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La Estrategia de Jesús 1
Asamblea Apostólica de la fe en Cristo Jesús México
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2 Manual para Grupos de Amistad 2014
En el Templo y por las Casas, Manual 2014

52 Lecciones para Grupos de Amistad
© 2014
Apostolic Assembly of the Faith in Christ Jesus,
10807 Laurel Street, Rancho Cucamonga, California, 91730.
www.apostolicassembly.org
Secretaría de Educación Cristiana.
Editor:
Obispo Ismael Martín del Campo.
Escrito por
Gabriel Pereira das Neves,
Editado por
Obispo Ismael Martín del Campo.
Diseño, portada e interiores:

Eliseo Martín del Campo.
Comité Estrategia de Jesús:

Obispo Ismael Martín del Campo
Obispo Joe Aguilar
Pastor Rogelio Razo
Pastor Andy Provencio
Obispo Arcadio Peña
Obispo Francisco Quezada
Obispo Elías Paez
Pastor Misael Zaragoza
Pastor Steve Morán
Pastor Arturo Oceguera
Pastor Jimmy Morales
Impreso en los Estados Unidos de América.
Asamblea Apostólica de la fe en Cristo Jesús

En el
Templo
y por las
Casas
52 Lecciones
para Grupos de Amistad
Manual 2014
Asamblea Apostólica
de la Fe en Cristo Jesús


Presentación
E
l 2013 y el 2014 han sido años de gran
crecimiento en la Asamblea Apostólica.
Dios nos concedió realizar en los Esta-
dos Unidos de América:
a) Más de 7,000 bautismos en el nombre de Jesucristo en el 2013.

b) Más de 3,200 bautismos en el primer semestre del 2014.
c) Establecer 3,500 Grupos de Amistad, que funcionan cada semana.
d) Y una asistencia semanal de más de 30,000 personas en células.
El compromiso nacional e internacional de la Asamblea Apos-

tólica con el programa de Estrategia de Jesús está dando una gran
cosecha de nuevos creyentes.
Y para seguir respaldando este proyecto, presento el nue-

vo Manual 2014 de 52 lecciones para Grupos de Amistad, “En
el Templo y por las Casas”.
Mi agradecimiento al misionero Gabriel Pereira Das Neves quien

redactó estas hermosas lecciones y a Ismael Martín del Campo III,
que hizo la revisión editorial de todas ellas.
Este manual estará disponible en español, inglés, italiano, por-

tugués y suajili, Dios mediante, para servir a nuestras iglesias en
todo el mundo.
Dios está bendiciendo al movimiento apostólico con un nue-

vo avivamiento. Una característica de este, es una renovada pa-
sión por alcanzar con la palabra de vida a hombres y mujeres de
toda raza, nación y lengua. ¡Damos gloria a Dios por cómo El está
guiando a su Iglesia en el siglo XXI!
Obispo Ismael Martín del Campo,

Secretario de Educación Cristiana

Indice
Lección 1. CREE QUE DIOS SE INTERESA EN TI 9
Lección 2. CONVIÉRTETE EN UN NIÑO 13
Lección 3. DEJA LA EXCUSA DE LADO 18
Lección 4. AFIRMA TU CASA EN LA ROCA 24
Lección 5. NUNCA LE CREAS A FARAÓN 29
Lección 6. MUERE PARA VIVIR 34
Lección 7. NO CONFÍES EN TI MISMO 40
Lección 8. LA MÁS GRANDE BIENAVENTURANZA 46
Lección 9. CRISTO AMÓ A LA IGLESIA 53
Lección 10. LA SEGURIDAD DE ESTAR EN CRISTO 58
Lección 11. EL SACERDOCIO ESPIRITUAL 64
Lección 12. UNA ANTORCHA EN LA OSCURIDAD 70
Lección 13. MANTENIÉNDONOS SANTOS 76
Lección 14. LA FE QUE NOS FUE DADA 81
Lección 15. UN PUEBLO SABIO 87
Lección 16. UNA IGLESIA QUE BUSCA A DIOS 93
Lección 17. DISCÍPULOS 100
Lección 18. CONSTANTES EN LA ORACIÓN 107
Lección 19. UN EJÉRCITO EN ORDEN 113
Lección 20. TU CAMINO 121
Lección 21. TUS PENSAMIENTOS 126
Lección 22. TU LUGAR 132
Lección 23. TUS PLANES 138
Lección 24. TUS RELACIONES 143
Lección 25. TU DEVOCIÓN 149
Lección 26. TU GOZO 154

Indice
Lección 27. CONOZCAMOS EL FUTURO 160
Lección 28. EL REY REGRESARÁ 165
Lección 29. EL RELOJ DE DIOS 170
Lección 30. UNA PROFECÍA ESCONDIDA 175
Lección 31. UNA SEÑAL PARA LA IGLESIA 180
Lección 32. EL LEVANTAMIENTO DE LA IGLESIA 185
Lección 33. EL TIEMPO DE NUESTRA VISITACIÓN 190
Lección 34. EL CIELO VERSUS EL INFIERNO 196
Lección 35. LA HORA DE SU JUICIO 202
Lección 36. DIGNO ES EL CORDERO 208
Lección 37. SEÑALES DEL FIN 213
Lección 38. YO TAMBIÉN TE GUARDARÉ 219
Lección 39. VIVE LA AVENTURA DE LA FE 225
Lección 40. CONFÍA EN SU PALABRA PODEROSA 231
Lección 41. MANEJA LAS CARGAS DE LA VIDA 236
Lección 42. ÉL ES QUIEN NOS DA LA VICTORIA 242
Lección 43. RECUPERA EL SEXTO SENTIDO 247
Lección 44. CUÉNTASELO TODO A ÉL 252
Lección 45. RESUELVE EL CONFLICTO INTERNO 257
Lección 46. EL PORQUÉ DE LAS DIFICULTADES 262
Lección 47. CUANDO EL ARROYO SE SECA 268
Lección 48. NO SE SUELTE DEL SEÑOR 273
Lección 49. UNA VASIJA NUEVA 280
Lección 50. EN MEDIO DE LA CRISIS 286
Lección 51. EL VASO QUEBRADO 293
Lección 52. BOTINES DE GUERRA 299


Lección 1
CREE QUE
DIOS
SE INTERESA
EN TI
Rompe-hielo: La práctica de dar desinteresadamen-
te está desapareciendo. ¿Verdadero o falso?
Salmos 139.1-4: “Oh Jehová, tú me has examinado y cono-

cido. Tú has examinado mi sentarme y mi levantarme; has entendido
desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo,
y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en
mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda”.
1. Introducción
Comenzamos esta serie, “Siete Claves Para Entrar al Cielo”,
con un sencillo pero significativo tema: el del interés que Dios
tiene en cada uno de nosotros.

Lamentablemente todos en alguna ocasión hemos puesto en

tela de juicio esta verdad. Quién no se ha preguntado alguna vez:
“¿Realmente piensa Dios en mí?” o “¿Escuchará Jesús mis oracio-
nes?” Bajo determinadas circunstancias de la vida muchos hemos
llegado a decir: “¡Dios se ha olvidado de mí! ¡Dios a mí no me
quiere! ¡Él ya no se interesa en mi situación!”
Pero la Palabra de Dios nos enseña que lo contrario es lo

cierto. Dios tiene cuidado de nosotros. Él no consiste en una
fuerza impersonal, como el Panteísmo y la Nueva Era lo concep-
túan. Dios no es un gran rayo de energía cósmica, carente de toda
sensibilidad y emociones. ¡No! Nuestro Dios está vivo; Él piensa y
siente; Él es amoroso y misericordioso; Él conoce todas nuestras
necesidades; Él piensa todo el tiempo en nosotros; Él oye nuestra
oración e interviene en nuestras situaciones, justo cuando Él lo
considera oportuno.
2. DIOS SE INTERESA PARTICU-

LARMENTE EN NOSOTROS
Un hombre vino al servicio en nuestra iglesia y no le gustó
nada oír a todos los hermanos orando juntos en voz alta; así que
dijo: “¡Ustedes no oran bien! ¿Cómo puede Dios escuchar sus
oraciones si todos lo hacen al mismo tiempo?”
Como personas finitas –lo contrario de infinito, los seres hu-

manos sólo podemos seguir una línea de pensamiento a la vez.
El presidente de un país puede salir por la TV diciendo que está
muy preocupado por las necesidades de su gente; pero jamás
podrá conocer la situación de cada ciudadano en particular. La
gente de una nación nunca dirá: “Mi presidente me conoce bien;
él está preocupado por mi problema y estoy seguro de que hará
algo al respecto”.

Dios, en cambio, puede ocuparse de todos los asuntos o ne-

cesidades que desee, al mismo tiempo. Él es Omnipresente, Om-
nisciente y Omnipotente; es decir, Él se encuentra en todo lugar
simultáneamente; Él todo lo sabe y Él todo lo puede hacer. Es
muy importante que cada uno reconozca y confíe en los atribu-
tos de Dios, aunque nos resulten difíciles de entender ahora.
El patriarca Job, el apóstol Pablo y otros siervos de Dios

se declararon incompetentes para descifrar a Dios. El rey Da-
vid exclamó: “Alto es, no lo puedo comprender.” Salmos 139.6.
Pero también dijo, y con mucha seguridad: “Aunque esté afligido
y necesitado, Jehová pensará en mí”. Salmos 40.17. Nosotros
también necesitamos confiar en el poder y la misericordia de
Dios, plenamente.
3. DIOS TIENE CUIDADO DE NO-

SOTROS
Debemos mirar a Dios con los ojos de la fe y estar seguros
de que sus pensamientos hacia nosotros siempre son buenos:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, pen-
samientos de paz y no de mal…” Jeremías 29.11. Y aunque
en muchas ocasiones Dios permita que pasemos por caminos
difíciles y extraños, “sabemos que Dios dispone todas las cosas para
el bien de quienes lo aman” Romanos 8.28 DHH.
La sabiduría de los pensamientos de Dios es muy grande.

Todos nos equivocamos muchas veces, pero Dios jamás se equi-
voca. Sus caminos son perfectos y hay muchas pruebas de ello en
su creación. Por ejemplo, el planeta Tierra gira sobre su propio
eje a unos 1.700 kilómetros por hora. Si esa velocidad bajara a
1.500 km/h, los días y las noches se alargarían, el sol nos quemaría
en el verano y el frío nos congelaría en el invierno, acabándose en
poco tiempo la vida.

Leamos Lucas 12.22-31 y pensemos: si Dios cuida de la

naturaleza, ¡cuánto más cuidará de ti y de mí! ¡Qué hermoso es
meditar en esto! Dios está al control de todas las cosas, y eso nos
incluye a cada uno de nosotros. Pero para poder vivir bajo este
cuidado hay una condición establecida: “Buscad, más bien, el reino
de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.” V. 30.
El verso 30 es muy importante porque nos enseña que nues-

tra necesidad principal en la vida es buscar de Dios. Muchos se
sienten abandonados por Dios, pero la realidad es que no lo bus-
can como Él pide, y como resultado de ello viven llenos de ansie-
dad y preocupación.
Ante esto, Dios responde: “Buscadme y viviréis” Amós 5.4.

Pablo aconseja: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vues-
tras peticiones delante de Dios en toda oración…” Filipenses
4.6. Y Santiago nos asegura: “Acercaos a Dios, y él se acercará a
vosotros.” (4.8).
4. CONCLUSIÓN
Hoy tú puedes cambiar tus pensamientos negativos y pe-
simistas por otros muy diferentes. Puedes comenzar a confiar
que Dios está contigo, dispuesto a ayudarte en toda situación. Él
nunca desampara a sus hijos. Él se preocupa genuinamente por tu
vida. ¡Nadie se interesa en ti más que Jesús!
¿Qué pasos vas a dar en los próximos días para buscar más
de Dios?

Lección 2
CONVIÉRTETE
EN UN
NIÑO
Rompe-hielo: ¿Hay alguna experiencia de tu niñez

que recuerdes especialmente? Compártela por favor.
Marcos 10.13-15: “Le presentaban niños para que los toca-

ra, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo
Jesús, se indignó y les dijo: —Dejad a los niños venir a mí, y no se lo
impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo que
el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.”
1. Introducción
Vamos a conocer otra clave para entrar al reino de Dios.
Los textos bíblicos de esta lección fueron tomados de la Biblia
versión Reina-Valera 1995.

Los adultos creemos comúnmente que somos ejemplo de

los niños; que los niños aprenden y progresan al imitarnos a no-
sotros. Pero en el texto bíblico de hoy, Jesús afirma lo contrario:
si alguien quiere ser salvo y entrar al reino de Dios, necesita
aprender de los niños. “De cierto os digo que el que no reciba el
reino de Dios como un niño, no entrará en él.” V. 15.
¿Puede una persona adulta recibir a Jesús como si fuese un

niño? Consideremos cuatro maneras de hacerlo.
2. CONVIÉRTE EN UN NIÑO
¿Por qué Jesús dice que debemos ser como un niño? Tal vez
la mejor manera de responder a esta pregunta es planteándonos
esta otra: ¿Cómo son los niños?
Los niños poseen entusiasmo, pasión por la vida y mucha

capacidad de sorprenderse y alegrarse. Los niños son sencillos,
enseñables, humildes y sinceros (¡a veces demasiado sinceros!).
Los niños tienen fe absoluta en sus mayores, son inocentes, es-
pontáneos. Los niños no emplean hipocresía, no guardan rencor,
no envidian, no tienen malicia, ni prejuicios —excepto aquellos
que los adultos con frecuencia les inculcamos.
El desafío que Jesús nos hace hoy a cada uno, es que recupe-
remos las virtudes que teníamos en nuestra niñez; esas cualida-
des que el paso de los años nos ha ido quitando.
3. HUMÍLLATE COMO UN NIÑO

En el reino de Jesús no es mayor el que más sabe, o el que
más tiempo ha vivido. Un hermano ya entrado en años le dijo a
otro más joven: “Yo tengo 30 años en esta Iglesia”, a lo que el jo-
ven respondió: “Lo que usted tiene es un año repetido 30 veces”.
¿Por qué le habrá respondido así?

Mateo 18.1-5: “En aquel tiempo los discípulos se acercaron a

Jesús y le preguntaron: —¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
Llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: —De cierto
os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos. Así que cualquiera que se humille como este niño,
ese es el mayor en el reino de los cielos.Y cualquiera que reciba en mi
nombre a un niño como este, a mí me recibe.”
De acuerdo a esta porción del evangelio, nadie puede entrar

al cielo si primero no “se vuelve” como un niño. “Volverse” impli-
ca transformación total. No es suficiente con que aparentemos
cambios. Jesús dice que el mayor en su reino es aquel que se hu-
milla como un niño. Esto significa cambiar auténticamente.
Humillándonos y convirtiéndonos al Señor de corazón, reci-

bimos de Él la capacidad para reconocer nuestras debilidades y
aceptar toda su ayuda. Nadie debería enorgullecerse de su fuerza
o capacidad, o pensar que puede bastarse a sí mismo; mucho me-
nos creer que es mejor que otros.Véase Romanos 12.3.
4. ALABA A DIOS COMO UN NIÑO

Leamos Isaías 29.13. Desde el comienzo, Dios ha recla-
mado una completa entrega y rendición de nuestra parte. Dios
siempre ha buscado una relación personal con cada uno de sus
hijos. Pero el “mandamiento de hombres” o la religión, muchas
veces ha malogrado esa relación.
La paradoja es que “religión” significa “volver a unir a los

hombres con Dios”. ¿Por qué siendo tan noble el propósito de
la religión, ésta llega a ser un obstáculo entre Dios y nosotros?
Porque muchas veces confiamos más en ella que en Aquél que
murió en la cruz para salvarnos. Así es: la religión no salva. ¡Cristo
lo hace!

Mateo 21.14-16: “Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos,

y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las
maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y
diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes
lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los
niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?”
Mientras Jesús disfrutaba de las aclamaciones de aquellos

muchachos, los líderes del templo manifestaban su disconformi-
dad. La respuesta de Jesús: “Dios ha perfeccionado la alabanza de
la boca de los niños”. Aquí asoma otro importante principio: la
mejor alabanza para Dios es la que los niños le ofrecen. Véase
Salmos 8.2.
La alabanza de nuestros servicios y reuniones puede acom-

pañarse de buenos músicos y cantantes, así como del mejor y
más moderno equipamiento, pero si ella no es motivada por una
sincera admiración a Jesús, no es de recibo por parte de Él. La
alabanza que es aceptable y perfecta para Dios es la que nace de
un corazón sincero y puro, como el de un niño.
5. DESEA LAS COSAS ESPIRITUALES

COMO UN NIÑO
1ª Pedro 2.1-3: “Desechad, pues, toda malicia, todo engaño,
hipocresía, envidias y toda maledicencia, y desead, como niños recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis
para salvación, ya que habéis gustado la bondad del Señor.”
Pedro nos recuerda que el objetivo más importante de todo

recién nacido es su crecimiento. El bebé sano, cuando no está
durmiendo, está comiendo; y viceversa. En otras palabras, en sus
primeros días de vida el niño invierte casi todo su tiempo en
descansar y alimentarse, porque crecer es su prioridad.

Así también nosotros, como si fuésemos niños recién naci-

dos, debemos sentir el anhelo ferviente por las cosas de Dios; su
Palabra, su presencia y su poder. Si damos prioridad a estas cosas,
creceremos apropiadamente en nuestra vida espiritual, al igual
que un niño crece sanamente si se alimenta bien.
6. CONCLUSIÓN
Una advertencia final: ser como niños no implica inmadurez
o simpleza. Dios es equilibrado y nos dice cómo debemos balan-
cear nuestro carácter cristiano. 1ª Corintios 14.20: “Herma-
nos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en cuanto a
la malicia y maduros en cuanto al modo de pensar.”
Nuestra búsqueda diaria del reino de Dios y nuestro modo

de vivir como si fuésemos niños, sin duda causarán rechazo y
críticas por parte de quienes no conocen a Jesús; pero sirvan de
advertencia para ellos y de consuelo para nosotros, estas asom-
brosas palabras:
“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os

digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre
que está en los cielos.” Mateo 18.10.
• ¿Qué significado encuentras a este último texto bíblico?
• ¿Qué cualidad/es has perdido con el paso de los años y

hoy quisieras recuperar?
• ¿Qué pasos darás para ello?

Lección 3
DEJA
LA EXCUSA
DE LADO
Rompe-hielo: ¿Qué piensas de esta frase: “La excusa

es media hermana de la mentira”?
1. Introducción
Cuando no podemos cumplir con lo prometido, cuando lle-
gamos tarde a un compromiso, cuando olvidamos algo, etc. nos
seduce la idea de presentar cualquier excusa. Existe una excusa
para todo, o casi todo. Una frase dice que “nadie es culpable de
nada, desde que se inventó la excusa”. Pero si nosotros queremos
avanzar en la vida, debemos poner la excusa a un lado y asumir
nuestra responsabilidad particular.

Continuando con esta serie de claves para entrar al reino

de Dios, vamos a considerar siete historias bíblicas que nos ayu-
darán a comprender la seriedad del problema de la excusa; así
como a resolverlo, con la ayuda de Dios.
2. “LA MUJER QUE ME DISTE”

Génesis 3.9-12: “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:
¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo,
porque estaba desnudo; y me escondí.Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó
que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no
comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compa-
ñera me dio del árbol, y yo comí.”
Con una sencilla confesión como respuesta a Dios, Adán hu-

biera resuelto su problema de culpabilidad ante Él, pero en lugar
de ello, optó por endilgar culpas a su esposa, e incluso ¡a Dios
mismo! Nota el tono de reproche en su expresión “la mujer que
me diste”, como queriendo decir: “Señor, si tú no me la hubieras
dado, esto no habría sucedido”.
3. “ES QUE YO NO SÉ HABLAR”

Éxodo 4.10-14: “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor!
nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas
a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová
le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y
al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo
estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.Y él dijo: ¡Ay,
Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar. Entonces Jehová
se enojó contra Moisés…”
Moisés era perseguido por los fantasmas de su pasado. Dios

se enoja cuando por nuestros temores no asumidos tratamos

de convencernos y aún de convencerlo a Él, de que somos

incapaces de lograr algo que Él promete que vamos a lograr,
sin estamos confiando en su poder. ¿No crees que a Moisés le
faltaba fe en Dios?
4. “EN MI PAÍS ME IRÍA MEJOR”

2ª Reyes 5.9-14: “Y vino Naamán con sus caballos y con su
carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le
envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y
tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado,
diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie
invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lu-
gar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores
que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también
limpio? Y se volvió, y se fue enojado. Mas sus criados se le acercaron y
le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran
cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? Él
entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme
a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de
un niño, y quedó limpio.”
El nacionalismo, la altivez y los prejuicios están detrás de mu-

chos pretextos. La excusa de Naamán, de que en su país había
mejores ríos que el Jordán, casi hace que pierda su oportunidad
de recibir la sanidad. ¿Cuántas oportunidades estamos dejando
escapar nosotros por causa de nuestros prejuicios?
5. “SOY DEMASIADO JOVEN”

Jeremías 1.4-9: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor

Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.Y me dijo Jehová: No

digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo
que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para
librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me
dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.”
El joven Jeremías tenía sentimientos de insuficiencia y em-

pleó su falta de autoestima como excusa para evadir el llamado
de Dios en su vida. Nadie es demasiado joven o inexperiente, si
el Señor lo quiere usar, y Jeremías lo pudo comprobar fehacien-
temente en su ministerio profético.
6. “TUVE MIEDO DE TI”

Lucas 19.20-23: “Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu
mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo
de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste,
y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu
propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo
que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste
mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con
los intereses?”
La verdadera razón de que este siervo guardó el dinero no

fue el miedo, o la supuesta severidad de su señor, sino su desleal-
tad y negligencia. Debemos asumir que estos mismos problemas
están en nosotros.
7. “NADIE ME AYUDA”
Juan 5.2-7: “Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las
ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cin-
co pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y
paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel

descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el

que primero descendía al estanque después del movimiento del agua,
quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un
hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando
Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me
meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy,
otro desciende antes que yo.”
Este es un típico caso de autocompasión y quejas. El paralíti-

co sólo tenía que responder a la pregunta de Jesús con un fuerte
“¡Seguro que sí!” Pero qué bueno que el Señor, en su gran mise-
ricordia, de todas formas lo sanó (V. 8).
8. “AHORA ESTOY DEMASIADO

OCUPADO/A”
Lucas 14.15-20: “Un hombre hizo una gran cena, y convidó
a muchos.Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convi-
dados:Venid, que ya todo está preparado.Y todos a una comenzaron a
excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a
verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas
de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.Y otro dijo: Aca-
bo de casarme, y por tanto no puedo ir.”
Tal vez este sea uno de los relatos más elocuentes de Jesús
en cuanto a la salvación; una historia muy representativa tam-
bién de nuestra manera de responder a las invitaciones de Dios.
Parece que el principal problema del hombre de este tiempo es
estar demasiado ocupado como para buscar a Dios. Necesitamos
revisar nuestra lista de prioridades hoy mismo, ya que la historia
de la gran cena nos indica que Dios no insistirá indefinidamente.
Véanse los versos 21-24.

