Filosofía - Editorial San Marcos AMOR A SOFIA
Filosofía - Editorial San Marcos AMOR A SOFIA
Filosofía - Editorial San Marcos AMOR A SOFIA
No sabría decir
cuál es una ciudad grande y cuál, una pequeña. Porque basan la idea de grande en el número de
habitantes, cuando deberían considerar las virtudes de la ciudad”
Filósofo griego
ORIGEN.
Los primitivos habitantes fueron los pelasgos, hábiles agricultores que formaron un sociedad
patriarcal. La primera cultura fue la cretense, en la isla de Creta. Los cretense establecieron una
hegemonía marítima en Grecia, su rey fue Minos. Construyeron grande palacios como el de Cnosos,
Faestos y el laberinto que fue donde, según la mitología griega, Teseo venció al Minotauro.
La cultura micénica (1800 a.C.) fue formada por los aqueos, pueblo de raza aria, procedente de Los
Balcanes. Los aqueos fueron guerreros, sus principales ciudades fueron Micenó y Tirinto. Edificaron obras
como la Puerta de los Leones.
En el año 1100 a.C. los dorios invadieron Grecia, vencieron a los aqueos y dominaron mayor parte
de la península del Peloponeso. Los pueblos o etnias que dieron origen a la Grecia histórica fueron: los
jonios, los aqueo los dorios y los eolios.
Los tiempos legendarios de Grecia han sido llamados la “Edad heroica”. El hecho ce tral de esta
época fue la Guerra de Troya.
Los poemas épicos la lliada y la Odisea son atribuidos al poeta Homero, quien habria vivido entre los siglos
IX y VIII a. C.
Las principales ciudades fueron Atenas en Ática, y Esparta en Laconia, compartieron dominio con Argos,
Megara, Corinto, Délos, Messina, Arcadia, Macedonia, Eubea, Corsira, Naxos y Emetria
REGIONES:
Se puede distinguir las siguientes regiones:
1.- Grecia Insular: conformada por las islas que pertenecieron al mundo griego como por ejemplo
Creta, Rodas, Las Cícladas, etc.
2.- Magna Grecia: Al sur de Italia (Síbaris, Tarento, Nápoles)
3.- Grecia Continental: Cadena del Pindo, El Olimpo (2973msnm), Parnaso (consagrado al dios
Apolo), Helicón (sede de las musas o diosas de las artes)
4.- Grecia Peninsular: La península del Peloponeso, donde se desarrolló Esparta; y, la Península
del Ática, donde se desarrolló Atenas.
Grecia no fue un estado, señala un espacio geográfico donde se desarrollaron los Helenos. Todas
estas polis creían descender de un antepasado legendario llamado Helen, por lo que se llamaban
así mismo helenos. Por eso la comunidad cultural que formaron se conoce como Hélade. La
Hélade era una unidad superior al estrecho marco de las ciudades-estado: era la conciencia
colectiva de pertenecer a una misma raíz cultural, todos hablan una misma lengua, el griego y
aunque existían diversos dialectos y adoraban a los mismos dioses.
EL ESCENARIO GEOGRÁFICO
Su extensión. El mar Egeo es un amplísimo golfo formado por el Mediterráneo entre tierras de
Europa y Asia. Por un lado Europa desprende hacia el sur la península de Grecia, prolongación
meridional de la península balcánica; por el otro, el continente asiático lanza hacia el oeste la
península de Asia Menor. Entre ambas está contenido el mar Egeo, llamado también mar Archi-
piélago por la gran cantidad de islas que contiene.
La abundancia de islas y la irregularidad de las costas que las aguas recortan sinuosamente
multiplicando las bahías y los cabos, dan a la zona del Egeo una especial fisonomía caracterizada
por la mezcla íntima de la tierra y el mar.
Las islas continúan las salientes de las costas y se extienden entre las riberas como si fueran los
pilares gigantescos de un inmenso puente tendido por la naturaleza entre Grecia y el Asia.
Así, por ejemplo, la pequeña península griega del Ática y la isla de Eubea, que por el norte
corre paralelamente a ella, se prolongan en un grupo de islas: Andros, Teños, Délos, Naxos, Paros
(famosa por sus mármoles), Melos, etcétera, llamadas las Cicladas. Este nombre de Cicladas en
idioma griego significia “en círculo”, y, en efecto, están circularmente agrupadas como un collar
que rodeara la islita de Délos. Vecinas de las Cicladas, por el este, están Espóradas (Espóradas
proviene del griego sporos, disperso, desparramado), que se desparraman junto a la costa de
Asia Menor y completan así un puente entre las dos riberas opuestas. Esta cadena insular que
cruza el mar Egeo de este a oeste lo divide en dos sectores: el sector septentrional, también
sembrado de numerosas islas, como las de Thasos, Samotracia, Imbros, Lemnos, Lesbos. Que
comunica con el mar de Mámara y el mar Negro a través de los estrechos del Helesponto
(actualmente llamado de los Dardanelos) y del Bosforo; el sector meridional, en el que otro
cordón de islas (Citerea, Creta, Kasos, Karpatos, Rodas) se extiende de costa a costa y separa las
aguas del Mediterráneo de las del Egeo propiamente dicho.
Creta es la más importante de estas islas, y con sus 3 500 km2 de superficie la más grande de
todo el mar Egeo. Sus fértiles valles, sus radas espaciosas y la ventaja estratégica de su
proximidad con la costa fenicia y el delta del Nilo hicieron de ella uno de los primeros centros de
civilización en el Egeo.
La abundancia de islas fue un estímulo para el tráfico marítimd, pues navegante podía hacer
la travesía del Egeo sin perder de vista la tierra protectora. En cambio, en el interior de la
península griega, las montañas obstaculizan la vida de relación. Pero si las montañas separan, el
mar une. El mar ofrecía sus “húmedos caminos”, según expresión del antiguo poeta griego
Homero, para unir fácilmente los puntos más extremos de las costas. Por eso, Grecia estuvo más
cerca del Asia Menor que de la parte montañosa de la Europa balcánica y por eso, desde épocas
remotas, se desarrolló en el Egeo un activo intercambio comercial, gracias al cual un mismo tipo
de cultura se propagó por las regiones ribereñas del Archipiélago.
Esas regiones, de las que es centro el mar Egeo, están situadas en la zona templada;
disfrutan de un clima suave y seco, estimulante de la actividad humana y favorable para la vida al
aire libre. No puede decirse que sean tierras extraordinariamente fértiles, pero en ellas se dan
con facilidad el trigo, la vid y el olivo, que fueron siempre en Grecia cultivos de primordial
importancia.
Una serie de ventajas beneficia, pues, a las regiones de la cuenca del Egeo. La suavidad de su
clima, los recursos de su suelo y sobre todo su posición encrucijada entre tres continentes (Asia,
África y Europa) hacen de ella centro geográfico propicio al desarrollo de la civilización, como lo
fueron el valle del Nilo y la Mesopotamia en el Cercano Oriente.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA
I.- LA CIVILIZACIÓN EGEA 2800 a 1500 a.c
B.-Periodo Creto-Minoico
Más que una invasión, la presencia de los aqueos significó una suma de dos culturas, que determinó el
desplazamiento de la isla de Creta como foco cultural y la irrupción de nuevas urbes: Micenas, Tirinto y
Troya.
Se fundan ciudades amuralladas por las constantes guerras como su capital Micenas,
Tirinto, Troya estudiada por Henry Schllemann en 1874 alemán está ubicada en la séptima
de las nueves ciudades superpuestas.
a) Época oscura (XIII-VIII milenio a.C.). Período de mezcla racial, asentamiento y formación de polis
griegas, que presentó las siguientes características:
Fundación de ciudades griegas en Jonia y Doria en Asia Menor.
Formación de las polis o ciudades griegas, debido a su naturaleza geográfica y el
espíritu individualista de los griegos.
Desarrollo de la forma de gobierno monárquica, representado por un rey llamado
basileus procedente de una familia noble.
Surgen los poemas épicos homéricos: la Iliada (narra los últimos 51 días del sitio de
Troya) y la Odisea (narra el retorno de Ulises a su reino de ítaca). También los
poemas de Hesíodo: la Teogonia y Los Trabajos y los días.
b) Colonización griega (VIII-VI a. C.) Representa la expansión del mundo griego, se caracterizó por:
Consolidación de las polis griegas: al paso del tiempo las polis crecen demográfica y
organizativamente, aunque aún geográficamente reducidas. Atenas y Esparta toman el
predominio en el Ática y el Peloponeso respectivamente.
Fundación de colonias. La excesiva densidad poblacional, progreso de la navegación y
búsqueda de nuevas oportunidades para los perdedores políticos, fundaron colonias en el
Mar Mediterráneo y el Mar Negro. Las principales fueron: Focea, Éfeso, Halicarnaso y
Rodas en Asia Menor; Odesa, Heraclea y Bizancio en el Mar Negro; Massilia, Niza, Monaco
en Europa; Naucratis y Cirene en África; Sibaris, Tarento, Mesina, Crotona, Siracusa,
Nápoles y Cumas en la Magna Grecia.
Gran desarrollo del comercio: rivalización con los fenicios, siendo su principal moneda el
dracma.
Es el período de desarrollo mayúsculo y esplendor del mundo heleno. Los iconos más representativos
fueron Esparta y Atenas, verdaderos arquetipos de dos formas de vida, oligarquía y democracia.
Las invasiones indoeuropeas fundan en los Balcanes las ciudades estado denominado polis.
ESPARTA
Esparta. Sus orígenes. Al sur del Peloponeso, entre las dos cadenas paralelas del Taigeto y del Parnón,
se alarga el valle profundo del río Eurotas. Ésta era la región de Laconia o Lacedemonia, donde, según la
tradición homérica, reinaron Menelao y Elena.
En la época de las invasiones, los dorios conquistaron la comarca y se establecieron en el valle, después de
someter a los nativos. Sobre las riberas del Eurotas levantaron la ciudad de Esparta, abierta, sin
fortificaciones, porque las montañas que encuadran la Laconia forman una barrera natural protectora contra
los enemigos del exterior. Los antiguos habitantes debieron contentarse con mantener la propiedad de las
tierras de la zona montañosa que domina el valle. Se establecieron, por consiguiente, alrededor de Esparta, y
fueron llamados Laconios o Periecos, que significa en griego “los de alrededor de la casa”. Parte de los
elementos vencidos, los más rebeldes posiblemente, quedaron reducidos a servidumbre. Constituyeron la
clase inferior de los ilotas, y fueron obligados a cultivar las tierras de sus amos de Esparta.
Los dominadores constituyeron la clase privilegiada de la población; eran los espartanos propiamente dichos
y se llamaban a sí mismos Homoi, que significa “los iguales” Los nuevos señores de Esparta se repartieron,
por derecho de conquista, las mejores tierras, o sea las de la llanura.
Ubicación: Polis fundada por los Dorios en el Valle de LACEDEMONIA o LACEDONIA formado por el río
Eurotas.
Las clases sociales: espartanos, periecos e ilotas. La invasión de los dorios separó la sociedad espartana en
tres clases: los espartanos (llamados también “iguales”), los periecos o laconios y los ilotas. Las leyes de
Licurgo conservaron esa organización y fiaron los derechos y deberes de cada una de las clases.
Espartiatas o Espartanos
Esta clase estaba formada por los descendientes de los conquistadores dorios que constituían la
aristocracia, minoría privilegiada que tenía todos los derechos.
Los espartanos, cuyo número era muy escaso con relación al resto de la población (unos 9 000), constituían
un grupo privilegiado, que monopolizaba totalmente las funciones de gobierno: sólo ellos podían concurrir
a la Asamblea y ser elegidos éforos y miembros de la Gerusía. Para que esta minoría pudiese conservar su
situación de privilegio frente a los laconios e ilotas, era necesario dotarla de una gran fuerza militar, y a esta
finalidad se ajustó toda la vida de Esparta. Los espartanos fueron exonerados de toda actividad económica.
El trabajo de los ilotas les aseguró la subsistencia, y toda forma de comercio o industria les quedó
rigurosamente prohibida, para lograr su completa consagración a las tareas de la milicia y del gobierno.
Según la tradición, Licurgo había querido evitar toda desigualdad de rango y de fortuna entre los
ciudadanos y, para ello, repartió la tierra en 9 000 lotes de idéntico valor y prohibió la venta de esas
propiedades.
Periecos
Los periecos o laconios constituían una clase social inferior a la espartana, pero a la que se reconocía el
ejercicio de ciertos derechos. En efecto, los periecos (que parecen haber sido alrededor de 30 000) eran
hombres libres y conservaron la propiedad de sus tierras con la condición de pagar un tributo anual a los
espartanos, pero no tenían participación en el gobierno. Los periecos constituyeron la clase activa,
trabajadora e industriosa de Esparta porque los espartanos vivían dedicados por entero a la vida militar o
política; les estaba prohibido el trabajo manual. Además debían combatir como auxiliares de las tropas
espartanas.
Ilotas:
Esclavismo Masificado. Eran los esclavos obtenidos en las guerras y reprimidos a través de las Criptias .
Los ilotas eran esclavos de la tierra. Licurgo entregó a los espartanos lotes de tierra con cierto número
de ilotas que no podían ser separados de esa tierra. Los ilotas debían entregar a los propietarios, de
quienes dependían, una prestación fija, equivalente, más o menos, a la mitad del rendimiento del
terreno. Esto les permitía alcanzar, a veces, cierto bienestar material, pero recibían de los espartanos un
trato terrible. Como constituían el sector más numeroso de la población de Lacedemonia (200 000
habs.), sus señores temían siempre una posible revuelta y, por ello, se valieron de la severidad y del
temor para mantenerlos sometidos.
Cryteia: policía secreta que los vigilaba y podía matarlos si no cumplían la ley o estimulaban
rebeliones
Organización Política
Licurgo es considerado el organizador del estado Espartano, fue su legislador siglo VII a.C. Los espartanos
se apoderaron de las tierras vecinas de Mesenia. Medio siglo después una sublevación de Mesenia colocó a
Esparta al borde de la ruina. Varias de las ciudades del Peloponeso, rivales de Esparta, ayudaron a los
rebeldes, pero los espartanos, después de esfuerzos desesperados, sofocaron la sublevación. Desde
entonces, el temor a nuevas revueltas obsesionó a la aristocracia dominadora de Esparta, que reorganizó
por completo la vida espartana sujetándola a una dura disciplina militar. Con el correr del tiempo, los
espartanos atribuyeron la implantación de dichas medidas a un legislador llamado Licurgo.
No parece que Licurgo haya sido un personaje de existencia real, sino legendaria. Los propios
espartanos lo consideraban como un dios o, por lo menos, como un héroe que tenía su templo propio y al
que se le rendía un culto especial.
Según la leyenda, Licurgo era de sangre real. Después de haber viajado por Oriente, consultó a su regreso el
oráculo de Delfos, y Apolo le señaló las reformas que debía introducir en el estado espartano. Estableció la Aristocracia
Militar.
o Diarquía: 2 reyes a la cabeza del gobierno, con poder hereditario y vitalicio, uno
militar y el otro religioso.
o Gerusía: conformado por 28 ancianos mayores de 60 años (gerontes) vitalicios y
se encargan de preparar leyes.
o Éforos: 5 magistrados. Eran los verdaderos jefes de gobierno, administraban
justicia, acordaban la guerra o la paz, consultaron a los reyes y la Gerusía luego de
convocarlos.
o Apella: Conformada por los mayores de 30 años ponían en conocimiento de los
ciudadanos las leyes que había dado la Gerusía.
El ejército. Las leyes de Licurgo reglamentaban la educación. Al nacer, el niño era revisado por
personas especialmente encargadas que inmolaban al recién nacido si lo encontraban débil o
deforme, arrojándolo desde la cima del monte Taigeto.
A los siete años, ya el niño dejaba de pertenecer a su hogar. Entraba a formar parte de un grupo de niños
de su misma edad que, dirigidos por un educador, empezaban a adiestrarse en los ejercicios gimnásticos y a
adquirir, desde ya, el sentido de la solidaridad, del compañerismo, de la disciplina y de la obediencia.
Hacían vida afr aire libre en un pequeño campamento que constituía su nuevo hogar. Para fomentar su
iniciativa se les dejaba librados a sí mismos en la realización de los menesteres diarios. Debían preparar sus
alimentos, y se les estimulaba a conseguirlos por sus propios recursos, aunque fuera mediante el robo, para
desarrollar así su astucia y audacia.
A la preparación gimnástica se agregaba una preparación de orden espiritual. Se les enseñaba a leer y a
escribir y se les hacía aprender poemas cuyos principales episodios comentaba el maestro. Los cantos
homéricos fueron, por supuesto, el eje de esta educación. El ejemplo de los héroes griegos que
combatieron contra Troya era el ideal de virilidad guerrera que los niños se acostumbraban a admirar. A los
ejemplos homéricos se mezclaban cantos propios de Esparta que aprendían de memoria. Uno de estos
cantos juveniles decía:
A esto se reducía la cultura del espíritu. Paulatinamente, en cambio, la preparación militar se iba
haciendo más intensa, pues el modo de combatir de los espartanos requería minucioso adiestramiento. A
ellos corresponde, en efecto, el mérito de haber sido los propagadores de una nueva táctica guerrera
consistente en atacar en masa cerrada. Había, pues, que disciplinar el conjunto para evitar el desorden. El
ejército se compuso de pequeños cuadros de 15 guerreros pesadamente armados con coraza, casco,
perneras, escudos-, lanza y daga, y se acostumbró a estos soldados, llamados hoplitas, a realizar movimien-
tos de conjunto al son de la música. Esta masa humana, avanzando al unísono, tenía una tremenda eficacia
ofensiva, pero su buen funcionamiento requería una disciplina colectiva muy severa. Esta disciplina la
lograban de modo maravilloso los hoplitas espartanos, como consecuencia del aprendizaje militar que
empezaba a los 7 años y terminaba a los 17.
