WOTAN
WOTAN
WOTAN
Jung - Wotan
Como mañana 6 de Junio se cumplen 50 años de la muerte del profesor Carl G. Jung
(1875-1961), Editorial Streicher ha creído conveniente recordarlo publicando la traducción
castellana de un reconocido ensayo suyo, más comentado que leído. En efecto, el lector
común no logra acceder fácilmente a la versión en castellano de Wotan (1936). Sí puede
acceder a su traducción inglesa, que mayoritariamente circula en la traducción que hiciera
Elizabeth Welsh en 1947 a instancias o con el conocimiento del profesor Jung. Esa versión
nos deja la impresión de haber tenido presente el resultado de la Segunda Guerra en sus
énfasis y olvidos con respecto a la versión primera de 1936. La hemos tenido siempre en
cuenta, junto con otra traducción al holandés que pudimos hallar, por ser la mayormente
difundida en términos generales, pero la simpleza y a veces la vaguedad del idioma inglés
con respecto al nuestro (ni mencionarla frente al idioma alemán), ha hecho que nuestro
texto base fuese la cuidada traducción directa al italiano que hiciera Elena Schanzer, no
sabemos en qué año, y que circula en una edición de 2005 realizada por Stefano Senesi.
Por tanto, como no hemos podido acceder al original en alemán, hemos hecho una
traducción lo más apegada al sentido semántico que se colige de todas las traducciones.
Las citas de Nietzsche las hemos cotejado con buenas interpretaciones suyas que hay desde
hace tiempo en castellano. Jung incluyó diversas notas, unas veinte, en su escrito, las que
en lo posible se han incorporado al texto mismo para su mayor fluidez; las que no, van al
final del texto. Hemos además realizado algunos aportes para la mejor comprensión del
texto en su conjunto.
WOTAN
por Carl G. Jung
(1936)
Más tarde, hacia el final de la República de Weimar, el papel errante fue asumido
por miles y miles de personas desempleadas que se encontraban en todas partes
deambulando sin rumbo fijo. En 1933 no se vagabundeó más, sino que se marchaba
por centenares de miles, desde niños de cinco años hasta ancianos. El movimiento de
Hitler literalmente puso en marcha la totalidad de Alemania, dando vida al espectáculo
de una nación que migraba marcando el paso. Wotan, el vagabundo, había despertado.
Así, podía vérselo en la sala de reuniones de una secta en el Norte de Alemania
conformada por gente modesta, representado como un Cristo un poco avergonzado,
sentado en un caballo blanco. No sé si estas personas eran conscientes del parentesco
primordial de Wotan con las figuras de Cristo y de Dionisio; probablemente no.
Al principio, Wotan, el viajero incansable, el alborotador que suscita querellas aquí
y allá y además obra la magia, fue transformado por el cristianismo en un demonio; no
era más que un fuego fatuo en las noches de tormenta, un cazador espectral
acompañado por su séquito, y esto, también, sólo en las tradiciones locales, que eran
cada vez más descoloridas. Fue la figura de Ahasverus [el judío errante], forjada en la
Edad Media, la que asumió el papel del caminante incansable; se trata de una leyenda
cristiana, no judía: el tema del vagabundo que no ha aceptado a Cristo fue proyectado
sobre los judios (así como normalmente redescubrimos en los otros nuestro contenido
psíquico que se ha hecho inconsciente). En todo caso la coincidencia del antisemitismo
con el despertar de Wotan es una sutileza psicológica que podría valer la pena
recordar.
Los jóvenes alemanes que celebraban el solsticio no fueron los únicos que
percibieron el susurro en el bosque virgen del inconsciente; ello ya había sido intuído
proféticamente por Nietzsche, Schuler, Stefan George y Ludwig Klages [1]. La tradición
literaria de Renania y el territorio al Sur del río Main, ciertamente no pudo liberarse
con facilidad de la impronta clásica, razón por la cual se recurría voluntariamente
(apoyándose en los prototipos clásicos), a la antigua embriaguez y a la antigua
exaltación, es decir a Dionisio, puer aeternus [el eterno niño], y al Eros cosmogónico
[2]. Sin duda alguna, esto estaba más acorde con la mentalidad clásica que con la idea
de Wotan, el cual, sin embargo, proporciona una referencia más exacta. De hecho, es
un dios del ímpetu y de la tormenta, una furia de pasión y ardor guerrero; y por lo
demás, un poderoso mago y artista de la ilusión, versado en todos los secretos ocultos
de la naturaleza.
