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Con la financiación de: Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas
Director de la Edición: Alfonso Ramírez de Arellano
Coordinación de la Edición: Yolanda Manjón Dones
Diseño y maquetación: Natalia de la Torre
Impresión: Repromás
ISBN: 978-84-935891-0-3
Depósito legal: M-24942-2012
ABRIL 2012
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Fundación Atenea
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PRÓLOGO Y AGRADECIMIENTOS
PREFACIO
1 INTRODUCCIÓN
2 RESUMEN HISTÓRICO
BIBLIOGRAFÍA
5
Prólogo
¿Qué mejor nota introductoria que seguir la pista que nos abre el propio
autor de este lúcido texto en su declaración de intenciones? Exploremos
el origen del término que nos saluda en la caratula del libro: ese gerundio
del verbo inglés to coach incorporado por uso al idioma castellano como
coaching y su materialización en sustantivo coach.
6
acompañantes. Así nos ofrece una orientación acerca de los objetivos,
el terreno y las circunstancias que rodean al complejo tema de las adic-
ciones. Señala el repertorio de problemas y de caminos alternativos para
su posible resolución, nos indica qué derroteros merecen ser seguidos
dependiendo de sus múltiples circunstancias y contextos. Aun más, nos
enseña cómo facilitar el proceso azaroso de intentar llegar a destino sin
violentar innecesariamente a quienes nos han delegado la conducción
—de hecho, permitiéndonos en parte ser guiados por ellos mientras
mantenemos en mente la brújula que nos orienta hacia el objetivo común.
“Si conservas tu cabeza, cuando otros a tu lado…” recomendaba, un
tanto didácticamente, Rudyard Kipling.
Al discutir con maestría las partes a la vez que recordar con cautela el
conjunto, el autor aboga por un coaching contextualizado que nos pro-
vee de herramientas y direcciones enriquecedoras, pero sin prometer
7
soluciones ilusorias. Nos ofrece así brújulas sólidas para el arduo trabajo
de acompañar a las personas con adicciones en su batalla para librarse
de su dependencia, y enciende luces en ese camino que nos llenan de
esperanza.
Agradecimientos
Quiero agradecer a la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional so-
bre Drogas la financiación de esta publicación y a la Fundación CREFAT
que la haya considerado merecedora de un accésit en la modalidad de
ensayo e investigación en la 20ª edición nacional de los Premios Reina
Sofía 2011.
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Prefacio
Declaración de intenciones
9
Los clientes del coaching suelen ser ejecutivos, empresarios y profesio-
nales, mientras que los usuarios del acompañamiento suelen estar des-
empleados y pueden estar en riesgo de exclusión social. El coaching se
establece en un marco de relación privada entre las partes (como el que
regula la consulta de un psicoterapeuta con su paciente, por ejemplo);
mientras que el acompañamiento del itinerario personalizado de inte-
gración se ofrece a través de un servicio público como el que se dispen-
sa, por ejemplo, en salud mental. En un futuro nada impide imaginar un
coaching para profesionales de la integración con financiación pública o
privada dado que el empowerment y el counseling ya existen.
10
gran parte del trabajo consiste en pasar de la verticalidad de la depen-
dencia a la horizontalidad de la colaboración, lo que suele ir acompaña-
do en el usuario de un crecimiento personal y de una generalización del
aprendizaje a otros campos y a otras relaciones.
11
persona puede padecer uno o más factores de exclusión en momen-
tos determinados de su vida (las adicciones son uno de ellos), y todas
las personas deben tener derecho a acceder a un sistema de protec-
ción social universal similar al sanitario. Dicho sistema, siendo universal,
debe estar a disposición de todos los ciudadanos aunque sea más utili-
zado por quienes más lo necesiten. Sin desaprovechar los avances rea-
lizados en diversos subsectores (minusvalías, dependencias, migración,
personas sin hogar) debemos superar el concepto de protección social
segmentado por colectivos, según el cual para acceder a un servicio
o disponer de un recurso lo primero que hay que comprobar es si ese
recurso existe para el colectivo al que se pertenece. El único colectivo
al que necesitamos pertenecer es al de la ciudadanía, siempre que las
entidades nacional (España) y supranacional (Europa) a las que hace
referencia esa ciudadanía, sean capaces de garantizar los derechos so-
ciales como garantizan los del capital.
12
1 Introducción
14
que cobre centralidad frente al resto de elementos, que pasan a ocu-
par un lugar subordinado (incluidos los aspectos relacionados con el
tratamiento).
15
mas relacionados con drogas o adicciones para describir las princi-
pales dificultades a las que se enfrentan; y desde el punto de vista de
los técnicos, para describir las respuestas que han ensayado hasta
ahora. Confiamos en que el resultado sea útil para investigadores,
planificadores, técnicos de la intervención, asociaciones y personas
interesadas en disponer de información actualizada sobre el tema en
nuestro país.
16
denominador común de encontrarse en situación de vulnerabilidad
social o en riesgo de exclusión, y no tanto de pertenecer a un colecti-
vo específico como el de drogodependientes.
El presente trabajo hay que entenderlo como una aportación del sub-
sector de las drogodependencias a las estrategias de resolución del
problema general de la inclusión social.
17
tancias, así como a todas las posibilidades intermedias que puedan
presentarse. Para ello debemos recurrir a dos conceptos específicos
de la incorporación social: el acompañamiento y el itinerario persona-
lizado de incorporación sociolaboral.
18
mita contemplarlo desde diversas distancias y a diversas alturas. En
nuestro caso lo empleamos con un propósito didáctico y descriptivo.
Asumiendo que ninguna perspectiva por si sola es capaz de ofre-
cer una visión completa del fenómeno, el método consiste en ofrecer
múltiples perspectivas complementarias (reconociendo, eso sí, que el
ojo que mira es siempre el mismo). En nuestro caso nos proponemos
aproximarnos a la incorporación sociolaboral desde la perspectiva in-
dividual, desde la perspectiva de la red social personal del individuo,
desde la comunitaria y desde la macrosocial y sociopolítica; desarro-
llando una espiral ascendente que permita contemplar el fenómeno
desde diversos puntos de vista.
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20
2 Resumen histórico
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¿Cómo empezó todo? Recurriendo a Domingo Comas, que ha descri-
to muy acertadamente la evolución del consumo de drogas en nuestro
país en los últimos años, podemos resumir lo siguiente:
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principios de los años ochenta se había alcanzado un nivel similar al
resto de los países europeos, cuyo proceso, en algunos casos (como
Suecia, Inglaterra u Holanda), se había iniciado en los años cincuenta.
Tras el salto de los setenta la situación tendió a la normalización, y los
procesos serían más lentos y más equilibrados (Comas, 1990).
23
más diversas actividades y situaciones. En tercer lugar, las drogas
legales no eran consideradas drogas. La droga con mayúscula desde
finales de la década de 1970 era la heroína. Sus consumidores eran
yonquis y a nadie se le ocurría llamar droga al alcohol o al tabaco
porque podía considerarse ofensivo. Ya entonces las consecuencias
del consumo de drogas legales representaban el mayor problema de
salud pública, pero eso no se correspondía con la percepción social
general.
24
Posteriormente la idea de reinserción es sustituida por la de inserción o
incorporación social cuando se comprueba que muchas de las perso-
nas atendidas por problemas relacionados con las drogas han tenido
una integración social deficiente, por lo que no cabe hablar de reinte-
grarse a la situación anterior al consumo. También la idea de que la
incorporación social es una fase del tratamiento se modifica con el tiem-
po, pasándose a considerar como un objetivo a contemplar en todo
momento y no simplemente como la última etapa del tratamiento.
2 Más bien se puede afirmar que la percepción del riesgo asociado al consumo de drogas ha dis-
minuido tanto que, más que hablar de normalización o desmitificación como pretendían las políticas
públicas sobre drogas de finales de las décadas de 1980 y 1990, lo que se ha producido ha sido
una banalización o trivialización del consumo. En torno al fenómeno de la «heroinomanía» se de-
sarrolló un discurso tan tremendista en los medios de comunicación y en el imaginario social que
su normalización, entendida como una representación más realista del fenómeno, parecía un paso
previo necesario para poder abordarlo. El problema, décadas después, es que no podemos saber si
el esfuerzo por desdramatizar el discurso en torno a las drogas ha contribuido a la baja percepción
de riesgo y a la excesiva normalización del consumo de drogas.
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los medios de comunicación contribuyó a la creación de un clima de
auténtica alarma social. Las noticias y reportajes periodísticos hacían
alusión a muertes por sobredosis, síndromes de abstinencia, decomi-
sos por parte de la policía, delitos, graves enfermedades contagiosas,
narcotráfico y, sobre todo, inseguridad ciudadana.
26
era imprescindible llegar a un sector de población que, siendo heroi-
nómana y estando infectada (o pudiendo estarlo), no solicitaba trata-
miento ni para su drogodependencia ni para otros problemas de salud.
A los equipos ambulatorios de drogodependencias les correspondió
la tarea de captar y retener3 al mayor número posible de drogodepen-
dientes para garantizar que recibían la necesaria atención sanitaria. A
partir de entonces se generalizaron los programas de reducción de
daños, los tratamientos con agonistas (metadona) para heroinómanos,
y los tratamientos antirretrovirales. La necesidad de atención sanitaria
permanente que exige la enfermedad crónica y la fuerte inversión que
realizó el sector sanitario (Plan Nacional sobre SIDA) le otorgó mucho
peso, desequilibrando el trinomio biopsicosocial.
3 Esta dinámica entraba en contradicción con aquella otra que en la década de 1980 recomendaba
evitar el asistencialismo y favorecer la autonomía del paciente evitando la cronicidad (que cuando
era inducida por el tratamiento se consideraba iatrogénica). La clave está en saber qué parte de los
pacientes son crónicos por su enfermedad o por su tratamiento. Tampoco se puede despreciar el
interés de la industria farmacéutica por los tratamientos crónicos.
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tigaciones y publicaciones en sus revistas científicas. El PND se reubicó
en el Ministerio de Sanidad adoptando un enfoque básicamente clínico
y epidemiológico. El protagonismo del sector sanitario y la inhibición del
sector de los servicios sociales generales influyeron considerablemente
en que la dimensión social fuera quedando arrinconada y, con ella, la
perspectiva de la integración social.
Gran parte de las personas afectadas acuden directamente a los servicios es-
pecializados, desde donde se ha centralizado toda la atención a estos colec-
tivos, haciendo que los Servicios Sociales Generales perciban a las personas
con toxicomanías como clientes o usuarios externos, que solo acuden a ellos
en demanda de ayudas económicas o para tramitación de prestaciones (…)
También cabría señalar la escasez de recursos, la sobrecarga de trabajo, cier-
ta tendencia a la burocratización y en algunos casos la falta de preparación
específica y de motivación ante el problema. (Actuar es posible, PND, 1998).
4 Por servicios sociales comunitarios se entiende aquí y en el resto del texto los servicios sociales
de base o de atención primaria.
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Mención aparte merece la evolución de los centros de día. La red de
atención a las drogodependencias que se organizó a partir del PND
estaba compuesta básicamente por los siguientes recursos: centros
de tratamiento ambulatorio, comunidades terapéuticas, unidades de
desintoxicación hospitalaria y centros de día o de reinserción. Posterior-
mente aparecerían los pisos de incorporación y los centros de inserción
laboral, así como diversos programas de reducción de daños y riesgos,
y de asesoramiento y apoyo. En teoría el proceso de incorporación de-
bía realizarse, o al menos iniciarse, en los centros de tratamiento ambu-
latorio que tenían una implantación general en el territorio.
5 Los centros de día para adictos a drogas ilegales adoptaron programaciones un tanto variadas.
Así por ejemplo, en algunos casos los contenidos psicoterapéuticos son básicos, mientras en otros
el papel de los psicólogos es más bien organizacional. En algunos casos se hace mucho hincapié en
los recursos externos de integración sociolaboral mientras que en otros apenas se consideran y se
da gran importancia a los propios talleres. Ni tan siquiera podemos hablar de 17 modelos de centros
de día, uno por cada comunidad autónoma, porque en algunas comunidades no se ha implantado
ningún modelo, o se ha hecho por periodos limitados. En cambio, en otras CCAA cada Diputación
Provincial ha elegido un modelo distinto e incluso algunos grandes municipios han desarrollado
sus propios modelos. Por si fuera poco algunas ONG, o Federaciones de ONG, han importado sus
propios modelos (Comas y Ramírez de Arellano, 2004)
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Durante la última década se ha realizado un esfuerzo considerable por
formalizar un modelo común, por consensuar un método de interven-
ción, por redefinir el papel de los centros de día y llegar a un acuerdo
sobre lo que significan buenas prácticas en el terreno de la incor-
poración social y laboral. Ejemplos de ello son documentos como el
Documento Marco de la UNAD. Incorporación social de personas con
problemas de drogas. Redefiniendo nuestros planteamientos (2005);
o los Manuales de buenas prácticas de la Red Araña (Perea, 2003);
los de la Diputación Foral de Bizkaia (Martínez y otros, 2003); de Cruz
Roja (Cruz Roja, 2003); o trabajos como Repensando el itinerario y
respuestas adaptadas a las personas (SARTU) Jornadas Estatales de
Empleo Cruz Roja, 2006.