A los 17 años el joven entraba a formar parte del ejército, pero no tenía aún capacidad política
pues sólo a los 30 años se le permitía integrar la Asamblea de los Ciudadanos. Sólo en ese entonces adquiría
la plenitud de sus derechos políticos, y se le permitía contraer matrimonio.
Las costumbres espartanas. La ley hacía obligatorio el matrimonio para todo espartano. Es de
hacer notar que las mujeres en Esparta recibían una educación viril, y se las acostumbraba a los ejercicios
físicos lo mismo que los varones. Esto resultaba extraño para los demás griegos, que tenían ideas distintas
sobre la educación femenina. En las otras ciudades de la Hélade, en efecto, la mujer se educaba en la parte
del hogar que le estaba exclusivamente reservada, llamada gineceo. La muchacha espartana, emancipada
del gineceo, practicando ejercicios físicos y corriendo por los campos con una túnica corta que le llegaba a
la rodilla, fue, para ellos, tema de comentarios sarcásticos; pero, en cambio, admiraban sus condiciones de
energía y su abnegación.
La fundación de una familia no disminuía en nada las obligaciones del espartano para con el Estado.
Soltero o casado se debía el servicio militar hasta los 60 años, y seguía obligado, constantemente, a la
realización de ejercicios guerreros. La propia vida doméstica estaba coartada en ciertos aspectos. Así, por
ejemplo, se le imponía asiduamente la concurrencia a las comidas públicas, en que cada uno debía aportar
sus alimentos, y que agrupaban alrededor de la mesa común a los mismos quince compañeros que en la
guerra debían combatir juntos.
Este sistema de contracción constante del individuo a los deberes militares que el Estado le imponía,
convirtió a Esparta en el principal poder guerrero de la Hélade, e hizo del nombre “espartano” un sinónimo
de disciplina rígida, de devoción a la patria, de estoicismo para soportar el dolor. Mientras otras ciudades
griegas transformaban su vida social por el desarrollo de las industrias, del comercio y del arte, Esparta
permaneció absolutamente fiel a la dura disciplina que imponía a sus ciudadanos y su ideal belicoso siguió
siendo el expresado en uno de sus cantos guerreros: “es noble la muerte del valiente que cae en la batalla
luchando por su patria”.
La tenacidad con que Esparta mantuvo su régimen de vida la convirtió, exclusivamente, en un vasto
campamento militar de ciudadanos en armas al borde del Eurotas. Pero, por eso mismo, le faltaron al
espartano otras cualidades muy nobles, como el amor a las letras y a las artes, el gusto por la industria y el
comercio, y, sobre todo, el espíritu alerta, curioso y constantemente investigador que poseyeron en alto
grado los atenienses.
ATENAS
Ubicación
Península del Ática, sus costas son bañadas por el mar Egeo. El Ática es una península de la Grecia continental que
penetra en el Egeo, paralela a la Argólida, de la que la separa el golfo de Sarónica.
Es una región montañosa, pero los montes encierran entre sus faldas tres pequeñas llanuras propicias para la
agricultura: las de Maratón, Eleusis y Atenas. El Atica está situada fuera de la gran ruta que pasa por el istmo de Corinto
y que une la Grecia central con el Peloponeso. Por eso quedó en cierta manera al margen de las invasiones, aunque
éstas contribuyeron a mezclar mucho su población, por la cantidad de fugitivos que buscaron refugio en el Ática. Pese a
este origen abigarrado, los atenienses se consideraron, siempre, como pertenecientes al grupo jonio de la raza griega, y
su lenguaje apenas difería del que se hablaba en las ciudades del otro lado del Egeo. En la época primitiva, la población
del Ática estaba repartida en diversas aldeas. Una de éstas era Atenas, situada a legua y media del mar, a los pies de un
macizo rocoso de 100 metros de altura, que años más tarde fue coronado de templos y rodeado de murallas
(Acrópolis).
Favorecida por su situación ventajosa, Atenas, poco a poco, impuso su autoridad a las otras aldeas, que pasaron,
así, a integrar un solo estado, convirtiéndose todos sus habitantes en ciudadanos atenienses.
La tradición llenaba con numerosas leyendas este período oscuro de la historia del Ática Se atribuía a Cécrope
la fundación de la ciudad. «Luego, siempre según la leyenda, Atenas y Poseidón disputaron sobre quién había de
darle su nombre a la ciudad Para merecer tal honor rombos dioses quisieron superarse en beneficiar a los
pobladores. Poseidón creó el caballo y Atenea el olivo. La asamblea divina del Olimpo se pronunció a favor de
Atenea, cuyo nombre llevó, con orgullo, la ciudad de Atenas.
En cuanto a la unificación política del Ática, se atribuía su realización a Teseo, rey legendario de Atenas y
vencedor del Minotauro. Teseo, decían, recorrió todas las aldeas» y persuadió a sus habitantes que reconocieran a
su ciudad como capital de la región.
Economía:
Si bien la agricultura fue una. Actividad importante, el comercio convirtió a Atenas en una polis de gran
riqueza; obtenían mármol, piedras preciosas, recursos agrícolas en las islas del mar Egeo y en el Asia Menor,
donde establecieron colonias llamadas cleruquias, como, por ejemplo, Mileto, Rodas y Samos. Atenas era la
polis hegemónica, líder de las cleruquias, por ello se la consideraba metrópoli.
La economía ateniense fue muy diferente a la que existía en Esparta; por ejemplo, la agricultura se
desarrollaba en latifundios, que eran propiedad privada de los atenienses, y estaban trabajados por
esclavos particulares. Por ello, podemos decir que se desarrolló un esclavismo individualizado o
particularizado; lo mismo ocurría en la producción artesanal (se realizaba en talleres denominados
ergasterios), en el comercio y la pesca.
Ciudadanos o Eupátridas (bien nacidos). Eran los descendientes de los invasores jonios. Se encargaban
de dirigir el gobierno, siendo grandes propietarios de tierras y esclavos.
Los ciudadanos eran la minoría de la población. A mediados del siglo V a.C., la relación numérica entre los
tres grupos sociales, ciudadanos, metecos y soldados, era en efecto más o menos la siguiente: 150 000
atenienses, 50 000 metecos y 120 000 esclavos. Pero la cifra de 150 000 aplicada a los ciudadanos incluye a
las mujeres y a los niños, lo que reduce su número real por lo menos a una tercera parte, puesto que las
mujeres no disfrutaron de derechos políticos. Sólo el hombre intervenía en la vida cívica, y a la mujer, que
vivía recluida en su hogar, le quedaba reservada la influencia indirecta que expresa claramente una frase
atribuida a Temístocles, famoso político ateniense, que actuó en el tiempo de las guerras médicas, y el cual
dirigiéndose un día a su hijo le manifestó: “Tú eres el personaje más importante de la ciudad, porque yo
mando en Atenas, tu madre me manda a mí y tú mandas a tu madre”.
La ciudadanía era un privilegio que se adquiría por nacimiento. Sólo era considerado ciudadano aquel cuyos
ascendientes ya lo hubiesen sido. La persona nacida en el Atica, pero de padres no atenienses, seguía
siendo siempre forastero o meteco. También se transmitía de padres a hijos la calidad de esclavo.
Metecos. Eran los extranjeros domiciliados en Atenas. Eran hombres libres sin derechos y se dedicaban al
trabajo artesanal. Sobre
ellos recaían muchas de las obligaciones de los ciudadanos. Debían servir en el ejército o en la flota, pagar los
impuestos generales y,
además, un impuesto especial llamado metoikión.
Los metecos eran objeto de gran consideración, pues constituían una clase numerosa (la integraban más de
50 000 personas), rica y culta. La población del Pireo, por ejemplo, estaba compuesta en su mayoría por
metecos. Realizaron grandes beneficios en la industria y el comercio, y se cita el caso de un me teco muy rico
que poseía más de 600 esclavos que trabajaban por cuenta suya en las minas de plata del Laurión.
Pero ni su riqueza, ni su cultura, ni la larga residencia en el Atica les permitía obtener los derechos políticos,
pues la ciudadanía era rigurosamente hereditaria y sólo en casos excepcionales la asamblea ateniense llegó a
otorgar a los metecos el privilegio de la ciudadanía.
Doulios. Prisioneros y deudores convertidos en esclavos. En Atenas, los esclavos eran muy numerosos.
Probablemente constituían más de la tercera parte de la población total. Sobre ellos recaían los trabajos más
penosos, como la explotación de las minas. También trabajaban en los talleres, al lado de sus amos, y, por lo
general, desempeñaban todos los pequeños menesteres de la vida doméstica. El Estado tenía, igualmente,
muchos esclavos que cumplían funciones de vigilancia y componían la policía de la ciudad.
ORGANIZACIÓN POLÍTICA
Atenas, ha gozado de mucha admiración, y goza hasta la actualidad, por el desarrollo de la democracia; sin
embargo, la democracia ateniense no siempre existió y fue evolucionando con el desarrollo de su
estructura socioeconómica. Las luchas sociales, con la dinámica sociopolítica al interior de la clase
privilegiada en Atenas, generaron el predominio, a veces, del sector terrateniente, y en otras ocasiones, del
sector comerciante; dentro de este grupo, incluso, había comerciantes más ricos que otros. Esto demuestra
que los ciudadanos de Atenas no se encontraban homogéneos, es decir, no eran una clase compacta.
1.-Monarquía. Fundada según la leyenda por Teseo que es considerado su primer rey o Basileus.
Los jonios se instalaron en el Atica, donde los eupátridas se establecieron en torno a la residencia
real del basileus (rey). Se produjeron contradicciones entre el rey y los eupatridas, debido a que
estos últimos quitaron el privilegio hereditario a la realeza para cambiarlo por el elctivo; y.
finalmente, solo dejare el cargo religioso.
En el año 683-682 a.n.e. la monarquía fue suplantada por 9 arcontes (los que mandan), el
polemarca (el que mada la guerra), el arconte epónimo (poder ejecutivo) y el Areópago
controlado por los Temostetas (dadores de normas) lo que originó gran cantidad de tensiones.
2.-Aristocracia
Gobierno de los nobles que crean el Arcontado. Uno de los Eupatridas destacados fue Dracon, quien pertenecía al
sector de latifundista poderoso. Promulgó leyes severas como la esclavitud por deudas 624 a.C. Dirigida contra las
clases populares que exigían cambios.
Dracón (621 a. C.). La aristocracia se vio obligada a hacer una concesión importante: el establecimiento de las leyes por
escrito. El tesmotete Dracón realizó la tarea. Redactó un Código extremadamente severo, en el que la mayor parte de los
delitos eran castigados con la muerte. No obstante su rigor, las leyes de Dracón significaron un gran progreso, por el solo
hecho de estar escritas. Antes, los eupátridas juzgaban de acuerdo con las costumbres, fáciles de deformar. Ahora, en
cambio, todos podían conocer exactamente lo que las leyes establecían.
Además, el código de Dracón limitó el derecho que poseían las familias nobiliarias de hacer justicia por sus propias manos.
3.-TIMOCRACIA
Establecido por el reformador Solón, quien abolió la esclavitud por deudas 594 a.C. y limitó
los poderes de la nobleza terrateniente al ampliar la participación política del pueblo y para ello
Divide la sociedad ateniense en cuatro clases sociales de acuerdo a su fortuna:
Solón (594 a. C.). La situación de violencia en que se vivía hizo entrar en razón a los partidos en pugna y se resolvió
entonces, de común acuerdo, nombrar como árbitro a un magistrado que hiciera las reformas necesarias para asegurar
la paz social. Al efecto, el eupátrida Solón fue elegido arconte, con plenos poderes.
Nadie mejor que él para concentrar en su persona la confianza de los grupos rivales. Por su nacimiento pertenecía a la
clase de los eupátridas, pero había hecho su fortuna como comerciante y en consecuencia se hallaba también muy
vinculado con los mercaderes e industriales de Atenas. Solón poseía una gran ilustración, era justo, moderado y lo
respetaban por igual en Atenas los pobres y los ricos. Cuando sus conciudadanos le encargaron la difícil tarea de
restablecer la paz social, procuró asegurarla en el futuro por medio de leyes justicieras.
La obra de Solón comprende dos partes: una de alivio de la situación de los deudores (reforma social); otra de
reorganización del gobierno de Atenas (reforma política).
La reforma social consistió en la abolición integral de las deudas, el rescate de los que habían caído en
servidumbre y la prohibición de responder con la persona como garantía de una deuda.
La reforma política tuvo un carácter más complejo. Solón mantuvo los órganos de gobierno existentes, los Arcontes y el
Areópago. Pero agregó (o reorganizó) dos nuevos cuerpos políticos: la Asamblea Popular y el Consejo de los 400. La
Asamblea (en griego: eclesia) estaba formada por todos los ciudadanos, sin distinción de nacimiento, y su función era
hacer las leyes y elegir los arcontes.
El Consejo de los 400 debía revisar y preparar las leyes antes que éstas fuesen aprobadas por la Asamblea.
Solón disminuyó, además, el poder político de los nobles, pero no en beneficio de todos los ciudadanos por
igual, sino de aquellos que poseían fortuna. Clasificó a los atenienses en cuatro grupos, según su riqueza, y graduó,
de acuerdo con esa clasificación, los derechos y deberes de cada uno para con el Estado. Los ciudadanos de las tres
primeras clases debían equiparse por sus propios medios para combatir en la caballería o en la infantería pesada,
pero, en cambio, en materia política tenían acceso a todos los altos cargos. Muy distinta era la situación de la cuarta
clase, llamada de los thetes, en la que figuraban los elementos más pobres de la población. Sus obligaciones militares
consistían en el servicio de infantería, como auxiliares en el servicio naval (marineros de los trirremes, etc.). Desde el
punto de vista político, tenían intervención en la Asamblea, pero no podían optar a ningún cargo.
Las leyes de Solón, pues, organizaron el gobierno de Atenas prescindiendo del privilegio del nacimiento, pero, en
su lugar, establecieron el privilegio de la fortuna. Por eso no arruinaron enteramente el poder de los eupátridas que,
en su calidad de ricos, siguieron figurando en las primeras clases; pero permitieron a todo ateniense que se
enriqueciera con el trabajo llegar a figurar en la clase superior y alcanzar, así, todas las magistraturas. En ese
sentido, puede decirse que Solón preparó el camino para la democracia.
4.-TIRANÍA
Fue establecida por Pisístrato en el 546 a.n.e. Tomó el poder mediante una insurgencia con el
apoyo de los Tetes. Es considerado el primer populista. Realizó la primera reforma agraria de la
historia. Impuso el Teatro como elemento de distracción para que los ciudadanos no piensen en
sus problemas económicos. Embelleció Atenas, construyó acueductos, derribó las antiguas
murallas para extender la ciudad, al pie de la Acrópolis funda un gran templo dedicado al dios
Zeus que no se terminó. También se desarrolló el comercio. Al morir (528) asumieron el poder sus
hijos: Hipias e Hiparco sin la popularidad ni la capacidad de su padre. Los atenienses realizan una
conspiración dirigida por dos jóvenes Harmodio y Aristogitón que aprovechando el día de la
procesión de las ateneas en donde se pueden portar armas por una cuestión religiosa. Resultó
asesinado Hiparco, mientras que Hipias fue expulsado de Atenas por la familia de los
Alcmeónidas. Fue expulsado a Sigeo (en los Dardanelos).
Pisístrato y la tiranía (561-528 a. C.). Las leyes de Solón no aplacaron del todo las luchas políticas, pues los
eupátridas no se resignaban con la disminución de sus privilegios, y los pobres deseaban que se les favoreciera con
repartos de tierras.
El ateniense Pisístrato, perteneciente por su nacimiento a la clase de los eupátridas, se puso al frente del partido
popular, se apoderó de la Acrópolis y se hizo reconocer como tirano.
Como oportunamente se ha dicho, se llamaba tiranos, en Grecia, a los ciudadanos que se apoderaban del poder
por la violencia o por la astucia, y que por lo tanto gobernaban sin tener derecho a ello, validos exclusivamente de la
fuerza.
La tiranía fue un régimen bastante generalizado en la Hélade en el curso del siglo VI a. C.: Atenas, Corinto, Samos
y las ciudades jonias estuvieron, en esa época, gobernadas por tiranos. Dicho régimen, que más tarde provocó un
violento repudio, tuvo al principio, en casi todas las ciudades, efectos bienhechores.
En Atenas, Pisístrato respetó las leyes de Solón, favoreció mucho a los ciudadanos pobres de la cuarta clase, a
quienes distribuyó tierras, estimuló la agricultura, desarrolló la industria y el comercio y embelleció la ciudad,
haciendo construir al pie de la Acrópolis el barrio nuevo del Cerámico, donde se agruparon los talleres de los
ceramistas de Atenas, que empezaban ya a enviar sus hermosos vasos, con figuras rojas, a todos los puntos del Egeo.
Cuando Pisístrato murió, la tiranía estaba tan afirmada que lo sucedieron en el poder sus dos hijos, Hipias e
Hiparco.
