Salud Mental
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MARGARITA AJEREZ
COORDINADORES
SALUD
c N I AL
E xperíencias y pirácticas
E^iO
Madres de
Piaza de Mayo EDITORIAL
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Salud Mental
Experiencias y prácticas
Colección CIENCIAS SOCIALES
NOVEDADES
Cruzar la calle.
Tomo 1. Niñez y adolescencia en las calles de la ciudad
Julieta Pojomovsky
Cruzar la calle.
Tomo 2. Vínculos con las instituciones y relaciones de género entre niiios,
niñas y adolescentes en situación de calle
Julieta Pojomovsky
Trabajo Social, Estado y sociedad.
Tomo 1. El Trabajo Social y las prácticas societarias
Nora Aquín (Compiladora)
Trabajo Social, Estado y sociedad.
Tomo 2. Cuestión social, políticas públicas y 'Trabajo Social
Nora Aquín (Compiladora)
El trabajo con grupos.
Aportes teóricos e instriímentales
Dora García • Claudio Robles • Verónica Rojas • Ana Torelli
De políticos, punteros y clientes.
Reflexiones sobre el clientelismo político
Pablo José Torres
Paradigmas, debates, tensiones en políticas de niñez.
Aportes para una transición
María del Rosario Várela
Discapacidad mental en la infancia.
Trabajo Social y juego con familias
Adriana Casamayor
El secreto profesional en Trabajo Social
Osvaldo A. Mareen
Desigualdades sociales y oportunidades ciudadanas
Graciela Tonon
Representaciones y ciencias sociales.
Una perspectiva epistemológica y metodológica
Patricia Botero Gómez
Cuidados, terapias y creencias en la atención de la salud
Claudia Krmpotic (Compiladora)
Acogimiento familiar y adopción.
Un aporte interdisciplinario en materia de infancia
Fabiana Alejandra Isa • María Susana Guasti
Salud Mental.
Experiencias y prácticas
Gregorio Kazi • Margarita Ajerez
Salud Mental
Experiencias y prácticas
Gregorio Kazi
Margarita Ajerez
(Coordinadores)
H'IHHil41
ESPACIO
^
Madres de EDITORIAL
Pinza dp Mayo
Buenos Aires
Salud mental : experiencias y prácticas / coordinado por Gregorio Kazi y Margarita Ajerez.
- la ed. - Buenos Aires : Espacio Editorial: Ediciones Madres de PLaza de Mayo, 2008.
160 p. ; 16x23 cm. - (Ciencias Sociales)
ISBN 978-950-802-303-2
ESPACIO EDITORIAL
Simón Bolívar 547, 3° p. Of. 1
(C 1066 AAK) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel.: (011) 4331-1945
E-mail: espaciocdit@ciudad.com.ar
www. espaci oeditorial.corn.ar
ISBN: 978-950-802-303-2
Acerca de los autores
Este libro emerge del proceso de construcción colectiva que hace posi-
ble a los Congresos de Salud Mental y Derechos Humanos que se realizan,
todos los años, en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
Instancias que funcionan como dispositivos de enunciación ya no de "indi-
vidualidades" sino de las praxis colectivas.
Tal acontecimiento ha ido deviniendo del forjar cotidiano de vínculos,
interacciones, redes gestadas por compañeros y compañeras que buscamos
"transformar el mundo y cambiar la vida" transformándonos.
Ámbitos en los que cambiar-cambiando, instancias en las que reponer
el interjuego fundante de nuestra existencia: seres históricos sociales insti-
tuyentes. El nivel de la particularidad de nuestras vidas deviene de la rela-
ción dialéctica con la sociedad y el momento histórico en el que vivimos.
Planos ante y en los que nos ejercemos, básicamente, como agentes críti-
cos y activos o asumiendo pasivamente la multiplicidad de mecanismos de
alienación a "cosmovisiones" que no sólo nos "excluyen" sino que, muchas
veces, nos exterminan. Esto último, llamativamente, se entrama a las
nociones de "progreso", la "salud", la "armonía", la "paz", el "crecimiento",
la "convivencia". Tal encrucijada nos ha desafiado a ir abriendo los sende-
ros en los que encontrarnos transitando las potencias y múltiples lógicas
colectivas, las pasiones alegres que son la sustancia simbólica que alienta
las prácticas a través de las que buscamos re-poner la natalidad de la his-
toricidad social que nos define y a la que definimos.
En otras palabras: así como desde hace ocho años vamos enhebrando
lo que en los discursos, saberes y prácticas se encuentra escindido al inte-
rior de los "conocimientos hegemónicos", procuramos reinventar los cono-
cimientos recreando nuestra condición de sujetos producidos y productores
de nuestras realidades sociales, históricas y políticas.
Tal gestación de movimientos colectivos de aprendizaje, comprende
multiplicidad de planos, aunque es destacable en tanto usina de acciones
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Capítulo I
Lucha antimanicomial:
praxis insurgentes,
las multiplicidades libertarias
Paulo Amarante (P.A.): Bien, contamos aquí con tres grandes amigos y
compañeros del Movimiento de Reforma Psiquiátrica de Argentina y Brasil.
Vamos a empezar por el licenciado Gregorio Kazi. A Gregorio todos los co-
nocen bien, es una de las personas que empezó ese trabajo de salud men-
tal en la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, coordinador académi-
co del Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos, y un compañero
con una trayectoria de lucha, de militancia muy conocida por todos y no
solamente en Argentina, sino en muchos otros países. Y ayer fue condeco-
rado con una medalla de la Academia de Ciencias de Rusia, un premio muy
merecido por él. Gregorio...
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filosofía. Tampoco quiero crear aquí una etiqueta para mi discurso. Inclu-
so mi participación como investigador en el tema de la salud colectiva y
también de los desarrollos de las discusiones psicosociales en el campo de
la cultura, como científico social, como antropólogo, y trabajando en el
margen de la idea del arte, cultura y salud mental, he traído la discusión
de que los análisis de la salud tradicionalmente siempre fueron macroaná-
lisis. Justamente dentro de un marco racional de buscar una razón última
a los fenómenos sociales de las enfermedades, de las exclusiones o inclu-
siones, de los desvíos, o de quién tenemos que incluir. Pero hay un movi-
miento reciente que nos plantea la idea contemporánea de la investigación,
lo que hablamos de la investigación cualitativa, etc. Donde el particular, o
el microsociai, se toma como referencia también para hacer extensiones
con el macroanálisis. Y a partir de este punto del microsociai es que quie-
ro plantear, por ejemplo, toda la movilización de los movimientos campe-
sinos, de las organizaciones sociales, de las empresas sociales, como ha-
bla Franco Basaglia, de toda la gente que se organiza de alguna manera.
Todo tipo de organización o de movimientos sociales, que incluso produ-
cen conocimientos también. Quizá no están encasillados en una postura
académica, pero son producciones culturales y son producciones, también,
de conocimientos. Eso fue siempre parte de la lucha de la antropología mé-
dica, antropología de la salud en Brasil, o antropología del cuerpo, o de la
morbidez en Francia.
Pero la antropología siempre ha puesto en debate estas racionalidades
negativas. Y me acuerdo también de un buen artículo de Foucault sobre lo-
cura y sociedad donde pregunta cuál es el lugar del loco en la sociedad.
Porque en el Medioevo el loco era el místico, ¿no? Y en la sociedad capi-
talista, ¿cuál es el lugar del loco, aquél que no trabaja, que no produce?
Entonces, el desvío está igual en que aquel que no produce tiene que te-
ner un lugar en la sociedad. Entonces, en cualquier sociedad, sea la más
arcaica, tradicional, o sea la de nosotros, industriales o post industriales,
tenemos la necesidad de crear el excluido. La exclusión es un tema de cual-
quier sociedad. Entonces, si estamos hablando de la gente que sufre o de
la gente que no tiene la racionalidad como habló Gregorio también, ¿dón-
de se pone a esa gente?, ¿cuál es el lugar de esa gente? Entonces, la do-
ble exclusión, como habla Foucault, la exclusión del discurso, porque el
discurso del loco no es un discurso, es cualquier cosa, un balbucear, un de-
lirio, es cualquier cosa menos discurso. Y su corporalidad no tiene utilidad,
no hay cómo poner a trabajar su cuerpo en una máquina productiva. Pare-
cen un poco sencillos estos pensamientos, pero son demasiado complejos.
Entonces, por ejemplo, dentro de esta perspectiva, quiero hablarles cómo
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historias, no voy a contar todas. Pero Isabel era una esquizofrénica y ella
decía: Mira Thomas, yo intento hacer mis dibujos, intento dibujar mi vida,
porque los médicos no comprenden mi vida. Este es el mensaje que me
gustaría dejarle a ustedes.
Izabel Friche (I.R): Buenas tardes, voy a pedir disculpas pero no voy a
hablar en portuñol. Espero que me puedan comprender hablando en por-
tugués porque lo que quiero traer es una cuestión difícil de discusión ac-
tual en Brasil, bien polémica, y me gustaría ser bien comprendida. Gusta-
ría antes agradecer muchísimo la acogida de esta mesa, a Gregorio, y
nombrar que acá falta un compañero que había propuesto esta mesa, que
es Guilherme Eidith, un gran amigo, filósofo de Río de Janeiro, que no pu-
do venir. La mesa asimismo fue mantenida, y quiero marcar la presencia
de Paulo Amarante, que me da una garantía, una confianza para hablar.
Porque Paulo es un militante de primera hora, incansable, además de ser
un profesor, un maestro de tanta gente, de tantas generaciones, no es que
sea un viejo pero hay gente que viene y se renueva, los más jóvenes están
presentes con su potencia. Es deseable, volviendo a lo intergeneracional,
buscar los puntos de convergencia para instensificar lo que trabajamos.
Voy a hablar de la parte más delicada, recuperando un poco lo que Gre-
gorio ya había dicho de la distinciones, de las dificultades que tenemos en-
tre nosotros en el campo de la lucha antimanicomial y de la reforma. Yo no
hablo como militante porque no me siento de esta manera, como militante
directamente involucrada en el movimiento más político, pero yo estoy acá
hace veinte años, en este trabajo de militancia más profesional, pedagógi-
ca, de enseñanza, en la universidad, con la salud mental, entonces yo ha-
blo un poco desde afuera, pero Paulo me puede corregir si digo alguna co-
sa que no está bien. Una cosa que me gustaría marcar también es que es
la primera vez que vengo al Congreso; me está encantando, y nunca estuve
en un congreso donde se habla tanto de amor, de afecto, de amistad. En-
tonces es con mucha alegría que estoy conociendo a mucha gente que no
conocía. Voy a hablar en portugués. Hay otro compañero nuestro de Río de
Janeiro, mi coterráneo, Eduardo Vasconcelos, que publicó ahora en julio, re-
cientemente, un artículo sobre los dispositivos asociativos de la lucha y el
empoderamiento de los usuarios de la salud mental. Ese artículo fue publi-
cado en la revista Vivencia, en un número enorme, que incluyó artículos de
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todo el Brasil. Por primera vez yo veo una parte del artículo de Eduardo en-
frentando directamente la polarización que estamos viviendo en la lucha
antimanicomial en Brasil. Esta polarización empezó en 2001, en el encuen-
tro de ese año, y hoy la situación se configura muy tensa. Yo me refiero a lo
que relata Eduardo, que es también militante de la lucha; después digo lo
que siento al respecto. Eduardo dice que se separa, oficialmente incluso, la
Red Nacional de Internúcleos de Lucha Antimanicomial. Del otro el Movi-
miento Nacional de Lucha Antimanicomial, que era el nombre de origen de
este movimiento. Lo que caracteriza a las dos partes es que la Red Internú-
cleos (Rl) está en gran mayoría ocupando espacios junto a los poderes pú-
blicos locales, regionales, tiene a su disposición un aparato organizativo
económico muy fuerte, principalmente ligado, relacionado, al Consejo de
Psicología Federal y los Consejos Regionales, que aportan muchísima plata
a los eventos, a las iniciativas. Esta parte de la lucha ocupa la mayoría de
los Estados, y alguno de los Estados en general, si hay uno de los brazos del
movimiento no hay otro. El otro, que yo pienso que estamos aquí represen-
tando, está, según Eduardo, más en Río y Santa Catarina, y alguna cosa en
San Pablo, que es caracterizado como un brazo más desarticulado porque
no tiene muchos recursos económicos para hacer sus actividades, sus even-
tos, etc. y esto sobrecarga a los militantes. Está más comprometido con la
organización de los usuarios, reforzar la participación, porque del otro lado
la Red tiene un problema de todos los movimientos sociales. A mí me gus-
taría traer acá este debate para pensar otras realidades, cómo están acon-
teciendo, porque es una paradoja de los movimientos sociales que necesi-
tan, claro, sindicalizar, organizarse, lograr fuerza de sustentación,
capilarizarse en la sociedad. Esto muchas veces genera una concentración
de poder y un distanciamiento con relación a las bases. Esto lo estamos vi-
viendo particularmente en mi ciudad, ya que las bases de los movimientos
de trabajadores, que básicamente han iniciado y protagonizado en Brasil la
reforma —trabajadores con los cuales tengo contacto porque los supervi-
so—, resienten la distancia y la no participación en la decisiones. Incluso
las decisiones de gerenciamiento de la Red de Salud Mental que dirige di-
rectamente a los trabajadores. Hay otras divisiones en el movimiento que
me tocan a mí particularmente. Además yo soy psicóloga, entonces tengo
una relación con el Consejo, con relación a la Universidad. Hay una escisión
prácticamente del movimiento, de este brazo del movimiento, más organi-
zado, digamos así, con la formación que es una cosa que no puedo aceptar
ni comprender, porque es la universidad que hay que cambiar, que cambiar
profundamente para poder formar, producir nuevas mentalidades, nuevas vi-
siones de las que aquí se hablaban. Doy un ejemplo concreto: la semana
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veo, siento, que la reflexión de Foucault es cada vez más pertinente, infe-
lizmente. ¿Por qué? Porque los mecanismos, las redes de poder, son crea-
das por nosotros mismos; son mis compañeros que están en CAPS, que
traen estas cosas como si fueran avances, progresos: "qué bueno! la Uni-
versidad Brasilera de Minas Gerais está entre las cuatrocientas del mun-
do..."; "USP entre las cien mejores...". Es una lógica que es muy difícil de
resistir. Porque parece que somos así, démodée, románticos, indisciplina-
dos, apasionados... Aquí se habla de pasión como el motor de todo lo que
se hace. Es ahí donde se deberían producir ideas libertarias, nuevas formas
de convivencia, de experiencias colectivas. Recién se citó a Boaventura,
que dice que la universidad es la institución que tiene la potencia de auto-
criticarse más que otras, pero estamos perdiendo esto también. Entonces a
mí me gustaría compartir con ustedes estas preocupaciones y saber qué ha-
cemos. Porque yo pienso que tengo que ir ahí, la semana que viene para
decirle a ellos: soy profesora, se está abriendo una distancia con la uni-
versidad. Yo soy la primera en sentirlo, porque estoy ahí dentro y sé que el
pensamiento conservador es mayoritaho, entonces yo necesito aliados des-
de fuera. Y es impresionante el ejemplo que nos da Trieste. Es el servicio
que llamó a la Universidad, que la enlazó para hacer lo mismo que el Mu-
nicipio, la Hacienda Sanitaria, estaba haciendo con el Hospital Universita-
rio Psiquiátrico Ambulatorio. Entonces, no sé cómo Paulo se va a posicio-
nar frente a esto. Porque, como dijo Eduardo, es muy personalizada la
discusión. A mí me gustaría dejarles solamente esto, y oír las experiencias
de todos. Gracias.
