Madres y Huachos
Madres y Huachos
Madres y Huachos
Madres y Huachos
Alegorías del mestizaje chileno
Ejercicio de colecciones
Madres y Huachos:
Alegorías del mestizaje chileno
Nota: Las imágenes de este Catálogo están numeradas y este número hace referencia a la
información acerca de cada una de ellas que se encuentra en las páginas finales de este libro.
GUACHO(A).
Las acepciones que damos a guacho guardan perfecta consonancia con las etimolojias
que acabamos. de apuntar.
Su significación mas conocida, fundamental, por decirlo asi, es bastardo: terrible palabra
con que la sociedad echa en cara a los hijos el pecado de los padres.
Viene en seguida la acepción quichua i aimará, huérfano. Usado en ella guacho deja de ser
un cruel ultraje, principalmente en su forma diminutiva, huachito, a, es palabra afectuosa i
manera compasiva, aunque vulgar, de designar a los niños que han perdido a sus padres.
Por último, tenemos la segunda acepción araucana, de manso, domesticado; así se llama
guacho al gorrino, cabritillo, o avecita que se cría en las casas i hasta cierto punto en
familia, tal vez por la circunstancia de arrancárseles cuando pequeños del nido o de la
lechigada i equiparar su suerte con la de los huérfanos.
ciones son una herramienta que busca tensionar la muestra actual mediante
la intervención de sus salas con objetos, fotografías, audiovisuales y diversos tipos de monta-
Esto dio paso a que en el 2016 se realizaran 2 ejercicios. El primero de ellos en junio-julio
poeta Elicura Chihuailaf, proyecto que buscó visibilizar a los pueblos originarios, en este caso
Mapuche, debido a que la muestra actual no los considera una cultura viva permanente
2017 mediante la intervención en sala tomando como referente el libro Madres y Huachos,
construcción de las identidades genéricas, étnicas y de clases desde una matriz mestiza que
cios bajo los ejes temáticos del libro. Dicho proceso contó con el apoyo del equipo del Cen-
na Truffa. Ambos actores consideraron relevante la reinterpretación del espacio del museo
como un lugar donde la historia puede ser resignificada desde una lectura contemporánea,
como fue el caso de obra Trabajo Doméstico de la artista Bruna Truffa en la sala Del Frente
Popular a la Unidad Popular, así como el trabajo en los textos y propuestas de intervención
Enfrentar el desafío de replantear lecturas en el Museo Histórico Nacional es una tarea que
en el caso de este ejercicio quisimos abordar desde un trabajo más allá que el del equipo
Madres y Huachos buscó no solo presentar una lectura distinta de las salas de exhibición,
sino también una reflexión respecto de problemáticas en torno a género e igualdad pre-
sentes hoy en Chile y de las que un museo puede abordar desde su rol de investigación,
Madres y Huachos
(1991)
DE SONIA MONTECINO AGUIRRE
que lo primero que me llamó la atención fue la libertad con que la autora
propiedad un lugar en el mundo. Una voz rebelde de mujer que surgía junto
con otras voces que solo habían contado en su formación universitaria con
7
¿Qué nos ha regalado este texto? ¿Cuáles los dones que se siguen proliferan-
do a la largo de los años? ¿Cuál es la magia que permite que circule entre
formado? Yo veo aquí tres actos: una mirada, un relato y una apertura iden-
titaria a la otredad.
