Citas
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Citas
Aquello que mejor nos define a primera vista es lo que m�s cambia, lo que m�s
se mueve. Las definiciones son un pacto con la realidad, una manera de esconder los
intereses transitorios.
Quien no cuenta con un lugar propio es incapaz de emocionarse de forma sincera
al cantar en una plaza.
Los desencantos resultan imposibles cuando no nos dejamos encantar por nada.
Las gafas son para los que aprenden a tener paciencia con la edad, no para las
cegueras de los cascarrabias.
Somos una lista de precios, una moneda al aire.
Acercarse al arte de vivir se parece mucho a la formulaci�n de un equilibrio
flexible entre las ideas y la conducta, la casa y la calle, el desnudo y la ropa.
Los turistas miran una abstracci�n, una vi�eta, un resumen esquem�tico, una
versi�n establecida de la realidad. Los turistas miran la realidad para pisar un
mapa. Los viajeros miran los mapas para pisar la realidad.
El tiempo p�blico es un r�o colectivo en el que aprenden a flotar las chapuzas
privadas.
En eso consiste el trabajo de los escritores, que viajan hacia el pasado o
hacia el futuro con el deseo de encontrar un buen acomodo en el horario del
presente.
Las eleg�as retrasan y los himnos adelantan, pero nadie enga�a a nadie, porque
la ficci�n respeta la sabidur�a del presente.
No consigo desprenderme del insoportable esp�ritu de observaci�n que me aleja
de un necesario instinto participativo.
Claro que un car�cter es un haz de muchas espigas, y los due�os dan para mucho
seg�n los matices de la personalidad que van desperdigando por la casa.
Recordar es como atarse los zapatos al inicio de un camino.
Conviene que seamos leales con los recuerdos que nos atan al futuro. La memoria
se parece m�s a una partitura que a un desv�n.
A mucha gente le parecen m�s respetables y espirituales las tristezas. Hay
quien se muestra partidario de la culpa, el dolor, el recogimiento y la muerte. Yo
prefiero el castigo de un villancico, incluso despu�s de haberlo soportado por
d�cima vez en una comida de primos lejanos, a un tambor de Semana Santa. Me paso la
vida buscando sillas para los dem�s, pero nunca le he deseado una cruz a nadie.
La dignidad no es cuesti�n de principios, sino de finales.
Aunque el sistema sea culpable, no acapara la culpa.
El tiempo es a veces un t�nel sin final, impide mirar por las ventanillas y nos
va deshojando de vida, de costumbres, del trato con la gente.
Hay demasiada gente que vive con una escoba en el culo, muy enderezada por el
impacto interior de su dogma, con los hombros encogidos y los ojos cerrados.
La vida es una negociaci�n perpetua con las sorpresas de la realidad. El tiempo
corre hacia nosotros como una manada de b�falos, y aunque no venga en estampida hay
que escurrir de vez en cuando el bulto, moverse de un lado a otro para evitar que
alg�n minuto nos atropelle.
El f�tbol es de esas pasiones que hacen olvidar sus propios disparates.
Los hijos nos hipotecan la vida, pero a cambio suelen heredar nuestros
fantasmas.
El avi�n, un invento que naci� con la prisa de las moscas y con el orgullo
veloz de la Modernidad, se ha convertido en una disciplina de paciencia.
Las cosas son un tiovivo, se esconden y vuelven a las manos como las Navidades
a los almanaques.
Somos siempre los destinatarios de los objetos conservados y de las cartas que
escribimos con ortograf�a infantil. La carta de un ni�o supone una cita con su
propio futuro.
Los recuerdos, las cosas que guardamos, son nudos de seguridad en la cuerda que
sostiene nuestra historia, testimonios que nos permiten regresar a un tiempo que ya
no existe, porque el tiempo est� acostumbrado a cambiar de domicilio y a desparecer
para siempre, si no le arrebatamos alg�n objeto personal.
La nieve ingr�vida (de las bolas de cristal) sucede con pies de plomo.
Los armarios son los hoteles del tiempo.
Somos un conjunto de man�as, de verdades transitorias y deudas pendientes.
Procuramos presentarnos a los dem�s con la sonrisa de nuestras verdades, pero nada
nos define mejor que las man�as y las deudas.
Las calles tardan pocos a�os en adquirir una dimensi�n aleg�rica, porque lo
desaparecido permanece en la sombra de lo que se conserva o lo que nace. Los
recuerdos son como un r�o embovedado que fluye bajo los pies del paseante.
La historia del siglo XX convertida ene l costumbrismo del siglo XXI, el pasado
en forma de souvenir.
De Benavente:
De A. Graf:
En la revista Qu� leer de febrero de 1999 (la friolera de 14 a�os han pasado), tres
citas sobre el nacionalismo -de Stanley Kubrick, Albert Einstein y Johann W.
Goethee , respectivamente- me gustaron:
Las grandes naciones han actuado siempre como g�ngsters, y las peque�as como
prostitutas.
El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampi�n de la humanidad.
El orgullo m�s barato es el orgullo nacional, que delata en quien lo siente la
ausencia de cualidades individuales de las que pudiera enorgullecerse.
De Bertolt Brecht:
En cierta �poca, los libros atra�an a algunas gentes, aqu�, all�, por doquier.
Pod�an permitirse ser diferentes. El mundo era ancho. Pero, luego, el mundo se
llen� de ojos, de codos y de bocas. Poblaci�n doble, triple, cu�druple. Films y
radios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar
uniformidad.
El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos
desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la c�mara. Los libros, m�s breves,
condensaciones. Res�menes. Todo se reduce a la an�cdota, al final brusco.
La mente del hombre gira tan aprisa a impulsos de los editores, explotadores,
locutores, que la fuerza centr�fuga elimina todo pensamiento innecesario, origen de
una p�rdida de valioso tiempo.
El cierre de cremallera desplaza al bot�n y el hombre ya no dispone de todo ese
tiempo para pensar mientras se viste, una hora filos�fica y, por lo tanto, una hora
de melancol�a.
Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Qu�malo. Quita el proyectil
del arma.
De S�focles:
De Mychel E. de Montaigne:
Las arrugas del esp�ritu nos hacen m�s viejos que las de la cara.
De Jonathan Swift:
Todo el mundo quisiera vivir largo tiempo, pero nadie querr�a ser viejo.
De Salvador Dal�:
Muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo
quedarse en los cuarenta.
La edad madura es aquella en la que todav�a se es joven, pero con mucho m�s
esfuerzo.
De Alejandro Casona:
No basta con ser joven. Es preciso estar borracho de juventud. Con todas sus
consecuencias.
Nada nos hace envejecer con m�s rapidez que el pensar incesantemente en que nos
hacemos viejos.
De Luis Algorri:
Acabemos con los que se lucran con la pobreza de los dem�s y la pobreza se
extinguir� por su propia vejez.
De Stuart Brand:
Juntar sobre el papel unas rajas de Rojas, unas briznas de Brines, dos hojitas
de D�Ors, jirones de Girondo, cortezas de Cort�zar, cornardas de Cernuda, pellejos
de Vallejo. Mezclarlo todo bien. Agitarlo y, despu�s, hacerse a un lado.
Cu�ntos ratos eternos tendr� en que no sabr� c�mo ayudar a avanzar el tiempo.
(�) Cuando uno ha sido abandonado, se puede fantasear con un retorno.
Lo que en la infancia impresiona perdura como una flor de lis grabada en
nuestra imaginaci�n� referencia a Milady, la esposa casi ahorcada de Athos en Los
tres mosqueteros, obra de la que Mar�a recuerda la siguiente cita: el uno y el otro
hemos vivido hasta ahora tan solo porque nos cre�amos muertos, y porque un recuerdo
molesta menos que una criatura, aunque a veces un recuerdo sea algo devorador.
La muerte del que nos hiri� o mat� en vida (�) no nos cura del todo ni nos
faculta para olvidar (�); pero nos aplaca y nos deja vivir.
Lo que pas� (en una novela) es lo de menos, y lo que ocurre en ellas da lo
mismo y se olvida, una vez terminadas. Lo interesante son las posibilidades e ideas
que nos inoculan y traen a trav�s de sus casos imaginarios, se nos quedan con mayor
nitidez que los sucesos reales y los tenemos m�s en cuenta.
Uno echa de menos cuanto est� en su vida, hasta lo que no ha tenido tiempo de
aposentarse; y hasta lo pernicioso.
A menudo son los m�s afectados por algo los que menos lo quieren saber, los m�s
pr�ximos: los hijos lo que hicieron los padres, los padres lo que han hecho los
hijos� Imponerles una revelaci�n (�) es demasiada responsabilidad.
Uno tiene que ponerse a la faena. El mundo est� lleno de perezosos y de
pesimistas que nada consiguen porque a nada se aplican, despu�s se permiten
quejarse y se sienten frustrados y alimentan su resentimiento hacia lo externo.
Todo el mundo tiene derecho a eso, a imaginarse lo imposible cuando la vigilia
inicia por fin su retirada, qu� menos, y se clausura el d�a.
No sabes lo que delegar aleja de los hechos, no tienes ni idea de cu�nto ayuda
poner a gente en medio.
Los muertos s�lo tienen la fuerza que los vivos les dan, y si se la retiran�
Hay relatos a los que les cuesta continuar sin alguna pregunta ret�rica por
medio.
Es lo malo de dejar que la gente hable y se explique y por eso trata de
impedirse tantas veces, para conservar las certezas y no dar cabida a las dudas, es
decir, a la mentira. O es decir, a la verdad.
Si estamos aqu� es por una inveros�mil conjunci�n de azares.
Un recuerdo molesta menos que una criatura.
La verdad no es nunca n�tida, sino que siempre es mara�a. Hasta la
desentra�ada.
Hay cosas de D�az-Varela que sigo echando de menos (�). Lo cual no me trae mala
conciencia, nada se hace incompatible en el terreno del recuerdo.
Una personalidad bien ajustada es la que satisface con �xito los impulsos
personales dentro de las expectativas permisibles de su cultura.
La cultura puede modificar el medio y �ste impone unos l�mites a las culturas.
Por ejemplo, el ambiente natural no determina en absoluto la vivienda de un hombre,
pero define sus posibilidades. Los igl�es no son construidos en los desiertos; no
se encuentran viviendas con el techo de palma en el �rtico.
Toda cultura es v�lida en t�rminos de su propio asiento cultural.
Lo que dijo no fue tan importante como la forma en que lo dijo. No creo poder
describirlo. Me sorprendi� mucho su voz. Ella era del tipo inocente y de ojos
dulces, pero hab�a depravaci�n en su boca, y su voz era ronca y ordinaria, con un
deje de cinismo.
Don Laureano B�ez es una de esas personas extraordinarias que surgen en Espa�a
de cuando en cuando. Su profesi�n era la mendicidad y viv�a de sus ganancias con un
lujo considerable. Adem�s, hab�a fundado una escuela para mendigos en la que �l y
otros profesores por �l elegidos ense�aban todos los trucos posibles destinados a
despertar la simpat�a humana, desde el arte de la declamaci�n al de la contorsi�n.
Su voz sonaba rota y h�meda, como envuelta en l�grimas.
Garc�a agit� la mano en el aire como para borrar mis palabras de una pizarra
imaginaria.
�ngel Amable en Manual de las buenas maneras. Gu�a de estilo para la gente educada:
Basta con recordar las diversas posturas que adoptan los personajes de frescos,
mosaicos, �leos, etc., a lo largo de la Historia para darse cuenta de que, en
efecto, el gesto es algo codificado, reglado, la punta del iceberg de las reglas
sociales, de las pautas de comportamiento.
El tel�fono es, no cabe duda, un invento tan �til como maligno. Se inmiscuye
con total impunidad en la intimidad de las gentes y su timbrazo insistente obliga a
atenderlo antes que a nada ni a nadie.
De Ernesto S�bato:
Tiene una voz peor que un l�tigo. Sobre todo cuando me ri�e.
El gesto es la frontera del conocimiento.
Los diferentes idiomas no son algo as� como distintas denominaciones de una
cosa: son distintas versiones o percepciones de una misma cosa.
De Jean Baudrillard:
De Clyde Kluckhohn:
De Ruth Benedict:
La tradici�n es tan neur�tica como cualquier paciente.
(Es c�mico) todo incidente que atrae nuestra atenci�n sobre la parte f�sica de
una persona cuando nos ocup�bamos de su aspecto moral, (�) por la misma raz�n
resulta a veces algo rid�cula la timidez. El t�mido podr�a dar la impresi�n de una
persona a la que estorba el cuerpo y busca a su alrededor un sitio donde
depositarlo.
Los objetos est�n en la novela no por su ser, sino por el significado que en
ella adquieren: la silla vac�a significa una ausencia, la mano en el hombro
significa simpat�a.
�Por qu� hemos de ser tan pudorosos de nuestras l�grimas si lo somos tan poco
de nuestra risa?
Yo no opino que la l�grima del fil�ntropo sea m�s f�cil que la del mis�ntropo.
(�) Quiz� la risa revele, mejor que el llanto, cierta pureza de sentimientos,
aunque lo probable es que, el llanto lo mismo que la risa, no se produzcan casi
nunca en el teatro m�s que a causa de excitaciones tan artificiales como el jugo de
cebolla o las cosquillas.
Hay dos morales: una urbana y otra playera; una veraniega y otra invernal; dos
morales que corresponden a dos distintas maneras de vestir. (�) Con un traje recio
y complicado, la virtud no supone esfuerzo ninguno. Con un traje de ba�o, en
cambio, hace falta que una mujer sea verdaderamente virtuosa para que no se deje
seducir por la l�nea de menor resistencia que le ofrecen las tentaciones.
(Henry James ponder�) La escucha del Dr. Eliot no era mero silencio, sino una
forma de actividad. Sentado muy erguido, con las manos unidas en el regazo, sin
hacer otro movimiento que el de los pulgares girando uno alrededor del otro m�s
r�pido o m�s lento, enfrentaba a su interlocutor y parec�a escuchar con los ojos
tanto como con los o�dos. Escuchaba con la mente y consideraba atentamente lo que
uno ten�a que decir, mientras lo dec�a� Al final de una entrevista con �l, la
persona que hab�a hablado sent�a que sus palabras hab�an llegado a su destino.
El buen �xito en el trato con los dem�s depende de que se capte con simpat�a el
punto de vista de la otra persona.
