Limitaciòn Contractual
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Limitaciòn Contractual
* Este artículo es producto de las actividades desarrolladas en la investigación doctoral “Sistema ne-
gocial complejo y su incidencia en la responsabilidad civil contractual: el caso de la fiducia inmo-
biliaria de proyectos de construcción en Colombia”, en el marco del programa de doctorado en
Derecho de la Universidad Externado de Colombia, año 2018.
Fecha de recepción: 11 de octubre de 2018. Fecha de aceptación: 12 de noviembre de 2018.
Para citar el artículo: Cataño Berrío, S. E., “Línea jurisprudencial sobre las limitaciones a la
libertad contractual a la luz del derecho constitucional a la vivienda digna”, Revista de De-
recho Privado, Universidad Externado de Colombia, n.º 36, enero-junio 2019, pp. 283-300,
doi: https://doi.org/10.18601/01234366.n36.10
** Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia; profesora asociada de la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas e integrante del grupo de investigación Saber, Poder y Derecho. Alumna del doc-
torado en Derecho de la Universidad Externado de Colombia, xv promoción. Contacto: sandra.
catano@udea.edu.co. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-1863-4488.
Revista de Derecho Privado, issn: 0123-4366, e-issn: 2346-2442, n.º 36, 2019, 283-300
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Abstract. The purpose of this essay is to present the tensions between contractual
freedom, as one of the manifestations of private autonomy, and the constitutional
right to a decent house through the analysis of the jurisprudence of the Constitu-
tional Court of Colombia, to establish the controlling rules on contractual law and
obligations when there is the presence of legal business to finance a long-term house.
For this, it is related to a necessary context for the formulation of the jurisprudential
line; then, is presented the review of the analyzed sentences; ending with the pre-
sentation of the line and the existing rules about this aspect, which are mandatory of
all the legal operators, at the moment of forming and executing legal relationships
about a house loan.
Introducción
1 Al respecto cfr. Gómez R., H. J., “La política de vivienda: una estrategia para el empleo y el creci-
miento”, Debates de Coyuntura Social, n.º 10, 1998, 8-24; Molina, P., “El nuevo sistema de finan-
ciamiento de vivienda”, Economía Colombiana y Coyuntura Política, n.º 276, 1999, 36.
2 Durante el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón, en sus dos períodos 2010-2014 y 2014-
2018, se desarrollaron programas para la adquisición de vivienda tales como: Mi Casa Ya (cuota
inicial y ahorradores), subsidio a la tasa de interés no vis (vivienda de interés social) y subsidio
a la tasa de interés vip (vivienda de interés prioritario) y vis. El actual gobierno nacional de Iván
Duque Márquez busca continuar con el impulso de la edificación de viviendas en el país mediante
los programas Casa Digna, Vida Digna y Semillero de Propietarios. Cfr. Ministerio de Vivienda,
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Con ese propósito, en primer lugar, se presenta una breve referencia al contexto
que permitió la activa intervención de la Corte Constitucional en este asunto. En se-
gundo lugar, se realiza una reseña de las sentencias que conforman la línea jurispru-
dencial, así como la referencia a otras decisiones de la misma Corte que son también
importantes, aunque no integran la línea. En tercer lugar, se presenta el esquema y
la narrativa de la línea jurisprudencial, para concluir con las reglas controlantes que
existen en la actualidad sobre las limitaciones de la libertad contractual a la luz del
derecho constitucional de acceso a la vivienda digna, las cuales son imperativas para
todos los operadores jurídicos al momento de configurar y ejecutar negocios jurídi-
cos que tengan como objeto la financiación de vivienda.
4 Sobre el particular cfr. Pérez Salazar, M., “El marco constitucional de las decisiones económicas:
el caso de la financiación de vivienda en Colombia”, en Ministerio de Medio Ambiente, Vivienda y
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Desarrollo Territorial et al., Hábitat y financiación. Una estrategia para luchar contra la pobreza,
Bogotá, 2007, 169-198; Pérez Salazar, M., “Economía y fallos constitucionales. La experiencia
colombiana durante la vigencia de la Carta Política de 1991”, en Cepeda, M. J. y Montealegre, E.
