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DOSSIER

GIBRALTAR
Tres siglos de conflicto
La Bahía de Algeciras y
el Peñón de Gibraltar, en
un grabado del siglo XIX.

El 4 de agosto de 2004 se cumplen tres siglos de la conquista de


Gibraltar, a cargo de una flota mandada por el almirante Rooke.
En lugar de entregar la plaza al archiduque Carlos de Austria, el
inglés se apoderó del Peñón en nombre de la reina Ana. Ni los
asedios en el siglo XVIII ni la diplomacia han logrado
reincorporar a España el problemático enclave, convertido en el
último y anacrónico vestigio del colonialismo británico

70. La conquista 75. Los asedios 80. La diplomacia 85. De fortaleza a colonia
José Calvo Poyato Marina Alfonso Mola Carlos Martínez Shaw Rafael Sánchez Mantero

69
LA CONQUISTA
Mal defendido, a pesar de su valor estratégico, Gibraltar cayó fácilmente
en manos de la flota inglesa tras seis horas de intenso bombardeo y un
desembarco a sangre y fuego. José Calvo Poyato narra la trágica
jornada, la huida de los habitantes del Peñón y el saqueo de sus hogares

E
l 4 de agosto de 1704, una flo- la flota aliada puso rumbo al Sur, si-
ta angloholandesa mandada guiendo la costa mediterránea, buscando
por los almirantes Rooke y Ale- una ocasión propicia para dar un golpe
mundo se apoderó, en nombre de mano que le resarciese del fracaso su-
del archiduque Carlos de Austria –pre- frido. Para los ingleses, la plaza de Gi-
tendiente al trono de España frente a Fe- braltar era una presa apetecible, por
lipe V de Borbón– de la plaza fuerte de cuanto su posición geográfica a la en-
Gibraltar. Desde entonces, pese a los nu- trada del Mediterráneo la convertía en un
merosos intentos realizados por España punto estratégico de gran importancia.
para conseguir su recuperación, dicha
plaza continúa bajo el poder de Ingla- La Garganta del Estrecho
terra, que ha convertido a Gibraltar en El valor que Gibraltar tenía como plaza
uno de los símbolos fundamentales –en fuerte era conocido y quedaba recogi-
la actualidad casi el único– de lo que fue do, incluso, en las coplas y romances
su extenso imperio colonial. que se le dedicaron a Felipe V con mo-
La conquista de Gibraltar se sitúa his- tivo de su venida a España, como el que,
tóricamente en el conflicto bélico que, bajo la forma de unos supuestos con-
bajo la denominación de Guerra de Su- sejos que le dio su abuelo al venir a to-
cesión española, sacudió a una buena mar posesión del trono, señalaba:
parte de Europa a comienzos del si- El almirante Rooke capturó Gibraltar, pero en La garganta del Estrecho
glo XVIII. La causa del conflicto fue la lugar de en nombre del archiduque, lo hizo Te hará Señor de los Mares
muerte de Carlos II, último monarca es- en el de la reina Ana de Inglaterra (por E. O.). Si haces que tan solamente
pañol de la casa de Austria, sin descen- Lo que tu quisieres se trague.
dencia y el nombramiento como sucesor encontró importantes apoyos. No sólo Pese a su importancia estratégica, la
del duque de Anjou, nieto de Luis XIV de porque Portugal se decantó por Ingla- situación de las defensas de la plaza era
Francia. El rechazo que esta decisión pro- terra, sino porque eran muchos los par- verdaderamente lamentable. Su gober-
dujo en la Corte de Viena, donde reina- tidarios de la casa de Austria, sobre todo nador, Diego de Salinas; había hecho re-
ba la otra rama de los Austrias, que se en los territorios de la Corona de Aragón. petidos llamamientos a la Corte para
consideraba con mejores derechos a la Precisamente, para apoyar a los parti- que se le dotase de los hombres y me-
sucesión al trono de España, y la alarma darios del archiduque en el principado dios adecuados para su defensa. Sus pe-
que produjo en Inglaterra y Holanda, an- de Cataluña, la flota angloholandesa se ticiones no fueron atendidas y la reali-
te la posibilidad de que se uniesen bajo había dirigido hacia Barcelona con la in- dad era que, pese a su valor militar, Gi-
un mismo rey las coronas de España y de tención de promover un levantamiento braltar tenía una guarnición que apenas
Francia, desató la guerra. en la Ciudad Condal; sin embargo, la sumaba ochenta hombres. Para una hi-
En la Península, el archiduque, a briosa defensa que realizó el virrey de potética defensa, Salinas sólo podía con-
quien sus partidarios llamaban Carlos III, Cataluña, Francisco de Velasco, hizo inú- tar, además de con aquella reducida
tiles los esfuerzos de los austracistas. guarnición, con la ayuda que pudiesen
JOSÉ CALVO POYATO es doctor en Historia y Frustrado el intento sobre Barcelona, prestarle los vecinos. La artillería de la
autor de Carlos II el Hechizado.
70
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

Ataque angloholandés en Gibraltar en 1704, óleo


sobre pergamino de principios del siglo XVIII
(Madrid, Museo Naval).

plaza, que ascendía a un centenar de suerte ante la plaza y, el 1 de agosto, la Cataluña bajo el reinado de Carlos II y
cañones, cifra no despreciable, resul- flota aliada apareció ante la bahía de Al- era un declarado partidario del archi-
taba en la práctica poco efectiva, al es- geciras. Integraban la escuadra 51 bar- duque, envió en nombre de Carlos III
tar la mayor parte de ellos desmonta- cos ingleses y 10 holandeses, además una carta a las autoridades gibraltare-
dos y por no tener el numero de arti- de los buques de transporte necesarios. ñas, invitándoles a que entregasen la
lleros necesarios para poder servir de Su potencia de fuego era impresionan- plaza y le proclamasen rey. La respuesta
forma adecuada las piezas. En el vera- te, ya que 3.348 cañones abrían sus bo- a dicha proposición fue la negativa que
no de 1704, había en Gibraltar seis ar- cas en los costados de los barcos. A bor- le remitió el corregidor de Gibraltar, Ca-
tilleros y dos ayudantes. do llevaban una fuerza que superaba yo Antonio Prieto, señalando que la ciu-
El almirante inglés Rooke, conocedor los 20.000 hombres. dad no reconocía por soberano más
de la situación en que se encontraban El mismo 1 de agosto, el príncipe que a Felipe V, a quien habían jurado
las defensas de Gibraltar, decidió probar de Darmstadt, que había sido virrey de fidelidad y que, como fieles vasallos,

71
La reina Ana de Inglaterra, la última de los
Estuardo, en un grabado de 1702, el año en
que empezó a reinar.

estaban dispuestos a sacrificar sus vidas


en defensa de la ciudad. Grabado publicado en Amsterdam, que representa el intento español de reconquista de
Los días 2 y 3, la escuadra permane- Gibraltar, ordenado por Felipe V en 1727 (Madrid, Museo Naval).
ció anclada en la bahía con el propó-
sito de que su sola presencia intimida- privilegios de que gozaban, siempre dario buscó refugio en las poblaciones
se a los vecinos y, pese a la respuesta que acataran al archiduque Carlos co- de la comarca, marchando a Tarifa, Me-
dada a sus pretensiones, acabasen por mo rey y señor. dina Sidonia, Ronda, Marbella o Este-
entregar la ciudad. A ello, habría que pona y muchos de ellos se asentaron en
añadir el hecho de que Rooke no temía La intuición de Rooke torno a una ermita dedicada a san Ro-
que se produjese ningún ataque contra Darmstadt tomó posesión de Gibraltar que, allí se constituyó el Ayuntamiento
sus barcos, dado lo precario de las de- en nombre de Carlos III y ordenó izar la de Gibraltar y surgió una nueva ciudad
fensas de la plaza y de que no había bandera de los Austrias, pero el almi- con el nombre de dicho santo.
ningún temor a la presencia de barcos rante Rooke, consciente de la impor- La ocupación inglesa de Gibraltar sig-
españoles. Ante la falta de respuesta, el tancia del enclave y de su valor estra- nificaba que los enemigos de Felipe V
príncipe de Darmstadt lanzó un ulti-
mátum que tampoco obtuvo contesta- Los gibraltareños abandonaron la
ción. Ante esta actitud, al amanecer del
domingo 4 de agosto, treinta de los na- ciudad, sus casas y propiedades. Quedaron
víos de línea iniciaron un feroz bom-
bardeo sobre la plaza que duró seis ho-
sólo una mujer y unos pocos hombres
ras. Algunas fuentes, como el cura de tégico, la sustituyó por la enseña ingle- contaban con una importante base de
la parroquia de Santa María de Gibral- sa y tomó, pese a la protestas del prín- operaciones desde la que atacar Anda-
tar, señalan que cayeron treinta mil pro- cipe, posesión de la plaza en nombre de lucía. Los ingleses habían conseguido lo
yectiles, mientras que otros reducen la la reina Ana de Inglaterra. que no pudieron obtener dos años an-
cifra a quince mil. A continuación, los La actitud de la población gibraltare- tes, cuando atacaron a las poblaciones
ingleses desembarcaron y se inició una ña fue un modelo de lealtad a su rey. de la bahía de Cádiz –saqueo del Puer-
desigual lucha en la playa y los mue- Nobles y plebeyos, ricos y pobres, aban- to de Santa María– para sublevar Anda-
lles. El ataque enemigo llevó a los es- donaron la ciudad, sus casas y propie- lucía a favor del archiduque Carlos.
pañoles a refugiarse tras los muros de dades. Con ellos se marcharon también La conquista inglesa de Gibraltar cau-
la plaza y plantear una honrosa capi- las 65 monjas del convento de Santa Cla- só un gran impacto en la Corte, no só-
tulación, que fue aceptada por el prín- ra que, tras recorrer los bosques de la lo por la pérdida de una plaza fuerte de
cipe de Darmstadt. En dicha capitula- Almoraima, llegaron a Jimena, donde en- gran valor estratégico, sino porque se
ción se permitía a los gibraltareños que contraron refugio en el convento de los temía que desde allí se soliviantasen los
lo deseasen abandonar la plaza. A los franciscanos. En Gibraltar, según una ánimos de Andalucía. Es revelador el
que deseasen permanecer, se les respeta- fuente contemporánea, sólo quedó una hecho de que Felipe V fechase una car-
rían sus propiedades, su religión y los mujer y muy pocos hombres. El vecin- ta el 9 de agosto, en la que se señalaba

72
LA CONQUISTA
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

que el rey, que estaba dispuesto a po-


nerse al frente de sus tropas para re-
cuperar dicha plaza, fiaba tanto del
amor y lealtad de los andaluces.

