La niña abre A 1) Sí. -¿Qué quiere decir? -Que la cinta está pegada
al autito. -¿Dónde llegó el autito? -Aqul (G 1). No. (El autito está en
G2). -¿En algún otro? -No. -Fíjate. -(Muestra G2, correcto). -¿Es
mejor empezar por abrir las ventanas en A, en 8 o en C? -En C. -¿Y
abrir antes, ayuda a saber? -No. -¿En 8? -No, no sirve para nada.
-¿Y en C? -SI. -¿Por qué?- ... " El experimentador pone el autito
en GS y dice: "-Prueba abriendo pocas ventanas. -(La niña abre A 1)
No. (Abre A2, 1) Sí". 2 La niña abre entonces A2,2 lo que resulta inútil ya
que se trata del mismo segmento, luego hace lo mismo con 84,1 y luego
con 84,2 y dice: "No". Abre, sin embargo C7 y CS. contradictorias con el
vacío de 84. La niña pasa a 83,1 diciendo: "Sí", pero de todos modos
abre 83,2 (Jo cual es inútil). Se le pregunta: "-¿En cuál G está el auti-
to?" Muestra C4, C3, C2 y luego C 1, que dependen de A 1 y son por le
tanto contradictorias con A2. Luego muestra CS. casi por casualidad,
porque v1ene luego de la sen e C1-C4 (erróneos). ::ie le pregunta: "-¿Y
cuando no hay cinta qué pasa? -No auiere decir nada. -¿Si la cinta
está en 81, dónde estará el autito? (Muestra de G1 a G5, siendo que
solamente G1 o G2 serían correctos)". Si bien le resulta fácil a SAB
remontar de los G hacia T, no llega a establecer ninguna imbricación en
el sentido de las A hacia los G. "-¿Sirve para algo abrir alguna A?
-No. -¿Y alguna B? -No, no sirve para nada".
X/S (4;11) "-¿Sirve abrir alguna A? -No, al/! en C. -¿Y allá (en 8)?
-No".
ERI (5;8) Abre al azar los G. "-;.Es más fácil si abrimos primero una en
A? -No, porque no va hacia arriba. -¿Si abriéramos en A o 8, nos ser-
VIna? -Se podrlan abrir las otras, pero es mejor las C porque están
más cerca del garaje".
30
proceden por subdiv1s1ón de los S y éstos de los A). El hecho de
que las posiciones resultan de trayectorias es lo que complica las
preguntas para un sujeto que se centra en las posiciones finales
sin deducir las trayectorias a partir de sus puntos de origen, lo que
las priva de toda necesidad aunque no necesariamente de com-
prensión. De allí resulta la pobreza de las implicaciones, que solo
son relativas a la reconstitución fácil del camino recorrido, una vez
conocido su punto terminal en G, pero no a la anticipación del
camino a partir de T hacia G. En efecto, esta anticipación no repo-
sa sobre implicaciones simples del tipo A -> S (o A 1 -> B 1), sino
que se trata de una implicación en la cual el antecedente A 1 entra-
ña como consecuencia una dicotomía B 1 o S2 cuyos términos se
excluyen recíprocamente (símbolo w); por lo tanto, A 1 -> (B 1 w 82),
etc. Hay así un "agrupamiento" de la forma habitual A + A' = B;
S + S' = C, etc. Pero en este caso la lectura o incluso la construc-
ción se hace en sentido inverso S-> (A w A'); C-> (B w B') y no en
el sentido directo A e B e C, como en el caso de la deducción del
camino recorrido a partir de su punto terminal. De allí resulta la
opinión general que "no sirve para nada" (Sab) partir de T, de A o
de 8, que ello es "inútil" (Xis y Dab) y ello es así porque "el autito
no va hacia arriba" (Eri). En una palabra, la característica de este
nivel 1 es la ausencia de imbricaciones cuando los· trayectos deben
ser construidos a pesar de que resulte fácil el reconstituirlos.
2. Nivel lB
31
-¡Ah!, ahora si que entend!; debe estar en 82 porque está en A 1 y
después puede ser que dé vuelta (= que se oriente) hacia 82".
Pero, a partir de 82 concluye erróneamente que está en GS, que depen-
de de 84; etc. "-¿Es mejor abrir en A? -No, en cualquier lugar.
-¿Dónde es mejor? -En A, 8 y C". La niña sigue correctamente este
orden en el intento siguiente, pero luego regresa (como en el nivel lA) a
las enumeraciones de los C (con mezcla de un S). Esta niña manifiesta
así alternancias extrañas entre deducciones correctas y retrocesos pe-
riódicos a las falsas inferencias del nivel lA.
M/C (6;2) Va incluso más lejos: "Para encontrar el autito los C ayudan
mucho, los 8 ayudan un poco y los A no ayudan para nada". Esta es la
negación misma de las imbricaciones
JAN (6;6) Está casi en el nivel IIA. Comienza por A luego B y C, compa-
rando A 1 con A2 o bien los 8 por pares, etc., "porque tú lo pones
siempre del otro lado" o porque "si no pasó por allá, pasó por el otro",
"y si la cinta no está allá se sabe que está en el otro", pero esto no le
impide concluir al final que para abrir la menor cantidad posible de
ventanas hay que partir de los e sin darse cuenta de que en este caso
hay ocho ventanas, en tanto que, partiendo de los A, basta con abrir
tres.
3 . Niveles 11 y 111
32
Pero los sujetos de este nivel no determinan aún el número mínimo
necesario de ventanas que hay que abrir, ni tampoco la posibilidad
de tener éxito al constatar únicamente ausencia de cinta, siendo
que el sistema es dicotómico en cada una de las subdivisiones.
Existen aún algunas inferencias falsas pero que son corregidas
rápidamente.
DIO (8;2) Pasa de A1 (vacío) a 83. "-¿En cuál G puede estar? -En GS.
-¿Puede estar en otro? -G6 -¿En otro? -No, porque pasa por 83 y
no puede volver para atrás. -¿Con cuantas ventanas se puede encon·
trar? -Tres. -¿Se puede con menos? -Quizás. -¿Con tres es bastan·
te siempre? -A veces más. -¿Es posible sin ver la cinta? -No es posi·
ble porque si no hay cinta en A 1, entonces está en A2. Si no está en 83,
entonces está en 84 y si no está en CB entonces está en la otra (C7).
-¿Entonces es posible saber sin la cinta? -No, porque no veo dónde
está; hay que ver la cinta. -¿Se puede saber de antemano? -No. -¿Si
no son tres, cuántas más? -Cinco. -Muéstrame una vez más. -Si no
está en 81, entonces está en 83; si no está en 83, entonces está en C7.
-¿Puedes estar seguro con 4 ó S ventanas? -SI".
YVA (8; 11) Hace A2 ...... 84 (vacfo) -+ 83--+ C6. "No, entonces está en es
porque se ve la cinta en A2 y no allá (84, etc.); entonces el autito no
puede estar en G7 y GB. Pero abrl una puerta de más porque si fa cinta
no estaba en 84, el autito pasó por 83. -¿Se puede saber con menos
puertas~S/, con una menos. -¿Y también con menos? -No, tengo
que vér si está en A 1 ó A2".
VER (9;9) Comienza por el nivel 11. lo que es normal a su edad; sigue
continuamente el orden A, 8, C. Pero a partir de la pregunta "-¿Habrlas
33
podido tomar otro camino para llegar allá?", solamente da reacciones del
nivel 111: "-No, estaba obligada. -¿Con cuántas ventanas lo sabes?
-Con tres. -¿Por qué? -Porque un camino es éste (A2), otro son
estos dos (83 o 8'4) y otro es éste (uno de los C). -¿Es forzoso abrir
tres? -Sí, tres es obligatorio. -¿El orden es importante? -Es obligato-
rio empezar por A (muestra los A). -¿Y cuando no hay cinta? -Es que
el autito pasó por el otro camino".
34
limita a agregar nuevos elementos -ya sea en las clases ya esta-
blecidas, o bien en una más general que engloba a las preceden-
tes- en tanto que en marcha descendente (que reposa sobre los
"o. .o") se trata constantemente de razonar sobre "posibles",
considerando cada etapa del sistema.
35
mente: en el caso de los instrumentos del capítulo 1, cuando el
sujeto comprende cómo atraer hacia sí al animal deseado, excluye
por ese mismo hecho las dos acciones de empujar y de desplazar
lateralmente, o sea, p.q.
Hay que hablar de "equivalencia" (p.q w p.q) cuando el sujeto
comprende que la situación de dicotomía (cerno dice Jan de 6 años:
"Tú pones siempre del otro lado") se mantiene idéntica a través de
todas las subdivisiones.
Se puede hablar de "tautología" cuando el sujeto considera como
evidente (sin tener necesidad de expresarlo) que la cinta está en
81 y no en las otras, o en 82 y no en las otras, o en 83, etc., o en
84; etc.
Por el contrario, la vinculación "nula" (= siempre falso) solo con-
siste en contradicciones a ser evitadas, cosa a lo cual no siempre
escapa el niño (por ejemplo, en las conductas preinstrumentales,
cuando los niños más pequeños no efectúan sino desplazamientos
erróneos sin lograr atraer hacia sí).
Quedan las vinculaciones "afirmaciones" o "negaciones" de p
independientemente de q (o sea p.q V p.q) o de q independiente-
mente de p; pero son obvias a cualquier edad y no es entonces
necesario hablar de ellas.
Se ve así cómo, independientemente de cualquier sistema de
conjunto -los que solo se hacen posibles en el nivel de las opera-
ciones formales propias al pensamiento hipotético-deductivo y al
grupo INRC- se encuentran desde los niveles elementales coordi-
naciones parciales y a veces apenas momentáneas que presentan
formas comparables a las 16 operaciones binarias de la lógica
clásica. Este hecho es importante desde el punto de vista de una
lógica de las significaciones al mostrar que desde el comienzo las
"formas" son en parte dependientes de los contenidos siendo, al
mismo tiempo, necesarias para su asimilación.
La segunda consecuencia importante de esta investigación es el
mostrarnos que una de las condiciones esenciales e incluso consti-
tutivas del pensamiento formal (nivel 111) es el poder tardíamente
adquirido para coordinar de modo sistemático y permanente los "y"
y los "o··, o sea, las dos vías ascendente y descendente suscepti-
bles de recorrer un sistema dado.
36
111. El mosaico
con la colaboración de B. Vitale y M. Zinder
37
Figura 3
e o H
\
\
\
triángulos (lo que anotaremos como c. T) o solamente con r sine
(o sea T.C)? ¿Es posible combinarlos? En este caso se presentan
las siguientes relaciones: (T. C) V (C. T) -> (T. C) = E (éxito) y
análogamente (T. P) V (T. P) -> (T. P) = E, mientras que (C. P)
V (C. P)-> (C. P) =E (fracaso). ¿Significan estas inferencias que
el sujeto, habiendo logrado construir un mosaico con los T única-
mente, o bien con los C únicamente, concluye que podrá hacer un
mosaico sin huecos con los T y los C combinados? O bien, si
lo logra con los T. P reunidos ¿prueba esto acaso que podría hacer-
lo con los P solamente -lo que no es cierto- o con los T solamen-
te, lo cual es fácil? Y si los T. P son posibles, ¿conduce esto al
éxito con C . P, lo cual está excluido? En esos casos las inferencias
se refieren a las combinaciones y sus relaciones con los ensambles
homogéneos (solamente x) lo cual supone anticipaciones más com-
plejas y tardías.
Por otra parte, va de suyo que reencontraremos en esta investi-
gación las 16 operaciones binarias de las que nos hemos ocupado
en el capítulo precedente.
38
En cuanto a los niveles, solamente distinguiremos tres cuyos cri-
terios son claros.
1. Nivel 1
DAN (6;8) comienza por una bella corona de 10 P juntados por sus
lados, dejando así un amplio hueco en el interior de esta figura; intenta
cubrir el hueco con tres piezas. "-No. no se ouede porque esto y esto
(muestra los huecos restantes) no tienen esta forma". Alinea entonces 17
P en dos filas paralelas y separadas por un espacio en el cual ub1ca
todavía 9 P. "-No se puede". Se niega a emplear elementos de otras
formas (H) pero luego hace un nuevo mosaico utilizando únicamente H y
constata que funciona "porque tienen todos la misma forma" lo cual es
contradictorio con lo que admitía para los P. "-¿Y con los dos? (P y H
juntos). -Con los H si pero con los P no". Construye rosáceas con un H
en el centro rodeado de P y concluye que "no se puede cubrir. -¿Por
qué -Porque esto (H) no es cuadrado".
39
de prolongar cualquier serie lineal (tal como n -> n + 1), Nad e
incluso Cor parecen bloqueados frente a la idea de agrandar sin fin
una superficie tan simple y sin huecos como un conjunto de cuadra-
dos yuxtapuestos de manera regular en las dos dimensiones. Por
otra parte, aun haciendo el proyecto de "poner algo allí" -en 4
pequeños huecos triangulares- Nad concluye perentoriamente
"nunca se podrá hacer; siempre habrá huecos". Sin perder de vista
que la finalidad es un mosaico, una reacción extraña es comenzar
por una larga serpiente, etc. En pocas palabras, lo propio de este
nivel 1 es el empirismo con el que se contentan los sujetos, con un
mínimo de inferencias, casi todas injustificadas, como cuando Dan
piensa que rodeando un H de cuadrados eso cubriría mejor la tota-
lidad que con los P.
2. Nivel 11
XAV (7;5) comienza con los T únicamente en una forma de conjunto irre-
gular. y llena los huecos con otros T sin ocuparse de la figura total que
consigue formar. Concluye que "podrfa siempre continuar asf. Creo que
no habrá huecos porque asf queda junto. -¿Se podría cubrir toda la
habitación? -Si, es posible hacer asf toda la habitación". Cambia en·
tonces de forma de conjunto y construye una bella rosácea de BT cuyos
vértices están reunidos en un mismo centro, pero enseguida hace su
autocrítica cuando se le pregunta si se podrfa siempre llenar los huecos:
"-No se llenan cuando es redondo (en la medida en que se está inserto
en un espacio cuadrado como es la habitación). Se podrla hacer un
cuadrado más grande (junta 15C en un gran rectángulo y dice que así se
podría continuar). -¿Y con los C y los T? -No, no se puede". Sin
embargo lo hace yuxtaponiendo por uno de sus ángulos dos cuadrados
de 4 y adornando los intervalos con T bien juntos.
BEA (7;10) no cubre los huecos dejados oor los P en forma de corona
en tanto que con H ve de inmediato que "se puede seguir, seguir".
Después de haber logrado una forma con C y T concluye: "Con los T
sotos puedo, con los C ·solos puedo, pero no con los C y los T" (reuni-
dos). 1 Ella intenta espontáneamente hacer algo con P y C: una corona
[(C ..... R) · (T ..... R)]-+> (C · T ..... R). Similares operaciones en el caso de Xav.
40
de' P y en el med1o un e y algunos T; no lo logra, pero sí lo cons1gue con
un H y algunos T: "Continuaría siempre asi"
AUG (8; 1O) hace primero una corona de P sin saber cómo cubrir el Inte-
rior pero luego es el pnmero en poner 4 P lado a lado con un vértice
hacia arriba y encima otros con un vértice hac1a abaJO ubicando luego
algunos Ten los intervalos superiores o inferiores: "y después se puede
seguir". Con 3 H reunidos en arco de círculo ve que el hueco interior del
arco tiene tamb1én una forma de H y dice: "Se podria seguir bastante; es
a causa de la forma" (mostrando ese lugar vacío. Continuando con los T
y los H dice: "No sé si se podría hacer; quizás. -Si se sabe que con los
T se puede y con los H también, ¿no es normal que también se pueda
con los dos? -No es seguro, hay que probar".
BEN (9;10) pone 3H juntos en una forma tnangular y dice, como Aug: "Se
puede siempre poner allí porque el agujero tiene la misma forma" (de H).
JOS (9;8) pone 4P y 4T y dice: "Aqui se puede continuar con los T" Y
concluye: "Con los T solos se puede hacer (E}, con los P :>olos no se
puede (no-E = correcto), no se puede con los T y los P juntos (no-E =
falso), con /os T y los H no se puede (no-E = falso), y con /os P y los H
tampoco se puede (no-E = correcto)"
3. Nivel 111
41
MAC ( 11 :4) Hace dos rosáceas con T concéntricos, pero cubre el Interva-
lo que las separa pon1endo otros T. Se le pregunta si se puede continuar
sm dejar huecos: "-Se puede continuar para tener una superficie inde-
finida porque siempre se parece y me puedo imaginar que esta superfi-
Cie es muy grande; se puede demostrar que así se va a hacer infinito.
-GPor qué? -Porque llena todo o sea que si se sigue va a ser lo
mismo". Rehace una superficie, esta vez simétrica, y al preguntarle por
que. responde. "-Todas las lormas que tienen un lado recto se las
puede doblar en dos partes que hacen los ejes de simetría. Creo que se
puede hacer". Se le dibUJa entonces una figura que tiene un contorno
aberrante y d1ce: "Pienso que se puede hacer".
CAR ( 11 ;4) presenta las m1smas reacciones iniciales; Juego, con los P
anticipa de Inmediato que es pos1bte llenar Jos huecos con los T, en tanto
que util1zando solamente los P "habrá siempre un hueco". Completa dos
P superpuestas con 4 T y declara: "Ahí está, h1ce un paralelogramo y
vemos que en ese caso se puede continuar. -¿Podrías saber de ante-
mano que había una soluc1ón o la descubriste? (T. C. P, que acaba de
enconlrar) -Se puede saber" (e indica por qué)
ANI ( 12;2) también comienza con los P y los T, pero aunque afirma la
continuación posible agrega que "es siempre molesto porque siempre
hay que poner algo ( = hay que agregar en los huecos), pero siempre un
poco enredado; no se puede probar nada". Intenta entonces, como Are,
formar totalidades regulares: aun reconociendo que se puede "continuar
s1empre mezclados", está encantada al obtener un paralelogramo: "por
fm hace una superficie (regular). Se ve que se puede agregar hasta el
1nf1mto, pero a/11 no sé (demostrarlo). Es molesto; s1empre puedo agre-
gar algo, pero eso me molesta, no es una ley regular, se agrega no
importa cómo".
