Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Edicion y Anotacion de Textos Coloniales Hispanoam

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 34

EDICIÓN Y ANOTACIÓN

DE TEXTOS COLONIALES
HISPANOAMERICANOS

I. A R E L L A N O , J. A . R O D R Í G U E Z G A R R I D O (EDS.)

Universidad de Navarra • Iberoamericana «Vervuert • 1999


P R O B L E M A S E N LA E D I C I Ó N Y A N O T A C I Ó N D E LAS
C R Ó N I C A S DE INDIAS

Ignacio Arellano Ayuso


Universidad de Navarra

1. La e n o r m e floración de textos surgidos e n t o r n o al gran episo-


dio del descubrimiento del N u e v o M u n d o n o ha t e n i d o hasta ahora
una fortuna condigna a sus dimensiones e importancia histórica, lite-
raria y cultural. En lo que se refiere al cimiento primordial de su e d i -
ción el panorama es m u y variopinto, nada sistemático, y e n general
m u y necesitado de investigación.
R e c o n o c i e n d o q u e hay algunas ediciones y trabajos m u y m e r i t o -
rios, y q u e los límites de una revisión c o m o la presente obligan a
ciertas simplificaciones y seguramente injusticias p o r las q u e desde
ahora pido disculpas, el conjunto global deja, en t o d o caso, muchas
oportunidades para los estudiosos, sin que la ocasión del Centenario
de 1992 haya supuesto apenas n i n g u n a modificación apreciable e n el
avance científico de este campo.
En dos trabajos interesantes y q u e apuntan algunas d e las cuestio-
1

nes de las que trataré, los profesores Delgado y del Pino señalan q u e la
edición de las crónicas ha sido generalmente terreno de historiadores,
atentos a las dimensiones documentales de las crónicas c o m o fuentes
de datos primarios, y m u y p o c o preocupados por el texto en sí, lo que
tiene «graves repercusiones. En efecto, m u y pocas de estas ediciones
pueden ser consideradas ediciones críticas, y lo que es peor, muchas de
ellas n o son ni siquiera fiables. El texto que en ellas se ofrece es d e
procedencia más que dudosa, pues raramente se cotejan primeras
ediciones y manuscritos originales. N o se incluye, pues, n i n g ú n tipo

1
D e l g a d o , 1 9 9 0 , pp. 1 6 9 - 7 5 , y del P i n o , 1997.
46 IGNACIO ARELLANO AYUSO

de variantes. Además el texto se ha m o d e r n i z a d o a capricho del edi-


tor» . 2

D e esta poca preocupación p o r la crítica textual se hace e c o Fer-


m í n del Pino, que se percata, aunque su campo profesional sea la
antropología, de la importancia fundamental d e este trabajo básico de
la depuración y fijación d e los textos. C o m o intentaré mostrar ense-
guida, las mismas interpretaciones históricas o reflexiones a n t r o p o l ó -
gicas n o p u e d e n fundamentarse satisfactoriamente sin u n trabajo filo-
lógico riguroso que permita disponer de textos limpios y con un
aparato de notas conveniente.
Del estado de la cuestión da idea el hecho de que en el trabajo alu-
dido d e Fermín del P i n o , c u a n d o se quieren mencionar ediciones
críticas actuales y disponibles d e crónicas indianas, sólo se citen p r o -
piamente dos q u e obedecen a los imperativos científicos d e definición
de criterios, seguimiento d e normas ecdóticas, etc.: la de las Cartas de
relación de H e r n á n Cortés, hecha p o r Ángel Delgado, y la de los Nau-
fragios d e Cabeza de Vaca, hecha p o r P u p p o - W a l k e r . Dos textos 3

famosos, nucleares, importantísimos y q u e podrían haberse editado


críticamente hace m u c h o tiempo.
Q u i z á convenga detenerse u n m o m e n t o en estas dos ediciones,
que resultan, efectivamente, significativas. Mientras Delgado opta por
la modernización, explicando sus razones (luego volveré sobre esto),
P u p p o - W a l k e r conserva las grafías de su texto base, la edición de
Valladolid d e 1555. A m b o s ofrecen aparato d e variantes y notas e x -
plicativas. La edición d e D e l g a d o es m u y elogiable; la d e P u p p o -
Walker falla bastante en las notas explicativas, lo q u e muestra un
e n t e n d i m i e n t o del texto algo confuso en ocasiones. P o n d r é algunos
ejemplos de este p r o b l e m a q u e afecta a la edición del profesor de
Vanderbilt . 4

E n la descripción del huracán q u e sorprende a Cabeza de Vaca en


P u e r t o d e la Trinidad dice el cronista que «la tierra q u e d ó tal q u e era
gran lástima verla; caydos los árboles, quemados los montes, todos sin
hojas ni yerua», pasaje q u e el editor interpreta c o m o hipérbole seña-

2
D e l g a d o , 1 9 9 0 , p. 1 6 9 .
3
V e r Cortés, Cartas de relación, e d . A . D e l g a d o , 1 9 9 3 y Cabeza de Vaca, Nau-
fragios, ed. P u p p o - W a l k e r , 1 9 9 2 . E n l o q u e sigue citaré de m o d o abreviado; para
los datos c o m p l e t o s de las e d i c i o n e s q u e m a n e j o remito a la bibliografía final.
4
V e r las p p . 1 8 4 , n o t a 4 2 ; 2 2 1 , n o t a 2 8 0 ; 2 2 2 , n o t o 2 8 4 ; 2 4 4 , noto 4 5 0 ; 2 6 6 ,
nota 5 8 7 ; 2 7 0 , nota 6 1 2 ; 2 7 5 , nota 6 5 6 , e t c .
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 47

lando que «debe leerse la expresión [quemados los montes] con sentido
figurado que alude hiperbólicamente a la destrucción causada p o r el
huracán», interpretación errónea q u e surge de entender montes c o m o
'elevación orogénica' y n o c o m o lo q u e significa e n el texto 'floresta,
bosque, vegetación' , q u e m u y bien p u e d e quedar «quemada» 'seca'
5

por el v i e n t o . E n otra ocasión se queja el narrador de la fortuna en


6

que se ven y el editor observa una paradoja, ya que aluden «al infortu-
nio extremo q u e padecían», sin que haya, claro está, paradoja alguna,
ya que fortuna en el Siglo d e O r o p u e d e significar precisamente ' i n -
fortunio' c o m o en el título del famoso Lazarillo, que cuenta sus fortu-
nas y adversidades. N o hay q u e señalar, pues, semejantes flores retóricas
en el texto cronístico, c o m o t a m p o c o hay errata alguna e n el pasaje
«temiendo que en el c a m i n o alguno n o muriesse», d o n d e n o c o m -
prende el uso expletivo del adverbio no, usual en la lengua de la época
con verbos de t e m o r . R e s u l t a extraño q u e P u p p o - W a l k e r explique
7

también la palabra «recordar» en el pasaje «si alguna vez podíamos


dormir recordáuannos a palos para q u e tornássemos a encender los
ruegos» c o m o «nos castigaban a palos. Recordar, excitar, m o v e r a
otro», siendo bastante conocido el sentido de 'despertar', que se ve en
las famosas coplas de M a n r i q u e : « R e c u e r d e el alma dormida», y q u e
es exactamente lo q u e dice Cabeza de Vaca, q u e si se d o r m í a n los
despertaban con poca delicadeza, a palos.
Actitudes, habilidades, costumbres de relevancia para el a n t r o p ó -
logo, se ocultan con una anotación deficiente. La ponderación de la
presteza de los indios deaguenes y guevenes q u e se hace al principio

5
V e r por e j e m p l o los usos de C i e z a d e L e ó n , La crónica del Perú, e d . M . B a -
llesteros, 1 9 8 4 , p p . 7 8 , 8 3 de la e d i c i ó n citada e n la bibliografía o los c o m e n t a r i o s
que hago más abajo sobre el sentido d e monte.
6
Quemar es también «desecar m u c h o y hacer perder el verdor y lozanía, c o m o
sucede e n las legumbres e n t i e m p o d e m u c h o s hielos» (Diccionario de Autoridades);
este es el s e n t i d o del t e x t o y n o el q u e señala P u p p o - W a l k e r de «analógicamente
vale malbaratar, destruir», t o m a n d o otra a c e p c i ó n n o p e r t i n e n t e aquí del m i s m o
diccionario.
7
Así anota: « no carece aquí d e su habitual a c e p c i ó n negativa. D e b e ser errata
de copista o de impresión». P e r o v e r G i l i Gaya, 1 9 6 1 , § 2 1 9 : «Las gramáticas
hablan de este no redundante q u e d e s d e a n t i g u o suele acompañar a las o r a c i o n e s
comparativas y a verbos de temor, preferencia, etc.; p. ej.: Temía (que) no lo denun-
ciasen los vecinos [...] Este uso existía ya en latín y fue ampliado en r o m a n c e . E n los
textos medievales y clásicos aparece c o n frecuencia m u c h o mayor que en la lengua
moderna».
48 IGNACIO ARELLANO AYUSO

del capítulo 2 5 : «Esta es la más presta gente para v n arma de quantas


y o h e visto e n el m u n d o » se borra con la nota del editor q u e explica
«un arma: léase: para utilizar armas». N o ; arma tiene ahí el sentido
'alarma, llamada a las armas cuando atacan d e repente los enemigos' y
lo q u e quiere decir es q u e están siempre prevenidos y preparados para
la guerra, c o m o evidencia el contexto «si se t e m e n d e sus enemigos,
toda la n o c h e están despiertos c o n sus arcos a par de sí». Es esta una
característica m u y importante en la cosmovisión de los cronistas y
conquistadores: baste ver las crónicas de la conquista d e Méjico para
la constante ponderación del cuidado con q u e H e r n á n Cortés dispone
las velas y centinelas y lleva siempre apercibido su ejército, p las ala-
banzas del Inca Garcilaso en La Florida del Inca, a la habilidad de H e r -
nando de Soto, del q u e cuenta que siempre fue el primero en las alar-
mas q u e se daban, y alguna vez el segundo, pero n u n c a el tercero en
salir a la batalla, p o r q u e siempre dormía apercibido y velaba con gran
cuidado. O t r o s casos de malas interpretaciones afectan a la práctica de
lanzar el cocimiento bebido p o r unos indígenas si las mujeres se m u e -
ven mientras los h o m b r e s beben, lo cual n o significa, c o m o afirma el
editor, q u e tiren el bebedizo, sino exactamente q u e v o m i t a n lo q u e
han b e b i d o , lo cual, dice Cabeza de Vaca, «ellos hazen m u y ligera-
m e n t e y sin p e n a alguna», es decir, sin bascas ni trasudores c o m o los
de Sancho c o n el bálsamo de Fierabrás. Son acciones distintas que
seguramente los antropólogos p o d r á n interpretar d e distinta manera.
Y, e n fin, los b u e n o s gestos de otros indios n o aluden a sus elegantes
modales, c o m o apunta P u p p o - W a l k e r , sino a sus rostros {gesto 'ros-
tro') de color blanco «más blancos que otros ningunos de quantos
hasta allí auíamos visto».
Si esta frecuencia de problemas interpretativos mal resueltos suce-
de e n u n a d e las ediciones críticas más meticulosas y valiosas, sin d u -
da, del panorama actual, ¿qué se puede decir de otra serie de ediciones
hechas c o n m e n o s cuidado científico, y q u e son a fin de cuentas las
más asequibles y en m u c h o s casos el único m e d i o d e leer estos textos
que puede ofrecerse a u n lector interesado?
T o m a r é c o m o muestra básicamente la colección d e Historia 16
publicada en ocasión del Centenario de 1992, dirigida por Ballesteros
Gaibrois, efectuando algunas calas en distintos títulos de la colección.
B u e n a parte d e m i exposición consistirá, c o m o hasta ahora, en una
serie de ejemplos o lugares glosados: perdónese la m o n o t o n í a estruc-
tural e n aras d e la concreción; quizá pueda verse l u e g o , a través de
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 49

estos ejemplos, u n aspecto general cuyas implicaciones n o sean del


t o d o inútiles.

