Taller de Violencia de Género - Marco Teórico
Taller de Violencia de Género - Marco Teórico
Taller de Violencia de Género - Marco Teórico
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PALOMA, D.A. (2002) “Violencia contra las mujeres, violencia de género”, en La prevención y
detección de la violencia contra las mujeres desde la atención primaria de salud, ed. Asociación para la
Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, Madrid, pág 22
dependientes, generosas, expresivas, y que este rol es complementario a de los
segundos, que son violentos, agresivos, competitivos, líderes, exitosos, pensantes y
controlan sus emociones. La subjetividad del hombre, se construye en clara oposición al
género femenino.
¿Por qué importa que tengamos en cuenta lo antes mencionado para analizar la
violencia de género? Es importante que entendamos que muchas de las conductas
violentas de los hombres tienen génesis en el rol de género aprendido socialmente. Esta
situación se vislumbra al verificar que muchos hombres violentos brindan descripciones
que responden a la socialización genérica masculina, tienen posiciones subjetivas
machistas, patriarcales. Esta idea también es reforzada al verificar las conductas
violentas de los hombres, por cuanto son de carácter selectivo y con capacidad de
autocontrol, es decir, se encuentran dirigidas a las mujeres, y no se desencadenan en
cualquier ámbito o por cualquier motivo.
Definición de violencia
Así, podemos decir que la violencia es una conducta, que se desarrolla, aprende
y ejerce en las relaciones humanas y que para trabajar sobre ella, es necesario tener en
consideración el contexto en el que un acto violento tiene lugar, para poder nominarlo
como tal. No se puede analizar la violencia como si fuera una foto. Es necesario ver la
película, conocer los protagonistas, sus historias y la trama vincular en que la violencia
se despliega.
Violencia de Género
Allí, se define la violencia contra las mujeres como “toda conducta, acción y
omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el
privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad,
integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su
seguridad personal”2.
Si desglosamos cada uno de los supuestos que prevee la ley, vamos a advertir
que toda mujer, a lo largo de su historia vital, ha sufrido en algún ámbito de desarrollo
situaciones de violencia.
La definición plantea formas de violencia que abarcan desde aquellas que se
producen en el macro de la sociedad, aquellas que se pueden producirse en el ámbito
laboral, la violencia obstétrica, y la violencia en la pareja, entre otras.
Ley 26485, “Ley de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
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mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales”, Art. 4, Año 2009
Como desarrollamos al momento de explicar la socialización genérica, las
formas en que la sociedad nos dice cómo ser hombres y mujeres, se sostiene en esto
supuesto. Así también, a través de dispositivos similares (literatura, películas, novelas,
publicidad), nos hacemos eco de los mitos que nos explican cómo debe ser una relación
de noviazgo/pareja.
Si queremos parar la violencia de género, es necesario que podamos poner en
juicio estos mitos.
Algunos de ellos son:
Mito de la media naranja: se basa en la idea de que uno tiene otra mitad. Esto
fortalece la idea de que somos incompletos, que el otro nos completa. También, subyace
en el mito, la idea de que hay otro específico (no cualquiera) que nos completa, que
encaja perfecto con nosotros. Concebir al otro como “alma gemela”, encarna el peligro
de pensar que el verdadero amor está predeterminado. Es ese el que nos completa. Y
uno no tiene posibilidad de elección ni de huida frente a eso. También esconde la
creencia de que sólo se quiere de verdad una sola vez, y de que el amor verdadero es
eterno.
Mito de la unidad: viene aparejado al anterior y consiste en la creencia de que los
miembros de una pareja son “uno”: Esto también conduce a que los integrantes de una
pareja piensen que el otro debe saber todo de uno. Esto implica una renuncia a la
intimidad e individualidad que resulta poco sana. También podemos relacionar este
mito con el sentimiento de posesión, por cuanto, si el otro es mi mitad, el otro es mío.
Creer que amor y enamoramiento son equivalentes: Consiste en creer que si una
persona deja de estar enamorada significa que ya no ama, y que lo mejor es cortar la
relación.
Mito de la omnipotencia: Consiste en creer que el amor “todo lo puede”, o que
cualquier sacrificio es válido. Que el otro o uno, puede cambiar por amor; que el amor
verdadero lo perdona y lo aguanta todo;
Los polos opuestos se atraen: No es lo mismo hablar de polaridad que
complementariedad. No nos referimos con “polos opuestos” a describir alguien
Tranquilo y otro inquieto u otro tipo de dualidades. Se trata de comprender que las
personas pueden ser distintas, tener personalidades diferentes, pero una pareja, o mejor
dicho, aquellas que pueden conformar un vínculo sano, suelen compartir objetivos,
intereses y perspectivas.
Mito de la exclusividad: Se basa en la creencia de que es imposible que nos
atraiga más de una persona a la vez. “Si me quiere, no puede sentir atracción por otro”.
“No se puede ser feliz sin pareja”: guarda relación también con la idea de media
naranja, de ser completo con otro, del “sin vos no soy nada”. Con los estereotipos de
familia. Lógicamente uno no puede ser feliz siendo una mitad. Lo importante es
entender que uno es Uno, completo y que puede elegir transcurrir la vida con otro o no,
sin que de ello dependa la felicidad.