Falta de reflejos
La pérdida de Gibraltar provocó el con-
siguiente intento de recuperación de la
plaza por parte española y fue al ca-
pitán general de Andalucía, el marqués
de Villadarias, a quien se le encomen-
dó dicho objetivo. Los preparativos mi-
litares fueron lentos, incluso para la
época. Hasta un mes después de la con-
quista inglesa no apareció ante la pla-
za el ejército español, que se había con-
figurado sobre bases muy diversas. Los
12.000 hombres que lo integraban pro-
cedían desde las milicias municipales,
que los ayuntamientos estaban obliga-
Carlos de Austria, el pretendiente Habsburgo Felipe V, en un grabado que lo representa
dos a poner en pie de guerra, hasta lo al trono español, en una carta de una baraja como duque de Anjou, cuando conoció que
que podríamos denominar unidades de popular inglesa de principios del siglo XVIII. Carlos II lo nombraba su heredero.
elite, como eran los regimientos de Guar-
dias de Infantería Española o de la efectivos en combate, pese a que las atacar ventajosamente Gibraltar. Com-
Guardia Valona. condiciones materiales de sus hombres probada la veracidad de sus plantea-
El comportamiento militar de los re- dejaban mucho que desear. Un infor- mientos, se encomendó al coronel Fi-
gimientos provinciales de los cuatro rei- me del comisario de guerra don José Pe- gueroa, al mando de 500 hombres, lle-
nos de Andalucía, formados sobre la ba- drajas señalaba que hasta los uniformes, var a cabo la misión. Su acción debe-
se de las indicadas milicias municipa- que no se habían renovado desde hacía ría coincidir con un asalto generalizado
les fue lamentable, como no podía ser dos años, estaban hechos andrajos. para distraer la atención de los ingleses.
de otra forma. Integrados por vecinos Los sitiadores gozaron de alguna po- Sin embargo, el asalto, por diferencias
que eran incorporados al ejército a vi- sibilidad de haberse hecho con la pla- entre los mandos españoles y franceses,
va fuerza y carentes de instrucción mi- za, como la oportunidad que les brindó no se produjo y Figueroa y sus hom-
litar, desertaban a la primera ocasión que un cabrero de la zona, llamado Simón bres, que sólo llevaban como dotación
se les presentaba. Por el contrario, el Susarte quien, conocedor de caminos y tres cartuchos, fueron masacrados por
regimiento de la Guardia Valona lu- veredas poco concurridas, facilitó a Vi- los ingleses, advertidos de la presencia
chó fieramente y perdió la mitad de sus lladarias información sobre la forma de de los españoles.
Al parecer hubo otra oportunidad de
conquistar la plaza cuando a primeros
Testigo directo del saqueo de febrero y, después de haber estre-
chado el cerco hasta las mismas mura-

E ntre los que permanecieron en Gi-


braltar tras su evacuación, se encon-
traba el cura párroco de la iglesia de San-
con sus bienes se quedara y el que se qui-
siera ir se llevase sus bienes; mas fue tan-
to el horror que habían causado las bom-
llas de Gibraltar, se lanzó un ataque en
masa en la zona denominada del Pastel.
Sin embargo, las diferencias entre los
ta María, Juan Romero, quien lo hizo pa- bas y balas que de mil vecinos que tenía es- mandos españoles y franceses echaron
ra guardar el templo que, en efecto, fue el ta ciudad quedaron hasta solamente doce por tierra las posibilidades que ofreció
único que se salvó del saqueo a que fue so- personas, abandonando su patria, sus casas, aquel asalto.
metida la ciudad, pese a que la capitula- sus bienes y frutos. Fue ese día un mise- A la postre, el 7 de mayo de 1705, tras
ción señalaba el respeto a las propiedades. rable espectáculo de llantos y lágrimas de ocho meses de asedio, se decidió le-
El párroco nos dejó de su pluma una no- mujeres y criaturas viéndose salir perdidos vantar el sitio, sin haber conseguido el
ta, recogida en uno de los libros sacra- por esos campos en el rigor de la canícu- objetivo de rendir Gibraltar. Los sitiado-
mentales de la parroquia, con el testimo- la. Ese día así que salió la gente, robaron res habían sufrido cerca de 10.000 bajas.
nio de la salida de los vecinos: los ingleses todas las casas y no se escapó la Con el tiempo, se alzaron algunas voces
“El día seis de agosto de 1704, habien- mía y la de mi compañero. Porque mien- contra el marqués Villadarias, culpán-
do sido esta pobre ciudad poseída de las ar- tras estábamos en la iglesia, la asaltaron los dole de ineficacia y de falta de capaci-
mas inglesas, según las capitulaciones he- más de ellos y robaron. Y para que quede dad para llevar a feliz término una em-
chas, en que se daba permiso para que el noticia de esta fatal ruina puse aquí esta no- presa tan importante como aquélla.
vecino que se quisiera quedar en la ciudad ta. Romero”. Uno de los problemas más importan-
tes del asedio español fue la financiación

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Vista de Gibraltar de un libro italiano del siglo XIX. El dibujante no había visto el Peñón y copió imaginativamente otro grabado (Madrid, B. N.).

del mismo, dada la penuria económi- aliados desde Portugal, hicieron que la cede por este tratado a la Corona de la
ca en que se encontraba la hacienda recuperación de Gibraltar pasase a un Gran Bretaña la plena y entera propie-
pública. Esta responsabilidad cayó so- segundo plano, después de la conmo- dad de la ciudad y castillo de Gibraltar,
bre el conde de Gerena, quien logró al- ción que su pérdida había producido. juntamente con su puerto, y las defen-
gunos empréstitos de firmas extranje- Los ingleses dispusieron de tiempo y sas y fortalezas que le pertenecen, dan-
ras asentadas en Cádiz, como la casa recursos para fortificar de forma ade- do la dicha propiedad para que la ten-
Bernard, de París y de algunos hombres cuada la plaza y ponerla en condicio- ga y goze absolutamente, con entero de-
de negocios españoles, como Pedro de nes de resistir nuevos asedios. El va- recho y para siempre, sin excepción, ni
Elizamendi y Pedro de Goyeneche. lor estratégico del Peñón lo convirtió, impedimento alguno...”.
También se buscaron recursos a través con el tiempo, en uno de los enclaves Pese a esta claudicación, impuesta por
de la venta de algunos baldíos propie- principales del control marítimo que los la necesidad de alcanzar una paz gene-
dad de la Corona y de rentas e im- ingleses ejercieron a partir de la primera ral, el deseo de la monarquía hispana
puestos como los procedentes del es- mitad del siglo XVIII. fue desde el primer momento la reivin-
tanco del tabaco. En las negociaciones que se entabla- dicación de la soberanía de Gibraltar,
Los gastos del asedio que adminis-
tró el conde de Gerena se elevaron a La sublevación catalana contra Felipe V
casi 210.000 ducados de oro. Las difi-
cultades no fueron sólo de tipo econó- y los ataques aliados desde Portugal
mico, sino que también las hubo de in-
tendencia. Un hecho singular se derivó
relegaron Gibraltar a segundo plano
de los problemas que surgieron con los ron en la ciudad holandesa de Utrecht que se materializó en diferentes inten-
franceses, ante la dificultad de conse- para poner fin a la guerra de Sucesión tos, bien por la vía militar bien por la
guir cabezas de ganado vacuno para el española, los representantes de su Gra- vía diplomática de recuperar una pla-
abastecimiento de carne. La propuesta ciosa Majestad se mostraron inflexibles za fuerte que cayó en manos inglesas,
de sustituir al ganado vacuno por cer- ante las reclamaciones españolas en to- como consecuencia del abandono y de
dos fue rechazado de plano, alegándo- do lo tocante a Gibraltar. En el décimo la incuria en que se encontraban sus de-
se que “la tropa de aquella nación no de los artículos de aquella paz, queda- fensas humanas y materiales. Hoy, tres-
está acostumbrada a este xenero de ali- ba recogido el destino de la plaza y se cientos años después de la ocupación
mento”. legalizaba de alguna forma la usurpa- inglesa, Gibraltar continúa siendo, amén
ción que el almirante Rooke había he- de que los Borbones ocupen el trono
Un respiro para los ingleses cho de los derechos del archiduque Car- de España, la consecuencia más viva de
Las urgencias de la guerra, derivadas los, apropiándose de un territorio que un conflicto dinástico que tuvo mucho
a partir de 1705 de la sublevación de en rigor no era una conquista inglesa. El de contienda civil entre españoles y de
Cataluña contra Felipe V, actitud que señalado artículo décimo del Tratado de conflicto internacional, donde estaba en
fue seguida por otros territorios de la Utrecht dice sin ambages: “El Rey Ca- juego el futuro de la Europa de co-
corona de Aragón, así como los ataques tólico, por sí y por todos sus sucesores, mienzos del siglo XVIII. ■