42
variaciones complementarias de los ángulos. Finalmente. en los
casos de Are y de Ani, aparecen netamente las diferencias entre
las formas regulares con las que se puede deducir con necesidad
las "superficies infinitas·· posibles, en tanto que con superficies
irregulares con ajustes variables la continuación permanece segura
pero solamente se trata de un "enredo molesto" (Ani) por oposición
a las demostraciones simples.
4 . Conclusiones
43
pequeño que hemos citado a menudo: "cuando se lo sabe por una
vez se lo sabe para siempre", en otros términos, la implicación
entre acciones está aquí fundada sobre una abstracción reflexiva y
ya no se limita, como en el nivel 1, a extraer las consecuencias
lógicas de abstracciones empíricas: "si he podido hacer ese en-
samble sin huecos, puedo agrandarlo".
Finalmente, en el nivel 111, el sujeto distingue entre lo que Ani
llama "un emedo molesto" (que se puede con toda seguridad pro·
longar indefinidamente pero sin poder deducir los detalles porque
"se agrega no importa cómo") y lo que ella llama una "superficie",
es decir, una forma de conjunto regular simple. Ella descubre, en
efecto, que puede construir "un paralelogramo: ¡por fin así hace
una superficie!" queriendo expresar así la posibilidad de una ite·
ración demostrable por un juego de contactos fáciles de deducir.
Esta búsqueda de las regularidades se hace visible cuando Mac
busca a todo precio los ejes de simetría, incluso en la forma de
conjunto aberrante propuesta por el adulto y se prolonga con Car o
Are quienes, como Ani, construyen paralelogramos (de los cuales
Are dice: "yo sé que con un paralelogramo se puede hacer una
superficie infinita").
Se pueden distinguir así tres formas de implicaciones entre accio·
nes. La primera puede ser llamada condicionante ya que se refiere
a las condiciones necesarias y suficientes para la acción exitosa
que consiste en encontrar elementos que tengan casi exactamente
las formas del hueco para llenar. Se las observa desde el nivel 1, lo
que permite al sujeto estar seguro de poder "agrandar" o repetir lo
que acaba de hacer, pero eso no lo autoriza a generalizar al infinito
porque uno nunca sabe lo que puede llegar a ocurrir.
La segunda forma de implicaciones puede ser llamada amplifi-
cante en tanto que se refiere a las consecuencias de lo que ha
comenzado. Es lo que se produce en el nivel 11 y puede explicarse
así: "si logro agrandar lo que encontré, no hay razón de no poder
continuar siempre" como dice Xav.
La tercera forma puede ser llamada justificativa. y provee las
"razones" que permiten la iteración indefinida. Eoas razones son
provistas por una demostración fácil en el caso de formas de con·
junto regulares (las "superficies" de Ani por oposición al "barullo"
inicial).
11. Pero además de esos tres tipos de implicaciones que en prin-
cipio son todas justificadas, se puede distinguir lo que llamaremos
implicaciones supuestas o débiles cuando reposan sobre informa-
ciones incompletas pero que parecen, sin embargo, lógicamente
válidas. El casó típico de esas inferencias es aquel en el cual,
conociendo lo que se puede obtener haciendo intervenir solo formas
x o solo formas y, se pide al sujeto prever lo que dará una reunión
de formas de x e y, o sea, x. y actuando conjuntamente sin aportes
suplementarios de una tercera forma z. En ese caso supongamos
44
formas e cuyas reuniones dan una superficie sin huecos y formas P
cuyas reuniones son !acunarías; es bastante lógico prever que la
reunión C. P será también lacunaria. Pero en el caso paradoja! en
que los e solos dan algo logrado (E) y los H solos también condu-
cen al logro E. el sujeto es llevado a creer que e. H debería
también a fortion, tener éxito, en tanto que de hecho los cuadrados
e ubicados sobre los lados rectilíneos de un hexágono H dejan sin
llenar lagunas triangulares, siendo el éxito posible solamente con la
asociación ternaria e. H. T. En ese caso la implicación e. H -> E
es únicamente supuesta a pesar de su apanencia lógica, mientras
no se obtengan informaciones suplementarias, ya sea por constata-
ción o por anticipaciones.
Esas "implicaciones supuestas" varfan entonces según los nive-
les que hemos distinguido. En el nivel 1, cuando el sujeto tiene
tendencia a construir únicamente mosaicos homogéneos, sin coor-
dinación de formas, el problema no se plantea y cuando se lo
planteamos al sujeto (tal como lo hicimos con Dan preguntándole
sobre lo que ocurre poniendo "P y H juntos") responde consideran-
do cada uno de ellos por separado.
En el nivel 11 encontramos una mezcla de respuestas falsas con
respuestas correctas y con rechazos a extraer conclusiones. Por
ejemplo, Bea (7;10) dice que utilizando los T solos tiene éxito (E),
igualmente con los e solos, pero prevé que con los e y con los T
reunidos no podrá hacerlo (No-E). lo que es falso. Aug (8;10) se
equivoca o suspende su juicio: "con los T únicamente, o únicamen-
te con los e se puede hacer, pero combinando los e y los T no va a
funcionar": Se le pregunta qué ocurriría combinando los T y los H y
responde: "no sé si se podría hacer; quizás. -Si se sabe que con
los T se puede y con los H también, ¿no es normal que también se
pueda con los dos (juntos)? -No, no es seguro; hay que probar".
Por su parte. Jos (9;8) da un conjunto de respuestas correctas y
er.róneas: se puede hacer con los T solos, no se puede con los P
solos y tampoco con los dos juntos (no-E = falso), tampoco se
puede con los T y los H (falso) y "con los P y los H tampoco se
puede" (correcto).
Solamente en el nivel 111 se resuelve el problema y ear llega
incluso a una composición ternaria T.e.P diciendo que se podía
prever deductivamente y mostrando el detalle de lo que lo hubiera
permitido. El interés de este nivel 111 en cuanto al problema de las
implicaciones supuestas exactas o no fundadas es que, a partir de
este nivel, el sujeto tiene tendencia a centrarse de inmediato y a
menudo continuamente sobre las relaciones entre dos, tres o cuatro
figuras más bien que en formas aisladas consideradas como una
especie dA absoluto. Esta relativización juega, naturalmente, un
gran rol en la búsqueda de las demostraciones o de las "razones".
/11. Sólo nos queda hablar de las operaciones que se refieren a
las significaciones en juego y que son isomorfas a las 16 relaciones
45
interproposicionales. A este respecto, señalemos de inmediato que
no hay diferencias entre las significaciones de los objetos y las de
las acciones. Ya que se proponía al sujeto la finalidad general de
obtener un mosaico sm huecos, la significación de las acciones
consiste en logros o fracasos y se funda, pues, sobre los resultados
de esas manipulaciones. En cuanto a los objetos, sus significacio·
nes equivalen como siempre a expresar "lo que se puede hacer
con ellos"', lo que equivale en todos los casos a referirse a las
acciones ejercidas sobre ellos. Se las puede clasificar según sus
formas, y es por ello que comienza Nad en el nivel lA; se las puede
seriar según el número de sus lados (3 para T y así siguiendo hasta
6 para H), lo que está implícito en todos los niveles. Pero, en el
presente contexto, su significación específica consiste en posibili·
dades o imposibilidades de lograr el mosaico solicitado. En este
caso resulta que las relaciones efectuadas o intentadas por el sujeto
son isomorfas a las 16 operaciones interproposicionales conocidas,
lo que no tiene nada de sorprendente ya que se trata de una com-
bmatona elemental. donde los únicos "'valores de verdad'.' en juego
en los enunciados del sujeto consisten en describir lo que ha hecho
y por qué razones ha tenido éxito o ha fracasado.
Es posible distinguir las cuatro operaciones que expresan la in·
dependencia de p, de q o de sus negaciones cuya notación habi·
tual es (p. q V p. q), (jJ. q V p. q), (p. q V p. q) y (jJ. q V p. q);
es el caso cuando el sujeto trata de construir un mosaico con una
sola de las cuatro formas, sin vincularlas con las otras, lo que con-
duce al éxito con T, e y H pero conduce al fracaso con P.
En segundo lugar están las conjunciones (p. q) que comportan
dos formas diferentes desde el punto de vista de las significaciones:
las conjunciones "libres" tales como T. e, formas que dan lUgar a
logros tanto juntas como separadas, y las conjunciones "obligadas"
tales como P . T, de las que un sujeto del nivel 111 dice que, si se ha
logrado lo que se busca al utilizar los P es porque "en todo caso se
han tomado (además) los T".
En tercer lugar, se encuentra el equivalente de las disyunciones
exclusivas o exclusiones recíprocas en el caso H. e que, por sí
solas, sin una tercera forma, sólo conducen al fracaso, y las dis·
yunciones no exclusivas o trilemas [cf.(p. q V p. q V p. q) en el
caso (T. C) V (T. e) V (T. e)).
Finalmente, resulta claro que también se pueden observar equi-
valencias, etc., así como las correspondientes a las operaciones
ternarias, pero solo se trata de combinaciones de acciones con sus
significaciones y no de proposiciones en un sentido extensional,
incluso si el sujeto traduce lo que "hace" con enunciados correctos.
46
IV. Implicaciones y significaciones aritméticas
con la colaboración de 1. Berthoud y H. Kilcher
47
parte analiza algunas condiciones previas y necesarias para cual-
quier enumeración sobre todo el orden circular.
SECCIÓN 1
NÚMEROS ORDINALES Y CARDINALES
Figura 4
48
con respecto al número total de bolitas T = H + B. Las preguntas
pueden plantearse en anticipación, antes de los pasajes, o en re-
constitución, después de éstos, y por supuesto, el contenido de las
cajas permanece invisible.
Distinguiremos dos situaciones experimentales. En la primera, el
total T es al comienzo de 11 bolitas en H y cero en B (este total es
menor que 11 para los niños más pequeños). En anticipación se
pregunta: "antes que caiga la quinta bolita, ¿cuántas habrá en B y
en H?" En realización se dice: "vas a dejar caer las bolitas una por
una y te detienes antes que caiga la quinta". Después de la acción
del sujeto se ocultan H y B y se plantean las mismas preguntas
sobre los cardinales en H y B. En esta primera situación, el niño
debe entonces inferir los cardinales a partir de informaciones or-
dinales.
En la segunda situación, el total T de bolitas al comienzo es de
15 en H. En anticipación se dice: '·vas a dejar caer 1O bolitas una
por una de H hacia B; ¿la cuarta estará en B o en H?, ¿y la sépti·
ma?, ¿y la décima?; ¿cuáles bolitas estarán en H?, ¿la decimoterce·
ra?, ¿cuáles otras?" En realización se dice: "vas a dejar caer 1 O bo·
litas en B". Después de esa acción se ocultan H y B y se plantean
las preguntas sobre la pertenencia de los ordinales a cada una de
las cajas. Aquí se trata, pues, de inferir esas pertenencias a partir
de informaciones cardinales, o sea, de implicaciones recfprocas de
aquellas necesarias en la primera situación.
Hemos podido distinguir cuatro niveles.
1. Nivel lA
49
la primera situación con ocho bolitas arriba: "-Nos paramos antes de
lanzar la cuarta, ¿dónde está la cuarta? -En H. -¿Y cuántas abajo?
-No hay. -¿Por qué? -Porque está todo vacío. -¿Y en H -No sé.
-¿Puedes decir cuántas? -Más o menos 8, pero no; más o menos 6,
no, 10, me parece".
50
actividades más complejas que las previstas. En este nivel inicial,
aunqLJe el todo T haya sido dividido por la acción en dos subconjun·
1;
tos -··el de las bolitas que parten" al pasar de H hacia By ''el de
las bolitas que se quedan" en H- el todo guarda la significación de
un objeto indivisible cuyas partes conservan la extensión como si
se tratara de una propiedad común a una clase cualitativa y a sus
subclases (cf. las "flores" y las "margaritas" que son también
"flores"'). 1
2. Nivel lB
ANA (6:6). Cuando T = 11 razona como los del grupo lA, pero razona
correctamente cuando T = 8.
En el primer caso ( T = 11) y antes de la caída de la quinta bolita
piensa que hay 4 en B y 1 O en H, o sea un poco menos que 11 o
s¡mplemente las 11 menos la 5". Por el contrario, para T = 8, antes de la
4" habrá 3 en B y 5 en H: "-Conté. -¿Por qué no contaste hasta 6?
-Porque si no habría 9 arriba ( = en total) y solamente hay 8 bolitas
para el juego".
CRI (6:8). Distingue bien dos subconjuntos en tanto tales, o sea las
bolita!> de 8 en tanto bolitas que han caído y las "que quedan aún en H"
y cuenta a éstas con sus dedos pero en el prolongamiento de las prime-
ras. Para T = 11: "-¿Antes que caiga la quinta? -Cuatro. -¿Cómo hi·
ciste? -Casi calculé: 1, 2, 3, 4, 5 y sacamos uno, quedan 4. -¿Y en H?
-Conté: 5, 6, 7, B, 9, 10, 11, entonces quedan aún 11 (en H)".
51
MAR (6;11 ). Para T = 11 (anticipación): ''-¿Antes de la S•) -Hay
cinco abajo si la quinta desciende. -¿Y arriba? -Puede ser 5 también;
si abajo puede haber también puede haber 5 arriba" (simetría). Para
T = 8: "-¿Antes de la 4"? -Abajo tres porque antes del cuatro es el
tres. -¿Y arriba? -No puedo saber porque no sé cuántas hay en total"
3 . Niveles 11 y 111
52
LA/ (7;5) Primera situación, anticipación, T = 11. "-Antes que caiga la
quinta ¿cuántas habrá en 8? -Cuatro y la quinta está todavla en H.
-¿Cuántas en total? -11 -¿Cuántas quedan en H? -9. -¿Por qué?
-Conté las bolitas ( = T) y después saqué las 5 y encontré 9" (como si
11 - 5 = 9). Realización: "-¿Antes que caiga la sexta? -5 en B. -¿Y
arriba? -8. -¿Cómo hiciste? -Cuento 4 abajo y después cuento 5, 6,
7, 8, 9, 10, 11, 12 y después los conté (con los mismos dedos) de uno a
ocho". No se trata entonces de una continuación (como Cri, del nivel 18)
sino de una implicación en función de la cual los ordinales 5 a 12 equiva-
len a 8 cardinales.
53
El progreso sensible del nivel 11 con respecto a lB es la disocia-
ción neta entre los dos subconjuntos B y H en el interior del todo T.
Los B son fáciles de determinar en tanto expresión de las acciones
sucesivas de "dejar caer" o sea de una ordenación de las acciones
materiales, realizadas o anticipadas, lo que explica el éxito en B
desde el nivel 18. Por el contrario, desde la enésima caída el sujeto
continúa por enumeración ordinal, pero solamente verbal o con
ayuda del soporte material de los dedos, de donde para 4' en B
"después cuento 5, 6 ... , etc." (Lai) hasta el último. Pero la nove-
dad con respecto al nivel lB es que el sujeto comprende entonces
que "los 4 primeros no cuentan" (Pat) y que entonces hay que
volver a contar, pero aparte, los números 5 a 11. Así, Pat vuelve a
contar del 5 al 11 o sea "los otros" o "los que quedan" en H, pero
una enumeración nueva convertida en cardinal en tanto suma nu-
mérica del subconjunto H. De hecho, esta maniobra complicada
que caracteriza a este nivel 11 constituye un equivalente funcional o
una preparación de las operaciones de adición y de sustracción.
Decir, como Pat, que "los 4 primeros no cuentan" equivale a sacar·
los de la totalidad, lo cual es una sustracción en acto; decir, como
Pat. San y otros "y después" para pasar dé' los elementos en B a lo
que queda por encontrar en H para constituir el todo T, constituye
el equivalente de una operación aditiva.
Son entonces esas condiciones y sustracciones las que se hacen
explícitas en el nivel 111. Cuando Joe dice "hay 3 en B más lo que
hace falta para hacer 8" (el todo) el término "más" designa cons·
cientemente una adición. La tematización de las adiciones y sus·
tracciones también resulta clara cuando Ric dice "hice 4 más 7 y
después saqué 7" porque si hay 11 y se dejan caer 4 quedarían 7
(en H).
Debe notarse además con qué claridad Eli logra explicar los
errores cometidos en los niveles precedentes cuando, por no diso·
ciar suficientemente los subconjuntos en el interior de la totalidad,
los niños confunden el número de los H con el del todo.
4. Conclusiones
54
mo, cualquiera que sea, es el rango del elemento que está prece-
dido por n - 1 cardinales); 2) pero el cardinal implica al ordinal por-
que si bien sus elementos son equivalentes (y deben ser considera-
dos como tales) el único medio para distinguirlos es enumerarlos
en cierto orden.
Resulta entonces natural que en estas pruebas el sujeto pueda
proceder a inferencias sobre los cardinales a partir de informacio-
nes ordinales y recíprocamente, pero solamente si es capaz de dis-
tinguirlos. Esta distinción parece fácil ya que las ordinaciones son
efectuadas en acciones por los pasajes de H hacia B permanecien-
do estables los cardinales (en H cuando aún no descendieron, o
bien en 8 como resultado del descenso). Pero el hecho interesante
es que. aunque la evaluación de 8 resulta facilitada porque los ele-
mentos han sido reunidos por las acciones, la de los números res-
tantes en H es problemática en tanto estos elementos constituyen
un subconjunto H = T - 8 y, para enumerarlos, el sujeto continúa
simplemente el conteo que efectuaba cuando hacía bajar los ele-
mentos precedentes. Resulta entonces que en el nivel lA no hay
implicaciones entre ordinales y cardinales (salvo en el caso muy
simple en el cual n bolitas descendidas --> n cardinales en 8) sino
indiferenciaciones (la caída de un enésimo cualquiera entraña el
todo T de H hacia 8). Entre esta indiferenciación (todo o nada) del
nivel lA y las operaciones aditivas y sustractivas del nivel 111, todos
los progresos se deben a la elaboración de nuevas significaciones
y a las implicaciones que ellas conllevan. En lA el hacer descender
algunas bolitas solo comporta la significación de una especie de
absoluto determinado por acciones ejecutadas materialmente (sin
anticipaciones) y desprovistas de cualquier relación con la totalidad
T o incluso con un resto en H, porque éste no ha sido objeto de
nmguna actividad. Por el contrario. en el n1vel lB las caídas adquie-
ren la significación "de algunas" entre otras, lo que confiere a
estas otras una significación que no había sido considerada hasta
entonces: "la de un resto" que no es aún relativo a un todo (mien-
tras que Cat -nivel lA- dice: "nunca puede haber 7 con 1O",
rechazando así la idea de fraccionamiento). Aro (5;9) se refiere a
las que "no pusimos todavía" lo que comporta esta nueva y esen-
cial sig"ificación "del resto" pero aún irreconocible por falta de
acciones sobre él: "no se puede saber porque no hicimos nada".