9. CONCLUSIÓN
Llega un punto de la vida en que se acaban las excusas. Si no
hemos querido o no hemos sabido cómo enfrentar algo, debe-
mos admitirlo ahora, y dejar la auto-justificación. Así como Dios
obró en Naamán, Jeremías o el paralítico, hará con cada uno de
nosotros, si le somos sinceros.
Ahora mismo Jesús está ofreciéndote la oportunidad de un

nuevo comienzo con Él; pero para que eso suceda, tú debes dejar
toda excusa de lado.
• ¿Puedes mencionar alguna excusa que recuerdes haber

dicho o pensado?
• ¿Qué pasos darás próximamente para vencer la fea cos-

tumbre de presentar excusas?

Lección 4
AFIRMA
TU CASA
EN LA ROCA
Rompe-hielo: ¿Has estado en alguna catástrofe na-

tural, terremoto, huracán, etc.?
Comparte tu experiencia.
Mateo 7.24-27, Biblia Dios Habla Hoy: “Por tanto, el que

me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que cons-
truyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron
los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la
roca. Pero el que me oye y no hace lo que yo digo, es como un tonto
que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos,
soplaron los vientos y la casa se vino abajo. ¡Fue un gran desastre!”

1. INTRODUCCIÓN
En agosto de 2005 un potente e inesperado huracán de ca-
tegoría cinco azotó el Atlántico Sur. Por tratarse de un fenómeno
climático completamente inusual en esas latitudes, gobiernos y
población no estaban preparados para lidiar con el mismo. Los
vientos destruyeron todo a su paso en varias ciudades del sur
de Brasil y Uruguay. Muchas personas murieron, casi todas ellas
aplastadas por árboles o sus propias casas, las cuales no habían
sido construidas de manera que pudieran resistir la fuerza de los
huracanes.
En el año 2010, se produjo en Haití un terremoto de siete

grados en la escala de Richter, el cual mató a unas 300.000 per-
sonas en Puerto Príncipe y sus alrededores. Nuevamente, la prin-
cipal causa de las muertes fue el derrumbe de las viviendas, que
en su gran mayoría no poseían estructuras anti-sísmicas y por lo
tanto se desmoronaron con el terremoto.
Algunas semanas después, en la región central de Chile se re-

gistró otro terremoto, de 8 grados. Éste causó también un poten-
te tsunami en el Océano Pacífico. Pero llamativamente, el número
total de personas que fallecieron en Chile por el terremoto de
2010 fue de apenas unos cientos.
Teniendo similares poderes destructivos las catástrofes men-

cionadas, ¿por qué esa gran diferencia en el número de víctimas
fatales? La respuesta es sencilla: donde se construyeron casas
bien cimentadas, sobre sólidas bases, el número de derrumbes
fue ínfimo; pero en los lugares donde las casas estaban construi-
das de manera rudimentaria o improvisada, los derrumbes fueron
muchísimos.

2. EL MUNDO ENTERO SE DERRUMBA

Ahora démosle una mirada al mundo. La naturaleza ha sido
dañada a gran escala. Sus recursos se están acabando con ra-
pidez. Cada día, los programas y portales de noticias informan
de nuevas enfermedades, guerras, terrorismo, protestas masivas,
hambrunas, y mucho más.
La violencia y el delito se están apoderando de ciudades gran-

des y pequeñas. Las cárceles de todo el mundo se están viendo
desbordadas. El promedio de edad de los delincuentes es cada
vez más bajo. Nuevas y más complejas formas de delito surgen
todo el tiempo.
Los sistemas educativos, de salud y de pensión colapsan en

todas partes. Los índices de divorcio, drogadicción, prostitución,
tráfico de personas, abortos, etc. aumentan incesantemente. Los
matrimonios, los hogares, los gobiernos, las naciones; todas las
instituciones humanas están fracasando.
El mundo entero se derrumba, aplastando a las naciones bajo

el peso de una crisis sin precedentes.
¿Qué significa todo esto? Tú debes saber que esto sólo es el

prólogo, el mero comienzo de un tiempo de terrible sufrimiento
que vendrá sobre los moradores de la Tierra. Considera luego
San Mateo capítulo 24 y Apocalipsis capítulos 6 al 18. En estos
y otros pasajes, la Palabra de Dios nos habla de desastres mun-
diales de grandes proporciones, que ocurrirán en el marco de lo
que Jesús llamó la Gran Tribulación (Mateo 24.21).
La Gran Tribulación se desatará ni bien Cristo haya recogido

a su Iglesia, y nadie que viva sobre la Tierra en ese momento
podrá escapar de sus efectos, que se prolongarán durante siete
largos años. En vano intentará el hombre atajar estas cosas.

3. JESUCRISTO, LA ROCA
Nos preguntamos, ¿cómo se llega a esta situación? ¿Es Dios
el causante de los desastres que están llegando? No, en absoluto.
El hombre es el culpable. El hombre que ha levantado su casa, es
decir su sistema de valores, su cultura, su filosofía y su religión so-
bre las inestables arenas de su propio pensamiento, es el causante
de su propia y universal ruina.
El hombre ha puesto su confianza en sí mismo, y se ha olvi-

dado del Creador. Es mucha la gente que no presta atención a la
manera en que está construyendo su vida, ni se detiene a pensar
que, dependiendo de la base sobre la cual edifica su casa hoy, es
cómo le irá en el día de mañana. Pero mientras el gran terremoto
se acerca inexorable (Apocalipsis 6.12), la Palabra de Dios
continúa recordándonos que Jesucristo es la Roca y el único ci-
miento seguro sobre el cual podemos construir nuestra vida.
Y ¿qué significa edificar nuestra casa sobre la Roca? Significa

poner nuestra fe en Jesús; no una fe religiosa o superficial, sino
una fe obediente y total. Levantar la casa sobre la Roca es poseer
una confianza fuerte en Dios, por medio de la cual podemos de-
pender completamente de Él y sus promesas. Esta fe verdadera
es la que nos da la certeza de que todo lo que Dios dice en su
Palabra es verdad y que todo lo que Él nos ordena hacer es bue-
no para nosotros. Fe es saber que si le entregamos nuestra vida
a Cristo y le servimos en obediencia a su Palabra, nos irá bien,
sin importar qué clase de inclemencias lleguen a nuestra vida.
Leamos el Salmo 15.
4. CONCLUSIÓN
Hermano, amigo, aunque ahora mismo te estén golpeando
las oscuras aguas de la maldad y los huracanados vientos de los

problemas, todavía estás a tiempo de empezar a construir tu casa

sobre Jesucristo, la Roca. Jesús te garantiza que, si tomas esta
sabia decisión, tu casa jamás caerá.
• ¿Hay alguien aquí que quiera comenzar a asegurar su fu-

turo en Cristo?
• ¿Quién desea convertirse en esa persona prudente, que

oye y obedece lo que Dios dice?
• ¿Qué pasos darás en los siguientes días para afirmar tu

casa en la Roca?

Lección 5
NUNCA
LE CREAS
A FARAÓN
Rompe-hielo:
¿Has sido engañado con alguna oferta engañosa de esas que
aparecen en televisión?
Hechos 7.17-19:
“Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que Dios ha-

bía jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, hasta
que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José. Este rey, usan-
do de astucia con nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de
que expusiesen a la muerte a sus niños, para que no se propagasen.”

1. INTRODUCCIÓN
Continuando con nuestra serie “Claves para entrar al cielo”,
estudiaremos ahora la interesante historia de cómo Israel fue li-
berado de la esclavitud de Egipto por medio de Moisés, mientras
que el faraón hacía todo lo posible por impedirlo. Faraón es una
figura que representa a Satanás; la nación de Egipto viene a ser un
tipo del mundo, e Israel una sombra de la Iglesia.
2. LA ASTUCIA DE FARAÓN
Muchos años después de que José murió, las cosas cam-
biaron desfavorablemente para los hebreos que vivían en Egip-
to. Por aquel entonces, se levantó un nuevo faraón, el cual se
auto-proclamó dios y llegó a ser un rey malvado y cruel; un
déspota que oprimió al pueblo de Israel con tenacidad, durante
décadas.
El plan de Faraón iba mucho más allá de querer reducir la

tasa de natalidad de los hebreos. Su verdadero propósito era
destruir por completo al pueblo de Dios. ¿Lo lograría? No; por
el contrario, lo que conseguiría sería la decadencia de su propia
nación, hasta el día de hoy.
Dios, compadecido de los suyos a causa de su esclavitud, le-

vantó a Moisés y por medio de él trajo sucesivas plagas a Egipto,
con el fin de doblegar a su terco rey. Estudia en casa el libro de
Éxodo, capítulos 7 al 11, para un mejor entendimiento de este
tema.
Fueron diez plagas en total y en cada ocasión –hasta la pe-

núltima de ellas, parecía como que el faraón les daría la ansiada
libertad; pero luego “cambiaba de parecer”. Lo que el rey hacía

en verdad era jugar “el juego del gato y el ratón” con Moisés y su
pueblo. Consciente de que al final perdería la muy conveniente
servidumbre de Israel, Faraón trató de arrebatar a Israel al me-
nos tres preciadas riquezas que Dios le había entregado:
3. LA CONSAGRACIÓN
Éxodo 8.25–27: “Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón,
y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra.Y Moisés
respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová
nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos
la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían?
Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a
Jehová nuestro Dios, como él nos dirá.”
Dios exige completa separación del mundo; la amistad con

el mundo es enemistad con Él (Santiago 4.4). Puesto que los
egipcios adoraban a la vaca, se escandalizarían viendo a Israel
sacrificar ganado a Jehová. Por eso Israel debía salir de Egipto, y
por eso el creyente de hoy debe “salir y separarse”. “Salid de en
medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo
os recibiré.” 2ª Corintios 6.17. En otras palabras, no podemos
ofrecer adoración sin antes obtener consagración.
Éxodo 8.28:
“Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jeho-

vá vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por
mí.” “¡No sean fanáticos!” dice el mundo. “Está bien tener religión,
pero no lo tomes tan en serio”. Aquí tenemos la tentación de
ser “creyentes fronterizos”, tratando de estar cerca del mundo
y cerca de Dios al mismo tiempo. Pero la consagración que Dios
nos pide es total (Apocalipsis 3.15-16).

4. LA FAMILIA
Éxodo 10.7–11:
“Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será

este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que
sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya
destruido? Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el
cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que
han de ir? Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con
nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras
ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta so-
lemne para Jehová.Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os
voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está
delante de vuestro rostro! No será así; id ahora vosotros los varones, y
servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis.Y los echaron de
la presencia de Faraón.”
Hacer lo que Faraón quiere significa dejar a la esposa y a los

hijos en el mundo. La fe involucra a toda la familia, no sólo a los
hombres. Es el privilegio del esposo y padre guiar a la familia a las
bendiciones del Señor.
5. LA PROVISIÓN DE DIOS
Éxodo 10.24–26: “Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y
dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras
vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.Y Moisés respondió:
Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para
Jehová nuestro Dios. Nuestros ganados irán también con nosotros; no
quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a
Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová
hasta que lleguemos allá.”

Mediante astucia y ofrecimientos tentadores, Satanás busca

apoderarse de nuestra riqueza material, para impedir que sirva-
mos con ella al Señor. Todo lo que tenemos pertenece a Cristo.
Qué tragedia es entregar en las manos de Satanás lo que el Señor
nos ha provisto (Malaquías 3.8–10).
6. CONCLUSIÓN
Moisés estaba plenamente persuadido de que no podía tener
compromisos de ningún tipo con Satanás en el mundo, si deseaba
seguir agradando a Dios; por eso rehusó ceder ante cada uno de
los arreglos que Faraón le propuso. Cuidado, pues podemos pen-
sar que vamos bien, mientras tratamos de apaciguar al mundo,
de negociar con él. Dios exige obediencia total, completa separa-
ción. Así que, ¡nunca le creamos a Faraón!
• ¿Recuerdas alguna ocasión en que confiaste en Faraón?

¿Cómo terminó eso?
• ¿Qué piensas hacer la próxima vez que Faraón llegue a tu

vida con sus propuestas?

Lección 6
MUERE
PARA
VIVIR
Rompe-hielo: La muerte, ¿es buena o mala?

Mateo 28.6: “No está aquí; pues ha resucitado, como dijo.
Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.”
1. INTRODUCCIÓN
Mucha gente visita las pirámides egipcias, que contienen
cadáveres de grandes reyes. La ciudad de París es muy visitada
también, por sus catacumbas repletas de cadáveres. En la ciudad
de Madrid, España, existe “El Valle de los Caídos”, donde quedó
sepultado el cuerpo del general Franco, caudillo de España. Y así

por el estilo, en muchos países existen panteones y monumentos

mortuorios muy frecuentados.
Se trata de lugares famosos por lo que contienen; pero existe

un pequeño monumento, a mucha distancia de aquí, en la ciudad
de Jerusalén, el cual es famoso por lo que NO contiene. Estamos
hablando de la tumba de nuestro Señor Jesucristo, que ha estado
vacía por los últimos 2.000 años.
2. JESUCRISTO VIVE Y REINA

Al considerar el tema de la resurrección de Cristo, algunos
seguramente lo asocien con cierta semana del año, cuando mu-
chedumbres cargan una imagen de yeso y le rinden devoción, con
rostros ensombrecidos. Mucha gente mira a Cristo de esa forma,
con una corona de espinas en su frente, sangrante, malherido y
humillado. Pero, ¿qué dice la Palabra de Dios sobre todo este
asunto?
La Biblia enseña que Cristo ya no está clavado en la cruz, ni

sepultado en una tumba; nos dice que Él vive y reina sobre todo
y sobre todos: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies.Y él puso su
diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de
los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” Apo-
calipsis 1.17-18.
3. UNA RESURRECCIÓN INIGUALABLE

Aunque en la historia bíblica la resurrección de nuestro Se-
ñor Jesús no es la única, ella es absolutamente excepcional e in-
comparable. En el Antiguo Testamento encontramos el caso del
hijo de la viuda de Sarepta, resucitado por el profeta Elías (1ª

Reyes 17.20-23); y el del cadáver que resucitó cuando cayó

sobre los huesos del profeta Eliseo (2ª Reyes 13.20-21).
En el Evangelio, hallamos también la resurrección de la niña

de doce años, la del joven de Naín y la de Lázaro, el amigo de
Jesús (busca en casa las escrituras que relatan estas historias ma-
ravillosas). Después de Cristo hubo otros casos de resurrección,
como el de los santos que aparecieron vivos en Jerusalén cuando
Él resucitó (Mateo 27.52-53) y el de Tabita, que fue resucitada
por el apóstol Pedro (Hechos 9.40-41).
Entonces, ¿por qué decimos que la resurrección de Jesús es

inigualable? En primer lugar, por el hecho de que mientras los de-
más resucitados volvieron a morir, Cristo se levantó de la muerte
en forma definitiva. Oseas 13.14 se refiere a esto: “Oh muerte,
yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol.”
Pablo agrega: “Cristo ha resucitado de los muertos; primicias

de los que durmieron es hecho.” 1ª Corintios 15.20, lo que
significa que Cristo es el primero –las primicias, de todos los que
esperamos ser resucitados, y que un día (no lejano), los creyentes
resucitaremos para no volver a morir, así como Él lo hizo.
En segundo lugar, Jesús resucitó por su propio poder. Antes

de ser crucificado Él dijo: “...yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder
para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” Juan 10.17.
Pensemos. Al salir de su tumba, Lázaro estaba atado de ma-

nos y pies, completamente envuelto en lienzos, por lo que Jesús
pidió que lo desataran y dejaran ir (Juan 11.44). Pero cuan-
do Pedro y Juan encontraron vacía la tumba de Jesús, hallaron
sus lienzos allí, justo donde antes había estado su cuerpo (Juan
20.5-6). Lázaro necesitó ser desatado, pero Jesús escapó de sus
lienzos sin ayuda de nadie.

Cuando Lázaro resucitó, el apóstol Juan dice que la piedra

que sellaba su tumba tuvo que ser removida por otras personas,
para que él pudiera salir. Pero la piedra de la tumba de Jesús
no necesitó ser removida por nadie. Al llegar las tres mujeres al
amanecer del tercer día, la piedra ya había sido quitada. ¿Quién lo
había hecho? El Señor mismo la quitó; y no para poder salir, ¡sino
para que el mundo pudiera ver su tumba vacía!
4. UNA LECCIÓN DEL ANTIGUO

TESTAMENTO
En Israel, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo una
vez al año, para interceder por el pueblo. La gente se congregaba
en el patio exterior, aguardando su salida con expectativa. Si el
sacerdote regresaba luego del sacrificio, era porque los pecados
de la nación habían sido perdonados un año más.
El sonido de las campanillas del manto sacerdotal se oía desde

afuera, indicando que el sacerdote seguía con vida adentro. Véase
Éxodo 28.34-35. Si el sonido se detenía y/o el sacerdote no
aparecía después de cierto tiempo, concluían que él había muerto,
seguramente porque su sacrificio no había satisfecho a Dios.
Por esta razón, y como nadie más podía entrar al lugar san-
tísimo, los israelitas comenzaron a atar una soga larga al tobillo
del sacerdote, para poder sacar su cuerpo si éste moría. Pero si
el sacerdote salía, la gente prorrumpía en alabanzas a Dios, cele-
brando que sus pecados habían sido perdonados nuevamente.
Un día, Cristo nuestro gran Sumo Sacerdote entró al Lu-

gar Santísimo para ofrecer el más excelente sacrificio por los
pecados de los demás: Él ofreció su propia vida. Después volvió
victorioso de la muerte, y por eso sabemos que tenemos el per-

dón de nuestros pecados en su nombre. Ahora Jesús vive y se

hace presente cuando nos congregamos en su nombre (Mateo
18.20). Ahora le podemos alabar, exaltar y adorar con todo el
corazón. Véase Hebreos 9.24-28. Todavía más, Jesús está dentro
de nosotros (1ª Corintios 6.19).
5. LA PARADOJA DE LA SEMILLA
Leamos Juan 12.23-26. Aquí Jesús habla de la semilla, la
cual produce vida muriendo. En esto hay una paradoja, palabra
que significa: “idea opuesta a la común opinión de las personas”.
También la vida cristiana resulta paradojal, o extraña, para la ma-
yoría de la gente.
Los incrédulos sólo piensan en divertirse y sacar provecho

de sus días, porque entienden que hay mucho que vivir y disfrutar
antes de morir. Pero Jesús enseña lo contrario: que para vivir, pri-
mero hay que morir. Él nos dice que debemos aborrecer y perder
nuestra vida, para ganar la vida eterna (V. 25).
El mejor ejemplo de esto lo constituyó Él mismo, muriendo

y siendo sepultado, igual que un grano de trigo cuando cae en
tierra y muere (V. 24). Pero aunque la semilla muere, en cier-
to sentido nunca lo hace, porque después se transforma en una
planta que produce fruto, y otras semillas que sólo así pueden
ser formadas.
Aquella Semilla sepultada en Jerusalén hace veinte siglos, mu-

rió, pero al mismo tiempo hizo que muchas semillas pudieran
nacer. Esta es la lección y el propósito de la semilla: morir para
vivir. La Iglesia de Jesús es el precioso fruto de aquel grano que
cayó a tierra y murió. Cada uno de nosotros, como creyente, es
el resultado de la muerte, sepultura y resurrección de nuestro
Señor Jesucristo.