2. Lo primero que destaca es la ausencia casi total de editores filó-


logos. C o m o se ha señalado antes, las ediciones están a cargo d e his-
toriadores, americanistas, antropólogos indianistas, o incluso militares
de Marina. El interés y la competencia filológicos d e los editores es,
con las excepciones pertinentes, reducido.
M u y rara vez se explicitan criterios editoriales ni se señala cuál es
el t e x t o base o la fuente d o c u m e n t a l q u e p r o p o r c i o n a el t e x t o , q u e
casi siempre procede de una edición anterior. M u y pocos volúmenes
llevan notas explicativas suficientes o redactadas con meticulosidad.
Es cierto q u e una colección divulgativa i m p o n e sus límites, pero tiene
p o c o sentido incluir textos c o m o los del P . Acosta, Fray Bernardino
de Sahagún o Sarmiento d e G a m b o a (cuya crónica es realmente un
cuaderno de bitácora) en u n a colección si se concibe c o m o estricta-
m e n t e divulgativa.
La mayoría d e los textos optan p o r la modernización (algunos no:
la edición de J u a n Carlos T e m p r a n o de Bernardino de Sahagún m a n -
tiene grafías de su texto base, el ms. 218-220 de la Colección Palatina
de la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia). Algunos incluyen
glosarios (ed. d e T e m p r a n o d e Sahagún) o notas más abundantes de
lo habitual (ed. de Murra, A d o r n o y Urioste de Guarnan Poma), pero
en general se limitan a ofrecer u n texto acrítico c o n notas sucintas.
Examinemos algunos detalles respecto d e los criterios de edición,
explícitos o implícitos, y respecto a los criterios de anotación.

2 . 1 . H e defendido la modernización de los textos, entendiendo


«modernización» en u n preciso sentido científico, definido por una
serie de normas, en otros lugares, especialmente en los anteriores
Seminarios d e edición y anotación de textos del Siglo d e O r o , y n o 8

volveré por el m o m e n t o a esta cuestión. E n el terreno de las crónicas


n o m e parece útil ni funcional m a n t e n e r grafías c o m o hacen, entre
otros, P u p p o - W a l k e r o T e m p r a n o en sus respectivas ediciones de
Cabeza de Vaca y Sahagún.

8
V e r mis artículos de A r e l l a n o , 1 9 8 7 y 1 9 9 1 ; ahí se r e c o g e otra bibliografía
pertinente.
50 IGNACIO ARELLANO AYUSO

Algunos casos requieren sin duda el m a n t e n i m i e n t o d e granas que


son relevantes: e n la transcripción d e términos adoptados d e lenguas
locales, dada la diversidad d e formas de m u c h o s t o p ó n i m o s y a n t r o -
p ó n i m o s , p o r ejemplo (valga el caso paradigmático d e Montezuma I
Moctezuma / Motecuczuma / Motecucoma I Muteczuma...), y la imposi-
ble unificación, la mejor solución parece atenerse en cada caso a la
forma del texto base ( c o m o hace Delgado en las Cartas de relación de
Cortés). E n la Nueva coránica d e Guarnan, texto excepcional, las p e -
culiaridades lingüísticas q u e señalan los editores (alternancia de tim-
bres vocálicos, concordancias peculiares, seseo, ceceo, etc.) aconsejan
igualmente el mantenimiento, p e r o en el resto de los casos parece más
práctico efectuar la modernización gráfica.
Lo q u e sucede e n la colección a q u e m e refiero es q u e la falta de
competencia filológica de m u c h o s editores provoca una moderniza-
ción suigeneris, q u e borra estructuras sintácticas o morfologías léxicas
c r e y e n d o q u e se trata de incorrecciones del autor, creando general-
m e n t e verdaderas incorrecciones sustitutorias d e redacciones origina-
les aceptables.
P o r tomar u n solo ejemplo, véanse las ediciones de Germán
Vázquez d e las crónicas d e J u a n Díaz, Andrés de Tapia, Bernardino
Vázquez d e Tapia y Francisco d e Aguilar, incluidas en el volumen
q u e titula La conquista de Tenochtitlan. Asegura en la introducción que
moderniza la p u n t u a c i ó n y fonética, conservando los arcaísmos más
significativos , y q u e intenta arreglar el estilo infernal de Andrés de
9

Tapia eliminando la cerrada fonética leonesa, modificando las cons-


trucciones disléxicas y corruptas, e t c . Los textos q u e d a n sometidos
10

a operaciones q u e consisten en añadir partículas innecesarias, modifi-


car sintaxis q u e n o c o m p r e n d e o llenar de complementos superfluos la
b u e n a redacción original: transforma sistemáticamente el adverbio do
e n donde , añade preposición en con el adverbio especial (habitual en la
11

época y totalmente n o r m a l ^ , cree q u e hay error en la expresión «y


1

c o m o saltaron e n tierra», e n la q u e como tiene el valor 'así que, tan


p r o n t o c o m o ' , perfectamente normal, que el editor desconoce, por lo
que ingenuamente advierte de la incorrección del escritor que «debería

Díaz, La conquista de Tenochtitlan, 1 9 8 8 , p. 2 4 .


10
Ibid., p. 66.
1 1
Ibid., pp. 6 8 , 6 9 , 7 4 , 7 5 , 7 6 . . .
1 2
Ibid., p . 6 9 .
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 51

decir cuando» , desconoce igualmente la vigencia d e la forma e t i m o -


13

lógica quien para singular y plural, por lo que corrige «con quien envió
recado» en «con quienes envió recado» (encontrando otra incorrección
inexistente ), suprime estructuras que reflejan ablativos absolutos
14

latinos creyéndolas deturpaciones anacolúticas, y así el pasaje «la c o n -


juración que estaba hecha, la cual descubierta y sabida, los m a l h e c h o -
res fueron castigados» se convierte en «la conjuración que estaba
15

hecha, la cual fue descubierta y sabida, y los malhechores fueron casti-


gados», creando ahora anacolutos que n o estaban en el original...
La misma práctica sigue en otras ediciones c o m o la que hace de la
Historia de Tlaxcala de D i e g o M u ñ o z Camargo, d o n d e , p o r p o n e r sólo
un ejemplo más, cambia el sentido al deturpar la sintaxis. Escribe
M u ñ o z C a m a r g o q u e las tropas de Cortés n o t e m i e r o n nada e n su
camino: «ni las yerbas mortíferas tuvieron fuerza para c o n el p u e b l o
cristiano, ni m e n o s la m u c h e d u m b r e d e gentes pusieron espanto a
aquella pequeña suma d e cristianos, q u e confiados e n su verdadero
Dios t o d o se les hacía fácil, y nada el universo m u n d o atropellar y
conquistar en una hora» . El texto es perfectamente correcto y bien
16

claro: 'ni venenos ni m u c h e d u m b r e de enemigos hicieron t e m e r a los


españoles; confiados en Dios t o d o les parecía fácil y Pes parecía que n o
era] nada conquistar en una hora el m u n d o entero'; «universo mundo»
es u n objeto directo de la oración subordinada. El editor imprime: «ni
las yerbas mortíferas t u v i e r o n fuerza para c o n el p u e b l o cristiano, ni
menos la m u c h e d u m b r e d e gentes, [que] pusieron espanto a aquella
pequeña suma de cristianos, que confiados en su verdadero Dios t o d o
se les hacía fácil, y nada [en] el universo m u n d o [les impedía] a t r o p e -
llar y conquistar en una hora», c o n lo cual n o se sabe q u é es l o q u e
atrepellan y conquistan e n una hora y el sentido y sintaxis cambian a
peor sin justificación. M e n o s mal que este editor en u n o de sus p r ó l o -
g o s advierte que «un crítico literario puede permitirse el lujo
17

—ilógico p o r otra p a r t e — de elevar comentarios personales a la cate-


goría de irrebatibles tesis; u n historiador, contrariamente, d e b e r a z o -
nar y justificar sus asertos». B u e n o está.

1 3
Aid., p . 7 3 , n. 17.
14
Ibid., pp. 8 1 , 122.
15
Ibid., p. 2 0 1 .
1 6
M u ñ o z C a m a r g o , Historia de Tlaxcala, ed. G. Vázquez, 1 9 8 6 , p. 1 2 4 .
1 7
M u ñ o z C a m a r g o , Historia de Tlaxcala, ed. G. Vázquez, 1 9 8 6 , p . 37.
52 IGNACIO ARELLANO AYUSO

E v i d e n t e m e n t e n o todas las ediciones reciben este tipo de inter-


vención, p e r o en el conjunto, ciertamente, la competencia filológica
de los editores, es, c o m o se ha dicho, m u y pequeña.
A otro tipo de razones comerciales impuestas p o r la editorial o b e -
dece la manipulación del relato del fraile extremeño Diego de Ocaña,
al q u e el editor recorta pasajes, descripciones, poemas insertos, una
comedia a la Virgen de Guadalupe y las ilustraciones gráficas.
Téngase cuidado, p o r tanto, con la modernización, q u e n o signifi-
ca arbitrariedad ni modificación d e las estructuras lingüísticas del
texto.
E n cualquier caso la m o d e r n i z a c i ó n d e las grafías ofrece algunos
escollos peculiares, sobre t o d o en las ees con cedilla, con frecuencia
mal resueltas p o r los editores: así aparecen palabras fantasmas c o m o el
verbo «arrebocar» la c a p a en vez de «arrebozar»; se conservan en
18

textos modernizados unas extrañas «cabanas» , palabra q u e el editor 19

seguramente conserva p o r n o entender q u e es u n caso de ceceo y que


se refiere a las «sabanas» 'llanuras'; o aparecen otras curiosas acciones
marineras q u e consisten en «cabordar» con los n a v i o s y u n o s n o m e - 20

nos curiosos indios «atecados» p o r «atezados» . 21

Otras dificultades afectan a sintagmas mal leídos p o r causa (o c o -


m o consecuencia) de malas fijaciones gráficas: P e d r o d e Ursúa, según
u n editor m o d e r n o hace escribir a Francisco Vázquez , si alguna cosa 22

le gustaba «procuraba verla p o r todas vías», lo cual parece cosa de p o c o


m o m e n t o para integrarla e n una descripción de las deficiencias del
caudillo q u e explican su final trágico según el relator. Claro: lo que ha
escrito Vázquez es q u e Ursúa «procuraba haberla» 'tenerla' y se a p o -
deraba d e lo q u e le gustaba p o r todas las vías. D e esta í n d o l e es el
cercado de «Bahazeques» de una casa (debe leer «bahareques»), o la
23

extraña expresión e n q u e el error d e grafías se alia a la mala p u n t u a -


ción al contar que aparecen dos indios contrahechos «y traía cada cen-
dos, papagayos y u n p o c o d e p e s c a d o » d o n d e cenaos forma aparen-
24

