El documento describe la decisión que enfrenta Richard Manoogian, presidente de la exitosa corporación Masco, de si invertir mil millones a dos mil millones de dólares en entrar a la industria de muebles para el hogar. Describe el éxito previo de Masco reinventando la industria de grifos a través de la innovación, y analiza la industria de muebles que parece estancada con bajos márgenes y reconocimiento de marca. Manoogian cree que Masco podría transformar también esta industria aplicando su en
El documento describe la decisión que enfrenta Richard Manoogian, presidente de la exitosa corporación Masco, de si invertir mil millones a dos mil millones de dólares en entrar a la industria de muebles para el hogar. Describe el éxito previo de Masco reinventando la industria de grifos a través de la innovación, y analiza la industria de muebles que parece estancada con bajos márgenes y reconocimiento de marca. Manoogian cree que Masco podría transformar también esta industria aplicando su en
El documento describe la decisión que enfrenta Richard Manoogian, presidente de la exitosa corporación Masco, de si invertir mil millones a dos mil millones de dólares en entrar a la industria de muebles para el hogar. Describe el éxito previo de Masco reinventando la industria de grifos a través de la innovación, y analiza la industria de muebles que parece estancada con bajos márgenes y reconocimiento de marca. Manoogian cree que Masco podría transformar también esta industria aplicando su en
El documento describe la decisión que enfrenta Richard Manoogian, presidente de la exitosa corporación Masco, de si invertir mil millones a dos mil millones de dólares en entrar a la industria de muebles para el hogar. Describe el éxito previo de Masco reinventando la industria de grifos a través de la innovación, y analiza la industria de muebles que parece estancada con bajos márgenes y reconocimiento de marca. Manoogian cree que Masco podría transformar también esta industria aplicando su en
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Corporación Masco
Richard Manoogian, el presidente de la compañía exitosa que enfrenta una decisión
capital, dispones de mucho dinero y debes decidir si vale la pena invertirlo en una aventura empresarial de largo plazo. Las oportunidades parecen buenas, pero la decisión no es fácil ni obvia. Si no sigues adelante, podrías estar dejando pasar una oportunidad de crecer en una nueva dirección y cientos de millones de dólares en futuras ganancias. Si das el salto y resulta que no era lo correcto, habrás desperdiciado entre mil y dos mil millones de dólares. Sea como sea, tendrás que vivir con los resultados por muchos años. Para tomar la decisión, primero necesitarás saber algo de Masco y su mercado. La historia comienza más de dos décadas atrás, pero las lecciones son eternas. El tiempo transcurrido entre la decisión tomada y la actualidad, nos da una visión privilegiada de la compañía y de la industria. Primero, hablemos de la compañía Estamos en 1986. Masco es una empresa exitosa con un valor cercano a los $ 1,150 millones de dólares. La empresa ha llegado a tener su vigesimonoveno año con aumento en las ganancias. Su capacidad para obtenerlas en industrias que nada tienen que ver con la alta tecnología o el glamour, le ha valido el mote en Wall Street de “Maestra de lo Mundano”. Su portafolio de inversión incluye grifos, gabinetes para cocina y baño, cerraduras e implementos para la construcción, además de una variedad de artículos comunes en los hogares. Masco espera que los negocios le generen unos dos mil millones de dólares en utilidades netas durante los siguientes pocos años. ¿Qué harías tú con todo ese dinero? Los líderes de Masco querían entrar a otros negocios mundanos en que sus capacidades pudieran “cambiar las reglas del juego”. Se veían a sí mismos como los futuros “Procter & Gamble de los productos de consumo duradero”. Tenían la mira inmediata puesta en el negocio de muebles para hogar, puesto que esta industria parecía estar aletargada y ser capaz de generar ganancias atractivas. ¿Era prometedora la idea de Manoogian? De ser así, ¿era Masco la compañía ideal para encabezar el esfuerzo? El caso de la estrategia de Manoogian parece atractivo. Por medio de una serie de triunfos ininterrumpidos en la industria de los bienes de consumo duradero, Masco se distinguió por tener un proceso manufacturero eficiente, una buena administración y actitud innovadora. Hasta entonces, su mayor logro había consistido en reinventar el negocio de los grifos. Antes de la llegada de Masco, la industria estaba muy fragmentada y padecía una suerte de falta de reconocimiento de marca, mínima actividad publicitaria y bajo nivel de capacitación en sus cuerpos de venta. Aprovechando la gran experiencia de la empresa en cuestiones metalúrgicas, una experiencia ganada en los primeros años en que la empresa era proveedora de la industria