6. CONCLUSIÓN
En el V. 26 leemos: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo es-
tuviere, allí también estará mi servidor…” Nuestro Señor Jesucristo
nos llama a servirle, a seguirle e ir adonde Él fue. En otras pala-
bras, Jesús nos llama a morir para que vivamos con Él.
• ¿Qué piensas tú de este tema?
• ¿Qué significado tiene para ti la frase “morir para vivir”?
Ahora lee Gálatas 2.20 e identifica elementos de tu vida

que deberían morir para que Cristo viva en ti.

Lección 7
NO
CONFÍES
EN TI MISMO
Rompe-hielo: ¿Qué es lo primero que viene a tu

mente cuando oyes la palabra ‘individualismo’?
Salmos 118.8:
“Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre.”
1. INTRODUCCIÓN
El versículo que hoy estamos considerando se encuentra
exactamente en el centro de la Biblia. Esto pudiera parecer una
casualidad, pero difícilmente lo sea, incluso para quienes creen

en ellas. Esto más bien nos hace pensar que Dios lo colocó allí
debido a que la verdad que dicho texto encierra es de lo más
trascendente para el ser humano. Con esta lección finalizamos la
serie “Siete Claves Para Entrar al Cielo”.
2. EL DESAFÍO DE CONFIAR EN DIOS

Dios siempre está buscando personas que confíen en Él, que
permitan que Él las salve y luego las emplee para sus altos propó-
sitos. Sin embargo, parece que en cada generación Él tiene dificul-
tades para hallar personas así: “Miré y no había hombre” Jeremías
4.25. “Recorred…y mirad… si halláis hombre que busque la verdad;
y yo lo perdonaré” Jeremías 5.21. “Y busqué entre ellos hombre
que se pusiese en la brecha...y no lo hallé” Ezequiel 22.30. “…no
hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” Romanos 3.12.
Sucede que el ser humano tiene serios problemas para con-

fiar en Dios. Hoy demostraremos no sólo la realidad de este
hecho, sino también que una de sus principales causas es nuestra
auto-confianza. Podemos afirmar que si para alguien es difícil con-
fiar en Dios, lo es porque no desea o no puede dejar de confiar
en sí mismo.
3. LA DIFERENCIA ENTRE SAÚL Y

DAVID
Saúl y David, primero y segundo en el trono de Israel res-
pectivamente, tuvieron más en común de lo que muchos pien-
san. Tuvieron los mismos privilegios, las mismas oportunidades,
la misma bendición de Dios. Ninguno de los dos buscó ser rey;
ambos fueron elegidos directamente por Dios. Incluso los dos
fueron ungidos por el mismo profeta.

Saúl, al igual que David, tuvo humildes orígenes (1ª Samuel

10.22,27) y experiencias espirituales con Dios (1ª Samuel
10.5-10). Ambos comenzaron de manera muy similar. ¿Cuál fue
entonces la diferencia entre ellos? Respuesta: la manera en que
terminaron. David fue un hombre de Dios hasta el final de sus
días. Saúl no. David murió con honra. Saúl no.
Al principio, Saúl y David tuvieron una buena relación, al

punto de que David alcanzó a ser el yerno de Saúl. Sin em-
bargo, mientras uno emprendía su ascenso, el otro empezaba
a bajar. Llegó el día en que las vidas de ambos se cruzaron, y
a partir de allí David se afianzó en su ascenso, y Saúl en su
descenso.
Pensemos...
El que Dios haya salvado a una persona y comenzado a em-

plearla para su gloria, no garantiza del todo que esa persona con-
tinúe siendo lo que Dios desea, por el resto de su vida. Alguien
puede comenzar bien y terminar mal. Alguien puede ser aproba-
do y luego desaprobado por Dios.
¿Qué causó el descenso de Saúl y el ascenso de David? La re-

acción que uno y otro tuvieron ante la crisis y las situaciones de
dificultad; es decir, el manejo que cada uno dio a sus problemas.
Los problemas de la vida sirven para revelar nuestro carácter;
más que todo, ellos muestran lo que hay en nosotros.
Ante las dificultades, David conocía el “teléfono” de Dios.

Saúl en cambio, ante cada problema que se le presentó, fue cayen-
do más y más en la confianza en sí mismo. Cuando David pecó,
se arrepintió. Cuando Saúl pecó, ni siquiera intentó regresar al
punto donde había perdido el rumbo, sino que trató de justificar
sus pecados.

4. CINCO PECADOS DE SAÚL

(1) No esperar. 1ª Samuel 13.11-14: “Entonces Samuel
dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me
desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los
filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los
filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová.
Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Lo-
camente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios
que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu
reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero.
Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová
ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no
has guardado lo que Jehová te mandó.”
Israel entra en guerra contra los filisteos. Samuel se va por

siete días y le dice a Saúl que lo espere para ofrecer el sacrificio
a Dios. Saúl no espera y ofrece el sacrificio. Samuel regresa y le
reclama: “¿Qué hiciste?” Saúl le contesta: “Se me desertaba (dis-
persaba) el pueblo”. Saúl nunca reconocía su pecado, sino que
solía depositar sus culpas sobre los demás. El no saber esperar
revela impaciencia. Impaciencia es falta de confianza en Dios. En
otras palabras, impaciencia es síntoma de incredulidad y auto-
confianza.
(2) Obediencia parcial. 1ª Samuel 15.3,9,13-15:

“Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apia-
des de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas,
ovejas, camellos y asnos.Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo
mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados,
de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo
lo que era vil y despreciable destruyeron. Vino, pues, Samuel a Saúl, y
Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de
Jehová. Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido

de vacas es este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Ama-
lec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas
y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo
destruimos.”
Samuel le dice a Saúl que destruya todo. Pero Saúl sólo des-
truye lo que para él es vil y menospreciado. La obediencia parcial
es realmente desobediencia. Lo que hunde a muchos creyentes
no son los grandes pecados sino las “casi obediencias”. Obedien-
cia parcial equivale a rebelión. Saúl no debía decidir, evaluar o in-
terpretar órdenes; él sólo debía obedecer, pero no podía hacerlo
porque tenía un corazón rebelde.
(3) Juramentos, votos y maldiciones. 1ª Samuel

14.24: “Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel
día; porque Saúl había juramentado al pueblo, diciendo: Cualquiera que
coma pan antes de caer la noche, antes que haya tomado venganza
de mis enemigos, sea maldito.” Hablando así Saúl creía que actuaba
de manera espiritual... y eso hacía precisamente: actuaba.
(4) Egolatría. 1ª Samuel 15.12: “Madrugó luego Samuel

para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel,
diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumen-
to.” Saúl erigió un monumento… al yo. Al hacerse una imagen, él
desafió a Dios. Éxodo 20.4.
(5) Celos y envidia. 2ª Samuel 21.2-3. “Los gabaoni-

tas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos,
a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl
había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de
Judá. Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros,
o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Je-
hová?” Los últimos días de Saúl estuvieron llenos de celos y envi-
dias. La envidia siempre conduce a matar a alguien.

5. CONCLUSIÓN
Saúl jamás se humilló, confesando sus pecados a Dios; y cuan-
do lo hizo, sólo fue en apariencia: “Entonces Samuel le dijo: Jehová
ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo
tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no menti-
rá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta.
Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de
los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo
para que adore a Jehová tu Dios.” 1ª Samuel 15.28-30.
Saúl era muy consciente de su pecado, pero tenía un ego

demasiado grande como para cambiar de camino y “quedar mal”
delante de otros. Para él las apariencias eran más importantes que
la aprobación de Dios.Así que, en medio de sus derrotas, fracasos
y pecados, él escogía confiar en sí mismo y auto-convencerse de
que podía continuar así.
Seguro pensó cosas tales como: “yo superaré estos obstáculos”;

“me las arreglaré para salir de este problema”; “¡yo puedo!” Pero, ¿sa-
bes qué? ¡Nunca fue así! Y nadie ha llegado muy lejos confiando en sí
mismo/a. Por eso el Señor nos invita a confiar en Él: “Mejor es confiar
en Jehová que confiar en el hombre.” Salmos 118.8.
• ¿Quisieras dejar de parecerte a Saúl, y llegar a ser más

como David? ¿En qué aspecto de tu vida?
• ¿Qué pasos darás en los próximos días para lograrlo?
• Lee en casa los salmos 20 y 37. Estudia también Prover-

bios capítulos 3 y 4.

Lección 8
LA MÁS
GRANDE
BIENAVENTURANZA
Rompe-hielo: ¿Qué es lo primero que viene a su

mente cuando oye la palabra ‘bienaventurado/a’?
1. INTRODUCCIÓN
Cantares 6.10
Expresa una pregunta de hondo significado: “¿Quién es ésta

que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida
como el sol, imponente como ejércitos en orden?” Con la ayuda de
Dios, responderemos a esta pregunta a través de la serie “Doce
Respuestas a Cantares 6.10”.

Leamos Mateo 16.13-20. ¿De qué manera es bienaventu-

rada la Iglesia de Jesucristo? En esta escritura Jesús anuncia la for-
mación de la Iglesia, la única institución que Él estableció; explica
el papel que los discípulos tendrían en su edificación; y promete
la victoria final de ella sobre las fuerzas del mal. Se trata de tres
grandes temas que merecen nuestra atención: (1) El fundamento
de la Iglesia. (2) La responsabilidad de la Iglesia. (3) La seguridad
de la Iglesia.
2. LO QUE LA GENTE PENSABA

DE JESÚS (vv. 13–14)
En primer lugar, el Maestro preguntó a sus discípulos acerca
del concepto popular sobre su persona. La contestación que re-
cibió nos enseña que a Jesús la gente lo consideraba mayormente
como a un profeta resucitado. Herodes creyó que Jesús era Juan
el bautista, quien había regresado de los muertos; unos decían
que era Elías aparecido para preparar el camino del Mesías; y
otros, que Jesús era el profeta Jeremías.
3. LA BIENAVENTURANZA DE PE-
DRO (vv. 15-17)
Después Jesús interroga a sus apóstoles directamente. Pedro
responde en nombre del grupo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente”. Era la primera vez que alguien llamaba “Mesías” (Cristo)
a Jesús, y tan acertada fue esta respuesta de Pedro, que Jesús lo
llamó ‘bienaventurado’. ¿Por qué? Porque ni Pedro ni sus com-
pañeros obtuvieron el conocimiento expuesto en esa confesión
por medio de enseñanzas humanas o instituciones terrenales,
sino por directa revelación de Dios.Véase Lucas 10.22.

Tan magnífica bendición del conocimiento de Jesús era y es

una verdadera bienaventuranza, pues conduce al goce de mu-
chas otras bendiciones. Por eso, antes de esperar más favores
de Dios, el ser humano debe comprender primero quién es Je-
sús. Esta es la más grande bienaventuranza que podemos tener:
conocer a Cristo. La Iglesia de Jesús es bienaventurada como
ninguna otra, pues ella sabe quién es Jesús. La palabra “bien-
aventuranza” bíblicamente se relaciona con bendición, gracia,
salvación y gloria.
4. JESÚS ANUNCIA A SU IGLESIA

(v. 18a)
Cronológicamente, esta es la primera vez que la palabra Igle-

sia es mencionada en el N.T. La palabra griega ‘Ekklesia’ translite-
rada al castellano como ‘Iglesia’, designa una asamblea pública de
ciudadanos, y también una congregación. Estas dos ideas se com-
binan en la palabra Iglesia para referirse a un grupo de personas
llamadas afuera con un fin. Nosotros somos llamados afuera por
Dios, para una misión específica (Juan 15.16).
La promesa de Jesús fue crear una institución que sirviera

como agencia para extender el reino de Dios en la Tierra. El
término Iglesia abarca por lo menos tres cosas: (1) El conjunto
de creyentes en Cristo de todos los pueblos y todas las razas
y culturas, purificados por la sangre de Jesús y renovados por
el bautismo de su Espíritu Santo. (2) La iglesia local, o un con-
junto de discípulos de Cristo de un lugar, unidos por su fe en
lo que Jesús ha enseñado, y comprometidos a hacer lo que Él
ha mandado. (3) La doctrina bíblica, los dones espirituales, el
aspecto institucional y la esperanza de la Iglesia en las promesas
de Dios.

Una aclaración en cuanto a la expresión, “tú eres Pedro, y so-

bre esta roca edificaré mi iglesia”: la roca sobre la cual Cristo cons-
truiría su Iglesia es la confesión de Pedro, no Pedro mismo. Pedro
no puede ser el fundamento porque Cristo es el único fundador
y fundamento de la iglesia: 1ª Corintios 3.11; Efesios 2.20.
Al decir “mi” Iglesia, Jesús nos hace ver que Él es su dueño y que
Él mismo es quien la edifica.
5. LA VERDADERA MISIÓN DE LA
IGLESIA
La iglesia que Jesús fundó es, esencialmente, no tanto una
organización, sino un organismo vivo en el cual habita el Espíritu
de Dios. Por eso el gobierno de la iglesia debe ser teocrático, en
el sentido de que Cristo es la cabeza y cada miembro debe estar
sometido al señorío de Cristo en su vida y decisiones.
La Iglesia es un compañerismo de creyentes en Cristo, uni-

dos por su compromiso con Cristo y por su misión en el mundo.
Disciplinas y actividades como el congregarse, cantar, orar, estu-
diar la Biblia, etc. sólo son medios que empleamos para alcanzar
nuestro máximo fin, que es guiar a otros a los pies de Cristo.
Nunca confundamos el medio con el fin. Si nuestra iglesia no está
ganando a los perdidos, más allá de todos los programas que ten-
ga, no está cumpliendo su misión.
Nuestra misión se puede resumir en que equipamos a los

santos para que exalten a Cristo y evangelicen al mundo. Los
apóstoles, especialmente el apóstol Pablo, entendieron esta mi-
sión y fundaron núcleos de creyentes en todo el mundo, llamán-
dolos ‘iglesias’. Las iglesias de Cristo deben ser siempre fieles a
ese compromiso misionero.

6. EL PODER DE ATAR Y DESATAR

(v. 19)
Mateo 18.18 y Juan 20.23 nos dicen que además de

Pedro, los otros apóstoles también recibieron la autoridad de
“atar y desatar”, es decir, enseñar cuál es el único y verdadero
camino de salvación. Ellos recibieron potestad de declarar salvo
al creyente que diera frutos de arrepentimiento y de su fe en
Cristo Jesús.
Pero la prerrogativa más especial de “atar” y “desatar”, se

relaciona con prohibir o permitir cosas. Atar es prohibir. Desatar
es permitir.Así como los sacerdotes del A.T. y los primeros maes-
tros de la iglesia primitiva ejercían la disciplina y decidían las cues-
tiones del día con respecto a la obra de Dios, también la iglesia
de hoy tiene autoridad de arreglar sus negocios, admitir o excluir
miembros, sancionar o censurar una práctica o doctrina; todo en
conformidad con las enseñanzas de las Escrituras y el discerni-
miento que Jesús nos ha otorgado por medio de su Espíritu.
Los términos “atar” y “desatar” y el término “llaves” hablan

del mismo tema. Las llaves sirven para cerrar y abrir puertas.
“Las llaves del reino” se refiere a la autoridad para abrir la puerta
de entrada a la salvación a quienes reúnan las condiciones para
poder entrar: arrepentimiento y fe en Cristo. También se refiere
a la autoridad de cerrar las puertas a los que no reúnen estas
condiciones.
Pedro utilizó estas llaves con gran autoridad en el día de Pen-

tecostés cuando proclamó el primer sermón apostólico y dio en-
trada a tres mil personas al reino de Dios. Los demás creyentes
fieles de todos los siglos hemos continuado utilizando esta autori-
dad, para introducir millones de personas en el reino de Dios.

7. EL TRIUNFO DE LA IGLESIA
(v. 18b)
“…y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Hades

se refiere al lugar de los difuntos, el mundo de los muertos, que
a veces se representaba como una ciudad con puertas. El Hades
es actualmente el opuesto al reino de Dios. El hecho de que sus
puertas “no prevalecerán” significa al menos tres cosas:
(1) Después de dar su vida en la cruz, el Señor procedió a abrir

las puertas del Hades para dejar salir a los salvos. Véase
Mateo 27.52. En otras palabras, Jesús venció a la muerte,
y por tal motivo la Iglesia no muere. Pablo enseña que los
creyentes que han “dormido” y están en la tumba, un día,
según la promesa de Cristo, se levantarán, de acuerdo con
el capítulo 15 de 1ª Corintios.
(2) Hay una lucha feroz entre el Hades y el reino de Dios, por
causa de nosotros. Desde sus comienzos la Iglesia ha sido
perseguida violentamente, y continúa siéndolo (infórmese
de ello en el sitio www.persecucion.org). Todo el tiempo
nosotros recibimos embestidas y golpes del adversario,
pero Dios no permite que las fuerzas del enemigo nos ven-
zan, pues las puertas del Hades no pueden prevalecer con-
tra la Iglesia.
(3) Es cierto que la muerte y el infierno son el destino de los

incrédulos, pero la Iglesia tiene la misión gloriosa y el poder
para librar a los hombres de ese destino e introducirlos en
el reino de Dios, donde hay vida eterna.
Véase Colosenses 1.12–13.

8. CONCLUSIÓN
Mateo 16.20. Parece contradictorio que Jesús prohibiera
a los discípulos que predicasen en ese momento que Él era el
Cristo; pero Jesús tenía una razón para ello. Sus discípulos no de-
bían publicar la verdad hasta después de Su resurrección, porque
en ese momento no se encontraban preparados para soportar la
persecución que se desataría, ni para emplear correctamente las
llaves del reino; lo estarían sólo cuando recibieran la llenura del
Espíritu Santo, en Pentecostés.
La primera vez que Jesús vio a Pedro le dijo: “Tú eres Simón...
Tú serás llamado Cefas —que significa piedra” Juan 1.42 RV95.
Aquello fue una promesa de lo que Pedro llegaría a ser, por la
gracia de Dios. Este es el proceso que Cristo quiere completar
en la vida de cada uno de nosotros. Aunque ahora mismo no
seamos todo lo que Dios desea, lo realmente importante es que
conozcamos a Cristo y nos esforcemos en servirle:
“…el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.” Da-

niel 11.32. Con el tiempo, Él nos transformará en la clase de
personas que tiene planeado que seamos. No obstante, y por el
inmenso hecho de saber quién es Jesús, somos desde ya las per-
sonas más bienaventuradas de esta Tierra.
• ¿Piensa usted que necesitamos apreciar más la bienaven-

turanza de conocer a Cristo?
• ¿Cómo planea demostrar su gratitud a Jesús por haberle

concedido este privilegio?

Lección 9
CRISTO
AMÓ
A LA IGLESIA

mente cuando oye la palabra ‘matrimonio’?
Efesios 5.25-27: “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí

mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lava-
miento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha.”
1. INTRODUCCIÓN
Este es un pasaje bíblico acerca del amor de Cristo por su Igle-
sia. El amor de Cristo hacia la Iglesia es sincero, puro y constante, a

pesar de todas las fallas de ella. La Iglesia y los creyentes no dejare-

mos de tener de manchas y arrugas hasta que lleguemos a la gloria,
pero aun así, Cristo se entregó por nosotros para santificarnos
en este mundo y glorificarnos en el venidero. Dios se entregó por
todos nosotros para otorgarnos libertad de la culpa, de la conta-
minación y del dominio del pecado; sin embargo, sólo aquellos que
se santifican aquí, serán glorificados por Él en el más allá.
2. “CRISTO AMÓ A LA IGLESIA, Y SE

ENTREGÓ A SÍ MISMO POR ELLA”
Cristo se entregó al Padre: Hebreos 9.14; pero también
lo hizo por la Iglesia: Gálatas 1.4; 2.20. Esto fue así porque Él
ama a la iglesia, no en forma sentimental, mediocre o interesada,
sino con un amor constante, profundo, interminable (gr. agapê). El
amor de Cristo es desinteresado y sin medida. No se parece en
modo alguno al trato humano, ni a ese vínculo tan deteriorado
al que todavía nos atrevemos a llamar matrimonio. El amor de
Cristo es sin condición.
3. “PARA SANTIFICARLA, HABIÉN-

DOLA PURIFICADO”
La santidad del matrimonio se presenta ampliamente en la
Biblia. El matrimonio consiste en un pacto y todo lo que daña
el contrato es considerado adulterio. La muerte de Cristo en la
cruz es un pacto que santifica y purifica la Iglesia para Él. El pro-
pósito del sacrificio de Cristo fue obtener para sí una esposa de
su exclusiva propiedad.
Así que, la Iglesia es la esposa del Cordero que fue inmolado

en la cruz para redimirla a ella. La iglesia le pertenece a Él y como

miembros de su Iglesia cada uno de nosotros es propiedad de

Cristo en forma individual. El Señor nos ha limpiado de nuestra
vieja manera de vivir, del pecado, de la maldad, y nos ha apartado
para su servicio, un servicio santo y especial. Aquí hay tres cosas
a las que Pablo alude:
En primer lugar, Pablo se refiere a los lavamientos ceremonia-

les del sacerdocio del A.T. que eran una figura o tipo de la limpie-
za espiritual que vendría en este tiempo. Éxodo 40.7,11,31.
En segundo lugar, Pablo hace referencia al sistema de ungi-

mientos y lavamientos utilizados en la antigüedad para preparar
a la esposa para la boda. Las novias del antiguo Cercano Oriente
se preparaban para el matrimonio con mucho cuidado y anticipa-
ción.Véase Ester 2.12. Esto es igual con cada uno de nosotros.
Con la gran diferencia que, a través del bautismo, Cristo mismo
lava a la Iglesia.Véase Ezequiel 16.8–9.
Y en tercer lugar, Pablo se refiere a la enseñanza que cons-

tantemente impartimos en la Iglesia, la cual produce limpieza en
nuestra mente, corazón y conducta. “Vosotros estáis limpios por la
palabra que os he hablado” dijo el Señor a sus discípulos.
4. “EN EL LAVAMIENTO DEL AGUA

POR LA PALABRA”
Esa Palabra no sólo es la que produce fe, conduciendo al
pecador al arrepentimiento y a su bautismo en el nombre de
Jesucristo; también es la que le mantiene limpio después. Por esta
razón necesitamos oír Palabra de Dios constantemente. De aquí
se desprende la idea de la importancia de congregarse para oír
predicación bíblica y doctrina apostólica, así como la lectura de la
Biblia en nuestras devociones privadas.

