Consolidado
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NOTAS SOBRE LAS Y LOS CONTRIBUYENTES
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INTRODUCCION
Prof. Brenda Consuelo Ruiz (Nicaragua) y Dr. James Newton Poling (Estados Unidos)
Este folleto, una iniciativa del Comité de Vida Espiritual del CWME, es una
pequeña contribución a la tarea de entender el ministerio de la consejería pastoral como
un recurso para trabajar con personas que sufren y que abrigan esperanzas. Cuando las
personas enfrentan violencia y opresión, buscan la iglesia para tener perspectiva y
recursos necesarios para sus vidas. Creemos que la iglesia tiene un ministerio de
presencia, acompañamiento y bendición que puede responder al sufrimiento y la
esperanza de los individuos en el mundo moderno.
1
Clebsch, William A., and Charles R. Jaekle. Pastoral Care in Historical Perspective.
Englewood Cliffs: Prentice Hall, 1964. 4
3
Muchas cartas de invitación fueron enviadas para contribuir al folleto pero solo unos
cuantos valientes aceptaron el desafío. Lamentamos no tener una contribución de la
Iglesia Católica, ni más contribuciones de mujeres, laicos y de jóvenes.
.
No obstante, dada la amplitud de la membresía del Consejo Mundial de Iglesias, la
colección de ensayos en este folleto es sumamente diversa. Los y las autoras,
provenientes de cinco continentes, abordan el tema de la sanación y reconciliación desde
los marcos teológicos de sus tradiciones y sus contextos sociales. En este folleto están
representadas las perspectivas Ortodoxa del Este, Pentecostal Africana, Protestante
Asiática y Protestante Norteamericana y Latinoamericana
Los ensayos son apenas vistazos dentro del complejo mundo de la comprensión
humana de la perspectiva del Dios de Jesucristo. Le invitamos a estudiar estas ideas y
explorar sus perspectivas con mayor profundidad en el futuro. Le instamos a leer
cuidadosamente las contribuciones provenientes de tradiciones y continentes diferentes al
suyo y analizar como éstas pueden enriquecer sus propias tradiciones y prácticas de
consejería. Le invitamos también a considerar la consejería pastoral como uno de los más
valiosos ministerios de la iglesia en nuestros tiempos.
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LOGRANDO JUNTOS LA INTEGRIDAD: UNA PERSPECTIVA CARIBEÑA
SOBRE EL PERDÓN Y LA RECONCILIACION
Las fuerzas negativas de ambos el pasado y el presente han creado barreras sociales,
psicológicas y espirituales que impiden el desarrollo y el acceso a la salud. Todo esto ha
causado reflexiones teológicas y prácticas innovadoras. Como Protestantes Caribeños nos
enfrentamos a la necesidad que hay de sanación y reconciliación a través de un
paradigma de la teología de la liberación y la búsqueda de cómo entender y promover el
bienestar total de la persona en Cristo.
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medicamentos, consejería y servicios de ayuda a la comunidad. Ellas están aceptando el
desafío de adoptar un cambio de paradigma a través del redescubrimiento del verdadero
significado de la salud y salvación a como se detalla a continuación.
Jesús también llamó a sus doce discípulos a “predicar el reino de Dios” y a “sanar a los
enfermos” (Lucas 9:2) (RVR). La sanación, es entonces, central para el evangelio y es
una señal para guiar a las personas al Reino de Dios, el cual trae el bienestar perfecto.
Leemos en Génesis 3:9 que, influenciado por la actividad directa de Satanás, el problema
básico del pecado o separación de Dios nos deja desprotegidos y por ende vulnerables a
la desintegración de nuestro ser. Esto conduce a enfermedades del cuerpo, mente y
espíritu y a la falta de armonía con los y las demás. La alienación de unos y otros, de
nosotros y nosotras mismas y de Dios, viene esencialmente a través de algún tipo de
“errar el blanco” o “error”, que es lo que viene a ser el “pecado”. Si bien no todos los
sufrimientos o enfermedades son resultados de esa “falla” o “error” de la persona
enferma, la reconciliación con Dios y nuestro prójimo, a través del perdón, es el camino
mas frecuente hacia la sanación. Por tanto se necesita la doble tarea de Cristo en la cruz,
la del perdón, reconciliación y redención, y por otra parte, la de sanación y reintegración.
Según el profeta Isaías “por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). La
culpabilidad se enfrenta con el perdón, así como con la sanación de sus consecuencias,
como en el caso del paralítico (Marcos 2:5-12). Cuando el salmista declara “Bendice,
ama mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Es el quien perdona todas tus
iniquidades, el que sana todas tus dolencias”(Salmos 103: 2-3), está afirmando que la
Salvación incluye el perdón moral y la transformación y la destrucción de la enfermedad
y el sufrimiento. En otras palabras, la salvación es la sanación de la persona en su
totalidad a través de Cristo.
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verdadero perdón excluye la venganza (Mateo 5:39), en vez de odiar nos dice “amad a
vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian”
(Lucas 6: 27 y 28). Buscar el perdón, y por ende la reconciliación y la sanación
involucran la confesión. Primeramente, debemos confesarnos ante Dios, quien “es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1ra Juan 1:9).
Después debemos confesarnos con la otra persona. Cristo nos exhorta a que, antes de
servir a Dios o buscar su perdón, debemos primero reparar nuestra relación con cualquier
persona con quien “hemos fallado”, haciendo las paces por medio de la confesión (Mateo
5:23-24). El apóstol Santiago nos insta “Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad
uno por otros” asegurándonos que “la oración de fe sanará al enfermo; y el Señor lo
levantará y si hubiere cometido pecados le serán perdonados (Santiago 5:16, 15). La
reconciliación a veces incluye la restitución como en el caso de Zaqueo, quien le dijo a
Cristo “si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19:8).
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las enfermedades o sufrimiento son el resultado de “errar el blanco”. Algunas iglesias
tienen consejeros de oración especialmente adiestrados, y también integran la oración en
el trabajo del equipo interdisciplinario del Ministerio de Sanación. En la congregación, en
su papel de comunidad de sanación y reconciliación, el servicio de adoración puede ser
un tiempo donde las personas pueden pasar al altar y confesar sus pecados ante Dios y
pedir las oraciones de la iglesia.
Si bien es cierto, casi todos las y los consejeros laicos y profesionales han sido entrenados
en paradigmas occidentales de consejería, todos son concientes de la diversidad sub-
cultural de personas que son de otras tradiciones religiosas y que están abiertos a
prácticas de sanación tradicional, incluyendo aquellas de tinte mágico o supersticioso. Se
enfatiza la importancia de desarrollar habilidades para escuchar a las personas y
permitirles “contar su propia historia” con el propósito de ayudarles a desahogarse,
entenderse mejor y a auto-revelarse. Se hacen esfuerzos para indicar las posibilidades de
empoderamiento para la sanación y la reconciliación al integrar la proclamación del
evangelio en la consejería, tanto a nivel personal como comunitario. A como lo expresa
Burchell Taylor, un teólogo caribeño, “cuando la búsqueda por la libertad de la opresión
social y política se encuentra con el poder redentor del evangelio, se forja un
extraordinario evento de gran momento7.
Estamos descubriendo que podemos recibir y reunir personas al estar con ellos, sea
quien sea o donde sea que estén, y en su momento de necesidad, para así contextualizar
verdaderamente el evangelio de sanación y reconciliación. Dada la frecuente ausencia de
un enfoque formal o sacramentalmente desarrollado en la confesión, perdón,
reconciliación y sanación, estamos buscando encontrar espacios y destellos de
oportunidades en el tiempo, lugar y situación para lograr este “estar con” el uno con el
otro para que Dios habilite el proceso.