Una mirada sobre nuestros cuerpos, articulados desde los ritos cotidianos
arropa y nos miente. Por lo demás, muchos años antes que se hablara de un
El Hombre (la Mujer) necesita afincarse en un lugar, revivir una historia; ne-
ción oral y escrita, como si se tocara una herida que nunca se cierra, Sonia
8
y gozoso?, ¿punitivo y pasivo? Seguidamente, y esto se repite en el tiempo,
El lugar del padre está vacío, como si no existiera para el hijo; el lugar de la
He aquí una matriz, una intrahistoria que nos formula como entes incom-
dictador, el que aun muerto sigue vivo, como en esa torrentosa y obsesiva
novela de García Márquez, El otoño del patriarca, escrito casi sin puntos ni
comas, como si los hijos resollaran, gimieran, frente a una figura omnímo-
abuelos, para que así todos comencemos a cambiar de piel. Y es aquí donde
que luego será abandonada y parirá un bastardo; sino alguien que exija sus
Junto con este relato dramático, hay también uno lúdico; ligado al mundo
de las palabras que arman esta historia de la América íntima. Los caracteres
9
de este relato se organizan en binomios que ordenan y además despiertan
término (muchos tienen raíz en el mapudungun), los define, ensaya sus sus-
prójimo. Guachito del alma, guachito querido. Evoco aquí las correrías del
comienzos del siglo XX, recién llegado de la remota Gran Siria. Un turquito
del quiosco en mi liceo penquista de los años 60, de seguro ella también
que fue reina de uno de los cerros de Valparaíso y tenía un hijo que era
10
esos puestos con logotipo, que no preparan la paila con huevo, con queso
logo postmoderno nos otorga comodidades, sí, pero no nos quita esa ham-
En mis tiempos juveniles, todos queríamos ser lachos: tocata y fuga; pero eso
es un arte de muy difícil aprendizaje. Ahora, tengo entendido que hay un tér-
mino que aparece en el mismo eje semántico: son los jotes (nombre puesto
por las mujeres; aunque las mujeres también jotean), los que merodean a
Salto de un lugar a otro, como diría Nicanor Parra. Me atrae leer un libro
donde los datos de archivo son combinados con la tradición oral y ambos
son elaborados para conformar una historia matriz, presente en todas las
acudiendo a la noción de clase social. Son trabajos loables, que rompen cen-
suras acerca de las máscaras sociales que nos constituyen. Sin embargo, me
irrita que muchos de esos trabajos ignoren los textos literarios, artísticos y de
conlleva una pobre noción del lenguaje y por esta razón, del pensamiento
11
En este punto de la conversación, tomo conciencia que se me están ol-
vidando las vírgenes; es decir, todo, pues son las madres que nos ligan al
varios ejemplos del culto mariano como expresión del sincretismo religioso.
Diego: “¿No estoy aquí yo que soy tu Madre? ¿No estás debajo de mi sombra
y amparo? ¿No soy yo vida y dulzura? ¿No estás en mi regazo y corres por
hijo; pero cuidado; harto sufrimos por ello. Las hijas ya nos tomaron el pulso
y nos han comenzado a llamar mamones, exigiéndonos otros roles, más ac-
tivos y lúdicos. Hoy, ante la mención de aquella palabra, mamón, los jóvenes
se encierran en sus piezas por semanas para dar con una salida honorable.
El cuento de la Tirana parece ser más auspicioso: una reina india, en el mo-
hijo es más enigmático: “Decidí que fueras distinto”. Sea como fuere, hay un
maternal, que nuestra autora resume así: “hemos nacido de ella y gracias a
12
dolor, ambigüedad, enfermedades, desastre de la naturaleza, tenemos un
carnaval de máscaras, donde aparecen desfilando Sailor Moon (de los animés
japoneses), junto con Super Mario y su hermano Luigi (de los juegos de Nin-
tendo), veo una procesión que sigue a una inmensa mona de trapo con las
encantos y escucho que: cuenta la leyenda que una india engendra un hijo
arrojándolo a un río; pero ante los gritos del crío, ella se lanza a las aguas a
de nuestros hijos, la culpa familiar por haber aceptado las antiguas reglas del
¿Por qué seguimos leyendo Madres y huachos? Muy simple, su mirada, sus
13
ángulo sexual y mítica. Allí están los muchachos del congreso de la nación
tas, cada uno ofreciendo lo suyo, llevando a sus espaldas el rol que actúan
de memoria sin que ellos se den cuenta; y ahora, una nueva generación de
mujeres, jóvenes y bellas guerreras, que tienen la gran virtud, sí, de valer más
por su controlado lenguaje que por ser madres o tener una pareja estable;
cos fuertes, encadenándose a ese gran padre, para tenerlo siempre a su lado.
