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Principio de Imputación Mínima Necesaria

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PRINCIPIO DE IMPUTACIÓN MÍNIMA NECESARIA: UNA GARANTÍA

FUNDAMENTAL PARA NO TRASPASAR LA FRONTERA DE UN ESTADO


CONSTITUCIONAL A UN ESTADO DE “SOSPECHA”

Ana Calderón Sumarriva1

“Cuando crece la criminalidad, impulsada por numerosos factores que rara vez
considera el político –salvo que se trate de un político acostumbrado a mirar a
través de las apariencias y a actuar más allá de los síntomas–, la persecución se
extrema. Es explicable que así ocurra. Ante la desesperación social, pronto
convertida en exasperación, vuelve a la escena el conflicto entre due process y
crime control, una dialéctica que hoy se agita a lo largo y ancho del proceso
penal.”

Sergio García Ramírez (Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala, 2005).

1. Introducción

En la mayor parte de los ordenamientos procesales, el principio de imputación


necesaria, que forma parte del contenido implícito de la garantía a un debido
proceso2, se manifiesta de manera explícita como el derecho de los imputados a
“conocer los cargos”3.

El principio de imputación necesaria contiene tres aspectos:

1. El aspecto fáctico o “acontecimiento histórico”, que constituye el dato


circunstanciado sobre la conducta realizada por el agente para la configuración de
una figura jurídica con relevancia penal. Al realizar la imputación, el fiscal debe
precisar el lugar y tiempo en que dicha conducta se realizó y señalar qué hizo el

1 Directora de EGACAL.
2 No existe una definición universalmente aceptada de debido proceso. Sin embargo, ha sido consagrada de
modo expreso en una serie de constituciones y, aunque no sea así, no se niega su carácter de “garantía
innominada”. Se considera como una de las grandes decisiones constitucionales, cualquiera sea su
denominación o tratamiento, deducida de la idea fundamental de colocar al hombre como el centro de la
escena, de honrar su dignidad y de asegurar la libertad e igualdad de los individuos. (HABERLE, Peter. El
Estado Constitucional. Traducción de Héctor Fix- Fierro. México. UNAM. 2001, p. 115). Se alojan en él, los
principios rectores, fundamentos del enjuiciamiento penal (MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal.
Fundamentos. Buenos Aires, Argentina. Editores Del Puerto. 1960, p. 211).
3 En el ordenamiento procesal argentino se establece que una vez concluido el interrogatorio de identificación,

el juez informará detalladamente al imputado cuál es el hecho que se le atribuye, cuáles son las pruebas que
se tienen en su contra y que puede abstenerse de declarar sin que su silencio implique una presunción de
culpabilidad. Por otro lado, el Código de Procedimientos Penales de Bolivia establece que dentro de las
advertencias preliminares al imputado se encuentra la comunicación del hecho que se le atribuye, con todas
las circunstancias de tiempo, lugar y forma de su comisión, incluyendo aquellas que sean importantes para su
calificación jurídica. Por su parte, el Código Procesal Penal de Chile prevé como una garantía del imputado el
ser informado de manera específica y clara acerca de los hechos que se le imputan y los derechos que otorga
la Constitución y la Ley.
imputado o qué dejo de hacer para configurar su conducta dentro del tipo penal
atribuido.

Como señala Gómez Orbaneja: “El objeto de cada proceso es un hecho, y no una
determinada figura delictiva, ni una consecuencia penal; identificándose la acción
penal sólo desde el punto de vista objetivo, con el hecho sobre el que recae la
acusación, y si el objeto del proceso fuera el delito y no el hecho, bastaría que se
cambiará la tipicidad para que fuera juzgado un mismo sujeto bajo diferentes
puntos de vista”4.

El hecho como objeto del proceso es inalterable, se mantiene durante la


investigación y el juzgamiento. Sobre el aspecto fáctico opera un principio de
congruencia o correlación absoluta, de modo que serán sobre los hechos
imputados desde el inicio que se desarrollará la actividad probatoria y el
juzgamiento. Una sentencia es declarada nula cuando se pronuncia sobre hechos
distintos a los que fueron materia de acusación e investigación.