El siguiente estudio de caso y viñetas servirá para demostrar algunos de estos esfuerzos.
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quienes brindan consejería pre-matrimonial, un grupo de enriquecimiento matrimonial,
educación para padres y madres y servicios de seguimiento para personas que quieren
presentan sus hijos e hijas en la iglesia. Presentaciones del Mes de la Familia abordan
una variedad de temas relacionados con la vida familiar sana. Se le brinda apoyo y
consejería a parejas no-formalmente casadas en donde por lo menos una persona busca
ser miembro de la iglesia. Estas actividades de promoción de la salud ofrecen
oportunidades para la confesión y la sanación por “errar el blanco” en lo referente al
autocuido o de aquellas personas cercanas a nosotros por nuestros estilos de vida.
La consejera del Centro de Sanación Bautista Bethel nos dice que “el perdón de nosotros mismos
y hacia otros es un tema con el que ha tenido que tratar a menudo”. “ He tenido clientes que han
regresado para contarme que la oración de perdón funciona, se sienten mejor enfocados y pueden
seguir con sus vidas”. Ella nos comparte que como consecuencia de la ausencia de roles presente
en la cultura jamaiquina post-esclavitud, el tema de la “auto-estima” surge una y otra vez. La lucha
por la reconciliación es una de las más fuertes y muchas personas logran triunfar con auto-estima.
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VIH/SIDA refuerza nuestro compromiso de inclusividad total a las personas que padecen
de esta enfermedad a participar en todos los aspectos de la vida eclesial (incluidos el
Bautismo y la Santa Cena) sin discriminarlas y educando a la iglesia de la manera más
amplia posible, proveyendo atención directa y asegurando la participación de personas
con esta enfermedad en la vida de la iglesia.
Las iniciativas de promoción de la salud y chequeos incluyen eventos como las Ferias de
Salud de la Iglesia, la Semana de la Salud y Domingos de Sanación.
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por el Ministerio y nuestro Ministerio de Oración Intercesora es uno de los pilares de
nuestra iglesia.
La iglesia busca como ser una comunidad inclusiva y reconciliadora. Aparte de nuestros
17 empleados asalariados tenemos más de 50 personas voluntarias involucradas
directamente en el Ministerio de Sanación. Muchas mas, provenientes de otras áreas de la
iglesia están también involucradas.
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Durante una cruzada evangelista en una iglesia, un asesino a sueldo, quien bajo amenaza iba
rumbo al suicidio, entró a confesarse con un diácono de la iglesia sin saber que el diácono era un
oficial de policía. Esa noche este joven aceptó a Cristo. El pastor de esa iglesia dijo “nadie me
puede convencer que las personas no tienen conciencia”.11
Conclusión
Todas y todos nosotros quienes somos sanadores, tenemos nuestras propias historias
nacionales, personales y familiares relacionadas con el dolor y la alienación. Pero
también tenemos un Cristo en común que nos sana y nos reconcilia con El y con las y los
demás. El nos reta a que seamos agentes suyos de sanación y reconciliación. Algunas
formas de sufrimiento no son causadas por la alienación de unos con otros. También
estas pueden ser curadas por el dunamis o poder sanador de Cristo a través del ministerio
en misiones. Debemos estar presentes en los “espacios” y “destellos de de oportunidad”
que se presentan inesperadamente y que nos llaman a ser más intencionales en nuestro
“estar con” otros y otras, sean quienes sean y donde sea que estén.
Bibliografía
1
Patterson, Orlando. The Sociology of Slavery, Great Britain, MacGibbon & Kee, 1967,
p. 9.
2
Allen, Anthony E., “West Indians” in Comas-Dias, Lillian & Griffith, Ezra (eds),
Clinical Guidelines in Cross Cultural Mental Health, John Wiley & Sons, 1988, p.327.
3
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2000. p.C11.
4
Ministry of National Security and Justice, Kingston, Informal Communication, 2005.
5
Williams, Lewin L. Caribbean Theology, New York, Peter Lang, 1994 pp.217-218.
6
Allen, E. Anthony, Caring for the Whole Person, Kingston, Whole Person Resource
Centre, 1995.
7
Taylor, Burchell, “ Daily Bible Study 1: Onesimus – The voiceless, powerless, initiator
of the liberating process” in Gregory, Howard (ed) Caribbean Theology: Preparing for
the Challenges Ahead, Kingston, Canoe Press, 1995, p 21.
8
Dick, Devon, Pastor, Boulevard Baptist Church, Kingston, Jamaica, Informal
Communication, 2005.
9
Evans, Maitland, Counselling for Community Change, unpublished thesis, University of
Birmingham, UK, 1999.
10
Edwards, Webster, Director, Operation Friendship, Kingston, Jamaica, Informal
Communication, 2005.
12
11
Gayle, Catherine, Pastor, Providence Methodist Church, Kingston, Jamaica, Informal
Communication, 2005.
12
Vernon, Rachel, Sub-Regional Coordinator, Caribbean Conference of Churches,
Kingston, Informal Communication, 2000.
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UNA PERSPECTIVA ORTODOXA SOBRE
LA CONFESIÓN
Introducción
Muchas personas vienen a confesarse y solo repiten cosas que han leído en un manual
de devociones o que les han dicho otras personas. Cuando un niño viene a confesarse,
usualmente trae una lista, corta o larga, escrita o de memoria, de pecados que ha
cometido. Cuando termina de leer la lista siempre le pregunto: ¿Estas cosas rompen tu
corazón? ¿Sientes que estas cosas están mal dentro de ti? o ¿Hiciste tú mismo esta lista de
confesiones? Casi siempre la respuesta a estas preguntas es “No, mi mamá me dio esta
lista por que estas son cosas que la irritan”. Después, usualmente termino conversando
con la madre del niño. En lo que a este niño concierne, sin embargo, esto nada tiene que
ver con él ya que esta no es su confesión. Son las normativas disciplinarias que el padre
y la madre han establecido, acusaciones en contra suya. Lo mismo pudiera decirse de
personas adultas que vienen con listas de pecados que encuentran en manuales o que les
son sugeridas por sus guías espirituales. Y la respuesta que recibo es la misma: “Esta no
es mi confesión, sin embargo es un desafío que me han planteado”.
Mi siguiente pregunta es entonces “¿Qué sabe de Cristo? ¿Le atrae? ¿Le agrada?
¿Significa El algo para usted? Las respuestas a esta pregunta varían. Algunos dicen “No,
lo conozco de lejos, lo conozco por la iglesia, lo conozco por lo que he aprendido, pero
en realidad nunca tuve una actitud personal hacia El”. A esto yo les digo “Averigüe. Lea
los Evangelios y trate de descubrir cómo era Cristo”.
Después pregunto, “Pregúntese si le simpatiza, ¿Quisiera ser su discípulo, su amigo? Si la
respuesta es “no”, entonces sugiero que comience a pensar sobre su situación en general,
porque si Cristo no significa nada para usted, si no le simpatiza, si El no es la imagen de
lo que quiere ser, entonces tiene que comenzar un largo camino que recorrer. Sin
embargo, si puede decir “¡Sí, me simpatiza, lo puedo respetar y admirar¡” o “ Sí, me
gustaría ser su amigo personal si estuviera aquí!, entonces mi próxima pregunta sería
“¿Sabe lo que es la amistad?
La amistad consiste, sobre todo, en escoger a alguien entre muchos para ser la persona
que estime sobre las demás, alguien a quien admire, alguien por quien estaría dispuesto a
correr peligro o pasar situaciones difíciles; alguien a quien quiere traerle gozo.