1 8
O c a ñ a , A través de América del Sur, ed. A . Álvarez, 1 9 8 7 , pp. 1 9 7 , 2 3 1 .
1 9
V e r Carvajal, 1 9 8 6 , pp. 4 1 , 2 1 0 .
2 0
Ibid., p p . 6 1 , 6 7 . Léase «zabordar» 'varar el barco en tierra'.
2 1
Fernández de Q u i r ó s , Descubrimiento de las regiones austriales, e d . R . Ferran-
do, 1986, p. 321.
2 2
V á z q u e z , Relación..., ed. J. Ortiz, 1 9 8 7 , p . 8 0 .
2 3
Ibid., p. 1 5 2 .
2A
Md., p. 102.
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 53

t e m e n t e parte de u n a e n u m e r a c i ó n d e tres m i e m b r o s . Es, claro está,


u n caso de ceceo y la palabra correcta es el adjetivo distributivo sen-
dos: cada u n o de los dos indios trae papagayos y pescado y d e b e i m -
primirse «traía cada sendos papagayos y u n p o c o d e pescado».
Este p r o b l e m a d e la p u n t u a c i ó n es u n o d e los más complicados
para el editor de textos.
En la dedicatoria del Sumario de la natural historia de las Indias, de
Fernández de O v i e d o , Ballesteros i m p r i m e en la p . 47 de su edición:
«La cosa que más conserva y sostiene las obras d e natura en la m e m o -
ria de los mortales, son las historias y libros en q u e se hallan escritas; y
aquellas p o r más verdaderas y auténticas se estiman; q u e p o r vista de
ojos el c o m e d i d o entendimiento del h o m b r e q u e p o r el m u n d o ha
andado se o c u p ó en escribirlas», lo cual falsea el sentido, cortando con
un p u n t o y c o m a parásito la oración d e relativo; pues lo q u e dice
Fernández de O v i e d o es que se estiman p o r más verdaderas las histo-
rias cuyo autor ha sido testigo ocular de los hechos. Es el tópico v e r o -
similizador de 'escribo cosas vistas p o r m í ' , p o r lo q u e d e b e impri-
mirse «aquellas por más verdaderas y auténticas se estiman q u e por
vista de ojos el comedido entendimiento del h o m b r e que por el m u n -
do ha andado se ocupó en escribirlas».
E n la relación de O m a g u a de Francisco Vázquez se atribuye a Sal-
duendo una exclamación ininteligible q u e pronuncia arrojando una
lanza que tenía en la m a n o : «mercedes m e ha de hacer Lope de
2 5

Aguirre. Vivamos sin el pesiatal», formada p o r dos enunciaciones


aseverativas, la segunda d e las cuales incita a vivir sin el pesiatal, que
n o se ve m u y bien qué cosa sea en el contexto. Más claro podría leerse
con otra puntuación: «¿Mercedes m e ha d e hacer Lope d e Aguirre?
['que es u n hidalgüelo p e o r q u e y o ' ] . V i v a m o s sin él [sin Aguirre],
¡pesiatal!», lo q u e deja ahora claro el sentido d e arrojar la lanza, gesto
vicario que expresa el deseo de matar a Lope de Aguirre.
D e estos casos y otros semejantes podríamos acopiar muchos
ejemplos. Fermín del Pino ha c o m e n t a d o dos m u y significativos en el
artículo citado (pp. 182-85), pertenecientes a sendos textos de J u a n
de Betanzos y de Polo de O n d e g a r d o , d o n d e dos malas puntuaciones
provocan deducciones abusivas e n la interpretación de los cronistas, o
juicios negativos sobre el estilo d e Polo de O n d e g a r d o , considerado

Ibid., p. 9 6 .
54 IGNACIO ARELLANO AYUSO

por u n estudioso «pesado [...] a m e n u d o prácticamente ilegible». Es


26

ilustrativo q u e este tipo d e juicios se repitan con cierta frecuencia: ya


h e apuntado antes el d e G e r m á n Vázquez sobre Tapia, cuyo estilo
califica de infernal, y podría recordar otros c o m o el d e Jaime Delgado
q u e anota para R o d r í g u e z F r e y l e «no pocos descuidos e imperfec-
27

ciones»... E n suma, n o es raro el caso d e los editores imperitos que


saldan el problema atribuyendo c o n harta injusticia al escritor errores
y malos estilos d o n d e sólo hay necesidad d e u n trabajo de puntuación
adecuado q u e el editor n o ha sido capaz de realizar.

2.2. P e r o si la fijación textual causa abundantes dificultades a los


editores d e las t r ó n i c a s , la anotación n o es m e n o s problemática. H e
insistido e n varias ocasiones e n q u e es imposible disociar la ecdótica
28

de la hermenéutica: n o se puede fijar bien u n texto sin entenderlo y n o


se p u e d e entender si está mal fijado. La tarea de interpretación, mate-
rializada en el aparato d e las notas explicativas, es la otra parte n e c e -
saria para el entendimiento de las crónicas de Indias.
Aquí nos hallamos c o n n u e v o s y abundantes problemas. H a y n u -
merosos pasajes q u e requerirían notas para q u e el lector actual pueda
entenderlos: valgan c o m o ejemplos al azar el caso de López de Go-
mara, La conquista de México**, d o n d e probablemente haría falta a n o -
tar, entre otros m u c h o s , términos c o m o cautela (p. 71 'traición'),
asombrar (p. 77 'asustar'), broma (p. 116 'bicho que corroe los barcos'),
gesto (p. 129 'rostro'), familiar (p. 133 ' d e m o n i o famiüar'), hierbas (p.
139 'veneno'), matachines (p. 169 'especie de danzas ridiculas'), resi-
dencia (p. 315 'juicio y e x a m e n h e c h o a u n gobernante'), estar con su
camisa (p. 449 'menstruar')...
E n cualquiera d e las crónicas se podrían apuntar m u c h o s lugares,
siempre d e posible discusión, ya q u e la anotación n o es una ciencia
exacta y depende m u c h o del público al que vaya dirigida una edición,
y también de los límites q u e una editorial, comercial o n o , i m p o n e a
sus colecciones.

T h i e r r y Saignes, q u e sigue j u i c i o s d e Porras Barrenechea: v e r P i n o , 1 9 9 7 ,


p. 185 y nota 4 1 .
2 7
R o d r í g u e z Freyle, Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, ed.
J. D e l g a d o , 1 9 8 6 , p. 3 1 .
2 8
V e r , a d e m á s d e los trabajos antes citados, Arellano, 1 9 8 4 , 1985a, 1985b,
1990, 1 9 9 6 .
2 9
López de Gomara, La conquista de México, ed. J. L. R o j a s , 1987.
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN.. 55

Para evitar discusiones sobre los huecos posibles m e limitaré en lo


que sigue principalmente a examinar las notas que sí se han redactado
en las diversas ediciones q u e observo c o m o muestra.
Salvando las antedichas precisiones y excepciones notables c o m o
la edición de las Cartas de relación cortesianas de Delgado, m u y bien
anotadas, p u e d e decirse q u e la panorámica general muestra u n raro
nivel d e deficiencia p o r parte d e la mayoría de editores a quienes se
han confiado estos textos, deficiencia manifestada en dos vertientes:
en la principalmente lingüística, q u e implica desconocimiento de
vocabulario y fraseología de la época, lo q u e supone a su vez frecuente
p u n t u a c i ó n errónea, o notas absurdas; y, más llamativamente (sobre
t o d o e n el caso d e editores americanistas), en la vertiente del c o n o c i -
miento de las cosas (alimentos, armas, costumbres...), q u e provoca
otra serie de notas fantásticas q u e más q u e ayudar desorientan al l e c -
tor.

2.2.1. En el primero d e los campos mencionados, el d e las palabras


(aunque siempre es u n tanto abusivo separarlos, los distinguiré por
facilitar m i exposición), se advierte sobre t o d o ignorancia de la fra-
seología, refranes, fórmulas proverbiales, o acepciones q u e h o y son
menos vigentes.
E n La crónica del Perú d e Cieza de León, Ballesteros (edición de
Historia 16, p . 129) advierte rasgos d e h u m o r en la palabra calavema,
que considera una «graciosa mixtura de calavera y caverna», sin repa-
rar e n lo gratuito d e tal m i x t u r a , caso d e existir, y sobre t o d o sin
30

reparar en que se trata d e u n a forma usual q u e n o tiene nada d e extra-


ñ o y que Sahagún, por ejemplo, usa reiteradamente . 31

El mismo editor anota a u n episodio en que Cieza (p. 97) comenta


que los m o n o s andan p o r los árboles c u a n d o pasan los españoles «co-
cándoles y haciendo otros visajes» que cacar es «dar golpes e n la cabeza