5. “A FIN DE PRESENTÁRSELA A SÍ
MISMO UNA IGLESIA GLORIOSA”
El gran amor de Jesús para con nosotros hace que Él no cese
de trabajar con cada uno hasta que pueda presentar a su Iglesia
irreprensible delante de Él. Cristo desea que su Iglesia se convier-
ta en su gozo y su satisfacción. 2ª Corintios 11.2; Colosen-
ses 1.21-22. Pablo insiste en sus epístolas sobre la necesidad
de que presentemos a Dios: (a) Los miembros de nuestro cuer-
po: Romanos 6.13. (b) Todo nuestro ser: Romanos 12.1.
“Gloriosa” nos describe a una Iglesia llena de honor, esplen-

dor y belleza; encierra la idea de “brillante”, una esposa que tiene
toda la admiración de su Esposo: Cantares 4.7. Cristo es glo-
rioso y cuando la iglesia sea semejante a Él, también será gloriosa.
Esto ocurrirá en el día de nuestro levantamiento: 1ª Juan 3.2.
La ciudad que habitaremos será acorde a esa condición: Apo-
calipsis 21.2.
6. “QUE NO TUVIESE MANCHA,

NI ARRUGA NI COSA SEMEJANTE”
Las manchas son esas impurezas que sólo la gracia de
nuestro Señor Jesús puede quitar. La ausencia de arrugas nos
habla de la jovialidad de una muchacha preparada para el ma-
trimonio. La invitación de Cristo a su amada esposa es: “Oye,
hija, y mira, e inclina tu oído; olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;
y deseará el rey tu hermosura; inclínate a él, porque él es tu señor.”
Salmos 45.10-11.
Las “cosas semejantes” son las deformaciones propias del

pecado, que desfiguran y afean.Véanse 1ª Tesalonicenses 4.7;
Efesios 5.1-5; Hebreos 10.28-30. Es de suma importancia

que nos despojemos de todas estas cosas. Véase también He-

breos 13.12-14. Esta escritura nos dice que debemos:
(1) Salir, como Cristo, fuera del estilo de vida de este mundo.
(2) Sufrir, como Cristo, el rechazo.
(3) Poner nuestra esperanza en la ciudad eterna que Dios
prepara, y no en este mundo temporal. Todo lo que ahora
somos y tenemos es temporal. Sólo nuestra relación con
Dios y nuestro servicio a Él permanecerá.
¿Dónde estamos almacenando nuestras riquezas? ¿En la

gloria o aquí?
7. CONCLUSIÓN
Cristo amó a la Iglesia desde antes que ella existiera. Pero,
¿cuándo y dónde nació la Iglesia exactamente? Juan fue el único
de los apóstoles que presenció tal acontecimiento: “Uno de los
soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y
agua.” Juan 19.34.
Somos nacidos del costado traspasado de Jesús. La Iglesia

ha manado del mismo corazón de nuestro Señor Jesucristo. La
sangre y el agua que brotaron de Él representan esos dos grandes
beneficios de los cuales participamos todos nosotros: justificación
y santificación; sangre para la expiación, agua para la purificación.
Nuestra vida brotó del costado traspasado de nuestro Creador

y Redentor. Fuimos nosotros quienes traspasamos a Jesús, con nues-
tros pecados, ignorantes y desconsiderados; con nuestra soberbia
y dureza de corazón.Y fue Él quien de su costado herido derramó
agua y sangre para justificarnos y santificarnos en su nombre.
¿En qué área o aspecto de su vida quisiera usted alcanzar

más pureza y santidad? ¿Qué pasos dará para ello?

Lección 10
LA SEGURIDAD
DE ESTAR
EN CRISTO
Rompe-hielo: ¿Por qué mucha gente se siente inse-

gura y atemorizada?
1. INTRODUCCIÓN
Continuamos respondiendo la pregunta de Cantares 6.10:
“¿Quién es ésta...?” Leamos Romanos 8.28-39. En este pasa-
je, al contemplar la grandeza del amor de Dios y de su plan para
su pueblo, Pablo siente el deseo de alabarle. Presenta un himno
que expresa la seguridad que él experimentó al saber que gozaba
de los mismos privilegios de todo hijo de Dios. Estos privilegios
inspiran seguridad; así que estudiémoslos con interés.

2. NO NOS FALTA NADA (vv. 31–32)

En primer lugar, la salvación por la fe en Cristo nos coloca
del lado de Dios. Él está a favor nuestro y busca lo mejor para
nosotros en todo momento. La implicación de esta verdad es
tremenda. Si Dios es por nosotros, ¿quién puede estar contra
nosotros?
Dios es el Todopoderoso soberano del universo. Es el Crea-

dor. Es quien hizo todo lo que existe. Controla el espacio y el
tiempo, la naturaleza y la historia. Si este Dios está buscando lo
que es para nuestro bien, ¿quién o qué nos puede hacer algún
daño que no resulte finalmente beneficioso para nosotros? Él ase-
gura que todas las cosas nos ayudan a bien. Entonces, ¿qué cosa
habrá en el universo que pueda dañarnos y estorbar Su plan?
Dios ha pagado un precio altísimo, imposible de comprender,

por conseguir nuestra salvación: se humanó en el Hijo para morir
por nosotros. Si Él estuvo dispuesto a pagar un precio tan ele-
vado por nosotros, que éramos hostiles y rebeldes para con Él,
¿cuánto más nos dará ahora que hemos llegado a ser sus hijos?
Podemos estar seguros de que Él suplirá todo lo que nos

hace falta. Dios proveerá todo cuanto necesitemos para nuestro
bien. En Cristo no nos hace falta nada. Por eso, al estar en Él de
verdad, por medio de la fe en Su obra ya consumada, podemos
estar seguros de que alcanzaremos la meta que Dios ha diseñado
para nosotros.
3. NO HAY CONDENACIÓN (vv. 33–34)

El segundo motivo para sentirnos seguros en Dios es la im-
posibilidad de que alguien nos condene. La única persona que

tiene el derecho de hacerlo ya ha dicho que no lo hará. Dios nos

ha declarado justos porque en base a nuestra fe Él nos ve en la
persona de Cristo. Si Dios quien es el Juez, nos ha declarado jus-
tos, ¿quién tiene derecho a acusarnos?
Jesucristo nos garantiza que nadie nos puede condenar. Él

murió por nosotros para pagar la cuenta que debíamos por nues-
tro pecado. Él resucitó como una demostración de que Su muer-
te no era una más, causada por el pecado propio. La resurrección
de Jesús demuestra su victoria sobre la muerte y confirma que Su
sacrificio por nuestros pecados fue aceptado, si confiamos en Él.
La última prueba de que la muerte de Cristo fue suficiente

para eliminar cualquier condenación, es que ahora está sentado a
la diestra de Dios. La diestra del rey era antiguamente el puesto
de honor. El que Jesús esté sentado allí significa que ha recibido
gloria, poder y autoridad. Por eso dice en Mateo 26.64 que Él
se ha “sentado a la diestra de la potencia” y en Hebreos 1.3 que
Él está “sentado a la diestra de la majestad en las alturas”.
4. NO HAY SEPARACIÓN (vv. 35–39)

Finalmente, otro motivo para sentirnos seguros es que no
hay nada que nos pueda separar del amor de Dios. Pablo presen-
ta una serie de causas que provocan separación o desarraigo. Se
trata de tragedias naturales que realmente nos pueden quitar la
vida y apartarnos de nuestros seres queridos. Sin embargo, nada
de ello, ni la muerte, nos puede separar de Dios. Más bien, es a
través de estas pérdidas que podemos acercarnos a Él.
Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro

o espada, sólo nos pueden acontecer cuando forman parte del
plan de Dios para nuestro bien. Si Dios lo tiene planeado, es que
quiere usar esas circunstancias para acercarnos más a Él y a la

meta de hacernos a la imagen de Cristo y glorificarse en noso-

tros. Si el propósito de Dios es ése, tales eventos no nos pueden
separar de Su amor.
Además de recordarnos que estas cosas forman parte del

proceso que Dios sigue para llevarnos a la glorificación, Pablo
presenta otra gran verdad: La muerte no es una desgracia. Nues-
tra tendencia es ver los eventos de la vida desde una perspec-
tiva humana. Estamos acostumbrados a invertir todos nuestros
esfuerzos por mantenernos vivos; pero si la muerte sirve para
llevarnos a la presencia de Dios, ¿por qué luchar por evitarla?
Cuando estemos en presencia de Él, estaremos en un estado

mejor. La muerte no nos puede separar del amor de Dios. Y si
Dios es glorificado a través de la muerte de alguno de Sus hijos,
no tenemos por qué temerle ni tratar de escaparnos de ella.
Dios hace todo para nuestro bien, aun en la hora de angustia y
muerte.
Frente a las tragedias de la vida, Dios nos capacita para triun-

far, y no sólo eso, sino que nos hace más que vencedores por
medio de Cristo, quien nos amó y se dio a sí mismo por noso-
tros. Ya no somos víctimas de tales eventos, pues de acuerdo
a los buenos propósitos de Dios, hemos comprobado que los
problemas sólo contribuyen a hacernos vencedores, y aún más
que vencedores.
En base a esa verdad, Pablo nos asegura que no hay nada que
nos pueda separar del amor de Dios. La muerte no nos separa
de Dios porque al morir, vamos a Él. La vida tampoco nos separa
de Él porque Él ha prometido estar con nosotros hasta el fin del
mundo. No podemos ir lo suficientemente lejos para apartarnos
de Dios. Donde estemos, Él está con nosotros y su amor nos
acompaña.

5. LOS OPONENTES DE ESTA SE-

GURIDAD
Otra verdad que el hijo de Dios debe conocer es que exis-
ten seres espirituales que se oponen al plan de Dios, de acuerdo
a Efesios 6.10–13. Estas criaturas pueden afligirnos, causar
dolor y seguramente aumentarán su actividad al acercarse el
fin de esta época. Aun así, no debemos poner nuestra mirada
en ellas. Los principados y potestades del maligno son reales,
sin embargo, no pueden invalidar la soberanía de Dios en la
creación.
Dios está en su trono y nadie puede impedir su plan de llevar-

nos a la perfección. Por lo tanto, podemos estar seguros de que
las actividades del enemigo servirán también como otras, para
ayudarnos a bien. Nada natural o sobrenatural que pueda bajar del
cielo o subir de la Tierra, nos apartará del amor de Dios.
Podemos estar seguros de que nada ni nadie, ni nuestras

propias obras (“ni ninguna otra cosa creada”), nos pueden se-
parar del amor de Dios, si estamos en Cristo. Esto es posible
gracias a que no hemos ganado nuestra posición en Cristo por
nuestras buenas obras. La justificación por fe depende exclusi-
vamente de la obra de redención consumada por Cristo en la
cruz y de sus garantías. Así que, al estar en Cristo podemos vivir
confiadamente.
6. CONCLUSIÓN
La Palabra de Dios nos da una absoluta seguridad de que
somos hijos de Dios. Podemos sentir confianza al acercarnos a
Él hoy, y gozarnos en la seguridad de poder hacerlo mañana. Las

buenas nuevas del evangelio nos prometen una seguridad abso-

luta de ser hijos de Dios, por haber confiado en Cristo. También
tenemos la promesa de Cristo en el sentido de que intercederá
por nosotros en caso de que alguien nos acuse.
En Cristo tenemos seguridad completa. ¡Qué buenas nue-

vas! Sin embargo, el poseer esta seguridad jamás debe servirnos
como pretexto para pecar. Tener esta salvación no significa que
podemos vivir como queramos.
• Entonces, ¿cómo deberíamos vivir?
• ¿Cómo quiere usted vivir?

Lección 11
EL
SACERDOCIO
ESPIRITUAL

mente cuando oye la palabra “sacerdote”?
1ª Pedro 2-5,9:
“Vosotros también, como piedras vivas sed edificados como casa

espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales acep-
tables a Dios por medio de Jesucristo. …vosotros sois linaje escogi-
do, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable.”

1. INTRODUCCIÓN
¿Qué es un sacerdote? Es una persona que intercede ante
Dios por los demás y uno que habla a los demás de parte de
Dios. El sacerdote es un mediador entre Dios y la gente. El sacer-
docio espiritual de los creyentes es parte fundamental de nuestra
doctrina. Nosotros creemos en el sacerdocio de todos los cre-
yentes, es decir, que todas las personas que formamos parte de la
Iglesia somos llamadas a servir a Dios.
2. EL LLAMADO A ISRAEL
Éxodo 19.6: “Vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gen-
te santa.” Este es el versículo más importante sobre el tema del
sacerdocio en el A.T. Se encuentra en el discurso que Moisés
ofreció al momento de establecer el pacto entre Dios y el pueblo
de Israel. Dios dice aquí que toda persona que formaba parte del
pueblo de Israel debía llegar a ser un sacerdote para Él.
Era tan importante esta verdad, que Dios se la enseñó a Is-

rael antes de darle los diez mandamientos. Un altar por cada
familia israelita era el plan de Dios. Un sacerdote en cada hogar
era su deseo. En este sentido, todo Israel debía ser un sacerdote
del Señor.Véase también Deuteronomio 7.6.
3. EL SACERDOCIO LEVÍTICO
Pese al deseo de Dios de universalizar el sacerdocio entre
los hijos de Israel, Él tuvo que escoger a una de las doce tribus
de Israel, la de Leví, para que proveyera líderes religiosos a la
nación. De la tribu de Leví saldrían entonces los sacerdotes que
servirían y ministrarían en el tabernáculo de Moisés y después en

el templo, ofreciendo sacrificios a Dios cada día e intercediendo

por el pueblo ante Él.
Moisés, Aarón y María eran descendientes de Leví, y fue

Aarón, precisamente, el primer sumo sacerdote de Israel; y sus
hijos los primeros sacerdotes. El establecimiento de esta casta
sacerdotal tuvo consecuencias buenas y malas. En el lado positivo,
el pueblo contaba con líderes que velaban por su bienestar y le
guiaban en su relación con Dios. En el negativo, el pueblo llegó a
pensar que sólo los líderes religiosos tenían la responsabilidad de
servir a Dios.
4. LOS PROFETAS
Siglos después llegarían los profetas. Los profetas de Israel no
eran sacerdotes, sino ministros de Dios que retaban a los reyes
y a los sacerdotes al arrepentimiento. La tarea principal de los
profetas fue llamar al pueblo de Israel a retomar su sacerdocio.
Ahora sabemos que eso nunca llegó a suceder: Ezequiel 22.30.
La desobediencia de Israel en este punto fue tal, que Dios

finalmente renunció a su idea y en el último capítulo de Isaías
proclamó que al final de los tiempos tomará sacerdotes y levitas
de las personas extranjeras que lleguen a Jerusalén.Véase Isaías
66.18,19,21.
5. JESÚS, EL GRAN SUMO SACER-

DOTE
Jesús llega y se inserta en la línea profética. Él se opuso a los
líderes tradicionales de su tiempo, que representaban muy mal a
Dios, explotando al pueblo, especialmente a los más indefensos.

¡Los fariseos y saduceos se enriquecían a costa de la gente! Jesús

les envió un mensaje claro a llamar al ministerio apostólico a per-
sonas sencillas, que trabajaban en la pesca y la agricultura; gente
de baja escolaridad y de estado social dudoso; por ejemplo, Simón
el Zelote. Busque el significado de ‘Zelote’ en el diccionario.
Al mirar el Evangelio podemos afirmar que Jesús es el minis-

tro por excelencia, el mejor que jamás ha existido. Él definió su
misión en la Tierra de una manera totalmente nueva.Véanse Lu-
cas 22.27 y Marcos 10.45. Jesús es el gran sumo sacerdote
de quien se habla en Hebreos 9.11-12. Jesús es el principal
ministro o servidor de la Biblia, y de toda la historia; Él es también
el jefe y dueño del ministerio apostólico; quien vino a completar
o cumplir la Ley, afirmando que ahora Dios llama al sacerdocio a
todas las personas que por medio del bautismo llegan a ser parte
de su Iglesia.
6. UN SACERDOCIO ESPIRITUAL
En Génesis 12.3, Dios había llamado al patriarca Abram,
diciéndole: “Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te mal-
digan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la
tierra”. La promesa hecha a Abram era que su descendencia sería
una bendición para todo ser humano, pero como ya hemos visto,
los hijos de Abraham no cumplieron con estas expectativas.
La buena noticia es que en Romanos 4 el Apóstol Pablo afir-

ma que aquellos que llegan a la fe de Jesucristo se convierten
automáticamente en hijos espirituales de Abraham. Es decir que
Dios ha incluido al pueblo cristiano en la promesa hecha al pa-
triarca. ¿Cómo es posible esto? Por medio del sacrificio de Cris-
to. Nosotros somos ahora herederos de aquellas promesas de
Dios a través del pacto de la cruz.

Pero junto con los privilegios, también hemos heredado las

responsabilidades que Dios depositó en Abraham. Es decir que
ahora Dios bendice a la humanidad por medio de nosotros. ¡Qué
gran honor, y qué gran compromiso para la Iglesia!
El sacerdocio cristiano ha de ofrecer sacrificios, no de ani-

males, sino espirituales. David parece haber sido el primero en
entender esto. Al no pertenecer a la tribu de Leví, él no pudo ser
sacerdote –aunque lo deseó mucho, pero eso no le impidió ofre-
cer a Dios el sacrificio de alabanza, que en definitiva es mucho
mejor.Véanse Salmos 116.16-19; Hebreos 13.15.
7. UN SACERDOCIO UNIVERSAL
Las primeras denominaciones cristianas comenzaron por re-
ferirse a sus pastores con el término “sacerdote” y terminaron
desarrollando una jerarquía ministerial, dividiendo al pueblo cris-
tiano en dos grandes grupos: el Clero, es decir, el grupo dirigente
de los sacerdotes, obispos, etc. y el Laicado, que comprende al
resto de los creyentes. ‘Laico’ viene del latín ‘laos’, que significa
‘pueblo’. Con frecuencia su uso ha sido despectivo.
A través de la historia, las iglesias han caído una y otra vez en

el error de afirmar la autoridad del clero, despojando al laicado
de su poder. Este es un error compartido por las iglesias anti-
guas y por las denominaciones modernas. Pero la Palabra de Dios
afirma que todo cristiano ha recibido poder y autoridad. Véanse
Mateo 18.18; Lucas 10.19; Hechos 1.8.
8. CONCLUSIÓN
El Señor Jesús llama a todo creyente a compartir su fe y a
bendecir la vida de los demás, es decir, a ser un sacerdote para Él.

Por lo tanto, nosotros tenemos el privilegio de portar la misión

de nuestro Señor Jesucristo, aunque también la responsabilidad
de soportar sus sufrimientos.Véase Lucas 14.27.
Lastimosamente, y al igual que el pueblo de Israel, gran parte

de la Iglesia ha abandonado la visión bíblica. Necesitamos volver
a esa visión. La visión bíblica es clara: Dios llama a todo creyente
a verse a sí mismo como un ministro del evangelio.
Al final de los tiempos, Dios hará reyes y sacerdotes a todos

los que crean en Él. Apocalipsis 1.5-6 cita un viejo himno
cristiano alusivo a esta verdad; la de que usted y yo fuimos lla-
mados a dar testimonio de nuestra fe en Jesucristo. ¡Usted y yo
estamos llamados a ser bendición!
• ¿Es atinado afirmar que la Iglesia ha descuidado su res-

ponsabilidad sacerdotal? ¿Por qué?
• ¿Qué puede hacer usted para honrar debidamente su

función de sacerdote de Jesucristo?

Lección 12
UNA
ANTORCHA
EN LA OSCURIDAD
Rompe-hielo: ¿Ha estado en algún apagón en medio

de la noche, en total oscuridad? Comparta su experiencia.
1. INTRODUCCIÓN
Leamos 2ª Pedro 2.16-21. El apóstol Pedro menciona una
antorcha. La antorcha es un dispositivo portátil que transporta
fuego y se emplea como fuente lumínica. Usualmente consiste de
un palo o madera, con uno de sus extremos envuelto en un trozo
de paño empapado de brea u otro material inflamable.