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Hágase esta pregunta con respecto a Cristo y pregúntese de qué forma ha tratado durante
la semana, de traerle alegría a nuestro Señor Jesucristo, o de qué manera ha sido una
fuente de dolor para El.
“Lo he amado hasta el punto de darle Mi vida y Mi muerte y no parece importarle. No
por Mi sufrimiento o por Mi muerte, sino por Mi…”
Si esa es la conclusión, comience a re-examinar su estatus como cristiano o cristiana. Si
puede decir “Sí, lo acepto como amigo”, comience a preguntarse cada día, cada día:
¿Han sido mis acciones, pensamientos y sentimientos causa de alegría o tristeza para
Jesús?
Al llegar a la confesión eso es precisamente eso lo que debe traer con usted. Entre la
ultima confesión y la de hoy, esto es lo que he sido: un amigo infiel, un amigo
indiferente, un amigo cobarde, o al contrario, no, lo he escogido como mi amigo y he
estado a su lado…
Cuando venimos a confesarnos, venimos a ver un amigo cara a cara. No venimos a ser
juzgados o condenados. No venimos con miedo de lo que pasará. Venimos al encuentro
con Aquel quien, siendo Dios y estando más allá del sufrimiento y la muerte, optó por
convertirse en Hombre y de asumir sobre Sí mismo nuestro destino humano y ofrendar su
vida por nosotros. Su vida y Su muerte son evidencias de que somos tan amados por
Dios, que podemos acercarnos a El, seamos buenos o malos, con la esperanza que nos
recibirá con brazos abiertos. Si hay alguien que debe quejarse de nuestra inutilidad o
nuestros pecados, es El. Por compasión, por misericordia, por amor-con la disposición,
según lo dijo en una visión que le concedió a un santo, de encarnarse una vez más y
morir una ves más si acaso quedara todavía un pecador en el mundo, ya que El no podría
soportar ver a alguien perecer.
Este es el Dios, el Cristo a quien venimos a la hora de la Confesión – a Quien se nos abre
con Su vida y Su muerte; el que espera a que vengamos a ser sanados, consolados y
apoyados- no a ser condenados o juzgados.
Entonces, ¿Cual es el papel del sacerdote? En la oración que se lee antes de la Confesión,
se dice, hablando del sacerdote, “soy sólo un testigo”. ¿Qué significa eso? ¿Testigo de
qué? ¿Testigo del hecho que has venido? Eso no sería suficiente. Pero si se reflexiona
sobre qué tipos de testigos existen, vemos que hay testigos accidentales, testigos
ocasionales. Si uno está en una calle y de repente ocurre un accidente, se nos pregunta:
¿Vió lo que paso? En esas circunstancias, uno no toma la posición de ninguna de las
partes involucradas, solamente narramos lo que vimos con nuestros propios ojos. Son
otros los toman partido y juzgan.
Hay también otras maneras de ser testigos. A veces puede que un amigo nuestro sea
llevado a juicio y se nos llame a testificar a su favor para salvarle. Este es otro tipo de
testigo.
Finalmente, tenemos el concepto de testigo del cual habla el Santo Evangelio cuando
habla de Juan el Bautista: Como amigo del Novio, el que vino a la boda invitado por el
novio y la novia por ser el más querido, el más cercano a ellos. Este testigo esta aquí
para compartir su alegría, el milagro de su encuentro, el milagro de una bendición que
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vendrá sobre ellos y los convertirá una sola carne inseparable para siempre en el misterio
del amor eterno y divino compartido con ellos.
Esta es la posición del sacerdote. El es llamado por Cristo para atestiguar ante la persona,
el pecador, que Jesús le ama y que está presente y que El no tiene ningún otro deseo o
intención más que asegurar la salvación y el gozo eterno de aquel que ha venido a
confesarse. Este testigo así mismo viene en nombre del pecador diciendo: Cristo, mi
Dios, nuestro Señor, esta persona ha pecado, pero mira, ha confiado en Ti, ha creído en
Ti y todos lo amamos con Tu amor. Estamos listos para dar nuestras vidas por él y así
lograr que se reconcilie y encuentre paz, gozo y unidad contigo, nuestro Señor nuestro
Dios, nuestro Salvador, nuestro Amado.
Cuando vayamos a Confesión, pensemos en estas cosas. Pensemos en la manera que
venimos: no con miedo de ser castigados o rechazados sino con el corazón abierto, listo
para drenarlo de todo mal y toda duda que pueda haber en él. Entonces Cristo nos
recibirá. Nuestra confesión puede que sea para El una nueva crucifixión pero El la acepta,
no la rechaza. No nos rechaza. Venga, abra su corazón y dígale la verdad, sabiendo que
es amado más allá de todo juicio, hasta el punto del sacrificio y la muerte. Su muerte y su
vida-vida terrenal y vida eterna.
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Sucede sin embargo, que hemos pecado ante Dios. Hemos pecado por ser infieles, no en
un pequeño detalle, pero en algo muy profundo. Puede ser un momento que nos haya
separado de manera muy profunda. Recordemos el episodio cuando Cristo se enfrenta al
Sanedrín. Se acercó un sirviente al apóstol Pedro y dijo “Pero éste es uno de los que
estaba con El”. Y Pedro en ese momento tuvo miedo, tuvo miedo de lo que le podrían
hacer por el hecho de ser uno de los que acompañaba a Cristo; y el comenzó a jurar “No,
no conozco a ese hombre”. Pedro no pudo soportar ver por la ventana a Jesús atravesar el
juicio. En ese entonces Cristo volteó la cabeza y vio a Pedro. El Omnisciente Hijo de
Dios no lo escuchó con sus oídos pero se dio cuenta que lo habían negado, que no querían
conocerlo, y que Pedro había preferido la vida y la tranquilidad. Pero esta mirada golpeó
a Pedro en el alma de manera tan dramática que salió llorando del lugar donde estaba.
Este fue sólo un momento de infidelidad radical y atemorizada. Después, cuando María
Magdalena encontró al Salvador en el jardín después de Su resurrección, le dio
instrucciones, “Ve a mis discípulos y a Pedro y diles que He resucitado” porque Pedro no
podía ya considerarse a sí mismo como uno de sus discípulos, él era un traidor. Había
renunciado a Cristo y por eso Cristo lo menciona de manera especial, para hacerle saber
que no lo ha rechazado, que los discípulos habían huido por temor, aunque sin negarlo, a
diferencia de Pedro que sí negó a Jesús y huyó, pero el amor de Cristo se mantiene firme.
Pedro puede entonces verlo cara a cara una vez más. Oh, él puede caer a sus pies,
implorado perdón, pero él sabe que es amado como fue amado durante la época en que le
fue enteramente fiel.
Y también hay momentos cuando llegamos a la Confesión –por cierto uso esta palabra
con cierta reserva, a manera de rutina- porque queremos renovar la cercanía que ha sido
dañada. En esos momentos debemos venir a Cristo sabiendo que somos amados por toda
Su vida y Su muerte, que somos por siempre amados, hasta lo profundo de nuestros
corazones; y que podemos venir, pero para poder ser amigos de nuevo debemos abrir
nuestras almas. Debemos expresarle todo sobre nosotros, para que escuche de nosotros
mismos lo que nos afecta, en qué le hemos fallado como amigos. En este sentido no
debemos recurrir a listas de pecados, ni a buscar pecados específicamente mencionados
en la Biblia que concuerden con los nuestros. Lo que debemos hacer es preguntarnos a
nosotros mismos: ¿En que hemos personalmente pecado contra Dios? ¿En que áreas de
nuestras vidas hemos sido infieles?
