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Bosquejo de Apocalipsis

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Bosquejo de apocalipsis

1:1–20: Prólogo

Introducción: El apocalipsis que fue revelado para dar testimonio, trae la bendición (1:1–
3)

Saludo: Juan saluda a las iglesias en nombre del Padre, del Espíritu Santo y del Hijo cuya
obra redentora aporta un nuevo estatus a las iglesias, todo para la gloria de Dios (1:4–8)

Se le encomienda a Juan escribir a las Iglesias porque su confianza está basada en la


instauración de Cristo como juez cósmico, sacerdote y gobernante de la Iglesia por su
victoria sobre la muerte (1:9–20)

2:1–3:22: Las cartas a las siete iglesias: Cristo anima a las iglesias a dar testimonio, les
advierte en contra de las concesiones hechas, y las alienta a escuchar y a dejar de
transigir para heredar la vida eterna

Cristo alaba a la iglesia de Éfeso por su ortodoxia y condena su falta de testimonio,


exhortándola a superar esta carencia para heredar la vida eterna (2:1–7)

Cristo alaba a la iglesia de Esmirna por soportar la tribulación y la anima a continuar


siendo fiel en previsión de una inminente y más severa persecución para poder heredar la
vida eterna y el reinado celestial (2:8–11)

Cristo alaba a la iglesia de Pérgamo por perseverar en su testimonio en medio de la


persecución, y condena su permisividad con la idolatría, exhortándola a vencer esto para
no ser condenada y poder conseguir una comunión e identificación con Cristo en el fin de
los tiempos (2:12–17)

Cristo alaba a la iglesia de Tiatira por su testimonio cristiano, y condena su permisividad


con la idolatría, exhortándola a vencer esto para no ser condenada y poder tener
autoridad en el fin de los tiempos junto con Cristo (2:18–29)

Cristo condena a la iglesia de Sardis por su falta de testimonio y sus transigencias y la


anima a superar todo esto para heredar las bendiciones de una vida de salvación (3:1–6)

Cristo alaba a la iglesia de Filadelfia por perseverar en su testimonio, en el cual Él dará a


sus miembros más autoridad, y les anima a seguir perseverando para conseguir una
comunión e identificación con Él en el fin de los tiempos (3:7–13)
Cristo condena a la iglesia de Laodicea por su testimonio ineficaz y su deplorable
condición espiritual y exhorta a sus miembros a perseverar convirtiéndose en testigos
fieles y renovando su comunión con Él para poder así reinar con Él (3:14–22)

4:1–5:14: Dios y Cristo son glorificados porque la resurrección de Cristo demuestra que
tienen soberanía sobre la creación para condenar y redimir

Se glorifica a Dios porque es juez soberano y redentor de la creación en su concepción y a


lo largo de su historia (4:1–11)

Se glorifica a Dios y al cordero porque han empezado a ejercer su soberanía sobre la


creación mediante la muerte y resurrección de Cristo, que trae consigo el inicio y la
eventual consumación del juicio y la redención (5:1–14)

6:1–8:5: Los siete sellos

Los cuatro primeros sellos: Cristo utiliza fuerzas celestiales amenazantes para poner a
prueba a la gente a lo largo de la historia de la Iglesia para que se purifiquen o sean
castigadas (6:1–8)

El quinto sello: La petición a Dios de los cristianos perseguidos y glorificados de que


muestre su justicia juzgando a sus perseguidores será respondida cuando todo su pueblo
haya cumplido con el sufrimiento que Él ha determinado que soporte (6:9–11)

El sexto sello: Dios demostrará su justicia ejecutando el juicio final contra el mundo no
creyente (6:12–17)

Ángeles evitan que las fuerzas amenazadoras inicien su actividad destructora sobre la
tierra hasta que los creyentes reciban protección espiritual para que no pierdan su fe (7:1–
8)

Dios y el Cordero son alabados por poner de manifiesto la redención de multitudes


protegiéndoles en medio de una tribulación purificadora (7:9–17)

El séptimo sello como conclusión de la serie de sellos: Se describe el juicio final de nuevo
como respuesta formal a la petición de los santos en 6:10. Que Dios castigue al mundo no
creyente (8:1–5)

8:6–11:19: Las siete trompetas

Las primeras seis trompetas: Dios responde la oración de los santos utilizando ángeles
para ejecutar sus juicios sobre los perseguidores, conduciendo hacia el juicio final (8:6–
9:21)
Se le encomienda de nuevo a Juan que profetice sobre el juicio, respecto al cual Él
paradójicamente se regocija y se lamenta (10:1–11)

El decreto de Dios asegura su presencia entre los suyos y su testimonio eficaz, lo cual
conduce a una aparente derrota y culmina con el juicio a sus opresores (11:1–13)