Un libro que nos conecta con nuestras experiencias vitales, pues trabaja con
explican el color de nuestros ojos, nuestro nombre de pila completo (en al-
cita con la tía profesora y con el hada madrina; en fin, las imágenes benditas
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
repartidas en los sitios más insólitos de la casa, para no mencionar los man-
vez fueron usados, por error por cierto, para completar el disfraz de pirata
vive como algo natural, a pesar que mi madre y mi hermana no van a misa.
doña María por las empleadas, Maruja por sus amigas, Marigen por sus pa-
14
entiende!”, por su madre. María rima con todo, nos acompaña siempre y en
realidad, no molesta.
apartarla de una sola vez, pues está a la pasada y quita espacio, o debo
dejarla ahí, sin tocarla, agradeciendo su presencia? Para mí, Madres y hua-
los sueños ominosos, hacen hablar al silencio. Pero no se crea que todo se
despeja, pues habrá una sombra que no se separa de nosotros, que es nues-
Un libro maravilloso, pues nos da la llave para abrir el presente. Una butaca
aleph, diría Jorge Luis Borges, el niño Georgie, un mirador que nos enfrenta
15
so familiar y comunitario de varias autobiografías chilenas recientes. Por el
paradoja! Jóvenes que sueñan con la utopía de una familia feliz. Por el cami-
memorias.
labra de mujer.
Rodrigo Cánovas
Pontificia Universidad Católica de Chile
16
Madres yHuachos
(APROXIMACIONES A UNA INTERVENCIÓN MESTIZA
EN EL MUSEO HISTÓRICO NACIONAL)
D
esde una perspectiva latinoamericana, pensar críticamente los museos de
sajes y costumbres que surgen una vez finalizadas las guerras de Indepen-
dencia y que, a pesar de ciertas reformulaciones, hasta hoy todavía movilizan un discurso
memoria afectiva de sus héroes al brindar sus imágenes a la nuevas generaciones” por medio
de diversos materiales: pinturas, esculturas, trofeos, documentos, etc. (Malosetti, 2010: 76).
En este sentido, la posibilidad de ofrecer una trama narrativa alterna al interior de una insti-
tución de este tipo se articula como un ejercicio de crítica cultural que desnaturaliza signos
pactados desde claros posicionamientos hegemónicos de género, etnia y clase como únicas
formas posibles de lectura histórica, ampliando así los registros para la circulación de (otros)
17
En mi condición de historiador del arte venía desarrollando desde hace años exploraciones
visual chilena. Para ello había realizado textos y exposiciones con pinturas y esculturas colo-
niales de los siglos XVI a XIX, formulando como hipótesis de trabajo principal la existencia
de una traducción mestiza de prácticas y estéticas occidentales que era posible evidenciar
Es en consideración a esta perspectiva de análisis cultural que el 2015, a partir de los Ejerci-
Creía pertinente -en el contexto de una institución cuyo mandato oficial es facilitar el cono-
cimiento de la historia del país para el reconocimiento de la identidad de Chile- llevar esta
propuesta respecto de la visualidad local hacia un diálogo más amplio con el conjunto de
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
feminista Sonia Montecino, libro decisivo en la historia cultural de las últimas décadas y que,
hacia la visualidad.
Con este trabajo se pretendía, siguiendo a la propia autora, “detenernos en el proceso mismo
esta cultura y sus consecuencias en el plano de la identidad genérica” (Montecino, 1991; 47).
Con el sustrato de estas premisas teóricas brevemente descritas, se articularon tres ejes de
18
zaje en Chile y política maternal. Cada uno debidamente asociado a una gráfica específica
MHN, resultaba más operativo que estos ejes se desarrollaran por medio de puntos específi-
cos de intervención que no alteraran el recorrido general y que, en esta ocasión, mencionaré
de forma bastante resumida en tanto sus alcances específicos a nivel teórico, práctico y es-
En la sala “Los primeros habitantes” dispusimos una mesa ritual andina especialmente cons-
truida para la ocasión. Para ello contamos con la asesoría de las antropólogas del Centro
y materiales necesarios para su elaboración. Con este gesto inicial se pretendía dar cuenta
las divinidades femeninas. Al igual que en cada uno de los puntos de intervención desarro-
entender su inclusión.