En el aspecto fáctico, la imputación requiere tener al sujeto debidamente


individualizado y, aunque no es necesario tenerlo presente físicamente en la
investigación, sí es necesario contar con ciertos datos mínimos sobre él. La Corte
Suprema se ha pronunciado sobre este tema justamente a raíz de ciertos
requerimientos adicionales, como tener, además de los nombres y apellidos
completos del sujeto, datos como su dirección domiciliaria, su estado civil, sus
rasgos corporales e, incluso, el que tenga su documento nacional de identidad. En
ese sentido, como condición para el inicio de una investigación, la Corte ha
decidido que para efectos de la individualización del sujeto bastan los nombres y
apellidos de este5.

En relación con lo anterior, es motivo de preocupación que no se requiera el


documento de identificación del sujeto. Solo si se demuestra la falsedad de los
datos o la suplantación será posible anular lo actuado, para lo cual es posible
considerar de oficio una cuestión previa o la reserva provisional de la
investigación. El hecho de que en el Perú existan ciudadanos que carecen de un
documento de identidad no solo determina un límite para el ejercicio de una serie
de derechos civiles, sino también implica una grave contravención del debido
proceso que resalta mucho más en el ámbito punitivo.

2. El aspecto jurídico o “juicio de subsunción”. Según este aspecto, solo puede ser
sometido a un proceso penal y sancionado aquél que realizó una conducta que
estuviera considerada dentro de la ley penal como delito, por lo que resulta
fundamental que se señale qué formula penal se está aplicando al caso, con

4 GOMEZ ORBANEJA, Emilio. Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Barcelona, España. Editorial
Bosch. 1947, p. 49.
5 Acuerdo Plenario N° 7-2006/CJ-116 del 13 de octubre de 2006.
precisión de la modalidad, circunstancias agravantes y grado de desarrollo del
delito y de la responsabilidad.

La calificación de los hechos exige el conocimiento de los elementos que


configuran el tipo penal y, además, el conocimiento para determinar el grado de
responsabilidad (autor o partícipe) y el grado de desarrollo del delito (consumado o
en grado de tentativa). Si se trata de delitos especiales o de infracción de deberes,
será necesario precisar cómo los hechos están relacionados con el ámbito de
competencia del agente, y qué deberes infringió.

También existe una “individualización jurídica”, que ya no pasa por determinar la


identificación del sujeto, sino cómo este será tratado desde el Derecho Penal, esto
es, determinar su grado de responsabilidad en caso de que dicha individualización
le corresponda.

3. El aspecto probatorio o “confirmación”. Aquí se debe precisar con qué


elementos de convicción se cuentan y se contarán para poder sustentar la
atribución que se realiza y que confirmarán diversos aspectos fácticos y jurídicos.
Puesto que el imputado está amparado por la presunción de inocencia,
corresponde al fiscal reunir los elementos de cargo válidos para destruirla.

La deficiencia en los elementos de convicción de cargo debería conducir a la


imposibilidad de plantear una acusación y, de hacerlo, la posibilidad de concluir en
el sobreseimiento del proceso. Más difícil será considerar que dicho caso llegue a
juicio y que sea el juez quien en el ejercicio de sus facultades oficiosas en la
actuación probatoria pretenda suplir la labor deficiente del fiscal en lo que se
refiere a la confirmación de los cargos.

Tradicionalmente, mediante el conocimiento de cargos la autoridad policial o fiscal


se limitaba a informar al imputado que era sujeto de una investigación penal y, en
esa medida, se le precisaba el nomem juris del delito y el artículo del Código Penal
en el que dicho delito estaba tipificado.

En la actualidad, es necesario que la comunicación de los cargos por parte de la


autoridad policial o fiscal cumpla con una serie de requisitos mínimos que no solo
hagan posible considerar que estamos ante una “causa probable”, sino también
que sirvan de garantía al ciudadano. Entre estos requisitos tenemos los siguientes:

- Establecer el tiempo y lugar de realización de la conducta.