Una conspiración urdida contra la autoridad de éstos costó la vida a Hiparco. A partir de ese momento, su
hermano Hipias gobernó de modo severo y cruel, e hizo condenar a muerte o al destierro a sus enemigos. Entonces,
un grupo de atenienses desterrados, ayudados por un contingente de guerreros espartanos, consiguieron apoderarse
de Atenas. Hipias huyó al Asia Menor.
La tiranía de Pisístrato y la de sus hijos había durado medio siglo (560-510 a.C.).
5.- DEMOCRACIA
Fue establecida por Clístenes, de la familia Alcmeónidas luego de intensas luchas entre los
latifundistas (representados por Iságoras) y los ricos comerciantes (representados por el propio
Clístenes)
La democracia se denominó en sus inicios Isocracia (gobierno de los iguales ante la ley). Dividió
Atenas en 10 tribus cada una de las cuales estaba dirigido por un Estratega o general. Cada tribu
estaba integrada por 10 demos y un demo lo integraban atenienses de distinta condición y
fortuna pero con derecho a votar. L a Democracia fue consolidada por Pericles.
Clístenes y la democracia (508 a. C.). Clístenes, de origen noble, pero de tendencias populares, fue
encargado de revisar las leyes de Solón y las modificó en un sentido democrático.
Dividió el Ática en un centenar de circunscripciones territoriales llamadas demos, que, a su vez,
constituían diez unidades superiores, llamadas tribus. En las tribus se mezclaban todos los
atenienses, sin distinción de clases: pobres y ricos, nobles y plebeyos, todos aparecían allí reunidos,
compartiendo el culto, que organizó Clístenes para las tribus y los demos. Listo significó un ataque
muy grave contra el poder de las grandes familias nobiliarias.
Por otra parte, Clístenes tomó a las tribus como unidades básicas para una reorganización del
gobierno. El Consejo de los 400 pasó a tener 500 miembros (50 por tribu); el ejército se dividió en 10
regimientos (1 por cada tribu), cada uno de los cuales estaba mandado por un general, con el título
de Estratega; se eligieron 5 000 jueces para integrar los tribunales populares (500 por cada tribu).
INSTITUCIONES DE LA DEMOCRACIA
Con la reformas de Clistenes, las instituciones políticas de Atenas alcanzaron la forma que habrían de
mantener por largo tiempo. Aun las modificaciones introducidas por Pericles, famoso dirigente del partido
popular, que trato democratizar la constitución ateniense, no alterando lo esencial de las instituciones
dejadas por Clistenes.
o ARCONTADO. Eran nueve: arconte rey, arconte polemarca, el arconte epónimo y los seis arcontes
tesmotetes. Los 9 arcontes se encargaban del gobierno por un año, en general los arcontes
ejercían funciones de justicia y de administración. Algunos de ellos, especialmente el arconte rey.
Tenían intervención importante en lso asuntos religiosos.
o BULÉ O CONSEJO DE LOS 400: Conformado por los ciudadanos mayores de 30 años que se
encargan de elabora leyes.
o ARÉOPAGO: era el más antiguo tribunal de Atenas, estaba compuesto por arcontes cesantes que
se habían distinguido en el ejercicio de su cargo, en número de doscientos o trescientos, fue el
máximo tribunal de justicia.
o TRIBUNAL DE LAS HELLIASTAS: en Atenas, la justicia se administraba por medio de tribunales
populares Conformada por 6000 jueces mayores de 30 años quienes se encargaban de ventilar
delitos o problemas menores.
o ECLESÍA: (Asamblea Popular) formada por todos los ciudadanos que aprueban o desaprueban las
leyes de la Bulé. Está conformada por 35 000 a 40000 ciudadanos. Es el órgano más importante del
gobierno ateniense, nombraba y vigilaba a los magistrados, y resolvía, en última instancia, sobre
todos los asuntos del Estado.
La Asamblea se reunía, ordinariamente, cuatro veces al mes en un espacio abierto situado en la
colina del Pnix, ubicada frente a la Acrópolis. Tenían derecho a concurrir a ella todos los atenienses
varones de más de 18 años de edad.
La Asamblea no abordaba directamente la discusión de una ley, sino que los temas
propuestos a su consideración venían ya estudiados y preparados por un cuerpo llamado el
Consejo de los 500 o Senado. Este cuerpo se componía de 500 miembros elegidos por el término
de un año, a razón de 50 por cada tribu. Los 50 consejeros de cada tribu formaban un grupo
llamado Pritania, que tenía a su cargo, durante una décima parte del año, todas las funciones del
Consejo, es decir, preparaba la tarea de la Asamblea y fiscalizaba todo lo referente a la
organización del estado. El Senado, en pleno, sólo se reunía en casos excepcionales.
La intervención previa del Consejo de los 500, preparando los informes sobre los
proyectos de ley, era la única limitación a la autoridad de la Asamblea. De modo, pues, que, a
través de ella, todo el pueblo ateniense intervenía en el gobierno de la ciudad. Ésta es una gran
diferencia entre la democracia ateniense y las democracias modernas. En éstas, el pueblo elige
representantes para que gobiernen en su nombre; en aquélla, el pueblo gobernaba de modo
directo.
o ESTRATEGAS: Los estrategas eran diez magistrados elegidos a razón de uno por tribu, a quienes
estaba confiada la preparación del ejército en tiempos de paz y su dirección en tiempos de guerra.
La educación. La educación era humanista. Su objetivo era “formar hombres con cuerpo de hierro y
alma de oro”. La educación ateniense difería poco de la practicada en las demás ciudades griegas, salvo el
caso particular de Esparta, que tenía su especialísimo sistema educacional con un carácter rigurosamente
militarista. Durante los primeros años, el niño vivía exclusivamente en el hogar,, entregado a sus juegos,
bajo la vigilancia y cuidado de la madre Las niñas no recibían otra educación que ésta, de carácter
doméstico, pues los atenienses no concebían la existencia de escuelas femeninas. Era la madre quien debía
prepararlas en el conocimiento de la dirección de una casa, y a su lado permanecía hasta el momento del
matrimonio. Los varones, en cambio, comenzaban a concurrir a la escuela a la edad de siete años. De los 7
a 14 años ingresa a la Dissaskalera Palestra y no se trataba de escuelas públicas, sino privadas, a las que
asistían acompañados de un esclavo, llamado “pedagogo”, palabra cuyo significado literal es “conductor
del niño”. Se le enseñaba a leer, escribir y contar. Sobre una pequeña tabla recubierta de cera, el niño
garabateaba sus primeras letras y hacía planas valiéndose de un punzón de metal o de hueso llamado
stylus. La extremidad opuesta a la punta era plana y con ella se alisaba nuevamente la cera cuando se
cometía un error. Los libros eran costosos, pues consistían en rollos de. Papiro, material que los griegos
importaban de Egipto.
Una vez superadas las dificultades del aprendizaje de las primeras letras, se enseñaba al niño,
fundamentalmente, literatura y música. Los poemas de Homero, como ya se ha dicho, eran la base de toda
instrucción: el escolar debía aprender pasajes enteros de memoria, que luego recitaba ante el maestro. Los
episodios homéricos eran fuente inagotable de sugestiones morales. El maestro comentaba las escenas
recitadas, destacando su sentido y extrayendo ejemplos de cualidades encomiables: valor, dignidad, amor a
la patria, lealtad, que eran propuestas como ideales que el alumno debería realizar. La enseñanza de la
música tenía enorme importancia. Los grandes pensadores griegos, invariablemente, enaltecieron el valor
de la música como elemento formativo del gusto y de la sensibilidad. Así, Platón expresaba que “existen
dos disciplinas esenciales: la música, para la educación del alma; la gimnasia, para la educación del cuerpo”.
Pero los griegos daban a la palabra música un sentido más amplio que nosotros, y comprendían bajo esta
designación, tanto a la música propiamente dicha (aprendizaje de la flauta o de la lira), como al canto coral
y a la danza.
La gimnasia comenzaba a adquirir un papel importante en la educación a partir de los 14 años. Los
jóvenes no la realizaban en la escuela, sino en un local distinto, en el gimnasio, y bajo la dirección de un
maestro especial (Pediatriba). Al mismo tiempo que afinaba su inteligencia, el adolescente fortalecía y
desarrollaba, armoniosamente, su cuerpo. El ideal educativo tendía a lograr el equilibrio entre lo físico y lo
espiritual, ideal que un pensador heleno concretó diciendo: “deseamos para cada hombre un alma de oro
en un cuerpo de hierro”.
Las ciudades se preocupaban mucho de la construcción de los gimnasios y campos de atletismo. En
Atenas, los dos gimnasios más concurridos eran el de la Academia, en las orillas del Cefiso, y el del Liceo. La
costumbre de celebrar, también, en dichos parajes reuniones de maestros y discípulos, explica que esos
nombres hayan adquirido, con el tiempo, su actual significado de centros de enseñanza y cultura.
Los veinte años marcaban la frontera de la edad viril, y el joven entraba ya a participar plenamente de
los derechos y de las responsabilidades de los ciudadanos. En Atenas, la admisión a la ciudadanía estaba
precedida por un período de servicio militar llamado la “efebía” que duraba dos años,de los 18 a los 20. Los
efebos ejecutaban marchas militares, vigilaban los distritos rurales y montaban guardia en las fortalezas.
Cumplido su servicio prestaban un juramento de fidelidad, cuya redacción se atribuía a Solón, y que
terminaba con estas palabras: “me someteré a las leyes y obedeceré las órdenes de los magistrados, y si
alguien quiere destruir las leyes no lo toleraré, sino que combatiré para defenderlas, solo o con todos”.
Recordar…!!!
Hasta los 7 años educados en casa por el pedagogo o conductor de niños.
7-14 años ingresa al DIDSASKALERA PALESTRA.
El maestro de la gramática era el GRAMÁTICO que utilizaba para enseñar a escribir una punta
llamada stylus sobre madera con cera.
El maestro de música era llamado Citarista
14-16 años va al gimnasio. El maestro se denomina PEDIATRIBA
16-18 años se convierte en efebo.
20 años se convierte en ciudadano.
GUERRAS MÉDICAS
(499-449 a.C.)
Concepto. Conflicto esclavista entre el Imperio Persa (confundido con los medos) y las polis
griegas por el control del comercio marítimo en el Egeo.
Antecedentes y circunstancias. Entre los siglos VIII y VI a. C., los griegos habían extendido sus colonias
por todo el Mediterráneo, desde España hasta el mar Negro. Durante la misma época se hablan producido
grandes transformaciones en el Cercano Oriente con el derrumbe del poder de los asióos y el surgimiento
del inmenso imperio persa, que luego de someter a todos los estados civilizados del Cercano Oriente
extendió sus fronteras hasta los confines de la India, en Asia, y hasta las tierras de Tracia en Europa.
A principios del siglo V a. C., pues, dos grandes civilizaciones se hallaban frente a frente a lo largo
del Egeo: una, la griega, políticamente dividida en ciudades independientes; otra, la persa, políticamente
organizada en un estado unificado. Diversos factores hacían inminente un choque entre ambas civiliza-
ciones. Este choque entre griegos y persas, conocido con el nombre de guerras médicas, se produjo en la
primera mitad del siglo V a. C. y marcó una etapa decisiva en la historia del mundo antiguo.
El nombre de “médicas” deriva de la denominación de “medos”, que daban los griegos a los persas.
Causas
Control comercial de las islas del Mar Egeo y las colonias griegas
Expansionismo persa.
Pretexto:
El apoyo de Atenas con 20 barcos a Mileto, que dirigido por Aristágoras se rebela contra el
Imperio Persa (gobernado por Darío I en el 499 a.C.)
Una primera expedición naval, preparada por Darío para castigar a Atenas, fue destruida en las
costas de la Calcídica (promontorio del monte Athos) por una violenta tempestad (492 a. C.).
Se organizó, entonces, una nueva flota, que comandada por Mardonio, yerno del Gran Rey,
zarpó de la isla de Samos y atravesó el mar Egeo en dirección al Atica. La flota persa penetró por el
estrecho canal que separa a la isla de Eubea de tierra firme, y después de un breve ataque a la ciudad
de Eritrea, cruzó el canal y efectuó el desembarco de las tropas de tierra en la rada de Maratón,
localidad del norte del Atica, a unos 30 kilómetros de Atenas. Mientras tanto, los atenienses
efectuaban sus preparativos para defenderse.
Los atenienses piden ayuda a los espartanos. Destaca Fidípides que corrió dia y medio sin
descansar para pedir apoyo a Esparta, solicitando ayuda, pero los espartanos contestaron que sus
tropas no podrían partir hasta pasada la fecha de una festividad religiosa, que debía celebrarse días
después. En cambio, la pequeña ciudad beocia de Platea, envió un contingente de refuerzo de 2 000
hombres.
El ejército, rápidamente organizado por Atenas, constaba de unos 30 000 hombres: unos 12
000 hoplitas y el resto de auxiliares reclutados entre los atenienses pobres, los extranjeros y aun los
esclavos.
El ejército estaba comandado por los estrategas o generales, en número de diez. Uno de ellos
era Milcíades, que poseía experiencia guerrera y conocimiento de la táctica de los persas, pues había
combatido a su lado en Tracia. Comprendió que había que atacar inmediatamente a los enemigos,
antes que se desplazaran de Maratón, y consiguió imponer su criterio a sus colegas.
Como los persas colocaban sus mejores tropas en el centro, Milcíades, a la i inversa,
reforzó las alas de su ejército, confiando así en destrozar rápidamente los flancos del enemigo y en
llevar la confusión a sus filas. Cuando todo estuvo preparado, ordenó el ataque. Desde los flancos
montañosos que limitan la llanura de Maratón, bajaron los atenienses, en masa, y a paso de carga se
lanzaron sobre los persas. El plan de Milcíades se cumplió exactamente; los hoplitas atenienses
destrozaron, en el primer choque, las alas enemigas y arrojándose luego sobre el centro de los persas,
que hasta entonces habían llevado ventaja, después de un breve combate cuerpo a cuerpo, los
pusieron en fuga desordenada hacia sus barcos.
El esfuerzo de Atenas había salvado a Grecia de la invasión.
El historiador griego Heródoto (480-425 a. C.), describe así el combate: “Dispuestos en orden de batalla,
luego que se dio la señal, avanzaron corriendo los atenienses contra los bárbaros, habiendo entre los dos
ejércitos un espacio no menor de 8 estadios (el estadio equivale a 185 metros). Los persas, que les veían
embestir de ese modo, se dispusieron a recibirles a pie firme, interpretando como un acto de locura de los
atenienses, que, siendo tan pocos, viniesen hacia eüos tan de prisa, sin tener caballería ni arqueros. Esto
fue lo que pensaron los bárbaros. Pero cuando los bravos atenienses atacaron, hicieron prodigio de valor,
dignos de inmortal memoria, siendo, entre todos los griegos, los primeros de quienes se tenga noticia que
atacaron al enemigo a la carrera; y los primeros que osaron fijar los ojos en los uniformes de los medos y
contemplar de cerca a los soldados que los vestían, pues, hasta entonces, tan sólo oír el nombre de
medos aterrorizaba a los griegos.
La batalla, en Maratón, duró muchas horas. Los bárbaros vencieron en el centro, donde hicieron
retroceder a los atenienses, a quienes persiguieron tierra adentro. Pero, mientras tanto, los atenienses y
los píateos lograron la victoria en las dos alas. Dejaron a los bárbaros y concentraron ambas alas en un
solo cuerpo, atacaron a los enemigos vencedores en el centro, los batieron y los persiguieron hasta el
mar, matando a todos lo que encontraban”.
Después de la batalla la escuadra persa intentó llegar a Atenas costeando el Atica. Pero un mensajero,
según la tradición griega, recorrió sin detenerse la distancia entre Maratón y la ciudad, avisando a sus
defensores del triunfo de Milcíades para que resistieran hasta el arribo de los vencedores. (De aquella
legendaria carrera proviene el sentido actual de “maratón”.) Al hallar la ciudad alerta, los persas se
retiraron.
Mueren en esta Batalla según Herodoto 6400 persas y tan sólo 192 griegos. Se pensaba que esta cifra era
una exageración de parte del Padre de la Historia, sin embargo esto ya ha sido comprobado.
La segunda guerra médica. Jerjes. Las Termopilas (480 a. C.). Diez años después de Maratón resurgió
el peligro persa. El rey de Persia, Jeijes, hijo de Darío, se propuso realizar la conquista de Grecia y preparó, a
tal efecto, una formidable expedición.
Según cuenta Heródoto, Jerjes reunió una flota de 1 200 barcos y un ejército de más de un millón y
medio de soldados. Estas cifras parecen ser muy exageradas, pues semejante ejército no hubiera podido
siquiera obtener medios para alimentarse a su paso por las regiones de Tracia y de Macedonia. Pero no
cabe duda de que Jerjes echó mano de todos los recursos de su imperio para organizar la expedición. Todas
las satrapías contribuyeron con su respectivo aporte militar y con sus tributos; en cuanto a la flota, fue
formada por navios fenicios, egipcios y aun griegos, pues las ciudades de la costa del Asia Menor que
formaban parte del imperio, debieron enviar sus contingentes navales.
Un cálculo razonable, realizado por historiadores modernos acerca de los efectivos persas, los fijan en
unos 180 000 hombres y unos 700 barcos.
Para trasladar el ejército del Asia Menor a Europa, Jerjes hizo construir un puente de barcas en el
Helesponto (Dardanelos). Desde el mismo lugar partió la flota. Los dos sectores de la expedición debían
realizar una marcha combinada por mar y tierra, avanzando sobre Grecia, de norte a sur. A principios del
año 480 a. C., los persas atravesaron Macedonia y Tesalia, sin encontrar resistencia, hasta que llegaron al
desfiladero de las Termopilas.
