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Salud Mental

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GREGORIO KAZI

MARGARITA AJEREZ
COORDINADORES

SALUD
c N I AL
E xperíencias y pirácticas

E^iO
Madres de
Piaza de Mayo EDITORIAL

_-,K..
Salud Mental

Experiencias y prácticas
Colección CIENCIAS SOCIALES
NOVEDADES

Cruzar la calle.
Tomo 1. Niñez y adolescencia en las calles de la ciudad
Julieta Pojomovsky
Cruzar la calle.
Tomo 2. Vínculos con las instituciones y relaciones de género entre niiios,
niñas y adolescentes en situación de calle
Julieta Pojomovsky
Trabajo Social, Estado y sociedad.
Tomo 1. El Trabajo Social y las prácticas societarias
Nora Aquín (Compiladora)
Trabajo Social, Estado y sociedad.
Tomo 2. Cuestión social, políticas públicas y 'Trabajo Social
Nora Aquín (Compiladora)
El trabajo con grupos.
Aportes teóricos e instriímentales
Dora García • Claudio Robles • Verónica Rojas • Ana Torelli
De políticos, punteros y clientes.
Reflexiones sobre el clientelismo político
Pablo José Torres
Paradigmas, debates, tensiones en políticas de niñez.
Aportes para una transición
María del Rosario Várela
Discapacidad mental en la infancia.
Trabajo Social y juego con familias
Adriana Casamayor
El secreto profesional en Trabajo Social
Osvaldo A. Mareen
Desigualdades sociales y oportunidades ciudadanas
Graciela Tonon
Representaciones y ciencias sociales.
Una perspectiva epistemológica y metodológica
Patricia Botero Gómez
Cuidados, terapias y creencias en la atención de la salud
Claudia Krmpotic (Compiladora)
Acogimiento familiar y adopción.
Un aporte interdisciplinario en materia de infancia
Fabiana Alejandra Isa • María Susana Guasti
Salud Mental.
Experiencias y prácticas
Gregorio Kazi • Margarita Ajerez
Salud Mental

Experiencias y prácticas

Gregorio Kazi
Margarita Ajerez
(Coordinadores)

H'IHHil41

ESPACIO
^
Madres de EDITORIAL
Pinza dp Mayo
Buenos Aires
Salud mental : experiencias y prácticas / coordinado por Gregorio Kazi y Margarita Ajerez.
- la ed. - Buenos Aires : Espacio Editorial: Ediciones Madres de PLaza de Mayo, 2008.
160 p. ; 16x23 cm. - (Ciencias Sociales)

ISBN 978-950-802-303-2

1. Salud Mental. 1. Kazi, Gregorio, coord. II. Ajerez, Margarita, coord.


CDD 362.2

ESPACIO EDITORIAL
Simón Bolívar 547, 3° p. Of. 1
(C 1066 AAK) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel.: (011) 4331-1945
E-mail: espaciocdit@ciudad.com.ar
www. espaci oeditorial.corn.ar

Corrección: Ernesto Gutiérrez


Diseño de Tapa: DONAGH | MATLILICH
Di.seño Interior: DONAGH | MATVUCU
Coordinación y Producción Editorial: Osvaldo Dubini

La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier fonna que sea,


idéntica o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multigraph"", mimeógrafo,
impreso por fotocopia, fotoduplicación, etc., no autorizada por los editores, viola
derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.

I'' edición, 2008.


Impreso en la Argentina - Printed in Argentina.
Queda heclio el depósito que previene la ley 11.723 MATA AL LIBRO
y ES UN DELITO

© 2008 Espacio Editorial

ISBN: 978-950-802-303-2
Acerca de los autores

Gregorio Kazi. Psicólogo, miembro del grupo fundador de la Universidad Popular


Madres de Plaza de Mayo, Coordinador de la Carrera de Psicología Social de la
UPMPM, Coordinador Académico del Congreso Internacional de Salud Mental y
Derechos Humanos de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Cofundador y
miembro del Movimiento de Desmanicomialización y Transformación
Institucional, ha sido distinguido con la Medalla de Honor del Comité de Rusia
de Cooperación con América Latina otorgado por el Parlamento de la República
Rusa, trabajó como asesor del Área de Salud Mental del Municipio de San Pablo,
Director de la Colección Archi-Piélagos de Ediciones Madres de Plaza de Mayo,
autor de Hacia una Psicología Social Histórica (cartografías críticas).

Margarita Ajerez: Psicóloga Social, coordinadora de Teóricos y supervisora


de la Carrera de Psicología Social de la Universidad Popular Madres de
Plaza de Mayo, cofundadora del Movimiento de Desmanicomialización y
Transformación Institucional. Coordinadora Estratégica del Congreso
Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos de la Asociación
Madres de Plaza de Mayo, ha sido distinguida con la Medalla de Honor del
Comité de Rusia de Cooperación con América Latina otorgado por el
Parlamento de la República Rusa.

Izabel Friche Passos. Doctora en Psicología por la Universidad Federal de Minas


Gerais (UFMG); Maestría en Filosofía (UFMG). Profesor adjunto en la UFMG).
Miembro del Consejo Editorial de la revista Vertentes (Sao Joáo Del-Rei).
Miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de Abrasco. Coordina el Projecto
Prisma (Prácticas Interdisciplinarias en Salud Mental en la Academia).

Thomas Josué Silva. Doctorado en Antropología por la Universidad de


Barcelona (España). Profesor adjunto de la Universidad Federal de Santa
María, Brasil. Maestrado en Artes Visuales, Universidad Federal de Río
Grande del Sur (UFRGS). Licenciado en Filosofía, Universidade do Vale do
Rio dos Sinos (Unisinos).
Salud Mental

Paulo Amarante. Doctor en Psiquiatría, doctor en Salud Pública. Fue


Presidente y es miembro de la Dirección Nacional del Centro Brasileño de
Estudios de Salud (CEBES), representante del Movimiento Nacional de
Lucha Antimanicomial en la Comisión Intersectorial de Salud Mental del
Consejo Nacional de Salud. Profesor e investigador titular y coordinador del
Laboratorio de Estudios e Investigaciones en Salud Mental y Atención
Psicosocial (LAPS) de la Escuela Nacional de Salud Pública Sergio Arouca
de la Fundación Osvaldo Cruz (ENSP/Fiocruz). Publicó entre otros trabajos-.
Locos por la Vida - La trayectoria de la Reforma Psiquiátrica en Brasil, El
hombre y la serpiente - Otras historias para la locura y la psiquiatría

Ricardo Rodulfo. Psicoanalista, Doctor en Psicología, Docente de la


Facultad de Psicología, DBA. Director del Programa de Posgrado
Actualización en Clínica de Niños y Adolescentes. Presidente y director
docente de la Fundación Estudios Clínicos en Psicoanálisis. Perito de parte
designado por la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo en la causa "delito
de sustracción de menores, homicidio, privación ilegal de la libertad agra-
vada y otros". Caso tipo presentado en Ginebra. Profesor en diversas uni-
versidades nacionales y extranjeras

Gregorio Baremblitt. Docente libre autorizado de la UNBA. Coordinador


general del Instituto Félix Guattari de Belo Horizonte, Minas Gerais, Brasil.
Fundador y militante del Movimiento Instituyente Internacional. Miembro
fundador de Plataforma. Analista institucional. Miembro fundador del
Instituto Brasileiro de Psicanálise. Autor entre otras obras de Psicoanálisis,
ideología y política; Ato Analítico, Ato Político.

Alejandro Vainer. Lie. en Psicología (UBA). Psicoanalista. Ex-jefe de Re-


sidentes del Hospital José T. Borda. Docente y supervisor de residentes
de Salud Mental. Coordinador general de la revista Topía, publicación de
psicoanálisis, sociedad y cultura. Autor de la sección "Memorias para el
Futuro" en Clepios, revista de residentes de Salud Mental (también en
www.topia.com.ar). Autor de numerosos trabajos sobre la especialidad.
Coautor de Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en
la Argentina de los 60 y 70. Tomo I: 1957-1969 (2004). Tomo II:
1970-1983 (2005).
Acerca de los autores

Enrique Carpintero. Psicoanalista. Dr. en Psicología. Director de la revista


Topía, publicación de psicoanálisis, sociedad y cultura. Autor de varios li-
bros, entre ellos: Registros de lo negativo. El cuerpo como lugar del in-
consciente, el paciente límite y los nuevos dispositivos psicoanal¡ticos
(1999), La alegría de lo necesario. Las pasiones y el poder en Spinoza y
Freud (2^ edición en 2007). Compilador de Produciendo realidad. Las em-
presas comunitarias (2002). Coautor de Las huellas de la memoria. Psi-
coanálisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70. Tomo I: 1957-
1969 (2004). Tomo II: 1970-1983 (2005).

León Rozitchner. Dr. en Filosofía. Recién llegado de doctorarse en Francia


participa de la mítica revista Contorno en 1955. Desde esa época no tía de-
jado de protagonizar confrontaciones fundamentales en los últimos 50 años
de nuestra historia. Es autor de una extensa obra. Entre otros libros publi-
có: Moral burguesa y revolución (1963), Ser judío (1963), Freud y los lí-
mites del individualismo burgués (1972), Perón: entre la sangre y el tiem-
po. Lo inconsciente y la política (dos tomos, 1985), Las Malvinas: de la
guerra "sucia" a la guerra "limpia" (1985), Freud y el problema del poder
(1987), La cosa y la cruz. Cristianismo y capitalismo (En torno a las Con-
fesiones de San Agustín) (1997).

Gilou Royer de García Reinoso. Médica. Psicoanalista. Co-fundadora de la


Asociación Argentina de Psicoterapia Psicoanalítica de Grupos. Miembro titu-
lar de Ampag (Asociación mexicana de psicoterapia grupal). Co-fundadora de
Médicos del Mundo Argentina como vice-presidenta (1998). Miembro de la
comisión directiva de APDH (Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos).

Ester Cohen. Licenciada en Filosofía y en Metodología de la Investigación


(UBA). Profesora titular de Filosofía en Curso superior de Especialista en
psiquiatría. Profesora invitada a la cátedra de Salud Mental, Facultad de
Medicina (UBA). Coordinadora del grupo de investigación en Interfase, neu-
rociencias-psicoanálisis, Asociación de Psiquiatras Argentinos. Ha publica-
do numerosos libros y artículos.

María Rosa Neufeld. Lie. en Ciencias Antropológicas, Universidad Nacional


de Río Cuarto (UNRC). Docente UBA en el área de Antropología Social. Es
autora, entre otros libros y artículos, de: Antropología Social y Política y
Violencia y escuela: vocaciones peligrosas.
Salud Mental

Ana Berezín. Psicoanalista. Directora del Programa de Asistencia Psicosocial a


los refugiados colombianos en Ecuador, Venezuela y Argentina. Supervisora y
docente en varios servicios hospitalarios de la Ciudad de Buenos Aires. Autora,
entre otros libros, de: La oscuridad en los ojos. Ensayo psicoanalítico sobre la
crueldad y Relatos de la clínica psicoanalítica.

Dulce Suaya. Dra. en Psicología. Profesora consulta e investigadora (UBA).


Psicóloga consultora honoraria del Min. de Salud del Gob. de la Ciudad
Autónoma de Bs. As. (2006). Miembro del Instituto de Investigación de la
Facultad de Psicología, UBA. Miembro fundador del Triunvirato, Red
Latinoamericana de Erradicación del Asedio Moral en el Mundo del Trabajo
(mobbing). Publicó: Salud Mental y Trabajo Historia Vital del Trabajo, un
dispositivo psicosocial, y es compiladora de Subjetividad y Política.
Trabajo: entre asedios y vitalidades (2008).

Marcelo Cortizo. Trabajador Social. Docente de la Cátedra Integral de prác-


ticas UPMPM-UNSAM.

Natalia Ugarte. Licenciada en Psicología.

María Inés Machado. Licenciada en Psicología.

Germán Dumrauf. Licenciado en Trabajo Social, Jefe de Residentes de


Trabajo Social del PRIM (Partido de Berisso).

Graciano Braganza. Licenciado en Trabajo Social.

Rita Hernández. Licenciada en Trabajo Social.

Jessica Guerrero. Licenciada en Trabajo Social.

Graciano Braganza. Licenciado en Trabajo Social.

Mirta Graciela Fregtman de Kamienkowski. Psicóloga, UBA. Profesora en


Educ. Preescolar, maestra, técnica en Creatividad. Docente de la carrera de
Musicoterapia, Facultad de Psicología, UBA; y en MCBA, Escuela Nacional
Superior en Lenguas Vivas. Directora del 1er Programa de Extensión de Musi-
coterapia Comunitaria, "Infancia en riesgo psico social", UBA. Directora del
Programa Voluntariado Universitario 2006. Psicoterapeuta desde 1977. Psi-
codermatóloga consultora del Htal. de Clínicas. Colaboradora del Congreso Sa-
lud Mental y DDHH, UMPM. Escritora. Formadora, tutora y covisora de forma-
dores y trabajadores de salud y educación.
Presentación

Este libro emerge del proceso de construcción colectiva que hace posi-
ble a los Congresos de Salud Mental y Derechos Humanos que se realizan,
todos los años, en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
Instancias que funcionan como dispositivos de enunciación ya no de "indi-
vidualidades" sino de las praxis colectivas.
Tal acontecimiento ha ido deviniendo del forjar cotidiano de vínculos,
interacciones, redes gestadas por compañeros y compañeras que buscamos
"transformar el mundo y cambiar la vida" transformándonos.
Ámbitos en los que cambiar-cambiando, instancias en las que reponer
el interjuego fundante de nuestra existencia: seres históricos sociales insti-
tuyentes. El nivel de la particularidad de nuestras vidas deviene de la rela-
ción dialéctica con la sociedad y el momento histórico en el que vivimos.
Planos ante y en los que nos ejercemos, básicamente, como agentes críti-
cos y activos o asumiendo pasivamente la multiplicidad de mecanismos de
alienación a "cosmovisiones" que no sólo nos "excluyen" sino que, muchas
veces, nos exterminan. Esto último, llamativamente, se entrama a las
nociones de "progreso", la "salud", la "armonía", la "paz", el "crecimiento",
la "convivencia". Tal encrucijada nos ha desafiado a ir abriendo los sende-
ros en los que encontrarnos transitando las potencias y múltiples lógicas
colectivas, las pasiones alegres que son la sustancia simbólica que alienta
las prácticas a través de las que buscamos re-poner la natalidad de la his-
toricidad social que nos define y a la que definimos.
En otras palabras: así como desde hace ocho años vamos enhebrando
lo que en los discursos, saberes y prácticas se encuentra escindido al inte-
rior de los "conocimientos hegemónicos", procuramos reinventar los cono-
cimientos recreando nuestra condición de sujetos producidos y productores
de nuestras realidades sociales, históricas y políticas.
Tal gestación de movimientos colectivos de aprendizaje, comprende
multiplicidad de planos, aunque es destacable en tanto usina de acciones
Salud Mental

de desalienación/emancipación. Tal como de diversidad de modos se


expresa en este texto, no nos resulta posible asumir las prerrogativas hege-
mónicas que exigen conocimientos abstractos desvinculados de la realidad
socio-liistórica y por tanto de las necesidades del ser histórico-social, que
también nos atraviesan como tales. En contrapartida, la "episteme frag-
mentada" se encuentra decisivamente apartada de las prácticas tanto
como constituye un mecanismo de dominación cultural y de serialización
de las sumisiones a los valores, normas (y por tanto "normalidades") fun-
cionales a un sistema de producción y cultura producidos por la ideología
de la denominada "clase propietaria". Textos que pueblan este libro que
testimonian estas travesías tanto como trazan las cartografías que nos fue-
ron orientando y que son tales en la posibilidad que ofrecen para ser deba-
tidas, trascendidas, recreadas.
Producciones que se entraman a las consumaciones concretas de la
transdisciplinareidad en los campos en los que trabajamos; operaciones de
aprendizaje continuo en los que trascender los compartimentos estancos
instituidos entre el decir, el hacer, el pensar y el sentir. Las sublevaciones a
los roles designados por los dispositivos de formación de homogeneidades
exigen la superación de los monólogos de las "jerarquías científicas", la
"pureza" de las "neutralidades valorativas" y las mistificaciones que se pro-
pagan a través de los "idealismos" que desconocen las realidades que, otra
vez, son fundamento de nuestras existencias. Las polifonías de las multi-
plicidades que devienen de las praxis libertarias son síntesis, siempre tran-
sitorias, de las prácticas que se apuntalan en la coexistencia de las diversi-
dades, la ética de las autonomías populares que no son "patrimonio" de
"uno" ni de "otro". Advienen de los "entre" que forman las bases dinámicas
de la acumulación crítica de experiencias de los pueblos.
Deseamos, entonces, que este libro ofrezca las posibilidades de refle-
xionar junto al otro, de convocarse e implicarse en los vínculos en los que
pensar, hacer, decir y sentir las singularidades en las que nacer como suje-
tos colectivos una y otra vez.

10
Capítulo I

Lucha antimanicomial:
praxis insurgentes,
las multiplicidades libertarias

Integrantes: Gregorio Kazi • Izabel Friche Passos


Thomas Josué Silva
Coordinación: Paulo Amarante

Paulo Amarante (P.A.): Bien, contamos aquí con tres grandes amigos y
compañeros del Movimiento de Reforma Psiquiátrica de Argentina y Brasil.
Vamos a empezar por el licenciado Gregorio Kazi. A Gregorio todos los co-
nocen bien, es una de las personas que empezó ese trabajo de salud men-
tal en la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, coordinador académi-
co del Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos, y un compañero
con una trayectoria de lucha, de militancia muy conocida por todos y no
solamente en Argentina, sino en muchos otros países. Y ayer fue condeco-
rado con una medalla de la Academia de Ciencias de Rusia, un premio muy
merecido por él. Gregorio...

Gregorio Kazi (G.K.): Buenas tardes, compañeras, compañeros, gracias


por estar hoy aquí construyendo colectivamente, en estos encuentros, el de-
venir del Congreso. Cuando fuimos pensando y dialogando al respecto de
la creación de esta mesa, tratábamos de comprender diversidad de planos
puestos en juego por la lucha antimanicomial. Muchas veces, no lo señalo
necesariamente como un obstáculo definitivo, reducimos el campo de nues-
tras intervenciones, construcción de saberes, discursos y prácticas contra-
hegemónicas a la institución manicomial. Según me ha enseñado Fernan-
do Ulloa, en esos encuentros que tenemos algunos sábados, la etimología

11
Salud Mental

de la palabra insurgencia contiene los sentidos de "rebelión" y también el


de "encallar". Tensión entre los sentidos primigenios de una palabra que
también vivenciamos en nuestras prácticas. La lucha antimanicomial, su
maravillosa potencia, su rigor y creatividad, su rebeldía no deben encallar-
se en la inmediatez de los muros del manicomio. Aunque, insistiré con ello
varias veces, a éstos debemos derribarlos sin concesiones. Tales muros se
parapetan en diversidad de ámbitos que recorren transversa I mente, lo con-
creto, lo simbólico y lo imaginario, lo particular, lo singular y lo general.
En algún sentido, entonces, es deseable expresar que así como nos su-
blevamos, nos rebelamos a la existencia de la institución psiquiátrica y de
ello no claudicaremos, también es cierto que no podemos "encallarnos" en
ésta. Se trata, en primera instancia, de preguntarnos si nuestra lucha, mu-
chas veces, no la reducimos a una localidad material: el espacio físico del
manicomio. Otras veces a una cuestión técnico/científica. Otras como si se
tratara solamente de una lucha de "sector" y, dentro de éste, otorgándole a
ciertos "profesionales" una "jerarquía" sobre otros, reproduciendo así el par
saber-poder que tanto le criticamos, y con acierto, al "modelo médico he-
gemónico". Pero volvamos sobre este punto: la concentración de todos
nuestros esfuerzos en el fin del manicomio en tanto espacio institucional
concreto. No anhelo poner en duda, dado que no la tengo, que es de suma
relevancia el cierre de todos los hospitales monovalentes neuropsiquiátri-
cos, tanto privados como del Estado, con la consistente creación de todos
los dispositivos sustitutivos que garanticen la atención pública, gratituita y
con pleno respeto por los derechos humanos de todas las personas porta-
doras de sufrimiento psíquico. Sin embargo, pareciera que opera una fuer-
za centrífuga que fracciona, muchas veces, todos nuestros esfuerzos hacia
la institución concreta, los muros concretos, sin que nos cuestionemos las
lógicas manicomiales operantes en la totalidad del campo social; disemi-
nadas en el "socius" y en las relaciones sociales en general.
En otras palabras: se efectúa, muchas veces, un repliegue de la lucha
antimanicomial al espacio físico institucional del hospicio, lo cual es com-
prensible pues es allí donde se ponen en juego la singularidad de los pro-
cesos de institucionalización de la violencia y la miseria en nombre de la
"salud mental" y la "rehabilitación del enfermo". Apelando a la "racionali-
dad" se manifiestan, descarnadamente, la estigmatización, la exclusión so-
cial, los disciplinamientos y moralizaciones, la fijación a "una forma de nor-
malidad", el castigo y la vigilancia al tipificado como "desviado del buen
comportamiento". No obstante ello, el hospicio nace, se desarrolla, se afir-
ma en una sociedad regida por un modo de producción económico-cultural
específico: el capitalista. O, si se quiere, el manicomio forma parte de la

12
Lucha antimanicomial: praxis insurgentes...

superestructura institucional que se enhebra a la infraestructura de pro-


ducían del capitalismo. Institución del manicomio que, formando parte de
la superestructura, es funcional a la perduración del modo de producción
vigente: es otra institución, de las más bestiales, de serialización y homo-
genización del ser histórico social. Instutición paradigmática del "encauza-
miento" del sujeto hacia "la única normalidad": adaptarse pasivamente a
las prerrogativas de funcionamiento de las producciones económicas, cul-
turales y subjetivas que sostienen al sistema de produción del capitalismo.
El manicomio, entonces, es un.dispositivo específico de control social, se
conecta con otras instituciones "correctoras del desvío", así estipulado por
las hegemonías operantes en una sociedad y en un momento histórico da-
do. Las especificidades que se singularizan en los dispositivos "terapéuti-
cos del manicomio" son la modulación descarnada y sin velos de procesos
generales de represión, coerción, devastación de las autonomías, arrasa-
miento de las diferencias, supresión de la libertad y abolición de los dere-
chos humanos. Procesos que se hacen presentes, que se encarnan en mul-
tiplicidad de planos, registros, dimensiones, en las formas concretas de
existencia y por tanto en la experiencia simbólica de gran parte de nues-
tros pueblos. Para avanzar un poco más: si bien hay que abolir los mani-
comios construyendo colectivamente lo que los sustituya, es necesario y
deseable comprender que éstos nacen, se desarrollan, sofistican en sus
modos de punir y se reactualizan en el interjuego y funcionalidad a los pro-
cesos generales de la sociedad en la que vivimos.
Decía que muchas veces replegamos o reducimos nuestros procesos
de construcción colectiva de saberes, discursos y prácticas, a la institu-
ción concreta, a la especificidad de la existencia del hospital monovalen-
te psiquiátrico público o privado. Estos existen en un contexto. Ambos
planos son solidarios, se implican, se otorgan mutuamente "sentidos".
"Sentidos" coagulados, Pichón diría estereotipados, que se corresponden
con los "sentidos", cuya reproducción aerifica naturaliza los objetivos de
opresión de las hegemonías. O, si se quiere, se corresponden a la impo-
sición de los intereses de clase de las hegemonías, de las denominadas
"clases propietarias". Tales intereses, además de reproducirse a través
de variadas modalidades de "fabricación" de alienación social, que es un
fenómeno de alta complejidad, requiere de "subjetividades dóciles", de
sujetividades sumisas y sometidas. En términos de Spinoza, subjetivida-
des capturadas por las pasiones tristes. Subjetividades arrasadas. El ma-
nicomio se inserta en tal lógica de reproducción de subjetividades esta-
lladas, subjetividades pulverizadas en nombre de la "armonía social". Se
inserta en una lógica que adquiere su dinámica singular. Lógica que lo

13
Salud Mental

trasciende y que opera desde lo "central " hasta lo lateral o lo intersticial


de lo que denominamos "campo social".
En no pocas ocasiones, en el devenir de la historia de la lucha antima-
nicomial, no se ha intervenido en la lógica estructural de la sociedad que
produce la institución, la institucionalización y permanente "renovación"
del manicomio. Como tampoco se interpela ni se interroga sostenidamen-
te, al menos en la Argentina, el proceso de construcción de saberes, discur-
sos y prácticas hegemónicas que son funcionales a los procesos históricos,
culturales, económicos de cierto "orden y progreso": el que para adquirir
condiciones de posibilidad humilla, explota, miserabiliza, excluye. Trataré
de volver más adelante sobre este punto.
Brevemente volveré sobre la relación saber-poder que trabaja rigurosa-
mente Michel Foucault. Para que tal diada se mantenga incólume es nece-
sario formar los "agentes de reproducción" de formas de relación e interac-
ción mediatizadas por aquélla.
En este sentido deberíamos plantear también que para la lucha anti-
manicomial es indispensable una revolución de los paradigmas que ope-
ran la legitimación conceptual, orientando las prácticas, configurando los
discursos y que por tanto inciden en tramas respresentativas, imaginarios
y subjetividades de los "profesionales" que, de un modo u otro reproducen
la institución manicomial.
"Saber" que sólo es posible sobre la base del ejercicio de un poder que
somete en muchos planos pero que decisivamente adquiere su "consisten-
cia" en la perduración del encierro. Y pluralidad de "saberes" cuyos agen-
tes feudalizan, pues en la institución manicomial el trabajo interdisciplina-
rio, de modo casi invariable, no se efectúa. Saberes que, a su vez,
encuentran una extraña "validación": la de entramarse a una versión sin-
gular de la "pirámide social". La "cercanía" al vértice "superior" lo otorga
una estratificación cuantitativa y cualitativa del saber sobre el "objeto de
estudio e intervención": el "loco" que es, aunque parezca aquí obvio de-
cirlo, una persona. No en vano existen muchísmos trabajos realizados so-
bre la "cosificación" de las personas portadoras de sufrimiento psíquico,
aunque tal cosificación singular y por lo que estoy tratando de decir, tam-
bién se impone en multiplicidad de interacciones "sociales". Tratar a las
personas como cosas y a las cosas como personas, la fetichización que le
otorga vida a las "mercancías-cosas" tiene su correlato: aniquilar al ser
histórico-social objetivándolo. En el mejor de los casos reconociéndolo úni-
camente en su faz "individual" retraída a la "capacidad de consumo", a la
acumulación de objetos inanimados y de "existencia fugaz" que se "disfru-
tan" en el imperio de la "propiedad privada". El estatuto revolucionario,

14
Lucha antimanicomial: praxis insurgentes.

fundante, originario y original del ser tiumano que es el de ser histórico-


social, matriz inventiva de la multiplicidad y las diferencias, es desde ase-
diado fiasta desaparecido. Volvamos al rol de la institución psiquiátrica en
este proceso de exterminación del ser histórico-social.
El psiquiatra preside el monólogo de la razón sobre la locura, luego los
psicólogos, luego ios asistentes y trabajadores sociales, luego los enferme-
ros y enfermeras, luego los administrativos, posteriormente el personal de
"mantenimiento". Incluso los guardias de seguridad detentan algún saber
acerca de la locura y lo ejercen con sus "tecnologías de control", tal vez más
grotescas que las de los profesionales.
No estoy diciendo que existan niveles de conciencia en todos los pro-
fesionales que allí trabajan acerca de la manifiesta violencia que allí se
pone en juego: en primera instancia sobre las personas que soportan un ré-
gimen de encierro, como sobre ellos mismos como trabajadores de la salud
en variedad de proporciones y vías y que también muchas veces mediatiza
las relaciones entre los distintos "sectores o áreas". En un libro busqué de-
sarrollar este punto en un capítulo cuyo título es "Los trabajadores de la
alienación y los trabajadores alienados". El intento allí, que deseo evocar
aquí, era analizar que la alienación a la "cosmovisón" de las hegemonías,
de los opresores —como decía agudamente Paulo Freiré—, también se in-
crusta, en gran parte, en la llamada "formación" en los trabajadores de la
salud, aunque en las "altas casas de estudio" también existan docentes crí-
ticos y con capacidad autocrítica tanto como muchos estudiantes felizmen-
te inquietos... No quietos.
En esta perspectiva también, y como trabajadores de la salud, debe-
mos, al menos grupalmente, indagarnos día a día buscando trascender
nuestros regímenes de alienación reponiendo nuestra condición de seres
histórico-sociales con capacidad de transformación de lo establecido, lo
dado. Lo que, de nuevo, posibilitaría reponer nuestros movimientos vita-
les, natales, creativos como seres histórico-sociales y, decisivamente, re-
conocer al otro portador de sufrimiento psíquico en tanto semejante. Gre-
gorio Baremblitt decía, con su habitual potencia, que las semejanzas son
"las síntesis conectivas de las diferencias". Tal dimensión es posible si no
se destruyen las diferencias, si no se las asimila a lo "uno", si no se las
captura y somete en las pautas hegemonicas de deificación de lo "uno" (o
de "uno" a secas). "Pensar en lo que hacemos para hacer lo que pensa-
mos" también debe hacerse en el movimiento antimanicomial, aunque es
fundamental que tal trabajo trascienda tales muros. Pareciera ser que se
repite ese campo piramidal propio de las relaciones sociales de producción
del capitalismo también, no sólo en la construcción de conocimientos y su

15
Salud Mental

"transmisión", en la formación de agentes reproductivos del sistema de re-


laciones sociales y de la normalidad de la racionalidad del capitalismo, si-
no que también ios reproducimos en movimientos antimanicomiales ba-
jo formas de descalificación y degradación del otro porque "sabe menos".
Es decir, me parece necesario no solamente poder definir aquello que so-
mos sino también lo que nos impide ser.
Una de las cuestiones que parecieran ser uno de los obstáculos para la
consumación y consecución colectiva de las transformaciones en lo antima-
nicomial, pude ser pensada a través de un analizador que es posible ser
constatado en la experiencia: la reproducción al interior de los movimientos
antimanicomiales, al menos en Argentina, de aquello que combatimos. Ello
si comprendemos que no combatimos únicamente la sede concreta de la
institución del manicomio sino también la lógica y la cultura manicomial.
"Lógica" y "cultura" que se expresan, por ejemplo, en la arquitectura de las
subjetividades de las últimas dos décadas: pensamiento único, mercado
único, aldea global, fin de la historia, muerte de las ideologías, de las uto-
pías, de los relatos sociales...
Hay un campo, si se quiere contradictorio, incluso fundamentado por
ambigüedades, que no fia sido abordado en su profundidad y en su com-
plejidad. No es posible, si de cambio se trata, el transformar sin transfor-
marse. Tampoco podemos hablar de transformación si intervenimos sobre
los efectos de una lógica y de una cultura hegemónica sin, al menos, criti-
car sus fundamentos estructurales. Cuestión que me parece pertinente a to-
dos los movimientos populares: ¿cómo aún accediendo a ciertos niveles de
conciencia crítica reproducimos aquello contra lo que estamos luchando?
De nuevo Baruch de Spinoza, que decía algo así: "Quedo perplejo al notar
cómo los hombres luchan por su esclavitud como si se tratara de su liber-
tad". Incluso me permitiría recordar a Mao, que decía que acaso "el peor
enemigo sea el burgués que llevamos dentro". Mao Tse Tung hace ese se-
ñalamiento, creo que profundísimo al respecto de las formas de reproduc-
ción subjetiva del campo de relaciones sociales del capitalismo-imperialis-
mo. Hay otros autores, como Aithusser, que lo han trabajado
decisivamente, sobre todo éste en los "Aparatos ideológicos del Estado",
cuando determina cómo son las relaciones de producción, cómo se repro-
duce la producción del sistema social capitalista y cómo se reproduce la
reproducción. Dentro de esa última variable que trata cómo se reproduce
la reproducción del capital, plantea que es indispensable la reproducción
de subjetividad enajenada a esa forma de relación social que cosifica al su-
jeto, fetichiza la mercancía, produce plusvalía relativa o absoluta, directa o
indirecta, pero donde las relaciones decisivamente están mediadas por la

16
Lucha antimanicomiai: praxis insurgentes..

cosificación, por la humillación, por formas de dominación y de expoliación


de los procesos de producción humanos en general. Estos niveles de deba-
te y de dilucidación de nuestras prácticas muchas veces cuentan con el
obstáculo, en términos de Pichón, epistemofílico, que dificulta el interrogar
nuestras propias prácticas siendo éstas decisivamente necesarias, decisiva-
mente deseables. Justamente por ello debemos dilucidarlas, indagarlas, in-
dagándonos como sujetos colectivos de modo permanente.
Pero en ese trascendernos como sujetos críticos, en la posibilidad de
pensar no sólo la lucha en especificidad sino en el campo general donde
esa especificidad está determinada y determinando, pareciera que no pode-
mos acceder a lo que hemos denominado en diversos espacios la genera-
ción de dispositivos de subjetivación en tanto instancias y tiempos del ad-
venir de sujetos de una experiencia novedosa, sujetos de una experiencia
inédita, intempestiva, que convoque potencias, intensidades, velocidades,
modulaciones diversas a las establecidas por las prerrogativas de la hege-
monía. Dicho brevemente, aunque estos puntos merecen que nos detenga-
mos mucho más en ellos y ello depende de la posibilidad que nos demos
para hacerlo en nuestras inserciones cotidianas, podemos decir que lo que
prevalecen son modalidades de producción/reproducción de subjetividad y
de un "modelo subjetivo", siendo entonces el obstáculo en este plano la es-
casez de dispositivos que posibiliten el desarrollo de procesos de subjetiva-
ción que cobijan, promueven subjetividades, "n" subjetividades.
En otros registros de experiencias colectivas, nos encontramos con la
historia y la actualidad de las Madres de Plaza de Mayo. Hay en tal expe-
riencia una fertilidad muy vasta respecto de procesos de subjetivación en
un movimiento instituyente. Tanto como también tal historia está confron-
tada a la "normalidad racionalizadora" de la cultura manicomial, de la ló-
gica manicomial diseminada en la sociedad en su conjunto y cuyos voceros
fueron los terroristas genocidas. Las marchas múltiples de las Madres pue-
den concebirse en tanto usinas productoras de "n" sentidos y de múltiples
racionalidades que colisionan con la racionalidad pétrea y única que, sobre
la base del exterminio, se pretendió instalar. Las Madres fueron estigmati-
zadas, cosificadas, marcadas con el estigma de la locura por los propios ex-
terminadores, por los propios genocidas. Es decir, para quien no lo sabe,
las Madres, cuando se constituyen como grupo sujeto, cuando devienen ya
no sujetos individuales sino sujetos grupales/ colectivos y toman el espacio
público político refundándolo y van convirtiendo la amenaza de muerte y el
dolor individual en capacidad de generación de pasiones alegres, de mili-
tancias intempestivas y creativas como colectivo, es en ese momento don-
de los genocidas, los terroristas de Estado las tipifican, las estigmatizan, las

17
Salud Mental

intentan cosificar en tanto siendo portadoras de una subjetividad llamada


locas. Ahora, este hecho no es algo aislado, aunque tal vez sea de los más
elocuentes de nuestra historia. Funciona como emergente "fuera del mani-
comio" de un proceso análogo que se pone en juego de modo permanente
dentro del mismo. Al ser estigmatizadas como locas pareciera ser que esto
hace poseedores, a los asesinos de lo colectivo y con capacidad de realizar
sanciones siniestras en muchos planos, de la racionalidad única. Quienes
exigían la "Aparición con vida", el "Juicio y castigo", quienes rechazaban re-
cibir dinero pues la vida sólo vale vida, quienes asumen colectivamente la
maternidad socializándola, son las "locas". Los racionales son los genoci-
das y sus cómplices. Es decir, que quien está acusando al otro de locura se
apropia, en un movimiento tácito, de la racionalidad. Y efectivamente se es-
tá apropiando de !a racionalidad. Y esta es una larga historia, que podemos
discutir en algún momento, que nace, al menos en Occidente, con el adve-
nimiento del ejercicio político en Grecia, donde se suprimen las "n" racio-
nalidades para postular al logos. Este era propiedad de una pequeña mino-
ría y tal apropiación se efectuó a condición de suprimir la portación de
humanidad del setenta y cinco por ciento de la población: mujeres, niños y
esclavos. Los muros, para quien quiera profundizar este tema, eran los es-
tablecidos entre la Polis y el "socius". Hannah Arendt aporta claves muy
claras en su libro La condición humana. Y, por lo menos en lo que he ve-
nido trabajando respecto de las racionalidades, las subjetivaciones, son
Nietzsche, Deleuze y Guattari los que me han permitido efectuar cartogra-
fías transitables ai respecto.
Esa racionalidad que ha ido teniendo saltos cualitativos, distintas formas
de ser comprendida, de ser difundida, diseminada en distintos dispositivos
de formación académica, la racionalidad, la podemos encontrar en los no-
bles filósofos de Grecia tanto como el relanzamiento de tal programa racio-
nal en el nacimiento de la modernidad a través de Rene Descartes. Podría-
mos continuar haciendo una línea genealógica en la historia de la filosofía
rastreando cómo se van postulando racionalidades únicas, no sólo como
campo de producción filosófica abstracta, sino también como legitimación
conceptual de prácticas políticas de la hegemonía. Es decir, cuando Des-
cartes establece el pienso-existo, pensamiento único capaz de definir racio-
nalmente la existencia de dios y que abjura de las sensaciones, de las fan-
tasías, de las vivencias corporales por ser éstas la presentificación de un
"genio maligno", y que postula un sujeto que puede desimplicarse absolu-
tamente de la realidad social, histórica, política, para definir abstractamen-
te qué es el mundo, qué es el otro, qué es lo humano y lo no humano, es-
tá respondiendo decisivamente no a la neutralidad filosófica supuesta de los
Lucha antimanicomial; praxis insurgentes..

sabios de la filosofía, de la psiquiatría, de la psicología o cualquier otro


campo científico, sino que responde a un requerimiento de las fiegemonías
para establecer un programa conceptual que legitimase en términos abs-
tractos la práctica política concreta de tal segmento social en un momento
histórico dado. Bueno, pareciera que estamos hablando de Descartes o de
los nobles filósofos de la polis que, claro, eran nobles ciudadanos libres a
condición de ser los déspotas, patter familias, el dominus, en sus familias,
que podían dar muerte a cualquiera de sus miembros, que detestaban la ti-
ranía siendo tiranos. Esa es la racionalidad que postulaban: la que supues-
tamente se "ordena" sobre los fundamentos de la lógica formal pero que es-
camotea su ambigüedad intríseca: es posible dominar para "liberar", matar
para "garantizar la vida", humillar para establecer la "igualdad". Y es la ra-
cionalidad que se va relanzando en distintas formas de producción econó-
mico-cultural subjetiva a lo largo de distintos momentos históricos, en dis-
tintas configuraciones estatales, claro que con repetición y diferencia. Pero
es apelando a Deleuze y Guattari decisivamente, sofisticando sistemas de
dominación, diseminándolos hasta invisibilizarlos, u ostentarlos con una
perversidad absoluta postulándolos como formando parte del sentido co-
mún, que Gramsci dice que es el menos común de los sentidos, por ser
construido permanentemente por la clase propietaria disciplinada en el Es-
tado y unificada en sus intereses en esa institución que se llama "Estado".
Otro punto: al genocidio lo autoproclamaron "Proceso de Reorganización
Nacional". Reorganización es una categoría propia de esa única racionali-
dad. Podemos organizar, desorganizar y reorganizar en términos de la racio-
nalidad hegemónica. Claro que esa racionalidad hegemónica única excluye
cualquier otro tipo de racionalidad, que extermina cualquier sujeto portador
de "n", infinitas racionalidades; obviamente racionalidades que decisiva-
mente tienen que ver con prácticas insurgentes, con prácticas revoluciona-
rias, con prácticas de insubordinación a esa racionalidad; puede ser exter-
minado de las más diversas maneras. En épocas de terrorismo de Estado,
donde el régimen de dominación económico-cultural ya no es posible por
medios de la superestructura o de infinidad de instituciones mal llamada
sociales, a partir de las cuales dominan y formatean serialmente subjetivi-
dades, bajando el nivel de dominación incrementan los niveles de represión
directa. ¿De qué sujeto estamos hablando, de qué salud estamos hablan-
do? Y nuevamente !a relación saber/poder, no pocos coincidían lateralmen-
l(! con la impugnación psiquiatrizante de los genocidas, amparados por la
imposición de sus principios teóricos a prácticas políticas revolucionarias
(Mihebradas a procesos de sujetivación singular de un grupo: que no elabo-
mn ol duelo, motivo por el que las Madres se "melancolizan"; que la no

19
Salud lUlental

aceptación en lo "simbólico de la falta" promovía una restitución delirante


en lo real; que afirmar ser "paridas por sus hijos" vendría a confirmar el de-
sarrollo de "patologías narcisistas". Tales apreciaciones, colmadas de sa-
piencia, forman parte de la cultura y la lógica manicomial de la que estoy
tratando de hablar y de la asimilación de la multiplicidad de experiencias
del ser humano a, insisto, una racionalidad.
Se trataba de la desaparición de treinta mil, y donde las mujeres que es-
taban dispuestas a relanzar la natalidad de las vidas colectivas en eso que se
llama lo público pero que en ese momento, evidentemente, como hoy, esta-
ba manicomializado, fueron reprimidas y se las intentó aislar de muchos mo-
dos. Aunque es destaclable ese rótulo: "locas". La manicomialización de to-
do el campo social y su privatización, la remisión del conflicto social-histórico
al sujeto individual es otro de los procedimientos a través de los que las he-
gemonías consolidan su fatalización del sujeto en el manicomio de modos es-
pecíficos y fuera de él con otras "especificidades". Las Madres expresaron en
sus dispositivos colectivos de enunciación: "no, de ninguna manera, esta es
una problemática colectiva y se inscribe en la lucha de clases y renuncio a
mi identidad individual, y renuncio a la identidad individual de mis hijos, y
yo nazco de ellos", rompiendo con la comprensión de lo intergeneracional de
la hegemonía para instalar otra racionalidad, otra sensibilidad, otra potencia,
otra forma de generación de lo que llamamos conciencia de clase, porque se
enhebra a procesos de subjetivación, no son únicamente conciencias de cla-
se definidas racionalmente¡^tal como lo establecen, también, los sistemas de-
terministas clásicos. Las Madres, tal como otros colectivos en movimiento in-
surgente vital, fueron construyendo conciencia en el devenir de un grupo
nomádico en marcha, en movimiento. Donde era posible decir: "la normali-
dad del exterminio, la normalidad de la violación, la normalidad de la tortu-
ra, la racionalidad de los centros clandestinos no de desaparición sino de ex-
terminio, establecer un Plan Cóndor, aceptar la Escuela de las Americas del
Departamento de Estado norteamericano como una escuela paradigmática
de 'formación de cuadros', sí de cuadros de exterminio, de cuadros de la
muerte... todo esto es la racionalidad de ustedes". ¿Qué tiene que ver esto
con los manicomios y la lucha antimanicomial? Tiene muchos puntos de co-
nexión, aunque redundaré en algunos. Uno es el de la necesidad de las he-
gemonías de disponer de diversidad de modalidades de represión, coerción,
intimidación. El manicomio es un eslabón, con todas sus especificidades, de
tal cadena de castigos y formateo homogéneo de un "tipo" de subjetividad:
la que es funcional a la reproducción de su cosmovisión e intereses. En tal
dirección, el sujeto que se asume como sujeto histórico-social portador de ca-
pacidades transformadoras y de transformarse, en las praxis inventivas de

20
Lucha antimanicomiai: praxis insurgentes.

emancipación, se "descentra" de la reclusión en la "individualidad", esa que


tan bien quedó plasmada en la afirmación imbecilizante del "Yo, argentino".
Tal "descentramiento", tal asunción de lo que Pichón denominaba "adapta-
ción activa a la realidad", es susceptible, dentro y fuera del manicomio, a ser
objeto de los más diversos "tratamientos represivos": los que "encauzan" al
sujeto hacia la subjetividad de la sumisión, la que se somete a aquello que
la amenaza. Así como existen modos de vigilar y castigar ferozmente al "des-
viado" en el manicomio, también en ciertos períodos se hace evidente tal ca-
pacidad destructiva de las hegemonías hacia el estigmatizado como "diferen-
te"; esto ocurre en distintos momentos de nuestra historia. El anatema
"civilización o barbarie", que significó la bestial imposición de la "racionali-
dad y el desarrollo" sobre la base del exterminio, es un fenómeno que no se
lo puede calificar como de "excepción" o como un "exceso". Forma parte de
las planificaciones "pacificadoras" de las hegemonías. Tal vigilancia también
puede ser sutil, incluso sofisticada, y no se ciñe al espacio manicomial, aun-
que seguramente ya lo aplicarán cuando el "progreso tecnológico" se entre-
cruce con el poder psiquiátrico: "sonríe, te estamos filmando", que bien pue-
de ser la superación del "sonríe, dios te ama" que se distribuía en
calcomanías durante el terrorismo de Estado. Versiones del panóptico que ni
Bentham hubiese imaginado y que ya tienen versiones televisivas de consu-
mo masivo. O la medicalización de la niñez, o la exclusión social vía la mi-
seria, o la criminalización de la protesta de los sectores oprimidos y la atri-
bución a que son "inadaptados", "inestables", "violentos". Términos que
escuchamos a diario en los manicomios.
Bueno, termino aquí y les agradezco haber podido compart:ir estas reflexiones.
(Aplausos)

RA: fviuchas gracias, Gregorio. Pasamos a Thomas Josué. Tomás es pro-


fesor de la Universidad Federal de Santa María, de Río Grande do Sul, Bra-
sil, casi Argentina...