- Precisar qué conducta realizó el agente (acción u omisión).

- La tipificación de la conducta como delito, citando las normas penales aplicables.

- Precisar el grado de desarrollo y de responsabilidad del sujeto.

- Los elementos de convicción con los que se cuenta.


Como características de orden formal para la comunicación de los cargos se debe
considerar el orden y la claridad, de modo que la imputación resulte comprensible
para el ciudadano que va ser sometido a la persecución penal (en este último
aspecto se consideran las características culturales del sujeto, como por ejemplo,
el manejo de un idioma diferente).

Para la defensa adecuada e incluso la igualdad de armas, es necesario que el


imputado conozca los cargos y esté al tanto del proceso para que pueda
reaccionar ante las contingencias que puedan surgir, de tal manera que pueda
hacer valer sus argumentos y pruebas. Es fundamental que si la información
aparece en otro idioma, los extranjeros o imputados que forman parte de grupos
minoritarios indígenas o nativos puedan acceder a esta a través de traductores e
intérpretes. Si bien esto no siempre permite superar las distancias culturales, por
lo menos establecerá un puente para evitar el desconocimiento y extrañeza.

Un factor determinante para establecer si la imputación cumple, desde el aspecto


fáctico, con las condiciones mínimas, es la naturaleza del delito atribuido. En ese
sentido, es más sencillo atribuir la inobservancia de un mandato legal, como por
ejemplo, conducir en estado de ebriedad, que establecer la pertenencia en una
organización delictiva. Las exigencias típicas también harán la diferencia: en el
caso de una organización delictiva, el fiscal debe precisar, mínimamente, a qué
clase de estructura organizativa pertenece, dónde opera, cuál es su modus
operandi y cómo se relaciona con el delito atribuido.

2. Relación entre el principio de imputación necesaria y el principio de


legalidad penal y el derecho de defensa

Dentro del contenido constitucional del principio de legalidad penal, encontramos


la garantía de la ley penal cierta6, de la que se deriva el denominado “mandato de
determinación”, según el cual, el legislador debe cumplir con precisar en forma
clara e inequívoca la conducta y la sanción penal aplicable7. Esto le permite
conocer al ciudadano qué conductas están prohibidas o qué mandatos debe
cumplir, ya que de lo contrario será pasible de una sanción que también se
encuentra preestablecida.

6 “La exigencia de la lex certa no puede entenderse, sin embargo, en el sentido de exigir al legislador una
claridad y precisión absoluta en la formación de los conceptos legales. Ello no es posible, por la naturaleza
propia del lenguaje, que con sus características de ambigüedad y vaguedad admite cierto grado de
indeterminación, mayor o menor según el caso. Ni siquiera las formulaciones más precisas, las más
casuísticas y más descriptivas que se puedan imaginar, llegan a dejar de plantear problemas de
determinación de algunos supuestos, ya que siempre poseen un ámbito posible de equivocidad. Por eso se
ha dicho, con razón, que en esta materia no es posible aspirar a una precisión matemática porque esta
escapa incluso a las posibilidades del lenguaje.” (CURI URZUA, Enrique. La ley penal en blanco. Bogotá,
Colombia. Temis. 1988, p. 69).
7 “El grado de indeterminación será inadmisible cuando no permita al ciudadano conocer qué

comportamientos están prohibidos y cuáles están permitidos.”(BACIGALUPO, Enrique. Manual de Derecho


Penal. Bogotá, Colombia. Temis. 1989, p.35).
Con mayor razón, si la garantía para el ciudadano determina en términos
generales que debe responder solo si la conducta estaba prevista de modo claro y
preciso previamente en la ley, también corresponde que el ciudadano solo esté
sujeto a la investigación y persecución penal en la medida en que el titular de la
acción penal sea capaz de imputarle, con cierto grado de precisión, la razón por la
que su conducta motiva la intervención penal.

