Buenos y Malos Alumnos
Buenos y Malos Alumnos
Buenos y Malos Alumnos
RESUMEN
CARINA KAPLAN
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oportunidades” para todos los chicos no es tan solo un problema externo a la
escuela, sino que la compromete en su cotidianidad.
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como institución, códigos que maneja la escuela, el lugar y el contexto donde
vive el chico, la relación familia escuela, vivienda, comida y vestimenta, etc.
Estas opiniones de los maestros nos hacen reflexionar de tentaciones que
tenemos de “hacer cargo” a variables externas, del tipo histórico-político-
ideológicas, de nuestros logros como enseñantes y del de nuestros alumnos.
Pero no son los únicos factores, encontrar en ellos la única explicación de los
éxitos y fracasos de nuestros alumnos es evitar la autorresponsabilización. Los
docentes construyen etiquetas para los alumnos de su clase. Probablemente
comuniquen a los chicos sus expectativas tanto positivas como las negativas.
Necesitamos entonces comprometernos con la desigualdad de los resultados
que alcanzan los alumnos.
Los maestros existen no solo como individuos sino también como actores
colectivos de la sociedad.
2.2 Etiquetas del maestro: la influencia de las categorías del maestro sobre el
comportamiento y rendimiento escolar de los alumnos.
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Las categorías que los docentes poseen de sus alumnos operan de algún
modo en su trato con ellos, en la experiencia social que tiene lugar en el salón
de clase. Anticipando ciertos comportamientos, anticipación o predicción de
ciertas características.
Toda clasificación pone en marcha un sistema de expectativas dado que un
enunciado descriptivo es también un enunciado prescriptivo ya que está dotado
de una cierta fuerza que contribuye a la ocurrencia del rasgo o acontecimiento
descrito.
En la relación maestro-alumno el esquema perceptivo del maestro se conforma
en base a un “porvenir probable que él anticipa y que al mismo tiempo ayuda a
realizar.” (Bourdieu, 1979)
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En el primer caso, la inteligencia estaría fuera del alcance efectivo del maestro,
nos coloca ante la denominada “ideología de los dones naturales”. En el
segundo caso, la inteligencia se presentaría como una cualidad modificable en
virtud de la intervención del maestro, es decir pertenecería a su propio campo
de acción. La primera perspectiva nos coloca ante la denominada ideología de
los dones naturales, y nos llevaría a la concepción estática que clasifica en
buenos y malos alumnos.
¿De tal familia tal alumno?
El entorno socio-familiares parecen ser percibidas por nuestros maestros. Las
dificultades que presenta el alumno en su aprendizaje pueden atribuirse a su
pertenencia de clase, lo cual nos plantea un dato inmodificable, inmutable del
alumno. Existe una importante tradición en investigación que intenta analizar la
relación origen social del alumno-desigualdad de rendimiento escolar, teniendo
en cuenta factores objetivos externos a la escuela y factores subjetivos como el
nivel de aspiraciones, las orientaciones y sus propias expectativas de logro.
Algunos alumnos son más “presentables” que otros.
La pregunta sería qué ocurre con esta característica cuando los maestros y
alumnos nos comparten un origen étnico.
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3. La interacción maestro-alumno en la cotidianidad del aula
Como toda practica social, la escolar necesita ser considerada en sus dos
dimensiones constitutivas: la subjetiva y la objetiva.
Las expectativas de los maestros son solamente abordadas a través de
variables de tipo externas, sin considerar los términos del propio proceso de
interacción en el aula.
El aula constituye un espacio social con autonomía.
Así el estudio de la práctica que tiene lugar en el aula debe incluir, además de
las condiciones estructurales con las que opera, las percepciones y
orientaciones de los maestros y los alumnos, las cuales contribuyen a la
construcción de dicha práctica.
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“la disciplina procede ante todo a la distribución de los individuos en el
espacio.” A cada individuo corresponde un lugar y el espacio disciplinario tiende
a dividirse en tantas parcelas como cuerpos o elementos para repartir hay. “es
preciso anular los efectos de las distribuciones indecisas, la desaparición
incontrolada de los individuos, su circulación difusa, su coagulación inutilizable
y peligrosa.