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No se trata de un sector nuevo, pero sí reformado. Coincidiendo con
el progresivo traspaso del antiguo INEM (Instituto Nacional de Empleo)
a las comunidades autónomas (CCAA), se produce un cambio de filo-
sofía sobre lo que deben ser las políticas activas de empleo, creándo-
se nuevos servicios y programas relacionados con sus diversas áreas:
formación, orientación, fomento, intermediación, mantenimiento, etc.
En estos momentos estamos asistiendo al desarrollo de nuevos ser-
vicios de empleo en diversas CCAA, a su concertación con otras ins-
tituciones, y a su coordinación con otros servicios y ONG que operan
en el territorio. Aunque el despliegue de esa política comenzó antes
de la crisis, es posible que las políticas activas de empleo no se vean
muy afectadas por ella dada la magnitud del problema del paro en Eu-
ropa y, sobre todo, en España. Cabe incluso pensar en un incremento
de la inversión en sus programas a medio plazo por parte de fondos
autonómicos, nacionales y, sobre todo, europeos, tal y como ocurrió
en la crisis anterior. Así, al menos, aparece en la estrategia de la Unión
Europea destinada a incrementar significativamente el porcentaje de
la población empleada entre los 20 y los 64 años, dándole un fuerte
impulso a la formación para el empleo.
31
se encuentran actualmente en suspenso, con un desarrollo muy des-
igual dependiendo de cada territorio, y amenazadas por las reduccio-
nes presupuestarias provocadas por la crisis económica.
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hasta la inserción laboral, representan una oportunidad para la incor-
poración sociolaboral de drogodependientes y adictos que hay que
saber aprovechar.
33
en la medida que participen de los criterios que se definan para sus
destinatarios (estar en riesgo de exclusión o ser vulnerables, y no prin-
cipalmente por su condición de adictos).
Por otra parte las políticas de lucha contra la exclusión vuelven a po-
ner sobre la mesa el papel de los servicios sociales generales en dos
sentidos. Primero porque, como se ha dicho, España tiene que defi-
nir y completar su sistema de protección social y, segundo, porque
excluida no es solo aquella persona que carece de trabajo o medios
económicos sino la que, además, está aislada, desagregada de su
red social, y sin acceso a los recursos que le permiten ejercer su ciu-
dadanía de pleno derecho. En ese sentido quien tiene un papel más
importante que desarrollar son los servicios sociales comunitarios ya
que son los que, por su posición en la comunidad, pueden ayudar a
las personas a reconectarse, restaurar sus redes, encontrar el apoyo
social necesario, aumentar su capital social y acceder a los recursos
generales de su entorno, como veremos en el epígrafe 5.4. Conse-
cuentemente, las políticas de prevención de la exclusión ligadas a las
adicciones, también van a corresponderse en el plano comunitario,
con los servicios sociales, en estrecha colaboración con los centros
de tratamiento de drogodependencias y adicciones.
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3 Revisión
de términos
y conceptos
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Integración, inserción, reinserción, inclusión7, incorporación, cohesión,
exclusión8, marginación, pobreza9, etc., son términos que se emplean
con mucha frecuencia en este campo de trabajo y, cabe preguntarse
si existen solapamientos entre ellos, si algunos no son prácticamente
sinónimos, si no cambian excesivamente con la modas y, en definitiva,
si unos son más adecuados que otros. Por nuestra parte, siempre nos
hemos decantado por términos como integración e incorporación para
designar los procesos de integración social y laboral, porque ofrecen
la idea de formar un todo con la suma de las partes. Los términos in-
serción o inclusión sugieren más bien la idea de meter una cosa dentro
de otra, en el caso de la inserción sin descartar la posibilidad de que
la acción se realice ejerciendo cierta presión. Pero, teniendo en cuenta
que el término inclusión junto al de cohesión son los que designan las
políticas sociales positivas en la UE y que el de inserción se emplea
con frecuencia en el sector del empleo, parece recomendable adoptar
un criterio flexible en este punto.
7 Según la Fundación Luís Vives, por inclusión social se entiende: “un proceso que asegura que
todas las personas tienen las oportunidades y los recursos necesarios para participar plenamente
en la vida económica, social y política y para disfrutar de unas condiciones de vida normales”; y por
políticas de cohesión social aquellas que “favorecen la capacidad de la sociedad para asegurar el
bienestar de todos sus miembros minimizando las disparidades y evitando las polarizaciones”.
9 Alfonso Dubois define la pobreza como la situación de una persona cuyo grado de privación se
halla por debajo del nivel que una determinada sociedad considera mínimo para mantener la digni-
dad. El concepto de pobreza ha evolucionado con el tiempo, actualmente se contempla como un
fenómeno multidimensional con aspectos psicosociales, culturales e incluso políticos. Según Lapa-
rra y otros (Moreno, L. 2000), la Comisión Europea favoreció el uso de una expresión distinta a la de
pobreza –exclusión– ante la incomodidad de los estados miembros por asumir la persistencia, y en
algunos casos el aumento, del número de pobres en sus países. En un principio el uso del término
exclusión poseía un carácter menos «políticamente incorrecto».
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Por ello, aunque hemos expresado nuestras preferencias, trataremos
algunos de estos términos de manera equivalente. También conviene
dejar constancia de que cuando hablamos de integración o incorpo-
ración social, en general incluimos la dimensión laboral, aunque solo a
veces se la señale específicamente.
Para Jaume Funes la incorporación social tiene que ver con un estado
definido por la cantidad y calidad de participación de una persona en
un entorno. La tarea de incorporación consiste en facilitar aquello que
es imprescindible para ser miembro y para poder aportar algo a las
otras personas, a la vida colectiva. Sus elementos principales son los
siguientes:
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3.1.1 UN PROCESO MULTIDIMENSIONAL
10 Entendiendo por capital social los recursos disponibles para un individuo en un determinado
medio comunitario derivados de la sociabilidad, y por apoyo social la ayuda directa de las redes
sociales personales.
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3.1.2 UN PROCESO CONTINUO
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dispusiera de un modelo de funcionamiento normal o saludable. El
concepto de salud tuvo que evolucionar desde un modelo tradicional
que la consideraba como una simple ausencia de enfermedad biológi-
ca, hasta un modelo integrador basado en el bienestar físico, psicoló-
gico y social. Respecto a la medicina, el Dr. Hannu Vuori, ex responsa-
ble de la OMS para Europa, advertía sobre los peligros de una ciencia
que, durante bastante tiempo, estuvo basada primero en el estudio de
cuerpos muertos (anatomía patológica); y después en muestras cada
vez más pequeñas del cuerpo (tejidos y muestras microbiológicas) se-
paradas de su funcionamiento general.
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cuando las medidas se dirigen al individuo y su entorno más inmediato
suelen tener un enfoque más psicosocial y educativo, mientras que
cuando se dirigen a la modificación de factores macrosociales tienen
un carácter más sociopolítico.
La OMS hace tiempo que acuñó el concepto de lucha política por la salud
a la hora de intervenir en lo que se viene denominando «determinantes
sociales de la salud»11. Si prestamos atención al contenido del documen-
to de la Oficina para Europa de la OMS titulado: Determinantes sociales
de la salud. Los hechos probados (MSC, 2006) comprobamos, una vez
más, que salud e integración caminan en la misma dirección. Los diez
temas que se desarrollan en el documento son suficientemente esclare-
cedores del vínculo entre ambos conceptos. Son los siguientes:
11 En salud pública se conoce como determinantes sociales de la salud a las circunstancias en que
las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Esas circuns-
tancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional
y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas. Los determinantes sociales de la salud
explican la mayor parte de las inequidades sanitarias, esto es, de las diferencias injustas y evitables
observadas en y entre los países en lo que respecta a la situación sanitaria. La OMS se manifestó
claramente en este sentido en la reciente Declaración de Rio. OMS (2011)
41
salud para potenciarla, conservarla y para recuperarla cuando se ha
perdido (cuando la cohesión social decrece el riesgo de enfermedades
coronarias aumenta). En cuanto a las adicciones, se ha comproba-
do que la situación socioeconómica se relaciona con la posibilidad
de desarrollar una adicción al alcohol, la nicotina o a drogas ilegales.
Los alimentos influyen tan decisivamente sobre nuestra salud que su
suministro no puede quedar exclusivamente en manos del mercado.
El trasporte, por su parte, está relacionado con el sedentarismo, el
estrés de la conducción y la polución atmosférica.
42
En su obra Emoción y exclusión social (Bárez, 2010), Bárez Cambro-
nero, después de estudiar grupos sometidos a esa forma extrema
de exclusión que representan las personas sin hogar, describe como
determinadas «competencias emocionales» y una adecuada «gestión
emocional» de los conflictos se convierten en auténticos factores de
protección o activos para la integración.
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se comprende bien lo que pasa, no se maneja lo que ocurre y parece
que la acción carece de significado.
12 Según Bowlby, un buen apego incluye dos aspectos: base segura y exploración. La principal
variable se concentra sobre la capacidad de los padres para proporcionar al niño una base segura, y
la de animarlo a explorar a partir de ellos. Estas dos condiciones se relacionan también con la actitud
que ha de tener un terapeuta según la teoría rogeriana: aceptación incondicional y capacidad de
ofrecer la seguridad suficiente para que el cliente se atreva a explorar nuevas posibilidades.
13 Rogers parte de la idea de que el individuo tiene la capacidad suficiente para manejarse en forma
constructiva, por lo que el terapeuta o consejero solo tiene que proporcionar las condiciones nece-
sarias de seguridad y aceptación para que la persona pueda explorar nuevas posibilidades.
44
nes. Según Cyrulnik, experto en resilencia desde el punto de vista teórico
y práctico,14 las posibilidades de reestructuración no cesan nunca.
14 Boris Cyrulnik sufrió la muerte de sus padres en un campo de concentración nazi del que él
logró huir cuando solo tenía 6 años. Tras la guerra, deambuló por centros de acogida hasta acabar
en una granja de la Beneficencia. Por suerte, recibió la ayuda de unos vecinos y pudo educarse y
crecer superando su pasado. Se transformó en un neuropsiquiatra, psicoanalista y estudioso de la
etología. Según Cyrulnik, dar un sentido a la vida es un aspecto imprescindible del proceso resilente.
Actualmente trabaja con ancianos aquejados del mal de Alzheimer porque está convencido que el
principal elemento reparador y capaz de abrir expectativas de futuro en el discurso personal tiene un
carácter más afectivo que intelectual.
15 El capital social es considerado la variable que mide la colaboración social entre los diferentes
grupos de un colectivo humano, y el uso individual de las oportunidades surgidas a partir de ello, a
través de tres fuentes principales: la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales. El
capital social mide, por tanto, la sociabilidad de un conjunto humano y aquellos aspectos que permi-
ten que prospere la colaboración y el uso, por parte de los actores individuales, de las oportunidades
que surgen en estas relaciones sociales. Una sociabilidad entendida como la capacidad para realizar
trabajo conjunto, la de colaborar y llevar a cabo la acción colectiva.
45
3.2 UNA MIRADA ÉTICA Y CULTURAL
Para completar el cuadro conviene observar también estos fenómenos
desde una perspectiva cultural. Los valores imperantes en una deter-
minada cultura se transmiten a través del proceso de socialización y
de las transiciones generacionales, y pueden influir en los procesos de
inclusión/exclusión.
16 Si desde el final de la Guerra Civil Española hasta la década de 1960 el modelo de transmisión
y adquisición de normas y valores culturales se basó en un tipo de relación entre padres e hijos en
la que primaba la obediencia como valor central, configurando un tipo de aprendizaje en el que los
hijos aprendían de los padres y miraban la realidad a través de ellos; durante el periodo posterior
(1960-1980) se invirtieron los términos dando lugar a un modo de relación en la que los padres
miraban la nueva realidad a través de los ojos de sus hijos, ya que parecían mejor preparados para
adaptarse a los cambios socioculturales que se sucedían a una velocidad de vértigo. Así la toleran-
cia sustituyó a la obediencia como eje de las relaciones padres/hijos. El primer modelo se puede
identificar con lo que Margaret Mead denominaba cultura postfigurativa y el segundo con lo que
denominaba cultura prefigurativa, que suele producirse en periodos de intensos cambios culturales.
El modelo dominante a partir de la década de 1990 es el denominado configurativo y se correspon-
de con el tipo de sociedad en la que el aprendizaje de los cambios se produce conjuntamente. La
tesis de Domingo Comas es que la eclosión del fenómeno de las drogodependencias en nuestro
país hay que entenderlo en el marco de una relación entre padres e hijos de carácter prefigurativo
(Comas, 1994).
17 La indefensión aprendida según Seligman, es el resultado de creer que las respuestas no po-
drán controlar los resultados. Esta expectativa produce: a) déficit motivacional para emitir nuevas
respuestas, b) déficit cognitivo para aprender que las respuestas controlan los resultados y c) reac-
ciones afectivas de miedo y depresión. O dicho de otra manera, el sujeto aprende a creer que está
indefenso, que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuentra y que cualquier cosa
que haga es inútil. Como resultado, permanece pasivo frente a una situación displacentera o dañina,
incluso cuando dispone de la posibilidad real de cambiar estas circunstancias.