Por otro lado, el derecho de defensa implica, en sentido material, la posibilidad de


que el imputado pueda hacer frente a la atribución penal no solo mediante el
reconocimiento de mecanismos procesales de alegación, argumentación,
oposición o impugnación, sino también que pueda, sobre los hechos planteados,
realizar afirmaciones o negar las que efectúe el persecutor penal, y para esto es
posible que pueda hacer uso de los medios de confirmación que la ley prevé, aun
cuando está amparado por la presunción de inocencia.

Para el ejercicio del derecho de defensa, el presupuesto indispensable8 es que el


imputado haya podido conocer de modo claro, preciso y comprensible los cargos
que se le atribuyen, lo que incluye no solo la disposición de inicio de su
investigación, sino también acceder a toda documentación e información reunida
en función de su caso9. Como señala Maier, “la imputación correctamente
formulada es la llave que abre la puerta de la posibilidad de defenderse
eficientemente.”10

La imprecisión, vaguedad o confusión en los componentes fácticos y jurídicos de


la imputación conlleva necesariamente a la subsanación y responsabilidad
funcional del fiscal, pero no autoriza el uso de excepciones de improcedencia de
acción, donde se advierte la irrelevancia penal del caso, que al declararse
fundadas conllevan necesariamente al sobreseimiento de los procesos.

La inobservancia de este principio, de comunicación previa y detallada de los


cargos o los motivos de la investigación, puede constituir una clara vulneración del
derecho a la defensa, tal como dejó sentada la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú: “los inculpados no
tuvieron conocimiento oportuno y completo de los cargos que se les hacían y se
les limitó el acceso al acervo probatorio”11.

8 “El conocimiento efectivo de la imputación es presupuesto indispensable del ejercicio el derecho de defensa,
porque no hay defensa sin imputación, la imputación no es conocida o parcialmente conocida, causa
indefensión.” (SOLAS LOPEZ, A. El derecho de defensa. En Boletín ONBC. Octubre – Diciembre de 2005. La
Habana, Cuba. pp. 2-10).
9 En el Código Procesal Penal peruano de 2004 se establece el derecho que tienen las partes de acceder a la

información, siendo posible solicitar copias de la carpeta fiscal.


10 MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal argentino. Tomo I. Buenos Aires, Argentina. Editorial Hammurabi.

1989, p. 336.
11 Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) del 31 de enero de 2001, fundamento

83.
3. Relación entre el principio de imputación necesaria y la teoría del caso

La imputación mínima necesaria es un principio que tiene relación directa con la


elaboración de una teoría del caso. Esta última, por ser una herramienta útil en las
reformas procesales, permite que desde el conocimiento del caso y con los
elementos de convicción iniciales se pueda plantear una hipótesis fáctica y
jurídica, que implica una reconstrucción de lo sucedido mediante un relato
ordenado y coherente de los hechos, así como una calificación jurídica que
corresponda de acuerdo con el ordenamiento penal aplicable.

Como instrumento metodológico, la teoría del caso no solo permite dirigir


estratégicamente una investigación dado que se buscará lo que fuera necesario
para satisfacer la hipótesis planteada, dejando de lado una actuación al azar o
esencialmente burocrática, sino también medir la debilidad o fortaleza del caso, y
será un indicador para tomar ciertas decisiones que permitan una solución eficaz y
eficiente.

Como señala Bacigalupo, se realizará una operación mental destinada a vincular


un hecho con un pensamiento y comprobar si los elementos de ese pensamiento
se reproducen en el hecho. Particularmente, subsumir un hecho bajo las
categorías del delito (tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad, etc.) consiste en
comprobar si el hecho posee todas las características del delito12.

Si desde el momento en que conoce la noticia criminis el fiscal es capaz de


formular una teoría de caso, entonces podrá señalar a la defensa qué está
buscando acreditar, lo cual será determinante para que esta, en función de la
versión de su patrocinado y con los elementos de convicción que hasta ese
momento se hayan obtenido, pueda encaminar una tesis alterna o subsidiaria y
también una estrategia de defensa activa o pasiva.