(dirs.), Teoría constitucional y políticas públicas. Bases para una discusión, Bogotá, Universidad
Externado de Colombia, 2007, 807-906.
5 Corte Constitucional. Sentencia T-265 de 2015, M.P.: Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, exp.
T-3.025.186, 22.
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6 Corte Constitucional. Sentencia C-252 de 1998, M.P.: Carmenza Isaza de Gómez, exp. D-1870, 12.
7 Cabe señalar que el día 21 de mayo de 1999 la Sección Cuarta del Consejo de Estado declaró la nuli-
dad del artículo 1.º de la Resolución Externa n.º 18 del 30 de junio de 1995, de la Junta Directiva del
Banco de la República, que disponía el cálculo de la upac teniendo en cuenta en forma exclusiva un
porcentaje (74%) de la tasa del dtf, es decir de los intereses promedio que pagan los bancos comer-
ciales por los depósitos a término fijo. En esta decisión se estimó que la Junta Directiva del Banco
de la República había quebrantado en forma directa normas legales como el artículo 16 literal f de la
Ley 31 de 1992 y el artículo 134 del Decreto 663 de 1993, así como indirectamente los artículos 372
y 373 CP, por no tener en cuenta las disposiciones legales a las que debía sujetarse para el cálculo de
la upac. Cfr. Consejo de Estado, Sección Cuarta, Sala de lo Contencioso Administrativo. Sentencia
del 21 de mayo de 1999, C.P.: Daniel Manrique Guzmán, exp. 9280, 29-30.
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se extiende más allá del acceso a esta, al incluir de igual forma las condiciones para
su conservación mediante sistemas adecuados y razonables para su financiación.
Frente a esta decisión salvaron el voto los magistrados Eduardo Cifuentes Mu-
ñoz y Vladimiro Naranjo Mesa, al considerar que la Corte no era competente para
referirse a un tema técnico como la upac, con lo cual se estaba desconociendo la
autonomía de la Junta Directiva del Banco de la República. Además, luego de reali-
zar una defensa del sistema upac como medio útil para la financiación de vivienda,
señalaron que el hecho de que este funcionara en condiciones de mercado no lo hacía
de suyo inconstitucional, que más bien era necesario abogar por los intereses y el
equilibrio de todos los participantes del sistema, no solo de los deudores, debién-
dose tomar en cuenta también a los depositantes y ahorradores. En adición, dichos
magistrados se mostraron favorables al sistema de capitalización de intereses como
mecanismo para permitir la democratización del crédito.
Sentencia C-700 de 1999, M.P.: José Gregorio Hernández Galindo. La Corte
declaró inconstitucionales algunas normas que aún se hallaban vigentes del sistema
upac. También hizo alusión al desbordamiento de la obligación inicial que genera la
actualización de las deudas a valor presente en los créditos hipotecarios tomados con
el sector financiero, bajo la modalidad de la upac, e instó al Congreso de la Repúbli-
ca a producir una ley marco que regulara el tema de vivienda, antes del 20 de junio
de 2000. Este fallo confirma la línea que establece la Corte en las dos decisiones
anteriores.
En relación con esta sentencia también salvaron el voto los magistrados Cifuen-
tes y Naranjo, quienes, en síntesis, al señalar que la Corte realizó una intervención
política, manifestaron que si había llegado la hora de eliminar o transformar un pro-
ducto financiero debía ser la democracia o el mercado el encargado de hacerlo, y
que en caso contrario mal podía la Corte Constitucional, mediante una sentencia de
inexequibilidad, realizarlo.
Sentencia C-747 de 1999, M.P.: Alfredo Beltrán Sierra. La Corte declaró la
inconstitucionalidad de la capitalización de intereses contenida en el artículo 121
del Decreto Ley 663 de 1993 únicamente en relación con los créditos para la finan-
ciación de vivienda a largo plazo. En tal sentido, la Corte, de nuevo, estableció un
tratamiento diferencial de los créditos para adquisición de vivienda, al indicar que la
capitalización de intereses en estos negocios resultaba violatoria del artículo 51 CP,
porque el Estado debe hacer efectivas las condiciones de acceso a la vivienda digna
y facilitar su pago a largo plazo en condiciones adecuadas. Además, la capitalización
de intereses en estos créditos, a juicio de la Corte, terminaba excediendo la capaci-
dad de pago de los deudores.