P.A.: Muy bien. Yo no voy a hablar mucho. Voy a referirme, en dos mi-
nutos, a lo que pienso de todo lo expresado, cumpliendo el rol de coordi-
nador/interlocutor de los compañeros y la compañera. Creo, en primer lu-
gar, que no hay que pensar este problema solamente a partir de la
situación brasilera, como si fuera un problema local. Pienso que la gran
cuestión es si los cambios como los de la reforma psiquiátrica, o los cam-
bios de otros problemas sociales, son cambios sectoriales, exclusividad de
técnicos que van a hacer una nueva gestión de la vivienda, una nueva ges-
tión de la salud, etc. O si son problemas sociales y políticos más amplios
y que deben estar en el campo de un proceso más general. Y en la cues-
tión de la reforma psiquiátrica, de la locura,-de la salud mental, esto está
muy marcado porque para algunos es solamente una forma de extinguir,
cerrar los manicomios, y pensar que los manicomios son simples edificios,
y no construcciones sociales, políticas; de pensar al otro como un nadie,
como si no fuera una persona, como si no fuera un sujeto. Otros piensan
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que es un problema técnico. Esta es un poco la idea del Congreso y del Fo-
ro de Salud Colectiva que estamos desarrollando al interior de éste: la de
no tiacer de esto un problema técnico solamente, sino plantear una nueva
postura ética y política, profesional, de humanización, de cuidado de las
humanidades que se expresan en multiplicidad. Más aun cuando es en la
sociedad en su conjunto que se producen estos conceptos sobre los "otros"
y sobre éstos se efectúan las prácticas de exclusión. Esta es para mí la
cuestión central. Sobre lo siguiente tengo con Eduardo Vasconcelos una
discusión: si somos nosotros los que empoderamos a los "locos" o si el po-
der no se da, no se regala, se construye, si el poder no será una posibili-
dad histórica política que emerge de las praxis colectivas. Y si nosotros
pensamos, a partir de Foucault, que no anhelamos empoderamos para po-
der medir fuerzas con los otros. Queremos deconstruir las prácticas socia-
les de poder, las prácticas sociales de opresión. Tal deconstrucción, si bien
colisiona con otras modlidades de relación, puede "oponerse", claro. Aun-
que lo que es decisivo es que es una afirmación de otras potencias, otras
interacciones, otros modos de ejercer y vivenciar los vínculos colectivamen-
te. Lo que nosotros queremos deconstruir son las prácticas de sometimien-
to y opresión en las acciones de afirmación colectivas.
La gran cuestión, en otro plano de las situaciones que transitamos, es
que algunas personas piensan que empoderarse es ocupar cargos impor-
tantes en los gobiernos, en las entidades, en las asociaciones. Después,
cuando despiertan, ellos ya no son ellos, son los otros contra los que ellos
luchaban previamente.
Es una cuestión a pensar.- qué estrategias y qué tácticas. Pienso siem-
pre en las Madres. Cuando me pidieron que escriba por qué "locas", yo
escribí que eran locas porque no aceptaron las reparaciones económicas,
no aceptaron las indemnizaciones, locas porque no aceptaron hacer lo
mismo que el poder que desapareció a sus hijos. Pienso que esta es una
discusión: no podemos discutir la reforma psiquiátrica, y otros cambios
psiquiátricos, en un congreso de psiquiatría con los afiches de Johnson &
Johnson y otros laboratorios y al tiempo que decimos "estamos mirando
nuevas posibilidades de tratamiento, etc." a partir de una idea que no
piensa en cambiar la situación de los sujetos, de los sujetos "locos", de
la familia, de la sociedad, y de nosotros, profesionales que queremos
transformar nuestras prácticas tanto como los esquemas de conocimiento
que se ponen en juego. Transformación de lo práctico, lo conceptual, con
una indagación permanente de nuestro rol en lo ético-político. Circunscri-
bir el ejercicio de lo profesional a mejorar nuestra propia condición como
"expertos" o financiera, de "prestigio", etc., también debe ser un motivo
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Capítulo
Desapropiaciones
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Ricardo Rodulfo
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creía hasta hace pocas décadas, sino que ven de entrada. El rostro del ser
humano es justamente el lugar del cuerpo más subjetivo que hay en ese
cuerpo. No es lo único subjetivo de nuestro cuerpo pero es el lugar de má-
xima concentración de subjetividad de nuestro cuerpo: los ojos, la boca, la
sonrisa. Allí se dirige en particular el bebé. Si hay muchas cosas para ver
y hay un rostro humano el bebé va a preferir el rostro humano. De todos
los rostros humanos va a privilegiar enseguida un rostro como primus in-
ter pares, el de su madre. A la cual el bebé ya conoce por diversos ritmos
y por voz antes de nacer, pero aún no visualmente y que enseguida articu-
la con lo que ya conoce por otras vías. Tercero: los bebés tienen una capa-
cidad notable —que siempre fue intuida por los buenos clínicos, por ejem-
plo pediatras, aunque no tuvieran una formación psicológica o
psicoanalítica especial— para captar estados afectivos de los que están
con ellos, de los que están cuidándolos, de los que están en su entorno.
Esto quiere decir que, sin necesidad de palabras, a un bebé lo alzamos, le
hablamos, lo manipulamos y él registra si eso está hecho en un tono de an-
siedad, de alegría, de enojo y hostilidad larvada, de depresión. El bebé no
va a saber por qué la madre está mal o bien, no podría dar cuenta de por
qué, eso se le escapa, pero sabe muy bien qué. Es imposible engañarlo en
ese punto. Esta es una capacidad en la que supera al adulto, porque el de-
sarrollo del lenguaje en nosotros —lo que Derrida llama la inflación del
lenguaje en la cultura occidental— hace que muchas de esas capacidades
con las que venimos se nos atrofien. Por eso hay mucha gente que de pe-
queña llamaba la atención por sus dibujos o por su capacidad para la mú-
sica, o para otras cosas del cuerpo, fueran artísticas o deportivas, y que
quince o veinte años después sólo pueden hablar, y por eso mismo hay per-
sonas que si no les hablamos no saben cómo estamos (algunas de esas per-
sonas se hacen terapeutas y analistas, lo cual es todo un gran problema).
Pero digamos que esta es una capacidad que por supuesto no podría de
ningún modo reducirse a lo biológico: la capacidad de registro afectivo ade-
más tiene consecuencias sobre él. No es que lo registra como observador,
sino que la alegría, la tristeza, el enojo o lo que fuere, de la madre, o del
clima familiar va a tener efectos múltiples sobre su incipiente ser-ahí.
Otro rasgo en que puede detectarse esta disposición a la subjetividad
es la emergencia espontánea del jugar y de la invitación a jugar que el
bebé dirige a la otra que es su madre y a los otros. En los últimos vein-
ticinco años, con filmaciones, con estudios muy minuciosos asociados a
nuestro trabajo clínico, hemos podido avanzar mucho en la detección fi-
na de la emergencia temprana de esas propuestas de juego que hace el
bebé. Digamos que mucho depende de si quien está con él se engancha
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existencia que son puntos de apoyo y que, por lo demás, no son sólo con
mi padre o con mi madre. De pronto se dan con un amigo, con un maes-
tro, con alguien que sólo conocí por un texto o con un personaje de ficción.
Un nene se puede identificar con Mafalda, por ejemplo, perfectamente. Hay
un sesgo a determinar clínicamente en cada caso.- cuándo una identifica-
ción es un punto de apoyo y cuándo en una identificación algo de uno es
confiscado y puesto bajo el nombre de otro, señaladamente el nombre del
padre, de su apellido, en rigor.
En nuestra cultura es éste un motivo muy fuerte, al respecto yo diría que
más que ayudar a que la gente esté bajo el nombre del padre, la tarea del
psicoanalista sería ayudar a ia gente a liberarse del nombre, a no quedar
presas del nombre, en todos los sentidos, ni del padre, ni de esto ni de
aquello. Por eso mismo, con muchos pacientes, esos pacientes que vienen
sobrerrotulados y que han aprendido qué son —según diagnósticos que
pueden ser del DSM IV o psicoanalíticos, del más diverso cuño— con esos
pacientes hay que hacer un trabajo para liberarlos de ese nombre. De lo
contrario algo potencial de sí queda bloqueado sin remedio.
Si el paciente ya se enuncia bajo la especie "yo soy", y lo mismo cuan-
do el paciente todo lo suyo lo deja bajo un significante que lo tacha, un po-
co como esa historia de un taller donde se hace una camisa, un taller anó-
nimo. Esa camisa sale y la compra una marca y le pone la marca, le
imprime su logo. No hace otra cosa que eso, una confiscación por un sig-
nificante que desapropia alque hizo de veras la camisa, elevando de paso
su precio considerablemente. Y dos camisas pueden tener el mismo costo
pero muy diferente precio según el logo que ostenten. Es un poco eso lo que
pasa con el efecto significante y con el efecto significante paterno muy en
particular. Se abre allí un inmenso campo de cuestiones.