Thomas Josué (T.J.): Muchas gracias. Después del discurso de Gregorio


me quedo un poco acojonado (risas)... Bueno, lo que voy a plantear para
vosotros es una tímida idea, más aportar reflexiones que otra cosa. Estaba
p)ensando en el tema de nuestra mesa: las praxis insurgentes, las multipli-
cidades libertarias. El tema me instigó a pensar, justamente, en un pensa-
miento quizá más interdisciplinario. Y huyendo un poco de esta racionali-
dad biomédica, jerárquica, de una racionalidad tan basada en evidencias,
o en causas y consecuencias, etc. Entonces me aporta un análisis quizá
más exploratorio del pensamiento, del pensamiento del arte, o quizá de la

21
Salud Mental

filosofía. Tampoco quiero crear aquí una etiqueta para mi discurso. Inclu-
so mi participación como investigador en el tema de la salud colectiva y
también de los desarrollos de las discusiones psicosociales en el campo de
la cultura, como científico social, como antropólogo, y trabajando en el
margen de la idea del arte, cultura y salud mental, he traído la discusión
de que los análisis de la salud tradicionalmente siempre fueron macroaná-
lisis. Justamente dentro de un marco racional de buscar una razón última
a los fenómenos sociales de las enfermedades, de las exclusiones o inclu-
siones, de los desvíos, o de quién tenemos que incluir. Pero hay un movi-
miento reciente que nos plantea la idea contemporánea de la investigación,
lo que hablamos de la investigación cualitativa, etc. Donde el particular, o
el microsociai, se toma como referencia también para hacer extensiones
con el macroanálisis. Y a partir de este punto del microsociai es que quie-
ro plantear, por ejemplo, toda la movilización de los movimientos campe-
sinos, de las organizaciones sociales, de las empresas sociales, como ha-
bla Franco Basaglia, de toda la gente que se organiza de alguna manera.
Todo tipo de organización o de movimientos sociales, que incluso produ-
cen conocimientos también. Quizá no están encasillados en una postura
académica, pero son producciones culturales y son producciones, también,
de conocimientos. Eso fue siempre parte de la lucha de la antropología mé-
dica, antropología de la salud en Brasil, o antropología del cuerpo, o de la
morbidez en Francia.
Pero la antropología siempre ha puesto en debate estas racionalidades
negativas. Y me acuerdo también de un buen artículo de Foucault sobre lo-
cura y sociedad donde pregunta cuál es el lugar del loco en la sociedad.
Porque en el Medioevo el loco era el místico, ¿no? Y en la sociedad capi-
talista, ¿cuál es el lugar del loco, aquél que no trabaja, que no produce?
Entonces, el desvío está igual en que aquel que no produce tiene que te-
ner un lugar en la sociedad. Entonces, en cualquier sociedad, sea la más
arcaica, tradicional, o sea la de nosotros, industriales o post industriales,
tenemos la necesidad de crear el excluido. La exclusión es un tema de cual-
quier sociedad. Entonces, si estamos hablando de la gente que sufre o de
la gente que no tiene la racionalidad como habló Gregorio también, ¿dón-
de se pone a esa gente?, ¿cuál es el lugar de esa gente? Entonces, la do-
ble exclusión, como habla Foucault, la exclusión del discurso, porque el
discurso del loco no es un discurso, es cualquier cosa, un balbucear, un de-
lirio, es cualquier cosa menos discurso. Y su corporalidad no tiene utilidad,
no hay cómo poner a trabajar su cuerpo en una máquina productiva. Pare-
cen un poco sencillos estos pensamientos, pero son demasiado complejos.
Entonces, por ejemplo, dentro de esta perspectiva, quiero hablarles cómo

22
Lucha antimanicomiai: praxis insurgentes..

es importante lo local y no lo general. Lo local, la vida ordinaria, los de-


seos ordinarios, la cosa que está aquí a mi lado. Esa es la cuestión, por
ejemplo, de la que Boaventura de Souza Santos, sociólogo portugués, ha-
bla: que todo el saber local es vivo. Y siendo un saber vivo nos interesa. En-
tonces podemos decir, por ejemplo, como Clifford Geertz, antropólogo nor-
teamericano que plantea que todos los saberes son locales y son
importantes porque siempre estos saberes son de alguien. Y si son de al-
guien nos interesan, son importantes. Está en contra de esa idea hegemó-
nica en un pensamiento racional positivo que considera todo la misma co-
sa. Entonces, la lucha antimanicomiai, o las reformas psiquiátricas, o todos
los tipos de reformas sanitarias que América Latina pasó, desde su aborda-
je marxista, de la lucha marxista, desde la critica de los fenomenólogos a
los marxistas, desde los postestructuralistas con su tesis, con las ideas de
Foucault, siendo traídas a Latinoamérica, toda la duda de si Foucault era o
no estructuralista. Pero igualmente siempre hay una perspectiva de tensio-
nes y de realidades. Entonces, por ejemplo, pensar en estas prácticas insur-
gentes, creo que es también pensar en caminos de producción de autono-
mías posibles, no más de autonomías idealizadas o de utopías que se
agoten por un cansancio de la lucha, pero también utopías posibles. Lo que
podemos hacer ahora, o que podemos hacer ahí, al lado. La solidaridad de
los lazos en la contemporaneidad. Eso es una tesis de Marc Auge que dice
que la cultura fragmentada, el capitalismo contemporáneo, también ha im-
puesto una idea del individuo en sí mismo, de tal manera narcisista que no
necesita más del gozo con el otro, la masturbación conmigo mismo es sufi-
ciente, no necesito más follar, con perdón de la palabra, follar con el otro,
porque desde que estoy en una cámara con mi ordenador yo puedo follar
conmigo mismo. Entonces esta es la idea narcisista, del mito narcisista, que
es también una insurgencia de subjetividades nuevas en el mundo contem-
poráneo. Entonces estas cosas nos hacen pensar: ¿por qué entonces orga-
nizar? ¿Por qué aún hablar de movimientos sociales? ¿Por qué hablar de
conquistas sociales si todo esto está ahí como una gran oferta, como un
gran supermercado en el que puedes comprar una base de maquillaje, o
perfume, y estar en la moda?. Esa es la cosa que me parece interesante en
la construcción de la subjetividad contemporánea. Y me parece que a veces
nuestros discursos son discursos neorrománticos, como que son de la gen-
te loca de los años sesenta. Entonces, creo que estas micro realidades, co-
mo estoy intentando plantear para vosotros, como campos de posibilidades,
y además, sobre todo, en el campo psicosocial, de la lucha por los derechos
humanos, estamos lidiando siempre con dimensiones complejas, que no só-
lo están tan ligadas o asociadas a los procesos de salud o de enfermedades,

23
Salud Mental

sino también en contextos de complejidades culturales. Como habla Paulo


Amarante, no se puede hablar de reformas o de nuevos lugares de atención
a los locos o usuarios, o lo que sea, sin considerar los procesos complejos
sociales. Eso sí: quizá sea nuestro desafío para una nueva epistemología de
nuestras prácticas, en cuanto que trabajadores, en cuanto que investigado-
res del campo, considerar los procesos complejos sociales. Hablo de estos
procesos complejos sociales porque creo que la enfermedad, o el sufrimien-
to mental, ya no puede ser pensado desde una perspectiva solamente bio-
médica, o solamente como síntoma, o solamente como un desvío, o sola-
mente de una manera adaptativa. Esta aportación ya no responde a la
complejidad del tema. Entonces, por eso, creo que está planteada la urgen-
cia de nuevos saberes y de una perspectiva más interdisciplinaria para en-
frentar el problema.
Al mismo tiempo que tenemos esos desafíos de los procesos complejos
sociales y de pensar cómo está nuestra situación en estos procesos com-
plejos, dentro de esta perspectiva nos enfrentamos con contradicciones: he
leído el artículo de una socióloga universitaria de San Pablo que dice que
ahora hasta la ciudadanía está en la boca de los reaccionarios, que hasta
los hijos de puta hablan hoy de ciudadanía. Es fuerte, pero es una gran ver-
dad. La banalización del término ciudadanía o de los derechos humanos.
Entonces, a partir de esto creo que tenemos que tener prácticas insurgen-
tes, sí, pero el otro desafío es cómo tornar visibles estas prácticas insurgen-
tes, cómo no caer en la depresión de nuestras acciones individualizadas,
cómo protegernos de esta ferocidad que es el capitalismo insurgente tam-
bién, cómo hacemos acciones creativas, cómo hablamos del otro, cómo
pensamos la vida mejor para los otros, y cómo pensamos la vida mejor pa-
ra nosotros mismos, por qué tratamos a los otros, y nos tratamos también
junto con los otros, y por qué no pensamos en estos lazos de solidaridad,
como habla Marc Auge, o cómo hablamos de nuevos territorios de afectivi-
dades, que también es una cosa importante e interesante de pensar, cómo
creamos territorios de afectos en esta contemporaneidad, de simbolización;
eso es importante, sentirnos simbólicos y no solamente narcisísticos sin
simbolización. Entonces, para acabar, pienso que la analogía, y la metáfo-
ra para nosotros, es como un caleidoscopio, este juego de los niños que mi-
ran, y creo que ese es nuestro camino coBtemporáneo, pero creo que es un
camino interesante, colorido, porque por más que sean fractaies separados,
siempre, al final del juego, hay un sentido cuando miramos al caleidosco-
pio, siempre hay una forma interesante nueva a ser descubierta.
Voy a terminar citando lo que ha dicho una de las usuarias con las que
trabajé en el Centro de Salud Mental de mi ciudad; de ahí tengo muchas

24
Lucha antimanicomial: praxis insurgentes..

historias, no voy a contar todas. Pero Isabel era una esquizofrénica y ella
decía: Mira Thomas, yo intento hacer mis dibujos, intento dibujar mi vida,
porque los médicos no comprenden mi vida. Este es el mensaje que me
gustaría dejarle a ustedes.

P.A.: Vamos a la última expositora de la mesa, que es Izabel Friche. Iza-


bel es profesora universitaria de la Universidad de Minas Gerais, en la pro-
vincia del Centro de Brasil.

Izabel Friche (I.R): Buenas tardes, voy a pedir disculpas pero no voy a
hablar en portuñol. Espero que me puedan comprender hablando en por-
tugués porque lo que quiero traer es una cuestión difícil de discusión ac-
tual en Brasil, bien polémica, y me gustaría ser bien comprendida. Gusta-
ría antes agradecer muchísimo la acogida de esta mesa, a Gregorio, y
nombrar que acá falta un compañero que había propuesto esta mesa, que
es Guilherme Eidith, un gran amigo, filósofo de Río de Janeiro, que no pu-
do venir. La mesa asimismo fue mantenida, y quiero marcar la presencia
de Paulo Amarante, que me da una garantía, una confianza para hablar.
Porque Paulo es un militante de primera hora, incansable, además de ser
un profesor, un maestro de tanta gente, de tantas generaciones, no es que
sea un viejo pero hay gente que viene y se renueva, los más jóvenes están
presentes con su potencia. Es deseable, volviendo a lo intergeneracional,
buscar los puntos de convergencia para instensificar lo que trabajamos.
Voy a hablar de la parte más delicada, recuperando un poco lo que Gre-
gorio ya había dicho de la distinciones, de las dificultades que tenemos en-
tre nosotros en el campo de la lucha antimanicomial y de la reforma. Yo no
hablo como militante porque no me siento de esta manera, como militante
directamente involucrada en el movimiento más político, pero yo estoy acá
hace veinte años, en este trabajo de militancia más profesional, pedagógi-
ca, de enseñanza, en la universidad, con la salud mental, entonces yo ha-
blo un poco desde afuera, pero Paulo me puede corregir si digo alguna co-
sa que no está bien. Una cosa que me gustaría marcar también es que es
la primera vez que vengo al Congreso; me está encantando, y nunca estuve
en un congreso donde se habla tanto de amor, de afecto, de amistad. En-
tonces es con mucha alegría que estoy conociendo a mucha gente que no
conocía. Voy a hablar en portugués. Hay otro compañero nuestro de Río de
Janeiro, mi coterráneo, Eduardo Vasconcelos, que publicó ahora en julio, re-
cientemente, un artículo sobre los dispositivos asociativos de la lucha y el
empoderamiento de los usuarios de la salud mental. Ese artículo fue publi-
cado en la revista Vivencia, en un número enorme, que incluyó artículos de

25
Salud Mental

todo el Brasil. Por primera vez yo veo una parte del artículo de Eduardo en-
frentando directamente la polarización que estamos viviendo en la lucha
antimanicomial en Brasil. Esta polarización empezó en 2001, en el encuen-
tro de ese año, y hoy la situación se configura muy tensa. Yo me refiero a lo
que relata Eduardo, que es también militante de la lucha; después digo lo
que siento al respecto. Eduardo dice que se separa, oficialmente incluso, la
Red Nacional de Internúcleos de Lucha Antimanicomial. Del otro el Movi-
miento Nacional de Lucha Antimanicomial, que era el nombre de origen de
este movimiento. Lo que caracteriza a las dos partes es que la Red Internú-
cleos (Rl) está en gran mayoría ocupando espacios junto a los poderes pú-
blicos locales, regionales, tiene a su disposición un aparato organizativo
económico muy fuerte, principalmente ligado, relacionado, al Consejo de
Psicología Federal y los Consejos Regionales, que aportan muchísima plata
a los eventos, a las iniciativas. Esta parte de la lucha ocupa la mayoría de
los Estados, y alguno de los Estados en general, si hay uno de los brazos del
movimiento no hay otro. El otro, que yo pienso que estamos aquí represen-
tando, está, según Eduardo, más en Río y Santa Catarina, y alguna cosa en
San Pablo, que es caracterizado como un brazo más desarticulado porque
no tiene muchos recursos económicos para hacer sus actividades, sus even-
tos, etc. y esto sobrecarga a los militantes. Está más comprometido con la
organización de los usuarios, reforzar la participación, porque del otro lado
la Red tiene un problema de todos los movimientos sociales. A mí me gus-
taría traer acá este debate para pensar otras realidades, cómo están acon-
teciendo, porque es una paradoja de los movimientos sociales que necesi-
tan, claro, sindicalizar, organizarse, lograr fuerza de sustentación,
capilarizarse en la sociedad. Esto muchas veces genera una concentración
de poder y un distanciamiento con relación a las bases. Esto lo estamos vi-
viendo particularmente en mi ciudad, ya que las bases de los movimientos
de trabajadores, que básicamente han iniciado y protagonizado en Brasil la
reforma —trabajadores con los cuales tengo contacto porque los supervi-
so—, resienten la distancia y la no participación en la decisiones. Incluso
las decisiones de gerenciamiento de la Red de Salud Mental que dirige di-
rectamente a los trabajadores. Hay otras divisiones en el movimiento que
me tocan a mí particularmente. Además yo soy psicóloga, entonces tengo
una relación con el Consejo, con relación a la Universidad. Hay una escisión
prácticamente del movimiento, de este brazo del movimiento, más organi-
zado, digamos así, con la formación que es una cosa que no puedo aceptar
ni comprender, porque es la universidad que hay que cambiar, que cambiar
profundamente para poder formar, producir nuevas mentalidades, nuevas vi-
siones de las que aquí se hablaban. Doy un ejemplo concreto: la semana

26
Lucha antlmanicomial: praxis insurgentes.

que viene va a haber un debate organizado por los estudiantes porque el


Centro Académico de los Estudiantes de Medicina está organizando autó-
nomamente un curso de salud mental, pero están siendo entrenados por la
gestión municipal de ese brazo de la lucha que está ocupando la coordina-
ción de salud mental del municipio. Entonces este brazo de la lucha ha
producido toda la estructura del evento que se llama Universidad y luclia
antimanicomial, las razones de la distancia. Hay invitados de la Universi-
dad de Río de Janeiro, de San Pablo, de Campinhas, de varios lugares, pe-
ro no hay uno de la Universidad Geral de Minas Gerais. Entonces van a dis-
cutir la separación entre ellos y sin interlocución. Es una cosa un poco
esquizoide, porque cómo van a discutir una cuestión, por ejemplo una pa-
reja, sobre la incompatibilidad, pero si uno va a discutir con mi familia, mis
amigos, y no con su compañero. Es una cosa medio extraña, por un lado.
Y las cuestiones que traigo acá, voy a evocar a el último Foucault, cuando
en una entrevista al final de su vida, pocos meses antes de morir, dijo en
una entrevista para la revista mexicana de filosofía Concordia-, la libertad
es la condición ontológica de la ética, mas la ética es la forma reflexio-
nada que asume la libertad. Con esto Foucault, dentro de un contexto de
discusión sobre si son suficientes los movimientos de liberación, respondió
que los movimientos de liberación, los movimientos sociales de lucha son
los que producían los cambios, las transformaciones, las multiplicidades li-
bertarias, pero no garantizan por sí solos; hay que seguir ejerciendo la li-
bertad, ese es el gran desafío, es lo más difícil, porque hay que reconocer,
en primer lugar, la existencia de relaciones de poder, que son capilarizadas,
multiplicadas, dispersas e inestables. Esto es lo más interesante porque si
son inestables hay siempre la posibilidad de la resistencia, de la discordan-
cia, de la disonancia. Esto amedrenta mucho, pienso yo, principalmente a
quien está como orquestando, sintiéndose como los garantes del proceso.
Pienso que venir acá y oír todo esto es un privilegio y es un respiro, es un
momento en que se puede respirar, porque en la universidad está cam-
peando en Brasil la misma lógica neoliberal economicista, productivista.
La semana pasada participé de una reunión del posgrado del curso de
psicología donde estoy; la gente traía todos los criterios del instituto que
evalúa nuestra producción, la CAPS, en Brasil, entonces ellos tienen que
utilizar un software para calcular los milésimos de esta productividad y es-
calonar, clasificar. Hay gente en Río de Janeiro diciendo que Foucault y su
visión de la historia están superados. A partir de un artículo que salió re-
cientemente —en 2004— sobre lo que Foucault no habría contado sobre
la historia de la locura, etc. Una discusión que se produjo en Francia en los
setenta y hoy llega acá como una gran novedad pero no lo es. Digo esto y

27
Salud Mental

veo, siento, que la reflexión de Foucault es cada vez más pertinente, infe-
lizmente. ¿Por qué? Porque los mecanismos, las redes de poder, son crea-
das por nosotros mismos; son mis compañeros que están en CAPS, que
traen estas cosas como si fueran avances, progresos: "qué bueno! la Uni-
versidad Brasilera de Minas Gerais está entre las cuatrocientas del mun-
do..."; "USP entre las cien mejores...". Es una lógica que es muy difícil de
resistir. Porque parece que somos así, démodée, románticos, indisciplina-
dos, apasionados... Aquí se habla de pasión como el motor de todo lo que
se hace. Es ahí donde se deberían producir ideas libertarias, nuevas formas
de convivencia, de experiencias colectivas. Recién se citó a Boaventura,
que dice que la universidad es la institución que tiene la potencia de auto-
criticarse más que otras, pero estamos perdiendo esto también. Entonces a
mí me gustaría compartir con ustedes estas preocupaciones y saber qué ha-
cemos. Porque yo pienso que tengo que ir ahí, la semana que viene para
decirle a ellos: soy profesora, se está abriendo una distancia con la uni-
versidad. Yo soy la primera en sentirlo, porque estoy ahí dentro y sé que el
pensamiento conservador es mayoritaho, entonces yo necesito aliados des-
de fuera. Y es impresionante el ejemplo que nos da Trieste. Es el servicio
que llamó a la Universidad, que la enlazó para hacer lo mismo que el Mu-
nicipio, la Hacienda Sanitaria, estaba haciendo con el Hospital Universita-
rio Psiquiátrico Ambulatorio. Entonces, no sé cómo Paulo se va a posicio-
nar frente a esto. Porque, como dijo Eduardo, es muy personalizada la
discusión. A mí me gustaría dejarles solamente esto, y oír las experiencias
de todos. Gracias.

P.A.: Muy bien. Yo no voy a hablar mucho. Voy a referirme, en dos mi-
nutos, a lo que pienso de todo lo expresado, cumpliendo el rol de coordi-
nador/interlocutor de los compañeros y la compañera. Creo, en primer lu-
gar, que no hay que pensar este problema solamente a partir de la
situación brasilera, como si fuera un problema local. Pienso que la gran
cuestión es si los cambios como los de la reforma psiquiátrica, o los cam-
bios de otros problemas sociales, son cambios sectoriales, exclusividad de
técnicos que van a hacer una nueva gestión de la vivienda, una nueva ges-
tión de la salud, etc. O si son problemas sociales y políticos más amplios
y que deben estar en el campo de un proceso más general. Y en la cues-
tión de la reforma psiquiátrica, de la locura,-de la salud mental, esto está
muy marcado porque para algunos es solamente una forma de extinguir,
cerrar los manicomios, y pensar que los manicomios son simples edificios,
y no construcciones sociales, políticas; de pensar al otro como un nadie,
como si no fuera una persona, como si no fuera un sujeto. Otros piensan

28
Lucha antimanicomial: praxis insurgentes.,

que es un problema técnico. Esta es un poco la idea del Congreso y del Fo-
ro de Salud Colectiva que estamos desarrollando al interior de éste: la de
no tiacer de esto un problema técnico solamente, sino plantear una nueva
postura ética y política, profesional, de humanización, de cuidado de las
humanidades que se expresan en multiplicidad. Más aun cuando es en la
sociedad en su conjunto que se producen estos conceptos sobre los "otros"
y sobre éstos se efectúan las prácticas de exclusión. Esta es para mí la
cuestión central. Sobre lo siguiente tengo con Eduardo Vasconcelos una
discusión: si somos nosotros los que empoderamos a los "locos" o si el po-
der no se da, no se regala, se construye, si el poder no será una posibili-
dad histórica política que emerge de las praxis colectivas. Y si nosotros
pensamos, a partir de Foucault, que no anhelamos empoderamos para po-
der medir fuerzas con los otros. Queremos deconstruir las prácticas socia-
les de poder, las prácticas sociales de opresión. Tal deconstrucción, si bien
colisiona con otras modlidades de relación, puede "oponerse", claro. Aun-
que lo que es decisivo es que es una afirmación de otras potencias, otras
interacciones, otros modos de ejercer y vivenciar los vínculos colectivamen-
te. Lo que nosotros queremos deconstruir son las prácticas de sometimien-
to y opresión en las acciones de afirmación colectivas.
La gran cuestión, en otro plano de las situaciones que transitamos, es
que algunas personas piensan que empoderarse es ocupar cargos impor-
tantes en los gobiernos, en las entidades, en las asociaciones. Después,
cuando despiertan, ellos ya no son ellos, son los otros contra los que ellos
luchaban previamente.
Es una cuestión a pensar.- qué estrategias y qué tácticas. Pienso siem-
pre en las Madres. Cuando me pidieron que escriba por qué "locas", yo
escribí que eran locas porque no aceptaron las reparaciones económicas,
no aceptaron las indemnizaciones, locas porque no aceptaron hacer lo
mismo que el poder que desapareció a sus hijos. Pienso que esta es una
discusión: no podemos discutir la reforma psiquiátrica, y otros cambios
psiquiátricos, en un congreso de psiquiatría con los afiches de Johnson &
Johnson y otros laboratorios y al tiempo que decimos "estamos mirando
nuevas posibilidades de tratamiento, etc." a partir de una idea que no
piensa en cambiar la situación de los sujetos, de los sujetos "locos", de
la familia, de la sociedad, y de nosotros, profesionales que queremos
transformar nuestras prácticas tanto como los esquemas de conocimiento
que se ponen en juego. Transformación de lo práctico, lo conceptual, con
una indagación permanente de nuestro rol en lo ético-político. Circunscri-
bir el ejercicio de lo profesional a mejorar nuestra propia condición como
"expertos" o financiera, de "prestigio", etc., también debe ser un motivo

29
Salud Mental

de reflexión profunda. Esas reflexiones no apuntan sólo al "rol profesio-


nal", aunque lo incluye. Nos colocan en el lugar de indagarnos en nues-
tra singularidad, en nuestro lugar de seres histórico-sociales.
Hablé de los congresos de psiquiatría; hace algunos años que no voy más,
no soporto la idea de ver a los profesionales en fila para ganar algunos rega-
ntes, unas bolsitas con biromes y recetarios, etc. Todo eso es una concepción
de producción de subjetividad sobre el trabajo, sobre la locura, y no se lo
cuestiona, no se lo indaga. La última vez que vi eso, observé en una fila de
psiquiatras a un catedrático importante con una caja de golosinas: maní con
chocolate. En la caja, escrito el nombre de un producto antidepresivo. La in-
dustria les regalaba cajitas de maní con chocolate dentro de las cajas de psi-
cofármacos. Como produciendo en ellos una subjetividad de que aquello que
ellos —y solamente ellos— pueden prescribir son dulces, como que en defi-
nitiva no tiene importancia si ellos prescriben o si dejan de hacerlo. Hay una
producción de subjetividad muy fuerte. Esto ellos no lo discuten. Pienso que
la situación de enfrentamiento del cambio pasa por ahí. Hoy la industria de
fármacos es la más importante de los Estados Unidos de América, más que
la bélica. Y esto lo escribió Marcia Angelí en su último libro, que es impresio-
nante: La verdad sobre la industria farmacéutica. Otra cosa: dicen siempre
los médicos o las universidades que están produciendo conocimiento para la
industria farmacéutica, que la industria cobra bastante caro porque la indus-
tria investiga. Mentira. La industria aprovecha la producción de conocimien-
to de las universidades públicas. Y ello pareciera que no constituye un plano
de debate respecto de las afirmaciones de aquello que la industria "invierte",
tanto como tampoco qué subjetividad produce todo ello en los alumnos y do-
centes. En Estados Unidos, en Europa, la producción es de las universidades
que hacen investigaciones con los enfermos en los hospitales públicos, con la
población de hospitales públicos, etc. La investigación no la hace la industria.
Y por otra parte las inversiones de la industria son en medicinas y fármacos
de punta, fármacos "modernos". Ello demuestra que en realidad son re ac-
tualizaciones de fármacos viejos que, maquillados, exhiben nuevos precios
pero viejas fórmulas. Otra cosa que dicen es que el enorme precio es porque
la industria ha invertido en nuevos productos y tiene que restituir la inversión.
La mayor parte de la inversión de la industria es en propaganda con médicos:
para financiar la ida a los congresos, de sus familias, de sus hijos, premios,
etc. Nosotros tenemos que combatir esto y desde la lucha antimanicomial
también rechazar la idea de que toda forma de violencia humana, de expre-
sión humana de sufrimiento, es una forma patológica y por tanto debe ser me-
dicalizada. Esto también es luchar contra el poder, contra esta situación.

30
Capítulo

Desapropiaciones
de la subjetividad

Ricardo Rodulfo

Un terreno privilegiado de esta lucha en los últimos cincuenta años, di-


ría yo, ha sido el bebé, el estatuto subjetivo del bebé. Porque una pregun-
ta favorita y que siempre da lugar a equívocos ha sido.- "¿cuándo empieza
la subjetividad?". Los bebés allí, han sido y son un terreno especial. El psi-
coanálisis tardó en llegar hasta ellos. Aunque ahora podamos intervenir so-
bre y atender a bebés y sus mamas, bebés y sus familias, y dirigir incluso
nuestra intervención directamente a un bebé y no sólo a través de la ma-
dre o de los padres; hemos tardado en llegar al bebé por nuestras propias
dificultades. Fundamentalmente debido al logocentrismo de nuestra cultu-
ra, que nos suele discapacitar para entrar en conexión con alguien que to-
davía no habla, pero que sí juega y hace otras cosas. Dentro del psicoaná-
lisis son interesantes las cuestiones que se han planteado al abordar la
problemática del reconocimiento de la subjetividad más temprana. Por
ejemplo: ciertas lecturas, que luego se han hecho institucionalmente hege-
mónicas de los textos de Jacques Lacan. Lo digo así porque pienso que
osos textos deben ser liberados de esa lectura y de ese cerco institucional,
de esa confiscación del texto de Lacan por parte de las instituciones laca-
nianas para poder volver a leerlo. Aquellas lecturas han llevado a hacer
coincidir subjetividad con lenguaje. Un poco a la manera en que antes de
lYeud se hacía coincidir subjetividad con conciencia, lo psíquico era igual
.) lo consciente. Ahora eso retorna pero dentro del psicoanálisis y de otra
manera: psíquico igual palabra. Puesto que el bebé no habla y es definido
en osa misma perspectiva teórica como infans. Hay allí algo que los despo-
Mísiona de su subjetividad. Por supuesto, esto tiene una enorme cantidad

31
Salud Mental

de consecuencias. Y por supuesto también, dentro del campo psicoanalíti-


co, hay teorías y posiciones alternativas que no tienen nada que ver, o que
se alejan mucho de esto. Nombres como los de Winnicott, Bowlby, Stern, y
muchos otros entre los cuales estamos incluidos.
Daniel Stern hace al respecto una consideración muy importante. El dice
que uno no puede conectarse con un bebé, comunicarse con un bebé, en un
plano reducido a la atención de las necesidades orgánicas de ese bebé. Porque
uno podría darle de comer y cosas por el estilo, como si se tratara de un orga-
nismo simplemente. Pero si se quiere conectar en serio con él, es menester un
acto que básicamente es inconsciente, no se puede efectuar "desde afuera", no
lo pueden ni los padres, ni el pediatra, ni el psicoanalista, ni nadie: suponer,
atribuir subjetividad a ese bebé, por pequeño que sea.
Esta atribución de subjetividad es una apelación fundamental que sería
como lo contrario de esa desapropiación de subjetividad que se da cuando
digo "hay que esperar a que fiable" o "los bebés comen y duermen, nada
más" y "para poder hacer algo con él hay que esperar a que hable porque
hasta entonces...". Esa atribución de subjetividad es una operación funda-
mental por lo siguiente: no es una mera proyección en el sentido de "pro-
yecto algo sobre el bebé que no es de él". Al atribuirle subjetividad ayudo
a generarla aliándome, articulándome, con aquello que en el bebé empuja
hacia la subjetividad de entrada. Porque en un bebé, por más pequeño que
sea, hay una serie de rasgos, clínicamente bien identificables, que permi-
ten reconocer esa subjetividad emergente en él. Es subjetividad emergente
mucho antes de hablar del "yo", "super yo", "no-yo", porque subjetividad
emergente quiere decir "algo que no se reduce a organismo".
Hay una serie de rasgos que podemos puntuar al respecto, que for-
man lo que yo llamaría la disposición del bebé a la subjetividad. Dispo-
sición que además viene genéticamente cargada, pero no basta con lo
genético. Los que saben verdaderamente de biología y que por eso mis-
mo no reducen todo a ella, los biólogos en particular, nos dicen bien que
si lo genético no se activa puede estar toda la vida inactivo y no funcio-
nar, y hasta atrofiarse, de modo que una disposición genética no impli-
ca que fatalmente se cumpla. Una disposición a la subjetividad puede
no activarse si no encuentra la suficiente ayuda.
¿En qué reconocemos esta disposición a la subjetividad? Hay una serie
de aspectos que puedo enumerar brevemente: uno sería el hecho —ya ha-
ce muchos años reconocido— de que de todo lo que hay para ver en el
mundo y que a un bebé le interesa ver, nada ejerce tanta fascinación, nada
dirige tanto su atención visual como el rostro humano, el rostro de otro ser
humano. Recordemos además que los bebés no nacen ciegos, como se

32
Desapropiaciones de la subjetividad

creía hasta hace pocas décadas, sino que ven de entrada. El rostro del ser
humano es justamente el lugar del cuerpo más subjetivo que hay en ese
cuerpo. No es lo único subjetivo de nuestro cuerpo pero es el lugar de má-
xima concentración de subjetividad de nuestro cuerpo: los ojos, la boca, la
sonrisa. Allí se dirige en particular el bebé. Si hay muchas cosas para ver
y hay un rostro humano el bebé va a preferir el rostro humano. De todos
los rostros humanos va a privilegiar enseguida un rostro como primus in-
ter pares, el de su madre. A la cual el bebé ya conoce por diversos ritmos
y por voz antes de nacer, pero aún no visualmente y que enseguida articu-
la con lo que ya conoce por otras vías. Tercero: los bebés tienen una capa-
cidad notable —que siempre fue intuida por los buenos clínicos, por ejem-
plo pediatras, aunque no tuvieran una formación psicológica o
psicoanalítica especial— para captar estados afectivos de los que están
con ellos, de los que están cuidándolos, de los que están en su entorno.
Esto quiere decir que, sin necesidad de palabras, a un bebé lo alzamos, le
hablamos, lo manipulamos y él registra si eso está hecho en un tono de an-
siedad, de alegría, de enojo y hostilidad larvada, de depresión. El bebé no
va a saber por qué la madre está mal o bien, no podría dar cuenta de por
qué, eso se le escapa, pero sabe muy bien qué. Es imposible engañarlo en
ese punto. Esta es una capacidad en la que supera al adulto, porque el de-
sarrollo del lenguaje en nosotros —lo que Derrida llama la inflación del
lenguaje en la cultura occidental— hace que muchas de esas capacidades
con las que venimos se nos atrofien. Por eso hay mucha gente que de pe-
queña llamaba la atención por sus dibujos o por su capacidad para la mú-
sica, o para otras cosas del cuerpo, fueran artísticas o deportivas, y que
quince o veinte años después sólo pueden hablar, y por eso mismo hay per-
sonas que si no les hablamos no saben cómo estamos (algunas de esas per-
sonas se hacen terapeutas y analistas, lo cual es todo un gran problema).
Pero digamos que esta es una capacidad que por supuesto no podría de
ningún modo reducirse a lo biológico: la capacidad de registro afectivo ade-
más tiene consecuencias sobre él. No es que lo registra como observador,
sino que la alegría, la tristeza, el enojo o lo que fuere, de la madre, o del
clima familiar va a tener efectos múltiples sobre su incipiente ser-ahí.
Otro rasgo en que puede detectarse esta disposición a la subjetividad
es la emergencia espontánea del jugar y de la invitación a jugar que el
bebé dirige a la otra que es su madre y a los otros. En los últimos vein-
ticinco años, con filmaciones, con estudios muy minuciosos asociados a
nuestro trabajo clínico, hemos podido avanzar mucho en la detección fi-
na de la emergencia temprana de esas propuestas de juego que hace el
bebé. Digamos que mucho depende de si quien está con él se engancha

33
Salud Mental

en ella o la desconoce o trata de bloquearla. Pero el jugar "en sí" nadie


se lo enseña al bebé, emerge espontáneamente aunque no es él sólo
quien puede sostenerlo, requiere un entre, y todo el primer año puede
ser estudiado en la perspectiva de un riquísimo tejido, entretejido de jue-
gos, entre el bebé y su madre.
Otro rasgo que también se desarrolla intensamente durante el primer
año de vida —y que es muy grave si no se desarrolla en ese primer año de
vida—, otro rasgo de esa disposición a la subjetividad es la disposición a la
intimidad. O sea, ia constitución de un campo de experiencias afectivas
compartidas, en resonancia recíproca. Lo que también Stern llama la ca-
pacidad de afinarse, de entonarse entre dos o más: el bebé y su madre, el
bebé y sus íiermanos, los que fueren. Tomando ese término de la música,
de cuando los músicos afinan juntos para poder tocar juntos.
Todos y cada uno de estos rasgos emergen cuando aún no hay lengua-
je instalado, son rasgos que emergen independientemente de la constitu-
ción del lenguaje y más bien algunos de ellos preparan su advenimiento.
Luego la adquisición del lenguaje hace dar otro gran salto y tiene inmen-
sas consecuencias, pero eso no habilita reducir la subjetividad a él. Win-
nicott hablaba al respecto de lo sagrado, de la necesidad de lo sagrado,
que me parece que hoy es un punto en general muy descuidado entre los
que trabajamos en estas cuestiones clínicas y teóricas. Cuando Winnicott
habla de lo sagrado no se refiere, por supuesto, a una religión instituida
como tal ni a creencias religiosas determinadas de un tipo u otro, sino a
la importancia de respetar y reconocer una dimensión singular que no de-
be ser invadida ni atropellada. Winnicott habla de lo más íntimo de al-
guien, que tampoco el psicoanalista debe asediar o violar, lo que no debe
ser profanado. Dicho de otra manera diríamos: la necesidad de disponer
de una dimensión de lo sagrado no tiene que ver con ser creyentes o ateos
sino que, más allá de eso, la dimensión de lo sagrado implica una dimen-
sión de resistencia a una objetalización total de la subjetividad, lo cual es
una operación tecnológica contra la cual debemos estar muy alertas, no
para demonizar la tecnología o cosas así, actitud muy inconducente, sino
alertas frente a ese giro político en que la técnica se vuelve un tecnologis-
mo a ultranza y una objetalización sin límites de la experiencia humana.
Es ahí entonces donde debe haber un cuidado porque algo sea sagrado.
En algunas perspectivas ecologistas reencontramos esto. Por ejemplo: si
un árbol es sólo lo que vale su madera en el mercado, talemos todos los
árboles. Lo sagrado implica, en el plano ecológico, una dimensión de la re-
sistencia a un proyecto de dominio sin límites de la naturaleza que acaba
por volverse contra uno. Tenemos que andar con cuidado aquí, porque es

34
Desapropiaciones de la subjetividad

fácil caer en inversiones sentimentales y entrar en una especie de culto de


una supuesta "madre" naturaleza con la cual tendríamos una relación in-
mediata. Y nada más artificial que el concepto de naturaleza.
En el caso de psicopatologizaciones a ultranza que suelen venir del cam-
po psiquiátrico, del campo educativo, y a veces del mismo campo psicoa-
nalítico, donde el niño, y luego el que no es niño también, queda totalmen-
te objetalizado en un diagnóstico, a partir de ahí poco importa si la terapia
es organicista o psicologista, si da medicamentos o si abomina de los me-
dicamentos y sólo pretende intervenir psicoterapéuticamente. Ya está; de
todas maneras la objetalización se ha cumplido.
Nosotros desde el campo de la psicología o del psicoanálisis no innova-
mos nada ni somos mejores que los demás; tendemos —como decían De-
leuze y Guattari— a pensar que el fascismo es siempre el fascismo de los
otros. Y en ese sentido, que la objetalización del niño es cosa de los médi-
cos, de los psiquiatras, de los neurólogos organicistas, de toda esa gente
mala que receta fármacos a los chicos. Pero nosotros, desde el campo psi,
también la hacemos, no necesitamos remedios para eso. A todo lo cual re-
siste la dimensión de lo sagrado.
Estoy tejiendo esta red que se abre en muchas direcciones para ofrecer
—mucho más no se puede hacer en una conferencia como esta— un cier-
to panorama; luego cada aspecto llevaría en sí mismo mucho tiempo de tra-
bajo profundizarlo. Por ejemplo, voy a recordar un párrafo de Winnicott don-
de se refiere a la relación del niño varón con su padre de una manera muy
interesante para lo que estoy considerando. Se refiere a esa época en la que
GI niño varón se identifica con su padre. Entonces dice que "en cierta ma-
nera", el niño "sacrifica" su propia potencia para identificarse con el padre
y asume entonces "una potencia vicaria", una potencia que no es la suya.
Y que con mucha suerte, esto puede ser revisado en la adolescencia. Aquí
un punto interesante: el propio niño trae su propia potencia, y lo que suce-
de creo puede adscribirse a una reapropiación de ella por la instancia pa-
terna —esa operación de sacrifico, de reemplazar su propia potencia por
una potencia vicaria, no soy fuerte yo, soy fuerte como mi papá, la fuerza
la saqué de papá, cosa que no viene sólo del lado del niño sino que viene
muy inducida familiarmente y más allá de la familia, míticamente, por pro-
pagaciones míticas que atraviesan familias y personas.
Entonces podríamos decir que el niño declina ahí su propia potencia, que
l(! es confiscada por lo que toma su lugar como potencia del padre: ¿queras
'.(7 grande como papá? Atención, es un sesgo de esto lo que hay que con-
siderar, es un sesgo que hay que estudiar clínicamente, donde una identifi-
i;.i(;ión puede ser un punto de apoyo, un escalón. Hay identificaciones en mi

35
Salud Mental

existencia que son puntos de apoyo y que, por lo demás, no son sólo con
mi padre o con mi madre. De pronto se dan con un amigo, con un maes-
tro, con alguien que sólo conocí por un texto o con un personaje de ficción.
Un nene se puede identificar con Mafalda, por ejemplo, perfectamente. Hay
un sesgo a determinar clínicamente en cada caso.- cuándo una identifica-
ción es un punto de apoyo y cuándo en una identificación algo de uno es
confiscado y puesto bajo el nombre de otro, señaladamente el nombre del
padre, de su apellido, en rigor.
En nuestra cultura es éste un motivo muy fuerte, al respecto yo diría que
más que ayudar a que la gente esté bajo el nombre del padre, la tarea del
psicoanalista sería ayudar a ia gente a liberarse del nombre, a no quedar
presas del nombre, en todos los sentidos, ni del padre, ni de esto ni de
aquello. Por eso mismo, con muchos pacientes, esos pacientes que vienen
sobrerrotulados y que han aprendido qué son —según diagnósticos que
pueden ser del DSM IV o psicoanalíticos, del más diverso cuño— con esos
pacientes hay que hacer un trabajo para liberarlos de ese nombre. De lo
contrario algo potencial de sí queda bloqueado sin remedio.
Si el paciente ya se enuncia bajo la especie "yo soy", y lo mismo cuan-
do el paciente todo lo suyo lo deja bajo un significante que lo tacha, un po-
co como esa historia de un taller donde se hace una camisa, un taller anó-
nimo. Esa camisa sale y la compra una marca y le pone la marca, le
imprime su logo. No hace otra cosa que eso, una confiscación por un sig-
nificante que desapropia alque hizo de veras la camisa, elevando de paso
su precio considerablemente. Y dos camisas pueden tener el mismo costo
pero muy diferente precio según el logo que ostenten. Es un poco eso lo que
pasa con el efecto significante y con el efecto significante paterno muy en
particular. Se abre allí un inmenso campo de cuestiones.
A propósito siempre del lenguaje que Daniel Stern ha llamado la aten-
ción sobre un aspecto poco trabajado, cuando hablamos del salto subjeti-
vo, como el salto cuántico que provoca la adquisición del lenguaje solemos
detenernos poco en —y en este punto es interesante su observación— có-
mo el lenguaje también puede destruir una experiencia. Stern da un ejem-
plo paradigmático, yo voy a recurrir a uno de mi propia cosecha clínica: es
un chico que es sorprendido por su abuela masturbándose, lo cual no tenía
nada que ver ciertamente con una masturbación compulsiva, implicaba en
cambio el descubrimiento de una nueva fuente de placer, una nueva expe-
riencia de placer, el diseño de una zona erógena que no va a ser una más,
un juego, porque recordemos que la sexualidad infantil forma parte de los
juegos, por eso decimos desde hace mucho el juego sexual infantil. Todo
eso está allí gestándose en ese momento, o sea, cosas mucho más trascen-

36
Desapropiaciones de la subjetividad

dentes que el mero placer de tocarse el pene y los testículos. Entra a su


cuarto la abuela, lo sorprende y le dice "cochino". El cochino en este niño
muy sensible restalla como un latigazo. Pero lo importante es cómo esa pa-
labra hace añicos su experiencia. Ese significante cochino que se sobreim-
prime clavándose en la carne destruye el frescor de su experiencia, lo de-
sapropia de ella, se la confisca para ponerla del lado de algo que responde
a una partición cultural y normativa de lo limpio y de lo sucio, de lo bueno
y de lo malo. Cochino implica sucio e implica malo. Son ejes muy fuertes
de denominación que le ponen un sello que tergiversa por completo su bús-
queda y lesionan lo que podríamos decir la virginidad emergente de su ex-
perienciar, de esa experiencia que hubiera podido tener la posibilidad de de-
sarrollarse como propia a su propia manera. El lenguaje tiene su anverso y
su reverso: a veces poner nombre ayuda a curar una enfermedad y a veces
poner nombre enferma. Todo depende de qué nombre sea y también de qué
modo se lo ponga. Y por eso también hay interpretaciones que pueden en
alguna medida hacer daño o por lo menos no generar nada verdaderamen-
te productivo, verdaderamente movilizador.
En todo esto está en juego continuamente una cuestión básica para
nuestra tarea clínica —y por supuesto esto no se limita sólo al trabajo con
niños, no tiene edad—, que es la siguiente: nosotros tendríamos que estar
del lado —y a veces podemos estarlo, pero no es tan fácil, nos podemos ex-
traviar por muchas razones— de propiciar, acompañar, generar y proteger
la capacidad de alguien —dentro de lo que son las condiciones de la exis-
tencia— para desarrollar y hacer sus propias experiencias, por así decirlo,
bajo su propio nombre, no expropiadas.
¿Pero cómo vamos a hacerlo si nosotros no estamos bajo nuestro propio
nombre, si perdemos nuestro nombre y decimos, por ejemplo, que somos
freudianos? Es un tema que llama la atención cuando a veces entre cole-
gas se dice: "Sí, este paciente se analizó con Fulano de Tal, con Juan Pé-
rez, parece que fue un tratamiento que anduvo bien...". Entonces surge a
veces "la" pregunta: "y ése Juan Pérez, ¿qué es?". Hay un deseo en esa pre-
gunta. Si el que pregunta es lacaniano desea que la respuesta sea "Juan Pé-
rez es lacaniano...". A lo que se responderá "Ah, bueno, con razón, se tra-
tó con un lacaniano y se curó...". Ahí hay una confiscación y una
desubjetivación, se reapropia el trabajo de un psicoanalista. El psicoanalis-
ta Juan Pérez "curó" porque trabajó Juan Pérez y lo que estudió de Lacan,
de Freud, del que fuera, lo elaboró él; no es por la "propiedad" de ser laca-
mano, freudiano, kleiniano, que su tarea sirve. Pero muy a menudo la ca-
pacidad terapéutica de alguien queda puesta bajo ese significante que lo
despoja, se apropia, se reapropia de lo que fue su propia potencia. Como

37
Salud Mental

en lo del varoncito que recordábamos. Entonces Juan Pérez ya no es poten-


te como Juan Pérez, es potente porque es freudiano o lacaniano o... Eso,
por supuesto, desborda lo psicoanalítico.
Es un tema vasto, complejo, arduo, por lo cual he tratado de plantearlo
pasando de campos, yendo de lo individual a lo colectivo, de lo político a
lo clínico, de lo grupal a lo familiar, porque es un tema que tampoco pue-
de ser abordado desde una sola especialidad. El psicoanálisis tiene allí al-
go para decir, bastante creo, puede aportar muctio en ese punto, en la me-
dida en que el psicoanálisis no se contenta con objetivos de adaptación
social, el psicoanálisis no se contenta con que el paciente obtenga o con-
traiga cierta normalidad. Y por eso mismo Winnicott, precisamente, insis-
tía en la necesidad de diferenciar normalidad de salud, y de no reducir la
una a la otra. Winnicott decía que la salud era otra cosa que la producción
de normalidad. En ese sentido podríamos agregar que en esta caracteriza-
ción salud hace resistencia a que el objetivo de una terapia se ciña a mera
adaptación social. Siempre y cuando contrabalanceemos que los psicoana-
listas no podemos pretender estar más allá, liberados de metas u objetivos
de adaptación social, ni tampoco en bloque condenar la adaptación social
como si de por sí fuera una cosa mala, lo cual, nuevamente, nos recuerda
que los juicios globales impiden pensar.
En realidad el psicoanalista no puede escapar a objetivos de normaliza-
ción aunque niegue estar implicado en ellos, aunque pretenda al respecto
no tener nada que ver, como si el inconsciente fuera una instancia tópica
extraterritorial. Eso dificulta pensar lo arduo de estar lidiando con una tarea
terapéutica en la que por un lado no puede desentenderse de metas de nor-
malización, sobre todo en ciertos casos, y por otro es una terapia que no se
contenta en absoluto con devolver a alguien —como se dice— a la norma-
lidad. O con hacer de alguien una persona bien ajustada, bien adaptada,
porque tiene que defender la posibilidad de desadaptación, de desajuste,
pero de desajuste creativo. Como decía Winnicott, estar sano es estar loco
pero arreglárselas para que a uno no lo encierren. Es una "definición" pa-
radójica que juega introduciendo una cuestión muy importante eludiendo lo
académico: estar loco, pero... El pero implica que entablo un tipo de rela-
ción con mi locura, que no la reprimo, que no me limito a reprimirla, lo que
podría ser un objetivo de normalización, sino que hago algo con ella, pero
a la vez no me entrego a ella con toda la destructividad potencial que ten-
dría simplemente entregarme a esa locura. Entonces dejo planteado este te-
ma, que, por ser tan complejo, me gustaría dejar abierto para otra ocasión.