74
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

LOS ASEDIOS
La Corona española nunca se resignó a la pérdida de Gibraltar y, a lo largo
del siglo XVIII, trató de recuperar la plaza por la fuerza. Marina Alfonso
Mola da cuenta de los asedios lanzados por España entre 1727 y 1782. La
roca siguió en manos inglesas, pero Londres pagó un precio insospechado

A
penas enterado de la noti- contó con una fuerza de 9.000 hom- factores negativos impidieron llevar a
cia de la ocupación de Gi- bres, a los que se añadieron otros 3.000 buen término la ofensiva: por un lado,
braltar y antes siquiera de soldados franceses al mando del ge- las adversas condiciones meteorológi-
esperar órdenes al respec- neral Cabanne, mientras el obligado cas –en especial, las fuertes lluvias– y
to, el marqués de Villadarias, capitán apoyo por mar quedaba a cargo de la
general de Andalucía, asumió la tarea escuadra del conde de Tolosa. Sin em- MARINA ALFONSO MOLA es profesora titular
de reconquistar la plaza, para lo que bargo, en un primer momento varios de Historia Moderna, UNED, Madrid.

Combate entre la escuadra del almirante


Rodney y el general Lángara, el 16 de
enero de 1780, en un óleo anónimo del
siglo XIX (Madrid, Museo Naval).

75
sanitarias –sobre todo, la exagerada
morbilidad en las filas atacantes– y, por
otro, la actuación de la escuadra ingle-
sa, al mando del almirante John Lake,
que consiguió tanto socorrer a la plaza
asediada, con hombres, víveres y mu-
niciones, como mantener a raya a la flo-
ta borbónica que patrullaba el estrecho
al mando del barón de Pointy. De ese
modo, la empresa pudo considerarse
fracasada desde el día 24 de abril del
año 1705, cuando el sitio fue levanta-
do por el nuevo comandante puesto al
frente de la operación, el mariscal de
Tessé, que culpó del fracaso a la insu-
ficiencia de los hombres y de la arti-
llería, es decir, a la incapacidad mili-
tar española: “Jamás ha habido, como
suele decirse, carro peor vencido que
el de esta monarquía, en donde todo se
verifica sin orden, sin precauciones, sin
decisiones, sin fondos, sin objeto y, en
una palabra, sin todo lo que sostiene
los estados”. Finalmente, el Tratado de
Utrecht, firmado por España el 11 de Sitio español a Gibraltar en 1727, según un grabado alemán contemporáneo. En este asedio, el
junio de 1713, consagró la cesión de Gi- segundo, que duró de febrero a junio, participaron 25.000 hombres, sin resultado.
braltar a Gran Bretaña.
ciables, debido, sobre todo, a la falta naciones diplomáticas europeas las que
1727: el segundo sitio de una flota de apoyo, condición im- provocaron el giro de la situación.
Ni el fracaso del primer sitio ni las cláu- prescindible para un bloqueo efectivo. El 13 de junio de 1727, el duque de
sulas de Utrecht impidieron que Felipe De esta forma, las unidades españolas Bournonville, embajador de España en
V mantuviera siempre la idea de resti- hubieron de limitarse a ocupar el re- Viena, se avino a firmar unos prelimi-
tuir la plaza a la soberanía española. En ducido ámbito del istmo, donde los sol- nares de paz, que llevarían a Isabel Far-
los años que siguieron, los intentos di- dados apenas si podían moverse y don- nesio –gobernadora por la temporal in-
plomáticos del monarca tropezaron con de la acción de la artillería carecía de capacitación de Felipe V– a decretar el
las maniobras dilatorias de Gran Breta- precisión. Ante tal tesitura, el coman- armisticio el 23 de junio, un día des-
pués de la muerte de Jorge I de Ingla-
El primer sitio, lanzado por el marqués de terra, dejando al conde de las Torres
y al gobernador de Gibraltar, Gaspard
Villadarias con 9.000 soldados españoles Clayton, la concreción de la suspensión
y 3.000 franceses, fracasó en abril de 1705 de las hostilidades. Desde este mo-
mento, el sitio volvió a convertirse en
ña, hasta que, considerando inútil la vía dante de las fuerzas hispanas excavó un inútil bloqueo terrestre, hasta que,
diplomática, el soberano optó por la vía un largo túnel para situar una mina de- por la Declaración del Pardo –6 de mar-
militar, declarando la guerra a Inglate- bajo de la roca, operación que no con- zo de 1728–, Felipe V ordenaba levan-
rra e iniciando el segundo sitio de Gi- dujo a ningún resultado positivo, como tar el sitio y remitía la solución de la
braltar el 11 de febrero de 1727. Apo- ya había previsto Próspero de Verbo- cuestión de Gibraltar al próximo con-
yado en una fuerza de 25.000 hombres, om, que se retiró del campo de bata- greso que habría de celebrarse en Sois-
el conde de las Torres, que había sido lla como modo de expresar su desa- sons, en junio de 1728, y que no satis-
virrey de Navarra hasta ese momento, probación del plan. Los días siguientes faría en absoluto las expectativas es-
desencadenó el asalto, lo que motivó transcurrieron en la discusión de otros pañolas.
el abandono de Madrid por parte del medios, ahora con la intención de ata-
embajador inglés, conde de Stanhope, car al enemigo de flanco, desde el mar, Los dos conatos de Carlos III
el 14 de marzo, y la ruptura de las re- pero ni llegó a prosperar el proyecto Los dos últimos sitios tuvieron lugar ba-
laciones diplomáticas entre las dos po- de Juan de Ochoa de emplear una bar- jo el reinado de Carlos III y se enmar-
tencias. caza artillada ni se adoptó decisión al- caron en el contexto de la guerra de las
Durante dos meses, el ejército espa- guna sobre la utilización de una bala- Trece Colonias o de la Independencia
ñol se esforzó en tomar la plaza por tie- tenaza para desarbolar los navíos ene- de los Estados Unidos, en cuyo trans-
rra, aunque sin obtener resultados apre- migos. Finalmente, fueron las combi- curso España y Francia, vinculadas por

76
LOS ASEDIOS
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

Mapa francés que representa el asedio español a Gibraltar en 1782, el más feroz de los que tuvieron lugar en el siglo XVIII (Madrid, B. N.).

el Tercer Pacto de Familia (1761) y lle- naval de la escuadra de quince patru- bían aumentado hasta los 20.000 hom-
vadas de su deseo de paliar las nega- lleras de Antonio Barceló, el famoso cor- bres –frente a una fuerza enemiga que
tivas consecuencias del Tratado de Pa- sario mallorquín convertido en almiran- estaba compuesta por 3.000 soldados in-
rís (1763), dieron su apoyo a las colo- te de la flota española. Mientras tanto, gleses, 1.180 hannoverianos, 200 geno-
nias rebeldes de América del Norte con- una pequeña flota al mando de Juan de veses y unos 500 artilleros–, el esfuerzo
tra Inglaterra. En cierto sentido, los dos Lángara se situaba frente a la plaza vi- militar hispano consistió básicamente en
sitios pueden considerarse uno solo, di- gilando la bahía de Algeciras. prepararse para un asalto que nunca ha-
vidido en dos etapas por el socorro del Sin embargo, aunque en octubre de bría de llegar.
almirante George Rodney, el 16 de ene- ese mismo año las tropas españolas ha- Se cavaron trincheras y túneles, se
ro de 1780, que hizo fracasar la prime- montaron parapetos y se reforzaron los
ra ofensiva. castillos de San Felipe y de Santa Bár-
Siguiendo las prácticas de una guerra bara –situados en los extremos de la lí-
más caballeresca que las de nuestros nea sobre el istmo– así como las bate-
días, el teniente general Joaquín Men- rías intermedias de San Benito y de San-
doza comunicó a George Elliott, el go- ta Mariana, a fin de someter a un cons-
bernador de Gibraltar, que había sido se- tante cañoneo el frente de la plaza que
gundo comandante de las fuerzas ocu- miraba al istmo, sin que se produjeran
pantes de La Habana en 1762, el inmi- verdaderos combates. La estrategia con-
nente corte de comunicaciones, a fin de sistía en mantener un riguroso bloqueo,
que las familias inglesas instaladas en el sólo roto por el intercambio regular de
vecino pueblo de San Roque pudieran correspondencia entre ambos lados de
alcanzar la plaza, desde donde muchas la frontera, a fin de rendir a la población
fueron evacuadas a las costas de Ma- por hambre. Un objetivo factible, pues-
rruecos. Algunas, que se enteraron tar- to que la plaza no disponía de suficien-
de del cierre de la frontera, hubieron de tes provisiones para sus 7.000 habitan-
dar largos rodeos para acabar abordan- tes, que sólo conseguían alivio a través
do la roca por vía marítima. de algunas naves marroquíes que lo-
El tercer sitio de Gibraltar, iniciado el graban burlar la vigilancia y llevar al-
11 de julio de 1779, fue emprendido por gunos suministros a los asediados.
un contingente de 12.500 hombres, al Felipe V, retratado por su esposa, Isabel Sin embargo, por esta misma razón,
mando del general Martín Álvarez de Farnesio. El primer Borbón nunca se resignó a el sitio pudo considerarse fracasado a
Sotomayor, que contaba con el apoyo perder el Peñón (Palacio Real de La Granja). partir de la batalla del Cabo de Santa