Por lo com�n la gente tiene dos razones para hacer una cosa: una raz�n que
parece buena y digna, y la otra, la verdadera raz�n.
Cuando habla de romper, el hopi debe usar verbos distintos seg�n se trate de
una o muchas escisiones (distinci�n parecida a la que existe entre �romper� y
�destrozar�). Usa el mismo verbo para volcar y arrojar, pero debe usar verbos
distintos si el material que se vuelca o se arroja es l�quido o no lo es. Puede
usar el mismo verbo para hablar de abollar un objeto como un guardabarros y para
hablar de apretar una campanilla.
De Carlos Castilla del Pino en La incomunicaci�n:
Una hoja de papel gris colocada sobre un fondo coloreado, modifica su matiz y
parece distinta en color de lo que es en realidad. Esta ilusi�n resulta de que a
ese gris se a�ade el color complementario del de la superficie que sirve de fondo.
En la faz humana: la proximidad de una regi�n modificada por una expresi�n
cualquiera parece dar, por una especie de reflejo, aspectos distintos a las
regiones vecinas�, aunque nadie pone en duda que haya expresiones complejas.
Bueno es saber algo de las costumbres de otros pueblos para juzgar las del
propio con mayor acierto y no creer que todo lo que sea contrario a nuestros modos
sea rid�culo y opuesto a la raz�n, como suelen hacer los que no han visto nada.
De Paul Ekman y Wallace V. Friesen en �Origen, uso y codificaci�n: Bases para cinco
categor�as de conducta no verbal�:
Dos personas pueden estar presentes en el mismo lugar y sin embargo captarlo
todo de forma completamente diferente. Es porque cuando percibimos el entorno,
contribuimos con nuestra propia opini�n, o nuestros propios intereses. Por ejemplo,
puede ser que una mujer embarazada tenga la sensaci�n de ver mujeres embarazadas
por todas partes. No significa que no hayan estado all� antes, sino que,
simplemente, su embarazo le ha proporcionado una nueva realidad. Alguien que est�
enfermo, por ejemplo, tal vez vea ambulancias por todas partes�
De Jos� Antonio Gabriel y Gal�n en La memoria cautiva:
Los pacientes mentales son personas que han provocado en el mundo exterior un
tipo determinado de desorden, que indujo a otras (�) a entablarles juicio de
insania.
El estigma de la enfermedad mental y la hospitalizaci�n involuntaria son los
medios con los que respondemos a estos delitos contra la correcci�n.
Los individuos son tratados relativamente bien cuando se hallan presentes y
relativamente mal cuando no lo est�n.
La gran superioridad del plano ling��stico proviene del hecho de que cualquier
otro lenguaje (�) puede traducirse en una lengua natural cualquiera, no siendo
siempre verdad lo inverso.
Si la presencia en una habitaci�n, de dos sillas, situadas la una al lado de la
otra, le parece peligrosa a Alain Robbe-Grillet, por ser mitificante, debido a su
poder de evocaci�n, se olvida de que la presencia de una sola silla funciona como
un paradigma ling��stico y, presuponiendo la ausencia, puede ser igualmente
significativa.
Los que hablaban se acercaban m�s a las mujeres que a los varones, y las
personas de edad parecida al oyente se pon�an m�s cerca de �ste.
El aumento de la falta de fluidez tiende a disminuir la credibilidad.
(La interjecci�n es un) �Signo que puede contradecir las leyes fonol�gicas de
una lengua (espa�ol uf, paf) o bien poseer una estructura fonol�gica correcta (ay,
oh), sin valor gramatical, que desempe�a las funciones ling��sticas de un modo
elemental. Hay, por tanto, interjecciones apelativas (eh, chist, ps), expresivas
(oh, ah, ay) y representativas (zas, paf, pum). Estas �ltimas son, a veces,
verdaderas onomatopeyas�.
Richard E. Leakey y Roger Lewin en Los or�genes del hombre. La aparici�n de nuestra
especie y su posible futuro a la luz de los m�s recientes descubrimientos:
Camilo L�pez en El libro del saber estar, la urbanidad y los usos sociales:
Espa�a y EEUU. son las dos tenazas hist�ricas que los tienen presos.
La gente que tiene verdadera fe se distingue por una cualidad que cualquiera
reconoce: la gracia (�) en sus movimientos, porque su fuerza vital fluye f�cil y
libremente a trav�s de su cuerpo. Es graciosa en sus maneras porque no est�
�colgada� de su ego o intelecto, su posici�n o su poder.
Miraba a lo lejos con ojos inexpresivos, bajo las cejas rojizas, entre las
cuales hab�a dos arrugas verticales, en�rgicas, que contrastaban singularmente con
su nariz aplastada. As� -quiz� contribuyera a forjar esta impresi�n el verlo
colocado en alto- su gesto ten�a algo de dominador, atrevido y violento. Y sea que
se tratase de una deformaci�n fision�mica permanente, o que deslumbrado por el sol
crepuscular, hiciese muecas nerviosas, sus labios parec�an demasiado cortos, y no
llegaban a cerrarse sobre los dientes, que resaltaban blancos y largos,
descubiertos hasta las enc�as.
�No s� c�mo no te pones a rezar y cruzas los dedos cada vez que tu mujer se
resfr�a. Ya llevas dos perdidas, hijo�. Record� o cre� recordar que acto seguido mi
abuela se llev� la mano a la boca, mi abuela se tap� la boca un instante como para
impedir que salieran de ella las palabras que ya hab�an salido y yo hab�a o�do y a
las que no hice entonces el menor caso, o quiz� se lo hice tan s�lo -como se
demuestra ahora- porque se tap� la boca para suprimirlas. Mi padre no contest�, y
es ahora cuando ese gesto de hace veinticinco o m�s a�os cobra sentido.
A Ranz no se le congel� la risa, sino que la prolong� demasiado,
artificialmente, como para ganar tiempo y decidir a qu� parte de las palabras de
Luisa contestaba y c�mo (o si a todo, o si a nada). Ri� cuando ya no tocaba, hasta
lo intraducible y no censurable tiene su duraci�n, y en ella puede estar su
significado.
Custardoy se mordi� los labios en un gesto demasiado expresivo para ser
espont�neo�. �El profesor Villalobos baj� la cucharilla y con ella cort� un pedazo
de su postre antes de contestar, como si necesitara de un movimiento para salir de
su interior asombro. (�) Y fingi� que su ensimismamiento hab�a sido fingido. Luego
se recuper� enteramente y a�adi� con adem�n oratorio de la cucharilla�
El tono de Luisa era un tono de broma, ligero, zumb�n, como se emplea a menudo
con la gente vieja cuando se la quiere alegrar y dar �nimos, un tono de guasa
amable que el propio Ranz practicaba, con otros y consigo mismo, tal vez para darse
�nimos.
Sent� que la cabeza de Luisa se hab�a acercado a la m�a, a mi nuca, como si la
hubiera adelantado o inclinado un poco para o�r mejor ambas versiones, sin reparar
en las distancias, esto es, en la distancia corta que la separaba de m� y que
ahora, con su movimiento adelante (adelantado el rostro: nariz, ojos y boca;
ment�n, frente y mejillas), se hab�a hecho m�s corta, hasta el punto de notar yo su
respiraci�n levemente junto a mi oreja izquierda, su aliento levemente alterado o
acelerado pasaba ahora rozando mi oreja, el l�bulo, como si fuera un susurro tan
quedo que careciera de mensaje o significado, como si s�lo la respiraci�n y el acto
de susurrar fueran lo transmisible, y quiz� la ligera agitaci�n del pecho, que no
me rozaba pero notaba m�s pr�ximo, casi encima y desconocido. Es el pecho de otra
persona lo que nos respalda, s�lo nos sentimos respaldados de veras cuando hay
alguien detr�s, lo indica la propia palabra.
Y la prisa ven�a porque ten�a conciencia de que lo que no oyera ahora ya no lo
iba a o�r; no iba a haber repetici�n, como cuando uno oye una cinta o ve un v�deo y
puede retroceder, sino que cada susurro no aprehendido ni comprendido se perder�a
para siempre jam�s. Es lo malo que tiene cuanto nos sucede y no es registrado, o
a�n peor, ni siquiera sabido ni visto ni o�do, porque luego no hay forma de
recuperarlo. El d�a que no estuvimos juntos ya no habremos estado juntos, o lo que
se nos iba a decir por tel�fono cuando nos llamaron y no respondimos no ser� nunca
dicho, no lo mismo ni con el mismo esp�ritu.
A menudo traduzco hasta los gestos, las miradas y los movimientos, es un
suced�neo y una costumbre, y aun los objetos me parece que dicen algo cuando entran
en contacto con esos movimientos, miradas y gestos.
Nada impide o�r tanto como estar oyendo a la vez dos cosas, dos voces; nada
impide tanto entender como la simultaneidad de dos o m�s personas que hablan sin
guardar su turno.
Me ve�a en el espejo de la pared divisoria, es decir, me ve�a si quer�a
mirarme, porque cuando uno escucha muy atentamente no ve nada, como si cada sentido
forzado al m�ximo casi excluyera el ejercicio de los otros.
El tono de Luisa era un tono de broma, ligero, zumb�n, como se emplea a menudo
con la gente vieja cuando se la quiere alegrar y dar �nimos, un tono de guasa
amable que el propio Ranz practicaba, con otros y consigo mismo, tal vez para darse
�nimos.
Callar y hablar son formas de intervenir en el futuro.
La moda de andar americana nos estaba llegando a trav�s del cine. (�) La
posici�n de los brazos y manos mientras se anda constituye una idiosincrasia social
y no es s�lo el resultado de no s� qu� movimientos y mecanismos puramente
individuales, casi enteramente f�sicos. Creo que ser�a capaz de reconocer a una
chica que se haya educado en un convento, ya que generalmente andan con los pu�os
cerrados (�) Existe, por tanto, una educaci�n en la forma de andar.
El cuerpo es el primer instrumento del hombre y el m�s natural, (�) el objeto y
medio t�cnico m�s normal del hombre.
En el Africa Nil�tica y en parte de la regi�n del Tchad hasta Tanganica, los
hombres se ponen a pata coja en el campo para descansar. Algunos consiguen no
utilizar un apoyo, otros se valen de un bast�n (�), creo que estas posturas en la
sabana se deben a la altura de las hierbas y a la funci�n del hombre como pastor y
centinela; dif�cilmente se adquieren y conservan por educaci�n.
Hay sociedades de descendencia exclusivamente masculina y otras de descendencia
exclusivamente uterina. Unas, feminizadas, bailan sin moverse del sitio, y otras,
de descendencia a trav�s del var�n, les gusta desplazarse.
El baile enlazados es producto de la civilizaci�n moderna europea, lo cual
demuestra a todas luces que cosas que para nosotros son naturales, en realidad son
hist�ricas, y que adem�s son objeto de horror para los dem�s, excepto para
nosotros.
Am�rica central y Am�rica del sur (noreste) se jabonaban con la madera del
Panam�, el �brazil�, de donde nace el nombre de Brasil.
(Considera la vida social como un) instinto gregario hipertrofiado, alterado,
transformado y corregido.
Y bien, el ojo daba vueltas alrededor de la mujer observ�ndola desde todos los
puntos de vista. Pero en una de estas evoluciones, cuando se acercaba a sus pechos,
ella hizo as� con la mano y lo atrap� con el movimiento r�pido con el que se atrapa
a una mosca en pleno vuelo. Entonces la mujer (�) se quit� las gafas, levant� el
p�rpado derecho, tras el que no hab�a nada, y se coloc� el ojo reci�n cazado�.
Me estaba acordando ahora de una cosa que le� de peque�a en una revista de
Mec�nica Popular. Dec�a que el cuerpo es una convenci�n parecida a la del lenguaje.
Por ejemplo, la palabra mesa no tiene nada que ver con el objeto mesa, pero hay un
acuerdo general para que al o�r esa palabra todos nos representemos ese objeto. (�)
Quiero decir que el cuerpo es tambi�n un lenguaje convencional, o sea, una
pr�tesis: sirve para que nos comuniquemos, lo mismo que el calendario o las
palabras. �No lo entiendes? El cuerpo es una representaci�n: est� en lugar de otra
cosa que no sabemos manejar, lo mismo que el pronombre va en lugar del nombre.
Respondi� entreg�ndome la suya (su mano), a la que obligu� a permanecer entre
las m�as unas d�cimas de segundo m�s de lo socialmente aceptado.
(Los cuerpos sustituyen) a algo de lo que estamos amputados y de lo que no
podemos hablar sin la mediaci�n de los �rganos porque no sabemos qu� es.
El lenguaje hablado no expresa gran cosa; ha sido remplazado por el del cuerpo,
por lo f�sico. Esto procede en parte del cine.
La mirada fue el cambio m�s indudable que not� (�), pero aquella firme mirada
de indiferencia o iron�a era la de un adolescente fortalecido por el conocimiento.
Aprend� que por eso era tan dif�cil sostenerla.
(Seg�n G. Artaud) Nos agarramos a lo que creemos ser, para defendernos contra
lo que realmente somos.
Joseph Oliver I Sabater en El cuerpo habla. (C�mo saber lo que los dem�s piensan
por sus gestos):
Todas las formas narrativas (�) son ramas de un mismo tronco psicol�gico: la
fantas�a primordial que cuestiona en el hombre su propio origen.
Los cambios corporales que acompa�an a la emoci�n (sudoraci�n, enrojecimiento,
palpitaci�n, etc.) no son consecuencia de la percepci�n mental del hecho excitante,
sino causa precisamente de ella: estamos tristes porque lloramos, o medrosos porque
temblamos, y no al rev�s. Por lo tanto, para controlar las emociones censurables,
hay que comenzar favoreciendo las reacciones corporales contrarias: alegrar la
mirada, suavizar el rostro, etc. Hoy d�a, en Terapia de conducta, se aconseja lo
mismo (�t�cnica de desensibilizaci�n sistem�tica�).
Allan Pease en El lenguaje del cuerpo. C�mo leer el pensamiento de los otros a
trav�s de sus gestos:
(El pu�o cerrado con un dedo que se�ala resulta irritante porque) Es el palo
simb�lico con el que usted golpea al que lo escucha para que le obedezca.