3 0
Claro q u e c o m o es sabido q u e los cronistas están llenos de «estilos inferna-
les» y d e incoherencias e i n c o r r e c c i o n e s , n o parece extrañar q u e C i e z a m e t a una
mixtura graciosa d e e l e m e n t o s sin r e l a c i ó n e n u n c o n t e x t o nada g r a c i o s o . ¿Será
una d e esas dislexias q u e advierte o t r o editor e n otro cronista?
3 1
V e r Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, e d . J. C . T e m p r a -
n o , 1 9 9 0 , t o m o I, p . 3 2 4 : «Otra m a n e r a d e fantasma se aparecía d e n o c h e y era
c o m o una calaberna de m u e r t o [...] iva h a z i e n d o u n ruido c o m o calabema q u e iva
saltando [...] y si p o r ventura se parava aquel tras q u i e n iva g o l p e a n d o , t a m b i é n se
para va la calaberna».
56 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

o cocas familiarmente», pensando q u e los m o n o s desde los árboles


p u e d e n dar golpes en la cabeza a los conquistadores: o m u y largas
m a n o s o m u y p e q u e ñ o s árboles o m u y altos conquistadores... Cocar
significa 'hacer gestos o visajes c o m o los m o n o s ' («Cocar y hacer
cocos está t o m a d o del s o n i d o q u e hace la m o n a para espantar los
muchachos» dice Covarrubias en el Tesoro de la lengua castellana), y el
contexto lo deja bastante claro, p o r otra parte.
O t r o editor cree que hay u n error en la Relación de A n d a g o y a en 32

el pasaje «recibí cartas del marqués d o n Francisco Pizarra d á n d o m e la


buena p r o aga [sic] de la gobernación», por desconocer la frase «buena
pro haga» ('buen provecho, buena satisfacción') que hubiera encontra-
d o sin ir más lejos en el Diccionario de Autoridades.
La acepción de monte, montaña 'floresta, b o s q u e ' usual e n la época
y frecuentísima en las crónicas explica satisfactoriamente el h e c h o que
narra Gaspar d e Carvajal: «Este día nos metimos en u n m o n t e y h o l -
gamos el siguiente» (ed. cit., p . 76), que para Rafael Díaz y Guillen
T a t o es «frase que carece de sentido y debe entenderse 'nos pusimos o
dimos a m o n t e ' , q u e significa q u e vararon la embarcación», cuando
significa q u e p o r la n o c h e bajan d e los barcos para d o r m i r en tierra
entre los árboles, acción que se describe numerosas veces.
T a m p o c o R o b e r t o Ferrando alcanza bien q u é es lo q u e están ha-
ciendo u n o s indios q u e reciben a los españoles «con las flechas en las
manos, haciendo la p e r n e t a » expresión que confunde con otra dife-
33

rente, «en pernetas», y que anota, mal, por tanto, señalando q u e están
«con las piernas desnudas». Hacer pernetas o hacer la perneta es mover
las piernas c o n saltos o danzas grotescas a m o d o de burla: lo m i s m o
hacen otros indios a la tropa en q u e va Bernal Díaz del Castillo (His-
toria verdadera, ed. cit. e n bibliografía, p . 39), y Covarrubias s. v. gamba
lo explica.
N o hace al caso, en fin, señalar todas las ocurrencias d e este tipo , 34

pero sí recordar lo apuntado antes acerca de los juicios negativos sobre

3 2
A n d a g o y a , Relación y documentos, ed. A . Blázquez, 1 9 8 6 , p. 156, d o n d e aña-
de innecesariamente el [sic].
3 3
Fernández de Q u i r ó s , Descubrimiento de las regiones austriales, e d . R . Ferran-
d o , 1 9 8 6 , p. 1 4 0 .
3 4
Más ejemplos e n Fernández de O v i e d o , Sumario de la Natural Historia de las
Indias, e d . M . Ballesteros, 1 9 8 6 , p . 4 9 sobre una supuesta c o n f u s i ó n del escritor
c o n p e c e s / p e s c a d o s ; R o d r í g u e z Freyle, 1 9 8 6 , p . 27 sobre la interpretación del
título atribuido a esta crónica de El carnero, recurriendo a u n t e x t o de Q u e v e d o en
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 57

el estilo o las incorrecciones d e algunas de estas crónicas c o n supuestos


malos empleos d e palabras q u e sólo existen en la mala interpretación
del editor.

2.2.2. En lo q u e a las cosas se refiere, las abundantes maravillas del


N u e v o M u n d o , ponderadas p o r los cronistas, n o h a n parecido sufi-
cientes a los editores modernos, q u e h a n c o n t r i b u i d o a a u m e n t a r la
n ó m i n a de prodigios c o n una serie n o p e q u e ñ a d e armas imposibles,
objetos fabulosos, o torturas exquisitas y costumbres q u e n o están en
el mapa. Veremos enseguida algunos de estos objetos producidos p o r
los errores de los editores y que podrían pasar a una galería d e curiosi-
dades.
Antes m e permitiré señalar q u e u n a nota explicativa h a d e ser lo
más precisa posible y coherente e n el c o n t e x t o . E n este sentido, a u n -
que resulte paradójico, a m e n u d o es más fácil prescindir d e las notas
relativas a las realidades del N u e v o M u n d o q u e los mismos cronistas
se esfuerzan ya en definir. C u a n d o los textos incluyen su propia expli-
cación la nota resulta m e n o s necesaria q u e en otros casos aparente-
m e n t e más fáciles. D e ahí q u e la tendencia natural d e m u c h o s editores
a ilustrar detalles propios del m u n d o indiano pueda resultar super-
flua si ya las mismas relaciones lo explican, cosa q u e es rasgo carac-
35

terístico del género.

el q u e el comentarista n o se percata d e q u e la paciencia q u e Q u e v e d o atribuye al


c a m e r o (signo del zodíaco) es u n chiste sobre la paciencia del marido c o r n u d o q u e
n o v i e n e al caso (el titulo se explicaría m e j o r p o r la alusión a la frase «desenterrar
los huesos» 'murmurar, contar los secretos y d e f e c t o s d e otros', q u e justificaría el
sentido d e camero 'osario, lugar d o n d e se e c h a n los h u e s o s desenterrados' para u n
libro q u e abunda e n historias d e adulterios y lances p o c o santos relativos a p e r s o -
najes c o n c r e t o s del r e i n o d e N u e v a Granada, es d e c i r , para u n libro q u e b i e n
puede llamarse camero e n tanto está r e p l e t o d e h u e s o s desenterrados o m u r m u r a -
ciones); Cabeza de Vaca, Naufragios y comentarios, e d . R . F e r r a n d o , 1 9 8 4 , p . 1 9 7 ,
d o n d e se anota para la fiase lexicalizada «reír del alba» 'amanecer', el s e n t i d o «gozo,
alegría», q u e n o se sabe q u é pueda significar e n el c o n t e x t o . . . Etc.
3 5
P o c o útiles s o n e n este s e n t i d o n o t a s c o m o las q u e p r e d o m i n a n e n la e d i -
c i ó n d e Bernal Díaz citada e n la bibliografía, q u e parafrasean el t e x t o l i m i t á n d o s e
c o m o m u c h o a señalar algunos detalles d e í n d o l e lingüística p o c o relevantes para el
lector c o m o la c o n d i c i ó n taina o náhuatl d e una palabra. M e refiero a casos c o m o
el de Díaz del Castillo, Historia verdadera, ed. C . Sáenz d e Santa María, 1 9 9 2 , p . 2 8 ,
por e j e m p l o , e n que Bernal D í a z escribe «ceborucos, q u e así se d i c e n , q u e s o n las
piedras c o n unas puntas q u e salen de ellas q u e pasan las plantas d e los pies», l o q u e
anota Sáinz de Medrano: «Ceberuco: palabra taina q u e significa peñascal»; o p . 3 8 ,
58 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

N o hace falta acumular ejemplos q u e cualquiera p u e d e recoger en


cada página d e las crónicas: la barbacoa la define Cabeza de V a c a 36

c o m o «unas parrillas, y están a dos palmos altas del suelo, y son de


palos delgados, y echan la carne escalada e n c i m a y así la asan»; cha-
quira llaman, explica Cieza de L e ó n (ed. Ballesteros, p . 152), a unos
«grandes ramales d e cuentas d e hueso menudas, blancas y coloradas»;
los caricuris «son a m a n e r a de clavos retorcidos, d e oro tan gruesos
c o m o u n dedo» (Cieza, ibid.); O v i e d o distingue los caneyes de los
bohíos, y e x p ü c a su forma y distribución territorial: «algunas [casas]
son redondas c o m o u n pabellón, y esta manera de casa se llama caney.
E n la Isla Española hay otra manera d e casas, q u e son hechas a dos
aguas, y a estas llaman en Tierra Firme bohío» (Sumario, p . 87), etc.
E n los ejemplos aducidos el propio texto ofrece suficientes detalles
para q u e el lector pueda comprenderlo bastante bien. P e r o es tarea de
la a n o t a c i ó n aportar en otros m u c h o s casos precisiones y matices
pertinentes, que n o siempre son perceptibles por el lector, y a m e n u d o
tampoco p o r los editores, a juzgar p o r el estado de la cuestión.
T o m e m o s u n caso típico e n la explicación reiterada d e la palabra
hierba ' v e n e n o ' que varios e d i t o r e s definen c o m o 'veneno vegetal',
r
37

y q u e Ballesteros asegura incluso extraerse d e una única hierba, que


n o especifica e n su nota.
Se trata d e u n a mala interpretación del t é r m i n o hierba, que en el
Siglo d e O r o se ha lexicalizado en algunos contextos en el sentido
' v e n e n o ' , principalmente, p e r o n o necesariamente ni exclusivamente,
vegetal. D e h e c h o hay una b u e n a receta d e la hierba en La crónica del
Perú, d e Cieza d e León, crónica curiosamente editada también por
Ballesteros, q u e hubiera debido recordar el capítulo VII de su edición,

d o n d e l e e m o s : «dos jiquipiles d e g e n t e s d e guerra [...] cada j i q u i p i l s o n o c h o mil


hombres», l o q u e se anota: «Jiquipil, o c h o m i l . D e l náhuatl cenxiquipil»; o p . 140:
«tiangues, q u e s o n mercados», q u e explica el editor: « T i a n g u e s , m e r c a d o (Alvar)
del náhuatl tianqztli»... O t r o s pasajes q u e necesitarían e x p l i c a c i ó n n o se anotan, en
cambio.
3 6
Cabeza de Vaca, Naufragios y comentarios, e d . R . Ferrando, 1 9 8 4 , p. 2 0 6 .
3 7
Fernández de O v i e d o , Sumario de la natural historia de las Indias, e d . M . B a -
llesteros, 1 9 8 6 , p . 1 4 6 , nota 157: «Al decir de la yerba se r e ñ e r e a una sola manera
d e hierba y n o c o m o descripción botánica, s i n o a la q u e usaban los indios para el
v e n e n o d e sus flechas»; A n d a g o y a , Relación y documentos, ed. A . Blázquez, 1 9 8 6 , p.
8 4 , nota 3 se refiere a u n «extracto vegetal mortal»...
PROBLEMAS E N LA E D I C I Ó N Y A N O T A C I Ó N . 59

titulado «De c ó m o se hace la hierba tan ponzoñosa con q u e los indios


de Santa Marta y Cartagena tantos españoles han muerto»:

Esta hierba es compuesta de muchas cosas, las principales yo las in-


vestigué y procuré saber en la provincia de Cartagena [...] j u n t o a los
árboles que llamamos manzanillos cavaban debajo la tierra, y de las raí-
ces de aquel pestífero árbol sacaban aquellas, las cuales queman en unas
cazuelas de barro, y hacen de ellas una pasta, y buscan unas hormigas
tan grandes como un escarabajo de los que se crían en España [...]
También buscan para hacer esta mala cosa unas arañas muy grandes y
asimismo le echan unos gusanos peludos [...] Hácenla también con las
alas del murciélago y la cabeza y cola de un pescado pequeño que hay
en el mar que ha por nombre peje tamborino, de muy gran ponzoña, y
con sapos y colas de culebras, y unas manzanillas que parecen en el color
y olor naturales de España [...] Otras hierbas y raíces también le echan
a esta hierba.