Nuevamente los magistrados Cifuentes y Naranjo salvaron su voto argumentan-
do que la capitalización de intereses por sí misma no generaba la imposibilidad de
pago de los deudores, sino que lo hacía la confluencia de otros factores, como las va-
riaciones del mercado y el nivel de ingresos de los deudores. También cuestionaron
el hecho de que la Corte excluyera de este sistema de financiación, indistintamente,
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todos los supuestos de crédito para la adquisición de vivienda, esto por considerar
que, si bien existen adquirentes de vivienda de interés social, también hay quienes
realizan la adquisición de suntuosas viviendas. En suma, afirmaron que la sentencia
de la Corte no aportaba evidencia empírica que demostrara que el sistema upac, por
sí mismo, implicaba que el deudor viera rebasada su capacidad de pago.
Sentencia C-664 de 2000, M.P.: Fabio Morón Díaz. En este fallo la Corte deci-
dió la exequibilidad de una norma del código de procedimiento civil (art. 554 inc.
4.º, modificado por el art. 1.º num. 302 del Dcto. 2282 de 1989) que permitía el
cobro, mediante proceso ejecutivo, de toda la deuda en caso de mora en el pago de
una sola cuota (cláusula de aceleración del pago). El demandante consideró que esta
norma era contraria al derecho a la vivienda digna, al estimar que muchos de estos
créditos están contenidos en contratos por adhesión con entidades financieras y que
la posibilidad de estas de iniciar procesos hipotecarios por la totalidad de la deuda
podía generar la pérdida de los inmuebles para los deudores.
En esta sentencia, contrario a lo que venía haciendo la Corte en los fallos an-
teriores con una posición de mayor protección hacia los deudores de créditos de
vivienda a largo plazo, el alto tribunal estimó que no existía violación alguna a nor-
mas constitucionales como el artículo 51, y que debía prevalecer en estos casos el
principio de la autonomía privada, pudiendo por tanto las partes pactar libremente
las cláusulas aceleratorias para darle sentido a sus negocios, siempre y cuando no se
desconozcan los derechos de los demás ni el orden jurídico.
Esta posición de la Corte es reiterada luego en la sentencia C-332 de 2001, M.P.:
Manuel José Cépeda Espinosa, al declarar constitucional el artículo 69 de la Ley 45
de 1990 sobre cláusula de exigibilidad anticipada o aceleratoria en los créditos, en la
que se manifestó que dichas cláusulas no son en sí mismas contrarias al deber de no
abusar de los derechos, en este caso de la libertad de contratación, por cuanto ellas
se fundamentan en el principio de la autonomía privada, insistiendo en lo dispuesto
por la Corte en la sentencia C-664 de 2000 sobre esta materia.
Llama la atención que en el fallo de 2001 el alto tribunal manifestó que no era
competente para pronunciarse en este evento sobre la hipótesis del pacto de cláu-
sulas aceleratorias en contratos por adhesión, y señaló que la ley ha previsto que
entidades como la Superintendencia Bancaria (hoy Financiera) velen por el mayor
poder de negociación y por evitar los desequilibrios contractuales protuberantes.
Adicionalmente, en esta sentencia la Corte afirmó que “[e]n materia comercial, los
contratantes buscan promover un interés privado de tipo económico, lo cual no tiene
un límite expreso en el principio de solidaridad establecido en la Constitución”8. Y
señaló también que esto no resulta contrario al deber de respetar el principio de la
buena fe en las relaciones contractuales, con un obrar honesto y leal.
8 Corte Constitucional. Sentencia C-332 de 2001, M.P.: Manuel José Cepeda Espinosa, exp. D-3083,
12-13.