.-HR
Capítulo

Locura y guerra

Gregorio Baremblitt

"¿No es el campo de batalla donde se cosechan los grandes


acontecimientos. Existe algo más loco que iniciar ese tipo de
combate, del que a menudo no se sabe cuál es el motivo y
donde cada uno de los lados recoge siempre menos ventajas de
las que espera y siempre más perjuicios? (...) ¿De hecho, todo
lo que se da entre los hombres no está hecho con Locura, no es
hecho por locos tratando con locos?"
Elogio a la Locura
Erasmo de Rotterdam (1511)

Agradezco a las Madres esta inigualable oportunidad para conversar


con ustedes, mis amigos, sobre este terrible tema. En esta cuestión se
torna más complicado el habitual desconocimiento que el conferencista
acostumbra tener acerca de los conocimientos e intereses de su público
ocasional. Nos soy un experto en esta problemática, pero he llegado a
la conclusión de que es mi deber hablar acerca de ella, tanto para sus-
citar la inquietud como alguna comprensión sobre el asunto. Desearía
apenas llamar, una vez más, la atención sobre la locura de la guerra, so-
Ijre la guerra y la locura, no con la intención de esclarecerlas, ni con la
ilusión de conseguir que se deje de ignorarlas. Tampoco pretendo que
nos desesperemos diariamente con ellas, a pesar de que, como trataré
de mostrar, es lo que más o menos corresponde si uno es un poco "hu-
manitario", no demasiado. Tal vez ustedes me den alguna orientación en
(|iie sentido e intensidad la cosa Íes preocupa y yo pueda responderles
,il)',o en esa dirección también.

39
Salud Mental

Quería comenzar diciéndoles que, como sucede con todos los llamados
temas u objetos históricos, lo que nosotros llamamos guerra (y también lo
que denominamos locura) probablemente no tenga ya mucho que ver con
lo que ha sido llamado guerra (y/o locura) durante toda la historia. Nues-
tras guerras contemporáneas son diferentes y estas guerras actuales contie-
nen a todas las pasadas, sea como neoarcaísmos, también como archifutu-
rismos e igualmente como presentismos fugaces, que no conseguimos ni
entender ni definir. Entonces, para una exposición de este tipo se presenta
la famosa contradicción: ¿cómo hace uno para hablar de ese "affaire", de
esa historia horrorosa, sin ser muy pesado ni atropellado por el tiempo de
que disponemos para esta exposición? Bueno, no vamos a pretender ser
muy profundos ni académicos, pero trataremos de recorrer un poco la cues-
tión. Tengo aquí unas cuantas páginas, por las cuales me voy a guiar por-
que la cosa es muy compleja.
Una primera página de temas gira alrededor de una incursión diverti-
da por un diccionario sobre el tema, el Diccionario de la Guerra. Supongo
yo que debe ser el diccionario de todos los generales y su problema princi-
pal consiste en que no explote. Porque, como sabemos, actualmente se
pueden poner bombas hasta dentro de los diccionarios. Entre los términos
relacionados (muchos de los cuales no tratamos porque se expresan por si
mismos) se define "guerra atómica", "guerra nuclear","guerra nanotecnoló-
gica", "guerra bacteriológica", "guerra biológica", "guerra civil", "guerra
convencional", "guerra de exterminio", "guerra de movimiento" que se opo-
ne a "guerra de posiciones", "guerra de nervios" (como se decía antigua-
mente), "guerra de trincheras" (que ya está un poco fuera de moda), "gue-
rra económica", que a mí me parece que es algo así como la esencia cada
vez más representativa o expresiva de la guerra,- "guerra fría", de la cual te-
nemos nostalgias actualmente, porque mi opinión es que estamos mucho
peor que entonces; "guerra global", que es un tema interesante, porque la
guerra global es un semantema que, cuando uno lo pronuncia, piensa en
un combate que se va a dar o se está dando en todos los lugares del mun-
do al mismo tiempo. Pero no es preciso que sea así. La guerra global ya
existe, sólo que justamente tiene modalidades que no nos permiten reco-
nocerla como tal. Sigamos con la enumeración: la "guerra intestina" o la
"guerra civil", que campea por todos los lugares subdesarrollados del mun-
do. La "guerra limitada", aquella en que los Estados involucrados lanzan
mano a parte de sus recursos, materiales, movilizables y humanos, como
es el caso de Estados Unidos en Irak. La "guerra psicológica" que es, me
parece a mí, junto con la global y la económica una en la que participamos
como soldados y como víctimas civiles todos y todo el tiempo, sea que la

40
Locura y guerra

reconozcamos como tal o no. La "guerra revolucionaria", que parece que


todavía existe (es como los vinos viejos, cada vez más concentrada y eli-
tista), no está totalmente descartada; la "guerra santa", que por un lado no
es una novedad y, por otro, en este momento es considerada completamen-
te irracional. Pero ya hemos tenido y tenemos guerras santas que eran con-
sideradas como tales-, "santas", y no había mucha discusión al respecto,
los guerreros eran santos de la espada, completamente locos (y no lo sa-
bían). "Guerra sin cuartel", que es la guerra que se lleva hasta las últimas
consecuencias, no tiene vuelta. Y ese es uno de los grandes temores que
tenemos al respecto en la situación actual. "Guerra total" que es sinónimo
de guerra de exterminio. "Guerra asimétrica", que es un término contem-
poráneo de la jerga bélica porque es el conflicto armado entre ejércitos de
Estado, más o menos convencionales, y un adversario ubicuo, fragmenta-
rio, anónimo, a menudo disfrazado, a menudo imaginario, con el que los
ejércitos se la ven muy mal. "Guerra preventiva", que es una actividad no-
tablemente ridicula y trágica en que se hace la guerra para evitar la gue-
rra. "Guerra disuasiva", que se hace para desalentar al enemigo, el cual,
como también quiere hacer la guerra, se concluye por darle un motivo y
una fuerza para comenzarla. Y, finalmente, hay muchos autores en la ac-
tualidad que en la cuestión de oponer la guerra a la paz se niegan perma-
nentemente a definir la paz como la ausencia de guerra, o como la presen-
cia de estas guerras latentes de las que hablamos, sino que proponen
definir la paz como positiva y afirmativa y la guerra como un disturbio de
la paz. Esa es una proposición muy interesante desde el punto de vista fi-
losófico, pero es un enunciado muy discutible desde el punto de vista his-
tórico, porque si uno hace ecuaciones de tiempos, de lugares, de efectos,
no podemos afirmar rotundamente que el estado predominante de la vida
de la humanidad haya sido de paz. Por el contrario: no se concluye una
guerra sin que ya se hayan comenzado a acumular causas, medios y fines
para hacer otra. Y lo peor de todo es que hay gente que piensa que la paz
es deseable pero que la guerra es muy productiva hasta ser indispensable,
y mudando la expresión: que la guerra es la partera de la historia. La par-
tera, digo yo, de los abortos de la historia, probablemente, ¿no? Pero bue-
no, es lo que dicen. Este pasaje por las definiciones es para recordarles que
muchos de nosotros cuando terminó la Guerra Fría, o cuando cayó el Mu-
ro de Berlín, pensábamos que comenzaba una nueva era de la humanidad
y que si había guerra iba a ser muy circunscripta, muy circunstancial, muy
episódica. Lo que trato de decirles es que actualmente tenemos todo este
tipo de guerras que acabo de mencionar, funcionando todas al mismo tiem-
po en innumerables lugares del mundo. Así es que sobreviene la famosa

41
Salud Mental

pregunta de si un optimista es un pesimista mal informado, o si un pesi-


mista es un sobreviviente que no sabe la buena suerte que tiene... o que
pesimistas y optimistas forman un conjunto bizarro realista... y maníaco de-
presivo. En ese tipo de cosas: ¿estamos peor o estamos mejor que en la ca-
vernas? Es una pregunta retórica que les hago.
En el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas se reconoce que
todo Estado tiene derecho a la defensa individual y colectiva. Entretanto,
los artículos 1, 55 y 55 exhortan vehementemente a promover la paz, la
seguridad internacional y nacional así como la ayuda y la cooperación en-
tre los países para todos los fines y para ése en especial. Esta declaración
fue firmada en el año 2000 por 189 naciones miembros. Hay otro docu-
mento, que se llama Carta de objetivos de desarrollo del milenio, que di-
ce más o menos lo mismo; que es indispensable la colaboración de las na-
ciones, la eliminación de las guerras, el fomento de la paz, etc. Por otro
lado, la última evaluación hecha por estos organismos, inter y supranacio-
nales revela que no se alcanzaron casi ninguno de esos objetivos, que la in-
mensa mayoría de la iniciativas de paz fracasaron o tuvieron un costo en
vidas, bienes y tiempo que fue colosal. Por otra parte, los comunicados de
diversos órganos internacionales denuncian que muchos de los recursos
prometidos por las naciones son destinados para transferencias "inadecua-
das" de armas. Estas declaraciones y organismos son respetables, pero ya
comienzan a desvariar cuando dicen que pueden haber transferencias "ade-
cuadas" de armas y que la mayoría son inadecuadas. Bien, debe ser un pro-
blema probablemente de "moda". Hay corbatas adecuadas y corbatas ina-
decuadas. Según el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn,
entre 1985 y 2005, desde que comenzó el proceso de la globalización,
más o menos unos veinte años atrás, hasta ahora, ha habido un inmenso
aumento del PBI mundial, ha habido un aumento de siete a diez veces del
capital circulante en forma de monedas, letras de cambio, letras fiduciarias,
mercados futuros, bonos, etc.; y ha habido, en general un empeoramiento
de la distribución de la renta. El Banco Mundial —yo cito al Banco Mun-
dial porque soy una persona seria (risas), y aclaro: es mejor citar a la dere-
cha, porque por más eufemísticos que datos de cualquier reiatorio sean,
ningún informe supera a los del Banco Mundial—; el BM dice que, si se
cumplen una serie de directivas, puede ser que en el año 2050 se haya re-
ducido el 10% de la pobreza mundial, pero si todo sigue así, y no es por-
que lo diga, por ejemplo, mi ilustre tocayo querido (alusión del conferen-
cisita a su presentador el Dr. Gregorio Kazi), lo dice el Banco Mundial, va
a haber una distribución de la renta, de los ingresos, peor que la que hay
ahora. Siendo que la que hay ahora es peor que la que había. Entonces el

42
Locura y guerra

BM dice que hay un "cierto" desequilibrio en el hecho de que el mundo gas-


te más o menos un trillón de dólares en "defensa" militar por año y 50 mi-
llones en "ayuda humanitaria y para el desarrollo". En el mundo en el cual
casi dos terceras partes de la población vive en condiciones o de pobreza,
o de miseria absoluta. Y tiene toda la razón este "compañero" del Banco
Mundial. Quien no se acuerda de la propuesta de destinar 0,8% anual del
producto bruto mundial para solucionar definitivamente el flagelo del ham-
bre... que jamás fue aprobada. Es una cosa extraordinariamente loca, com-
pletamente loca. Estamos locos, Wolfesohn está loco, el mundo está loco.
Ese es el tema de mi conferencia de tioy. O sea, desde que comenzó la
globalización aumentó la pobreza y la distribución desigual de la renta. Se
gasta más de un trillón de dólares por año en defensa y cincuenta millones
en ayuda al desarrollo. Los países de Africa, Latinoamérica, Asia y Oriente
Medio, que son naciones, en su enorme mayoría, pobres, son propietarios
del 5 1 % del armamento pesado mundial. Entonces, repito lo dicho anterior
con un matiz menos "trágico": estos países tienen una enorme proporción
de habitantes que se mueren de hambre, pero tienen la mitad del arma-
mento mundial. Yo no voy a repetir todas las veces que estamos completa-
mente locos, pero me gustaría que ustedes lo pensaran. Los cinco integran-
tes del Consejo de Seguridad de la ONU más Rusia, son los mayores
vendedores de armas del mundo y existen como Consejo de Seguridad pa-
ra cuidar de la sobrevivencia de la humanidad. En el 90% de las ventas de
armas que realizan los guardianes de orden, no seleccionan a los compra-
dores de acuerdo con los motivos de la adquisición; puede ser de defensa,
de cuidado de los derechos humanos, o de explotación, dominación, lim-
pieza étnica o genocidio. No interesa, alguien compra y alguien vende. Y los
que venden son los defensores de la paz. Las transferencias de armas en el
año 2005 en Oriente Medio, Latinoamérica y Africa, costaron 20 mil millo-
nes de dólares que fueron casi el 75% del gasto mundial en armas. Y es-
tos países son los países en los que más se muere de hambre. En esos paí-
ses más de mil millones de personas subsisten con menos de un dólar por
día. Vivir con tres pesos por día no es fácil, ¿eh? Requiere mucho insigfit...
(risas). Mil millones de pet^sonas, siempre según el Banco Mundial, sufren
de hambre crónico; y esa cifra es muy dudosa cuando se piensa que Afri-
ca, Medio oriente y Latinoamérica, que son las regiones más miserables
{|unto con grandes contingentes indues y chinos), tienen una población de
más de la mitad de la humanidad. Un millón de mujeres mueren durante
(il parto por año, por malas condiciones sanitarias. Entretanto, hay 6 con-
venios internacionales mundiales de regulación ético-política de ventas de
.irmas. Y nadie los cumple al pie de la letra: nadie.

43
Salud Mental

Ahora bien: no se puede culpar demsiado a ios organismos internacio-


nales como el Banco Mundial, la ONU, la OMC, la Otan y tantas otras. To-
dos ellos están preocupados porque cada vez tienen menos poder y menos
dinero por relación a las organizaciones trans y supranacionales de los
trusts, oligo y monopolios, alianzas militares independientes, bloques con-
tinentales, etc. Parece que las citadas organizaciones ecuménicas son ca-
da vez más incompetentes en sus funciones y que, como ocurrió más fla-
grantemente en la historia contemporánea, no consiguieron evitar ni doce
o trece crisis económicas que asolaron al mundo en los últimos años, co-
mo ninguna de las guerras étnicas, ni especialmente la invasión norteame-
ricana y de algunos aliados en Oriente Medio, justificada, en gran porpor-
cion, por mentiras grotescas.
También vale la pena recordar que, cuando la "mano invisible" del
mercado, unida a la "mano negra" de la mafia y a la "manu militaris"
de las fuerzas armadas, no consiguen "armonizarlo todo" y quiebran,
apelan a la pródiga "mano verde" de los bancos centrales, para que los
saque del pozo.
Hay un periodista polaco, ya fallecido, Ryzard Kapuchinsky, que dice
que seguimos usando el término guerra en conflictos de gente armada con-
tra gente indefensa. Esa es la variación tendencial radical de la guerra en
este milenio. En la Primera Guerra Mundial hubo 8 soldados muertos por
cada civil. Y en las guerras actuales la proporción es de 10 civiles por ca-
da soldado. Estamos jodidos. Desde que terminó la Segunda Guerra Mun-
dial, que dejó 60 millones de muertos, calculen cuántos muertos ha habi-
do en los diferentes conflictos, desde 1945 hasta la actualidad: sesenta
millones. O sea que desde que terminó la Segunda Guerra Mundial hasta
ahora murieron en guerras el mismo número de personas que murió en la
última guerra mundial. El 90% de esas muertes ocurrieron en los países
llamados "en desarrollo", también llamados "menos favorecidos". Esa ex-
presión es fantástica: menos favorecidos. En suma: si la lógica castrense
nos permite alguna acrobacia verbal podemos declarar aquí que las gue-
rras actuales son, primeramente, la de las fuerzas armadas contra los pue-
blos, secundariamente la de las fuerzas armadas formales contra grupos
armados o no armados de militantes ("buenos o malos"), y sólo de vez en
cuando contra otras fuerzas armadas "oficiales". Actualmente, el número
de guerras declaradas es pequeño, pero, por ejemplo, hay alrededor de
treinta guerras o conflictos en Africa no declarados como tales. En la últi-
ma década, en los 53 países africanos han ocurrido guerras civiles en trein-
ta de ellos que desembocaron en masacres. Dicen que en Polonia, de don-
de era este periodista que cité, hay carteles que dicen: "aquí fueron

44
Locura y guerra

asesinadas alrededor de tantas personas". Y abajo hay un cartel que dice:


"¿qué quiere decir alrededor?". O murieron cien o murieron ciento diez.
¿Cómo alrededor? Pero lo que pasa es que todo esto es alrededor porque
nadie sabe bien cuántas son las víctimas. Lo único que se sabe bien es el
precio de hoy de las commoditties. Estas son cifras de un organismo que
"regula" al mundo junto a otros pocos, el mercado. Pero es así, por eso yo
creo que uno de los consejos de este periodista es que hay que dudar de
todo lo que la prensa dice. Incluido lo que digo yo, porque lo sé por la pren-
sa. Por otro lado, tratando de compartir qué hacemos con esto en nuestro
fuero íntimo, este periodista llama la atención sobre un fenómeno que me
parece que todos compartimos: que las cifras no hacen impacto. Ustedes
se acuerdan, por ejemplo, cuando fue raptado el hijo de Lindbergh, aquel
piloto norteamericano que cruzó por primera vez el Atlántico... lo que pa-
sa es que ustedes son un poco más jóvenes que yo (risas), pero fue un fe-
nómeno que tuvo una repercusión mundial, porque por error, lo mataron.
Y ahora lo que pasa es que el número de secuestros mundiales por minu-
to no está codificado, no hay forma de calcularlo, porque además hay se-
cuestros reales, relámpago, telefónicos, figurados, parciales, endo corpora-
tivos, endofamiliares, etc. Pero el problema es que el secuestro se ha vuelto
cotidiano. Por lo menos unos siete, ocho, diez por día sólo en una gran ciu-
dad. Si yo les digo eso no les hace el efecto que hizo cuando fue raptado
el hijo de Lindbergh. Aquí en Argentina, yo creo que en alguna época ha-
bía un técnico de fútbol que fue acusado de pedofilia, abuso de menores...
no hagamos nombres porque ya está olvidado, fue un escándalo de prime-
ra categoría. Me acuerdo que estaba en todos los diarios.
Algo parecido a lo de Michel Jackson-, todo terminó en reparaciones mo-
netarias y premios a periodistas paparazzi.
Ahora resulta que entre los sacerdotes católicos norteamericanos se
descubrió a 200 que hacen lo mismo, cotidianamente, y no impresionó mu-
cho a nadie. El Sumo Pontífice dijo que eso no se debería hacer {"Habemus
ftiurer"). Este periodista cita un informe del International Institute of Stra-
tegies Studies, que es del gobierno norteamericano, que calcula que el con-
flicto colombiano, entre el gobierno de Colombia y dos organizaciones revo-
lucionarias, guerrilleras, terroristas... o como se le llamen, le cuesta a
Estados Unidos más de quinientos millones de dólares por año. Esos com-
batientes, parece que tienen algunos acuerdos con los narcotraficantes y
eso es muy mal visto. Es evidente que no puede ser bien visto, O en todo
caso algunos lo ven, por lo menos, doble. Por un lado es borroso proteger
traficantes, tanto a los de izquierda como a los para-policiales de derecha
()ue el hermanito de Uribe alquila. Pero por otro: de dónde se van a sacar

45
Salud Mental

los guerrilleros (¿) quinientos millones de dólares en medio de un combate


en que el Estado colombiano los recibe de gracia de los Estados Unidos. Es
el precio por desempeñarse como puesto avanzado yanqui en Latinoaméri-
ca. Los "terroristas" están en la selva, no tienen qué comer y entonces aca-
ban prostituyéndose, eso no es nada extraño. Los EE.UU., que construyeron
su territorio matando ingleses, franceses, mexicanos e indios y preservan su
calefacción matando árabes, "condenan" al terrorismo narcotraficante.
Como vamos a ver un poquito más adelante, circula una afirmación de
organismos internacionales que a mí realmente me impresiona mucho, va-
mos a ver si consigo que los impresione a ustedes también. Dice que esto
parece un caos, porque la oposición se está armando en Colombia, Vene-
zuela se está armando, no contra Estados Unidos sino contra Colombia, que
es la punta de lanza de Estados Unidos en Latinoamérica. Diversos países
de Latinoamérica están comprando armas, Nicaragua ha comprado armas
con dinero venezolano (y eso no puede asombrar a quien compró armas en
Irán para dárselas a ios "contras", ni quien le da armas a los sunitas para
que maten chutas, ni a quien le dio las coordenadas a los ingleses para que
matasen argentinos en las Malvinas). Brasil quiere modernizarse y va a
comprar un submarino atómico (el submarino verde-amarillo). Pero no se
trata de ningún caos, sino que los móviles verdaderos de estas guerras com-
pletamente asimétricas, internas, imperialistas —antiimperialistas, dicho
en el sentido ese que Deleuze, Guattari y Negri nos legaron de que el Im-
perio está en todas partes— son los negocios. Entonces, si alguien me acu-
sa de economicista yo no me ofendo, porque la característica actual de la
globalización es el cinismo. Tiene razón Fukuyama cuando dice que se aca-
baron las ideologías (entendidas como mentiras para el convencimiento y
el reclutamiento); pero no es exactamente que se acabaron, es que no fun-
cionan, no se las precisa, son restos de "glorias" (subjetividades) pasadas,
todo el mundo dice una inédita parte de la verdad, todo es negocio. Hace
poco apareció un filme con Nicholas Cage que se llama El Señor de la Gue-
rra (ver también Diamantes sangrientos, Petróleo sangriento, Apolcalypto,
El sodado desconocido), y este señor de la guerra es un muchacho simpá-
tico que aprendió a vender armas y las vende por todo el mundo, especial-
mente en Africa, y se pregunta qué es lo que tiene el mundo contra él, por-
que la mujer lo dejó, y los vecinos lo desprecian, no aguanta más. Y se
responde a sí mismo; "Yo sé hacer esto (vender armas), si supiera tocar la
flauta, ¿cuál sería la diferencia?". Son negocios, bussinesare bussines. En-
tonces, ios móviles principales son el petróleo; el gas; el carbón mineral; la
bauxita; los metales; el oro; los diamantes; las piedras preciosas; el pluto-
nio; el uranio; las vías de tránsito como en Panamá, por ejemplo, o en Suez;

46
Locura y guerra

las tierras cultivables que comienzan a ser extrañamente importantes


(siempre valieron poca cosa). Yo les comentaba a los amigos que Soros se
está comprando media Latinoamérica, y algunos de mis compañeros no sa-
bían quién era Soros—. ¡Es mejor que sepan! En la próxima generación to-
dos los chiquitos se van a llamar Soros, perdón por la ironía. Las tierras cul-
tivables y el agua van a ser la médula de los próximos conflictos. La tierra
vale, entre otras razones, por la implantación de bases militares y un fenó-
meno marcial muy interesante; la guerra asimétrica contra los enemigos in-
visibles y ubicuos, que se tiende a decir que son una novedad y no son una
novedad en absoluto. Después vamos a ver por qué son una redundancia.
El fenómeno interesante, que tiene que ver con el cinismo del capital, y
que es ilustrativo, me parece muy "charmoso", es que se está tercerizan-
do la guerra. En este momento en Irak hay 130 mil soldados americanos,
Los otros aliados oportunistas de los EE.UU. en ese estupro bélico están re-
tirando sus tropas. Bush quiere mandar muchos más y tienen dificultades
porque no consigue reclutarlos y los jóvenes americanos, los mexicanos,
brasileños y portorriqueños emigrados protestan, entonces se manda 50 mil
mercenarios (profesionales graduados) que son empleados de compañías
de seguridad privada. A medida de que el pueblo norteamericano se indig-
na, que se aproximan las elecciones y que no se consiga mandar más sol-
dados a Irak, se van a mandar cada vez más mercenarios, hasta que al fi-
nal la guerra va a ser claramente un negocio: si hay que hacer la guerra se
paga una joint venture con una multinacional de mercenarios, y se acabó.
Porque los soldados no ganan gran cosa, a pesar de que ganan más que los
neurocirujanos que tenemos aquí. Es complicado oponer soldados mal pa-
gados al terrorismo. Pero es muy interesante que el terrorismo no es ape-
nas un terrorismo místico, religioso, irracional y de origen popular. Puede
ser un terrorismo de Estado, puede ser un terrorismo corporativo. Porque si
las empresas pueden pagar 50 mil mercenarios pueden difundir el terror
por todo un continente, que es lo que están haciendo con el eje del mal y
el maniqueísmo: todos los que no piensan como las corporaciones son ma-
los. Se niega la posibilidad de diálogo con el terrorismo porque "no hay con
quién hablar". No es verdad. Por ejemplo, en Colombia una de las conver-
saciones que convocaron acabó en un ataque de las fuerzas oficiales a los
enviados de las FARC. Entonces, conversar ser puede. Pero el problema es
que si para conversar me matan es un negocio poco lucrativo, sobre todo
para los muertos. Se niega la reflexión conjunta porque se dice que los te-
rroristas son fanáticos y son delirantes (y nadie puede estar seguro de que
no lo son). Pero esos fanáticos delirantes le metieron cuatro "explosivos" a
listados Unidos, que tiene las mejores defensas áe\ mundo, una fracasó y

47
Salud Mental

las otras alcanzaron al mayor centro comercial y financiero del planeta, el


Trade Center, y al Pentágono, la sede del mayor comando central militar del
mundo; una última "bomba" que estaba destinada a la Casa Blanca no lle-
gó porque había un ex marine, un judoca y un piloto de aviación civil en el
avión que iniciaron una revuelta. En ese caso ni Alá, ni Cristo, ni EIohim
salvaron a sus devotos. No es que estemos de acuerdo con el asesinato de
tres mil personas, en su inmensa mayoría civiles (eso es exactamente lo que
está ocurriendo en las guerras de actualidad), pero quien hizo eso es muy
inteligente, lo cual no quiere decir que no esté loco. Porque hay locos muy
inteligentes. Se maniqueíza el conflicto: ellos son los irracionales malos y
nosotros somos los superdotados tecnocrátas post modernos que vamos a
imponer la democracia a hierro y fuego con una cantidad de muertos civi-
les que jamás fue declarada, porque en los bombardeos a Irak y Afganistán
nosotros veíamos todo en la televisión, menos los muertos. Vemos todos los
muertos de todos los atentados, pero no vimos los muertos de los bombar-
deos, que no le envidia nada a Hiroshima y Nagasaky. Se considera que el
terrorismo es el terror por el terror y que es un fenómeno completamente
nuevo. No es verdad. El terror por el terror no es un objetivo del terrorismo.
El terrorismo tiene un objetivo de poder muy claro, algunas veces mucho
menos justificado que otras, pero en otros es, aunque sea en mínima pro-
porción, una forma de resistencia popular. No es aceptable pero es lo que
a veces queda. Se olvida, por ejemplo, que Mandela durante un tiempo fue
terrorista y hoy es un Premio Nobel de la Paz. La resistencia a los nazis
era terrorista y fueron héroes. Un sector expresivo (aunque "no perfecto")
del gobierno y el Poder Legislativo brasileño es ex guerrillero. La enorme
mayoría de los movimientos populares de resistencia al terrorismo de Es-
tado ha utilizado recursos terroristas. El llamado terrorismo compone una
gran e inveterada cantidad de estrategias y tácticas. Si es justo o no es jus-
to es otra historia. Porque algo que no mencioné es la cuestión de la "gue-
rra justa". ¿Qué guerra es justa? Si aparecen terroristas que no hacen di-
ferencias entre civiles y militares y matan chicos y torturan y además
reclutan púberes... como ustedes saben hay tropas africanas que están
compuestas por menores. Claro que son siniestros, pero si nosotros vemos
cómo las potencias les extraen sus riquezas materiales, los matan de sed,
de hambre, de enfermedades, los matan de miedo, los matan destruyen-
do su cultura, etc., ¿qué les queda? Es como el famoso poema de Guillen
que decía: "me matan si no trabajo, y si trabajo me matan, me matan,
siempre me matan".

Así siendo, permítasenos afirmar que estamos todos locos porque también
"somos todos terroristas", entre comillas, algunos somos menos. Entonces,

48
Locura y guerra

dice este periodista, en la guerra lo primero que muere es la verdad. No


estoy totalmente de acuerdo, porque cada vez sabemos más (no toda) la
verdad de lo que pasa. Lo que ocurre es que nosotros estamos fabricados
para que la verdad nos impresione como un espectáculo, no como una ma-
nifestación mortífera, concreta, carnal, real de lo que está aconteciendo en
el mundo. Y finalmente esta idea de la obscenidad de la verdad, de la os-
tentación pseudo-libre-expresiva de esta situación, es completamente loca
porque ¿cómo puede ser que se diga la verdad y uno no use todas las ar-
mas que tiene para oponerse a todo esas monstruosidades? En el Brasil
hay una célebre obra, que ya fue filmada, que se llama Mató a la familia
y se fue al cine. Hay familias en las que el padre tiene a la hija y a sus
nietos incestuosos presos en el sótano durante veinte años. El resto de la
familia y de los vecinos dicen que "no sabían". Lo mínimo que se puede
pensar es que algunos sabían, pero no querían meter el dedo en el avispe-
ro edipiano doméstico de un "pilar de la sociedad".
"Todo el mundo sabe" que está habiendo una articulación cada vez
mayor entre la globalización económico-política y la globalización ilegal.
Kennedy mandó a la mafia a matar a Fidel; Putin mandó a envenenar (en
otro país) con substancias radioactivas a un ex colega que sabía demasia-
do. En Italia, "todo el mundo sabe" que el primer ministro tiene con la ma-
fia "relaciones carnales" (como dijo un célebre presidente argentino-irania-
no terrorista), aún después de "las manos limpias".
Nosotros hablamos del comercio de armas pero también tenemos que
hablar del tráfico de chicos, del comercio de mujeres, de órganos, de traba-
jadores esclavos, de emigrantes ilegales, de la falsificación de remedios, de
las remesas a los paraísos fiscales y así sucesivamente. El Japón está tenien-
do que pagar una indemnización a los coreanos por miles y miles de muje-
res esclavizadas en la prostitución por los soldados japoneses. Eso es absur-
do, pero eso es así desde que hay guerras y siempre hubo guerras. Si
tuviésemos que pagar indemnizaciones a todos los negros, los indios, los ju-
díos, los palestinos, los tibetanos, los gitanos, los chechenos...etc., etc. ten-
dríamos que desembolsar tanto que yo acabaría pagándote indemnizaciones
a vos y viceversa. Eso siempre fue así, y ahora lo dicen abiertamente.
¿Y las drogas? Las combaten inútilmente. La OMS acaba de confesar
que todo lo hecho en las últimas dos décadas contra el tráfico de drogas ha
sido poco menos que infructuoso. ¿Por qué no consiguen disminuir el con-
sumo de drogas hagan lo que hagan? Ya Inglaterra mandó cultivar opio en
sus colonias de la India para exportarlas a China y tomarla por asalto. Afa-
ganistán, desvastado por los rusos y por los americanos, es el mayor expor-
tador de opiáceos del globo. Algunos afirman que Pakistán no lo es menos.

49
Salud Mental

En Bolivia la coca era el 60% del producto bruto interno del país. iCómo
van a combatir el consumo de drogas si no pueden combatir la producción!
Y no es que no puedan. Hace unos veinte años atrás, los EE.UU. envia-
ron a Bolivia una flota de helicópteros con herbicidas para liquidar los sem-
brados de coca. La primera semana no hicieron nada porque llovía. ¡En la
segunda semana destruyeron 90% de ios cultivos! Pero si insistían en eso,
iban a tener que alimentar a los bolivianos o tendrían una revolución arma-
da subvencionada por los rusos, mucho peor que el separatismo democrá-
tico con que Bolivia amenaza en la actualidad. Entonces, esta cuestión de
la delincuentízación de la globalización es decididamente estructural. Se
comercia todo. Y es así que tiene que ser. Eso lo decía hasta Adam Smith:
las cosas se compran y se venden, la mano invisible del mercado las regu-
la y se van a comprar y vender a precio justo, tan justo como las guerras
justas. Y si se compran y venden chicos, órganos, etc. es porque alguien
vende y alguien compra, así como se acostumbra a pontificar que si alguien
es corrompido es porque alguien lo corrompe. Está bien, es así, se autorre-
guia. Después, cuando la autorregulación da una crisis de falta de pago a
los usureros, el Tesoro los salva con el dinero del pueblo.
El caso de Israel y los palestinos es una tragedia especialmente ilustra-
tiva y dolorosa. Los israelíes invaden, colonizan y hacen "represalias selec-
tivas" (que nunca lo son por completo), porque quieren ser reconocidos co-
mo Estado por sus enemigos, establecer fronteras claras y ser protegidos
por las Naciones Unidas. Para conseguirlo tienen que aliarse, no sin restric-
ciones, a los EE.UU., que los usa para vigilar y reprimir Medio Oriente. To-
óos 'ios países árabes incluyen o subvencionan a sectores terroristas que no
quieren la existencia del Estado de Israel y alientan a los palestinos (a los
que podrían ayudar a fundar su Estado y recuperar sus territorios perdidos
en derrotas militares, por medios pacíficos) a tomar una actitud extrema
irrealizable, ya sea que esos Estados parcialmente criptoterroristas se de-
claren neutrales, simpatizantes o enemigos mortales de los EE.UU.
Entonces, para comenzar a conversar y no cansarlos más con este pa-
norama, quería decirles que en un horizonte así hay que citar a Pichón. Pi-
chón-Riviére, nuestro maestro de todos, acostumbraba a decir en la intimi-
dad que hay dos tipos de locos: loco ¡indo y loco de mierda. Yo creo que
los equipamientos psi, sin hacer distinciones, en buena proporción, no to-
da (no vamos a hacer maniqueísmo), repito: en buena proporción, es la ter-
cerización de la custodia de los locos de mierda que no tienen poder, así
como algunos locos lindos que no tienen dinero. Porque los que tienen po-
der y dinero están internados en sus bunkers, en sus campings y en sus au-
tos blindados. Los que no tenemos poder o tenemos poco poder porque no

50
Locura y guerra

conseguimos juntarnos y no conseguimos votar a quien corresponde —aun-


que no creamos en el Estado, no logramos no consumir lo que no necesi-
tamos—, aunque no creamos en los Me Donald's, no intentamos unirnos
para trabajar juntos y producir lo que se necesita (como lo quiere la econo-
mía solidaria) y tratar de escaparse de todas las maneras posibles de los
impuestos (porque el gobierno siempre nos va a estafar)... "Que se vayan
todos", gritaban con toda razón los argentinos, antes de reperonizarse.
Brasil es la undécima economía del mundo, es la penúltima en distri-
bución de la renta y es una de las primeras en impuestos: con 35 a 40%
del PBI. El Estado y la partidocracia, con complicidades sindicales, es un
Leviatán inmenso, sobredimensionado, incompetente, demagógico y co-
rrupto. Pero por sobre todo, es autorreferente. Se ocupa casi pura y exclu-
sivamente de sí mismo. La erección de billonarios es creciente, la clase me-
dia está en el filo de la navaja, el proletariado padece, lleno de derechos
constitucionales que no se cumplen, el subproletariado vive de limosnas
institucionalizadas (que agradece a Dios y a sus representantes, ilos mis-
mos que le prohibieron a Leonardo Boff, de la Teología de la Liberación, ha-
blar durante un año!). Los que podemos: ¿por qué no votamos bien? ¿Por
qué no consumimos sólo lo rigurosamente necesario? ¿Por qué no paramos
los países contra los impuestos, contra la corrupción, contra la represión,
contra la guerra, interna o externa?
Eso no conseguimos hacerlo en la proporción que tendríamos que hacer-
lo. Y una de las principales razones por la que no lo conseguimos es porque
hay, en cada uno de nosotros, partículas de nazismo, de socialismo real, de
american way of live, de boicoteadores, de saboteadores y de terroristas de
la vida. Por eso no nos impacta lo suficiente lo que está sucediendo. Nos
planteamos las cosas en términos de "Bueno, este es el mundo, pero hay
que vivir, ¿no? No se puede desesperar". No estoy propugnando una locura
desesperada. Estoy propugnando una locura de amor. Sun Tsú, el autor fa-
moso de El arte de la guerra, decía que el gran éxito del guerrero es ganar
la guerra sin pelear. Depende de cómo se pelea. Yo creo que si no se pelea
siempre que se está vivo, la vida no vale la pena, a veces esa determinación
consigue que uno siga peleando después de muerto.
Muchas gracias por su atención.

Gregorio Kazi: Bueno, compañeras, compañeros, ¿alguien quiere decir


algo? ¿Intervenir? ¿Hacer una pregunta?

Asistente: El otro día leí en un informe de las Naciones Unidas que en el


año 2030 se iban a necesitar 430 millones de puestos nuevos de trabajo

51
Salud Mental

solamente para que no haya más desempleo. Y a todo esto la población iba
a aumentar en forma bastante desproporcionada. Esta información se refe-
ría a Sudamérica. Y que lo destinado a educación era justamente la mitad
de lo destinado para consumos innecesarios, por ejemplo armas y otras co-
sas. Pero la pregunta es.- ¿qué alternativa queda? ¿Qué hacemos?

Gregorio Baremblitt: ¿Qué hacer? Yo cuando abrí el debate era justa-


mente para no tener que responder a esas cosas (risas). Exactamente, lo
que yo decía es que nosotros tenemos todas las armas que necesitamos pa-
ra combatir. El problema es cómo nos producimos para darnos cuenta de
que esto es algo que nos alcanza directamente, cotidianamente, y que es-
tamos tan en guerra como Uganda o como Chechenia y que lo único que
nos queda como arma es el consumo racional o emocional compartido; el
trabajo colectivo y la producción de lo que verdaderamente se necesita co-
mo quiere la economía solidaria; el voto, según las circunstancias y las co-
yunturas; hay algunas en las tal vez nadie vota por el mejor candidato por-
que no va a tener apoyo de Estados Unidos. Hay lectores que votan: desde
porque su empresa ya está conchávada con el candidato, hasta porque el
candidato le dio una dentadura postiza, preservativos o una medialuna.
La negativa a pagar impuestos, que tiene sus antecedentes célebres,
como por ejemplo aquel Thoureau que vivía en una casita al lado de un
lago en los Estados Unidos, le vinieron a cobrar impuestos, se negó a pa-
gar y lo metieron preso por vivir en la selva al lado de un lago y "defrau-
dar al fisco". Y fundó un enorme movimiento para defender ese derecho
a vivir donde uno quiere y no pagar impuestos. Me dirán: ipero si uno no
paga impuestos la Dirección Impositiva te mete preso! Sí, pero si treinta
millones no pagan impuestos la cosa se pone fea, y si treinta millones de-
ciden no comprar cosas de marca "consagrada", si deciden no ir a los si-
tios de moda, si deciden no aceptar que sus hijos vayan al Me Donald's
(el famoso Chernobyl cultural), en fin, esas cosas así, la cosa puede po-
nerse fea (o linda) también. Y si sobre todo se crea algo así como una
subjetivación colectiva que no acepte comprar nada de ninguna empresa
que no tenga por lo menos el 20% de sus ganancias destinadas a los em-
prendimientos sociales colectivos. Esta historia de la función social de la
empresa empezó hace 15 años, no mucho más, y hoy todas tienen un
cartelito en los productos. Venden cáncer pero hacen contribución social,
y la gente mira si hacen contribución social o no. ¿Está claro? Ya es algo.
Porque tienen que vender y tienen que vender en un mundo en que de-
semplean a todos y minimizan los servicios estatales. Entonces cada vez
hay menos consumidores porque no tienen plata, porque no tienen empleo

52
Locura y guerra

y cada vez el gobierno tiene que ganar más y no consigue ganar más porque
el capital financiero gana más que todos juntos. Y como el capital financie-
ro está destinado a que el dinero haga dinero con el menor número de me-
diaciones posibles, entonces ya casi no vale la pena producir, automatizar la
industria, porque si sigue así, los bancos se van a comer el dinero (la falta
de alimentos mundial se está tornando "incómoda"). No sé si me explico.
Por lo menos tendencialmente. Esas son las armas que tenemos.
Además tenemos otras. Pero lo que pasa es que eso ya es una elec-
ción personal que depende a veces de si uno hizo el servicio militar o no.
Yo, por ejemplo, lo hice en una unidad de armas pesadas donde estaban
todos los desertores. Tengo que declarar en esta solemne reunión que fui
desertor. Y me metieron preso por desertor. Y me pusieron en una compa-
ñía donde estaban todos los que tenían la misma situación que yo; había
jueces de la Corte Suprema, neurocirujanos, ex diputados federales. Por-
que éramos ya viejos y nos agarraron tarde. Y como había elecciones, un
sargento primero nos daba clase de Derecho Electoral. Y algunos de los
que estaban en la compañía eran autores de ese Derecho. Lo cierto es que
yo tenía pistola, ametralladora y un mortero. Claro que con la pistola yo
no le acertaba a una vaca acostada a tres metros. Pero bueno, si algún
día me toca combatir... por lo menos sé manejar eso. Otros no tienen esa
mala suerte. Hay muchas maneras de combatir: hasta ayunar (estoy bro-
meando). Pero lo fundamental creo que está dicho por Deleuze y Guatta-
ri en un texto que se llama Cómo gustar de chinos. Porque uno piensa que
los chinos son todos iguales y uno piensa que los chinos son medio co-
munistas y medio globalizados. Y es difícil que a uno le guste un chino de
allá, ¿no? Cuando uno aprenda a que le guste un chino porgue el pueblo
tiene una manera diferente de ser parecido con nosotros, de amar lo que
amamos, de crear lo que creamos, creo que buena parte del camino es-
tará hecha. No porque vayamos a comprar juguetes chinos que.no funcio-
nan. No, esa es otra historia. Sino porque vamos a reconocernos como es-
pecie, vamos a vivir para la vida de la especie y de todas las ecologías
(como dice Guattari). Es muy simple. Eso no hay nadie que lo pare por
completo, a mi manera de ver. Pero hay mucho que lo impide. No sé si
esto más o menos dice algo.
Aquí tenía apuntes, no los pude llegar a tocar; lo siguiente: es una in-
vestigación que dice que organismos internacionales estudiaron que una
de las razones más importantes para el desvío psicopatológico de los chi-
cos es la electrónica contemporánea: la televisión, el computador mal
usado, etc. Y por otro lado dice que los analistas políticos dicen que una
de las cosas que más teme el gobierno chino actualmente es la difusión

53
Salud Mental

de Internet. ¿Qué trato de decir? Que vivimos en un mundo en que así co-
mo quedó claro que todo es negocio, así también quedó claro que las má-
quinas no son prótesis nuestras, ni nosotros no somos prótesis de las má-
quinas. Somos toda una enorme red heterogénea que funciona y que
puede inclinarse en un sentido o en otro. Lo mismo que nos aliena pue-
de ser el arma que nos libere. Esa es otra de las cosas de las que pode-
mos disponer y no es tan difícil ni se reduce a las generaciones futuras.
Claro que yo al computador lo uso para trancar la puerta... (risas).