En la práctica, la antorcha sirve para guiar; y de acuerdo al

diccionario enciclopédico también es utilizada como un emblema
de iluminación espiritual y conocimiento; como un símbolo de
solemnidad, por la pureza que representa la figura del fuego; y
como una representación de la vida.
2. ORIGEN E INTERPRETACIÓN
DE LA PROFECÍA
¿De dónde proceden las profecías de la Biblia? ¿Por qué
afirmamos que todas ellas se cumplirán con exactitud? Las
profecías no salieron de la creatividad de los profetas, de su
propia imaginación, o de sus circunstancias personales (vv.
20-21), sino de la infinita mente de Dios, quien los inspiró
para escribirlas.
‘Inspiración’ es la obra del Espíritu de Dios por medio de

la cual Él dirigió a los santos escritores de la Biblia a la verdad
que quiso que comunicaran, guiándoles en la selección de las
palabras y guardándoles de todo error y omisión. Dios tenía un
mensaje para el ser humano, y Él protegió y garantizó la preser-
vación de ese mensaje, encapsulándolo en palabras, las palabras
precisas que Él quiso que recibiéramos.
Pedro agrega que como estas Escrituras no fueron inspira-

das por hombre alguno sino por el mismo Espíritu Santo, tam-
poco su interpretación puede ser privada, o caprichosa, sino
que ésta demanda una dependencia del Espíritu Santo. En otras
palabras, necesitamos la iluminación del mismo Espíritu que ins-
piró las Escrituras, para poder entender esas Escrituras. Pablo
resume esta verdad en 2ª Timoteo 3.16, donde emplea el
término griego “soplado” por Dios. Dios “sopló” las palabras
que los apóstoles y profetas escribieron.

3. LA PROFECÍA, MÁS SEGURA Y

PERMANENTE
V. 16. La Biblia no es una colección de fábulas ni de concep-
tos humanos acerca de Dios. Es en realidad la Palabra de Dios,
la voluntad de Dios, las instrucciones de Dios, dadas por medio
de personas, para todas las personas. Nosotros hemos recibido
el mensaje del evangelio directamente de los testigos del primer
siglo, de aquellos que estuvieron presentes y se dieron cuenta de
los hechos maravillosos que estaban teniendo lugar. Estos hombres
son una fuente fidedigna. Ellos fueron testigos de grandes cosas.
Vv. 17-18. En verdad, estamos hasta cierto punto celosos

de aquellos que tuvieron semejante privilegio. ¿Qué tal hubiera
sido para nosotros acompañar al Señor Jesucristo en el monte de
la transfiguración? ¿O cuando enseñaba y hacía sus milagros? ¡Oh,
si hubiéramos podido estar con Él, inclusive durante la noche de
infamia que terminó con el Hijo de Dios colgado de un madero!
¡Qué privilegio!
Sin embargo, cierta vez el Señor Jesucristo dijo a Tomás: “Por-

que me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y
creyeron” Juan 20.29. Así que, nosotros no hemos visto a Jesús
como aquellos hombres, pero por el testimonio de ellos, escrito
con toda la autoridad e influencia del Espíritu Santo, tenemos el
relato inspirado que nos presenta a Cristo.Y gracias a eso, somos
más bienaventurados que ellos.
Pedro entonces destaca su autoridad como testigo presen-

cial, pero luego coloca la autoridad de las Escrituras inspiradas
de Dios por encima de la suya propia. Él se refiere a la Palabra
de Dios como “la palabra profética más segura”. En la Biblia Rei-
na Valera de 1909 dice “la palabra profética más permanente”. Y

efectivamente, más permanente que la experiencia de cualquier

persona, es la palabra de Dios revelada por Él desde tiempos
antiguos.
Leamos Lucas 24.44-48. Aquí Jesús dice que sus apósto-

les oficiaron de testigos de todo lo sucedido. Pero lo que Él des-
taca especialmente es el hecho de que muchas profecías del A.T.
se cumplieron durante su primera estadía en la Tierra. Por eso
decimos que la palabra profética es más segura. Y gracias a esto,
para Pedro (¡y nosotros!), no cabe duda del cumplimiento de las
demás promesas que actualmente están en el futuro.
El testimonio de toda la Escritura y de la profecía cumplida

nos ofrece gran seguridad respecto a nuestro destino. La expe-
riencia personal con Dios es muy importante para el ser humano,
pero no existe nada más importante, o firme, o permanente que
la Palabra de Dios. Véase 1ª Pedro 1.23-25. No hay mejor
fundamento en la vida cristiana que ella.
4. LA LUZ QUE VENCE A LAS TI-

NIEBLAS
Ya en las primeras décadas de existencia de la iglesia comen-
zaron a surgir falsos maestros. ¿Quiénes son ellos? Son los que
predican falsas doctrinas; hombres que llegan enseñando doctri-
nas extrañas que no condicen, no armonizan con la enseñanza de
Jesús y los apóstoles.Véase 2ª Pedro 2.1.
Ante esa dificultad surge la segunda carta universal de Pedro,

dirigida a ayudar a los creyentes de su tiempo y de todos los
tiempos, a defenderse de los falsos maestros, y aún más, capaci-
tarnos para contraatacar y redargüir las mentiras que los falsos
maestros enseñan.

Los falsos maestros son representantes de las tinieblas, mien-

tras que la verdad de la Palabra de Dios es la luz que vence a esas
tinieblas. Véanse Efesios 5.13; Colosenses 4.6; 2.8. Todos
los cristianos, pero en especial quienes predicamos y enseñamos
acerca de Jesús, necesitamos revisar nuestra vida para saber si
debemos moverla de las tradiciones de los hombres a Su per-
fecta voluntad. La Palabra de Dios nunca se va a mover hacia
nosotros; ella no cambia.
5. UNA ANTORCHA EN LA OS-

CURIDAD
V. 19. Ahora llegamos al meollo de este asunto. Pedro nos
dice que los lectores de la Biblia hacemos bien en escrutar la
profecía, en mirar atentamente a esta antorcha que alumbra en
lugar oscuro. En otras palabras, hay mucho valor en el estudio de
la escatología (eventos proféticos futuros), pues tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamento arrojan mucha luz en esa área; son
como una antorcha alumbrando al porvenir, en medio de una
total oscuridad.
¡Pensemos! Por mucho que la civilización quiera represen-

tarse como adelantada, progresista e “iluminada” religiosa, inte-
lectual y socialmente hablando, todavía se caracteriza como un
“lugar oscuro”. La humanidad vive, casi en su total mayoría, ajena
a todo lo que está por suceder, en un estado de enajenación.
A dondequiera que vayamos inmediatamente notamos que

ya no se respetan normas absolutas; ya todo es relativo. Casi
todo se permite, y aún más, se anima y se exalta lo promiscuo,
lo inmoral. Se promueve incluso lo diabólico como si de algo
sano e inofensivo se tratase. Pero todo eso que se quiere pre-
sentar como un gran alumbramiento de la conciencia moderna,

la Biblia lo describe como “lugar oscuro” y como “tinieblas de

este mundo” Efesios 6.12. Sólo la Palabra de Dios, la más po-
derosa antorcha, puede iluminar hasta el rincón más oscuro de
este sistema perverso, y permitirnos caminar sin extravío. Véase
Salmos 119.105.
6. CONCLUSIÓN
Pedro nos manda mirar a esta antorcha hasta que el día es-
clarezca y el lucero de la mañana salga en nuestros corazones.
¿Quién es ese “lucero de la mañana”? ¡Es Cristo, nuestro Señor!
Y cuando Él vuelva, brillará en toda su gloria.Véase Apocalipsis
22.16. Mientras que ese día glorioso llega, tenemos las Escritu-
ras como antorcha y al Espíritu Santo como su aceite combusti-
ble. Hasta que ese día despunte, no dejaremos de necesitar esta
antorcha para vivir seguros.
Mientras esperamos venida del Señor, no andemos de aquí

para allá buscando “experiencias espirituales”, sino caminemos
mirando atentamente a la palabra profética más segura. El apóstol
Santiago dice que miremos atentamente en la perfecta ley, y per-
severemos en ella, no siendo oidores olvidadizos sino hacedores
de la obra… y así seremos bienaventurados en lo que hagamos
(1.25).
• ¿Cómo se relaciona el fracaso espiritual de muchos con

su poco o nulo estudio personal de la Biblia?
• Diga qué pasos dará usted para estar más atento a la

palabra profética de Dios.

Lección 13
MANTENIÉNDONOS
SANTOS

mente cuando oye la palabra ‘santidad’?
Levítico 11.44, NVI: “Yo soy el Señor tu Dios, así que santi-
fícate y mantente santo, porque yo soy santo”.
1. INTRODUCCIÓN
“¿Quién es ésta...?” Pregunta Salomón en Cantares 6.10. La
respuesta hoy es: una iglesia que se mantiene santa.
En la Biblia, la raíz de la palabra “santo” es el vocablo hebreo

“qadhash”, que también sirve de raíz para la palabra santificación.

Santidad es practicar la pureza para vivir apartado del mundo y

del pecado. Santificación es el proceso que nos permite llegar a
ser santos en la vida diaria. Santificación es permitir al Espíritu
Santo que nos haga más semejantes a Jesús en lo que hacemos,
en lo que pensamos y en lo que deseamos.
Mantenernos en santidad traerá a nuestra vida los milagros

de Dios y permitirá que conquistemos aquellas áreas de noso-
tros que aún no hemos podido conquistar. Miremos a Israel y el
proceso mediante el cual Dios los hizo caminar por el desierto
(santificación), llegar al río Jordán (renovación), cruzar el río (mi-
lagros) y entrar a la tierra prometida (conquista).
2. SANTOS AL CAMINAR
No podemos caminar con Dios sin santidad. Cuando Dios
sacó de Egipto a los israelitas, les proporcionó el alimento, la
ropa, el calzado, y todo lo que necesitaron. Dios quería conquis-
tar el corazón de aquella generación, pero ellos dejaron su cora-
zón en Egipto, en la idolatría y el paganismo. “Dios sacó a Israel
de Egipto, pero no pudo sacar a Egipto de Israel”.
Ellos caminaron por el desierto, pero sin santificarse, razón

por la cual Dios tuvo que destruirlos completamente, a lo largo
de cuatro largas décadas. Después de nuestra liberación de la es-
clavitud del pecado debemos caminar, pero no de cualquier for-
ma, sino en santificación constante. No podemos caminar hacia
lo que Dios tiene para nosotros a la vez que seguimos mirando
lo que dejamos atrás.Véase Lucas 17.31-33.
3. SANTOS AL LLEGAR
Una nueva generación de hebreos nacidos en el desierto
creció escuchando las historias de las maravillas que Dios había

hecho para liberarlos de la esclavitud en Egipto: las plagas, los

milagros, el saqueo, la división del Mar Rojo, la columna de fuego
en la noche, la nube en el día, los diez mandamientos escritos en
piedra.
Cada día y cada noche los israelitas se alimentaron con el

maná provisto por Dios, preguntándose cuándo llegarían a la tie-
rra prometida. Los años pasaron; muere Moisés; Josué es puesto
a cargo del pueblo, y ahora se le oye dictar esta orden: “Santifi-
caos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros” Josué
3.5. La emoción reinaba en el campamento, iban a entrar por fin
a la tierra prometida, pero el Señor sólo podía hacer maravillas si
ellos se santificaban.
Hoy día se habla cada vez menos de santidad en las iglesias,

pero si deseamos ver a Dios haciendo maravillas en medio de
nosotros, debemos confrontar el pecado en nuestras vidas, y san-
tificarnos para Jesús. Nosotros deseamos entrar en la voluntad
de Dios y vivir de acuerdo a sus planes, pero para ello hay una
clave: la santificación. Hay que comenzar por donde la Biblia dice
que comencemos.Véase 1ª Tesalonicenses 4.3-8.
Jesús oró por nosotros en este sentido (Juan 17.16-19).

Nosotros también debemos orar y ayunar, lo cual nos permitirá
reconocer la diferencia entre el servir a Dios en la carne y servir-
lo en el Espíritu. Véase Hebreos 9.13-14. Ayunar y orar nos
ayuda a permanecer en Cristo, y si estamos en Cristo, su sangre
nos limpia de obras muertas, capacitándonos para servir a Dios
en verdadera santidad.
Si vamos a serle útiles a Dios, no puede haber en nuestro

corazón lugar para el orgullo. David clamaba: “Crea en mí, oh Dios,
un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” Sal-
mos 51.10. Esto nos dice que necesitamos una santificación de

deseos, una santificación de espíritu recto, una santificación de

actitudes, y una santificación de nuestra carne.
Santificarse es responsabilidad de todos en la congregación.

Véase Hebreos 3.12-13.
4. SANTOS AL CRUZAR
Josué dio órdenes específicas para que los hijos de Israel
pasaran a conquistar la tierra prometida Véase Josué 3.3-4.
Dios dijo que lo único que ellos tenían que hacer era observarlo
actuar. Ellos estaban a punto de ver las maravillas de las que tanto
habían oído hablar. Cuando las plantas de los pies de los sacer-
dotes tocaron el agua del río Jordán, éstas se separaron igual que
las del Mar Rojo lo habían hecho cuarenta años antes, para que
Israel cruzara por tierra seca (Josué 3.17).
Esto es lo que la santificación produce: ¡Milagros! Dios quiere

sacarnos de nuestra silla religiosa, y ponernos en el campo de sus
milagros. Hay demasiados hermanos que están en la orilla de lo
que Dios está haciendo pero no hay muchos que estén parados
firmemente en el centro de la voluntad de Dios.
¿Quiere usted que las cosas cambien en su hogar? Comience

a actuar como sacerdote de Dios. Santifíquese, ayune, ore, y pá-
rese firme en la voluntad de Dios. Los demás en su familia verán
lo que Dios está haciendo en usted, y lo seguirán, y encontrarán
la dirección de Dios para sus vidas.
Observemos ahora algo importante: los hijos de Israel cru-

zaron todos en el mismo lugar. Hoy día hay demasiada gente bus-
cando su propio camino. No es tiempo para eso. Ahora más que
nunca necesitamos caminar juntos, cruzar juntos, adoptar una
posición común, una postura firme y unida contra el pecado, ha-

blar una misma cosa todos. Necesitamos un espíritu de confianza,

de unidad, de compasión los unos por los otros.
5. CONCLUSIÓN
La “generación escogida” por Dios para cruzar el Jordán y
conquistar la tierra sólo pudo cruzar después de que los rebel-
des y tercos murieron en el desierto. Pero después de cruzar
sucedió algo muy interesante: “En aquel tiempo Jehová dijo a Josué:
Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los
hijos de Israel.” Josué 5.2. La generación joven no estaba circun-
cidada. Esto nos dice que no había santificación en ellos… y para
entrar a la tierra prometida la necesitaban.
La circuncisión nos habla de la santificación de la carne, de

cortar con las cosas muertas, de renunciar a los pecados ocul-
tos. Podemos vernos bien aquí en público, levantando nuestras
manos, dando nuestras ofrendas, orando y ayunando, a la vez que
ocultamos pecados mortíferos. Usted y yo fuimos santificados
por primera vez en el bautismo, pero necesitamos ser santifica-
dos por segunda vez porque con el paso del tiempo hemos per-
mitido que ciertos pecados se escondan en nuestro corazón.
Dios le ha hecho promesas a usted. Él no lo trajo por el de-

sierto para dejarlo morir antes de cruzar su Jordán. Su destino
está al otro lado. Su destino es conquistar, y mantenerse santo lo
llevará a su destino. ¡Ahora es el tiempo de mantenernos santos
para poder conquistar!
• ¿Puede identificar algún área de su vida en la que necesita

santificación?
• ¿Qué pasos va a dar usted para mantenerse santo hasta

conquistar?

Lección 14
LA FE
QUE NOS FUE
DADA
Rompe-hielo: ¿Qué significado tiene para usted la

expresión bíblica: “contender ardientemente”?
Judas 3: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros

acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros
exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una
vez dada a los santos.”
1. INTRODUCCIÓN
No podemos negar que nuestra fe apostólica está pasando
por un proceso de ataques en estos tiempos finales. Ataques en

contra de nuestra doctrina llegan, no sólo de afuera, sino también

de adentro. Ahora más que nunca debemos tomar el consejo de
Judas y contender ardientemente por la fe que ha sido una vez
dada a los santos.
2. LA APOSTASÍA DE LOS ÚLTI-

MOS DÍAS
Nuestra fe no fue inventada o compuesta por pensamientos
y voluntad de hombres. El Apóstol Judas claramente declara que
nuestra fe nos fue dada. Nuestra doctrina es un regalo de Dios
dado a su Iglesia. Esto concuerda con lo dicho por el Apóstol
Pedro (2ª Pedro 1.21), en el sentido de que nuestra doctrina
nos fue dada por la inspiración del Espíritu Santo.
Nuestra doctrina es sana; no necesita arreglos, cambios o

composturas. Así como se nos fue entregada, así la debemos pre-
dicar. Nuestra doctrina es como un león. El león no necesita que
alguien lo defienda. Cuando Judas nos dice que contendamos ar-
dientemente por la fe, nos está exhortando a que prediquemos
sana doctrina, tal como ésta se nos entregó.
La Palabra del Señor claramente nos indica que antes del

levantamiento de la Iglesia, ella vivirá un tiempo de enfriamien-
to y apostasía. Véanse 1ª Timoteo 4.1; 2ª Timoteo 3.1-5;
2ª Tesalonicenses 2.1-3. Ahora mismo estamos viendo el
cumplimiento de estas profecías. Se cuestionan hasta los funda-
mentos de nuestra doctrina:
(1) Un Solo Dios.

(2) El bautismo en el Nombre de Jesucristo.
(3) El bautismo del Espíritu Santo con la evidencia física de
hablar en otras lenguas.
(4) Nuestras reglas de santidad y separación del pecado.

Se ha levantado un espíritu de rebelión en contra de la au-

toridad espiritual establecida por Dios: Hijos se revelan en con-
tra de sus padres. Matrimonios rompen sus votos matrimoniales
y optan por el divorcio. Miembros de nuestras congregaciones
se rebelan en contra de sus pastores, desobedeciéndoles abier-
tamente y en ocasiones hasta demandándoles en tribunales te-
rrenales. Por todas partes hay murmuración, crítica y difamación
en contra de nuestras autoridades espirituales y sus apreciadas
familias.Véase Judas 4,8.
3. EL JUICIO DE DIOS
El Apóstol Judas nos recuerda que Dios juzgará a estas per-
sonas, y cita tres ejemplos de juicio.
El primer juicio es mencionado en el verso 5. Dios milagro-

samente salvó de Egipto a más de dos millones de personas. Ellos
cruzaron el Mar Rojo y experimentaron los prodigios y señales
del Dios Altísimo. Pese a ello, muchos no creyeron en el Señor,
sino que murmuraron y se rebelaron en contra del liderazgo es-
piritual de Moisés, debiendo morir en el desierto por esa causa.
Dios juzga a los que se rebelan en contra de la autoridad espiri-
tual que Él ha establecido.
Leamos el verso 6. En segundo lugar, Judas nos recuerda

del juicio de Dios en contra de los ángeles caídos, quienes habían
estado delante de la presencia de Dios. Ellos se unieron a la rebe-
lión de Satanás en contra el Dios Altísimo y fueron arrojados del
cielo. El precio de su rebelión fue el castigo eterno de Dios.
Pasemos al verso 7. En tercer lugar, Judas presenta a las ciu-

dades de Sodoma y Gomorra las cuales habían caído esclavas del
pecado de homosexualismo. Judas nos recuerda que Dios castiga
severamente los pecados de inmoralidad.