A propósito siempre del lenguaje que Daniel Stern ha llamado la aten-
ción sobre un aspecto poco trabajado, cuando hablamos del salto subjeti-
vo, como el salto cuántico que provoca la adquisición del lenguaje solemos
detenernos poco en —y en este punto es interesante su observación— có-
mo el lenguaje también puede destruir una experiencia. Stern da un ejem-
plo paradigmático, yo voy a recurrir a uno de mi propia cosecha clínica: es
un chico que es sorprendido por su abuela masturbándose, lo cual no tenía
nada que ver ciertamente con una masturbación compulsiva, implicaba en
cambio el descubrimiento de una nueva fuente de placer, una nueva expe-
riencia de placer, el diseño de una zona erógena que no va a ser una más,
un juego, porque recordemos que la sexualidad infantil forma parte de los
juegos, por eso decimos desde hace mucho el juego sexual infantil. Todo
eso está allí gestándose en ese momento, o sea, cosas mucho más trascen-
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.-HR
Capítulo
Locura y guerra
Gregorio Baremblitt
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Quería comenzar diciéndoles que, como sucede con todos los llamados
temas u objetos históricos, lo que nosotros llamamos guerra (y también lo
que denominamos locura) probablemente no tenga ya mucho que ver con
lo que ha sido llamado guerra (y/o locura) durante toda la historia. Nues-
tras guerras contemporáneas son diferentes y estas guerras actuales contie-
nen a todas las pasadas, sea como neoarcaísmos, también como archifutu-
rismos e igualmente como presentismos fugaces, que no conseguimos ni
entender ni definir. Entonces, para una exposición de este tipo se presenta
la famosa contradicción: ¿cómo hace uno para hablar de ese "affaire", de
esa historia horrorosa, sin ser muy pesado ni atropellado por el tiempo de
que disponemos para esta exposición? Bueno, no vamos a pretender ser
muy profundos ni académicos, pero trataremos de recorrer un poco la cues-
tión. Tengo aquí unas cuantas páginas, por las cuales me voy a guiar por-
que la cosa es muy compleja.
Una primera página de temas gira alrededor de una incursión diverti-
da por un diccionario sobre el tema, el Diccionario de la Guerra. Supongo
yo que debe ser el diccionario de todos los generales y su problema princi-
pal consiste en que no explote. Porque, como sabemos, actualmente se
pueden poner bombas hasta dentro de los diccionarios. Entre los términos
relacionados (muchos de los cuales no tratamos porque se expresan por si
mismos) se define "guerra atómica", "guerra nuclear","guerra nanotecnoló-
gica", "guerra bacteriológica", "guerra biológica", "guerra civil", "guerra
convencional", "guerra de exterminio", "guerra de movimiento" que se opo-
ne a "guerra de posiciones", "guerra de nervios" (como se decía antigua-
mente), "guerra de trincheras" (que ya está un poco fuera de moda), "gue-
rra económica", que a mí me parece que es algo así como la esencia cada
vez más representativa o expresiva de la guerra,- "guerra fría", de la cual te-
nemos nostalgias actualmente, porque mi opinión es que estamos mucho
peor que entonces; "guerra global", que es un tema interesante, porque la
guerra global es un semantema que, cuando uno lo pronuncia, piensa en
un combate que se va a dar o se está dando en todos los lugares del mun-
do al mismo tiempo. Pero no es preciso que sea así. La guerra global ya
existe, sólo que justamente tiene modalidades que no nos permiten reco-
nocerla como tal. Sigamos con la enumeración: la "guerra intestina" o la
"guerra civil", que campea por todos los lugares subdesarrollados del mun-
do. La "guerra limitada", aquella en que los Estados involucrados lanzan
mano a parte de sus recursos, materiales, movilizables y humanos, como
es el caso de Estados Unidos en Irak. La "guerra psicológica" que es, me
parece a mí, junto con la global y la económica una en la que participamos
como soldados y como víctimas civiles todos y todo el tiempo, sea que la
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Así siendo, permítasenos afirmar que estamos todos locos porque también
"somos todos terroristas", entre comillas, algunos somos menos. Entonces,
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En Bolivia la coca era el 60% del producto bruto interno del país. iCómo
van a combatir el consumo de drogas si no pueden combatir la producción!
Y no es que no puedan. Hace unos veinte años atrás, los EE.UU. envia-
ron a Bolivia una flota de helicópteros con herbicidas para liquidar los sem-
brados de coca. La primera semana no hicieron nada porque llovía. ¡En la
segunda semana destruyeron 90% de ios cultivos! Pero si insistían en eso,
iban a tener que alimentar a los bolivianos o tendrían una revolución arma-
da subvencionada por los rusos, mucho peor que el separatismo democrá-
tico con que Bolivia amenaza en la actualidad. Entonces, esta cuestión de
la delincuentízación de la globalización es decididamente estructural. Se
comercia todo. Y es así que tiene que ser. Eso lo decía hasta Adam Smith:
las cosas se compran y se venden, la mano invisible del mercado las regu-
la y se van a comprar y vender a precio justo, tan justo como las guerras
justas. Y si se compran y venden chicos, órganos, etc. es porque alguien
vende y alguien compra, así como se acostumbra a pontificar que si alguien
es corrompido es porque alguien lo corrompe. Está bien, es así, se autorre-
guia. Después, cuando la autorregulación da una crisis de falta de pago a
los usureros, el Tesoro los salva con el dinero del pueblo.
El caso de Israel y los palestinos es una tragedia especialmente ilustra-
tiva y dolorosa. Los israelíes invaden, colonizan y hacen "represalias selec-
tivas" (que nunca lo son por completo), porque quieren ser reconocidos co-
mo Estado por sus enemigos, establecer fronteras claras y ser protegidos
por las Naciones Unidas. Para conseguirlo tienen que aliarse, no sin restric-
ciones, a los EE.UU., que los usa para vigilar y reprimir Medio Oriente. To-
óos 'ios países árabes incluyen o subvencionan a sectores terroristas que no
quieren la existencia del Estado de Israel y alientan a los palestinos (a los
que podrían ayudar a fundar su Estado y recuperar sus territorios perdidos
en derrotas militares, por medios pacíficos) a tomar una actitud extrema
irrealizable, ya sea que esos Estados parcialmente criptoterroristas se de-
claren neutrales, simpatizantes o enemigos mortales de los EE.UU.
Entonces, para comenzar a conversar y no cansarlos más con este pa-
norama, quería decirles que en un horizonte así hay que citar a Pichón. Pi-
chón-Riviére, nuestro maestro de todos, acostumbraba a decir en la intimi-
dad que hay dos tipos de locos: loco ¡indo y loco de mierda. Yo creo que
los equipamientos psi, sin hacer distinciones, en buena proporción, no to-
da (no vamos a hacer maniqueísmo), repito: en buena proporción, es la ter-
cerización de la custodia de los locos de mierda que no tienen poder, así
como algunos locos lindos que no tienen dinero. Porque los que tienen po-
der y dinero están internados en sus bunkers, en sus campings y en sus au-
tos blindados. Los que no tenemos poder o tenemos poco poder porque no
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Salud Mental
solamente para que no haya más desempleo. Y a todo esto la población iba
a aumentar en forma bastante desproporcionada. Esta información se refe-
ría a Sudamérica. Y que lo destinado a educación era justamente la mitad
de lo destinado para consumos innecesarios, por ejemplo armas y otras co-
sas. Pero la pregunta es.- ¿qué alternativa queda? ¿Qué hacemos?
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Locura y guerra
y cada vez el gobierno tiene que ganar más y no consigue ganar más porque
el capital financiero gana más que todos juntos. Y como el capital financie-
ro está destinado a que el dinero haga dinero con el menor número de me-
diaciones posibles, entonces ya casi no vale la pena producir, automatizar la
industria, porque si sigue así, los bancos se van a comer el dinero (la falta
de alimentos mundial se está tornando "incómoda"). No sé si me explico.
Por lo menos tendencialmente. Esas son las armas que tenemos.
Además tenemos otras. Pero lo que pasa es que eso ya es una elec-
ción personal que depende a veces de si uno hizo el servicio militar o no.
Yo, por ejemplo, lo hice en una unidad de armas pesadas donde estaban
todos los desertores. Tengo que declarar en esta solemne reunión que fui
desertor. Y me metieron preso por desertor. Y me pusieron en una compa-
ñía donde estaban todos los que tenían la misma situación que yo; había
jueces de la Corte Suprema, neurocirujanos, ex diputados federales. Por-
que éramos ya viejos y nos agarraron tarde. Y como había elecciones, un
sargento primero nos daba clase de Derecho Electoral. Y algunos de los
que estaban en la compañía eran autores de ese Derecho. Lo cierto es que
yo tenía pistola, ametralladora y un mortero. Claro que con la pistola yo
no le acertaba a una vaca acostada a tres metros. Pero bueno, si algún
día me toca combatir... por lo menos sé manejar eso. Otros no tienen esa
mala suerte. Hay muchas maneras de combatir: hasta ayunar (estoy bro-
meando). Pero lo fundamental creo que está dicho por Deleuze y Guatta-
ri en un texto que se llama Cómo gustar de chinos. Porque uno piensa que
los chinos son todos iguales y uno piensa que los chinos son medio co-
munistas y medio globalizados. Y es difícil que a uno le guste un chino de
allá, ¿no? Cuando uno aprenda a que le guste un chino porgue el pueblo
tiene una manera diferente de ser parecido con nosotros, de amar lo que
amamos, de crear lo que creamos, creo que buena parte del camino es-
tará hecha. No porque vayamos a comprar juguetes chinos que.no funcio-
nan. No, esa es otra historia. Sino porque vamos a reconocernos como es-
pecie, vamos a vivir para la vida de la especie y de todas las ecologías
(como dice Guattari). Es muy simple. Eso no hay nadie que lo pare por
completo, a mi manera de ver. Pero hay mucho que lo impide. No sé si
esto más o menos dice algo.
Aquí tenía apuntes, no los pude llegar a tocar; lo siguiente: es una in-
vestigación que dice que organismos internacionales estudiaron que una
de las razones más importantes para el desvío psicopatológico de los chi-
cos es la electrónica contemporánea: la televisión, el computador mal
usado, etc. Y por otro lado dice que los analistas políticos dicen que una
de las cosas que más teme el gobierno chino actualmente es la difusión
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Salud Mental
de Internet. ¿Qué trato de decir? Que vivimos en un mundo en que así co-
mo quedó claro que todo es negocio, así también quedó claro que las má-
quinas no son prótesis nuestras, ni nosotros no somos prótesis de las má-
quinas. Somos toda una enorme red heterogénea que funciona y que
puede inclinarse en un sentido o en otro. Lo mismo que nos aliena pue-
de ser el arma que nos libere. Esa es otra de las cosas de las que pode-
mos disponer y no es tan difícil ni se reduce a las generaciones futuras.
Claro que yo al computador lo uso para trancar la puerta... (risas).
G.K.: Claro que los tipos de desrrazonados son infinitos, claro; tenes
muchas maneras de decir loco tal, loco cual. No sé hasta dónde llega-
mos. Porque hablábamos con Gregorio de la enorme complejidad de una
clasificación de la "locura". Pero si bien puede parecer que en relación a
lo que hablábamos ayer es muy muy abarcativa, muy generalizante, esa
clasificación pichoniana para empezar me parece bastante piola. Porque
podes empezar a decir locas de amor, que de hecho estamos hablando
de eso hace varios días. La locura de amar, de luchar, de resistir. La lo-
cura de la sublevación. Ahora, en relación con lo que dice este compañe-
ro, Gregorio, por el tema de la locura, vos decías.- "estamos todos locos".
Ahora, estamos ante un fenómeno, donde vos decís: "esto es lo que ocu-
rre, esto es el producto del capital total en el mundo, está distribuido de
tal manera" y así sucesivamente. Y eso que hacen, que los países que
conforman el Consejo de Seguridad sean los mayores proveedores de ar-
mas de guerra, que Estados Unidos gaste X cantidad en sistemas de de-
fensa y que al mismo tiempo les venda armas a los países de los que se
va a defender exterminándolos. ¿No está postulado todo eso hegemónica-
mente como racional y lo sano? ¿No se autoproclaman como los dueños
de la racionalidad de la salud?
G.B.: Yo no descarto eso, ni para mal ni para bien, porque, por ejem-
plo, los mayores progresos en las neurociencias los están haciendo ellos, no
se puede discutir. Están racionalmente trabajando muy bien en ese punto.
¿Qué van a hacer con eso? ¿Marx sabe, no? Pero que están avanzando es-
tán avanzando. Entonces, desde un cierto punto de vista, a pesar de que
no lo merecen, pero son hegemónicos racional, científica, pragmática y has-
ta estética y moralmente. Por lo menos en algunos aspectos. Ahí estoy com-
pletamente de acuerdo contigo. Justamente, lo que quería agregar es que
con respecto a que ellos digan que su modo de vida y su manera de domi-
nar, explotar y mistificar al mundo es la racionalidad la libertad y la justi-
cia... ya lo dicen mucho menos. Porque es tan ridículo... Al contrario, me
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Capítulo IV
Poder y política:
las máscaras del sometimiento
Alejandro Vainer
La clase del jueves estuvimos trabajando con Ángel Barraco, Gregorio Ka-
zi y Enrique Carpintero la primera parte del Seminario "Las máscaras del so-
metimiento". Entonces hablamos del tema de Locura y Poder. Por qué siguen
los manicomios. Allí planteaba que uno de los ejes era el sometimiento subje-
tivo. Cómo el poder actúa desde dentro de nosotros a través de sus máscaras.