G.K.: Claro que los tipos de desrrazonados son infinitos, claro; tenes
muchas maneras de decir loco tal, loco cual. No sé hasta dónde llega-
mos. Porque hablábamos con Gregorio de la enorme complejidad de una
clasificación de la "locura". Pero si bien puede parecer que en relación a
lo que hablábamos ayer es muy muy abarcativa, muy generalizante, esa
clasificación pichoniana para empezar me parece bastante piola. Porque
podes empezar a decir locas de amor, que de hecho estamos hablando
de eso hace varios días. La locura de amar, de luchar, de resistir. La lo-
cura de la sublevación. Ahora, en relación con lo que dice este compañe-
ro, Gregorio, por el tema de la locura, vos decías.- "estamos todos locos".
Ahora, estamos ante un fenómeno, donde vos decís: "esto es lo que ocu-
rre, esto es el producto del capital total en el mundo, está distribuido de
tal manera" y así sucesivamente. Y eso que hacen, que los países que
conforman el Consejo de Seguridad sean los mayores proveedores de ar-
mas de guerra, que Estados Unidos gaste X cantidad en sistemas de de-
fensa y que al mismo tiempo les venda armas a los países de los que se
va a defender exterminándolos. ¿No está postulado todo eso hegemónica-
mente como racional y lo sano? ¿No se autoproclaman como los dueños
de la racionalidad de la salud?

G.B.: Yo no descarto eso, ni para mal ni para bien, porque, por ejem-
plo, los mayores progresos en las neurociencias los están haciendo ellos, no
se puede discutir. Están racionalmente trabajando muy bien en ese punto.
¿Qué van a hacer con eso? ¿Marx sabe, no? Pero que están avanzando es-
tán avanzando. Entonces, desde un cierto punto de vista, a pesar de que
no lo merecen, pero son hegemónicos racional, científica, pragmática y has-
ta estética y moralmente. Por lo menos en algunos aspectos. Ahí estoy com-
pletamente de acuerdo contigo. Justamente, lo que quería agregar es que
con respecto a que ellos digan que su modo de vida y su manera de domi-
nar, explotar y mistificar al mundo es la racionalidad la libertad y la justi-
cia... ya lo dicen mucho menos. Porque es tan ridículo... Al contrario, me

54
Locura y guerra

parece que lo que llama inmensamente la atención es la capacidad que


ellos tienen de decir lo que son. Yo soy un cinefilo, muchos deben serlo
aquí también, adoro el cine. Y el cine americano es una cosa espantosa
porque a través del cine, nadie consigue hablar tan mal de ellos como ellos
mismos. Es impresionante. Los europeos no tienen eso, todavía están en
el intimismo a la Bergman o a la Visconti, o a la imagen concepto, como
Godard. Los americanos abiertamente te dicen: "somos una porquería, so-
mos locos de mierda, pero somos los que mandamos, y por lo menos 50%
de nosotros está feliz con eso..." Entonces ya no hay tanto ese efecto. Más
del cincuenta por ciento, sesenta, setenta por ciento, es clínicamente obe-
so. Y se mueren de arterieesclerosis, de embolias grasas, etc. Y el sistema
médico es horroroso porque es carísimo y complicadísimo y las series so-
bre medicina te lo muestran claramente: no sirve para un caramba la me-
dicina de ellos, que son los descubridores de la mayoría de los remedios.
Y ellos son gordos y lo son por muchas razones. Pero el gordo siempre es
gordo porque come demás. Aunque diga que no sabe por qué engorda. Es-
tán descubriendo orígenes genéticos en la gordura, han inventado la reduc-
ción, no sólo de las cabezas, sino también de los estómagos, etc. Y dicen
que ese es su modo de vida y que lo defenderán cueste lo que cueste, pe-
ro nunca lo distribuyen gratis y ni siquiera saben cómo imponerlo a la fuer-
za. Ya no dicen que eso está bien, dicen que está mal, pero ellos consu-
men el 35% del producto bruto mundial. Y tienen una población de 300
millones de habitantes. China tiene 1.300 millones de habitantes. Y ellos
consumen más que China. Y se mueren de comer de más en un mundo en
que no hay qué comer, no disimulan. Entonces, concuerdo contigo en que
en términos de la afirmación de su potencia racional científica ellos la ex-
hiben. Pero en términos de mundialización de su locura no disimulan na-
da. Por eso aparece un chico con una ametralladora y mata a 15 ó 16
compañeros de escuela. Y después hacen CD y películas y ganan un mon-
tón de dinero con eso. No disimulan. Y dicen que probablemente sea una
cuestión cerebral. ¡Será que van a conseguir evitarlo amputando un lóbu-
lo de todos los alumnos en períodos precoces!

55
Capítulo IV

Poder y política:
las máscaras del sometimiento

Enrique Carpintero • Alejandro Vainer


León Rozitchner

Alejandro Vainer

La clase del jueves estuvimos trabajando con Ángel Barraco, Gregorio Ka-
zi y Enrique Carpintero la primera parte del Seminario "Las máscaras del so-
metimiento". Entonces hablamos del tema de Locura y Poder. Por qué siguen
los manicomios. Allí planteaba que uno de los ejes era el sometimiento subje-
tivo. Cómo el poder actúa desde dentro de nosotros a través de sus máscaras.
Esta idea continúa por la línea que abrió León Rozitchner con Freud y ios lí-
mites del individualismo burgués, quien hoy nos acompaña en esta presenta-
ción. Y es un buen preludio para lo que expondré sobre el poder y la política.
¿Qué podemos hacer para este desenmascaramiento?
Para esto, como trabajadores de la salud mental (TSM) necesitamos recu-
rrir a los cruces entre marxismo y psicoanálisis. Pero aquí tenemos un proble-
ma, porque ei pensamiento único quiso decretar el final de ios grandes rela-
tos, y el marxismo y ei psicoanálisis fueron y son sus blancos predilectos. Esta
hegemonía, que aún persiste, lleva a pensar que este capitalismo es el único
mundo posible. Y que el marxismo y el psicoanálisis con sus cruces han que-
dado para los libros de historia.
Sin embargo, el mundo se ha convertido en una catástrofe, ya que ha-
biendo alimentos y trabajo para ei conjunto de la población mundial, los
bienes materiales y no materiales cada vez están concentrados en menos
manos. A la vez, y aunque parezca una paradoja, se condena la protesta,
la rebelión y la revolución, y no el actual imperio del capitalismo.

57
Salud Mental

La cuestión más importante es el sometimiento subjetivo a este orden


de cosas. No sólo en gran parte de la población, sino en la mayoría de los
intelectuales, que en otros tiempos condenaban la situación en que se vi-
vía. Hoy, muchos se han acomodado a este mundo, investigando sobre lo
que proponen las agendas del poder, que es quien brinda los subsidios y be-
cas para poder subsistir. Así se producen y reproducen papers, jornadas y
congresos. Las modas intelectuales, con sus dictados desde el poder, tam-
bién organizan agendas y autores. En el camino van quedando, por estar
fuera de estas modas, teorizaciones que pueden ayudarnos no sólo a inter-
pretar el mundo, sino también a transformarlo.
Es entonces que creo necesario rescatar la fecundidad de autores que
durante el siglo XX investigaron la problemática de la subjetividad y el so-
metimiento al capitalismo con diversos entrecruzamientos entre el psicoa-
nálisis y el marxismo.
Lo cual plantea una serie de problemáticas que detallaré a continuación.

1. La descalificación de todo intento de cruce


de marxismo y psicoanálisis

Este grupo de autores fue catalogado como "freudomarxista". Desde


hace muchos años que cualquiera que sea psicoanalista y a la vez mar-
xista es señalado como "freudomarxista", o bien con su derivado bastar-
do, "psicobolche".
Pero nadie se reconoció como participante de una corriente "freudo-
marxista". Aún más, nunca existió en el mundo una "corriente", "escue-
la" o "línea de pensamiento" que se identificara como "freudomarxista".
Mucho menos de "psicobolche", expresión acuñada en la Argentina des-
de la década del 7 0 .
Siempre fueron y son nominaciones que provinieron de otros.
¿Qué es un "freudomarxista" para el imaginario general? Es quien hace
un entrecruzamiento de poca consistencia teórica y clínica entre marxismo
y psicoanálisis. En ese pastiche supuestamente se psicoanaliza mal la po-
lítica y se politiza peor a los pacientes. Un "freudomarxista" es alguien im-
presentable para el campo científico e intelectual.
Esta concepción sobre el "freudomarxismo" es hegemónica. Aparece así
en varios libros y hasta en diccionarios de nuestro campo. Desde el de Eli-
sabeth Roudinesco y Michel Plon hasta libros enteros donde se asume que
solamente se emplea esta denominación por "motivos prácticos", ya que no
hay ninguna íiomogeneidad entre los autores mencionados para denominar-
los como "freudomarxistas", aunque se sigue empleando el nombre.

58
Poder y política: las máscaras del sometimiento

Si los primeros autores psicoanalistas y marxistas se autodenominaron


izquierda freudiana, ¿qué sucedió para que se haya impuesto la descalifi-
cación que aún hoy circula?
Mi hipótesis sigue siendo que el "freudomarxismo" nunca existió. El
nombre "freudomarxista" fue el que el poder utilizó para desautorizar a los
psicoanalistas que a su vez eran marxistas.
Este poder, en el campo del psicoanálisis, tiene un nombre y apellido:
la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). La IPA, a lo largo de su his-
toria, siempre intentó desacreditar todas las desviaciones bajo la consigna
de que "eso no es psicoanálisis". Es cierto, no era el psicoanálisis de ellos,
que pretendieron tener el monopolio del mismo. Por eso la izquierda freu-
diana fue perseguida por el establishment psicoanalítico, que en su estra-
tegia nominante se propuso desacreditar al conjunto de psicoanalistas
comprometidos con los cambios sociales. Se los conjugó en este supuesto
movimiento que nunca fue tal con dicho nombre. Sólo hubo un movimien-
to: izquierda freudiana. Desde ese momento y hasta hoy hubo distintos
psicoanalistas que intentaron encontrar algunos puntos de contacto entre
el psicoanálisis y el marxismo, sin la pretensión de totalidad y síntesis utó-
pica que expresa "freudomarxismo". Es por eso que "se llegará a esta ima-
gen nada unitaria ni coherente de esta problemática entidad que ha reci-
bido el nombre de freudomarxismo".
Pero el poder no sólo era el establishment psicoanalítico de la IPA.
También encontramos el poder del stalinismo, que intentó desacreditar a
todos los psicoanalistas marxistas en todos los lugares del mundo. Es des-
de esta perspectiva que el propio Georges Politzer escribió en 1933 un tex-
to llamado "Psicoanálisis y Marxismo. Un falso contrarrevolucionario: el
'Freudomarxismo'". Este texto es una de las primeras menciones del nom-
bre "freudomarxista" en la historia. Es interesante señalar el acto fallido
que encierra el título, ya que pertenece ai período stalinista de Politzer. La
doble negación anula su deseo consciente de acusarlo de contrarrevolucio-
nario. En todo caso debiera haber escrito un "falso revolucionario". O bien
un "contrarrevolucionario" a secas. Pero si el "freudomarxismo" es un "fal-
so contrarrevolucionario", sería finalmente "revolucionario".
Estas descalificaciones continúan a derecha y a izquierda del campo in-
telectual. Sólo algunos ejemplos:
En Trotsky y el psicoanálisis, Jacquy Chemouni intenta demostrar que
Trotsky tenía un conocimiento superficial sobre el psicoanálisis, al cual
denomina con un neologismo: "freudomarxismo pavioviano". Término
que jamás Trotsky utilizó, al igual que "freudomarxismo". Chemouni con-
sidera que todo marxismo es totalitario, porque "vehiculizaba una suerte

59
Salud Mental

de prohibición de pensar" y que "los historiadores pusieron claramente


en evidencia la represión del pensamiento y de la libertad que aparece
desde los comienzos de la Revolución de Octubre de 1917" —o sea, Le-
nin, Trotsky y Stalin serían lo mismo para estos "historiadores"—. Y que
"la complementariedad entre marxismo bolchevique y psicoanálisis, por
su naturaleza misma, estaba condenada al fracaso". Para que no queden
dudas sobre lo monstruoso del "freudomarxismo", termina el libro con la
acusación de que las actitudes de Trotsky como padre contribuyeron al
suicidio de su hija Zina.
Las descalificaciones sobre los intentos de articular marxismo y psicoa-
nálisis parecen no necesitar demostración. En breves líneas se pretende
arrojar al olvido a toda una serie de autores.
Pero vayamos a un listado incompleto de autores que jamás pueden ser
considerados como dentro de un solo movimiento, por sus diferencias.
Esta serie incluye más diversidad que homogeneidad. La izquierda freu-
diana: Wilhelm Reich, Otto Fenichel, Sigfried Bernfeld, Vera Schmidt. Luego
Erich Fromm y Herbert Marcuse. Y en nuestro país podemos tomar una línea
que va de Enrique Pichón-Riviére, José Bleger, Marie Langer y creo que ter-
mina con León Rozitchnery Enrique Carpintero, sentados aquí en esta mesa.
Para mí es imposible pensar en la problemática del sometimiento sin es-
tos autores. ¿Por qué?
Porque el sometimiento no es voluntario ni consciente, sino que el poder
utiliza estrategias inconscientes para hacerlo y aquí es insoslayable considerar
los cruces del marxismo y el psicoanálisis para entenderlo y transformarlo.
La derecha para someter no tiene dudas de utilizar todo lo que venga a
su mano. Lo ha hecho en EE.UU. con el psicoanálisis y los medios de co-
municación. Lo sigue haciendo con la publicidad para poder manejar nues-
tros deseos, nuestro sadismo, nuestra voracidad para sus propios objetivos.
No tiene ningún problema en utilizar teorías y dispositivos para avanzar en
como someternos.
Una vez salteada la descalificación y con la convicción que es necesa-
rio el intento, tenemos varios puntos.

2. El problema teórico. Los marxismos y los psicoanálisis

Tenemos que tomar en cuenta que marxismos y psicoanálisis son plura-


les, con lo cual sus intersecciones son aún más plurales. Si por un minuto
me siguen en este razonamiento, debemos ver que los posibles cruces pue-
den ser varios, teniendo en cuenta estos posibles puntos de contactos que
además modifican las propias teorizaciones.

60
Poder y política: las máscaras del sometimiento

No podemos hacer como hacía Bleger, que consideraba que tenía la ver-
dad acerca de lo que era el psicoanálisis y el marxismo y afirmó en Psicoa-
nálisis y marxismo que "las relaciones que se pueden establecer entre psi-
coanálisis y marxismo son múltiples, y que la falta de discriminación
conduce con gran frecuencia a superposiciones y confusiones lamentables".
El consideraba al marxismo como una concepción del mundo y que el error
de elevar el psicoanálisis (considerado por él como una teoría científica) a
ese nivel podía llevar a una integración o injerto entre marxismo y psicoa-
nálisis, y que "para todos estos casos se debe reservar el nombre de inten-
tos o desviaciones 'freudomarxistas'; denominación que se emplea con fre-
cuencia muy displicentemente para ahorrarse el trabajo de profundización".
Estas eran las versiones blegerianas del marxismo y del psicoanálisis. No
podemos categorizar que el psicoanálisis es una teoría científica (con todo
el proyecto cientificista de Bleger de la unidad de la psicología) y el marxis-
mo una concepción del mundo.
Dentro de esta pluralidad, tenemos que avanzar.
¿Y cómo? Más que hacer una "ensalada rusa" creo que es importante
ver núcleos de problemáticas que nos lleven luego a reformulaciones en
el Interior de la teoría.
Esta serie de problemáticas tendrán sus consecuencias para el marxis-
mo y para el psicoanálisis. Estas exceden, como verán, la clase de hoy, pe-
ro vale dejarlas mencionadas.
Consecuencias para el interior del marxismo y para el interior del psicoa-
nálisis, si dichos espacios se pudieran considerar compartimentos estancos.

a. El sometimiento subjetivo. Cómo el poder construye desde adentro.


Temática trabajada primero por León Rozitchner y continuada por
Enrique Carpintero. Esto ya está esbozado en Wilhelm Reich. ¿Por
qué el sometimiento? Lo que es necesario explicar —sostiene allí
Reich— no es que el hambriento robe o que el explotado se decla-
re en huelga, sino por qué la mayoría de los hambrientos no roban
y por qué la mayoría de los explotados no van a la huelga (Psicolo-
gía de masas del fascismo).
¿De qué se vale el capitalismo para poder someternos? De nuestras
propias pulsiones. Desde niños. Las publicidades infantiles ya orga-
nizan a los futuros consumidores que piden a sus padres más y más.
Se libidiniza la voracidad hacia los objetos. Seguramente Enrique y
León profundizarán sobre esta problemática.
b. El peso de la pulsión de muerte. Una cierta visión marxista del
hombre sigue vigente. De forma simplificada se sostiene que el

61
Salud Mental

sujeto es bueno y el capitalismo lo vuelve malo. Esto atravesó a


muchos autores que intentaron cruces entre marxismo y psicoa-
nálisis. Para Reich, el capitalismo no dejaba la liberación sexual.
Y así en adelante con Fromm o Marcuse. Creo que la inclusión de
la pulsión de muerte con todas sus consecuencias nos permite to-
mar consecuencias para la política, considerando la destructivi-
dad de lo mortífero y cómo luchar.
c. Hay consecuencias hacia el interior del psicoanálisis. Solamente
enumeraré algunas porque no es el problema de este seminario. A:
la imposibilidad de la neutralidad del psicoanalista, la formulación
de nuevos dispositivos psicoanalíticos. Aquí me detengo, porque la
mayoría de los autores que entrecruzaron marxismo y psicoanálisis,
al contrario de lo que quizá muchos suponen, escribieron sobre la
práctica clínica. Reich sobre la cuestión del carácter y la técnica. Fe-
nichel sobre técnica psicoanalítica. Fromm tiene algunos escritos so-
bre técnica (y atendió pacientes hasta su muerte).
d. Consecuencias políticas. Cómo construir una política de transfor-
mación política, luchando contra el sometimiento, teniendo en
cuenta todo esto.

Podemos pensar en retomar cuestiones de Reich, la izquierda era super-


yoica y no apuntaba a los deseos, mientras que los nazis apuntaban a los
deseos (Psicología de las masas y el fascismo). Podría continuar con todo
lo trabajado en grupos por Enrique Pichón-Riviére (¿por qué me parece que
mucho de lo grupal se lo ha apropiado la derecha?). O bien retomar cues-
tiones que plantea León en La izquierda sin sujeto y Enrique en La alegría
de lo necesario.
Creo que tomar todo esto nos hará formular líneas teóricas con conse-
cuencias políticas.
Porque de lo que se sigue tratando no es sólo de interpretar el mundo,
sino de transformarlo.

Enrique Carpintero

Quisiera desarrollar brevemente qué propone el poder de las clases


dominantes para mantener su hegemonía desde nuestra subjetividad. Es
decir, cómo el poder está inscripto en nuestra subjetividad. Debo decir
que esta idea de trabajo fue inaugurada en la Argentina por León Rozitch-
ner en el libro publicado en la década de los '70 Freud y los límites del

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Poder y Política..

individualismo pequeño burgués. Para comenzar voy a leerles un titular


de la revista Barcelona donde se pregunta: "Por qué la clase media por-
teña prefiere tener en su vereda excrementos de perro antes que perso-
nas sin inogar tomando vino". Para responderla debemos entender que la
cultura dominante establece modelos socioculturales que se inscriben en
la subjetividad como una forma de relación con uno mismo y con los
otros. Esta situación nos lleva a trabajar sobre la construcción de una
subjetividad construida en la fragmentación de las identidades individua-
les y colectivas cuya consecuencia es un individualismo que impide ge-
nerar espacios de solidaridad.
Para responder a algunos de estos interrogantes vamos a ver cómo el
poder de la cultura se refleja en nuestra subjetividad como un espacio de
contradicción y lucha.
Para comenzar creo necesario explicar cómo entiende Freud la subjeti-
vidad. La noción de subjetividad se ha tornado compleja porque no es un
dato dado, no se hereda. Tampoco se limita al campo de la conciencia. El
sujeto debe dar cuenta de un aparato psíquico sobredeterminado por el de-
seo inconsciente. Pero este aparato psíquico se construye en la relación con
un otro humano en el interior de una cultura. Es decir, hablar de subjetivi-
dad implica un cuerpo que se encuentra con otros cuerpos en el interior de
una determinada cultura.
De esta manera entendemos que toda producción de subjetividad es
corporal en el interior de una determinada organización histórico-social. Es
decir, toda subjetividad da cuenta de la historia de un sujeto en el interior
de un sistema de relaciones de producción.
Es aquí donde el poder juega su lucha por el sometimiento haciéndonos
creer libres cuando en realidad nos somete desde nuestro interior. De allí la
vigencia de esa pregunta que realizaba el filosofo Baruch Spinoza en el si-
glo XVIi: ¿Por qué los hombre apoyan a quienes los someten?
Esto nos lleva a la cuestión del poder. Para Freud la cultura consistió en
un proceso al servicio del Eros que a lo largo de la historia fue uniendo a la
humanidad toda. A este desarrollo se opuso —y se opone—, como males-
tar, la pulsión de muerte que actúa en cada sujeto. Es por ello que la cul-
tura crea lo que denominamos un espacio-soporte donde se desarrollan los
intercambios libidinales. Este espacio ofrece la posibilidad de que los suje-
tos se encuentren en comunidades de intereses, en las cuales establecen
lazos afectivos y simbólicos que permiten dar cuenta de los conflictos que
se producen. Es así como este espacio se convierte en soporte de los efec-
tos de la pulsión de muerte. De esta manera, podemos establecer una hi-
pótesis: que el poder es consecuencia de este malestar en la cultura. Por

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Salud Mental

ello las clases hegemónícas que ejercen el poder encuentran su fuente


en la fuerza de la pulsión de muerte que, como violencia destructiva y
autodestructiva, permite dominar al colectivo social. Esta queda en el
tejido social produciendo efectos que impiden generar una esperanza
para transformar las condiciones de vida del conjunto de la población.
Estos efectos los podemos encontrar en el predominio, en la actualidad
de nuestra cultura, de formaciones psicopatoíógicas como la depresión,
el suicidio, las adicciones, etc. En definitiva, el aumento de la violencia
destructiva y autodestructiva cuyo resultado es un individuo solo y aisla-
do. Este es el objetivo del poder. Un individuo atrapado por un sentimien-
to de culpa que cree que su situación es producto de su incapacidad per-
sonal ya que en un mundo que sólo reconoce a los triunfadores las
victimas son sospechosas. Un individuo sumido en la desesperanza de
que nada puede ser cambiado. A lo sumo votar a un político del poder sa-
biendo que todo va a seguir igual. O, para seguir a Lampedusa, "que al-
go va a cambiar para que todo siga igual".
En este sentido, es importante distinguir un poder que represente los
intereses de una minoría de otro en manos de la mayoría de la pobla-
ción que permitirá desplazar los efectos de la pulsión de muerte. Esta
situación es producto de condiciones económicas, políticas y sociales.
Sin embargo, desde que el mundo es mundo, a excepción de breves pe-
ríodos históricos y en determinados países, existe una empresa dirigida
desde el poder por los sectores dominantes para organizar el someti-
miento de los pobres. Este hecho fue ocasionando contradicciones y
tensiones que se han resuelto de diferentes maneras en cada momento
histórico. El objetivo es controlar la libertad y la condición pulsional del
ser humano. Este poder no se agota en los aparatos del Estado, los gru-
pos económicos, los partidos políticos y las instituciones sociales, sino
que también —deberíamos decir fundamentalmente— se encuentra en
cómo se relacionan los sujetos en la sociedad. Es aquí donde la visibi-
lidad del poder se hace invisible. Es decir, como plantea Marx, "el capi-
talismo es una relación social" y para que ésta funcione el poder ejerce
su dominación generando formas de control social cuyas características
dependen de cada etapa histórica.
Podríamos citar muchos ejemplos. Tomé un eje cómo el espacio públi-
co se ha privatizado. Voy a relatar una anécdota.
Los que habitamos la ciudad de Buenos Aires sabemos que la opinión
de los taxistas representa un sector importante de la clase media porteña.
Viajaba en un taxi hacia el centro de la ciudad en un típico día de mucho
tránsito cuando el chofer comenzó a quejarse;

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Poder y política: las máscaras del sometimiento

—Esta ciudad es un desastre. La culpa la tienen los piqueteros.


Hay una manifestación en el Ministerio de Educación que está cor-
tando el tránsito.
Le aclaro que los piqueteros son obreros desocupados y esta manifesta-
ción es de maestros. El taxista no me escucha e insiste:
—Son todos iguales. Todos son piqueteros. Que vayan a trabajar y
no molesten.
Con bronca le digo que debe ser oyente de Radio 10 y seguramen-
te votó a Macri.
Me responde:
—Por supuesto.

La conversación derivó en una discusión donde, por supuesto, no logré


que entendiera sobre los derechos de los ciudadanos a manifestarse en la
vía pública.
Evidentemente el chofer del taxi no hacía más que expresar lo que la
mayoría de los medios de comunicación transmiten todos los días. Quizás
sin saberlo su posición era avalada por el centenario diario La Nación en un
editorial titulado: "La calle es de todos". Un eufemismo, ya que cuando se
refiere a "todos" está hablando de todos los que tienen plata. Allí se sostie-
ne que en casi todo el mundo el derecho de uno a reclamar termina don-
de comienza el derecho del otro a transitar. Esa es, quizá, la diferencia
principal entre el fenómeno piquetero argentino, parecido al cocalero bo-
liviano, y otras formas de expresar disconformidad, o fiel a su origen, de
exigir medidas que faciliten el empleo. Y continúa planteando que el mé-
todo de reclamo: comenzó a ser imitado por sectores no necesariamente
identificados con los piqueteros, como los estudiantes, los docentes y
miembros de otros gremios. El editorialista no tiene ninguna duda en equi-
parar los reclamos de los obreros desocupados y ocupados, los estudiantes
y los docentes con la necesidad de circular tranquilamente por la ciudad.
Por ello finaliza pidiendo al gobierno de Macri que haga cumplir el Código
Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires y el Código Penal. Claro, el
lector puede quedar sorprendido al querer igualar dos órdenes de proble-
mas tan diferentes. Es como comparar manzanas con leones. Sin embargo
liene la lógica liberal capitalista que se expresa en la clásica frase: la liber-
tad de uno termina donde empieza la del otro. En esta perspectiva todos
lonemos las mismas obligaciones pero no los mismos derechos, ya que es-
leís provienen del sector social al que cada uno pertenece. Los derechos a
la salud, al trabajo, la educación y la vivienda, garantizados por la Consti-
liic.ióii Nacional, se transforman en un simple enunciado para los sectores

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Salud Mental

de menores recursos. Mientras los ricos tienen sus asociaciones para pre-
sionar al Estado, los pobres deben esperar que las cosas mejoren ya que,
al judicializarse la protesta, la manifestación de sus reclamos es limitada
por el poder. Por ello la mitad de la población de nuestro país que vive en
la pobreza y sufre necesidades, a pesar de las estadísticas oficiales del
Indec, no debe ser un obstáculo para que los autos circulen libremente
por las calles de nuestra ciudad.
Me refería recién a Baruch Spinoza. Spinoza nos permite sostener una
ética diferente, una ética donde el derecho de los individuos tiene un lími-
te en el derecho de la comunidad.
La filosofía de Spinoza plantea un proceso de liberación individuai y co-
lectiva que permite entender cómo pasar de la servidumbre a la libertad y
de la impotencia al poder. La liberación Individual y por lo tanto ética, de-
be ser colectiva y política. Por ello dice: nada es más útil al hombre que el
hombre mismo. No formula una ética del "deber ser", sino una ética mate-
rialista del "poder ser" donde obrar éticamente consiste en desarrollar el po-
der del sujeto y no en seguir un deber dictado desde el exterior. El ser de
Spinoza es poder y potencia, no deber. Este se realiza a través del conoci-
miento de las propias pasiones para realizar una utilización de éstas que las
convierta de pasiones tristes —él llama tristes al odio, el egoísmo, la vio-
lencia, etc.— en pasiones alegres, es decir el amor y la solidaridad. De es-
ta manera el objetivo de la liberación ética individual y colectiva es pasar
de las pasiones tristes a las pasiones alegres.
Hay un texto de Spinoza que se llama el Tratado político. Allí estable-
ce que la democracia es el régimen en que la potencia colectiva no está
paralizada en un individuo o grupo particular, sino que permanece en ma-
nos de la comunidad, la cual es sujeto y objeto del poder político. Este es
el único estado absoluto: sólo en él se suprime la escisión entre gobierno
y pueblo, entre poderosos e impotentes. Pero esta democracia debe estar
basada en los principios de libertad, igualdad y solidaridad. En este sen-
tido Spinoza no habla de alienar dereciios sino de componer potencias.
Aquí la condición política tendrá por sujeto a la multitud (que podríamos
traducir como el colectivo social) cuya potencia en virtud de una concor-
dancia de derechos es en sí misma constitutiva y conflictiva. Se trata de
una comprensión de la política donde se inscribe positivamente la soli-
daridad entre sus miembros ya que los hombres componen sus potencias
para aumentarlas e intervienen solidariamente en las circunstancias des-
favorables de sus semejantes. En este sentido la política es un ámbito na-
tural formado por un juego dinámico de pasiones, de razones, de conflic-
tos y de concordancias. Es decir, una composición de potencias que se

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Poder y política: las máscaras del sometimiento

despliegan a partir de pasiones y nociones comunes que son la sustancia


misma de la comunidad. De allí que afirma: quien no es movido ni por la
razón ni por la conmiseración a ser solidario con otros, merece el nombre
de inhumano que se le aplica.
En este sentido, para organizar una política desde la izquierda que
pretenda transformar el conjunto de las relaciones sociales y económicas
debe pensarse que una buena teoría política ha de partir de que los se-
res humanos nunca pueden ser plenamente racionales, guiándose por sus
opiniones y pasiones comunes.
Por ello deben entenderse las causas de las situaciones que pretende
enfrentar, pero la eficacia como teoría y conocimiento capaz de orientar las
acciones políticas dependerá no de su verdad o de la fuerza de sus demos-
traciones sino del contexto institucional y pasional que le permita transfor-
marse en una guía para la acción potenciando la fuerza del colectivo social
contra el poder que la limita.
Para finalizar quiero recordar una frase de José Saramago que dice:
nunca se utilizó tanto la palabra para ocultar lo que verdaderamente se
piensa... Nadie dice la verdad. La palabra se usa para disfrazar el propio
pensamiento y manipular los mensajes. Vivimos en una situación de ver-
dad secuestrada. De allí la importancia de rescatar la actualidad del pen-
samiento de Spinoza que nos remite a un mundo donde el capitalismo se
disfraza de democracia. A él debemos oponerle la cautela de una razón
apasionada que encuentra su potencia en la fuerza del colectivo social.
Nada más muchas gracias.

León Rozitchner

Bueno, me toca a mí. El título de esta mesa era Las máscaras del so-
metimiento. Ustedes ya han desarrollado algunos aspectos de esas más-
caras, yo voy a hablar de las máscaras de aquello que oculta el someti-
miento, voy a hablar de las máscaras del terror. Creo que algún sentido
tiene, estando sobre todo en este ámbito, en la Universidad de las Ma-
dres. No es extraño que justamente sea en este recinto, en este ámbito
abierto por las Madres en la lucha contra el terror, que fue el último nivel
donde la verdad del terror encontró la resistencia y al mismo tiempo su
capacidad de desciframiento. Y esto lo digo comparando el distinto lugar
que tiene —y, vamos a verlo enseguida, las teorías psicoanalíticas tam-
bién—... ¿Qué pasa con las madres? ¿Qué pasa no ya con las Madres de
Plaza de Mayo que son unos iconos y al mismo tiempo una realidad que

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Salud Mental

el símbolo expresa, de la resistencia, de los cuerpos materno-femeninos?;


¿qué pasa frente a estos cuerpos materno-femeninos en una cultura don-
de domina el terror? Es decir, ¿no tendrá que ver el terror, justamente, con
acallar y volver a marcar nuevamente los cuerpos allí donde la castración
no fue suficiente para impedir que empuje lo materno que está presente
en cada cuerpo, y sobre todo también que en cada cuerpo del hombre pue-
da aparecer como un producto de resistencia?
Creo que es fácil decir que la evidencia se muestra claramente: mientras
que en los cuarteles, donde estaban justamente aquellos que torturaban los
cuerpos femeninos y masculinos, secuestraban, mataban a los embriones, a
los nonatos, a los niños, madres y mujeres; en esos cuarteles imperaba una
concepción de madre, una cierta existencia imaginaria de madre, que era la
Virgen María. La Virgen María es la patrona del Ejército. Entonces podríamos
tratar de comprender qué tipo de madre es aquella en la cual se apoya el te-
rror para imponer, en última instancia, a aquellas madres que no son como la
Virgen, sino que son las madres en las cuales podemos reconocer el cuerpo
gestador, viviente, el cuerpo placentero, el cuerpo de placer entero, y que es
aquél que vamos a ver en la cultura occidental y cristiana a la cual nosotros
pertenecemos. Esa cultura se ha dedicado ferozmente a encubrir como ningu-
na otra lo ha hecho el lugar de lo materno y de lo femenino.
Daría dos o tres ejemplos para traer el problema sobre las máscaras del
terror. Las máscaras del terror también existen en el campo psicoanaliti-
00, esas teorías que ustedes estudian. También ahí tienen algo que ver las
madres, y algo que ver también los hombres que hacen las teorías sobre las
madres. Y habría que preguntarse en cada caso cuál es el origen —hay que
hacer también en última instancia, por qué no, el psicoanálisis (aunque sea
imaginariamente todos lo hacemos) desde la estructura personal de aquel
que hace psicoanálisis—. Quién no habrá eíi algún momento pensado, en
función de los pocos datos de la biografía, pocos o muchos los tenemos de
Freud mismo, qué es lo que lo lleva a él a concebir su propio Edipo. Y de
la misma manera podemos, más allá de toda resistencia que lo simbólico
nos oponga como un látigo, pensar también qué pudo haberle pasado a
quien formula una teoría. Parecería que todas las teorías que elabora son
fondo de un puro campo de concepto, donde el sujeto que lo elabora no
tendría —en este caso justamente que trata de este tema, cómo la teoría
tiene que ver con el sujeto—, justamente en el caso de la teoría psicoana-
lítica, no se aplica esa concepción. Porque es necesario comprender nece-
sariamente, y esto formaría parte como supuesto inescindible de toda teo-
ría psicoanalítica, incluir el psicoanálisis o los elementos necesarios para
que el sujeto que elaboró la teoría esté presente en la misma.

68
Poder y política: las máscaras del sometimiento

Entonces, cómo hago yo sabiendo que Jacques Lacan perteneció a una


familia católica de rancia estirpe y que al mismo tiempo el hermano tam-
bién pertenecía a la orden, y que él en un momento también pensó entrar
dentro de ella. Qué pensar del hecho de que Georges Bataille, este perso-
naje maravilloso que puso de relieve el erotismo y el carácter sagrado del
erotismo, y llegaba a descripciones rozando lo que el "vulgo" llamaría por-
nografía. Por ejemplo ver aparecer en el fondo de la vagina de la mujer un
ojo que espía, bueno, es una metáfora sorprendente y al mismo tiempo
maravillosa. Y quisiera pensar, a quién no le pasó algo parecido, de encon-
trarse en el momento de la máxima intimidad vigilado por alguien que de
pronto emergía en el fondo de lo más querido. Pero en fin, todo el mundo
piensa qué habrá pasado con Lacan que hizo suya, por decirlo de alguna
manera, a la mujer que fue de Bataille, qué secretos escondidos de Batai-
lle encontró Lacan (risas)... yo no sé, evidentemente no me interesa, pero
pienso que la teoría tendría que contener necesariamente algo referido ai
sujeto que la elabora.
¿Por qué Lacan dice que Freud tiene un aspecto de pensamiento mater-
no? ¿Y él qué? Habría que pensar, ¿no será que está en él presente lo mater-
no, aunque no lo confiese, es decir, que haya una contradicción entre ambos
y que el fundamento de esta contradicción, insisto, esté dado por el proble-
ma del terror? El problema de cómo encubrir al terror coii diversas máscaras.
El cristianismo existió hace dos mil años, en ese día aciago de la muerte,
de la condena, del martiho de Cristo, y continúa hasta nuestros días. Esta cul-
tura chstiana evidentemente no deja de estar en el capitalismo, que existe so-
bre el fondo de su huella. Tanto es así que no podemos concebir, y es una hi-
pótesis, que no es extraño que en este momento del terror que amenaza al
mundo, del terror no solamente que está en las relaciones de producción, si-
no en el modo en que se sigue reproduciendo el mundo, lo terrenal, la natu-
raleza, los hombres, y aún el aspecto físico de la Tierra, que está siendo vio-
lentamente destruido hasta niveles nunca concebidos, y estas dos formas de
pensamiento, una religiosa y otra conceptual, sean justamente aquellas que
coinciden, y que terminan, por decirlo de alguna manera, triunfando juntas en
ese momento; el cristianismo del Imperio "bushiano" y de Europa. El cristia-
nismo en sus dos vertientes, católica y capitalista. Lo estamos viendo en la
televisión, en ese lenguaje fétido hablando de Cristo todos ios días, y de algu-
na manera contrarrestar y compensar un poco la estupidez hormonal de los
católicos que no se animan a enfrentar el cuerpo que los protestantes de al-
guna manera ponen en juego en el dolor vivo.
El problema al que quería referirme es el siguiente. Tomemos dos mo-
mentos de la teoría, tanto lacaniana como freudiana. Me parecería, insisto,

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Salud Mental

que allí el terror no tiene nada que ver Este, el de las Madres, al que las
Madres le vinieron a poner un límite, al que enfrentaron ante las amenazas
de muerte y enfrentaron algunas de ellas la muerte, pero apareció un limi-
te, el de las Madres, el límite no en los cuarteles sino en las calles, en la
plaza. Creo que hay que volver a encontrar ese tema no como algo exterior
y perteneciente al campo de la política, sino al de la teoría. Si no termina-
mos sin poder unificarnos, y pensar solidariamente en nosotros mismos co-
rno una unidad de vida, de pensamiento imaginario, afectivo y racional. Va-
yamos al complejo de Edipo. El complejo de Edipo de Freud es un Edipo
judío, porque a pesar de que él lo llama griego, tomando la figura de la tra-
gedia griega, sin embargo tiene características que no coinciden exacta-
mente con lo griego. En el complejo de Edipo de la tragedia griega no hay
que preguntarse solamente qué hace Edipo con la madre y con el padre,
hay que ver primeramente la tragedia, no solamente aquello en lo cual cuh
mina sino en el origen que se pasa habitualmente en silencio, ¿Quién man-
dó al muere al hijo? Y ahí no es el padre el que lo manda al muere, es la
madre que entrega al hijo a la muerte y lo deposita en brazos del esclavo,
porque esta era también una decisión política: los augurios habían señala-
do que ese hijo iba a matar al padre que era el poder político, el tirano en
Tebas. Entonces ¿qué hace? Es para preservar el poder político que el hijo
va al muere. Ese aspecto de la tragedia de Edipo está dejado de lado por-
que lo que se acentúa no es el lugar de la madre gestadora, es el lugar de
la madre real, la madre existente, con la cual el hijo va a convivir como no-
sotros sabemos. Lo que podemos llamar el complejo de Edipo griego, es di-
ferente a lo que podemos llamar con la misma concepción el complejo pa-
rental judío. Este es el que creo aparece en Freud en su propio complejo de
Edipo. Porque él habla claramente y señala tres aspectos del triángulo. Una
parte es la madre. Por otra el padre, que está elevado al poder supremo;
ustedes recuerdan cómo Freud señala que Dios no es más que una figura
del padre, y esto también aparece en el Antiguo Testamento, tiene un ca-
rácter antropomórfico. Y por otra está el hijo que tiene que enfrentar la re-
presión del padre frente al deseo que lo liga a la madre, y seguramente a
la madre también con el hijo. Porque siempre es preferible una figura nue-
va a una figura antigua, ya gastada como es la del padre. En fin, en última
instancia vemos acá otro aspecto de la cuestión: la madre está conservada
como madre genitora, la madre es una madre que quiere tener al hijo y de
alguna manera imponer algo sobre él a lo cual el padre se opone. Nosotros
pensamos en la figura habitualmente llamada erótica, la posesión sexual de
la madre, esto va, creo, incluso más allá; toda posesión implica un acom-
pañamiento, que también podríamos calificar de simbólico. La madre en su

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Poder V política: las máscaras del sometimiento

lenguaje sensual, sensible, también significa cosa, a pesar de que el len-


guaje paterno no las contenga ni las atrape. Pero esto vamos a verlo un po-
co después si podemos.
Lo que vemos en el Edipo griego, tal como vimos antes, sería una ma-
dre que manda al muere al hijo, el padre que es político, y en última ins-
tancia el hijo que va a retornar porque conserva, conscientes —por decirlo
de alguna manera— estas marcas de una madre destructiva pero a la cual
al mismo tiempo quiere. Vemos que la solución de este Edipo es muy par-
ticular porque corresponde a la cultura griega. Tanto es así que las interpre-
taciones sobre el Edipo griego llenan volúmenes, hay múltiples variantes del
mito de Edipo griego. Hay autores corno Vladimir Propp, un lingüista ruso,
que ha analizado y considerado las múltiples variantes de este mito de Edi-
po, una de las cuales toma Freud para ejemplificar la neurosis. Entonces,
vemos que hay un Edipo que corresponde a la cultura griega, y vemos el
Edipo de Freud, y nos preguntamos si este Edipo de Freud corresponde a la
cultura cristiana.
Porque si vamos a la cultura cristiana y analizamos el mito que funda la
cultura cristiana, que difiere del mito que funda la cultura judía, encontra-
mos que los personajes de la madre, el padre y del hijo, son radicalmente
heterogéneos con aquellos que aparecen tanto en el mito de Edipo como en
el mito judío. En el mito judío, al que Freud recurre, que es el mito históri-
co de Moisés, la madre salva al hijo de la muerte que el poder político del
faraón quería imponerle. Y recurre a una estratagema que la narración des-
cribe, en el cual la hija del faraón recibe la cestilla que la madre para sal-
var al hijo había preparado y bajado al río. Ella retira del agua, se queda
con el niño, y la sierva de la hija del faraón le sugiere encontrar un ama de
leche que lo nutra, y a quién va a buscar, justamente, a la madre de Moi-
sés que había arrojado al niño al cestillo, y se constituye en una trinidad fe-
menino-miatema, en la cual las tres mujeres están al servicio de la salva-
ción del niño. Y acá no aparece ninguna figura masculina salvo la del
faraón, que es la figura amenazante. Este es el mito judío. La madre tiene
una predominancia fundamental en este mito abarcando los tres extremos
de un triángulo imaginario.
En el mito cristiano la cuestión pasa de otro modo. En el mito cristia-
no aparece en el Nuevo Testamento, con la existencia de José enamorado
(le María. Ustedes recuerdan eso, todos lo sabemos. Y cuenta que María
(istá preñada, y ahí aparece una disyuntiva, si tomarla o no a María como
mujer. ¿Qué es lo más terrible que podía pasarle? Ai dormir, Dios le reve-
la, a través de los arcángeles, que María no fue inserninada por ningún
hombre; que en última instancia ese hijo es el hijo de Dios mismo. José

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Salud Mental

acepta esto y se convierte por lo tanto en el padre putativo, digamos, sim-


bólico, de un hijo que no es de su propio cuerpo. Vean ustedes en qué que-
da constituido el triángulo en el Edipo cristiano. La madre es una madre
virgen, que por lo tanto excluyó de sí misma todos ios caracteres sensua-
les, sensibles, acogedores, placenteros, húmedos, fragantes, olorosos de
su cuerpo en relación con un hijo que primero fue concebido porque exis-
tió una relación carnal con un hombre que la penetró, en cuyo abrazo se
fundieron y en una síntesis biológico-históhca aparece la nueva criatura.
Entonces Edipo no es solamente el símbolo de la existencia de lo infinito-
paterno, de lo divino. Es también la expresión inmediata del amor huma-
no que está presente en los cuerpos como punto de partida. La madre ocu-
pa ese lugar donde lo materno desaparece como materno sensual y
corporal. El padre es un Dios padre que no tiene contenido ninguno, es un
padre abstracto, es un Dios abstracto completamente, a diferencia del
Dios judío, y mucho más de los griegos. Y el hijo es un niño, es un hom-
bre, es un muchacho, un ser que para realizar este deseo que pusiera la
madre en él, por decirlo de alguna manera, va a enfrentar la muerte, va a
poner en juego su propio cuerpo despreciado, ya en el acto mismo del en-
frentamiento por la madre, para creerse, en tanto hijo de Dios, condena-
do a la eternidad. Y por lo tanto desaparece como hijo vivo. Ustedes co-
nocen la circunstancia; la crucifixión tampoco es moco de pavo en el modo
de desaparecer del mundo humano.
Podemos suponer que en el triángulo judío era neurótico, pero en este
triángulo nuevo de la cultura cristiana encontramos un triángulo psicótico
porque en lo absoluto no hay nada de carnal fundante que esté presente en
los tres extremos. Ni en la madre, ni en el hijo que se cree hijo de Dios, ni
del Dios padre que es un ser abstracto que no tiene ningún contenido y por
lo tanto puede contener todas nuestras elaboraciones conceptuales para
justificar cualquier acto. Vieron ustedes que cuando hablaba de las madres
que el problema de las madres no está tan presente en el complejo de Edi-
po que el psicoanálisis analiza. El problema del terror sólo aparece en uno
de ellos y no en el otro. Extrañamente, la máscara del terror está encubier-
ta soberanamente en Lacan pero está presente en Freud. Cuando Freud ha-
bla de) Edipo dice claramente la amenaza de castración, en la que el padre
aparece imponiéndole, niñera mediante siempre en esas épocas, como una
amenaza que lo despoja de lo que tiene de varón, por lo tanto es el primer
desmembramiento que aparece como amenaza referida al cuerpo y ahora
hablaremos de los desmembramientos siguientes. A partir de este desmem-
bramiento imaginario, al cual aparece sometido el niño por el padre, Freud
dice lo siguiente: que el niño no se somete a la amenaza por más terrible y