El juicio de Dios viene de tres maneras: (1) Puede ser re-

pentino, como en el caso de Sodoma y Gomorra. (2) Puede ser
después, como en el caso de los ángeles caídos. (3) Puede venir
poco a poco, como en el caso del pueblo de Israel (40 años).
4. LA DESOBEDIENCIA A LA AU-
TORIDAD ESPIRITUAL
Leamos Judas 8-13. Aquí, Judas describe cómo es que el
pecado de rebelión se desarrolla en el corazón del hombre. Judas
expone la rebelión de tres personajes bíblicos: Caín, Balaam y
Coré.
a. Caín. Éste representa al hombre egoísta, el cual se ocupa

solamente de sus intereses personales. Caín nunca amó a su her-
mano Abel. El primer paso hacia la rebelión es el espíritu egoísta,
que torna a una persona en un ser despreciable, capaz de asesi-
nar a su propio hermano. Muchos “caínes” que aborrecen a su
hermano, se levantan contra él y asesinan su testimonio, el nom-
bre de su familia, su ministerio, y más.
b. Balaam. En el Antiguo Testamento hay dos historias so-

bre Balaam: Números 22.21-35 y 31.15-16. Concentrémo-
nos en la segunda. Balaam enseñó a los hombres de Israel a pecar
con mujeres paganas. Estas mujeres enseñaron a los varones de
Israel a adorar dioses ajenos. El pecado de Balaam mencionado
por el Apóstol Judas es enseñar a un hermano a pecar. Enseñar
a una persona a pecar es un pecado muy grave delante de Dios.
Véase Lucas 17.1-2.
c. Coré. Fue quien causó rebelión y división en el pueblo de

Israel en contra de Moisés y Aarón. Por dicha rebelión catorce
mil setecientos hombres de Israel murieron el mismo día. Véase

Números 16.1-3,19-21,25-33,49-50. Coré abiertamente

desafió la autoridad espiritual establecida por Dios, quien miran-
do la división que Coré había causado mandó a Moisés y Aarón
a separarse de ellos en el Tabernáculo. Esto nos enseña que Dios
reconoce las divisiones que se hacen en su pueblo y las rechaza.
Coré y toda su gente sufrió el juicio de Dios, pues Él juzga toda
rebelión en contra de la autoridad espiritual.
5. ¿CÓMO VIVIR VICTORIOSA-

MENTE EN ESTOS TIEMPOS PELI-
GROSOS?
Leamos Judas 14-19. El apóstol nos hace aquí una adver-
tencia con relación a las cosas que han de suceder en la Iglesia
en los postreros días, antes de la venida del Señor Jesús. Leamos
también los versos 20 y 21. El consejo de Judas no es que or-
ganicemos un movimiento para contrarrestar a los divisionistas.
El Espíritu Santo por labios de Judas nos indica los pasos que
debemos seguir:
(1) Edificar sobre nuestra santísima fe, creciendo en el cono-

cimiento de la Palabra de Dios. (2) Orar en el Espíritu, es decir,
de acuerdo a la voluntad perfecta de Dios. (3) Conservarnos en
el amor de Dios, guardarnos en él. (4) Esperar la misericordia de
nuestro Señor Jesucristo, es decir, la venida del Señor Jesús por
su Iglesia, que es nuestra gran esperanza.
¿Y qué de los demás? Veamos los versos 22 y 23. Aquí se

nos recomienda: (1) Convencer a los que dudan. (2) Hacer el
esfuerzo de salvar a los que se están perdiendo. (3) Tener mise-
ricordia de los que ya no podemos ayudar. Finalmente, Judas nos
da palabras de aliento y seguridad (Vv. 24-25). Si somos fieles,

Dios es poderoso para guardarnos sin caída. Cuando Él nos mira,

no ve mancha alguna en nuestras vestiduras, pues gracias al poder
de su sangre, somos continuamente santificados.
6. CONCLUSIÓN
El tiempo está muy cerca. El Señor Jesús ya está a las puertas
para levantar a su amada Iglesia. Sigamos adelante peleando la
buena batalle de la fe. Al final de nuestra jornada, podremos decir
como el Apóstol Pablo en 2ª Timoteo 4.7-8:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado

la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me
dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a
todos los que aman su venida.”
Mientras ese momento llega, continuemos exaltando el po-

deroso nombre del único y sabio Dios, nuestro Salvador Jesucris-
to, quien reina ahora y por todos los siglos. ¡Amén!
• ¿Qué hará usted para cuidar mejor la fe que le ha sido

dada?

Lección 15
UN
PUEBLO
SABIO
Rompe-hielo: ¿Qué viene primero a su mente cuando oye la

palabra ‘sabiduría’?
Proverbios 4.7:
“Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus pose-

siones adquiere inteligencia.”
1. INTRODUCCIÓN
¿Por qué Jesús cambió la historia? ¿Cuál es la razón del antes
y el después de Cristo en nuestros calendarios y enciclopedias?

Desde el punto de vista humano Jesús no fue más que un

galileo corriente, desprovisto de dinero o poder. Él jamás utili-
zó armas, ni empleó tecnología. Jesús no viajó en avión, ni envió
correos electrónicos. Entonces, ¿cómo pudo Él en tan sólo tres
años y medio de vida pública alterar de ese modo el curso de la
vida humana? La respuesta: Jesús era poseedor de una inmensa
sabiduría (¡y sigue siéndolo!).Véase Lucas 2.40,46-47.
Juan nos relata que la mujer samaritana, después de oír a

Jesús, dijo: “Señor, me parece que tú eres profeta” (4.19). Marcos
comenta que los judíos “se admiraban de su doctrina; porque les
enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.”
(1.22). Y Lucas testifica que los enemigos de Jesús “no pudie-
ron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que
maravillados de su respuesta, callaron.” (20.26). Véase también
Juan 7.46.
2. ¿QUÉ ES SABIDURÍA?
La sabiduría no consiste en que uno sepa más, razone más rá-
pido o recuerde mejor. Algunas de las personas más exitosas de
la historia ni siquiera tuvieron mucha inteligencia o educación.
Jesús vivió una vida victoriosa hasta el final. Él se fue, pero

prometiendo que estaría con nosotros todos los días, hasta el fin
del mundo. Él también nos prometió la victoria en este mundo.
Por otra parte el apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, dice
que en Cristo somos más que vencedores (Romanos 8.37).
Entonces, ¿por qué hay tantas dificultades en nuestra vida?

¿Por qué muchas veces no logramos sentirnos felices? ¿Cuál es la
causa de tantos conflictos en nuestro hogar? ¿Nos faltó suerte?
¿Deberíamos buscar más recursos? ¿O procurar mejores con-
tactos? ¿Todo es por culpa del gobierno? Nada de eso. Lo más

seguro es que nos esté faltando sabiduría para manejar mejor

nuestra vida.
Salomón estableció que: “El principio de la sabiduría es el temor

de Jehová” Proverbios 9.10. Y ¿qué es temer a Dios? Es res-
petarlo seriamente; es vivir en sujeción a Él y en obediencia a su
voluntad. Aquí es donde la sabiduría comienza. Pero sabiduría es
mucho más que eso. Avancemos entonces.
3. CUANDO NOS FALTA SABIDURÍA

En lo cotidiano, sabiduría es ver la vida desde el punto de
vista de Dios. Esto es algo que no se aprende de un día para otro.
David oró a Jehová: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría.” Salmos 90.12. La versión
Dios Habla Hoy de este texto dice: “Enséñanos a contar bien
nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría.” Así que
la sabiduría llega a través de un lento proceso.
En cierta ocasión, un hombre joven llegó a un campo de leña-

dores, con el propósito de trabajar en la tala de árboles. Durante
su primer día de labores trabajó arduamente y como resultado,
cortó muchos árboles. El segundo día trabajó tanto como el pri-
mero, pero su producción fue la mitad que el primer día. Al ter-
cero, se propuso mejorar su producción; golpeó furiosamente el
hacha contra los árboles, pero los resultados fueron todavía más
pobres. Al ver el capataz el escaso rendimiento del joven leñador,
le preguntó: “¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?” El
joven respondió: “realmente no he tenido tiempo de hacerlo; he
estado demasiado ocupado cortando árboles.”
Eclesiastés 10.10: “Si se embotare el hierro, y su filo no

fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabi-
duría es provechosa para dirigir.” DHH: “Si el hacha se desafila y

no se la vuelve a afilar, habrá que golpear con más fuerza.Vale más

hacer las cosas bien y con sabiduría.”
Nuestra hacha –forma de pensar, de actuar, de manejar los

problemas, se desafila constantemente a causa de la rutina diaria
y las situaciones adversas. Cuando nuestra hacha se ha desafilado,
hay que llevarla al Afilador, nunca continuar dando golpes con ella
embotada. Si actuamos así, lo más probable es que lastimemos a
otros, y también nos causemos daño a nosotros. Un leñador nos
puede decir lo difícil que es controlar un hacha desafilada, cuando
rebota contra la madera.
4. LA SABIDURÍA DE ARRIBA
Los problemas de la vida se resuelven más fácilmente con
sabiduría. Cada vez que olvidamos este principio y empezamos
a añadir fuerza, lo que logramos es “machucar” nuestras rela-
ciones y alejar de nosotros a las personas. Cuando de resolver
conflictos se trata, debemos recurrir no a lo que Pablo llama “la
carne”, es decir, nuestra humana capacidad, sino a la sabiduría
de arriba. Véase:
2ª Corintios 10.3.
La sabiduría que viene de arriba es muy diferente a la te-

rrenal: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la
buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos
amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis con-
tra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto,
sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención,
allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de
lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena
de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.”
Santiago 3.13-17.

Jesús, en cada circunstancia, ministraba según la sabiduría que

el Padre le daba. Véase Juan 12.44-50. El principio aquí es
‘dependencia de Dios’. La sabiduría de arriba desciende a noso-
tros cuando comenzamos a vivir dependiendo de Dios y no de
nosotros mismos.
5. OBTENIENDO SABIDURÍA
Santiago nos recomienda pedirle sabiduría a Dios, cuando
notamos su falta en nosotros. Véase Santiago 1.2-5. Al co-
mienzo de su reinado Salomón asumió su incapacidad y le pidió
sabiduría a Dios, de acuerdo a 2º Crónicas 1.10. El Señor,
complacido con él, le concedió sabiduría y muchas otras bendi-
ciones (Vv. 11-12). ¿Qué es lo que nosotros estamos pidiendo
en nuestras oraciones?
Leamos Santiago 1.6-8. La clave al pedir sabiduría, es ha-

cerlo con fe. Quien duda, nunca consigue lo que pide. El que se
desanima fácilmente, nunca obtiene lo que busca, y pasa a vivir
una vida carente de propósito, sin ningún resultado positivo o
duradero.
Obtener sabiduría nos permite ser más humildes, sinceros

y amables. Por eso Dios jamás da sabiduría a alguien que sólo la
quiere para alardear de ella, o tratar mal a los demás. Todo don
que desciende del Padre es para bendición nuestra y de las otras
personas.
6. CONCLUSIÓN
Hoy más que nunca necesitamos sabiduría en nuestro ho-
gar, trabajo, iglesia, etc. Vivimos tiempos de confusión y mucha
peligrosidad. Pidamos al Señor que nos ayude a ser ese pueblo

sabio que Él viene a llevar muy pronto. Oremos que cuando Él

regrese, nos encuentre viviendo sabiamente; sirviéndole a Él con
inteligencia; administrando nuestros recursos con prudencia; ma-
nejando los problemas con madurez.
Cada mañana, antes de emprender cualquier actividad, pi-

damos a Dios sabiduría. No demos un paso sin pedírsela. Con
ella podremos vivir una vida triunfante, como la que Jesús vivió;
sentiremos más afecto de parte de los demás; de nuestra fami-
lia, amigos y hermanos; desarrollaremos una nueva capacidad de
influencia positiva en otros; y alcanzaremos un nuevo nivel de
comprensión de muchas cosas que hoy no entendemos.
• ¿Qué tan importante es para usted convertirse en una

persona más sabia?
• ¿Quién desea orar por sabiduría de lo alto ahora?

Lección 16
UNA IGLESIA
QUE BUSCA
A DIOS
Rompe-hielo: ¿Con qué asocia usted la idea bíblica

de “dureza de corazón”?
Hebreos 11.6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, por-

que es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que
recompensa a los que lo buscan.” RV95.
1. INTRODUCCIÓN
Si Ud. ha sido cristiano por algún tiempo, su necesidad de
Dios no ha menguado con el paso del tiempo, sino todo lo con-
trario. En nuestros días desesperados del principio clamábamos

al Señor porque no sabíamos muy bien lo que hacíamos, pero con

el tiempo, hemos ido dando lugar a cierto grado de confianza y
seguridad.
Hemos aprendido mucho, hemos visto y escuchado mucho,

hemos acumulado una buena cantidad de experiencia y “sabi-
duría”. Por eso nuestra necesidad de Dios es mayor ahora que
cuando recién lo conocimos. Nuestra vulnerabilidad se ha incre-
mentado con los años, y a medida que caminamos, necesitamos
buscar más de Dios, nunca menos. Entenderemos mejor lo que
esto significa recorriendo la vida de Asa, rey de Judá.
2. LA DEMOLICIÓN COMO PRI-

MER PASO
Asa fue el bisnieto de Salomón. Salomón se había alejado de
Dios hacia el final de sus días. Roboam, el siguiente rey, y luego
Abías, el padre de Asa, permitieron que la idolatría entrara a una
nación que se suponía debía de amar y honrar a Dios. Cuando
Asa subió al trono, la condición espiritual de Israel era terrible, y
la estabilidad del país corría serio riesgo.
El joven rey Asa no estaba preparado para ser un líder espi-

ritual. Desconocemos quién logró comunicarse con él y conven-
cerlo de buscar al Señor. Pero la Palabra nos dice que a principios
de su reinado Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jeho-
vá su Dios.Véase 2° Crónicas 14.2-4.
Los primeros años de su reinado se caracterizaron por una

limpieza general a nivel nacional. En respuesta a esto, la bendición
de Dios se derramó sobre el rey y su pueblo. El primer paso en
cualquier despertar espiritual es la demolición. Para avanzar en
nuestra búsqueda de Dios es necesario derribar primero los al-
tares de nuestra racionalización y de las excusas.

Nos preguntamos si algún empleado del gobierno le habrá

dicho: “Discúlpeme, rey Asa, pero justo ese altar lo edificó su
padre. ¿Está seguro de que lo quiere demoler?” Y Asa le habrá
respondido: “Dios nunca nos bendecirá mientras esta idolatría
de los cananeos siga en pie. Esto no es para nosotros. Así que
¡derríbenlo ya!”
La metodología de muchos líderes religiosos de hoy es “re-

clamar” la bendición de Dios sin importar cómo se vive. ¿Pero
qué nos muestra la Biblia? Sencillamente que el pecado con-
trista al Espíritu Santo y apaga el poder de Dios en nuestros
ministerios.
Siempre que nos volvemos hambrientos de conocer al Señor,

el Espíritu Santo pone en nuestras manos las herramientas nece-
sarias para empezar la limpieza: los miembros de la congregación
empiezan a comprender el daño provocado por sus chismes; los
esposos y esposas empiezan a tratar asuntos enterrados desde
hace largo tiempo en su relación matrimonial; jóvenes y adultos
comienzan a filtrar sus preferencias de internet, televisión, música
y demás.
3. DIOS RECOMPENSA A LOS QUE

LO BUSCAN
El buscar al Señor de todo corazón no nos exime de ataques
del enemigo. Después de diez años de paz, el territorio de Judá
fue invadido de repente por un enorme ejército etíope.
El hecho de que estemos sirviendo a Dios no nos garantiza

un camino llano el resto de nuestra vida. Pero en momentos de
conflicto, los que buscan a Dios han construido un depósito de
fe listo para enfrentarse a los problemas nuevos, y saben exacta-
mente lo que deben hacer.Véase 2° Crónicas 14.11.

La fe de Asa no era una especie de mezcla instantánea de

postre para horno de microondas. No hubo pánico en él, porque
antes de recibir este ataque, Judá había estado invocando a Dios
durante toda la década. Ahora sólo pidieron a Dios que se levan-
tara, y Él así lo hizo, barriendo a los etíopes. El verso 14 nos dice
que “el terror de Jehová cayó sobre ellos”, y de nada les sirvió su
superioridad numérica.
4. RENOVANDO EL PACTO CON DIOS

Cuanto más buscamos a Dios, más vemos nuestra necesidad
de buscarlo. Asa, animado por esta experiencia, empezó a mirar a
su alrededor... y descubrió cosas que antes se le habían escapado.
El altar en el templo de Jehová estaba necesitado de arreglo; de
inmediato ordenó que lo repararan. Convocó a una asamblea so-
lemne de toda la población, y allí hizo un nuevo pacto con Dios.
Más tarde quedó sorprendido al descubrir que su madre, Ma-

aca, todavía tenía “una imagen de Asera” (15.16). Asa destruyó
la imagen y depuso a la anciana de su trono como reina madre.
Muchos estarían diciendo “¡pueden creer que el rey Asa tenga el
descaro de tratar así a su propia madre!”. Pero otros deben hacer
dicho: “este rey sí está decidido a agradar a Dios”.
Es que Asa había comprendido quién merecía toda su lealtad.

No era su nación, su cultura, su tradición, ni siquiera su propia
familia. Era Dios. ¡Qué ejemplo maravilloso de consagración al
Señor!
5. UN ERROR GARRAFAL
Pasaron veinticinco años. En algún momento, como ha suce-
dido con pastores, líderes y muchas congregaciones, no sabemos

por qué, Asa dejó de sentir la necesidad de buscar al Señor. Tal

vez las preocupaciones de la vida lo volvieron blando, o pen-
só que ya había alcanzado la cúspide espiritual y podía relajarse.
Pero la Biblia nos enseña que no es posible mantenerse siempre
en la misma posición espiritual; o estamos acercándonos a Dios
o estamos alejándonos de Él.
Un día Asa recibe la noticia de que un pequeño ejército de

su vecino del norte estaba edificando un bloqueo alrededor de
su territorio (cap. 16). Este oponente ni se acercaba al tamaño
de las tropas etíopes de un cuarto de siglo antes. ¿Qué haría Asa
ahora? ¿Cómo respondería? Lo que sigue parece sacado de la
serie “Increíble pero real”. Leamos 2º Crónicas 16.2,3.
El plan de Asa “dio resultado”. El enemigo se retiró y Asa pro-

bablemente dijo: ¡qué listo soy! La gente también se dio cuenta de
que tenía un líder muy astuto. Muchos en la actualidad así piensan:
cualquier cosa que “dé resultado” es buena; si alguna técnica hace
que se llenen las reuniones y aumenten los fondos, entonces “es
de parte de Dios”. Quienes así creen sufrirán un duro despertar
cuando estén frente al Señor.
Los ojos de Dios están puestos sobre nosotros, buscando a

alguien que esté decidido a agradarle a Él. Los días van pasando, y
Dios sigue mirando... ¿Habrá uno que quiera invocar su nombre
sobre todo lo demás? ¿Todavía quedarán algunos interesados en
recibir su aprobación y bendición? Véase Juan 7.37,38.
6. DUREZA DE CORAZÓN
Los oficiales de la corte todavía estaban felicitándose por
la maniobra tan brillante que acababan de concretar cuando un
profeta llamado Hanani empezó a hablar (16.7-9).

Ojalá Asa hubiera caído de rodillas y rogado a Dios que lo

perdonara por haberse alejado de Él. Ojalá su corazón se hubie-
ra derretido en una confesión. Pero ocurrió lo opuesto. Asa se
encolerizó contra el profeta Hanani y lo echó en la cárcel. Para
colmo, oprimió también a algunos del pueblo (v. 10). Los que
dejan de buscar a Dios se vuelven endurecidos y arrogantes. Una
reprensión profética sólo logra irritarlos más.
Comparemos a Asa con su tatarabuelo David, quien también

equivocó el camino siendo un rey experimentado. Los errores
de David incluso fueron peores: se acostó con una mujer ajena,
mandó matar al esposo de ella y luego hizo un censo que Dios
le tenía prohibido hacer. Pero cuando David fue reprendido por
los profetas, no se enojó sino que reconoció humildemente sus
faltas. El Salmo 51 es un registro de su confesión.
No es que las personas que tienen un corazón que busca a

Dios no cometen errores; pero es la condición de su corazón la
que determina su reacción ante la corrección, lo cual determina
también lo que Dios hará con ellos en el futuro. Si Asa se hubiera
quebrantado delante de Dios como David, tal vez su final hubiera
sido otro. Pero no lo hizo, y el cuadro final de su vida es realmen-
te lamentable: dos años antes de morir le apareció un doloroso
problema en los pies.Véase 2ª Crónicas 16.12,13.
7. CONCLUSIÓN
Algunos creen que la enfermedad en los pies de Asa fue gota.
De haber sido así, caminar por el palacio en esos años debió ser un
verdadero suplicio para él. Hay personas que, al igual que Asa, su-
fren de una gran enfermedad; su caminar no es recto ante Dios; les
urge tomar una decisión al respecto. Alguien puede permanecer
duro y decir: “No me diga que mi vida espiritual necesita correc-
ción; yo estoy bien.” O bien, como David, reconocer la verdad.

Necesitamos acercarnos a Dios con un espíritu quebrantado;

humillarnos, deshacernos de los escombros de nuestra vida y
volver a apoyarnos en Él. Nuestro futuro está determinado por
esto: nuestra búsqueda del Señor. Las bendiciones que recibimos
y luego pasamos a otros están todas pendientes de esta verdad:
“Dios recompensa a los que lo buscan”.
• ¿Quién desea buscar más de Dios?
• ¿Qué hará usted en los próximos días para acercarse

más a Él?

Lección 17
DISCÍPULOS
Rompe-hielo: Ser un creyente en Jesús y ser un dis-

cípulo de Jesús, ¿son la misma cosa?
1. INTRODUCCIÓN
Leamos 1ª Samuel 1.21-28. De aquí enfatizaremos la pa-
labra “destetar”, que según el diccionario significa: “Hacer que deje
de mamar el niño o las crías de los animales, procurando su nutrición
por otros medios. Apartar a los hijos de las atenciones y comodidades
de su casa para que aprendan a desenvolverse por sí mismos.”
Lamentablemente, hablando de los hermanos que hacen par-

te de las congregaciones, buena parte de ellos no entiende bien

los conceptos de discipulado y compromiso de vida. En las iglesias

abundan los espectadores frustrados por su falta de profundidad
en su caminar con Cristo. ¿Cuántos hermanos realmente sabrán
qué es el verdadero compromiso con Dios?
Hablar de discipulado, responsabilidades y compromiso no

es nada popular. Si aquí ofreciéramos cursos sobre profecía, segu-
ramente muchos vendrían buscando un lugar; pero, si traemos un
estudio sobre la vida de oración, o la importancia de las buenas
relaciones de unos con otros, o cómo invertir nuestros recursos
en la obra de Dios, los interesados siempre son unos pocos.
2. EL SIGNIFICADO DE DISCIPULADO
Hablar de discipulado es hablar de transferencia de vida. En la
Biblia encontramos –en la vida y palabras de Jesús, un indicativo
creciente de compromiso y dedicación. Jesús hablaba de un pro-
ceso, no de un suceso, en el que va involucrada una variedad de
asuntos y disciplinas espirituales.Véase Mateo 16.24.
Expertos en discipulado han dado diferentes definiciones so-

bre el mismo.Veamos dos:
(1) La Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo lo define

como el proceso educativo-espiritual que logra hombres obe-
dientes a Cristo, lo cual es el paso inicial. Como proceso es infini-
to. La finalidad es que los hombres piensen y vivan como Cristo.
(2) Keith Phillips en su libro “Id y haced discípulos” dice que

discipulado es una relación de maestro-alumno, basada en el mo-
delo de Cristo y sus discípulos, en la cual el maestro reproduce
en el estudiante la plenitud de vida que él tiene en Cristo, en
tal forma que el discípulo se capacita para adiestrar y enseñar a
otros.

Y ahora, una definición apostólica: Discipulado es el compro-

miso personal y permanente del cristiano de obedecer a Jesu-
cristo. Es el permanente señorío de Jesús en el creyente. En otras
palabras, es el sometimiento total y permanente del cristiano a la
Palabra de Dios, bajo el control y dirección del Espíritu Santo.
En la siguiente serie de lecciones “Siete aspectos del Señorío

de Cristo”, ahondaremos en esta definición.
3. ¿CREYENTE O DISCÍPULO?
Leamos Efesios 4.13. El discípulo de Cristo es un creyente
que refleja un constante crecimiento espiritual. En consecuencia,
tiene vida de oración y es efectivo en el evangelismo y la forma-
ción de otros discípulos, porque actúa bajo la dirección, control
y poder del Espíritu Santo. Algunos enunciados que nos han ayu-
dado a entender más a fondo el concepto de ser un auténtico
discípulo de Cristo Jesús son:
a. El creyente se gana; el discípulo se hace. Las personas que

responden positivamente a una invitación en un esfuerzo
evangelístico no pueden ser contadas como discípulos de
Cristo, sino como personas interesadas en conocer más de
Dios. Dice Billy Graham que “cuesta diez por ciento de es-
fuerzo ganar a una persona para Cristo, pero cuesta noventa
por ciento hacer que permanezca en la fe”.
b. El creyente espera panes y peces; el discípulo es un pescador.

Hay creyentes cuya tarea principal es consumir lo que el
reino ofrece. Van a la iglesia, se hacen miembros, pero pocas
veces, si no es que nunca, ponen al servicio del Señor todo
lo que son y lo que hacen. Son espectadores, que necesitan
urgentemente pasar al escenario, y convertirse en auténti-
cos pescadores de hombres y mujeres.

c. El creyente lucha por crecer; el discípulo por reproducirse.

El creyente común no piensa en los demás sino en sí mismo.
Dice: “¿qué puedo obtener de esta situación?” o “¿en qué
me va a beneficiar este asunto?” Está centrado en sí mismo
y poco piensa en los demás. El verdadero discípulo se repro-
duce, siguiendo una filosofía de circulación, que consiste en
compartir con los demás todo lo que recibe.
d. El creyente murmura y reclama; el discípulo obedece y se

niega a sí mismo. Estoy convencido de que uno de los peca-
dos que más daño ha causado a la iglesia de todos los tiem-
pos es la murmuración, o el chisme. Pocos hermanos llegan
a comprender la seriedad de semejante práctica pecaminosa.
Debemos prometer delante de Dios no hablar de nadie que
no esté presente para defenderse, y que cuando tengamos
alguna queja contra alguien, seguiremos el patrón bíblico de
la confrontación y la reconciliación personal. Usted no se
pone la ropa del culto sobre la ropa sucia del trabajo. El
creyente que se convierte en discípulo “se desviste” de la
práctica pecaminosa de la murmuración, antes de procurar
revestirse de Cristo.
e. El creyente puede caer en la rutina; el discípulo es revolu-

cionario. Uno de los grandes peligros del creyente en Cristo
Jesús, es el quedarse atascado en los triunfos del ayer. La vida
se caracteriza por el cambio, y en especial la vida en Cristo.
Lamentablemente hay creyentes, así como iglesias comple-
tas, que caen en lo que llamamos “demencia cristiana”, que
no es otra cosa que el simple hecho de hacer las mismas
cosas, esperando resultados diferentes. Un discípulo autén-
tico y comprometido, busca el cambio, el avance, conquista
áreas que antes no había vencido, y no vive solamente de los
triunfos del pasado.

f. El creyente espera que le asignen tareas; el discípulo es so-

lícito en asumir responsabilidades. Muchos hermanos dicen:
“Pastor, cuando necesite algo, solamente llámeme”, y luego
se retiran sin la menor intención de participar, pero des-
cansados en que por lo menos “se pusieron a la disposición
de Dios”. Lo cierto es que el discípulo hace tres cosas en
este aspecto: Primero, identifica necesidades; segundo, usa
los dones que Dios le ha dado para llenar esas necesidades;
y en tercer lugar, continúa su capacitación para darle a Dios
el servicio que Él merece. El discípulo sabe que no necesita
de “cargos” eclesiásticos para servir a Dios, sino que busca
servirlo con amor y excelencia.
g. El creyente gusta del confort y la seguridad; el discípulo

ofrece un sacrificio vivo. Si no estuviéramos tan dedicados a
nuestra comodidad, a estas alturas habríamos alcanzado mu-
cha más gente para Cristo. La demanda del apóstol Pablo fue
por demás contundente: que presentemos nuestros cuerpos
en sacrificio vivo. Pablo aprendió a negarse a sí mismo.
h. El creyente busca que lo animen; el discípulo procura animar.

Un concepto que debe llamar nuestra atención en la vida
del cristiano es el entusiasmo, que no es otra cosa que tener
a Dios dentro. Lamentablemente las iglesias están llenas de
individuos que buscan experiencias que los animen, que los
llenen, etc. pero cuando la iglesia no cumple las expectativas
que ellos tienen, entonces, buscan otra iglesia que sí “los lle-
ne”; y cuando esa nueva iglesia ya no llena sus anhelos, bus-
can una nueva, o se van directo al mundo. Pero Dios ha for-
mado un tipo de persona excepcional, el discípulo; uno que
por sí mismo anima, alienta y llena, ya que la vida abundante
que recibe de Cristo Jesús cada día es su fuente esencial de
gozo y paz, y no depende de las circunstancias para ello.

i. El creyente entrega parte de sus ganancias; el discípulo en-

trega su vida. Uno de los problemas más serios en la Iglesia
es el dualismo. Por un lado, está Dios como ser espiritual; y
por otro nosotros, muy distantes como sus criaturas. Esta
dualidad se ve cuando muchos cristianos hablan del día del
Señor, olvidando que todos los días son del Señor; dicen que
el diezmo es de Dios, cuando en realidad el 100% es de Dios;
que el templo es la casa de Dios, sin embargo, olvidan que
cada creyente es templo del Espíritu Santo de Dios. Sí; Dios
desea una entrega total de cada uno de nosotros.
j. El creyente depende en gran parte de los pechos de la ma-

dre (la iglesia, el pastor, el líder del grupo de amistad, etc.);
el discípulo ha sido destetado para servir. Muchos creyentes
inmaduros esperan que otros se hagan responsables de su
crecimiento espiritual, y cuando no están dando evidencias
claras de su fe en Cristo Jesús, inmediatamente responsabi-
lizan a los otros de su mal desempeño como cristianos. Al
contrario, el discípulo comprometido, busca su propio ali-
mento, y está listo para servir a los demás.
4. CONCLUSIÓN
Repasemos 1ª Samuel 1.23-28. Ana entregó a su niño al
sacerdote y luego adoró a Dios, quien le había concedido lo que
le pidió. Dios estaba a cargo de los acontecimientos, como siem-
pre, y usó la infertilidad de Ana para un gran propósito. Si Ana hu-
biera tenido antes un hijo, no lo hubiera dejado en el templo en
Silo y el niño no se habría criado allí a fin de ser un gran hombre
de Dios –el profeta Samuel.
Nuestra necesidad, problema o dificultad, todos tienen un

propósito en la mente de Dios. Él quiere destetarnos cuanto an-

tes; que nos criemos y maduremos espiritualmente, para que le

sirvamos en su casa. Dios quiere que seamos, mucho más que
simples creyentes, ¡verdaderos discípulos suyos!
Escuche atentamente la canción del cantautor cristiano Mar-

cos Vidal, “Déjame ser un discípulo Señor” y luego haga
una lista de acciones que usted tomará para convertirse en un
discípulo real de Jesús.

Lección 18
CONSTANTES
EN LA
ORACIÓN
Rompe-hielo: Los cristianos de ahora dedicamos

más tiempo a la oración que los antiguos. ¿Verdadero o falso?
Leamos la interesante historia que se encuentra en el capítu-

lo 6 del libro de Daniel.
1. INTRODUCCIÓN
La oración es para la vida cristiana como la sangre para el
cuerpo humano: sin ella, no hay vida espiritual. La oración es el
número de teléfono para hablar directamente con Dios; es el
pasaje gratuito para subir en un viaje sin escalas hasta el trono
mismo de Dios.

Pero la realidad de la iglesia hoy día es que está fría en cuanto

a la búsqueda del Señor. Hay poca oración y por eso hay poca
pasión. Los cristianos de ahora no damos a la oración la impor-
tancia que los cristianos antiguos le daban, y que ella verdadera-
mente tiene. Para muchos la oración es algo de segundo orden.
2. LA ORACIÓN EN LA BIBLIA
De acuerdo con la Palabra de Dios, la oración es vital. Vivi-
mos si oramos, o morimos si no oramos. La Biblia nos enseña
mucho acerca de la oración. Ella nos dice que debemos orar:
a. En todo tiempo: “Orando en todo tiempo con toda oración y

súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia…”
Efesios 6.18a.
b. “Sin cesar.” (1ª Tesalonicenses 5.17).
c. Para no caer en la tentación: “Velad y orad, para que no entréis

en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne
es débil.” Marcos 14.38.
d. Eficazmente: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad

unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo
puede mucho.” Santiago 5.16.
La Biblia también contiene una larga lista de casos de oracio-

nes contestadas:
Abraham oró y Dios concedió sus peticiones. Moisés oró

y el mar se abrió. Josué oró y el sol se paró. David oró y Dios
destruyó a sus enemigos. Elías oró y Dios mandó fuego del cielo.
Pablo oró y los muros de la prisión se estremecieron. Daniel oró
y Dios cerró la boca de los leones…

3. DANIEL, EL PROFETA DE LA
ORACIÓN
Leamos nuevamente Daniel 6.7,9. Darío, rey del impe-
rio medo-persa, había firmado un edicto que prohibía la oración
durante treinta días en todo el territorio de su extenso reino.
Esta prohibición significaba robar a Dios el tributo que recibe del
hombre, y robar al hombre el consuelo que recibe de Dios. ¿Qué
rey de la Tierra, por poderoso que sea, tiene derecho de hacer
algo así?
El temerario decreto implicaba también privar al profeta Da-

niel de orar en noventa oportunidades:“Cuando Daniel supo que el
edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de
su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día,
y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.”
Daniel 6.10.
¡Qué bueno es tener horas para orar!
Daniel no podía vivir un solo día sin Dios; ¿cómo iba a ser
capaz de acatar el decreto real y pasar treinta días sin orar? Nos
pone a temblar el hecho de que hoy no haya ningún decreto que
nos prohíba orar, pero sí muchos cristianos que abandonan la ora-
ción por cualquier causa, dejando de humillar sus corazones en
presencia de Dios, y negándose a presentar sus gratitudes ante Él.
Daniel oraba siempre, y aunque era hombre de muchas ocu-

paciones, no pensaba que eso le eximiera de los ejercicios diarios
de devoción. Daniel oraba doblando sus rodillas y presentando
acciones de gracias a Dios cada día. Eso lo mantenía preparado
para cualquier aflicción que Dios pudiera permitir en su vida; y
cuando ésta finalmente llegó, Dios le honró, cerrando la boca de
los leones:

“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para
que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun
delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el
rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso;
y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque
había confiado en su Dios.” Daniel 6.22-23.
¡Cuán inexcusables son aquellos que teniendo poco o mucho

que hacer en el mundo, nunca hallan tiempo para presentar sus
almas al fiel Creador! Quien vive sin orar ciertamente desecha
su alma, y al final será hallado falto. Además, cuando los leones
lleguen a su vida, nada se podrá hacer para cerrar sus bocas:
“Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían

acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus
hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando
los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.”
Daniel 6.24.
4. CÓMO ORAR UNA HORA

A continuación presentamos doce pasos en la oración, que
seguramente nos ayudarán a elevar la cantidad de oración diaria
y la calidad de la misma en nuestras devociones. Los doce pasos
son:
(1) Alabar. “Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don

de mis manos como la ofrenda de la tarde.” Salmos 141.2.
Alabar es un sacrificio; es un festejo vocal de la naturaleza y
las virtudes de Dios. Hebreos 13.5. ¡La oración comienza
con alabanza! Salmos 63.3.
(2) Perdonar. Debemos tener cuidado de perdonar a nues-

tros deudores. Jesús dice que si uno espera perdón para sus

pecados y fallas, debe estar dispuesto a perdonar a otros: “Y

cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para
que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a
vosotros vuestras ofensas.” Marcos 11.25.
(3) Confesar. No trate de orar sin confesarse. Una persona

que no quiere confesarse, nunca conocerá el gozo de la ora-
ción: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y co-
noce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad,
y guíame en el camino eterno.” Salmos 139.23-24.
(4) Pedir. “No tenéis lo que deseáis porque no pedís. Pedís y no

recibís, porque pedís mal.” Santiago 4.2-3. Jesús desea que
le pidamos; Su corazón responde a nuestra necesidad.
(5) Interceder. A nuestro alrededor existe mucha gente con

necesidades desesperantes. Interceder por hermanos y per-
didos es la dimensión más intensa de la oración: “…con toda
perseverancia y súplica por todos los santos.” Efesios 6.18b.
(6) Leer la Palabra. Cuando leemos la Biblia, posibilidades

nuevas se presentan. Aunque el tiempo para orar no debe
volverse tiempo de estudio, un momento breve de Escritura
es excelente para enriquecer la oración.
(7) Meditar. Cuando uno medita en Dios, su mente se vuelve

muy activa. Durante la meditación consideramos los temas
espirituales de la Palabra y del Espíritu Santo.
(8) Dar gracias. Aunque el dar gracias debe ser regado a tra-
vés de toda la oración, separamos un período especial para
agradecer a Dios en voz alta por todas las cosas que ha he-
cho en nuestra vida.

(9) Orar la Palabra. Primero fue un período breve leyendo

la Palabra; ahora “oramos la Palabra”, o sea, aplicamos la Es-
critura directamente a nuestro orar.
(10) Cantar. Un aspecto importante de la oración es cantar

“nuevos cantos” al Señor. El cantar renueva y consuela el
alma. Es muy emocionante el cántico nuevo en el Espíritu
Santo durante la oración.
(11) Escuchar. Debemos establecer buenos hábitos de es-

cuchar en nuestras oraciones. Cuando escuchamos, reci-
bimos órdenes directas del Espíritu de Dios. Que nuestra
oración siempre incluya el escuchar.
(12) Alabar. Entramos en la oración por la puerta de la alaban-

za y concluimos toda sesión de oración de la misma mane-
ra, exaltando la naturaleza de Dios: “…tuyo es el reino, y el
poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” Mateo 6.13.
5. CONCLUSIÓN
No se sienta restringido con el método de orar propuesto
aquí. Utilice estos doce pasos de la oración como un bosquejo
nada más. No se apure, ni piense que tiene que dedicar cinco mi-
nutos a cada paso. Usted puede emplear más tiempo para algunas
cosas y menos para otras. Por ejemplo, el interceder raramente
se puede hacer en sólo cinco minutos. Permita que el Espíritu
Santo le dirija todo el tiempo.
• ¿Cuán constante piensa que es su vida de oración personal?
• ¿Piensa que sus devociones diarias podrían mejorar?
• ¿Qué pasos dará usted para lograrlo?

Lección 19
UN EJÉRCITO
EN
ORDEN
Rompe-hielo: ¿Ha oído usted hablar de ‘guerra espi-

ritual’? Diga en pocas palabras lo que conoce del tema.
Cantares 6.10:
“¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la

luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden?”
1. INTRODUCCIÓN
Llegando al final de esta serie, regresamos a su versículo cen-
tral, el cual nos habla de “ejércitos en orden”.

Cuando los jóvenes se alistan en el ejército, su primera pa-

rada es el campo de instrucción. Allí reciben un adiestramiento
intensivo dirigido a hacerles pasar de la vida civil a la militar. Sin
el adiestramiento del campo de instrucción, los soldados jamás
ganarían una batalla y mucho menos una guerra.
El propósito principal de esta instrucción es formar el carác-

ter del soldado para enfrentar las duras situaciones del combate.
Parte del adiestramiento se realiza mediante agotadoras discipli-
nas físicas que sirven para desarrollar los músculos y los nervios
del soldado.
Y otra parte del adiestramiento, todavía más importante, es

la preparación sicológica, necesaria para asegurar que cada solda-
do crea en la misión del ejército, adquiera valor y autodisciplina,
y esté plenamente preparado para someterse a la autoridad y
obedecer órdenes sin preguntar.
2. EL CAMPO DE ADIESTRAMIEN-
TO ESPIRITUAL
Estos conceptos sobre el adiestramiento se aplican también a
los cristianos que pelean la guerra espiritual. Hay demasiados cre-
yentes que quieren participar en la acción sin haberse sometido
primero a la disciplina que equipa a un guerrero para el combate.
Por eso, muchos quedan expuestos a serios ataques espirituales
y corren el riesgo de traer descrédito al cuerpo de Cristo.
La guerra espiritual es una acción integrada por dos movi-

mientos simultáneos: el uno hacia arriba y el otro hacia fuera;
tiene que ver primero con Dios, a quien oramos, y después con
el maligno, contra quien oramos. Oramos no para convencer a
Dios, sino para unir nuestras fuerzas a las de Él, en contra del
enemigo.

Nosotros no tenemos ningún poder para vencer al diablo.

Véase Zacarías 4.6. Resulta muy peligroso intentar avanzar
hacia afuera, sin habernos movido lo suficiente hacia arriba, es
decir, sin preparación espiritual.
Leamos Santiago 4.7-8. Aquí encontramos tres lecciones

básicas para la guerra espiritual. “Someteos a Dios” –el enfoque
hacia arriba. “Resistid al diablo” –el enfoque hacia fuera. Éste últi-
mo sólo puede ser exitoso si: (1) Nos sometemos a Dios, (2)
nos acercamos a Él, y (3) limpiamos nuestras manos y purifica-
mos nuestros corazones.
3. SOMETERSE A DIOS
Muchos hermanos han crecido en hogares disfuncionales, sin
aprender lo que significa tener un padre amoroso que guíe a
la familia y provea para los suyos. A muchos les cuesta trabajo
identificarse con el mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre”
y con la amonestación de Efesios 6.1, porque en su hogar no
existió el marco indicado para ello.
Quienes jamás se sometieron voluntariamente a un padre

natural, tienen con frecuencia dificultades para someterse a su
Padre que está en los cielos. Buscan a Dios para que les dé amor,
cariño, perdón y sanidad; pero retroceden ante sus demandas
de obediencia y compromiso. Para ellos, la actitud normal es la
rebelión y no la lealtad. Jamás han aceptado la idea de que Jesús
es su Señor.
Hermanos que no están dispuestos a obedecer totalmente a

Dios son como un soldado que quiere pelear la batalla negándo-
se a cumplir las órdenes de sus superiores. La realidad es que no
existe separación entre amar a Dios y someterse a Él. Véase 1ª

Juan 2.3; 5.3 El someterse a Dios es la primera lección en el

campo de instrucción espiritual.
4. ACERCARSE A DIOS
La segunda lección se refiere a nuestra vida de oración per-
sonal. La oración es lo más valioso en la guerra espiritual; es el
barómetro que mide la calidad de nuestra relación con Jesús. Ésta
debe ser muy estrecha porque sólo en una relación así con Él po-
demos oír su voz, conocer su voluntad y comprender su corazón.
Véase Juan 5.19. Sólo con oración intensa experimentamos
perdón, renovación y poder para una vida recta.
Pero el acercarse a Dios requiere tiempo. Debemos apartar

tiempo específico para orar. Muchas personas casi no dedican
tiempo a la oración pues no disfrutan de ella. Para ellos siempre
parece haber alguna cosa más urgente que hacer antes de orar.
Su tiempo para orar es escaso, porque tienen en prioridad otras
actividades.
Algunos incluso piensan que la oración es un trabajo duro.

Olvidan que la esencia de la oración es una relación de intimidad
con Dios. Esto es como si un marido dijera: “Pasar tiempo con mi
esposa es un trabajo difícil”. Eso sería un insulto para ella. ¿Cómo
le caerá a Dios esa actitud de “¡qué duro es orar!”?
5. CUATRO CONSEJOS PARA DIS-

FRUTAR DE LA ORACIÓN
a. El lugar. Busque un sitio cómodo y tranquilo para con-
vertirlo en su lugar habitual de oración. El estar en un am-
biente agradable y conocido le hará entrar antes a la comu-
nión con Dios.

b. El tiempo. Una meta de tiempo razonable para la oración

diaria es una hora. Pero si esto le parece muy difícil, intente
empezar con cinco minutos y luego amplíelos a diez, hasta
conquistar la meta. No se preocupe mucho porque a veces
se encuentre soñando despierto. Invierta cantidad y la cali-
dad llegará con el tiempo.
c. La actitud. Concéntrese en su relación personal con Dios.