La séptima trompeta: Dios establece el reino consumado y ejecuta el juicio final (11:14–
19)

12:1–15:4: Conflicto más profundo

Como resultado de la victoria de Cristo sobre el diablo, Dios protege a la comunidad


mesiánica contra el daño iracundo del maligno (12:1–17)

Se exhorta a los creyentes a discernir sobre la falsedad y a no participar en falsas


adoraciones propagadas por el demonio y sus aliados terrenales, y a mantenerse en su fe
(12:18–13:18)

Dios lleva a cabo su gloria recompensando a los creyentes y castigando a la bestia y a sus
seguidores al final de la historia (14:1–15:4)

15:5–16:21: El juicio de las siete copas: Dios castiga a los impíos durante la era entre
advenimientos y finalmente en el último día a causa de su persecución e idolatría

El reinicio de la introducción al juicio de las siete copas (15:5–8)

La orden de llenar las copas (16:1)

Las primeras cinco copas: Dios castiga a los impíos durante la era entre advenimientos
privándoles de su seguridad terrenal a causa de su persecución e idolatría (16:2–11)

Las copas sexta y séptima: Juicio final del sistema mundial del mal (16:12–21)

17:1–19:21: Juicio final de Babilonia y de la Bestia

La influencia del estado y del sistema económico-religioso del mundo, su alianza y la caída
de ambos (17:1–18)

Los santos que no se dejaron comprometer por la idolatría van a regocijarse por el juicio
de Dios porque esto demuestra la integridad de su fe y la justicia y gloria de Dios y
conduce a la consumación del reino de Dios y a la unión con su pueblo (18:1–19:10)

Cristo revelará su soberanía y la fidelidad a sus promesas juzgando a los que fueron
aliados de Babilonia para así reivindicar a su pueblo (19:11–21)
20:1–15: El milenio queda inaugurado durante la era de la Iglesia ya que Dios limita los
poderes engañosos de Satanás y los cristianos muertos quedan reivindicados reinando
en el Cielo. El milenio concluye con el resurgimiento del engañoso asalto de Satanás a la
Iglesia y con el Juicio final

El milenio se inaugura durante la era de la Iglesia cuando Dios restringe la habilidad


engañosa de Satanás para engañar a las naciones y aniquilar a la Iglesia y mediante la
resurrección de las almas de los creyentes en el cielo para que reinen allí con Cristo (20:1–
6)

Satanás será liberado para volver a engañar a las naciones, de ahí que intenten aniquilar
de nuevo la Iglesia (20:7–10)

El juicio final sucederá al final de la historia cósmica: todos resucitarán y serán juzgados
según sus obras y los culpables recibirán castigo eterno (20:11–15)

21:1–22:5: La nueva creación y la Iglesia perfeccionada en gloria

En la nueva creación los fieles experimentarán la bendición salvadora de la íntima


comunión con Dios, pero los infieles quedarán excluidos de esta bendición (21:1–8)

La visión inicial y aspecto de la ciudad: la gloriosa presencia de Dios establece la inviolable


y completa comunión de los redimidos (21:9–14)

Las medidas de la ciudad: la permanente presencia de Dios asegura y garantiza la perfecta


inviolabilidad de la comunidad redimida (21:15–17)

El material de la ciudad: la permanente presencia de Dios garantiza la perfecta seguridad


de la comunidad redimida y hace que refleje su gloria (21:18–21)

Las características internas de la ciudad y sus habitantes: la gloriosa presencia de Dios y


del Cordero provocará la respuesta de alabanza de los verdaderos creyentes, pero los
falsos creyentes quedarán excluidos para siempre de la presencia de Dios (21:22–27)

El jardín, el río, los habitantes y la iluminación de la ciudad: la presencia gloriosa y


consumada de Dios con su pueblo asegura la eterna ausencia de cualquier tipo de
maleficio y establece su papel eterno de sacerdotes y reyes que alaban y reflejan su gloria
(22:1–5)

22:6–21: Conclusión

La primera exhortación a la santidad (22:6–7)

La segunda exhortación a la santidad (22:8–10)


La tercera exhortación a la santidad (22:11–12)

La cuarta exhortación a la santidad (22:13–17)

La quinta exhortación a la santidad (22:18–20)

La conclusión de 22:6–20 y de todo el libro (22:21)

G. K. Beale, The Book Of Revelation : A Commentary On The Greek Text, x–xvi (Grand
Rapids, Mich.; Carlisle, Cumbria: W.B. Eerdmans; Paternoster Press, 1999).

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contenido no ha de ser reproducido, escaneado, copiado o distribuido en ninguna forma
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