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Poder y política: las máscaras del sometimiento

cruel que sea, sino que, por el contrario, regresando de lo que llamaría la
etapa fálica, en los tres años, actualizando en sí una experiencia previa pri-
mera, la experiencia feliz con la madre, por lo tanto en la etapa oral, en la
cual ambos estaban confundidos en la simbiosis. Esto permite en última
instancia que el otro esté dentro de uno y uno pueda gozar o destruirlo al
otro. El niño, acudiendo a esta estrategia de guerra, en la etapa oral, le ha-
ce al padre lo que el padre quería hacerle a él. Claro, es la disimetría que
aparece entre el poder real del padre y el poder imaginario del niño para
vencerlo. De lo cual resulta que en Freud está la resistencia del niño. En
Freud está la amenaza de muerte pero está también la resistencia contra la
amenaza de muerte y (a astucia que el niño alcanza a construir para en-
frentarla. Pero también el amor al padre lleva a que, dice Freud en este ca-
so, después de darle muerte, el hijo, también recurriendo al mismo poder
omnipotente de la oralidad, le vuelve a dar vida al padre muerto dentro de
sí mismo. Se cagó para siempre. Porque a partir de allí él podrá retener la
sumisión al padre, y acá aparece una nueva conciencia, y esta nueva con-
ciencia no está señalada por la teoría lacaniana. Porque Freud a partir de
aquí dice; acá aparece una nueva conciencia, no es la conciencia anterior.
Por lo tanto, si existía conciencia anterior existía unidad sentida, vivida, ele-
mentalmente en el niño. Acá, dice Freud, aparece una nueva conciencia
que es la conciencia determinada por el orden del superyó paterno, la ley,
por lo tanto, y en última instancia también lo que aparece allí es la concien-
cia moral, donde los mandamientos de la ley del padre imponen no sola-
mente un modo de ser con el otro, sino también un modo de pensamiento.
Por eso Freud dice que esta conciencia que emerge del complejo de Edipo,
es esa conciencia que está cercada por tres angustias. La angustia ante el
superyó, que es la ley del padre en este caso. La amenaza del terror, la
amenaza de muerte que siente aparecer el niño cuando emergen las pulsio-
nes que de alguna manera tienen su empuje y nos llevan a querer satisfa-
cerlas. Y por otro lado también la amenaza que aparece ante la realidad ex-
terior, donde todo el poder político, económico, etc., también tiene y
presenta a la amenaza de muerte, al terror como un límite.
Entonces en Freud claramente el terror es el fundamento de la cultu-
ra psíquica. Y cuando hablamos del terror, evidentemente es también pa-
ra vencerlo, para hacer posible la vida, porque sólo es posible hacer po-
sible la vida si previamente se ha mostrado claramente el obstáculo. Un
obstáculo desde el cual las formas que nos impusieron una modalidad de
ser donde existe luego la apariencia de ser alguien cercenada en su fun-
damento porque está presente allí la marca del terror que impuso un lí-
mite a todo el desarrollo de nuestra corporeidad y por lo tanto de nuestro

73
Salud Mental

aspecto y nuestro pensamiento. Esto que les digo define claramente la


teoría freudiana. Aunque Freud después se ponga del lado del padre, del
lado de la ley, Freud es taxativo; no hay ley sin violencia, dice él. La vio-
lencia es el fundamento de la ley.
Por lo tanto, lo que luego va a tomar Lacan como ley simbólica, esa ley
no tiene fundamento en el terror; el único fundamento que tiene es que se
desliga del fundamento materno para ser como puro significante desde el
vacío, que es la madre alejada, a la madre negada. En Lacan lo que apa-
rece es el padre como un ser apaciguador, un ser que le permite al niño in-
troducirse en la cultura sin mayores contrariedades y apoya la posibilidad
de que se incluya como un ser que va a estar determinado por el acata-
miento a la ley, y por eso es fundamental la castración en Lacan de una ma-
nera distinta que es fundamental en el caso de Freud. En Lacan, la castra-
ción es diferente. Es como si ios lacanianos se volvieran locos y dijeran:
"cástrenlos por favor, porque si no los castran perdemos esto poco que te-
nemos conquistado como hombres en el mundo en el cual nosotros nos mo-
vemos". Y lo extraño es que hasta las mujeres hablan de castración. Ha-
blan de castrarse a sí mismas; es horrible, porque la castración no es moco
de pavo, no es joda; es evidentemente la presencia del terror del cuerpo.
Entre los judíos, en el Antiguo Testamento, no existía la castración, existía
la circuncisión, que era una forma de señalar, a través de cortarle al niño el
prepucio a los ocho días, como un acto que solamente contenía la presen-
cia de los hombres, las mujeres miraban desde arriba qué hacían con su
propio hijo, y de alguna manera le decían: con la madre no, pero quedaban
disponibles, como vemos en el Antiguo Testamento, todas las otras muje-
res. No se olviden que los reyes y los profetas tenían también mujeres y
hasta hijos con sacerdotisas del templo. Antes, cuando las mujeres estaban
presentes también como diosas para los judíos, de las cuales poco a poco
se fueron desprendiendo. En el cristianismo esto ha desaparecido radical-
mente. Porque donde aparece la castración, aquella castración a la que se
refiere Lacan, esa es la castración del corazón, que es lo que dice San Agus-
tín. Cuando San Agustín habla de castrar, ya no se refiere a la piel fibrosa
de un pene que hay que recortar en su punta extrema sin dañarlo, liberán-
dolo para su vida futura. En el caso del cristianismo, en San Pablo, lo que
aparece es la castración del corazón y por eso se ven las imágenes de Cris-
to con el corazón ardiendo, y Cristo tiene al mismo tiempo una corona de
espinas que ciñe el corazón. Y el corazón es lo materno que tiene el hom-
bre, es el fundamento femenino, materno de nuestra propia carnalidad co-
mo hombres. Fíjense en la profundidad en la cual se penetra la concepción
de la castración. Y esto lo podemos ver en algo fundamenlal: on el estadio
Poder y política: las máscaras del sometimiento

del espejo, la diferencia que hay entre el caso de Lacan y el caso de Freud.
En el caso de Lacan el estadio del espejo penetró como una especie de
teoría salvadora sobre la infancia. Para muchas psicoanalistas, lo han to-
mado como una expresión de "por fin entendemos algo", Claro, entende-
mos algo, ya vamos a ver por qué se entiende algo allí. Porque Lacan, en
ese estadio del espejo, proyecta el despedazamiento corpóreo, la falta de
unidad del cuerpo como fundamento de lo que luego va a ser ei lugar don-
de lo simbólico se inserta a partir de la unificación que aparece dada por
este espejo de este estadio, es decir, por la figura que despierta la alegría
del niño al verse como una unidad entera. Pero miren ustedes el desfasaje
de los miembros separados; todo lo que Lacan pone, lo trae de la psicosis
y de la neurosis, pero sobre todo de la histeria y también de los delirios de
los pacientes adultos. Y se lo enchufa al niño. Es decir, va a buscar los re-
sultados en las psicosis adultas para hacer que esos resultados, producto
evidentemente del desarrollo de la infancia en una cultura determinada,
apoyada por la presencia de la castración como amenaza, incluye esto en
la infancia misma del niño. Por eso deja de lado el mito de Edipo y dice:
"el mito de Edipo es el mito de Freud". Nosotros vamos a referirnos al en-
frentamiento entre discordia y la armonía del filósofo de Efeso. Claro, está
hablando de Heráclito. Dos figuras metafísicas; la discordia y la armonía
fue el fundamento con el cual explicar el fundamento del hombre a la vi-
da. Este retorno a la fantasía griega en su expresión metafísica le va a per-
mitir a Lacan destruir algo fundamental que Freud plantea, que es el he-
cho de dónde viene el poder que hace que el hombre dominado en sí
mismo. Y Freud dice, a partir del superyó, como el hombre ya no se ani-
ma a dirigir la fuerza hacia afuera, la violencia la dirige hacia sí mismo. Es
decir, el poder utiliza nuestra propia resistencia, para doblegarnos a noso-
tros mismos. Esto está claramente señalado por Lacan como despreciable
en su artículo sobre la agresión.
En Freud encontramos el despedazamiento no al comienzo, donde apa-
rece el narcisismo, la simbiosis con la madre, ahí no hay despedazamien-
to, la locura no existe en ese sentido en la infancia. Freud lo tiene miuy cla-
ro, dice que hay que tener cuidado de no proyectar sobre esa etapa de la
infancia los propios delirios teóricos. Porque ningún niño puede desdecirlo,
y parece que todo puede ser aceptado. Hay que andar con sumo cuidado.
Cuidado que evidentemente no tuvo Lacan en proyectar la locura adulta, la
psicosis adulta sobre la primera infancia del niño. Eso es cristianismo tam-
liién. Porque esas pulsiones maternas, desorganizadoras según piensan,
son pulsiones también de muerte; es necesario después, a través de la cas-
Ir.ición, reorganizarlas por medio de la racionalidad cristiana.
Salud Mental

Entonces, qué pasa con Freud. Recuerdan que tiene un trabajo que se
llama "Lo deshogareño" que normalmente está traducido horriblemente
como "Lo ominoso", que no tiene un carajo que ver con lo deshogareño,
que es claramente la palabra alemana. Y que la traducción más próxima
es "Lo siniestro", calificando un aspecto de esa experiencia de "deshoga-
reñamiento". Freud ubica esta experiencia donde vuelven a aparecer los
miembros dislocados, separados del cuerpo, que aparecen cuando en el
seno de lo hogareño ya adulto vuelve a aparecer algo que lo niega, que nie-
ga lo hogareño. ¿Qué es lo que aparece negando lo hogareño materno? Es
justamente el terror, que despedaza. Este terror que despedaza no antes
del Edipo, sino posteriormente al Edipo. Lo pone formando parte de una
experiencia social adulta. Y es ahí donde aparece el despedazamiento. El
lacanismo se impone simbólicamente para ocultar la presencia real de la
amenaza del terror que en Freud aparece muy claramente expresada.- el
despedazamiento viene del poder político, del poder social, del poder his-
tórico. En la madre, en lo familiar, en lo hogareño, en lo materno, ahí no
había posibilidad de poder pensar el desmembramiento de los cuerpos tal
como lo pone Lacan en sus comienzos.
Yo creo que esto es fundamental para ir descubriendo que las teorías,
—que aparecen racionales, perfectas, con gran acopio de citas, de ventas
de ejemplares, de cofradías nuevas que se organizan, de un lenguaje de
secta— deben ser analizadas nuevamente. Por lo cual tendríamos que vol-
ver a preguntarnos qué carajo pasa con el terror cuando estamos en la ca-
sa de las Madres de Plaza de Mayo para tratar de comprender lo que se
planteó en la mesa hoy: ¿Cómo es posible que los dominados acepten la
dominación? La aceptan porque siempre van a aparecer teorías, otra vez
máscaras, que encubren el terror que está en el fundamento del sistema, y
en este retorno aparece otra vez la teoría de la ratificación tenebrosa de las
máscaras del cristianismo presentes en el psicoanálisis mismo.

76
Capítulo V

Lucha antimanicomial:
transformación de saberes,
discursos y prácticas

Integrantes:
Paulo Amarante • Alfredo Olivera
Compañeros de La Colifata y Vilardevoz
Coordinación: Paulo Amarante

Paulo Amarante (P.A.): (...) más de todo un pensamiento manicomial, de


todo pensamiento psiquiátrico, de cómo se produce el saber psiquiátrico, la
ciencia psiquiátrica, cómo se construyen las disciplinas psiquiátricas, y tam-
bién cómo es que se producen las ideas de normalidad, de enfermedad, de
tratamiento, de cura, etc. Ayer por la noche, apenas un recuerdo, estábamos
en una mesa junto a un profesor de Brasil también, y recordamos una cosa
interesante, una música de Caetano Veloso que se llama "Vaca Profana" en
la que dice "de cerca nadie es normal". Y nosotros empezamos a utilizar es-
ta expresión para plantear qué cosa es la normalidad: es una construcción
social, política, histórica que se hace en cierto momento histórico por crite-
rios de normatividad. Pero la psiquiatría más conservadora empezó a discu-
tir porque esta idea ponía en discusión un concepto muy caro a la psiquia-
tría: si no hay normalidad, por consecuencia, de cerca nadie es anormal,
también. Entonces empezaron a discutir. Y uno, un gran psiquiatra, profesor
de la Universidad de Sao Paulo, decía: "es verdad, en suma Caetano Veloso
es muy inteligente, todos saben eso, y cuando dice que de cerca nadie es
normal significa que toda la población necesita en algún punto un pequeño
tratamiento, una medicina, un antidepresivo, un prozaccito, una psicotera-
pia..." iAprovechó la oportunidad para decir medicalizamos a todos! Todos

77
Salud Mental

son locos, todos son enfermos, e hizo un gran Congreso con la industria far-
macéutica auspiciado, apoyado por todos los laboratorios.
Es un sueño de la industria farmacéutica que las personas por la maña-
na tomen un café, medialunas, mantequilla y un prozac. Sería una mara-
villa. Algunos dicen de poner prozac en el agua de la ciudad. Flúo para los
dientes y prozac para la mente. Podría ser también una llamada para una
sociedad bimanicomializada (...) Y lo otro {..) que ellos, los de la lucha an-
timanicomial, están queriendo deconstruir el concepto de enfermedad. Si
nosotros acatamos que no hay normalidad, acatamos que no hay anorma-
lidad. Si todos son normales, todos también pueden ser anormales. Enton-
ces un investigador quería demostrar que existían normales en la sociedad
y encontró 30 normales. Una cosa rarísima. Porque debe ser raro. Era muy
interesante porque eran personas que no tenían parientes enfermos ni his-
toria de enfermedad en la familia. Eran personas normales con familias
normales. Yo preguntaba incluso si habían personas que habían muerto en
esas familias, si tenían muertos. Porque eran familias tan normales que no
tenían muertos por enfermedad. Esto empezó una discusión acerca de có-
mo son los normales. Y la televisión fue a entrevistar a dos o tres. Le pre-
guntaban por qué es normal. Y respondían que a ellos les dijeron que eran
normales. Le preguntaban qué cosas hacen que puedan ser normales. Por
ejemplo, cuando está en una fila y viene uno y se pone en el phmer lugar.
Qué hace. Nada, no me importa (risas). Una persona normal sería alguien
a la que nada le importa demasiado, sería algo así. Ellos tomaron como
procedimiento de su investigación y lo publicaron en diarios y revistas. Y
decidieron experimentar con los normales con medicinas psícotrópícas an-
tidepresivas y tranquilizantes y ansiolíticos. Y un descubrimiento fantástico
fue que los normales se tornaron super normales.
Esta discusión la hice para poner un poco la idea de cómo es el proceso
de la lucha antimanicomial. Como decimos es también una discusión sobre
la producción conceptual de la psiquiatría, sobre la producción política de
las consecuencias de estos conceptos, la? aparatos judiciales, políticos que
hace la sociedad en torno al trabajo, de la escuela, de todos los otros espa-
cios sociales que como desarrollo de una idea social de locura, de discapa-
cidad, de enajenación. Y todo eso se construye en la sociedad. Y por último
la idea de que el cambio más profundo no es solamente un cambio de ser-
vicio sino que se trata de un cambio social. De lucha de inclusión como la
lucha por los derechos de las mujeres, de los pueblos indígenas, son luchas
sociales, se construye haciendo cosas nuevas, de inclusión, de participa-
ción, de derechos. Este es el principio más amplio de la idea de la lucha an-
timanicomial, un proceso social no solamente que tiene ramificaciones en

78
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

las leyes, normativos públicos; tenemos una ley nacional importante que
fue aprobada después de doce años de lucfias frecuentes, de enfrenta-
mientos políticos, una ley nacional, tenemos varias normas institucionales,
ministeriales, y por ejemplo dan subsidios, presupuestos, a los ex habitan-
tes de instituciones psiquiátricas, que los ayudan a alquilar una casa, a te-
ner un presupuesto, un programa que se llama "De vuelta a casa"; hay va-
rias iniciativas muy importantes y un cambio político social muy
importante. En menos de veinte años nosotros cerramos alrededor de trein-
ta mil camas hospitalarias. Y hay un proceso de inclusión, de participación,
pero con muchos problemas. Claro, no hay una idea de una utopía, de una
ilusión. Y no ha servido como idea de un modelo para otros países. Es un
proceso político social, no se trata de una modernización del aparato del
Estado, una modernización solamente en los niveles de decisión política
más centrales del país. Pero es un proceso de pequeños y cotidianos cam-
bios de las relaciones, de cambios entre las personas, entre los técnicos,
en las formas de decir y pensar, entre los familiares y entre los propios
usuarios, las propias personas que sale un poco de ese lugar de siempre
de "yo soy el paciente, soy un enfermo, quiero cuidado, quiero medicina,
internación, casa, yo...". Como de uno que pide los tratamientos, los bene-
ficios, las cosas. Y de otro, la psiquiatría, la salud mental, el Estado, las
políticas, que aportan esos beneficios sin una construcción política y social.
Para cerrar un poco esta apertura, un poco progresada de esta forma,
aunque yo tenía otra idea. Tuvimos hace dos semanas el Vil Encuentro Na-
cional de la Lucha Antimanicomial que fue en Vitoria, la capital de una
provincia que se llama Espíritu Santo. Es una cosa muy interesante, un en-
cuentro como el que estamos haciendo acá, de profesionales, de técnicos,
de familiares, de usuarios, de todo el país, que no tiene ningún tipo de pre-
supuesto de empresas, de industrias, y mismo, este año, por ejemplo, del
gobierno federal, nada. Las personas participan, hacen proyectos, discu-
siones muy importantes. Y este propio proceso de organización, de discu-
sión, de planteos, es ya un proceso de ciudadanía, un proceso de inclusión
de esas personas, de su propio destino, de su propio pensamiento de có-
mo ellos se piensan en tanto ciudadanos, sujetos sociales, colectivos, es-
ta idea que es la cosa más importante y que en este II Foro, la decisión del
Foro fue tomada acá el año pasado de hacerlo en Río, nosotros pensamos
efectivamente hacer un encuentro internacional de estas experiencias. Por
eso aquellos que quieren tenemos aún algunos afiches, muchos ya fueron
distribuidos, para que efectivamente los peguen en las instituciones, en los
locales; tenemos la dirección de mail, otras informaciones de este encuen-
tro que vamos a hacer en Río de Janeiro entre el 22 y 25 de mayo. Una

79
Salud Mental

información, ¿por qué escogimos mayo? Por las Madres de Plaza de Mayo.
La idea de "mayo" fue muy interesante; ya teníamos un poco hasta en el
imaginario la ¡dea de "mayo". Y por otro, mayo también, en Brasil, desde
este encuentro de Bauru, en el que estaremos organizando la conmemora-
ción de los veinte años; nosotros creamos un Día Nacional de la Lucha An-
timanicomial, como una estrategia de llevar a la sociedad una discusión so-
bre la cuestión de los manicomios, de la exclusión, de la psiquiatría, de la
locura, y cada día 18 de mayo —fue una fecha elegida para esto— hace-
mos varias actividades por el país: culturales, teatrales, musicales, debates
políticos, científicos. Luego un día se tornó poco, y pasamos a tener la Se-
mana de la Lucha Antimanicomial, todos los días en torno, del día 18 se
convirtieron en días en ios que se hacen muchas actividades. Si ustedes es-
tán en esos días en Brasil verán cómo en todas las grandes ciudades, de-
partamentos, tienen muchas actividades. Y luego, también, una semana se
tornó poco. Desde ahí nosotros decimos que mayo es el mes de la lucha
antimanicomiaL Y como broma, yo estoy diciendo que queremos tomar el
primer semestre en los próximos años; Semestre de la Lucha Antimanico-
mial. Es una idea, parece una broma, es un poco una broma, pero es una
idea interesante, significa que nosotros conmemoramos la República en
Brasil, fue ayer, anteayer, 15 de noviembre. Las personas no saben qué co-
sa es la República: es un feriado. Y otras tantas fechas son sólo un feriado:
7 de septiembre la independencia de Brasil. ¿Pero Brasil no era dependien-
te? Y cuando la fecha deja de ser una fecha para ser una actividad más, in-
cluso en el cotidiano de la vida. Pienso que la expansión de la fecha del 18
de mayo para la semana de mayo, luego el mes de mayo, y después por
una permanente actividad significa que estás saliendo de ser apenas algo
que se conmemora al fondo de la memoria para ser una cosa que se inclu-
ye en la historia del país, que se incluye en la actividad cotidiana de los su-
jetos, ciudadanos, etc. Bien, yo no sé cuánto tiempo... Como presidente de
la mesa, conferencista, controlador, secretario, yo voy a abrir la palabra por
si alguno quiere preguntar, decir alguna cosa, hasta que alguien aparezca y
me diga que tengo que parar.

Alfredo Olivera (A.O.): Disculpe, yo lo vi a usted dando la conferencia,


buscaba un coordinador, no lo veía, no sabía que había sido llamado a
cumplir todas esas funciones y menos que se había encontrado con ellas
y me dije: "bueno, me siento allí en el fondo, y alguien me llamará en al-
gún momento...". Pero tenía que venir yo, y no era llamado. Algo parecido
a lo que les pasa a los pacientes psiquiátricos: no son llamados casi nun-
ca a ser quienes son: personas con historia y con algo para contar (risas);

80
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

quizá el error sea esperar desesperando, tal vez sea esa la costumbre. En
nuestro proyecto los pacientes se tornaron impacientes ofreciendo lo con-
movedor de sus palabras. Conmovedor el hecho de la espera dejando la
des-espera y proponer el intercambio. Proponer un intercambio es de al-
gún modo refundar un modo de espera, ¿no es así? Quizá sea ese el pri-
mer acto en salud, quizá eso haga al trabajo micropolítico, a un cambio
en las relaciones, facilitador de nuevas configuraciones. Eso de lo que re-
cién hablaba Paulo Amarante: "ese proceso de pequeños y cotidianos
cambios de las relaciones, de cambios entre las personas"...
Hay un llamado, se pone en marcha un proceso de creación de —di-
ría— "presente convocante", un llamado a estar vivos participando de una
gesta.... (proceso de creación que derivó en un nombre entre otras cosas).
Pero, por favor, termine, o continuemos. Es breve lo que voy a decir.
Bueno, me encuentro con dos sorpresas de índole personal: una es que
está por primera vez mi hijita recién nacida aquí. Lila Olivera y su madre
Elise; me encanta que esto ocurra. Y lo otro es que acabo de ver a quien
fue mi terapeuta —creo— hace más de veinte años, Susana Méndez, que
está por ahí también.
Me llamo Alfredo Olivera, soy psicólogo y fundador de Radio La Colifa-
ta del Hospital Borda. La Colifata es un proyecto que ya tiene más de 16
años, nació al interior del hospital psiquiátrico y es conocida comúnmente
aquí en Argentina como la radio de los internos del Hospital Borda. Hoy es
un proyecto que trata de pensar el abordaje de medios de comunicación pa-
ra producir lo que llamamos "espacios en salud".
La Colifata existe como dispositivo, y como medio de comunicación que se
suma a otras plataformas de difusión, para desde allí irradiar sus producciones
y propiciar un encuentro con la comunidad. En relación con lo primero, se tra-
ta de un dispositivo cuyo objetivo es la disminución del sufrimiento psíquico en
los usuarios en el encuentro con la palabra, favorecer procesos de autonomía,
y trabajar en el armado y sostenimiento de lazo social. A ese espacio en salud
lo llamamos dispositivo radiofónico grupal, o dispositivo plástico sonoro. Con-
cretamente es la radio que emite los sábados desde los jardines del hospital
con características muy particulares. Al dispositivo montado lo podríamos de-
finir como el de una "máquina productora de realidad convocante". No es un
juego, no es una excusa, hay un "presente" que convoca a estar vivos, a habi-
tarlo y a hacer lazo con otros. Hay un evento en un dispositivo "abierto", en
una instalación plástico-sonora, que promueve la trama, y en el "entre" de la
trama, el desarrollo de procesos que devienen en posibildad de subjetivación.
Es un lugar de encuentro, de unos con otros. Ya sea con sus compañeros, co-
mo con el visitante, como con el auditor.

81
Salud Mental

Con relación al segundo campo mencionado, intentamos trabajar la pro-


blemática del estigma social de la locura. No es únicamente una propues-
ta de-construcción a nivel de las significaciones sociales imaginarias, sino,
sobre todo, de puesta en acción de valores que se van a producir en el en-
cuentro entre quienes son protagonistas —aquellas personas que estuvie-
ron o están internadas en un psiquiátrico— y la comunidad que también es
protagonista. Es entonces una propuesta de "deconstrucción en acción",
que parte de dispositivos y escenarios o plataformas "abiertos", permitien-
do circular y recircular en los medios, tejiendo y enhebrando a nivel micro-
político experiencias de transformación. Se trata de un complejo trabajo en
la promoción de salud mental comunitaria que no renuncia al abordaje de
la dimensión clínica en la vivencia de ia captura por el sufrimiento.
En este cruce de salud mental y comunicación, se genera una construc-
ción inédita: lo que ocurre en una localidad impacta en la otra. Y eso que
ocurre en esa otra localidad o lugar, se registra y vuelve a impactar al inte-
rior del dispositivo. Se crean entonces condiciones para que podamos pen-
sar una clínica de la situación o mejor dicho una clínica del acontecimien-
to donde no nos importa tanto eso que pensamos antes sino lo que sucede
a partir de un encuentro. Dispositivo o instalación entonces que aloja lo par-
ticular de lo que cada estética ser porta o trae. Intervenciones en el dispo-
sitivo para ayudar a "tramatizar", a que haga trama, aquello que se presen-
ta como disperso, e intervención en los medios para que hable, participe y
se construya comunidad.
Bueno, voy a leer un poco un breve artículo escrito por mí en 1999 y
que fue publicado en parte por el colectivo La Tribu al cumplir 10 años.. Lo
elijo porque hay tres dimensones que me importa compartir y que vienen a
cuento en este intento de integrar "realidades" en principio desintegradas,
en el camino de producir situaciones nuevas y mutuas transformaciones.
Dimensiones que intentan acompañar flujos de comunicación y que aún
hoy se ofrecen como "reguladoras" del funcionamiento colifato. Se trata de
las dimensiones, política, ético-terapéutica y estética.
Leo entonces: ...La Colifata nació sin apoyo institucional, sin medios téc-
nicos ni económicos, tan sólo un grabador de periodista y una metodología
apropiada como respuesta creativa ante un estado de necesidad y caren-
cia... (...) ...fuimos lúcidos, que supimos construir poder desde afuera...
Lo interesante aquí es que la carencia a nivel material y la falta de apo-
yo institucional fueron lo que se transformó en la gran potencia del proyec-
to. No teníamos antena y con sólo un viejo grabador de periodista genera-
mos la ilusión, el "equívoco" de que en el Borda había una radio gestionada
por los pacientes, cuando en realidad se trataba de un espacio de "charla

82
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

y reflexión" que era grabado. Asi nace La Colifata como "la radio sin ante-
na". En cuando a la falta de apoyo institucional y de "control" diría que el
de La Colifata fue un proyecto que primero tuvo que legitimarse como prác-
tica fuera de los límites del hospital. Fue un proyecto que "desterritorializó"
la problemática anclándose en territorios. Sencillez de una idea que me ubi-
caba como un pequeño "chasqui" que llevaba información de un lado del
muro al otro y viceversa.
Entonces leo:
La Colifata... nació existiendo a partir de un otro solidario que le hizo
un lugar. Y entre esos otros estuvieron en principio los comunicadores...
La Colifata no iba a poder existir si no se fundaba en un acto concreto de
inclusión... existir a partir de otro solidario... Se producían espacios de diá-
logo en el psiquiátrico con un grabador. El grabador obraba a la vez como
micrófono y registro, algo muy interesante. Micrófono que recorta delimitan-
do el espacio para habilitar la posibilidad de la palabra y el intercambio en
la palabra. Y registro que funciona como garante del acontecer. Un "terce-
ro" que no sólo ordenaba la posibilidad de un encuentro, sino que además
funcionaba como testigo, y no sólo eso: un tercero que registraba para lue-
go emigrar a otras localidades. Lo que era genial vivir en esos comienzos,
era que ese grabador que se llevaba las palabras, regresaba al sábado si-
guiente trayendo palabras nuevas de gente que los había escuchado y que
llamaba a la radio para decírselo. No todos comprendían, había que darle
tiempo al tiempo. El grupo inventaba un motivo, que era el reunirse a ha-
blar, y en grupo reinventaba la espera, el ansia de saber qué vendría de
vuelta. Yo me ubicaba como primer oyente y debía hacer una síntesis para
luego emitir—algo por cierto muy complicado— en la FM comunitaria que
les daba un lugar.
Ahora bien: ¿quiénes permitían esto? Los que practicaban el primer ac-
to de inclusión eran los comunicadores que gentilmente cedían parte de su
programación para irradiar los 3 o 5 minutos de La Colifata. Primero fue en
la FM comunitaria de San andrés y luego Lalo Mir desde la masiva radio
Rock & Pop. Ellos ofrecían sus plataformas para que lo producido al interior
del manicomio —valor, palabra, texto invalorado socialmente— deviniera en
valor de circulación; eran los comunicadores quienes accionaban en el sen-
tido de la salud. Las producciones eran puestas al aire y generaban respues-
tas de la audiencia y al sábado siguiente los internos lo escuchaban. Enton-
ces ya la comunidad estaba construyendo La Colifata. Incluso muchas veces
el tema de discusión lo motivaba una pregunta u opinión de un oyente.
El lugar del oyente en el proceso de construcción de esta "realidad con-
vocante" que es La Colifata, fue y es central. Me pareció importante desde

83
Salud Mental

el principio darnos una política de "silencio" en el sentido de evitar "bajar


línea", evitar "normativizar" y "moralizar" las relaciones. La tarea de de-
construcción choca con la lógica de uso de medios como aparatos de in-
fluencia, ir deconstruyendo las significaciones imaginarias en el imaginario
social, trabajar esto que hablaba Paulo Amarante recién —los criterios de
normalidad, locura, etc.— se hace —creo— proponiendo nuevos caminos
de interrogación. Claro está para nosotros que "deconstruir" no es desde la ilu-
sión de que mi pensamiento —aquel que supongo instituyente— impere sobre
otros, los que supongo como instituidos. El camino de deconstrucción propues-
to intentará saber "hacer silencio" para que hable ese otro en el que supongo
cristalización de sentido a nivel de sus representaciones, y que —creo, produ-
ce agenciamientos que lo dejan capturado en la posibilidad de un armado de
relaciones pobres. Relaciones de piedad, relaciones de caridad, de abuso de
poder, de indiferencia, de maltrato, etc. La idea, repito, es indagar esas signi-
ficaciones abriendo nuevos caminos de interrogación.
Continúo. ...No obstante no se trata sólo de que los "locos" hagan ra-
dio, detrás hay un proyecto, el de La Colifata es un proyecto político, éti-
co-terapéutico, y estético. Proyecto político en el sentido de orientar ac-
ciones para la transformación de las instituciones de salud mental,
nuestro compromiso es con la desmanicomialización y no con la deshos-
pitalización... En el año 2003 la población era de 1.000. En el año '99
era de 1.100. En el año '95 eran más de 1.200. ¿Dónde están esos más
de trescientos que ya no están? ¿Están en casas de medio camino? ¿con-
curren a los CAPS que no existen aquí? ¿Están acaso en sus casas? ¿Dón-
de están? ¿Están en la calle? Muchos están en la calle. ¿Están en clíni-
cas privadas subsidiadas por el Pami, por el Estado? Probablemente sí.
Recién comentaba con Laura Gobet y Débora Chevnik —quienes trabajan
en La Colifata— y me decían que lo peor es que no sabemos dónde es-
tán, tampoco hay mecanismos para saberlo. Entonces, hablamos de de-
sinstitucionalización o de desmanicomialización pero alertamos sobre el
peligro de la deshospitalización. Entonces, nuestro compromiso es con la
desmanicomialización y no con la deshospitalización.
Seguimos: ...Hablamos de proyecto ético-terapéutico en el sentido
de generar un espacio de rescate y producción de subjetividad, condi-
ción necesaria para iniciar cualquier proceso de democratización que
se asiente en la idea del reconocimiento del otro como capaz de pro-
ducir diferencia. Y proyecto estético porque se trata de un acto creati-
vo donde en nuestro caso la materia prima es el dolor —hoy pienso que
no solamente es el dolor— y de él hacemos metáfora, no negación, ni
banalización, ni morbo. Metáfora que implica un plus de sentido que

84
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

conserva, suprime y a la vez supera un estado anterior. Metáfora no es


la cosa misma, por eso es comunicable. El oído de quien escucha cin-
cela, le dibuja intención a un decir que —a veces— tal vez que no se
dirige a un otro. Ahora bien, ese oído normal tiene que tener ganas de
escuchar, "normal", entre comillas. Es por eso la necesidad de generar
una producción audible estéticamente atractiva.
Proyecto político, ético-terapéutico y estético como reguladores del
funcionamiento colifato posibilitando el desarrollo a la vez que marcando
los límites para el trabajo. Hacer abuso de sólo uno de estos aspectos
mencionados creo que sería riesgoso. Hacer del discurso de aquellos lla-
mados locos un instrumento para la expresión de nuestro propio discurso,
de nuestra posición política, por ejemplo, significaría, desde mi punto de
vista, lisa y llanamente el aplastamiento de la persona. Cometeríamos ac-
tos alienantes como los que denunciamos. Se trataría de trocar un discur-
so amo, el de la institución manicomial —o el de otros discursos— por
otro discurso amo.- el de nuestra organización. (...)
Con relación a la dimensión terapéutica ... no se trata de creer estúpi-
damente en un endiosamiento híbrido de aquello que llamamos subjetivi-
dad, algo que en sí mismo no existe sino como efecto de diversas tramas
o redes sociales... Se trata de pensar condiciones para su emergencia, y
esas condiciones son sociales aún en el dispositivo.
Del mismo modo pienso que hacer una reducción de la clínica al hecho
de pensar lo clínico en tanto poder de un grupo que recibe aval institucio-
nal para corregir, para normalizar ... entender la clínica como modo insti-
tucionalizado de "normativismo" es también una reducción. La clínica pue-
de reconocer puntos de captura en el sufrimiento y ayudar a deconstruirlo.
Y por último, lo obvio: podemos alcanzar profesionalismo en las produc-
ciones, editar microprogramas bellos, pero éstos sólo cobrarán sentido en
función de una estrategia de comunicación que se encuadre en un proyecto
político con un posicionamiento ético en el sentido antes descrito y con ese
agregado que sólo pertenece al campo de lo estético, aquello que se escapa
incluso a la palabra, que es indecible, que gusta o que no, que se siente.
Quisiera hacerles una invitación. La Colifata transmite los sábados den-
tro del hospital psiquiátrico, sale en directo por el 100.1 FM. Transmite
desde los jardines del hospital y vienen en promedio por sábado mas de
50 pacientes y un promedio de visitantes de la comunidad superior a 25.
Mucha gente se reúne alrededor de los micrófonos cada sábado y ustedes
también están invitados. Después de 15 años logramos que el Comité Na-
cional de Radiodifusión la reconozca como una FM. La Colifata tiene 300
watts de potencia y se escucha tres kilómetros a la redonda. En ese sentido

85
Salud Mental

es una radio comunitaria. Ahora, esas seis horas de emisión se graban, pos-
teriormente realizamos un trabajo de edición, nosotros decimos con un cri-
terio político, ético-terapéutico y estético. Edición hecha con el objetivo de
que las producciones de los que están allí lleguen a la gente, a oídos del
hombre común, ingrese en su cotidianeidad. Al comienzo La Colifata dura-
ba tres horas, pero era imposible emitir tres horas luego en la radio comu-
nitaria retransmisora. Para que salga al aire tenían que emitirse tres o cin-
co minutos. Nos dimos cuenta que esa dificultad contenía una gran
posibildad, que este formato permitía enviar estas producciones a más de
una radio y de ese modo podríamos llegar al "hombre común". Además, lo
que emergía como riesgo de manipulación podía ser oportunidad o recurso
de intervención en relación a procesos de tipo terapéutico. Hoy La Colifata
se retransmite en más de treinta radios AM y FM. Y además produce tele-
visión: la pueden ver en Canal 7 los miércoles a las 9.30 hs, un espacio en
vivo. Mediante el mecanismo de retransmisión se llega a la comunidad, y
la comunidad responde. La Colifata recibe en promedio más de 60 mensa-
jes de oyentes por mes, más de 200 visitas diarias a su página web (www-
.lacolifata.org), entre otros modos de participación.
Me gustaría ahora compartir con ustedes tres minutos de Radio La Co-
lifata. (...) es un debate, una discusión sobre "el tiempo".

Audio Radio La Colifata:

Voz Califato 1: —Buenas tardes, estamos hablando hora sin tiem-


po, el tiempo luz, años luz viajamos sin tiempo años luz, hasta la
próxima en vía ovni.
Voz Colifato 2: Continuamos aquí en LT 22 Radio La Colifata trans-
mitiendo en vivo y en directo y presentamos El Mundo y la Salud
con el doctor Valle. (Aplausos del audio)
Voz Colifato 3: Y bueno, el tiempo no tiene números, yo digo mar-
car el tiempo sin números es vivir en plenitud la vida.
Voz Colifato 4: ¿Cómo es eso? ¿Se puede explayar un poco más?
Voz Colifato 3: El tiempo lo marcan con números, yo marco el tiem-
po sin números y sin reloj.
Voz Colifato 4: ¿Podría venir al micrófono por si alguien le quiere
hacer una pregunta?
Voz Colifato 3: Sí.
Voz Colifato 5: ¿El tiempo de hoy el tiempo de ahora, el tiempo de
ayer, de hoy de ahora? Ya ahora es ayer, porque ya pasó. Ahora es
ahora, pero ya va a pasar y todo va a ser ayer

86
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

Voz Colifata 6: Sobre el tiempo, tiempo temperatura, tiempo espa-


cio, tiempo cantidad cualificable, cuantificable, tiempo, tiempo...
Voz Colifato 4: Tiempo que se pierde no se recupera jamás, dicen,
¿no? ¿Es verdad eso?
Voz Colifato 6: Yo te puedo decir algo, cuando uno pierde gana, en-
tonces el tiempo perdido es ganado, porque nos queda más tiem-
po por seguir, entonces ganamos.
Voz Colifato 4: O sea que seria algo así como que si perdemos gana-
mos y si ganamos perdemos. Algo todo invertido, todo dado vuelta.
Voz Colifato 3: Hace tiempo que no como, hace tiempo que no
me baño, hace tiempo que no me aumentan el sueldo, hace
tiempo que no cumplo años, hace tiempo. El tiempo se hace, por
lo tanto el tiempo no existe, el tiempo lo hacemos nosotros. Has-
ta otro tiempo.
Voz Colifata 7: El tiempo es lo más precioso que hay, y nunca
hay que perder el tiempo. Porque yo soy lo más preciosista que
hay en el tiempo.
Voz Colifato 8: El tiempo es la existencia, el propio cuerpo tiene sus
tiempos, sus ciclos, tenemos un reloj biológico, tenemos ciclos de
todo tipo, asi que no tenemos necesidad de depender de ninguna
maquinita para saber si es de día, de noche, si me tengo que le-
vantar, me tengo que acostar, o tengo que comer.
Voz Colifato 9: Bueno, pienso que tenemos una tarde maravillosa
sobre el Borda, una tarde sensacional, estoy esperando a un amigo
a ver si se atreve a venir a tomar unos mates en el 5 conmigo, que
lo quiero mucho y es gran amigo mío, y lo espero.
Voz Colifato 4: ¿Y el tiempo?
Voz Colifato 9: Ya lo dije el tiempo: una tarde maravillosa, estu-
penda, con poco sol, una temperatura de 16 grados y medio, una
tarde estupenda.

A.O.: El debate del tiempo lo produjo el doctor V. El doctor V es el "inte-


rrumpidor oficial" de Radio La Colifata, es una persona que se acercaba a la
mesa e interrumpía, y eso siempre traía conflicto y lo querían echar. Y des-
pués de deliberar el grupo hace un movimiento, entonces lo nombra como
"interrumpidor oficial" de Radio La Colifata, con licencia para interrumpir. El
Dr. V habla con tanta certidumbre que genera escucha en los demás, y ade-
más sus interrupciones no duran más de treinta o cuarenta segundos. Aquí
aparece él hablando cuando era interrumpidor y después el locutor lo pre-
senta como el conductor del programa El Mundo y la Salud. Hay un pasaje

87
Salud Mental

entre cómo él llega, ingresa vía "interrumpidor", y cómo luego se posiciona,


como conductor de un programa de radio. Podrá él luego elegir si en la jor-
nada irá como interrumpidor o si hará su programa. Si hace su programa no
podrá interrumpir, si decide no hacerlo podrá continuar interrumpiendo. El
decir y el hacer tienen sus consecuencias. Entonces, cuando un día habló
del tiempo se generó un debate tal que es el que escuchamos. Nosotros fui-
mos trabajando, acompañando este proceso donde lo que él pueda decir no
sólo impacte en otros, sino que él pueda recuperar este lazo o esta relación
con estos otros.
La Colifata —en tanto realidad de palabra— brinda motivos para recu-
perar algo de lo simbólico, ayudando a significar la existencia, acompañan-
do y promoviendo procesos de autonomía y favoreciendo la creación y sos-
tenimiento de lazo social. Lo interesante es que trabaja en registros o
niveles que son más allá de la palabra, introduciendo polifonía sonora en
tanto recursos ambientales. Es un antes de la palabra y un "dentro del an-
sia por lo simbólico" y la cohabitación en el símbolo. El dispositivo Colifa-
ta florece en el punto del "entre-tejido" como productor de acontecimiento.
Un decir dislocado, un decir que hace "ruido", un decir encriptado en su
delirio puede recuperar un auditorio, hacer trama y generar debates como
el que acabamos de escuchar.
Se parte de una propuesta donde los protagonistas —personas con su-
frimiento psíquico— ofrecen su palabra generando momentos de interroga-
ción sobre lo humano, y en tanto "humanas", sus reflexiones se tornan
aporte al colectivo social. Esta experiencia ha inaugurado otra lógica de
abordaje de medios de comunicación logrando evitar el espectáculo, la lás-
tima, lo patético y la mostración. Esta propuesta ha generado interactivi-
dad, participación, solidaridad. Hay que entender que el eje de la relación
no pasa por la locura sino por la posibilidad del encuentro en la interroga-
cón sobre "lo humano". Por eso el espacio es promotor de salud mental, y
siempre nuestro "pre-juicio rector" será suponer a un otro —cualquiera que
sea— como capaz de producir diferencia en tanto aporte.
Este micro del tiempo salió por muchas radios y generó muchas refle-
xiones en la audiencia. Entonces, realidad como estado inacabado y ex-
periencial, que se ofrece al infinito y la multiplicación en las produccio-
nes deseantes del colectivo social que luego al regresar, hacen mucho
bien a quien habló.
(...) Hoy a las cinco de la tarde está programada la radio abierta de La
Colifata junto a otras experiencias como Vilardevoz en Montevideo, la gen-
te de Junín, creo que la gente de Santa Fe... bueno, distintas experiencias.
Si llueve creo que no se hace, salvo que nos den una carpa. Ah, a las 12.40

88
Lucha antimanicomiai: transformación de saberes, discursos y prácticas

hay un taller de las radios para tratar de pensar hacia un movimiento liga-
do a las radios, y están invitados todos. Pero Paulo dice que abramos la pa-
labra para el debate, quien quiera...

Colifato: ....animarse. Esto es un cucurucho ¿ves? No muerde, está va-


cunado. Así empecé yo, jugando, haciéndome el payaso. Hoy tengo 16
años de chapita y estoy orgulloso. Todos tenemos lengua, todos tenemos el
poder de la palabra. Empléenla ya. Aver, la primera víctima. Vilardevoz, ¿te
querés presentar?

Compañero de Vilardevoz: Hola, bueno, yo vengo junto con el colecti-


vo, venimos de Montevideo. No sé qué decir, ¿qué querés que diga? ¿Todo
lo mismo que ya se ha dicho? ¿Cómo decir algo...?

Colifato: Lingüitis crónica...

Compañero de Vilardevoz: Lingüitis crónica... algo que no se haya di-


cho... ¿Cómo te va? Yo tenía que hablar con Eduardo Codina y ahora lo veo,
entonces... Porque esa invitación que surgió ahora del taller y de la expe-
riencia de transmisión en la plaza que ojalá podamos conseguir la carpa o
algo, pero ese taller del mediodía y esto de los movimientos tiene un ante-
cedente que es una carta de principios que hizo Eduardo que está en la pu-
blicación, en el librillo del primer Encuentro mundial de radios colifatas. Esa
carta de presentación tiene una serie de principios, creo que de alguna ma-
nera, esos principios nosotros los vamos a tomar como elemento dispara-
dos para que podamos continuar ese mismo discurso, a partir de él montar
algo, ¿y por qué lo traigo hoy aquí en esta mesa? Porque yo creo que, y co-
mo acá se está hablando también de desmanicomializar o deshospitalizar,
si se trata nada más que de la administración de los cuerpos y adonde van,
si están en esta institución o si están en su casa pero tienen que ir a con-
trolarse a la policlínica, habría que preguntarse si eso desmanicomializa.
Nosotros creemos que desmanicomializamos una vez que el movimiento de
inclusión en realidad lo que da es participación y dispersa y reparte el po-
der. Ese primer movimiento lo tenemos que hacer, si no no desmanicomia-
lizamos nada, administramos a las poblaciones. Como decir que no estén
más encerrados, que estén dispersos. Pero no hemos hecho todavía el pa-
so fundamental, me parece a mí, si el acto de inclusión no es un acto de
inclusión en la participación, en la ciudadanía, en la construcción de nue-
va subjetividad. Entonces por eso, y además después vamos a tener que
conversar, porque voy a usar como un antecedente. Gracias.

89
Salud Mental

Colifato: Gracias colifa. Acá, Eduardito Codina (E.C.).