D e m o d o que la hierba famosa, al m e n o s e n la zona de Cartagena


y Santa Marta, lleva raíces d e manzanillo, culebras, sapos, hormigas,
gusanos, arañas, peje tamborino y manzanillas tóxicas... Llamar a esto
c o m o hace Ballesteros «una sola manera de hierba» es simplificar
m u c h o la receta.
Resulta evidente cuando el editor anota p o r aproximación sin t e -
ner una idea precisa de lo q u e explica. Lo llamativo es q u e m u c h a s
veces el contexto, a p o c o que se e x a m i n e c o n cuidado, orienta sobre
el verdadero sentido de una expresión, o niega la n o t a q u e p o n e el
editor m o d e r n o . C u a n d o Cabeza d e Vaca relata que c o n los grandes
trabajos que pasan han de c o m e r unas raíces que extraen de debajo del
agua con m u c h a penalidad, u n m o d e r n o e d i t o r anota q u e se trata
38

seguramente del arroz, olvidando absolutamente el c o n t e x t o y t a m -


bién q u e del arroz n o se c o m e la raíz; es verdad q u e en u n pasaje a n -
terior aparecen estas mismas raíces, p e r o aquí Cabeza d e Vaca espe-
39

cifica que son c o m o nueces, y esto ya n o p u e d e identificarse c o n el


arroz, p o r lo q u e el editor sugiere q u e se trata d e mandioca. Cabeza
de Vaca se refiere probablemente, c o m o a p u n t a c o n m e j o r criterio
P u p p o - W a l k e r , a u n a planta q u e e n inglés se llama swamp potato
40

'patata d e p a n t a n o ' . . . Sea la planta q u e fuere n o es el arroz, cierta-

3 8
Cabeza de Vaca, Naufragios y comentarios, ed. R . Ferrando, 1 9 8 4 , p . 8 1 , nota
78.
3 9
M í . , p. 7 1 .
4 0
Cabeza de Vaca, Naufragios, ed. E. P u p p o - W a l k e r , 1 9 9 2 , p. 2 2 0 , n. 2 7 1 .
60 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

m e n t e . Sería m e j o r q u e el a n o t a d o r reconociera ignorar de qué se


trata.
Caso semejante es el d e otras notas c o m o la q u e el editor d e la
Relación breve de la conquista de Nueva España d e Francisco d e Aguilar
aplica a la lana d e árboles usada p o r los indios para sus colchones, que
según G e r m á n V á z q u e z es u n a metáfora p o r «virutas de madera».
41

Quizá aqui pudiera parecer n o del t o d o inverosímil si las virutas están


b i e n molidas, p e r o sería más raro q u e estas virutas sirvieran para c u -
brir a las mujeres d e la isla d e M a l h a d o , q u e según Cabeza de Vaca
(ed. P u p p o - W a l k e r , p . 2 3 0 , n o t a 348) «traen sus cuerpos algo c u -
biertos d e u n a lana q u e e n los árboles se cría», q u e identifica P u p p o -
W a l k e r c o m o la Tillandsia usneoides, planta parasitaria que produce
fibras colgantes m u y largas y resistentes de color verde grisáceo, y que
otros viajeros describen repetidamente.
A u n q u e n o cabe dar n o r m a s exactas, hay pasajes q u e exigen nota
p o r q u e el t e x t o resulta peligroso y a m b i g u o para el m o d e r n o lector,
a u n q u e para el de la época n o presentara problemas. C o m e n t a r é solo
dos casos paradigmáticos: los pajaritos d e cañuela de O v i e d o y los
caballeros pardos d e Acosta.
E n las descripciones d e aves q u e ofrece O v i e d o habla de unos
murciélagos q u e al desollarlos q u e d a n «de la manera d e los pajaritos
d e cañuela, y m u y blancos y m u y gordos y d e b u e n sabor» (ed. B a -
llesteros, p . 113). D a d o el contexto (serie de descripciones ornitológi-
cas) el lector p u e d e inclinarse a pensar q u e esos pajaritos d e cañuela
son u n a especie particular, c u a n d o en realidad alude a la m a n e r a de
v e n d e r los pajarillos en la España del Siglo de O r o para su c o n s u m o ,
e n u n a fila d e varias aves atadas o pegadas p o r las patas a u n a cañita,
según p u e d e verse en el espléndido b o d e g ó n de Sánchez C o t á n c o n -
servado en el M u s e o del P r a d o . 42

Algo semejante sucede e n el comentario de las categorías militares


d e los mejicanos en La historia natural y moral del P . Acosta, d o n d e
distingue unos caballeros a m o d o de comendadores de órdenes m i l i -
tares, y otros «como caballeros pardos, q u e n o eran de tanta cuenta
c o m o estos» (p. 430). E n el c o n t e x t o especifica diversos géneros y
títulos o divisas d e nobleza, c o m o son los águilas, los leones y los

4 1
Díaz, La conquista de Tenochtitlan, 1988, p. 180.
4 2
Bodegón de caza, hortalizas y frutas. V e r Ortega, 1996, p. 87, excelente repro-
d u c c i ó n del l i e n z o d e Sánchez C o t á n .
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 61

tigres. Fácil sería pensar en ese c o n t e x t o q u e a los caballeros pardos


los llama así p o r tener la insignia del pardo o leopardo, pero cualquier
lector del Siglo de O r o reconocería ahí a la categoría de los llamados
caballeros pardos: «se llama el que alcanza privilegio del rey, n o siendo
noble, para excusarse de pechar, c o m o los q u e son del estado llano,
t e n i e n d o armas y caballo para defensa del reino, y en habiéndolo
conseguido goza preeminencias de hidalgo» (Diccionario de Autorida-
des).
Los casos extremos son aquellos en q u e , b i e n una mala fijación
textual permitida p o r la falta de interpretación correcta (lo q u e podía
solventar una nota oportuna), o b i e n una mala anotación, producen
categorías, seres y entidades fabulosas. D a r é algunos pocos ejemplos
q u e m e parecen ilustrativos, d e entre los m u c h o s que u n curioso p o -
dría recoger.

a) Pertrechos raros y armas novedosas

Entre los pertrechos que se aprestan en la expedición a O m a g u a y


Eldorado, Francisco Vázquez, e n la edición de O r t i z de la Tabla (p.
50), m e n c i o n a «muchas herramientas necesarias y clavazón y oxea y
otras cosas a propósito para hacer navios». N i n g u n a consulta a i n g e -
nieros navales, p o r peritos q u e sean, permitirá averiguar q u é extraño
material es la «oxea», pero quizá el filólogo pueda explicarse la mala
lectura d e u n original manuscrito en d o n d e aparece la palabra «brea»,
en la q u e el astil d e la letra b ha sido interpretado c o m o a c e n t o y el
perfil de la erre manuscrita c o m o una equis inexistente.
E n la misma expedición (ed. cit., p . 64) el escopetero García d e
Arce mata a cinco indios de u n tiro maravilloso, p e r o n o tan extraño
si se tiene en cuenta q u e ha cargado su arma nada menos que con «dos
pelotas acidas con alambre», q u e el discreto lector puede considerar
una modalidad de arma química avanzada y desde luego letal. U n a
lectura más atenta revela, sin e m b a r g o , que hubiera debido impri-
mirse «pelotas asidas con alambre», corrigiendo una grafía reveladora
de ceceo que el editor interpreta mal, inventando una palabra que n o
está e n el texto al añadir el acento e n vez d e restaurar la ese. Lo c u -
rioso es q u e estas balas unidas c o n alambre se describen e n otros lu-
gares de las crónicas, sin ir más lejos en esta misma de Vázquez (p.
157): «pelotas con hilo de alambre para que hiciesen más daño», o en
62 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

la relación d e Pedrarias d e A l m e s t o , q u e casi copia a Vázquez, pero


43

q u e desarrolla algunos pasajes nuevos, entre ellos la descripción de


este tipo d e municiones: «pelotas con alambre para que hiciesen más
d a ñ o , q u e son desta manera: dos pelotas de p l o m o y asidas la una a la
otra c o n u n hilo d e alambre, algo grueso, de largo de palmo y medio,
e n m a n e r a q u e n o se pudiesen deshacer, y así tiradas van cortando y
despedazando cuanto topan».
D o s armas también extrañas se documentan en la Historia de
Tlaxcala d e M u ñ o z C a m a r g o : u n a son los vardaseos de más d e una
44

braza y media, q u e según el editor son «Ballestas c o n dardos». P e r o se


trata r e a l m e n t e d e u n a mala lectura q u e d e b e enmendarse p o r «var-
daseos» o «vardascas» 'vara delgada' (Autoridades)* . Pero aún más 5

raros, a j u z g a r p o r la n o t a del editor G e r m á n Vázquez, son los p r o -


pulsores c o n q u e se arrojan estos vardaseos o vardascas. £1 cronista dice
q u e se arrojan «con amientos d e palo, que son a manera d e gorguses».
Y el anotador expüca para amientos «Correas unidas al asta del dardo
q u e servían para arrojar el arma a m a y o r distancia y para recogerla
posteriormente». D e manera que, recordando su nota anterior sobre
los vardaseos, los indios arrojan unas ballestas c o n dardos p o r m e d i o
d e correas (que deben d e ser d e palo, a juzgar p o r el texto del cronista
q u e especifica claramente «amientos de palo») con las que luego r e c o -
gen los proyectiles. Es imposible hacerse una idea d e esta arma igual-
m e n t e imposible: nótese q u e si el amiento (que efectivamente puede
ser u n a cuerda o correa) sirve para impulsar u n dardo n o puede ser tan
largo q u e siga atado a la flecha para poderla después recoger (el error
proviene seguramente d e la mala definición del Diccionario de Autori-
dades): además de lo absurdo d e arrastrar u n largo rollo de cuerda t o d o
el alcance del arma, q u e quedaría m e r m a d o p o r el peso de la cuerda, si
esta cuerda fuera efectivamente d e esa longitud n o podría servir de
impulsor, p u e s el impulso procede del empuje q u e la cuerda tensa
i m p r i m e sobre la vara. E n suma, olvidemos de n u e v o esta arma s u -
rrealista. D e lo que se habla aquí es de las tiraderas de palo que descri-
b e c o n bastante claridad el Inca Garcilaso en La Florida del Inca (p.
549): «un arma q u e los castellanos llaman en Indias tiradera, q u e más

4 3
V e r Carvajal, ed. D í a z , 1 9 8 6 , p p . 1 1 5 y 2 0 6 (la cita es d e esta última p á g i -
na).
4 4
M u ñ o z C a m a r g o , Historia, ed. G. Vázquez, 1 9 8 6 , p . 7 7 .
4 5
E n la p . 1 0 8 de esta misma crónica se v u e l v e a hablar de las «puntas d e var-
dascas» q u e llevan lengüetas y arpones.
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 63

propiamente la llamaremos b o h o r d o , p o r q u e se tira c o n a m i e n t o d e


palo o de cuerda * [...] es u n arma d e u n a braza e n largo d e u n j u n c o
4

macizo, a u n q u e fofo por de dentro, d e q u e también hacen flechas [...]


