Resumen Velez Loor Subrayado
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Durante el tiempo que el señor Vélez Loor estuvo recluido en la Cárcel Pública de La Palma
y el Centro Penitenciario La Joyita, el Estado reconoció que existían “entre otros,
documentados por las distintas autoridades panameñas […] los siguientes problemas:
deficiencias estructurales en los centros de detención, problemas en el suministro regular de
agua, sobrepoblación penitenciaria, deficiencia de los sistemas de clasificación de las
personas privadas de libertad, deficiencias de los programas de resocialización y educación”.
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Diego García-Sayán, Presidente; Leonardo A. Franco, Vicepresidente; Manuel E. Ventura Robles, Juez;
Margarette May Macaulay, Jueza; Rhadys Abreu Blondet, Jueza; Alberto Pérez Pérez, Juez, y Eduardo Vio Grossi,
Juez; presentes además, Pablo Saavedra Alessandri, Secretario, y Emilia Segares Rodríguez, Secretaria Adjunta.
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Tras ser deportado, el señor Vélez Loor dio noticia al Estado panameño sobre alegados
actos de tortura y malos tratos ocurridos en Panamá, tanto durante su detención en el
Darién, como mientras estuvo recluido en los referidos centros penitenciarios.
Respecto a la orden de detención 1430, la Corte consideró que era arbitraria, pues no surge
en forma clara de la misma, cuál era el fundamento jurídico razonado y objetivo sobre la
procedencia y necesidad de dicha medida, de acuerdo a los hechos del caso y las
circunstancias particulares del señor Vélez Loor. De igual modo, no surge de las normas
invocadas ni de la resolución adoptada que se estableciera un plazo de duración de dicha
medida, lo cual favorece la prolongación indebida de la detención de personas migrantes
transformándola en una medida punitiva. Por tanto, el Tribunal consideró que el Estado
violó el artículo 7.3 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en
perjuicio del señor Vélez Loor.
imponer una medida punitiva al migrante que reingresara de manera irregular al país tras
una orden de deportación previa no constituye una finalidad legítima de acuerdo a la
Convención. El Tribunal consideró que la detención de personas por incumplimiento de las
leyes migratorias nunca debe ser con fines punitivos, las medidas privativas de libertad sólo
deberán ser utilizadas cuando fuere necesario y proporcionado en el caso en concreto a los
fines de asegurar la comparecencia de la persona al proceso migratorio o garantizar la
aplicación de una orden de deportación, y únicamente durante el menor tiempo posible.
Para ello, es esencial que los Estados dispongan de un catálogo de medidas alternativas. En
consecuencia, serán arbitrarias las políticas migratorias cuyo eje central es la detención
obligatoria de los migrantes irregulares, sin que las autoridades competentes verifiquen en
cada caso en particular, y mediante una evaluación individualizada, la posibilidad de utilizar
medidas menos restrictivas que sean efectivas para alcanzar aquellos fines. Por ello, el
Tribunal estimó que el artículo 67 del Decreto Ley 16 daba lugar a detenciones arbitrarias,
en contravención con el artículo 7.3 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, en perjuicio del señor Vélez Loor.
De otra parte, la Corte indicó que la situación de vulnerabilidad en que suelen encontrarse
las personas migrantes se ve incrementada cuando por causa de su sola situación
migratoria irregular son privadas de libertad en centros penitenciarios en los que son
recluidas con personas procesadas y/o sancionadas por la comisión de delitos, tal como
ocurrió en el presente caso. Dicha situación hace que los migrantes sean más propensos a
sufrir tratos abusivos, pues conlleva una condición individual de facto de desprotección
respecto del resto de los detenidos. Por ello, de resultar necesario y proporcionado en el
caso en concreto, los migrantes deben ser detenidos en establecimientos específicamente
destinados a tal fin que sean acordes a su situación legal y no en prisiones comunes, cuya
finalidad es incompatible con la naturaleza de una posible detención de una persona por su
situación migratoria, u otros lugares donde puedan estar junto con personas acusadas o
condenadas por delitos penales. La Corte concluyó que dado que el señor Vélez Loor fue
privado de libertad en centros penitenciarios, en los cuales fue recluido junto con personas
procesadas y/o sancionadas por la comisión de delitos, el Estado violó el artículo 5.1 y 5.2
de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma.
En relación con las condiciones de detención, la Corte estimó probado que en junio de 2003,
mientras el señor Vélez Loor se encontraba recluido en el Centro Penitenciario La Joyita, se
produjo un problema en el suministro de agua que habría afectado a la población carcelaria,
además que las deficiencias en el suministro de agua potable en el referido centro han sido
una constante, y que en el año 2008 el Estado habría adoptado algunas medidas al
respecto. De otra parte, la Corte encontró probado que los servicios de asistencia médica a
los cuales tuvo acceso el señor Vélez Loor no se prestaron de manera oportuna, adecuada y
completa. La Corte determinó que las condiciones de detención en la Cárcel Pública de La
Palma y en el Centro Penitenciario La Joyita, en su conjunto constituyeron tratos crueles,
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inhumanos y degradantes contrarios a la dignidad del ser humano en violación del artículo
5.1 y 5.2 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de dicho instrumento, en perjuicio
del señor Vélez Loor.
Por último, el Tribunal dispuso que la Sentencia constituye una forma de reparación y,
adicionalmente, ordenó, entre otras medidas de reparación, que el Estado debe: a) pagar la
suma fijada en la Sentencia, por concepto de tratamiento y atención médica y psicológica
especializada, así como medicamentos y otros gastos futuros relacionados; b) continuar
eficazmente y conducir con la mayor diligencia y dentro de un plazo razonable, la
investigación penal iniciada en relación con los hechos denunciados por el señor Vélez Loor,
con el fin de determinar las correspondientes responsabilidades penales y aplicar, en su
caso, las sanciones y demás consecuencias que la ley prevea; c) adoptar las medidas
necesarias para disponer de establecimientos con capacidad suficiente para alojar a las
personas cuya detención es necesaria y proporcionada en el caso en concreto por
cuestiones migratorias, específicamente adecuados para tales propósitos, que ofrezcan
condiciones materiales y un régimen acorde para migrantes, y cuyo personal sea civil y esté
debidamente calificado y capacitado; d) implementar un programa de formación y
capacitación para el personal del Servicio Nacional de Migración y Naturalización, así como
para otros funcionarios que por motivo de su competencia tengan trato con personas
migrantes, en cuanto a los estándares internacionales relativos a los derechos humanos de
los migrantes, las garantías del debido proceso y el derecho a la asistencia consular, y e)
implementar programas de capacitación sobre la obligación de iniciar investigaciones de
oficio siempre que exista denuncia o razón fundada para creer que se ha cometido un hecho
de tortura bajo su jurisdicción, destinados a integrantes del Ministerio Público, del Poder
Judicial, de la Policía Nacional, así como a personal del sector salud con competencia en este
tipo de casos y que por motivo de sus funciones sean los primeros llamados a atender a
víctimas de tortura.
Si bien la norma que dio fundamento a la privación de la libertad del señor Vélez Loor fue
derogada mediante el artículo 141 del Decreto Ley No. 3 de 22 de febrero de 2008, la Corte
recordó que la conducta del Estado en todos sus ámbitos relativa a la materia migratoria,
debe ser concordante con la Convención Americana.