La persona que tiene una actitud positiva, que se siente superior o que conf�a
en s� misma, exhala hacia arriba la mayor parte del tiempo. A la inversa, quien
est� en actitud negativa, de sospecha, exhala hacia abajo casi todo el tiempo.
Cuanto m�s r�pido se exhala hacia arriba, m�s superior y seguro se siente el
individuo; cuanto m�s r�pido se sopla hacia abajo, m�s negativo se siente.
Exhalar el humo por la nariz indica que la persona se siente segura y superior.
El humo va hacia abajo solamente por la posici�n de las fosas nasales y la persona
a menudo se echa hacia atr�s para exhalar. Si la cabeza del individuo est�
inclinada hacia abajo cuando exhala por la nariz, est� enfadado y trata de parecer
feroz como un toro embravecido.
El golpeteo continuo del cigarro o del cigarrillo en el cenicero indica un
conflicto interno
Si la persona vuelve a colocarse las gafas, significa que quiere �ver� de nuevo
las cosas. Si guarda sus gafas, indica que la conversaci�n ha terminado.
Las familias �abiertas� eligen mesas redondas, y las familias �cerradas� eligen
mesas cuadradas. Los individuos autoritarios eligen mesas rectangulares.
El predominio del color negro en los trajes de los hombres (en los cortesanos
eran de rigurosa etiqueta), lo ce�ido del abotonado jub�n y la inc�moda rigidez de
los cuellos, de que tanto se burlaron los extranjeros de entonces, particularmente
los franceses, constitu�an algo ritual y como inherente a la digna y r�gida
gravedad espa�ola.
El vestido ordinario de todo caballero era el juboncillo ajustado, de cuello
r�gido y alto, calz�n corto, medias, la capa cl�sica hasta la cintura y gorra o
chambergo. (�) De la famosa capa tomaron el nombre las comedias de capa y espada.
El a�o 1623, en virtud de un real decreto, fueron reemplazados el calz�n ajustado,
por el amplio y plegado calz�n, la gorra por el chambergo, y la lechuguilla o
marquesota, por otra menos complicada, aunque igualmente r�gida y en forma de
plato, llamada golilla.
La mujer distinguida acepta el llamado verdugado, heredado del siglo anterior,
el vestido t�pico con su enorme vuelo de caderas, que degener� despu�s en las
artificiosas exageraciones del guardainfante, y fue prohibido por un decreto de
1639, por considerarse como vestido propio de rameras.
El uso del bermell�n y el albayalde, tan incesantemente satirizado en los
dramas, era una mala costumbre muy extendida entre el bello sexo (uso cosm�tico de
los siglos de Oro).
Se me quedaba viendo con ojos de vidente, y haciendo muecas raras (�). Me pon�a
nerviosa, entre otras cosas porque sus gestos no concordaban nunca con sus
palabras, a veces significaban todo lo contrario. Dec�a algo que era muy peque�o y
abr�a los brazos como para demostrar que era del tama�o del mundo. Cosas
insignificantes, si ustedes quieren, pero que me revelaban una anomal�a.
Elvira Porres en T�came, mam�. Amor, tacto y nacimiento sensorial:
La triple e inseparable realidad del lenguaje vivo, hablado (�) existe s�lo
como un continuo verbal (lo que se dice), paraling��stico (c�mo se dice y c�mo se
acompa�a de much�simas emisiones sonoras cuasil�xicas y elocuentes silencios) y
kin�sico (c�mo se mueve y c�mo se acompa�a de gestos, maneras, posturas e
intervalos est�ticos igualmente significativos).
El lenguaje posee en manos del escritor una doble cualidad: la de ser veh�culo
sugestivo, deliberadamente est�tico, o la de ser utilizado con un prop�sito
esencialmente funcional, como significante desnudo de intenci�n po�tica.
La lengua escrita siempre est� m�s o menos alienada de la realidad de esa
actividad psicosom�tica, viva y organizada, que es el discurso.
El estudio sistem�tico de los movimientos corporales de base psicomuscular y
las posiciones resultantes o alternantes, conscientes o inconscientes, aprendidos o
somatog�nicos, de percepci�n visual, visual-auditiva y t�ctil y cinest�sica que,
aislados o combinados con las estructuras ling��sticas y paraling��sticas y con los
otros sistemas som�ticos y objetuales, poseen un valor comunicativo intencionado o
no.
Debemos deshacernos de ese falso concepto de �redundancia� en virtud del cual
todo aquello cuya verdadera funci�n en el discurso no comprendemos lo llamamos
�redundante�, pues lo que parece ser redundante es la mayor�a de las veces
complementario.
Luis Racionero Grau en El arte de vivir a trav�s de los cinco sentidos. (Elogio de
la sensualidad desde la inteligencia):
Palabras muy breves que no se correspond�an de modo alguno con los movimientos
ejercitados, un instante antes, por los labios. Inmediatamente despu�s -en eco-
llegaron los sonidos esperados, un poco m�s distintos aunque deformados, inhumanos,
parecidos a la voz de un fon�grafo en mal estado.
Judith Rodin en Las trampas del cuerpo. C�mo dejar de preocuparse por la propia
apariencia f�sica:
Oy� que ella murmuraba algo, que el muchacho sal�a de la habitaci�n, el tictac
de un gran reloj de pared, el zumbido de una mosca, los ladridos de un perro, las
campanas de una iglesia, una pandereta, el grito de un aguador. Un magma de sonidos
que se alejaban para revelar el silencio, y detr�s de �ste pero no muy lejos, como
envueltos por separado, el reloj, las voces, las campanas, el perro, el grito, el
muchacho que volv�a, el rumor de los latidos de su propio coraz�n y, luego, el
silencio.
Ten�a una cara imprecisa; tard� mucho tiempo en reconocerla. De una vez para
otra la cara se me hab�a olvidado.
Ten�a el don de no contestar, pero su silencio era como una mole.
El trabajo es la mejor recomendaci�n.
Sentirse vivir hac�a mucho ruido.
La intimidad hab�a que defenderla de los otros, hab�a un pudor de tu soledad,
s�lo la compart�as con los elegidos. Y compartir el silencio aprend� que era algo
inenarrable y suficiente para llenar unas vacaciones.
Aquellos detalles a veces no concordaban con mi recuerdo (�). Pero el recuerdo
acab� siendo aquello que contaban.
Ver llover en la mar era un espect�culo extraordinario. El agua en el agua, sin
ruido alguno, punteando como agujas de agua la mar, y disolvi�ndose, fundi�ndose en
ella.
Me fastidiaban los d�as intermedios.
Ni una ofensa recibida sin un perd�n indulgente. Ni una culpa sin
arrepentimiento. Ninguna buena acci�n si humildad.
Aquella incapacidad de comunicaci�n me agarrotaba. Pero las f�rmulas me sal�an
al paso, nos ayudaban, lo resolv�an todo.
La relaci�n de las cosas entre s�. Su afinidad. Su correlaci�n. Su dependencia.
Su ley de la gravedad. Lo pensabas sin querer. No hab�as decidido pensarlo, ni
siquiera se te hab�a ocurrido a ti, ni sab�as que lo pensabas.
En cuanto dejas de ocuparte en lo que te has ocupado siempre, est�s para el
arrastre.
En nuestro simplista concepto de la sociedad hab�a ricos o pobres como hab�a
buenos o malos. (S�lo que admitimos mucho antes el matiz en la maldad que en la
bondad, y menos en lo que pudi�ramos llamar �clases�).
No hay libros buenos o malos. Est�n bien o mal escritos, eso es todo. (En la
l�nea de lo que afirmaba Plinio: No hay libro tan malo del que no se pueda aprender
algo bueno).
No hay que excederse en el juicio cr�tico (�). Es muy dif�cil juzgar algo
exactamente. (�) te faltan elementos de juicio, y enjuiciar de una manera primaria
es impropio de una persona inteligente. S�lo conoces lo que se ve, no lo que es, ni
por d�nde se ha llegado a aquello.
Busca siempre lo bueno de las personas. Todos lo tienen: b�scalo. Lo m�s
grosero est� al alcance y a la vista de cualquiera. (�) descubrir lo bueno de lo
malo es propio de temperamentos sensibles, m�s finos.
El h�bito llega a ser la piel del alma.
La cortes�a aut�ntica viene a ser caridad.
El hombre es el pedernal de Dios.
No hay por qu� saber si una persona tiene un disgusto o no, malas caras,
brusquedades. Cada uno debe, por consideraci�n a los dem�s, guardar sus cosas y
hacer la vida m�s f�cil a los otros.
A la larga todo saber aprovecha.
La boca habla de la abundancia del coraz�n (En los evangelios -�Mateo, Lucas,
ambos u otro?- se propaga la idea original de Jes�s: �El hombre bueno, del buen
tesoro de su coraz�n saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su coraz�n
saca lo malo; porque de la abundancia del coraz�n habla la boca.�).
No busqu�is m�s heroicidad que la diaria.
El juicio que importa es el postrero, no el prematuro.
Un excesivo raciocinio seca el alma como un abono excesivo quema una planta.
Nada es importante, pero todo es necesario.
Cuando se levantan las compuertas a un dique �has visto el tumulto de las
aguas?
Sobre todo nada de recuerdos. Los recuerdos eran para los otros, para la dem�s
gente. Los pusil�nimes. Los responsables.
Le envidiaba los auriculares, yo que s�lo ten�a mi propio tumulto que tragarme.
La conversaci�n ha vuelto a ganar cuerpo, un cuerpo hecho de sensatez y
estupidez bienintencionada.
Hacer justicia es imposible, porque la justicia no existe. Pero en cambio la
injusticia, s�. La injusticia es f�cil combatirla porque salta a la vista, y
entonces todo se vuelve muy claro.
Las paredes de un ni�o que crece son siempre como una lecci�n divertida de
etnolog�a. Metros cuadrados que palpitan y se renuevan sin cesar atiborrados de
celo.
Todo el mundo en alg�n momento le hab�a reprochado la importancia que le daba a
su trabajo. (�) Los ben�volos lo calificaban de concienzudo, los otros, de adicto
al trabajo, o peor a�n, de empoll�n aplicado, sin verdadero talento, y �l nunca
hab�a sabido muy bien c�mo defenderse.
Siempre el mismo pretexto, el cansancio. (�) Es cierto, queda muy bien el
cansancio como complemento de una buena carrera profesional. Halagador, incluso.
Una bonita medalla prendida sobre un coraz�n ocioso.
Contigo, la vida era agotadora pero jam�s encend�amos la tele. Y todo era
posible.
Se dio cuenta de que ella cavaba una especie de trinchera en el edred�n entre
los cuerpos de ambos cuando se acostaba antes que �l.
�El s�ndrome del miembro fantasma? Le hab�an amputado un miembro, pero el
idiota de su cerebro no se hab�a dado cuenta y segu�a mand�ndole mensajes err�neos.
(�) segu�a percibiendo sensaciones de lo m�s reales.
Nadie se hab�a muerto de hacer el rid�culo, de acuerdo, pero con todo llegaba
un momento que m�s val�a parar el carro. Ya no soportaba aquello en que se hab�a
convertido: un hombre complaciente.
La vida era el n�mero de cabaret m�s infame del mundo.
�Sabes lo que significa criar sola a un hijo? (�) No era una pregunta de todas
formas, era un brecha que abr�a para poder tropezar en ella.
Es verdad que ya eres mayor de edad� Ahora tus traiciones son legales�
Record� esa expresi�n de tip�grafos enfadados que tanto le hab�a gustado:
querer mandarlo todo al garete era amenazar con �cagarse en el cajet�n de los
ap�strofos�.
La responsabilidad es el corolario de la competencia profesional.
Vegetaba en el sof�, se iba a la habitaci�n cuando hab�a pasado el peligro de
una improbable intimidad.
Camina y revienta si es necesario, pero tira para adelante.
A Charles no le gustaban las vacaciones. (�) A �l lo que le gustaba eran las
escapadas, los impulsos, las semanas de trabajo interrumpidas de repente; el
pretexto de una cita fuera de Par�s para perderse lejos de las autopistas. (�)
Verlo todo pero no ser nunca un turista. No volver a vestir jam�s ese h�bito
miserable.
No hab�a sido elegido su proyecto (�). Dos l�neas. Ni motivo ni argumentos.
Nada que pudiera justificar esa desgracia. La f�rmula de cortes�a era m�s larga que
su desprecio.
La escarcha, la luz, esas proporciones absolutamente perfectas, ese sentimiento
de poder�o sin la m�s m�nima voluntad de aplastamiento, ese rastro divino de la
mano del hombre�
�Por qu� pensar siempre? �Por qu� vivir siempre como el cerebro de la obra (�)?
�Por qu�, siempre, esas servidumbres?
Y echarse a re�r juntos era no estar ya enfadados�
Los castillos son siempre m�s conmovedores que sus due�os�
Era un desorden considerable el que reinaba all�, pero que daba a la vez una
impresi�n extra�a, una impresi�n de dulzura, de alegr�a; de orden, s�, de orden�
Hay personas as�, aunque uno llegue puntual siempre tiene la impresi�n de
haberlas hecho esperar�
A ti no tengo que darte lecciones sobre lo� inestables que son las teor�as en
cuyos c�lculos faltan datos.
Me gustar�a comprender por qu� te hundiste en el caballo hasta el tu�tano por
mi culpa. Los pretextos de la mala fe siempre me han fascinado�
Siempre hab�a pensado que era m�s f�cil decir la verdad a los ni�os. No ten�a
muchos principios en materia de pedagog�a, pero la verdad, s�. La verdad nunca le
hab�a cortado las alas a la imaginaci�n, antes al contrario.
Me voy a despedir (�). Con Dios, incluso, o su variante m�s com�n, adi�s, que,
como muchas palabras preciosas, ten�a la elegancia de viajar sin pasaporte.
Cuanto m�s quer�a fardar el se�or, m�s grande era su palomar.
Te ense�ar� algo que no es / ni tu sombra por la ma�ana extendida delante de
ti, / ni tu sombra por la tarde saliendo a tu encuentro, / te ense�ar� tu miedo en
un pu�ado de polvo ( T. S. Eliot).
Lo hab�a escrito Virgilio, Numero deus impare gaudet. (�) A la divinidad le
complac�an los n�meros impares.
A cada d�a le basta su af�n.
La verdadera familia la conoce uno en el camino�
�Por qu� son tan cobardes los hombres? (�) Porque no dan la vida.