El siguiente espacio de intervención fue la sala “Iglesia y el Estado”. En ella se dispuso una
cédula asociada a una pintura andina del siglo XVIII que representa a la Virgen de La Merced
como Virgen de la leche, es decir, como una mujer que amamanta a su hijo. Para ello se
puso énfasis en la idea que los símbolos y cultos marianos desarrollados en América Latina
manifiestan modelos asociados a las identidades de género, etnia y clase propios de nuestra
cultura mestiza. Junto con esto, se proponía pensar la pintura colonial como un reflejo local
de estas ideas que abre perspectivas de lectura más allá de la historia del arte tradicional
19
Con estos temas generales ya elaborados, el siguiente paso fue introducir la figura de los(as)
denominada “La sociedad colonial”, en que se recrea una cocina del siglo XVIII para desple-
gar allí un texto que refiere expresamente al origen ilegítimo de muchas uniones durante
los formadores siglos de presencia hispana directa, permitiendo postular que la condición
desarraigada de hijo(a) huacho(a) que surgió en esta sociedad, lejos de ser una anomalía,
indígena ni español, prevaleciendo en ellos un modelo familiar formado por una madre y
sus hijos(as).
Asociado a este espacio también se incluyó un video que recoge parte de una extensa
conversación que sostuve con Sonia Montecino y en el que se detalla el contexto histórico y
teórico que permitió el surgimiento de este ensayo a principios de la década de los noventa
en el Chile postdictadura.
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
huacho(a) como variable local de un proceso que se verifica en toda América Latina,
identidad nacional. Para ello recurrimos a la famosa pintura de Bernardo O’Higgins rea-
lizada por el artífice mulato José Gil de Castro en 1820 y que se encuentra en la sala “El
Se trataba de ofrecer una (otra) identidad al “Padre de la patria” que relevara su condición
ilegítima en el contexto de una situación bastante habitual durante esos tiempos. Para ello
20
de identidad y la cédula museográfica, señalaba el nombre de Bernardo Riquelme Riquel-
me junto con una foto del personaje. Bajo esta pieza gráfica se elaboró un texto en que se
hacía referencia a la Ley 19.585 de 1998 que, entre otros puntos, contempla la creación de
un estatuto igualitario para todos(as) los hijos(as), sean estos(as) nacidos(as) dentro o fuera
En este mismo registro, y como forma de dar cuenta de esta situación desde la perspectiva
de la madre, también se recurrió al retrato de Isabel Riquelme realizado por el mismo autor
hacia 1819 como reflejo de maternidad fuera del matrimonio en las clases altas. Para ello se
dispuso un texto que plantea un esquema familiar en que una mujer soltera, fruto de una
relación con un alto funcionario de la Corona española, queda embarazada. Sin embargo,
debido al estatus de ambos, la situación debe arreglarse de tal forma que no dañe la honra
El hijo ilegítimo en exilio interior pasará sus primeros años de vida alejado de sus progeni-
de virrey en el Perú.
Esta novela familiar, en términos freudianos, tendrá en el caso de Bernardo O’Higgins un de-
sarrollo en que la historia y la épica se imbrican para dar lugar a uno de los más importantes
De esta forma, lejos de ser una excepción, las madres solteras constituyen una figura bas-
21
Con estos elementos desarrollados en las salas de exhibición de la Colonia y la República
temprana, se tornó pertinente trasladar estos contenidos hacia el siglo XX. Para ello destaca-
un pequeño costurero de lata con hilos y agujas en una vitrina de la sala “La sociedad a prin-
cipios del siglo XX”, donde se exhibe el vestido de una mujer de nombre Javiera Eyzaguirre.