El amiento es de palo, de dos tercias en largo, con el cual tiran el b o -
hordo con grandísima pujanza».

b) Acciones y costumbres o prácticas varias

El contacto con culturas desconocidas exige u n cuidado especial e n


el análisis de esas culturas y de los f e n ó m e n o s del c o n t a c t o . Los c r o -
nistas recurren a modelos conocidos para establecer comparaciones,
contrastes o semejanzas. Es necesario c o n o c e r b i e n a m b o s e x t r e m o s
de la comparación, so pena d e inventar más realidades y ficciones d e
las q u e ya aparecen en estos textos.
Fray Bernardino de Sahagún se o c u p a e n su m a g n a o b r a d e los
agoreros, magos, adivinos y judiciarios, y en el pertinente capítulo
escribe : 47

Cosa muy sabida es que los astrólogos llamados genethliaci tienen soli-
citud en saber la hora y punto del nacimiento de cada persona, lo cual
sabido, adivinan y pronostican las inclinaciones naturales de los hombres
por la consideración del signo en que nacen y del estado y aspecto que
entonces tenían los planetas.

Esta palabra genethliaci aparece e n el vocabulario q u e el editor d e


Sahagún ha preparado en su edición entre las palabras aztecas , o p e - 48

rando así u n sorprendente transplante d e los genetlíacos clásicos (es


palabra griega q u e pasa al latín c o n el sentido d e 'el q u e p o r el día y
hora del nacimiento pronostica el futuro d e una persona', ver Diccio-
nario de Autoridades) a la cultura mejicana. La cosa tiene su i m p o r t a n -
cia porque lo que Sahagún pretende en ese prólogo del libro cuarto en
q u e se ocupa de la astrología judiciaria es precisamente contraponer
los genetlíacos d e la antigüedad clásica a los tonalpouhque mejicanos,
q u e «no se regían p o r los signos ni planetas del cielo, sino p o r una

^Amiento: «Es la correa q u e se r e v u e l v e e n la m i t a d d e la lanza para arrojarla


c o n más furia» (Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana); Autoridades define mal,
señalando que c o n el a m i e n t o se p u e d e recobrar la lanza arrojada. Las tiraderas de
palo n o s o n d e correa s i n o d e m a d e r a , a m o d o d e l i s t ó n acanalado e n el q u e se
c o l o c a el dardo q u e se arroja impulsándolo c o n un t o p e .
4 7
Sahagún, Historia general, ed. J. C . T e m p r a n o , 1 9 9 0 , p. 2 4 8 , v o l . 1.
48
Ed. cit.,p. X C I X , vol. 2 .
64 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

instrucción q u e según ellos dizen se la d e x ó Quetzalcóatl» y que n o se


funda en la influencia de las estrellas.
En o t r o t e x t o aparece u n tipo de operación designada c o m o
4 9

«renchat» q u e el editor pasa sin ninguna nota y q u e el lector n o diluci-


dará a m e n o s q u e lea el término correcto de «ranchar» o «ranchear»
(rancheo: 'salida de pillaje q u e hacen los conquistadores contra los
indios'), denunciada por los mismos cronistas c o m o Andagoya : 50

«estos n o iban a poblar sino a ranchear» ; «no pueblan, sino que viven
51

de rancheadura y esto es lo q u e destruye las tierras».


U n t o r m e n t o peregrino d e difícil explicación anatómica se d o c u -
m e n t a en u n a cita que G e r m á n Vázquez, editor d e La historia de
Tlaxcala de M u ñ o z C a m a r g o , aporta proveniente d e la Historia de la
52

nación chichimeca d e Fernando de Alba Ixtlilxochid, para explicar el


castigo d a d o a los sodomitas pacientes. A los activos se les enterraba
en cenizas atados a u n palo, pero al paciente «por el sexo le sacaban las
entrañas» antes de sepultarlo en la ceniza. Cosa bien rara, pero n o era
exactamente así; el castigo n o era menos cruel si h e m o s de dar crédito
al cronista, p e r o n o se le sacaban al pecador las entrañas p o r el sexo,
sino por el sieso o a n o , lo cual es m u c h o más comprensible c o n t e x -
53

tual y anatómicamente. Etc.

c) Una raza de mujeres fabulosas

Amazonas, gigantes, las ciudades de Cíbola o el mítico rey D o r a -


d o n o parecen suficientes maravillas y fábulas a los editores de las
crónicas, q u e añaden p o r su cuenta algunas otras, c o m o una categoría
de extraordinarias mujeres de Potosí, q u e si son de padres indios son
«malajes todas»; absolutamente todas las d e padres indios son malajes,
cosa que n o son las mestizas, según leemos en la relación de Diego de

4 9
C i e z a d e L e ó n , La crónica del Perú, ed. M . Ballesteros, 1 9 8 4 , p . 116.
5 0
A n d a g o y a , Relación y documentos, ed. A . Blázquez, 1 9 8 6 , p p . 8 6 , 176.
5 1
Por cierto, el editor de Andagoya, Relación y documentos, e n A . B l á z q u e z , p .
8 6 , n o t a 8 y p . 1 7 6 , n o t a 7 4 , c o n f u n d e la a c c i ó n d e l ranchear, q u e c o m o se ha
d i c h o , es pillaje y secuestro, c o n la de rescatar q u e es 'trocar, intercambiar objetos';
el rescate era operación pacífica; el rancheo violenta.
5 2
V e r M u ñ o z C a m a r g o , Historia de Tlaxcala, e d . G. V á z q u e z , 1 9 8 6 , p . 1 6 0 ,
nota 2 2 1 .
5 3
Sieso: «Parte inferior d e l i n t e s t i n o r e c t o e n la cual se c o m p r e n d e el ano»
(DRAE).
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 65

Ocaña . Lea el discreto lector q u e estas indias son «mal agestadas»


54

'feas' y habrá desaparecido otro de los mitos indianos.

d) Fenómenos de la naturaleza

Pero las fantasías editoras n o se limitan a los fenómenos h u m a n o s .


En el cielo surge el signo estelar d e la bufina, desconocido para los
marineros de cualquier latitud y q u e pasa sin nota en la edición d e A.
Álvarez d e Diego de O c a ñ a , d o n d e se m e n c i o n a n «las estrellas del
norte, labujina y el m i s m o norte» (p. 51). Es, claro, u n a falsa lectura
de bocina (se imprime bien en p . 167 de este mismo texto), una d e las
denominaciones de la constelación llamada Osa m e n o r .
U n agente natural m u y misterioso acaba con las cosechas d e los
indios j u m a n o s , cuyo maíz han echado a perder los topos, palabra q u e
anota P u p p o - W a l k e r (p. 2 8 7 , n o t a 7 5 8 ) : «según C o v . , topo c o m o
variante de tope p u d o ser u n anglicismo de estirpe marinera. M . M :
[María Moliner] explica topos c o m o medida utilizada p o r indios n o r -
teamericanos, pero sin especificar regiones. Aquí ese vocablo parece
aludir al ciclo d e cosechas. Vale también el espacio d e legua y media.
En este sentido es voz Indiana, Aut». Resulta incomprensible c ó m o
este agente destructor p r o c e d e a acabar con el maíz. N a t u r a l m e n t e ,
Cabeza de Vaca se refiere a los topos roedores, sin más.

e) Autores, autoridades y referencias literarias

La fantasía de D i e g o Andrés d e la R o c h a y su acumulación extra-


vagante d e argumentos y autoridades e n su obra Origen de los indios
n o le bastan a su editor Alcina: le añade algunas autoridades más,
dignas de la inventiva d e Jorge Luis Borges: así aparece u n Justo
Lvppio (p. 56: es Justo Lipsio, el gran erudito belga), otro Poffevino (p.
63, mala transcripción de eses largas c o m o efes: es Antonio Possevino,
jesuíta italiano autor de muchas obras teológicas); u n Ortelto (p. 120:
es Ortelio, famoso cosmógrafo que cita Q u e v e d o repetidamente e n la
España defendida, p o r ejemplo), además de una frase de San J u a n , 1, 6

5 4
Ocaña, A través de América del Sur, e d . A . Álvarez, 1 9 8 7 , p . 1 6 9 . C o m p . p .
2 2 2 : «son más b l a n c o s q u e los d e m á s y d e m e j o r e s caras y más b i e n agestados»;
ver, e n fin, el Diccionario de Autoridades: «Agestado, b i e n o mal agestado. Bien
agestado se llama a la persona de b u e n a cara y agradable a s p e c t o y l o contrario a
esto es mal agestado».
66 IGNACIO ARELLANO AYUSO

que tal c o m o está impresa «Fuit h o m o mis, sus a Deo» n o se hallará ni


en los Setenta ni en la Vulgata ni en ninguna otra Biblia.
Bien es verdad q u e en otras crónicas hay personajes que tampoco
se hallarán e n la Biblia p o r m u c h o q u e algún editor insista: n o busque
el lector el rey lefias en el Eclesiástico, d o n d e sí hallará a Josías. Iofias,
q u e supuestamente cita Cabeza d e Vaca e n los Comentarios según su
editor Ferrando, es sólo una mala transcripción.
Y en la literatura profana t a m p o c o se esfuerce nadie en averiguar
qué son los galanes de Meliola q u e aparecen en la Relación d e O m a g u a
de Pedrarias d e Almesto, ed. R . D í a z , y q u e son mera errata por
55

galanes de Meliona (lugar e n t r e Oran y T r e m e c é n ) , tan citados en los


textos del Siglo de O r o c o m o ponderación de gallardía . 56

P e r o n o siempre se enriquece el m u n d o de lo maravilloso y fan-


tástico americano. Otras veces los editores se empeñan en hacer desa-
parecer algunos elementos: mala fortuna por ejemplo ha tenido la
planta aje, p o r la que se m e permitirá romper aquí una lanza.
H e r n á n Cortés (ed. Delgado, p . 142, sin nota) menciona entre los
alimentos de ciertas poblaciones «maíz y algunos ajes c o m o los de las
otras islas y potuyuca»; G o m a r a en La conquista de México (ed. cit., p .
49) dice q u e Cortés acopia para su expedición tocinos, cargas de ma-
íz, yuca y ajes, alimento q u e J. L. d e Rojas, editor d e esta crónica en
Historia 16 identifica (nota 8) con los ajís o chiles; G e r m á n Vázquez,
en el vocabulario que añade a las relaciones que incluye en La con-
quista de Technotitlan, identifica al age con el ají (p. 214)... En todos
esos casos la planta citada n o es el ají o chile sino el aje, c o m o bien
escriben los relatores. El t é r m i n o se aplica en las Antillas, principal-
57

m e n t e en C u b a , a los tubérculos alimenticios, c o m o la batata, el b o -


niato o el ñ a m e . R e l é a n s e los textos d e Cortés y G o m a r a en que se
cita j u n t o con la yuca.