Digamos que fue por la mala influencia del dandi�, de aquel que, abandonado por
todos y agonizando ante un papel pintado que detestaba, todav�a hab�a tenido la
chuler�a de murmurar: �Decididamente, los dos no podemos seguir aqu�: o se va el
papel pintado, o me voy yo��
Pero esas dudas quiz� fueran beneficiosas� ponerse en la situaci�n de ganar era
tambi�n ponerse en la de fracasar. Querer lograr algo a toda costa llevaba a una
actitud t�mida y conservadora. No escandalizar�
Terror belli, dec�s pacis� (�) Terror durante la guerra, escudo durante la paz.
A los adolescentes les gusta la gente generosa. Despu�s uno se pone una coraza,
pero a esa edad todav�a se necesita algo de benevolencia.
Al principio sufri� por esa frialdad aparente que hab�a adoptado la forma, tan
desagradable, de la camarader�a.
Muchos ni�os que est�n en hogares de acogida cuando sienten que va a haber
alg�n cambio de pronto se vuelven odiosos y causan los peores tormentos a su
familia. (�) Por instinto de supervivencia. Para prepararse mental y f�sicamente a
una nueva separaci�n. Se vuelven odiosos para que su marcha se perciba como un
alivio. Para pisotear el amor�
Lo que no comprendan (�), lo que se les escape o los supere, dib�jenlo. Aunque
sea mal, aunque sea a grandes trazos. Querer dibujar algo es tener que detenerse a
observarlo, y observar, ya lo ver�n, ya es comprender�
A los verdaderos jinetes, las piernas y las manos; a los incapaces, la fusta.
Est� la primera partida, la segunda, luego la decisiva, despu�s la revancha y, por
�ltimo, la del consuelo. Es una partida en la que ya nadie se juega nada� una
partida sin competici�n, sin perdedores� Por el placer de jugar y ya est�
Sosten�a que cada criatura ten�a su espacio propio �la tierra, el aire, el
agua- (�): aseguraba que s�lo las manipulaciones a las que sometemos nuestro
instinto cambian esa inclinaci�n; de ah� que seres terrestres padezcan en los
vuelos de avi�n, seres a�reos sufran en los barcos y los hombres de mar se mareen
en las ciudades.
Las cosas m�s profundas no resisten, casi nunca, su traducci�n en palabras.
En realidad, s�lo me interesan los intermedios. Es all� donde todo adquiere
profundidad. Por lo dem�s, en un buen principio siempre se halla incluido el final,
lo cual resta sentido al desenlace. En cambio, los intermedios permiten gran
variedad de desarrollos.
Recogi� los ojos de donde los ten�a (�d�nde estar�an navegando como peces?).
Se trata de una sola escalera (�) que sube y que baja al mismo tiempo. Todo
depende de la decisi�n que se haya tomado previamente.
S�lo una abstracci�n nos permit�a saber, cuando nos sumergimos, si la corriente
nos desliza hacia el origen o hacia la desembocadura del r�o, si empieza o termina.
No s� rematar las jugadas: puedo ir ganando, pero ello me precipita
irremediablemente en la p�rdida.
�l era muy sensible a los orificios, no soportada, en realidad los agujeros
vac�os.
�A qui�n beneficia que nos desesperemos, eh?
Nadie quiere que otro se beneficie con algo que le corresponde, as� sea una
tragedia. La tragedia debe ser de cada uno, y sus dividendos, tambi�n.
Me pareci� completamente injusto que alguien pudiera decretar la inexistencia
de mis cartas s�lo porque yo no las hab�a recibido a�n, a pesar de mi firme
voluntad de leerlas y del tes�n que pon�a en encontrarlas.
Inesperadamente, una carta de la metr�poli (�) lleg� a sus manos, inform�ndole
que deb�a realizar el viaje por motivos que concern�an estrictamente a su inter�s,
aunque como la carta estaba fechada unos d�as antes, Morris no estaba seguro de que
esos intereses siguieran siendo los mismos�.
Algo en los uniformes, en los gestos medidos y protocolares impone l�mites a
los sentimientos exasperados: se llora con m�s recato.
Que alguien pretenda comprender mis temores los refuerza, pues demuestra que
son reales, que los peligros existen.
Dijo que me amaba y me ofrend� su vida. (�) No hay vidas livianas. Todas son
dif�ciles de llevar.
En sue�os, trabajo mucho.
Tanto el muro como la espada s�lo pretenden mi aniquilaci�n, mi muerte, por lo
cual me resisto a elegir.
Nadie me miraba, pero era aquella ausencia de contemplaci�n precisamente lo que
me hac�a sentir extra�o. (�) la condici�n del extranjero es el vac�o: no ser
reconocido por los que ocupan un lugar por el solo derecho de estar ocup�ndolo.
Nuestro trato convencional con los seres que nos rodean es con frecuencia
desatento, ritual, poco sensible. Entre cada uno de nosotros y los dem�s se erige
una monta�a de objetos que nos separan, ofician como verdaderos tabiques que nos
condenan a la soledad, tumba y oasis de nuestras aspiraciones. A menudo hasta la
taza de t� que ofrecemos al visitante es, al mismo tiempo que un gesto de cortes�a,
una forma distanciadora de se�alar nuestros respectivos espacios�.
El rumor permanente de la civilizaci�n. Tengo la costumbre de volverme cuando
alguien habla a mis espaldas.
Hemos perdido el don de la simplicidad.
Nos es m�s f�cil permitir una transgresi�n a la enredadera del balc�n (que ya
trepa por la ventana) que al visitante que ha osado permanecer media hora de m�s en
nuestra casa (osario).
Por algo lo olvidaste. O bien no ten�a ninguna importancia �detesto esa
tendencia a dar relieve a los hechos m�s insignificantes: debemos respetar el
derecho a la vida de las cosas veniales- o era tan importante que lo negaste. Elige
cu�l de las dos posibilidades te conviene m�s.
La sabidur�a de las margaritas consiste en el tallo, que es �spero pero
flexible y consigue inclinarse sin degollar las flores. La sabidur�a de los cerdos,
en cambio, es m�s dif�cil de aprehender, es un secreto casi impenetrable, parecido
al de las piedras y al de los minerales.
El secreto de las margaritas es que no se conocen a s� mismas; eso les confiere
belleza y humildad.
(La cita inicial de Lacan:) Amar es dar lo que no se tiene a quien no es.
S�lo el lirismo secreto, inconfesable. (�) La obscenidad es p�blica (�), ya no
produce ni excitaci�n ni sorpresa.
El tiempo s�lo existe hacia atr�s.
Los ojos de los ciegos no est�n a la altura de los objetos terrenales, sino m�s
arriba: en el espacio del sue�o. S�lo sus manos est�n a la altura de los objetos.
El lenguaje debi� de nacer as�, de la pasi�n, no de la raz�n.
Aquello que no nombre morir� en el silencio, el peor castigo.
El lenguaje lo inventaron las mujeres para nombrar lo que par�an.
Mi ansiedad, en cambio, es fijar la mirada.
Hay una sola casa en la vida de cada uno (�). Y es la casa de la infancia. En
�sa nos quedamos para siempre. Las dem�s s�lo son simulacros, suced�neos.
Los hombres (�) nunca dejan de ser ni�os. Y las mujeres nunca son m�s que
madres.
El que habla primero es quien asume el riesgo (�). Est� condenado a ser el
espejo en el que el otro se refleja, o en el que el otro se refracta.
El placer de oponerse (�) nos confiere, ante nosotros mismos, el prestigio de
nuestro adversario. S�lo se compite entre semejantes.
Todo el mundo tiene historia, es un sumidero de detritos, es un museo. Todo el
mundo conserva la belleza y el horror del mundo. a ser el espejo en el que el otro
se refleja, o en el que el otro se refracta.
El amor hace estallar los h�bitos.
Sobrevivir a tu abandono, si no muero, creer�s que �sa es la prueba de mi falta
de amor. (�) me desterrar�s de tu casa, con cualquier pretexto, y despu�s, me
hallar�s culpable tambi�n de dormir en otro lecho.
El mundo fue creado por el desamor, no por el amor. �Para quien no habita en el
mundo, los h�bitos son decretos�, dice Kafka. Soy un hombre sin rutina, sin
cotidianeidad. Vivo entre decretos que no comprendo y que cuando me conciernen, me
fastidian.
Soy un hombre muy ocupado que no hace nada en todo el d�a. No tengo tiempo,
pero mi empleo del tiempo no produce objetos, ni dinero, no obras: es, por tanto,
un tiempo imaginario, para la sociedad en que vivimos, una sociedad desamorada.
Uno quiere estar todo el tiempo al lado de la persona a la que ama para poder
pensar en otra cosa.
Su ostensible indiferencia es una forma sutil de hacerme sentir inc�modo.
El amor es derroche, es exceso. No se puede estar enamorado y al mismo tiempo
preservarse, guardar algo, producir, lucrar, invertir, �enriquecerse�. (�) el amor
es antiecon�mico, inflacionario.
El dinero no es de nadie. Por eso puede perderse y ganarse: porque, en
realidad, no tiene due�o. El dinero es tr�nsito, desposesi�n, abulia. M�s all� del
que necesitamos para comer y para estar abrigados, el dinero es hast�o.
Me incomoda ganar, me hace pensar. Perder no me exige pensar. En cambio, ganar
rompe la fascinaci�n hechizada de la p�rdida.
Cuando hemos perdido la capacidad de re�rnos de nosotros mismos estamos al
borde de una depresi�n profunda.
El mundo est� lleno de locos que desean enamorarse aunque sea una vez en la
vida, y lleno de locos que desean desenamorarse.
El dolor es ego�sta. (�) soy un hombre insensible que s�lo sabe llorar su pena.
(�) No ignoro que hay otras cat�strofes. Pero (�) s�lo tengo piedad, conmiseraci�n
y pena por el m�o. Hay hambre en algunos pa�ses, mujeres son maltratadas, enfermos
padecen c�ncer, alguna gente muere, otros no consiguen empleo; pero yo, s�lo atento
a mi pena, soy un hombre insensible al dolor ajeno. Tambi�n a las alegr�as. Si
nadie puede compartir mi pena (�), me niego a compartir las alegr�as de los otros.
Si ella no me nombra, soy un ser an�nimo, despersonalizado, sin car�cter, sin
identidad. Soy un ni�o castrado.
Tambi�n te ser� �til dirigirte por la ma�ana, sin que te espere, a casa de tu
due�a, cuando todav�a no se haya acicalado. Nos dejamos seducir por las galas. Con
piedras preciosas y oro se tapa todo: la mujer es la parte m�s peque�a de s� misma.
A menudo entre tantos adornos te preguntar�s d�nde est� la mujer que amas: con
semejante �gida el Amor, gracias a la riqueza, enga�a la vista. Llega de improviso:
sin posible da�o por tu parte la sorprender�s a ella desarmada�, �Aprended,
mujeres, los cuidados que realzan el rostro y los medios para mantener vuestra
belleza. El cultivo hace que la tierra est�ril produzca los dones de Ceres y
desaparezcan las punzantes zarzas. El cultivo tambi�n corrige el zumo amargo de las
frutas y el �rbol injertado recibe adoptiva savia. Lo cultivado es siempre
agradable: de oro se recubren los elevados artesonados�, �deb�is tener la
preocupaci�n de gustar, puesto que en la �poca en que viv�s los hombres buscan la
elegancia: vuestros maridos se acicalan seg�n los dictados de la moda femenina y a
duras penas la esposa puede a�adir algo a su refinamiento. Toda mujer se exhibe en
su propio beneficio y trata de conseguir la persona amada que adora. El
refinamiento no es ning�n delito. (�) Hay tambi�n un cierto placer en agradarse a
uno mismo.
No hagas ostentaci�n de tu facundia. Elimina en tus palabras toda expresi�n
afectada.
�Qu� hay m�s resistente que la roca y m�s inconsistente que el agua? Sin
embargo, la resistente roca es horadada por la inconsistente agua.
Cu�date solamente de no descubrir que simulas con esas expresiones, de no
desmentir con la expresi�n tus palabras. Si queda oculta, la hipocres�a es
provechosa; descubierta, engendra venganza y destruye con toda raz�n la confianza
para siempre.
Toma los manjares con la punta de los dedos (hay tambi�n elegancia en la manera
de comer) y no embadurnes toda la cara con las manos manchadas. No tomes nada en
casa previamente y detente antes de hartarte: come un poco menos de lo que puedas
comer�.
De Laura Esquivel en Como agua para chocolate. Novela de entregas mensuales, con
recetas, amores y remedios caseros:
Tita gozaba enormemente este paso ya que mientras reposa el relleno es muy
agradable gozar del olor que despide, pues los olores tienen la caracter�stica de
reproducir tiempos pasados junto con sonidos y olores nunca igualados en el
presente. A Tita le gustaba hacer una gran inhalaci�n y viajar junto con el humo y
el olor tan peculiar que percib�a hacia los recovecos de su memoria.
No se explicaba de d�nde hab�a sacado nuevas l�grimas, pero las hab�a sacado y
alterado con ellas la textura del turr�n.
Cuando termin�, se le ocurri� darle un dedazo al fondant, para ver si las
l�grimas de Tita no hab�an alterado el sabor. Y no, aparentemente, no alteraron el
sabor, pero sin saber por qu�, a Nacha le entr� de golpe una gran nostalgia.
Una inmensa nostalgia se adue�aba de todos los presentes en cuanto le daban el
primer bocado al pastel. Inclusive Pedro, siempre tan propio, hac�a un esfuerzo
tremendo por contener las l�grimas. Y Mam� Elena, que ni cuando su esposo muri�
hab�a derramado una infeliz l�grima, lloraba silenciosamente. Y eso no fue todo, el
llanto fue el primer s�ntoma de una intoxicaci�n rara que ten�a algo que ver con
una melancol�a y frustraci�n que hizo presa de todos los invitados y los hizo
terminar en el patio, los corrales y los ba�os a�orando cada uno al amor de su
vida. Ni uno s�lo escap� del hechizo y s�lo algunos afortunados llegaron a tiempo a
los ba�os; los que no, participaron de la vomitona colectiva que se organiz� en
pleno patio.