Los persa cruzaron el Helesponto tendiendo dos puentes de barcazas de 314 barcos una, y, la otra de
360 barcos por donde pasaron más de 100 000 hombres.
La batalla de las Termopilas. El desfiladero de las Termopilas es el pasaje obligado para penetrar
desde Tesalia a la Grecia Central. Allí, en ese estrecho corredor que forman las montañas al apretarse
contra el mar Egeo, se hallaba un pequeño ejército, compuesto por soldados de diferentes ciudades, al
mando del rey de Esparta, Leónidas.
Los griegos, en efecto, se habían aliado ante el peligro de la invasión. Atenas y Esparta propiciaron una
reunión de delegados de las ciudades griegas, que se efectuó en Corinto, y cuyo resultado fue la
celebración de una alianza, para combatir en común a los persas. La dirección militar de la liga le fue
confiada a Esparta, que era, en esa época, la ciudad más poderosa de Grecia.
Los aliados resolvieron concentrar sus fuerzas en el desfiladero de las Termopilas, donde se produjo el
primer choque entre persas y griegos.
Los persas atacaron, repetidas veces, infructuosamente al ejército de Leónidas, cuya inferioridad
numérica estaba compensada por su ventajosa posición. Pero un campesino, conocedor de la región, indicó
a los persas un sendero escarpado, que les permitió llegar sin ser vistos al otro lado de las Termopilas,
quedando así sus defensores encerrados entre los dos sectores del ejército invasor. Acosado de este modo
Leónidas no quiso sacrificar inútilmente a sus soldados. Antes que los persas cerraran totalmente el pasaje,
ordenó la retirada del grueso de sus tropas. El, con 300 espartanos resistió hasta el fin y murió
heroicamente en el campo de batalla. Sobre su tumba se colocó, más tarde, un epitafio que decía:
“Extranjero que pasas, dile a Esparta que aquí yacemos por obedecer sus leyes”.
La destrucción de Atenas. Dueños de las Termopilas, los persas invadieron la Grecia central y llegaron
hasta el Atica. Atenas, abandonada precipitadamente por sus habitantes, que buscaron refugio en la isla de
Salamina, fue saqueada y quemada.
Platea y Micala (479 a. C.). La batalla de Salamina detuvo la invasión persa, pero quedaban todavía
las mejores tropas invasoras, comandadas por Mardonio, instaladas en la Grecia central.
Los aliados griegos, bajo la dirección del rey de Esparta, Pausanias, atacaron a los persas y los
derrotaron en la batalla de Platea (Beocia). Mardonio murió en el combate, y sus tropas emprendieron
tumultuosa retirada hacia el helesponto.
La Hélade quedó, así, completamente libre de enemigos.
Simultáneamente, los griegos destruían los restos de la flota persa en Micala, punto de la costa
jonia próximo a Mileto.
La nueva victoria naval de Micala inició la ofensiva en una zona dominada, hasta entonces, por los
persas. El efecto de esto fue considerable, pues estimuló la independencia de todas las ciudades griegas de
la costa asiática, que, durante 70 años, habían soportado la dominación del Gran Rey. La ruta del
Helesponto fue inmediatamente dominada por los barcos, que se apoderaron de Sestos, y continuaron su
cruzada triunfal hasta Bizancio. Así quedaba cerrado el paso para una nueva invasión persa a Grecia.
Estos acontecimientos terminan el período de las guerras médicas, propiamente dichas. Pero
todavía, durante unos 30 años, los griegos de las islas y del litoral asiático continuaron luchando contra los
persas, para asegurar su completa independencia. En estas luchas, Atenas desempeñó un papel prepon-
derante como dirigente de una liga de ciudades, llamada Liga de Délos.
Se forma la Confederación de Délos que es una alianza política, militar, económica dirigida por Atenas
cuyo estratega era Cimón 447 a.C. cuyo centro de reunión era el santuario de Apolo que se levantaba en la
isla de Delos. Todas las polis que integraban esta liga colaboraban con barcos de guerra y con un importe.
Llegó a tener un tesoro anual de 460 talentos, 200 barcos y el administrador era Arístides.
El peligro persa, que uniera a los griegos, ya había desaparecido. Ahora se presentaba un nuevo
problema, y era el de si se ayudaría a emanciparse a los griegos del Asia, o si se les dejaría librados a sus
propios recursos. Atenas deseaba continuar la campaña naval en beneficio de todos. En cambio, Esparta,
potencia continental a la que desorientaba la acción en el escenario marítimo, deseaba lo contrario y se
apartó de la alianza. El retiro de Esparta fue la gran oportunidad que aprovechó Atenas para colocarse al
frente de las principales ciudades marítimas.
Atenas agrupó a su alrededor las ciudades de las islas y costas del Egeo, y formó, con ellas, una
confederación llamada la Liga de Délos (477 a. C.), porque su centro religioso fue el santuario de Apolo que
se levantaba en la pequeña isla de Délos, perteneciente al grupo de las Cicladas.
La liga de Delos promovió esta tercera guerra médica que enfrentó al Imperio Persa dirigido por Artajerjes
derrotándolo en EURIMEDONTE firmándose la PAZ DE CIMON O CALIAS.
Consecuencias
Atenas alcanza gran riqueza comercial, que le sirvió para alcanzar supremacía cultural
(Siglo de Pericles), artística, y sobre todo hegemonismo político en la Helade.
Atenas logró el control comercial de Mar Mediterráneo.
Atenas se convierte en potencia naval. Puerto principal Pireo que contaba con 500
trirremes.
Persia entro en crisis, pues perdió su actividad comercial al tener que replegarse; estuvo,
asimismo, prohibida de acercarse, a tres días de navegación, a las islas griegas.
Hubo intercambio cultural entre ambas zonas continentales.
Durante el siglo V a. C. llegó a su apogeo una de las manifestaciones culturales más importantes de
toda la Historia Universal. Los griegos después de las Guerras Médicas, extendida su influencia por todo el
Mar Egeo y Atenas, disfrutaban de los beneficios que les deparaba la Liga de Délos. Según Aristófanes en el
siglo V a. C. no existía una sola persona analfabeta en Atenas, es decir, bastante de una ciudad del mundo
antiguo.
Sin embargo, desde la llamada “época oscura” podemos encontrar los rasgos formativos de la cultura
griega, que adquirirán su plena expresión en el siglo V a. C. para decaer después del siglo IV.
Los distintos géneros literarios entre los que sobresalen la tragedia, las ciencias, la ciencia de la Historia
y la Filosofía como la coronación del saber tienen en Grecia su punto de partida. Sin embargo,
acercándonos más a esta cultura vemos por ejemplo que sus supuestas diferencias con las culturas orien-
tales no son tan profundas y que el arte griego y el arte romano no son idénticos.
Pericles fue conocido como el Olímpico por la imperturbabilidad que jamás perdía por ardiente que
fuera el debate, gran orador, sobrino de Clístenes. Consolidó la democracia.
Reemplazó como líder del Partido Popular a Efialtes asesinado por dar una ley que le quitaba al
Areópago toda función política, dejándole solamente la de juzgar los crímenes premeditados.
Maestros: En Música Damón y en Filosofía Zenón de Elea.
Cultura Griega
Poesía épica:
- Homero (s. IX a. C.): la Ufada, la Odisea. Se cree que su verdadero nombre fue Melecígenes.
- Hesíodo (s. VII a. C.): La teogonía, Los trabajos y los días.
Poesía lírica:
- Píndaro (s. VI a. C.): Odas triunfales. Obra escrita en honor de los atletas que participaron en
los festivales deportivos.
Tragedia:
- ESQUILO: influencia de la mitología griega. Prometeo Encadenado, Los persas.
- SÓFOCLES: sentido fatalista. Edipo rey, Edipo en Colona, Antfgona.
- EURÍPIDES utilizó la sátira y la mofa. Las nubes, Las avispas, Asamblea de mujeres.
Comedia:
- ARISTÓFANES: Las nubes, las ranas.
Historia:
- HERÓDOTO: Los nueve libros de Historia Universal. Viajero constante. Padre de la Historia.
- TUCÍDIDES: Las Guerras del Peloponeso. Fue el más grande historiador griego.
- JENOFONTE: Anábasis.
Oratoria:
- PERICLES: La oración fúnebre. En honor a los caídos en la Guerra del Peloponeso.
- DEMÓSTENES: el más grande orador griego. Las Filípicas, discurso contra Filipo II de
Macedonia.
Filosofía
A) PRESOCRÁTICA
Renunciaron a explicar la realidad a través de los mitos. Buscaron los fundamentos del universo.
Habitaron, sobre todo, fuera de los Balcanes.
- Tales de Mileto: sostenía que el agua era el principio generador del universo.
- Heráclito de Éfeso: sostuvo la teoría del movimiento constante.
- Pitágoras de Samos: filósofo matemático. Sostenía que los números son el principio de todo.
- Protágoras: maestro de la retórica. Defensor del sistema democrático.
- Zenón de Elea, que estudió el movimiento y planteó la unidad del universo.
B) CLÁSICA
Sócrates (470 - 399 a. C.). Vivió entre el 470 y el 399 a.C. Su pensamiento es conocido a través de
los Diálogos de Platón, como Critón \ Fedón, que lo tienen como protagonista pues no dejó
escritos. Según él, los mitos no bastaban para comprender al ser humano y al mundo, por lo que
propuso desarrollar la reflexión mediante el debate. Defendió la existencia de una verdad
universal y que la razón y el auto conocimiento nos hacen sabios y virtuosos. Acusado de debilitar
la moral de la polis y de corromper a los jóvenes, fue condenado a beber cicuta. Su figura se
conoce también por textos de Jenofonte y Aristófanes, que lo muestran muy distinto a los
Diálogos.
No dejó obra escrita. Utilizó como método la mayéutica. Máximas: Conócete a ti mismo, Sólo sé
que nada sé.
Platón (428 - 347 a. C.). Discípulo de Sócrates. Discípulo de Sócrates, vivió entre el 427 y el 374
a.C. En la Academia, fundada por él mismo, enseñó su método de conocimiento, la dialéctica,
donde una propuesta debe recibir una contrapropuesta. Su pensamiento está condensado en sus
Diálogos, en los que los distintos personajes expresan sus opiniones en un ejercicio constante de
estímulo intelectual. Planteaba que además del mundo que conocemos a través de la experiencia
sensible existe el mundo de las ideas, en el que radica la auténtica realidad y al que sólo se puede
acceder a través de la razón. Propuso también el primer modelo utópico, según el cual para que el Estado
procure felicidad a todos los ciudadanos se debe superar la concepción tiránica, proporcionar educación y
lograr que el poder sea ejercido por los más inteligentes y generosos.
Obras: Diálogos, la República. Su verdadero nombre fue Aristocles.
Aristóteles (384 - 322 a. C.) Discípulo de Platón. Vivió entre el 384 y 322 a.C. Creó la Lógica y dividió las
ciencias en tres grupos: teóricas (Matemática, Física y Metafísica), prácticas (Ética, Política y Economía) y
poéticas (Retórica y Poética). Buscó conocer el funcionamiento de todo lo que había a su alrededor, pues
consideraba que solo era posible hallar una verdad universal por medio de lo sensible y observable. Dejó
muchos escritos, constituidos sobre todo por notas que tomaba para discutir con sus discípulos. Estos
textos pueden dividirse en cinco grupos: sobre la Lógica, como instrumento para manejar el pensamiento;
sobre la Naturaleza, fruto de sus observaciones de animales y fenómenos celestes; sobre Ética y Política,
es decir, sobre el comportamiento humano individual o colectivo; sobre Arte, especialmente Poética y
Retórica; y sobre Metafísica, referida al ser.
Escribió La Política, la Metafísica y el Organon, fundador del Liceo. Maestro de Alejandro Magno.
Fue una verdadera enciclopedia humana.
Escultura
- Mirón: El Discóbolo, describe la perfección física del atleta.
- Fidias: el escultor más notable de Grecia. Zeus olímpico.
- Praxíteles: eran célebres sus estatuas de Afrodita.
Arquitectura
El ideal arquitectónico era la sociedad y la proposición. Desarrollaron tres tipos de columnas:
- Dórico: fue el más simple, la más antigua y ancha.
- Jónico: capitel con doble votuta.
- Corintio: es la más elaborada.
Ciencias
- Tales de Mileto: geometría y astronomía.
- Pitágoras de Samos: primer gran matemático de la historia.
- Euclides: “Padre de la Geometría”.
- Hipócrates: “Padre de la Medicina”.
- Eratóstenes: primero en medir la longitud de la circunferencia de la Tierra.
- Arquímedes: primera ley de la hidrostática.
El Partenón
El más famoso templo de la Acrópolis de Atenas es, sin duda, el Partenón. Fue construido entre los años 447
y 432 a.C., a partir del proyecto de los arquitectos Ictinos y Calícrates. Fidias fue el principal responsable de
las esculturas que lo decoraron, en particular la de Atenea, diosa a la que está dedicado este templo, hecha
con un revestimiento de marfil y oro. Correspondiente al orden dórico, presenta una columnata en todo el
perímetro, con ocho piezas al frente, cubriendo 31 metros, y diecisiete a los lados, distribuidas en 70 metros.
Su altura máxima es de 15 metros. Su trayectoria ha sido compleja. En el siglo XVII, este lugar sagrado fue
utilizado por los turcos como polvorín, hasta que una explosión daño la estructura. A principios del XIX, el
arquitecto ingles Thomas Harrison le encomendó a Lord Elgin, un coleccionista escoces y embajador
británico en Turquía, que realizara moldes de las esculturas. Lord Elgin logro obtener el permiso para retirar
cualquier columna y escultura del Partenón. Cuando todo era trasladado a Gran Bretaña, el barco naufrago
y pasaron dos años antes de recuperar la valiosa carga, que, luego de muchas controversias, fue vendida al
museo británico de Londres. Muchos gobiernos griegos han reclamado la devolución de estas piezas
extraídas del Partenón, hasta ahora sin éxito.
GUERRAS DEL PELOPONESO (431-404 a.C.)
Concepto: Fue un enfrentamiento entre LA LIGA DE DELOS (Dirigida por Atenas) y la LIGA Del
PELOPONESO (Dirigida por Esparta) por el dominio del mundo griego. Es conocida también como
las Guerras Fratricidas.
Algunos creen ver en esta guerra la lucha entre dos sistemas políticos: la democracia vs la
Aristocraca
Sus Causas
Generalidades. Las guerras médicas provocaron la unión pasajera de los más importantes estados de
Grecia, que sumaron sus fuerzas para luchar contra los persas.
Pero esta unión duró tanto como la inminencia del peligro, y la hora de la victoria definitiva ya
encontró, de nuevo, separados a los griegos. Esparta y sus aliados no quisieron participar en la empresa
de proseguir la guerra por el mar. Atenas, en cambio, unió a las ciudades de las islas y del litoral asiático
en una liga antipérsica, la Liga de Délos, que procuró y consiguió expulsar a los persas del mar Egeo. La
realización triunfal de esa política dio a Atenas los elementos necesarios para crear un fuerte imperio
marítimo y convertirse en la ciudad más importante de Grecia, desde el punto de vista intelectual y
artístico.
A Esparta, los años siguientes a las guerras médicas no le depararon la misma suerte. Tuvo que
hacer frente a una terrible insurrección de ilotas (464 a. C.), y sólo a duras penas consiguió reprimir ese
movimiento que la llevó al borde de la ruina.
Obtuvo, sin embargo, la victoria, y gracias a ella pudo mantener su hegemonía en el Peloponeso.
De modo, pues, que en la época inmediatamente posterior a las guerras médicas, la Hélade estaba
repartida en dos zonas de influencia: una de predominio ateniense y otra de predominio espartano.
La supremacía de Atenas tuvo por escenario el mar, y por instrumento su poderosa flota, la más
fuerte de toda Grecia. La supremacía espartana tuvo por escenario la tierra, y por instrumento sus
contingentes de hoplitas, reputados invencibles.
Entre estas dos potencias, militar y continental una, naval y marítima la otra, estalló una terrible
contienda llamada guerra del Peloponeso (431-404 a. C.), a consecuencia de la cual Atenas perdió su
imperio y Esparta obtuvo la exclusiva hegemonía sobre la Hélade. Pero las ciudades que intervinieron
como aliadas de Esparta en la guerra habían luchado por odio al imperialismo ateniense, que amenazaba
su independencia, y no para sustituirlo por otro más fuerte todavía.
De aquí que cuando Esparta quiso gobernar a las ciudades de Grecia, como dueña, levantó
contra ella las mismas resistencias que había concitado Atenas. Un a ciudad, hasta entonces de segundo
plano, Tebas, canalizó en su provecho este odio contra Esparta a la que logró derrotar, imponiendo, a su
vez, una nueva hegemonía (371-362 a. C.). La dominación tebana provocó, también, luchas violentas a
consecuencia de las cuales sucumbió.
En esos momentos en que las ciudades griegas se hallaban debilitadas por sus constantes guerras, y
divididas por la violencia de sus antagonismos, apareció en escena el rey de Macedonia, Filipo, que impuso,
por la fuerza, la dominación de Macedonia sobre toda la Hélade (388 a. C.).