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Sentencia SU-846 de 2000, M.P.: Alfredo Beltrán Sierra. Este fallo contiene
la revisión de dos acciones de tutela interpuestas por deudores del sistema upac. El
problema jurídico radicaba en establecer si la tutela era el mecanismo procedente
para ordenar la suspensión de los procesos ejecutivos en curso, con el fin de obtener
la reliquidación de unos créditos contratados bajo el sistema upac con fundamento
en lo resuelto en las sentencias C-383 y C-747 de 1999. En esta decisión la Corte,
al tutelar los derechos que estimó vulnerados en uno de los casos, afirmó que los
contratos de mutuo para la adquisición de vivienda son contratos dirigidos, toda vez
que no se rigen de manera absoluta por la autonomía privada sin limitación alguna,
sino que exigen la intervención del Estado para garantizar el interés público y las
finalidades sociales, lo que admite, por tanto, limitaciones a la autonomía privada.
Frente a esta decisión, los magistrados Cifuentes y Naranjo salvaron el voto
por estimar que la Corte había violado la cosa juzgada constitucional al ordenar la
reliquidación de un crédito anterior a las sentencias C-383, C-700 y C-747 de 1999,
las cuales tenían efectos hacia el futuro, no en forma retroactiva.
Sentencia C-955 de 2000, M.P.: José Gregorio Hernández Galindo. Se realiza
en este fallo el control de constitucionalidad de la Ley 546 de 1999 (ley marco de
vivienda), expedida por el Congreso de la República en atención a lo ordenado en la
sentencia C-700 de 1999. Este fallo también se puede considerar como hito en la ma-
teria, por el hecho de continuar con la consolidación de la especial protección de los
deudores de créditos de vivienda a largo plazo, adquiridos con el sector financiero.
En la decisión se establece que las tasas de interés en los créditos de vivienda deben
ser intervenidas por el Estado, y que no se pueden pactar por los contratantes en un
plano de absoluta autonomía por cuanto en dichas relaciones se presenta una ruptura
del equilibrio contractual. Lo anterior en atención a la garantía constitucional de la
vivienda digna y la democratización del crédito.
De nuevo los magistrados Cifuentes y Naranjo salvaron su voto aduciendo que
la Corte usurpó las funciones que correspondían al legislador para desarrollar el de-
recho a la vivienda digna, como también las facultades propias de la Junta Directiva
del Banco de la República al intervenir de forma permanente la tasa activa de los
créditos de vivienda y de los destinados a la construcción.
A su turno, el magistrado Álvaro Tafur Galvis, quien también salvó su voto,
estimó que la fijación de una tasa máxima de interés en los términos en que lo hizo
la Corte, para los créditos de vivienda, si bien está llamada a proteger a los deudores,
deja de lado los intereses de los ahorradores y de las propias entidades financieras, lo
que podría generar un riesgo de desequilibrio para todo el sistema toda vez que “no
parecen basarse en términos reales del sistema económico definido en la Constitu-
ción vigente, que al propio tiempo que impone finalidades sociales reconoce la libre
iniciativa dentro del bien común”9.
9 Corte Constitucional. Sentencia C-955 de 2000, M.P.: José Gregorio Hernández Galindo, exps.
D-2823 y D-2828, 179-180.
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[292] S a n d r a E l i a n a C ata ñ o B e r r í o
10 Corte Constitucional. Sentencia C-936 de 2013, M.P.: Eduardo Montealegre Lynett, exp. D-4468, 39.
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[294] S a n d r a E l i a n a C ata ñ o B e r r í o
Luego de este recorrido por las sentencias revisadas, se pasa a proponer el esquema
de la línea para la posterior formulación de las reglas controlantes que se hallaron.
Dicho esquema contiene el planteamiento del problema jurídico o pregunta de sali-
da, así como las dos posiciones que se identificaron en las sentencias analizadas, con
el propósito de establecer la tendencia constitucional que en la actualidad existe en
relación con la problemática concreta.
De acuerdo con este esquema es posible señalar la existencia en la Corte Consti-
tucional de una línea jurisprudencial sólida y consolidada que permitió reestructurar
todo el sistema de financiación de vivienda a largo plazo, mediante la fijación de
unas reglas detalladas con las cuales se optó por favorecer a los deudores hipoteca-
rios, en atención al contexto antes referido, lo que implicó unas restricciones en el
ejercicio de la libertad contractual para los acreedores hipotecarios representados
por las entidades financieras.