Tita era entre todas las mujeres de la casa la m�s capacitada para ocupar el
puesto vacante de la cocina, y ah� escapaban de su riguroso control (el de Mam�
Elena) los sabores, los olores, las texturas y lo que �stas pudieran provocar.
Se desprenden con mucho cuidado los p�talos de las rosas, procurando no
pincharse los dedos, pues aparte de que es muy doloroso (el piquete), los p�talos
pueden quedar impregnados de sangre y esto, aparte de alterar el sabor del
platillo, puede provocar reacciones qu�micas, por dem�s peligrosas.
Parec�a que el alimento que estaba ingiriendo produc�a en ella (Gertrudis) un
efecto afrodis�aco pues empez� a sentir que un intenso calor le invad�a las
piernas. Un cosquilleo en el centro de su cuerpo no la dejaba estar correctamente
sentada en su silla. Empez� a sudar y a imaginar qu� se sentir�a ir sentada a lomo
de un caballo, abrazada por un villista, uno de esos que hab�a visto una semana
antes entrando a la plaza del pueblo, oliendo a sudor, a tierra, a amaneceres de
peligro e incertidumbre, a vida y a muerte.
Parec�a que en un extra�o fen�meno de alquimia su ser se hab�a disuelto en la
salsa de las rosas, en el cuerpo de las codornices, en el vino y en cada uno de los
olores de la comida. De esta manera penetraba en el cuerpo de Pedro, voluptuosa,
arom�tica, calurosa, completamente sensual
Parec�a que hab�an descubierto un c�digo nuevo de comunicaci�n en el que Tita
era la emisora, Pedro el receptor y Gertrudis la afortunada en quien se sintetizaba
esta singular relaci�n sexual, a trav�s de la comida.
De B. Whorf:
Las mujeres suelen utilizar la inclinaci�n lateral de cabeza mucho m�s que los
hombres.
(La) respuesta al contacto ocular es instintiva y est� relacionada con los
patrones b�sicos de supervivencia, en cuanto a que los ni�os que se aseguran y
retienen el contacto ocular, y por tanto la atenci�n, son los que m�s posibilidades
tienen de ser alimentados y tener satisfechos el resto de sus necesidades.
Es posible controlar las expresiones faciales, y quiz� un consumado mentiroso
sea capaz de mantener contacto ocular con la persona que le escucha, pero los
movimientos de las manos no son tan f�ciles de controlar. Se ha descubierto que hay
un gesto muy frecuente en todos los que intentan enga�ar. Es una especie de
encogimiento de las manos, en el que �stas se giran para que las palmas queden
expuestas. Se emplea en se�al de desamparo. Es como si el mentiroso intentara
hacerse con nuestra ayuda por su incapacidad de hacer creer la mentira por s� solo.
La sinergia es un fen�meno que ocurre algunas veces, en el cual el resultado
final de una situaci�n es superior a la suma de sus componentes. Se suele describir
mediante la f�rmula: 2 + 2 = 5.
Cuando estos ritmos se ven alterados, como en el caso de los vuelos
transatl�nticos, no s�lo da lugar a que nos sintamos indispuestos, sino tambi�n a
que cometamos errores, tomemos decisiones infundadas y nos comportemos
irracionalmente.
(El) contacto corporal se refiere fundamentalmente a acciones accidentales,
inconscientes y que se hacen con cualquier parte del cuerpo. Las caricias implican
acciones deliberadas, conscientes y hechas fundamentalmente con las manos.
Se dice que los comerciantes de jade chino utilizan esta misma regla, es decir,
observan la dilataci�n de las pupilas del cliente para saber por cu�l de las piezas
est� particularmente interesado y dispuesto, por consiguiente, a pagar un precio
m�s elevado.
Como todo intermediario, tiene una secreta pero decisiva superioridad. Las dos
partes contrastantes dependen de �l, porque es su �nica posibilidad de
entendimiento y, de otro lado, ninguna de ellas puede controlarlo.
No existe una realidad absoluta, sino s�lo visiones o concepciones subjetivas,
y en parte totalmente opuestas, de la realidad, de las que se supone ingenuamente
que responden a la realidad �real�, a la �verdadera� realidad.
Los seres humanos tendemos a buscar un orden en el curso de los hechos, y una
vez que hemos insertado en ellos este orden (puntuaci�n), la visi�n de la realidad
que de aqu� se deriva se va autoconfirmando mediante una atenci�n selectiva.
Todo es verdad, tambi�n lo contrario.
Toda ayuda crea una estructura de poder entre el ayudado y el ayudante
Toda conducta es comunicaci�n, ya no manejamos una unidad-mensaje monof�nica,
sino m�s bien un conjunto fluido y multifac�tico de muchos modos de conducta
-verbal, tonal, postural, contextual, etc.- todos los cuales limitan el significado
de los otros
Todos los intercambios comunicacionales son sim�tricos o complementarios, seg�n
que est�n basados en la igualdad o en la diferencia.
La interacci�n humana como un sistema de comunicaciones caracterizado por las
propiedades de los sistemas generales: el tiempo como variable, relaciones sistema-
subsistema, totalidad, retroalimentaci�n y equifinalidad. Los sistemas
interaccionales se consideran el foco natural para el estudio del impacto
pragm�tico a largo plazo de los fen�menos comunicacionales.
Los sistemas patol�gicos exhiben una cualidad de tipo c�rculo vicioso,
curiosamente autoperdedora.
(Se crea as� una paradoja) porque se le dice al paciente que cambie
permaneciendo igual. Se le coloca en una situaci�n insostenible con respecto a su
patolog�a. Si obedece ya no es cierto que no puede evitarlo (�) Para resistirse a
la instrucci�n no debe comportarse en forma sintom�tica.
La misma noci�n de anormalidad se vuelve cuestionable (�) el estado del
paciente no es est�tico, sino que var�a seg�n la situaci�n interpersonal y seg�n la
perspectiva subjetiva del observador.
Un sistema se comporta no s�lo como un simple compuesto de elementos
independientes, sino como un todo inseparable y coherente.
Pudo ver c�mo el nudoso bulto de su nuez sub�a hasta arriba y luego volv�a a
bajar. Algo le hizo tragar, pero �por qu� ten�a que hacerlo en ese preciso momento
cuando ni siquiera ten�a la taza cerca de los labios? (�) Era como una estatua que
hablara�
Montaigne dec�a que el estruendo que hacen los planetas al girar y desplazarse
por el espacio es inmenso, pero que no lo o�mos porque estamos acostumbrados a �l.
Cuando viajas muchas horas en coche dejas de o�r el motor. Quiz� el silencio sea
s�lo un ruido al que nos hemos habituado.
Tambi�n supe por uno de mis libros que los mabaanes, una tribu primitiva que
habita en la frontera entre Sud�n y Etiop�a, no dispon�an de tambores ni de armas
de fuego, y que estaban tan acostumbrados al silencio que hablaban en voz baja.
El silencio es un secreto, algo que es mejor no revelar para que alguien no
sufra.
El silencio puede llegar a ser lo m�s importante en la vida de una persona, que
cada uno de nosotros se relaciona con sus propios silencios de la misma manera
-�ntima, a veces algo distante, siempre m�gica- que se relaciona con sus propias
manos.
(Para) Lao Ts�: el sonido m�s fuerte es el silencio. Y Apolonio de Tiana, desde
otro �ngulo, nos record� que se deb�a empezar por aprender que el silencio es
tambi�n palabra.
Silvia se colgaba de mi brazo cuando no sab�a qu� hacer o si ten�amos que
entrar juntos en un lugar muy concurrido. Y yo, de forma indefectible, notaba que
la sangre se me agolpaba en el lado que estaba en contacto con ella. Se podr�a
decir que de alguna forma me trasladaba a vivir a ese lado, dejando deshabitada la
otra mitad de mi cuerpo.
Cuando los ruidos se extinguieron en el pasillo, descubr� la intensidad que
pod�a llegar a tener el silencio, su espantosa capacidad para devorarlo todo.
Los secretos m�s dif�ciles de penetrar son los que se revisten de una obviedad
cotidiana.
De Joan Margarit:
Ejemplo y espejo de lo poco que hay que fiar de llaves, tornos y paredes cuando
queda la voluntad libre�
Las obras de arte tienen alma. Quiz� porque s� que no se pueden reducir a una
simple vida mineral, a los elementos sin vida que las componen.
Todos los criterios son subjetivos. Lo que, seg�n el rasero del sentido com�n,
parece m�gico y magistral, se hace pat�ticamente a�icos ante el embate de las olas
del genio.
Hab�a evitado la locura a costa de sacrificar toda fantas�a.
Lo mortificante no es separarse de quienes te quieren, sino apartarse de
quienes no te quieren.
La perfecci�n es el regreso.
�Qu� hay en la confrontaci�n entre el que abdica y el que conquista: filiaci�n
o renuncia?
El pan, la playa: dos calores conexos, dos atracciones c�mplices.
Todos est�n tristes porque nadie quiere a quien deber�a y como deber�a y porque
no entienden que sobre todo es consigo mismos con quien est�n enfadados.
En toda actividad, noble o denostada, siempre cabe un destello de omnipotencia.
La grandeza y la maestr�a se miden con el rasero de las excepciones y no de las
leyes.
Lo que para m� era transgresi�n para �l no era sino pasatiempo f�til, agradable
distracci�n. La indiferencia es m�s cruel que el odio; de la no existencia ven�a, a
la no existencia volv�.
Una casa a la orilla del agua: la quietud cristalina, la atracci�n de las aguas
tranquilas, la indiferencia general de la cascada, que nada m�s llegar se vuelve a
ir, todo ello relativiza la desaz�n humana.
Los cr�ticos y los chefs son como los trapos y las servilletas: se
complementan, se frecuentan y trabajan juntos pero, en el fondo, no se caen bien.
El m�s contestatario de los hijos no lo es m�s que por autorizaci�n expresa del
padre, (�) quien, por alguna raz�n que �l mismo desconoce, necesita a ese agitador,
esa espina clavada en la familia, ese islote de oposici�n, que desmiente todas las
categor�as demasiado simples de la voluntad y el car�cter.
El bu�uelo (�) debe su gloria a ser tierno sin debilidad y firme sin rigor.
De Pablo Picasso:
Dios nos premia con los sue�os y nos castiga con la realidad.
De Julio Cort�zar en Viajes:
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son
como las estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan.
De todo guarda el Archivo memoria, pero pocos son los recuerdos que se pueden
rescatar. Este mar de papel anega lo que contiene.
El Archivo navega varado en la simulada inmortalidad de su deforme memoria, y a
nosotros sus servidores nos hace m�s ef�meros, mientras �l alcanza la fosilizada
supervivencia que s�lo el olvido y la incuria procuran.
Uno tiene en la vida lo que le cae encima y el naufragio es una vicisitud que
s�lo pueden correr quienes navegan, aquellos que en la vida se adentran como en el
mar.
Porque la vida, al fin, interfiere en el sentimiento y en la memoria restando
lucidez, promoviendo confusi�n, como si con ello quisiera aliviarnos, adormecernos,
para que en el sue�o fatal ya nada sepamos distinguir y a �l nos entreguemos como a
una suerte de inopia.
Nunca he sido un poeta f�rtil, pero s� laborioso, y los espacios improductivos
contribuyen a acentuar mi des�nimo.
En lo eterno reside la idea m�s dadivosa del tiempo.
La vida (�) es cosa de enterradores. La tarea m�s noble es, a la vez, la m�s
perversa: inhumar y echar escombro a lo que perdemos.
En las aguas estancadas siempre hay alguna cosa que un d�a sale a la superficie
(�). Lo que sale a la superficie est� siempre lleno de lodo.
Tanto papel muerto se ve que incita a seguir emborronando.
La inocencia de las cosas in�tiles, Ferm�n, es f�cil de pervertir porque es una
inocencia ociosa.
Lo malo es ascender a costa de la desgracia ajena.
A los fallecidos que no devengan se les da carpetazo. El muerto solitario no
deja huella burocr�tica, Ferm�n. El que no tiene familia es como si no tuviese
memoria.
Lo p�blico anega lo privado, que es una manera de intentar aniquilarlo y de
dejar as� a la persona demediada. Pero cuando, en contadas ocasiones, lo privado se
inmiscuye en lo p�blico y rebasa su �mbito ajeno y secreto, es siempre para mal,
para contribuir a la desgracia. Porque s�lo lo peor de lo privado, lo oscuro, lo
negativo, es sacado a flote para poner de relieve el riesgo de su contaminaci�n.
La conciencia del servidor p�blico cuando se jubila (�) es una conciencia
vac�a, una conciencia despojada. Volver a uno mismo se hace imposible porque los
restos de lo que privadamente fuimos se diluyeron al fin. Yo no me encuentro, no s�
qui�n soy, m�s all� del puesto que detent�.
Todos estamos predestinados a la soledad, pero hay quien la alcanza sin que
todav�a le corresponda y entonces es muy duro aceptarla como conviene.
Estas cosas que nunca se cuentan son las que m�s se recuerdan, y por algo ser�.
Nada pretendo, sino la amistad que me rescate.
Hay que darle aire a esto, pero el aire preciso. Mide, siempre que puedas, el
efecto espont�neo, que, bueno o malo, es siempre una orientaci�n. (�) Mide el
efecto pero considera que nada atrofia m�s que la milicia. (�) Hay que cortar por
lo sano. (�) Cuanto m�s imp�o seas con tu obra, m�s llegar�s a santificarla. (�) Lo
malo es superfluo. (�) hay que ser desprendido con lo que uno hace. (�) S�lo quien
no tiene seguridad de escribir algo mejor se aferra a lo que ha hecho. Hay mucho
poeta, rata, mucho poeta hur�n por ah� suelto, pero el arte nunca puede ser cosa de
urracas.
Todos los felinos tienen el alma traicionera. No hay mayor supercher�a que la
del animal dom�stico.
Beber y cantar conviene hacerlo con gente de confianza.
La mediocridad es el condimento m�s amargo de la existencia.
La quimera a todos los hace muy pagados de s� mismos porque (�) nadie cree m�s
en lo que hacen los otros que en lo que hace �l, ni nadie es capaz de resignarse a
considerar que lo suyo es mediano.
Los que est�n pose�dos por la quimera deben saber navegar entre la miseria de
sus man�as y la grandeza de sus obsesiones.