Sus antecedentes. Entre el imperio marítimo de Atenas y la liga del Peloponeso, dirigida por Esparta,
existían razones poderosas de rivalidad. En primer término, se perfilaba una rivalidad de orden político,
provocada por las diferencias de gobierno, puesto que Atenas procuraba difundir las instituciones
democráticas, mientras que Esparta defendía, en todas partes, la subsistencia de los regímenes
aristocráticos.
En segundo lugar, existía una rivalidad de orden económico, no precisamente entre Esparta y Atenas,
sino entre ésta y Megara y Corinto, que integraban la liga del Peloponeso, y a las que inquietaba el
creciente poderío comercial ateniense. En todas partes, los mercaderes megarenses y corintios chocaban
con la competencia de Atenas. Los megarenses tuvieron que soportar la prohibición de penetrar en los
mercados atenienses. En cuanto a Corinto, le irritaba, especialmente, el hecho de que la marina mercante
de Atenas empezara a disputarle el comercio de Italia y Sicilia. Fue precisamente esta rivalidad entre
Atenas y Corinto la que provocó la guerra, a raíz de la ayuda que los atenienses prestaron a la ciudad de
Corcira, ubicada en la isla del mismo nombre, en las costas del mar Jónico, que se sublevó contra su
metrópoli, Corinto. Esta ciudad llevó su protesta ante el consejo de la Liga del Peloponeso, y poco después
comenzó la guerra (431 a. C.)
Los tres períodos de la guerra. Esta guerra, que duró veintisiete años (431 a 404 a. C.), es conocida por
los historiadores con el nombre de Guerra del Peloponeso, denominación que le diera Tucídides,
consagrado como uno de los más grandes historiadores griegos por la obra que redactó sobre el tema.
Las fuerzas de los estados en pugna eran más o menos parejas. Esparta tenía de su lado a casi todo el
Peloponeso, y a los estados de la Grecia Central, enemigos de Atenas, particularmente a Tebas. Atenas
contaba con las ciudades de su imperio marítimo, con el estado aliado de Tesalia y con algunas pequeñas
ciudades de la Grecia Central, como Platea.
La superioridad de Atenas en el mar era evidente, pues su flota era la más poderosa de Grecia. Esparta,
en cambio, tenía la ventaja militar de su ejército, el más fuerte y disciplinado de toda la Hélade. Esta
equivalencia de fuerzas fue el factor determinante de la larga duración de la guerra. Pero es de hacer notar
que ésta no duró ininterrumpidamente del 431 al 404 a. C.
El triunfo de Esparta
Iniciada la lucha, Pericles aconsejó a los atenienses que rehuyeran combatir a los
espartanos por tierra, donde eran indiscutiblemente superiores, y que se refugiaran en la
ciudad, inexpugnable por sus murallas y abierta al mar por el Pireo. Esta política defensiva daría
tiempo para extenuar a Esparta, mediante constantes desembarcos en las costas del
Peloponeso.
Cuando en la primavera del 431 a. C., el ejército espartano penetró en el Ática, encontró
la campaña desierta. Los soldados no pudieron atacar más que los trigales y los olivares, que
talaron sin piedad, con la consiguiente desesperación de los campesinos encerrados en Atenas,
quienes contemplaban, desde las murallas, la destrucción de sus granjas. Los espartanos
causaron todo el daño posible y después se retiraron; pero, entretanto, la flota ateniense había
realizado, con éxito, desembarcos en tierras de los aliados de Esparta.
Al año siguiente se repitió la escena, pero en esta ocasión un enemigo inesperado, la peste, atacó a los
atenienses dentro de la ciudad, mientras sus rivales estaban acampados en las llanuras del Atica. La
epidemia se propagó rápidamente, matando a más de la cuarta parte de la población de Atenas. El pueblo,
desesperado, se volvió contra Pericles, a quien sus contrarios atacaron violentamente. Pericles fue
condenado al pago de una fuerte multa, bajo pretexto de mala administración de los recursos del Estado.
Poco después Pericles fue políticamente rehabilitado, pues se le volvió a designar estratega, pero
murió al cabo de unos meses atacado, también, por la peste (429 a. C.). Su desaparición, en tan crítico
momento, fue una pérdida sensible para Atenas. Sin embargo, pese a los estragos de la enfermedad, los
atenienses mantuvieron intactas sus posiciones frente a Esparta, y así se arrastró largamente la guerra
hasta que en el año 421 a. C. se firmó la paz entre los beligerantes, estableciéndose en ella la devolución
recíproca de todas las conquistas efectuadas.
Período de los 10 años (431-421 a.C.) Guerra Decelia.
La expedición de Sicilia (415-413 a. C.). Después de la paz surgió en Atenas un joven político llamado
Alcibíades, que se convirtió en jefe del partido popular e influyó, profundamente, en la política ateniense
de este período.
Alcibíades era pariente de Pericles, y poseía grandes cualidades: inteligencia, energía, cultura y el don
de la oratoria, que tan importante papel desempeñaba en la vida cívica de Atenas. Contrastaban estas
virtudes con defectos fundamentales, en particular con una ambición desmedida que le hizo más adelante
traicionar a su patria y a su partido en múltiples oportunidades.
Su popularidad fue muy grande, y gastó en mantenerla parte de su cuantiosa fortuna. Obtuvo, en una
oportunidad, una triple victoria en las carreras de carros de Olimpia, y para conmemorarla celebró las
fiestas más suntuosas que jamás se presenciaron en Atenas.
Alcibíades era partidario de una política exterior violenta y agresiva. Sugirió, así, la posibilidad de una
expedición ateniense por el mar Jónico, e inició una ardiente propaganda en favor de la conquista de
Siracusa, rica ciudad de Sicilia. Los atenienses aprobaron sus ideas y organizaron una fuerte escuadra de
134 trirremes para realizar dicho proyecto, pero la expedición fracasó completamente, después de sitiar
durante un tiempo a Siracusa. Los barcos de Atenas fueron destruidos, y sus marinos y soldados muertos o
hechos prisioneros.
Alcibíades había sido uno de los jefes designados para comandar la expedición, pero, en el momento
de zarpar, fue acusado por sus enemigos políticos como autor de la mutilación de los Hermes que
adornaban las calles de la ciudad de Atenas. Durante su ausencia se discutió la acusación y se resolvió
privarle de su cargo de estratega, ordenándole la vuelta inmediata de Sicilia para comparecer ante el
tribunal. Alcibíades desacató esta orden y huyó a Esparta, donde estimuló al gobierno a recomenzar la
guerra contra Atenas, a la que el desastre de Siracusa había debilitado considerablemente.
La caída de Atenas (404 a. C.). Nombrado almirante de la flota, Lisandro se dirigió hacia el Peloponeso
para interceptar la ruta del Ponto Euxino, por donde pasaban los navíos que abastecían de trigo a Atenas.
Poco después, gracias a un ataque sorpresivo, Lisandro consiguió capturar o hundir en Egos- Potamos a la
flota de guerra ateniense que se encontraba estacionada allí, próxima a la costa del Helesponto.
Considerando que la única manera de derrotar a Atenas era teniendo poderío naval, Esparta se alió con el
Imperio Persa, con Darío II al frente, en r año 413 a.C. para conseguir una flota. Tras años de
enfrentamientos, en el 405 a.C., en Esgos-pótamos, cerca del Estrecho de Dárdanelos, conocido como el
Helesponto, se enfrentaron las fuerzas atenienses y las espartanas, al mando estas últimas de Lisandro.
Persuadidos de su superioridad naval, los atenienses no prestaron atención a la inmensa flota enemiga, que
constaba 200 embarcaciones, y fueron aniquilados. Después de este episodio, Esparta ocupó la estratégica
vía que daba paso al Mar Negro.
Egos-Potamos. Cuando los barcos de Lisandro llegaron a las aguas del Helesponto, la flota de guerra
ateniense, que se hallaba guarecida próxima a la desembocadura del río llamado Egos-Potamos, salió
inmediatamente al encuentro del enemigo para ofrecerle batalla, pero Lisandro eludió el choque. Por varios
días se repitió la misma maniobra, y los atenienses, al retorno de sus frustrados cruceros, dejaban los
navíos próximos a la costa y desembarcaban parte de su tripulación. Ésta fue la ocasión aprovechada por
Lisandro, quien, después de haber creado con sus simuladas retiradas tamaña confianza e imprevisión con
los jefes atenienses, los atacó bruscamente y obtuvo una gran victoria capturando a casi toda la flota de
Atenas.
Esta victoria espartana fue decisiva para la suerte de la guerra. Atenas, privada de fuerza naval, no
podía resistir mucho. Los espartanos bloquearon la ciudad, por mar y por tierra, y después de unos meses
de asedio los atenienses tuvieron que aceptar las estrictas condiciones de paz impuestas por Lisandro (404
a. C.).
Atenas perdía todas sus posesiones, debía de entregar el remanente de su flota, destruir los Largos
Muros y las fortificaciones del Pireo y entrar a formar parte de la Liga del Peloponeso, convirtiéndose en
vasalla de Esparta. La aceptación de estas severas condiciones salvó a la ciudad de la completa destrucción
que exigían los tebanos y los corintios.
Así terminó, para Atenas, el período de apogeo que tan gloriosamente comenzara para ella con sus
hazañas victoriosas en las guerras médicas. El imperio iniciado por Temístocles y Arístides, consolidado por
Cimón, y organizado por Pericles, se derrumbó con la derrota, pero la grandeza intelectual y artística
alcanzada por Atenas en esa época de esplendor había de perdurar a través del tiempo.
CONSECUENCIAS
PREDOMINIO DE TEBAS
Esparta y Tebas disputan la supremacía
La hegemonía militar de Esparta. Lisandro. Agesilao. Esparta y las ciudades griegas. Esparta,
vencedora de Atenas, impuso su hegemonía sobre las ciudades de la Hélade. Para consolidar la supremacía
espartana en Grecia, Lisandro estimuló la creación, en todas las ciudades, de regímenes aristocráticos,
sostenidos por la fuerza armada de una guarnición espartana.
En la propia Atenas, después de la paz, se organizó un gobierno de carácter oligárquico formado por
treinta miembros, a los que se conoce con el nombre de “'los treinta tiranos”, por el régimen de
persecuciones y de terror sangriento que hicieron reinar. Este gobierno, impopular, duró poco, pues fue
derribado por los integrantes del partido democrático que, dirigidos por Trasíbulo, consiguieron volver al
Atica y restaurar las antiguas instituciones, proclamando una amnistía general o perdón de los delitos (403
a. C.).
Pero en las otras ciudades, Esparta mantuvo los gobiernos aristocráticos y exigió de todas ellas el pago
de tributos. Su fuerza, unida al prestigio de su victoria, le permitían obrar así, pero, gradualmente, su
política absorbente iba concitando contra ella la irritación de las ciudades defraudadas, que habían creído
conquistar su libertad con la caída de Atenas, y ahora notaban que no habían hecho más que cambiar de
dueño.
Esparta y Persia. La paz de Antálcidas (387 a. C.). Agesilao, rey de Esparta, quiso ampliar la
dominación espartana por el lado del Asia Menor. Era la reedición, por cuenta de Esparta, de la política
antipersa realizada por Cimón setenta años antes. La oportunidad se presentaba favorable por la
debilidad del imperio persa, que acababa de salir de una lucha civil.
Ciro el Joven y la retirada de los diez mil En Persia se había producido una guerra interna (401-400 a. C.). Ciro el
Joven, sátrapa de Sardes y hermano menor del monarca reinante, Artajerjes, quiso conquistar el trono para sí.
Reunió, entonces, un ejército numeroso, engrosado por mercenarios griegos qüe pudo reclutar en gran número sin
dificultades, pues la terminación de la guerra del Peloponeso había dejado a muchos soldados sin ocupación. Las
tropas de Ciro el Joven llegaron hasta muy cerca de Babilonia, cuando las enfrentó el ejército del Gran Rey. Pese a la
resistencia de los mercenarios griegos, los soldados de Ciro huyeron, y su jefe quedó muerto en el campo de batalla.
Entonces comenzó una heroica retirada hacia el oeste de unos 10 000 mercenarios griegos, que atravesaron el
imperio Persa, desde Mesopotamia hasta el Ponto Euxino. El griego Jenofonte, integrante de la expedición, relató,
luego, en un libro que se ha hecho famoso, el “Anabasis”, la historia de esta difícil retirada.
Agesilao desembarcó en Efeso, y batió, sucesivamente, a los sátrapas persas del Asia Menor. Pero el
Gran Rey, en lugar de defenderse con su ejército, lo hizo con su oro que derramó en Grecia para
fomentar el sentimiento de rebeldía, ya latente, contra Esparta. Dicha política colocó a Esparta en el
dilema de optar entre el Asia Menor y Grecia. Por supuesto, optó por esta última, y Agesilao volvió a la
Hélade, a luchar con las ciudades sublevadas contra su patria (Tebas, Argos, Corinto, etc.)
Fue a raíz de esta difícil situación que Esparta se inclinó a la paz con Persia. Esta paz, conocida con el
nombre de paz de Antálcidas (387 a. C.), marcó el fin de la ambición espartana en el mar Egeo, sacrificada
por Esparta para poder consolidar su dominación en la Hélade propiamente dicha. En cuanto a las ciudades
griegas del Asia Menor, pasaron a integrar nuevamente el imperio persa, del que habían salido a raíz de las
guerras médicas.
El ocaso de Esparta. La preponderancia que Esparta conservó en Grecia, mediante la paz de Antálcidas, no
duró mucho. La rigurosidad de su dominación levantó contra ella la rebeldía de las ciudades griegas celosas
de su independencia. Esparta confiaba en la fuerza de su ejército para impedir y dominar cualquier
sublevación, pero esa fuerza militar en que basaba exclusivamente su poderío, iba a estrellarse contra los
ejércitos de lebas, organizados y dirigidos por el más grande táctico de la época: Epaminondas.
Entre lebas y Esparta comenzó a perfilarse un violento antagonismo, como consecuencia de las
ambiciones opuestas y encontradas de ambas ciudades. Tebas, la más importante de las ciudades de
Beoda, quería realizar ia unificación política de esa región bajo su mando, como siglos atrás lo habían
hecho Esparta con Laconia y Atenas con el Atica. Esparta se oponía a ese proyecto, cuyo cumplimiento
fortalecería a Tebas y comprometería su propia dominación en la Grecia Central. Para frustrar las
pretensiones de Tebas, se apoderó por sorpresa de la ciudad y estableció en ella una guarnición (383 a. C.l.
Después de ese golpe de mano, Esparta dio el poder a los aristócratas tebanos que respondían a su
política, e hizo expulsar a los más calificados representantes del régimen derrocado. Entre ésios se
encontraba Pelópidas, noble de origen y poseedor de gran fortuna, afiliado al partido popular y
antiespartano, quien, al frente de un pequeño grupo de compañeros de destierro, consiguió penetrar en
Tebas y reconquistar la ciudad (379 a. C.).
Dicho éxito tuvo gran repercusión en la Grecia Central, organizándose inmediatamente una
confederación beocia bajo la dirección de Tebas. Además, Atenas aprovechó la ocasión para restaurar su
poderío naval, organizando una liga marítima (377 a. C.), similar en sus bases a la Liga de Délos, que
Arístides había fundado justamente cien años antes.
El surgimiento de la confederación beocia y de la nueva liga ateniense, que comprendió más de
sesenta ciudades, señalaron el ocaso de la hegemonía espartana fuera del Peloponeso.
Tebas y su dominación temporaria. Pelópidas y Epaminondas. Apenas emancipada de la
dominación espartana, Tebas se elevó al primer rango entre las ciudades griegas. En la historia de esa
rápida y brillante ascensión política, dos hombres desempeñaron un decisivo y preponderante papel:
Pelópidas y Epaminondas.
Pelópidas ganó un definitivo prestigio en Tebas por su decisiva intervención en la reconquista de la
ciudad del dominio espartano. Fue un valeroso caudillo guerrero que obtuvo grandes éxitos militares en
el norte de Grecia, en Tesalia y en Macedonia, de donde, a raíz de una expedición victoriosa, trajo como
rehén, en garantía de la sumisión de su país a Tebas, al joven príncipe Filipo, que, años más tarde, habría
de convertirse en el dominador de los griegos.
Epaminondas era íntimo amigo de Pelópidas, quien siempre respetó y acató sus consejos.
Epaminondas era hombre de poca fortuna, pero se impuso a la consideración de sus conciudadanos por
su cultura y, sobre todo, por sus virtudes personales. Se le consideraba como el más cumplido ejemplar
de ciudadano probo, desinteresado y leal. Se encargó de organizar las fuerzas de Tebas para ponerlas en
condiciones de oponerse con éxito a los ejércitos de Esparta y fue en esa tarea en que se reveló como el
más grande genio militar de su tiempo. Modificó la composición del ejército tebano, reforzando la
caballería y creando un cuerpo especial, el llamado batallón sagrado, integrado por trescientos
guerreros selectos a quienes correspondía ocupar siempre el lugar de más riesgo en el campo de batalla.
Pero la gran innovación de Epaminondas fue el cambio fundamental que introdujo en la táctica guerrera,
y gracias al cual pudo infligir a Esparta la rotunda derrota de Leuctra, que consagró la hegemonía de
Tebas en la Hélade.