La intención era relevar ciertos oficios femeninos desde su omisión en el relato del MHN,
más centrado en el uso y circulación de la cultura material de las clases dominantes. Para
ello se redactó una cédula asociada que, a modo de nota al pie, identificaba el objeto como
Ya en pleno contexto político de los años setenta, se instalaron en la sala que cierra el reco-
rrido por el museo varias cacerolas bajo la proyección de La Moneda después de su bom-
bardeo en 1973. Con ello se quiso recalcar el papel de las mujeres tanto de derecha como
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
Como la misma Montecino señala, su desplazamiento desde el mundo privado (la cocina y
la casa) hacia lo público deviene una política maternal que sale a la calle ante condiciones
que se creen adversas para la familia chilena, articulando un discurso que se basa en un
imaginario de lo mínimo doméstico, como las ollas, para erigirse como una transgresión
Finalmente, y como forma de hacer una referencia explícita a las mujeres en el campo de
ellos pertenecen a la serie “Territorio Doméstico”, donde, por medio de la repetición y la se-
22
cuencialidad, vemos a una mujer chilena en su tránsito cotidiano de lunes a domingo, cru-
zando distintos paisajes geográficos y principalmente mentales, en tanto somos testigos del
evidente desgaste de su cuerpo en un ciclo eterno marcado por los quehaceres del hogar.
Nuestra intención es que, a partir de esta breve exposición de un ejercicio curatorial, se fra-
gue la posibilidad de instalar miradas críticas para la activación patrimonial de las coleccio-
nes del MHN, permitiéndole a la comunidad vincularse desde sus propias experiencias de
vida con esta institución que en su claro posicionamiento blanco, masculino, heterosexual
y de clase alta muchas veces parece ajeno a las prácticas y estéticas cotidianas de quienes
lo visitan.
Bibliografía
Báez, Rolando (2014), Vírgenes, mártires y santas mujeres: las imágenes religiosas en la
Freud, Sigmund (2012), “La novela familiar del neurótico”, en Introducción al Narcicismo y
Malosetti, Laura (2010), “Arte e historia. La formación de las colecciones públicas en Bue-
nos Aires”, en Castilla, Américo (comp.), El museo en escena, Paidós, Buenos Aires.
Montecino, Sonia (1991), Madres y huachos. Alegorías del mestizaje chileno. Santiago:
23
2.
2
EJERCICIOS
DE
COLECCIONES
N°2
Sobre Madres
y Huachos
25
La siguente transcripción corresponde al registro
audiovisual de una conversación con Sonia Montecino
realizada en noviembre de 2016
26
Entonces a mí me quedó resonando muy fuertemente ese concepto ¿por qué
razón? Porque yo había escuchado esa palabra: estaba siempre presente en
mi biografía, en la de mis parientes, de mis amigos. Pero se trataba de una
condición que de alguna manera se acantonaba en un silencio, o sea, era una
palabra dicha, pero a la vez silenciada.
27
Este relato ha sido poco trabajado, poco indagado, porque siempre nos gusta
andar mirando otras epistemologías y no leer las comprensiones del mundo
de la cultura y el arte popular que tenemos a la mano. Para mí la guitarrera es
una metáfora chilena poderosa. Quiero decir con esto que el habla chilena hizo
posible en los distintos mundos, o sea ya en el mundo indígena, en el mundo
campesino, en el mundo popular, etcétera, hizo posible el levantamiento de una
historia que no hemos trabajado como es la historia desde de la tradición oral.
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
4. 5.
28
La chilenización de este largo territorio va a tener unos efectos bastante
fuertes y eso como te decía se aprecia en Quinchamalí, todos estos
indicios, estas condensaciones simbólicas que estaban ahí, todo lo que
se desbordaba y se desprendía en ese poblado de loceras. El problema
es que la historiografía oficial, la antropología oficial siempre han
observado lo que sus marcos teóricos y metodológicos les permiten
mirar: las instituciones; pero nunca quiseron trabajar con el envés, lo
que está bajo la falda de las instituciones, las bastas, los dobladillos.
Por eso la modernidad nuestra y nuestra pretendida “ilustración” han
sido fallidas, incompletas. Yo creo que todo eso tiene que ver con el
horror de enfrentarnos a una historia cultural muy compleja, porque el
vínculo colonial de género violento y/o amoroso, nos trae sufrimiento
cuando el poder, y en este caso obviamente un patriarcado hispánico
muy fuerte, lo que hace es definir quiénes están al interior de lo
legal, y quienes están fuera de lo legal. Ese estar fuera de lo legal (ser
“hijo/a” del pecado), sin duda, construye al sujeto desde un dolor, y ese
6.