46
niño con sus progenitores en los primeros años de vida, lo que nos sitúa
en el campo de los modelos socializadores/educativos.
47
En la década de 1960, propuestas como las de Erich Fromm o como
la pedagogía social de Paulo Freire, hacían explícitos los planteamien-
tos ético-políticos en los que se sustentaban. Su propósito era hacer
del individuo un sujeto consciente, no alienado, libre, no resignado
con la fatalidad, solidario y, en última instancia, un sujeto político dis-
puesto a luchar por sus derechos y por los de los demás. Basaban
su intervención contra la marginación en conceptos tales como la
concienciación —proceso mediante el cual los seres humanos, no
como receptores sino como sujetos de conocimiento, alcanzan una
conciencia creciente tanto de la realidad sociocultural que da forma a
sus vidas, como de su capacidad para transformar dicha realidad— y
la emancipación. Esta filosofía se ve contemplada hasta cierto punto
en el concepto de empowerment tal y como lo interpreta la psicología
comunitaria en el siglo XXI, cuyo objetivo se puede resumir en la idea de
la autodeterminación individual y la participación democrática en la vida
de la comunidad. Así lo recogen Musitu y Buelga en su libro Introduc-
ción a la psicología comunitaria (2004). Tanto la pedagogía social como
la psicología comunitaria hacen referencia a unos valores (quizá también
a cierta épica militante de la intervención social)18, y a un compromiso
ético que va más allá la técnica, más allá de la ingeniería social.
18 Pero hay que reconocer que ni la psicología ni la pedagogía han hecho grandes aportaciones a
lo que podríamos denominar proceso de activismo político. Cuando se invita a los ciudadanos a ir
más allá del análisis de sus circunstancias concretas prestando atención a las condiciones sociales
generales, se les está animando indirectamente a la acción política. Mientras la acción se desarrolla
a nivel local o comunitario, resulta relativamente fácil conectar lo personal con lo microsocial y el
proceso puede ser asesorado técnicamente; pero cuando el compromiso se establece con lo macro
sin conexión con lo micro y lo personal, el proceso se disloca y hasta el propio activismo puede
convertirse en una forma de alienación. La psicología debería ser consciente de que el activismo
político, cuando se profesionaliza o se convierte en un estilo de vida, puede implicar trayectorias
vitales indeseables. Lo hemos visto muchas veces en países avanzados donde la actividad política
está profesionalizada; quienes consiguen así un poco de poder para cambiar las cosas corren el
riesgo de convertirse durante el proceso en exiliados sociales (aunque disfruten de privilegios) que
solo se entienden entre ellos. Lo mismo ocurre en el extremo opuesto cuando el proceso implica
algún modo de clandestinidad. Queda pendiente la construcción de una psicología positiva del ac-
tivismo. Una inteligencia emocional de la reivindicación, para que el proceso activista no destruya o
inutilice a sus artífices o líderes (quemándolos o profesionalizándolos). Sin duda serán fórmulas de
organización política, pero deberían apoyarse en los conocimientos y las técnicas de la psicología
social. El movimiento 15M representa un buen ejemplo de búsqueda de nuevas fórmulas organiza-
tivas y de liderazgo.
48
gativos derivados de la crisis económica pueden ser asumidos indi-
vidualmente mediante procesos de deterioro biopsicológicos. Desde
el paradigma de la salud mental se han descrito innumerables veces
secuencias como la siguiente: desempleo/indefensión/aislamiento/
depresión/abuso de alcohol/disminución de la eficacia del sistema
inmunitario/mayor deterioro físico y psicológico/debilitamiento de las
redes sociales/mayor deterioro…etc. O como explica Bárez Cambro-
nero en Emoción y exclusión social respecto a las personas sin hogar:
“Existe un vínculo significativo entre la acumulación de circunstancias
negativas (traumáticas) acompañadas de cierta incapacidad de ges-
tión emocional y el desencadenamiento de un proceso de exclusión
en las personas sin hogar. Concretamente lo que se produce es una
desconexión emocional y relacional, en principio defensiva, para no
seguir sufriendo, que conduce a una caída libre” (Bárez, 2010).
49
cará también un cambio en el orden de los valores (en este caso los
relacionados con del éxito socioprofesional).
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hacen falta dos condiciones: una persona dispuesta a recibir ayuda y
otra u otras dispuestas a brindársela, sean grupos primarios o recursos
profesionales. En nuestro caso serían los recursos destinados a mejorar
la incorporación social. La adecuación de los servicios sociales a estas
necesidades es un asunto eminentemente técnico y la inversión sufi-
ciente en dichos servicios es un asunto eminentemente político.
51
lo define Carmen Bel, significa no ser reconocido, no ser tenido en
cuenta, “no ser” (Bel, 2002).
19 Como la exclusión es un fenómeno social su abordaje debe ser político, pero las políticas obede-
cen a diversas ideologías, además de a intereses. La idea central que late en el fondo de diferentes
posiciones ideológicas es la de si la exclusión es consecuencia de factores estructurales del sistema
o por el contrario se trata de una cuestión privada, de un fracaso individual en la lucha competitiva
por la integración.
52
Es decir, por una parte tenemos la exclusión como un factor estructu-
ral del actual modelo económico. A lo largo de toda la década autores
como García Roca, Tezanos, Raya, Aguilar, Castell y otros han adver-
tido del riesgo de no caminar hacia una sociedad más integradora.
Más bien al contrario, caminamos hacia una sociedad en la que cada
vez es más difícil ascender en la escala social y más fácil descenderla.
Este es, según su punto de vista, un problema de carácter estructural,
una cualidad del sistema. La exclusión, por tanto, se definiría como
un fenómeno relacionado con la evolución de las sociedades occi-
dentales hacia el postindustrialismo (Raya, 2004). La idea fuerza es la
siguiente: está en la naturaleza del modelo producir cierto excedente
en forma de exclusión que solo podrá reintegrarse al sistema mediante
potentes políticas sociales.
53
Pero en Primer impacto de la crisis sobre la cohesión social en España
(FOESSA, 2010), Laparra se refiere al modelo español como un modelo
de «integración precaria» o de precariedad integrada, y afirma que por
primera vez en mucho tiempo se puede ver gravemente amenazado:
En este nuevo contexto las preguntas que se plantean son las siguien-
tes: ¿podemos considerar la crisis que están padeciendo los países
occidentales desde hace varios años y particularmente los llamados
europeos periféricos, como una consecuencia lógica de un modelo de
desarrollo que tiende a la dualización, o se trata de un fenómeno nue-
vo, de un cambio cualitativo? Si las cosas continúan empeorando y
la cohesión y la paz social se ven gravemente comprometidas, ¿esta-
ríamos en la evolución «normal» del sistema que produce un determi-
nado porcentaje de exclusión más o menos reintegrable con políticas
sociales o, por el contrario, la precarización de grandes capas medias
podría conducir a una seria desafección del modelo?
Resulta difícil prever lo que puede ocurrir. En cualquier caso las po-
líticas que se implementen para luchar contra la exclusión social y la
pobreza tendrán que tener en cuenta todos los factores que hemos
mencionado.
54
miembros (malos tratos, pautas inadecuadas de educación, fracaso
escolar, etc.). Durante la adolescencia y la juventud se relaciona con
situaciones de fracaso escolar, conflictos con la familia y dificultades
para la emancipación. Puede provocar o empeorar problemas de salud
física y mental. Cuando se está empleado se relaciona con el absen-
tismo y cuando se está desempleado se convierte en un factor más de
dificultad para acceder al mercado de trabajo. También se relaciona
con el motivo por el que las personas ingresan en prisión y con la difi-
cultad posterior para su reinserción. Teniendo en cuenta el efecto del
alcohol y el tabaco representan un enorme problema de salud pública
y de gasto sanitario. Desde esa perspectiva hay que abordarlas como
un elemento clave para la prevención de la exclusión social.
55
4 La metodología
del acompañamiento
y el itinerario personalizado
56
Existen varias obras muy centradas en este apartado: Funes (1991),
Cruz Roja (2002), Perea (2003), Martínez (2003), UNAD (2005)..., por
lo que aquí nos limitaremos a realizar un resumen de sus característi-
cas generales. Reconocemos que podría resultar de utilidad describir
quién debe intervenir, qué servicios y en qué momentos del proceso,
además de determinar quién será el referente de los individuos en
proceso de incorporación sociolaboral. Pero desgraciadamente son
aspectos que hoy por hoy dependen más de la ordenación de los
servicios, y por tanto de políticos y planificadores, que de aspectos
relacionados con la metodología de la intervención.
57
ración sociolaboral entendida como el “conjunto de acciones que se
establecen de mutuo acuerdo con el orientado u orientada, en base a
los resultados de la evaluación sociolaboral, y que se establecen para
corregir las áreas en las que se hayan detectado puntos débiles y ex-
plotar las áreas en las que se hayan detectado puntos fuertes de cara
a lograr la incorporación sociolaboral”. La postura de la UNAD a este
respecto es la de contemplar la incorporación laboral como una parte
muy importante de un todo que es la incorporación social.
58
en la medida de lo posible, y ser evaluable.
59
Respecto a las funciones del profesional de la incorporación social
hemos visto que puede desempeñar diferentes roles: acompañante,
mediador o potenciador (empowerment) de los recursos propios de
los usuarios. Por otra parte, teniendo en cuenta las circunstancias en
las que solicitan asistencia los usuarios (grados diversos de vulne-
rabilidad y/o exclusión) es normal que el profesional se convierta en
un referente confiable del proceso de incorporación. Los casos más
graves acumulan muchos fracasos y un sentimiento de indefensión
que requieren un contexto de gran confianza y seguridad para volver
a intentarlo, para motivarse, para crear expectativas sin que el temor
al fracaso los paralice. El proceso de empowerment no es una terapia
convencional, pero sí es una relación que puede alcanzar un hondo
significado personal y emocional para el sujeto de la incorporación.
60
desde el coaching, desde el acompañamiento, desde los enfoques
centrados en el cliente cuyos orígenes se remontan a Rogers, desde
el empowerment promovido por la psicología comunitaria o desde los
enfoques sistémicos, el presupuesto es el mismo: el experto es el
cliente y el profesional es el asesor o consultor. El cliente o usuario
es el único que sabe de si mismo y los profesionales son expertos en
procesos de cambio que facilitan los medios materiales y las condi-
ciones psicosociales para que el sujeto explore nuevas posibilidades.
Otro elemento más o menos compartido es que solo el sujeto con su
petición de ayuda legitima ese tipo de intervención.
“Todos/as quienes trabajamos con personas sin hogar hemos tenido la ex-
periencia de ver el fracaso de nuestras intervenciones cuando no hemos sido
capaces de avanzar en la creación o consolidación de ámbitos relacionales,
o cuando no hemos sido capaces de mantener la motivación; aspectos, por
cierto, íntimamente relacionados.
Para trabajar con personas sin hogar, los profesionales han de tener no
solo conocimientos, sino también habilidades y actitudes específicas:
61
• HABILIDADES. Para intervenir con eficacia en procesos que se
propongan conseguir cambios en la autonomía personal y en la con-
vivencia, no basta tener conocimientos técnicos; son imprescindibles,
además, determinadas habilidades:
Habilidades de comunicación. Ya que la esencia de la intervención
reside en la relación que se establece con la persona que se interviene.
La comunicación constituye un elemento esencial para la intervención
y, por ello, una habilidad imprescindible para cualquier profesional.
Habilidades para trabajar en equipo. El carácter estratégico de la
intervención con personas sin hogar requiere trabajar en equipo. Y
trabajar en equipo requiere profesionales con habilidades para comu-
nicarse y compartir conocimientos, estrategias, actuaciones, éxitos
y fracasos. Profesionales flexibles, que entiendan sus funciones de
manera permeable para encajar con los demás y para entender que,
en un equipo, la responsabilidad colectiva es más que la suma de
responsabilidades individuales.
62
establecer los vínculos necesarios para la intervención. La sensibilidad
necesita cultivarse día a día, ya que es extremadamente vulnerable a
la rutina: “El que siempre da corre el peligro de perder el pudor. El que
siempre reparte acaba por tener callos en las manos y en el corazón a
fuerza de repartir” (Nietzsche, F. Así habló Zaratustra).
Sentido del humor. Los expertos en las teorías del caos, destacan
dos actitudes esenciales para intervenir en escenarios de compleji-
dad: la sensibilidad, a la que ya nos hemos referido, y el sentido del
humor. El sentido del humor como una actitud ante la perplejidad del
resultado inesperado, de lo que desafía toda lógica. Una actitud inte-
ligente que relativiza el fracaso y nuestras propias limitaciones para
abordar la complejidad del ser humano, de su comportamiento, de la
convivencia..., y por ello actúa como vacuna ante otro tipo de reaccio-
nes menos sanas ante el fracaso y ante nuestras limitaciones.