5 5
V e r Carvajal, 1 9 8 6 , p . 2 0 5 , nota 1 4 0 d o n d e el editor señala q u e e n el m a -
nuscrito de Vázquez, seguido m u y de cerca p o r Pedrarias, se lee «galanes de
Meliona» (que es la buena lectura), pero n o prosige más su indagación.
5 6
Ver Enríquez, El Siglo Pitagórico, ed. C h . A m i e l , 1 9 7 7 , p. 1 6 2 , nota 2 0 , c o n
más referencias; o Cáscales, Cartas filológicas, ed. J. García S o r i a n o , 1 9 6 1 , I, p. 5 9 ,
nota 8 y p . 1 9 2 , c o n otros t e x t o s g o n g o r i n o s y de autores varios, en una extensa
nota del editor.
5 7
Ver Santa María, 1 9 4 2 , I, s. v. aje. El ají, p i m i e n t o picante, es otra cosa.
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN.. 67

3 . N o se trata se puntillosidades nimias o minucias negligibles.


Esta galería de ejemplos q u e estoy aduciendo refleja sintomática-
m e n t e el estado bastante deplorable d e las ediciones de crónicas que
pueden estar más asequibles a los lectores.
Pero téngase en cuenta además que este tipo d e textos mal fijados
y mal anotados, esto es, mal entendidos, dan pie a veces a juicios li-
terarios (ya h e m o s visto los supuestos estilos infernales de algunos
cronistas, que los deben precisamente a sus críticos incompetentes) y
a interpretaciones de cierta pretensión en vertientes ideológicas o
históricas, especialmente arriesgadas en u n terreno tan sujeto a p o l é -
micas que tienen p o c o de científico y en las q u e es fácil saltar a juicios
apriorísticos o desviados si se olvida el sentido del texto.
Del Pino ha recordado (art. cit.) algunos casos curiosos relativos a
Betanzos y Polo de O n d e g a r d o , y Delgado e n su edición de Cortés
(p. 106, nota 10) recuerda q u e la errata q u e transforma fruto en feudo
(y q u e se reproduce en casi todas las ediciones) ha d a d o pie a fanta-
siosas disquisiciones sobre la supuesta mentalidad feudal de Cortés.
Este tipo d e interpretaciones abusivas que proceden de erratas o
incomprensiones del texto se reiteran con harta frecuencia.
La inocente afirmación d e R o d r í g u e z Freyle (p. 202), q u e pasa a
España con el oidor Pérez d e Salazar c o n la esperanza d e «seguir en
ella el principio d e mis nominativos», es considerada p o r el editor
Jaime Delgado c o m o alusión a sus apellidos (nominativos los interpreta
c o m o 'apellidos'), es decir a sus antepasados, y asegura en el prólogo
(p. 12) que esta frase «ilustra, a m i j u i c i o , con claridad suficiente, el
propósito fundamental de R o d r í g u e z Freyle al trasladarse a Castilla, a
saber: entroncarse, conocer su ascendencia familiar. ¿ínfulas aristocrá-
ticas?...», etc. Pero el cronista usa nominativos en el sentido habitual de
la época 'rudimentos de algún arte o ciencia' (Autoridades) y estricta-
m e n t e hablando se refiere a sus estudios de humanidades (ha estudia-
do gramática, nos dice en otra parte del libro) y quiere decir simple-
mente que tiene esperanzas de continuar sus estudios en Castilla.
Más grave es la divagación q u e el t é r m i n o sujetos (subjetados, d e -
bería ser en realidad) provoca a M a n u e l Ballesteros a propósito de u n
pasaje de Cieza de León (p. 295, y nota 315). Escribe Cieza:

E n el t i e m p o q u e e s t a b a n e n s u p r o s p e r i d a d , a n t e s q u e f u e s e n s u b j e -
tados por los españoles, c u a n d o g o z a b a n del g o b i e r n o de los ingas, d e -
m á s d e las a c e q u i a s c o n q u e r e g a b a n e l v a l l e . . .
68 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

Lo q u e anota el editor: «La palabra subjetos encierra u n grande


contenido d e sumisión y tristeza, q u e contrasta c o n la siguiente de
q u e gozaban del gobierno de los incas».
D e aquí a valorar la afirmación de Cieza c o m o toma de postura
fervientemente ideológica crítica contra la conquista va m u y poco.
P e r o n o se trata d e eso. Cieza es u n o d e los narradores (hay muchísi-
m o s entre los cronistas) q u e n o oculta denuncias y críticas, pero no
hay que buscarlas en cada recoveco. Las connotaciones de decadencia
de los indios e n el pasaje citado son generales y radican en todo el
texto, pero n o hay una especial connotación en sujetos, sujetados, pala-
bra q u e tiene u n sentido administrativo, político y j u r í d i c o general y
sirve para designar el estado de dependencia jurídica y organizativa de
unas entidades políticas respecto de otras d e las q u e son sufragáneas.
Q u i e r e decir el texto que estos indios pasan al dominio organizativo y
político d e los españoles p o r m e d i o d e la conquista, fenómeno repeti-
d o e n todas las latitudes a lo largo d e la Historia, incluida la historia
p r e c o l o m b i n a d e América. Cieza (y el resto de los cronistas) usa el
t é r m i n o t a m b i é n para referirse a poblaciones de indios sujetas al sis-
t e m a d e los incas, o a cualquier p u e b l o o distrito sujeto a una a d m i -
nistración superior, sin connotaciones de especial violencia u opresión;
remito a los ejemplos siguientes:

En que se declaran otras costumbres de los indios sujetos a la ciudad


de Urabá (título del capítulo 8).

De los pueblos y señores de indios que están subjetos a los términos


desta ciudad (título del capítulo 28).

...relación de los más pueblos y señores subjetos a la ciudad de Popa-


yán... (título del capítulo 32).

después que fueron subjetados por los ingas tomaron dellos leyes y
costumbres [...] En muchas partes de las provincias dichas, subjetas a
esta ciudad, hay arboledas y cantidad de frutas... (p. 305).

los más de los pueblos que son subjetos a esta ciudad atraviesan cami-
nos reales... (p. 308).

Por el segundo camino, que nombran Condesuyo, entran las provin-


cias que son subjetas a esta ciudad y a la de Arequipa (p. 337).

Antes d e establecer u n a supuesta actitud del cronista es preciso


estar lo más seguros posible del sentido d e sus palabras. Para ello es
también imprescindible tener m u y en cuenta las tradiciones literarias
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 69

o culturales sobre las q u e está construida su cosmovisión. D a r é , para


terminar, u n solo ejemplo más.
El estudio introductorio de Alcina Franch a su edición de la Histo-
ria natural y moral de las Indias, del P . Acosta, insiste m u c h o e n la m o -
dernidad del padre jesuita, basándose en buena parte en la clasificación
tripartita d e los posibles m o d o s de g o b i e r n o . N o v o y a j u z g a r ahora
(no es d e mi competencia) si el P . Acosta es efectivamente u n autor
m o d e r n o , precursor de Vico y Hegel, etc. M e limito a señalar q u e en
el caso concreto de esta clasificación, las observaciones d e Alcina van
totalmente fuera de lugar p o r n o tener e n cuenta (detalle curioso en
u n historiador arqueólogo) los precedentes culturales a q u e se acoge
Acosta en ese punto.
Acosta explica en el capitulo 19 del libro VI:

se han hallado tres géneros de gobierno y vida en los indios. El pri-


mero y principal y mejor ha sido de reino o monarquía, como fue el
de los Ingas y el de Motezuma, aunque estos eran en mucha parte urá-
nicos. El segundo es de behetrías o comunidades, donde se gobiernan
por consejo de muchos, y son como consejos [...] El tercer género de
gobierno es totalmente bárbaro y son indios sin ley ni rey ni asiento,
sino que andan a manadas como fieras.

Texto que lleva a Alcina (quien lo considera clarividente y explí-


58

cito, n o v e d o s o y m o d e r n o ) a establecer el evolucionismo (?) cultural


de Acosta, a la vez que sugiere una posible influencia d e Bartolomé de
Las Casas, que en sus Tratados hace u n a división tripartita de los lina-
jes de bárbaros que se hallan en escrituras sagradas y profanas: esto es,
los que son extraños a alguna cultura d o m i n a n t e a u n q u e n o les falte
cierto nivel cultural y político, los q u e n o tienen lenguas aptas para la
escritura, y los que viven en estado d e salvajismo sin organización
política ni cultural.
P o r más q u e Alcina afirme q u e «la división tripartita d e Acosta se
corresponde exactamente c o n la d e las Casas» (p. 2 7 , ed. cit.) u n a
lectura desprejuiciada mostrará que n o tienen nada q u e ver y q u e h a -
blan d e cosas t o t a l m e n t e distintas (sistemas d e g o b i e r n o / grados de
barbarie). P o r lo demás Acosta n o estudia tres estadios sucesivos y
evolutivos de gobierno general de los indios, que muestren una visión
evolucionista y hagan d e su obra «un eslabón más q u e enlaza el evolu-

Acosta, Historia natural y moral, ed. J. Alcina, 1 9 8 7 , p p . 2 6 y ss.


70 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

cionismo clásico c o n el de la ciencia m o d e r n a de Vico, Hegel, etc.»


(p. 29).
E n suma, lo q u e hace Acosta es recoger, con sus matizaciones
oportunas, una doctrina sobre los tres (o seis) m o d o s de gobierno
(monarquía / aristocracia / democracia; q u e p u e d e n corromperse en
tiranía / oligarquía / demagogia) totalmente clásica, expuesta de
manera arquetípica p o r M a q u i a v e l o en los preliminares de sus Dis-
59

cursos sobre la primera Década de Tito Livio:

recordaré que algunos han escrito, refiriéndose al gobierno, que pue-


de ser de tres clases: monárquico, aristocrático y popular, y que los que
organizan una ciudad deben inclinarse a una de ellas, según les parezca
oportuno. Otros más sabios, en opinión de muchos, opinan que las
clases de gobierno son seis, de las cuales tres son pésimas y las otras tres
buenas en sí mismas, aunque se corrompen tan fácilmente que llegan a
resultar perniciosas. Las buenas son las que enumerábamos antes, las
malas otras tres que dependen de ellas y les son tan semejantes y cerca-
nas, que es fácil pasar de una a otra: porque el principado fácilmente se
vuelve tiránico, la aristocracia con facilidad evoluciona en oligarquía y
el gobierno popular se convierte en licencioso sin dificultad.

M a q u i a v e l o recoge doctrinas más antiguas, sin ir más lejos la dis-


tinción de los gobiernos que hace Aristóteles en su Política, capítulo V
del libro III, y estas mismas, c o n sus glosas pertinentes, se hallan en
tratadistas españoles auriseculares por doquier.