La batalla de Leuctra (371 a. C.). Los espartanos, que no habían podido impedir el resurgimiento
vigoroso de Tebas v de Atenas, hicieron la paz con esta última y se prepararon para destruir el incipiente
poderío tebano. Un cuerpo de 11 000 hombres invadió la Beocia, y cerca de la pequeña ciudad de Leuctra
se encontró con el ejército de Tebas, sensiblemente inferior en número, pues no pasaba de 6 000
hombres. Epaminondas conocía a fondo el invariable modo de combatir espartano: avance en línea recta,
con el flanco derecho reforzado. En consecuencia, alineó sus tropas de acuerdo con una nueva táctica de
combate, en orden oblicuo. En el centro colocó el batallón sagrado comandado por Pelópidas, y en la
izquierda concentró a sus soldados en filas profundas de cincuenta escudos cada una. El flanco izquierdo
no sólo contrarrestó la carga de la derecha espartana, sino que, a su vez, penetró como una cuña en el
ejército enemigo, provocando en él una terrible confusión que acabó en desordenada fuga. Desde hacía
siglos, era la primera derrota importante que Esparta sufría en campo abierto.
Apogeo y ocaso de la supremacía tebana. A partir de Leuctra, los tebanos pasaron a la ofensiva e
intervinieron en el Peloponeso. Para debilitar a Esparta y consolidar la supremacía tebana, Epaminondas
favoreció allí la creación de nuevos estados que pudieran contrarrestar el prestigio secular de Esparta. Así,
fomentó la unificación de Arcadia, donde fundó, con carácter de capital, una nueva ciudad llamada
Megalópolis, expresión griega que significa “gran ciudad”. También restauró la independencia de la
antigua región de Mesenia, sometida a Esparta desde el siglo VIII a. C., y reconstruyó la ciudad de Mesenia,
que quedó como centinela enemiga apostada en los flancos de Laconia. Además, intentó destruir a
Esparta: llegó por dos veces hasta las inmediaciones de la ciudad sin muros, que según el dicho de uno de
sus reyes, “jamás había visto el humo de los campamentos enemigos”. Pero la prudencia y energía del
viejo rey Agesilao le impidió realizar la conquista definitiva del valle del Eurotas.
Con la desaparición de estos dos jefes, declinó rápidamente la supremacía de Tebas, que había
durado nueve años. Tebas mantuvo su categoría de capital política de Beocia, pero fuera de esa región
perdió la preponderancia de que había gozado.
MACEDÓNICA
Hasta mediados del siglo IV a. C., Macedonia permaneció al margen de los grandes sucesos de
la historia griega. Pero, en la segunda mitad de dicho siglo, dos grandes conquistadores, Filipo II y
Alejandro, cambiaron sus destinos. En menos de 25 años (359-336 a. C.), Filipo convirtió a Macedonia
en una poderosa nación, cuya hegemonía impuso sobre los estados de la Hélade. Luego, Alejandro,
sucesor de Filipo, conquistó, al frente de los macedonios y de los griegos, el imperio Persa, y extendió
hasta la India la civilización helénica (336-323 a. C.).
Generalidades. Macedonia estaba situada al norte del monte Olimpo, más allá de la Tesalia.
Se extendía por el este hasta el río Estrimón, que la separaba de la Tracia; por el oeste confinaba con
la Iliria. Las aguas del Egeo bañaban las costas macedónicas, desde el golfo de Sarónica hasta la
desembocadura del Lstrimón. Pero toda esta zona marítima, especialmente la parte peninsular de la
Calcídica, había sido colonizada desde el siglo VIII a. C. por los griegos, cuyas ciudades interceptaban a
Macedonia el camino del mar.
Para los griegos, Macedonia era un país bárbaro: cubierto de bosques extensos e impenetrables,
cuyos habitantes hacían una vida exclusivamente rural, y eran de maneras toscas.
Estaba gobernada por un rey, a cuyo lado se hallaba una nobleza poderosa, dueña de grandes
propiedades territoriales.
También el lenguaje macedonio era ininteligible para los griegos, a pesar de que tenía un origen
común con el que ellos hablaban.
Ese aislamiento empezó a quebrarse en la época de la guerra del Peloponeso. El rey Arquelao (423-399 a.
C.) hizo lo posible para vincularse con Grecia. Atrajo a Pella, la capital de su reino, artistas y escritores
griegos; fomentó la difusión de la cultura entre sus súbditos, y construyó buenas vías de comunicación.
Durante su reinado, Macedonia entró a formar parte del sistema de estados helénicos. Era de presumir
que, frente a ellos, le estuviese reservado el desempeño de un papel importante, dada su extensión
territorial (30 000 km2) y su numerosa población.
Pero a la muerte de Arquelao, los disturbios internos paralizaron la obra de reorganización que
éste había iniciado.
Filipo II; su política. En el año 359 a. C., murió el rey de Macedonia, IV i dicas, y le sucedió su
hermano Filipo.
Filipo era un hombre ambicioso, enérgico y, por sobre todo, astuto, capaz de disimular sus
propósitos mientras careciese de la fuerza material para realizarlos. Había sido educado a la manera
griega. Siendo muy joven, Pelópidas lo llevó cautivo a Tebas, donde permaneció tres años y comprendió,
de cerca, lo que era la vida de una ciudad griega. En Beocia aprendió el arte militar y ronoció, al lado de
Epaminondas, las reformas que este gran táctico tebano introdujo en la organización del ejército.
Llegado al trono, Filipo inició, inmediatamente, la creación de una gran fuerza militar, tarea en la que iba
a igualar, sino a superar, a su maestro.
La numerosa población campesina de Macedonia le permitió reclutar gran cantidad de soldados,
con los que creó un ejército permanente, distinto, por lo tanto, de las milicias griegas, que sólo tomaban
las armas en caso de guerra.
El núcleo central del ejército fue la infantería pesada, de hoplitas, distribuidos en falanges al
estilo tebano. Pero Filipo aumentó el poder efectivo de la falange dándole más profundidad (16 filas de
256 soldados) y equipando a los infantes con lanzas más largas. Para dar soltura a la falange, Filipo le dio,
como apoyo, una infantería ligera y organizó una gran fuerza de caballería. Los nobles macedónicos,
acostumbrados a la equitación y hechos al deporte violento de la caza, rápidamente se adaptaron a las
exigencias de Filipo de adiestrarles para la carga en masa. Filipo combinó y distribuyó las tropas de
caballería a ambos lados de la falange haciendo que las dos fuerzas complementaran su acción en el
combate y de este modo dio al ejército macedónico una capacidad ofensiva superior a la de cualquier
otro ejército griego de su tiempo.
Las primeras victorias de Filipo. Macedonia lindaba por el oeste, norte y este con pueblos
bárbaros, que constantemente la hostigaban.
Las primeras campañas de Filipo fueron dirigidas contra ellos, con éxito completo, pues no
solamente consolidaron las fronteras de Macedonia, sino que ampliaron sus territorios al este en Tracia,
y alcanzaron por el norte la línea del Danubio.
Estos progresos pusieron a Filipo en condiciones de orientar su política en dirección del mar,
hacia el lado de la Calcídica, es decir, hasta la costa macedónica, donde existían importantes ciudades
griegas: Olinto, Potidea, Pidna, Metona y Anfípolis. Estas ciudades habían formado parte de la liga
marítima de Atenas, pero desde la guerra deL Peloponeso readquirieron su independencia. Atenas
tenía, sin embargo, grandes intereses comerciales y políticos en la Calcídica, y habría protegido a esas
ciudades contra Filipo, pero en este momento (357 a. C.), se hallaba amenazada por una guerra con
sus propios aliados.
Filipo aprovechó la ocasión. Se alió con Olinto y conquistó las demás ciudades.
Tres años más tarde, Filipo invadió la Tesalia, que conquistó en una rápida campaña (353 a.
C.). Filipo era ya el jefe del estado más poderoso y más rico de Grecia. Las minas de Tracia le daban
abundante cantidad de oro. En una época en que a las ciudades griegas les resultaba difícil pagar a
sus soldados, Filipo tenía una gran riqueza, con la que podía equipar magníficamente a su ejército, y
sobornar a algunos de sus enemigos para que defendieran su política.
Filipo y los griegos. Filipo tardó quince años en realizar su ambición de dominar a los
griegos bajo la hegemonía de Macedonia. Su política se vio favorecida por las luchas y rivalidades que
agitaban a los diferentes pueblos de la Grecia Central. En dos ocasiones algunos de ellos quisieron
apoderarse de territorios pertenecientes al templo de Apolo en Delfos, y este intento, considerado
sacrilego, provocó guerras “sagradas”, que facilitaron a Filipo su intervención.
Filipo chocó sin embargo con la decidida y sistemática oposición que Demóstenes provocó en
Atenas. Demóstenes (384-322 a. C.) era uno de los oradores más reputados de Atenas. Empleó su
elocuencia para fustigar a Filipo y convencer al pueblo ateniense de que debía combatirlo a muerte, para
evitar la pérdida de su libertad. Pero la opinión pública, en Atenas, estaba sumamente dividida en cuanto
a la manera de considerar a Filipo. Unos veían en él al hombre capaz de unir a los griegos y de lanzarlos a
la conquista del imperio persa. Así creía Isócrates, cuyos discursos ejercían una gran influencia en toda
Grecia. Otros, sin apoyar a Filipo, no deseaban la guerra por repugnancia a los gastos y sacrificios que
ella implicaba. Contra unos y otros Demóstenes lanzó sus más fuertes alegatos. Las más famosas arengas
de Demóstenes fueron las ‘Filípicas” en que denunciaba todos los planes de Filipo para sojuzgar a los
griegos, y en que tan duramente arremetía contra el rey de Macedonia, que el término “filípica” ha
pasado a la posteridad como sinónimo de reprimenda severa. Poco más tarde, en ocasión del ataque de
Filipo a Olinto, Demóstenes, en otras arengas (las “Olintias”), atacó nuevamente la política macedónica,
a la par que enrostraba, agriamente, a sus conciudadanos su incuria frente al peligro. Atenas intervino,
entonces, a favor de Olinto, y envió en su auxilio una flota y un ejército, pero ello no impidió a Filipo
triunfar en su campaña.
Demóstenes se lanzó además a la acción: reorganizó la flota ateniense y tuvo intervención destacada
en las numerosas gestiones diplomáticas que Atenas realizó en esta época para contrariar la política de
Filipo.
La batalla de Queronea. Muerte de Filipo. En el año 338 a. C., Filipo, aprovechando una nueva
“guerra sagrada”, atravesó las Termopilas. Su aparición súbita en la Grecia Central atemorizó a los tebanos
y atenienses, que se unieron contra él para combatirlo, pero fueron derrotados en la batalla decisiva de
Queronea (338 a. C.), que dio a Filipo hegemonía sobre Grecia.
Después de su victoria, Filipo quitó a Tebas todo poder sobre Beocia, pero trató a Atenas con bastante
consideración porque no quería levantar contra él odios: deseaba unir a todos los estados griegos bajo su
dirección. Para ello, convocó a una reunión en Corinto, en que se aprobaron las bases de una liga
grecomacedónica en la que las ciudades griegas conservaban su autonomía, pero reconocía a Filipo como
jefe militar (“hegemón”) de todos los griegos, excepto de los espartanos, que se abstuvieron de ir a
Corinto. La consolidación de su poder en Grecia colocó a Filipo en situación de realizar un proyecto que
había forjado hacía ya tiempo: la conquista del imperio persa. Había empezado los preparativos para esta
nueva campaña, cuando fue asesinado por uno de sus oficiales.
Recuerde…!!!
Macedonia
Capital: Pella
Moneda: Estatera Macedónica
Líder: Filipo II (338-336) A pesar de ser tuerto y con los miembros lisiados, impresionaba su
sola presencia hasta el punto de ahogar la voz de la garganta de un gran orador como
Demóstenes
Su esposa fue Olimpia, una mujer muy hermosa y mística. Se cuenta que en estados de
inspiración y éxtasis, se hacía acompañar de grandes serpientes que medio escondidas
entre la hiedra, y a veces enroscadas en los tirsos que llevaban las mujeres que danzaban
en torno suyo, se aparecía como horrorosa visión a los hombres que asistían a las
ceremonias.
Fortalecimiento del pode real.
Organización del ejército macedónico (Falange Macedónica)
La Falange Macedónica funcionaba con 16 filas de soldados armados todos con lanzas de
hierro de 5,5 metros. Alienadas perfectamente, ocho filas de soldados atacaban en una
dirección, mientras las ocho filas posteriores lo hacían en otra. Todo por supuesto
apoyado por la cabellaría
Venció a la Confederación Tebano-ateniense en Queronea derrotando a los instigados por
Demóstenes, logrando dominar Grecia
Filipo II se casó nuevamente a los 40 años con una joven macedonia de la que esperaba
sucesión. Olimpia se retiró al Epiro (luego organizó la conspiración para matar a Filipo II Y
asegurar que su hijo Alejandro llegue al poder)
Filipo II fue asesinado por uno de sus oficiales que era su amante (Pausanias) justo
cuando preparaba una expedición militar para someter a los persas.
Nació en Pella el 21 de julio del 356 a.n.e. Tenía el cabello castaño claro ondulado, ojos
heterócromos (marrón el izquierdo y gris el derecho)
Alejandro; sus conquistas. Los griegos creyeron que la muerte de Filipo significaba la destrucción de
su obra, y que readquirirían de inmediato su independencia. Alejandro, hijo de Filipo y de la princesa
Olimpia, disipó muy pronto esa creencia. Alejandro había recibido una educación de tipo griego. A los trece
años fue colocado bajo la dirección del filósofo Aristóteles, a quien Filipo hizo venir a su corte de Pella para
encargarle, especialmente, la educación de su hijo. Seguramente, la influencia de Aristóteles fue muy
grande sobre su real discípulo, quien decía que lo quería tanto o más que a su padre, pues si éste le dio la
vida, aquél le enseñó el arte de vivir. Pero Alejandro no sólo se nutrió de filosofía, pues le apasionaba la
vida militar. Ya en la batalla de Queronea se destacó, comandando una de las alas del ejército macedónico.
La muerte de Filipo lo convirtió en rey a los 20 años. Iba a demostrar, como gobernante, un temple y unas
aptitudes que lo capacitaron para superar la obra de su progenitor.
Al ascender al trono se hallaba rodeado de enemigos. Los griegos se disponían a sublevarse y en su
propia corte, un partido se pronunció contra él. Pero Alejandro triunfó sobre todos ellos, demostrando un
talento militar y unas condiciones de político y de conductor de hombres, extraordinarias. Como corriera la
voz de su muerte en una de sus campañas, Tebas se sublevó apoyada por Atenas, y Alejandro tuvo que
dirigirse, precipitadamente, hacia el sur. En dos días llegó a las murallas de Tebas, se apoderó de la ciudad,
y, como ejemplo terrible, la mandó arrasar enteramente, dejando únicamente en pie la casa en que había
vivido el poeta Píndaro.
Las rebeldías quedaron, así, comprimidas. Se reunió, nuevamente, en Corinto el Congreso de los
estados griegos, que proclamó a Alejandro generalísimo de todas las fuerzas aliadas (335 a.C.). Alejandro
pudo continuar los planes de Filipo.
Un ejército de 35 000 infantes y 5 000 hombres de caballería y una flota de 169 trirremes se
concentraron en el Helesponto para iniciar la expedición contra el imperio persa (334 a.C.). Por el mismo
punto que habían cruzado las tropas de Jeijes, siglo y medio antes para invadir a Grecia, atravesó ahora el
ejército grecomacedónico sin encontrar resistencia alguna. Al pasar por Troya depositó una corona en
recuerdo de Aquiles y los griegos, legendarios vencedores de Príamo y sus hijos.
La batalla del Gránico (334 a. C.) y la conquista del Asia Menor. Los persas habían discutido mucho la
táctica a seguir frente a la invasión. Unos creían que no debía presentarse combate a Alejandro, sino
hacerle el vacío e impedir, por la devastación sistemática del país, el aprovisionamiento de sus tropas y
vencer así al enemigo. Este prudente plan incluía la idea de provocar, a la vez, sublevaciones en Grecia y
aislar a los macedonios de su base de operaciones. Pero los generales y los sátrapas persas no se
resignaban a sacrificar el país y resolvieron presentar batalla.
El choque se produjo en las riberas del Gránico (334 a. C.), pequeño río que desemboca en la
Propóntide, al este de Cízico. La victoria de Alejandro fue completa, pues destrozó a las tropas de los
sátrapas, perdiendo muy escaso número de hombres. Este triunfo entregaba a los invasores el Asia Menor,
pues los persas no tenían otro ejército que oponerles en las provincias occidentales del imperio.
Rápidamente, Alejandro ocupó varias ciudades, penetró en el interior del país, hasta Gordio1, y una vez
que juzgó consolidada su posición y eliminado todo peligro en la retaguardia, marchó con su ejército hacia
Siria.
La batalla de Isso (330 a. C.) y la conquista de Siria y Egipto. La ruta que lleva desde el Asia Menor a
Siria pasa cerca de la ciudad de Isso, por un desfiladero muy estrecho. Allí Darío, el rey de Persia, intentó
detener con un ejército de 100 000 hombres al conquistador macedonio. Otra vez la impetuosidad y el
adiestramiento guerrero de la falange se impusieron sobre la masa desorganizada de los persas.
La batalla de Isso (333 a.C.) abrió a los invasores las rutas hacia el corazón del imperio. Pero Alejandro
optó por la conquista previa de las zonas de la costa, es decir, de Siria y Egipto. De este modo quitaría todo
refugio a la flota persa y se convertiría en dueño de todo el litoral mediterráneo del imperio persa.