Esta idea continúa por la línea que abrió León Rozitchner con Freud y ios lí-
mites del individualismo burgués, quien hoy nos acompaña en esta presenta-
ción. Y es un buen preludio para lo que expondré sobre el poder y la política.
¿Qué podemos hacer para este desenmascaramiento?
Para esto, como trabajadores de la salud mental (TSM) necesitamos recu-
rrir a los cruces entre marxismo y psicoanálisis. Pero aquí tenemos un proble-
ma, porque ei pensamiento único quiso decretar el final de ios grandes rela-
tos, y el marxismo y ei psicoanálisis fueron y son sus blancos predilectos. Esta
hegemonía, que aún persiste, lleva a pensar que este capitalismo es el único
mundo posible. Y que el marxismo y el psicoanálisis con sus cruces han que-
dado para los libros de historia.
Sin embargo, el mundo se ha convertido en una catástrofe, ya que ha-
biendo alimentos y trabajo para ei conjunto de la población mundial, los
bienes materiales y no materiales cada vez están concentrados en menos
manos. A la vez, y aunque parezca una paradoja, se condena la protesta,
la rebelión y la revolución, y no el actual imperio del capitalismo.
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Poder y política: las máscaras del sometimiento
No podemos hacer como hacía Bleger, que consideraba que tenía la ver-
dad acerca de lo que era el psicoanálisis y el marxismo y afirmó en Psicoa-
nálisis y marxismo que "las relaciones que se pueden establecer entre psi-
coanálisis y marxismo son múltiples, y que la falta de discriminación
conduce con gran frecuencia a superposiciones y confusiones lamentables".
El consideraba al marxismo como una concepción del mundo y que el error
de elevar el psicoanálisis (considerado por él como una teoría científica) a
ese nivel podía llevar a una integración o injerto entre marxismo y psicoa-
nálisis, y que "para todos estos casos se debe reservar el nombre de inten-
tos o desviaciones 'freudomarxistas'; denominación que se emplea con fre-
cuencia muy displicentemente para ahorrarse el trabajo de profundización".
Estas eran las versiones blegerianas del marxismo y del psicoanálisis. No
podemos categorizar que el psicoanálisis es una teoría científica (con todo
el proyecto cientificista de Bleger de la unidad de la psicología) y el marxis-
mo una concepción del mundo.
Dentro de esta pluralidad, tenemos que avanzar.
¿Y cómo? Más que hacer una "ensalada rusa" creo que es importante
ver núcleos de problemáticas que nos lleven luego a reformulaciones en
el Interior de la teoría.
Esta serie de problemáticas tendrán sus consecuencias para el marxis-
mo y para el psicoanálisis. Estas exceden, como verán, la clase de hoy, pe-
ro vale dejarlas mencionadas.
Consecuencias para el interior del marxismo y para el interior del psicoa-
nálisis, si dichos espacios se pudieran considerar compartimentos estancos.
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Salud Mental
Enrique Carpintero
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Poder y Política..
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Poder y política: las máscaras del sometimiento
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Salud Mental
de menores recursos. Mientras los ricos tienen sus asociaciones para pre-
sionar al Estado, los pobres deben esperar que las cosas mejoren ya que,
al judicializarse la protesta, la manifestación de sus reclamos es limitada
por el poder. Por ello la mitad de la población de nuestro país que vive en
la pobreza y sufre necesidades, a pesar de las estadísticas oficiales del
Indec, no debe ser un obstáculo para que los autos circulen libremente
por las calles de nuestra ciudad.
Me refería recién a Baruch Spinoza. Spinoza nos permite sostener una
ética diferente, una ética donde el derecho de los individuos tiene un lími-
te en el derecho de la comunidad.
La filosofía de Spinoza plantea un proceso de liberación individuai y co-
lectiva que permite entender cómo pasar de la servidumbre a la libertad y
de la impotencia al poder. La liberación Individual y por lo tanto ética, de-
be ser colectiva y política. Por ello dice: nada es más útil al hombre que el
hombre mismo. No formula una ética del "deber ser", sino una ética mate-
rialista del "poder ser" donde obrar éticamente consiste en desarrollar el po-
der del sujeto y no en seguir un deber dictado desde el exterior. El ser de
Spinoza es poder y potencia, no deber. Este se realiza a través del conoci-
miento de las propias pasiones para realizar una utilización de éstas que las
convierta de pasiones tristes —él llama tristes al odio, el egoísmo, la vio-
lencia, etc.— en pasiones alegres, es decir el amor y la solidaridad. De es-
ta manera el objetivo de la liberación ética individual y colectiva es pasar
de las pasiones tristes a las pasiones alegres.
Hay un texto de Spinoza que se llama el Tratado político. Allí estable-
ce que la democracia es el régimen en que la potencia colectiva no está
paralizada en un individuo o grupo particular, sino que permanece en ma-
nos de la comunidad, la cual es sujeto y objeto del poder político. Este es
el único estado absoluto: sólo en él se suprime la escisión entre gobierno
y pueblo, entre poderosos e impotentes. Pero esta democracia debe estar
basada en los principios de libertad, igualdad y solidaridad. En este sen-
tido Spinoza no habla de alienar dereciios sino de componer potencias.
Aquí la condición política tendrá por sujeto a la multitud (que podríamos
traducir como el colectivo social) cuya potencia en virtud de una concor-
dancia de derechos es en sí misma constitutiva y conflictiva. Se trata de
una comprensión de la política donde se inscribe positivamente la soli-
daridad entre sus miembros ya que los hombres componen sus potencias
para aumentarlas e intervienen solidariamente en las circunstancias des-
favorables de sus semejantes. En este sentido la política es un ámbito na-
tural formado por un juego dinámico de pasiones, de razones, de conflic-
tos y de concordancias. Es decir, una composición de potencias que se
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Poder y política: las máscaras del sometimiento
León Rozitchner
Bueno, me toca a mí. El título de esta mesa era Las máscaras del so-
metimiento. Ustedes ya han desarrollado algunos aspectos de esas más-
caras, yo voy a hablar de las máscaras de aquello que oculta el someti-
miento, voy a hablar de las máscaras del terror. Creo que algún sentido
tiene, estando sobre todo en este ámbito, en la Universidad de las Ma-
dres. No es extraño que justamente sea en este recinto, en este ámbito
abierto por las Madres en la lucha contra el terror, que fue el último nivel
donde la verdad del terror encontró la resistencia y al mismo tiempo su
capacidad de desciframiento. Y esto lo digo comparando el distinto lugar
que tiene —y, vamos a verlo enseguida, las teorías psicoanalíticas tam-
bién—... ¿Qué pasa con las madres? ¿Qué pasa no ya con las Madres de
Plaza de Mayo que son unos iconos y al mismo tiempo una realidad que
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Poder y política: las máscaras del sometimiento
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que allí el terror no tiene nada que ver Este, el de las Madres, al que las
Madres le vinieron a poner un límite, al que enfrentaron ante las amenazas
de muerte y enfrentaron algunas de ellas la muerte, pero apareció un limi-
te, el de las Madres, el límite no en los cuarteles sino en las calles, en la
plaza. Creo que hay que volver a encontrar ese tema no como algo exterior
y perteneciente al campo de la política, sino al de la teoría. Si no termina-
mos sin poder unificarnos, y pensar solidariamente en nosotros mismos co-
rno una unidad de vida, de pensamiento imaginario, afectivo y racional. Va-
yamos al complejo de Edipo. El complejo de Edipo de Freud es un Edipo
judío, porque a pesar de que él lo llama griego, tomando la figura de la tra-
gedia griega, sin embargo tiene características que no coinciden exacta-
mente con lo griego. En el complejo de Edipo de la tragedia griega no hay
que preguntarse solamente qué hace Edipo con la madre y con el padre,
hay que ver primeramente la tragedia, no solamente aquello en lo cual cuh
mina sino en el origen que se pasa habitualmente en silencio, ¿Quién man-
dó al muere al hijo? Y ahí no es el padre el que lo manda al muere, es la
madre que entrega al hijo a la muerte y lo deposita en brazos del esclavo,
porque esta era también una decisión política: los augurios habían señala-
do que ese hijo iba a matar al padre que era el poder político, el tirano en
Tebas. Entonces ¿qué hace? Es para preservar el poder político que el hijo
va al muere. Ese aspecto de la tragedia de Edipo está dejado de lado por-
que lo que se acentúa no es el lugar de la madre gestadora, es el lugar de
la madre real, la madre existente, con la cual el hijo va a convivir como no-
sotros sabemos. Lo que podemos llamar el complejo de Edipo griego, es di-
ferente a lo que podemos llamar con la misma concepción el complejo pa-
rental judío. Este es el que creo aparece en Freud en su propio complejo de
Edipo. Porque él habla claramente y señala tres aspectos del triángulo. Una
parte es la madre. Por otra el padre, que está elevado al poder supremo;
ustedes recuerdan cómo Freud señala que Dios no es más que una figura
del padre, y esto también aparece en el Antiguo Testamento, tiene un ca-
rácter antropomórfico. Y por otra está el hijo que tiene que enfrentar la re-
presión del padre frente al deseo que lo liga a la madre, y seguramente a
la madre también con el hijo. Porque siempre es preferible una figura nue-
va a una figura antigua, ya gastada como es la del padre. En fin, en última
instancia vemos acá otro aspecto de la cuestión: la madre está conservada
como madre genitora, la madre es una madre que quiere tener al hijo y de
alguna manera imponer algo sobre él a lo cual el padre se opone. Nosotros
pensamos en la figura habitualmente llamada erótica, la posesión sexual de
la madre, esto va, creo, incluso más allá; toda posesión implica un acom-
pañamiento, que también podríamos calificar de simbólico. La madre en su
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Poder V política: las máscaras del sometimiento
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cruel que sea, sino que, por el contrario, regresando de lo que llamaría la
etapa fálica, en los tres años, actualizando en sí una experiencia previa pri-
mera, la experiencia feliz con la madre, por lo tanto en la etapa oral, en la
cual ambos estaban confundidos en la simbiosis. Esto permite en última
instancia que el otro esté dentro de uno y uno pueda gozar o destruirlo al
otro. El niño, acudiendo a esta estrategia de guerra, en la etapa oral, le ha-
ce al padre lo que el padre quería hacerle a él. Claro, es la disimetría que
aparece entre el poder real del padre y el poder imaginario del niño para
vencerlo. De lo cual resulta que en Freud está la resistencia del niño. En
Freud está la amenaza de muerte pero está también la resistencia contra la
amenaza de muerte y (a astucia que el niño alcanza a construir para en-
frentarla. Pero también el amor al padre lleva a que, dice Freud en este ca-
so, después de darle muerte, el hijo, también recurriendo al mismo poder
omnipotente de la oralidad, le vuelve a dar vida al padre muerto dentro de
sí mismo. Se cagó para siempre. Porque a partir de allí él podrá retener la
sumisión al padre, y acá aparece una nueva conciencia, y esta nueva con-
ciencia no está señalada por la teoría lacaniana. Porque Freud a partir de
aquí dice; acá aparece una nueva conciencia, no es la conciencia anterior.
Por lo tanto, si existía conciencia anterior existía unidad sentida, vivida, ele-
mentalmente en el niño. Acá, dice Freud, aparece una nueva conciencia
que es la conciencia determinada por el orden del superyó paterno, la ley,
por lo tanto, y en última instancia también lo que aparece allí es la concien-
cia moral, donde los mandamientos de la ley del padre imponen no sola-
mente un modo de ser con el otro, sino también un modo de pensamiento.
Por eso Freud dice que esta conciencia que emerge del complejo de Edipo,
es esa conciencia que está cercada por tres angustias. La angustia ante el
superyó, que es la ley del padre en este caso. La amenaza del terror, la
amenaza de muerte que siente aparecer el niño cuando emergen las pulsio-
nes que de alguna manera tienen su empuje y nos llevan a querer satisfa-
cerlas. Y por otro lado también la amenaza que aparece ante la realidad ex-
terior, donde todo el poder político, económico, etc., también tiene y
presenta a la amenaza de muerte, al terror como un límite.
Entonces en Freud claramente el terror es el fundamento de la cultu-
ra psíquica. Y cuando hablamos del terror, evidentemente es también pa-
ra vencerlo, para hacer posible la vida, porque sólo es posible hacer po-
sible la vida si previamente se ha mostrado claramente el obstáculo. Un
obstáculo desde el cual las formas que nos impusieron una modalidad de
ser donde existe luego la apariencia de ser alguien cercenada en su fun-
damento porque está presente allí la marca del terror que impuso un lí-
mite a todo el desarrollo de nuestra corporeidad y por lo tanto de nuestro
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Salud Mental
del espejo, la diferencia que hay entre el caso de Lacan y el caso de Freud.
