El Romance
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Portada del Libro de los cincuenta romances (c. 1525), primera colección de romances conocida.
Índice
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1Orígenes
o 1.1Teoría individualista
o 1.2Teoría actual: Neotradicionalismo
2Colecciones
3El romancero viejo
4El romancero nuevo
5Tipos de romances
o 5.1Por su cronología
o 5.2Por su estructura interna
o 5.3Por su temática
6Recursos internos o textuales
7Recursos extratextuales
8Música
9Trascendencia
10Véase también
11Bibliografía
12Referencias
13Enlaces externos
Orígenes[editar]
El más antiguo de los romances viejos que conservamos hoy, Gentil dona, gentil dona, se
copió hacia 1421 en el cartapacio del estudiante mallorquín Jaume de Olesa y se conserva en
la Biblioteca Nacional de Florencia, pero es incluso más antiguo un romancillo hexasílabo o de
seis sílabas, perteneciente al género literario de la serranilla, la Serranilla de la Zarzuela, que
es un poco anterior. De finales de esa década sería El arzobispo de Zaragoza (1429),
ambientado en tiempos de Alfonso V, y algo posterior Alfonso V y la conquista de
Nápoles (anterior a 1448), ambos encontrados en cartapacios notariales. El Cancionero de
Estúñiga (h. 1460-63) recoge romances de Carvajales; por otro lado, el Cancionero de
Herberay des Essarts (h.1462-65) y el Cancionero de Rennert (h. 1475-1500) ambos
del British Museum, ofrecen breves muestras manuscritas de romances -tres atribuidos a Juan
Rodríguez del Padrón, en este último-. Otros ejemplos se hallan en el Cancionero de Palacio.
Desde el siglo XVI se imprimen, bien en pliegos sueltos, bien en libros. Un pionero es
el Cancionero General de Hernando del Castillo, desde su primera edición de 1511. Le siguen
obras peor conocidas, como el Libro de los cincuenta romances(h. 1525). Las grandes
colecciones aparecen con las sucesivas ediciones del Cancionero de Romances (Amberes,
desde 1547), la Silva de Romances (Zaragoza, 1550-51) o el Romancero General (Madrid,
1600), entre los más sobresalientes.1
Existen dos teorías sobre el origen de los romances: la «teoría tradicionalista», formulada
por Gaston Paris, y la «teoría individualista», sostenida por Joseph Bédier. Intentando conciliar
ambas, Ramón Menéndez Pidal creó otra que fue llamada «neotradicionalismo».
Teoría individualista[editar]
Otros investigadores, por ejemplo Dario Pálacios, han rechazado esta hipótesis. Los
individualistas creían que el origen de la épica era el Mester de Clerecía (u «oficio de los
clérigos»); estos eran los hombres poseedores de la cultura, no necesariamente eclesiásticos,
y por tanto podían conocer los hechos históricos y redactarlos más tarde; los individualistas
creen que los romances son producto de autores concretos clérigos, que empezaron a escribir
poemas épicos, y no una colectividad; ligados a un monasterio, escribían poemas de
propaganda eclesiástica, para lo cual no dudaban en usar a los juglares como medio de
difusión de la cultura (y propaganda de sus monasterios, cultos sepulcrales de héroes allí
enterrados y reliquias de santos). Según la teoría de la cantinela, los romances surgieron
antes que los cantares de gesta y estos últimos habrían surgido de la unión o refundición,
realizada por un autor individual, de varias cantilenas más cortas. Esta tesis ha sido
últimamente revitalizada por los trabajos de Colin Smith.
Teoría actual: Neotradicionalismo[editar]
El Neotradicionalismo es una teoría para la cual los romances habrían surgido de la
fragmentación de las grandes epopeyas medievales ( el Cantar o Poema de Mio Cid y El cerco
de Zamora). En este proceso, los cantares de gesta, cantados por los juglares, circulaban no
sólo en las cortes aristocráticas sino también en las plazas plebeyas, donde el pueblo
escuchaba los episodios más importantes y repetidos cuando pasaba por allí; se les grababa
en la mente y a su vez los repetían y cantaban entre sí. De esa manera se fueron
transmitiendo oralmente de padres a hijos los fragmentos que tenían mayor interés e incluso
algunos se mezclaron con otros y experimentaron una elaboración formal que consistía en
numerosas variantes, muchas de ellas localizadas sobre todo al final. Al mismo tiempo, había
juglares cuyo propósito y alcance eran más humildes y que se dedicaban a cantar en público y
por separado sólo los pasajes épicos que encerraban una acción o suceso completo.
Colecciones[editar]
Los romances han llegado a nosotros a través de varios caminos:
El romancero viejo[editar]
Romancero general, en que se contienen todos los romances que andan impresos en las nueve partes
de Romanceros
El romancero nuevo[editar]
Pero desde el siglo XVI incluido y hasta la actualidad ciertos autores (Félix Lope de Vega, Luis
de Góngora, Francisco de Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Ángel de Saavedra, Miguel de
Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Gerardo Diego) empezaron a
imitarlos, enamorados de su particular idiosincrasia, formando un nuevo corpus de poemas al
que se llamó Romancero nuevo. Estos romances poseen autor conocido, se transmiten no de
forma oral, sino impresa, están divididos en estrofas (cuartetas de versos asonantados) e
imitan los géneros y el estilo del Romancero Viejo, aunque por otra parte amplian los temas y
modifican las formas, adaptándolos a veces a la letrilla y añadiendo estribillos.
Tipos de romances[editar]
Existen diferentes clasificaciones de los romances atendiendo a distintos criterios.
Por su cronología[editar]
Romance escena: se trata del momento más dramático, emotivo o culminante de una
historia cuyo principio y fin no se refiere; por ejemplo, El infante Arnaldos o el Romance
del prisionero.
Romance historia: narran una historia con principio y fin; por ejemplo, el Romance del
Conde Olinos.