La ausencia de una idea clara del hecho atribuido no solo perjudica el trabajo de la
defensa, sino también la del propio fiscal, que puede estar desorientado en torno
al trabajo de investigación que debe efectuar.

Es importante citar aquí lo señalado por Benavente Chorres: “… si los hechos que
el abogado maneja no son subsumibles dentro de un tipo penal, no tiene un caso
penal sino una historia pura y simple. Si los hechos son subsumibles dentro de un
tipo penal, pero no hay pruebas, se tiene una buena historia delictiva. Si los

12 BACIGALUPO, Enrique. Técnicas de resoluciones de casos penales. Madrid, España. Colex. 1995, p. 37.
hechos son subsumibles en un tipo y además se tiene una buena prueba, se tiene
un caso.13”

El autor citado denota los tres componentes de la teoría del caso, que son a su
vez los tres aspectos que debe satisfacer una imputación.

4. Necesidad de control y subsanación

Antes de desarrollar este tema, es necesario absolver una pregunta sobre el


momento en que se hace exigible la observación del principio de imputación
mínima necesaria, justamente para determinar desde qué momento se debe
efectuar un control sobre este tema, y así buscar su subsanación.

Se podría sostener que cuando se realiza una imputación seria y acabada es que
debemos considerar dicha exigencia, lo cual nos colocaría en el punto en el que el
fiscal formula su acusación. O cuando debe iniciarse un proceso penal
formalmente, esto es, cuando el fiscal formaliza la investigación preparatoria. O se
podría considerar su cumplimiento desde el momento en que una persona es
citada para el inicio de una investigación y debe conocer los cargos que pesan
contra ella.

En el texto del artículo 8.2.b (garantías judiciales) de la Convención Americana


sobre Derechos Humanos (CADH) se consagra este principio y se responde a la
pregunta planteada: una vez que se formula una acusación, señalando que esta
debe ser comunicada de manera “previa y detallada” al inculpado. Al respecto, en
el caso Barreto Leiva vs. Venezuela, la Corte Interamericana14 ha precisado que el
ejercicio del derecho a una comunicación previa y detallada de la acusación se
satisface cuando:

- Se le informa al interesado no solamente de la causa de la acusación, esto es,


las acciones u omisiones que se le imputan (tiempo, lugar y circunstancias), sino
también las razones que llevan al Estado a formular la imputación, los
fundamentos probatorios de esta y la caracterización legal que se da a esos
hechos.

- La información es expresa, clara, integral y suficientemente detallada para


permitir que el acusado ejerza plenamente su derecho a la defensa y muestre al
juez su versión de los hechos. Esto quiere decir que la acusación no puede ser
ambigua o genérica.

Por otro lado, en el caso Ayçoban y otros contra Turquía, de fecha 22 de


diciembre de 2005, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos expresó que toda
persona acusada tiene derecho a ser informada de los motivos de la acusación,

13 BENAVENTE CHORRES, Hesbert. Estrategias para el desahogo de la prueba en el juicio oral. México.
Flores Editor. 2010, p. 63.
14 Sentencia del 17 de noviembre de 2009, fundamentos 28 y 29.
entendiendo por estos motivos tanto los actos en los cuales se sustenta como su
naturaleza, esto es, la calificación legal de tales actos. Asimismo, resaltó que toda
persona tiene derecho a que la información sobre los motivos y la naturaleza de la
acusación debe ser adecuada para permitirle al acusado preparar su defensa.

En ambos casos se hace referencia a la acusación y se establece los alcances de


este derecho que no solo comprendería el aspecto fáctico y jurídico, sino también
la expresión del sustento probatorio.

En el artículo IX (numeral 1) del Título Preliminar del Código Procesal Penal


peruano de 2004 se consagra el derecho de conocimiento de la imputación,
mientras que en el artículo 71° (literal a del numeral 2) de esta misma norma se
establece que es un derecho del imputado conocer los cargos desde que se inicia
una investigación, de modo que en la primera oportunidad que es citado debe
conocer la razón para su comparecencia ante una autoridad penal.