Resilencia, motivación. Nadie puede dar lo que no tiene. Nadie puede
motivar si está desmotivado. Y ya hemos insistido en la trascendencia
que tiene la motivación para intervenir con personas sin hogar: es la ener-
gía que pone en marcha y que mantiene cualquier itinerario, cualquier
proceso orientado al cambio. Sin duda, quienes trabajamos con perso-
nas sin hogar tenemos motivos para estar enfadados, a veces tristes,
preocupados..., pero nunca, nunca, podemos instalarnos en la desmoti-
vación, estar permanentemente «quemados». Porque si es así, seremos
incapaces de motivar, promover, desarrollar y mantener itinerarios de
inserción. Y si no somos capaces de eso, ¿qué es lo que podemos hacer
trabajando con personas sin hogar?” (García Herrero, G., 2011)
63
los profesionales. Algunas de estas capacidades no se adquieren o
perfeccionan mediante un aprendizaje convencional. Existen técnicas
para profundizar y mejorar la capacidad de escucha, de comunica-
ción, de empatía, de gestión emocional, pero suelen implicar un com-
promiso que va más allá del aprendizaje académico. La cuestión es:
¿hay que incluirlas en el currículo formativo de los profesionales y en
los procesos de selección? Nuestra opinión es que sí. No todos los
médicos deben tener la extraordinaria coordinación y habilidad óculo-
manual que es exigible a los cirujanos.
64
5 Las dimensiones de la
incorporación
sociolaboral
65
5.1 METODOLOGÍA DEL ESTUDIO.
EL MÉTODO JERICÓ.
Del individuo a la sociedad en una espiral
Hay una metáfora con la que el filósofo español expresa muy bien su
pensamiento: “la realidad no tiene una cara en sí, sino que la pone.
Y a uno le pone una, y a otro le pone otra. La cara que aparece —el
«fenómeno», la perspectiva— depende de los dos, de la realidad y de
nosotros: la pone ella pero nos la pone a nosotros”.
Acorde con este modo de pensar ideó un método que permitía realizar
aproximaciones sucesivas desde distintos puntos de vista al tema que
se trata de «conquistar» en cada momento. Subrayamos el término
conquistar porque el autor describe su método como un asedio. La
metáfora la toma de la conquista de la ciudad de Jericó por los he-
breos. El ejército tomó la ciudad girando una y otra vez alrededor de
sus murallas haciendo sonar sus trompetas.
20 No defendemos el método como abordaje científico, pero sí nos parece muy adecuado como
método expositivo y didáctico, algo para lo que el autor tenía un gran olfato.
66
Por una parte el perspectivismo dinámico orteguiano se adapta muy
bien al enfoque multidisciplinar y biopsicosocial característico de los
estudios sobre drogodependencias, y, por otra, el método Jericó se
adapta muy bien a la idea de ir cercando el tema en círculos concén-
tricos de distinto diámetro que permita contemplarlo desde diversas
distancias y a distintas alturas. Lo que describimos de esta manera es
una espiral21, una figura de inmensas resonancias filosóficas y cultu-
rales muy ajustada a su objeto de estudio. En este trabajo suscribimos
esa idea y esas imágenes, no necesariamente la doctrina del autor.
21 No nos resistimos a presentar un texto hipnótico sobre la espiral. Dice así: “Tome mentalmente
lápiz y papel. También valen el rotulador o el bolígrafo. Comience a dibujar un círculo mediano más
bien pequeño. Pero ¡atención! no lo cierre. Resístase. Cuando los dos extremos de la línea se aproxi-
man se comportan como los polos de un imán. Supere el campo magnético, no se deje atrapar por
la viciosidad del círculo, olvide la pescadilla mordiéndose la cola. Poco antes de llegar al punto de
cierre, sencillamente, pase por fuera. Pase con su línea por encima del punto teórico de contacto.
Sin prisa pero sin pausa continúe dando una vuelta completa alrededor de la línea anterior, y luego
otra. Envuelva cada línea con la siguiente. No se apresure. Sin levantar el lápiz del papel permita
que la línea siga enroscándose sobre si misma. Comprobará que sin hacer ningún esfuerzo la línea
evoluciona como si estuviese impulsada por una fuerza centrífuga. En cierto modo, pasamos, una y
otra vez, por el mismo sitio, pero en un nivel y un tiempo diferentes: ¿una metáfora de la vida y de la
Historia? A estas alturas ya habrá comprobado como se ha desarrollado ante sus ojos, mágicamen-
te, una espiral. Pare. Haga una pausa. Contemple su obra, es única. Ahora repita la operación hacia
el interior. Tome la línea en el punto donde comenzó y continúe lentamente hacia dentro, dejando
poco espacio entre líneas. Llegará a un núcleo -ápice o vértex en los caracoles- que condensa unas
fuerzas inmensas y que, según Hundertwasser, simboliza la vida y la muerte al mismo tiempo. La
espiral es la representación ancestral de la evolución y del desenvolvimiento cíclico del tiempo.”
67
por el momento se haya alcanzado un consenso teórico respecto a su
génesis. En cambio, y aunque pueda parecer contradictorio, sí existe
bastante más acuerdo sobre su desarrollo, sus características, su di-
námica neurobiológica y sobre los modos de abordarlas.
68
acuerdo sobre su origen, se han ido acumulando conocimientos teó-
ricos y prácticos que han convertido las adicciones en una disciplina
con entidad propia. No hay más que repasar el índice de cualquiera
de los másteres que se imparten en diversas universidades españolas
para hacerse una idea de su alcance. Hay consenso sobre el enfoque
ecológico o biopsicosocial, sobre la dinámica física y psicológica de la
dependencia, sobre los avances en neurobiología, sobre muchas de
las características de personalidad de las personas adictas, sobre la
sociología y epidemiología de las adicciones, sobre los recursos y las
técnicas que ofrecen resultados en las áreas de asistencia, prevención
y reinserción, etc. Hasta cierto punto también se comparte la idea de
que, a nivel individual, la drogodependencia se relaciona con una for-
ma fallida de autoterapia.
69
centran en aspectos afectivos, conductuales o de percepción de uno
mismo, y también en el papel que juega la persona adicta respecto
a su entorno sociofamiliar. Pero todos dan por supuesto un mal fun-
cionamiento, una insatisfacción, y un intento de mejorar la situación
mediante la autoadministración del objeto de la adicción. Esta idea de
déficit previo y de administración de una sustancia (o comportamiento)
que lo compensa o disminuye es la que da lugar a la hipótesis (o a la
metáfora) de la autoterapia22.
22 En relación con las dinámicas neurobiológica y psicológica de las adicciones, así como con las
diversas psicoterapias que se emplean en este campo, conviene reseñar el Manual de adicciones para
psicólogos especialistas en psicología clínica en formación, editado por SOCIDROGALCOHOL (2011).
70
Esta continuidad o integralidad es la que explica que el ser humano
pueda responder positivamente ante procedimientos terapéuticos que
parten de supuestos distintos. Un cambio cognitivo en la forma de
ver las cosas puede inducir un cambio en la conducta o la emoción;
lo mismo se puede decir de un cambio en el plano emocional, con-
ductual o relacional. Cualquiera de ellos puede arrastrar a los demás,
porque en realidad no están separados, solo los habíamos separado
para estudiarlos…. y se nos había olvidado.
Si hemos llegado más lejos en la práctica que con las teorías quizá
habría que concentrarse, al menos durante un tiempo, en tratar de
explicar inductivamente por qué funcionan las cosas que funcionan.
71
sonas concretas que desean mejorar su integración sociolaboral. Los
profesionales del sector saben que cuando la persona tiene una idea
realista de su situación, de su proceso, de sus limitaciones y capacida-
des y muestra un interés genuino por cambiar, ya ha iniciado el proceso
de incorporación con buen pronóstico. Incluso puede que ya no necesi-
te asistencia profesional para la incorporación, sino realizar un curso de
especialización (formación) en determinada materia o poner en marcha
un proyecto autónomo (con gerencia asistida o no).
23 Perls creía que en lugar de contemplar la resistencia solamente como una barrera inanimada había
que invitar al sujeto a explorar la naturaleza específica de su resistencia. Otros autores situados en una
línea denominada estratégica, proponen formas ingeniosas y/o paradójicas de burlar las resistencias
(Nardone y Watzlawick, 1992).
72
lo que les prestaremos una atención especial.
25 Quizá sería más sugerente utilizar una terminología más relacionada con el deseo que con eje-
cutar una tarea o la solución de un problema («coquetear» con la idea de ser no fumador, dejarse
«seducir» por las ventajas, hacer lo posible por «conquistar» la meta, «consumar» del deseo y «con-
solidar» o cuidar lo logrado).
73
Según la teoría, el proceso de cambio implica una evolución natural
por cada una de las etapas, aunque con frecuencia, esa evolución
pueda verse detenida o estancada en una de las fases. El modelo
aporta, además de la comprensión del proceso, una serie de técnicas
seleccionadas en función de las características de cada fase. Técnicas
que sirven para facilitar el paso desde cada una de ellas a la siguiente.
No obstante, fiel a su origen transteórico, el modelo permite aplicar
técnicas procedentes de otros enfoques para pasar de una etapa a
otra. Por ejemplo, es muy frecuente trabajar con técnicas proceden-
tes de la terapia de familia para provocar la decisión de abandonar
la adicción por parte del paciente, y con técnicas de corte cognitivo-
conductuales para mantener la abstinencia y prevenir las recaídas.
74
75
ESTADIOS TAREAS ESTRATEGIAS
Precontemplativo - Priorizar el hábito y estadiarlo - Apoyo narrativo
No ve el problema - Elaborar mapa de creencias - Evitar trampas
- Trabajar la ambivalencia - Reconocer resistencias
TABLA 2
Salud. Estos autores incluyen una fase más: la determinación antes de la acción.
S. y Arraya, M. Revista Anales, volumen 24, suplemento 2, Sistema Navarro de
Tomado del artículo La entrevista motivacional en atención primaria de Lizárraga,
conducta anterior
le impidan caer en la exclusión, hasta la abstinencia total de drogas, ligada a
un profundo cambio inter e intrapersonal. Entre estos dos extremos, se puede
encontrar cualquier punto intermedio en la modificación de emociones, creencias
y comportamientos relacionados con el consumo problemático de sustancias y
el grado de integración social, que con frecuencia se ha de convertir en estación
de paso para cambios más profundos y duraderos. Esta amplitud en cuanto a
la aceptación de múltiples procedimientos y objetivos terapéuticos, educativos
y sociales va a permitir además, que este enfoque (terapéutico) sea aplicable a
una amplia gama de poblaciones (en cuanto a diferentes patrones de consumo
de drogas, edades, grados de integración o características demográficas que
puedan presentar), en el seno de una gran variedad de marcos y modalidades
de intervención.
26 ”La entrevista motivacional es un estilo de asistencia directa centrada en el cliente, para provocar
un cambio en el comportamiento ayudando a los clientes a explorar y resolver ambivalencias. Se define
principalmente, no por su técnica, sino por su espíritu, que sigue un estilo que facilita la relación inter-
personal”. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 6 – 1996. También es una manera de definir el rol del
terapeuta según la técnica de Rollnick y Miller con base en la psicología humanista.
76
podemos pretender, en nuestra opinión. En este sentido, se propone desde este
enfoque, un punto de encuentro teórico común que trasciende y que aglutina de
manera integradora y no excluyente, las diferentes perspectivas teóricas existen-
tes. Este modelo sirve ante todo como lenguaje común, verdadero esperanto a
utilizar entre los distintos profesionales respecto a las cuestiones esenciales en
el proceso global de cambio, que así se convierten en los verdaderos ejes en los
que enmarcar nuestra intervención biopsicosocial: qué, cuándo, cómo y por qué
se cambia»
77
trabajamos y facilita un tipo de intervención más precisa dependiendo
del estadio en que se encuentren. Mejor aún si ofrece la ventaja de ser
compatible con otros modelos y técnicas.
Minuchin describe cinco etapas del ciclo vital de las familias: Forma-
ción de la pareja, familia con hijos pequeños (aparición de los sub-
sistemas parental y del filial), familia con hijos en edad escolar y ado-
lescentes, familia con hijos adultos, nido vacío. En medio se pueden
producir divorcios, abandonos, reconstituciones familiares, adopcio-
nes, y también una prolongación artificial de la convivencia con hijos
adultos por la falta de oportunidades para integrarse en el mercado de
trabajo. Al final la pareja puede volver a quedar sola o bien solo uno
de sus miembros.
78
completa emancipación de la familia de origen o se ha producido una
pseudoindividuación. Si se ha adquirido en la nueva etapa, habría que
explorar su significado en relación con la formación de la pareja o el
matrimonio. Sin duda pueden intervenir otros factores como el trabajo o
el desempleo, los problemas económicos, la situación del otro miembro
de la pareja respecto a su familia de origen, pero remitirán al sistema de
apoyo primario, que en esa etapa es, o debería ser, la pareja.
79
Cuando los jóvenes adultos no han superado satisfactoriamente su
proceso de autonomía y emancipación, aportan muchos factores de
riesgo a las familias nuevas, con una alta probabilidad de repetir en
ellas situaciones y problemas vividos en la familia de origen como las
derivadas de las adicciones y drogodependencias.
80
miembros significativos de la familia en cada una de las fases para pasar
a la siguiente. Por otra parte las técnicas cognitivo-conductuales han de-
mostrado una gran eficacia en la consolidación de la conducta de absti-
nencia y de prevención de recaídas, como ya hemos mencionado.
81
tivos naturales del individuo y prevenir desajustes y problemas, como
el programa pediátrico del niño sano que se aplica en el sistema de
salud español.
28 Los ritos de paso son un procedimiento que facilita el cambio de estatus o situación en un medio
social determinado manteniendo la cohesión social. Cabría pensar en la terapia o en determinados
procedimientos de incorporación social como modernos ritos de paso, particularmente si gozan de
refrendo social. El más evidente es la Comunidad Terapéutica. Los ritos de paso, cuando están vivos en
una comunidad sirven para crear y mantener la solidaridad social, la cohesión del grupo y para legitimar
instituciones y prácticas sociales. Son unos mecanismos sociales que facilitan los cambios y las transi-
ciones, estableciendo unas coordenadas temporales reconocibles por todos: por el sujeto, su familia, su
tribu, su comunidad… “a partir de este momento, este chico dejará de pertenecer al grupo de los jóvenes
para convertirse en un adulto con todas sus obligaciones y privilegios”.
82
personas no solo desde la perspectiva de los factores de riesgo y de
protección, de las capacidades y los déficits, sino también en relación
con el momento vital (etapa, fase o periodo) que se encuentran res-
pecto al cambio de determinados comportamientos, roles o estatus.
Eso nos permitirá comprender la conducta en el tiempo y tomar de-
terminadas decisiones sobre las técnicas más adecuadas a emplear.
Los modelos evolutivos tienen muy en cuenta la coordenada temporal
del futuro. El futuro, o más exactamente la percepción del futuro, es
un buen factor para predecir los cambios de las personas. Podemos
saber muchas cosas de una persona a través de su proyecto vital y no
solo analizando su biografía.
En primer lugar conviene recordar que no todas las personas que de-
penden de una droga o abusan de una sustancia se encuentran en
una situación de exclusión social, ni siquiera tienen por qué estar des-
empleadas. Muchas compatibilizan el desarrollo de una actividad pro-
fesional con el abuso o la dependencia de sustancias como el alcohol,
la cocaína o el hachís, al menos durante un periodo de tiempo. Tam-
bién es cierto que, a la larga, el desempeño profesional suele resentir-
se al igual que otros aspectos de la vida. Lo que si puede afirmarse es
que las adicciones constituyen al menos un factor de riesgo desde el
punto de vista psicosocial y de la salud.
83
laboral, otros reúnen muchos factores de riesgo como la falta de una
vivienda adecuada, la ausencia de relaciones positivas, enfermeda-
des, desempleo, problemas judiciales, patología dual, situándolos en
los escalones más bajos de la exclusión social.
Entre los adictos hay una mayor incidencia de problemas de salud físi-
ca y mental (la adicción puede considerarse en si misma una patología
mental) y entre los toxicómanos hay una mayor incidencia de proble-
mas judiciales derivados del carácter ilegal de las sustancias que con-
sumen. Esto afecta considerablemente a la población reclusa —unas
77.000 personas en España—, ya que entre el 70% y el 80% de ellas
están privadas de libertad por motivos relacionados con las drogas.
Pero eso no quiere decir que otros colectivos no tengan problemas de
salud, de hecho es uno de los factores que influyen en la inclusión/
exclusión de la ciudadanía en todos los colectivos. La mayoría de los
estudios sobre colectivos excluidos hablan de una menor expectativa
de vida y de peor acceso a los servicios sanitarios. Respecto a los pro-
29 La estrategia europea 2020 se plantea un nuevo indicador agregado para medir el número de perso-
nas que viven en riesgo de exclusión o de pobreza. Está compuesto por tres factores: Renta, población
bajo el umbral de la pobreza; PMS, privación material severa; y BITH, baja intensidad de trabajo por
hogar. Sumando los valores de los tres indicadores obtenemos el ERPE.
84
blemas de tipo legal, es un factor determinante en un colectivo como
el de los inmigrantes ya que el hecho de tener o no tener «papeles»
condiciona poderosamente su integración. Por su parte, las barreras
físicas (y el esfuerzo económico que a veces supone la adaptación
física y/o tecnológica del entorno) afectarán principalmente a los mi-
nusválidos, pero también a las personas mayores siendo un colectivo
en crecimiento en nuestro país. En lo que se refiere a elementos tales
como educación, empleo, vivienda, acceso a los servicios y al entorno
social normalizado, etc., todos los colectivos presentan problemas en
diversos grados. También los prejuicios, la estigmatización y la discri-
minación constituyen una desafortunada seña de identidad social de
todos ellos, siendo los emigrantes, los gitanos y los enfermos menta-
les los que expresan sentirse más discriminados. Sin olvidar la realidad
transversal del género, que actúa como un elemento más de discrimi-
nación dentro de cada uno de ellos.
Patología dual
30 (http://www.insercionsocial.com/integracion-social/radiografia-de-la-patologia-dual/)
85
Antes que nada conviene recordar que tanto la patología mental como
las adicciones añaden factores de riesgo al resto de los llamados co-
lectivos vulnerables que según el antiguo MTAS eran los siguientes:
mayores, discapacitados, infancia-familia en riesgo de exclusión, dro-
godependientes, personas enfermas de SIDA, inmigrantes, solicitan-
tes de asilo, gitanos, mujeres en riesgo de exclusión, reclusos, perso-
nas sin hogar y habitantes de barrios degradados. La situación es más
grave si lo que se añade a estos factores es una patología dual.
Los casos más graves pueden llegar a ser incompatibles con el de-
sarrollo de una actividad laboral convencional y tener reconocida la
incapacidad. Según el informe al que venimos haciendo referencia de
la comisión mixta Congreso-Senado de mayo del 2011, “la adicción
es la segunda causa de incapacidad después de la depresión”.
86
periódica de controles toxicológicos y pruebas analíticas, la dispensa-
ción controlada de algunos medicamentos como la metadona, pue-
den dificultar la búsqueda y el mantenimiento de un empleo.
87
Es posible que en el trabajo de incorporación con otros colectivos no
se preste tanta atención específicamente al factor de dependencia
psicológica a lo largo de todo el proceso, pero padecer determinados
hándicaps durante toda la vida puede promover relaciones de depen-
dencia con los cuidadores, marcar un estilo de relación y un rasgo de
carácter. Teniendo en cuenta que esa dependencia es un claro factor
de riesgo para la incorporación social satisfactoria, la experiencia pro-
fesional de trabajo con adictos podría aportar valiosas claves para su
superación en otros colectivos.
¿Qué podemos hacer? Aunque no exista una teoría común son nume-
rosos los elementos de consenso en materia de recursos, técnicas y
procedimientos psicológicos y psicosociales para la incorporación de
drogodependientes y adictos. Relacionados con trastornos mentales
leves (o dificultades en la maduración psicológica, construcción de la
personalidad o proceso de socialización) se han desarrollado técnicas
y programas de reconocida eficacia: programas de entrenamiento en
habilidades sociales, asertividad y empatía; de trabajo en equipo; de
control de impulsos; técnicas destinadas a elevar el umbral de la to-
lerancia a la frustración y a mejorar la gestión emocional. Estrategias
dirigidas al entorno familiar inmediato para favorecer el abandono de
la adicción y desalentar los beneficios secundarios de la enfermedad
y las recaídas.
88
macológica, requieren una fuerte supervisión clínica. En esos casos lo
recomendable es la estrecha coordinación entre el profesional clínico
de referencia y el de incorporación.
La dimensión socioeducativa
89
Por trazar alguna frontera diríamos que lo recomendable es contar con
un diagnóstico psicopatológico que distinga determinados trastornos
psicóticos y trastornos graves de personalidad, de otros que también
pueden representar dificultades para su incorporación sociolaboral
pero, sin llegar a constituir una patología dual. También conviene tener
en cuenta algunos trastornos que, sin revestir en principio una gra-
vedad extraordinaria, pueden presentar cierta dificultad a la hora de
establecer una relación socioeducativa o formativa con ellos. Nos refe-
rimos a personas con rasgos histriónicos, impulsivos, manipuladores,
narcisistas o histéricos muy marcados.
Formación
90
tando con una buena disposición por parte de la persona y con unas
capacidades relativamente intactas, en cuyo caso el trabajo consiste
en proporcionar la formación adecuada. Existen diversas posibilida-
des para retomar los estudios: educación de adultos, obtención del
título de graduado escolar o módulos de formación profesional/ocu-
pacional. Más recientemente se ha abierto la puerta a la posibilidad
de obtener una acreditación oficial de la experiencia profesional alcan-
zada a lo largo de los años. 2ª) Con frecuencia fallan las habilidades
más básicas: hábitos, horarios, normas básicas de educación, bajo
umbral de tolerancia a la frustración, impulsividad, dificultad para la
concentración, inadecuada gestión emocional, motivación. En esos
casos hay que empezar por ahí, y el trabajo puede abordarse en cen-
tros de tratamiento, de incorporación sociolaboral o en comunidades
terapéuticas mediante la elaboración de un IPI que contemple, como
primeros pasos, la recuperación de esas habilidades.
91
Formación para el empleo
92
Con toda seguridad la formación para el empleo experimentará un in-
cremento en los próximos años como medida frente de la crisis econó-
mica, el desempleo y el cambio de modelo productivo. Para adaptarse
competitivamente a esas circunstancias es imprescindible formarse.
Dimensión laboral
93
constituye uno de los pasos fundamentales para lograr no solo la integración
social sino también la mejora de la salud psicológica y física y el cambio de con-
texto y de la sociedad en su conjunto. El empleo en definitiva favorece no solo
una autonomía económica sino un estatus y un rol en la sociedad, una autoper-
cepción positiva, la ocupación del tiempo (la organización de la vida cotidiana)
y la capacidad de relacionarse socialmente. Si la incorporación es un proceso
continuo habrá que intentar incorporar objetivos de empleo en los procesos
terapéuticos y de desarrollo de las personas en situación de vulnerabilidad».
94
“Tras la llegada de la persona al proyecto, se realiza una entrevista en la que
se analiza cuál es su situación actual: características personales, necesida-
des, capacidades y expectativas. A partir de dicha evaluación, se realiza un
diagnóstico de empleabilidad, es decir, un informe sobre la capacidad de la
persona para acceder al mercado laboral, y a continuación, junto con un pro-
fesional de referencia, ambos diseñan el Itinerario Personalizado de Inserción,
que consiste en un plan en el que se marcan los objetivos a lograr y los pasos
a seguir. Para su puesta en marcha, se ponen a disposición de la persona
tanto los recursos del propio centro (formación, intermediación, información
sobre ofertas de trabajo, etc.) como los de la localidad correspondiente. El
equipo profesional facilita la coordinación con las entidades del municipio que
puedan resultar de utilidad al usuario”. (Fundación Atenea)
Es decir, por una parte mejoran la empleabilidad del usuario y por otra
facilitan el acceso a los recursos que la sociedad pone a disposición
del ciudadano, ya sean de carácter público o privado.
De entre las acciones que ofertan para alcanzar sus objetivos desta-
can las siguientes:
95
drían agrupar en formación para el empleo, orientación, intermediación
y mantenimiento.
Como para realizar una actividad ocupacional hay que estar desocupado
aunque sea parcialmente, comencemos por la distinción elemental entre
paro y ocio. Generalmente el paro es forzoso e indeseado mientras que
es deseable disponer de ocio, por lo que el significado que adquiere el
tiempo desocupado en uno y otro caso es muy diferente así como el sig-
nificado de las actividades que pueden emprenderse para ocuparlo.
Pensemos por un momento en el caso de muchos drogodependientes
cuyo proceso de rehabilitación les ha alejado no solo de las drogas
sino también de su entorno. Siguiendo recomendaciones terapéuti-
96
cas pueden haber cortado con la red social vinculada a las drogas
perdiendo el contacto con muchas personas con las que se relacio-
naban, sobre todo si la consecución de la dosis diaria implicaba una
gran cantidad de actividades y de tiempo (trapicheo, pequeños viajes
o portes, consumo compartido). Con ello no solo habrá perdido par-
te de su red social sino también el motor organizador de gran parte
de su vida cotidiana. Si además está desempleado, el tiempo libre o
desocupado puede convertirse en un problema. Puede convertirse en
un tiempo muerto e improductivo con frecuencia lleno de reproches y
sentimientos de culpa.
Por otra parte, tratando de ser coherentes con nuestro propio discur-
so sobre la incorporación social como un proceso continuo, multidi-
mensional y positivo, debemos interpretar la actividad voluntaria ocu-
pacional, formativa o creativa, como un modo de desarrollo personal y
de mejora de la integración. Esto es válido para la persona que está en
97
proceso de incorporación y para la que simplemente está ocupando
su ocio. Lo mismo ocurre con algunas actividades deportivas. Entre la
gente que sale a andar por las tardes en pueblos y ciudades se dan
cita personas que tienen prescrita la marcha como consecuencia de
determinadas patologías, personas que realizan la actividad de for-
ma preventiva, deportistas y personas que simplemente caminan con
otras personas porque les gusta y les sienta bien. No hay incompati-
bilidad, solo sinergias positivas.
Existe otra manera de realizar una actividad que ocupa parte de nuestro
tiempo de forma voluntaria y con un contenido social, no solo individual.
Nos referimos al llamado voluntariado. Hay muchas iniciativas y proyec-
tos solidarios con los que podemos colaborar a través de los servicios
sociales o el movimiento asociativo de nuestro entorno. Además de su
valor intrínseco, la participación en actividades voluntarias puede pro-
porcionar otras ventajas como nuevos contactos, autoestima, visibilidad
social desde una posición positiva, etc. Prestar un servicio a la comuni-
dad de manera gratuita y voluntaria puede convertirse en un motivo de
satisfacción personal importante y en una fuente de prestigio, a la vez
que permite desarrollar algunas de las habilidades o potencialidades de la
persona. Afortunadamente el prestigio y el estatus no están relacionados
exclusivamente con el dinero sino con la valoración social. Las personas
que se ocupan voluntariamente del comedor y del ropero comunitario del
barrio seguramente disfrutan del respeto de sus vecinos. Hablamos pues
de autoestima y de valoración social por parte de la comunidad como
elemento importante para una integración social satisfactoria.
98
La acción voluntaria como instrumento terapéutico y como método de
integración social es una alternativa que se ha usado bastante poco
desde los servicios públicos profesionales en nuestro país, mientras
que ha sido la opción principal de algunas iniciativas privadas, sobre
todo confesionales, relacionadas con las drogodependencias. En al-
gunos casos han llegado a constituir parte importante del modelo de
rehabilitación e incorporación social de adictos en entidades como
Betel, Reto o Remar.
99
social y evangelizadora en lugares con menos recursos. Cabría pen-
sar también en una labor voluntaria, de servicio a la comunidad por
ejemplo, que no estuviese mediada necesariamente por el dinero, sin
modificar la filosofía de fondo. Lo decimos por centrar la atención so-
bre el papel que pueden desempeñar el trabajo y la acción voluntaria
en el proceso de incorporación social y laboral.
Pero hay otros aspectos que tienen que ver con cómo se interpreta
culturalmente la responsabilidad individual frente a la sociedad, la re-
paración del mal causado o la función social del trabajo como parte
del proceso de recuperación y de devolución a la sociedad. El movi-
miento evangélico pentecostal representa una variante de la cultura
protestante31 que difiere en algunos aspectos de la cultura católica
tradicional mayoritaria en España.
31 D. Comas calcula que en España puede haber entre 1.600.000 y 2.000.000 de protestantes y que se
ha convertido en la segunda confesión religiosa del país.
100
a 119 centros con 3.200 plazas y 1.300 profesionales. En cuanto al
volumen de ingresos, en el caso de los evangelistas asciende a unos
70 millones de euros. Si se les resta la cantidad que invierten en co-
operación se quedan en unos 50 o 60 millones, cifra muy aproximada
a la que consumen las CT públicas y concertadas conjuntamente.
Problemas judiciales
101
por la autoridad judicial o administrativa. Por ello es muy importante
incluir la información y el asesoramiento jurídico dentro del proceso de
incorporación sociolaboral.
102
En cuanto a cómo se organizan las actividades de inserción, siguen
una lógica parecida a la ya mencionada: tratamiento, actividades for-
mativas y laborales, orientación laboral, intermediación, mantenimien-
to. Con algunas singularidades específicas de los recursos formati-
vos propios de la prisión (talleres productivos, formación reglada). De
modo que si bien se repiten los mismos problemas, aquí se acentúan
y multiplican muchos de ellos como la baja autoestima, la inseguri-
dad, la estigmatización, la tendencia al aislamiento, la desconfianza,
la carencia de habilidades sociales, la falta de motivación o la baja
tolerancia a la frustración.
En tercer lugar, destaca la alta motivación que presentan las mujeres, que
es comparativamente mayor que la de los hombres. Su nivel global de habi-
lidades sociales está levemente por debajo, pero mantiene unos estándares
similares y cercanos a la media para todo el colectivo.
103
Cada vez son más numerosas las personas que se acercan a los cen-
tros de tratamiento y de incorporación condicionadas por un proceso
judicial o administrativo. Aunque lo ideal no es comenzar un proceso
presionados por las circunstancias, la verdad es que también brindan
una oportunidad de recuperación que muchos saben aprovechar. La
cuestión más delicada para el servicio en este punto es saber man-
tenerse en la función de ayuda asistencial e integradora sin dejarse
atrapar por el paradigma del control y la vigilancia.
La salud física
104
Un comentario sobre los recursos
5.3 LA DIMENSIÓN
DE LA RED SOCIAL Y FAMILIAR
Para describir la importancia del entorno inmediato y de la red social
personal en la incorporación social de personas adictas vamos a re-
currir al modelo de red social que ha desarrollado el profesor Sluzki
por ser, en nuestra opinión, el más claro y completo, y el que mejor se
adapta a nuestros propósitos.
105
relativos a la red social personal recogidos por el profesor Carlos E.
Sluzki en su obra La Red Social: Frontera de la Práctica Sistémica.
(Sluzki 1996). Nuestra contribución se limitará a aplicar esos concep-
tos a la situación particular de las personas que padecen una adicción
y a poner de manifiesto su importancia en relación con la incorpora-
ción social de drogodependientes.
106
dimensiones que estamos estudiando de integración social y salud.
“Este nivel intermedio de la estructura social resulta crítico para una com-
prensión más acabada de los procesos de integración psicosocial, de pro-
moción del bienestar, de desarrollo de la identidad y de la consolidación de
los potenciales de cambio, y, complementariamente, también los procesos
de desintegración psicosociales, de malestar, de enfermedad, de trastornos
de identidad y de perturbación de los procesos de adaptación constructiva al
cambio” (Sluzki, 1996).
Existe una amplia evidencia científica de que una red social personal
rica, accesible, estable, sensible y confiable influye positivamente en
diversos aspectos relacionados con la salud: protege de enfermeda-
des, facilita la detección y derivación eficaz, facilita la recuperación,
aumenta la esperanza de vida, reduce el estrés. Es decir, es saluto-
génica. En algunos estudios se incluye la red social como elemento
de protección junto a conductas tales como no fumar, hacer ejercicio,
controlar la tensión arterial, no beber en exceso o realizar una dieta
adecuada. También existe evidencia de que una enfermedad de curso
prolongado como el Alzheimer, la esquizofrenia o el cáncer, deteriora
la calidad de la interacción social y, a la larga, reduce el tamaño y la
accesibilidad de la red social. En la medida en que algunas adicciones
entran dentro de esta categoría producen el mismo efecto. La prácti-
ca clínica nos muestra todos los días casos de drogodependencia en
los que algunos miembros de la familia (generalmente la madre y/o el
cónyuge) están sobrecargados, mientras que el resto de la red ha ido
disminuyendo hasta casi desaparecer.
107
1º) Por una parte, la asociación entre estrés y enfermedad es bien
conocida sobre todo a través de su impacto negativo sobre los sistemas
endocrino, circulatorio e inmunológico; sobre la salud mental y por su
efecto sobre conductas de riesgo nocivas (fumar, beber o comer en ex-
ceso) o de falta de autocuidado32. Por otra parte la reacción de alarma,
el estrés, se mitiga en presencia de figuras familiares como demostró
Bowlby33 y posteriormente muchos otros autores que han realizado ex-
perimentos que corroboran y enriquecen la teoría trabajando, no solo con
hijos y madres, sino también con otras figuras familiares.
32 En su artículo Estrés y enfermedad, Agustín Moreno resume cinco formas en las que el estrés puede
afectar a la salud: influyendo en el curso de la enfermedad (por ejemplo disminuyendo la capacidad
defensiva del sistema inmunológico), interfiriendo en el tratamiento (por ejemplo mediante mecanismos
de afrontamiento inadecuados), como factor de riesgo adicional (por ejemplo, el patrón de conducta tipo
A en relación con las enfermedades cardiovasculares), influyendo sobre conductas como fumar o beber
alcohol en exceso y generando respuestas fisiológicas que pueden relacionarse con el problema (por
ejemplo, contracturas tensionales). (Moreno, A., 2007).
33 La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un
niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura
de afecto (persona con que se establece el vínculo).
108
a) Las enfermedades poseen un efecto interpersonal aversivo.
Se trata de una experiencia bien conocida por las personas que han
padecido cáncer y que suelen describir cómo conocidos y amigos lite-
ralmente aumentan la distancia física cuando conocen el diagnóstico.
Puede haber un elemento atávico de miedo al contagio en este com-
portamiento, o un rechazo a enfrentar la realidad de la enfermedad y
la posibilidad de la muerte, experiencias que nuestra cultura prefiere
ignorar…. Muchos drogodependientes han experimentado ese rechazo
o vacío por parte de su entorno, particularmente cuando están en fase
de rehabilitación y la drogodependencia ha dejado huellas visibles en su
cuerpo. La situación es aún peor para aquellos drogodependientes que
acaban de salir de prisión. Se trata de un fenómeno complejo porque en
ocasiones el sujeto desarrolla una percepción excesivamente suspicaz
o paranoide, en otras es objeto real de rechazo y, en otras ocasiones,
lo que se produce es un encadenamiento de malos entendidos entre la
intención de quien mira y la percepción de quien es observado.
109
pesar del esfuerzo el paciente no mejora y en ocasiones empeora.
Tiende a agotar a los miembros de la red social y no es infrecuente
que los cuidadores enfermen. En el caso de las drogodependencias
la situación es aun peor para los cuidadores. En primer lugar, no se
trata de una enfermedad biológica en la que la voluntad del paciente
no juegue ningún papel. En segundo lugar, con frecuencia el consejo
profesional no refuerza el comportamiento de ofrecer cuidados; por el
contrario, lo que recomienda es que cesen si el resultado es facilitar,
aunque sea indirectamente, el mantenimiento de la conducta drogo-
dependiente, llegándose a la contradictoria y dolorosa situación para
el familiar de ofrecer determinada ayuda en contra de la prescripción
facultativa. Con frecuencia el desaliento durante el cuidado de en-
fermos crónicos alcanza también a los profesionales sociales y de la
salud que trabajan con ellos.
110
Vecinas(os)
Familiares Compañeras(os)
de trabajo, escuela, etc
Amigas(os)
111
CARACTERÍSTICAS ESTRUCTURALES
112
cia para confirmar malas noticias de la persona drogodependiente o
sobre las consecuencias de su conducta en la familia. La información
que pueden compartir amigos remotos de la infancia con frecuencia
desalienta las tentativas de provocar un encuentro.
113
Padecer una adicción condiciona poderosamente la vida social de las
personas, pero ser dependiente de una sustancia ilegal introduce un
tipo de condicionamiento en sus redes sociales que no depende tanto
de compartir una adicción como del carácter ilegal de la sustancia.
Ser toxicómano implica hasta cierto punto vivir en el límite o al margen
de la ley.
114
FUNCIONES DE LA RED
115
Como decía Lord Chesterfield a su hijo en una carta, “no siempre es
bien recibido un consejo no solicitado y quien más lo necesita es quien
más lo rechaza”. A pesar de lo cual él siguió aleccionando y aconsejan-
do a su hijo de manera epistolar… con escasos resultados como era de
esperar. (Lord Chesterfield, Cartas a su hijo, Acantilado, 2006).
116
nas aparece como un rasgo importante. Esta función es muy útil para
todas las personas que intentan resocializarse por diversos motivos.
Como ya hemos señalado la drogodependencia conlleva, en ocasio-
nes, cierto aislamiento social y la tendencia a vivir en guetos de dro-
godependientes o ex-drogodependientes, con el agravante de que el
propio proceso de tratamiento e incorporación social implica el aban-
dono de las antiguas amistades34. En la búsqueda de nuevos contac-
tos hay personas que pueden brindar mucha ayuda.
34 La rehabilitación implicará en muchos casos una ruptura total con el anterior estilo de vida. Como dice
Jaime Funes “no se dejan sustancias; se abandonan estilos de vida, relaciones sociales, justificaciones
existenciales, personas, medios de subsistencia” (Funes, 1991). También puede implicar un proceso de
aislamiento, que conviene evaluar para distinguir si se trata de un proceso depresivo/reparador o de un
factor de riesgo de exclusión.
117
se intercambia sea la misma, se puede intercambiar, por ejemplo, ayu-
da emocional por ayuda material y de servicios. O sea, la reciprocidad
no hay que entenderla solo de forma equivalente sino también de for-
ma complementaria. Pero algunos adictos evolucionan en la dirección
de pedir bastante más de lo que ofrecen. En esos casos tienden a
quedarse aislados porque los antiguos amigos y conocidos temen,
cuando se les acerca, que solo sea para pedir algún tipo de ayuda o
favor, mientras que con ellos no se puede contar nunca para nada. En
los casos extremos solo conservan una o dos personas de las que de-
penden y a quienes les piden todo. Se trata de un vínculo que recuer-
da al de la madre con el hijo pequeño, en el que la madre se ocupa de
todas las necesidades de la criatura sin pedir nada a cambio. Cuando
se observa una relación de estas características entre adultos se hace
evidente que el vínculo no ha evolucionado, lo cual afecta a ambos
componentes de la relación. Pero mientras las ventajas que obtiene el
adicto resultan evidentes, las de la persona codependiente no lo son
tanto. ¿Por qué alguien acepta que otra persona dependa completa-
mente de ella?, ¿que tipo de beneficio obtiene? ¿Por qué no busca
personas con las que establecer un tipo de vínculo más equilibrado y
recíproco? Estas son algunas de las preguntas que hay que contestar
cuando se trabaja con parejas codependientes.