En el caso de Lacan el estadio del espejo penetró como una especie de
teoría salvadora sobre la infancia. Para muchas psicoanalistas, lo han to-
mado como una expresión de "por fin entendemos algo", Claro, entende-
mos algo, ya vamos a ver por qué se entiende algo allí. Porque Lacan, en
ese estadio del espejo, proyecta el despedazamiento corpóreo, la falta de
unidad del cuerpo como fundamento de lo que luego va a ser ei lugar don-
de lo simbólico se inserta a partir de la unificación que aparece dada por
este espejo de este estadio, es decir, por la figura que despierta la alegría
del niño al verse como una unidad entera. Pero miren ustedes el desfasaje
de los miembros separados; todo lo que Lacan pone, lo trae de la psicosis
y de la neurosis, pero sobre todo de la histeria y también de los delirios de
los pacientes adultos. Y se lo enchufa al niño. Es decir, va a buscar los re-
sultados en las psicosis adultas para hacer que esos resultados, producto
evidentemente del desarrollo de la infancia en una cultura determinada,
apoyada por la presencia de la castración como amenaza, incluye esto en
la infancia misma del niño. Por eso deja de lado el mito de Edipo y dice:
"el mito de Edipo es el mito de Freud". Nosotros vamos a referirnos al en-
frentamiento entre discordia y la armonía del filósofo de Efeso. Claro, está
hablando de Heráclito. Dos figuras metafísicas; la discordia y la armonía
fue el fundamento con el cual explicar el fundamento del hombre a la vi-
da. Este retorno a la fantasía griega en su expresión metafísica le va a per-
mitir a Lacan destruir algo fundamental que Freud plantea, que es el he-
cho de dónde viene el poder que hace que el hombre dominado en sí
mismo. Y Freud dice, a partir del superyó, como el hombre ya no se ani-
ma a dirigir la fuerza hacia afuera, la violencia la dirige hacia sí mismo. Es
decir, el poder utiliza nuestra propia resistencia, para doblegarnos a noso-
tros mismos. Esto está claramente señalado por Lacan como despreciable
en su artículo sobre la agresión.
En Freud encontramos el despedazamiento no al comienzo, donde apa-
rece el narcisismo, la simbiosis con la madre, ahí no hay despedazamien-
to, la locura no existe en ese sentido en la infancia. Freud lo tiene miuy cla-
ro, dice que hay que tener cuidado de no proyectar sobre esa etapa de la
infancia los propios delirios teóricos. Porque ningún niño puede desdecirlo,
y parece que todo puede ser aceptado. Hay que andar con sumo cuidado.
Cuidado que evidentemente no tuvo Lacan en proyectar la locura adulta, la
psicosis adulta sobre la primera infancia del niño. Eso es cristianismo tam-
liién. Porque esas pulsiones maternas, desorganizadoras según piensan,
son pulsiones también de muerte; es necesario después, a través de la cas-
Ir.ición, reorganizarlas por medio de la racionalidad cristiana.
Salud Mental
Entonces, qué pasa con Freud. Recuerdan que tiene un trabajo que se
llama "Lo deshogareño" que normalmente está traducido horriblemente
como "Lo ominoso", que no tiene un carajo que ver con lo deshogareño,
que es claramente la palabra alemana. Y que la traducción más próxima
es "Lo siniestro", calificando un aspecto de esa experiencia de "deshoga-
reñamiento". Freud ubica esta experiencia donde vuelven a aparecer los
miembros dislocados, separados del cuerpo, que aparecen cuando en el
seno de lo hogareño ya adulto vuelve a aparecer algo que lo niega, que nie-
ga lo hogareño. ¿Qué es lo que aparece negando lo hogareño materno? Es
justamente el terror, que despedaza. Este terror que despedaza no antes
del Edipo, sino posteriormente al Edipo. Lo pone formando parte de una
experiencia social adulta. Y es ahí donde aparece el despedazamiento. El
lacanismo se impone simbólicamente para ocultar la presencia real de la
amenaza del terror que en Freud aparece muy claramente expresada.- el
despedazamiento viene del poder político, del poder social, del poder his-
tórico. En la madre, en lo familiar, en lo hogareño, en lo materno, ahí no
había posibilidad de poder pensar el desmembramiento de los cuerpos tal
como lo pone Lacan en sus comienzos.
Yo creo que esto es fundamental para ir descubriendo que las teorías,
—que aparecen racionales, perfectas, con gran acopio de citas, de ventas
de ejemplares, de cofradías nuevas que se organizan, de un lenguaje de
secta— deben ser analizadas nuevamente. Por lo cual tendríamos que vol-
ver a preguntarnos qué carajo pasa con el terror cuando estamos en la ca-
sa de las Madres de Plaza de Mayo para tratar de comprender lo que se
planteó en la mesa hoy: ¿Cómo es posible que los dominados acepten la
dominación? La aceptan porque siempre van a aparecer teorías, otra vez
máscaras, que encubren el terror que está en el fundamento del sistema, y
en este retorno aparece otra vez la teoría de la ratificación tenebrosa de las
máscaras del cristianismo presentes en el psicoanálisis mismo.
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Capítulo V
Lucha antimanicomial:
transformación de saberes,
discursos y prácticas
Integrantes:
Paulo Amarante • Alfredo Olivera
Compañeros de La Colifata y Vilardevoz
Coordinación: Paulo Amarante
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Salud Mental
son locos, todos son enfermos, e hizo un gran Congreso con la industria far-
macéutica auspiciado, apoyado por todos los laboratorios.
Es un sueño de la industria farmacéutica que las personas por la maña-
na tomen un café, medialunas, mantequilla y un prozac. Sería una mara-
villa. Algunos dicen de poner prozac en el agua de la ciudad. Flúo para los
dientes y prozac para la mente. Podría ser también una llamada para una
sociedad bimanicomializada (...) Y lo otro {..) que ellos, los de la lucha an-
timanicomial, están queriendo deconstruir el concepto de enfermedad. Si
nosotros acatamos que no hay normalidad, acatamos que no hay anorma-
lidad. Si todos son normales, todos también pueden ser anormales. Enton-
ces un investigador quería demostrar que existían normales en la sociedad
y encontró 30 normales. Una cosa rarísima. Porque debe ser raro. Era muy
interesante porque eran personas que no tenían parientes enfermos ni his-
toria de enfermedad en la familia. Eran personas normales con familias
normales. Yo preguntaba incluso si habían personas que habían muerto en
esas familias, si tenían muertos. Porque eran familias tan normales que no
tenían muertos por enfermedad. Esto empezó una discusión acerca de có-
mo son los normales. Y la televisión fue a entrevistar a dos o tres. Le pre-
guntaban por qué es normal. Y respondían que a ellos les dijeron que eran
normales. Le preguntaban qué cosas hacen que puedan ser normales. Por
ejemplo, cuando está en una fila y viene uno y se pone en el phmer lugar.
Qué hace. Nada, no me importa (risas). Una persona normal sería alguien
a la que nada le importa demasiado, sería algo así. Ellos tomaron como
procedimiento de su investigación y lo publicaron en diarios y revistas. Y
decidieron experimentar con los normales con medicinas psícotrópícas an-
tidepresivas y tranquilizantes y ansiolíticos. Y un descubrimiento fantástico
fue que los normales se tornaron super normales.
Esta discusión la hice para poner un poco la idea de cómo es el proceso
de la lucha antimanicomial. Como decimos es también una discusión sobre
la producción conceptual de la psiquiatría, sobre la producción política de
las consecuencias de estos conceptos, la? aparatos judiciales, políticos que
hace la sociedad en torno al trabajo, de la escuela, de todos los otros espa-
cios sociales que como desarrollo de una idea social de locura, de discapa-
cidad, de enajenación. Y todo eso se construye en la sociedad. Y por último
la idea de que el cambio más profundo no es solamente un cambio de ser-
vicio sino que se trata de un cambio social. De lucha de inclusión como la
lucha por los derechos de las mujeres, de los pueblos indígenas, son luchas
sociales, se construye haciendo cosas nuevas, de inclusión, de participa-
ción, de derechos. Este es el principio más amplio de la idea de la lucha an-
timanicomial, un proceso social no solamente que tiene ramificaciones en
78
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas
las leyes, normativos públicos; tenemos una ley nacional importante que
fue aprobada después de doce años de lucfias frecuentes, de enfrenta-
mientos políticos, una ley nacional, tenemos varias normas institucionales,
ministeriales, y por ejemplo dan subsidios, presupuestos, a los ex habitan-
tes de instituciones psiquiátricas, que los ayudan a alquilar una casa, a te-
ner un presupuesto, un programa que se llama "De vuelta a casa"; hay va-
rias iniciativas muy importantes y un cambio político social muy
importante. En menos de veinte años nosotros cerramos alrededor de trein-
ta mil camas hospitalarias. Y hay un proceso de inclusión, de participación,
pero con muchos problemas. Claro, no hay una idea de una utopía, de una
ilusión. Y no ha servido como idea de un modelo para otros países. Es un
proceso político social, no se trata de una modernización del aparato del
Estado, una modernización solamente en los niveles de decisión política
más centrales del país. Pero es un proceso de pequeños y cotidianos cam-
bios de las relaciones, de cambios entre las personas, entre los técnicos,
en las formas de decir y pensar, entre los familiares y entre los propios
usuarios, las propias personas que sale un poco de ese lugar de siempre
de "yo soy el paciente, soy un enfermo, quiero cuidado, quiero medicina,
internación, casa, yo...". Como de uno que pide los tratamientos, los bene-
ficios, las cosas. Y de otro, la psiquiatría, la salud mental, el Estado, las
políticas, que aportan esos beneficios sin una construcción política y social.
Para cerrar un poco esta apertura, un poco progresada de esta forma,
aunque yo tenía otra idea. Tuvimos hace dos semanas el Vil Encuentro Na-
cional de la Lucha Antimanicomial que fue en Vitoria, la capital de una
provincia que se llama Espíritu Santo. Es una cosa muy interesante, un en-
cuentro como el que estamos haciendo acá, de profesionales, de técnicos,
de familiares, de usuarios, de todo el país, que no tiene ningún tipo de pre-
supuesto de empresas, de industrias, y mismo, este año, por ejemplo, del
gobierno federal, nada. Las personas participan, hacen proyectos, discu-
siones muy importantes. Y este propio proceso de organización, de discu-
sión, de planteos, es ya un proceso de ciudadanía, un proceso de inclusión
de esas personas, de su propio destino, de su propio pensamiento de có-
mo ellos se piensan en tanto ciudadanos, sujetos sociales, colectivos, es-
ta idea que es la cosa más importante y que en este II Foro, la decisión del
Foro fue tomada acá el año pasado de hacerlo en Río, nosotros pensamos
efectivamente hacer un encuentro internacional de estas experiencias. Por
eso aquellos que quieren tenemos aún algunos afiches, muchos ya fueron
distribuidos, para que efectivamente los peguen en las instituciones, en los
locales; tenemos la dirección de mail, otras informaciones de este encuen-
tro que vamos a hacer en Río de Janeiro entre el 22 y 25 de mayo. Una
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Salud Mental
información, ¿por qué escogimos mayo? Por las Madres de Plaza de Mayo.
La idea de "mayo" fue muy interesante; ya teníamos un poco hasta en el
imaginario la ¡dea de "mayo". Y por otro, mayo también, en Brasil, desde
este encuentro de Bauru, en el que estaremos organizando la conmemora-
ción de los veinte años; nosotros creamos un Día Nacional de la Lucha An-
timanicomial, como una estrategia de llevar a la sociedad una discusión so-
bre la cuestión de los manicomios, de la exclusión, de la psiquiatría, de la
locura, y cada día 18 de mayo —fue una fecha elegida para esto— hace-
mos varias actividades por el país: culturales, teatrales, musicales, debates
políticos, científicos. Luego un día se tornó poco, y pasamos a tener la Se-
mana de la Lucha Antimanicomial, todos los días en torno, del día 18 se
convirtieron en días en ios que se hacen muchas actividades. Si ustedes es-
tán en esos días en Brasil verán cómo en todas las grandes ciudades, de-
partamentos, tienen muchas actividades. Y luego, también, una semana se
tornó poco. Desde ahí nosotros decimos que mayo es el mes de la lucha
antimanicomiaL Y como broma, yo estoy diciendo que queremos tomar el
primer semestre en los próximos años; Semestre de la Lucha Antimanico-
mial. Es una idea, parece una broma, es un poco una broma, pero es una
idea interesante, significa que nosotros conmemoramos la República en
Brasil, fue ayer, anteayer, 15 de noviembre. Las personas no saben qué co-
sa es la República: es un feriado. Y otras tantas fechas son sólo un feriado:
7 de septiembre la independencia de Brasil. ¿Pero Brasil no era dependien-
te? Y cuando la fecha deja de ser una fecha para ser una actividad más, in-
cluso en el cotidiano de la vida. Pienso que la expansión de la fecha del 18
de mayo para la semana de mayo, luego el mes de mayo, y después por
una permanente actividad significa que estás saliendo de ser apenas algo
que se conmemora al fondo de la memoria para ser una cosa que se inclu-
ye en la historia del país, que se incluye en la actividad cotidiana de los su-
jetos, ciudadanos, etc. Bien, yo no sé cuánto tiempo... Como presidente de
la mesa, conferencista, controlador, secretario, yo voy a abrir la palabra por
si alguno quiere preguntar, decir alguna cosa, hasta que alguien aparezca y
me diga que tengo que parar.