Hay manera fácil de hacer esto. Antes que nada, debemos examinar nuestra propia
conciencia y preguntarnos ¿Qué he preferido antes que a Cristo? No daré listas, pero cada
uno de nosotros puede mencionar cosas, situaciones o comportamientos que hemos
antepuesto a nuestra relación con El. Pero aparte de esto, nos podemos preguntar: ¿Qué
soy yo constantemente, invariablemente, como persona? Para contestar esta interrogante
podemos buscar en los Evangelios, no los pasajes que nos acusan, pero aquellos que nos
hagan sentir como los discípulos caminando con Cristo a Meaux: No ardían nuestros
corazones en nosotros mientras nos hablaba en el camino?
Entonces, busquen en los Evangelios pasajes que les hagan sentir este ardor en el
corazón, aunque sea sólo por un momento, pasajes que les toquen las profundidades de su
alma, que les hagan sentir que ustedes y Cristo van caminado hacia Emaús, ustedes y
Cristo, están compartiendo los mismos sentimientos, los mismos pensamientos, pasajes
que les ayuden a sentir que son uno, sí, uno con El, que hay pasajes de los cuales
podemos decir que Sus pensamientos son nuestros pensamientos, Sus sentimientos son
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nuestros sentimientos, que somos uno con El en ese momento. Y cuando de repente nos
damos cuenta que hemos transgredido este momento, que lo hemos pisoteado, lo hemos
rechazado. Significa que hemos renunciado a lo más pequeño, pero quizás lo más sagrado
en nosotros. En un sentido, no importa que hayamos violado algunas normativas, pero en
este contexto, hemos dañado, de manera muy preocupante, nuestra unidad con Aquel que
nos ama. Debemos entonces leer estos pasajes de nuevo, examinarnos a su luz, y
preguntarnos de qué maneras es que hemos perdido nuestra fidelidad, nuestra amistad,
nuestro amor en algo que ya existe, porque de parte de Cristo es algo inalienable, somos
nosotros los que hemos renunciado a eso.
Es eso entonces lo que debemos traer a la Confesión. Y esto, al igual que renunciar a El,
puede ser bastante intimidante.
Así que cuando nos preparemos para la Confesión, recordemos ésto: este es el encuentro
con nuestro amigo más cercano, el amado, con el que deseamos unirnos de la manera más
completa e inseparable para siempre, en la profundidad de nuestra alma. Y hemos
transgredido esta amistad cuando ya existía, que tiene como testigo nuestro corazón,
nuestra memoria y nuestra mente. Cuando recordamos aquellos pasajes que hacen arder
nuestros corazones, nuestra mente se aclara, nuestra voluntad se inclina hacia el bien,
nuestro cuerpo se aquieta, se olvida que es carne, y participa de la sacralización que nos
permite el bautismo al unir nuestra humanidad con la de Cristo. A través de su
acercamiento a nosotros, nos convertimos en recipientes del Espíritu Santo y, a través de
nuestra comunión con él se convierte en el Cuerpo de Cristo, aunque sea de manera
incipiente.
Esto es lo que deberíamos traer a la Confesión. Que Dios nos permita venir de esa
manera y entonces nos podremos arrepentir, podremos ser capaces de no preocuparnos si
hay algún pecado que hemos cometido de pasada, sino que algo se h aroto en mi amistad,
en mi unidad con Cristo, mi Salvador, Amigo y Amado.
D. Confesión y Perdón
Cuando venimos a Confesión, venimos a la presencia de Dios. Pero Dios no es juez: Dios
es nuestro Salvador, Dios es nuestro amigo, el que nos ha amado de tal manera que ha
dado Su vida para que creamos en Su amor y ha dado Su vida para salvarnos de
condenación. Y es a El, como amigo y Salvador, que debemos acudir.
Nos confesamos ante El, abrimos nuestros corazones a El. Le contamos, como lo he
explicado antes, todo lo que nos separa de El; no las listas de pecados formales, sino lo
que para nosotros ha sido la fuente de nuestra infidelidad, lo que nos ha separado de El.
Porque a pesar de las palabras de fidelidad y veneración que expresamos, actuamos de
forma que lo clavamos a la cruz de nuevo.
Mentimos; y creamos un mundo donde sólo la muerte puede triunfar. Rechazamos a
nuestro prójimo y cerramos nuestro propio camino al Reino de Dios porque, al menos
que digamos, “Nuestro Padre y no Mi Padre”, no hay lugar para nosotros en Su Reino.
Entonces le pedimos al Señor su perdón, pero no de manera formal que parezca decir:
“No eres merecedor de Mi amistad pero tengo un gran corazón y te perdono”. No, este no
es el punto. No es ese tipo de perdón el que debemos buscar. Lo que buscamos es una
verdadera reconciliación donde abramos nuestro corazón a Dios y le confesemos todas
las formas en que le hemos sido infieles. No sólo directamente a El, sino también
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indirectamente infieles a nuestro prójimo, nuestros amigos, nuestros familiares o a
cualquiera que nos rodea. La manera en que hemos tratado al mundo que El ha creado,
con desprecio e indiferencia - mundo que El trajo a existencia por su amor.
Cuando hayamos confesado eso, debemos pedirle reconciliación. “Permíteme que seamos
amigos una ves más Señor. Se que no he cambiado todavía. Es solo Tu amistad-
inamovible y fiel- que puede ayudarme a ser diferente. Si me rechazas, si te alejas de mí
ya no tengo razón para cambiar. Estoy condenado. Estoy condenado en este mundo, pase
lo que pase en el mundo futuro.” La única razón por la que puedo cambiar es porque el
Señor dijo: “A pesar de todo, seguiré siendo tu amigo. A pesar de todo, te amo con toda
mi vida y mi muerte. ¿Puedes, en respuesta a este amor, mostrar un poco de fidelidad?
No espero de ti un cambio total e inmediato. Pero si un cambio gradual, paso a paso.
Aférrate a mí y te apoyaré. Te ayudaré, te protegeré, te guiaré y te fortaleceré- pero por
favor cambia. Y cuando recibas perdón en Mi nombre a través del sacerdote, no pienses
que el pasado ha dejado de existir. El pasado no dejara de existir hasta que lo rechaces de
manera que deje de ser parte de ti”.
Esto puede sonar muy raro. Pero vivimos una vida compleja. Recuerdo una mujer que
vino y me dijo no saber cómo vivir. Ella pasaba sus noches enteras viendo en sus sueños
y en sus memorias todo el mal que había cometido en su vida. Fue al medico, le recetaron
pastillas y su situación empeoró ya que sus sueños se convirtieron en alucinaciones. ¿Qué
podía hacer?
Le dije, “Recuerde, Dios nos permite que no sólo vivamos la vida pero que vivamos y
revivamos nuestras vidas, una y otra ves, hasta que todo el mal sea purgado de ésta.
Cuando el mal se levanta del pasado ante nosotros, pregúntese: ahora, con la experiencia
de vida que he adquirido, ¿Soy la misma persona que ha sido en el pasado? ¿Diría las
mismas palabras tan dañinas? ¿Haría esta o aquella mala acción? Si podemos decir
sinceramente: “Oh no, con lo que he aprendido de la vida, ahora, bajo estas mismas
condiciones, nunca volvería a hacer lo malo que hice”. Hasta entonces podremos decir
“Señor, perdona este momento en particular de mi pasado” y sabremos que Dios nos ha
perdonado. Si podemos decir esto con todo nuestro corazón, con toda sinceridad y con
toda la verdad que hay dentro suyo, entonces el pasado ya no regresará.