29
dolor hay que negarlo, hay que tapiarlo, hay que
esconderlo porque nos avergüenza. Entonces
¿cómo lo ocultamos? Con la construcción de
un imaginario blanco, somos los “blancos” del
continente. Es el desplazamiento que se hace
desde la figura del “huacho Riquelme” a la de
Bernardo O’Higgins (del origen “ilegal” dado por
la madre al “legal” dado por el padre). ¿Por qué
queremos tan fuertemente negar y borrar esta
historia fundacional? Porque es un envés molesto,
de desorden , y por ello nos inventamos nuestro
apego a la ley, como una manera de recubrir la
herida hasta que cicatrice y desaparezca; pero
parece que eso no es suficiente para que ello
suceda.
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
7.
30
Desde el proceso colonial hasta la república
democrática (me refiero al fin de la dictadura), la
división entre personas legítimas e ilegítimas siguió
funcionado; por eso se trata de un fenómeno de
larga duración, de una cultura enraizada en el
imaginario de una frontera entre quienes tienen
el derecho al nombre del padre y quienes no (con
su correlato de herencias y despojos). Ello se grabó
en los cuerpos mestizos y en las subjetividades,
es una memoria que se ha ido transmitiendo
transgeneracionalmente. Por eso esa palabra
“huacho” yo creo que fue y es tan poderosa, por eso
la podemos considerar en su calidad epistemológica. 8.
9.
31
Creo que hubo un remecimiento cuando la palabra “huacho” tuvo un estatuto
literario, discursivo. Esa palabra huacho en la sociedad chilena del momento
de apertura democrática produjo y generó un montón de reacciones, hubo
gente que me decía, pero ¿por qué esta palabra tan fea?, ¿por qué dice
esto tan desagradable? Y por el otro lado, había gente que me daba las
gracias: ¡qué bueno!, por fin me puedo nombrar. Fue algo así como, alguien
está diciendo lo que somos, veámonos, mirémonos en este espejo de la
ilegitimidad. Muchas personas se siguen acercando para decirme que el libro
les ha ayudado a aceptar su propia historia como huacho o como huacha.
Sobre Madres
y Huachos
33
PUNTOS DE INTERVENCIÓN
en la Muestra Permanente del Museo Histórico Nacional
H ACCESO A LA EXPOSICIÓN
c
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
34
L a intervención curatorial se de-
35
11.
12.
36
13.
37
14.
38
15.
39
16.
40
17.
41
18.
42
19.
43
20.
44
21.
22.
45
23.
46
24.
47
25.
48
26.
49
27.
50
28.
51
29.
52
30.
53
31.
54
32.
55
33.
56
EJERCICIOS
DE
COLECCIONES
N°2
Sobre Madres
y Huachos
REGISTRO DE VISITA GUIADA Y
CONVERSATORIO
ENERO DE 2017
35.
34.
37.
36.
58
39.
38.
40.
41.