"Y, semejante al viento, quiero yo soplar alguna vez entre ellos, y con mi espíritu
cortar la respiración a su espíritu: así lo quiere mi porvenir.
"En verdad, un viento fuerte es Zaratustra para todos los bajos fondos; y este
consejo da a sus enemigos y a todo lo que escupe y vomita: «¡Guardaos de escupir
contra el viento!» [Así Hablaba Zaratustra, II, De la Chusma]
Y cuando Zaratustra sueña que, guardián de las tumbas en la montaña del castillo
de la muerte, quiere abrir la puerta, y "un viento rugiente abrió violentamente las
hojas de la puerta":
"Con agudos gritos y chillidos arrojó hacia mí un ataúd negro. Y en medio del rugir,
silbar y chirriar, el ataúd se hizo pedazos y escupió miles de carcajadas diferentes".
"¿No eres tú mismo el viento de silbidos agudos, que arranca las puertas del
castillo de la muerte?. ¿No eres tú mismo el ataúd lleno de maldades multicolores y
lleno de muecas angelicales de la vida?" [Así Hablaba Zaratustra, II, El Adivino].
En esta imagen se destaca con fuerza el secreto de Nietzsche, que desde 1863
hasta 1864 había escrito Al Dios Desconocido:
Y veinte años más tarde, en su magnífico Himno al Mistral [En Canciones del
Principe Vogelfrei], dice:
Esta sorprendente imagen del dios cazador no es una mera figura retórica
ditirámbica, sino que está basada en una experiencia vivida en Schulpforta a los quince
años por Nietzsche y descrita por su hermana Elisabeth Foerster-Nietzsche [En Der
werdende Nietzsche: autobiographische Aufzeichnungen, 1924]. Mientras vagaba de
noche por un oscuro bosque, fue al principio sorprendido por "un grito estridente que
venía de un manicomio cercano", y luego encontró a un cazador "de rasgos lúgubres y
salvajes". En un valle "rodeado de un matorral impenetrable" el cazador puso un
silbato entre sus dientes y "emitió un agudo sonido", con lo cual Nietzsche perdió el
conocimiento y se despertó en Pforta. Había sido una pesadilla. Es significativo que el
durmiente, que tenía la intención de ir a Eisleben, la ciudad de Lutero, hablara con el
cazador si debiera en cambio ir a "Teutschental" ("valle de los alemanes"). Y es casi
imposible no comprender el agudo silbido del dios de la tempestad en el bosque
nocturno. ¿Se debe realmente sólo al hecho de que Nietzsche fuera filólogo clásico que
el dios se haya estado llamando Dionisio y no Wotan, o se lo debemos a su decisivo
encuentro con Wagner?.
En una extraña visión, Bruno Goetz lee el secreto de los acontecimientos que se
producirían en Alemania [Reich ohne Raum, Imperio Sin Espacio, Potsdam, 1919]. Ese
libro me pareció entonces como un pronóstico del tiempo en Alemania, y lo he tenido
siempre en cuenta. Allí intuye el contraste existente entre el reino de las ideas y el de
la vida, detrás del dios a la vez de la tempestad y de la secreta meditación, que
desapareció cuando cayeron su robles y que retornó cuando el dios de los cristianos se
reveló como demasiado débil para salvar a la cristiandad de la carnicería fratricida.
Cuando el Santo Padre en Roma, privado de todo poder, sólo podía quejarse ante Dios
en favor de la grex segregatus [el rebaño disperso], el viejo cazador tuerto, en el
borde del bosque germánico, se rió y ensilló a Sleipnir.
Tal vez podemos designar este fenómeno general como Ergriffenheit, que es la
posibilidad de ser "ocupado", de ser poseído. Este término implica tanto un Ergriffener,
un "capturado", un "poseído", como también un Ergreifer, "el que se apodera", que
posee. Siendo Wotan "uno que se apodera", lo que significa que posee a los hombres,
si no se quiere derechamente divinizar a Hitler –lo que realmente de alguna manera ya
ha ocurrido–, sólo queda Wotan como única explicación. Es cierto que él comparte con
su primo Dionisio esta característica, pero parece que la influencia de éste se ejercía
principalmente sobre el género femenino. Se puede decir que las ménades de Dionisio
constituían una tropa de asalto (SA = Sturm-Abteilung) femenina, y de acuerdo con la
historia mitológica, eran bastante peligrosas. Wotan se limita a los furibundos
Berserker, que fueron empleados como guardaespaldas por los míticos reyes
(vikingos).