118
La historia es la biografía de la relación e influye poderosamente so-
bre las expectativas de la misma.
POSIBILIDADES DE INTERVENCIÓN
Las técnicas que Sluzki menciona en su libro La red social al que ve-
nimos haciendo referencia son las siguientes:
119
la drogodependencia después de muchos años de concentrar toda la
actividad de la pareja en el problema del hijo. Lo mismo puede decirse
de algunas esposas que entran en crisis cuando su pareja, después
de muchos años, consigue superar la adicción. En la práctica clínica
sistémica se presta mucha atención a estas circunstancias hasta el
extremo de realizar un tipo de tratamiento en pareja que prevenga la
caída en la depresión del miembro no drogodependiente (aunque con
frecuencia codependiente).
120
Hay muchos elementos socioeconómicos y culturales que pueden
condicionar las dinámicas de las familias, pero hay uno que es relati-
vamente bien conocido por los que trabajamos en servicios públicos:
la pobreza. La pobreza en diferentes grados, desde la moderada has-
ta los extremos de la exclusión. Haber vivido en la cultura desespe-
ranzada de la pobreza implica, por si mismo, una dificultad para la
integración social, no digamos si la unimos a la drogodependencia
o la adicción. Poco tiene que ver la adicción que aparece en uno de
los miembros de una familia «normalizada» con la que aparece en
una de las llamadas «problemáticas» caracterizadas por padecer otros
muchos problemas sociales y poseer una estructura de límites y jerar-
quías poco definidos. La experiencia de la pobreza suele vivirse como
una falta de control sobre su medio. Una visión que puede ser refor-
zada —con frecuencia lo es— por las agencias y servicios que operan
en el territorio. El poder y el control queda del lado de los servicios y la
indefensión y falta de control del lado de los usuarios, que en sintonía
con esa lógica se dedican a pedir.
Esta línea de trabajo implica trabajar como un consultor más que como
alguien que resuelve los problemas de los otros. La idea de consultor
da por supuesto la competencia de quien consulta, solo que necesita
consejo experto y enlaza con el concepto de coaching y de acompa-
ñamiento para la incorporación.
121
Las llamadas «familias multiproblemáticas» suelen proceder de estratos
sociales desfavorecidos y suelen implicar la intervención de múltiples
agencias sobre ellas. En esos casos es particularmente útil realizar una
evaluación macrosistémica para descubrir quienes están interviniendo y
valorar la posibilidad de contar con ellos. Esta estrategia se asocia a la
noción de «sistema generado por el problema» de Goolishian y Ander-
son, que abarca a todos los que intervienen sobre el problema contri-
buyendo a definirlo como tal, en este caso definiéndolo como multipro-
blemático. Como ya hemos visto, los sistemas basados en problemas
funcionan frecuentemente como sistemas que mantienen los proble-
mas, a pesar de sus buenas intenciones. La convocatoria de reuniones
de red, incluyendo a todos los representantes de las agencias permite
favorecer cambios cualitativos en la manera en que los participantes
hablan de los problemas y, por tanto, también en su definición. Bien
conducidas, estas reuniones pueden aumentar la capacidad de deci-
sión y la autonomía de los pacientes y las familias.
122
para realizar una valoración como para apoyar determinadas medidas
encaminadas a la incorporación social.
123
adecuada y conjuntamente a la persona adicta y al familiar codepen-
diente evitamos problemas de salud mental (generalmente síndromes
ansioso/depresivos) en el miembro codependiente, o al menos po-
demos abordarlos precozmente cuando comienzan a hacer acto de
presencia los primeros síntomas.
124
Merece la pena reseñar aquí una propuesta práctica de intervención
descrita en Estrategias para la diversificación de la red personal de per-
sonas drogodependientes en proceso de reinserción (Arranz, 2010),
ya que reúne muchos de los elementos que hemos mencionado hasta
ahora. Concretamente propone intervenciones dirigidas a consolidar
los procesos de incorporación social disminuyendo la vulnerabilidad
relacional mediante técnicas basadas en la entrevista motivacional,
dirigidas a ampliar el capital social utilizando como contexto los espa-
cios comunitarios de ocio y tiempo libre. Las estrategias que se pre-
sentan se desarrollan en el programa de Prevención e Inserción social
de la asociación ASPAD, en Madrid.
5.4 LA DIMENSIÓN
COMUNITARIA O MICROSOCIAL
En una época caracterizada por la globalización en la que las gran-
des decisiones macroeconómicas escapan al control de los gobiernos
muchos ciudadanos contemplan el ámbito local y comunitario como el
espacio físico y social donde todavía es posible influir sobre la calidad
de la vida cotidiana.
125
una comunidad local en nuestro caso, tiene que ver con la accesibili-
dad de sus recursos y espacios para el conjunto de la población, sin
exclusiones y con los prejuicios, expectativas y actitudes de los ciu-
dadanos que configuran una «cultura de la cohesión» o una «cultura
de la exclusión». Esto es válido para todos los colectivos, aunque
una comunidad pueda tener actitudes diferentes respecto a cada
uno de ellos35.
35 El estigma que pesa sobre determinados grupos humanos: gitanos, drogodependientes, presidiarios,
induce a seguir hablando de «colectivos», pero desde un punto de vista técnico deberíamos poner espe-
cial cuidado en no reproducir el proceso de estigmatización a través de la organización de los programas
y los servicios.
126
des donde se acumulan los factores de riesgo de exclusión dando
lugar a una degradación urbana de la pobreza36.
36 En épocas de crisis como la actual hay un gran riesgo de emergencia de barrios donde se concentra
la marginalidad, donde es preciso actuar desde la perspectiva de planes integrales y no solo desde el
punto de vista de la seguridad, con el riesgo de que sean considerados como los causantes de los pro-
blemas existentes, culpabilizándoles de aquellos problemas de los que en realidad son víctimas (TSAS,
2010).
127
como una Red de redes de comunicaciones y relaciones, tanto formales como
informales. Desde este modelo, las iniciativas del plan o programa de inclusión
se generan desde los distintos «nodos» de la red y se expanden a través de la
misma mediante procesos de negociación y consenso que respeta la autono-
mía y la independencia de cada una de las partes. Cuando las estrategias se
generan desde la propia red y funcionan, la fortalecen, y facilitan el desarrollo
de una sociedad civil organizada que dota de cohesión social al entorno don-
de se aplican”.
128
visión entre individuo y sociedad siempre tiene algo de artificial vamos
a centrarnos en lo que la comunidad puede hacer por los individuos.
Podemos distinguir tres tipos de acciones dirigidas a mejorar la incor-
poración sociolaboral de adictos (y otros colectivos) desde el punto de
vista comunitario:
37 En Merece la pena destacar los trabajos realizados por el equipo de investigación GEISA (Grupo de
estudios sobre las identidades socioculturales en Andalucía) dirigido por Isidoro Moreno, del Departa-
mento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, sobre la función de peñas, asociaciones,
hermandades y cofradías, a la hora de fomentar la sociabilidad, el capital social, la identidad de grupo y,
por tanto, la integración social en Andalucía. Javier Escalera en su artículo Sociabilidad y relaciones de
poder (Kairós nº 6) menciona las siguientes entidades a nivel nacional: cuadrillas de amigos o sociedades
gastronómicas en Euskadi; entidades excursionistas o folklóricas en Cataluña; casales falleros o filaes de
moros y cristianos, sociedades musicales, sociedades de colombaires (criadores de palomos) o comi-
siones festeras en el País Valenciano; las hermandades, cofradías, corporaciones, cuarteles, cuadrillas,
casinos y peñas en Andalucía; peñas taurinas navarras; comparsas y agrupaciones carnavalescas cana-
rias; asociaciones y «casas» de emigrantes gallegos o andaluces; clubes y peñas futbolísticos y depor-
tivos, bares y cafés, plazas, lavaderos públicos, mercados... así como otras múltiples manifestaciones,
más o menos formalizadas, de la sociabilidad característica de cada pueblo.
129
posibilidad de compartir, el contacto directo cara a cara (no relaciones
entre papeles o funciones), el sentimiento de pertenencia, de identidad
y de sentido. A su vez, la participación en grupos diversos y el con-
siguiente enriquecimiento de la red social personal que lleva apareja-
da, incrementa su capital social entendido como la colaboración social
entre los diferentes grupos de un colectivo humano, y sobre todo, en
nuestro caso, como el uso individual de las oportunidades surgidas a
partir de esas relaciones sociales. Finalmente también se puede incre-
mentar el apoyo social a través de la participación en grupos como los
mencionados, por el enriquecimiento de la red social que implican y por
la participación en grupos ad-hoc de ayuda mutua o autoayuda.
130
manifiestos (cofradías, hermandades, peñas, coros) y que funcionen
durante todo el año? ¿Hemos hablado con el empresariado y con
los medios de comunicación locales? ¿Nos hemos preguntado como
facilitar asesoramiento jurídico y ayudas odontológicas para la pobla-
ción toxicómana?
SERVICIOS PÚBLICOS
RELACIONADOS CON EL BIENESTAR SOCIAL
131
viene recordar, una vez más, que el tiempo libre tiene un significado muy
diferente para quien dispone de tiempo de forma voluntaria o involuntaria.
No es lo mismo disponer de algún tiempo para realizar actividades re-
creativas deseadas que quedarse en paro o estar inmerso en un proceso
de rehabilitación que separa a la persona de sus antiguas actividades y
amistades. En esos casos y en otros similares el tiempo libre involuntario
puede convertirse en un factor de riesgo psicosocial de primer orden.
132
que enfrentarse a una nueva etapa para la que no siempre encuentran
los soportes necesarios y, con frecuencia, enferman. Tanto durante la
primera etapa como durante la segunda pueden encontrar apoyo en
los servicios dirigidos a la mujer o en las asociaciones de mujeres. Los
grupos de ayuda mutua, de reflexión sobre la situación de la mujer, de
crecimiento personal, pueden ser muy útiles. También el simple he-
cho de estar con otras personas, salir del círculo vicioso, intercambiar
puntos de vista y no vivir por y para la adicción de la pareja.
A veces los adictos o los padres son mayores y los recursos a los que
hay que acudir son los de la tercera edad (centro de día, viajes de la
tercera edad, etc.)
133
poración es retomar la formación o iniciar una nueva. En ocasiones la
tarea consistirá en animar la vuelta al instituto, a la formación profe-
sional, a la facultad o a las diversas formas de educación de adultos.
También son importantes los recursos educativos públicos y privados
complementarios de la formación reglada. Como ya vimos, la oferta
es muy amplia y cambiante a lo largo de los años, por lo que es muy
importante conocer los recursos, sus características y exigencias para
facilitar el acceso de las personas interesadas.
134
nados muy específicamente a la inserción laboral. En esos casos si-
gue siendo imprescindible la coordinación con los servicios sociales,
pero también con los CTA. Algunos de estos servicios (específicos
y generales) disponen de un conjunto de medidas muy amplias que
abarcan formación, orientación, mediación o acompañamiento para
el empleo, por lo que se perfilan como recursos fundamentales para
la inserción laboral.
LAS EMPRESAS
135
LOS RECURSOS RELACIONADOS
CON LA COMUNICACIÓN SOCIAL
136
en la tarea es gratuita y voluntaria, por lo que habrá que agradecer
siempre a todos y cada uno de los participantes y extremar el tacto
para no herir ninguna susceptibilidad.
EL VOLUNTARIADO INDIVIDUAL
El tema merece una reflexión por parte de los profesionales del sector. Se
trata de explorar las posibilidades de incorporación que ofrece la acción
voluntaria para muchas personas. No nos referimos a que las personas
que hayan padecido problemas con las adicciones se conviertan en per-
sonajes públicos en la lucha contra la droga, o en monitores de otras per-
sonas en proceso de rehabilitación. La acción voluntaria se puede llevar a
cabo en los más diversos campos sociales, culturales y deportivos. Tanto
los profesionales de los servicios sociales como los de las entidades so-
ciales tendrían que reorientar su trabajo para fomentar esta alternativa.
LAS ASOCIACIONES
137
do con otras entidades, colaborando en la difusión, participando en
los debates y la conformación de una opinión positiva sobre la ISL) y
aquellas que, perteneciendo al tercer sector social, participan como
actores principales en el desarrollo de algún programa de incorpora-
ción. Es más, puede darse el caso de que sea una ONG de carácter
social la que lidere la iniciativa de incorporación comunitaria, siempre
en colaboración con los servicios sociales locales.
La oferta y la demanda
Una vez que hemos aprendido a reconocer los recursos más genera-
les como auténticas oportunidades para la incorporación social y la-
boral debemos buscar la manera de facilitar el acoplamiento individuo/
sociedad desde ambas partes. Para ello podemos adoptar las mismas
estrategias que se emplean para influir en el mercado, solo que con
el propósito opuesto al del narcotráfico: mejorar la oferta de recursos
para la incorporación social y mejorar la demanda de los mismos.
138
• Identificar y eliminar barreras físicas, económicas, psicológi-
cas y sociales; es decir, mejorar la accesibilidad.