59
Créditos y notas
acerca de las imágenes
Imagen 1: (p. 4) Retrato de Bernardo O’Higgins Riquelme, José Gil de Castro, 1820, Nº SUR 3-269
Imagen 2: (p. 24) Virgen con el niño, artífice andino(a) desconocido(a), XVIII, Nº SUR 3-41673
Imagen 3: (p. 27): Mujer con niño, autor(a) desconocido(a), 1938, Nº Cat. PFA-000923
Imagen 4: (pág. 28) Mujeres mapuches con niño(a), autor(a) desconocido(a), 1908, Nº Cat.S-001319
Imagen 5: (pág. 28) Mujer con niño(a), autor(a) desconocido(a), 1900, Nº Cat. PFA-000873
Imagen 6: (pág. 29) Niña en una canasta, autor(a) desconocido(a), 1930, Nº Cat. PFA-000377
Imagen 7: (pág. 30) Familia en la playa, autor(a) desconocido(a), 1930, Nº Cat. AF-0149-103
Imagen 9: (pág 31) Retrato de niño no identificado, Miguel Rubio, sin fecha, Nº Cat. N-000370
Imagen 10: (pág. 32): Retrato de niña no identificada, Archivo Quimantú, 1970, Nº Cat. FC-008234
Imagen 11: (pág. 35) Equipo de montaje instalando la gráfica distintiva del ejercicio en una vitrina,
Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 12: (pág. 36) Retrato de Bernardo O’Higgins intervenido con gráfica y textos, Marina Molina,
noviembre 2016
Imagen 13: (pág. 37) Cédula de identidad que identifica a Bernardo O’Higgins Riquelme como
Bernardo Riquelme Riquelme y texto acerca de la ley de filiación asociado, Marina Molina,
noviembre 2016
Imagen 14: (pág 38) Virgen de la Merced amamantando al niño Dios, Artífice andino(a) desconocido(a),
siglo XVIII, SUR 3-113
60
Imagen 15: (pág. 39): Detalle de piezas incorporadas en la vitrina respecto de religiosidad popular del
museo, Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 16: (pág. 40) Vista general de la vitrina acerca de religiosidad popular del siglo XIX ya
intervenida, Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 17: (pág. 41) Vitrina con el traje de Javiera Eyzaguirre intervenida con un costurero y gráfica
asociada, Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 18: (pág. 42) Detalle del costurero en que, mediante una cédula, se hace referencia a las
anónimas modistas que trabajaban para las clases altas chilenas, Marina Molina, noviembre
2016
Imagen 19: (pág. 43) Vitrina con máquina de coser que remite al trabajo de las mujeres tanto como
obreras textiles como modistas durante las primeras décadas del siglo XX, Marina Molina,
noviembre 2016
Imagen 20: (pág. 44) Proyección de La Moneda después del bombardeo del 11 de septiembre de
1973 en que se dispusieron cacerolas y gráfica asociada al rol de las mujeres en el espacio
público tanto en los últimos años de la UP como en dictadura, Marina Molina, noviembre 2016
Imágenes 21 y 22: (pág. 45) Detalles de la intervención, Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 23: (pág. 46) Obras de la artífice Bruna Truffa cerrando el recorrido de Madres y Huachos,
Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 24: (pág.47) Obras de la artífice Bruna Truffa que cerraban el recorrido de Madres y Huachos,
Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 25: (pág. 48) Pinturas de la serie Territorio Doméstico de la artífice Bruna Truffa, Marina Molina,
noviembre 2016
Imagen 26: (pág. 49) Panorámica de la sala final del MHN intervenida, Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 27: (pág. 50) Gráfica asociada al ejercicio de colecciones que recrea medallones con textos
usados en la pintura colonial, Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 28: (pág. 51) Video del realizador Mauricio Álamo que registra una conversación entre el
curador de la muestra y la antropóloga Sonia Montecino, Marina Molina, noviembre 2016
Imagen 29: (pág. 52) Vagancia infantil, José Muga, sin fecha, Nº Cat. FC-008944
Imagen 30: (pág. 53) Mujer chilota, Archivo Quimantú, 1970, Nº Cat. FC-010632
Imagen 31: (pág. 54) Retrato de mujer, atribuido a Jean Bainville, c. 1860, Nº Cat. AF-0036-26
Imagen 32: (pág. 55) Vagancia infantil, Archivo Quimantú, 1939, Nº Cat. FB-015422
Imagen 33: (pág. 56) Video del realizador Mauricio Álamo que registra una conversación entre el
curador de la muestra y la antropóloga Sonia Montecino, Marina Molina, noviembre 2016
Imágenes 34, 35, 36, 37, 38 ,39, 40 y 41: (págs 58 y 59) Registros de la visita comentada que
realizaron Sonia Montecino y Rolando Báez como cierre del Ejercicio de Colecciones y
conversatorio sobre el mismo tema en el que participaron Sonia Montecino, Emma de
Ramón, Rodrigo Cánovas y Javiera Müller, Marina Molina, enero del 2017
Madres y huachos. Alegorías del meztizaje chileno
62
Agradecimientos
A la artista visual Bruna Truffa, Carolina Franch y Paola Uribe; al
63
OT/39107