Por el contrario, Lai postula que deben ser muchos ( = "no dema-
siado cerca" de la frontera entre 4 y 5). Por otra parte, Cri (Y otros)
quiere contar los H pero solo lo hace prolongando las caídas, de
donde resulta H = T, lo que recuerda el nivel lA. Mar recurre a la
simetría H = "quizás también 5" como en 8, etc. Pero el cambio
decisivo de significaciones se efectúa en IIA cuando el "resto" en H
da lugar a un conteo separado sin referencias sistemáticas al todo,
pero con declaraciones explícitas sobre la dualidad de dos subcon-
juntos: "los cuatro (en 8) no cuentan" dice Pat (significando que ya
55
son conocidos por haber caído), "cuento una vez más los otros{=
los H)", y esto después de una especie de "insight" que le hacé
descubrir que el "resto" debe dar lugar a una consideración sepa·
rada: "¡ah!; quedan 7". Finalmente, en el nivel 111, esas adiciones y
sustracciones que intervenían de manera implícita en el nivel 11
adquieren la significación de operaciones en tanto que están cons·
tantemente subordinadas a la composición o a la descomposición
de un todo T que es continuamente invocado e.n virtud de las impli·
caciones fundamentales T ~ B + H o H = T - B.
En la segunda situación resulta claro que las inferencias condu-
cen a implicaciones más precoces, de la misma manera que la pri·
mera situación con totalidades y subconjuntos de números más re·
ducidos. Resulta no menos claro que todos estos cálculos constitu-
yen implicaciones entre acciones u operaciones, incluso si el sujeto
las expresa bajo la forma de enunciados. Se ha formulado a menu-
do el problema de la reductibilidad de un cálculo a un sistema
cualquiera de inferencias; esta reducción resulta evidente si se
introduce la noción de implicación entre acciones.
3ECCION 11
EL CONTEO EN ORDEN CIRCULAR
56
ANI (5;9) delante de un círculo de 7, cuenta 8 "-No, aquel lo contaste
dos veces. ¿Cuál es el segundo? -Aquél. -¡_Y si empezamos aquí
cuánto va a dar? -También siete. -¿Por qué? -Yo sé. (Vuelve a em-
pezar con otro punto de origen). -¿Cuál es el segundo? -Allá.
-¿Cuántos botones pueden ser los segundos? -(Ella forma tres pares
sucesivos). Tres y también aquél (el séptimo). -¿Cuántos pueden ser
los primeros? -¡Todos! (los muestra uno por uno). -¿Y los terceros?
-Tres (muestra los tres tríos)". Se hace una fila'de cinco alineándolos·
"-¿Cuántos hay? -Cinco. -¿Y así? (se muestra en el otro sentido).
-Es lo mismo. -¿Cómo puede ser que éste sea una vez el cuarto y una
vez es el segundo? -Porque acá está antes del cinco. -¿Y en el otro
sentido? -Aquél es el cuarto".
HEL (8, 1 O) con un circulo de 13. "-Para contarlos hay que saber
dónde empezamos. -¿Aquél (el sexto) podría ser el segundo? -Sí, se
puede, yo empecé por aquél (el precedente). Todos podrían ser el se·
gundo, pero no todos a la vez, por turno, porque se puede empezar por
otro lado. -¿Dos no pueden ser segundos al mismo tiempo? -Si, pero
no para contarlos (cardinalmente); no se cuenta 1, 2, 2, 3, 4". Pero si se
quiere obtener la suma (cardinal) cualquier orden es posible: "-Oa el
mismo número, no cambió". Se disponen entonces 1 O botones en una
57
línea recta: "-Da 10. -¿Se puede comenzar por otra parte? -Si (en el
otro sentido). -~,Y por aquí? (el tercero de la izquierda). -Sí (pone allí
una marca) se cuenta esto (de 3 a 1O) y luego esto (del 1 al 2). -¿Y
aquél (el séptimo) puede ser el segundo? -Sí, se puede (comienza en el
sexto)".
Se ve que en este nivel 11, con esta técnica, hay ya a la vez dife-
renciación clara entre la cardinación y la ordinación e implicaciones
mutuas entre ellas. Conformemente a las definiciones que recorda-
mos en las conclusiones de la sección 1, el número cardinal es un
conjunto que se conserva cualquiera sea el orden de enumeración
de sus elementos, lo que afirma He/ cuando dice que al cambiar el
orden "da el mismo número, no cambió". Recíprocamente, el ordi-
nal es una sucesión de rangos cada uno de los cuales está deter-
minado por el número cardinal de sus predecesores, de lo que re-
sulta en este nivel 11 que para n elementos se obtendrá (contando
en los dos sentidos) 2 n segundos, 2 n terceros, etc. Aunque esas
significaciones e implicaciones mutuas son comprendidas ya desde
el nivel 11, se reencuentra en el nivel lA la indiferenciación entre
ordinales y cardinales de la que hablábamos en la sección 1: para
un total den, el número de los segundos, terceros, etc., no es 2 n,
es decir función del todo n, sino pequeños subconjuntos disjuntos
que consisten en pares, tríos, etc., a la vez cardinales y ordinales.
Este progreso de las significaciones al pasar de los niveles lA y lB
a 11 es entonces resultado, no solamente de diferenciaciones e im-
plicaciones mutuas, sino también de una relativización fundamental
de las nociones utilizadas.
58
V. Las relaciones intraobjetales
con la colaboración de R. Zubel y G. Merzaghi
59
elefante dentro de una boa (E 1-ES) y, en la otra cara, un
sombrero (C 1-C5); •
- 2 piezas de una sola cara: una del elefante (E'2) y la otra del
sombrero (C'1);
- 3 piezas que no forman parte de ningún rompecabezas, no
coordinables entre sí ni con las otras piezas, y que represen-
tan un pedazo de un automóvil (V), los ojos de un animal (A) y
una pieza en blanco (81 ).
Figura 5
EJ-0 e·:
1
j es
i
1
e
/¡
1'
8! V
M/N (3,2) comienza también por pares o tríos de pedazos mal ajusta·
dos diciendo cada vez: "una manzana". Luego para otro par de elemen-
tos dice: "es un elefante, un pedazo de elefante". Pero luego apila una
serie de pedazos en desorden: "una manzana que cae en el agua con el
auto y una casa"; luego reparte las piezas en 8 pares alineados: "son
cosas de manzanas (no todas las piezas lo eran), es un camino de man·
zanas". Se le muestra un par formado por un pedazo del elefante y un
pedazo de .manzanas: "¿Va bien junto? -Si, todo va bien junto".
Estos sujetos de tres años (el nivel lB comienza hacia los 4 años)
son interesantes por lo que les falta aún para construir objetos. Los
primeros pedazos elegidos al azar no son concebidos como las
partes de un objeto total que habría que completar utilizando uno
de ellos como referencial inicial y anticipando las totalidades de las
cuales formarán parte. Solamente Min habla de un "pedazo" (de
elefante) pero sin buscar los otros "pedazos" con anticipaciones o
por ensayo y error; los pedazos son simplemente asociados a otros
hasta el momento en que tales "seudototalidades" formadas por
elementos heterogéneos pueden dar Jugar a significaciones. Pero
éstas presentan las dos características siguientes: 1) poder cambiar
en el transcurso del proceso: la "manzana" de Tie deja de ser tal
después de nuevas adjunciones porque "ahora tengo una casa" (y
lo mismo Aya); 2) designan situaciones modificables y no objetos
permanentes: "Es un caballo en el agua" (Tie) o "una manzana que
cae en el agua con el auto y una casa" o "un camino de manza-
nas" (Min) que incluye por otra parte pedazos de elefante y de
sombrero. Min formula por otra parte el carácter general y esencial
de este nivel lA al decir: "Todo va bien junto", o sea cualquier cosa
61
puede ir con cualquier otra a condición de inventar una relación
cualquiera en lugar de buscarla por anticipación o de encontrarla
por conjunciones necesarias o justificables con puestas en relación
de observables objetivamente reunidos.
2. Nivel lB
62
CAR (4:9) logra ensamblar 8 + 10 y 9 + 11 y luego forma otra
manzana (5 + 6 + 7): "ya está y al/a también"; para el elefante ajusta
las piezas E2 + E3 + E4 y luego correctamente E1: "tengo todas fas
piezas" (le falta E5); luego completa y distingue una mitad de "vlbora"
( = la boa) y luego "la otra mitad". Pero piensa que el elefante es "la
otra mitad" del sombrero.
63
3. Los casos intermediarios y el nivel 11
64
un elefante y lo diste vuelta" y, con gran sorpresa, descubre que al dar
vuelta el elefante se encuentra la montaña; entonces ordena correcta-
mente las piezas.
GRE (7;8) logra de inmediato construir las cuatro manzanas; toma E2,
ES y E1 y dice: "es un juego de elefante". Toma luego C3, la da vuelta y
la asocia con la E. Toma e4 y E1, da vuelta esta última (C1) y dice: "es
una especie de cabeza" y la completa con C4 y es diciendo: "ah, es
una tortuga: allá (eS) la cabeza y allá (C2) el caparazón". Se le pregun-
ta qué piensa que hay detrás y dice: "¡el elefante!" Llega asl a dos sis-
temas independientes y junta cada uno de ellos. correctamente diciendo:
"¡terminé!"
OL/ (8; 11 l construye las manzanas, toma e4 y descubre del otro lado
E4. Ensambla correctamente las E. "-¿Puedes hacer aún otra cosa?- SI,
destruyendo quizás algo". 1 oma las t:, desnace el eletante, descubre
que "hay algo como esto detrás" y arma el sombrero: "as/ tengo ahora
el sombrero y luego después el elefante". Da vuelta una por una las
piezas del sombrero y verifica que encuentra un elefante ya armado.
DIO (8;3) construye las manzanas; toma es, C3, et; toma Et, E2, E4 y
dice: "por el momento son todas mitades" previendo "un sombrero" y
"también mitades de un elefante; son mitades que no se pueden poner
juntas". Luego descubre que "antes no habla esto (C4 y e2); puede ser
que estén detrás". Se le pregunta qué se puede hacer y responde:
"darlas vuelta". Da vuelta entonces las piezas sistemáticamente una por
una.
65
aquf los objetos representados por nuestras imágenes o bien las
acciones materialmente ejecutables. Los significantes, por su parte,
pueden consistir en palabras (o morfemas significativos), o bien en
sfmbolos arbitrarios (como los signos + o x etc. que representan
adiciones, multiplicaciones u otras operaciones matemáticas), o bien
imágenes o dibujos cuya significación se reduce a la de representar
a los objetos exteriores. Ahora bien, sabemos por investigaciones
ya muy antiguas que en los niños pequeños hay indiferenciación
entre el objeto y su significante verbal, lo que equivale a decir que
el nombre forma parte de la cosa (por ejemplo bastaría con mirar el
Saleve o el Monte Blanco para ver que se llaman asf). En el caso
que nos ocupa parecería haber también, antes del nivel 11, indife-
renciación entre el objeto exterior y su dibujo o imagen; en el rever-
so de un cartón que representa a un elefante se debe encontrar
una parte de éste o un elemento vinculado con él (aunque sea un
sombrero) como si una imagen fuera un objeto real que se puede
dar vuelta para ver su otro lado. Por el contrario, en el nivel 11, lo
que se encuentra en el reverso de una imagen es otra imagen inde·
pendiente de la primera que representa un sistema total en sí
mismo.
A ese progreso estructural esencial se agregan en el nivel 11 múl·
tiples progresos procedurales. Las anticipaciones son más rápidas
y gufan mejor las construcciones porque se refieren de inmediato a
las formas finales del objeto en construcción. Los referenciales son
más numerosos y el sujeto utiliza simultáneamente uno para las P,
otro para las E y las C. El sujeto reparte, a menudo de antema-
no, en tres colecciones los elementos de estos tres sistemas antes
de proceder a las construcciones detalladas. Estas construcciones
pueden dar lugar a transferencias. A las exclusiones o negaciones
distales (piezas que no sirven para nada) se agregan negaciones
proximales (piezas que no sirven para los E pero utilizadas para C,
etc.).
4. Conclusiones
66
significaciones de los objetos a las significaciones de las acciones.
Mentalmente los objetos pueden ser clasificados, seriados, etc., lo
que los subordina de nuevo a significaciones de las acciones o de
las operaciones. 2) La significación de los objetos comporta un se-
gundo aspecto: "de qué está hecho", o sea cómo está compuesto,
lo que subordina de nuevo los objetos a las acciones, pero acciones
constructivas y no solo utilitarias.
Ahora bien, las acciones -tanto las acciones elementales como
las de rango superior- no podrían existir ni funcionar sir. relacio·
nes entre ellas. Las relaciones más generales son las implicaciones
entre acciones u operaciones. En el presente capítulo estas implica·
cienes son múltiples. Las más frecuentes son: 1) El hecho de haber
recortado una imagen de objeto en pedazos implica su reconstitución
posible reuniendo esos pedazos de manera adecuada. 2) Esta reunión
de ciertos pedazos implica la exclusión de otros. 3) La reunión de
pedazos implica "conjunciones obligadas" (de tipo AB -> A de An·
derson y Belnap) cuando A no puede ser separada de B, etc.
Volviendo al conjunto de las relaciones operatorias observadas
en esta investigación, encontramos que además de las implicacio·
nes entre acciones y de esas "conjunciones obligadas" propias a
las conexiones entre las partes de un mismo objeto, hay lo que se
pueden llamar "conjunciones libres" cuando las im'ágenes presen-
tadas representan un objeto complejo cuyos elementos no están
siempre reunidos en la realidad (como el elefante dentro de la boa,
porque no todas las boas tragan elefantes y es sorprendente que
incluso aquellos de nuestros sujetos que no conocían El Principito
no hayan sentido una molestia particular por esta conjunción ex-
cepcional). Se puede también distinguir un tercer tipo de conjuncio·
nes que llamaremos "interobjetal" o "inclusiva" y que consiste en
reunir en una colección única objetos recortados de diversas mane-
ras pero de igual significación, tal como las "cuatro manzanas" de
las que hablan los sujetos a partir del nivel 11.
Por otra parte, distinguiremos cuatro tipos de incompatibilidad. 1)
En primer lugar, hay incompatibilidad "intraobjetal" cuando dos
objetos semejantes como dos manzanas han sido recortados de
manera diversa de tal modo que un pedazo resultante de uno de
los recortes no puede ponerse en conjunción con un pedazo que
resulta de un recorte diferente. 2) Hay "incompatibilidad interobjetal"
cuando aparece la imposibilidad de una conjunción entre los peda·
zos de un objeto (por ejemplo una manzana) y las partes de otro
objeto (por ejemplo un sombrero). 3) Hay "incompatibilidad total"
cuando los pedazos presentados o elegidos no se acomodan con
nada, formando así una clase PEC (comparable a p V q de la fór-
mula clásica p . q V p . q V p. q) .4) Finalmente se puede hablar de
"incompatibilidad presentativa" en el caso del reverso de una pieza
en la que el elefante que estaba dibujado en el anverso y el som-
brero en el reverso pueden ser construidos al mismo tiempo pero
67
no pu.eden ser presentados al mismo tiempo a la vista del sujeto.
En esos casos de relaciones recto-verso se agrega la operación
espacial o infralógica de "inversiones".
Una relación próxima a la incompatibilidad y sin lugar a dudas tan
frecuente como ella es la simple exclusión reciproca [(p. q) V (p. q)]
que no se ocupa de (p . q) o sea de "ni lo uno ni lo otro"; la diferen-
cia entre las dos tiene que ver con el empleo y la significación de· la
negación. Hay aqul un problema esencial desde el punto de vista de
la lógica de las significaciones. En una lógica extensional fundada so-
lamente sobre tablas de verdad los términos que contienen la nega-
ción de p en la implicación p ::> q = (p . q) V íP . q) V (p . q) se re-
fieren a todo lo que no es p en el universo del discurso aun mante-
niendo la verdad de q. De alll resultan las implicaciones paradoja-
les que se trata de evitar a toda costa. Ahora bien, en una lógica de
las significaciones la negación sólo interviene refiriéndose a una
imbricación bien definida. Por ejemplo, en un agrupamiento en el
cual B = A + A· la negación A interviniente en la expresión
A' = B. A solamente tiene sentido con referencia a la imbricación
de A en B. Es pertinente entonces distinguir "negaciones proxima-
les" vinculadas con la imbricación más próxima y "negociaciones
distales" referentes a fronteras cada vez más alejadas.
Es conveniente entonces recordar la evolución de las negaciones
o exclusiones, según los niveles evolutivos, e intentar explicarla.
En términos generales, se puede decir que el desarrollo conduce
de las negaciones distales que parecen más primitivas a las nega·
cienes proximales que se afinan con la edad. La razón de esas
transformaciones tiene qu¡a ver naturalmente con la de los referen-
ciales mismos. Pero conviene de inmediato notar que hemos utili·
zado esa noción en dos sentidos diferentes aunque próximos. Aca-
bamos de emplear este término en el sentido de imbricaciones, con
respecto a las cuales las conjunciones buscadas son posibles o
deben ser excluidas. Pero, a propósito de los niveles 1 y 11, hemos
hablado de "pedazos referenciales" para designar un pedazo que
se conserva invariante y con respecto al cual se organizan los otros
en conjunción. Al comienzo los sujetos solo utilizan un único trozo
como referencial, de tal manera que los elementos susceptibles de
completarlo en un objeto total son poco numerosos y existe un gran
número de pedazos para excluir, de all[ el carácter distal de las
negaciones. Por el contrario, en el nivel 11, el sujeto puede utilizar
varias piezas referenciales a la vez, según que se trate de los P, de
los C o de E. Por ese hecho las negaciones se hacen cada vez más
próximas porque se trata de tres sistemas a completar separada-
mente aunque solidariamente.