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Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas
quizá el error sea esperar desesperando, tal vez sea esa la costumbre. En
nuestro proyecto los pacientes se tornaron impacientes ofreciendo lo con-
movedor de sus palabras. Conmovedor el hecho de la espera dejando la
des-espera y proponer el intercambio. Proponer un intercambio es de al-
gún modo refundar un modo de espera, ¿no es así? Quizá sea ese el pri-
mer acto en salud, quizá eso haga al trabajo micropolítico, a un cambio
en las relaciones, facilitador de nuevas configuraciones. Eso de lo que re-
cién hablaba Paulo Amarante: "ese proceso de pequeños y cotidianos
cambios de las relaciones, de cambios entre las personas"...
Hay un llamado, se pone en marcha un proceso de creación de —di-
ría— "presente convocante", un llamado a estar vivos participando de una
gesta.... (proceso de creación que derivó en un nombre entre otras cosas).
Pero, por favor, termine, o continuemos. Es breve lo que voy a decir.
Bueno, me encuentro con dos sorpresas de índole personal: una es que
está por primera vez mi hijita recién nacida aquí. Lila Olivera y su madre
Elise; me encanta que esto ocurra. Y lo otro es que acabo de ver a quien
fue mi terapeuta —creo— hace más de veinte años, Susana Méndez, que
está por ahí también.
Me llamo Alfredo Olivera, soy psicólogo y fundador de Radio La Colifa-
ta del Hospital Borda. La Colifata es un proyecto que ya tiene más de 16
años, nació al interior del hospital psiquiátrico y es conocida comúnmente
aquí en Argentina como la radio de los internos del Hospital Borda. Hoy es
un proyecto que trata de pensar el abordaje de medios de comunicación pa-
ra producir lo que llamamos "espacios en salud".
La Colifata existe como dispositivo, y como medio de comunicación que se
suma a otras plataformas de difusión, para desde allí irradiar sus producciones
y propiciar un encuentro con la comunidad. En relación con lo primero, se tra-
ta de un dispositivo cuyo objetivo es la disminución del sufrimiento psíquico en
los usuarios en el encuentro con la palabra, favorecer procesos de autonomía,
y trabajar en el armado y sostenimiento de lazo social. A ese espacio en salud
lo llamamos dispositivo radiofónico grupal, o dispositivo plástico sonoro. Con-
cretamente es la radio que emite los sábados desde los jardines del hospital
con características muy particulares. Al dispositivo montado lo podríamos de-
finir como el de una "máquina productora de realidad convocante". No es un
juego, no es una excusa, hay un "presente" que convoca a estar vivos, a habi-
tarlo y a hacer lazo con otros. Hay un evento en un dispositivo "abierto", en
una instalación plástico-sonora, que promueve la trama, y en el "entre" de la
trama, el desarrollo de procesos que devienen en posibildad de subjetivación.
Es un lugar de encuentro, de unos con otros. Ya sea con sus compañeros, co-
mo con el visitante, como con el auditor.
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Salud Mental
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Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas
y reflexión" que era grabado. Asi nace La Colifata como "la radio sin ante-
na". En cuando a la falta de apoyo institucional y de "control" diría que el
de La Colifata fue un proyecto que primero tuvo que legitimarse como prác-
tica fuera de los límites del hospital. Fue un proyecto que "desterritorializó"
la problemática anclándose en territorios. Sencillez de una idea que me ubi-
caba como un pequeño "chasqui" que llevaba información de un lado del
muro al otro y viceversa.
Entonces leo:
La Colifata... nació existiendo a partir de un otro solidario que le hizo
un lugar. Y entre esos otros estuvieron en principio los comunicadores...
La Colifata no iba a poder existir si no se fundaba en un acto concreto de
inclusión... existir a partir de otro solidario... Se producían espacios de diá-
logo en el psiquiátrico con un grabador. El grabador obraba a la vez como
micrófono y registro, algo muy interesante. Micrófono que recorta delimitan-
do el espacio para habilitar la posibilidad de la palabra y el intercambio en
la palabra. Y registro que funciona como garante del acontecer. Un "terce-
ro" que no sólo ordenaba la posibilidad de un encuentro, sino que además
funcionaba como testigo, y no sólo eso: un tercero que registraba para lue-
go emigrar a otras localidades. Lo que era genial vivir en esos comienzos,
era que ese grabador que se llevaba las palabras, regresaba al sábado si-
guiente trayendo palabras nuevas de gente que los había escuchado y que
llamaba a la radio para decírselo. No todos comprendían, había que darle
tiempo al tiempo. El grupo inventaba un motivo, que era el reunirse a ha-
blar, y en grupo reinventaba la espera, el ansia de saber qué vendría de
vuelta. Yo me ubicaba como primer oyente y debía hacer una síntesis para
luego emitir—algo por cierto muy complicado— en la FM comunitaria que
les daba un lugar.
Ahora bien: ¿quiénes permitían esto? Los que practicaban el primer ac-
to de inclusión eran los comunicadores que gentilmente cedían parte de su
programación para irradiar los 3 o 5 minutos de La Colifata. Primero fue en
la FM comunitaria de San andrés y luego Lalo Mir desde la masiva radio
Rock & Pop. Ellos ofrecían sus plataformas para que lo producido al interior
del manicomio —valor, palabra, texto invalorado socialmente— deviniera en
valor de circulación; eran los comunicadores quienes accionaban en el sen-
tido de la salud. Las producciones eran puestas al aire y generaban respues-
tas de la audiencia y al sábado siguiente los internos lo escuchaban. Enton-
ces ya la comunidad estaba construyendo La Colifata. Incluso muchas veces
el tema de discusión lo motivaba una pregunta u opinión de un oyente.
El lugar del oyente en el proceso de construcción de esta "realidad con-
vocante" que es La Colifata, fue y es central. Me pareció importante desde
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es una radio comunitaria. Ahora, esas seis horas de emisión se graban, pos-
teriormente realizamos un trabajo de edición, nosotros decimos con un cri-
terio político, ético-terapéutico y estético. Edición hecha con el objetivo de
que las producciones de los que están allí lleguen a la gente, a oídos del
hombre común, ingrese en su cotidianeidad. Al comienzo La Colifata dura-
ba tres horas, pero era imposible emitir tres horas luego en la radio comu-
nitaria retransmisora. Para que salga al aire tenían que emitirse tres o cin-
co minutos. Nos dimos cuenta que esa dificultad contenía una gran
posibildad, que este formato permitía enviar estas producciones a más de
una radio y de ese modo podríamos llegar al "hombre común". Además, lo
que emergía como riesgo de manipulación podía ser oportunidad o recurso
de intervención en relación a procesos de tipo terapéutico. Hoy La Colifata
se retransmite en más de treinta radios AM y FM. Y además produce tele-
visión: la pueden ver en Canal 7 los miércoles a las 9.30 hs, un espacio en
vivo. Mediante el mecanismo de retransmisión se llega a la comunidad, y
la comunidad responde. La Colifata recibe en promedio más de 60 mensa-
jes de oyentes por mes, más de 200 visitas diarias a su página web (www-
.lacolifata.org), entre otros modos de participación.
Me gustaría ahora compartir con ustedes tres minutos de Radio La Co-
lifata. (...) es un debate, una discusión sobre "el tiempo".
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Lucha antimanicomiai: transformación de saberes, discursos y prácticas
hay un taller de las radios para tratar de pensar hacia un movimiento liga-
do a las radios, y están invitados todos. Pero Paulo dice que abramos la pa-
labra para el debate, quien quiera...
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Salud Mental
Colifato: Ah, cierto, me había olvidado el detalle... Yo, cortito... Esta opi-
nión de )a mesa, a ver, ¿te podes acercar por favor?
Asistente: Hola, bueno, yo soy Julia Vallejos, soy residente del Hospital
Tobar García y quería aprovechar la presencia de Paulo para preguntarle
(...) más despacio... Creo que la coyuntura política, ideológica, teórica ac-
tual, aquí en Argentina, es distinta de aquélla en la cual se comenzó a ges-
tar la reforma psiquiátrica en Brasil, es como otro momento histórico, etc.
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Lucha antimanlcomial: transformación de saberes, discursos y prácticas
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Asistente 6: Buen día, soy Mara, soy profesora, y mi pregunta para Pau-
lo es cómo está aconteciendo la discusión de las personas que están hoy
internadas en manicomios judiciales, que están en un local de tratamiento
que no trata, también pertenecen a un territorio de la Justicia que también
no los ve, no tienen una protección de la Justicia ni de la Salud? ¿Cómo es-
tá esa discusión hoy en Brasil?
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Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas
Asistente 7: Bueno, hola, quería hacer una pregunta dirigida más que
nada a la gente de La Colifata,- soy María José, soy residente del Hospital
de Junín Abraham Pineiro, estoy coordinando junto con los compañeros un
taller de radio y quería saber cómo pensaban ustedes la radio en su dimen-
sión terapéutica, que obviamente es una de sus dimensiones, con relación
a qué lugar tendría en un dispositivo de externación. De externación, que
sea lo más eficiente posible, con sus fallas, pero qué lugar tendría la radio
con relación a la externación, pensando en lo terapéutico.
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países donde más se medicaliza a los niños con, por ejemplo, ritalina.
Nosotros tenemos a Rita Lee y a ritalina (risas). Son dos: Rita y Lina.
Porque si está muy agresivo: Rita. Si está depresivo; Lina. Lo siento mu-
cho, no hay cómo responder a todos. El comandante Ernesto me dice
que debo dejar paso a Alfredo para que diga algunas palabras. Y si lue-
go quieren podemos charlar afuera.
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Capítulo VI
Resiliencia y resistencia
Dulce Suaya (D.S): (...) Proponemos abrir en este espacio un debate so-
bre los conceptos de resiliencia y de resistencia. La mesa en este encuen-
tro pretende analizar el sentido de la diferencia entre los dos términos, las
formas de aplicación y los resultados que pretenden alcanzar.
Nos hemos propuesto este debate debido a que en el ámbito acadé-
mico se encuentran en la actualidad con frecuencia investigaciones, tra-
bajos de campo, artículos y otros escritos sostenidos nodularmente en el
concepto de resiliencia.
Consideramos que amerita una reflexión crítica y la Universidad de las
Madres es el espacio propicio para convocarnos a esta polémica.
La mesa está constituida por compañeras de diferentes campos de
saber, lo que nos parece oportuno para ampliar las perspectivas del ám-
bito de discusión.
Nuestro objetivo es contribuir en dirección a constituir el Congreso en
un lugar de producción de conocimiento. Desde este objetivo convocamos
a que enfrentemos el desafío de poner en suspenso lo ya conocido, al esti-
lo de la propuesta fenomenologica, para someter al análisis crítico nuestro
conocimiento sobre resiliencia y resistencia.