Así le sucedió a esta mujer, y nos debe suceder a todos nosotros y nosotras. En un
instante no podemos liberarnos de nuestro pasado. Debemos rechazar el mal que hay en
él. Debemos volvernos a Cristo nuestro Dios y prometerle que lucharemos por serle fiel,
pedirle su ayuda y entonces, paso a paso, nos liberaremos del pasado. Esto no significa
que nuestros pecados no sean perdonados, porque perdón significa ser aceptados en amor,
aceptados con ternura por alguien que nunca olvida nuestras debilidades, que nunca
olvida nuestras equivocaciones, porque olvidarlo significaría que nos exponga a la misma
tentación sin darnos protección.
Recuerdo a una mujer que era alcohólica, que fue tratada por mucho tiempo en un
hospital y regresó a casa curada. Y para celebrar su regreso, su familia puso una botella
de vino en la mesa, y este fue el fin porque pensaron que estaba curada, pero no se dieron
cuenta que ella aun vivía con esa vulnerabilidad.
Y así es como nosotros recibimos el perdón de Dios. Sí, nuestro alejamiento de El
termina. Sí, no hay nada que nos separe ya más de El con respecto a su amor y nuestra
búsqueda de El. Pero debemos luchar y cambiar y convertirnos en nuevas criaturas con
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Su ayuda. El perdón no borra el pasado. Lo sana en cooperación con Dios y con nosotros
y nosotras.
Vengamos a la Confesión con este espíritu. Confesémonos diariamente con Dios de
forma sincera: abramos nuestros corazones y hagamos las paces con El. Entremos en
reconciliación y sepamos que ésta indica nuestro compromiso a ser fieles a El y a luchar
contra nosotros mismos, contra el mal y a favor de aquellos a nuestro alrededor a quienes
herimos y a favor de Dios a quien crucificamos.
Reflexionemos sobre esto y entonces, cuando vengamos a confesarnos, la Plegaria de
Absolución tendrá un significado real y verdadero: el restablecimiento de la amistad que
no puede romperse por parte de Dios, pero que fue rota por nuestra parte y ha sido
restaurada en intención. Y esta intención debe ser determinación; esta determinación debe
ser acción y una nueva vida en nosotros y nosotras. Amen
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SANIDAD Y RECONCILIACION DESDE UNA PERSPECTIVA
PENTECOSTAL AFRICANA
Estos tipos de iglesia no han formalizado sus tradiciones de forma escrita. La mayoría de
ellas se manejan de forma oral o se presentan de manera narrativa. De hecho, leer una
liturgia formal u oración no se considera espiritual en estas iglesias. Sin embargo, las
practicas de dichas iglesias son similares no solamente a las de otras iglesias
Pentecostales en África, sin también a las de iglesias Pentecostales en otras partes del
mundo. Dentro de la comunidad Pentecostal, la iglesia es vista como una comunidad de
sanación. Los servicios Pentecostales son conducidos de manera tal que pueden inducir a
acciones espontáneas de confesión, sanación, liberación espiritual y reconciliación.
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La oportunidad de expresarse en voz alta o baja, individual o colectivamente, con la
esperanza que Dios responderá, es en sí una experiencia terapéutica. Enriquece la vida
espiritual de las personas para ayudarles a enfrentarse a situaciones prácticas de la vida
con fortaleza y esperanza. Este tipo de adoración corporal a menudo se basa en pasajes
como 1ra Corintios 14:26 y Efesios 5:19. Otros pasajes como 1ra. Juan 1:9, Hebreos
10:22 y el Salmo 51, se mencionan como las bases bíblicas que estimulan en las personas
la necesidad de confesión.
Durante el período de testimonios la gente habla sobre sus experiencias cotidianas, sus
problemas, sueños, sufrimientos y éxitos. A veces hay personas que confiesan sus
pecados abiertamente a la congregación. El pastor o persona que preside el culto puede
optar por proponer a estas personas que expresen su situación en privado, especialmente
si se trata de asuntos delicados. A través de lo comprendido a través de estos testimonios,
los líderes se dan cuenta de las necesidades básicas de miembros individuales en la
congregación en los ámbitos de salud, problemas familiares y desempleo. Al final de
estos servicios se ofrecen oraciones intercesoras a favor de los miembros que han
expresado sus problemas y a algunos se les invita para que vean al pastor, anciano o a
líderes en la iglesia para que reciban consejería. En algunos casos, el pastor o anciano dan
seguimiento a personas con problemas particularmente difíciles y les brindan servicios de
consejería y sanación en sus hogares o centros de trabajo.
La prédica durante el servicio se elabora de manera tal que responda a las necesidades de
la congregación. Se afirma en la prédica el hecho que hay problemas en la vida cuya
resolución depende de la salvación de Dios. La mayoría de sermones en iglesias
Pentecostales se concentran en el poder de Cristo para salvar y también liberar a la gente
de los traumas de su vida y del poder de Satanás. Después de la prédica se da oportunidad
a las personas que necesitan sanación o la resolución de algún problema en cualquier área
de sus vidas para que pasen adelante y orar por ellos. Para esto el pastor puede que llame
a los ancianos o ancianas de la iglesia para que se unan en oración con él por los y las
suplicantes. Seguidamente, el pastor informa a aquellos o aquellas que quisieran hablar
con él personalmente que se comuniquen con él después del servicio. La prédica, que
reconoce los problemas de la gente sin condenar sus creencias y miedos, pero que
prescribe soluciones a sus problemas a través de la palabra de Dios, es terapéutica. Así
mismo, la oportunidad de pasar adelante para que se ore por ellos y ellas, y la
oportunidad de hablar con el pastor después del servicio, tienen valor terapéutico; les da a
estas personas una sensación de auto-valoración.
22
historias le permite a la gente escucharlas en voz alta, explicar y ofrecer razones que
expliquen su comportamiento. Esto posiblemente les ayude a formarse una visión más
objetiva de quienes son a la luz de las complejas situaciones de sus vidas. Hallar a una
persona que les escuche y les entienda puede ser una gran fuente de alivio. El papel del
pastor en estos casos es el de escucha y de estimulador. Cuando el pastor juega bien estos
papeles, demostrando mucha sensibilidad y cuidado, a través de preguntas y mostrando
gran interés por medio de su lenguaje corporal, los individuos con problemas desarrollan
la suficiente confianza para brindar información más significativa sobre su situación u
otros posibles asuntos hasta ese momento sin explicación. A veces las ansiedades,
miedos, preocupaciones, sentimientos de culpa, sufrimientos, amarguras, soledad y
errores salen todos a la vez. Este proceso ayuda inicialmente a desahogar la tensión y las
presiones de personas muy angustiadas.
El pastor entonces comienza a interpretar y descubrir cuales son los remedios apropiados
para dicha persona. Es aquí donde el papel espiritualmente significativo del pastor o líder
cobra relevancia. El o ella debe ser capaz de demostrar la gracia o sabiduría en una
decisión sabia, desplegar el poder de hablar o actuar proféticamente con respecto a la
situación. El hablar de manera profética en relación a la situación existente capacita al
pastor o pastora para expresar a la persona si su problema es físico, espiritual o de ambas
naturalezas. Valorar el problema como de naturaleza física seria, por ejemplo, decirle a la
persona que necesita ver al médico, confesar un pecado, perdonar a una persona ofendida
o pedir disculpas. Por otro lado, sugerir que la situación de una persona necesita del
poder de la oración o de un exorcismo, es identificar el problema como espiritual.