Esta posición es la que en el esquema se denomina tendencia proteccionista,
en la que prevalece el interés general, como postura dominante dentro del balance
constitucional. En tal sentido, mediante las decisiones de la Corte se intervino en
asuntos de derecho privado en relación con la celebración y ejecución de negocios
jurídicos para la adquisición de vivienda con el sector financiero y su contenido obli-
gacional, como la regulación de las tasas de interés, la capitalización de los créditos,
el equilibrio contractual y modalidades contractuales como el leasing habitacional,
en procura del interés general que en estos negocios se encuentra involucrado, como
también en observancia de la garantía constitucional del derecho a la vivienda digna.
Frente a este último aspecto, no solo en relación con el acceso a la vivienda, sino
también con la posibilidad de su conservación mediante la existencia de sistemas
adecuados de financiación de los créditos a largo plazo, con el fin de hacer efectiva
también la democratización del crédito.
En contraste, la posición liberal o de prevalencia de la libertad contractual solo
fue defendida por los magistrados Cifuentes y Naranjo en varios salvamentos de
voto, como también por Tafur Galvis en otro salvamento, y en las sentencias C-664
de 2000 y C-332 de 2001. En estos salvamentos y sentencias se optó por el libre ejer-
cicio de la autonomía privada, ante la necesidad de atender a los intereses de todos
los actores del sistema financiero: deudores, depositantes, ahorradores y entidades
financieras, así como por un papel más preponderante del mercado en la autorregu-
lación de los diversos intereses involucrados en los negocios jurídicos de crédito.
Cabe precisar, como ya se señaló en la reseña de las sentencias, que la posición
de Cifuentes y Naranjo, en sus salvamentos, se dirigía también a cuestionar las in-
tervenciones de la Corte en asuntos técnicos y la usurpación de las competencias
que tenían otros órganos del Estado, como el Congreso de la República y la Junta
Directiva del Banco Central, sosteniendo incluso que estos fallos de la Corte tenían
un carácter político, que excedían sus funciones jurisdiccionales.
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Tabla 2. Relación entre libertad contractual y vivienda digna
Línea
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Martelo
Sentencias hito: consolidadoras de línea.
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Conclusiones
Referencias
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trosa (trad.), Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1995.
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[298] S a n d r a E l i a n a C ata ñ o B e r r í o
Gómez R., H. J., “La política de vivienda: una estrategia para el empleo y el creci-
miento”, Debates de Coyuntura Social, n.º 10, 1998, 8-24.
López Castro, Y., “Un derecho constitucional para el derecho a la vivienda”, Prece-
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López Medina, D. E., El derecho de los jueces, 2.ª ed., Bogotá, Legis, 2007.
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Pérez Salazar, M., “El marco constitucional de las decisiones económicas: el caso
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D-3493.
Corte Constitucional. Sentencia C-332 de 2001, M.P.: Manuel José Cepeda Espino-
sa, exp. D-3083.
Corte Constitucional. Sentencia C-955 de 2000, M.P.: José Gregorio Hernández Ga-
lindo, exps. D-2823 y D-2828.
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T-281.861 y T-288.090.
Corte Constitucional. Sentencia C-664 de 2000, M.P.: Fabio Morón Díaz, exp.
D-2699.
Corte Constitucional. Sentencia C-747 de 1999, M.P.: Alfredo Beltrán Sierra, exp.
D-2421.
Corte Constitucional. Sentencia C-700 de 1999, M.P.: José Gregorio Hernández Ga-
lindo, exp. D-2374.
Corte Constitucional. Sentencia C-383 de 1999, M.P.: Alfredo Beltrán Sierra, exp.
D-2294.
Corte Constitucional. Sentencia C-524 de 1995, M.P.: Carlos Gaviria Díaz, exp.
D-920.
Corte Constitucional. Sentencia C-367 de 1995, M.P.: José Gregorio Hernández Ga-
lindo, exp. D-835.
Corte Constitucional. Sentencia C-560 de 1994, M.P.: José Gregorio Hernández Ga-
lindo, exp. D-640.
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