Desde un punto de vista general las negaciones utilizadas cons-
tituyen entonces una especie de medida o de fndice del grado de
las diferencias. Es lo que hemos visto antes con B. lnhelder en una
investigación en donde también verificamos el carácter más tardfo
68
de las negaciones proximales: "un caillou est plus pas une
marguerite que ne /'est une primevere" nos dijo, por ejemplo, un
niño, y su expresión "plus pas" significaba naturalmente que hay
más diferencia entre un guijarro y una flor de la que existe entre
dos objetos que son ambos flores.
A las diferentes relaciones preoperatorias que acabamos de dis-
cutir se agrega la relación de "equivalencia". En el caso de las
cuatro maneras de recortar y luego de reconstituir una manzana
hay naturalmente equivalencias, no solamente en los resultados
(cuatro manzanas parecidas) sino también en los métodos procedu-
rales, porque se trata ante todo de evitar las discontinuidades en
los diferentes puntos de contacto, o sea hacer manzanas bien re-
dondeadas, con una buena forma. En cuanto a las disyunciones no
exclusivas, o sea las intersecciones, el sujeto no construye tales
disyunciones explícitas, pero constatamos algunas implfcitas. Las
manzanas que el sujeto reconstituye pueden por ejemplo ser repar-
tidas en dos clases por relaciones interfigurales: las que presentan
menos de cuatro pedazos (P1, P2, P3); las que comportan más dé
dos pedazos (P3 y P4); mientras la manzana de tres pedazos cons-
tituye entonces la parte común (p . q) por oposición a las otras dos
(p. q), \p. q).
En resumen, de las 16 relaciones isomorfas a las futuras opera-
ciones binarias, encontramos 1O qOJe están representadas en las
versiones de nuestros sujetos, siendo las 6 restantes la tautología, la
negación total y las afirmaciones o negaciones de p o de q (es
decir p. q o p . q, etc.). Las 1O relaciones utilizadas son todas ellas
relaciones entre significaciones sin recurrir a la tabla de verdad
fundaaa sobre la extensionalidad, no interviniendo ésta sino en las
imbricaciones parciales gobernadas por las significaciones y sus
"inherencias".
69
VI. La negación y la incompatibilidad
i nterob jeta les
con la colaboración de L. Banks y A. Wells
70
SECCION 1
LA NEGACION
1. Nivel 1
71
que se puede hacer? -Se remonta y se corre con él. (Se presenta un
círculo incompleto.) -Es una pulsera rota. -¿Qué es lo que no es? -No
hay nada; está solo". Utilizando una pantalla con cambio de rol (dos au-
titos, tres animales, una bolita): "-No es un auto y no es un animal.
¿Qué es? -Un animal y un auto. -Pero le digo que no es un animal y
no es un auto. -¿Qué es? (La niña muestra el conjunto). -Es todo eso.
-¿Pero qué es lo que tú elegiste? -(Muestra el auto rojo y tuego el
cochinito)". Con el objeto "intruso": "Todo va bien junto" (incluido el
"intruso" que es un chocolate en medio de un conjunto de frutas).
72
-(se saca la pantalla y se repite la doble negación). Es un cordero". El
intruso: respuesta correcta.
SEV (4;0). Se presenta un rombo: ·-¿No es qué? -No es. -¿Pero no
es .. .'t-Eso. -¿Es un auto? -No. -¿Qué más?- ... ". Círculo incom-
pleto: "-Es la cabeza. -¿Y qué no es? -El cuerpo". Bolígrafo: "-¿Qué
no es? - ... -¿Qué es lo que no se puede hacer con esto? -Escribir.
-¿No se puede escribir? -Escribir. -¿Entonces qué es lo que no se
puede hacer? -Un globo, un árbol," etc. Pantalla con cambio de rol:
"-No es un auto, no es un animal. -Es un cordero -(se saca la
pantalla y se repite la doble negación). -Es la bolita (correcto). -No es
verde y no es un muñeco. -Es el teléfono (correcto)". Intruso: Respues-
tas iniciales correctas, pero para varios objetos heterogéneos "todo va
bien junto" por falta de imbricaciones jerarquizadas.
73
Se comprenden entonces mejor las paradojas de la negación.
Cua.ndo se le dice al sujeto: "No es un animal ni un auto" él infiere
que si esos dos conjuntos son especialmente mencionados es por-
que juegan un rol de conjunciones seudoobligadas con respecto a
los objetos vecinos; de allí que la afirmación predomine sobre las
negaciones, por el hecho de esta mención privilegiada. De la misma
manera, cuando el niño dice que un objeto es un lápiz y dice tam-
bién que no lo es. eso puede deberse al rol variable que puede
jugar en el seno de los elementos con los cuales está siendo com-
parado: a veces una relación de conjunción seudoobligada. es un
lápiz; a veces una relación de conjunción libre y ya no lo es más.
2. Nivel 11
JOE (7;3). En el caso del objeto intruso clasifica aparte los tres tipos de
frutas; después del agregado de los chocolates clasifica en "frutas y
chocolates". Cuando se agrega una bolita reparte el todo en dos: "Todo
lo que se come y lo que no se come".
FAB (7,6). C1ta más de 12 objetos para designar lo que el boligrafo "no
es". En la situación de la pantalla permite al interlocutor encontrar el
ob¡eto elegido fundándose sobre las indicaciones negativas; las formula
74
tan fácilmente que después del cambio de rol encuentra el objeto gracias
a las negaciones del experimentador. Solamente formula una negación
no pertinente: "No es de hierro", pero reconoce de inmediato que esta
negactón no sirve "para nada".
GIA (8;1 0). ldénttcas reacciones. Comienza por decir: ··-No es una
pelota, no es un auto. -¿Crees que eso basta? -No; no es un perro, no
es un techo" (prisma).
BOA (8;6). Un bolígrafo "es una cosa que no es como nosotros" (per·
sonaje) y "no son animales". Para clasificar los objetos Bar razona en
términos de "familias": junta los palos verdes porque "son de la misma
familia" lo que hace también con los personajes de madera, sin poner el
teléfono y la goma. En la situación de la pantalla, las informaciones "no
es verde, no es color calé y no es un personaje" le permiten encontrar
que es "la vaca" (correcto). En otro caso se da cuenta con razón que la
información es insuficiente.
SYL (9;11 ). Pantalla: muestra los objetos diciendo "por ejemplo, si no
son muñecos, ni un árbol, ser/a entonces el teléfono". Elige el árbol: "No
es verde claro y no son muñecos. -¿Eso basta? -No, porque podrla
decir que es esto (teléfono). Hay que decir: no es verde y no es ur¡
muñeco". Otro conjunto con cambio de rol: objetos rojos, dos animales y
una bolita y da como información: "Ni rojos ni animales; solamente
puede ser la bolita".
LOR (1 0;3). Pantalla: "-Puedes decir tres cosas para que el otro advi·
ne (hay palitos verdes, un prisma rojo, un árbol y un caballo). -No es
verde, no es rectangular, no es un animal. -Entonces es el prisma
ro¡o · Con una pelota. una muñeca roja, el prisma, un teléfono y un
pito: ··-Esta vez no puedes decir más que dos cosas. -No es rojo no se
puede soplar por dentro. -Es el teléfono entonces. -Sí".
75
SECCION 11
LA INCOMPATIBILIDAD
76
Estas reacciones iniciales ponen en evidencia el parentezco que
unen las negaciones con las imbricaciones inclusivas: de la misma
manera que unir objetos porque presentan cualidades comunes
(conjunciones obligadas) implica la necesidad de excluir de esas
reuniones los elementos que no presentan esas cualidades, también
la negación o la simple exclusión solo tiene sentido con respecto a
una imbricación (inherencia de significaciones). Como los sujetos
no llegan aún a construir tales colecciones (y solo las designan por
uno de sus miembros y no por su significación colectiva) no com-
prenden el principio del modelo propuesto por el adulto y no ven
nada de negativo en la colección C a pesar de que se les dice que
no son ni A ni B. En otros términos, no ven en C el producto de
"conjunciones libres" por oposición a los A y a los B que resultan
de conjunciones obligadas (a causa de sus significaciones comu-
nes) sino que atribuyen a los C relaciones que podemos calificar de
"conjunciones seudoobligadas" en correspondencia con aquellas
que hemos mencionado en la sección 1 a propósito de las oificulta-
des de la negación. Hay entonces, convergencias instructivas a
pesar de la diferencia de las técnicas utilizadas y de las preguntas
planteadas, lo que nos reasegura con respecto al fundamento de
nuestras interpretaciones. Recordemos, además, en lo que se refie-
re a la confusión de las partes y del todo en la caracterización y la
denominación de las colecciones construidas por los sujetos, que
se reencuentra este fenómeno incluso en el dominio de las relacio-
nes numéricas: como se observa frecuentemente en este nivel ele-
mental ciertos sujetos de este nivel 1 llegan a creer que 1 O unida-
des extraídas de un conjunto de 30 o 40 elementos hacen más que
1O extraídas de un conjunto de 20. 2
4. Niveles 11 y 111
77
CLA (7;0). La clase C = el resto", y luego "/os otros"'. por lo tanto una
diferencia en lugar de negaciones.
DAV (7;4). "Las frutas, las flores y (e) las cosas que crecen".
RIC (8;6). "Los que llenen pelos, los pájaros y los otros".
SAl (8;6). e = ··rodo para hacer de comer, que se puede poner sobre
la carne.··
MAT (8;6): "Es lo que no son insectos (=A) ni cosas que vueiJn (= B)'".
JOA (9;3): ··son los ammales sin pelos y sin alas emplumadas".
LOR (10;3): "Los que no son pájaros (A) y no son insectos (B)".
78
MIR (10;3): "Se los puede llamar ni flores ni frutos; es un poco largo
pero va".
PIE (12;5): "Se les puede llamar n1 flores ni frutos; a los animales se
les puede llamar «no insectos y no reptiles• ".
79
VIl. El tejido en telar
con la colaboración de G. Piéraut-Le Bonntec y E. Rappe du Cher
80
Cuadro 1. Los dos modelos inversos
e 1 e e 1
arriba
8 p B b 8 V arriba r B i Bo B
1 a. línea ------ 1 a. lfnea ------ Une a
abajo r 8 B o B abajo B p B b B V e
arriba r N No N arriba Np Nb NV
2a. línea ------ 2a. lfnea ------ linea
abajo N p Nb N V abajo r N j No N 1
e N B
rosa p púrpura
e amarillo b azul oscuro
o anaranjado V verde oscuro
81
ubicar correctamente los hilos de trama, según las seis situaciones
siguientes:
1 . Niveles lA a IC
82
-Sí. -¿Y tu N? -No. hay algo que no va". La niña hace una corrección
local de donde resulta esta vez un error en la alternancia en linea (dos N
seguidos sin B entre ambos). Intenta recomenzar todo y en realidad
rehace lo mismo cor errores en la alternancia, no logrando combinarlo
con la inversión.
2. Nivel 11
GIN (6:9) logra 1gualmente una alternancia en lineas con los B pero da
la misma con los N: "-¿Está bien? -No, porque hice como la By no es
el mismo color". Da entonces la síntesis en columnas: B y N correctas
con previsiones exitosas,. pero después de varios errores corregidos.
83
Clasifica bien los colores e y f en la prueba de los imanes. "-¿Se puede
tener B encima de f luego B sobre e en el mismo juego? -Si ... no.
-Por qué? - ... -¿Y N sobre e seguido de N sobre f? -No, sí.
-Muéstrame dónde sobre el telar. -No, no está. -¿Por qué? - ...
-¿Entonces? -(corrige en f sobre N)".
GAN (8;11) muestra la diferencia entre los dos modelos y elige las
columnas. Ubica correctamente los B; "-¿Estás seguro? -S/, está bien
porque allá pasa por encima, en tanto que allá pasa por debajo y allá
pasa por encima. -¿Y los N? (ubica correctamente el primero)". Pero
para anticipar una situación alejada está obligado a construir los interme-
diarios, teniendo en cuenta la alternancia de las dos clases oscura y
clara, de los colores N sobre e, etc. Por ejemplo, constata f sobre 8,
"entonces va a ser luego B sobre f". Pero llega a N sobre e, f sobre N,
luego N sobre e seguido de N sobre f, de allf corrección en f sobre N y
otros cambios locales que le impiden organizar el conjunto del sistema.
"-¿Empezando por el N se va a encontrar la misma regia? -No, va a
cambiar la regla".
84
mente era en el nivel 1 un esfuerzo de copias esencialmente empf-
rico, con los errores y las lagunas que comporta el modo de cono-
cimiento exógeno, y lo que en el nivel JIJ se convertirá en una com-
prensión endógena de la "razón" de las leyes y hechos generales
observados. Tal sucesión de los comportamientos equivale en cierta
manera a duplicar, casi a reemplazar, el conocimiento ffsico inicial
de los observables disponibles por un conocimiento lógico matemá-
tico de las estructuras en juego, o, dicho más simplemente, a cons-
truir un "modelo deductivo" indispensable para la comprensión del
o de Jos sistemas presentados.
A este respecto los imanes juegan un rol esencial en tanto instru-
mentos de la construcción de tales modelos. Mientras que al princi-
pio (estadio 1) no tienen más significación que la de agregar un
problema más a aquellos que ya plantean los dos telares comple-
tos, adquieren en el nivel JI la significación de sfmbolos que permi-
ten una modelización a la vez amplia y en cierto sentido simplifica-
da de los entrecruzamientos. En posesión de tal instrumento, los
sujetos del nivel Jll llegarán entonces a aquello que solamente está
esbozado en el nivel 11: una comprensión efectiva y general de las
relaciones en juego en los telares, relaciones que se hacfan gene-
rales en el nivel JI pero sin tener aún necesidad intrfnseca.
3. Nivel 111
85
posible sobre el mismo telar tener al B pasando sobre e y también deba-
jo de e? -Ah no, no se puede porque hay siempre un hilo oscuro entre
los dos. -¿Se podría tener una e sobre un B y un f también por debajo
de B? -No, no es posible; serian todos por encima o todos por debajo.
-¿Se pueden hacer cambios entre las dos series? -No es posible
porque si el B está sobre el e no puede estar sobre un f".
XYS (13;0). Llega incluso a proponer un único par de imanes para en-
gendrar todas las otras posibilidades de entrecruzamiento. Hace el pa-
saje a lo simbólico a tal punto que nos propone series de pares que no
pueden encontrarse en un mismo tejido. "-S/, si uno quiere que haga
este juego (columnas) se dejarla e sobre N y sabrla continuar. -¿Có-
mo? -SI, uno solo basta porque se sabe que los colores claros pasan
por encima de N, se sabe que los oscuros pasan debajo y para el
blanco es obligatoriamente el contrario".
4. Conclusiones
86
efectuarlas por movimientos de la mano y de los dedos, antes de
desplazar las cintas mismas, según los trayectos descubiertos por
la acción propia anterior.
Por supuesto, la evaluación general que acabamos de presentar
comporta ciertas irregularidades, como a veces una facilidad en la
manipulación correcta de los imanes mayor que una manipulación
de los telares completos, pero en grandes líneas se verifica el
pasaje progresivo de las coordinaciones de acciones a las compo-
siciones inferenciales en el seno de las cuales son las abstraccio-
nes reflexivas las que dirigen las manipulaciones.
El interés específico de esta investigación es el de referirse a una
estructura de conjunto compleja cuyos caracteres múltiples son so-
lidarios y difíciles de discernir a primera vista. La investigación
sobre los caminos presentada en el capítulo 11 (estructura de árbol)
se refería también a un sistema de conjunto, pero fácil de discernir
ya que todos los trayectos parciales reposaban sobre las mismas
relaciones dicotómicas. En el caso que aquí nos ocupa, por el
contrario, se trata de relaciones diversas (alternancias de los B O·
de los N, inversiones entre ambos, multiplicidad de los entrecruza-
mientas, correspondencia con los imanes, etc.) pero todas ligadas
entre sí en una estructura de conjunto muy compleja que solamente
se hace comprensi.ble después de un meticuloso análisis. De aquí
resulta que debemos distinguir dos tipos de implicaciones entre
acciones o significaciones: las implicaciones que llamaremos "loca-
les" se refieren a un tipo de relaciones (alternancia de los B o de los
N, inversiones de los B y de los N, repetición de los entrecruza-
mientas, etc.) y las implicaciones que llamaremos "sistémicas ..
que consisten en vincular las relaciones locales en un todo cohe-
rente hasta proveer sus "razones". De este punto de vista resulta
claro que la sucesión de nuestros tres niveles consiste en una
construcción progresiva de esas implicaciones sistémicas ausentes
en el nivel 1, que comienzan en el nivel 11 (pero en el cual las "razo-
nes" solo consisten en invocar un "es siempre así en el juego") y
que se imponen en el nivel 111 con comprensión de las "razones"
intrínsecas al sistema.
Resulta entonces evidente que hay implicaciones entre acciones
desde el nivel 1 pero de tipo "local", y tales que la significación de
estas acciones esté determinada por sus resultados verificados
sobre los telares. Solo en raras excepciones la implicación es de-
ducida sin control empírico; es sin embargo así cuando el sujeto
declara (e incluso a veces con certeza) que si el B o el N permane-
Cieran constantemente por encima y por deba¡o "se caerían" (Ric)
y nada de eso ocurre en el caso de la alternancia encima-debajo.
Por el contrario, el hecho de que esta alternancia puede continuar-
se sin cesar es a la vez una inferencia inductiva y un hecho ob-
servable.
En el nivel 11 comienzan las implicaciones sistémicas, en las com-
87
paraciones entre modelos, o los juicios sobre lo que es posible y lo
que es imposible en los tejidos presentados. Pero como ya hemos
dicho esas inferencias no bastan para poder llegar a "las razones"
necesarias, ya que las únicas razones invocadas consisten en
constatar que es "siempre" o "nunca" así en las relaciones com-
probadas, lo que consiste en confundir la necesidad con la genera-
lidad. Pero esta generalidad basta ya para mostrar que para el
sujeto se trata de un "sistema" y no de una simple colección de
regularidades locales.
Solamente en el nivel 111 las implicaciones sistémicas sobrepasan
definitivamente, a tal punto que un sujeto (Xys) llega a deducir, a
partir de un único par de imanes, el conjunto de todas las otras po-
sibilidades, lo cual marca la victoria de lo "necesario" sobre lo
"general".
Para terminar, señalemos que en todos los niveles, desde el
primero, las relaciones establecidas por el sujeto son isomorfas a
las futuras operaciones. La serie de las alternancias caracteriza así
lo que llamamos "conjunciones obligadas", es decir aquellas cuyos
términos son inseparables; en tanto que la serie de los hilos de
cadena tiene que ver con las "conjunciones libres", en el sentido
que nada obliga a poner el color púrpura al lado del amarillo,
siendo necesarias únicamente las series cfcfcf. Las inversiones
constituyen en cierto sentido negaciones. Las disyunciones exclusi-
vas caracterizan las relaciones entre N y B, en tanto que se puede
hablar de disyunción no exclusiva cuando B sobre e entraña o bien
N sobre f, o bien e sobre N. Por otra parte, hay incompatibilidades
o imposibilidades, etc.
88
VIII. Significación de agrupaciones o reuniones
con la colaboración de A. Henriques, D. Maurtce y V. Jacq
SECCION 1
LAS MODIFICACIONES DE UNA SERIACION
con la colaboractón de V. Jacq
1. Nivel 1
89
FRE (4.6) toma el mas grande de los clavos y lo ub1ca en el med10.
pero comprueba que esto destruye la seriación y se limita entonces a de-
clarar ·no puedo"
CAR ( 4:4) para que el m1ermed1o se haga el mayor. la niña se contenta
con decir que "hay que cambiar" su posición y lo pone encabezando la
serie ante los más grandes; para hacer de él el más pequeño lo ubica en
el otro extremo, al final de los más pequeños. "-¿Qué has hecho?
-Cambié de lugar" como si, una vez que la seriación ha sido correcta-
mente construida por el sujeto, con el lugar de los grandes, medianos.
pequeños determinado por el tamaño de los elementos, esos lugares
confirieran el tamaño a los elementos.
ERI ( 4.1 0) pone el mas grande en el lugar del med1ano pero oblicua-
mente, vinculando a los otros que están ordenados en dos verticales
ordenadas y dice: "Comió y se hizo un poco más grande".
DAR (4: 11) pone uno de los clavos más grandes sobre el Intermedio
para alargarlo, o uno de los pequeños sobre el mismo intermedio para
que se empequeñezca.
JEN (6:6) ubica al clavo más grande sobre el M para agrandarlo. luego
pone a M sobre el más pequeño de todos para empequeñecerlo, como si
eso no lo agrandara también.
ARC (6:4) sacrlf1ca la ser1ac1on para hacer a M más grande que los
otros. y luego más pequeño que el resto. Después de lo cual encuentra
la solución astuta de ordenar la totalidad de un techo (en forma de vi-
vienda) cuya cúspide es M. lo que lo hace más grande que los elementos
laterales conservando la posición de intermedio entre tres clavos a la
derecha y tres a la izquierda. pero no encuentra ninguna solución para el
más pequeño.
91
2. Nivel 11
Desde los 7-8 años la solución se encuentra de inmediato por eli-
minación de los más grandes o de los más pequeños convirtiendo
M en el más grande o el más pequeño aunque sigue siendo el
intermedio de la serie completa.
SAC (7;10) declara al comienzo que la solución es "'imposible: de
todas maneras quedará como es"'. Luego corta la serie en dos y muestra
que M es el más grande de una de esas semiseries, el más pequeño de
la otra y el intermedio de la totalidad.
CEL (8:6) Solo tenemos que sacar aquéllos (1·4) y M se hace el más
grande y será aquél (el nuevo ·IntermediO) el nuevo mediano."
NAT (8:1) -Allá (serie incial) es el mediano; sacamos éstos (los más
grandes) y es el mas grande; y si sacamos éstos (los más pequeños) es
el pequeño. -¿Y si lo pongo al final (de la serie completa)? -Es siem·
pre el mediano".
FLO (8: 1 O) para hacer de M el más grande, solo hay que sacar los más
grandes y para hacer ... hacerlo el más pequeño "se hace al revés".
3. Conclusión
92
SECCION 11
SIGNIFICACIONES DE AGRUPACIONES O REUNIONES Y DE
SUS RAZONES INTERNAS
con la colaboración de A. Henriques y D. Maunce
93
2b: se agregan dos velas medianas rojas.
2c· se agregan dos pequenas velas rayadas azules y blancas;
2d: se agregan dos velas redondas amarillas.
(Luego se procede como en la primera situación sacando cada
vez dos velas S1gu1endo el orden mverso.)
3a: se presenta una gran vela blanca y se pide al niño el texto de
una etiqueta.
3b: se agregan tres velas med1anas rojas y se pide una etiqueta.
3c: se agregan S velas rayadas azules y blancas y se pide una
etiqueta.
3d: se agregan 7 velas redondas y amarillas, y se pide una
etiqueta.
(Luego se procede en el orden inverso sacando cada vez una ca-
tegoría de velas como en las situaciones precedentes. En cada
tipo de situación hay que distinguir dos grupos de mños, uno que
comienza por el orden ascendente y el otro por el orden descen-
dente.)
Observamos tres niveles. El primero (entre cuatro y seis años)
está caracterizado por el empleo de predicados absolutos sin con-
notaciones relacionales. El segundo (entre 6 y 9 años) es el de la
inserción en clases parciales que no están en tanto subclases en
una clase englobante total; el tercero (entre 1 O y 12 años) alcanza
el status de · agrupamiento" jerárquico. Sí esta solución solo se
logra después de los 9 años es porque a cada agregado o supres1ón
de elementos, tales agrupamientos con contenidos variables son
más difíciles de elaborar que los agrupamientos con contenidos in-
mutables, o sea con subclases estables (como ocurre desde los 7 u
8 años con las técnicas habituales). El interés de la presente técni-
ca consiste en multiplicar las significaciones y los vínculos inferen-
ciales o implicaciones entre acciones.
Veamos ejemplos de nivel lA:
TIE (3:7) está de acuerdo que se trata de velas aunque las llama ··lá-
pices"; también está de acuerdo en que las velas redondas son tambten
velas cuya mecha puede ser prendida: "-¿,Qué son? -Bolitas para
prender pero cuando se le ptde que nombre al con¡unto contentdo en
una caja se limita a una enumeración: "-Un lápiz azul, no, uno blanco,
uno rojo, un lápiz con líneas blancas ( = el mismo antes designado como
azul). -¿Podrías decir una sola palabra para todo Jo que hay en la caja?
-Sí, dos lápices blancos, dos rosados y dos chiquitos. -¿Pero si se
pone todo junto? -Un árbol, se parece a un árbol. -¿Podrfas hacerme
dos montones para poner lo que va bien junto en cada montón? -(hace
dos montones idénticos por correspondencia término a término)".
MAR ( 4 .1¡ procede tambtén por enumeractón de los contentdos, y
para dos subclases (dos cajas) pone también dos conjuntos idénticos por
corresp.ondencta. -GPuedes dectrme en una sola palabra lo que hay
en la caja? -Rosas, azules, amarillas y blancas".
En un nivel lB las reacciones son las mismas, salvo que un
objeto puede presentar dos predicados conjuntos, que permanecen
siendo absolutos.
94
SIN (5;2) · -¿S1 tomo las dos ¡untas? -Blancas y blancas. -Y s1 no
las veo, ¿cómo me las describes? -Blancas, pero una es pequeña y una
e~ grande".
95
FRA (11 ;11) parte de la clase más englobante y reúne de inmediato
la totalidad proponiendo como rótulo el término genérico de "velas di-
versas, porque ninguna tiene la misma forma; algunas tienen la misma
forma pero son las más chicas y las más grandes . .. y otras de colores
diferentes y (al mismo tiempo) no tienen el mismo tamaño. No es enton-
ces muy preciso". Luego de los agregados o supresiones: "De todas
maneras será la misma cosa que antes o bien algunas cosas diferen-
tes", lo que lo conduce a proponer una serie de subclases posibles cuya
reunión lleva a la denominación inicial de "velas diversas".
SECCION 111
TRANSFORMACIONES DE ESTRUCTURAS
con la colaboración de A. Henriques y D. Maurice
5 . Seriaciones
96
-¿Cómo hacer para tener exactamente lo m1smo? -Los da vuelta con la
punta hacia abajo y la base hacia arriba pero en el m1smo orden.
-¿Puedes hacer lo mismo con las ratitas? -As/ (un simple alineamiento
sin tener en cuenta la cantidad) -¿Y con las pulseras? -(Alineamiento
irregular)".
CAR (4;4) con el mismo modelo anterior da cuatro elementos (en lugar
de 5) irregulares: "-¿Cómo los puse? -(Da el orden de los suyos).
-¿Y así? -(Mismo orden pero en superposiciones verticales). -No.
-¿Y con las pulseras? -(Alineamiento con errores). -¿Y con las rati-
tas? -(Hace 1 3 7 5). -Hazlo otra vez -(Idéntico orden irregular)".
ERI (4;1 O) a partir del modelo de 5 clavos seriados: "-Elige una co-
lección y haz lo mismo -(Coloca un tubo grande A y luego 4 clavos mal
seriados. luego un tubo B < A. un tercero C > B y uno grueso al final)".
Se superponen las dos series (que él habla mezclado) "-¿Puedes pro-
bar con las pulseras? -(Las encaja entre si)". ·
NIC (6;6) modelo: ratitas; copia con clavos construyendo una ser~e
irregular. "-¿Qué hice yo? -En linea. -¿Qué más? -Recta"
Vemos así que lo que se retiene del modelo es solo la forma del
conjunto: una sucesión lineal horizontal o a veces envolturas to-
pológicas. Pero el detalle de las relaciones es dejado de lado o es
erróneo. en particular cuando se trata del número de elementos o
del orden de los emplazamientos.
El progreso que marca el nivel 11 es la utilización de las corres-
pondencias término a término. de donde resulta éxito en la mayoría
de los casos, particularmente cuando se trata de seriaciones en
función del número de elementos. Veamos dos ejemplos:
SAC (7;0) está dominado por la biyección y no logra sus copias sino
cuando los números coinciden. Cuatro ratitas amarillas comparadas con
5 grises no dan "porque hay más aquf" y 5 cuadrados con tres cilindros
tampoco: "No. no puedo".
97
tienen en cuenta factores tales como los colores y sus alternancias,
etcétera.
En el nivel 111 el orden domina finalmente sobre los otros factores
en juego:
DIO (7 ;11) es un caso intermediario entre los niveles 11 y 111. Después
de lograr éxito mmediato con 5 triángulos que corresponden a 5 anillos
rojos y una clasificación de las colecciones por colores se detiene en la
comparación entre 1 3 5 7 9 ratitas amarillas y 2 4 6 8 ratitas grises: "No
es lo mismo". De la misma manera entre 10 cuadrados y 5 clavos:
"-No es lo mismo porque hay solamente 5. -¿Hay otra cosa que sea
parecida? -SI, hay cada vez mas ratitas y allá clavos cada vez más
grandes".
6. Imbricaciones e Intersecciones
98
m1smas que en xy (por lo tanto s1n idea de partes comunes xy) "porque
las casas se meten unas dentro de otras" (xy en y) sin ver la reciproci-
dad de xy en x.
THA (7;8) pone en xy blancas. en xy pequeñas y en xy "las rojas
porque es un color que no está en los otros" como si xy = xy (incom-
patibilidad). Después de Jo cual pasa a tres clases distintas para xy,
xy y xy
7. Inclusiones
99
s 1on. Uno de ellos, que llamaremos la "partición" representa una
totalidad por un círculo separado en dos partes (A y A') por medio
de una simple línea (recta o no); el otro modelo, llamado "envol-
vente" representa un gran cfrculo o elirse llamado "casa" en el
interior del cual se encuentra un cfrculo pequeño del cual se dice
que es una de las habitaciones de esa casa. llamaremos 8 a la
totalidad. El círculo pequeño será llamado A y la corona que lo
rodea será A' de donde tenemo!) A + A' = B. E 1 hecho interesante
es que la comprensión de la inclusión es notablemente más fácil en
el caso de la partición que en el de la casa porque en esta última
situación el sujeto tiende a ver en A (círculo pequeño) y A' (corona
que lo rodea) dos clases disjuntas en lugar de dos subsistemas
complementarios en el seno de un mismo todo B.
Veamos ejemplos del nivel 1, comenzando por la situación de la
"casa":
CEO (6;4) pone en A una vela amarilla y en A' dos redondas: "-¿Y
para toda la casa (insistiendo sobre el .. toda")? -Estas dos velas
(muestra A')".
ALA (6;6) pone en A una vela larga y una redonda y en A' 3 ejemplares
de cada una de las velas elegidas por A. "-¿Cuántas en la casa grande
(se muestra el total). -Tres redondas y tres rectas" y no cuatro de cada
una lo que caracteriza A' y no B.
ANA (7;0) -En el gran jardín (A') velas redondas. -En el iardín pe·
queño (A) velas rectas y gruesas". Ninguna denominación para la tota-
lidad.
100
Finalmente, en el nivel 111, hay éxito inmediato:
TOP (9;8) pone en A' dos velas rectas, en A dos redondas, y para el
todo dice "el conjunto de las cuatro velas", denominando a B y no ya a
A' ni tampoco una simple enumeración.
SECCION IV
LAS ACTIVIDADES ESPONTANEAS DE LOS SUJETOS
Solo nos queda examinar los problemas por los que comenzaban
nuestras interrogaciones: proveer al niño con un material tan hete·
rogéneo como fuera posible y en un desordeñ completo, y pedirle
101
que lo ordenara como le pareciera, justificando sus acciones. De
hecho, llegan finalmente a clasificar los objetos en función de sus
semejanzas y a seriar los elementos de cada colección, lo que
equivale a una sfntesis de estos dos tipos de operaciones. Aunque
esas conductas parezcan triviales nos ayudarán a comprender en
función de cuáles significaciones e implicaciones entre acciones se
constituyen, hasta imponerse como necesarias a los ojos del sujeto.
En el nivel 1 el sujeto construye objetos complejos o colecciones
desordenadas. Los primeros están compuestos por partes hetero-
géneas aproximadas entre sf a las cuales se da posteriormente una
significación; las segundas resultan de acciones sucesivas de
juntar, sin anticipación.
YOL (4;5) toma un triángulo grande, inserta allf un clavo pequeño y
luego un círculo pequeño que contiene a su vez a un triangulito. Ubica,
sobre uno de los lados del triángulo grande, un pequeño cilindro que
atraviesa ese lado, agrega a la totalidad dos pequeños anillos próximos de
uno de los lados del triángulo grande pero exterior a éste. La totalidad no
recibe ninguna denominación. Por el contrario un cartón rectangular es
puesto al lado de un triángulo seguido de otro cartón, luego de dos
anillos, en seguida un cilindro entre dos cartones. La totalidad es en-
tonces un encadenamiento y no un conglomerado, y es bautizada como
"un elefante en un zoológico". Otro encadenamiento de 11 elementos es
llamado "un tren lleno de perros". Por otra parte los tres cilindros son
encajados unos en otros pero con intervalos llenados por clavos. La últi-
ma figura marca una tendencia hacia el ordenamiento: S elementos su-
periores son alineados pero no son contiguos (dos triángulos contienen
cartones seguidos de tres cartones que contienen triángulos). Bajo esos
5 pares hay S largos clavos que los vinculan a S cartones alineados pero
no seriados.
102
prometedor de estructuraciones que serán elaboradas en la medida
en que las semiimplicaciones locales se coordinen en implicaciones
sistemáticas.
Esto es lo que ocurrirá en el nivel 11, en el cual el sujeto comien-
za por clasificar los elementos por formas y colores pero sin seria-
ción interna de esas colecciones:
TIA (6;6) clasifica juntos los cartones amarillos, luego los triángulos
verdes y rojos, las tarjetas con ratitas, luego las pulseras, pero no intro-
duce la seriación sino en el caso de los anillos, ordenados del más
grande al más pequeño, con alternancia de los colores.
MAR (6;4) "-Clasifiqué las cosas que eran lo mismo. -¿Cómo lo hi-
ciste? -Por el color; todos (en un mismo grupo) del mismo color".
Solamente hace una seriación de los clavos: ";Ah, por el tamaño!"
OlA (7; 11) idénticas clasificaciones, con seriación de los clavos. Sin
embargo ya no resultan seriados sobre el diseño final, en donde están
repartidos en dos conjuntos, uno bien seriado y el otro en desorden.
NAT (8;1) comienza por aproximar entre sí los triángulos en una figura
sin forma como en nivel 1, luego hace buenas clasificaciones para todos
los otros elementos con seriación inmediata dentro de cada colección.
En ese momento se le dan los triángulos y los aproxima entre sí en un
todo sin significación. Los clavos resultan bien seriados pero también los
reúne en una especie de flor cuyos pétalos están seriados del más pe-
queño al más grande partiendo del mismo centro.
CHA (7;10) Ain (7;7) y Sac (7;10) clasifican la totalidad en pequeñas colec-
ciones por formas y colores, cada una de las cuales da lugar a una seria-
ción inmediata y correcta, sin omitir ningún elemento del conjunto múltiple
del material.
Conclusiones
103
vinculaciones de semejanzas y de diferencias en situaciones va-
riadas.
A este respecto, la implicación entre acciones (puestas en co-
nexión) que parece más elemental, y por lo tanto la más general,
parece reducirse a una pura tautologfa: "una mayor semejanza"
implica "una menor diferencia" y "una mayor diferencia" implica
"una menor semejanza". Pero esas evidencias son tan poco evi-
dentes y por lo tanto tan poco tautológicas en los sujetos pequeños
que, como E. Martr lo ha mostrado 2 las relaciones "más diferente"
y "menos semejante" no son para nada sinónimas entre 4 y 5 años
y son distinguidas sistemáticamente. Notemos además que en nu-
merosas situaciones las relaciones de semejanza se traducen espa-
cialmente por vecindades y las relaciones de diferencia por sepa-
raciones, y esto hasta el punto que en algunos casos la vecindad
crea o aumenta la semejanza (como ocurre con algunos sujetos de
la sección 1 en quienes el término mediano de una seriación cambia
de talla si se lo ubica cerca de los grandes o de los elementos
pequeños).
La ley general que parece extraerse de nuestras 4 secciones es
la ausencia inicial de clases englobantes y el pasaje progresivo de
los "predicados asociados" y de los simples encadenamientos a
imbricaciones cada vez más amplias y mejor jerarquizadas. En
otros términos, luego de centraciones alternadas y locales sobre
semejanzas o diferencias, el progreso consiste en todas las situa-
ciones en una sfntesis de esos dos tipos de relaciones y esta sin-
tesis exige la formación de sistemas de conjunto. El más simple de
estos es la seriación, que consiste en una equivalencia de ciiferen-
cias sucesivas (entre un elemento y su sucesor). En cuanto a las
clasificaciones, éstas comportan recfprocamente una diferencia de
equivalencias: estas últimas vinculan las subclases imbricadas del
mismo nivel, en tanto que las diferencias son las relaciones entre
las clases imbricantes en función de su orden jerárquico (las menos
numerosas son las más englobantes). Ambos sistemas (seriación y
clasfficación) exigen cada uno por su lado, una slntesis de seme-
janzas y diferencias pero con reciprocidad en sus estructuras. No
hay entonces razón para sorprenderse si esas síntesis son tardías,
ni si se las encuentra con dificultades análogas en cada una de las
4 secciones de este capftulo.
En cuanto a los instrumentos de esta síntesis, se trata por su-
puesto de implicaciones entre acciones, que reemplazan poco a
poco a los "predicados asociados" iniciales. Por ejemplo 1) la afir-
mación de una clase implica reunión de semejantes en un todo A.
104
pero, por otra parte, 2) la reunión implica oposiciones o diferencia·
ciones (por ejemplo A se opone a A'); 3) la reun1ón de clases
opuestas engendra una clase de rango superior: (A. A')--. B; 4) de
donde B ....... (A V A'); 5) la seriación implica iteración de diferencias
de los mismos valores o de valores crecientes de la misma natura·
leza; 6) la relación implica equivalencias y diferencias conjuntas
entre n objetos; 7) las diferencias implican equivalencias parciales.
Ejemplo: dos objetos diferentes en todos sus predicados son aún
dos objetos·, 8) las semejanzas implican diversos grados crecientes
hasta un límite que es la identidad pura.
Esas implicaciones no son simples definiciones disfrazadas sino
conexiones entre acciones materiales o mentales del sujeto. accio·
nes y conexiones provistas de significaciones cuyas relaciones
constituyen las implicaciones en juego (entre otras e independien·
temente de los aspectos causales) propias a las acc1ones
materiales.
105
IX. Clasificaciones y simetrías
con la colaboración de C. S. Dionnet, J. Guyon y A. Sinclair
en 11 3b + 3r.
106
1 . Reacciones preoperatorias
NIA (4;11) piensa que 3R no van bien con 3b y que habría que reem-
plazarlos por 3r "porque ya hay grandes". Luego sigue fiel al color, pero
para 58 y 1r en 1 tanto como en 11, quiere corregir esta situación por un
cambio y pasa 1r de 1 hacia 11 y otro r de lf hacia 1, sin prever que eso no
cambiará nada.
VER (4;1 O) idénticas reacciones iniciales, pero para los cambios inter-
cambia uno a uno los elementos de 1 contra los de 11. "-¿Cuándo hay
que parar? -Cuando se cambiaron todos", lo que por supuesto no cam-
bia nada en lo que respecta a las relaciones. Después de lo cual la niña
hace la inversa, de lo que resulta un retorno integral a su colección
inicial.
107
JOV (5;3) cuando en la colección 1 hay 5b + 1 r él propone 1 b + 5r,
cuando en la colección 1 hay 5A + 1 r, construye 5r + 1 A
2. Reacciones operatorias
108
así (11) o así (1). -¿1-'ero (los aos¡ ¡untos'! -No (pero) se pueaen poner
los grandes azules con los chicos azules (por intercambio) luego los
grandes rosados con los pequeños rosados (colores). -¿Y de otro
modo? -Si, allá (11) todos /os chicos y allá (1) todos los grandes". Hace
lo mismo para todas las situaciones.
ANI (7;6) comienza de inmediato por las relaciones entre 1 y 11: "Yo
tengo los azules grandes y los rosados chicos y tú tienes los rosados
grandes y los azules chicos". Realiza intercambios espontáneos en cada
situación y dice: "No tienes que darme tareas tan fáciles como ésta".
Pero para la situación con SR+ 1r y 4R + 1b + 18 en 11, reconoce que
"así no va". No puede considerar ningún intercambio que conduzca a un
criterio ún1co para todos los elementos de cada colecc-Ión.
SCA (8;1 O) para los mismos puntos de partida dice que al cambiar los
4r de 11 contra los R de 1 "son siempre los mismos (colores), entonces no
está bien".
109
merado por razones de brevedad previendo para cada uno sus
ventajas y sus inconvenientes. Finalmente, subdividen las coleccio-
nes en subcolecciones según las reglas de la clasificación, que se
han hecho habituales en el nivel operatorio.
En pocas palabras, a pesar del carácter elemental de las pruebas
utilizadas en este capítulo y que, a primera vista, pareciera que no
pudieran dar lugar al establecimiento de ninguna sucesión por nive-
les de edad, se constatan sin embargo diferencias notables entre
las reacciones preoperatorias y el comportamiento de los sujetos
que han llegado al nivel de las operaciones concretas.
Por banales que sean estos hechos, nos muestran que antes de
la edad en que se constituyan las seriaciones y las clasificaciones
operatorias, interviene ya una especie de preoperación muy general
que es la constitución o la búsqueda de simetrías, en el sentido
más amplio del término. A nivel de los 4-6, una vez comprendido
(contrariamente a Nia, Ver, Lyn e Ita) que los intercambios o agre-
gados modifican las colecciones 1 y 11, los sujetos construyen tipos
de simetría. Por ejemplo, Kat se satisface con que "tú tienes 3
pequeños y 3 grandes y yo tengo 3 grandes y 3 pequeños" (inde-
pendientemente de los colores), luego 1R + Bb para 1B + Sr o
5R + 1 b para 58 + 1 r, etc. Ocurre Jo mismo en Sal, Bri, etc. No se
puede negar que son tipos de simetría, y es conveniente entonces
dar a esta noción un sentido muy general que no implica forzosa-
mente la solución alrededor de un eje sino simplemente relaciones
de posición.
Recordemos primero lo que hemos admitido como conclusión del
capítulo precedente: que las seriaciones consisten en semejanzas
entre diferencias (por ejemplo, entre relaciones < o >) y las cla-
sificaciones en diferencias entre semejanzas (por ej.,mplo la simili:
tud de predicados en el interior de una clase A imbricada en una
clase B, cuyos predicados internos son más pobres que en A, pero
siguen siendo comunes a todos los elementos de B). Estas caracte-
rísticas son independientes de las posiciones: ciertamente se pue-
den ordenar los términos de una seriación en una serie espacial
a < b < e, etc., pero esas relaciones siguen siendo las mismas si
a, b, e, están separadas en el espacio y se las compara por inter-
medio de medidas. En pocas palabras, las semejanzas y diferen-
cias en juego en las clasificaciones y seriaciones solo conciernen a
sus contenidos independientemente de las posiciones. Podemos
entonces definir la simetría como una correspondencia invertida lo
que equivale a decir una semejanza de los contenidos con inver-
sión de las posiciones.
Desde el punto de vista de la lógica de las significaciones estas
definiciones muestran que sus fuentes se remontan hasta los vfncu-
110
los más generales, haciendo intervenir solamente las relaciones de
semejanzas y diferencias entre contenidos, por una parte, y entre
contenidos y posiciones por otra. En otras palabras, mucho ant'es
que se construyan las estructuras, sus conexiones internas son
preparadas por esas relaciones más elementales que luego se tra-
tarán de "agrupar". El interés de las simetrías consiste en que
parecen más precoces que las relaciones que preparan las futuras
clasificaciones y seriaciones, y la razón de esto reside sin duda en
que las simetrías están facilitadas por su carácter parcialmente
espacial (rol de las posiciones). En cuanto a la definición propuesta
de correspondencia invertida, no se trata naturalmente aún de la
reversibilidad operatoria, sino de la invertibilidad.
111
Conclusiones de la primera parte 1
112
la asimilación a un esquema de acción (ya se trate de una acción
material o mental).
En cuanto a las acciones mismas, su significación se define por
"aquello a lo que se llega a través de ellas" en función de las
transformaciones que producen en los objetos o las situaciones a
las que se refieren. Ya se trate de predicados, de objetos o de
acciones, todas sus significaciones implican actividades del sujeto,
en interacción con realidades exteriores o ffsicas, o bien realidades
engendradas anteriormente por el sujeto mismo como las entidades
lógko·matemáticas.
Por otra parte, se pueden distinguir grados en esas significacio-
nes, según que permanezcan "locales" en tanto relativas a datos
limitados y a contextos particulares, o se conviertan en "sistémi-
cas", en tanto preparatorias de la construcción de estructuras, o fi-
nalmente "estructurales" en tanto se refieran a las composiciones
internas de estructuras ya constituidas.
En lo relativo a la significación de las significaciones, diremos
que ellas son los únicos instrumentos de la comprensión, por oposi-
ción a las simples constataciones que, antes de ser revestidas de
significaciones, no proveen sino extensiones, sin inteligibilidad por
sí mismas. No hay entonces necesidad de retener como esencial la
oposición que establecía Frege entre Sinn (el sentido) y 8edeutung
(la connotación), estando ésta determinada por aquélla; y las "tablas
de verdad" puramente extensionales deben ser reemplazadas por
extensiones variables subordinadas a las significaciones.
117
bien poseen particularidades propias de cada dominio, tienen
características comunes. Piaget nunca formuló esta tesis en
estos términos, pero es nuestra opinión que así expresada
se sintetiza el alcance de su teoría.
118
tura al mundo, estructurando sus propios instrumentos de estructu-
ración, es decir: su lógica.
La primera de dichas cuestiones, que consiste en saber cómo se
desarrolla la lógica, constituye uno de los problemas epistemológi-
cos más fundamentales: ¿de dónde proviene la necesidad lógica?
Este problema ha sido el talón de Aquiles de todas las teorfas del
conocimiento que han surgido en la historia de la filosoHa. Platón y
Kant aportaron quizás las respuestas más coherentes (independien-
temente de su validez), pero es la epistemologfa genética, apoyada •
sobre los descubrimientos de la psicología genética, quien por pri-
mera vez ha podido tratar el problema dentro del marco de la
ciencia y de sus métodos.
Después de haber establecido que las relaciones lógicas no son
innatas (o a priori), y que ellas no son tampoco ni un resultado
directo de la experiencia, ni recibida de la experiencia por la· me-
diación del lenguaje (tesis del empirismo lógico), la epistemologfa
genética debió mostrar cómo ellas son construidas por el niño.
Uno puede enunciar simplemente la solución del problema afir-
mando que las relaciones lógicas se construyen al mismo tiempo
que se va organizando el mundo empírico, y que son parte inte-
grante de dichos procesos de organización. Sin embargo, aun cuando
esta formulación no sea errónea, puede resultar altamente trampo-
sa. La expresión tramposa es "al mismo tiempo". Es necesario, por
consiguiente, elaborar un poco más esta cuestión.
De una u otra manera, las teorías epistemológicas son tentativas
de explicar cómo la interacción entre el sujeto S y el objeto O
(S .- O) engendra el conocimiento. La teoría piagetiana propone
una explicación que hace intervenir un proceso de interacción real-
mente dialéctico. Dejemos por el momento de lado lo que queremos
significar por "explicación" en este contexto. Decir que el conoci-
miento resulta de una interacción dialéctica S .- O arroja muy poca
luz sobre el problema, a menos que explicitemos cómo tiene lugar
la interacción, y por qué la calificamos de dialéctica.
Es más fácil comenzar por decir qué es lo que ese enunciado no
significa. En primer lugar, el enumerado no se refiere a proceso
alguno de "acción Y. reacción" como pueden sugerirlo algunas ver-
siones simplistas del materialismo dialéctico. 'Tampoco recubre un
proceso hegeliano de "afirmación-negación-síntesis". Por otra parte,
el proceso S ++ O que engendra el conocimiento no tiene ninguna
similitud con la producción de agua (H 2 0) a partir de H y de O ·por
medio de una chispa, pues se trata de un proceso laborioso y com-
plejo. Finalmente, dicho proceso no puede concebirse como un cre-
cimiento uniforme ya .que involucra "momentos" o períodos que
cumplen papeles diferentes en el seno del proceso total.
Estos son aspectos bien conocidos de la teoría piagetiana y, sin
embargo, son frecuentemente ignorados. Conviene pues insistir so-
bre este punto. Cuando el sujeto S es confrontado con una cierta
119
situación O, su interacción con O invólucra una lectura de la situa-
ción (datos empfricos) por medio de la utilización de los instrumen-
tos (lógicos) de organización que ya han sido construidos en si-
tuaciones de experiencias anteriores. A través del uso de tales ins-
trumentos, los datos empfricos se tornan observables, es decir, que
ellos son interpretados y, de una u otra manera, organizados. Las
nuevas situaciones a las cuales el sujeto S es confrontado (y que él
interpreta) ayudarán a su vez a construir nuevos instrumentos de
asimilación, es decir, organizadores y lógicos, que permitirán inter-
pretar otras situaciones.
Reclamamos aquí la indulgencia del lector que conoce bien la
obra de Piaget, por habernos demorado en recordar estos elemen-
tos de la teoría, pero es indispensable recurrir a ellos para refe-
rirnos a los errores de interpretación que encontramos aun en
lógicos muy competentes que han formulado criticas a la lógica de
Piaget. Se trata de aquellos lógicos que hacen referencia a lo que
ellos llaman "el mito de los estadios" en el desarrollo de la lógica
en la teoría piagetiana. El "mito" consistirra en la manera de elegir
solamente ciertos períodos a los cuales Piaget atribuye una impor- ·
tancia extrema en el desarrollo de las relaciones lógicas, cuando
en realidad, hubiera podido distinguir muchas otras etapas de una
importancia por lo menos similar. Creemos que en esta crítica los
lógi,cos ignoran el hecho de que es como epistemólogo que Piaget
disiingue los estadios. Intentemos clarificar el sentido de esta posi-
ción epistemológica.
120
La palabra clave es, aquf, "estacionario". Que una estructura sea
estacionaria no implica que ella sea estática, ni que esté en condi·
ciones de equilibrio, en el sentido dado a esta última palabra por la
termodinámica clásica. Una estructura puede ser estacionaria por·
que ella existe bajo condiciones de equilibrio, o porque, lejos del
equilibrio, ella es mantenida en su estado estacionario por Jos
intercambios con el medio. En el primer caso, aplicaremos la deno·
minación de "equilibrio" sin más agregados. En el segundo caso,
hablaremos de equilibrio dinámico o de equilibración, en la ínter·
prelación que damos a este concepto forjado por Piaget.
En el caso de un sistema biológico o de un sistema cognoscitivo,
y como en toda manifestación de un organismo viviente, estamos
alejados de las condiciones de equilibrio. Si en un organismo bioló·
gico se interrumpen los intercambios del sistema con el medio,
evolucionará hacia el equilibrio. Cesará entonces la actividad de
todos los órganos. El equilibrio es, en tal caso, la muerte. Cuando
los intercambios con el medio continúan, el organismo permanece
alejado de las condiciones de equilibrio.
Los resultados de la psicología genética, y su interpretación por
la epistemología genética, nos han enseñado que podemos consi·
derar el sistema cognoscitivo como un sistema abierto cuya diná·
mica está determinada en gran medida por los intercambios con el
medio. Su evolución se caracteriza por períodos de equilibrio diná·
mico o "condiciones semiestacionarias" (los estadios), seguidos de
rupturas de equilibrio (desequilibración) y de reorganizaciones
(reequilibración) que conducen al sistema a nuevas condiciones
estacionarias (nuevo estadio). Debemos hacer aquf una distinción
entre condiciones "estacionarias" y condiciones "estables··. Que
las condiciones estacionarias lejos del equilibrio permanezcan es·
tables significa que el sistema fluctúa con respecto a un valor
medio. Estas fluctuaciones son debidas sea a variaciones internas,
sea a variaciones externas del medio. Más allá de un cierto umbral,
estas fluctuaciones generan la inestabilidad del sistema: es el punto
de ruptura de las condiciones estacionarias (la desequilibración}.
Los estadios de la teoría piagetiana del desarrollo cognoscitivo
son, por consiguiente, períodos de estabilidad relativa (¡que no
están efl "equilibrio", ni son estáticos!) que involucran todo tipo de
fluctuaciones que surgen de las situaciones cambiantes con las
cuales está confrontado permanentemente el sujeto. La transición
de un estadio cognoscitivo al siguiente es un ejemplo típico de la
inestabilidad de un sistema que no logra ya absorber ciertas per·
turbaciones (contradicciones internas, incapacidad de resolver cier-
tos problemas, etc.} y debe por lo tanto reorganizar los intrumentos
asimiladores para incorporar nuevas situaciones.
Cada período, o cada estadio, tiene como propio los problemas
que el sujeto es capaz de resolver, es decir, las situaciones que es
capaz de aprehender. Esta manera de concebir los estadios es
121
manifiestamente epistemológica. Las consideraciones lógicas vienen
en un segundo momento: resolver los problemas, aprehender si-
tuaciones, explicar Jo que ocurre bajo tales o tales condiciones,
todo ello exige recurrir a relaciones lógicas. En cada perfodo el
sujeto utiliza relaciones características. No utiliza una única rela-
ción lógica, o una sola estructura, sino varias. La lfnea de cons-
trucción de cada estructura sigue un desarrollo muy complejo que
le e$ propio, y las diversas lfneas de desarrollo no coinciden. Los
estadios del desarrollo no están determinados por el desarrollo de
relaciones lógicas singulares como tales (¿cuál deberíamos privi-
legiar?).
Decir que ciertas estructuras características están en acción en
cada estadio no significa pues, afirmar que el estadio está definido
por una cierta estructura lógica. La noción de estadio en Piaget
· implica la primera aserción, no la segunda. Veamos esquemática-
mente cómo están caracterizados los estadios. Dejaremos de lado
el período sensoriomotriz para referirnos únicamente a los niveles
en los cuales interviene la conceptualización.
122
4. 7 : Relaciones intraoperatorias
• reversibilidad
• recursividad
• transitividad
• conmutabilidad (y su forma lineal: la conmutatividad)
• asociatividad limitada
• reciprocidad
123
Es necesario explicar ahora la transición de las relaciones intra-
operativas a las relaciones interoperativas. En particular hay que
aclarar cómo el niño pasa del coordinador "poner juntos" y del
coordinador de sucesión, en la etapa intraoperatoria, a las opera-
ciones que aparecen en el período siguiente.
Para dar cuenta de esta transición, la teoría piagetiana asigna un
papel central a la conquista de la conmutabilidad, pero la elabora-
ción de esta idea es bástante tardía en la teoría. 4 En efecto, el
progreso fundamental consiste en comprender que en una transfor-
mación, las modificaciones en el "punto de llegada" están ligadas a
las modificaciones en el "punto de partida". De allí resultan dos
consecuencias importantes: a) las transformaciones directas son
coordinadas con las transformaciones inversas y conducen así a las
operaciones que rebasan las acciones unidireccionales; b) el niño
llega así a concebir conservaciones. Señalemos además que las
posibilidades de retroacción y de retrospección conducen a las
recursividades, transitividades y reciprocidades.
El problema central de este estadio está ligado al hecho de que
sus estructuras más características -los agrupamientos- si bien
son ya muy consistentes y tienen un alto grado de generalidad, per-
manecen aún muy pobres y presentan limitaciones importantes.
Pero recordemos una vez más que, decir que ellas son caracterís-
ticas (puesto que constituyen de hecho la única organización es-
tructural en acción dentro de la lógica cualitativa de este período),
no significa, sin embargo, que ellas proveen la definición del estadio.
No nos detendremos a analizar en detalle las limitaciones bien
conocidas de los agrupamientos. Nos parece útil, sin embargo, re-
cordar los problemas epistemológicos que ellos presentan: ¿por
qué tienen tales limitaciones? ¿cómo se logra rebasarlas?
La primera limitación concierne la manera en la cual esta estruc-
tura realiza su función (en el sentido biológico y no matemático del
término). De hecho, ella consiste en expresar las propiedades cua-
litativas de ciertos contenidos exógenos. El agrupamiento está, como
tal, siempre subordinado a contenidos dados, es decir, extralógicos.
Esta es la razón de su gran debilidad estructural desde el punto de
vista formal, aun cuando sea suficientemente coherente como para
que sea formalizable. Por otra parte, la subordinación a un conteni-
do extralógico explica el papel de esta estructura en el nivel psico-
genético: ella cubre, en efecto, un largo período que se extiende,
en general, de los siet(;l a los once años, durante el cual el sujeto
comienza a coordinar lógicamente sus operaciones pero sin ser
capaz de rebasar una organización de los contenidos concretos,
por la carencia de mecanismos formales hipotéticodeductivos.
124
Una segunda limitación característica de los agrupamientos es la
inexistencia de composiciones, excepto entre elementos o subcon-
juntos próximos. En este nivel hay cuantificación, pero restringida a
"todos", "algunos" y "ninguno". Combinar dos elementos (o sub-
conjuntos) cualesquiera exige generalizaciones extensionales que
no están aún elaboradas por el niño. Además, y en la medida en
que las composiciones están subordinadas a contenidos extralógi-
cos, el sujeto no puede vincular formas, como tales, y se encuentra,
por consiguiente, limitado a las conexiones dependientes de los
contenidos.
Una tercera limitación está ligada a las dificultades de concebir
las intersecciones de clases. Tales dificultades conducen al sujeto
a no tomar inicialmente en consideración sino clases disjuntas, lo
cual le obliga, en el caso de las clasificaciones. a proceder por
dicotomías.
Finalmente, una limitación mayor es la imposibilidad de deducir
las propiedades de un subsistema a partir de las propiedades del
sistema total. Esta es la razón fur,damental que nos hace conside-
rar el agrupamiento como una estructura débil.
125
s1on a otro, como las particiones e interseccipnes múltiples
que se dan al mismo tiempo. El conjunto de todos los subcon-
juntos de un conjunto dado resulta de una generalización de
ese proceso.
d) El grupo /NRC, que incluye a la vez las inversiones y las reci-
procidades. Este tipo de grupo aparece (de manera aún instru-
mental y por cierto todavía no tematizada) cuando dos siste-
mas diferentes se componen en una totalidad única. Es ,.el
caso, por ejemplo, en que un mismo movimiento es referido-'a
dos marcos de referencia (en movimiento relativo) con la coor-
dinación necesaria entre ellos. La lógica proposicional bivalen-
te es también un ejemplo de dicho grupo.
126
simples rebasamientos, puramente lineales, tales como los encon·
tramos en toda sucesión dialéctica elemental, sino que es necesa-
rio referirse a un rebasamiento continuo de los instrumentos mismos
de rebasamiento, lo cual confiere a los instrumentos cognoscitivos
su riqueza y su complejidad particular". 7
127
b) ¿cómo el sistema Sn, subsumido en Sn + 1 , está formalmente in-
serto en Sn + 1 ? La respuesta a la primera cuestión exige un estudio
diacrónico y emp¡rico acerca de cómo evoluciona la inteligencia de
un sujeto. La respuesta a la segunda cuestión exige un estudio
sincrónico de las relaciones entre diversas estructuras. El primer
estudio pertenece a la epistemología de la lógica; el segundo es un
estudio estrictamente lógico.
A partir de aquí, no resulta sorprendente que el análisis lógico
permita encontrar un mayor número de etapas posibles entre el
nivel formal Sn y el nivel formal Sn + 1 , que aquellos que puede
determinar la epistemología del desarrollo. Esto significa simple-
mente que la mente del niño o del adolescente no sigue las vías
rigurosas del lógico formal: ellos se limitan a construir y utilizar las
estructuras. En esto, el niño, tal como lo entiende un epistemólogo
no difiere del hombre de ciencia. Los matemáticos "puros" hicieron,
por ejemplo, serias objeciones a la función delta de Dirac. Feliz-
mente, él no se preocupó mucho y la siguió utilizando en su versión
de la mecánica cuántica. Cuando Schwartz proveyó una teoría que
daba una fundamentación precisa a 'esas funciones, su forma rigu-
rosa de construirla resultó completamente diferente del método de
Oirac.
La afirmación recíproca es igualmente cierta: el lógico no puede
formalizar todo lo que hace un sujeto en su "pensamiento lógico".
Las limitaciones bien conocidas de los formalismos son hoy lugares
comunes, pero no parece superfluo recordar que una operación
simple como "poner en correspondencia", término a término, dos
conjuntos no es completamente formalizable cuando se trata de
conjuntos infinitos. Esta consecuencia del teorema de Lowenheim-
Skolem, 11 no es sino uno de los numerosos argumentos que tienden
a mostrar la imposibilidad de formalizar completamente la intuición.
Otras interpretaciones posibles de esos teoremas evitan tales con-
secuencias, pero al precio de recurrir a "soluciones radicale.s" que
la teoría matemática termina por pagar con un alto precio. 12 En
esas interpretaciones el problema no es resuelto sino simplemente
desplazado.
La idea de establecer un paralelismo estricto entre la filiación de
las estructuras desde un punto de vista psicogenético; y las relacio-
nes internas (¡sincrónicas!) y estáticas de estructuras lógicas de
complejidad creciente, toma forma en el proyecto de Apostel, entre
otros, que intentan descubrir "una relación estructural de orden
128
entre las álgebras, relación que reflejarla parcialmente o totalmente
la relación genética de filiación entre los sistemas de los cuales ·
estas álgebras representan las formas operacionales". 13 A esto ya
hemos respondido que si bien un análisis puramente teórico permi·
te descubrir un gran número posible de lfneas de desarrollo, solo
una juiciosa alianza de la investigación psicogenética con un análi·
sis epistemológico permitirá determinar la Hnea de desarrollo efec-
tivamente seguida (a este respecto, los niños y los adolescentes
son muy obstinados). De todas maneras, se trata solamente de una
respuesta parcial referida a uno solo de los problemas presentados
por las tentativas de construir un "álgebra genética". Hemos tam-
bién evocado una segunda respuesta referida a las limitaciones de
los formalismos, y no nos detendremos más en esto.
Hay, sin embargo, una tercera respuesta posible que a nuestro
juicio es mucho más fundamental desde un punto de vista episte-
mológico. La principal objeción a un álgebra genética proviene de
la teoría del desarrollo cognoscitivo en tanto ella está estrechamen-
te ligada a la teoría de la autoorganización de los sistemas abier-
tos. A riesgo de repetirnos, queremos volver sobre este punto que
nos permitirá poner en evidencia una característica importante y
frecuentemente ignorada del sistema cognoscitivo en su evolución.
129
teoría trsica es la inestabilización de un estado de equilibrio. Una
vez desencadenada la inestabilidad, el sistema se desorganiza y
puede, bajo ciertas condiciones, acceder a nuevas formas de orga-
nización. En lo que concierne al sistema cognoscitivo, la "desequi-
libración" representa un proceso en el cual se manifiesta la imposi-
bilidad. por parte del sujeto, de resolver ciertos problemas con la
ayuda de las estructuras de asimilación anteriormente construidas.
El sistema total entra, entonces. en crisis.
Cuando hablamos del "sistema total". corremos el riesgo de ser
mal comprendidos. puesto que estamos haciendo referencia solo a
los aspectos estructurales del sistema cognoscitivo, y no a sus
aspectos funcionales. Estos mecanismos de elaboración del cono-
cimiento permanecen en acción. Precisamente a través de su apli-
cación el sujeto será capaz de reorganizar su sistema. Esta reorga-
nización implica una neta discontinuidad en la transición de un
nivel a otro, pero ella es estructural y no funcional. Hay, por consi-
guiente, continuidad funcional y discontinuidad estructural en el
desarrollo cognoscitivo.
De acuerdo con la teoría de la epistemología genética. el proceso
de reorganización tiene lugar por medio de la utilización de instru-
mentos cognoscitivos específicos. Uno de ellos. que Piaget, designó
como "abstracción reflexiva" juega aquí un papel central. La forma
en que ella interviene en el proceso de construcción de nuevas
relaciones estructurales previene toda idea de desarrollo o creci-
miento continuo. Uno puede, sin duda, preguntar si tal proceso de
construcción es una descripción válida del desarrollo cognoscitivo
"real". Pero entonces está claro que la cuestión planteada debe
formularse en términos psicogenéticos y epistemológicos, y no es-
trictamente lógicos. Una vez más es la epistemología de Piaget lo
que aquí está en juego. Ningún argumento de lógica formal podría
dar cuenta del problema. La forma en que hoy comprendemos la
evolución de los sistemas abiertos bajo condiciones variables del
medio ambiente, nos provee de un nuevo y poderoso argumento en
favor de la interpretación epistemológica de la reequilibración.
Cuando un sistema físico abierto se torna inestable, su evolución
ulterior es esencialmente imprevisible. El punto que representa el
estado inestable sobre la trayectoria seguida por el sistema es, en
electo, un punto de ramificación. El sistema puede seguir más de
un camino posible. la incertidumbre acerca del camino preciso que
seguirá un sistema sometido a períodos sucesivos de inestabilidad
(desequilibrio) parece ser una característica de todos los sistemas
abiertos.
Volvamos, finalmente, a una cuestión que hemos dejado en sus-
penso. Las operaciones lógicas no son construidas ni aisladamente
ni todas simultáneamente. La lectura de la primera parte de esta
obra muestra claramente que las relaciones lógicas se construyen
lentamente como fragmentos de estructuras. Estos fragmentos se
~30
coordinan gradualmente hasta la emergencia de nuevas estructuras
con una organización interna más coherente. Tal es, por ejemplo,
el caso de los agrupamientos, que hemos considerado más arriba.
Un niño no llega a dominar los agrupamientos simplemente clasifi-
cando u ordenando los objetos. Se requiere una preparación que
consiste en elaborar diferentes formas de relaciones lógicas algu-
nas de ·las cuales son ya isomorfas a los conectivos de la lógica
proposicional, aun cuando estén todavía lejos de una coordinación
en un sistema único. Las coordinaciones se establecen a través de
un proceso muy complejo que aún no conocemos en todos sus
detalles. En un momento dado, hay una convergencia de fragmen-
tos estructurales en un "núcleo de estructuración". Cada fragmento
puede encontrarse en un "nivel de desarrollo" diferente de los
otros. Por consiguiente un estadio, repitámoslo una vez más, no
está definido por una u otra lfnea de desarrollo, sino por lo que el
niño es capaz de hacer con todos los fragmentos de estructura que
ha construido hasta ese momento. La complejidad del proceso en
el nivel psicogenético es tal que deja poca esperanza a un proyecto
de un álgebra genética.
131
XI. Lógica extensional y lógica intensional
132
es vi:lrdadero, aun cuando q sea falso y "no tenga nada que ver"
con p. Debíamos, por consiguiente, admitir y enseñar que un enun-
ciado del tipo "Si todos los suizos son musulmanes, entonces los
franceses son europeos·· es un enunciado "aceptable" y, más aun,
verdadero. De aquí surge que p ::l (q ::l p) es una tautología. Está
claro que nadie habla así en la vida cotid.iana, ni aun un "lógico
extensional" cuando se dirige a su esposa. Rápidamente aprendi-
mos a convencer a los estudiantes que, no obstante la extraña
apariencia de los resultados obtenidos por una definición de ":J"
con las tablas de verdad, no había por qué inquietarse. En tal sen-
tido, procedíamos por etapas sucesivas. En primer lugar evitamos
emplear la palabra "implicación" a fin de apartar sus connotaciones
habituales, reemplazándola por el término "condicional". Luego
desviamos el condicional "::l" de su lectura corriente "si ... enton-
ces ... ". Enseguida evitamos utilizar una tabla de verdad para in-
troducir "::l" y decíamos que "p :J q" era simplemente una abrevia-
tura de p . q, lo cual permitía utilizar las tablas de verdad "más
confiables" de ". " y "(- )". Advertíamos entonces a los estudian-
tes que la razón para no considerar ":J" y "si ... entonces ... "
como sinónimos era que un verdadero científico no tiene necesidad
de recurrir a la última expresión en su trabajo. Un eminente lógico
de nuestro tiempo W. V. O. Quine ha descrito esta situación con
admirable claridad:
"Comencemos por describir la lógica formal como una fase de la
actividad de un individuo hipotético que sea a la vez físico, mate-
mático, y otras cosas. Supongamos ahora que este individuo del cual
hemos hecho un retrato un poco cargado se interese por el lengua-
je ordinario simplemente como un medio de avanzar en física, en
matemáticas y en las otras ciencias; supongamos todavía que él
está presto a separarse del lenguaje ordinario cada vez que en-
cuentra el artificio cómodo de un lenguaje extraordinario que sea
apropiado a sus necesidades del momento cuando formula y desa-
rrolla su física, su matemática u otra ciencia. Entonces él abandona
'si entonces' en favor de ':J' sin mantener nunca la idea falsa de
que son sinónimos; procede a realizar este cambio por la única
razón de que los objetivos que exigían el recurso a 'si entonces' en
el contexto de su trabajo científico particular eran realizables de
manera satisfactoria por el uso diferente de '::l' y otros instrumen-
tos. Realiza este desplazamiento y aun otros con la idea de afinar
su trabajo científico, de optimizar sus algoritmos y su comprensión
de lo que hace. No se preocupa por el grado de inadecuación de su
notación lógica en tanto ella reflejara el lenguaje vernacular por
cuanto le sirve a todas las necesidades particulares que en su
programa científico dependerían en otras circunstancias de esta
parte del lenguaje vernacular. No tiene siquiera necesidad de para-
frasear el lenguaje vernacular en su notació.n lógica, porque ha
133
aprendido a pensar directamente en ella, o aun (y ésta es la belle-
za del caso) a dejarla pensar por él". 2
Hace treinta años las palabras de Ouine dieron segundad a los
profesores de lógica·, pero aquel/os de nosotros que proveníamos
de las ciencias empíricas no estuvimos realmente satisfechos. Solo
un lógico "puro" (o un matemático) podría "dejar la notación lógica
pensar por él". Ninguna física real podría jamás nacer, sino muy
parcialmente, de tal forma de "pensar". El sentímiento de mcomodl-
dad aún permanecía pero otras dificultades se agregaron: algunas
de las consecuencias del uso de la definición de ":J" por medio de
los valores de verdad no corresponden a la construcción efectiva
de las teorías científicas. La validez según las tablas de verdad de
la fórmula p. p :J q es el ejemplo más chocante: la fórmula indica
en efecto que una vez que se enuncia una contradicción, la lógica
se torna trivial, es decir, que cualquier enunciado puede afirmarse
a partir de allí.
Tal resultado no es solamente extraño, es simplemente insosteni-
ble. En física, por ejemplo, no es cierto que, si una teoría entraña
una contradicción cualquier aserción puede ser afirmada dentro de
la teoría. Un lógico formal "puro" podría muy bien responder: "pero
usted utiliza la expresión si entonces, cuando en realidad estaba de
acuerdo en disociar el signo ':J' de dicha expresión SI entonces; su
conclusión es, por consiguiente, errónea". Ouine habla de todos
modos de "físicos, matemáticos y otros (sic)" que solo tienen nece-
sidad de ":J" en su trabajo científico. "¿Oué sentido debemos
entonces acordar a la validez de p. p :::> q, cualquiera que sea q?"
\ propósito de esta "anomalía", Anderson y Belnap se refieren a
una observación de Kleene quien señala que en la pnmera versión
de la Lógica matemática de Ouine, B. Rosser fue capaz de deducir
la paradoja de Burali-Forti, pero no la paradoja de Cantor. Esto
significa simplemente que Rosser y Kleene aceptan ambos el hecho
de que una teoría lógica involucre una contradicción (la de Burali-
Forti) pero no implique cualquier otro enunciado (por ejemplo la
paradoja de Cantor) y, sin embargo, estamos aquí no en el marco
de una teoría física "impura" sino en la teoría lógica en lo que tiene
de más puro.
