Aseret Hadivrot
Aseret Hadivrot
Aseret Hadivrot
20:4 No harás para ti escultura ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni
de lo que está abajo en la tierra, ni de lo que está en las aguas debajo de la tierra.
20:5 No te postrarás ante ellas ni las servirás, porque Yo soy el Eterno tu Dios, Dios
celoso, que revisa la iniquidad de los padres en los hijos(1) hasta la tercera y la
cuarta generación de los que me aborrecen;
20:6 y que usa de misericordia en millares de generaciones (2) para aquellos que me
aman y guardan mis mandamientos.
20:10 mas el día séptimo es sábado (consagrado) al Eterno, tu Dios; no harás obra
alguna tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu bestia, ni tu prosélito
que habita dentro de tus puertas (ciudades);
20:11 porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, el mar y todo cuanto en
ellos hay, y descansó en el séptimo día; por tanto, el Eterno bendijo el día del
sábado y lo santificó.
20:12 Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra,
que el Eterno tu Dios te da.
Kaved et-avija ve'et-imeja lema'an ya'arijun yameyja al ha'adamáh asher-
Adonay Eloheyja noten laj.
20:15 Y todo el pueblo estaba observando los truenos, y las antorchas y el sonido del
shofar, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, se desplazó y se puso
lejos;
20:16 y dijeron a Moisés: ¡Habla tú con nosotros, que nosotros oiremos; mas no hable
Dios con nosotros, no sea que muramos!
20:17 Y respondió Moisés al pueblo: No temáis; porque para probaros ha venido Dios, y
para que su temor esté ante vosotros a fin de que no pequéis.
20:19 Y dijo el Eterno a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que
Yo he hablado con vosotros desde el cielo.
Vayomer Adonay el-Moshe koh tomar el-beney Yisra'el atem re'item ki min-
hashamáyim dibarti imajem.
20:20 No hagáis ante Mí dioses de plata o dioses de oro;(4) no los haréis para vosotros.
20:21 Un altar de tierra haras para Mi, y junto a el degollaras tus ofrendas de ascension
y tus ofrendas de paz, tus ovinos y tus reses. En todo lugar donde Yo [permita] que
se mencione mi Nombre, vendre a ti y te bendecire.
Cuando éstos siguen practicando la iniquidad de sus padres, ya que los hijos no deben
seguir el mal ejemplo de ellos después de conocer sus consecuencias.
La misericordia de Dios se extiende por lo menos hasta dos mil generaciones, mientras que
su castigo es mucho menor para los que le aborrecen.
Esta perashá y la segunda del libro del Deuteronomio contienen los Diez Mandamientos,
principios fundamentales de las doctrinas hebreas. El pueblo reunido al pie del monte
Sinay oye el Decálogo y lo adopta incondicionalmente, como base de toda su existencia,
diciendo: Naasé venishmá (haremos y obedeceremos). La importancia de los diez
mandamientos no está solamente en su significado, sino en el hecho de que constituyen
ejemplos clásicos para todas las demás leyes. Fueron, por así decirlo, dados como
preámbulo antes de ser contraída la alianza en el monte de Sinay, entre Dios e Israel. Por
su división en dos tablas de cinco fundamentos cada una, tenemos las categorías
principales de estos fundamentos: los primeros cinco son leyes del hombre para con Dios;
los cinco segundos, del hombre para con sus semejantes. La primera tabla se inicia con el
precepto de la creencia en el Eterno Dios, y los mandamientos se basan en el amor a El, lo
que es la piedra fundamental del judaísmo. La segunda tabla termina con las palabras: "a
tu prójimo", y todos los preceptos que constan en ella tienen por base el amor a nuestros
semejantes. El amor a Dios, cuando es de todo corazón, conduce inevitablemente al amor
para con el prójimo, puesto que éste fue creado a su imagen. También lo inverso es
verdadero: el amor al prójimo lleva al amor a Dios.