Si bien es cierto que las normas supranacionales hacen mención a la acusación,


la Corte Interamericana considera que el derecho a una comunicación previa y
detallada de la acusación (artículo 8.2.b) «“rige incluso antes de que se formule
una “acusación” en sentido estricto” [y que] es “necesario que la notificación ocurra
previamente a que el inculpado rinda su primera declaración ante cualquier
autoridad pública15”». Asimismo, agrega que: “Evidentemente, el contenido de la
notificación variará de acuerdo al avance de las investigaciones, llegando a su
punto máximo (…) cuando se produce la presentación formal y definitiva de
cargos. Antes de ello y como mínimo el investigado deberá conocer con el mayor
detalle posible los hechos que se le atribuyen16”.

La Corte Interamericana ha subrayado que no puede esperarse a que la persona


sea formalmente acusada o que se encuentre privada de la libertad para
proporcionarle la información expresa, clara, integral y suficientemente detallada
de la imputación, puesto que de ello depende el oportuno ejercicio del derecho a la
defensa.

El que una persona se encuentre en calidad de indiciada o investigada no es una


situación que pueda revestir gravedad: es más, se puede sostener que es un
deber ciudadano someterse a las indagaciones que fueran necesarias cuando una
persona tiene relación con un suceso delictivo. Una situación más grave es la que
se puede presentar cuando una persona debe ser sometida a juzgamiento y
contra ella ya existen elementos fácticos y jurídicos definidos y respaldados por
elementos de convicción, con una pretensión explícita de aplicación de una
sanción.

15Sentencia del Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, fundamento 30.


16Ibídem, fundamento 31 La Corte Interamericana ha enfatizado que el investigado, antes de declarar, tiene
que conocer de manera oficial cuáles son los hechos que se le imputan, no sólo deducirlos de la información
pública o de las preguntas que se le formulan. (Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, fundamentos 30 y 31).
Por otro lado, una persona tampoco puede ser sometida a investigación por la sola
voluntad de la autoridad, ya que existen ciertas condiciones mínimas que se
deben observar. En ese sentido, no basta que el sujeto este individualizado y
tengamos una acción penal vigente: desde un punto de vista material, requerimos
tener una atribución precisa que permita satisfacer los elementos más importantes
del tipo penal imputado.

Lamentablemente, todavía no se supera el defecto de imputaciones imprecisas,


vagas o incompletas, por lo que a través del desarrollo que se puede observar
sobre el tema es necesario su control y subsanación. Al respecto, podemos inferir
que existen dos tipos de control:

1. Control directo: Acudir al fiscal y observar la imprecisión de su imputación,


esperando que este, sin mediación del juez de investigación preparatoria, subsane
el error.

2. Control mediato: Que se podría efectuar en dos momentos: a) Por la acción de


tutela que, según el Acuerdo Plenario N° 2-2012-CJ-116, puede servir como
instrumento de control y subsanación de este defecto, que abre la posibilidad de
que se efectué en las diligencias preliminares e investigación preparatoria; y b)
Por el control de la acusación, que permitirá ingresar al juzgamiento con todos los
elementos de atribución definidos, tanto para la prueba como para el debate.

La posibilidad de realizar un control en diligencias preliminares permite que el


fiscal pueda argumentar que no tiene en ese momento todos los elementos
necesarios para una imputación clara y completa. Sin embargo, sí requiere de un
mínimo necesario, para no afectar la garantía del debido proceso, y, con ello, el
derecho a la defensa17.

Ese mínimo necesario deberá ser evaluado en última instancia por el juez, que
entre los criterios que debe considerar observará la naturaleza del delito atribuido
y la complejidad de las investigaciones a realizar.

5. ¿A quiénes alcanza el principio de imputación necesaria?

Parece que este deber de imputación solo alcanza al Ministerio Público, en tanto
que es el titular de la acción penal y afirma la culpabilidad, que debe demostrar en
el proceso. De allí que las acciones de control realizadas operen contra él y
determinen su responsabilidad funcional.