Para un espíritu todavía infantil que considera a los dioses como realidades
metafísicas realmente existentes o bien como invenciones jocosas o supersticiosas, el
mencionado paralelismo entre Wotan redivivus y la tormenta sociopolítica y psíquica
que sacude a Alemania hoy en día, podría tener al menos el valor de una alegoría. Pero
como los dioses son claramente personificaciones de las fuerzas psíquicas, afirmar su
existencia metapsíquica es una presunción del intelecto tanto como la hipótesis de que
fueron inventados. Las "fuerzas psíquicas" desde luego no tienen nada que ver con la
conciencia; como nos gusta jugar con la idea de que la conciencia y la psique son lo
mismo, la nuestra no es más que una presunción intelectual. Nuestra obsesión para
explicarlo todo racionalmente encuentra obviamente su raíz en el temor metafísico,
porque el racionalismo y la metafísica han sido siempre hermanos hostiles. Las
"fuerzas psíquicas" tienen más que ver con el reino de lo inconsciente; por eso todo lo
que de improviso se le manifiesta al hombre saliendo de aquella región oscura es
considerado o como proveniente de fuera, y por lo tanto real, o como una alucinación,
y por ello no real. Pero la posibilidad de que existan cosas reales que no provienen
desde el exterior, hasta ahora a duras penas se ha insinuado en la mente del hombre
de nuestro tiempo.
Se puede, en efecto, para una mayor claridad y para escapar de los prejuicios,
prescindir del nombre y del concepto de Wotan e indicar lo mismo como furor
teutonicus; haciendo eso, sin embargo, todavía se viene a decir lo mismo, y no tan
bien, ya que el furor en este caso es una simple psicologización de Wotan y no significa
nada más que el hecho de que la gente alemana está en un estado de furia. Con esto
falta una característica valiosa de todo el fenómeno, a saber, el aspecto dramático del
Ergreifer, de aquel "que aferra", y del Ergriffener, aquel que ha sido "tomado", poseído
por aquél. Pero lo que más llama la atención en el fenómeno alemán es propiamente el
hecho de que un hombre evidentemente "poseído", "posea" a la nación entera hasta el
punto que todo se pone en movimiento, comienza a avanzar e inevitablemente a
deslizarse peligrosamente.
Los alemanes tienen una oportunidad histórica tal vez única para aprender,
penetrando en lo más íntimo de su corazón, que justamente de aquellos peligros del
alma el cristianismo quería salvar a la humanidad. Alemania es una tierra de
catástrofes espirituales, donde determinadas fuerzas naturales tan sólo aparentemente
hacen las paces con la razón dominadora del mundo. El rival de la razón es un viento
que desde la vastedad primitiva de Asia sopla hacia Europa a través de un amplio
frente que se extiende desde Tracia a Alemania, ya sea dispersando, como hojas
secas, los pueblos uno tras otro, o bien inspirando pensamientos que sacuden al
mundo hasta sus cimientos; es un Dionisio elemental que infringe el orden apolíneo. El
suscitador del huracán se llama Wotan; para poder realizar un examen más atento de
su carácter debemos no tan sólo reconocer sus acciones en medio de la agitación
histórica y de los trastornos políticos, sino que también necesitamos las
interpretaciones mitológicas, que aunque no explicaron las cosas en términos humanos
y según las limitadas posibilidades humanas, sí encontraron los motivos más profundos
en la psique y en su potencia autónoma. La más antigua intuición humana siempre ha
deificado poderes similares, caracterizándolos ampliamente y con gran cuidado por
medio de mitos, de acuerdo con sus peculiaridades.
Esto fue tanto más posible por cuanto se trataba de las imágenes o de los tipos
originales innatos en el inconsciente de muchas razas, que ejercitaban sobre éstas una
influencia directa [4]. Por lo tanto, se puede hablar de un arquetipo "Wotan", que,
como un factor psíquico autónomo, produce efectos colectivos, delineando así una
imagen de su propia naturaleza. Wotan tiene su particular biología, separado de la
naturaleza del individuo, que sólo de vez en cuando cae bajo el irresistible influjo de
aquel factor inconsciente; durante los períodos de calma, sin embargo, el arquetipo
Wotan es inconsciente como una epilepsia latente. Los alemanes que ya eran adultos
en 1914 ¿podían haber predicho el estado en que estarían en 1935?. Tales son todavía
los sorprendentes efectos del dios del viento, que "sopla donde quiere, y oyes su
sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va" [Juan 3:8], que se apodera de
todo lo que encuentra en su camino y abate todo lo que no tiene raíces. Cuando sopla
el viento, aquello que está externa e internamente inseguro, se tambalea.