4. CONCLUSIONES

E n definitiva, m e parece q u e los textos indianos están necesitados


de u n a tarea u r g e n t e de crítica textual y d e una n o m e n o s urgente
tarea d e anotación.
E n el p a n o r a m a descrito destaca, c o n todas las salvedades que se
quiera, la ausencia d e una práctica filológica c o n rigor científico m í -
n i m o e n la tarea textual, q u e hasta ahora cae principalmente en m a -
nos d e historiadores cuyo ámbito de competencia profesional es otro.
Las malas lecturas, transcripciones erróneas, notas desviadas, malas
segmentaciones d e palabras, deficiente modernización gráfica, etc.,
son fenómenos excesivamente frecuentes en la colección q u e h e t o -
m a d o c o m o muestra (y en otras ediciones).

C i t o por la e d i c i ó n que t e n g o a m a n o de M a q u i a v e l o , Discursos sobre la pri-


mera Década de Tito Livio, 1 9 8 7 , p. 3 3 .
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 71

Es sin duda obligación d e los filólogos realizar esta tarea q u e per-


mita a los historiadores y antropólogos analizar con m a y o r seguridad
los textos cronísticos. D e s d e el p u n t o de vista de la crítica textual las
crónicas d e Indias n o tienen p o r q u é constituir u n caso aparte al m a r -
gen d e las prácticas editoriales de utilidad reconocida para otros t e x -
tos.
La anotación de los textos exige u n cuidado m u c h o más m e t i c u -
loso q u e el que hasta ahora han recibido para dilucidar el sentido de
las palabras y las cosas p o r ellas nombradas.
Fuera de este rigor científico imprescindible, los textos indianos
constituirán u n terreno m i n a d o q u e fácilmente conducirá a aprecia-
ciones abusivas o desviaciones interpretativas de más envergadura.
La situación descrita supone, sobre t o d o , graves problemas de e n -
tendimiento, para los lectores en general, y también para los especia-
listas, d e u n corpus d e importancia histórica y cultural difícilmente
ponderable, vital para la c o m p r e n s i ó n del fenómeno irrepetible del
Descubrimiento y mestizaje resultante, es decir, vital, a mi juicio,
para una mejor comprensión de las culturas hispánicas.
72 I G N A C I O ARELLANO A Y U S O

BIBLIOGRAFÍA

A C O S T A , J., Historia natural y moral de las Indias, e d . J. A l c i n a , Madrid,


Historia 16, 1987.
A N D A G O Y A , P. d e , Relación y documentos, e d . A. Blázquez, Madrid, H i s -
toria 16, 1 9 8 6 .
ARELLANO A Y U S O , I . , «Anotación filológica de textos barrocos: el Entremés
de la Vieja Muñatones d e Q u e v e d o » , Notas y estudios filológicos, 1,
1984, pp. 8 7 - 1 1 7 .
— «Ecdótica y hermenéutica: Para el texto del Lazarillo de Manzanares de
Juan Cortés de Tolosa», Notas y estudios filológicos, 2, 1 9 8 5 a , p p . 7 3 -
93.
— «En torno a la anotación filológica de textos áureos y u n ejemplo q u e -
vediano: el romance Hagamos cuenta con pago», Criticón, 3 1 , 1 9 8 5 b ,
pp. 5 - 4 3 .
— «Observaciones provisionales sobre la edición y anotación de textos del
Siglo de Oro», e n Edición y anotación de textos del Siglo de Oro, Pam-
plona, Eunsa, 1987, pp. 3 3 9 - 5 5 .
— «Varias notas a lugares quevedianos. Fijación textual y crítica filológica»
en La edición de textos (Actas del I Congreso de la Asociación Internacional
Siglo de Oro), ed. P. Jauralde era/., L o n d o n , Tamesis b o o k s , 1 9 9 0 , pp.
123-31.
— «Edición crítica y anotación filológica e n textos del Siglo de O r o . N o -
tas m u y sueltas», e n Critica textual y anotación filológica en obras del Siglo
de Oro, e d . I . Arellano y j . C a ñ e d o , Madrid, Castalia, 1 9 9 1 , pp. 5 6 3 -
86.
— « Q u e v e d o : lectura e interpretación. Hacia la anotación de la poesía
quevediana», e n Estudios sobre Quevedo, e d . S. Fernández Mosquera,
Santiago de Compostela, Universidad, 1 9 9 6 , pp. 1 3 3 - 6 0 .
CARVAJAL, G. d e , P . de Almesto y A. de Rojas, relaciones incluidas e n La
aventura del Amazonas, e d . R . Díaz, Madrid, Historia 16, 1 9 8 6 .
CÁSCALES, F . , Cartas filológicas, e d . J. García Soriano, Madrid, Espasa
Calpe, 1 9 6 1 .
C I E Z A DE L E Ó N , P . , La crónica del Perú, e d . M . Ballesteros, Madrid, H i s -
toria 16, 1 9 8 4 .
C O R T É S , H . , Cartas de relación, ed. A. D e l g a d o , Madrid, Castalia, 1993.
COVARRUBIAS, S. de, Tesoro de la lengua castellana, Madrid, Turner, 1979.
DELGADO, Á . , «El hispanismo y la crónica de América: ¿por qué editar y
estudiar a Hernán Cortés?», en La edición de textos: actas del I Congreso
internacional de Hispanistas del Siglo de Oro, ed. P . Jauralde et al., L o n -
don, Tamesis, 1990, pp. 1 6 9 - 7 5 .
PROBLEMAS EN LA EDICIÓN Y ANOTACIÓN. 73

D Í A Z DEL CASTILLO, B . , Historia verdadera de la conquista de Nueva España,


ed. C . Sáinz Santa María, introducción y notas de L. Sáinz de Medra-
no, Barcelona, Planeta, 1992.
D Í A Z , J., A. Tapia, B. Vázquez y F . Aguilar, La conquista de Tenochtitlan,
ed. G . Vázquez, Madrid, Historia 16, 1988.
Diccionario de Autoridades, Real Academia Española, Madrid, Gredos,
1979.
ENRÍQUEZ, A., El siglo pitagórico, ed. T . Santos, Madrid, Cátedra, 1 9 9 1 .
— El siglo pitagórico, ed. C h . A m i e l , París, 1977.
FERNÁNDEZ DE O V I E D O , G . , Sumario de la natural historia de las Indias, ed.
M. Ballesteros, Madrid, Historia 16, 1986.
FERNÁNDEZ DE Q U I R Ó S , P., Descubrimiento de las regiones austriales, ed. R .
Ferrando, Madrid, Historia 16, 1986.
GILÍ G A Y A , S., Curso superior de sintaxis española, Barcelona, V o x , 1961.
G U A M Á N P O M A DE A Y A L A , F., Nueva coránica y buen gobierno, e d . J. V .
Muría, R . Adorno y J. L. Urioste, Madrid, Historia 16, 1987.
LÓPEZ DE G O M A R A , F . , La conquista de México, e d . J. L. d e R o j a s , M a -
drid, Historia 16, 1987.
MAQUIAVELO, Discursos sobre la primera Década de Tito Livio, Madrid,
Alianza, 1987.
M U Ñ O Z C A M A R G O , D . , Historia de Tlaxcala, e d . G . V á z q u e z , M a d r i d ,
Historia 16, 1986.
N Ú Ñ E Z CABEZA DE V A C A , A . , Naufragios y comentarios, ed. R . Ferrando,
Madrid, Historia 16, 1984.
— Naufragios, ed. E. Puppo-Walker, Madrid, Castalia, 1992.
O C A Ñ A , D . d e , A través de la América del Sur, e d . A . A l v a r e z , M a d r i d ,
Historia 16, 1987.
ORTEGA, J. M . , Todo el Prado, Madrid, Ediciones T o d o el Prado, 1996.
P I N O , F. del, «Lectura c o n t e m p o r á n e a de textos protoantropológicos o
propuesta modernizadora para editar crónicas de Indias», e n Entre la
palabra y el texto, e d . L. D . G . de Viana y M . F e r n á n d e z , M a d r i d ,
C S I C , 1997, pp. 1 4 3 - 9 4 .
R O C H A , D . A . , El origen de los indios, ed. J. Alcina, Madrid, Historia 16,
1988.
R O D R Í G U E Z FREYLE, J . , Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de
Granada, ed. J. D e l g a d o , Madrid, Historia 16, 1986.
SAHAGÚN, Fray B. d e , Historia general de las cosas de Nueva España, e d . J.
C. Temprano, Madrid, Historia 16, 1990.
SANTAMARÍA, F. J., Diccionario general de americanismos, M é j i c o , Pedro
Robredo, 1942.
SARMIENTO D E G A M B O A , P . , Derrotero al Estrecho de Magallanes, ed. J .
Batista, Madrid, Historia 16, 1987.
74 IGNACIO ARELLANO A Y U S O

V Á Z Q U E Z , F., Relación de todo lo que sucedió en la jornada de Omagua, ed.


J. Ortiz, Madrid, Alianza, 1987.
VEGA, G . de la, La Florida del Inca, ed. S . L . H i l t o n , Madrid, Historia 16,
1986.
Libros publicados en la Biblioteca Áurea Hispánica
Universidad de Navarra - Editorial Iberoamericana / Vervuert

Juan Manuel Escudero (estudio, Marie-Françoise Déodat-


edición y notas) Kessedjian
El Alcalde de Zalamea. Edición El silencio en el teatro de
crítica de las dos versiones Calderón de la Barca
1998. 584 p. 1999. 367 p.
(Biblioteca Áurea Hispánica, 1) (Biblioteca Áurea Hispánica, 5)
ISBN 84-88906-96-X ISBN 84-95107-43-0

Abraham Madroñal Duran Ignacio Arellano Ayuso; José A.


Baltasar Elisio de Medinilla y la Rodríguez Garrido (eds.)
poesía toledana de principios del Edición y anotación de textos
siglo XVII coloniales hispanoamericanos
1999. 293 p. 1999. 440 p.
(Biblioteca Áurea Hispánica, 2) (Biblioteca Áurea Hispánica, 6)
ISBN 84-95107-06-6 ISBN 84-95107-41-4

Carlos Mata Induráin (estudio, James Iffland


edición y notas) De fiestas y aguafiestas. Risa,
Comedias burlescas del Siglo de locura e ideología en Cervantes y
Oro. Tomo I. El rey don Alfonso, el Avellaneda
de la mano horadada (anónimo) 1999. 605 p.
1998. 252 p. (Biblioteca Áurea Hispánica, 7)
(Biblioteca Áurea Hispánica, 3) ISBN 84-95107-48-1
ISBN 84-95107-05-8
Agustín de la Granja y María Luisa
Stanislav Zimic Lobato
Los cuentos y las novelas del Bibliografía descriptiva del teatro
Quijote breve español (siglos XV-XX)
1998. 352 p. 1999. 492 p.
(Biblioteca Áurea Hispánica, 4) (Biblioteca Áurea Hispánica, 8)
ISBN 84-95107-03-1 ISBN 84-95107-49-X

También podría gustarte