En cuanto a quienes tienen el derecho de exigir que se cumpla dicho principio, no


solo tenemos al imputado, sino también a la persona jurídica que es considerada
como parte del proceso para efectos de las consecuencias accesorias atribuidas
en función a su conexión con un delito. Puesto que el Código Procesal Penal de

17 STC Exp. N° 00156-2012-PHC/TC, fundamento jurídico 23


2004 reconoce a las personas jurídicas los mismos derechos y garantías del
imputado, entonces, si sobre ellas pesa una imputación imprecisa o incompleta,
cabe que puedan activar los mismos mecanismos de control y subsanación.

El actor civil, en cuanto a su pretensión civil, también deberá dejar claro los
hechos y el daño que estos generaron a fin de que pueda ejercerse plenamente la
contradicción por parte del imputado y el tercero civilmente responsable.

Cabe indicar que en nuestro sistema jurídico el derecho a conocer los cargos de
manera clara y detallada alcanza a otros ámbitos que no son propiamente
jurisdiccionales. Esta garantía se reconoce en los procedimientos administrativos
e, inclusive, parlamentarios.

El Tribunal Constitucional peruano ha expresado que: “El derecho a la


comunicación previa y detallada de la acusación, supone en primer lugar que las
comisiones investigadoras deben dar a conocer con claridad bajo qué cargos y por
qué circunstancias se cita a una persona a declarar. Impone asimismo al
Congreso la obligación de legislar con claridad los distintos procedimientos
sancionatorios, especialmente para garantizar los derechos que le asisten a
quienes son investigados y citados. Es la única forma de garantizar que los altos
funcionarios o los ciudadanos, según sea el caso, conozcan en forma previa,
clara, integral y suficientemente detallada los hechos (acciones u omisiones) por
los que son citados a una Comisión investigadora; o los delitos que se le imputan
en el ejercicio de la función (antejuicio) o las infracciones constitucionales
previamente tipificadas (juicio político), a fin de que puedan ejercer en forma
efectiva su derecho a la defensa.”

6. A manera de conclusión

El principio de imputación mínima necesaria, aunque diera la impresión de no


tener mayor trascendencia, es fundamental para evaluar si estamos frente a un
Estado Constitucional de Derecho que persigue y juzga a los ciudadanos cuando
existe un hecho con trascendencia penal y ciertas condiciones mínimas para
someterlo a la molestia de una investigación o estamos frente a un Estado “de
sospecha”, en el que los ciudadanos son perseguidos a partir de meras
afirmaciones vagas e incompletas y sin un sustento mínimo.

La inseguridad no solo se genera por la existencia del delito, sino también por la
ausencia de reglas y pautas claras de actuación para el propio Estado, que puede
convertirse en el mayor vulnerador de los derechos y garantías fundamentales.
Esta manifestación mínima, pero fundamental, integra no solo la idea de debido
proceso, sino también la de seguridad jurídica.

Bibliografía
- BACIGALUPO, Enrique Técnicas de resoluciones de casos penales. Madrid, España.
Colex. 1995. Manual de Derecho Penal. Bogotá, Colombia. Temis. 1989.

- BENAVENTE CHORRES, Hesbert. Estrategias para el desahogo de la prueba en el


juicio oral. México. Flores Editor. 2010

- CURI URZUA, Enrique. La ley penal en blanco. Bogotá, Colombia. Temis, 1988.

- GOMEZ ORBANEJA, Emilio. Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Criminal.


Barcelona, España. Editorial Bosch, 1947.

- HABERLE, Peter. El Estado Constitucional (Traducción de Héctor Fix-Fierro). México.


UNAM, 2001.

- MAIER, Julio Derecho Procesal Penal argentino. Tomo I. Buenos Aires, Argentina.
Editorial Hammurabi, 1989. Derecho Procesal Penal. Fundamentos. Buenos Aires,
Argentina. Editores Del Puerto, 1960.

- SOLAS LOPEZ, A. El derecho de defensa. En Boletín ONBC. Octubre – Diciembre de


2005. La Habana, Cuba

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