automotriz, el fundador de Masco, Alex, el padre de Richard, resolvió un problema de ingeniería que hizo posible la construcción de grifos de una sola manija. Cuando no logró interesar a las empresas de grifos en su innovación patentada, Masco comenzó a fabricar y vender los grifos. Los compradores quedaron convencidos por el producto, considerándolo una gran mejoría sobre grifos tradicionales que obligaban a los usuarios a manejar el agua fría o caliente por separado. Esta nueva función resultaba particularmente valiosa en las cocinas en que el bajo mantenimiento era importante. Sin negar el valor de los grifos comunes, la compañía introdujo un modelo con un nuevo tipo de válvula. Este diseño, también patentado, eliminó la necesidad de empaques de hule, primera causa de falla de los grifos. Masco siguió innovando muchos otros detalles de estos productos, que abarcaban desde la manufactura básica hasta la distribución y el marketing. Fue la primera empresa en crear un reconocimiento de marca por sus grifos Delta y Peerless. Asimismo, fue la primera en introducir el embalaje que permitía ver el producto, comercializando los grifos directamente al consumidor por medio del canal Hágalo-usted-mismo, durante la transmisión televisiva de las Olimpiadas. Al rediseñar una industria y diferenciarse de las demás, Masco demostró que era creativa, capaz de aplicar capacidades tradicionales de maneras novedosas. Era una empresa deseosa de asumir riesgos y hacer que éstos redituaran—capacidades y actitudes que Richard Manoogian esperaba le permitirían transformar la industria mueblera. Ahora tomemos en cuenta a la industria En el momento en que Manoogian meditaba la decisión, la industria de muebles para el hogar valía unos 14 mil millones de dólares en Estados Unidos, lo que no significaba gran cosa. Con grandes costos de transporte, baja productividad y precios en descenso, tenía un crecimiento anual que promediaba dos por ciento, y una tasa de retorno que, en promedio, rondaba cuatro por ciento. Había más de 2,500 fabricantes, pero ochenta por ciento de las ventas correspondían a sólo cuatrocientas empresas. No todos los participantes en la industria eran pequeños, pero la mayoría sí; se trataba de empresas familiares estancadas por negarse a arriesgar la única forma de vida que sus familias habían conocido durante generaciones. Para complicar las cosas un poco más, tanto las ventas como las ganancias eran cíclicas y se relacionaban con factores económicos como la construcción de casas y la venta de las ya existentes. La actividad gerencial de la industria era tenida, por lo general, como poco sofisticada, pues no había producido cambios significativos durante los últimos cincuenta años. Wesley Collins, un ejecutivo mueblero y minucioso observador de las condiciones de la industria, resume la situación dramáticamente: Cuando todo lo demás en nuestras vidas estaba cambiando, los muebles seguían igual. Por una parte, el hombre había llegado a la luna… mientras los muebles seguían murmurando su eterna cantaleta en relación con lo mucho que había subido la madera de roble.
“Cuando el video mandó la cámara de cine familiar al cesto de la basura,
cuando los casetes pusieron a los discos de vinyl dos metros bajo tierra, cuando los procesadores de palabras mandaron al armario a las máquinas de escribir, cuando las palomitas de maíz de microondas pusieron fuera de combate a las tradicionales, la industria mueblera dijo: “Gracias, pero nosotros nos quedaremos como siempre.” Mientras dormíamos en nuestros laureles, el consumidor se olvidó de nosotros. Nuestra participación de mercado se redujo día a día. Perdimos más de cuarenta por ciento del espacio dedicado a la venta minorista de muebles en Estados Unidos. Veinticinco por ciento de los vendedores cerraron sus puertas, y las tiendas departamentales descontinuaron los muebles sin ton ni son para ofrecer productos que otorgaban mejores márgenes y rotación de inventarios por pie cuadrado. Collins seguía diciendo que “el mascador de tabaco promedio gastaba más en su marca de tabaco favorita que en muebles”. La mayor parte de las compras de muebles eran discrecionales, altamente diferibles y, como señala Collins, había una enorme competencia y muchos sustitutos disputando el valioso dólar del cliente. Las innovaciones y diseños eran copiados rápidamente por los competidores, eliminando cualquier ventaja de que los innovadores hubieran gozado temporalmente. Igualmente, descorazonador era el hecho de que, en Estados Unidos, existía muy poco reconocimiento de marca en la industria. Los clientes no sabían gran cosa de muebles y no encontraban motivación para aprender más. Había poco presupuesto para publicidad, y la investigación del consumo había demostrado que muchos norteamericanos adultos no podían mencionar siquiera un solo fabricante de muebles. Piensa por un minuto: “¿De qué marca es el sofá que tienes en la sala?”