77
Soldados ingleses defendiendo Gibraltar, con artillería instalada en el interior del dédalo de
cuevas del Peñón (París, colección particular).

sentada con todo su dramatismo en una héroe que había recuperado la isla, el
pintura anónima conservada en el Mu- duque de Crillon, mariscal francés al ser-
seo Naval de Madrid. vicio de la Corona española, a quien se
El socorro de Rodney puso fin al ter- le concedía además el título de duque
cer sitio de Gibraltar, aunque ello no mo- de Mahón. Así dio comienzo el cuarto
Carlos III también fracasó en su intento de tivó ni el fin del bloqueo ni el abando- sitio, el que los ingleses llaman gene-
recuperar Gibraltar por la fuerza. Grabado no de los proyectos de reconquista por ralmente el “gran sitio”.
inglés del monarca (Madrid, B. N.). parte de Carlos III. Los ministros espa-
ñoles decidieron mantener el cerco, aun- El “gran sitio” de 1782
María, cuando el almirante George Rod- que en un estado de hibernación, sin El duque de Crillon contó con una flo-
ney, que había sido sacado de su reti- añadir nuevas fuerzas, ni terrestres ni na- ta combinada de 27 navíos de línea es-
ro para socorrer la plaza, tras enfren- vales, a fin de concentrar los esfuerzos pañoles y 12 franceses, al mando del vi-
tarse a la escuadra mandada por el te- en el escenario bélico americano. En ta- cealmirante Luis de Córdoba, más un nu-
niente general Juan de Lángara, pudo les circunstancias, la operación, de meroso ejército de 40.000 soldados, que
introducir los suministros que había car- acuerdo con las palabras de Carlos Mar- pronto realizaron vastísimas obras de in-
gado al efecto. tínez de Campos, quedaba reducida a geniería, siendo especialmente notable
El marino español, que se vio sor- “un sitio parcial, un bloqueo insuficien- la paralela abierta en una sola noche que
prendido por la escuadra inglesa, ofre- te, un cañoneo estéril y pocas esperan- exigió el empleo de un millón y medio
ció, no obstante, con sus once navíos de zas de lograr un resultado decisivo”. Por de sacos de arena. En el verano de 1782,
línea y sus dos fragatas, una prolonga- ello, no es de extrañar que el almirante la empresa se revelaba hasta tal punto
da y heroica resistencia frente a la po- Darby, al mando de un flota de cien bar- interesante desde la perspectiva militar
derosa flota inglesa, cuyos veintidós na- cos, pudiese socorrer de nuevo la plaza que el campo de batalla contó con la
víos de línea y catorce fragatas dupli- el 12 de abril de 1781. presencia de numerosos observadores,
caban largamente los efectivos españo- La ofensiva sobre Gibraltar quedó pa- entre los cuales se distinguían el duque
les. Lángara soportó el fuego simultáneo ralizada durante dos años largos, hasta de Borbón –el último de los Condé– y
de cuatro naves enemigas hasta que su que el éxito conseguido por las tropas el conde de Artois, hermano de Luis XVI
barco fue completamente desarbolado y españolas en Menorca –con la rendición y futuro rey de su país con el nombre
convertido en una ruina flotante, mien- del comandante general británico, James de Carlos X.
tras él mismo caía gravemente herido, Murray, el 4 de febrero de 1782– hizo Sin embargo, uno de los elementos
no sin antes llevarse por medio al me- concebir nuevas esperanzas al sobera- claves de la ofensiva iba a resultar fatal
nos un tercio de los barcos ingleses. Una no, que otorgó el mando de las opera- para la operación. Se trata de las fa-
escena terrible que puede verse repre- ciones contra la plaza gibraltareña al mosas “baterías flotantes” ideadas por

78
LOS ASEDIOS
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

el ingeniero francés Michaud d'Arçon:


una serie de diez barcas –de una sola
vela, con doble casco, costados de va-
ra y media de espesor, gruesos tejados
de protección y veintiocho piezas de
artillería en dos filas superpuestas–, do-
tadas de un complejo sistema de tube-
rías interiores para evitar el calenta-
miento que podían producir las balas
rojas o incendiarias inglesas que no re-
botaran sobre el puente inclinado de la
nave. Crillon se opuso a su utilización,
augurando el fracaso del plan y decli-
nando por escrito –en una carta diri-
gida a sus amigos, los señores de Mar-
co, en Madrid– toda responsabilidad en
el ataque por mar.
La acción decisiva tuvo lugar el 13 de
septiembre de 1782, cuando hacia las
diez de la mañana entraron en comba-
te las ocho “baterías flotantes” que se
hallaban preparadas al efecto, bajo el
mando del general Buenaventura Mo-
reno y con la participación de lo más
granado de la oficialidad española del
momento: Cayetano Lángara, Federico
Gravina, Francisco Muñoz, Antonio Ba-
surto, José Angeles, Pablo Cose, Pedro
Sánchez y José de Goicoechea. Simul-
táneamente, los soldados españoles,
embarcados en balsas, se hallaban dis-
puestos a abordar la roca por la brecha
que se abriese en la plaza entre el Mue- El almirante Rodney hizo fracasar la primera Federico Gravina participó en el gran asedio
lle Viejo y el Baluarte. Real. ofensiva española en el cerco de 1780 y logró de septiembre de 1782 (óleo anónimo del
La contienda duró hasta última hora hacer llegar socorro a los sitiados (por E. O.). siglo XIX, Madrid, Museo Naval).
de la tarde, momento en que las “ba-
terías flotantes” estallaron en numero- de hombres y de baterías, es decir, ya que el tratado de Versalles volvió a
sas explosiones, que llegaron a sacudir como un “sitio sin maniobras, sin ata- sancionar la ocupación inglesa de la pla-
los cimientos de los edificios gibralta- ques, sin asaltos”. Finalmente, las no- za. Sin embargo, como consuelo, el his-
reños. No hay acuerdo sobre las causas ticias de la firma de la Paz de Versalles, toriador novomexicano Thomas Chávez
del desastre, ya que según parece has- el 20 de enero de 1783, permitieron el ha enfatizado la pírrica victoria británica,
ta ese momento sólo una de las barcas levantamiento del cerco el 16 de fe- ya que el mantenimiento de una consi-
–la Talla-piedra, que iba mandada por brero, después de tres años, siete me- derable parte de su flota en aguas de Gi-
el príncipe de Nassau-Siegen– había si- ses y cinco días, espacio de tiempo du- braltar impidió hacer frente con éxito a
do incendiada por las balas rojas in-
glesas. En cualquier caso, no hay du- La defensa de Gibraltar impidió a los
da sobre las consecuencias: la pérdida
de entre mil quinientos y dos mil hom- ingleses usar toda su fuerza naval
bres, la imposibilidad de evitar el nue-
vo socorro inglés –a cargo de la es-
contra los independentistas en América
cuadra de lord Howe, que introdujo su- rante el cual la población de Gibraltar la ofensiva hispano-francesa en América,
ministros y otros 4000 soldados– y el había sido sometida a un bombardeo propiciando la independencia de las Tre-
fracaso final del sitio. de 258.000 proyectiles –a los que los in- ce Colonias. La pérdida de sus dominios
gleses habían respondido a su vez con fue, pues, el precio pagado por Inglate-
Incesante cañoneo 205.000 disparos– y había sufrido unas rra por conservar Gibraltar. Tomando la
El asedio se prolongó, pese al socorro mil bajas, aunque más de la mitad mu- frase de un comunicado de José de Gál-
inglés, durante varios meses más, bajo rieron por enfermedad y no por efec- vez, el secretario de Indias, al gobernador
la forma de un incesante e improducti- to de las balas de artillería. de La Habana, España al menos supo
vo cañoneo desde un istmo rebosante El objetivo principal no se consiguió, “vender cara la victoria al enemigo”. ■

79
DIPLOMACIA
Los intentos de recuperación de Gibraltar por la vía diplomática siempre
han topado con la misma pauta: buenas palabras por parte inglesa y falsas
expectativas por la española. Carlos Martínez Shaw repasa la historia
de esta frustración y alerta de los peligros que supone hoy esta colonia