Recomendar a una persona que visite un medico además de ponerse en oración, es un
ejemplo de de una situación diagnosticada ambas como física y espiritual. Es aquí donde
el concepto Africano de salvación se intercepta con el de la teología Pentecostal. En
muchos de los pueblos Africanos, el concepto de salvación incluye gozar de buena salud,
prosperidad, protección de los malos espíritus, confianza y seguridad. En el Cristianismo,
el término salvación se ha convertido en una palabra técnica que describe la acción de
Dios para liberar a los hombres y mujeres del pecado y sus consecuencias y así traerlos a
una situación donde estos experimentes de Sus bendiciones (Hechos 26:18, 2 Cor. 5:18-
19 y Salmo 44:7). El concepto Pentecostal impulsa esto aun más allá al incorporar la
perspectiva Africana en la cual la salvación incluye a Cristo con las agencias o fuerzas
supernaturales y humanas que militan contra la salud, paz, bienestar y prosperidad
integral de las personas (cf. 3 Juan 2; Mat. 9:20-21; Mat. 8:25; Deut. 20:4). Se asume que
es la responsabilidad del cristiano el procurarse de estos dones de Dios por medio de la
oración (Juan 16:24).
Por tanto, para muchos Pentecostales, es la oración que ofrece el pastor la que hace que
los doctores tengan éxito al curar a las personas enfermas, que los medicamentos sean
efectivas o que los negocios sean exitosos. De nuevo, se percibe que son las oraciones de
los y las creyentes las que rompen el poder del mal para permitir que las personas dentro
de una comunidad vivan en paz o se reconcilien unas con otras. Cuando hay un conflicto
entre la población de una comunidad o cuando suceden tragedias de origen humano o
natural tal como un asesinato, una muerte accidental o una sequía, el pastor puede ser
llamado para que se pronuncie (aconseje u ore) sobre la situación. Se considera al pastor
23
como un instrumento del poder de Dios y por lo tanto un guía espiritual que lleva a las
personas por el camino correcto.
El pastor o pastora puede referir algunos de los casos de personas con problemas físicos o
psicológicos a profesionales calificados entre la congregación, si hay algunos. Estos
pueden ser mujeres u hombres educadores, consejeros matrimoniales, maestros,
promotores de salud comunitarios o negociantes. Ella y ellos vienen a jugar un papel de
consultores, cada uno en su área de especialidad. Aquí la iglesia crea una situación en la
que permite a sus miembros sentirse libres para ser quienes realmente son como personas,
por medio de la expresión de sus experiencias, miedos y ansiedades sin sentirse
intimidados o avergonzados. Esta experiencia es terapéutica en sí misma.
Para aquellos cuyos casos son de índole espiritual y psicológica, el pastor puede
profundizar aun más en la situación al hacer preguntas a la persona con el fin de orar por
su sanación. A veces el pastor puede hacer esto por sí solo o junto con un grupo de
personas que son consideras con dones especiales en dicho campo.
Si por ejemplo el caso se considera de orden espiritual y la persona aquejada piensa que
hay influencias demoníacas, el pastor inicialmente aceptaría el punto de vista de la
persona y después investigaría más a fondo. Si tras una interacción razonable con la
persona, el pastor concluye que el problema es diferente, por ejemplo de origen
psicológico, él o ella debería ser capaz de ofrecer la consejería necesaria a la persona
hasta que ésta llegue a un entendimiento que facilite su sanación. El caso de estudio
presentado al final de este trabajo es un ejemplo de esta situación.
24
Ya que la consejería incluye un “proceso deliberado de cuido y exploración con una
estructura definida y objetivos mutuamente acordados y se da dentro de la tradición,
creencias y recursos de la comunidad de fe que los rodea y apoya” la fe y presuposiciones
de la gente que viene buscando la consejería deben ser tomadas con seria consideración.
Por tanto, si la gente cree que sus problemas son causados por fuerzas demoníacas, se
pueden llevar a cabo exorcismos. Desde la perspectiva Pentecostal, si el consejero o
consejera tiene el discernimiento o un entendimiento profético claro, el cual debe ser
aceptado por la persona afectada, se hace un exorcismo.
25
Eucaristía, de otra manera, los miembros de la congregación estarían participando
indignamente de esta celebración lo cual tiene consecuencias serias (1 Cor. 11:27-32).
Este artículo ha ilustrado como dentro de los círculos Pentecostales Africanos la iglesia
misma es vista como una comunidad de sanación, donde la participación corporal y
litúrgica es el eje de este proceso. El servicio es tan flexible que puede llegar a incluir
todas las actividades cristianas posibles. La oportunidad de confesarse, ver al pastor para
consejería y el ser objeto de la oración intercesora de la iglesia, por ejemplo, forman parte
del servicio. La salvación se presenta como una condición que incluye el bienestar total
de la persona, como en el restablecimiento de una correcta relación con Dios, el perdón
de los pecados, la salud y la continua liberación del creyente de los poderes del mal a
través de la oración. La confesión es hecha ambos a nivel privado y público.
Caso de Estudio
Una sesión de consejería que tuve con una mujer a quien llamaré Akosua ilustra la
importancia de la atención pastoral cuando una persona se siente inútil y sin esperanza.
Esta muchacha creció en un hogar muy religioso y siendo joven inició una relación con
un muchacho que resultó en la pérdida de su virginidad. Desafortunadamente, el joven
con quien se involucro rompió el corazón de Akosua al cortar el noviazgo después de
conocer a otra muchacha, aun cuando estuvieron muy cerca de contraer matrimonio.
Para empeorar las cosas, Akosua dijo haber sido violada por un amigo de su ex – novio
cuando ella todavía no tenía novio.
Alrededor de esta época Akosua comenzó a tener visiones de criaturas indescriptibles que
tenían relaciones sexuales con ella. Dichas visiones ocurrían mientras ella dormía la
siesta, dormitaba en la iglesia o iba caminando por la calle. Estas criaturas aparecían y
tenían relaciones sexuales con ella. Akosua llego a sentir que podía morir en cualquier
momento. Se había orado con ella, le habían practicado exorcismos y había sido puesta
en ayuno por varios días y semanas en diferentes iglesias y campos de oración por
personas consideradas como “grandes hombres y mujeres de Dios”, pero todo sin
resultado. Akosua no sabía ya si era una mujer normal o si se había convertido en una
bruja.
26
Mientras nos contaba su historia a mi asistente y a mí, la notamos sumamente insegura.
Parecía estar muy confundida e insegura sobre su vida y su futuro. Pero su problema es
en realidad muy común en mujeres jóvenes provenientes de círculos carismáticos o
Pentecostales. Habiendo sido criada en un hogar cristiano y con una actitud
perfeccionista hacia la vida pero siendo también una mujer de naturaleza apasionada,
Akosua siempre tuvo un conflicto, aparentemente irreconciliable, entre la sexualidad y la
ética Cristiana. Ella era también vulnerable a la explotación y abuso de hombres jóvenes
que se aprovecharon de su inexperiencia.
La interpretación hecha de las imágenes descritas por Akosua indica que era una “mujer
vulnerable” que es sexualmente dominada, engañada y obligada por la fuerza masculina a
practicar actos terribles. Se le obligaba a hacer cosas inmorales repetidamente y después
se le desechaba. Si bien ella sabía que eso no era correcto, tomó parte en dicho acto, lo
aceptó, pero después lo rechazó. Como mujer en una sociedad Africana, ella no podía
actuar sexualmente agresiva, lo único que podía hacer era reprimir sus sentimientos. Sin
embargo, reprimir sus sentimientos le estaba causando comportamientos compulsivos.
Esto podía diagnosticarse como un desorden obsesivo-compulsivo con síntomas de estrés
postraumático. Esta es una condición en que la persona sufre de pensamientos
recurrentes, recuerdos traumáticos, se siente obligada a repetir ciertas acciones y tiene
memorias imprevistas de recuerdos traumáticos. Las imágenes indescifrables que
describe Akosua ilustran claramente dolorosas memorias que casi la consumen. Las
figuras indescriptibles que siempre están listas para aprovecharse de sus necesidades
sexuales indican tal vez su deseo de tomar control de su vida de manera que todo lo que
pase en su futuro sea totalmente por su decisión.