Una reciente monografía de Martin Ninck sobre Wotan (Wodan und Germanischer
Schicksalsglaube, Jena, 1935) ha completado y perfeccionado nuestro conocimiento de
la naturaleza de Wotan. El lector no debe temer que se trate únicamente de un estudio
científico, escrito con distanciamiento académico. Si bien los derechos de la objetividad
científica están plenamente protegidos y el material ha sido recogido con meticulosidad
y se expone en un bello orden con rara perfección y penetración, es evidente que el
autor siente su materia como algo cercano a la vida real y que la cuerda de Wotan aún
vibra en él. Esto no es un defecto sino una cualidad principal del libro que, sin esta
participación entusiasta del autor, podría haberse convertido en un tedioso catálogo.
Ninck traza un cuadro grandioso del arquetipo alemán Wotan: lo describe en diez
capítulos, basándose en todas las fuentes disponibles, como guerrero furioso
(berserker), dios de la tormenta, caminante, luchador, dios del deseo (Wunsch) y del
amor (Minne), señor de los muertos, señor de los Einherjer [héroes muertos que
habitan en el Walhalla], maestro del conocimiento secreto, encantador, y dios de los
poetas. Incluso su mítica corte, las Valkyrias y el Fylgja [espíritu acompañante, a
menudo en forma animal], está tomada en consideración por cuanto este trasfondo
está incluído en el significado total de Wotan. La búsqueda de Ninck sobre el nombre
de Wotan y su origen es muy instructiva: muestra cómo aquel dios encarna tanto el
lado impulsivo y emocional del inconsciente, como el intuitivo e inspirador, y es por un
lado el dios de la ira y el frenesí, y por otro un experto en los caracteres rúnicos y un
anunciador del destino.
A pesar de que Wotan fue identificado por los romanos con Mercurio, ningún dios
romano ni griego corresponde exactamente a sus características. Con Mercurio tiene
en común la vida errante; con Plutón, y también con Kronos, el imperio sobre los
muertos; el frenesí lo liga a Dionisio, en particular en su aspecto adivinatorio. Me ha
sorprendido el hecho de que Ninck no haga mención de Hermes, el dios helénico de la
revelación que como pneuma [respiración, espíritu] y como nous [intelecto, mente]
asocia su significado con el viento, y que establece un puente con el pneuma cristiano
y con el milagro de Pentecostés. Como Poimandres, el pastor de los hombres, Hermes
también es un dios "que atrapa" [Ergreifer] a los hombres. Ninck señala
acertadamente que Dionisio, al igual que los otros dioses, siempre se ha mantenido
bajo la autoridad de Zeus omnipotente, lo que revela una profunda diferencia entre el
temperamento griego y el germánico. La eliminación de Kronos, al cual Ninck atribuye
una íntima afinidad con Wotan, tal vez podría hacer pensar en una superación y un
despedazamiento, en tiempos prehistóricos, del arquetipo de Wotan. En todo caso, el
dios germánico representa una totalidad a un nivel primitivo, una situación psíquica en
la cual la voluntad del hombre se identificaba con la del dios que lo tenía
completamente en su poder. Pero entre los griegos habían dioses que prestaban su
apoyo al hombre contra otros dioses, y el padre Zeus no estaba muy lejos del ideal del
déspota benévolo e ilustrado.
Por lo tanto, los acontecimientos políticos pasan de un obstáculo a otro, como los
torrentes que se arrastran por barrancos, pantanos y meandros. Cuando no es el
individuo el que se mueve sino la masa, el control humano disminuye, y comienzan a
funcionar los arquetipos; lo mismo sucede en la vida del individuo que se enfrenta a
situaciones que observa que ya no es capaz de dominar con sus medios usuales. Pero
en qué consista la acción de un así considerado Führer confrontado con una masa en
movimiento, se puede observar con toda la claridad deseable tanto al sur como al
norte de nuestro país [Suiza]. El arquetipo dominante no permanece siempre el
mismo, como lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que se han impuesto limitaciones
a la duración del esperado reinado de la paz, el reino [Reich] "milenario". El arquetipo
mediterráneo del padre que pone orden, buen gobernante, incluso benévolo, ha sido
remecido del modo más grave en toda la parte septentrional de Europa; da testimonio
de esto la suerte actual de las iglesias cristianas. El fascismo en Italia y los
acontecimientos de España muestran que el desastre en el Sur ha llegado mucho más
lejos de lo que se esperaba. La misma Iglesia Católica ya no puede permitirse el lujo
de tomar medidas de fuerza. El dios nacional ha atacado al cristianismo en un amplio
frente, sea que en Rusia se llame "ciencia y técnica", en Italia "Duce" y en Alemania
"fe alemana" o "cristianismo alemán" o "Estado".