E.C.: Eh... Quiero decirle al compañero de Vilardevoz que muy lindo


haberse acordado de una palabra que utilicé, que creé yo para el En-
cuentro mundial, que me salió de muy adentro del corazón en un mo-
mento que podríamos llamar de un lapsus de locura, entre paréntesis. Y
quiero decir que es algo que debemos, como él dijo, construir la comu-
nidad. La Colifata ha sido el lanzador de alternativas para la salud. Ha
sido un disparador que gracias a una persona como Alfredo que tuvo esa
idea, que tuvo, podríamos decir, cincuenta por ciento de genio y cin-
cuenta por ciento de loco, cincuenta y cincuenta. Y si no fuera por una
persona que ha generado esa idea La Colifata no existiría después de
dieciséis años. Lo que el compañero de Vilardevoz me puso muy conten-
to y que recuerdo mucho, ahora no me acuerdo bien lo que puse porque
eso fue antes de mayo, antes del evento que es algo lindo que haya gus-
tado, es una carta de principios que yo creo que lo podemos adoptar en-
tre todos, no solamente los que hacemos radio sino los que también des-
de el otro lado del mundo, del muro, también entre comillas, podemos
hacer en conjunto: la sociedad y los que estamos adentro. Están invita-
dos todos a participar de estos movimientos de inclusión que no sola-
mente son para los pacientes mentales, que es un principio, sino para
toda la sociedad que está abandonada, que está así como los chicos de
la calle, como las familias que están abandonadas que no tienen un lu-
gar. Hagámosle un espacio a todos y seamos solidarios con todos, no so-
lamente con nosotros. Pero esto es un principio a creer que la comuni-
dad puede hacer cosas más grandes de las que hace actualmente.
Solamente necesitamos que de ese lado y de este del muro podamos
construir algo en conjunto, que nos una. Eso es lo que quiero, quiero que
participen, si tienen alguna pregunta, su pregunta no molesta (entre pa-
réntesis según el tipo de pregunta, ¿no?) (...) No, no, los días sábados
es gratis. Trinity, no estafes, eh...

Colifato: Ah, cierto, me había olvidado el detalle... Yo, cortito... Esta opi-
nión de )a mesa, a ver, ¿te podes acercar por favor?

Asistente: Hola, bueno, yo soy Julia Vallejos, soy residente del Hospital
Tobar García y quería aprovechar la presencia de Paulo para preguntarle
(...) más despacio... Creo que la coyuntura política, ideológica, teórica ac-
tual, aquí en Argentina, es distinta de aquélla en la cual se comenzó a ges-
tar la reforma psiquiátrica en Brasil, es como otro momento histórico, etc.

90
Lucha antimanlcomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

Creo que actualmente tenemos como muchas dificultades para romper


las dicotomías que se crean entre la clínica individual, las cuestiones co-
munitarias, los hospitales psiquiátricos, los hospitales generales, los mo-
vimientos vinculados a la reforma —heterogéneos también acá— y los
movimientos que parecen estar como al margen de eso. Se generan opo-
siciones en las cuales estamos también incluidos mucha de la gente jo-
ven que está trabajando dentro de los hospitales. Entonces, así como se
reproduce un adentro-afuera con bastante situación como de paranoia o
de desinterés de parte de la gente que trabajamos en los hospitales y que
bueno, yo encuentro bastante difícil que surja, hablo particularmente de
la situación —tal vez una generalización— de los residentes, de los con-
currentes, de la gente joven que está trabajando en los hospitales, que
permanece, de alguna manera, un poco ajena a estos movimientos. Y
quería preguntarte qué alternativas hay a parte de psicoanálisis, psiquia-
tría dura, reforma... y la gente que está en los hospitales psiquiátricos ter-
mina defendiendo las prácticas de los hospitales psiquiátricos, que ade-
más no son todas prácticas manicomiales como bien muestran acá.
Quería saber tu opinión acerca de la situación argentina, porque estamos
bastante de acuerdo en muchas cosas, pero los que estamos acá no so-
mos todos los que trabajamos en los hospitales.

Asistente: Hola, yo soy Alesandra, soy psicóloga, trabajo en la Intenden-


cia de Sao Paulo en la Asistencia Social. Me gustaría que Paulo hiciera una
evaluación del momento actual de la política de salud mental en Brasil, una
perspectiva d'e ía reforma psiquiátrica ciesoíe ef punto de vista efe ia acimi-
nistración de leyes y la consecuente inversión en servicios sustitutivos. Y si
quería hablar un poco sobre la cuestión de la medicalización y cuál es la
ecuación de los laboratorios en relación con los servicios de salud y los pro-
fesionales de la salud.

Asistente 3: Buen día, mi nombre es Joselia y soy profesora de Psico-


logía; mi pregunta se complementa con la de ella, y quisiera saber cómo es
que ustedes ven el discurso de la neuropsicQjogía en este contexto de una
reforma. Porque, voy a hablar del lugar donqe trabajo, sobre todo para los
niños el discurso hoy es la hiperactividad y el planteo de la medicalización
como el único modo de control. (...)

Asistente 4: Una consulta; yo soy Claudia, también soy psicóloga,


del Hospital Carlos Cisterna, hospital general, de la Unidad de Neurop-
siquiatría en el equipo de Psiquiatría Comunitaria, en Chile. En esta idea

91
Salud Mental

de la reforma de psiquiatría dentro de Chile. Desde ahí, cómo se ve o


cómo ustedes están entendiendo la idea o el concepto que está ingre-
sando como concepto de discapacidad. O sea, ver al paciente desde la
línea de la discapacidad psíquica. Y lo que significa, al mismo tiempo,
cómo va con esto de la inserción social si desde el vamos lo vemos co-
mo discapacitado. Cómo se está viendo eso, porque en Chile hay todo
un discurso con respecto a cerrar el psiquiátrico, empezar con un tema
más general como medicina. Pero al mismo tiempo salen las agrupacio-
nes de discapacidades psíquicas para lograr ciertos avances y ciertos re-
cursos municipales principalmente, una cosa como medio politizada.
Puede ser como movimientos de absorción política, de poder incidir, pe-
ro también estamos con el problema de que el mismo paciente, al tra-
tarlo te dice: ¿por qué soy discapacitado? Si la idea es que podamos in-
gresar, ¿por qué tengo que ingresar como discapacitado?

Asistente 5: Buen día, soy Rosana, soy profesora universitaria, psi-


cóloga; mi pregunta es para la mesa, en relación con cuando hablamos
de los niños, voy a ir un poco más allá, mi cuestión es ¿qué hacer con
los niños, adolescentes y jóvenes adultos que están en los hospitales psi-
quiátricos en regímenes cerrados? ¿Cuáles son las alternativas y las bús-
quedas que están pensando hoy? Porque en los hospitales psiquiátricos
más o menos están cinco años y hoy están con quince, veinte años, es-
tán institucionalizados en el hospital. ¿Qué hacer con esos niños, esos
jóvenes que están dentro de los hospitales psiquiátricos en régimen ce-
rrado? Porque lo que la gente ve es un trabajo bastante acelerado con
adultos, con personas crónicas. Mas esa clientela realmente parece que
tampoco accede a la educación, no la consiguen, porque tiene lugar pa-
ra ella. La psiquiatría también está patinando en ese sentido. Entonces
mi cuestión es en el sentido de pensar un poco en esa clientela que es-
tá dentro de los hospitales psiquiátricos en Brasil, y en algunos lugares
un poco abandonados.

Colifato: ¿Viste que el helado no muerde?

Asistente 6: Buen día, soy Mara, soy profesora, y mi pregunta para Pau-
lo es cómo está aconteciendo la discusión de las personas que están hoy
internadas en manicomios judiciales, que están en un local de tratamiento
que no trata, también pertenecen a un territorio de la Justicia que también
no los ve, no tienen una protección de la Justicia ni de la Salud? ¿Cómo es-
tá esa discusión hoy en Brasil?

92
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

Asistente 7: Bueno, hola, quería hacer una pregunta dirigida más que
nada a la gente de La Colifata,- soy María José, soy residente del Hospital
de Junín Abraham Pineiro, estoy coordinando junto con los compañeros un
taller de radio y quería saber cómo pensaban ustedes la radio en su dimen-
sión terapéutica, que obviamente es una de sus dimensiones, con relación
a qué lugar tendría en un dispositivo de externación. De externación, que
sea lo más eficiente posible, con sus fallas, pero qué lugar tendría la radio
con relación a la externación, pensando en lo terapéutico.

Asistente 8: Hola, me llamo Ulises Penayo, soy cordobés, estoy vi-


viendo en Suecia desde hace muchos años, desde el 7 6 ; tengo una pre-
gunta entonces para el compañero de Brasil y la compañera chilena que
habló, y sobre todo para la gente de La Colifata. En Suecia se cerraron
los manicomios en el '95, creo que todos saben eso, ¿no? Hace doce años
que no hay manicomios en Suecia. Y la historía ha mostrado que lo lo-
graron por dos conceptos centrales: uno fue el de que por ley se juzgó que
a los pacientes psiquiátricos se los equivalía con los discapacitados, co-
mo entiendo que está pasando en Chile. La gente ciega, la gente en si-
llas de ruedas, la gente con problemas de discapacidad luchaba junto con
los pacientes psiquiátricos. Y el otro, que creo que ha sido lo central, es
la participación del movimiento obrero, que lo toma como una consigna.
Es decir, que los sindicatos tienen una actividad muy importante en el lo-
gro del cierre de los manicomios. Entonces, mi pregunta es, a la gente de
La Colifata y a la gente del Movimiento Antimanicomial, sobre todo en
Buenos Aires: ¿cuál es la ligazón que hay con las centrales sindicales, con
los partidos políticos de izquierda, con la gente que representa al movi-
miento obrero, y si ese movimiento ha tomado esto como una consigna?
Para completar, les digo que el movimiento obrero sueco ha tenido una
tradición muy larga de lucha contra el alcohol. En las épocas del '30, '40,
'50, como en el norte de Argentina se les pagaba a los trabajadores con
alcohol. Entonces ellos tienen una larga historia de la lucha contra la lo-
cura como una lucha del movimiento obrero.

Asistente 9: Mi nombre es Concepción; soy de Brasil, trabajé muchos


años en el Hospital psiquiátrico San Pedro, y actualmente estoy traba-
jando en el Residencial Terapéutico Morada San Pedro, que fue inaugu-
rado hace seis años, más o menos, y voy a hablar un poquito de mi ex-
periencia como trabajadora dentro de ese Residencial, con los egresos
de los pacientes de San Pedro. En el inicio fue muy difícil, porque ha si-
do un hospital psiquiátrico. La gente estaba dividida. Había personas a

93
Salud Mental

favor de la lucha antimanicomial. Y otras no. Las dificultades eran bas-


tantes grandes, más allá de que en una época se consiguió que el go-
bierno se sensibilizase y que fuesen hechas residencias terapéuticas. Co-
mo no se consiguió en otro lugar las residencias fueron hechas dentro de
San Pedro. Los pacientes comenzaron a ser trabajados junto con la co-
munidad. Para que la comunidad de la Villa San Pedro pueda recibir a
los pacientes. Y los pacientes también fueron trabajados para poder vi-
vir allí. Entonces tuvieron que reaprender a vivir dentro de una casa. Por-
que dentro de San Pedro los recibían, la gente medicaba, la gente lim-
piaba y alimentaba a esas personas allí. Y ellas eran personas que vivían
sin saber cómo era el mundo de afuera. Entonces tuvieron que reapren-
der eso. Ahora el Residencial existe con muchas dificultades aún, y lue-
go de grandes dificultades causadas por un director que estaba en con-
tra de las residencias terapéuticas. Los trabajadores continuaron con las
residencias y ahora, lentamente, las cosas van mejorando. Esas residen-
cias terapéuticas, ese servicio, tiene que ser mostrado, difundido entre
la gente, para que todos aprendamos cómo tratar con esas personas, có-
mo recibirlas en la comunidad, cómo relacionarse con esas personas que
tienen esa diferencia. Y ese trabajo no debe ser solamente de un grupo
que está adentro, debe ser un trabajo de todos, de la sociedad, de los
gobiernos, de todo el mundo.

P.A.: Tengo veinte segundos para responder a cuarenta cuestiones.


Primero quiero decir a los brasileros, que pregunté aquí a Alfredo el sen-
tido de la palabra "colifata". Me explicó que una traducción muy próxi-
ma sería "viruta" para nosotros. Una expresión con algo de discriminato-
rio pero no tan agresiva, un tanto afectiva. Sobre la situación argentina
no puedo responder todo. Voy a decir algo. Acá también estuvimos ha-
ciendo reuniones del movimiento de la lucha antimanicomial, discusio-
nes, acá hay muchos compañeros que participaron. Y hoy mismo habla-
ba con Gregorio Kazi de que sentí la falta de espacio al final de este
Congreso, acá, de encuentros que tuvimos en los otros. Si hay una cosa
que nosotros tuvimos en Brasil, de importancia, fue la posibilidad de
crear un movimiento social sobre la cuestión de la locura, de la reforma
psiquiátrica, de la lucha antimanicomial. Es un movimiento social fuer-
te. En respuesta a lo que preguntó el compañero Ulises, señalo que hay
una presencia del movimiento antimanicomial muy interesante porque es
un movimiento social, como el Movimiento de los Sin Tierra, que no tie-
ne presidente, que no tiene sede, que no tiene inscripción financiera y en
los bancos, pero que existe. A tal punto que tiene sitio en los espacios

94
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

políticos de formulación, incluso en el Consejo Nacional de Salud, es un


movimiento social. Y esto acá también se está construyendo. Y pienso
que es un punto, una marca de diferencia que se puede hacer. Como ha-
blaron otras personas que se refirieron acá a las situaciones más políti-
cas, como por ejemplo de la situación obrera. Hay un desplazamiento
importante ya que nuestras alianzas ya no son únicamente con los par-
tidos, porque la idea de partido divide mucho, es como decir acá que se
es de River o de Boca. Con los partidos sucede eso. Por eso nosotros no
podemos ser amigos o pensar juntos algunas ideas. Hay un desplaza-
miento de la idea de partido hacia la idea de movimiento social, de prin-
cipios comunes. Nuestras alianzas pasan más por el Movimiento de los
Sin Tierra, por el Movimiento Sin Techo, movimiento de liberación de los
homosexuales, movimiento por los derechos de las mujeres y otros mo-
vimientos sociales tales como los de lucha por los derechos de los ne-
gros, de los pueblos indígenas, y otros que son llamados "nuevos movi-
mientos sociales". No son tanto las organizaciones sindicales, obreras,
gremiales. Sí por principios y cuestiones políticas más amplias. Y esto
es muy interesante. En los Foros Sociales Mundiales podemos tener es-
tos encuentros. Y ahí hay cuestiones muy interesantes como el Movi-
miento Hip Hop, que hace discusiones sobre la sociedad, y otros tantos.
En principio aclaro que yo no soy del gobierno de Brasil. Me interesa
marcar esto. Soy de una fundación pública de salud, independiente. Y
soy del movimiento político social del área de la salud. Mas yo tengo una
preocupación: con la aceptación de los principios y los ideales de la re-
forma psiquiátrica a nivel del Estado, o mismo a nivel de gobierno, se
está pudiendo asistir a una despolitización de la idea de la reforma. Hay
una cierta captura, podríamos decir, de los ideales políticos. El Estado
ahora dice que eso no hace falta, que después de la ley, ellos lo hicie-
ron, que no necesita más de ese movimiento social, de la sociedad. Es
como si el Estado, que es un Estado en principio de izquierda, progre-
sista, no necesita más de nosotros, de la sociedad. Es un peligro, inclu-
so fascista. Nosotros estamos viendo cómo una película que se está pa-
sando en Brasil que se llama Tropa de elite en la que los militares
torturan y el público aplaude. Es un síntoma muy grave de una sensa-
ción de que a la población le faltan formas de expresión, de discusión,
de participación. Un desaparecimiento muy expresivo de movimientos
como el MST que desde hace un tiempo está cada vez más estricto, más
en defensa —algunas veces— del gobierno, de las políticas públicas y
no más independiente, autónomo. Es una situación muy grave y amplia.
La cuestión de la medicalización de los niños: Brasil hoy es uno de los

95
Salud Mental

países donde más se medicaliza a los niños con, por ejemplo, ritalina.
Nosotros tenemos a Rita Lee y a ritalina (risas). Son dos: Rita y Lina.
Porque si está muy agresivo: Rita. Si está depresivo; Lina. Lo siento mu-
cho, no hay cómo responder a todos. El comandante Ernesto me dice
que debo dejar paso a Alfredo para que diga algunas palabras. Y si lue-
go quieren podemos charlar afuera.

A.O.: Nos tenemos que ir. No puedo contestar la pregunta de la com-


pañera, lo podemos hablar después en todo caso. Pero una sola cosa en
cuanto a lo que acaba de decir Paulo en relación al significado de "coli-
fata". Porque es una cuestión política. Más precisamente una cuestión
de micropolítica y hace a un modo de pensar el problema. No creo que
podamos resolver la realidad desde lo semántico. El nombrar es una
captura, podría decirse, sin embargo el problema no se resuelve nom-
brando de otro modo. Podríamos haber encontrado un nombre política-
mente correcto, pero eso hubiera acallado un problema que está y circu-
ía y nos hubiera obstaculizado inlerrogarío, me parece. Decir que es un
modo simpático de discriminar es bastante peligroso. Si suavizamos el
término y decimos que introducimos la variable afecto para discriminar
con amor sería aún peor. Si pensamos un proyecto tal como La Colifata
en tanto máquina productora de comunidad (en el sentido deleuziano)
quiere decir que pensamos cultura y sus formaciones como algo inaca-
bado, como estado experiencial, en permanente proceso de transforma-
ción. Las palabras cobran luz y "colifata" era un significante adormeci-
do. Una palabra que todos comprendíamos pero que estaba fuera de
circulación. Si la locura responde a un lugar de asignación que viene de
un otro, en nuestro caso es hacerle lugar para desde allí cuestionarlo o
retrabajarlo. Fue muy interesante el proceso de elección del nombre de
"La Colifata". Quienes conducían el programa de radio en la FM de San
Andrés les pidieron a los que estaban internados que le pongan un nom-
bre al espacio que tenían cada miércoles. Un correponsal "colifato" sa-
lió por los patios del Borda con grabador en mano a preguntar: ¿qué
nombre le pondrías a nuestra radio? De hecho cambió la consigna, no
dijo qué nombre le pondrías a la columna de opinión que tenemos en la
FM de San Andrés, dijo: ¿qué nombre le pondrías a nuestra radio? Fue
él quien fundó la radio, yo sólo supe escuchar ío que acontecía. Efigie-
ron cuarenta posibles nombres para su radio. Ninguno aludía a la locu-
ra, ninguno. Sólo uno, el que propuso Garcés: La Colifata. Como no se
pusieron de acuerdo en elegir un nombre, Pablito, integrante del grupo,
propuso que fuera la audiencia quien lo eligiera en el espacio donde se

96
Lucha antimanicomial: transformación de saberes, discursos y prácticas

retransmitía. Todos estuvieron de acueráo, hubo unanimidad. Ganó La


Coiifata, eso votó la audiencia. La Coiifata en encuentro con la comuni-
dad. Acepta ese lugar de asignación social para desde allí retrabajarlo.
¿La Coiifata es un concepto ligado a enfermedad o bien a salud mental?
El otro día Hugo López, integrante de La Coiifata, dijo algo que me lla-
mó muctio la atención. Exactamente dijo: Mi sueño antes era fundar un
pueblo califato y luego me dije: ¿Por qué fundar un pueblo califato y
encerrarme? Mejor crear un mundo califato donde cada uno tenga el
derecho de ser feliz. Tuvieron que pasar casi 17 años. Las palabras tam-
bién son producción socio-histórica y mutan. Gracias.

97
Capítulo VI

Resiliencia y resistencia

Gilou García Reinoso • Ester Cohen


María Rosa Neufeld • Ana Berezín • Dulce Suaya
Coordinación: Dulce Suaya

Dulce Suaya (D.S): (...) Proponemos abrir en este espacio un debate so-
bre los conceptos de resiliencia y de resistencia. La mesa en este encuen-
tro pretende analizar el sentido de la diferencia entre los dos términos, las
formas de aplicación y los resultados que pretenden alcanzar.
Nos hemos propuesto este debate debido a que en el ámbito acadé-
mico se encuentran en la actualidad con frecuencia investigaciones, tra-
bajos de campo, artículos y otros escritos sostenidos nodularmente en el
concepto de resiliencia.
Consideramos que amerita una reflexión crítica y la Universidad de las
Madres es el espacio propicio para convocarnos a esta polémica.
La mesa está constituida por compañeras de diferentes campos de
saber, lo que nos parece oportuno para ampliar las perspectivas del ám-
bito de discusión.
Nuestro objetivo es contribuir en dirección a constituir el Congreso en
un lugar de producción de conocimiento. Desde este objetivo convocamos
a que enfrentemos el desafío de poner en suspenso lo ya conocido, al esti-
lo de la propuesta fenomenologica, para someter al análisis crítico nuestro
conocimiento sobre resiliencia y resistencia.
A medida que voy pasando el micrófono, la compañera que tome la
palabra se presentará a ustedes como le parezca. La idea es que no va-
mos a hacer presentaciones de títulos. Lo que interesa acá es la dirección
que va guiando sus reflexiones sobre el problema y la consistencia de su
palabra con lo que hace. En ese sentido las presento como personas que

99
Salud Mental

actúan con convicción en la lucha por un mundo mejor y por la dignidad


del hombre. Ese es el título que tienen cada una de las compañeras que
en el día de hoy me acompañan.

Ester Cohen (E.C.): Bueno, yo me voy a presentar como el domingo fui


presentada por una persona, que me encantó. Estoy en el campo de la fi-
losofía, y de la filosofía pensada, ejercida, como praxis política. Y hace
unos cuantos años que tengo un grupo de estudio, como los grupos de es-
tudio de lo que se llamó Las Catacumbas, durante la dictadura militar. La
gente que salió de las universidades empezábamos a armar grupos de es-
tudio, que parecían una cosa un poco esotérica, un poco sectaria, pero fue-
ron nombradas en ese momento como Las Catacumbas, y alrededor de tex-
tos prohibidos nos reuníamos. Y es una práctica que me parece que, sin
estar en las catacumbas, en este momento un poquito se ha abandonado.
Saben que Hollow/ay, estuvo hasta hace pocos días en el país y tuve la
oportunidad de estar en una reunión en una casa tomada en Caballito, con
movimientos sociales, intercambiando experiencias con Holloway y le iban
contando lo que cada uno hacía. Y estábamos en esa reunión, el grupo de
estudio que yo coordino, que es un grupo de estudio con gente de más de
setenta años, militantes de toda la vida dentro de una corriente del trots-
kismo como fue la corriente de Moreno, que después fue el MAS y que se
separaron en ocho mil pedazos y que ahora algunos estuvieron como can-
didatos en las últimas elecciones, y digo lo de trotskismo como una cosa
bien esquemática, donde las ideas son exactamente las que eran hace cien
años. Estas personas, en este momento, están estudiando conmigo Toni
Negri, Foucault, hemos leído Las palabras y las cosas, estamos leyendo
Qué es filosofía, de Deleuze. Y unas de las personas del grupo nos presen-
tó como movimiento, diciendo que somos un grupo de estudio y que en es-
te momento un grupo de estudio es un modo de militancia. A mi me pare-
ció fantástico que alguien con cincuenta años de militancia en un partido
con la idea de organización de masas, de organización de partido y de mo-
vilización de las masas como los dos ejes fundamentales, que lea Qué es
filosofía, de Deleuze y que se cuestione todo lo que pensó hasta ahora, me
pareció fantástico. Entonces, en ese sentido, filosofía tiene que ver con una
práctica y con una práctica como dispositivo de militancia. Entonces des-
de ese punto de vista voy a plantear la cuestión de la oposición, entre re-
siliencia y resistencia, diciendo en primer lugar que la idea es dar visibili-
dad a cuestiones que las investigaciones experimentales dejan ocultas, o
sea, en esta actual fragmentación de los saberes lo que se privilegia es una
investigación experimental y todo lo que no sea experimental queda en el

100
Resiliencia y resistencia

terreno de lo dudoso. Entonces voy a plantear que lo que intento es dar vi-
sibilidad a la cuestión de dónde viene el término resiliencia y la lógica don-
de la resiliencia cobra sentido. Entonces primero voy a plantear tres cosas,
nada más, para hablar rápido: que plusvalía como concepto y como prác-
tica no es una contradicción del sistema sino que justamente plusvalía es
la articulación del sistema capitalista y esa articulación es una contrarie-
dad que no se resuelve, que se mantiene porque funciona, es lo que hace
funcionar al sistema. Y en ese sentido, en el mismo plano están la riqueza
pura y el trabajo desnudo, como ios polos entre los cuales funciona y no
deja de funcionar de esa manera, porque es el nudo del sistema capitalis-
ta, la riqueza que compra trabajo. Entonces, por un lado está la riqueza y
por otro lado está el trabajo desnudo, es decir, el trabajo de cuerpos ex-
puestos a ser comprados por la riqueza. Entonces la riqueza compra traba-
jo, pero la cuestión que quiero plantear es que hoy el trabajo es sin traba-
jadores, en el sentido de cuerpo puesto a trabajar. El trabajo es sin
trabajadores, el trabajo precario significa tiempo de trabajo sin cuerpos, en
el sentido del cuerpo en la fábrica. Entonces tiempo de trabajo sin cuerpos:
ejemplo, trabajar en la casa con la computadora y creer que eso es algo co-
mo una libertad. Otro ejemplo: estar siempre con el celular a disposición,
las veinticuatro horas del día, siempre h^y que tener el celular prendido
porque el jefe siempre tiene algo para preguntar, para decir Entonces, tra-
bajo con computadora y con celular en este momento puede denominarse
trabajo sin cuerpo en el sentido de la riqueza que compra tiempo, tiempo
de vida. Entonces en ese sentido el tiempo no tiene derechos, no hay de-
rechos laborales del tiempo. Entonces, a eso es a lo 0!ue puede dafse co^
mo la idea de que la plusvalía funciona comprando tiempo. Entonces la
cuestión es que el signo de la modernidaq es ese vínculo secreto que une
al poder con el dominio total del cuerpo. Agamben plantea que la nuda vi-
da, el concepto que dice que la vida es sin valor político, tiene el singular
privilegio de ser aquello sobre cuya exclusión se funda la ciudadanía. Es
decir, se anula la vida humana para construir un cuerpo político, y el cuer-
po político es lo que está subsumido al capital, es decir, el tiempo, no el
cuerpo concreto. Tal como Marx definió, el capital es una relación, no es
una cosa, por eso la biopolítica lleva al extremo la relación de explotación,
donde lo que está en juego es la vida misma. Hay un concepto muy inte-
resante de Agamben, que es un filósofo italiano, que vive, que estuvo el
año pasado acá, que dice que el hombre sagrado es un concepto que to-
ma del Derecho romano, es el hombre que; estaba destinado al sacrificio ri-
tual. Y como estaba destinado al sacrificio su muerte no constituye un ase-
sinato. Porque, precisamente, por definición, es el hombre que está

101
Salud Mental

destinado a ser sacrificado para los dioses. En la época de la biopolítica to-


dos los seres humanos funcionamos como el hombre sagrado, dado que el
sistema legitima la posibilidad de dar muerte al semejante. O sea, es legí-
timo. El estado de excepción es el estado fuera del orden jurídico y al mis-
mo tiempo apresado por el orden jurídico, y en esa separación simultánea
estaría oculto el sistema político, el fundamento del sistema político. Lo que
quiero significar es que toda la vida humana produce plusvalía, en lo que
Marx definió como subsunción real al capital; ya no se trata de la aliena-
ción y la explotación en las ocho horas de trabajo en la fábrica, sino que las
veinticuatro horas del día están incorporadas y controladas por el capital. Y
ya con esto termino. La definición moderna de ciudadano implica la para-
dójica situación en la cual la vida no tiene valor político. Pero esa vida es-
tá en el centro de la definición de ciudadano. Esta vida explotada y aliena-
da puede ser matada legalmente sin cometer homicidio: por ejemplo: matar
a un semejante es legal cuando un Estado invade a otro por el tema de la
justificación de llevar las libertades democráticas, cuando se hacen muros
en las fronteras entre Estados, cuando un Estado decide dejar de suminis-
trar electricidad a la población de otro Estado, fundamentalmente la fabri-
cación de biocombustibles con alimentos, este creo que es un problema
central de nuestro momento. Entonces, lo que quiero dejar subrayado es
que todos en este momento estamos expuestos a recibir la muerte por una
decisión política de un Estado.

D.S.: Muchas gracias Ester. La propuesta es que tomemos ejes de la


problemática para abrir el debate y escucharlos a ustedes, por eso van a
ser un poco acotadas las intervenciones.

Ana Berezín (A.B.): Buenas tardes, soy Ana Berezín. Yo voy a puntuar
algunas cuestiones porque creo que el tema de la resiliencia abre un de-
bate importante. Sé que hay muchas personas con las que en la mayoría
de las cosas acordaría, pero cuando abordamos este tema pueden llegar a
armarse discusiones muy profundas y al mismo tiempo muy ricas. Enton-
ces voy a puntuar algunas cuestiones porque creo que la intención de to-
dos es abrir un diálogo. Bueno, soy psicoanalista, en este momento desde
hace ya cinco años dirijo, en el marco de Naciones Unidas para los refu-
giados, un programa de asistencia humanitaria y psicosocial para los refu-
giados colombianos en Ecuador y hace poco también en la frontera con Ve-
nezuela. Vamos a empezar. Puntúo nada más. Una de las cosas que me
impactaron muchísimo, porque creo que habla por sí misma, es cuando se
agota un libro que se llama La maravilla del dolor. Esto me produce un

102
Resiliencia y resistencia

profundo impacto, no tanto por quien lo escribió, porque vaya a saber qué
cosas le pasan con el dolor, pero que tantas personas podamos adherir tan
fácilmente y leerlo y estudiarlo incluso, a mí me produce muchos interro-
gantes acerca de los procesos que nos han atravesado a lo largo del siglo
XX y que siguen atravesándonos aún hoy. Me hace pensar en varias cosas,
pero especialmente.- en una banalización del sufrimiento humano, hablo del
sufrimiento evitable; hay sufrimientos que son inevitables en la vida, hablo
de los sufrimientos evitables. Y que además de banalizar el dolor, o mejor
dicho como modo de banalización, se lo exalte.- "qué bueno que la gente
sufra, salen mejores... una maravilla". Parece que seremos mejores perso-
nas si sufrimos, cuanto más sufrimos seremos más capaces de desplegar
nuestras potencialidades. Es un viejo debate en relación a la locura y la
creación, pero ahora lo dejo al costado. Y yo creo que está en un contexto,
sobre todo en los últimos años, donde siguiendo un poco lo último que tra-
jo Ester acerca de lo que plantea Agamben sobre las diferentes formas de
biopolítica, no son todas iguales, pero bueno, las diferentes formas de bio-
política, que también es algo que habría que abrir y discutir, pero deseo se-
ñalar que lo que está presente es uno de los aspectos propios de la moder-
nidad, en especial, aspectos muy desplegados en la cultura judeo-cristiana
donde hay una exaltación del sacrificio, el esfuerzo, los impedimentos, los
estados de carencia y de padecimiento, siendo estos valores los que reali-
zan de mejor modo lo humano, los que realmente hacen que un ser huma-
no sea capaz de desplegar más verdaderamente su humanidad. A mí me
parece que este tipo de discursos y de prácticas dan lugar a que fácilmen-
te "compremos" en el sentido profundo de una adhesión acrítica algo que
se llama La maravilla del dolor. Yo todavía no descubrí ninguna maravilla
en el dolor. Salvo quienes tengan algún goce perverso oculto, yo creo que
el dolor me y nos produce, el propio y el de los otros, me y nos produce un
profundo dolor, y de maravilloso no le veo nada. Si alguien adhiriese sin
cuestionar "que cuanto peor, mejor", que quien sufre va a poder desplegar
mejor su subjetividad, y cuando lo que enfrentamos en diferentes experien-
cias y situaciones, sobre todo en las situaciones límites de enormes injusti-
cias, enormes carencias, enormes procesos de precarización, es que el do-
lor y el sufrimiento deshumanizan, expropian a las personas la posibilidad
de desplegar lo mejor de sí mismos, los reduce a una identidad cristalizada
de víctimas. Hay una serie de mecanismos psíquicos que facilitan, a partir
del accionar de los victimarios o de quienes ejercen un dominio, crear una
identidad; esa identidad se va construyendo a lo largo de generaciones, y to-
da aquella riqueza afectiva, emocional, de su propia imaginación, de sus
propias potencialidades creativas son barridas. Un ser humano reducido a

103
Salud Mental

estado de sobrevivencia, donde la vida ha perdido todo valor en el sentido


de lo que nosotros entendemos como una vida humana, y que sólo tiene
que pensar si va a comer o no mañana, o si va a tener qué darle de comer
a sus hijos o no al día siguiente, o sea que sólo está pensando en términos
de sobrevivencia, es una persona que está sufriendo, padeciendo, profun-
dos procesos de desubjetivación. Es decir, la palabra deshumanización tam-
bién es una palabra compleja, porque lo dehumanizado es parte de lo hu-
mano. Esto también es algo que hace a lo humano. Creo que lo inhumano
se ha instalado en el corazón de lo humano. Entonces, este congelamien-
to, encima ideologizado valorativamente como positivo, de ser víctima, sa-
crificarse resignadamente, el desafiar las carencias de ver cómo consigo co-
mida para el día siguiente, o de que modo me salvo de algún grupo que me
está persiguiendo, hablo en zonas de guerra o de conflicto armado, yo no
sé dónde está todo esto que se dice y que está en este tipo de libros o en
este tipos de prácticas yo y muchos de nosotros sólo conocemos la destruc-
ción que el dolor infligido por las diversas formas de violencia produce. Con
Gilou habíamos escrito, creo que en 2005, un artículo poniendo en cues-
tión este tipo de propuestas, que llamativamente son propuestas para tra-
bajar con las víctimas de la injusticia, de la pobreza, de la marginación, de
diferentes tipos de violencias, en fin como propuesta educativa o terapéuti-
ca o de acción comunitaria para el conjunto de las poblaciones. En ese ar-
tículo que escribimos, que ahora seguramente Gilou va a desplegar más, yo
contaba una pequeña anécdota de una jovencita voluntaria del Servicio Je-
suíta que trabaja en la frontera con la población refugiada, muy buena mu-
chacha, muy voluntariosa, muy solidaria. Y había llegado recién, había cru-
zado recién la frontera una mujer, que en principio pensaba que habían matado
a su marido, pero hasta el momento lo cierto era que estaba desaparecido, con
muchos chiquitos en estado muy lamentable, lloraba desesperadamente, y es-
ta jovencita les decía, muy buena gente, le dice: "para de llorar, estás viva,
agradece, no tenes por qué llorar, vos tenes que ser fuerte, y tenes que pelear".
Yo presencié esa escena. Por suerte la señora salió corriendo, se apartó, se fue.
Después fuimos, nos acercarnos otras personas hacia donde esa mujer se ha-
bía apartado. La revictimizó. Y cuando hablamos de revictimización nos refe-
rimos a un modo de intervención, por ejemplo a partir de la noción de resilien-
cia u otros, que se realiza con las mejores intenciones, siempre en nombre de
alguna bondad, y sería bueno recordar que la relación medios-fines tienen que
guardar total coherencia, que los fundamentos éticos y teóricos de nuestras
prácticas deben poder articularse en una praxis construida con el otro. Les re-
lataba entonces, cuando me acerqué y le pregunté, con total cuidado, porque
es una persona, una joven que merece todo el respeto del mundo, le digO:

104
Resiliencia y resistencia

¿"qué te pasa, por qué le hablaste así?". Muy rica, pone los brazos en jarro,
así me hace, y me dice.- "Pero tú no conoces el concepto de resiliencia?". Y me
dije bueno, así están las cosas.

Gilou García Reinoso (G.G.R.): Buenas tardes, yo soy Gilou García


Reinoso, soy psicoanalista y trato de articular y hacer trabajar el psicoa-
nálisis en el campo de lo social desde hace muchos años. No siempre
uno es bien visto al plantear esta perspectiva, pero sigo adelante. Me in-
teresó el tema de la resiliencia porque es un término del que diría con
cierta malicia que está de moda. Es un poco malicioso decirlo así por-
que le quita valor; pero creo que es verdad. Es verdad en el sentido de
que la moda es consumo y el tema es ofrecido al consumo: ustedes ve-
rán por todos lados libros, programas, en los que se trata de la resilien-
cia. Se propone fomentar el interés por el término y la práctica que lo
acompaña. Además de esto, en el trabajo que Ana menciona —publica-
do en Página/12— nos preguntábannos por qué se naturalizó tanto la
¡dea de que la resiliencia y se le da tanta importancia. Por ejemplo en
muchísimos lugares donde se hace trabajo social —lo que es muy meri-
torio y muy difícil— se inocula el tema de la resiliencia, como si fuera
algo que permitiera por sí solo superar las dificultades enormes que se
presentan en ese campo. Y se podría superar —dicen los que abogan por
la resiliencia— por la capacidad de ciertos sujetos de resistir mejor que
otros los embates terribles, los traumas, las dificultades, las carencias,
etc. La comparación viene de la física: es la cualidad de ciertos materia-
les que pueden recibir embates muy violentos sin que quede nada de
eso, sin que queden marcas...
Entonces, como yo anuncié que quería hablar del sujeto, porque en el psi-
coanálisis nos interesa la subjetividad, y la subjetividad nos debe interesar
mucho más allá del psicoanálisis, pues se trata de todos nosotros, de las con-
diciones para una existencia en tanto humana. Y esas condiciones son las
que dejan en nosotros marcas que nos constituyen, o nos destituyen...
¿Qué tipo de subjetividad se demanda hoy? ¿Por qué se ofrece al con-
sumo "el ser resiliente", como un valor? Alguien podría ser contratado o no,
según sea resiliente o no. Por ejemplo: en el campo laboral, la selección
de los que trabajan y de los que no trabajan es un elemento importante
aunque no explícita la ideología que la sustenta. Desde la escuela ya, al fo-
mentar en la pedagogía lo que llaman "el desarrollo de la resiliencia "la idea
es ya preseleccionar a la gente. Las prácticas son banales "reforzamientos
yoicos", o sea, trabajo en superficie, sin tener en cuenta el conflicto que a
menudo obstaculiza los logros.

105
Salud Mental

Cuando recién emergía el psicoanálisis dentro del campo de la psiquia-


tría, la psiquiatría se ocupaba casi exclusivamente de clasificar. Hoy vuel-
ve a la clasificación como elemento básico-, si ustedes ven el DSM IV que
es la biblia de la salud, la guía psiquiátrica para diagnóstico e indicaciones,
comandada en el fondo por los laboratorios ya que para cada situación hay
un remedio-, a la tristeza, a la depresión, a la exaltación, a la inhibición...
La forma que se da como innovación en el campo de la psiquiatría, es en
realidad un retorno de la vieja forma, un modo de encarar al sujeto; clasi-
ficándolo, descriptivamente como si se tratara de botánica. Con el agrega-
do de novedades farmacológicas en el campo de la tecnología.
De esta manera, clasificando y ordenando el sufrimiento psíquico, se su-
pone que merced a los avances en farmacología, éste se puede reducir, y
digo reducir como se reduce a un enemigo. Reducir el "trastorno"... cabe
preguntarse: ¿del sujeto o de la sociedad?
Un sujeto que enferma denuncia de alguna manera que algo no anda
bien. Entonces a ese sujeto hay que hacerlo callar de diversas maneras.
Una de ellas es primero seleccionando los que pueden callar, los que so-
portan el sufrimiento sin que nada hable, ni en palabras, ni en síntomas.
Ese sería el individuo "resiliente"; es una observación sumamente banal:
es cierto, hay gente que resiste más que otros. Pero ¿cuáles son los me-
canismos y los elementos y las condiciones que permiten que alguien
pueda resistir los embates o que sucumba a ellos? El "resiliente" apare-
ce naturalizado... Como es naturalizado, y hay algunos que sí y otro que
no, primero sirve para clasificar y segundo sirve para ordenar en orden
de importancia, hasta determinar quién será excluido. Y además se legi-
tima así que no haya que buscar las razones de esas diferencias. Noso-
tros también, todo el que se ocupa en educación, en medicina, en psi-
coanálisis, en antropología, en sujetos humanos, ve que hay diferencias
entre ellos. Ahora: ¿cuáles son las situaciones que hacen las diferencias,
las situaciones subjetivas y las situaciones sociales, socio-históricas? Se-
ría importante poder pensarlas. En cambio la idea de que la resiliencia
es una dotación importante para poder existir en un mundo cuyos trau-
mas y privaciones son permanentes, naturaliza todo, lo cual no exige
ninguna investigación. Es un pensamiento basado en la ideología: la del
más fuerte, un neo darwinismo. ¿Será un mandato del poder? Foucault
ha dicho muchas cosas en la época de la modernidad, ahora habría que
corregir algunas porque estamos en otra época, la post-modernidad. Pe-
ro esto no es absoluto; un antropólogo francés, Marc Auge: dice que la
post-modernidad no se ha separado de la modernidad sino que es más
modernidad: es sobre modernidad.

106
Resiliencia y resistencia

Creo que tiene razón y no tiene razón: ¿cuál es la diferencia de la épo-


ca actual con la modernidad?
La modernidad era el reino de la razón. La razón tiene dos aspectos: la
razón instrumental y la razón crítica. Lo que perdura y domina hoy es la
razón instrumental, fundamentalmente: la tecnología. La computación, la
revolución informática, todo eso es la tecnología, es la razón instrumental.
Eso funciona y es lo que reina en este momento. Y la razón crítica es lo que
no hay que ejercer; prohibida la razón crítica, hay pensamiento único.
El resiliente sería el que aviniéndose a todas las condiciones más adver-
sas tiene la posición de desarrollar la razón instrumental; alejándose de la
razón crítica acepta por ejemplo cualquier condición de trabajo. Se evalúa
su funcionalidad y se valora su "resilencia", que lo hace a su vez ser instru-
mental a lo establecido, lo instituido.. Estamos todos expuestos a ello, en
la medida en que las condiciones de vida son a menudo condiciones de so-
brevida y no de vida humana.
Acotación al margen: cuando me presento como psicoanlista, efectiva-
mente es así: soy médica psicoanalista; pero además estoy trabajando en un
organismo de derechos humanos como secretaha de Derechos Culturales.
No es fácil saber qué son los derechos culturales. Los derechos de
primera generación son los políticos y civiles, los de segunda generación
son los derechos económicos, sociales y culturales (DESC). A los econó-
micos y sociales ya da mucho trabajo ingresarlos, pero a los culturales
se los olvida directamente. Habría que pensar que para que un humano
pueda vivir como humano, la cultura es esencial. La cultura no es la in-
formación aunque ésta es parte integrante de la cultura —incluso el de-
recho a la información es muy importante para el acceso a la cultura—,
pero la cultura es más que eso: es todo aquello que hace a las relacio-
nes entre los humanos. Para que sea posible la vida juntos ("yo y el
otro", no: "yo o el otro") pero en la cual el conflicto está presente. La
resiliencia sería como una especie de tamiz por el cual se evita el con-
flicto, se evita la denuncia de un estado opresivo, se adapta y se funcio-
na perfectamente. Bueno, no diría mucho más porque nos habíamos
propuesto que ustedes hablaran mucho y vamos a dejarles espacio.