E
l tratado de Utrecht supuso la de 1713, ratificado por la reina Ana de In-
mayor humillación de la mo- glaterra el 31 de julio y por Felipe V de
narquía hispánica en los tiem- España el 4 de agosto –nueve años jus-
pos modernos. Sus consecuen- tos después de la ocupación–, disponía
cias territoriales son bien conocidas: pér- en su artículo 10 lo siguiente: “El Rey Ca-
dida de los reinos de Nápoles, Sicilia y tólico cede a la Corona de Gran Breta-
Cerdeña, del ducado de Milán, de los ña la propiedad de la ciudad y castillo de
presidios de Toscana y de los Países Ba- Gibraltar, pero que esto es sin jurisdic-
jos meridionales –Estados todos que fue- ción alguna territorial y sin comunicación
ron repartidos entre Austria y Saboya–, abierta con la región circunvecina de tie-
entrega de la colonia de Sacramento a rra, conviniendo Su Majestad Británica en
Portugal y amputación del propio solar que no se permita, por motivo alguno,
peninsular por la cesión a Inglaterra de que judíos ni moros habiten ni tengan do-
Menorca y Gibraltar. A ello se unía la minio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni
concesión a Inglaterra de onerosos pri- que se dé entrada ni acogida en su puer-
vilegios en América: la exclusiva del to a los navíos de guerra de los moros,
asiento de negros –con derecho a in- y en que a los habitantes de la ciudad
troducir 144.000 “piezas” en treinta se les conceda el uso libre de la Religión
años– y el navío de permiso, que auto- Católica Romana”.
rizaba la introducción de 500 toneladas A partir de este momento, la historia se
de géneros con cada flota de la Carrera mueve al compás de la voluntad espa-
Benjamin Keene, embajador inglés en
de Indias. A ello se sumaba la práctica ex- Madrid, admitía en 1731 que los tratados no ñola de recuperar la plaza frente a la vo-
clusión de España de los caladeros de daban derecho a ocupar la zona de la “línea”. luntad inglesa no sólo de mantener su
bacalao de Acadia (New Scotland) y Te- posesión en los términos del Tratado, si-
rranova (Newfoundland). España. El capitán general de Andalucía, no de ampliar su ocupación vulnerando
Como consecuencia, la política exte- el marqués de Villadarias, inició de in- la letra del texto firmado por ambas Co-
rior española del siglo XVIII fue en gran mediato la contraofensiva, con el mismo ronas. Lo cual quiere decir que, a la fal-
medida una denuncia del Tratado de escaso éxito que acompañó a su suce- ta de firmeza española en su reivindica-
Utrecht. Y, en este contexto, también una sor en el mando, el mariscal de Tessé, ción, se ha unido la continua actuación
reivindicación de la plaza de Gibraltar. que levantó el sitio el 24 de abril de 1705 ilegal británica para permitir la continui-
Gibraltar había sido ocupada, el 4 de sin ningún resultado. dad de un anacronismo colonial que no
agosto de 1704, por una escuadra an- sólo afecta a la soberanía del territorio na-
gloholandesa al mando del almirante Un Tratado lesivo para Madrid cional, sino que supone una permanen-
George Rooke, que actuaba en nombre La resolución de la suerte de la roca que- te agresión a los intereses españoles a
de la Gran Alianza de La Haya (Ingla- dó, por tanto, en manos de los nego- causa de las prácticas abusivas en mate-
terra, Provincias Unidas y Austria) y al ciadores del Tratado de Utrecht, que ac- ria militar (atraque de submarinos nu-
servicio de la causa del archiduque tuaron al margen de España, que sólo a cleares), naval (autorización de buques
Carlos como pretendiente al trono de posteriori se vio forzada a dar su con- monocascos), fiscal (blanqueo de dine-
sentimiento a una paz tan lesiva. ro) y comercial (práctica sistemática del
CARLOS MARTÍNEZ SHAW es catedrático de Así, el Tratado, firmado el 13 de julio contrabando).
Historia Moderna, UNED, Madrid.
80
Representación del Tratado de Utrecht, el 13 de abril de 1713, que ponía fin a la guerra en España, en una hoja de almanaque francés.

81
Muralla Santa
San Felipe Bárbara Línea donde
(1729) estaba la muralla Bahía Zona Neutral
Campo
Neutral de Algeciras Verja
Molino Campo
Neutral Zona ocupada Aeropuerto (1938) 750 m
para los barracones

Puerto Torre del


diablo Puerto
Gibraltar
Peñón Peñón Peñón
Puerto
Gibraltar
Bahía Gibraltar
Bahía de Algeciras
Mar Mediterráneo

Mar Mediterráneo

Mar Mediterráneo
de Algeciras

Cerro Cerro Cerro


de de de
Enmedio Enmedio Enmedio

ESPAÑA
1810. Los españoles Cala
Camps
• Gibraltar vuelan el lienzo
• de la muralla para
Ceuta
Melilla •
Punta de que no pueda ser
MARRUECOS
utilizado por las Punta de Punta de
Europa Europa Europa
tropas de Napoleón.
1713. Por el Tratado de Utrecht, la ciudad Entre 1829 y 1854,
y castillo de Gibraltar pasan a ser ingleses. una serie de epidemias permiten a los 1908. Los ingleses construyen
1729. España construye los fuertes ingleses establecer temporalmente la verja de separación definitiva,
de San Felipe y Santa Bárbara, unidos barracones para los enfermos en la tierra 750 metros más al norte de
por una muralla. de nadie, de donde ya no se retiran. donde estaba en 1713.

De este modo, el Tratado de Utrecht poniente, complejo militar que se llamó un equivalente”. Y el 12 de junio del mis-
sólo concedía a Inglaterra el pequeño po- Línea de Gibraltar o Línea de Contrava- mo año, el propio Jorge I de Inglaterra
blado de Gibraltar y los fuertes construi- lación de la Plaza de Gibraltar. había escrito a Felipe V una carta de idén-
dos por España para su defensa, y ello Al proceder de este modo, España no tico tenor: “Ahora no me aparto en ase-
sin comunicación con el resto de la Pe- hacía más que reflejar físicamente en el gurar a Vuestra Majestad de mi prontitud
nínsula. Por esta razón, en 1728, Felipe V territorio las cláusulas del Tratado, co- en satisfacerle por lo tocante a la resti-
concretó los límites de la cesión estable- mo reconocía el propio embajador bri- tución de Gibraltar, prometiendo servir-
ciendo una línea fortificada que tomaba tánico, Benjamin Keene, en una comu- me de las primeras ocasiones favorables
como referencia la Torre del Molino –la nicación privada fechada en Sevilla el 20 para arreglar este artículo, con consenti-
posición más avanzada de las fortifica- de mayo de 1731: “Sé que Su Majestad miento de mi Parlamento”. Las promesas
ciones españolas de 1704– y aceptando (Felipe V) se dejaría triturar antes que no se cumplieron y el soberano español
que las aguas propiamente gibraltareñas demoler las obras iniciadas. Ha exami- optó en 1727 por la vía militar, inician-
quedasen comprendidas entre la costa nado los tratados a conciencia, y está do el primer sitio de Gibraltar después de
y la distancia equivalente al alcance me- dispuesto a no ceder. Bien es verdad Utrecht. Un procedimiento que se repi-
dio de la artillería, 400 metros. que esos tratados no nos otorgan mayor tió con el mismo resultado negativo en el
derecho a Cádiz que al lugar en que 'la reinado de Carlos III.
San Felipe y Santa Bárbara línea' se halla establecida”. La situación, por tanto, quedó estabi-
Al año siguiente el monarca daba orden Hasta llegar a este punto, Inglaterra –si- lizada desde la construcción de la Línea,
al director de ingenieros Próspero de guiendo una táctica que ha mantenido re- concluida en 1735, aunque ni España re-
Verboom para iniciar una obra de forti- currentemente hasta nuestros propios nunciaba a recuperar Gibraltar ni Ingla-
ficación, consistente en una muralla con días–, había manejado el señuelo de la terra se resignaba a aceptar los estric-
varias plazas de armas en punta de dia- devolución de la plaza a España. Así, el tos términos del Tratado de Utrecht, que
mante con sus correspondientes cuer- conde de Stanhope, secretario de Estado condenaba al Peñón a una permanen-
pos de guardia, apoyada en sus extre- británico, había prometido la retrocesión te situación de precariedad e incomuni-
mos en sendos fuertes, el de San Felipe, en los siguientes términos: “Yo le garan- cación con su entorno. Sin embargo, la
en honor del rey, en la playa de levan- tizo que antes de un año le devolvere- Guerra de la Independencia permitió un
te y el de Santa Bárbara, en honor de mos Gibraltar mediante el más insignifi- nuevo giro favorable a los intereses bri-
la patrona de la Artillería, en la playa de cante equivalente, o mejor la sombra de tánicos, ya que, al objeto de evitar que

