Género Marta Lamas
Género Marta Lamas
Género Marta Lamas
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Marta Lamas
Entre los logros significativos del activismo feminista resalta la cada vez
más amplia inserción de la categoría de análisis social género tanto dentro
del discurso político como del académico. Este concepto, que ha logra
do permear también los ámbitos oficiales, literarios y populares, ha ido
adquiriendo poco a poco fuerza, pues obliga a reflexionar sistemática y
constantemente sobre un tema que no puede ni debe ser esquivado: las
relaciones de desigualdad entre las mujeres y los hombres.
En estas páginas recupero y reviso reflexiones que he desarrollado en
distintas oportunidades, y que he planteado a distintos públicos, con el
propósito de contribuir —acaso con nuevos matices— a un debate cuyo
único propósito es reforzar, cada vez más, el desciframiento de la compleja
construcción de la diferencia sexual.
Género y sexo
c) La crítica a su fetichización
— .... Adem ás de las definiciones amplias y/o ambiguas de género, el
concepto se ha vuelto también un fetiche dentro de los campos aca
démico y político. La fetichización suele petrificar lo que está vivo
y en transformación, y quienes usan género como un fetiche para
interpretar la complejidad de las relaciones entre mujeres y hombres
lo reifican como algo inamovible; por ejemplo, las mujeres siempre
son víctimas y los hombres siempre victimarios o verdugos. Además,
se usa el fetiche género para establecer una “explicación” tautológi
camente reiterativa: todo lo que ocurre entre mujeres y hombres es
producto del género.
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comprensión del género facilita entender que las mujeres y los hombres no
son un reflejo de la anatomía, sino el resultado de una producción histórica y
cultural basada en el proceso de simbolización y de internalización psíquica.
Hoy en día, cuando las vidas de mujeres y hombres se están igualando
en terrenos laborales, políticos y culturales, resulta sospechoso que las
simbolizaciones derivadas de la diferencia sexual persistan y cobren tanta
importancia. Justamente cuando la ciencia y la tecnología han tenido un
desarrollo espectacular, la diferencia relativa a la diferencia sexual se quiere
presentar como algo irreductible, casi como una "esencia” distinta de cada
sexo. Las personas que desafían los límites culturales, resistiéndose al com
portamiento tradicional de género, socavan la idea de que la normatividad
hegemónica sea el estado natural de la condición humana. Los impresionantes
cambios en las actitudes de género a nivel macro, y las resistencias a nivel
micro, documentan que las personas cruzan constantemente los límites de
género. En el discurso social, el nuevo concepto de género se ha convertido
en un recurso estratégico para desnaturalizar concepciones esencialistas
sobre las mujeres y los hombres y, por ende, sobre la inevitabilidad de la
desigualdad en sus roles laborales y políticos, sexuales y afectivos. Esta
es una ardua labor, ya que la sexuación del cuerpo es el dato que produce
género. La sexuación no es una convención humana; sin embargo, el hecho
de que la diferencia anatómica no sea una forma producida por la cultura,
no implica en lo absoluto que los cuerpos escapen a la inscripción histórica
y cultural: los cuerpos están marcados por el género, la pertenencia étnica
y la clase social, entre otros aspectos, y el dato corporal se entreteje con
elementos imaginarios y simbólicos.
Finalmente, hablar de género es referirse a un tamiz cultural, a una
identidad y a un conjunto de prácticas, creencias, representaciones y
prescripciones sociales. La exigencia de la reflexividad —entendida como
la manera en que las personas procesan datos y hacen uso de sus recursos
de cognición— para reconocer la presencia del género obliga a revisar
nuestra propia mirada, más allá de pensar al género como un constructo
epistemológico. Si bien en los esquemas del conocimiento científico la cate
goría género sigue movilizando elaboraciones teóricas, debates intelectuales
y cuestionamientos políticos, también en la vida cotidiana se ha vuelto
una herramienta que sirve para explicar muchos de los conflictos que‘Ise
viven en sociedad y en las relaciones interpersonales. Por ende, no basta la
género 169
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