Debe ser muy duro (�) saber que lo que somos de nada sirve a lo que hacemos,
tomar conciencia de que la vida y la obra pueden discurrir sin corresponderse, que
hasta de la negaci�n de una y otra surgen, a veces, los mejores logros.
La l�rica es tan ajena a todo (�). Dilapidar por ella la vida es como arrojarse
a un barranco para intentar coger una flor en el abismo, algo tan desmedido como
improbable.
No hay que enga�arse, una cosa es la materia sublime de la l�rica y otra la
misera humana que la procrea.
Una cosa es retirarse del mundo y otra consumirse a propio intento.
Un adjetivo (�) es siempre un dilema que se resuelve por sorpresa.
Sent� esa advertencia que nos hace ponernos en guardia cuando el azar no parece
suficiente coartada para que algo se repita con sospechosa exactitud.
El cine es el instrumento moderno de la mentira. (�) Esas im�genes que se
suceden con tanto artificio son una caricatura de la vida.
Los Malos Poetas se ganan un para�so donde se hace justicia a sus versos
malvados, porque un verso malo es una verg�enza ajena que nadie se merece y ese
para�so, habida cuenta de su abyecci�n y su indigencia, es un Parnaso Perverso. (�)
Un cielo menesteroso para coronar la macilenta inspiraci�n que les embarga, un
cielo de tres al cuarto que abrigue su pu�etera gloria (�) donde pueden colgar la
vanidad de sus harapos l�ricos�
�Hay alguna man�a m�s in�til que almacenar papeles�?
La santidad s�lo es peligrosa para quien la cultiva.
Domesticar la bestia que todos llevamos dentro es parte fundamental de nuestro
destino, y el modo m�s razonable de hacerlo es d�ndole de comer�
Los barrios no son distintos a los patios de vecindad, siempre se habla m�s de
la cuenta.
Quien se acerca a la desgracia (�) corre el riesgo de contagiarse.
La santidad (�) es lo que est� m�s cerca de la inopia, en ese l�mite de la
estulticia humana que preside la inocencia absoluta.
La desgracia es como la ti�a. (�) y hasta puedes llegar a cuidarla como si
fuese una hija enferma. La desgracia es un don amargo pero muy entra�able (�).
Porque de ella estamos hechos y sin su contraste la felicidad es una excusa. Lo
malo es cuando se nos convierte en una hija �nica. La desgracia, al fin, es el
extremo de nuestra fragilidad.
La desgracia sobreviene y la desdicha hay que cultivarla.
Cuando no hay grandeza para emprender cosas grandes, ajenas a la miseria de lo
que somos, se conforma uno con esas inquinas y malevolencias.
Nunca podremos alcanzar la fortuna de la vida los que para ella no estamos
preparados.
La miseria de la ciencia (�) no es el c�lculo equivocado o la contradicci�n de
los elementos que se conjugan, la verdadera miseria proviene del d�bito con quien
la paga, del sometimiento a los dictados del poder. (�) Necesita especiales
estipendios, est� gravada por su condici�n m�s onerosa.
La posteridad (�) existe (�) y en ella se dirime lo que vale y lo que sobra.
Pero hay que tener coraje y ganas y estar menos aventado por la quimera, que es un
salvoconducto para la disipaci�n y una coartada para la mediocridad�
Todo gran poeta lleva dentro, escondido en alg�n lugar oscuro un poetastro, y
es casi imposible no detectar en el total de su obra, por excelsa que sea, la mano
de ese ser inferior.
Esa falta de respeto absoluta a lo que se puede ser, a lo que se puede hacer,
cuando hay conciencia del talento, es imperdonable.
La mujer que aguarda jam�s admite coartadas porque el tiempo de la espera es
�nico, s�lo suyo, un tiempo que no tiene otra medida que la de su ansiedad y su
capricho.
Ni siquiera en estas historias tan irremediables las cosas suceden sin
ambig�edad�
Del abrazo que va culminando la entrega surgen resquebrajaduras que yo percibo
como insistentes recelos y en esa contradicci�n del deseo y del rechazo siento que
mi ardor se extingue y hay un momento extremo en el que ya no s� a d�nde asirme,
como si el cuerpo que me pertenece no soportara ya ni la m�nima caricia, ni el
menor contacto.
A veces la claridad no es la mejor f�rmula para restablecer la memoria, ya que
en la claridad se pierden muchos perfiles y los encontrados sentimientos necesitan
de la ambig�edad de las medias sombras porque las palabras que los expresan tampoco
pueden ser rotundas.
A tal musa tales poemas.
Esa profundidad que en el despertar alcanza la desolaci�n m�s intensa, tal vez
porque es el instante del mayor desvalimiento, el momento en que a�n no son
posibles las defensas que inventamos para subsistir.
De Carl Jung:
De Irene Reyero:
De Francis Bacon:
Los viajes son en la juventud una parte de educaci�n, y en la vejez, una parte
de experiencia.
De Carlo Goldoni:
De Claudio Magris:
De Fernando Pessoa:
Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que
somos.
La vida es un viaje experimental hecho involuntariamente.
Si quieres que tu hijo sea bueno, hazlo feliz. Si quieres que sea mejor, hazlo
m�s feliz.
Mi predilecci�n por �l lo llev� a preferirme, porque los padres no quieren
igual a todos los hijos, aunque lo disimulen, sino que en general quieren m�s,
precisamente, a los hijos que m�s los quieren a ellos, es decir, en el fondo, a
quienes m�s los necesitan.
Entre ellos hab�a un trato distante, como si algo se hubiera roto en el pasado
de ambos.
La epidemiolog�a ha salvado m�s vidas que toda la terap�utica.
Su ideolog�a era un h�brido: cristiano en religi�n, por la figura amable de
Jes�s y su evidente inclinaci�n por los m�s d�biles; marxista en econom�a, porque
detestaba la explotaci�n econ�mica y los abusos infames de los capitalistas; y
liberal en pol�tica, porque no soportaba la falta de libertad y tampoco las
dictaduras, ni siquiera la del proletariado, pues los pobres en el poder, al dejar
de ser pobres, no eran menos d�spotas y despiadados que los ricos en el poder.
Con paciencia de profesor y amor de padre me lo aclaraba todo con la luz de su
inteligencia.
Esa simpat�a displicente que ha sido siempre su manera de poner a los dem�s en
su sitio.
El meso�smo en filosof�a (una palabra que �l hab�a inventado para defender el
justo medio, el antidogmatismo y la negociaci�n).
Aquellos a quienes los g�elfos acusan de gibelinos, y los gibelinos acusan de
g�elfos, esos tienen raz�n.
La biblioteca era el cuarto de las transformaciones.
La cronolog�a de la infancia no est� hecha de l�neas sino de sobresaltos. La
memoria es un espejo opaco y vuelto a�icos, (�) est� hecha de intemporales conchas
de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos.
Hab�a que tener una mente flexible para saber qu� partido tomar en el reino de
lo cambiante y de la indeterminaci�n.
Lo m�s devastador para la personalidad eran la simulaci�n o el disimulo, esos
males sim�tricos que consisten en aparentar lo que no se es o en esconder lo que se
es, recetas ambas seguras para la infelicidad y tambi�n para el mal gusto.
Nuestra felicidad est� siempre en un equilibrio peligroso, inestable, a punto
de resbalar por un precipicio de desolaci�n.
Los humanos, en el dolor m�s hondo, podemos sentirnos confortados si en la pena
nos conceden una rebaja menor.
Despu�s de una gran calamidad la dimensi�n de los problemas sufre un proceso de
achicamiento, de miniaturizaci�n.
Hay episodios de nuestra vida privada que son determinantes para las decisiones
que tomamos en nuestra vida p�blica.
La compasi�n es, en buena medida, una cualidad de la imaginaci�n: consiste en
la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de imaginarse lo que sentir�amos en
caso de estar padeciendo una situaci�n an�loga. (�) los despiadados carecen de
imaginaci�n literaria.
Todo ser humano, la personalidad de cada uno, es como un cubo puesto sobre una
mesa. Hay una cara que podemos ver todos (la de encima); caras que pueden ver
algunos y otros no, y si nos esforzamos podemos verlas tambi�n nosotros mismos (las
de los lados); una cara que s�lo vemos nosotros (la que est� al frente de nuestros
ojos); otra cara que s�lo ven los dem�s (la que est� frente a ellos); y una cara
oculta a todo el mundo, a los dem�s y a nosotros mismos (la cara en la que el cubo
est� apoyado).
El exceso de noticias deportivas era el nuevo opio del pueblo.
Del pol�mico economista Santiago Ni�o Becerra, autor de El crack de 2010, extra�do
de una entrevista le�da en ELPA�S.com, realizada el 12 de septiembre por Lola Huete
Machado:
A medio plazo lo �nico que hay que hacer es sobrevivir. Hemos estado viajando
en un crucero fabuloso y ahora, de golpe, es un bote de remos.
Bueno, pensar en colectivo no es tan estupendo� quiere decir que si disponemos
de una sola dosis de antibi�tico, por ejemplo, y usted es un genio, el antibi�tico
ser� para usted.
La democracia es para la abundancia. Cuando no la hay es dif�cil ser dem�crata.
La econom�a siempre es la protagonista. No lo es la pol�tica�
El objetivo no es ir a m�s, sino ir hacia donde sea necesario.
Pero la realidad es que la tecnolog�a cada vez necesita menos gente. Y los
recursos no se pueden desperdiciar porque hasta que la tecnolog�a no consiga otros,
tenemos un problema.
La econom�a tiene dos definiciones: la ciencia que estudia la abundancia y yo
creo que esta es la correcta, la que administra la escasez.
Los pobres han sido necesarios hasta ahora para elevar al mayor n�mero posible
a la categor�a de clases medias, de ah� el tema de la movilidad social, que en
Espa�a lleva estancada 30 a�os. Y han sido necesarios a lo largo del XIX y XX para
producir. Pero hoy no, hasta las clases medias son innecesarias.
Un t�pico antes que verdadero o falso, antes que bueno o malo, es sobre todo
repetitivo y pegadizo y por eso todos echamos mano de ellos.
Las frases-refranes �no sientan c�tedra sobre un asunto concreto, sino al
contrario: dan libertad a los m�seros mortales.
Es que estoy muy enamorado. Y con esto justifica mucha gente las tonter�as que
hace, como don Quijote en Sierra Morena. A sus insensateces dan los mortales el
nombre de Afrodita, que dec�a Eur�pides.
Refresca un latinajo: Puta, reputa si potes (Piensa, reflexiona, si puedes).
Qu� man�a con ir contra las convenciones. �Qu� tienen de malo las convenciones?
Son muy saludables, ayudan a la gente a saber en qu� terreno se mueve y no hace
falta que nadie las ataque: cuando son in�tiles, se caen solitas.
Lo m�s dif�cil de matar a un hombre no es el c�mo (�) sino el porqu�.
Ser consciente de la propia val�a es orgullo sano; refreg�rnosla, vanidad; y
negar la de los dem�s, flatulenta soberbia.
La vida es enemiga de la supercoherencia. A lo m�s que se puede aspirar es a no
hacer da�o a la gente.
Intolerante es el que, como la piara, no tolera las opiniones contrarias, no el
que tiene sus propias opiniones y las defiende sin imponerlas. / Ahora resulta que
la tolerancia no consiste en tolerar lo que nos disgusta, sino en eliminarlo para
que nadie se ofenda ni se disguste.
El prejuicio es un recolector de datos selectivo: s�lo recolecta aquellos que
lo corroboran y es ciego para los dem�s. Si la realidad le impone datos que lo
refutan, �l los distorsiona hasta convertirlos en pruebas que lo vuelven a
corroborar. El prejuicio es una oruga voraz que nunca ser� mariposa, porque,
esclava de su hambre, devora cuanto encuentra a su paso. Y por eso nunca podr�n
echar a volar.
�Por qu� va a ser m�s coherente o m�s encomiable el que mete a sus hijos a la
escuela p�blica? Al contrario, ayuda m�s al erario p�blico el que paga con sus
impuestos la escuela p�blica de los otros y de su bolsillo la privada de los suyos.
Adem�s, la lealtad con el Estado se limita a pagar impuestos y a cumplir las leyes,
no a consumir exclusivamente bienes p�blicos.
�No habr�a que decir m�s bien que la gente con car�cter es la que se domina y
no la que da rienda suelta a su ira o su estupidez?
Se comporta como los animales, los cuales no tienen m�s remedio que regirse por
la ley del m�s fuerte porque son tontos: no pueden inventarse unas normas y s�lo
saben arreglar sus problemas a pu�etazos.
Al final, casi todos cojeamos de un pie o de otro por v�sceras y prejuicios m�s
que por razones y juicios.
No es necesario renunciar a la riqueza para compartirla, (�) crear riqueza,
adem�s de un deber moral de los ricos para con los pobres, es una manera m�s
inteligente de compartirla, porque los pa�ses pobres no quieren que nos
solidaricemos haci�ndonos pobres nosotros tambi�n, sino teniendo las mismas cosas
que nosotros.
Siempre es m�s noble alabar lo ajeno que lo propio, pero cuando uno alaba lo
ajeno para despreciar lo propio, es esnobismo.
Dudar de la buena intenci�n de los buenos es uno de los manantiales que m�s
t�picos engendra. (�) As�, don Solidario queda como una especie de h�roe
desenga�ado por la maldad del mundo que lo circuncida, y si no fuera por ese mundo
perro que lo decepciona, ser�a la mar de generoso.
Hay gente que s�lo cree en Dios para tener a alguien a quien echarle la culpa.
La religi�n da una interpretaci�n del mundo, pero no niega las leyes del mundo
ni sustituye a la ciencia, mientras que la superstici�n explica mediante fantas�as
lo que la ciencia ya explica con argumentos y pruebas.
Basta con tener prejuicios contra un grupo para luego encontrar miles de datos
que lo corroboran.
El poder, antes que malo o bueno, es imprescindible y preferible al caos, donde
cualquiera puede ser un tirano.
Reprobamos las discriminaciones raciales y sexuales, pero las est�ticas campean
a sus anchas.
Uno siente ciertos deseos e inclinaciones y los sigue si le da la gana, pero
sentir no equivale a ser. Reducir todos lo casos a ser homo o hetero es una
artificiosa simpleza, porque sentir es una complejidad natural irreductible. Es un
error tomarse los deseos sexuales como se�ales inequ�vocas de vocaci�n homosexual o
heterosexual.
Ser un le�n sordo a los chillidos de los ratones, es decir, ser insensible al
insulto (pero, �ojo!, no a las acusaciones). En efecto, no ofende quien quiere,
sino quien puede. (�) El insulto surte efecto a iniciativa del mofado, no del
mofador.
Lo importante es hacer lo que a uno le d� la real gana y llevarse bien con todo
el mundo. Primum vivere, deinde philosophari.
El ojo inmutable espiaba, semejante a los ojos sin p�rpado de los peces, como
si una insensibilidad absoluta le librase de todo parpadeo.
Para poder tener sentido del humor es necesario reconocer como m�nimo una
chispa de gracia en uno mismo.
Me gusta su humor, pero dista apenas un semitono de la seriedad cr�nica, por
eso suena particularmente estrafalario.
Creamos personajes virtuales, confeccionamos irreales retratos robot el uno
del otro. Formulamos preguntas cuyo atractivo reside en que queden sin respuesta.
(�) Y al mismo tiempo nos preocupamos de no desvelar nada importante de nosotros
mismos. (�) Nos comunicamos en el vac�o.
T� eres de esos hombres que s�lo pueden interesarse por una mujer al principio
y al final: cuando quieren conquistarla y poco antes de perderla definitivamente.
El tiempo intermedio -tambi�n llamado convivencia- te resulta demasiado aburrido o
demasiado agotador, o ambas cosas.
Mi cinismo es m�s deporte y juego que enfado y desquite.
Pero tal vez no seas m�s que un lobo (�), que tiene terror a los encuentros
reales, que continuamente necesita crearse mundos imaginarios, porque no sabe
desenvolverse en los entornos concretos, palpables, tangibles, reales.
Escribir es como besar, pero sin labios.
Uno s�lo puede pedirle a los dem�s que sean lo que es uno: un mont�n de
caprichos, un c�mulo de dudas de s� mismo, una combinaci�n de divergencias.
Soy una persona que necesita partir de lo peor para desarrollar fuerzas
suficientes para soportarlo luego si resulta cierto.
Cuando juntos no funciona y separados tampoco, s�lo hay una alternativa:
�cambiar! (�) La intimidad no es la interrupci�n de la distancia, sino su
superaci�n. La pasi�n no es la falta de perfecci�n, sino un continuo encaminarse y
aferrarse a ella.
Marlene no ama a Leo. Leo no ama a Marlene. Ambos no-amantes obtienen su pasi�n
de la nostalgia por el amor del otro.
El entusiasmo presupone mirarse a los ojos al menos una vez.
�sa es exactamente la clase de hombre que me gustar�a, un hombre que prefiera
tener un mensaje m�o antes que sexo. Sexo es lo que quieren todos. Un hombre que
tiene clase es el que quiere de m� otra cosa: �correo!
La �vida familiar� como tal no tiene nada que ver con la perfecci�n, sino con
la perseverancia, la paciencia, la indulgencia y los brazos dislocados de los
ni�os. (�) Lo del �idilio familiar� es un ox�moron, dos conceptos que se excluyen:
o familia o idilio.
Nosotros partimos de la l�nea de llegada, y s�lo se puede seguir en una
direcci�n: hacia atr�s. Nos dirigimos a la gran desilusi�n. No podemos vivir lo que
escribimos. No podemos reemplazar las numerosas im�genes que nos formamos el uno
del otro. (�) Dos extra�os con un ficticio pasado com�n.
A un fantasma no se le puede reprochar nada.
Todo vale, todo menos callar.
Con posterioridad suelen realizarse posibilidades que de antemano no exist�an.
Y no suelen ser las peores.
Es asombroso qu� de cosas no se han dicho a pesar de que hablamos sin parar.
No hay que pensar nunca en �perder�. De s�lo pensarlo se pierde.
Son muchos los que, acuciados por el hambre, se ven obligados a hacer cosas
que, en otras circunstancias, no har�an, pues la necesidad es enemiga de la virtud.
Hab�a surgido entre ellos una gran complicidad, como la de dos personas que
comparten algunos secretos que no est�n dispuestos a revelar a nadie m�s.
No tiene ning�n m�rito ser virtuoso como vos, ya que no os pon�is casi nunca en
posici�n de pecar.
Recordar que soy abogado y que, por tanto, ninguna bajeza humana me es ajena.
Por lo dem�s, hay que reconocer que, dejando aparte la muerte, el juego es lo �nico
que nos iguala.
Morir de mala manera es el destino habitual de los que se pasan la vida
tentando la fortuna.
Tengo la impresi�n de que Dios s�lo provee a los que ya tienen. Los dem�s
siempre nos acostamos pregunt�ndonos si comeremos o no comeremos ma�ana.
Como dijo Plinio de los libros, no hay maestro malo que no tenga algo bueno.
Nada resulta imposible cuando el deseo de saber es m�s fuerte que la obligaci�n
de obedecer, y se cuenta, adem�s, con la complicidad interesada de las criadas.
Los Reyes (�) pusieron todo su empe�o en conseguir la reconciliaci�n de los
bandos, procurando perdonar a unos sin provocar el descontento de los otros.
La nieve ven�a a demostrar que la belleza y la inocencia eran algo ef�mero,
pero tambi�n que la verdad, por mucho que se oculte, acaba siempre aflorando a la
superficie.
Suelo escribir sobre la nieve el nombre de todos aquellos que me ofenden o
maltratan para indicar lo poco que me importan y la poca mella que hacen en m� sus
palabras. Reservo la piedra s�lo para aquellos que me han hecho alg�n bien. El
recuerdo de los primeros desaparecer� tan pronto como la nieve se derrita, mientras
que el de los segundos permanecer� a lo largo de la vida.
Quedad con Dios, que con los hombres de bien no sab�is c�mo comportaros.
A veces el sue�o aclara las ideas y nos ayuda a encontrar soluciones que no
hallamos en la vigilia, por m�s que nos esforcemos.
Hay cosas que no se pueden decir abiertamente sin poner en peligro a quien las
dice o provocar la incredulidad de quien las escucha. De vos depender� que lo que
os he revelado sea valioso o no.
�Ser�ais vos capaz de distinguir con claridad a un santo de un mago, un milagro
cristiano de un prodigio pagano, una plegaria de un conjuro, un ruego a Dios de una
invocaci�n al Diablo?
Visto desde fuera (�) los milagros pueden parecer de origen divino, por su
car�cter aparentemente maravilloso y sobre natural, pero enseguida uno se da cuenta
de que son un juego de ni�os para quien conoce las ciencias ocultas.
Basta un gesto oportuno o una frase afortunada para conquistar la voluntad de
la plebe.
Cierto que, aplicado al caso, amor era una palabra l�bil, confusa, llena de
poros por los que se filtraban otras formas de afecto -la compasi�n, la piedad,
incluso la hermandad-, pero qu� nombre otorgarle si no a aquel sentimiento
obstinado.
Memorable verso de Charles Baudelaire: Res�gnate, alma m�a: duerme un sue�o de
bruto.
En realidad, entre un hombre y una mujer casi todo depende siempre de la
ocasi�n.
El mundo una vez m�s se desangraba entre el abrazo de dos amantes.
Aceptar que pavor y fiereza no tienen patria, y que anidan en todos los
corazones por igual: franceses, alemanes, rusos, americanos, japoneses, espa�oles,
qu� m�s da, es la sucia materia del hombre la que est� sobre la balanza, su
corrupci�n, su vileza, su arrogancia de animal id�latra, no su patron�mico ni su
credo ni sus gustos culinarios.
Las tragedias desmesuradas, donde todo nombre se borra, permiten siempre
empezar de cero. Cuando las olas se tragan una ciudad, se tragan tambi�n buena
parte de su pasado. Cuando la tierra abre sus fauces, no s�lo devora escuelas,
tranv�as o lonjas. �Qui�n podr� discutir a un lisboeta superviviente al terremoto
del d�a de Todos los Santos de 1755 su nombre?
El hero�smo fue algo inventado para los que carecen de futuro.
Con la tozudez de un animal de carga, la maquinaria b�lica se iba engrasando�
Los grandes ej�rcitos jam�s olvidan los peque�os detalles.
Los imperios, c�mo no, comprenden que la est�tica es parte importante de la
propaganda.
El hombre convive con su cuerpo, pero no lo conoce. Al menos no de un modo
exhaustivo. Un hombre y su cuerpo son realidades distintas. Seguramente eso es lo
que permite comprender la esencia �ltima del dolor, que no es otra cosa que el
desgarro que produce la indiferencia del cuerpo hacia uno mismo. (�) Y seguramente
tambi�n eso es lo que permite a un ser humano conservar su nombre, su dignidad,
aquello que m�s �ntimamente posee, cuando su cuerpo, en la enfermedad, la
mutilaci�n o la vejez, ya no le pertenece.
La medicina y la muerte son dos partes de un �nico y gigantesco negocio, el
manejo y gesti�n del tiempo.
Militares, los hombres que menos pueden ocultar su pasado.
Nadie, ni siquiera el fil�sofo m�s sutil, ha podido hallar un sentido preciso a
ese absurdo que es la voluntad humana.
Tras tantas idas y venidas, tras tantas tentativas de viaje, a menudo el final
de trayecto conduce a un lugar no muy alejado del punto de partida.
El visitante hab�a dejado de existir para �l, olvidado como un mal presagio o
como una polilla que gira en torno a su tumba de cuarenta vatios.
Lo m�s aterrador del absurdo, a fin de cuentas, es que posea su propia l�gica.
La memoria no es un instrumento del hombre, un siervo amable, un eficiente
valet; m�s bien parece que el hombre fuera un lacayo de su memoria. Porque el
hombre languidece, se distrae, se corrompe, pero su memoria permanece firme, a pie
de obra, insobornable; de manera que mientras el hombre tropieza, o se enfr�a, o
pierde sus dientes, o levanta murallas, o se disfraza, o devora a sus semejantes,
ella permanece alerta, chup�ndolo todo, guard�ndolo todo, clasific�ndolo todo:
cavando, cavando, cavando.
Comprendi� que el asombro, al fin y al cabo, es una categor�a de lo cotidiano,
y que s�lo hay un dios, el azar, y que s�lo existe una religi�n, la casualidad, y
que cualquier otra interpretaci�n de la vida y de sus accidentes no s�lo est�
abocada al fracaso, sino que condena a la m�s absoluta ceguera.
Cierta verdad terrible: son los que pasan, y no los que quedan, quienes
desempe�an el papel fundamental en nuestras vidas.
Si tienes edad para ser libre, tambi�n la tienes para ser responsable.
A veces hacemos cosas que est�n mal. Pero eso no siempre nos vuelve malos.
A m� a vedes me daba la impresi�n de que no ten�amos pasado, o de que lo
ten�amos pero no a nuestro lado sino detr�s, siempre detr�s. (�) �Os parece que eso
mismo le ocurre a todo el mundo? Echad una ojeada a vuestro alrededor, mirad los
objetos que adornan vuestro cuarto de estar, revolved en vuestros armarios y
vuestras estanter�as. �Verdad que todas esas cosas que acompa�an vuestro presente
forman tambi�n parte de vuestro pasado? (�) En cada mudanza hab�a una parte de
nuestro pasado que quedaba como cancelada.
Si uno desea algo con toda su alma, nunca pierde del todo la esperanza de
poseerlo. (�) la esperanza es algo irracional.
La gente orgullosa suele ocultar sus fracasos pero exhibir sus �xitos.
A m� a veces me daba la impresi�n de que no ten�amos pasado, o de que lo
ten�amos pero no a nuestro lado sino detr�s, siempre detr�s. (�) �Os parece que eso
mismo le ocurre a todo el mundo? Echad una ojeada a vuestro alrededor, mirad los
objetos que adornan vuestro cuarto de estar, revolved en vuestros armarios y
vuestras estanter�as. �Verdad que todas esas cosas que acompa�an vuestro presente
forman tambi�n parte de vuestro pasado?
Hacerte un plan del d�a (�) As� el tiempo se va llenando de sentido. As� el
d�a avanza hacia su cumplimiento, hacia su perfecci�n, y uno percibe que las horas
no pasan en balde.
Uno tiene que saber de qui�nes procede para tratar de estar a su altura.
Supongo que la l�stima y el odio no pueden superponerse.
Un buen vendedor tiene mucho de psiquiatra y mucho tambi�n de confesor y de
polic�a que interroga. Lo que el buen vendedor pretende es animar a alguien a
expresar una verdad que lleva dentro. (�) Un buen vendedor es aquel que consigue
hacerte creer que te hace un favor cuando te vende algo.
En tanto que los hombres se componen de cuerpo y nervios, Dios es, desde un
principio, s�lo nervio.
De Fernando Pessoa:
Yo soy muy �crata con el tiempo, nunca llevo reloj, sin embargo, odio la
impuntualidad.
De Concepci�n Arenal:
Los almeces s�lo dan fruto en a�os alternos: (�) como si establecieran un juego
entre la generosidad y la escasez.
Ella es como los pajarillos de vuelo breve. Se cansa en seguida de todo.
Los recuerdos quietos no duelen son como el agua.
Adopta la dejadez de los cuerpos que ignoran que alguien los vigila.
En Mallorca dicen que el tiempo que transcurre en la mesa no cuenta. La
conversaci�n y los �gapes suculentos tienen el poder m�gico de conjurar el paso del
tiempo y detenerlo. Por eso nadie envejece en la mesa.
Cuando alguien tiene el pensamiento cautivo, no nota el hambre.
La impaciencia se parece a la hierba que crece en un jard�n del que nadie cura.
Sin rasgarme las vestiduras ni hacer ruido. La m�a era una tristeza callada, de
las que duran mucho tiempo.
Una carta es un trozo de conversaci�n grabada en un papel. Un mon�logo dirigido
a una persona concreta.
Una vida tiene muchas lecturas. Todo depende del punto de vista que adoptemos
para contemplarla-
La inquietud se suele vincular con la prisa.
Un recuerdo compartido es m�s de verdad. Los recuerdos que se guardan entre dos
no est�n cubiertos por la neblina, sino que se mantienen claros.
El tiempo es un ung�ento que se esparce por las heridas m�s profundas y
consigue sanarlas.
El dolor que nace de una obsesi�n no est� hecho de estridencias (�). Hay
obsesiones que son como el goteo persistente de la lluvia.
Hay manos que acarician como si esparcieran perfumes.
Hay personas s�lidas y personas trasl�cidas. Las primeras est�n formadas por un
materia que no favorece las confusiones. (�) Con su presencia llenan el espacio en
el que se encuentran. (�) Resulta inevitable referirse a ellas en una conversaci�n.
Querer es una palabra complicada, porque tienen muchos matices.
Su cuerpo, pues, le es fiel, pero las miradas son libres. Tambi�n son libres
los pensamientos, que despegan hacia lugares insospechados.
Lo �nico bueno del dolor era su fecha de caducidad.
Cuando no se tienen muchas propiedades, suele aumentar su valor subjetivo.
hab�a conocido a los que se abrazaban con furia a las cosas, porque eran la prueba
de su paso por la tierra. Los objetos pueden adquirir la funci�n de representarnos.
A veces, el sol hace desaparecer lo que ilumina.
Dicen que soy una mujer distra�da. (�) aludiendo al aire de ausencia que me
caracteriza, a este aspecto de no estar nunca del todo ah�. Mi mirada pasa de largo
por aquello que no me resulta ni sugestivo ni curioso. Pero no debemos confundir la
distracci�n con una mente ocupada.
Tengo el esp�ritu inquieto y el deseo de perderme por calles y plazas. A pesar
de que me siento muy vinculada a la casa en la que siempre he vivido, quiero salir
a recorrer mundo para regresar despu�s.
Guardar�a el secreto, porque hay sentimientos que es mejor no compartir. Nos
ayudan a vivir, y a los dem�s, �qu� les importan nuestras quimeras?
La confianza se gana o se pierde, como si fuese un juego de dados. Ganarla es
un proceso gradual, lento. Perderla puede depender de muy poco.
El amor es dif�cil de dosificar. Nadie acepta repartirlo.
Hace a�os le� una frase de Foucault seg�n la cual el ojo por el que Dios nos
mira es el mismo por el que nosotros le vemos.
De Tagore:
La inspiraci�n puede brotar cuando entre los polos del escritor existe un
cierto estado de tensi�n creado por la voluntad.
Si las p�ginas de este libro contienen alg�n verso feliz, perd�neme el lector
la descortes�a de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren;
es trivial y fortuita la circunstancia de que seas t� el lector de estos
ejercicios, y yo su redactor.
De Jonathan Swift:
La ambici�n suele llevar a los hombres a ejecutar los menesteres m�s viles, por
eso para trepar se adopta la misma postura que para arrastrarse.
De Confucio:
Cuando alguien pone el dedo en la llaga s�lo los necios piensan que lo
importante es el dedo.
Donde hay satisfacci�n, no hay revoluciones.
�Qu� buena cosa es la literatura, V�re�ka, qu� buena! (�) Fortalece los
corazones humanos, los gu�a (�). La literatura es un cuadro, es decir, un cuadro y
un espejo, en cierto sentido; es la expresi�n de las pasiones, una cr�tica fina,
una ense�anza edificante y un documento.
La desgracia es una enfermedad contagiosa. Los desgraciados y los pobres deben
evitarse los unos a los otros, para no contagiarse todav�a m�s.
Hay s�plicas en nombre de Cristo que no importan (tambi�n entre ellas hay
diferencias). Algunas son cantarinas, como recitadas y aprendidas de memoria,
t�picas de pedig�e�os veteranos; ante �sas no resulta tan doloroso pasar de largo.
Se trata de mendigos profesionales, recalcitrantes, y uno piensa que ya est�n
acostumbrados, que se las arreglar�n de alg�n modo porque saben c�mo hacerlo. Pero
hay otras s�plicas por amor de Cristo terribles, ins�litas, extra�as, como la de
hoy cuando le�a la nota que llevaba el ni�o; (�) Y a la gente rica no le gusta que
los pobres se quejen en voz alta de su mala suerte. Dicen que son muy pesados y
molestos. S�, la pobreza es siempre pesada�
En Londres es de cart�n de Unai Elorriaga:
Phineas intuye que resulta bastante m�s sencillo hacer desaparecer a un muerto
que a un vivo.
Se necesitan motivos para matar a una persona? Mucha gente muere sin motivo. Un
minuto, un muerto sin motivo.
Y es dif�cil tener un motivo para querer matar a alguien sin conocerlo bien.
Musone se ha enfadado en parte porque ni siquiera �l cree en lo que est�
diciendo.
Como dec�a Montesquieu en sus Cartas persas: �El estudio ha sido para m� el
soberano remedio contra los disgustos de la vida y no he tenido nunca ninguno que
no me haya quitado una hora de lectura.� �Quitado� es, tal vez, palabra muy
absoluta. La lectura puede no ser una panacea, pero siempre por lo menos, es un
b�lsamo.
Entre profesionales bien educados, no hay competidores sino colegas.
REFR�N: de planes que no cuajan y cuentas que no salen, se llenan los asilos y
los hospitales,
Dec�a Jonathan Swift que muchos nobles son como las patatas, que todo lo bueno
lo tienen bajo tierra.
De Sherrington:
CABOS SUELTOS (esas frases impactantes que ignoras qui�n las dijo, s�lo sabes que
t� no), refranes variopintos y citas de autoridades indiscutibles o de discutibles
autores (�qu� importa? tanto monta monta tanto cuando se trata de ensalzar palabras
ajenas):
Despu�s deb� enfrentar lo que llam� �escritura caliente y escritura fr�a�, que
es el modo en que uno percibe lo escrito en el momento de hacerlo y el modo en que
lo ve despu�s de alejarse unas horas, cuando las palabras se enfr�an y uno puede
considerar, en realidad, qu� fue lo que hizo, y sobre la distancia entre ese
resultado y la impresi�n que uno tuvo al hacerlo en caliente. La idea viene de la
fundici�n de los metales y la elaboraci�n de las campanas, queridos guariguaris,
como puede verse en el film Andrej Rublev, de mi pana Tarkovsky: el tono y el
aspecto de un vaciado al poner el acero ardiente en el molde es muy diferente a su
forma �ltima, cuando se enfr�a, e igual con las palabras: cuando son una corriente
de lava que baja de la corteza cerebral hasta los dedos tienen un aspecto luc�fugo
que enceguece y halaga, pero su verdadero rostro es el que adquiere horas despu�s,
cuando el humo se retira y uno puede verlas a la luz natural; nunca el esplendor es
el mismo.
Las vidas son como las ciudades: si son limpias y ordenadas no tienen historia.
Es en la desgracia y en la destrucci�n donde surgen las mejores.
Ah, dijo �l, el azar, el azar es el tintero en el que Dios va mojando para
trazar destinos.
�Puedo preguntarle si su historia es verdadera? Ah, todas las vainas bien
contadas son verdaderas.
Soy escrit0r, tengo la costumbre de indagar.
Toda vida cercana suele tener implicaciones serias en la propia.
Nuestra vida (�) es un bloque de m�rmol que va siendo moldeado a golpes por las
circunstancias, la �poca y el rinc�n del mundo donde nos fue dado llegar, am�n de
las personas que vamos conociendo, y ese roce, esa percusi�n cuyo ritmo var�a y
jam�s se detiene, hace emerger la figura de la piedra, una silueta imprecisa que
nace en el interior del bloque y que va adquiriendo profundidad y volumen hasta
formar ese ser �nico e irrepetible que es cada uno de nosotros.
�Cu�nta intensidad produce en un ser humano ver sus creaciones expuestas!
Afuera se disputaba una guerra y esta hab�a acabado por alcanzarnos, a pesar de
nuestras palabras y teor�as sobre las palabras. Incluso el lenguaje ten�a su
l�mite. La barricada del lenguaje.
�ser�a yo capaz de dejarlo todo por algo en lo que creo o por algo que quiero
sin medir riesgos?, �he cre�do alguna vez en algo o en alguien con la suficiente
intensidad como para hacerlo?
Lo que hoy me asfixia es el resultado de guerras y destrucci�n y sabios libros
y aterradores tratados de paz; mucha gente muri� para que nosostros, los nietos del
siglo, tuvi�ramos lo que hoy nos oprime
T� quieres su alma y ellos quieren tu dinero. La diferencia es que ellos no
pueden elegir y t� s�.
De J. L Borges:
De Alain Chauvilliers:
En La caverna de J. Saramago:
Los sentimientos nos otorgan nombre, y con ese nombre somos lo que somos.
De Pessoa nos recuerda: �Espera lo mejor y prep�rate para lo peor�.
Los esc�pticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor, sin nadie. Abrazan el
pesimismo como �nico consuelo. Inventan una tristeza sin l�grimas, dura como una
mueca.
Cada existencia tiene sus vaivenes, que es como decir sus pormenores.
Hay un modo mec�nico de entender la vida, un estilo sin esc�ndalos ni hurras,
sin el desabrigo de las tinieblas ni el acompa�amiento de las melod�as.
El mundo es un gran escaparate.
Los pensamientos pueden ser opacos, pero los sentimientos casi siempre son
di�fanos.
Hay poses de familia que son una s�ntesis de tiempo, pero tambi�n hay
instant�neas que son apenas el pellizco de un pasado min�sculo.
Lo imposible es una burla de los dioses.
Si tenemos �nimo, paciencia y un poco de ilusi�n, podemos navegar en la barcaza
de la utop�a, pero no en el acorazado de lo imposible.
A partir de los ecos suelen hacerse pron�sticos, casi siempre falsos.
La modestia de los �rboles es infinita.
El mundo del descalzo no precisa de filtros.
La naturaleza es en principio una expectativa, una oquedad para ser llenada,
una propuesta para el augurio.
Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.
Nadie es el due�o de la nada, y la nada es el pozo, el abismo es de nadie.
La realidad es un manojo de poemas sobre los cuales nadie reclama derechos de
autor.
Los que no est�n, est�n empero.
S�lo echamos de menos un museo de alegr�as.
La alegr�a sobreviene despu�s de las ausencias, al fin de las nostalgias.
La alegr�a es un pr�stamo.
En primera instancia somos un destino y en �ltima instancia un disparate. No s�
qui�n se habr� ocupado de crearnos, tan indefensos, tan soberbios.
Todos llevamos una filatelia de ausencias.
La patria es como el arroz: germina en todas partes.
La condici�n de miserable es un tumor del alma, casi siempre incurable, porque
el alma no admite cirug�as.
El pasado es la �nica temporada que crece cada d�a (�) y nunca est� completo.
En el correo la emoci�n viene fr�a pero es capaz de abrigarla.
La m�sica es un premio, un recurso, una victoria.
En el perd�n conviven culpa y disculpa.
La memoria es un trozo del infinito.
Hay quienes confunden la palabra siempre con la eternidad.
El espanto es un compa�ero inc�modo: nunca se muestra a pleno sol sino en la
oscuridad m�s desolada.
En Obabakoak de B. Atxaga:
En AL FARO de V. Woolf:
La mitad de las opiniones que formamos acerca de los dem�s son grotescas.
Sirven para nuestros propios fines.
Lo que tarda tanto en llegar es igual que si no hubiera llegado, peor incluso,
porque el cumplimiento a destiempo de lo que tanto se dese� acaba teniendo un
reverso de sarcasmo.
Hay una vanidad s�rdida en la cercan�a de una desgracia, como en la de un
�xito.
El peligro forma parte de la tentaci�n.
La piedra no tiene la culpa del da�o que hace, sino la mano que la arroja.
�No quiero ser cometa! Me chuzar�a en los filos de las estrellas, me rasgar�an
los huracanes, me perder�a en el viento, me desnucar�a en las ramas. �Cometa no, yo
no quiero ser cometa!
El olvido es recuerdo que se tranquiliza.
Hacia atr�s, �qu� resta? Palabras que debieron decirse, hechos que nunca
variaron el curso de las cosas finales.
Abre una gaveta y, al cerrarla, cierra sus posibilidades. En la mano, la
pistola es ap�ndice de su decisi�n.
S�lo encontramos felicidad en el cansancio (�), despu�s de la �ltima fatiga,
porque ya nada deseamos. Felicidad es el reposo de los m�sculos, de las ambiciones,
del olvido. Un caminito hacia la suave muerte.
Tal vez hay dos mujeres en su vida y �l no sabe escoger. (�), porque en cada
elecci�n hay siempre un reverso, es decir, un renunciamiento, y as� no hay
diferencia entre el acto de escoger y el acto de renunciar.
Llegar� el d�a en que una pluma derribe la torre de Nemrod.
Es una antigua y sabia usanza de las cortes que el Loco o Juglar o Poeta
ejerzan su funci�n de trastocar o ridiculizar los valores en los cuales el soberano
basa su propio dominio, demostr�ndole que toda l�nea recta esconde un reverso
torcido, todo producto terminado un desbarajuste de pedazos que no concuerdan, todo
discurso seguido un bla bla bla.
Cortocircuito, larga noche.
Es in�til que sacuda y exprima, el alma es un tintero seco.
La escritura anuncia todo esto como el or�culo y purifica como la tragedia. (�)
La escritura tiene en suma un subsuelo que pertenece a la especie, o por lo menos a
la civilizaci�n, o por lo menos a ciertas categor�as de r�ditos.
�La palabra escrita amansa las pasiones? �O somete las fuerzas de la
naturaleza? �O encuentra una armon�a con la inhumanidad del universo? �O incuba una
violencia contenida pero siempre dispuesta a estallar, a destrozar? Expl�quese como
se quiera, los pintores se han complacido en pintar un le�n junto a San Jer�nimo.
La psicolog�a no est� hecha para el hombre de acci�n.
�Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ans�a morir
orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente
por ella�, nos dice que opina el sicoanalista Wilhelm Shekel.
La educaci�n acad�mica te proporcionar� algo m�s. Si las sigues con constancia,
al cabo de un tiempo comenzar� a darte una idea de la medida de tu inteligencia. De
qu� puede abarcar y qu� no puede abarcar. Poco a poco comenzar�s a discernir qu�
tipo de pensamiento halla cabida m�s c�modamente en tu mente. Y con ello ahorrar�s
tiempo porque ya no tratar�s de adoptar ideas que no te van, o que no se avienen a
tu inteligencia. Sabr�s cu�les son exactamente tus medidas intelectuales y vestir�s
a tu mente de acuerdo con ellas.
No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa,
empieza a echar de menos a todo el mundo.