Le recordé a Akosua que Dios la amaba y que El no la había rechazado por su condición.
Le explique que su deseo sexual era común en toda persona normal. Le dije también que
era una persona como todas las otras y no una bruja y que lo que atravesaba le sucedía a
otras personas. En este momento la miré respirar aliviada y sonreír mucho. Le explique
también que Dios le ayudaría a tratar estos impulsos lascivos y el sentimiento de
vulnerabilidad que le aquejaba. Le dije que Dios le liberaría con su cooperación. Le dije
también que, si así lo deseaba, le explicaría su situación al pastor de su iglesia, quien
entonces podría brindarle consejería frecuentemente por algún tiempo, o pedir que uno de
27
los diáconos o diaconisas lo hiciera. Akosua aceptó mi sugerencia y pidió que informara
a su pastor al respecto. Los pasajes bíblicos que leí con ella antes de orar fueron Rom. 5:
6-11 y Juan 6:37.
28
CUIDADO PASTORAL PROTESTANTE EN NORTE Y LATINOAMERICA
29
personas y resistir la tentación de atribuir sus problemas a su falta de fe personal
o auto-disciplina.
Escuchando y Proclamando
Confesión y Perdón
30
nuestra tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los
que están en cualquier tribulación”. 2 Corintios 1:4.
4. El perdón y el empoderamiento son centrales en el evangelio de Cristo.
Cuando somos vulnerables dentro de una comunidad Cristiana confiable,
aprendemos a tomar responsabilidad por nuestros propios sentimientos y
conductas para poder ser perdonados por la comunidad y por Dios. Sin
embargo, los sistemas de opresión se alimentan de la falsa culpa de
aquellas personas que son vulnerables. Ser víctima de violencia causa
angustia y no culpa, esta angustia debe ser enfrentada a través de la
educación y el empoderamiento. En la presencia de esta angustia los
consejeros y consejeras pastorales no ofrecen perdón, sino la vindicación
para que la persona pueda liberarse del yugo de la opresión. Aprender a
distinguir culpa de angustia es parte del arte de la consejería pastoral.
“Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y
cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y
aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán
descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy de llevar
son ligeros.” (Mateo 11: 28-30, DHH). Dios responde a la culpa y la
angustia con compasión y poder de sanación.
Sanación y Salvación
31
7. El sistema familiar es importante para entender el lugar de cada individuo
en el drama familiar. Las y los consejeros pastorales estudian
genogramas o mapas familiares para descubrir patrones de salud y
disfunciones en familias extendidas. Los cambios en los individuos se dan
cuando las relaciones familiares son analizadas y los conflictos
comprendidos. Las historias del Génesis muestran cómo la vida humana
es un producto de nuestras relaciones familiares, y el Nuevo Testamento
llama a la iglesia a ser como una familia, el cuerpo de Cristo. 1 Cor. 12
8. El contexto social y económico determina gran parte de la experiencia,
expectativas y recursos de las personas al enfrentar situaciones de
opresión. Muchas personas pobres de la clase trabajadora en los
Estados Unidos enfrentan situaciones muy difíciles de opresión, violencia
de género y cambios culturales. Se les debe enseñar a las y los
consejeros pastorales a hacer un cuidadoso análisis social para poder
ayudar a las personas en su lucha por ser seres humanos en medio de
las fuerzas sociales deshumanizantes. Jesús y los Profetas llaman a la
iglesia a luchar por la justicia social para que las personas no sean
oprimidas por las fuerzas malignas. El cuidado pastoral puede ser una
fuerza de la justicia al proveer crecimiento y empoderamiento para las
personas en su lucha por la vida que Dios les prometió.
8
Panorama Social de América Latina (2004). Naciones Unidas: Comisión Económica de Latino
América y el Caribe. Capítulo 1.
32
salario no es suficiente para mantener a toda la familia. Como resultado de
eso, muchas veces los hijos e hijas no son cuidados apropiadamente. En la
mayoría de estos países la educación no es obligatoria y el trabajo infantil es
muy común. Esta es una parte del continente que tiene una de los
porcentajes más altos de adolescentes embarazadas en el mundo. América
Latina es una región donde abunda la violencia estructural y callejera,
además de la violencia doméstica.
Escuchando y Proclamando
33
3. A veces la consejería implica animar a las personas a rebelarse contra el
estatus quo de injusticia. El consejero debe apoyar los esfuerzos de
protestar contra las condiciones injustas y desempoderantes. Otras
veces, el escuchar respetuosa y empáticamente a mujeres, niñas, niños,
jóvenes y hombres que no tienen quien les escuche puede ser suficiente
para aumentar su autoestima, para empoderarles y ayudarles a cambiar
sus propias vidas. Las mujeres en particular, cerca del 80% de la
membresía de las iglesias, necesitan ser escuchadas cuidadosamente.
¿No puede ser este acompañamiento la verdadera proclamación del
evangelio?
Confesión y Perdón
1. Es muy fácil para los agresores “confesar sus fallas” sin arrepentirse
realmente. Aunque en la tradición Protestante la confesión no tiene la
misma importancia que en las tradiciones Católicas y Ortodoxas, muchas
veces es practicada, sobre todo en las denominaciones Pentecostales. En
la cultura machista de América Latina, donde la violencia domestica
afecta al menos a la mitad de todas las mujeres en relación de pareja, la
mayoría de los pastores son varones y muchas veces coluden con los
agresores perdonándolos rápidamente cuando “confiesan” su agresión.
34
Sanación y Salvación
35
a una familia necesitada de la congregación. Esta es otra forma de la
iglesia de proclamar el evangelio y contribuir a la salvación de todas y
todos los miembros.
Conclusiones
Donde hay pecado y maldad en el mundo, hay personas lastimadas cuyas vidas
están siendo amenazadas por la violencia, la depresión y la explotación. La
consejería Pastoral en Norte y Latino América es un ministerio sanador y
profético. La consejería Pastoral es sanadora porque nace de la empatía por las
personas que tienen luchas internas con sus propias limitaciones y pecados.
Ellas necesitan estar rodeados de personas empáticas que puedan ofrecer
sabiduría y apoyo al encontrar la sanación interior y una fe renovada.
Bibliografía
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Rebirth of Hope. Cleveland, Ohio: United Church Press, 1999.
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Transition. A New Pastoral Care. Minneapolis: Fortress Press, 1991.
36
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Approach to Pastoral Care and Counseling. Nashville: Abingdon, 1992.
Isasi-Días, Ada María. Mujerista Theology. New York: Orbis Books, 1996.
Kelcourse, Felicity, editor, Human Development and Faith. St. Louis: Chalice
Press, 2004.
37
LA NECESIDAD DE ORIENTACIÓN ESPIRITUAL Y SU PRÁCTICA
En los tiempos actuales, las personas dudan en depositar sus creencias en una
tradición o autoridad específica. Ellos y ellas experimentan el mundo de varias
maneras y no son muy proclives a fundamentar sus creencias en las doctrinas o
autoridades tradicionales de la religión institucionalizada. Tratan de encontrar la
“Roca” interior de su fundación como personas, no aquella que descansa en la
autoridad tradicional, sino aquella basada en sus experiencias personales. Sin
embargo, tienen el temor de aceptar sus experiencias personales sin dudarlas.
La razón es que, si bien es cierto, todas las personas tenemos experiencias
personales interiores, no todos tienen la capacidad de describirlas en términos
objetivos, por tanto, puede ser difícil para ellos y ellas entender lo que son, lo
que significan y qué mensajes espirituales conllevan. Por otra parte, uno puede
describir dichas experiencias en palabras, pero para poder convertir las
experiencias en oportunidades importantes para mantener el crecimiento
espiritual de la persona, la persona debe darle significado continuamente a estas
experiencias. Por tanto, se necesita de manera crucial la orientación espiritual
personal y específica.