• Difundir adecuadamente su existencia, sus prestaciones y sus
actividades entre el colectivo a incorporar.
• Adaptar su funcionamiento y diversificar sus productos cuan-
do sea posible y necesario.
Puede ser aconsejable diseñar una campaña para captar al mayor nú-
mero de recursos posibles, especialmente dirigida a aquellos que son
más necesarios como las empresas y/o que son más renuentes a par-
ticipar en proyectos de este tipo. Para diseñar la campaña podemos
servirnos de un instrumento técnico como la caja de herramientas de
la incorporación comunitaria.
139
Seleccionaremos un número limitado de recursos para que puedan
servirnos de ejemplo. El esquema sería el siguiente:
SABER
QUERER
PODER
140
empresarial, por lo que el primer paso puede consistir en darlas a co-
nocer. Pero teniendo en cuenta lo delicado del tema y las resistencias
que puede despertar, quizá lo más indicado sea hacerlo de una mane-
ra personalizada sin descartar el contacto «puerta a puerta».
141
tes los que, por muy diversas razones, no se acercan a los recursos
normales. Otro aspecto importante es que, en este caso, la demanda
de los usuarios está mediada por los técnicos de los CTA donde están
realizando tratamiento y por entidades sociales también específicas,
por lo que siempre habrá que contar con ellos a la hora de analizar la
demanda e influir sobre ella.
En segundo lugar están los equipos de los CTA. La mayoría de las per-
sonas que inician un proceso de incorporación reglado se encuentran en
situación de tratamiento, seguimiento o alta en un equipo de tratamiento.
Aunque el usuario tome contacto directamente con algún recurso espe-
cífico de incorporación, lo habitual es que el recurso se coordine con el
centro de tratamiento. Lógicamente esto es así para los recursos espe-
cíficos, no para los generales, salvo que contemplen alguna cláusula en
relación con la población objeto del programa. Por ejemplo, algunos cur-
sos de formación ocupacional o algunas medidas de fomento de empleo
pueden tener entre sus prioridades atender a personas con especiales
dificultades para su inclusión en el mercado de trabajo. En definitiva los
equipos de tratamiento tienen gran importancia en el curso que seguirá el
usuario. Pueden influir animándole a dar nuevos pasos para su incorpo-
ración, realizando una correcta derivación y ocupándose del seguimiento.
Siguiendo con la terminología del mercado, los equipos de tratamiento
son los grandes «proveedores» de usuarios para los recursos de incor-
poración. Otro proveedor de importancia creciente es el sistema judicial.
Cada vez hay más personas en proceso de tratamiento o seguimiento
en diversos recursos de la red de adicciones por orden judicial o como
condición para su libertad.
142
sin descartar que en ocasiones sean también recursos de destino.
Incluso cuando la derivación entre el centro de tratamiento y el de in-
corporación sociolaboral se produce de forma automática porque per-
tenecen a la misma red o entidad, es deseable la participación de los
servicios sociales comunitarios en dos sentidos: primero, para facilitar
la reconexión con recursos comunitarios normalizados y con nuevas
redes sociales, y segundo, para poder ejercer el papel de atención
primaria en materia de incorporación. Digamos que cuando existen
servicios específicos de incorporación sociolaboral para drogodepen-
dientes y adictos son perfectamente complementarios de los servicios
sociales generales, y cuando en el territorio solo existen éstos últimos,
tienen que intentar cubrir el mayor campo posible.
Pues bien, para mejorar la demanda habrá que pensar en medidas dirigi-
das a los tres actores principales: usuarios, proveedores y mediadores.
Por otra parte, en relación con los servicios sociales y los específicos
de atención a las drogodependencias hay que reconocer que se parte
de cierto desencuentro, tal y como se explicó en el apartado sobre la
evolución histórica del fenómeno, por lo cual muchas de las medidas
irán dirigidas a mejorar el conocimiento, la comunicación y la coor-
143
dinación entre ambos servicios. Ambos servicios deben conocer los
presupuestos y la lógica interna de funcionamiento del otro.
Resulta evidente que este trabajo no se pude realizar más que en co-
laboración con los actores implicados. Solo conociendo las necesida-
des informativas, prácticas y motivacionales de los drogodependien-
tes con dificultades de incorporación, de las personas que trabajan
con ellos y de los servicios sociales del territorio, se podrán ofrecer
respuestas realistas.
144
5.5 LA DIMENSIÓN
MACROSOCIAL Y POLÍTICA
La posición más generalizada entre los autores que escriben sobre
integración y exclusión desde una perspectiva social es la de que el
propio funcionamiento del sistema produce zonas de exclusión físicas
y sociales. No ponen el acento en las condiciones individuales de la
exclusión sino en sus causas sociales. No obstante tampoco en este
campo hay acuerdo sobre cuales son las causas últimas de la exclu-
sión, aunque sí hay más consenso sobre la descripción de la situación
e incluso sobre algunas alternativas. En el fondo algo muy parecido a
lo que ocurre en los planos individual y microsocial.
145
las políticas sociales en relación con los de nuestro entorno, aspecto
estrechamente relacionado con la política fiscal.
146
o su equivalente vegetariano tres veces a la semana, vacaciones de una
semana al año, lavadora, un coche, un televisor en color, un teléfono.
147
En lo que se refiere a la posibilidad de mejorar los recursos para ga-
rantizar una política social adecuada, además de modificar la política
fiscal para hacerla más progresiva (aproximándonos al deseado 30%
del PIB en la próxima década), habría que contar con dos fenómenos
particulares españoles cuya corrección no solo traería una sociedad
más justa sino que además permitiría incrementar los recursos.
Dos tercios del total del fraude corresponde a las grandes empresas,
el otro tercio a empresas pequeñas y los autónomos. Según Ges-
tha del fraude estimado solo se inspecciona un 8%. Si se tomaran
las medidas oportunas y, teniendo como referencia a nuestro entorno
europeo, se podrían recaudar entre 25.000 y 36.000 millones suple-
mentarios al año. Si además se aumentara el tipo impositivo de las
grandes empresas, cuya facturación supera los 45 millones de euros
anuales, del 30% al 35%, se recaudarían 14.000 millones adicionales,
lo que sumaría una cantidad de 54.000 millones de euros.
Hay que remarcar que de entre las propuestas que vamos a detallar a
continuación, tres de los cinco objetivos principales están estrechamente
relacionados con la inclusión y la cohesión social. Veamos: el 75% de la
población de entre 20 y 64 años debería estar empleada; el porcentaje
de abandono escolar debería ser inferior al 10% y al menos el 40% de
la generación más joven debería tener estudios superiores completos; el
riesgo de pobreza debería amenazar a 20 millones menos de personas.
Además, una de las siete iniciativas emblemáticas para alcanzar estos
objetivos es precisamente la creación de una Plataforma europea con-
148
tra la pobreza que permita garantizar la cohesión social y territorial. Otra
de las iniciativas es la creación de una Agenda de nuevas cualificacio-
nes y empleos para modernizar los mercados laborales y potenciar la
autonomía de las personas mediante el desarrollo de capacidades a lo
largo de la vida, adecuando así la oferta con la demanda de trabajo.
149
expresiones de desigualdades de género en el mercado de trabajo
que hacen difícil la conciliación de la vida laboral y familiar. De hecho
existe una penalización de la reproducción y un porcentaje de empleo
precario para las mujeres superior al de los hombres.
150
LOS RETOS EN EDUCACIÓN
151
Entre la población drogodependiente atendida en los servicios específi-
cos cuyos datos son recogidos sistemáticamente por el Sistema Estatal
de Información sobre Toxicomanías SEIT, se dan altas tasas de abando-
no escolar y bajos niveles de estudio en comparación con la población
general de la misma edad (el 44% de los admitidos a tratamiento en
2007 no habían concluido ninguna etapa de la enseñanza secundaria).
EL MERCADO DE TRABAJO
152
van a ser difíciles de metabolizar. El empleo poco cualificado que se
creó durante la fase expansiva de la construcción y que está actual-
mente en paro, va ser difícil de recuperar y reconvertir en empleo de
calidad con mayor cualificación.
LA COHESIÓN TERRITORIAL
153
cada comunidad autónoma, como por ejemplo la política de rentas
mínimas que ha contribuido a limitar el impacto del paro allí donde
tiene una buena cobertura.
Hoy por hoy la mayor parte de las medidas destinadas a luchar contra
la pobreza está en manos de las CCAA siendo muy desigual el grado
de desarrollo de unas a otras.
154
el riesgo de que estos barrios y sus habitantes sean estigmatizados,
siendo considerados como los causantes de los problemas y los culpa-
bles de situaciones de las que, en realidad, son víctimas.
155
con drogodependencias de larga evolución, no cabe duda de que las
adicciones influyen negativamente sobre sus expectativas de vida.
156
incapacidad para organizar y garantizar una política de ingresos míni-
mos. Es necesario contar con una mejor articulación de los sistemas de
protección social de mínimos desde una perspectiva nacional: subsidio
de desempleo, renta activa de inserción, rentas mínimas, etc. En defi-
nitiva los programas de lucha contra la pobreza deberían estar mejor
estructurados y tener un horizonte de largo plazo, para lo cual necesita-
rían, entre otras cosas, un mejor sistema de información nacional.
ALGUNAS CONCLUSIONES
Por una parte están todas las medidas relativas a propiciar un aumen-
to y redistribución de los recursos destinados a las políticas sociales
pasando a considerarlas como una inversión más que como un gasto,
y por otra parte, están las medidas relativas a mejorar los sistemas de
atención y protección. Hay que ordenar el sector, coordinar políticas,
delimitar competencias, determinar servicios y prestaciones mínimas
para todo el territorio nacional, mejorar los sistemas de información y
diseñar políticas de largo plazo, situando las necesidades sociales en
el centro de la agenda política.
157
realizar un enfoque específico para la incorporación sociolaboral del
sector de las drogodependencias y adicciones. Por una parte es cierto
que la incorporación social de las adicciones posee ciertas particulari-
dades que conviene tener en cuenta y atender adecuadamente, pero
también lo es que se beneficiarían de una política general de inclusión.
En lo que se refiere a la metodología de trabajo, la que hemos de-
fendido a lo largo del texto (IPI+acompañamiento) puede adaptarse
perfectamente a distintos tipos de personas y situaciones.
158
6 Una reflexión y
nueve conclusiones
159
La dialéctica entre autonomía y dependencia es una dinámica que atra-
viesa la vida de todas las personas. Necesitamos de los demás y necesi-
tamos ser nosotros mismos. Todos tenemos que establecer un equilibrio
dinámico entre ambas necesidades en cada etapa de la vida. Necesita-
mos ser autónomos para sentirnos libres pero, a su vez, la dependencia
puede ofrecer seguridad y ciertos beneficios secundarios derivados de
no asumir la responsabilidad de tomar determinadas decisiones.
160
CONCLUSIONES
161
Tras consultar la multitud de estudios que dieron lugar a la elabora-
ción del documento Determinantes sociales de la salud. Los hechos
probados, elaborado por el Centro para la Salud Urbana de la Oficina
Regional de OMS para Europa, sus coordinadores, Richard Wilkinson y
Michael Marmot, concluyeron que si se combina la economía, la socio-
logía y la psicología, con la medicina y la neurobiología podría parecer
como si todo dependiera en gran medida de comprender la interacción
entre las desventajas materiales y sus implicaciones sociales.
162
ese proceso para todos: para usuarios, para profesionales y para los
que diseñan las políticas. Conviene recordar que el análisis crítico y
la participación son elementos imprescindibles para la emancipación
tanto a nivel individual como colectivo.
163
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Jornadas Nacionales de Terapia Familiar.
178
Alfonso Ramírez de Arellano lleva veinticinco años trabajando como psicó-
logo clínico y psicoterapeuta de familia en drogodependencias. Combina su
labor asistencial con la investigadora y la divulgativa en medios de comuni-
cación. Ha publicado “Una alternativa local a las drogodependencias” (1990),
“Actuar localmente en drogodependencias. Pistas para la elaboración de es-
trategias, planes, y programas municipales” (2002), “Problemas emergentes
en jóvenes y adolescentes” (2008) en colaboración con Carmen Arenas, y
diversos estudios sobre incorporación social y prevención en colaboración
con Domingo Comas. En el ámbito de la divulgación ha recibido el premio de
la revista europea ITACA por el ensayo “Drogodrama y dramadependencia”
(1996) y el premio de Periodismo y Salud de la Junta de Andalucía por su
artículo “El placer de no fumar” (2009). También ha sido merecedor del Premio
Reina Sofía, en varias modalidades, por su participación en la elaboración de
planes locales y provinciales de prevención de drogodependencias y adiccio-
nes en la provincia de Huelva. Es vicepresidente de la Fundación Atenea.
Este libro ha sido galardonado con el Accésit de los Premios Reina Sofía con-
tra las Drogas 2011 que otorga la Fundación para la atención a las toxico-
manías de Cruz Roja Española (CREFAT) en la modalidad de Investigación y
ensayo. A juicio del jurado, propone reflexiones innovadoras y ampliamente
fundamentadas, sugiriendo una visión de conjunto con proyecciones futuras
en un tema poco investigado.