María Rosa Neufeld (M.R.N.): Mi nombre es María Rosa Neufeld, soy an-
tropóloga social, trabajo temas en los que se cruzan, se articulan la antropo-
logía, la educación, la política. Como aporte a este panel querría señalar al-
gunas cuestiones respecto de esta contraposición que marca el título del
panel entre resiliencia y resistencia, comenzando con señalar la polisemia del
concepto de resiliencia. Este concepto, que como han señalado las personas

107
Salud Mental

que han hablado antes en el panel, ha adquirido una enorme difusión, no


se utiliza de forma unívoca. Antes que nada quiero señalar mi respeto por
los ámbitos de la intervención, aquellos ámbitos en los que se desempeñan
docentes, trabajadores sociales, gente que trabaja con chicos en calle, en
donde esta categoría, el concepto de resiliencia, se utiliza muy frecuente-
mente como herramienta de trabajo. Sin embargo, aún desde el respeto por
estos usos del concepto de resiliencia, querría plantear algunas cuestiones
acerca de lo que carga consigo esta categoría y qué es lo que omite. Voy a
tratar de iluminar algunas cuestiones fundamentales que se entienden qui-
zá un poco más cuando uno sigue la historia de este concepto. Como se su-
girió en el panel, resiliencia es un concepto con el cual se intenta dar cuen-
ta de las causas por las cuales sujetos que estuvieron en condiciones muy
desfavorables en su niñez logran sin embargo, como adultos, una adecua-
da adaptación a la vida social. Cuando se habla de situaciones desfavora-
bles, se alude a una diversidad de condiciones: puede tratarse de violencia
familiar, de guerras nacionales o internas, la separación o la muerte de los
padres, la pobreza, el aislamiento extremo, ia promiscuidad, las violacio-
nes, la violencia personal. ¿De dónde proviene el vocablo? Curiosamente,
deriva de la física y es un concepto que parte de una analogía en la que se
compara lo que sucede con un aparato de medición que se utiliza para pon-
derar la resistencia que oponen los cuerpos a la rotura por choque. Un me-
tal resiliente es un metal que resiste la presión a la que es sometido. Que-
rría hacer una brevísima referencia a esta analogía: como tantas otras, se
propone seguramente para dar más claridad, pero no es casual aquello a lo
que se va apuntando. En la utilización del concepto de resiliencia por par-
te de la física, el objeto a ser probado es un objeto pasivo. Y esta es una de
las cuestiones que quiero marcar respecto de qué es lo que carga consigo
el concepto. El objeto está ahí para que constatemos qué le producen los
golpes. Y por tanto hay un componente externo que somete a presiones y
golpes al probado. Y hay un observador que es el que registra el efecto y es
ei que coloca el objeto en el instrumento y cuando se rompe, si se rompe,
lo desecha. ¿Cómo pasamos de este uso respecto de las calidades del me-
tal a las personas? El punto de partida del uso de este concepto de resilien-
cia en su aplicación a las personas, tiene que ver con una investigación epi-
demiológica llevada a cabo por unas investigadoras, Werner y Walker, que
realizaron a lo largo de treinta años un estudio de epidemiología social en
la isla de Hawai. Hawai no es cualquier lugar, es un estado asociado a los
Estados Unidos. El estudio de estas investigadoras se inicia en 1955, fe-
cha en que reclutan en Hawai la cohorte para este estudio. Siguen la vida
de 505 personas nacidas en Hawai en ese año, en 1955. La tercera parte

108
Resiliencia y resistencia

de estas 505 personas fue considerada "niños de alto riesgo" porque habían
nacido en la pobreza, sus padres eran hijos de trabajadores, habían sufrido
grave stress perinatal, vivían en ambientes perturbados por (a discordia o el
alcoholismo. Ustedes dirán que estoy mezclando la biblia y el calefón, pero
no soy yo sino este estudio el que los mezcla. Las investigadoras llegan a la
conclusión de que el 10% de la totalidad de la cohorte, pese a que perte-
necía a esa fracción de alto riesgo, a los 18 años se convertían en jóvenes
adultos competentes, confiables y cuidadores. "Competentes, confiables y
cuidadores" es el núcleo de la idea de resiliencia que surge de este estudio.
Después de leer esto lo que acabo de sintetizar en los trabajos de Melillo y
en los mismos trabajos de Walker, fuimos al diccionario y a algunos textos
sobre la historia de Hawai, que permiten reconstruir el contexto histórico-
político en el que desarrolló esta cohorte. Esta cohorte se recluta entre los
kanakos, la población originaria de Hawai, que había sufrido distintas inva-
siones, distintas expropiaciones coloniales, y que en definitiva había termi-
nado siendo parte de territorio asociado a Estados Unidos, Y esto no se ex-
plícita en ningún lugar del estudio. ¿Qué pasó con esa población kanaka que
pasó de una cifra de 330.000 integrantes en 1832, a 11.000 en 1948,
unos años antes del estudio?. ¿Qué les había pasado? Ni más ni menos que
los procesos que conocemos bien en América Latina: los efectos del etnoci-
dio, del genocidio colonial. Y en este sentido, quizá podríamos señalar que
en este estudio de Werner y Walker el concepto de resiliencia recuerda en
alguna medida al viejo concepto darwinista de los más aptos, o si quere-
mos, entre nosotros, a los sobrevivientes (pero hay que aclarar que sobrevi-
vientes de procesos sociales y políticos).

D.S.: A mí me interesa, a partir de lo ya presentado por mis compañe-


ras sobre resiliencia, plantearles dos cuestiones.
Una, preguntarnos por qué tiene tanta pregnancia el concepto de resi-
liencia en los estudios nacionales e internacionales. Cuál es el edificio con-
ceptual en el que se insiere y por qué se le otorga valor de aporte en la prác-
tica en salud mental.
Otra hace referencia al lenguaje: cómo podemos emplear las mismas
palabras y sin embargo estar diciendo cosas con sentido diametralmente di-
ferentes. Si ustedes me permiten voy a pararme, pues no sé hablar senta-
da-, será mi vicio de profesora.
Mis reflexiones se ubican en el terreno de la relación entre salud men-
tal y trabajo. Explorar por qué el trabajo reviste importancia aún para los
que son expulsados del mercado laboral, como es el caso de los usuarios
del Hospital Borda.

109
Salud Mental

Cuál es la especificidad de la relación que liga el sujeto al trabajo.


El significante trabajo como potencia de obrar (Spinoza dixit) no guarda
el mismo sentido que trabajo como empleo, actividad, quehacer, laburo.
Entonces me parece que algunas cuestiones valen la pena retomarlas
con el propósito de no desapropiarnos de nuestras palabras y sí redefinirlas
para preservar su sentido; más aún la palabra trabajo es bandera que sos-
tienen organizaciones, colectivos, las luchas de los trabajadores.
El campo semántico donde nosotros planteamos el problema del dis-
curso de la resiliencia lo designamos cultura del aguantar.
Se lee, con gran recurrencia, en los textos que tratan la temática, el em-
pleo de palabras tales como tolerar, soportar, sobrepasar, entre otros sig-
nificantes que apelan a la sumisión. Tal como expuso Ester, si contextua-
mos la propuesta de las estrategias resilientes en el campo del avance
capitalista, productor de subjetividades sometidas, veremos que la inclu-
sión en el mundo académico de este concepto se consustancia con la exi-
gencia del capitalismo vigente y le otorga legitimidad científica.
¿Sometida por qué? Porque domina el miedo, el temor, hasta incluso
el pánico.
Entonces nosotros escuchamos, muchas veces, la expresión aguanta,
peor es nada, por lo menos tenes trabajo, y muchas otras expresiones que
conllevan el mismo tinte afectivo... Entonces, me interesa situar ahí el dis-
curso con la semántica del aguantarresiliente.
Aguantar, soportar, tolerar, es indicador de conductas que proponen la
adaptación, la pasividad como forma de resolución de la adversidad.
Quiero apelar a las palabras de Grete Salus, que como Cyrulnik, pasó
también por el campo de concentración. Cyrulnik es el autor del libro La
maravilla del dolor, lo menciono porque es uno de los referentes importan-
tes en el tratamiento de la resiliencia. Perdió su familia en el campo de con-
centración, a los seis años se fugó del campo y hoy es médico.
Entonces, nos interesa delimitar los lugares en que acordamos con el
planteo y aquellos que marcan categóricamente nuestra diferencia.
No se trata de hablar mal de la resiliencia. Nuestra pregunta es: ¿Qué
ocurre con aquellos que pasan por situaciones adversas, incluso por si-
tuaciones extremas? Preguntarnos cómo la han superado, o mejor dicho,
cómo la han transitado. Encuentro en la frase de Grete Salus una orien-
tación a la capacidad resiliente de los sujetos que han pasado por tales
adversidades al decir que "el hombre no debe soportar aquello que sin
embargo es capaz de soportar".
El rasgo soportar es un rasgo que le es propio, inclusive Agamben va a
decir que la paradoja es que aquello que no debería soportar se transforma

110
Resiliencia y resistencia

en hábito y es paradigma de la vida cotidiana. A ese rasgo del hombre es


el que nosotros desapropiamos para situarlo en el lugar del no debe no co-
mo deber moral sino ético. Quiero ser clara en la expresión. Puntuar el no
debe no es negar la capacidad del hombre de soportar de implementar es-
trategias para sobrellevar la adversidad, sino que teniendo la capacidad pa-
ra hacerlo puede resistir desnaturalizar causas que no responden a un or-
den natural; el no debe en esas circunstancias es del orden ético-político.
Estando en un Congreso de Salud Mental y DD.HH. en la Universidad
de las Madres, esa posición propicia la potencia combativa del sujeto
Reiterando lo ya dicho, no son naturales las situaciones de adversidades
extremas, pueden ser transformadas, cambiadas, modificadas.
Los textos de resiliencia trabajan sobre atributos de lo humano, pero
las respuestas, las conclusiones, y el lugar desde donde se posicionan
marcan una diferencia tajante con el concepto de resistencia que hoy
queremos preservar.
La resistencia ubica, posiciona el sujeto en el lugar de la causa y es
desde el lugar de la causa que el sujeto instrumenta la potencia de ac-
ción, y crea estrategias de lucha. Lo que quiero decir es que el concep-
to de resiliencia habla de la capacidad del sujeto de soportar las adver-
sidades. Nuestra historia puede dar testimonio de las violencias
extremas que ha padecido y fue con resistencia que encontraron las es-
trategias para vencerlas, al no concebirlas como naturales sino posibles
de ser transformadas, posición necesaria que condiciona la emergencia
de la fuerza, del colectivo de lucha, la del yo con el otro. Ayer en la mar-
cha, se pronunció la frase "yo no soy sin el otro, el otro soy yo" (Levi-
nás). El otro soy yo tiene una doble función: ponerse en el lugar del otro
pero también ponerse en su lugar, establecer un enlace con el otro, el
enlace solidario. El lazo solidario, el lazo afectivo,
Yo trabajé con maestras en situación de pasivas-, denigradas, asediadas,
humilladas, destruidas. Sólo fue posible el desplazamiento del lugar endil-
gado cuando pudieron entender la causa, (...). Se trabajó con el dispositi-
vo de atención psicosocial Historia Vital del Trabajo (HVT), que posibilitó
armar un sistema de espejos donde el sujeto y los otros se reconocen como
sujetos de un saber socialmente productivo (SSSP). Se reconocen y se
apropian del saber sabido y de su pertenencia a un colectivo. En ese senti-
do sí es posible trabajar con aquellas situaciones extremas pero, vuelvo a
insistir, posicionando al sujeto como un sujeto de un saber socialmente pro-
ductivo que hace lazo con sus pares, con sus compañer@s para luchar con-
tra la causa que lo somete, la causa productora de la adversidad.
Abrimos el diálogo.

111
Salud Mental

Asistente Mi nombre es Susana Molina, soy médica y acabo de escu-


char una conferencia de Marie-France Hirigoyen sobre el acoso moral. Esa
conferencia de Marie-France Hirigoyen fue importantísima porque demostró
cómo se puede decir resiliencia a algo que nos lleva a deshumanizarnos y
al suicido en esos casos. En Francia, gracias al libro de Yrigoyen se ha crea-
do la ley del trabajo para las multinacionales. La gente se suicidaba en el
trabajo, sobre todo las personas de alto nivel, a nivel gerencial estoy ha-
blando, por el acoso moral. O sea, por el mecanismo del golpe que sería la
parte física de la resiliencia permanente pero no visibilizada. Cuando una
empresa o a un empresario o manager, como lo llaman ellos, le molesta al-
guien que sobre todo es muy capaz, muy trabajador, comienza un mecanis-
mo lento de desubjetivación, de abandono de sus tareas, o sea, lo acosa. Y
se vio, la psicoanalista mencionada vio cómo la gente se suicidaba porque
no podía responder a tanto dolor. Esto representó grandes mensajes por
mail a la psicoanalista que ella trasladó al Congreso, y a su vez fue citado
el presidente, y citados profesionales y políticos, y a partir de ahí hay una
ley en la cual las multinacionales están obligadas, por supuesto que tienen
otros mecanismos de defensa, pero no importa, a tener una multa de 15
mil euros, o un año de prisión a los directivos si no cumplen con el meca-
nismo de protección, entre comillas, de la salud mental de sus empleados.

D.S.: Acá, en el propio Congreso de Madres, han estado tanto Margari-


ta Barreto, que es una doctora de Brasil que también trabaja mucho con
ello, como una cubana, Lidia Guevara, hablando sobre el tema, pero tam-
bién en Buenos Aires hay avances con relación a eso.

Asistente: Mi nombre es Sandra Bonsanti y con relación a lo que la Dra.


Susana planteaba yo me preguntaba si de algún modo esto que plantea
Marie-France Hirigoyen en relación al acoso moral podríamos pensarlo co-
mo patologizar cierta situación que podrían estar más bien en el orden de
las condiciones laborales actuales, y que esas condiciones laborales actua-
les producen efectos que si bien son esto del acoso sistemático y que por
ahí para el desarrollo de ciertas leyes necesitamos de ciertos criterios, pe-
ro podríamos también intervenir pensándolos como que las condiciones es-
tán instaladas como una práctica social.

S.IVl.: Sí, también lo pienso así pero... Si hay algo más...

Asistente: También es una reflexión, mi nombre es Claudia Pérez Gao-


na, trabajo en prácticas antimanicomiales, no soy psicoanalista, y esto

112
Resíliencia y resistencia

también es una posición, como las nuevas prácticas que nos podemos dar
en estos tiempos, seguramente habrá muchas formas, por lo que escucho
en ustedes, de ser psicoanalista, pero en realidad, incluso desde lo anti-
manicomial, pensaba que lógicamente (los neuro-psiquiátricos) se han
llenado de personas no resilientes, que no han aguantado el dolor de las
familias, que no han soportado los incestos, las violaciones, los abusos,
la pobreza, las posiciones subjetivas en que sus familias los han puesto,
y entonces, desde ese lugar acusaron un síntoma y los locos vagando por
las calles, o quizá en este caso las personas que tienen problemas en sus
trabajos, como mencionó antes ella, interpelan al sistema capitalista, de-
nuncian las fallas del sistema. Y me parece que el sistema tiene múlti-
ples formas de invisibilizar aquello que no quiere que veamos. Uno de
ellos puede ser el concepto de resiliencia en un aspecto. Porque lógica-
mente si uno es resiliente es adaptado y no tiene síntomas, y los niños
van a la escuela, y finalmente uno se queda con el marido que tiene por-
que tampoco está tan mal y todo es tipo de cosas... me parece que hay
como una serie de factores que son, como vos decías, bien desde una po-
sición política, ¿no? Más allá de que el concepto yo también lo he segui-
do bastante, por otro tipo de cuestiones, incluso hasta el servicio de lo
antipsiquiátrico, de lo antimanicomial, uno puede pensar que hay perso-
nas que habiendo sufrido mucho han conseguido, por supuesto en condi-
ciones de libertad, de no manicomio, de no exclusión, y con un trabajo
diferente, volverse más sanos de lo que podrían estar con todo lo que pa-
decieron. Creo que es importante que ustedes mencionen la dimensión
política y una posición fuerte en relación a esto donde el sistema de do-
minación ha sofisticado sus técnicas, ha sacado el DSM IV, incluso lla-
mativamente en manos de los que han sido víctimas de la tortura, en es-
te caso de los centros de exclusión como eran los campos de
concentración, han podido hablar de resiliencia de una forma en que pa-
rece como que el dolor está bárbaro y que, coincido lo que decía la se-
gunda exponente, esto tiene que ver con la cultura judeo-cristiana tam-
bién: parirás con dolor, y ganarás el pan con el sudor de tu frente, y nunca
creativamente. Pero bueno, para terminar, me parece que esto tiene que
ver con que cualquier práctica insurgente, o cualquier posición revolucio-
naria o cualquier denuncia acerca del malestar indudablemente no está
muy a favor del sistema y la persona no es resiliente y se la empieza a
excluir como están diciendo aquí.

Asistente: Buenas tardes, soy brasilera, soy médica pediatra y trabajo


con niños portadores de sida. Mi lectura sobre la resiliencia, en el sentido

113
Salud Mental

de que no hemos tenido en el Brasil un comportamiento de las madres


buscando, en el Brasil nos hemos encontrado por parte de las madres por-
tadoras de VIH una necesidad muy grande de enmascarar, la posibilidad
de romper el secreto con relación al diagnóstico de sus hijos. También he-
mos observado que ellas crean diversos otros diagnósticos para justificar
el uso de la medicación. Las madres buscan enmascarar la posibilidad de
diagnóstico de sus hijos creando muchos diagnósticos socialmente acep-
tados como problemas cardíacos, leucemia, y con eso los niños se están
desarrollando como otros sujetos, están creando otro sujeto niño portador
de otra patología. La resiliencia es que podría ser fomentada buscando re-
significar esa patología que los niños tienen sin necesidad de mentir, y con
eso (...) yo entiendo que el secreto es necesario en un ambiente mayor, a
nivel grupal, hay mucho preconcepto y mucha exclusión. Mas es funda-
mental que nosotros, no portadores, abramos a esa posibilidad, y acoger
a esa población que continúa excluida.

A.B.: Me parece que lo que aparece y es importante tratar de ver es


cómo hacemos para disolver un poco las confusiones posibles. Es decir,
cuando hablaba la persona que hablaba del hospicio, de las prácticas
antimanicomiales, decía que las personas que estaban internadas en el
manicomio eran personas que no habían podido ser resilientes, pero yo
agregaría que tampoco habían podido ser resistentes. Es decir, habían
sucumbido sin resistencia y sin resiliencia; resiliencia es una especie de
estado intermedio en el que no sucumbe a la enfermedad pero aparece
como en una masa en la que pierde de alguna manera la cabeza, la po-
sibilidad de pensar su situación, por eso me parece que lo que dijo Dul-
ce de que el problema es ver la causa por la cual están en la situación,
es decir, no perder la cabeza, poder seguir pensando. En ese sentido, re-
cordaba, yo también trabajé en medicina del trabajo, en México, en la
Secretaría de Trabajo incluso, y recuerdo que hacía un interrogatorio a
un personal de jerarquía intermedia, bien ubicado; se le preguntaba có-
mo se imaginaba, cómo se representaba en la industria. Y él dijo esto
que me parece patético y también el colmo de una resiliencia que domi-
naría toda la persona: "yo soy una tuerca de la máquina". Es decir que
deja de ser sujeto, pasa a ser objeto de una maquinaria funcionando, y
como decía María Rosa, creo, hablaba de la escisión del yo; evidente-
mente un sujeto no es todo una cosa, por suerte, es también otras co-
sas, es decir que la resiliencia es una práctica que trata de imponer un
modo de ser que si tuviera un éxito total anularía la posibilidad de la
gente de pensar lo que debe, no solamente lo que puede. Me parece que

114
Resüiencia y resistencia

la confusión entre resistencia y resüiencia es muy importante disolverla,


rescatar la resistencia y que la posibilidad de ubicarse en un medio social
sin enfermarse y tener que terminar en el hospicio es una resistencia tam-
bién, no solamente una resüiencia.

Asistente: yo soy Ricardo Castro, hace dos años justamente, en opor-


tunidad del artículo de ustedes en Página/12, tuvimos oportunidad de
conversar sobre el tema con una querida amiga del grupo, que es Silvia
Berman, y compartíamos una idea que justamente quisiera ver cómo lo
ve la mesa. Para nosotros, para mí particularmente, la resüiencia, si bien
toca este tema del dolor que lo hace como cualitativamente distinto, me
parece que también establece la generalidad de las categorías de la pa-
tología psiquiátrica en general que también presenta esta característica
del no debes, que es lo que señalaba usted, En general el paciente psi-
quiátrico queda en un no deber por no poder. La pregunta iba a si no con-
sideran ustedes que es un poco la extensión, en una categoría específica,
de lo que hace el DSM hacia otras categorías que hace quince o veinte
años hablábamos de psicosis maníaco-depresiva y dos o tres tipos y hoy
hablamos de bipolaridad y seis o siete tipos a la manera del modelo in-
fectológico de las hepatitis, digamos; son cada vez más, porque cada vez
hay más posibilidades de introducir un fármaco para la bipolaridad uno,
otro para la bipolaridad dos, y así sucesivamente. Mi idea es que dentro
de un tiempo vamos a tener resüiencia uno, resüiencia dos, resüiencia
tres. Lo gráfico es que el alprazolán más vendido en el país se promocio-
na con un slogan que dice "favorece la resüiencia" y toma una frase que
atribuye a Eliott, que dice sugestivamente: "ya que no podemos cambiar
el mundo, vamos a hacerlo más soportable".

Ester Cohen: Sí, quería aclarar algunas cuestiones que se fueron di-
ciendo. Yo creo que tenemos que tratar de bregar por la posibilidad de
que cada grupo humano, cada colectividad, cada instancia donde haya
más de dos pueda pensar qué debe y qué no debe, siguiendo lo que di-
ce Dulce. Es decir, si a algo se parece esta forma de neo darwinismo so-
cial es a que las personas se adapten al modelo hegemónico presente y
necesario en la defensa de determinados intereses, con lo cual yo qui-
siera darle un matiz a lo que Dulce dice. Me parece que yo no sería
quien le diría lo que debe y lo que no debe. En todo caso le propondría
que pensemos juntos qué deberíamos hacer mejor para nosotros mismos
y qué no. No, no, sí, sí, deber para con uno mismo, para con el otro, co-
mo que haya espacios donde, en todo caso, cada grupo humano pueda

115
Salud Mental

encontrar una respuesta en común. La otra cuestión es la que está tra-


yendo Ricardo, que es esta universalización de la patología digamos. De
esto surgió en el encuentro pasado cuando nos reunimos aquí para ha-
blar de esto. Esta universalización dice que estamos todos en algún cua-
dro. En ese DSM iV existe incluso lo que llaman patologías de la cultu-
ra. Es una de las clasificaciones. Es decir, son las personas que no se
adaptan a las condiciones de su medio, no soportan alegremente y valo-
rando su dolor y alentando el dolor del otro porque va a ser mejor per-
sona; resulta que se llaman patologías de la cultura. Ya está en el DSM
IV eso. Yo tengo respeto por quienes trabajamos en situaciones muy di-
fíciles pero creo que esta es una discusión que hay que dar muy a fondo,
y pensar que sí, que a veces hacemos cosas que están mal por más que
seamos muy buena gente. Y creo que hay que dar un debate realmente
profundo y realmente me opongo firmemente, realmente creo que está
mal hacer eso. Está mal proponerle a alguien que se adapte al sufrimien-
to, y que lo soporte, y encima que sea digno de soportarlo, que se forta-
lezca. Y me parece que cuando Gilou decía que ciertas cosas son tan ba-
nales, que el ser humano desde que el hombre es hombre viene
soportando lo que viene, no hay duda, si no no hubiésemos llegado a
donde estamos, soportamos los embates de la vida, de la naturaleza, de
las situaciones extremas, de las injusticias, el problema es abrir espa-
cios donde la gente pueda elegir en todo caso qué y cómo quiere sopor-
tar y qué no, pero en todo caso en espacios donde nadie venga a decir-
le a nadie qué debe hacer y qué no.

116
Capítulo vil

Reflexiones sobre la práctica


profesional en una institución pública
para la salud mental

Clara Weber • Lidia Abel • Camila Ríos


Sofía Russo • Luciana Ramírez
Valeria Carosella • Sandra Duarte
Coordinación: Marcelo Cortizo

Introducción

Nos proponemos compartir aígunas reflexiones respecto de nuestra


práctica profesional desde la particularidad de una institución pública des-
tinada a la atención de la salud mental en el marco de la Residencia de Tra-
bajo Social en Salud.
Dada la estructura y organización de la modalidad de asistencia en sa-
lud mental en la Provincia de Bs. As., identificamos que la demanda insti-
tuida al Trabajo Social es la de facilitar la externación de las personas que
padecen trastornos mentales severos.
Esta demanda conlleva dos aspectos que consideramos centrales a la
hora de reflexionar críticamente sobre nuestra intervención. Uno vinculado
a la capacidad de diseñar estrategias de intervención profesional con carác-
ter de posibilidad en el marco hospitalario, contemplando los derechos de
las personas con quienes trabajamos, y otro vinculado al reconocimiento de
que en la actual coyuntura la modalidad de asistencia expresa la fragmen-
tación de la política social para abordar la problemática de la salud mental
desde una perspectiva integral.

117
Salud Mental

La Residencia (siendo de naturaleza eminentemente formativa) pro-


pone un espacio de construcción/reconstrucción a partir de la reflexión
permanente de las bases teórico-metodológicas, ético-políticas y opera-
tivo-instrumentales para el ejercicio profesional, las cuales se constitu-
yen en un medio que permite descifrar la realidad y establecer objetivos
de trabajo posibles como alternativa a una práctica profesional mecani-
zada y burocratizante.

Desarrollo

Entendemos a la modalidad de asistencia como expresión concreta


de la política social destinada al área de salud mental, gestionada y ve-
hiculizada a través de la instauración de hospitales especializados que
en articulación con instituciones judiciales, consolidan y respaldan una
forma hegemónica para atender las problemáticas sanitarias en un mo-
mento histórico determinado.
La crudeza con la cual se expresa la configuración y el funcionamiento
de la institución, sustentada en una lógica de atención que centra su accio-
nar en la disminución y/o represión de la sintomatología propia de la enfer-
medad mental, logra invisibilizar todos aquellos aspectos centrales que po-
sicionan a la persona en términos de ser social.
Esta forma de entender y abordar las manifestaciones propias de la en-
fermedad mental, signa no sólo un modo de comprender las problemáti-
cas que expresan las personas con padecimientos mentales sino que es-
tructura, regula, produce y reproduce prácticas sociales que tienen sus
raíces históricas en el surgimiento de la moderna sociedad capitalista, es
decir desde el momento en que la locura pasa a ser considerada bajo el
registro de la enfermedad.
Si bien noes nuestra intención desarrollar una reconstrucción socio-his-
tórica de la modalidad de asistencia construida para la salud/enfermedad
mental, queremos señalar que este reconocimiento histórico posibilita iden-
tificar la necesidad de realizar análisis más complejos respecto de la moda-
lidad de asistencia actual, su lógica imperante, el lugar asignado al Traba-
jo Social como profesión partícipe de la misma, a la par que nos da
elementos para entender y comprender la identidad atribuida en el marco
de la política social de asistencia en el sector.
En este marco, el sistema de residencias brinda las condiciones de po-
sibilidad para abordar el conocimiento desde la particularidad específica de
una modalidad de asistencia a la salud mental construida socialmente co-
mo respuesta a los problemas de salud/enfermedad mental.

118
Reflexiones sobre la práctica profesional en una Institución pública...

Siendo el Trabajo Social una profesión inserta en la división socio-téc-


nica del Trabajo, la función asignada al mismo se objetiva en su "saber ha-
cer" orientado como ejecutor terminal de las políticas sociales. En este sen-
tido, dentro de la institución psiquiátrica, se le demanda al Trabajo Social
que oriente su accionar hacia la externación de personas internadas. Esta
demanda devenida en la "urgencia institucional" se traduce en la solicitud
permanente de gestión "con" y "hacia" el afuera, depositando en el éxito
de tales gestiones el logro del objetivo institucional.
Esto responde a una racionalidad que visualiza desde una lógica frag-
mentada y parcializada el proceso de atención de la salud mental, donde
la concepción subyacente en torno a lo social se hace evidente en la inme-
diatez de la demanda: llamadas telefónicas, envío de telegramas, visitas
domiciliarias, gestión de recursos asistenciales varios, etc., etc.
Considerando que la salud mental está vinculada a las posibilidades
que cada sujeto tiene de resolver los conflictos que se le presentan en
su vida cotidiana, en un contexto socio-histórico altamente vulnerabili-
zante como el actual, es imprescindible comprender la emergencia de
padecimientos mentales dentro del contexto que los genera no pudien-
do la salud mental pensarse por fuera del proceso salud-enfermedad-
atención en general.
Concibiendo dicho proceso como una realidad socialmente construida,
lo cual da cuenta de que en cada sociedad y en cada momento histórico la
enfermedad recibe un contenido, un sentido (que suele ser diferente), a tra-
vés de instituciones específicas; la institución psiquiátrica es la respuesta
organizada para la atención de la demanda en salud mental^
En el caso específico del hospital psiquiátrico, esta demanda puede ex-
presarse de manera espontánea, por la persona que requiere la atención
de su salud, o generalmente mediante intervención judicial ante una si-
tuación de conflicto en la que se halla involucrada la persona que llega al
hospital. Desde este momento, y si se decide la internación, se inicia un
recorrido donde la mayoría de las veces se desconoce la trayectoria y
construcción del conflicto que trajo a la persona a la institución.
En ese recorrido la racionalidad institucional opera desde la hegemonía
del saber médico psiquiátrico definiendo el conjunto de prácticas que se

1. Entendemos la atención como el dispositivo que expresa la puesta en acto de acciones, dis-
cursos, instrumentos, recursos, estrategias y técnicas que dan operacionalidad a la acción pro-
fesional y la demanda, como las diversas expresiones en donde se solicita la intervención de
dicho servicio.

119
Salud IVIental

accionan sobre el sujeto internado. Es decir, en un primer momento todos


los actores de este escenario se acomodan en función de este saben

• Los profesionales, buscando establecer un diagnóstico que a título de


rótulo acompañará de ahora en más al "paciente"; en función de di-
cho diagnóstico se aplicará el fármaco para aplacar el síntoma y se
procederá a la observación de los efectos del medicamento sobre el
cuadro diagnóstico.
• El Poder Judicial, una vez impartida la orden de internación, deja en
manos de la "autoridad competente" la atención del proceso de sa-
lud/enfermedad del sujeto.
• La familia aceptará la orden médica que la excluye de la toma de de-
cisiones independientemente de que quiera distanciarse de la situa-
ción y de su familiar o quiera aportar al proceso de recuperación.
• En este escenario el trabajador social residente, de acuerdo al ser-
vicio en que esté rotando, intervendrá en los diferentes espacios
con función especifica.

En síntesis, en el proceso de atención se darán distintas etapas, aisla-


das; una especie de trabajo seriado que puede expresarse como la búsque-
da de la compensación psiquiátrica, que parte de la toma de decisión so-
bre la internación de la persona, la aplicación del diagnóstico y fármaco en
consecuencia, produciéndose paralelamente un pasaje por los distintos dis-
positivos, a saber: guardia, servicio de atención en crisis, servicios de agu-
dos y sub agudos, culminando, de no concretarse la externación, en el in-
greso de la persona a un servicio de rehabilitación (crónicos).
Los obstáculos y/o las preocupaciones de los sujetos que demandan la
intervención profesional tienen que ver con las dificultades que se le pre-
sentan en el cotidiano para asegurar, continuar y/o facilitar su reproducción
social. Frente a ello, las respuestas que se dan desde los ámbitos guberna-
mentales son políticas de corte neoliberal que no garantizan el derecho a la
atención, responsabilizando al sujeto de su propio padecimiento, violando
de esta manera su derecho a la salud.
Desde aquí identificamos que una de las dificultades en la formación de
la Residencia se encuentran vinculada al anclaje socio-histórico de la mo-
dalidad de asistencia en salud mental, cristalizando modos de respuesta a
la demanda asistencial, mostrándose como inmutable y sin posibilidad de
cambios sustanciales. La crudeza que presenta la realidad institucional
obstaculiza mirar hacia el afuera institucional como parte constitutiva de
una totalidad social más compleja.

120
Reflexiones sobre la práctica profesional en una institución pública...

El neuropsquiátrico, así como muchos de los trabajos que implican a la


asistencia social, nos muestra una realidad descarnada, condiciones muy
poco dignas de vida dentro y fuera del hospital, personas con historias de
vida que reflejan las peores condiciones de los sectores subalternos, situa-
ciones acuciantes que plantean los familiares de los pacientes. Al mismo
tiempo, como expresión de la realidad institucional, una modalidad de aten-
ción que no garantiza las mínimas condiciones de salud, una organización
del trabajo cuestionable, escasez de recursos y la dificultad de coordinar
con el personal y ios profesionales líneas de trabajo.
Consideramos que si la formación de los profesionales para interve-
nir en la realidad parte de desconocer el movimiento dialéctico, contra-
dictorio y dinámico de la misma, puede quedar obturada en posiciones
meramente instrumentales y burocratizadas como en aquellas suma-
mente idealistas o heroicas; ambas en definitiva favorecedoras del síafu
quo social y la inercia profesional.
Estas tendencias en Trabajo Social quedan disimuladas bajo la construc-
ción de discursos claramente progresistas, en apariencia de un contenido
intelectual sólido, pero carente de mediaciones que permitan una práctica
que supere la inmediatez.
Consideramos como parte de los desafíos a trabajar en la formación pro-
fesional, y como perspectiva teórico-metodológica, la posibilidad de supe-
rar la inmediatez^ que se expresa en la practica profesional para alcanzar
la identificación de una síntesis de determinaciones a partir de reconstruir
el propio movimiento de \a realidad, es decir la particularización de un cam-
po de mediaciones donde la apariencia necesita ser disuelta para que apa-
rezcan las mediaciones ontológicas.
Es decir, siendo parte de un colectivo profesional que interviene en la
vida cotidiana de los sujetos debemos ser capaces entender y compren-
der las condensaciones de lo singular, particular y universal como parte
de un todo complejo saturado de tensiones y contradicciones, que se nos
presentan como situaciones aisladas, hechos separados y como un re-
corte de realidad fragmentada. Mediatizar lo que se presenta como in-
mediato en la práctica profesional significa descifrar la lógica de los pro-
cesos sociales tanto desde dimensiones macroscópicas como en sus
manifestaciones cotidianas. Esto nos dará las pistas, las posibilidades y
límites concretos que nuestra intervención tiene dentro de los marcos

2. Cabe aclarar que en ese plano el dato empírico singular ya contiene en su complejidad
relaciones con la universalidad y la particularidad (Nobre Pontes, 2003).

121
Salud Mental

institucionales y las demandas de los sujetos.


En lo que salud mental respecta, podemos mencionar que resulta una
manifestación de la cuestión social que queda inmersa en dicho escena-
rio donde se evidencia una ausencia de política sanitaria pública articu-
lada a los tres niveles de atención, donde sin embargo la institución es-
pecializada, manicomio, resulta en el único dispositivo y respuesta de
atención a la problemática.
Si bien han existido distintos intentos de reforma en la atención de la
salud mental, existe ciertamente una falta de decisión política, al menos en
Provincia de Buenos Aires, para emprender su transformación, continuan-
do la hegemonía de la institución psiquiátrica como dispositivo.
Este planteo nos lleva a preguntarnos por el tipo de dispositivo asisten-
cial en el cual estamos insertos, preguntas de carácter político, que nos
centran en la reflexión sobre nuestra práctica profesional.
En este sentido, creemos que es posible refundar la política como es-
pacio de creación y generalización de derechos, reinventando mediacio-
nes capaces de articular la vida social de las clases subalternas con el
mundo público de los derechos y de la ciudadanía. Pensar y hacer en un
trabajo en el Hospital que apunte a tomar en cuenta al otro como sujeto
portador de derechos y como ciudadano, refiere a una decisión política
que como profesionales debemos tomar.

122
Reflexiones sobre la práctica profesional en una institución pública..

Bibliografía

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método en las Ciencias Sociales", dictado por el Dr. J.R Netto, en el mar-
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Servicio Social como especialización del trabajo colectivo". Grupo
de Investigación y Acción Social. Facultad de Ciencias Humanas.
Universidad Nac. del Centro de la Prov. de Bs. As. Tandil, 2004.
123
Capítulo vil

Taller de escritura

Natalia Ugarte • María Inés Machado


Germán Dumrauf • Graciano Braganza
Coordinación: Marcelo Cortizo

A partir de la experiencia de un taller de escritura que se lleva a cabo


en un comedor del barrio El Carmen, de Berisso, con chicos de entre 3 a
13 años, referente del comedor y residentes de Psicología y Trabajo Social,
intentaremos arribar a algunas conceptualizaciones que han sostenido
nuestra práctica de promoción de la salud. Dicha experiencia apunta a ins-
talar una lógica de respuesta diferente frente a la inmediatez de la deman-
da, posibilitando distintos "usos de la palabra" a través de la escritura y la
lectura como formas de pensar y encontrarse con el otro. Para finalmente
descubrirnos en una nueva modalidad de trabajo en equipo a través del pa-
saje de la interdisciplina a los "intersaberes", consecuencia de pensarnos
en "situación" y establecer un habitar con otros.

Primeras escenas
El lazo con el comedor se origina a partir del trabajo de diagnóstico
nutricional que se estaba realizando en diferentes comedores. Por otro
lado llega al Servicio Social de la US N° 35 el pedido de intervención de
una madre a causa del abandono escolar de su hijo. Trabajo Social en-
trevista al niño, quien refiere querer seguir estudiando, pero en otra es-
cuela. Ante la imposibilidad del cambio, se intenta sostener el hábito de
leer y escribir en el comedor. Se comienza a trabajar y espontáneamen-
te los niños que concurrían se suman a la actividad. Un armario lleno de

125
Salud Mental

libros se convierte en biblioteca y se incrementa la participación de los


niños. Sin demasiada estructura se iban desarrollando los encuentros,
pero algo se hacía notorio: el eje de los mismos giraba en torno a una
demanda individual, provocando-una acción inmediata por parte de los
residentes. Se evalúa esta situación a partir de la incorporación de los
residentes de Psicología y se trabaja sobre la reducción del espacio a un
caso particular y la implicancia de los residentes participantes. Paralela-
mente se fue haciendo evidente la apropiación del espacio por parte de
los chicos/as y de la referente del comedor. En este contexto se llega a
nombrar ese trabajo que se venía reahzando como un Taller de escritu-
ra y lectura de cuentos.
A partir de allí se realiza dos veces por semana, a la mañana, y una a
la tarde, en función de los turnos escolares.

¿Cómo pensamos el taller?

Consideramos el taller como un espacio para pensar con otros, siendo la


lectura y la escritura modos de encontrarse, actividades que permiten ensa-
yar maneras de estar con el otro.
El taller implica la superposición de dos escenas la producción escrita
(cuentos y dibujos) y la producción de grupos de trabajo (niños, referente
del comedor y equipo de salud). Los objetivos del mismo están en relación
con el proceso creativo y de expresión de las representaciones del mundo,
poniendo en tensión lo singular y lo grupal. Dichos objetivos se ponen a ju-
gar a partir de resoluciones de problemas por vías diferentes: Así la posibi-
lidad de despegarnos de lo dado, de aprehender otros mundos, y de confor-
mar, a través de las producciones y de este encuentro, un habitar común.
La construcción de un marco nos permite ordenar y leer los efectos de
lo que allí sucede y transmitir la experiencia. Para ello es necesario mante-
ner estructuras flexibles que se reconcilien con los imprevistos, desligándo-
nos de consignas rígidas que obstaculicen la palabra de los chicos. Dispa-
rador central del trabajo que allí se realiza.

1^ escena

En un phmer momento las producciones fueron individuales, se logró di-


ferenciar el espacio del taller del espacio del comedor y cada uno elaboró
una "carpeta" para guardar sus creaciones. Progresivamente se llevaron a
126
Taller de escritura

cabo producciones grupales que se plasmaban en afiches que empapelan


hoy las paredes del comedor. La creciente construcción del espacio, enten-
dido como "lugar practicado"^ se manifestó a partir de la elección y vota-
ción de los nombres del taller según los horarios. Otro hecho relevante fue
la organización espontánea y autogestiva de los chicos para recaudar dine-
ro con el fin de comprar útiles y materiales para los talleres. Recuperando
así los modos de hacer con los que contaban frente a los problemas.

2^ escena

Estamos convencidos de que los encuentros y lo que allí se produce no


son ajenos a la manera en que nos pensamos como equipo de salud.
En este proceso se fue arribando a distintos hitos en función de los
encuentros posibles "entre" los distintos participantes: equipo, referen-
te del comedor y chicos. En un comienzo la relación se dio uno a uno
entre coordinadores y chicos, la referente progresivamente pasa de las
denuncias de situaciones de los chicos o familiares a pensar y partici-
par en las actividades del taller haciéndose evidente su interés por es-
tar compartiendo y proponiendo tareas.
Se intenta sostener las actividades colectivas donde el intercambio
genera otras maneras de estar con los otros, hay una mayor interacción
entre ellos y nosotros, aunque tendemos a funcionar en bloque. Apare-
ce como dificultad el forzamiento de roles de la coordinación y de la
consigna en detrimento de leer los efectos de lo propuesto en los chi-
cos. Se vuelve evidente el aburrimiento, ausencias, etc. y se empieza a
escuchar la asimilación del taller a la escuela, perdiéndose la conversa-
ción con cada pibe.
Dichas dificultades nos llevan a supervisar y como consecuencia se pro-
duce un viraje donde se pone a jugar nuestro lugar como siendo parte de
ese espacio, no ajenos a lo que allí se produzca. Se apunta a la "provoca-
ción" entendida como el convocar voces, donde no se trata ya de "dar la
palabra" sino de que cada uno la tome. Siendo actores en situación, en la
particularidad de ese espacio y con esos pibes, en suma siendo todos y ca-
da uno parte afectada en ese habitar común, lugar de afectación desde
donde se hace uso de la palabra.

1. De Certau, M. La invención de lo cotidiano. Universidad Iberoamericana. Mexico, DF, 2000.

127
Salud Mental

Se pasa entonces a definir los objetivos del taller conjuntamente. En


la misma línea, entendemos un habitar común configurado a partir de
acuerdos de convivencia, donde la palabra sea un recurso frente a la in-
mediatez de la acción, principalmente cuando los tratos agresivos irrum-
pen en la escena del taller.
Ya no se trata de que el equipo de salud planifique las actividades a rea-
lizar sino de ofertar propuestas que toman forma en el encuentro con el in-
terés de los chicos. Sostenemos que el espacio del taller entendido como
un habitar con otro sólo puede permanecer si cada uno de los participan-
tes es "parte interesada", en tanto algo de su deseo se juega allí.

La ocasión de ser autores

Haciendo de la oportunidad una ocasión, el encuentro con los chicos


del comedor y un interés compartido en la tarea nos llevó a recorrer dis-
tintas referencias bibliográficas tomando conceptos de autores portadores
de distintos saberes, permitiéndonos crear así un universo común de sig-
nificaciones entre nosotros.
Comenzamos a leer autores como Gianni Rodari, escritor y tallerista in-
fantil, de quien tomamos variados modos de inventar historias y de generar
un espacio donde distintos "usos de la palabra" sean posibles. Al decir de
este autor-. "... una verdadera democracia debe estar preparada para dar, a
todos, todos los usos de la palabra, incluso el de inventar cuentos... un
cuento puede ser inventado a partir de un elemento cualquiera, puede ser
un palabra detonadora, puede ser una situación desafío, puede ser un per-
sonaje dominador...".
Otro autor importante en este proceso fue Michael de Certau, psi-
coanalista, historiador y antropólogo, quien nos permitió pensar el ta-
ller como una práctica social donde se rescata, en la apropiación del
espacio por parte de cada uno de los participantes, la singularidad que
él nombra como "usuario". Hace referencia así al uso singular que ca-
da sujeto hace de lo que el mercado, en tanto instituido, le ofrece. El
autor cuestiona la homogeneización de las culturas de masas encon-
trando en las prácticas cotidianas las maneras singulares de emplear
los productos "impuestos". Rescatando allí el "arte de hacer" propio
de los sujetos en un lugar y tiempo determinados. También subraya
que para que una oferta sea efectiva es necesario tener en cuenta la
dimensión temporal de la ocasión que no es sin la presencia de un de-
seo que articule el encuentro.

128
Taller de escritura

Otra escritora infantil con quien nos encontramos fue Ana María Ma-
chado, quien plantea que los niños como los artistas son aquellos que se
preguntan no solamente ¿por qué? sino ¿por qué no? "Poetas, locos y ni-
ños, todos marginales y sorprendentes, todos carentes de una lógica pre-
fijada y, al mismo tiempo, dueños y maestros de otra lógica al revés (...)
se mueven en un territorio ambiguo, equívoco, multívoco, donde los com-
portamientos y actitudes pueden y deben ser re-inventados a cada instan-
te, donde una pregunta tiene muchas respuestas y una respuesta es da-
da a cuestiones múltiples..."
A partir de estos autores pensamos que si bien los niños se encuentran
inmersos en un mundo de palabras es necesario que se dé un proceso de
apropiación de las mismas en donde puedan jugar con sus usos posibles.
Inventar lleva a producir un acontecimiento en donde lo real, lo fantás-
tico y lo posible se desdibujan. La ficción es un momento de traducción y
decantación de aquello que produce marcas en el sujeto, quien no es un
mero receptor de la realidad, por lo que todo acto de lectura lleva implíci-
to un acto de escritura. La fantasía, el juego, los relatos son el lugar don-
de sólo con decirlo las cosas pueden cambiar por el poder mágico de las
palabras, antesala de la transformación de la realidad. Es entonces que se
deben facilitar las condiciones para que los niños puedan crear.
Mediante este proceso los participantes se estructuran y estructuran la
realidad, implicando esto la posibilidad de reconocernos como productores
de la historia. En tanto, lo que se ofrece no es un lugar de corrección por-
que no hay modelos, sino tantas creaciones como sujetos.
La presencia de la palabra de los niños los vuelve los actores principa-
les de la escena que se monta. La conversación con ellos es fundamental
en este proceso para conocerlos y conocer sus preferencias, ya que se de-
be tener en cuenta en este espacio, aparte de la edad, qué cosas motivan
su atención. Por lo que es importante tomar como guía la respuesta del su-
jeto a lo que se le ofrece, estando atentos a su subjetividad.
Es necesario que en el encuentro con los niños se transmita un saber
hacer con la palabra como ejercicio cotidiano, en tanto que ella mediatiza
la acción produciendo el intervalo necesario para que lo simbólico funcione
estructurando la realidad.

Conclusiones

Consideramos que todo acto de lectura lleva implícito un acto de escri-


tura en donde cada lectura nos vuelve autores de una versión posible. Es
129
Salud Mental

así que el encuentro con las lecturas posibles, la de los chicos, la de los au-
tores mencionados y las nuestras nos llevó a escribir en distintas ocasiones
con el fin de transmitir las marcas que las mismas nos provocaron.
Pensamos el pasaje de la interdisciplina a los intersaberes como conse-
cuencia de ios saberes que cada uno de los participantes del encuentro po-
ne a jugar allí, nutriendo la trama que se crea. Saber hacer que operativiza
tanto conceptos como prácticas o modos de hacer con aquello que se nos
presenta, existiendo tantos saberes como sujetos participen.
Corriéndonos de la exclusividad de los saberes disciplinares para dar
ocasión a la creación y a los distintos modos de habitar posibles.

130
Taller de escritura

Bibliografía

AA.VV. Contrapoder: una introducción. Edit. De mano en mano. Bs. As.,


2001
De Certau, M. La invención de lo cotidiano. Universidad Iberoamericana.
Mexico, DF, 2000.
Machado, A.M. Buenas palabras, malas palabras. Edit. Sudamericana Bs.
As., 1998.
Rodari, G. Gramática de la fantasía. Ediciones Colihue, Colección Nuevos
Caminos, Buenos Aires, 2004.
Stolkiner, A. "¿De qué hablamos cuando hablamos de interdisciplina?" Re-
vista El campo psi, Ano 3, N° 11. Rosario, 1999.

