Solo A Dios La Gloria PDF
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"Porque de Él, por El y para El son todas las cosas. A Él sea la gloria para
siempre. Amén", Romanos 11:36
Hemos llegado a la última de las Solas, Soli Deo Gloria: para la gloria de Dios
solamente. La idea detrás de este principio es doble: en primer lugar, esta
enseñanza nos deja ver que la razón por la cual Dios hace todas las cosas es
para su propia gloria. En segundo lugar, está Sola nos enseña que nosotros
deberíamos hacer todas las cosas para la Gloria de Dios.
El texto con el que iniciamos esta entrada lo resume bastante bien. Como otros
han observado, las frases “de Él”, “por Él” y “para Él” encierran todo el
contenido de este capítulo 11 de la epístola a los Romanos. Si alguien quiere
una respuesta corta de por qué las cosas tienen que ser para la gloria de Dios,
la razón es muy sencilla, y está resumida en tres proposiciones de este solo
versículo: de, por y para. Tomemos la primera frase:
“Para Él”: Colosenses 1:16 dice que el Padre hizo todo para el Hijo, y por otro
lado 1 Corintios 15:28 dice que cuando el Hijo termine de hacerlo todo, Él le
devolverá todo al Padre para que “Dios sea todo en todos”. Cuando Dios
demanda su gloria
Cuando Dios demanda que la gloria sea dada solamente a Él, Él no está
tratando de llamar la atención. Dios está satisfecho en su propia perfección,
por lo que no necesita nada. Él no está buscando que lo aplaudan y lo alaben,
puesto que después de nosotros aplaudir a Dios, nos quedamos cortos del
tributo que Él se merece. Dios no tiene necesidad de algo tan imperfecto y tan
inferior como la adoración que nosotros podemos rendirle. Esto no quiere
decir que Él no la disfruta sino que no la necesita. Dios disfruta de nuestra
adoración de la misma manera que un padre se complace en sus hijos cuando
estos han asimilado bien sus buenas enseñanzas y las reflejan en sus vidas. En
el caso de Dios, mientras mejor adorador soy, más cerca de la imagen de Su
Hijo estoy. Y mientras más cerca de esa imagen me encuentro, mejor reflejo el
propósito para el cual Él me creó. Y mientras más cerca de ese propósito me
encuentro, más plenitud de vida disfruto. Y mientras más plenitud tengo, más
gozo experimento. Y mientras más gozo experimento en Dios, más glorifico su
ser. Como bien dice John Piper, "Dios es más glorificado en nosotros, cuando
estamos más satisfechos en Él".
Ahora bien, que Dios exija que las cosas sean hechas para su gloria no significa
de ninguna manera que Dios sea egoísta. ¿Cómo lo sabemos? Contestemos
esa pregunta con otra pregunta: ¿cómo saben los hijos que un buen padre no
es egoísta cuando le piden que le respeten y le honren? Lo saben porque los
padres se pasan la vida trabajando para ellos, y se pasan la vida proveyendo
para ellos. Pero supongamos que un hijo estuviese padeciendo de una
enfermedad mortal, y que para que él poder vivir, el padre tuviera que dar su
sangre y morir, a lo que él accede. ¿Podría ese hijo acusar a su padre de haber
sido egoísta? ¡Claro que no! Eso y más, es lo que Dios ha hecho: Nos ha dado
la vida. Sostiene nuestra vida. Nos ha dado los dones y talentos que usamos
en esta vida. Ha provisto las oportunidades de la vida. Y como si eso no hubiese
sido suficiente, Dios se dio a sí mismo cuando fuimos afectados por una
enfermedad mortal, de la cual sólo podíamos salir si Él moría por nosotros, y
Él lo hizo en la persona de su Hijo. Su muerte por nuestra vida.
¿Todavía tienes duda de si Dios es egoísta cuando exige que toda la gloria sea
para Él? Para Su gloria, por nuestro bien.
Necesitamos entender que al Dios actuar para su propia gloria, los únicos
beneficiados somos nosotros. Cuando Dios despliega su poder, nada es
agregado a su ser, pero nosotros sí nos favorecemos de su poder, porque es
su diestra la que nos ha sostenido. Igual sucede cuando Dios despliega su
sabiduría; Él no se hace más sabio. O cuando nos da su gracia, Él no sufre
ningún cambio ni para bien, ni para mal… Él es Dios. Esto merece que lo
digamos otra vez: cuando Dios se glorifica a sí mismo, exhibiendo sus atributos,
los beneficiados somos nosotros, sus criaturas.
Juan 17:1 dice: “Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre,
la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti”. Cuando
Dios glorificó al Hijo, lo hizo en la cruz, y nosotros resultamos ser los principales
beneficiarios de su muerte. En la cruz, el Padre mostró el amor y la gracia del
Hijo hacia los pecadores. Cuando el Hijo glorificó al Padre, lo hizo en la cruz,
cumpliendo la obra que le había dado y satisfaciendo su justicia. Y de nuevo,
nosotros fuimos los beneficiados al no tener que ir a la condenación eterna.
Entonces, ¿cómo glorificamos a Dios?
Por último, podemos glorificar a Dios como lo hicieron los mártires. Ellos
defendieron Su verdad y murieron por Su causa. Sufrir por Su causa y darle
gracias a Dios en medio del dolor son maneras extraordinarias de glorificar su
nombre. Cristo lo hizo, Pablo lo hizo, los reformadores lo hicieron. Juan 9 nos
habla de una persona que nació ciega y estuvo ciega por años para que la gloria
de Dios se manifestara en él. Cristo no vino con la intención de pasar por esta
tierra con la menor cantidad de dolor posible. Cristo vino a desplegar la gloria
de Dios sobre la tierra, independientemente de cuánto eso costara. Y al final
le costó la vida.