82
DIPLOMACIA
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

las tropas francesas se apoderaran de Gi-


braltar, los zapadores ingleses proce-
dieron a la voladura de la línea de for-
tificaciones españolas, con lo que el te-
rritorio que se extendía frente a la fron-
tera norte de la Roca quedaba, a partir
de entonces, desprovisto de la barrera
que había actuando de freno ante las
apetencias expansivas de Inglaterra.
Se inició entonces una nueva fase de
la historia, que se reduce a constatar los
continuos avances de la frontera ingle-
sa sobre un territorio de indudable so-
beranía española. Las excusas en esta
nueva etapa fueron siempre sanitarias:
las sucesivas epidemias de 1814, 1829 y
1854 permitieron la instalación, primero, Vista de la ciudad de Gibraltar, al pie del Peñón, desde la batería de Buena Vista, en un
de unos cordones sanitarios y, después, grabado inglés publicado en 1828 (Madrid, Biblioteca Nacional).
de destacamentos ingleses situados cada
vez más al norte, hasta completar la ocu- de 1851, por otro secretario de Asuntos El más flagrante abuso fue la cons-
pación del istmo. La nueva frontera que- Exteriores, lord Palmerston, quien, en- trucción del aeropuerto, considerado jus-
dó consagrada con la construcción, en tre otras cosas, llegó a afirmar que eran tamente como de vital importancia para
1908, de la verja de separación, que se los cañones de Gibraltar los que le otor- la propia supervivencia de la colonia. En
situaba a 850 metros de los límites se- gaban el dominio de sus puertos. efecto, proyectado en 1938, en medio
ñalados en Utrecht, en clara contraven- Ante la contundencia británica, Espa- de la Guerra Civil española, el diseño fi-
ción de las cláusulas del Tratado. ña no tuvo más remedio que ceder una nal aprobado en 1941 significó su ins-
Si esto ocurría en la franja de tierra, al- vez más. Posteriormente, el acuerdo de talación en el territorio ilegalmente ocu-
go parecido sucedía en el capítulo de las 1880, que establecía como demarcación pado durante el siglo XIX, tras la vola-
aguas jurisdiccionales. También en es- el medium filum aquae, permitió la con- dura de las fortificaciones de la Línea. Y,
te caso, la situación permaneció esta- vivencia en la bahía de Algeciras, pero además, la pista de aterrizaje habría de
cionaria hasta la Guerra de la Indepen- no aportó nada al problema de fondo, introducirse obligadamente ochocientos
dencia, aceptando ambas partes la dis- la vulneración continuada de los trata- metros en las aguas de la bahía de Al-
tancia de 400 metros –alcance de los ca- dos por parte de Inglaterra. geciras, de acuerdo con la interpretación
ñones del calibre 24– como límite de las unilateral de Inglaterra del alcance de las
aguas gibraltareñas, que en la zona del aguas jurisdiccionales del Peñón.
istmo sólo llegaban hasta el área propia De este modo, si ya la comunicación
de los fuertes de San Felipe y de Punta a través de la verja contrariaba las cláu-
Mala, más hacia el interior de la bahía sulas de Utrecht, el aeropuerto, hecho
de Algeciras. posible sólo por la pasividad española
frente a la violación de los tratados, con-
Un naufragio como excusa tribuía poderosamente a la viabilidad de
Sin embargo, el naufragio frente a las la colonia.
costas de Gibraltar, en la noche del 7 de La dictadura franquista reivindicó in-
diciembre de 1825, de dos buques in- sistentemente la soberanía sobre Gi-
gleses, entre otros varios, brindó la oca- braltar. España reclamó primero la apli-
sión para que Inglaterra, por medio de cación de la resolución de las Naciones
Robert Canning, secretario de Asuntos Unidas de 1960 sobre descolonización,
Exteriores, declarase que las aguas ju- para adoptar después, ante la decisión
risdiccionales gibraltareñas a partir de británica de promulgar la nueva Cons-
entonces pasaban a ser las comprendi- titución de Gibraltar, el 30 de mayo de
das entre el puerto de Gibraltar y Pun- 1969, una solución de fuerza, que con-
ta Mala, asentando el absurdo contra- sistió en denunciar el incumplimiento
sentido de que las costas españolas fren- de la resolución de las Naciones Uni-
te al istmo quedaban desprovistas de sus das y del Tratado de Utrecht y en pro-
propias aguas jurisdiccionales. Tal con- ceder al cierre de la frontera, medida
culcación de las cláusulas de Utrecht adoptada por el responsable de Asun-
motivó las protestas hispanas, que se Lord Palmerston, titular de Exteriores en 1851, tos Exteriores, Fernando María Castie-
vieron contrarrestadas por la arrogante aseguró que eran los cañones lo que daba a lla, el 8 de junio de 1969. Desde en-
declaración emitida, el 16 de diciembre Gibraltar el dominio de sus puertos (por E. O.). tonces, las comunicaciones terrestres

83
La democracia no cambió la reivindicación sobre Gibraltar, pero ni las conversaciones entre lord Carrington y Marcelino Oreja (primero y segundo
de izquierda a derecha) en 1980, ni la negociación entre Geoffrey Howe y Fernando Morán (tercero y cuarto), en 1984, dieron frutos importantes.

con el Peñón quedaron interrumpidas, nuevas negociaciones que no conduje- conflicto, de la población gibraltareña,
pero Inglaterra siguió avanzando en la ron a ningún resultado positivo. absolutamente contraria a su inserción en
consolidación internacional de Gibral- El Gobierno de Felipe González vol- el marco estatal español, dada su posi-
tar, consiguiendo, tras su incorporación vió a reiterar la voluntad de España de ción de abusivo privilegio al amparo de
a la Comunidad Europea en 1973, que reclamar la soberanía sobre el Peñón. su estatuto de excepcionalidad.
el territorio fuera reconocido como Ahora, las conversaciones entre los nue- El último gobierno español dio a en-
miembro de la misma mediando un es- vos ministros de Exteriores de Inglaterra tender que el desbloqueo de la cuestión
tatuto especial. (Geoffrey Howe) y España (Fernando gibraltareña se vería impulsado por las
Morán) dieron como fruto en noviembre amistosas relaciones personales entre los
Ni Suárez, ni González, ni Aznar... de 1984 la llamada Declaración de Bru- jefes de gobierno de ambos países, su-
El restablecimiento de la democracia no selas, que sólo introdujo como novedad madas a la alianza política potenciada
cambió el sentido de las reivindicacio- la aceptación por parte británica de ins- por la agresión contra Irak, pero la re-
nes españolas, como proclamó el rey cribir en la agenda de las negociaciones alidad ha vuelto a discurrir por los cau-
Juan Carlos, de modo inequívoco y des- la discusión de la cuestión de la sobe- ces de siempre: buenas palabras ingle-
de el primer momento, en su discurso ranía, sistemáticamente marginada por sas que avivan las infundadas expecta-
de jura ante las Cortes. Por su parte, los sucesivos gobiernos ingleses, a cam- tivas españolas.
¿Qué conclusiones pueden sacarse de
El último Gobierno dio a entender que un conflicto diplomático tan prolonga-
do? Primero, la situación actual es fru-
la amistad de Aznar y Blair desbloquearía to de la conjunción entre la debilidad
Gibraltar, pero la realidad es la de siempre española y la obstinación inglesa en vul-
nerar las cláusulas del Tratado de
Adolfo Suárez, al frente del primer go- bio de concesiones tangibles por parte Utrecht. Segundo, la aplicación riguro-
bierno de la democracia, ofreció para so- de España, la más importante de las cua- sa del tratado de Utrecht ha sido la úni-
lucionar la cuestión una nueva e ima- les fue la reapertura de la verja en la no- ca vía de presión frente a la continua
ginativa fórmula, que consistía en in- che del 4 al 5 de febrero de 1985. violación de la legalidad por parte bri-
sertar el territorio, con un estatuto es- Las consecuencias inmediatas volvie- tánica. Tercero, el señuelo de los cantos
pecial, dentro del marco del Estado au- ron a poner de manifiesto lo que ya era de sirena ingleses sólo ha servido des-
tonómico en construcción, para así con- una constante histórica: las promesas bri- de hace trescientos años para ampliar
seguir, según sus propias palabras, la tánicas se convertían en un mero pretexto las ventajas de los ocupantes. Cuarto, la
“reintegración de Gibraltar en el terri- para la obtención de nuevas ventajas, sin existencia de una colonia extranjera en
torio español, de conformidad con la re- que la contrapartida para España apare- suelo español es un anacronismo into-
solución de las Naciones Unidas”. En es- ciese por ninguna parte. En esta ocasión, lerable en pleno siglo XXI. Quinto, Gi-
te clima de búsqueda de un entendi- la flexibilidad española fue aprovecha- braltar supone no sólo una aberración
miento, las conversaciones mantenidas da para acentuar el papel de Gibraltar co- política, sino también una amenaza per-
por los ministros de Exteriores de In- mo paraíso del fraude –contrabando de manente para los intereses españoles en
glaterra (lord Carrington) y España (Mar- tabaco y de droga, blanqueo de dinero materia de economía y de seguridad.
celino Oreja) dieron lugar en abril de negro, etcétera– y para introducir un nue- Sexto y último, la cuestión gibraltareña
1980 a la llamada Declaración de Lisboa, vo elemento en el debate, la incorpora- parte siempre de una premisa axiomá-
que sólo trajo consigo la apertura de ción al mismo, como tercera parte en el tica: Gibraltar es España. ■

84
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

De fortaleza a
COLONIA Mujer de Gibraltar, maja y porteador
judío en una ilustración de 1832 de
la obra Voyage pittoresque par
l’Espagne, de J. Taylor (Madrid,
Biblioteca Nacional).