A medida que voy pasando el micrófono, la compañera que tome la
palabra se presentará a ustedes como le parezca. La idea es que no va-
mos a hacer presentaciones de títulos. Lo que interesa acá es la dirección
que va guiando sus reflexiones sobre el problema y la consistencia de su
palabra con lo que hace. En ese sentido las presento como personas que
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Resiliencia y resistencia
terreno de lo dudoso. Entonces voy a plantear que lo que intento es dar vi-
sibilidad a la cuestión de dónde viene el término resiliencia y la lógica don-
de la resiliencia cobra sentido. Entonces primero voy a plantear tres cosas,
nada más, para hablar rápido: que plusvalía como concepto y como prác-
tica no es una contradicción del sistema sino que justamente plusvalía es
la articulación del sistema capitalista y esa articulación es una contrarie-
dad que no se resuelve, que se mantiene porque funciona, es lo que hace
funcionar al sistema. Y en ese sentido, en el mismo plano están la riqueza
pura y el trabajo desnudo, como ios polos entre los cuales funciona y no
deja de funcionar de esa manera, porque es el nudo del sistema capitalis-
ta, la riqueza que compra trabajo. Entonces, por un lado está la riqueza y
por otro lado está el trabajo desnudo, es decir, el trabajo de cuerpos ex-
puestos a ser comprados por la riqueza. Entonces la riqueza compra traba-
jo, pero la cuestión que quiero plantear es que hoy el trabajo es sin traba-
jadores, en el sentido de cuerpo puesto a trabajar. El trabajo es sin
trabajadores, el trabajo precario significa tiempo de trabajo sin cuerpos, en
el sentido del cuerpo en la fábrica. Entonces tiempo de trabajo sin cuerpos:
ejemplo, trabajar en la casa con la computadora y creer que eso es algo co-
mo una libertad. Otro ejemplo: estar siempre con el celular a disposición,
las veinticuatro horas del día, siempre h^y que tener el celular prendido
porque el jefe siempre tiene algo para preguntar, para decir Entonces, tra-
bajo con computadora y con celular en este momento puede denominarse
trabajo sin cuerpo en el sentido de la riqueza que compra tiempo, tiempo
de vida. Entonces en ese sentido el tiempo no tiene derechos, no hay de-
rechos laborales del tiempo. Entonces, a eso es a lo 0!ue puede dafse co^
mo la idea de que la plusvalía funciona comprando tiempo. Entonces la
cuestión es que el signo de la modernidaq es ese vínculo secreto que une
al poder con el dominio total del cuerpo. Agamben plantea que la nuda vi-
da, el concepto que dice que la vida es sin valor político, tiene el singular
privilegio de ser aquello sobre cuya exclusión se funda la ciudadanía. Es
decir, se anula la vida humana para construir un cuerpo político, y el cuer-
po político es lo que está subsumido al capital, es decir, el tiempo, no el
cuerpo concreto. Tal como Marx definió, el capital es una relación, no es
una cosa, por eso la biopolítica lleva al extremo la relación de explotación,
donde lo que está en juego es la vida misma. Hay un concepto muy inte-
resante de Agamben, que es un filósofo italiano, que vive, que estuvo el
año pasado acá, que dice que el hombre sagrado es un concepto que to-
ma del Derecho romano, es el hombre que; estaba destinado al sacrificio ri-
tual. Y como estaba destinado al sacrificio su muerte no constituye un ase-
sinato. Porque, precisamente, por definición, es el hombre que está
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Salud Mental
Ana Berezín (A.B.): Buenas tardes, soy Ana Berezín. Yo voy a puntuar
algunas cuestiones porque creo que el tema de la resiliencia abre un de-
bate importante. Sé que hay muchas personas con las que en la mayoría
de las cosas acordaría, pero cuando abordamos este tema pueden llegar a
armarse discusiones muy profundas y al mismo tiempo muy ricas. Enton-
ces voy a puntuar algunas cuestiones porque creo que la intención de to-
dos es abrir un diálogo. Bueno, soy psicoanalista, en este momento desde
hace ya cinco años dirijo, en el marco de Naciones Unidas para los refu-
giados, un programa de asistencia humanitaria y psicosocial para los refu-
giados colombianos en Ecuador y hace poco también en la frontera con Ve-
nezuela. Vamos a empezar. Puntúo nada más. Una de las cosas que me
impactaron muchísimo, porque creo que habla por sí misma, es cuando se
agota un libro que se llama La maravilla del dolor. Esto me produce un
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Resiliencia y resistencia
profundo impacto, no tanto por quien lo escribió, porque vaya a saber qué
cosas le pasan con el dolor, pero que tantas personas podamos adherir tan
fácilmente y leerlo y estudiarlo incluso, a mí me produce muchos interro-
gantes acerca de los procesos que nos han atravesado a lo largo del siglo
XX y que siguen atravesándonos aún hoy. Me hace pensar en varias cosas,
pero especialmente.- en una banalización del sufrimiento humano, hablo del
sufrimiento evitable; hay sufrimientos que son inevitables en la vida, hablo
de los sufrimientos evitables. Y que además de banalizar el dolor, o mejor
dicho como modo de banalización, se lo exalte.- "qué bueno que la gente
sufra, salen mejores... una maravilla". Parece que seremos mejores perso-
nas si sufrimos, cuanto más sufrimos seremos más capaces de desplegar
nuestras potencialidades. Es un viejo debate en relación a la locura y la
creación, pero ahora lo dejo al costado. Y yo creo que está en un contexto,
sobre todo en los últimos años, donde siguiendo un poco lo último que tra-
jo Ester acerca de lo que plantea Agamben sobre las diferentes formas de
biopolítica, no son todas iguales, pero bueno, las diferentes formas de bio-
política, que también es algo que habría que abrir y discutir, pero deseo se-
ñalar que lo que está presente es uno de los aspectos propios de la moder-
nidad, en especial, aspectos muy desplegados en la cultura judeo-cristiana
donde hay una exaltación del sacrificio, el esfuerzo, los impedimentos, los
estados de carencia y de padecimiento, siendo estos valores los que reali-
zan de mejor modo lo humano, los que realmente hacen que un ser huma-
no sea capaz de desplegar más verdaderamente su humanidad. A mí me
parece que este tipo de discursos y de prácticas dan lugar a que fácilmen-
te "compremos" en el sentido profundo de una adhesión acrítica algo que
se llama La maravilla del dolor. Yo todavía no descubrí ninguna maravilla
en el dolor. Salvo quienes tengan algún goce perverso oculto, yo creo que
el dolor me y nos produce, el propio y el de los otros, me y nos produce un
profundo dolor, y de maravilloso no le veo nada. Si alguien adhiriese sin
cuestionar "que cuanto peor, mejor", que quien sufre va a poder desplegar
mejor su subjetividad, y cuando lo que enfrentamos en diferentes experien-
cias y situaciones, sobre todo en las situaciones límites de enormes injusti-
cias, enormes carencias, enormes procesos de precarización, es que el do-
lor y el sufrimiento deshumanizan, expropian a las personas la posibilidad
de desplegar lo mejor de sí mismos, los reduce a una identidad cristalizada
de víctimas. Hay una serie de mecanismos psíquicos que facilitan, a partir
del accionar de los victimarios o de quienes ejercen un dominio, crear una
identidad; esa identidad se va construyendo a lo largo de generaciones, y to-
da aquella riqueza afectiva, emocional, de su propia imaginación, de sus
propias potencialidades creativas son barridas. Un ser humano reducido a
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Resiliencia y resistencia
¿"qué te pasa, por qué le hablaste así?". Muy rica, pone los brazos en jarro,
así me hace, y me dice.- "Pero tú no conoces el concepto de resiliencia?". Y me
dije bueno, así están las cosas.
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María Rosa Neufeld (M.R.N.): Mi nombre es María Rosa Neufeld, soy an-
tropóloga social, trabajo temas en los que se cruzan, se articulan la antropo-
logía, la educación, la política. Como aporte a este panel querría señalar al-
gunas cuestiones respecto de esta contraposición que marca el título del
panel entre resiliencia y resistencia, comenzando con señalar la polisemia del
concepto de resiliencia. Este concepto, que como han señalado las personas
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Resiliencia y resistencia
de estas 505 personas fue considerada "niños de alto riesgo" porque habían
nacido en la pobreza, sus padres eran hijos de trabajadores, habían sufrido
grave stress perinatal, vivían en ambientes perturbados por (a discordia o el
alcoholismo. Ustedes dirán que estoy mezclando la biblia y el calefón, pero
no soy yo sino este estudio el que los mezcla. Las investigadoras llegan a la
conclusión de que el 10% de la totalidad de la cohorte, pese a que perte-
necía a esa fracción de alto riesgo, a los 18 años se convertían en jóvenes
adultos competentes, confiables y cuidadores. "Competentes, confiables y
cuidadores" es el núcleo de la idea de resiliencia que surge de este estudio.
Después de leer esto lo que acabo de sintetizar en los trabajos de Melillo y
en los mismos trabajos de Walker, fuimos al diccionario y a algunos textos
sobre la historia de Hawai, que permiten reconstruir el contexto histórico-
político en el que desarrolló esta cohorte. Esta cohorte se recluta entre los
kanakos, la población originaria de Hawai, que había sufrido distintas inva-
siones, distintas expropiaciones coloniales, y que en definitiva había termi-
nado siendo parte de territorio asociado a Estados Unidos, Y esto no se ex-
plícita en ningún lugar del estudio. ¿Qué pasó con esa población kanaka que
pasó de una cifra de 330.000 integrantes en 1832, a 11.000 en 1948,
unos años antes del estudio?. ¿Qué les había pasado? Ni más ni menos que
los procesos que conocemos bien en América Latina: los efectos del etnoci-
dio, del genocidio colonial. Y en este sentido, quizá podríamos señalar que
en este estudio de Werner y Walker el concepto de resiliencia recuerda en
alguna medida al viejo concepto darwinista de los más aptos, o si quere-
mos, entre nosotros, a los sobrevivientes (pero hay que aclarar que sobrevi-
vientes de procesos sociales y políticos).
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Resíliencia y resistencia
también es una posición, como las nuevas prácticas que nos podemos dar
en estos tiempos, seguramente habrá muchas formas, por lo que escucho
en ustedes, de ser psicoanalista, pero en realidad, incluso desde lo anti-
manicomial, pensaba que lógicamente (los neuro-psiquiátricos) se han
llenado de personas no resilientes, que no han aguantado el dolor de las
familias, que no han soportado los incestos, las violaciones, los abusos,
la pobreza, las posiciones subjetivas en que sus familias los han puesto,
y entonces, desde ese lugar acusaron un síntoma y los locos vagando por
las calles, o quizá en este caso las personas que tienen problemas en sus
trabajos, como mencionó antes ella, interpelan al sistema capitalista, de-
nuncian las fallas del sistema. Y me parece que el sistema tiene múlti-
ples formas de invisibilizar aquello que no quiere que veamos. Uno de
ellos puede ser el concepto de resiliencia en un aspecto. Porque lógica-
mente si uno es resiliente es adaptado y no tiene síntomas, y los niños
van a la escuela, y finalmente uno se queda con el marido que tiene por-
que tampoco está tan mal y todo es tipo de cosas... me parece que hay
como una serie de factores que son, como vos decías, bien desde una po-
sición política, ¿no? Más allá de que el concepto yo también lo he segui-
do bastante, por otro tipo de cuestiones, incluso hasta el servicio de lo
antipsiquiátrico, de lo antimanicomial, uno puede pensar que hay perso-
nas que habiendo sufrido mucho han conseguido, por supuesto en condi-
ciones de libertad, de no manicomio, de no exclusión, y con un trabajo
diferente, volverse más sanos de lo que podrían estar con todo lo que pa-
decieron. Creo que es importante que ustedes mencionen la dimensión
política y una posición fuerte en relación a esto donde el sistema de do-
minación ha sofisticado sus técnicas, ha sacado el DSM IV, incluso lla-
mativamente en manos de los que han sido víctimas de la tortura, en es-
te caso de los centros de exclusión como eran los campos de
concentración, han podido hablar de resiliencia de una forma en que pa-
rece como que el dolor está bárbaro y que, coincido lo que decía la se-
gunda exponente, esto tiene que ver con la cultura judeo-cristiana tam-
bién: parirás con dolor, y ganarás el pan con el sudor de tu frente, y nunca
creativamente. Pero bueno, para terminar, me parece que esto tiene que
ver con que cualquier práctica insurgente, o cualquier posición revolucio-
naria o cualquier denuncia acerca del malestar indudablemente no está
muy a favor del sistema y la persona no es resiliente y se la empieza a
excluir como están diciendo aquí.
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Resüiencia y resistencia
Ester Cohen: Sí, quería aclarar algunas cuestiones que se fueron di-
ciendo. Yo creo que tenemos que tratar de bregar por la posibilidad de
que cada grupo humano, cada colectividad, cada instancia donde haya
más de dos pueda pensar qué debe y qué no debe, siguiendo lo que di-
ce Dulce. Es decir, si a algo se parece esta forma de neo darwinismo so-
cial es a que las personas se adapten al modelo hegemónico presente y
necesario en la defensa de determinados intereses, con lo cual yo qui-
siera darle un matiz a lo que Dulce dice. Me parece que yo no sería
quien le diría lo que debe y lo que no debe. En todo caso le propondría
que pensemos juntos qué deberíamos hacer mejor para nosotros mismos
y qué no. No, no, sí, sí, deber para con uno mismo, para con el otro, co-
mo que haya espacios donde, en todo caso, cada grupo humano pueda
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Capítulo vil
Introducción
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Desarrollo
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Reflexiones sobre la práctica profesional en una Institución pública...
1. Entendemos la atención como el dispositivo que expresa la puesta en acto de acciones, dis-
cursos, instrumentos, recursos, estrategias y técnicas que dan operacionalidad a la acción pro-
fesional y la demanda, como las diversas expresiones en donde se solicita la intervención de
dicho servicio.
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Salud IVIental
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Reflexiones sobre la práctica profesional en una institución pública...
2. Cabe aclarar que en ese plano el dato empírico singular ya contiene en su complejidad
relaciones con la universalidad y la particularidad (Nobre Pontes, 2003).