38
algo que está dentro de mí”11. Las personas deberían de tener esto en mente
para poder sustentarse espiritualmente. Debemos ayudar a esta generación
introvertida a enfocarse hacia Dios, quien vive en ellos, para que sepan cómo
“expresar en palabras” lo que sucede en sus corazones y puedan dar nombres
específicos a estas experiencias internas para entonces poder entenderlas.
Las personas de estos tiempos son muy sensibles en relación a sus heridas
internas. La competencia entre ellas parece no tener fin, lo cual crea a menudo
profundos sentimientos de fracaso y desesperación. Al mismo tiempo, parecen
perder cada vez más confianza en el futuro. Preguntas como ¿Quién soy?,
¿Qué debo hacer? o ¿Me estoy volviendo loco?, indican que las personas
desesperadamente necesitan validación de su identidad y sus vocaciones.
También están muy interesadas en curar sus heridas emocionales. Comprender
la psicología profunda se ha vuelto sumamente popular entre las personas
competitivas y egocéntricas. Quieren entenderse ellos y ellas mismas interna y
psicológicamente. Para aquellos que vivieron en tiempos pasados, sus vidas
estaban dirigidas de manera colectiva mientras que para las personas de hoy,
cada decisión que toman exige más responsabilidad, por tanto llevan más
cargas mentales en sus vidas. Como guías, debemos ayudar a esta generación
a descubrir el misterio de la intervención divina en su ego y a encontrar sus
propias identidades.
Los problemas espirituales se basan en nuestra existencia, pero van más allá de
nuestro subconsciente. Atañen a una preocupación con lo que esta mas allá de
11 Henri J. M. Nouwen, The Wounded Healer: Ministry in Contemporary Society(New York: Doubleday & Company, Inc, 1972) pp. 27-29.
12 Thomas N. Hart, The Art of Christian Listening (New York: Paulist Press, 1980), pp. 32-33
39
nuestra realidad material. La orientación espiritual se enfoca en la relación entre
la persona y Dios más que con la relación mental con un guía espiritual13. El o la
guía espiritual adquiere el papel de partera o intermediario entre el Espíritu
Santo y la persona14.
Los psicólogos y psicólogas creen que toda persona posee factores mentales
determinantes que se forman durante la niñez. Por ejemplo, la confianza y la
desconfianza, nuestra auto-imagen, los temores profundos o aficiones
personales y las actitudes hostiles se forman durante nuestros primeros años.
Según la patología mental, todo termina o sanamente o disfuncionalmente.
Estos factores afectan el crecimiento espiritual de varias maneras, pero no son
los factores que determinan el grado de crecimiento espiritual. Generalmente se
asume que la persona que ha cultivado la confianza básica desde su niñez es
más propensa a desarrollarse espiritualmente mejor. Pero esto no siempre es
así. De hecho, las personas que no tienen esta confianza básica no confían en
ellas mismas y tienden a ser presa de la desesperación profunda. Sin embargo,
este tipo de desesperación puede ser la puerta de entrada para aprender a
esperar en Dios. Cuando uno no parece confiar en nada específico, se vuelve
más fácil abandonarse ante Dios, quien transciende todo entendimiento con Sus
realidades milagrosas. Esto es así porque para aquellos que están en un estado
de desesperación extrema, el suicidio es la única alternativa si no se rinden a la
gracia de Dios15.
13 General G. May, Care of Mind, Care of Spirit: A Psychiatrist Explores Spiritual Direction (San Francisco: Harper Collins Publisher, 1992), p. 54.
14 John Horn, Mystical Healing: the Psychological and Spiritual Power of the Ignatian Spiritual Exercises (New York: the Crossroad Publishing Co.,
1996, pp. 139-140.
15 Gerald G. May, op.cit, p. 65
40
aspectos más profundos que los factores psicológicos. Es por esto que debemos
evitar aceptar factores psicológicos individuales cuando aparecen. Estos pueden
ser de mucha ayuda si se entienden plenamente y se usan correctamente.
41
El conocimiento básico para una orientación espiritual más detallada son las
experiencias en oración en un cierto periodo de tiempo bajo la orientación del
guía. La meta de la orientación espiritual Cristiana es ayudar y asistir a la
persona a interiorizar la vida de Cristo, que se ha convertido en una Persona en
toda su totalidad, y responder a su llamamiento de vida. El material de oración
más adecuado serian los Cuatro Evangelios que contienen la vida de Jesús en
detalle. Para poder dar una respuesta adecuada al llamamiento de Cristo y Su
invitación a Su Reino, se necesita la purificación interna antes que nada. Para
alcanzar esta purificación, las personas deben probar la gracia de Dios que le ha
sido dada a través de toda su vida. En vez de enfocarse en la clasificación
cronológica del tiempo, es importante que se concentren en los eventos más
impactantes de sus vidas y vean la gracia divina en sus vidas desde el punto de
vista de Dios. En este proceso, la oración significa mantener una compañía
activa con Dios al analizar experiencias pasadas bajo la luz del Espíritu Santo.
La meta directa es ayudar a las personas a experimentar el amor de Dios y la
indirecta es ayudarles a tomar conciencia de actos pecaminosos concientes o
inconscientes en sus vidas. De la misma manera, el guía espiritual ayuda a la
persona a analizar su vida pecaminosa de manera sucesiva. Durante este
proceso, el guía espiritual alienta a la persona que busca saciar su sed espiritual
y batalla contra la desesperación y sentimiento de fracaso. Entonces el guía les
ayuda a arrepentirse, específicamente de su vida pecaminosa y corrupta, en la
luz positiva de Cristo.
42
mutua enriquecida. Al pasar por todo esto, el ser interior de la persona se vuelve
transparente, sanan las heridas de su corazón y se vuelven receptivos hacia el
llamado del Señor. Ellos y ellas logran darse cuenta de lo que es una vida
apostólica, lo que es el llamamiento de Jesús y como responder a este
llamamiento. Estas personas transforman su ser interior y comienzan a buscar
una vida unida con el Señor. Si la persona desea seguir a Jesús más de cerca,
llega a experimentar de manera más profunda el sufrimiento y muerte del Señor
en la cruz, así como su Resurrección y su Gloria. La persona deberá orar
diariamente a una hora específica y su guía espiritual deberá hacer su
supervisión por lo menos una o dos veces a la semana, por medio año o un año
completo, de mutuo acuerdo.
Ellos sabían “teóricamente” que debían entrenarse para tener una relación
continua con el Señor, pero después de este proceso lograron “sentir” de
manera personal esta relación. Los y las estudiantes se dieron cuenta que una
persona de oración es alguien que camina con el Señor incesantemente y cultiva
una relación con El. Ellos ansían estar cada vez más cerca de Dios.
Por años las personas tienen sentimientos inciertos acerca de Dios. En la mente
de muchas personas, Dios es alguien que exige sacrificio y una devoción
interminable. Sin embargo, cuando un estudiante pasa por este proceso de
orientación espiritual, se da cuenta que esto no es así; que muchos prejuicios
acerca de su relación con Dios tienen que ver más con una visión distorsionada
43
originada por su mala relación con su propio padre terrenal, que con la
verdadera naturaleza de Dios. Los y las estudiantes se dan cuenta que Dios no
siempre exige de la misma manera que exigen padres terrenales, sino que es el
Redentor que los libera y que perfecciona toda relación. Al darse cuenta que lo
que Dios quiere es sanar la relación con sus padres terrenales, los estudiantes
se comprometen a vivir una vida diferente.
44