En consecuencia, se dirigió hacia el sur. Casi todas las ciudades de Siria se sometieron
espontáneamente, salvo Tiro, cuya resistencia necesitó de un asedio de siete meses para ser vencida. La
conquista de Egipto fue singularmente fácil, pues los egipcios recibieron al caudillo macedónico como a un
libertador que los emancipaba de la dominación persa. Alejandro fomentó esa idea, y halagó a los egipcios,
respetando su religión; restableció fiestas religiosas, como las que se celebraban en honor del buey Apis,
que los persas habían abolido, y se dirigió a través del desierto hasta el oráculo del dios Amón, santuario de
gran prestigio, en el que los sacerdotes lo agasajaron declarando que era “hijo de Amón”, título con el que
se había honrado a los antiguos faraones, y que aumentó la popularidad de Alejandro. Después de este
viaje al oasis de Amón, Alejandro fundó en Egipto una ciudad nueva, a la que llamó, en su honor,
Alejandría. Ubicada "cerca de la desembocadura del brazo más occidental del Delta, estaba destinada a
convertirse en uno de los centros urbanos más ricos del mundo antiguo.
Organización política del imperio de Alejandro. Las colonias. Sólo a su regreso pudo ocuparse
Alejandro de la organización del imperio que había creado con sus victorias. Su obra, en tal sentido,
aparece dirigida por un pensamiento dominante: realizar la unión entre vencedores y vencidos.
A tal efecto, adoptó frente a sus súbditos orientales una política de tolerancia, para hacerles olvidar
los rigores de la conquista. Les dejó su religión, sus leyes y sus costumbres particulares. Les prodigó,
además, toda clase de consideraciones; eligió a muchos persas como colaboradores de confianza, y aun les
dio entrada en el ejército, recibiendo algunos de ellos mandos importantes y el gobierno de territorios.
Exigió, además, de sus compañeros, que se adaptaran a los usos de Persia y los estimuló para que se
casaran con mujeres del país. El mismo dio el ejemplo, uniéndose en matrimonio, primero con la princesa
Roxana, y luego con la princesa Statira. En ocasión de este segundo matrimonio, prometió una recompensa
a los soldados que eligieran esposa de origen persa, y consiguió, así, que se celebraran simultáneamente 10
000 casamientos.
Todos estos actos de Alejandro eran muy bien vistos por los persas, pero provocaban, en cambio, una
seria oposición entre sus compañeros, quienes, por orgullo de raza, habrían preferido mantener una
situación de privilegio absoluto frente a los vencidos. Por otra parte, ellos no toleraban la transformación
que se iba operando en Alejandro, quien, a medida que progresaba en sus conquistas, adoptaba, de
manera cada vez más neta, las características de un rey oriental. Los irritaba, especialmente, la
complacencia con que Alejandro acogía los honores divinos que se le tributaban y, sobre todo, su exigencia
de que se prosternaran ante él, como era la costumbre tradicional de los súbditos frente a los reyes en las
monarquías orientales. Esta resistencia a la política y a la conducta de Alejandro llegó a prosperar tanto,
que se tradujo en críticas y en conspiraciones contra el caudillo macedónico. En una ocasión, Alejandro,
encolerizado por la crítica de sus actos que hiciera en un banquete su amigo Clito el Negro, lo mató de un
lanzazo, a pesar de que su víctima le había salvado la vida en la batalla del Gránico. En otra oportunidad,
condenó a muerte a Calístenes, sobrino de Aristóteles, y a Filotas, de quienes comprobó que habían
conspirado contra él. Filotas era hijo del viejo general Parmenión, que había prestado importantísimos
servicios a Alejandro en la campaña de Oriente. Temeroso éste de que, al conocer la suerte de su hijo,
Parmenión se sublevase con sus soldados fieles, mandó darle muerte.
Todos estos acontecimientos no detuvieron a Alejandro en sus planes de acercamiento con los
vencidos, ni en sus propósitos de gobernar a su imperio al estilo absoluto de los reyes de Persia, en vez de a
la manera liberal y sencilla de los reyes de Macedonia.
Alejandro, como se ha visto, propició el establecimiento de núcleos de pobladores griegos en las
comarcas asiáticas y fundó numerosas ciudades que se convirtieron en importantes centros de producción
y de intercambio y en lugares de propagación de la cultura helénica. Desde este punto de vista pueden
compararse los efectos de las conquistas de Alejandro con los que siglos antes produjera la expansión
colonial de los griegos en el mar Mediterráneo.
La economía. La conquista del Oriente por los griegos provocó extraordinarios cambios económicos.
Nuevas rutas de tráfico vincularon las zonas más remotas del Asia con las regiones del mundo
mediterráneo. Una de ellas fue la que conducía de Egipto a la India, siguiendo el mar Rojo y el océano
Indicó; otra, la que conducía a China, atravesando el Irán, la Bactriana y los desiertos del Asia Central. Del
lejano Oriente se trajeron nuevos productos, hasta entonces casi desconocidos o de difícil adquisición: las
especias (canela, pimienta, nuez moscada, clavo de olor), el algodón, la seda, las maderas preciosas.
Alejandro puso gran empeño en facilitar las comunicaciones activando la construcción de caminos y
estableciendo un regular servicio de correos. Al mismo tiempo, la navegación progresaba mucho como
consecuencia de las conquistas logradas en el campo de la geografía y la astronomía.
De todo esto resultó un gran desarrollo del comercio, así como una intensa actividad industrial.
Estos cambios económicos favorecieron, sobre todo, a las ciudades ubicadas en posición estratégica
con relación a las rutas más activas de comercio, o sea las del litoral africano y asiático del Mediterráneo,
por donde desembocaba hacia Occidente todo el comercio oriental.
El comercio estuvo acaparado por los traficantes griegos, lo que contribuyó a difundir el lenguaje
griego, así como también a fusionar los diversos dialectos griegos en una lengua común. El griego fue el
lenguaje oficial del imperio y el hablado también por las clases ricas y acomodadas. Pero en la masa
popular, y sobre todo en las clases campesinas, los idiomas locales no desaparecieron. Por esto muchos
documentos de la época aparecen redactados simultáneamente en dos idiomas como la famosa piedra de
Roseta, que sirvió de base a Champollion, en el siglo XIX de nuestra era, para descifrar los jeroglíficos
egipcios. En la piedra de Roseta se halla grabado, en lengua griega y egipcia, un decreto del rey Ptolomeo.
La muerte de Alejandro. La muerte truncó los ambiciosos proyectos de Alejandro, falleció atacado de
una fiebre violenta, un año después de su regreso de la expedición de la India, cuando apenas contaba 33
años de edad (323 a ( .).
La muerte de Alejandro fue factor fundamental para que el gran imperio formado por sus conquistas
se desmembrara rápidamente en diferentes estados.
Es decir, pues, que su obra de unificación política no duró sino unos años. En cambio, la vinculación
económica de Grecia con el Asia, así como la helenización del Oriente, se intensificaron cada vez más
durante los dos siglos siguientes a la desaparición del caudillo macedónico.
La civilización griega influyó, de modo cada vez más profundo, sobre la vida de los pueblos de Oriente,
pero sin desplazar totalmente su milenaria civilización que, por el contrario, reaccionó sobre la helénica y la
modificó en algunos de sus aspectos. Ese helenismo orientalizado, forma nueva que asumió la civilización
griega en la época posterior a Alejandro, constituye la llamada civilización helenística.
Recuerde…!!!
Alejandro Magno
Nació en Pella el 21 de julio del 356 a.n.e. Tenía el cabello castaño claro ondulado, ojos
heterócromos (marrón el izquierdo y gris el derecho)
Se cuenta que como era demasiado afeminado sus padre contrataron a la prostituta más
famosa de la época (Kallixeina) en un intento por desperté su hombría.
Llegó a tener dos hijos: Heracles(con su concubina Barsine) y Alejandro IV (con su esposa
Roxana)
Continuó la obra de su padre Filipo II. Es considerado el mayor genio militar de la
antigüedad. Asumió el pode con el título de Alejandro III
Educación: Los primeros años tuvo una nodriza. Su primer preceptor fue Leónidas
conocido como el ayo de Alejandro. Su segundo preceptor fue Lisímaco conocido como el
Fénix. Sin embargo en su formación fue determinante las enseñanzas del filósofo
Aristóteles durante su estancia en la Escuela del templo de las Ninfas, en Mieza (Tesalia)
donde estuvo cuatro años. Aristóteles impulsó a Alejandro a buscar el lugar donde la tierra
acababa y empezaba “el mar exterior”
Tuvo muchos amantes, pero al que más apreció fue a su Comandante de Caballería
Hefestión, sentimiento compartida desde muy niños. Alejandro admiraba a Aquiles,
mientras que Hefestión a Patroclo.
Según Onesícrito, Alejandro dormía con una copia de la Ilíada corregida por Aristóteles
junto con una daga debajo de su almohada.
Admiraba mucho la cultura. Se cuenta como anécdota que un día encontró a Diógenes el
Cínico que vivía en un barrio de Corinto y le preguntó: ¿Qué deseas de mí? A lo que el
filósofo contestó: “Que te apartes pues me quitas el sol”. Alejandro admirado contestó ¡Si
no fuera Alejandro quisiera se Diógenes!
Conquista en Europa hasta el Danubio. Antes de partir al Asia dejó como regente a
Antípater
Partió al Asia, acompañado por su lugarteniente Parmenio, con 35 000 soldados. Venció a
en Gránico 334 a.C. donde se enfrentó a Memnón
En el 332 sitió Tiro durante siete meses. Alejandro se consideraba hijo de Heracles y como
el dios de Tiro Baal estaba identificado con Heracles quería besar las manos de su estatua.
Helenismo
Sincretismo Greco- Latino. Es decir la mezcla cultural entre lo occidental (griego) y lo oriental
(persa). A través de las campañas de Alejandro Magno se difundió la cultura Helena en Oriente.
Sardes, Pérgamo, Antioquía, Alejandría fueron los centros de difusión de la cultura griega.
Grecia recibió influencia cultural de Oriente. Dejó de ser el centro de la cultura Helena.
Representantes: Eratóstenes, Hiparco, Euclides, Ptolomeo, Galeno, Kinidú calculó la duración del
año en 365 días, 5 horas, 41 minutos y 16 segundos, Arquímedes descubrió el uso de las palancas
y las poleas, lo que se aplicó en el famoso Faro de Alejandría que era una torre de 120 metros en
cuyo alto ardía fuego toda la noche cuyo resplandor podía verse a 50 kilómetro mar adentro
Alejandría
Fundada a orillas del río Nilo.
Capital del Helenismo y considerada la capital científica del mundo antiguo
Destaca el Museo, la Biblioteca donde se conservó más de 500 000 rollos de papiro, Jardín
Botánico, Observatorio Astronómico.
Fue el foco de irradiación helénica por vario siglos.
Existieron varias alejandrias en Oriente por el protagonismo del personaje.
Datitos:
Talento: 37.320 gramos equivalentes a 60 minas.
Mina: 622 gramos.
Dracma: 6,22 gramos.
Óbolo: 1,03 gramos Según la tradición griega estas medidas fueron establecidas por Fidón
tirano de Argos.
Religión Griega
Su formación. La religión griega fue el resultado de un largo proceso, durante el cual se reunieron en un
solo sistema religioso dioses y cultos de muy diversos origen y procedencia. Pueden distinguirse tres
fuentes diversas de la religión griega: 1o Las creencias y divinidades de las primitivas tribus griegas antes de
establecerse en la Hélade. 2o Las creencias y divinidades propias de los cretenses con las que los griegos
entraron en contacto cuando invadieron las tierras del Egeo. 3o Los dioses y cultos del Oriente que
influyeron sobre los griegos, debido a su trato con los fenicios y los pueblos del Asia Menor. Estos
elementos fueron fusionándose hasta formar la religión griega, que fue esencialmente politeísta y
antropomòrfica.
Era politeísta porque se rindió culto a numerosos dioses, y era antropomòrfica porque las divinidades
eran concebidas y representadas con forma humana. No solamente las humanizaban en su apariencia
física, sino que también les atribuían las cualidades, las pasiones, las virtudes y aun los defectos de los
hombres. Pero eran inmortales y eternamente jóvenes. Su residencia era el monte Olimpo, donde Zeus, el
más poderoso de los dioses, reinaba sobre los demás.
La mitología. La imaginación de los griegos atribuyó a los dioses, como dijimos, las mismas costumbres
de los hombres. Hubo entre ellos parentescos y matrimonios, rivalidades y uniones. Intervinieron a
veces en las querellas de los hombres, como se ve en La Ilíada, donde unos dioses protegen a Troya y
otros, por el contrario, son favorables a los griegos.
Los griegos contaban detalladamente la vida y aventuras de cada dios. El conjunto de estos relatos
o mitos1 forma la mitología griega.
Leyendas sobre el origen del mundo. Las creencias sobre el origen del mundo aparecen
minuciosamente explicadas en un poema llamado Teogonía u Origen de los dioses, cuya redacción se
atribuye al griego Hesíodo, que vivió en el siglo VII a. C.
Según dicho poema, en un principio existió el Caos. De la unión del Caos con Gea (la Tierra), nacieron
Uranos (el cielo) y Pontos (el mar). Uranos engendró unos monstruos gigantescos llamados los Titanes y los
Cíclopes, y también engendró a Kronos (el tiempo) que destronó a su padre y se convirtió en dueño del
mundo. De la unión de Kronos con la diosa Rhea nacieron muchos hijos, a los que devoraba éste apenas
surgían a la vida, para evitar que se rebelaran contra su poder. Pero Rhea consiguió engañar a Kronos y
salvar de su voracidad a varios de sus hijos, que fueron Zeus, Poseidón, Hades, Deméter y Hera. Zeus luchó
contra su padre, lo encadenó y heredó su poder. Pero tuvo que luchar también contra los Titanes,
hermanos de Kronos, que quisieron vengar al dios destronado. Estos monstruos, dotados de una fuerza
extraordinaria, pusieron el monte Osa sobre el monte Pelión para escalar el Olimpo. Pero Zeus, con la
ayuda de sus hermanos, derrotó a los Titanes y los fulminó con el rayo divino. Desde entonces Zeus fue el
dominador indiscutido del Universo, y dio al mundo la armonía y la paz.
Culto de los grandes dioses. Zeus era el jefe omnipotente del mundo divino. Habitaba en las altas
cimas del Olimpo, en los palacios construidos para él por su hijo Hefaistos, dios del fuego y de la industria.
Zeus, jefe de los hombres y de los dioses, repartía el gobierno del mundo con sus hermanos: Poseidón,
que reinaba sobre los mares, y Hades que era el
Representación de un cortejo fúnebre, sobre un vaso de estilo ático geométrico. Obsérvese la
forma en que se representan hombres y animales. (Museo Nacional de Atenas.) señor del mundo
subterráneo. El dominio propio de Zeus era el aire. Regulaba los fenómenos atmosféricos, y el rayo era su
arma característica. Los griegos hicieron de Zeus no sólo el dios supremo, sino también el dios justo y bueno,
síntesis de la inteligencia divina que mantiene el orden, tanto en el mundo moral como en el mundo físico.
Hera, esposa de Zeus, era la diosa protectora del matrimonio y de los nacimientos, y presidía como
divinidad tutelar todas las manifestaciones de la vida familiar.
Deméter, hermana de Zeus, era la diosa de la tierra fecunda. Ella enseñó a los hombres la agricultura;
protegía el desenvolvimiento de la semilla y se alegraba cuando ésta se transformaba en fruta, en grano o
en flor. Por eso los griegos honraban a Deméter en la época de las cosechas.
Atenea era la diosa de la razón y de la sabiduría. Hija de Zeus, la leyenda decía que el dios la había
desprendido de su cabeza, hermoso simbolismo en el que expresa la relación de Atenea con la inteligencia
divina.
Apolo y Artemisa eran hijos de Zeus y de Letona. Apolo, dios de la luz, se identifica con el Sol; Artemisa,
diosa de la noche, se identifica con la Luna.
Apolo era el dios protector de la música y de la poesía. Se le suponía capaz de revelar a los mortales la
voluntad de su padre Zeus, y por eso se hizo famoso el santuario de Delfos en Focidia que le estaba
consagrado y donde, según las creencias de los griegos, expresaba a sus fieles los designios divinos por
medio de oráculos.
Artemisa era la diosa cazadora y selvática, que se complacía en la soledad de los bosques, al abrigo de
toda mirada indiscreta. El cazador Acteón, que se atrevió a espiarla, fue transformado en ciervo por la
diosa, y sus propios perros lo persiguieron y lo devoraron.
Ares era el dios de la guerra y de los combates. Afrodita, la diosa del amor y de la belleza. Hestia, la
diosa protectora de las vírgenes del hogar.
Hermes era el mensajero de los dioses y el patrono de los oradores y de los comerciantes.
Dionisos, dios selvático, figuraba igualmente entre los grandes dioses. Era hijo de Zeus. Dios de la viña,
se le reverenciaba en fiestas tumultuosas celebradas en ocasión de la vendimia.
Estos dioses griegos suelen ser conocidos por sus nombres latinos, pues a consecuencia de la conquista
de Grecia por Roma, los dioses de ambas regiones, de parecidos atributos, se confundieron en una sola
figura divina, y es a través de la terminología romana que se conoce, vulgarmente, la mitología griega.
Por eso es útil señalar, desde ya, la relación existente entre los nombres griegos y romanos de los
dioses.
Divinidades secundarias. Infinidad de divinidades de menor jerarquía que las Olímpicas poblaban el
universo. Todas las manifestaciones de la naturaleza eran, para los griegos, consecuencia de la acción de
esos dioses.
Los bosques, las fuentes, las montañas estaban habitados por las Ninfas, divinidades alegres y amables.