“evitar las distribuciones por grupos, descomponer las implantaciones
colectivas, analizar las pluralidades confusas, masivas o huidizas.”
La cercanía o lejanía respecto de la autoridad, el maestro, pareciera ser
indicativo de las expectativas que este último posee respecto de aquellos, los
alumnos, a los que coloca lejos de él y sus diferencias con aquellos a los que
ubica cerca de él... Algunos docentes preferirían tener cerca de los
“problemáticos”, otros ubicarían a los mejores.
El cómo perciben aquello que el maestro espera tiene una influencia real sobre
su conducta en la escuela.
e) La mirada del maestro: cuando las palabras no alcanzan
Los silencios y lo gestual son lenguajes significativos a la hora de comprender
la relación que se establece entre los maestros y los alumnos.
El juego de las miradas pareciera ser uno de los mecanismos habituales
utilizados por el maestro con el objeto de mantener ciertos controles sobre su
clase. Él no habla pero los chicos saben aquello que comunica.
La mirada puede incomodar, restablecer la disciplina, inquietar pero también
provoca en el otro la respuesta que corresponde.
f) La normativa en el aula: la igualdad formal y la desigualdad real
Supuestamente todos serían jurídicamente iguales ante el maestro pero
advertimos que existía una desigualdad en el tratamiento de las normas, en
función al concepto que se tiene de cada alumno y esto es percibido.
Los comportamientos en clase y los rendimientos explicarían, para la docente,
por las distintas actitudes de los alumnos frente a las normas disciplinarias.
Esto produciría en parte ciertas desigualdades en el trato para con los alumnos.
Se podría pensar que aquellos chicos que gozan de mejor “status” en el aula,
los cuales la maestra ha podido comunicarles una expectativa alta, estarían en
mejores condiciones de expresar sus ideas en público. Tal vez en el caso de
aquellos de los que la maestra espera resultados pobres, se atribuyan a sí
mismos sus fracasos e intervengan poco en público.
g) Cada alumno tiene su propio tiempo
La clase observada se basa en un interrogatorio casi continuo de la maestra
hacia los alumnos, eligiendo el orden y el tipo de intervenciones. Da la
impresión de estar ante un partido de ping-pong en el que por un lado está la
maestra (siempre campeón) y por el otro los alumnos (los contrincantes).
El factor tiempo que deja el maestro para responder a las preguntas, podría no
ser igual para aquellos chicos de los que la maestra esperan que sepan y de
aquellos que no.
Varios estudios afirman que el docente interactúa más frecuentemente en
público con los alumnos de expectativas positivas, diferencia que contrasta con
la superior frecuencia de las interacciones privadas con los alumnos
problemáticos. (Díaz, Aguado). Esto parece obedecer a la necesidad de
controlar la clase eligiendo a los alumnos más adecuados para ello e intentar
controlar de forma individual a los alumnos “problemáticos”.
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Pensamos que la autoestima de los alumnos se nutre de diversas fuentes, la
escuela y las opiniones que tienen de cada uno de ellos sus maestros.
Cuantas más oportunidades demos a nuestros alumnos para que nos
sorprendan, menos rígidos y estereotipados será nuestro vínculo con ellos y
probablemente obtendremos mejores rendimientos.
h) ¿Equivocándose se aprende?
La maestra explicita a la clase su perspectiva del error como potencial para el
aprendizaje. Sin embargo, pareciera ser que los errores son el resultado de no
prestar la debida atención, de apresurarse en brindar una respuesta. Los
docentes necesitaríamos concientizarnos de los modos de presentar los
conocimientos a los alumnos.
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Los educadores necesitamos defender nuestras escuelas aun cuando no esté
de claro si el proyecto político va a acompañarnos.
Necesitamos terminar con aquello que ha identificado Filmus como “El mito de
la Argentina educada”. Si ya no somos aquella Argentinazo podes permitir ser
“cómplices”de esta que no se decide a impulsar la educación en una sociedad
en vías a democratizarse.
“Igualdad de oportunidades para todos, teniendo en cuenta la desigualdad en
los puntos de partida de ellos”