Los Deutsche Christen (Cristianos Alemanes) [5] son una contradictio in adjecto
[contradicción en los términos] y harían mucho mejor en unirse al Deutsche
Glaubensbewegung (Movimiento de la Fe Alemana) de Hauer [6], es decir, al campo de
aquellas personas bien intencionadas y de bien que por una parte reconocen
honestamente su Ergriffenheit , y por otra se dan mucho trabajo para revestirla con
una indumentaria conciliatoria históricamente válida que la haga aparecer menos
atemorizante. Esto abre así perspectivas reconfortantes sobre grandes figuras que
pertenecen, por ejemplo, a la mística alemana, como Meister Eckhart, que era un
alemán y también un ergriffen [poseído]. Esto evita la pregunta embarazosa:
¿Entonces quién es el Ergreifer [aquel que captura]?. Él siempre ha sido "Dios". Pero
cuanto más Hauer, moviéndose desde el amplio círculo indo-germánico, se restringe a
lo "nórdico" y especialmente a los Edda, y cuanto más se convierte esta fe en
"alemana" como expresión de la Ergriffenheit, tanto más se hace evidente que el dios
"alemán" es el dios de los alemanes. No se puede leer sin emoción el libro de Hauer
(Deutsche Gottschau: Grundzüge eines deutschen Glaubens, Stuttgart, 1934), si se lo
considera como un intento trágico y verdaderamente heroico de un estudioso a
conciencia que, sin saber de qué manera le sucedió, fue llamado y "poseído", en
cuanto perteneciente al pueblo alemán, por la voz inaudible del Ergreifer, e intentó con
todo su saber y su capacidad construír un puente entre la oscura fuerza vital y el
mundo luminoso de las ideas y de las figuras históricas.
Pero ¿qué significan todas las bellezas del pasado y de una Humanidad
completamente diferente ante el encuentro, nunca antes experimentado por el hombre
de hoy, con un dios tribal viviente e insondable?. Ellas son arrastradas como hojas
secas por el vórtice del viento impetuoso, y las aliteraciones rítmicas de los Edda están
inextricablemente insinuadas en los textos místicos cristianos, la poesía alemana y la
sabiduría de los Upanishads. Hauer mismo se encuentra absorbido [ergriffen] por la
presentida profundidad de las palabras alemanas primigenias en una medida de la que
por cierto no había estado consciente antes. No es culpa ni del indólogo Hauer ni del
Edda, ya que ambos existían desde hace mucho tiempo, sino del kairos —las actuales
circunstancias temporales, la época— que, de hecho, en un examen más detenido,
resulta además llamarse Wotan.
46. Los hijos de Mimir [espíritus del agua] se agitan, y la tierra [Meter] se incendia
cuando suenan las notas del antiguo cuerno Gjallar; Heimdall [el guardián de los
dioses] sopla fuerte, levantando el cuerno. Odín habla con la cabeza de [l decapitado]
Mimir.
48. ¿Qué sucede entre los Ases?, ¿qué sucede entre los elfos?. Todo en Jotunheim
[el reino de los gigantes] resuena. Los dioses [Æsir] están en consejo. Se lamentan los
enanos, los amos de las murallas montañosas, ante las puertas de piedra. ¿Querrías
saber más?.
49. Ahora Garm aúlla fuertemente delante de la gruta Gnipa [entrada de Hel]. Las
cadenas se rompen y el lobo libre se escapa. Mucho yo sé, y más puedo ver del
destino de los dioses [Ragnarok], los poderosos en combate.
50. Hrym [el líder de los gigantes] viene en su nave desde el este, y lleva su escudo
por delante. Se retuerce la serpiente Jörmundgand con furia de gigante y sacude las
aguas. El águila [el gigante Hraesvelg] grita y destroza los cuerpos. Naglfar [el barco
de los gigantes] no tiene impedimento.
51. Ese barco viene desde el este: La gente de Muspell viene desde el mar, y Loki
maneja el timón. Con el lobo [Fenrir] vienen los hijos de la locura; entre ellos va [Loki]
el hermano de Byleist [7].
NOTAS: