Novena Antigua Libro
Novena Antigua Libro
Novena Antigua Libro
NOVENA
ALAS
ANCORA DE SALVACION..
Por el P. R. Fr.
JOSE MACH
DE LA COMPAÑÍA
DE JESUS.
ZACATECAS:
Imprenta de Francisco Villagrana:
Calle de la Compañía núm. 22.
1885
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las confesiones desde la vigilia faciliten la
confesion y dén mayor impulso á esta
importantísima práctica.
Si se arredrase alguno por la penuria de
recursos, nómbrense algunos administradores de
Animas, que haciendo una cuestación ya sea á
domicilio, ya sea cada noche á la función de la
iglesia, recojan las limosnas ó donativos
voluntarios: y no teman les falte nada. ¿Pues qué
cristiano no contribuirá gustoso á tan piadosa
institución? ¿Qué hijo, qué padre, qué esposo
habrá tan ingrato, que con un módico sacrificio
rehuse aliviar las terribles penas que sus padres,
hijos, esposas ó hermanos difuntos padecen en el
Purgatorio, sobre todo si se les pondera lo
agradecidas que les quedarán las Animas, y la
generosidad con que de Dios serán
recompensados? Sí, señores, abrazad, os ruego,
esta pía devoción, y vereis qué frutos espirituales
y temporales tan fecundos resultarán de ella.
Una dificultad puede todavía ofrecerse; á
saber, la escasez de predicadores; lo suplirá
empero esta novena que compuse en idioma
catalán, y con tanto celo dió á luz elegantemente
traducida al castellano, la piadosa Asociación de
Animas establecida en Madrid en la parroquia de
San Luis. No diré con esta ilustre Asociación que
no se haya publicado hasta hoy otra novena ni más
tierna, ni más sólida, ni más llena de unción santa;
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pero si espero que con ella lograrán los párrocos
arraigar la devocion á las Animas en el corazon de
los fieles, y atraerlos al Novenario fácilmente.
Aquí la pongo, pues, devolviéndola el orden
que tenia en catalán; y permitiéndome las
variaciones que me parece darán todavía más luz
y energía al original.
ORACION
á las Animas del Purgatorio.
Esposas muy queridas del Señor, que
encerradas en la cárcel del Purgatorio sufrís
indecibles penas y careceis de la presencia de
Dios, hasta que os purifiquéis, como el oro en el
crisol de las reliquias que os dejaron las culpas;
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¡con cuánta razón desde aquellas voraces llamas
clamais á vuestros amigos pidiendo misericordia!
Yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener
caudal suficiente para satisfacer deuda tan crecida: y
aunque más pobre que vosotras mismas, os ofrezco
y aplico cuantas indulgencias pueda ganar en este
dia, y cuantas obras de supererogación hiciere
durante [diga el tiempo que quiera], á excepción de
aquéllas que por alguna necesidad particular
aplicaren. Pero siendo tan pobres mis méritos, para
satisfacer por vosotras á la justicia divina, apelo á la
piedad de los justos, á los ruegos de los
bienaventurados, al tesoro inagotable de la Iglesia, á
la intercesión de María santísima, y al precio infinito
de la sangre de Jesucristo. Conceded, Señor, á estas
pobres Animas, sobre todo al alma de N. N. el
deseado consuelo y descanso. Pero confio también,
Almas agradecidas, que tendré en vosotras
medianeras poderosas, que me alcancen del Señor
gracia con que deteste mis culpas, adelante en la
virtud, sojuzgue las pasiones y llegue á la
bienaventuranza. Amen.
DIA SEGUNDO.
Por la señal de la santa cruz, etc.
Señor mio Jesucristo, etc., pág. 9.
Padre celestial, etc., pág. 10.
MEDITACION
Sobre la pena de sentido en general.
Punto primero. Ven, mortal, tú que vives como
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si despues de esta vida no te quedase nada que
temer, ni que esperar: ven, penetra con el espíritu
en aquellos horrendos calabozos, en donde la
justicia divina acrisola las almas de los que
mueren con alguna culpa venial; mira si fuera del
inferno pueden darse penas mayores, ni aun
semejantes á las que allí se padecen. Considera
todos cuantos dolores han sufrido los enfermos en
todos los hospitales y lugares del mundo: aquellos
dolores de cabeza y de vientre tan agudos,
aquellos tan rabiosos de costado y de muelas,
aquellas convulsiones y contorsiones espantosas
de miembros, aquellas llagas y postemas
insoportables, aquellos dolores de parto y males
de corazon tan vivos que han acabado con la vida
de tantas personas: ¿igualarían todos estos males
reunidos á los dolores que padece una alma en el
Purgatorio? No, dice san Agustín (1); pues
exceden á todo cuanto se puede sentir, ver ó
imaginar en este mundo. Añadid á todos estos
males los suplicios y tormentos que la crueldad de
los Nerones, Dioclecianos, Décios y demás
perseguidores de la Iglesia inventó contra los
cristianos; ¿aquellas tenazas y garfios de hierro
con que les despedazaban las carnes; aquellas
parrillas con que los asaban vivos; aquellas
catastas y ecúleos con que les descoyuntaban los
miembros; aquellas ruedas de navajas y puntas de
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(1) Mansi, disc, 2, n. 2.
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hierro; aquellas prensas y máquinas con que los
martirizaban; todo este horrible aparato de dolores
y tormentos acerbísimos, no igualaria al
Purgatorio? Tampoco, dice san Anselmo (1); pues
la menor pena de aquel lugar de expiación es más
terrible que el mayor tormento que se pueda
imaginar en este mundo. Pues ¡qué penas serán
aquellas! ¡Ah! son tales, dice san Cirilo de
Jerusalen (2), que cualquiera de aquellas almas
querría más ser atormentada hasta el día del juicio
con cuantos dolores y penas han padecido los
hombres desde Adán hasta la hora presente, que
no estar un sólo dia en el Purgatorio sufriendo lo
que allí padecen. Pues todos los tormentos y penas
que se han sufrido en este mundo, comparados
con los que sufre una alma en el Purgatorio,
pueden tenerse como por consuelo y alivio.
Solatia erunt. ¡Ay! ¡Quién no tiembla!
Medite, etc.
Punto segundo. ¿Y quiénes son estas almas tan
horriblemente atormentadas en el Purgario? ¡Ay!
¡Qué motivo este tan grande para hacernos
temblar! Son obra maestra de la mano del
Omnipotente, y vivas imágenes de su divinidad;
son amigas, hijas y esposas amadísimas del Señor;
¡y no obstante son tan severamente castigadas!
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(1) S. Anselm. in Elucid. ‒(2) S. Cyril. Hierosol. in
epist. ad. S. Aug.
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Dios las amó desde la eternidad, las redimió con
la sangre de sus venas, ahora las ama con un amor
infinito, como que están en su gracia y amistad
divina; ¡y no obstante sufren penas
imponderables! ¡Ah! ¡Purgatorio! ¡Purgatorio!
¡Cuán claramente me manifiestas la justicia y
santidad de Dios! ¡Qué horror debes inspirarme al
pecado! Pues si con tanto rigor trata Dios á sus
estimadísimas esposas por faltas ligeras, ¿cómo
serás tratado, pecador, tú, que vives abandonado
al arbitrio de las pasiones? Si en el árbol verde
hacen esto; en el seco ¿qué harán? (1) Si el hijo y
heredero del cielo es así castigado por faltas que á
muchos parecerán virtudes; ¿cómo serás
castigado tú, pecador y enemigo de Dios, por
vicios y pecados tan horrendos y abominables?
Piénsalo bien, y enmienda tu vida.
Medite etc., como en la pág. 13.
EJEMPLO.
Tomás de Cantimprato refiere [2], que un
hombre muy virtuoso; pero que á causa de una
terrible y larga enfermedad estaba muy deseoso de
morir, se le apareció el Angel del Señor y le dijo:
«Dios ha aceptado tus deseos; escoje pues, ó pasar
tres dias en el Purgatorio y despues ir al cielo, ó ir
al cielo sin pasar por el Purgatorio; pero sufriendo
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(1) Luc. XXIII, v. 31. ‒[2] Thom. Cant. ib. 2, c. 51.
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