“Si no siente celos, no me quiere”: Es uno de los mitos más presentes en nuestra
sociedad. Emparejar los celos con un signo de amor.
“Las buenas parejas no discuten”: Consiste en creer que las parejas que están bien
conformadas son aquellas en la que los integrantes no discuten. Los conflictos existen, y
deben ser discutidos. Lo importante es la forma en que se resuelven. Cada uno debe
estar abierto al diálogo y al intercambio de opiniones con respeto.
Ejemplo. Dichos de una chica de 25 años en el marco de una entrevista, que dan cuenta
de la presencia de todos estos mitos: “Cómo me iba a separar? Cómo dejar pasar al
amor de mi vida”; “Mis papás vivieron 50 años de amor profundo. Mi mamá dedicada
a pleno a nosotros, a criarnos, educarnos y mi papá, un hombre ejemplar, siempre
trabajando por nosotros. Entre ellos no había ni un sí ni un no, mi mamá lo respectó
siempre. Tanto, que jamás lo contradijo”.
Violencia en la Pareja
De todo lo que venimos compartiendo, se desprende que la violencia en la
pareja, es aquella que principalmente perpetran hombres contra mujeres, y que se
despliega por la existencia de una adhesión muy estereotipada a los roles de género,
generalmente, en ambos integrantes de la relación.
Existen ciertos indicadores que permiten prever posibles situaciones de
violencia de gravedad en una pareja. Esto no significa que siempre que estén presentes
los factores de riesgo habrá violencia en la pareja, ni que deba contarse con todos para
que esto suceda. Pero sí se advierte, que en toda situación de violencia grave, se
encuentran por debajo de la superficie éstos factores.
Algunos de ellos son: falta de arraigo de alguno o ambos, las modalidades en
que la violencia se despliega, la forma en que se despliega (en presencia de terceros, en
espacios públicos, con utilización de objetos e incluso armas). En lo que al agresor
respecta: celos o conductas controladoras y posesivas, baja autoestima, antecedentes de
violencia en la familia de origen, con otras parejas o con terceras personas, consumo
abusivo de drogas y alcohol, antecedentes psiquiátricos, conductas de crueldad,
desprecio y falta de arrepentimiento frente a la víctima o justificación de sus conductas
por su estado o por la provocación de la mujer. Por su parte, en lo que a la víctima
respecta, también pueden existir antecedentes de violencia en su familia de origen o con
parejas anteriores, escaso registro de los episodios de violencia, minimización,
naturalización; ausencia de redes de contención social (este aislamiento social pudo
haber sido generado por el propio hombre y se constituye como factor de riesgo porque
esa soledad, coloca a la víctima en una posición de dependencia en relación al agresor, y
con ello en una posición de vulnerabilidad); sensación de abatimiento, baja autoestima
(síndrome de indefensión aprendida).
Tipos de Violencia
No existe consenso sobre las modalidades en que la violencia de género
puede presentarse, por cuanto hay autores que engloban en un concepto formas de
violencia que otros detallan de manera separada.
No importa qué marco teórico se tenga en cuenta, sino que más allá de las
distinciones que se puedan realizar, todas las formas de maltrato estén comprendidas en
los tipos de violencia que se tienen en cuenta frente a un caso.
Con el fin de no entrar en debates teóricos de profundidad, tomaremos los
tipos de violencia que tiene en cuenta la Ley Nacional 26485. Estos son:
Ciclo de la violencia
Este ciclo se produce una y otra vez y, con el tiempo, se agrava gradualmente
en frecuencia (cada período dura menos tiempo) e intensidad. Como dijimos antes, el
ciclo de la violencia nos permite ver que no es lo mismo que una discusión aislada en
una pareja. Cuando hablamos de violencia nos referimos a situaciones crónicas,
reiterativas y cíclicas.
Cómo generar vínculos sanos
Una pareja no violenta está basada en una relación igualitaria, en la que cada
parte mantiene su autonomía más allá del otro. No se trata de una relación de dominio,
en que una parte somete a la otra, y, tampoco, de una relación fusional en la que la
individualidad desaparece (el período fusional es propio de la etapa de enamoramiento).
Por eso, a la par que pensamos en las señales que dan cuenta de que una
relación puede estar siendo violenta, también podemos tener en consideración aquellos
indicadores que dan cuenta de una relación igualitaria. Estos son:
- Confianza y apoyo
- Honestidad y responsabilidad
- Negociación justa
- Respeto
- responsabilidad individual sobre uno mismo
- responsabilidad compartida sobre la relación
También es importante poder ver si le está pasando a un amigo. Para eso, hay
que prestar atención a si cambia bruscamente sus comportamientos, se muestra más
irritable, retraído. Comienza a salir menos. Publica menos cosas en las redes sociales o
cambia su perfil. Recibe mensajes de su pareja de manera permanente.
En estos casos, tenemos que mostrar una actitud de acompañamiento y apoyo.
No se trata solo de intentar que el otro “vea” lo que está pasando, sino también de
mostrarnos dispuestos a apoyar cuando sea el momento en que el otro lo necesite.
Cuando otro decide contarnos lo que le pasa, es probable que venga pasando desde hace
tiempo, por eso es importante estar dispuestos a escuchar, sin hacer juicios de valor.
La violencia en el noviazgo no es algo privado, esos trapitos no se lavan en
casa, es necesario que los demás actuemos para parar con la violencia.