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Salud Mental
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Reflexiones sobre la práctica profesional en una institución pública..
Bibliografía
Taller de escritura
Primeras escenas
El lazo con el comedor se origina a partir del trabajo de diagnóstico
nutricional que se estaba realizando en diferentes comedores. Por otro
lado llega al Servicio Social de la US N° 35 el pedido de intervención de
una madre a causa del abandono escolar de su hijo. Trabajo Social en-
trevista al niño, quien refiere querer seguir estudiando, pero en otra es-
cuela. Ante la imposibilidad del cambio, se intenta sostener el hábito de
leer y escribir en el comedor. Se comienza a trabajar y espontáneamen-
te los niños que concurrían se suman a la actividad. Un armario lleno de
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Salud Mental
1^ escena
2^ escena
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Taller de escritura
Otra escritora infantil con quien nos encontramos fue Ana María Ma-
chado, quien plantea que los niños como los artistas son aquellos que se
preguntan no solamente ¿por qué? sino ¿por qué no? "Poetas, locos y ni-
ños, todos marginales y sorprendentes, todos carentes de una lógica pre-
fijada y, al mismo tiempo, dueños y maestros de otra lógica al revés (...)
se mueven en un territorio ambiguo, equívoco, multívoco, donde los com-
portamientos y actitudes pueden y deben ser re-inventados a cada instan-
te, donde una pregunta tiene muchas respuestas y una respuesta es da-
da a cuestiones múltiples..."
A partir de estos autores pensamos que si bien los niños se encuentran
inmersos en un mundo de palabras es necesario que se dé un proceso de
apropiación de las mismas en donde puedan jugar con sus usos posibles.
Inventar lleva a producir un acontecimiento en donde lo real, lo fantás-
tico y lo posible se desdibujan. La ficción es un momento de traducción y
decantación de aquello que produce marcas en el sujeto, quien no es un
mero receptor de la realidad, por lo que todo acto de lectura lleva implíci-
to un acto de escritura. La fantasía, el juego, los relatos son el lugar don-
de sólo con decirlo las cosas pueden cambiar por el poder mágico de las
palabras, antesala de la transformación de la realidad. Es entonces que se
deben facilitar las condiciones para que los niños puedan crear.
Mediante este proceso los participantes se estructuran y estructuran la
realidad, implicando esto la posibilidad de reconocernos como productores
de la historia. En tanto, lo que se ofrece no es un lugar de corrección por-
que no hay modelos, sino tantas creaciones como sujetos.
La presencia de la palabra de los niños los vuelve los actores principa-
les de la escena que se monta. La conversación con ellos es fundamental
en este proceso para conocerlos y conocer sus preferencias, ya que se de-
be tener en cuenta en este espacio, aparte de la edad, qué cosas motivan
su atención. Por lo que es importante tomar como guía la respuesta del su-
jeto a lo que se le ofrece, estando atentos a su subjetividad.
Es necesario que en el encuentro con los niños se transmita un saber
hacer con la palabra como ejercicio cotidiano, en tanto que ella mediatiza
la acción produciendo el intervalo necesario para que lo simbólico funcione
estructurando la realidad.
Conclusiones
así que el encuentro con las lecturas posibles, la de los chicos, la de los au-
tores mencionados y las nuestras nos llevó a escribir en distintas ocasiones
con el fin de transmitir las marcas que las mismas nos provocaron.
Pensamos el pasaje de la interdisciplina a los intersaberes como conse-
cuencia de ios saberes que cada uno de los participantes del encuentro po-
ne a jugar allí, nutriendo la trama que se crea. Saber hacer que operativiza
tanto conceptos como prácticas o modos de hacer con aquello que se nos
presenta, existiendo tantos saberes como sujetos participen.
Corriéndonos de la exclusividad de los saberes disciplinares para dar
ocasión a la creación y a los distintos modos de habitar posibles.
130
Taller de escritura
Bibliografía
131
Capítulo IX
Introducción
133
Salud Mental
134
La Intervención del Trabajador Social en el área de salud mental...
Conclusiones
Fundacnentación
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Salud Mental
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La Intervención del Trabajador Social en el área de salud mental...
137
Salud Mental
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La Intervención del Trabajador Social en el área de salud mental.
UNIDADES
MUNICIPIO SANITARIAS
VIOLENCIA
EDUCACIÓN
CPA
OTRAS
INSTITUCIONES
YONG
139
Capítulo X
Formación de la escucha
de la demanda. Del egocentrismo
a la descentración profesional
141
Salud Mental
2. Stevens, John. El Darse Cuenta. Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1990.
142
Formación de la escucha de la demanda...
preocupa tanto que confundan mi profesión con otra, suele suceder en las pro-
fesiones noveles, el temor a ser confundido con un profesional de otro campo,
conduce a la imposibilidad de armar equipos realmente interdisciplinarios.
Destaco esto porque se vuelven muy multi-discipiinarios, o sea, cada uno en
lo suyo sin intercambio o tan "trans" que pierden especificidad.
¡Qué incertidumbre! ¡Cuan amplio y abierto el horizonte, el campo, el
camino...! y a lo mejor es el camino mismo, y el andar lo que me permita
la emergencia del deseo.
Hasta aquí un problema ¿o un dilema?
Entrecruzar críticamente la singularidad problemática de las necesida-
des de la comunidad con la singularidad o problemática de la población
o comunidad sobre la que aplica sus herramientas es ocupar un espacio
de acción en terreno, situarse en transición y encuentro, transitando de-
terminados paradigmas y asumiendo una postura siempre...
Esto se valida al considerar al trabajador social siempre bajo un rol po-
lítico (R Freiré), un agente de cambio, un mediador, o como un "otro signi-
ficativo" en el acceso a la cultura (L. Vigotsky), un articulador social, siem-
pre institucional (R Ulloa).
Es posible destacar además que esas "proporciones de espacios" en ca-
da profesional no son uniformes. Pero que para un trabajo honesto y respon-
sable dichos espacios y tiempos, alternan sus proporciones y se obligan a
mantener siempre una relación con determinada ponderación. Donde no se
borre el Yo del trabajador, sin una preponderancia tal que desdibuje el Yo de
los otros, quedando de esta manera claro de quién es la demanda.
Y acerca de la relación de tiempos... ¿Tiempos? Ayer, hoy y mañana.
Ayer.... Es la Historia lo que provee y posee anterioridad al presente en el
que transcurrimos, la historicidad o el acontecimiento histórico jugando en el
interior de nuestra persona; nuestro bagaje, saberes previos inherentes y aje-
nos a la disciplina, condiciones, aptitudes, actitudes, ganas, deseos, dolores,
rabias, ideología, ética, proyecto. Todo aquello que colabora ahora en la cons-
titución de representaciones sociales. En fin, el ayer...
Cantidades perfectas de mañana... anticipando situaciones, quizá u
ojalá, para participar en la prevención, o captando o escuchando o leyen-
do la demanda a la luz de la experiencia en el ayer. Construyendo un pro-
yecto^ articulándolo con el objetivo personal; que a veces coincidirá o no
con el objetivo disciplinar.
3. Proyecto pro - adelante, yecto - hecho, proyecto son heciios pensados ayer u tioy pero pa-
sibles de futuro.
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Salud Mental
144
Formación de la escucha de la demanda...
De De
oír ^'"'^^ a escuchar. mirar -"^'''^ a ver.
Carlos Castañeda narra las enseñanzas del chamán Don Juan", quien por
laberínticos caminos lo conduce a la posibilidad de ver, no sólo de mirar.
145
Salud Mental
146
Formación de la escucha de la demanda...
Los invito a agregar algunas gotas de agua al mar y luego intentar recu-
perarlas y diferenciar a qué agua corresponde lo que surge como resultado.
Esto es tan difícil o casi imposible como pretender separar al otro de mí.
O al otro que constituye parte de mí.
Del mismo modo, es complicado resolver por ejemplo, temas que pro-
ducen afectos compartidos con miembros de la comunidad en que vivimos.
Quizás haya que buscar un sinsentido, que no descubra nada, sino
que cree las "condiciones de posibilidad" para que otros sentidos pue-
dan ser enunciados, en otras palabras, para que posibilite la emergen-
cia de las condiciones de acceso a la singularidad del sentido, al senti-
do individual, subjetivo...
El trabajador social renuncia al saber de la certeza de lo que en el grupo
acontece, para abrir camino a que cada cual busque... camine... encuentre al-
go, o hasta deseche el camino, experimente, modifique su entorno, creando
nuevas realidades pero renunciando al poder dominador del que sabe o que
cree saber, ubicándose en el lugar del que habilita el camino para buscar.
¿Cómo colaborar desde la formación a la asunción del rol de trabajado-
res sociales?
¿Qué significa formar?
¿Qué es formar en Trabajo Social?
Un arquitecto que participó en la fundación de Brasilia dice que en los
edificios con columnas, lo importante a pensar para la construcción de esa
casa a ser habitada, no es tanto la columna en sí misma, sino el "entre" o
el espacio creado entre dichas columnas.
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Salud Mental
148
Formación de la escucha de la demanda...
149
Salud Mental
150
Formación de la escucha de la demanda...
1B1
Salud Mental
152
Formación de la escucha de la demanda...
No te salves
no te llenes de calma
153
Salud Mental
Educación formación
Educación metamorfosis
Educación holograma
Educación de y para la incertidumbre
Formación no egocéntrica
Formación hacia ia descentración
Educación de y para el Hombre
154
índice
Presentación 9
Capítulo I
Lucila antimanicomiai: praxis insurgentes,
las multiplicidades libertarias 11
Gregorio Kazi • Izabel Friche Passos • Thomas Josué Silva
Coordinación: Paulo Amarante
Capítulo II
Desapropiaciones de la subjetividad 31
Ricardo Rodulfo
Capítulo III
Locura y guerra 39
Gregorio Baremblitt
Capítulo IV
Poder V política: las máscaras del sometimiento 57
Enrique Carpintero • Alejandro Vainer • León Rozitchner
Capítulo V
Lucha antimanicomial: transformación de saberes,
discursos y prácticas 77
Paulo Amarante • Alfredo Olivera
Compañeros de La Colifata y Vilardevoz
Coordinación: Paulo Amarante
IBB
Salud Mental
Capítulo VI
Resíljencia y resistencia 99
Gilou García Reinoso • Ester Cohen
María Rosa Neufeld • Ana Berezín • Dulce Suaya
Coordinación: Dulce Suaya
Capítulo Vil
Reflexiones sobre la práctica profesional
en una institución pública para la salud mental 117
Clara Weber • Lidia Abel • Camila Ríos • Sofía Russo
Luciana Ramírez • Valeria Carosella • Sandra Duarte
Coordinación: Marcelo Cortizo
Capítulo VIII
Taller de escritura 125
Natalia Ligarte • María Inés Machado
Germán Dumrauf • Graciano Braganza
Coordinación: Marcelo Cortizo
Capítulo IX
La intervención del Trabajador Social
en el área de salud mental en un hospital de agudos.
Hospital Dr, Mario V. Larrain de Berisso 133
Rita Hernández • Jessica Guerrero • Graciano Braganza
Coordinación: Marcelo Cortizo
Capítulo X
Formación de la escucha de la demanda.
Del egocentrismo a la descentración profesional 141
Mirta Graciela Fregtman
156
Este libro se terminó de imprimir en el mes de Noviembre de 2008
en INDUSTRIAS GRÁFICAS ENRIQUE MUSSO S.R.L.
Buenos Aires -Argentina • 15-4086-4059
emartesgraficas@hotmail.com
GREGORIO KAZI
MARGARITA AJEREZ
COORDINADORES
SALUD MENTAL
Experiencias y prácticas
Tal como de diversidad de modos se expresa en este texto, no nos resulta posible
asumir las prerrogativas hegemónicas que exigen conocimientos abstractos
desvinculados de la realidad socio histórica y por tanto de las necesidades del ser
histórico social, que también nos atraviesan como tales. En contrapartida, la "epis-
teme fragmentada" se encuentra decisivamente apartada de las prácticas tanto
como constituye un mecanismo de dominación cultural y de serialización de las
sumisiones a los valores, normas (y por tanto "normalidades") funcionales a un
sistema de producción y cultura producidos por la ideología de la denominada
"clasé'propietaria". Textos que pueblan este libro que testimonian estas travesías
tanto como trazan las cartografías que nos fueron orientando y que son tales en la
posibilidad que ofrecen para ser debatidas, trascendidas, recreadas.
Deseamos, entonces, que este libro ofrezca las posibilidades de reflexionar junto al
otro, de convocarse e implicarse en los vínculos en los que pensar, hacer, decir y
sentir las singularidades en las que nacer como sujetos colectivos otra vez.
ISBN 978-950-802-303-2
ESPACIO
^
Madres de m 9ll789508"023032"
Plaza de Mayo
EDITORIAL