Creían los griegos que en las noches de luna las Ninfas abandonaban el refugio de los árboles e integraban
el cortejo de Artemisa, la reina severa de la selva. En otras ocasiones, las Ninfas, con sus cabezas coronadas
de flores, corrían y danzaban por el bosque, pero si de pronto veían a los Sátiros, dioses con patas y cola de
cabra, representantes de las fuerzas groseras de la naturaleza, huían despavoridas.
Otra divinidad selvática era Pan, dios protector de los pastores. Recorría la selva rompiendo el
silencio con los acordes de su flauta, pero a mediodía se entregaba al descanso. Decían los pastores que
ésa era la hora de Pan, y si algún imprudente alteraba la quietud de su sueño, el dios perseguía iracundo al
pastor irreverente, al que acometía un terror “pánico”.
El mar, dominio de Poseidón, quien aplacaba o enfurecía las aguas con un leve movimiento de su
tridente, estaba poblado por muchas divinidades.
Anfitrite era la reina de las aguas y esposa de Poseidón. Las ninfas del mar eran las Nereidas,
doncellas de pies de plata que personificaban las olas suaves y acariciadoras. Los Tritones, en cambio,
representaban la furia de las aguas. Ellos soplaban en sus cuernos marinos y anunciaban con su ronco
sonido la proximidad de la tormenta. El mar tenía, igualmente, su dios Pan: era Proteo, pastor guardián de
los rebaños de focas de Poseidón, que poseía la extraña facultad de transformar su apariencia a voluntad, y
representaba de ese modo lo que tiene la ola de cambiante y movedizo.
El cielo y la atmósfera eran también escenario de otras muchas divinidades. Eos, la aurora, que con
sus dedos rosados abría a Apolo, todas las mañanas, las puertas del cielo. Iris, la mensajera de los dioses,
cuyo velo desplegado al viento dibujaba en el aire el arco iris. Eolo, dios de los vientos, a los que dejaba
volar libremente o retenía cautivos en su antro.
En las regiones subterráneas, el dios soberano era Hades, acompañado de su esposa Perséfona, la
hija de Deméter. Las otras divinidades subterráneas eran las tres Parcas: Kioto, Lakesis y Atropos, que
tejían, desenvolvían y cortaban el hilo de la vida humana; las Erinnias o Furias, divinidades vengadoras que
perseguían sin cesar a los criminales y a los malvados; los tres jueces infernales, Minos, Eaco y Radamanto,
que decidían sobre el destino de las almas.
El culto de los héroes (Cultos Menores). Entre los dioses y los simples mortales, los griegos colocaban a
seres fabulosos llamados Héroes. Algunos de éstos eran semidioses, nacidos de la unión de seres divinos
con humanos. Se les atribuía la realización de maravillosas hazañas, hijas posiblemente de la exageración
de algunos hechos reales del pasado griego que la imaginación había deformado y poetizado al transmitir
su recuerdo de padres a hijos por tradición verbal. Contaban aventuras de extranjeros llegados a Grecia, y
que fueron héroes benefactores del país. En fin, otras relataban las aventuras de los grandes héroes
nacionales: Heracles, Perseo, Teseo, Jasón y los Argonautas, Edipo, etc.
Hercules: Fue deificado ascendiendo al Olimpo como una deidad más. Liberó a Prometeo
Encadenado.
Cadmo: Fundador de Tebas.
Teseo: Fundador de Atenas.
Orfeo: Músico (lira) fue el protagonista fundamental de las religiones llamadas mistéricas
(durante la Grecia helenística).
Dédalo: Arquitecto, inventor. El fue el autor del célebre Laberinto Cretense y, tras el
encierro al que le sometió Minos escapó con unas alas de cera, aterrizando en la colonia
griega de Cumas. Fue autor de estatuas, baños termales, fortificaciones, canales y
templos.
Hades: Donde eran castigadas las almas de las personas que hubieran cometido un
crimen. Ejemplo: El suplicio de Tántalo que es sometido a una sed sofocante en medio de
un lago cuya agua le llega a la barbilla cada vez que quiere beber.
Al frente del Hades se hallaba Plutos (representación abstracta de la riqueza).
Muchos de los dioses clásicos tienen un animal favorito que según algunos, en un
principio debieron ser los verdaderos dioses: el águila de Zeus, la lechuza de Atenea, la cierva de
Artemis, el delfín de Poseidón, la paloma de Afrodita, para algunos son Tótems que con el tiempo
se convierten en divinidades con figura humana.
Datito: hoy Grecia es un estado independiente desde 1822 cuando, con el apoyo de Gran Bretaña
y Rusia se separó del imperio Turco.
Leyendas sobre héroes extranjeros. Las leyendas griegas mantuvieron vivo el recuerdo de la influencia que
las civilizaciones orientales ejercieron en las comarcas del Egeo.
Los atenienses contaban que la ciudad de Atenas había sido construida por el egipcio Cécrope, quien
además enseñó a los habitantes del Ática los fundamentos de la civilización.
Los tebanos tenían una leyenda parecida. Un fenicio llamado Cadmo, después de matar a un dragón que
asolaba la comarca, construyó la fortaleza de la ciudad de Tebas, que conservó, en su recuerdo, el nombre
de Cadmea. A Cadmo atribuían también los griegos la introducción en su país del alfabeto.
En la región de Argos se contaba que un egipcio, príncipe emigrado del Delta, llamado Danao, organizó el
gobierno del país. Las cincuenta hijas de Danao mataron a sus maridos egipcios, y los dioses, para castigar
el crimen, condenaron a las Danaides al suplicio de llenar un tonel sin fondo.
Leyendas de héroes nacionales griegos. Heracles (Hércules) fue el héroe nacional de los dorios. Hijo de Zeus
y de la tebana Alcmene, y dotado de una fuerza sobrehumana, empleó su valor y su vigor extraordinarios en
luchar siempre por la defensa de la justicia y del bien.
Doce fueron las grandes hazañas de Heracles. Cuatro de ellas consistieron en la muerte de monstruos
terribles que asolaban el Peloponeso: el león de Nemea, la hidra de Lerna de múltiples cabezas, el jabalí de
Erimanto y los pájaros crueles del lago Stínfalo. Otras cuatro fueron cumplidas también en tierras griegas:
alcanzó a la carrera y dio muerte después de perseguirla durante un año, a una cierva de patas de bronce;
en la Élida limpió las caballerizas del rey Augias haciendo pasar por ellas las aguas del río Alfeo; en Creta
dominó al terrible toro de Minos y en Tracia hizo devorar al rey Diodemes por sus propios caballos que él
alimentaba con carne humana. La leyenda ubica en otras regiones del mundo, fuera de Grecia, los últimos
trabajos de Heracles: en Bética (España) mató al gigante Geryon; en Escitia (Rusia meridional) venció a una
tribu de mujeres guerreras llamadas Amazonas; en África ayudó al gigante Atlas a soportar el Mundo, y
robó las manzanas de oro del jardín de las Hespérides. De paso, con un formidable golpe de su pesada
maza, abrió el estrecho de Gibraltar, que en la antigüedad fue conocido con el nombre de columnas de
Heracles. La última aventura de Heracles fue descender a los infiernos, encadenar al terrible perro Cerbero
que guardaba la mansión subterránea, y libertar de ella a su amigo Teseo.
Heracles sucumbió víctima de los celos de su esposa Dejanira, quien, para vengarse del amor de aquél
por una de sus cautivas, Omfalia, dio al héroe una túnica envenenada con la sangre del centauro 1 Neso.
Cuando Heracles vistió la túnica se sintió devorar hasta los huesos por un fuego irresistible. Loco de dolor,
encendió una pira sobre el m o n t e Eta y se precipitó en las llamas.
Hazañas de Teseo. Teseo, supuesto hijo del rey de Atenas, Egeo, fue el héroe nacional del Ática.
Atenas pagaba a Minos, rey de Creta, un tributo anual consistente en siete doncellas y siete jóvenes
para ser devorados por un monstruo, el Minotauro, dotado de cuerpo humano y cabeza de toro.
Teseo se hizo incluir en el grupo de atenienses entregados para el sacrificio. Llegado a Creta, la hija del
rey, Ariadna, enamorada de él lo ayudó en la empresa de exterminar al monstruo voraz. Le entregó un hilo
que le impidió perderse en los corredores del Laberinto (palacio en que vivía el Minotauro). Así, Teseo dio
muerte a éste y volvió sano y salvo al Ática. Pero su padre, Egeo, le había hecho prometer, antes de la
partida, que en caso de volver victorioso izase velas blancas en su navio. Teseo olvidó la promesa, y
entonces su padre creyéndolo muerto se precipitó al mar, que, en recuerdo de él, ha guardado su nombre.
Hazañas de Perseo. Este semidiós, hijo de Zeus y de la mortal Danae, fue el héroe de Argos. Sus dos
hazañas más famosas fueron: la muerte de la Medusa, la más terrible de las Gorgonas, monstruos que
convertían en piedra a todos los que las miraban, y la liberación de Andrómeda, joven princesa prisionera
de un monstruo de los mares.
Jasón y los Argonautas. Vaxios héroes griegos, Heracles, Teseo, Castor y Pólux, acaudillados por el
tesalio Jasón, organizaron una expedición para reconquistar de manos del rey de Cólquida, Eetes, un
vellocino de oro poseído anteriormente por el rey Athamas, de la ciudad beocia de Orcomenes. Embarcados
en el navio Argo llegaron a Cólquida, donde, con la ayuda de la maga Medea, hija del Rey, Jasón logró
escapar a los innumerables peligros que le amenazaban y apoderarse del vellocino. Enamorada,de Jasón,
Medea lo acompañó en su huida. Los argonautas experimentaron toda suerte de aventuras en su viaje de
regreso a Tesalia, la patria de Jasón. Allí Medea, en un acceso de celos, dio muerte a los hijos que había
tenido con Jasón, y desapareció por los aires en un carro del que tiraban serpientes aladas.
Edipo, hijo de Laio, rey de Tebas, y de Jocasta, fue abandonado al nacer en la cumbre del monte
Citeron, porque un oráculo había predicho que mataría a su padre y que se convertiría en esposo de su
madre. Salvado por un pastor, y educado en Corinto, no pudo escapar al terrible destino que le acechaba.
Mató a su padre Laio, sin conocerlo; venció a la Esfinge, monstruo que asesinaba a los viajeros en las
cercanías de Tebas, y recibió de los tebanos, como recompensa, la corona real y la mano de Jocasta, su
madre, viuda de Laio. Cumplido el oráculo, una terrible peste se desencadenó sobre el país. Edipo descubrió
la realidad. Entonces, Jocasta se dio muerte y Edipo se reventó los ojos. Expulsado de Tebas, se alejó,
acompañado por su hija Antígona y fue a morir cerca de Atenas, en Colona.
La leyenda de Edipo expresa la idea que se formaban los griegos del destino. Creían en la fatalidad, y la
representaban como una divinidad poderosa a la que daban el nombre de Némesis. La suerte desgraciada
de Edipo es la de un hombre que no puede escapar a su destino.
La leyenda trágica de los Atridas, descendientes de Atreo, es otro ejemplo del destino terrible que
persigue a una familia por varias generaciones. Pero en este caso hay un delito cometido contra los dioses
por un antepasado de Atreo y es, en expiación de él, que sus descendientes se vieron acosados por la
venganza divina.
Tántalo, rey de Frigia, para burlarse del poder de los dioses, los invitó a un banquete y les hizo servir la
carne de su propio hijo Pelops, a quien había asesinado. Zeus percibió el crimen, y precipitó a Tántalo a los
Infiernos, donde su castigo consistió en padecer hambre y sed, contemplando manjares y bebidas que sus
manos no podían alcanzar. Zeus, además, resucitó a Pelops, que fue el colonizador del Peloponeso. Pero
uno de sus hijos llamado Atreo, cometió un crimen parecido al de Tántalo, y entonces la maldición de los
dioses cayó implacable sobre todos sus descendientes. A esta raza maldita pertenecieron Aga- memnón y
Menelao, los reyes que hicieron la guerra de Troya. A la vuelta de la guerra, Agamemnón fue asesinado por
su esposa Clitemnestra, pero el hijo de ambos, Orestes, mató a su madre para vengar al padre, siendo
perseguido por las Furias vengadoras.
Muchas otras figuras de héroes disfrutaron de popularidad en el mundo griego, como Orfeo, cantor y
músico venido de las regiones de Tracia y cuya música suave y melodiosa atraía hasta las mismas fieras;
Castor y Pólux, los valientes mellizos hijos de Zeus y de Leda; Belerofonte, el héroe de Corinto, vencedor de
la Quimera, otro monstruo fabuloso.
Orígenes
Los juegos en la antigua Grecia tenían carácter religioso, pues sus orígenes se atribuían a la intervención de
dioses y semidioses. Así, los Olímpicos y los Ñemeos habían sido instituidos por Heracles; los Píticos por
Apolo, tras derrotar a Pitón, a quien desposeyó de su antiguo señorío en Delfos; y los ístmicos por Teseo, el
primer rey de Atenas. Estas creencias revelan la antigüedad de los cuatro grandes festivales panhelénicos.
Al principio se trataba de encuentros en que los atletas corrían a lo largo de 192 metros, pero,
posteriormente, el programa se fue enriqueciendo para incluir nuevas competencias, como el pantatlón y la
lucha, y, más tarde, las carreras de carros. Así se llegó a un buen número de competencias que alargaban
los juegos por cinco días. Sus objetivos principales eran fortalecer la unidad cultural griega, adorar a los dioses
y propiciar la paz pues incluso las guerras debían suspenderse.
Premios
Los premios para los vencedores fueron en un principio vasos de bronce y otros objetos de valor. En la
llíada, Aquiles otorga a los cinco competidores de las carreras de cuadrigas lo siguiente: al primero, una
esclava joven; al segundo, una yegua de seis años con su cría; al tercero, un caldero de bronce nuevo; al
cuarto, dos talentos de oro; y al quinto, una urna con dos asas. En Delfos se entregaban coronas de laurel;
en Corinto, hojas de pino; en Nemea, hojas de apio; y, en Olimpia, hojas de olivo. Las polis daban a sus
atletas vencedores pensiones y privilegios por el honor que les traían. Atenas, en tiempos de Solón,
premiaba con 500 dracmas al atleta ateniense qué vencía en Olimpia, y con 100 dracmas al vencedor en los
Juegos ístmicos. Además, en los juegos locales de Atenas, que se celebraban durante las fiestas
panateneas, se repartían entre los vencedores hasta 3 300 ánforas de aceite de oliva del Ática, que era un
producto de gran valor. El vencedor en las carreras de carros recibía 140 ánforas de aceite. Los ganadores
obtenían lo más importante en la mentalidad de la época: fama y respeto de las polis griegas.
Los juegos
Cada año se celebraba al menos uno de los concursos panhelénicos y en ocasiones coincidían. Los cuatro de
mayor importancia eran los siguientes:
Juegos ístmicos. Se celebraban cada dos años en Corinto, en la zona norte del Peloponeso, y se
llamaban así por el istmo de la región. Carecían del acentuado carácter religioso de otros
certámenes, sin embargo, estaban consagrados a Poseidón, el dios del mar. Al ser Corinto un lugar
céntrico en toda la Hélade, estos juegos resultaban los más animados de todos. Se conservan los
restos del estadio donde se realizaban.
Juegos Píticos. Se convocaban en Delfos cada ocho años primero, pero luego el intervalo se redujo
a cuatro años, siempre cuidando que no se cruzaran con los olímpicos. Al principio fueron de
carácter musical, como un certamen en que los participantes cantaban un himno en honor de
Apolo, dios de las artes y las letras, acompañados por una cítara. Con el tiempo, los concursos
musicales precederían a las competencias atléticas, que eran más o menos las mismas que se
realizaban en otros juegos.
juegos Nemeos. Se celebraban en Nemea, cerca de Argos, en la zona norte del Peloponeso, cada
dos años, de manera que en ocasiones coincidían con las Olimpíadas. Fueron los más antiguos,
pero también los menos espectaculares de los juegos panhelénicos, al punto que entraron en
decadencia incluso en el Periodo Arcaico, aunque siguieron celebrándose durante mucho más
tiempo.
Juegos Olímpicos. era un espacio sagrado con templos y edificios públicos, antes que una polis
propiamente dicha. Allí se realizaban los juegos panhelénicos más prestigiosos, las Olimpíadas,
cuyo evento más importante era la carrera de 192 metros. Dos meses antes de la inauguración, los
atletas acudían a Olimpia para conocer las reglas y entrenarse, lo que hacían totalmente
desnudos, tal como luego competirían. Los certámenes empezaban con un sacrificio a Zeus, el
padre de los dioses, de 100 bueyes. Luego venían las carreras a pie. Después, los enfrentamientos
cuerpo a cuerpo, que eran de tres clases: lucha de fuerza y habilidad, en las que los contrincantes
trataban de derribarse el uno al otro sin darse golpes; de boxeo, en los que se golpeaban hasta
desfallecer; y el pankratión, una combinación de boxeo y lucha. Había varias clases de carreras de
carros, según la edad de los caballos y yeguas, y según su cantidad (si eran 2 o 4). El hipódromo de
Olimpia ha sido excavado y por sus medidas se sabe que la carreras eran de aproximadamente un
kilómetro. Los Juegos Olímpicos sólo desaparecieron el 393 d.C., cuando el emperador romano
Teodosio, a instancias de San Ambrosio, los abolió por considerarlos paganos.