Lo que comenzó siendo una simple fortaleza con valor estratégico se


convirtió en una colonia de la Corona británica, habitada por una
población heterogénea y con la moral corrompida por el contrabando.
Rafael Sánchez Mantero explica las razones de la transformación

L
a condición militar de la plaza tégica que ocupa el Peñón en la boca rie de derechos no contemplados hasta
de Gibraltar ha prevalecido a lo del Estrecho que separa al mar Medi- entonces por parte de Gran Bretaña.
largo de la mayor parte de su terráneo del océano Atlántico, y su em- La ocupación inglesa en 1704 había
historia, independientemente plazamiento como cabeza de puente reforzado la condición de fortaleza mi-
de quiénes fueran los que ejercieran su entre el continente europeo y el afri- litar de Gibraltar, ya que la plaza, aho-
dominio en cada etapa del pasado. La cano. Sin embargo, en la primera mitad ra en manos de una potencia enemiga,
causa de ello ha sido la posición estra- del siglo XIX, Gibraltar experimentó una se vio constantemente amenazada por
importante transformación al adquirir los intentos de recuperación por parte
RAFAEL SÁNCHEZ MANTERO es catedrático de un estatuto colonial, mediante el que se de España, que nunca aceptó el hecho
Historia Contemporánea, U. de Sevilla. le reconoció a la población civil una se- de su pérdida a pesar de su ratificación

85
Mujer de Gibraltar con su atuendo típico, en La mayor parte, sólo permaneció en Gi-
un dibujo de 1827 (París, Biblioteca de Artes braltar dos años y no era infrecuente
Decorativas). que algunos se marcharan después de
servir en la plaza solamente un año.
glo XVIII, las defensas de Gibraltar
sumaban 663 piezas de artillería, entre Nutrida guarnición
cañones, obuses y morteros. Este for- En total, la guarnición de Gibraltar os-
midable aparato de armas de fuego pe- ciló entre los 3.000 y los 5.000 efectivos.
sadas, estratégicamente situadas a lo lar- Se sabe que, cuando se inició el asedio
go y a lo ancho del Peñón, demostró su de 1727, su dotación estaba compuesta
eficacia frente a los ataques que espa- por 127 artilleros y 3.079 soldados de in-
ñoles y franceses llevaron a cabo cuan- fantería. Sin embargo, en el curso de las
do terminaba la centuria. operaciones fueron llegando refuerzos
El fracaso del Gran Asedio, en 1783, que incrementaron considerablemente
señaló la finalización del acoso militar el número de defensores. Desde la isla
por parte española y el cese de sus pre- de Menorca llegó un regimiento forma-
tensiones de recuperar la plaza por la do por 420 hombres y, desde Inglaterra,
fuerza de las armas. A partir de enton- otros tres, que elevaron la guarnición a
ces, España iniciaría otras vías más pa- un número total de más de 5.000 hom-
cíficas para reivindicar la soberanía del bres, incluyendo 200 artilleros. Una vez
Peñón. Sin embargo, no por eso descui- que cesaron las operaciones, el número
dó Gibraltar el estado de sus defensas, de efectivos volvió a reducirse para que-
consciente de la disconformidad que Es- dar en la situación anterior al asedio. No
paña mantenía contra la presencia in- obstante, se había puesto en evidencia

La población de Gibraltar en el siglo XIX


estaba integrada por gentes de Génova,
Malta, Grecia, ingleses y algunos judíos
en el Tratado de Utrecht de 1713. Des- glesa en este importante enclave del sur que se requería una dotación perma-
de el mismo momento de la conquista, de la Península. Gibraltar no renunciaba nente más numerosa, si no se quería co-
se sucedieron los ataques de los espa- a su condición de fortaleza, puesto que, rrer el peligro de perder la plaza ante
ñoles. Éstos, con la ayuda de sus aliados si España detenía sus operaciones para posibles nuevos ataques.
franceses, trataron una y otra vez de ex- intentar su recuperación, lo hacía única- Poco a poco, la guarnición fue cre-
pulsar a los nuevos ocupantes de aquel mente por la falta de fuerzas y por los ciendo hasta llegar a alcanzar una fuer-
trozo de tierra, cuya posición en el ex- problemas con los que tuvo que en- za efectiva de 4.600 hombres, número de
tremo meridional de la Península Ibéri- frentarse en su política interior. Nada ga- defensores que tuvieron que hacer fren-
ca hacía inadmisible su pertenencia a rantizaba a los ingleses, sin embargo, que te al nuevo ataque de las fuerzas franco-
una nación que no fuese España. en un futuro más o menos lejano, vol- españolas en el Gran Asedio de 1779-
vieran a producirse nuevos intentos de 1783. La resistencia de estos defensores,
Las fortificaciones de Gibraltar ataque. De hecho, algunos años después, que integraban cinco regimientos britá-
La mayor preocupación de los nuevos Gibraltar se vio amenazada de nuevo por nicos y dos hannoverianos, frente al ma-
ocupantes en 1704 fue la de dotar a sus el avance de las tropas napoleónicas sivo bombardeo que sufrió Gibraltar, pu-
defensas con un fuego de artillería ca- cuando llegaron hasta las mismas puer- so de manifiesto la eficacia del aparato
paz de rechazar los ataques proceden- tas de la plaza, en 1810. El asalto no se defensivo que se había levantado en el
tes de tierra y de mar. Para ello proce- produjo y los franceses se retiraron, sin Peñón y la suficiencia de su guarnición
dieron a la reparación de las murallas haber puesto a prueba nuevamente la para asumir ataques de tanta enverga-
defensivas que existían y a construir una capacidad defensiva de la fortaleza. dura como el que tuvo lugar en aque-
serie de bastiones a distintos niveles del La dotación de hombres que pasaron lla ocasión. De hecho, a lo largo del si-
Peñón, sobre los cuales emplazaron a integrar la guarnición también experi- glo XIX, y de acuerdo con las cifras de
nuevos cañones y morteros capaces de mentó, a lo largo del siglo XVIII, un in- que disponemos, la guarnición militar
cubrir con su alcance una distancia su- cremento considerable. Si se analiza el de Gibraltar se mantuvo en una cifra es-
ficiente para evitar el acercamiento del movimiento de tropas británicas que sir- table de alrededor de 5.000 soldados.
enemigo. En esa labor destacó el coro- vieron en Gibraltar desde 1759 hasta La situación cambió sustancialmente,
nel ingeniero William Green, que fue 1912, lo primero que salta a la vista es a partir de la expulsión de los ejércitos
destinado a Gibraltar en 1761. la frecuencia de los relevos de los dis- de Napoleón de la Península. Desde su
Según las cifras del coronel e histo- tintos regimientos que fueron enviados última conquista, Gibraltar había vivido
riador John Drinkwater, a finales del si- a la plaza a lo largo de este siglo y medio. permanentemente bajo la sombra de la

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DE FORTALEZA A COLONIA
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

Combate en la bahía de Algeciras en


julio de 1801 entre navíos franceses y
españoles contra seis buques ingleses
(acuarela anónima de principios del
siglo XIX, Madrid, Museo Naval).

guerra. A partir de 1813, se inició una lar- y habían fundado una nueva población españoles, estaba integrado por indivi-
ga etapa, en la que el acoso militar se- alrededor de la ermita de San Roque, si- duos de raza blanca procedentes de
ría sustituido por una aceptación resig- tuada en sus proximidades y que tomó Génova, las isla de Malta, Grecia y otros
nada de la situación por parte españo- el nombre de Ciudad de Gibraltar en San lugares del Mediterráneo, junto con al-
la, cuyas reivindicaciones sólo se expre- Roque. En su conjunto, aquellos espa- gunos ingleses y algunos españoles y
sarían en forma de débil reclamación di- ñoles no pasaban de 6.000 personas. Pa- otros elementos de las más diversas na-
plomática. En estas circunstancias, Gi- ra llenar el vacío producido por esta po- cionalidades.
braltar dejó de sentirse tan amenazada y blación, fueron llegando al Peñón poco Los que llevaban muchos años en Gi-
su guarnición militar fue perdiendo el pa- a poco nuevos individuos procedentes braltar y habían arraigado en la plaza,
pel activo que había desempeñado has- de otros lugares, que pronto pasaron a eran considerados por las autoridades
ta entonces en favor de una población constituir el núcleo de los nuevos gi- inglesas como nativos. En su mayor
civil cada vez más importante. braltareños. parte eran de religión católica, aunque
A mediados del siglo XVIII, la pobla- también había un grupo considerable
Una población muy heterogénea ción civil de Gibraltar no sobrepasaba la de protestantes, alrededor de 1.500 per-
Simultáneamente a la relajación después cifra de dos mil almas, y al final de la sonas, y algunos judíos, más importan-
del acoso militar que sufrió Gibraltar du- centuria se llegaban a contabilizar tres tes por el tipo de actividad que desa-
rante todo el siglo XVIII, se fue produ- mil cuatrocientas. A partir de los inicios rrollaban que por su número. Junto a
ciendo el progresivo crecimiento de una del siglo XIX, esta población experi- ellos, se distinguían los extraños
población civil que fue tomando carta mentó un considerable incremento, de (aliens), de residencia temporal en la
de naturaleza. Esta población asumió tal forma que, en 1825, era ya de 13.565, plaza y que desempeñaban, por lo ge-
originariamente la tarea de abastecer a y, en 1830, de 23.932. Aunque esta úl- neral, actividades laborales de escasa
la guarnición militar y atender a sus ne- tima cifra disminuyó en los años suce- consideración.
cesidades, en cuanto a los distintos ser- sivos, la población gibraltareña se man- El aumento del número de extraños
vicios que demandaba tan elevado nú- tuvo hasta final de siglo entre los 15.000 llevó a las autoridades a tomar medidas
mero de hombres que atendían tempo- y los 18.000 habitantes. para restringir su asentamiento en el Pe-
ralmente a su defensa. La composición de la población gi- ñón, dado el limitado espacio físico del
Los habitantes españoles de Gibral- braltareña era muy heterogénea. En lo que se disponía. Ésa fue una preocupa-
tar habían abandonado la plaza poco que se refiere a ese núcleo principal ción permanente de las autoridades in-
después de su conquista por los ingleses que llenó el vacío producido por los glesas, ya que éstas consideraban que