Consideraciones de este género han conducido a ciertos lógicos
a poner en tela de juicio la idea de que la lógica de los valores de
verdad sea apropiada al trabajv del c1entificoteórico. Los esfuerzos
para reintroduc,ir las "intenciones" en lógica comenzaron a fin de los
años cincuenta, y se desarrollaron hasta hacer nacer una teoría
lógica que fuera una clara alternativa a la lógica de los valores de
verdad. En la veintena de años que siguieron al artículo de Acker-
134
mann titulado Begründung einer Strengen lmplikation (1956}, 3 la
presentación más completa de estos desarrollos es la de Anderson
y Belnap. 4
135
Dos condiciones son requeridas para afirmar que "A -> 8": la
pertinencia y la necesidad. Los autores presentan un "cálculo puro
E-+ de la implicación" que "representan verdaderamente los con-
ceptos de .necesidad y de pertinencia en ciertos sentidos matemáti-
camente definidos''. La "necesidad" requerida por la implicación "A
.....,. 8" es más fuerte que la noción de "validez" utilizada en la
lógica de los valores de verdad. La "necesidad" corresponde, si se
quiere, a una "validez necesaria". Una implicación necesaria exige,
por consiguiente, de A y de 8 que ellas posean "alguna cosa en
común". Ellas no pueden ser enteramente independientes una de
otra, como lo era en el caso del condicional. Se exige que 8 sea
pertinente con respecto a A.
Es importante poner de manifiesto que se puede definir la "per-
tinencia" independientemente de la "necesidad", en tanto que una
definición de la "implicación necesaria" que no incluya la pertinen-
cia no es aceptable si uno busca formalizar la "implicación natural".
Por consiguiente, nos referiremos siempre a una "necesidad cum
pertinencia" cada vez que hablemos de una relación necesaria del
tipo "-+".
La idea de unir una exigencia de "necesidad" a una relación de
este tipo había sido ya propuesta en 1932 por Lewis y condujo al
desarrollo de las lógicas modales. A tal efecto, Lewis aplicó un
operador monádico "O" a una relación definida por valores de ver-
dad. De esta manera, "A __, 8" (significando que A implica necesa-
riamente 8) era interpretada como "OF(A8)", donde F(A8) es una
relación entre A y 8 definida por los valores de verdad. Un opera-
dor del género "O" no puede de ninguna manera asegurar la exi-
gencia de una pertinencia entre A y 8. 7
LE deja de lado los operadores modales y sigue otro camino para
llegar a una relación de implicación que preserve la "necesidad
cum pertinencia". La vía elegida consiste en definir "-.." sobre la
base de un sistema de inferencias aceptables. El punto de partida
será un sistema de deducción natural, y la inferencia se torna, por
consiguiente, el elemento central de la lógica.
Anderson y Belnap han mostrado de manera convincente que,
mediante ligeras modificaciones, el sistema de la deducción natural
de Gentzen: a) es "aceptable" en el sentido que provee una repre-
sentación adecuada del tipo de razonamiento que realmente ocurre
en el trabajo científico; b) permite construir un sistema form.al que
provee los medios de definir "la implicación natural" así como
todos los otros conectivos lógicos que deben ser a la vez pertinen-
tes y necesarios.
La construcción propuesta se reduce a afirmar que A --. 8 si y
solamente si exige un camino posible que nos conduce deductiva-
136
mente de A a B. Tomado en este sentido, la implicación se torna la
conversa de la deducción.
El método está fundado sobre una regla de "introducción de la
implicación": podemos afirmar A -> B cada vez que existe una
deducción de B a partir de A o. en otros términos, una prueba de B
a partir de la hipótesis de A. La prueba debería ser un esquema del
siguiente tipo:
A hipótesis
B conclusión
8 lbíd., pág. 9.
9 /bid., pág. 9.
137
La prueba es satisfactoria, pero el sistema como tal no lo es,
puesto que da lugar a "pruebas" aun cuando las implicaciones fina-
les no respondan a la exigencia de ser a la vez necesarias y perti-
nentes. Condiciones restrictivas serán, por consiguiente, impuestas
a la regla "reit" (reiteración), y tendremos necesidad, por otra
parte, de una técnica que permita introducir una A solamente cuan-
do A es pertinente con respecto a 8 en el sentido en que A sea
utilizada para llegar a B.
El método consiste en utilizar números como subíndices de fór-
mulas. Se pueden insertar tantas subpruebas como sea necesario,
pero cada una debe comportar un número distinto agregado a sus
hipótesis, y las diferentes etapas deben seguir la sucesión de estos
números. Se llega así a un sistema que presenta las reglas preci-
tadas bajo una forma revisada. , o
E->1. A -. 8 (identidad)
E->2. (A--> 8) ~ ((A~ C) -> (A--> C)) (transitividad)
E-->3. (A-> 8) ~ [(A_,. (8 ~ C) _,. C)] (aserc1ón restringida)
E->4. [(A ..... (8-> C)'] --[(A-+ 8) _, (8 ->C)] ( a.utodistribución)
138
"implicaciones de primer grado", es decir, fórmulas A---> 8 donde
A y 8 son valores de verdad de cualquier grado que sea que no
comporten implicaciones. Finalmente, todos los fragmentos del sis-
tema son combinados en un cálculo único de implicación (E) que
preserva las exigencias de necesidad y de pertinencia y evita por
ello las paradojas de la lógica extensional.
La segunda etapa nos interesa muy particularmente. Los autores
llaman "implicaciones tautológicas" las implicaciones de primer
grado que son válidas. Su pre@.~upación mayor aquí es tener cuenta
de la pertinencia del antecedente con respecto al consecuente
cuando ambos son puramente definidos por los valores de verdad.
Se procede así haciendo referencia al contenido del antecedente y
del consecuente. Veamos brevemente cómo se aplica tal método.
Tomemos un conjunto finito de variables proposicionales p. q,
r . .. Luego introduzcamos las definiciones siguientes:
Axiomas: A. a A ---4
A.a-a
Reglas: a partir de A__. a y A ---. e. inferir A--. 8. e
Disyunción:
Axiomas: A ---> A V a
8 ___,.A V 8
Distribución:
Axiomas: A --> ~
A-> A
141
Esta formalización de las implicaciones tautológicas es sólo un
fragmento de un cálculo completo de implicaciones. Su Interés re-
side en utilizar los functores de la lógica de los valores de verdad,
pero a través de una relación de implicación intensional que evita
las paradojas bien conocidas de las lógicas extensionales.
Es posible construir un sistema que incluya los diversos fragmen-
tos que hemos mencionado. Anderson y Belnap 13 proponen un
sistema E con catorce postulados y sólo dos reglas:
A . (A V 8) ___., 8
presenta serias dificuliades si se pretende que tal Implicación re-
presente la forma de razonar en c1enc1a (y menos aun la forma
142
"corriente" de razonar). Aceptar el silogismo disyuntivo significaría
en particular, aceptar la consecuencia:
A . (A Y. B) --> B
A Y. 8 = df A --> B
AOB=AY.B=A--+B
Lewis, Goodman y otros han hecho ya referencia a este tipo de
functor. Anderson y Belnap lo designan con el nombre de "cote-
nabilidad". Tal functor tiene ciertas propiedades de la conjunción
extensional: conmutatividad, asociatividad y transitividad. Pero
no tiene otras de sus propiedades. En particular:
A O B ---> A no es válida
14J
dar los sistemas lógicos constituye un prec1oso Instrumento para un
"epistemólogo genético" que indaga las fuentes de la "lógica na-
tural" de un sujeto que no ha tenido contacto con la teoría.
144
de reacción es, sin embargo, diferente: la propuesta de construcción
de LO' está basada en consideraciones epistemológicas, mientras
que la construcción de LE es puramente formal. No obstante esta
diferencia, ambas consideran la inferencia como proceso inicial de
la construcción.
Desde el punto de vista de la epistemología genética, la lógica
comienza desde el momento en que un niño es capaz de anticipar
una relación entre acciones (y es la psicología genética quien debe
determinar dónde y cómo se produce tal anticipación). La anticipa-
ción de acciones requiere la presencia de inferencias. Cuando Pia-
get afirma que "en todos los niveles, tan bajos como sean, todo
conocimiento comporta una dimensión inferencia! sea ella explícita
o muy elemental", está enunciando un aspecto fundamental de su
teoría epistemológica. Como hemos insistido ya en el capítulo ante-
rior, se trata de una aserción epistemológica fundada sobre las
investigaciones de la psicología genética.
En la perspectiva del desarrollo, la lógica comienza antes que las.
proposiciones, las relaciones lógicas no están originadas en las
relaciones lingüísticas y el cálculo proposicional no puede pretender
figurar al comienzo de un libro de lógica, excepto como presenta-
ción de un sistema puramente formal.
Toda inferencia adquiere, desde un comienzo, ta forma de una
relación lógica: la implicación. El presente libro muestra que las im-
plicaciones son primero descubiertas en el nivel de las acciones
(una relación entre acciones es, en efecto, una implicación entre
acciones), mientras que las implicaciones entre enunciados son
mucho más tardías. En ambos casos se trata, sin embargo, de im-
plicaciones significantes en el sentido expuesto en los diversos
capítulos de esta obra. La extensionalidad "pura" se encuentra
excluida desde el comienzo.
LE procede de manera similar, pero por razones diferentes. La
idea directriz es aquí prescindir de la extensionalidad a fin de evitar
sus consecuencias embarazosas: las paradojas de la implicación
material, las dificultades que presenta la aplicación del silogismo-
disyuntivo, etc. Una manera de salir de esas dificultades es partir
de inferencias para poder definir las implicaciones aceptables (en-
tai/ments). Pero el trabajo es realizado sobre bases puramente
formales, con reglas muy precisas. Si estas reglas parecen un tanto
artificiales ... es porque realmente lo son: se trata de reglas ad hoc
que tienen por único fundamento la obtención de objetivos bien
definidos.
Volveremos sobre este punto, pero antes es necesario formular
dos observaciones. En· primer lugar, la introducción en LE de la
relación de implicación a partir de inferencias "aceptables", amplía
considerablemente la variedad de functores lógicos susceptibles de
ser introducidos ulteriormente y que corresponden a un número
importante de implicaciones posibles entre enunciados. Este proce-
145
dimiento concuerda con lo que se observa en el nivel psicogenético
y constituye una característica esencial de LO'.
Una segunda observación, de igual importancia, es que este pro-
cedimiento permite introducir functores equivalentes a los del cálculo
extensional, sin involucrar las paradojas ,conocidas involucradas en
este último.
Estos rasgos comunes a LE y LO' están ya presentes en LO. Esta
afirmación puede parecer errónea a quienes al abrir el Essai de
logique opératoire advierten que el cálculo proposicional está pre-
sente extens1onalmente y que la estructura del cálculo se formula
con un análisis de las funciones en términos de valores de verdad.
Hay allí, sin embargo, una combinación un poco extraña de ele-
mentos que pertenecen a la lógica extensional y de elementos no
pertinentes a ella. A este respecto no dudamos en afirmar que esta
parte de LO, tal como está escrita, no constituye una continuidad
natural de los capítulos que la preceden. Creemos, incluso, que tal
presentación de la lógica proporcional fue, en su época, una conce-
sión a las presentaciones que seguían la línea de Russell, pero que
Piaget nunca estuvo satisfecho con esta solución.
Por nuestra parte, tenemos bien presentes las palabras iniciales
de Piaget al comenzar el año en que se realizaron las inve¡¡tigacio-
nes que sirvieron de base a la presente obra, en el Centro Inter-
nacional de Epistemología Genética: il faut nettoyer ma logique
Ellas confirman lo que afirmamos más arriba. La combinación de
elementos que entran en la forma en que es tratado el cálculo
proposicional en LO muestra que Piaget abordó la lógica extensio-
nal con muchas precauciones. Es un hecho que introduce defini-
ciones extensionales de los functores lógicos y que define en
particular la relación de implicación a través de una "tabla de ver-
dad". Sin embargo, su interpretación de la lógica proposicional fun-
dada sobre la relación de inclusión de clases, está libre de las
paradojas de la implicación material. Podríamos ir aun un poco más
lejos y considerarla como una interpretación de la implicación en el
sentido de LE.
En este contexto, la convergencia entre LE y LO (y a fortiori LO')
no es simplemente una coincidencia circunstancial. La interpreta-
ción de LO que venimos de proponer provee un sentido claro a las
"reglas" de la lógica de la implicación que fueron presentadas en
LE solamente como interdicciones ad hoc cuyo objetivo era simple-
mente llegar a resultados preestablecidos. Si esto no surge como
evidencia inmediata en LO, esta interpretación es hoy mucho más
clara en LO'.
Las reglas citadas en la sección precedente y que permiten de-
finir una implicación "aceptable" expresan el tipo de relación que
busca Piaget cuando habla de "la imbricación de la parte en el
todo, o de una parte en sí misma". En el caso de la regla '· la
correspondencia es trivial en la medida en que ella no expresa sino
146
la Imbricación de una parte en sí misma".
En el caso de la regla 11, es suficiente tomar el ejemplo típico
de la forma P. O ---> R V O. cuya interpretación en términos de
clases sería:
correspondiente a la imbricación de P n O en O u R.
La regla 111 es simplemente una extensión de la regla 11 y es re-
ductible a sucesivas aplicaciones de esta última.
En esta interpretación, las reglas de implicación no son ya sim-
plemente reglas ad hoc, sino que adquieren un sentido claro.
Hay un problema que surge cuando se introducen otros functores
a través de las implicaciones y se intenta analizar la estructura del
cálculo proposicional que resulta. Es evidente que se podrían cons-
truir numerosos sistemas axiomáticos a partir de la implicación
intencional. Anderson y Belnap analizan algunos de los sistemas
propuestos en el curso de las dos o tres décadas, que precedieron
a su libro. En el estudio sistemático que ellos realizan muestran las
relaciones que los vinculan y el tipo de cálculos que producen. Ya
hemos evocado dos consecuencias importantes para LO'. En primer
lugar, él entailment o implicación intensiona/ no excluye un cálculo
que comporte una interpretación extensional de la negación y de la
conjunción. En segundo lugar, existen múltiples cálculos intensio-
nales posibles lo cual plantea la cuestión de saber cómo decidir
que un functor sea verdaderamente una "conjunción" o una "dis-
yunción". Anderson y Belnap no aceptan el functor "cotenabilidad"
como una conjunción, puesto que no se puede inferir A a partir de
A O 8 (A O 8 -> A no es válida). Por el contrario, nosotros
creemos que se podría considerar ··o" como la única forma legíti-
ma de expresar una conjunción entre A y B cuando ambas perte-
necen a un sistema en el cual las partes no pueden ser afirmadas
independientemente de la totalidad. A este respecto las investiga-
ciones psicogenéticas que conducen a una formulación de la lógica
de tipo LO' son sumamente útiles.
Ellas muestran que este tipo ae conjunciones es efectivamente
utilizado por los sujetos y revelan al complejidad de las situaciones
de donde emergen múltiples relaciones lógicas susceptibles de una
cierta formalización.
Finalmente, debemos insistir nuevamente sobre la necesidad de
una formulación explícita de LO', obra que permanece aún sin
realizar.
147
Conclusiones generales
148
ellas producen en los objetos o en las situaciones. Sea que se trate
de predicados, de objetos o de acciones, todas las significaciones
implican actividades de un sujeto interactuante con realidades ex-
teriOres (físicas), o engendradas internamente, como en el caso de
las entidades lógico-matemáticas.
149
yándose en cada caso sobre implicaciones significantes. Más pre-
cisamente, estas relaciones implícitas o explicitas son, teóncamen-
te (es decir, desde el punto de vista del observador) reducibles a
combinaciones de implicaciones y de negaciones. Esto equivale a
decir que, en todos los niveles, el fundamento de toda lóg1ca es
inferencia/, lo cual es evidente en toda lóg1ca de s1gnificac1ones. Es
importante, entonces, mostrar el desarrollo correlativo de las infe-
rencias y de las implicaciones.
Las investigaciones del capítulo 111 muestran la evoluc1ón de tres
tipos de inferencias que caracterizan tres niveles marcadamente
diferentes:
150
4 . Las implicaciones significantes dan también lugar a una tríada
que es de naturaleza diferente. En efecto, estas implicaciones entre
acciones pueden presentarse bajo tres formas:
153
mentario de p con respecto a q. Por el contrario, si la clase a
contiene A y A', a menos A dará A·, y la negación es aquí relativa a
la clase imbricante, que es la clase a englobando A y A' (es decir:
A' = A, con respecto a a). Piaget introduce aquí la expresión "ne-
gación proximal" para hacer referencia a una negación siempre
relativa a la imbricación más próxima. La expresión "negación dis-
tal" es utilizada si p equivale a todo lo que no es p en el universo
del discurso, e independientemente de las imbricaciones eventua-
les que estuvieran en juego.
Si se admiten estas distinciones se constata que las operaciones
binarias incluyen los dieciséis casos conocidos en el cálculo propo-
sicional extensional clásico, pero son un número superior según las
variedades de conjunciones de negaciones y aun de disyunciones
efectivamente observadas. Estas variedades de operaciones de-
penden de los contextos y de los referenciales o, dicho de otra
manera, de las imbricaciones consideradas.
154
la relación de implicación significante como relación lógica funda·
mental. Insistiremos una vez más sobre el hecho de que en las
investigaciones expuestas en los capítulos precedentes los luneto·
res lógicos presentan "en comprensión" diversas significaciones en
función de las conjunciones, disyunciones, incompatibilidades, im-
plicaciones mutuas, etc. que los sujetos elaboran apoyándose cada
vez sobre implicaciones significantes reducibles a combinaciones
de implicaciones y negaciones. Existen, por consiguiente, maneras
concretas de tratar "formas" de conjunciones y disyunciones corres-
pondientes a los functores de una lógica intensional. Es el caso de
la conjunción intensional (la "cotenabilidad" mencionada en el ca-
pítulo XI} definida por la expresión
p o q = df p-+q
155
Para concluir. recordaremos una vez más una tesis central de la
epistemología genética que está en el origen mismo de las investi-
gaciones analizadas en el presente libro. El "sujeto del conoci-
miento". con las normas que elabora incesantemente por sí mismo
(sin tener necesidad de filósofos. ni de psicólogos que se las pres-
cnban) no puede ser asido objetivamente ni al comienzo, ni al final,
ni en un estadio cualquiera de su historia o de su formación. por
cuanto no constituye nunca un sistema acabado. Su verdadera na-
turaleza es la de ser un sistema con procesos autoorganizadores.
que son funcionalmente continuos. y en los cuales solo las veccio-
nes de conjunto son epistemológicamente decisivas. Todo el pro-
blema consiste. por consiguiente en reconstituir esas vecciones.
aunque ellas sean inacabadas y accesibles por reconstrucción a
posterior1. y no por deducción a pnori. Ni la especulación filosófica.
n1 el puro análisis lógico podrían sustituir dicho método de recons-
titución.
156