131
Capítulo IX

La intervención del Trabajador Social


en el área de salud mental
en un hospital de agudos.
Hospital Dr. Mario V. Larrain de Berisso

Rita Hernández • Jessica Guerrero


Graciano Braganza
Coordinación: Marcelo Cortizo

Eje temático: La refundación de lo público: luchas,


resistencias, salud mental y derechos humanos.
Objetivo: Instalar un dispositivo institucional en un contexto
socio-político en crisis

Introducción

Pensar la intervención en el campo específico de la salud mental en


un hospital de agudos es pensar en otro donde muchas veces está im-
pedido hasta el discurso; además implica la mirada de otros campos dis-
ciplinares donde ese otro la mayoría de las veces es objetalizado y lle-
vado al disciplinamiento del cuerpo (una operación de vesícula, un
parto, un accidente en la vía pública).
La resonancia de las patologías mentales y su gnoseología produce
casi siempre en el establecimiento sanitario una irritación que muchas
veces llega al rechazo; se han escuchado frases como "otra vez ese pe-
sado que no puede dormir", "si se quiere morir por qué no se toma todo

133
Salud Mental

el frasco...", "ahí está tu paciente el fanguero" (depresivo). Cuando los


pacientes molestan son de los demás. Son excluidos del circuito formal
de atención. Sobre todo si además, en el caso de requerir internación, es-
tán fuera de sector (no hay camas para ese fin).
La historia de la salud mental posee un registro y una crítica social ex-
tensa; sin embargo, en la observación actual la diversidad de etapas histó-
ricas persisten en el mundo occidental planteando rupturas en algunos ca-
sos o situaciones, pero persistiendo en continuidades básicas en el modelo.
Los desarrollos en la culminación de la intervención en salud mental
especialmente en la psiquiatría, culminan con la construcción homologa
a la enfermedad orgánica. En este proceso de explicación-intervención
convergen acciones específicas en lo legal, institucional y terapéutico a
punto que estas construcciones disciplinares se intercambian en la inter-
vención de sus objetos (pacientes).
En el aquí y ahora vemos emerger situaciones como trastornos de
consumo, ataques de pánico, depresión, trastornos de conducta (impul-
sividad), asociadas o producidas por la pobreza, desocupación, violen-
cia social, que transforman las patologías mentales en nuevas, donde
cae el paradigma donde se asentaban las clasificaciones tradicionales
que resurgieron en un contexto de desarrollo social en la Europa de las
posguerras (manías, melancolías, esquizofrenia, depresión, demencia,
neurosis, etc.).
La ruptura de un orden dado por el Estado de bienestar en nuestro
país trajo aparejados profundos cambios en la estructura social, impac-
tando en actores y organizaciones sociales, provocando la ruptura del la-
zo social. El sentido de pertenencia y la capacidad de interacción son el
núcleo de la condición humana. Las sociedades humanas están ancla-
das en el diálogo y la interacción con otros, dentro de un espacio común
de significados compartidos; frente a la exclusión —mucho más acen-
tuada en las personas con patologías mentales, donde se pierden no só-
lo las pertenencias personales sino también familiares, barriales, históri-
cas, culturales— la tarea de resignificar, a través de la escucha activa,
de la reconstrucción de sus recorridos, de la potenciación de sus capa-
cidades, lleva a la humanización. Sin este trabajo que apela constante-
mente a nuestra capacidad creadora es imposible que los sujetos resis-
tan, abandonen la docilidad y la domesticación para luchar contra los
enemigos externos e internos. El trabajo en equipo —donde se enuncian
acuerdos ideológicos para el hacer delimitando claramente el campo de
intervención— configura la modalidad operativa para el desarrollo de las
estrategias de acción.

134
La Intervención del Trabajador Social en el área de salud mental...

Conclusiones

Nuestra meta final es lograr la recuperación de ciudadanía en pa-


cientes, es decir la capacidad para reconocerse como actores sociales,
modificando su entorno social de modo de poder realizar proyectos per-
sonales. Es un camino arduo ya que nos encontramos con muchas di-
ficultades, problemática institucional, ausencia de familia, falta de po-
líticas públicas de inclusión, discrepancias en el diagnóstico y
pronóstico del tratamiento, etc.; la idea es lo que García Canclini de-
nomina la lucha por el sentido. La tarea cotidiana es un lugar de in-
certidumbre, la tarea cotidiana nos interpela a conmover nuestra capa-
cidad creadora, intentando en el día a día generar nuevas instancias en
los dispositivos de trabajo. En un país que vio arrasados sus ideales de
justicia social, creer en utopías que nos devuelvan los sueños es parte
de la lucha, de la resistencia del combate y de la construcción para re-
cuperar la dignidad perdida.

Proyecto de Prevención del Intento de Suicidio


en Adolescentes en el Partido de Berisso

Fundacnentación

Las graves condicionantes sociales con un actual contexto cada vez


más exclusor, en el que la precarización ya no es sólo laboral sino de va-
lores y vínculos, han hecho emerger situaciones de potencial riesgo en
las comunidades.
En el partido de Berisso se han multiplicado los casos de intento de
suicidio, el número entre los adolescentes es alarmante, así como tam-
bién las características de los casos. Dichos datos se han extraído de
una investigación realizada en el hospital, coliorte 2001-2002 y recien-
temente de los ingresos a la guardia, cohorte enero a julio 2003. De
su magnitud se infiere que los intentos de suicidio se han constituido
en un dato epidemiológico a tener en cuenta, sobre todo en lo que ha-
ce a la prevención del suicidio. En el primer semestre 2001-2002 se re-
gistraron 72 casos, dando un promedio de 12 casos por mes; en el año
2003, en el primer semestre se registraron 95 casos, lo que significa un
promedio de 16 casos por mes. Haciendo una correlación se ha produ-
cido un incremento del 35% en el número de casos.

135
Salud Mental

Otro dato digno de destacar es que la edad de los pacientes ha dismi-


nuido en forma considerable. Los jóvenes no encuentran espacios para la
participación y organización, sumados a problemas en sus familias, la es-
cuela y otros lugares de referencia, que los coloca en situación de vulnera-
bilidad psicosocial. Frente a esta situación los profesionales de la salud he-
mos hecho un replanteo en cuanto a la necesidad de elaborar nuevas
estrategias que contemplen un trabajo sostenido donde se visualice a la red
como una modalidad operativa.
Esta tarea es compleja y requiere varios momentos que, espiralados y
profundizados, impactarán de un modo más seguro.

Marco conceptual y metodológico

El encuentro con la problemática de los intentos de suicidio en el Hos-


pital generalmente se encuentra precedido por la intervención del médi-
co que recibe a quien intentó suicidarse en el ámbito de la guardia hos-
pitalaria. Allí se ponen en marcha una serie de procedimientos. Algunos
tienen como fin el restituir un equilibrio orgánico conmovido, otros, como
la denuncia policial, responden a hacer saber al orden social de un acto
individual que le compete, y el agregado de un pedido de interconsulta al
Servicio de Salud Mental y Servicio Social dan cuenta de la aceptación
de los límites del acto médico y de la necesariedad de introducir en este
orden del "para todos los casos" la dimensión subjetiva y social.
Este "protocolo de intervención" muchas veces no se lleva a cabo, o
se realiza parcialmente por diversos motivos, entre ellos: es común la
negación del intento de suicidio, sobre todo cuando se trata de menores,
por parte de la familia; existen quizá creencias y prejuicios en el ambien-
te médico para no considerar la tentativa de suicido como una proble-
mática de salud, por lo que se convierte en eludible el pedido de consul-
ta especializada y aún más la internación; o se comete una minimización
del hecho, tanto por parte de la familia como del médico, por ejemplo
refiriendo que la cantidad de tóxico ingerido es mínima.
La manera en que es recibida y abordada esta problemática no es sin
consecuencias. Es común qué las personas que son tratadas a partir de una
tentativa de suicidio, señalen que no es la primera vez que la efectúan y
que, con respecto a los anteriores intentos, se advierta que hubo algún fra-
caso de la asistencia en ponderar su importancia y actuar en conformidad.
La estrategia u orientación esencial del trabajo a realizar con respec-
to a la problemática tiene que ver con la intervención en la escucha y em-
patia del caso, las tácticas son de lo más variadas y dependen del caso

136
La Intervención del Trabajador Social en el área de salud mental...

particular: entrevistas con los familiares, derivación para una asistencia


psicofarmacológica, intervención judicial, etc.

En fundón de lo expuesto se propone desde el ámbito intrahospitalario:

• La conformación del equipo de trabajo estará constituido por: psicó-


logo (Lie. Gabriel Tanevitch), quien coordina el proyecto, la Lie. Ma-
ría Luz Semeñiuk, la trabajadora social (Lie. Hernández) y el jefe de
Area Programática, el que articulará con: la guardia y los distintos
servicios del hospital (Salud Mental, Clínica Médica, Adolescencia,
Servicio Social, UTI, etc.).
• La realización de ateneos y jornadas de actualización sobre el tema
(marco legal, psico-sociaí y médico).
• Dar cumplimiento al protocolo establecido en la guardia, como nor-
ma institucional básica para la tarea.

Desde el ámbito extra hospitalario:

Si bien el hospital se constituye como centro de referencia principal


para el abordaje, tratamiento y seguimiento de esta tarea, siendo que es-
ta problemática conmueve a varios sectores de la comunidad de Berisso
será el abordaje intersectorial el más pertinente para el tratamiento de
estos casos.
Siendo que el estado de las familias en la actualidad se caracteriza por
la fragilización de los vínculos, muchas veces llegando a la desafiiiación de
sus miembros, es quizá la institución educativa el más importante interlo-
cutor con el que debería contar todo aquel que intenta abordar esta proble-
mática dada su injerencia sobre una población juvenil, entre la que se ha
detectado un considerable incremento de las tentativas de suicidio.
Dadas la graves condicionantes socioeconómicas que vive nuestra
comunidad, la escuela asiste a la aparición de fenómenos inquietan-
tes como éste del que hoy nos ocupamos, que difícilmente pueda ma-
nejarlo por sí sola.
Es así que este equipo de trabajo se aboca a trabajar esta proble-
mática con la inspectora de la Rama de Psicología como referente
principal, conjuntamente con los EOE de las escuelas medias del par-
tido y las US para conformar una red de comunicación que favorezca
la viabilidad y continuidad del proyecto.

137
Salud Mental

Acciones Extra hospitalarias propuestas

En las escuelas medias de Berisso:

• Realizar acuerdos con la inspectora de la Rama de Psicología a fin


de consensuar estrategias de abordaje del tema en las escuelas me-
dias del partido de Berisso.
• Realizar jornadas de reflexión con los EOE de las escuelas medias,
con el objetivo de:

a. realizar un análisis sobre los aspectos fundamentales que debe in-


cluir la prevención de la conducta suicida con el fin de perfeccionar
la calidad de la estrategia de abordaje de este problema de salud;
b. reflexionar sobre la necesidad de reforzar los vínculos familiares o los
referentes familiares o educativos (tutores, preceptores, delegados,
etc.) con los que cuenten los jóvenes;
c. realizar un diagnóstico de identificación de las condiciones socio-fa-
miliares de los alumnos, para realizar posibles detecciones precoces
de casos de vulnerabilidad psico-social.

En las unidades sanitarias de Berisso:

• Implementación de un sistema de referencia-contrarreferencia (Hos-


pital-US-Escuelas) para poder tener un seguimiento y evolución del
paciente afectado por este problema.
• Realizar una jornada para todos los profesionales y agentes de sa-
lud sensibilizados o interesados en el tema. Posibilitar un espacio
de reflexión, para saber desde qué lugar nos posicionamos, qué
experiencias previas existen, modalidad de trabajo, conocimiento
del marco legal, el lugar de la interconsulta, cómo operar con la
interdisciplinariedad.

Evaluación del proceso de intervención

• Trabajar con las instituciones comprometidas, ya con datos con-


cretos y con un dispositivo de referencia-contrarreferencia (unida-
des sanitarias, escuelas, Hospital y otras instituciones) para poder
evaluar el funcionamiento de la tarea y su impacto a nivel indivi-
dual y social.

138
La Intervención del Trabajador Social en el área de salud mental.

Intento de suicidio - Redes

UNIDADES
MUNICIPIO SANITARIAS
VIOLENCIA

EDUCACIÓN

CPA

OTRAS
INSTITUCIONES
YONG

139
Capítulo X

Formación de la escucha
de la demanda. Del egocentrismo
a la descentración profesional

Mirta Graciela Fregtman

El sujeto humano se constituye como un organismo + afectos +


atravesamientos en relación áurea.
Esta se define como "Proporciones perfectas de cada compo-
nente..."''- o relación de oro.
Y sería posible pensar que cada cruce nos pone en una situa-
ción de conjetura.
Esa conjetura nos plantea posibilidades, ¿conflictos? ¡Quizá! O
al menos interrogantes.
¿Hacia dónde vamos? ¿Qué implicancia tiene esta encrucijada?
¿Por qué estos senderos se encuentran aquí?
¿Qué camino tomaremos?

En Trabajo Social sujetos trabajan con sujetos entre sujetos.


¿En qué proporciones de cada uno? ¿En qué medida de Yo? ¿En
qué proporciones de otros?
¿En cuánto de utopías? ¿En qué cantidad de teoría?
¿Puede e! trabajador social, cuando ejerce su tarea, escuchar
realmente las demandas de los otros o le reverberan las propias
y trabaja para satisfacerlas?

I.Leonardo Da Vinci. Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá.

141
Salud Mental

¿Escucha al otro y deja su ego de lado, ya sea su ego psíquico,


profesional, social, político? ¿Sus ideologías, valores,...?
¿Puede descentrarse, ver y no sólo mirar? ¿Puede escuchar y
no sólo oír?
Y yo me pregunto.
Los formadores ¿podemos colaborar? Y si esto es posible, ¿de
qué forma? ¿Tal vez configurando esa escucha?
¿Participando? ¿Siendo parte? ¿Influyendo? ¿Estimulando?
¿En qué medida colaborar en esa descentración?

Cuando alguien ejerce su trabajo, oficio, profesión en el ámbito de las


ciencias humanas, la principal herramienta para la mediación y acción so-
bre el objeto, o sobre el campo de acción, es la propia persona; el despe-
garse del Sí mismo, en otras palabras, es iatrogénico.
Base de la ética de la disciplina es el "darse cuenta"^, "hacerse cargo",
tomar conciencia de su persona, su ser en familia, su ser social, su ideolo-
gía, sus valores, su compromiso,
Y no alcanza con que eso suceda, es preciso saberlo, tener conciencia, dar-
se cuenta, y formarse para ejercer la disociación instrumental al decir de Freud,
o bien producir una inteligente separata con todo ese paquete de sensaciones
y contenidos para así convertirse en pantalla receptora y receptiva del otro so-
bre quien o quienes debo trabajar o en lo personal decidí trabajar.
En realidad lo mismo sucede con los niños ya que recién cuando pue-
den decir Yo o tener sentido de Sí mismo, pueden reconocer al Otro; suelen
decir algunas madres: mi hijo sólo tiene conciencia de sí o es egoísta por-
que pasa el día diciendo "Yo, yo", y por el contrario, esa conducta nos in-
dica que acaba de poder nombrarse porque comenzó a des-fusionarse, a co-
nocerse y re-conocerse, a sentirse un sujeto diferente del objeto, en sentido
amplio, del otro, en principio, diferente de la mamá, o de quien le ha dado
origen, y/o cumple esa función. Es el momento en que Piaget diría que co-
mienza su período egocéntrico de afirmación. Puede atisbar la existencia de
un semejante, y por eso se nombra. No se reconocería como con un "yo"
propio, cuando aún no se nombrara, o lo hiciera como Él.
Similar proceso acontece en la tarea profesional, ya que recién cuando
puedo identificar mi teoría, mi ideología, mi trabajo, mi objetivo, aminoro el
peligro, fusionándose con teorías, ideologías, trabajos, objetivos ajenos. No me

2. Stevens, John. El Darse Cuenta. Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1990.

142
Formación de la escucha de la demanda...

preocupa tanto que confundan mi profesión con otra, suele suceder en las pro-
fesiones noveles, el temor a ser confundido con un profesional de otro campo,
conduce a la imposibilidad de armar equipos realmente interdisciplinarios.
Destaco esto porque se vuelven muy multi-discipiinarios, o sea, cada uno en
lo suyo sin intercambio o tan "trans" que pierden especificidad.
¡Qué incertidumbre! ¡Cuan amplio y abierto el horizonte, el campo, el
camino...! y a lo mejor es el camino mismo, y el andar lo que me permita
la emergencia del deseo.
Hasta aquí un problema ¿o un dilema?
Entrecruzar críticamente la singularidad problemática de las necesida-
des de la comunidad con la singularidad o problemática de la población
o comunidad sobre la que aplica sus herramientas es ocupar un espacio
de acción en terreno, situarse en transición y encuentro, transitando de-
terminados paradigmas y asumiendo una postura siempre...
Esto se valida al considerar al trabajador social siempre bajo un rol po-
lítico (R Freiré), un agente de cambio, un mediador, o como un "otro signi-
ficativo" en el acceso a la cultura (L. Vigotsky), un articulador social, siem-
pre institucional (R Ulloa).
Es posible destacar además que esas "proporciones de espacios" en ca-
da profesional no son uniformes. Pero que para un trabajo honesto y respon-
sable dichos espacios y tiempos, alternan sus proporciones y se obligan a
mantener siempre una relación con determinada ponderación. Donde no se
borre el Yo del trabajador, sin una preponderancia tal que desdibuje el Yo de
los otros, quedando de esta manera claro de quién es la demanda.
Y acerca de la relación de tiempos... ¿Tiempos? Ayer, hoy y mañana.
Ayer.... Es la Historia lo que provee y posee anterioridad al presente en el
que transcurrimos, la historicidad o el acontecimiento histórico jugando en el
interior de nuestra persona; nuestro bagaje, saberes previos inherentes y aje-
nos a la disciplina, condiciones, aptitudes, actitudes, ganas, deseos, dolores,
rabias, ideología, ética, proyecto. Todo aquello que colabora ahora en la cons-
titución de representaciones sociales. En fin, el ayer...
Cantidades perfectas de mañana... anticipando situaciones, quizá u
ojalá, para participar en la prevención, o captando o escuchando o leyen-
do la demanda a la luz de la experiencia en el ayer. Construyendo un pro-
yecto^ articulándolo con el objetivo personal; que a veces coincidirá o no
con el objetivo disciplinar.

3. Proyecto pro - adelante, yecto - hecho, proyecto son heciios pensados ayer u tioy pero pa-
sibles de futuro.

143
Salud Mental

Cada trabajador otorgará a la búsqueda teórica un tiempo y un espacio


propios que constituirán el sustento teórico de su práctica.
Por supuesto,, como el trabajador es un sujeto, es de esperar que el de-
seo esté involucrado, incluido en sus planes, porque constituirá el motor li-
bidinoso de la acción.
La pasión en la tarea laboral constituye la esencia de un caminar hacia
el futuro, comprometido.
A esto me refiero cuando digo que en el hacer de hoy cuenta el mañana...
El otro vector, el Aquí y Ahora, el de la actual realidad, el que Castañeda
llamará Mundo... Esa realidad integrada y modelada por el contexto, lo coti-
diano, lo llamado "común". Un ahora definido por el devenir de la cultura.
El estar (parafraseando a Freud en su "mal-estar en la cultura"), es de-
cir, la apropiación del medio físico y social al que pertenecemos, el sistema
político de turno en que se está inmerso y desde el que se actúa; las con-
diciones afectivas del trabajador; sus conocimientos acerca del tema a tra-
bajar; el estado del arte de la disciplina. Todos estos elementos que confor-
man este vector de lo real, y del ahora en el tiempo, constituyen redes de
experiencias, con significaciones particularizadas en cada sujeto. He aquí
que cada cual resignifique y vea desde distintos parámetros, o ángulos, por
lo que es imprescindible contar con otros que acompañen en el camino pa-
ra compartir las miradas y elucidar si.nuestros ojos están mirando el afue-
ra o a nosotros mismos y en cuanto nuestra escucha es de nuestras propias
necesidades, deseos y metas.
Para dar como resultado un profesional ecuánime todos estos factores
deberían convivir en él, en proporciones perfectas, o en medida de oro, o
armónicamente. La llamada relación áurea de don Leonardo Da Vinci.
Dicha relación en las obras de arte, en la biología, en las medidas de los
planetas, se encuentra presente en la constitución de los cuerpos.
No se pretende un número exacto en este caso; lejos de ello, la hipóte-
sis que aquí se presenta hace referencia a una relación de equilibrio.
En otros terrenos esta configuración se denominaría intertextualidad,
que es precisamente un entrecruzamiento de lenguajes, de discursos, de
maneras de interpretar el mundo y todo aquello que nos sucede. El punto
que define la intertextualidad es aquél donde un texto produce relaciones
con otros, se entrecruza colocándose en una dimensión más amplia, hete-
rogénea, abierta a nuevos y posibles significados y perspectivas.
Armando un laberinto, un entrecruzamiento, una red, un holograma,
como un texto en un contexto...
En cuanto a lo que nos atañe en este escrito, el Vínculo se mantiene, re-
produciendo la relación de los términos en el conjunto total o por lo menos

144
Formación de la escucha de la demanda...

mayor cuando un individuo representa la realidad grupal tanto como cuan-


do la realidad comunitaria o social es la versión ampliada de lo que suce-
de individualmente en sus miembros.
Se podría decir entonces, a modo de hipótesis de una relación vincular
dialéctica, dinámica, y no como regla determinista, que tal como se da en
cada sujeto, individual, se repite holística y proporcionalmente en el grupo
en el que correspondan las proporciones de ego o de alter.
Un trabajo consiste en un juego de oferta y demanda. Claro, dirán, eso
lo sabe cualquiera.
En el Trabajo Social la demanda está en los sujetos que componen esa
sociedad y en el enlace de esos sujetos que llamaremos vínculos.
Por definición, un sujeto es un sujeto social.
Un sujeto que ejerce el oficio de trabajador social vive en esa misma so-
ciedad en la que quiere ejercer su acción.
Luego, ¿cómo reconocer y discriminar mi demanda propia de la del otro,
si para diferenciar "tu" o "su" demanda de la propia debo hacerlo con mis
herramientas, desde mi subjetividad, incluidas las propias demandas?
Es éste uno de los principales obstáculos en el trabajo de un sujeto so-
bre o con o entre sujetos. Es la identificación del otro y sus características
quien reconoce un momento previo imprescindible que no es más que la
identificación del sí mismo y sus propias características.
En un proceso de identificación el primer paso es el conocimiento o, pa-
ra ser más precisos, el conocimiento de las diferencias, luego el reconoci-
miento de cada cual, de cada elemento, descubriendo sus propiedades dis-
tintivas, y el arribo al reconocimiento, a la identificación del tal objeto y su
nominación correspondiente.
Para ver tengo que mirar primero en forma amplia y luego con intención,
suele decir Marta Marucco. Al tomar un libro es imprescindible ante todo
pegar un vistazo, luego ver, por último leer...
Para escuchar tengo que previamente oír con los sentidos y procesar qué
estoy oyendo, o sea percibir, para poder luego escuchar.

De De
oír ^'"'^^ a escuchar. mirar -"^'''^ a ver.

Carlos Castañeda narra las enseñanzas del chamán Don Juan", quien por
laberínticos caminos lo conduce a la posibilidad de ver, no sólo de mirar.

4. Castañeda, Carlos. Las enseñanzas de Don Juan. FCE. México, 2001.

145
Salud Mental

Aunque la intención esté necesariamente en la base de la acción, "los seres


vivientes existen solamente para acrecentar la conciencia de ser"^.
Don Juan Matus, en un párrafo magistral, le dice a su alumno Carlos
Castañeda que "un hombre va al conocimiento como a la guerra: bien
despierto, con miedo, con respeto y con absoluta confianza. Ir de cual-
quier otra forma es un error y quien lo cometa corre el riesgo de no so-
brevivir para lamentarlo".
Y agrega: "Ya deberías saber a estas alturas que un hombre de conoci-
miento vive de actuar, no de pensar, ni de pensar en actuar, ni de pensar
qué pensará cuando termine de actuar". ¡Así somos! Un yo, que es el ser
más íntimo y no se puede ver, un mundo o lo que aparece y se ve, y una
realidad o la experiencia de ese mundo; y cada cual es un área diferente
que uno debe desarrollar en su interior.
Ser hombre de conocimiento es ser hombre de aprendizaje; es ser un
guerrero, que se define por su comportamiento en la batalla, siendo cla-
ro, despierto, atento, preparado, con las armas listas, almacenando fuer-
zas, sano, sobrio, fuerte; pero con miedo, consciente de que puede mo-
rir, aún superando ese miedo, y tratando de vencerlo y vencer, de vencer
a su "yo", a su ego.
Ese hombre practica el "desatino controlado", el compromiso y la
responsabilidad.
Por último, ir al embate de los obstáculos, enfrentarse y tomar decisio-
nes, posturas propias ante la realidad. Esto hace al hombre de conocimien-
to "hombre de corazón"; uno puede tomar muchos caminos, decisiones, pe-
ro para saber cuál es el verdadero, sólo debe observar cuál le produce gozo,
cuál lo hace apasionarse y lo hace feliz, aunque sea el más difícil.
Recién ahí estará escuchando realmente al otro, porque aprendió sobre
sí mismo a escucharse.
Y tendrá ya limpio corazón y armas para conocer, experienciar y podrá
emprender el camino hacia la tarea, oficio o profesión, que en este caso
particular es el Trabajo Social.
Ante este mundo tan caótico, ante esta sociedad en llamas, nos obser-
vamos en un medio que presenta una enredada madeja de estímulos visua-
les, sonoros, afectivos, táctiles, sociales...
Ellos impactan sobre nuestros sentidos. Los percibimos con nuestros
bordes y ventanas.

5. Castañeda, Carlos. El fuego interno. Ediciones Gaia, Madrid, 1997.

146
Formación de la escucha de la demanda...

Los invito a agregar algunas gotas de agua al mar y luego intentar recu-
perarlas y diferenciar a qué agua corresponde lo que surge como resultado.
Esto es tan difícil o casi imposible como pretender separar al otro de mí.
O al otro que constituye parte de mí.
Del mismo modo, es complicado resolver por ejemplo, temas que pro-
ducen afectos compartidos con miembros de la comunidad en que vivimos.
Quizás haya que buscar un sinsentido, que no descubra nada, sino
que cree las "condiciones de posibilidad" para que otros sentidos pue-
dan ser enunciados, en otras palabras, para que posibilite la emergen-
cia de las condiciones de acceso a la singularidad del sentido, al senti-
do individual, subjetivo...
El trabajador social renuncia al saber de la certeza de lo que en el grupo
acontece, para abrir camino a que cada cual busque... camine... encuentre al-
go, o hasta deseche el camino, experimente, modifique su entorno, creando
nuevas realidades pero renunciando al poder dominador del que sabe o que
cree saber, ubicándose en el lugar del que habilita el camino para buscar.
¿Cómo colaborar desde la formación a la asunción del rol de trabajado-
res sociales?
¿Qué significa formar?
¿Qué es formar en Trabajo Social?
Un arquitecto que participó en la fundación de Brasilia dice que en los
edificios con columnas, lo importante a pensar para la construcción de esa
casa a ser habitada, no es tanto la columna en sí misma, sino el "entre" o
el espacio creado entre dichas columnas.

"Hacemos una vasija de un pedazo de arcilla; y es el espacio vacío


en el interior de la vasija lo que la hace útil. Hacemos puertas y ven-
tanas para una estancia; y son esos espacios vacíos los que la hacen
habitable. Así, mientras que lo tangible posee cualidades, es lo in-
tangible lo que le da su esencia" (Lao Tse).

. "A orillas de algún mar, un alfarero se retira en sus años tardíos.


Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora
del adiós.
Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación:
el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su mejor pieza.
Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América:
el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.
Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplar-
la y admirarla,

147
Salud Mental

sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, reco-


ge los pedacitos y los incorpora a su arcilla."
(relata Eduardo Galeano)

Trabajador, miembro de la comunidad, formador, maestro, profesional...


Entre todos ellos se genera un espacio, de intercambio y, por qué no, de
crecimiento, anhelando brindar una nueva herramienta posible, una alter-
nativa para expandir la escucha y la mirada; con ciertas reglas que acoten
la dispersión.
Las comunicaciones representan hoy una revolución, en donde su carac-
terística clave es la hipertextualidad, es decir, la fractura del orden secuen-
cial de la comunicación.
Todos pueden ser comunicados y educados y formados o trans-forma-
dos, prestando atención a que exceso de estimulación que se convierte en
influencia no conduzca a un colonialismo cultural; debido a una globaliza-
cíón asimétrica, esto es, a la desigual participación de (os distintos pueblos
en el proceso, teniendo una presencia ineludible la economía.
De este modo se están creando nuevos paradigmas educativos.

¿Qué implica entonces ser formador?

Considero que a todo formador le está reservado un espacio de li-


derazgo a fin de provocar una constante y vertiginosa capacidad de
adaptación a nuevas situaciones, incógnitas, preguntas que le son
planteadas por otros.
Adaptación por cierto no sumisa, sino activa, creativa, eficiente,
operativa y productiva. Adaptación que consta de dos momentos, asi-
milación a la situación, en la que tomo lo que no es mío, lo nuevo, lo
externo quizá, y lo veo teñido con el "color del vidrio de mis anteojos",
transformo al objeto en aras de la comprensión súbita, tiñendo la rea-
lidad con mis saberes previos.
Momento egocéntrico, en el que lo que sé, lo que siento, lo anterior, mo-
difica lo que es, lo que aparece, el fenómeno o lo real. Ulloa lo llamaría ins-
tante del escándalo, en que la luz restalla en mis pupilas y anuncia o
preanuncia el próximo momento.
Y un segundo momento de acomodación, en que cedo ante un nuevo
saber, a otro, algo diferente a mi capital cultural. Acepto modificarme. Pa-
ra ello deberé salir de un espacio cómodo, mío, hecho, anterior, lo cual ha-
bitualmente implica aceptar la incompletud, la superación del egocentris-
mo, la angustia de no saber, el cambio...

148
Formación de la escucha de la demanda...

Dicha adaptación es un momento de integración de diversidades; im-


plica estar conectado al otro tanto como a sí mismo.
En las profesiones, especialmente aquellas de corte humanístico, este
proceso puede facilitarse a través de la visión transversal o co-visión, con
referentes comunitarios y disciplinares, que otorguen una valorización de lo
propio, los estilos y contenidos anteriores, confrontándolos y, por cierto,
confrontándose con la teoría, con lo otro, lo diferente, lo nuevo.

¿Cómo se hace esto?

Pues escuchando... reivindicando la escucha de lo que suena afuera.


Mirando correr el río, pensemos en el fluir, en que esas aguas llevan y traen,
tanto agua como malezas, sonidos y disonancias del vasto universo que los
contiene y conforma; esa es la dialéctica que propongo.
Las formas de percibir la realidad, al vibrar dirán algo de nosotros, y del
órgano perceptor.
Las palabras hablarán (no sólo serán habladas) de lo diferente a mí y
también de mí.
La palabra transformación, trans-formación, incluye a la formación, pro-
ceso mutuo del educando y del educador, y además trasciende, o sea, crea.
Revela lo que desarrolla, y se rebela en un nuevo producto, que no perte-
nece ni a uno ni a otro, es trans. El moldeo incluye a la forma pero además...
La formación transgrede lo existente; supera lo conocido, transforma las
formas, supera al alumno y al maestro, sugiere un futuro que incluye al
ayer, es rebeldía ante lo establecido. Esa es la esencia de una formación au-
téntica. Producir una alquimia, un producto a partir de... y a pesar de... el
maestro y su propio producto, o los pedacitos rotos del cántaro del maes-
tro que dona a su alumno su vasija de saber y el objeto nuevo que ese ser
humano creará a partir, pero sólo a partir, de eso ofrecido por el otro. El pro-
ducto nuevo es eso, nuevo, maravilloso porque acaba de nacer.
En musicoterapia dicen que "vivimos inmersos en una sonósfera"^, y es
dentro de ésta que surge el clima que intentamos subvertir, respecto a caos,
crisis, falta de valores, ideologías.
Somos parte de aquello que queremos modificar desde lo personal, so-
cio-personal y trans-personal. Existe un "murmullo general" constante a
nuestro alrededor o "mundo sonó" que nos envuelve, rodea y acompaña.

6. MI. Carlos Fregtman. Concepto desarrollado en El tao de la música. Editorial Estaciones,


Buenos Aires, 1994.

149
Salud Mental

y que percibimos espontáneamente y pretendemos desterrar de nuestros


oídos; por supuesto, no lo logramos y nos sometemos a luchas permanen-
tes con el "otro" internalizado y el otro del mundo exterior. Es decir que
deberemos cambiar el mismo terreno sobre el que estamos parados. ¿Nos
animaremos a perder suelo firme?
El orden de ese mundo, de esa realidad, toma ciertas características,
que llamaré orden caótico. Organización en el ruido. Inclusión en la diver-
sidad. Integración en el todo de las disonancias...
Pero para escuchar la nota equivocada de un concierto, tengo que co-
nocer la partitura y tener el oído afinado. ¿Cómo se limpia el campo propio
para tener limpio ese vidrio del anteojo con el que miraremos a un otro?
Trabajo en equipo, análisis, estudio, supervisión constante.
Desde el plano particular de mi experiencia profesional, en algunas cá-
tedras que coordino, como en grupos privados de formación y acompaña-
miento y evaluación en el camino de la profesión, considero que es en equi-
pos interdisciplinarios, desde la diversidad al interior, que se debe trabajar
para evitar egocentrismos nocivos y visiones parcializadas que conducen a
la estereotipia y al pre juicio.
En un proceso de formación sistemática colaboramos con personas
preparándose para desarrollar un discurso y una práctica contestataria
y antisistémica.
Estas cuestiones tienen, por lo menos para mí, habitante de este tiem-
po y país latinoamericano, una noción implícita insoslayable, que constitui-
rá la situación de implicación'', ya no sólo personal, o local, sino acompa-
ñando a pueblos, en su conquista del derecho a tener voz, a pronunciar su
palabra, en la importancia del rescate de la memoria y en el derecho de ca-
da sujeto a construir su identidad otorgando nombre y significados a sí mis-
mo, a las cosas, a los otros, y así construirse y construir.
Al saber sobre sí, aprenderá a destapar lo callado, lo silenciado, hacien-
do hablar lo oscuro, lo ignorado, lo sometido, lo inconsciente... Irá forman-
do su subjetividad.
La formación de un trabajador social se constituye principalmente por
un fundamento socio-histórico-cultural, una base ético-política, una susten-
tación teórico-metodológica y técnico-operativa, y un conocimiento bio-psi-
cológico de los sujetos implicados.

7. El concepto de implicación es de Rene Barbier. Desarrollado en el texto La investigación-


acción en la institución educativa. Bordas, París.

150
Formación de la escucha de la demanda...

A los profesionales del Trabajo Social les corresponde jugar un papel


muy importante en la génesis y desarrollo de importantes movimientos na-
cionales y locales de derechos humanos.
Ya no de carácter asistencial, sino tendientes a la puesta en práctica
de teorías de cambio social, enmarcadas en la defensa y promoción de
los derechos humanos. Esto supone nuevos valores y lenguaje cultural;
una manera distinta de entender la participación social y producir praxis
donde sólo haya hechos.
Una meta posible es la promoción de una cultura comunitaria, que pro-
pugne procesos de pertenencia e identidad; que permita a las personas cre-
cer de manera recíproca y colaborar juntos en la ¡dea de una sociedad más
equitativa. Diversidad y universalidad. Alfabetización micro y macro. Las
demandas socio-históricas que se le presentan, configuran puntos-encruci-
jadas-espacios de intervención, que serán fundantes del ser social.
Cuando trato de definir a un trabajador social, pienso gráficamente en
un sujeto parado sobre el piso de lo social y apuntando su cabeza hacia lo
individual promoviendo su inclusión en un paisaje integrado; suelo y cielo.
En perspectiva, es la línea de horizonte, allí donde se juntan piso y espa-
cio estelar, lo que constituye su meta, la justicia y los derechos humanos.
El formador es además un facilitador, alguien que se anima a mostrar-
se, a mostrar el adelante, el mañana en ocasiones, porque estuvo antes allí,
o puede desde lo teórico preverlo. Eso lo ubica en el sitio de un espejo, que
refleja las propias ansiedades, temores de despegar, metas. También es un
agente socio-político, porque se vuelve promotor de cambio en cuanto re-
vuelve las aguas de lo fosilizado para que sus alumnos puedan encontrar-
se en ese movimiento. Freiré decía que sólo aquel que es curioso, investi-
gador, que se anima a moverse de lo establecido, tiene conciencia de su
incompletud, pregunta y tiene esperanza, puede crecer sobre sí mismo. El
movimiento de un solo hombre, provoca un efecto dominó que lleva al cam-
bio social. Y esto es un rol político. Constituye la confrontación de herra-
mientas, resultados, métodos de trabajo..., que colaboran además en su-
perar esa soledad que es la que generalmente nos va a sumir en el
egocentrismo y rigidez como defensa. Consecuencia: cuerpo grupal, tam-
bién productor per se de cultura.
El formador en su quehacer docente pone en juego siempre las funcio-
nes materna y paterna.
Por la primera, alimenta, provee, educa, sostiene, contiene, instaura el mo-
delo de recepción de afecto, habilita al placer que connota el deseo de saber.
Por la segunda, anuncia la norma, impone alguna ley, establece límites,
organiza instalando cierta disciplina o acatamiento a algunas consignas,

1B1
Salud Mental

estructura, instaura el orden de lo simbólico. Enseña a mediatizar por sig-


nos determinados o convenidos con otros, los significados a expresar, a co-
municar, a desarrollar. Trasvasa enunciados de cultura.
Por la referencia al rol de hijo que estas funciones comportan en el que
aprende, es que se instala inevitablemente la transferencia reproduciendo
aquella matriz de épocas tempranas de la vida, que retorna facilitando o in-
tiibiendo el proceso de incorporación de un nuevo objeto de conocimiento
y la posibilidad de la aparición del deseo.
Formador entonces, como espacio de proyecciones, al que cada
uno otorga el rol que puede representar, habilitación o resistencia al
saber y o cobardía.
Ante ese momento de conflicto y angustia inevitable, el formador otorga
contención y sostén.
Estas funciones comportan lo que a mí me parece una derivación que
se vuelve meta esencial de todo trabajador social, en estos tiempos difíci-
les a nivel macro (para las comunidades) y a nivel micro (para los sujetos):
la función de promotor de salud.
Cuando una persona está contenida, alimentada, alimentándose, pu-
diendo proyectar su deseo, y sin riesgo a mostrar sus miedos e inhibiciones,
se fortalece, crece, desarrolla aptitudes y crea actitudes en espejo de ese se-
mejante que se le ofrece como arquetipo, modelo, soporte del proceso.
Uno de los desafíos actuales consiste en comprender de qué modo
se producen los estilos subjetivos en el contexto de las representacio-
nes y prácticas colectivas. La construcción de sentidos compartidos y
los modos establecidos para los intercambios sociales son poderosas
usinas formadoras de subjetividades. La participación comprometida y
crítica tal como la creatividad de los sujetos, aportan dinamismo a las
relaciones sociales y prometen alternativas para enfrentar las dificulta-
des derivadas de egocentrismos, discordias, vacíos de sentido, escasez
de recursos materiales y disciplinares, mitos y creencias al servicio de
la adquisición de pre juicios o "de-formación". Teorías y prácticas pro-
fesionales a compartir, así como la difusión de los hallazgos de inves-
tigación, permitirán que el ejercicio de las tareas cotidianas se enri-
quezca mediante un intercambio que aportará al constante e
imprescindible proceso de actualización.
Eso es constituirse en agente multiplicador y promotor de salud en for-
ma holística, es decir, que en cualquier lugar que nos toque actuar tenga-
mos como meta siempre vigente el sostén y cumplimiento de los derechos
humanos y el imprescindible atravesamiento en cada persona, en aras de
la creación y de lograr una orgullosa subjetividad.

152
Formación de la escucha de la demanda...

En este rango es fundamental recalcar que cuando al prestar un en-


señante su subjetividad y por ende su cuerpo, su espíritu, su psiquis, pa-
ra ser pantalla de reflexión y refracción a la transferencia de alumnos así
como la de pacientes... está expuesto a ciertos efectos de los mecanis-
mos defensivos de éstos, que además evocan, convocan, multiplican y
resuenan por el hecho de compartir ambos, el estado psico-socio-econó-
mico-político del mismo espacio, que definiré como caótico, o bajo un
orden caótico. Y ¡es tan difícil sostener la lógica de la razón en este caos
compartido! Daniel Toro canta siempre: "Si sentimos lo mismo tú-yo, Si
somos la misma cosa yo-tú, ¿cómo soportar entonces la ansiosa necesi-
dad, voracidad, del otro sobre mí?"
Sólo es posible hacer un Trabajo Social, e insertarlo en un marco de sa-
lud mental, sobre el apoyo de movimientos sociales que se propongan afir-
mar valores de libertad, autonomía, solidaridad, participación democrática,
no discriminación e integración de los ciudadanos a ios intercambios socia-
les, económicos y simbólicos de la vida social y cultural.
A través de mis muchos años de docencia, iestoy cada vez más exi-
gente y rigurosa!, con dar lo mejor de mí, como formadora y como trans-
misora de los contenidos que tienen que saber para seguir camino o
aprobar para graduarse y también con los alumnos. El camino que les y
nos espera es duro y necesita de profesionales con más, mejores y muy
afinadas herramientas.
En realidad, lo que los alumnos a veces no perciben es que intento pro-
tegerlos, hacer que salgan al terreno, con estructuras y estrategias de sos-
tén; con un cajón más grande y operativo de herramientas, para permane-
cer de pie ante el embate del fluir del ritmo febril, agresivo, violento, que
termina marginando al que está un poco sano.
Mario Benedetti dice de esta manera lo que yo aplico al compromiso
inevitable al momento de decidir comprometerse en el trabajo con los hom-
bres y mujeres, a ser un trabajador social en "No te salves".

No te quedes inmóvil al borde del camino


no congeles e) ¡úbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.

No te salves
no te llenes de calma

153
Salud Mental

no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo


no dejes caer los párpados pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.

Pero si pese a todo no puedes evitarlo


y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

La formación dará como resultado una

Educación formación
Educación metamorfosis
Educación holograma
Educación de y para la incertidumbre
Formación no egocéntrica
Formación hacia ia descentración
Educación de y para el Hombre

Corrección de estilo: María de los Angeles Ruiz.

154
índice

Acerca de los autores 5

Presentación 9

Capítulo I
Lucila antimanicomiai: praxis insurgentes,
las multiplicidades libertarias 11
Gregorio Kazi • Izabel Friche Passos • Thomas Josué Silva
Coordinación: Paulo Amarante

Capítulo II
Desapropiaciones de la subjetividad 31
Ricardo Rodulfo

Capítulo III
Locura y guerra 39
Gregorio Baremblitt

Capítulo IV
Poder V política: las máscaras del sometimiento 57
Enrique Carpintero • Alejandro Vainer • León Rozitchner

Capítulo V
Lucha antimanicomial: transformación de saberes,
discursos y prácticas 77
Paulo Amarante • Alfredo Olivera
Compañeros de La Colifata y Vilardevoz
Coordinación: Paulo Amarante
IBB
Salud Mental

Capítulo VI
Resíljencia y resistencia 99
Gilou García Reinoso • Ester Cohen
María Rosa Neufeld • Ana Berezín • Dulce Suaya
Coordinación: Dulce Suaya

Capítulo Vil
Reflexiones sobre la práctica profesional
en una institución pública para la salud mental 117
Clara Weber • Lidia Abel • Camila Ríos • Sofía Russo
Luciana Ramírez • Valeria Carosella • Sandra Duarte
Coordinación: Marcelo Cortizo

Capítulo VIII
Taller de escritura 125
Natalia Ligarte • María Inés Machado
Germán Dumrauf • Graciano Braganza
Coordinación: Marcelo Cortizo

Capítulo IX
La intervención del Trabajador Social
en el área de salud mental en un hospital de agudos.
Hospital Dr, Mario V. Larrain de Berisso 133
Rita Hernández • Jessica Guerrero • Graciano Braganza
Coordinación: Marcelo Cortizo

Capítulo X
Formación de la escucha de la demanda.
Del egocentrismo a la descentración profesional 141
Mirta Graciela Fregtman

156
Este libro se terminó de imprimir en el mes de Noviembre de 2008
en INDUSTRIAS GRÁFICAS ENRIQUE MUSSO S.R.L.
Buenos Aires -Argentina • 15-4086-4059
emartesgraficas@hotmail.com
GREGORIO KAZI
MARGARITA AJEREZ
COORDINADORES

SALUD MENTAL
Experiencias y prácticas

Tal como de diversidad de modos se expresa en este texto, no nos resulta posible
asumir las prerrogativas hegemónicas que exigen conocimientos abstractos
desvinculados de la realidad socio histórica y por tanto de las necesidades del ser
histórico social, que también nos atraviesan como tales. En contrapartida, la "epis-
teme fragmentada" se encuentra decisivamente apartada de las prácticas tanto
como constituye un mecanismo de dominación cultural y de serialización de las
sumisiones a los valores, normas (y por tanto "normalidades") funcionales a un
sistema de producción y cultura producidos por la ideología de la denominada
"clasé'propietaria". Textos que pueblan este libro que testimonian estas travesías
tanto como trazan las cartografías que nos fueron orientando y que son tales en la
posibilidad que ofrecen para ser debatidas, trascendidas, recreadas.
Deseamos, entonces, que este libro ofrezca las posibilidades de reflexionar junto al
otro, de convocarse e implicarse en los vínculos en los que pensar, hacer, decir y
sentir las singularidades en las que nacer como sujetos colectivos otra vez.

ISBN 978-950-802-303-2
ESPACIO
^
Madres de m 9ll789508"023032"
Plaza de Mayo

EDITORIAL

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