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una población civil muy numerosa cons- Moneda de dos libras
tituía un peligro para la salud de todos, y billete de diez con
dada la frecuente incidencia que habían la efigie de la reina
tenido en la plaza las diferentes epide- Isabel II, emitidos por
el Gobierno de
mias a lo largo del siglo. De ahí que se
Gibraltar. La plaza
emitiesen algunas disposiciones para li- obtuvo el estatuto de
mitar su crecimiento, como la referida colonia en 1830.
en una nota del Ministerio para las Co-
lonias en 1875 y que decía lo siguien-
te: “La creciente prosperidad de Gibral-
tar como puerto de mar ha atraído en
los últimos años a una población más
numerosa de lo que el reducido terri-
torio británico puede contener si se quie-
ren preservar las condiciones para la sa-
lud pública. Esta situación ha llevado
al Gobierno de Su Majestad a revisar la
ley y la práctica para la admisión de súb-
ditos extranjeros dentro de la guarnición.
El resultado de esta revisión se mate-
rializó en el decreto de Su Majestad del
primero de agosto de 1871, puesto en
vigor el 1 de enero de 1874. Esta ley,
aunque reservaba al gobernador la po-
sibilidad de determinar sobre casos par-
ticulares y de otorgar permisos por un
día a extranjeros que tuviesen negocios
en la guarnición, trata de impedir el au-
mento de la población extranjera”. La Primera Carta de Justicia fue emitida desarrollo legislativo que podía poner
en 1720 y establecía un tribunal presi- en peligro, en el futuro, el control que
El Estatuto Colonial dido por un juez abogado e integrado los militares ejercían sobre el Peñón.
Pero lo que realmente preocupaba a las por dos comerciantes que entendían de La disconformidad de los militares con
autoridades militares era la superpobla- los asuntos civiles. Una segunda Carta el nuevo Estatuto colonial de Gibraltar
ción de la plaza, en caso de conflicto ar- de Justicia se concedió en 1740, me- la puso claramente de manifiesto el go-
mado o de un nuevo ataque para la re- diante la cual se introducía la legisla- bernador sir Robert Gardiner, que fue
conquista del Peñón. Por esa razón, no ción inglesa. La tercera Carta fue otor- nombrado para desempeñar su cargo el
sentó bien, en los círculos militares, la gada en 1752 y establecía un Tribunal 12 de diciembre de 1841. Gardiner, que
concesión de una Carta a Gibraltar en de Sesiones presidido por el goberna- había servido como oficial en el Ejérci-
1830, mediante la cual se concedía a la dor , con el juez abogado y un comer- to Británico en varias campañas impor-
plaza el estatuto de colonia. Gibraltar pa- ciante británico como juez de paz. To- tantes, entre ellas la de España con We-
saba de ser “la ciudad y guarnición de davía, se concedió a Gibraltar una cuar- llington, destacó pronto por su rigidez y
Gibraltar en el Reino de España”, a “la
colonia de la Corona de Gibraltar”. La El contrabando hacia España era ingente
Carta de 1830 otorgaba a los habitantes
de Gibraltar un Tribunal Supremo y es- a mediados del XIX e influía en la moral
tablecía la creación de una Policía Civil.
Al mismo tiempo, se transfería su juris-
de la tropa, tentada por los sobornos
dicción desde el Ministerio de la Guerra ta Carta de Justicia, mediante la que se por su disposición a mantener con ab-
al Ministerio de las Colonias. establecía el primer juez civil. Pero, sin soluta prioridad la condición militar de
En realidad, la Carta de 1830 no era duda, la de mayor trascendencia fue la la plaza. De ahí que surgieran inmedia-
la primera que se concedía a Gibral- Carta de 1830, ya que establecía una tamente agrios enfrentamientos con la
tar, pero sí la más importante otorga- clara división entre el poder judicial y población civil. Su obsesión fue la de
da hasta entonces. Durante los prime- el poder ejecutivo, representado por el acabar con el escandaloso comercio
ros años, después de la conquista in- gobernador. Estas medidas contempla- de contrabando que se introducía desde
glesa, el gobernador sólo tenía juris- das en la nueva Carta restaban autori- Gibraltar a España y que había alcan-
dicción sobre los civiles para proceder dad al gobernador, que hasta entonces zado unas proporciones extraordinarias
a su deportación. Las leyes de Gibral- había sido la autoridad única e indis- en esos años centrales del siglo XIX.
tar, tal como se establecía en el Trata- cutible, como representante de la Co- Para Gardiner, ese comercio fraudu-
do de Utrecht, eran las leyes españolas. rona en la plaza y abría las puertas a un lento no sólo enturbiaba las relaciones

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DE FORTALEZA A COLONIA
GIBRALTAR, TRES SIGLOS DE CONFLICTO

Un grupo de mujeres españolas vende


productos de contrabando, procedentes
de Gibraltar, en La Línea, en marzo de
1934.

con España, sino que estaba influyen- seguridad en tanto en cuanto sus intere- de autoridad en algunos asuntos civiles
do negativamente en la moral de la tro- ses podían no ser coincidentes con los de podía afectar a su seguridad. Si se la con-
pa, que tenía que enfrentarse a los in- los que afectaban a la defensa del Peñón. sideraba una fortaleza, entonces el po-
tentos de soborno por parte de los con- Por último, señalaba que, al conver- der de regular la admisión, o no, de nue-
trabandistas para que les permitiesen de- tirse en colonia, Gibraltar había admiti- vos residentes, y la jurisdicción sobre la
sarrollar libremente sus actividades ile- do a un exceso de población extraña, población civil debía estar sin ninguna
gales. En una comunicación al ministro española en sus costumbres, en su len- duda en las manos del gobernador.
para las Colonias, Gardiner le aseguraba gua, en su religión y en sus conexiones No hubo, sin embargo, ninguna mo-
que el contrabando tenía fatales conse- familiares, que podía amenazar en re- dificación en este sentido y, aunque
cuencias “para la disciplina de las tropas trotraerla a la situación en que estaba an- otros gobernadores mostraron también
y para la seguridad de esta fortaleza”. tes de haber sido cedida a Inglaterra. su preocupación ante el cambio que se
En definitiva, Gardiner manifestaba su estaba operando en Gibraltar desde la
Los males del Peñón convicción de que la medida de con- concesión de la Carta de 1830 y su trans-
A este deterioro de la situación, provo- vertir a la “fortaleza de Gibraltar” en “co- formación en colonia, su población ci-
cado por los comerciantes que comen- lonia de Gibraltar” había sido un gran vil fue consolidando sus derechos y ad-
zaron a obrar por su cuenta y, ampa- error e instaba al primer ministro, lord quiriendo cada vez más una firme iden-
rándose en el nuevo estatus de Gibral- Palmerston, a que diese marcha atrás y tidad y una conciencia de su importan-
tar, llevaban a la práctica de forma in- devolviese a la plaza su primitiva con- cia frente al elemento militar. No obs-
tensiva el tráfico de contrabando, había dición de fortaleza militar sobre cual- tante, éste continuaría formando parte
que añadir otros males que señalaba el quier otra consideración. sustancial de la plaza hasta tiempos muy
gobernador Gardiner. En efecto, la con- Años más tarde, en 1894, todavía exis- recientes, en los que la guarnición fue
cesión de la condición de colonia a Gi- tían dudas sobre la oportunidad de ha- reducida a la mínima expresión. ■
braltar la hizo caer, a su juicio, bajo las ber convertido a Gibraltar en una colo-
inútiles Law Establishements, por las que nia. En un informe del alto funcionario PARA SABER MÁS
tenía que soportar una Policía civil y una sir Burford Hancock al Ministerio de las
LEGUINECHE, M., Gibraltar. La roca en el za-
lista de pensiones, cuyos gastos no po- Colonias, se preguntaba: “¿Debe consi- pato de España, Barcelona, Planeta, 2002.
día sostener y que a la postre causarían derarse a Gibraltar una fortaleza o una SEPÚLVEDA, I., Gibraltar, la razón y la fuerza, Ma-
la ruina del Peñón. Además, el poder po- colonia?”. Si se la consideraba una co- drid, Alianza, 2004.
En La Aventura de la Historia: “Gibraltar, trescien-
lítico que habían adquirido los comer- lonia, su opinión era que la falta de
tos años de conflicto” (nº 21, julio 2000, págs.
ciantes, a través de su Cámara de Co- control del gobernador en el asenta- 14-27) y “España-Gibraltar. ¿Por qué no nos quie-
mercio, constituía un peligro para su miento de nuevos residentes y la falta ren” (nº 51,enero 2003, págs. 16-20).

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