La oración es una conversación, una unión, un entretejerse
de dos personalidades. Esperar en Dios es un ejercicio es-
piritual durante el cual, después de usted haberle hablado a
Dios, Él es quien le habla a usted.
d. El formato. Utilice los doce pasos de la oración que ofre-

cimos en la lección anterior.
6. LIMPIAR LAS MANOS Y PURIFI-

CAR LOS CORAZONES
Repasemos Santiago 4.8.
Aquí tenemos un llamamiento a la santidad. La limpieza de las

manos tiene que ver con lo que uno hace y la purificación del co-
razón con lo que uno piensa o siente. La santidad es básica para
el guerrero espiritual. Un soldado de Jesús sin santidad ¡es como
un piloto de combate ciego!
La palabra “santidad” proviene del término griego “hagios”

que significa “ser apartado”. Dios quiere que vivamos apartados
para Él; eso es santificación. Santidad es amar a Jesús, y hacer
todo lo que Él quiere. Lea frecuentemente las cartas de Efesios,
Colosenses y Gálatas, donde están escritas muchas de las reglas
de santidad que debemos seguir.

¿Cualquier cristiano puede ser santo? La respuesta es sí. To-

dos los cristianos somos santos. ¿Puede alguien ser lo bastante
santo? Esta vez respondemos no. Ningún cristiano es suficiente-
mente santo. Como alguien nacido de nuevo, usted puede decir
con tranquilidad “soy santo”, pero nunca puede decir “Soy lo su-
ficientemente santo”.
Según Juan “Aquel que permanece en él no peca” 1ª Juan 3.6.

Esto significa que ya no practicamos el pecado como un estilo de
vida, y que nuestra posición ahora es contraria al pecado. Pero no
significa que somos perfectos. De hecho pecamos, y será mejor
que lo reconozcamos. 1ª Juan 1.8. Por eso a diario debemos
orar: “Perdónanos nuestras deudas”.
Así que nunca podemos ser lo bastante santos, pero sí más

santos que lo que éramos, por ejemplo, el año pasado.Y podemos
planear ser aún más santos de aquí a cinco años. Pero cuidado
con caer en la tentación de los Gálatas, que habían seleccionado
ciertas acciones externas como pruebas visibles de haber alcan-
zado la santidad, o la plenitud del Espíritu.
El alcanzar ciertos niveles exteriores, por buenos que éstos

sean, no constituye un criterio bíblico para medir la santidad.
Siempre será más importante la santidad interna o del corazón,
como claramente lo expresó Jesús a los fariseos en Mateo 6.
¿Para qué sirven entonces las normas externas? Para detectar
la ausencia de santidad. Si con frecuencia utilizamos en vano el
nombre del Señor, si vestimos inmoralmente, si ingerimos alcohol
o tenemos relaciones sexuales fuera del matrimonio —por dar
algunos ejemplos, obviamente no somos santos.
Las normas externas también sirven para evidenciar madurez,

lo cual nos permite a su vez establecer cuándo alguien está listo
para el servicio en la obra de Dios. Estudie las cartas de Pablo a

Tito y Timoteo para aprender cómo las acciones externas y los

testimonios manifiestos y públicos, son condiciones necesarias
para ser aptos para posiciones de liderazgo.
7. PRINCIPIOS PARA LA GUERRA

ESPIRITUAL
a. Lleve una adecuada relación con Dios (no perfecta). Esto
significa tener una vida de oración personal satisfactoria y
estar lleno del Espíritu Santo; que su corazón desee conocer
más íntimamente a Dios y agradarle en todo.
b. Confiese todos sus pecados conocidos. No intente atar un

principado o echar una potestad del diablo con pecado en
su corazón, porque seguro será avergonzado. Un cristiano
maduro sabe cuándo ha pecado. Utilice como guía la lista de
obras de la carne de Gálatas 5.19–21. Busque otras listas
en la Biblia.
c. Identifique patrones de pecado persistentes. Si hay cierto

pecado manifestándose de continuo en nuestra vida, esta-
mos ante una enfermedad espiritual que necesita sanidad. Si
usted tuviera infección de vesícula o diabetes, seguro estaría
buscando ayuda médica. Consiga ayuda espiritual antes de
entrar en cualquier clase de ministerio, sobre todo si va a
participar en guerra espiritual.
d. Permita que otros lean su barómetro espiritual. Si usted se

guarda todo para sí, no tendrá forma de comprobar la exac-
titud de sus autoevaluaciones. Relaciónese estrechamente
con dos o tres hermanos cuya espiritualidad usted respete
y que le conozcan lo bastante bien como para ser francos
con usted.

e. Sea especialmente estricto consigo mismo. Cuanto más alto

le llame Dios en el liderazgo, más alto deberá ser su nivel de
santidad.Algunos niveles de ministerio requieren condiciones
espirituales considerablemente por encima del promedio.
8. CONCLUSIÓN
La Iglesia debe funcionar no sólo como un hospital para los
heridos de guerra, sino también como un cuartel que adiestra a
sus soldados, un lugar de acondicionamiento espiritual. Seamos
llenos del Espíritu Santo. Seamos testigos de Él hasta lo último de
la tierra. Seamos la Iglesia de Cantares 6.10.
¡Seamos un ejército en orden!
• ¿Cómo piensa usted aplicar Santiago 4.7-8 en su vida?

Lección 20
TU
CAMINO
Rompe-hielo: ¿Alguna vez te has perdido buscando

una dirección? Comparte tu experiencia.
Proverbios 3.6: “Reconócelo en todos tus caminos y él ende-

rezará tus veredas.”
1. INTRODUCCIÓN
¿Es esta la voluntad de Dios o no? Esta es una pregunta que
tendrás que hacerte en más de una ocasión en tu vida. La buena
noticia que te traemos hoy es que podemos desarrollar el oído
para reconocer la voz de Dios, y el discernimiento para com-

prender su voluntad. De esta manera damos comienzo a nuestra

serie, “Siete aspectos del señorío de Cristo” ocupándonos en
primer lugar de nuestro camino, es decir, de la manera en que
vivimos y de qué forma sujetamos nuestras decisiones a la volun-
tad de nuestro Señor Jesús.
2. DIOS NO CAMBIA
Leamos el capítulo 22 del libro de Números.
Esta es la historia del profeta Balaam, quien fue sobornado

por Balac para que maldijera a los israelitas. Balaam consultó a
Dios si él debía hacer eso o no. Dios le dijo que no, pero Balac
de nuevo tentó a Balaam, ofreciéndole más dinero. Así que Ba-
laam volvió a orar y a pedirle a Dios que le permitiera maldecir
a Israel.
Un primer consejo: ¡mucho cuidado con movernos simple-

mente por el dinero! No importa cuánto dinero esté envuelto,
Dios no cambia su manera de pensar.
Balaam estaba tratando de hacer lo que él quería, en vez de

cumplir con la voluntad de Dios. Balaam nos recuerda al tipo de
persona que toma decisiones sin el consentimiento de Dios; al
cristiano que trata de conseguir la aprobación de Dios en sus pa-
sos, cuando Dios ya le ha dicho que la dirección que ha tomado
no es la correcta.
Nosotros también, muchas veces hemos oído a Dios decir-

nos: “es mala idea que vayas allá” o “esa relación no te conviene,
yo tengo algo mejor para ti” o “no compres eso; no lo necesi-
tas”. Sin embargo, volvemos a Él tratando de cambiar sus pen-
samientos, olvidando que Él ha dicho “…yo Jehová no cambio”
Malaquías 3.6.

3. PREGUNTÁNDOLE A DIOS
Con frecuencia olvidamos preguntar a Dios cómo se siente
Él con respecto a nuestras decisiones. De acuerdo a Prover-
bios 3.6, nuestra parte en esta relación es reconocer a Dios
en todos nuestros caminos, tomarle en cuenta en todas nuestras
decisiones. La parte de Él es dirigir nuestro camino, ¡y Dios sí
que sabe cómo hacerlo! Por eso siempre debemos consultarle
antes de tomar decisiones. Y cuando Él nos responde, debemos
sujetarnos a su voluntad.
Como profeta, Balaam sabía esto, y sin embargo presionó

a Dios para que lo dejara ir adonde quería. Finalmente Dios le
permitió ir, pero como diciéndole “Ve Balaam, ya que tanto lo
deseas, pero te pondrás en contra de mi voluntad y no te irá
bien.” Aquí hallamos una gran verdad: si insistimos en algo que
no tiene la aprobación de Dios, tal vez podamos “salirnos con
la nuestra” pero iremos por un camino doloroso: “El buen en-
tendimiento da gracia; mas el camino de los transgresores es duro.”
Proverbios 13.15.
4. EN PELIGRO DE MUERTE
Balaam cabalgó en su asno para ir a maldecir a Israel, pero
Dios puso un ángel en su camino para detenerlo. El asno de Bala-
am vio al ángel de Dios en medio del camino y se detuvo, pero el
profeta no podía verlo e insistía en que el asno continuara avan-
zando. Así sucede con los desobedientes: no ven lo que deberían
ver, se vuelven obstinados, se empecinan y hacen que razonar con
ellos sea imposible.
Balaam castigó sin misericordia al asno, hasta que finalmente

Dios abrió la boca de la bestia de manera sobrenatural, para que

reprochara a Balaam su abusivo trato. Esta tuvo que ser una de

las conversaciones más curiosas de la historia. ¿Alguien puede
imaginarse a dos asnos hablando entre sí? Pero lo más asombro-
so fue que el asno de cuatro patas demostró más inteligencia que
el de dos patas.
Mientras Balaam pensaba que su asno debería morir, éste tra-

taba de salvarle la vida, pues el ángel de Jehová tenía una espada
desenvainada y estaba listo para matar a Balaam, si continuaba
avanzando. Cuando actuamos en contra de la voluntad de Dios,
muchas veces maltratamos a personas que con buena intención
nos están tratando de ayudar. Jóvenes irrespetan a sus padres. Un
esposo ataca al otro. Un miembro de la iglesia se rebela contra
su líder… ¡Cuidado!
Por fin Balaam pudo ver por qué el asno se quería regresar
antes que avanzar. Cuando vamos en una dirección contraria a la
voluntad de Dios, tarde temprano descubriremos que el camino
de Dios es el único correcto. Entonces nos tenemos que regre-
sar, tragarnos nuestro orgullo y agradecer a aquellos que nos
hablaron la verdad.Véase Santiago 5.19-20.
5. DESCUBRIENDO EL CAMINO
CORRECTO
Dios siempre ha sido fiel, poniendo en nuestro camino per-
sonas que nos libraron de caer en el abismo. ¿Queremos ser
como Balaam: insensato y testarudo, subido a una mula, camino
a la destrucción? Por supuesto que no. ¡Que Dios nos detenga
antes de complicar nuestra vida con una mala decisión! Debemos
hacer caso a las advertencias divinas.
Nunca forcemos las cosas para que sucedan. Es como tratar

de colocar una pieza del rompecabezas donde no va. Parece co-

rrecta, pero no calza. Cuando tenemos que forzar las cosas casi
siempre es señal de que no estamos siendo guiados por Dios.
Nos preocupamos mucho por saber cuánto cuesta algo an-

tes de comprarlo. La pregunta más relevante que tenemos que
hacer es si Dios está de acuerdo, porque si aquello es de la volun-
tad de Dios, ¡la cuenta la va a pagar Él, no nosotros! A donde Dios
guía, Él también provee. Todo lo que Dios aprueba, Él lo bendice.
Leamos el Salmo 23.
6. CONCLUSIÓN
Juan 10.14: “Yo conozco mis ovejas, y las mías me conocen”.
Juan 10.27: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”.
¿Cómo conocen las ovejas la voz de su pastor? Por medio de la
comunión diaria con él. El problema es que no pasamos suficiente
tiempo con nuestro Pastor Celestial como para reconocer su
voz cuando Él nos habla.
Jesús pasaba mucho tiempo a solas, buscando la voluntad del

Padre. Nosotros necesitamos pasar muchos más momentos a
solas con Dios, para que Él nos enseñe a caminar. “Estad quietos y
conoced que yo soy Dios” Salmos 46.10. Hagamos planes para
estar con Él. Leamos su Palabra, porque ella es lámpara a nues-
tros pies y lumbrera a nuestro camino. Llenémonos de su Espíri-
tu, porque éste es el que nos guía a toda la verdad.
¡Reconozcámoslo en todos nuestros caminos y él endereza-

rá nuestras veredas (Proverbios 3.6)!
• Piensa en algún área o aspecto de tu vida que necesita ser

puesto bajo el dominio de Cristo.
• ¿Qué harás en los siguientes días para rendir eso a la

voluntad de Dios?

Lección 21
TUS
PENSAMIENTOS

mente cuando oyes la palabra “pesimismo”?
2ª Corintios 10.5: “Derribando argumentos y toda altivez

que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo.”
1. INTRODUCCIÓN
Nuestros pensamientos gobiernan nuestras acciones. Los
pensamientos negativos producen acciones negativas y los pen-

samientos positivos, acciones positivas. Ahora estamos donde

estamos y somos lo que somos por los pensamientos que han
dominado nuestras mentes.
En un mundo lleno de malas noticias, el Evangelio –cuyo sig-

nificado es “buenas nuevas”, nos reta a pensar positivamente. Una
firma investigadora preguntó a un grupo de personas sobre lo
mejor que les había sucedido en los últimos cinco años; el doce
por ciento de las personas encuestadas respondió: “Nada”.
Tristemente, existe ese tipo de persona que cuando ve a un

optimista dice: “Él es así porque no tiene experiencia; ya se en-
contrará con la dura realidad; ya aprenderá.” Es gente que cuando
tú le das a elegir entre dos males, te dice: “¿Puedo quedarme con
los dos?”. Son personas cuyo pensamiento no ha sido llevado
cautivo a la obediencia a Cristo.
2. UN MUNDO PLANO
Hay un tipo común de negativismo al que llamaremos “mun-
do plano”. Una persona “mundo plano” vive condicionada por su
educación y la experiencia de su pasado. Algo que no es verdad,
la persona lo acepta como un hecho, y permite que eso dirija su
pensamiento.
En 1490, la reina Isabel y el rey Fernando de España contrata-

ron a un comité real para que estudiara el proyecto de Cristóbal
Colón de encontrar una ruta nueva y más corta hacia las legenda-
rias Indias. El comité, un impresionante panel de expertos dirigi-
dos por destacados geógrafos y eruditos de España, examinó los
planes de Colón y presentó sus conclusiones al rey y a la reina:
el proyecto no podía ser llevado a cabo. “Totalmente imposible”,
escribieron.

Afortunadamente, Isabel, Fernando y, lo que es más impor-

tante, Colón mismo, ignoraron a los expertos. Colón consiguió el
financiamiento para su viaje, pero entonces tuvo problemas para
convencer a su tripulación de navegar “alrededor” del mundo.
¿Por qué? Porque la gente de ese entonces creía que la tierra era
plana. El mundo creía una cosa y no estaba receptivo a otras posi-
bilidades. Finalmente la Niña, la Pinta, y la Santa María se hicieron
a la mar, y en pocos años se descubrió que el “mundo plano” era
redondo.
A principios del siglo XX se dijo que los experimentos de

aviación eran un desperdicio de tiempo y de dinero. Thomas Edi-
son trató de persuadir a Henry Ford para que abandonara su
idea de un motor para automóvil. Los expertos le dijeron a Ben-
jamín Franklin que dejara todas esas tontas pruebas con la luz.
Madame Curie fue obligada por los expertos a olvidar la idea
loca del radio.
Nuestras suposiciones aceptadas entorpecen la creatividad y

frenan la realización de nuestro verdadero potencial. Cuando es-
tamos condicionados a verdades conocidas y cerrados a nuevas
posibilidades positivas, sucede lo siguiente:
(1) Vemos lo que esperamos ver, no lo que podemos ver.

(2) Oímos lo que esperamos oír, no lo que podemos oír.
(3) Pensamos lo que esperamos pensar, no lo que podemos
pensar.
(4) Sucede lo que esperábamos que sucediera, no lo que pudo
haber sucedido.Véase Job 3.25.
3. EL PENSAMIENTO NEGATIVO
Una de las historias más tristes de la Biblia es la del fracaso
de Israel para entrar en la tierra prometida. De acuerdo con

Números 13 y 14, doce espías fueron enviados a Canaán

para traer a Moisés información. Ellos estuvieron en los mismos
lugares, al mismo tiempo, pero volvieron con diferente opinión.
Para Josué y Caleb la tierra prometida era todo lo que Dios dijo
que sería. Ellos dijeron: “Ciertamente fluye leche y miel; y este es
el fruto de ella.” Números 13.27. Pero los otros diez espías
entregaron un informe negativo (Vv. 28-29). El resultado que
esto trajo nos permite comprender cuán dañino es el pensa-
miento negativo.
a. El pensamiento negativo nubla la vista. Los diez espías tenían

la vista nublada. Cuando tenemos la vista nublada estamos
tensos en vez de relajados. Un comentario que oímos a
menudo entre estudiantes es: “Espero que en el examen
no me hagan esta pregunta. Estoy seguro de que no po-
dría contestarla”. Comienza el examen y como se esperaba,
allí está la pregunta, seguida del resultado que se esperaba.
¿Accidente? No. Profecía cumplida. Fuiste negativo frente a
la pregunta, declaraste tu temor y respondiste de acuerdo
a eso. La próxima vez que estudies para un examen di: “Si
habrá un momento en que recuerde mejor esta pregunta,
será cuando rinda mi examen”.
b. El pensamiento negativo limita a Dios (V. 31). Aquí tene-

mos un ejemplo de cómo un informe negativo puede limitar
a Dios; y sin Dios siempre es difícil, por no decir imposible.
La Ley de Murphy dice: “Nada es tan fácil como parece; todo
lleva más tiempo del que imagino; si algo puede salir mal,
saldrá, y en el peor momento posible”. Cambiemos eso a:
“Nada es tan difícil como parece; todo es más gratificante de
lo que espero; si algo puede salir bien, saldrá, y en el mejor
momento posible”. Jesús dijo: “Mi yugo es fácil, y ligera mi car-
ga.” Mateo 11.29-30. Y Pablo proclamó: “Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4.13.

c. El pensamiento negativo saca todo fuera de proporción

(Vv. 32-33) Aquí vemos cómo los espías continuaron exa-
gerando. Algunas personas tratan el problema de un techo
con goteras como si fuera un huracán. Todo es una dificul-
tad grande. No encuentran una solución a cada problema,
encuentran un problema en cada solución. No te quedes
diciéndole a Dios qué tan grande es tu problema; comienza
a decirle a tu problema cuán grande es Dios.
d. El pensamiento negativo es contagioso. En Números

14.1–4 el negativismo alcanza su máxima expresión al ser
contagiado a todo el pueblo. Israel hasta deseó la muerte
en medio del desierto. Pensemos. ¿Qué es lo que estamos
propagando a otros? ¿Ha cambiado nuestra conversación
la actitud de alguien? ¿Cómo la ha cambiado? ¿Somos una
buena o una mala influencia?
e. El pensamiento negativo estorba a los demás. En Núme-

ros 14.7-10 Caleb y Josué rompieron sus vestidos (en se-
ñal de desesperación) y hablaron a la congregación de Israel
para que no tuviera miedo, pero la multitud deliberó para
apedrearlos. Esa es la gente del “mundo plano”. En la iglesia,
en la casa, en el trabajo, y en casi cualquier parte hay gen-
te cuyo pensamiento no ha sido puesto bajo el señorío de
Cristo. ¿Cómo lo sabemos? Porque viene con piedras en las
manos, listas para lanzarlas.
4. UN CAMBIO DE “POLO”
¿Se puede pasar del “mundo plano” al redondo? ¿Cómo po-
demos convertirnos en personas positivas? Pablo nos ofrece una
excelente receta para lograrlo: “Por lo demás, hermanos, todo lo que
es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo ama-
ble, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno

de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4.8. De esta escritura

obtenemos siete pasos para ir del polo negativo al positivo:
a. Identifica y cuestiona pensamientos que hay en ti que

son del “mundo plano”.
b. Analiza, ¿cuál es la fuente de esos pensamientos?
c. Rechaza cualquier afirmación negativa de personas nega-

tivas.
d. Busca personas positivas que puedan ayudarte.
e. Lee la Biblia, especialmente el libro de Salmos.
f. Llénate del poder del Espíritu Santo por medio de la

oración.
g. Alaba y da gracias a Dios en todo tiempo.
5. CONCLUSIÓN
Las personas de pensamiento positivo hacen la diferencia en
todo lugar y circunstancia.Véase Números 14.30. Una mente
de “mundo plano” nos permite dormir sobre él. Una mente de
“mundo redondo”, nos mantiene moviéndonos alrededor de él.
Salgamos del negativismo. Permitamos que Jesús gobierne nues-
tros pensamientos.
• Preguntémonos: ¿Somos gobernados por pensamientos

positivos o negativos?

Lección 22
TU
LUGAR

mente cuando oyes la expresión “fuera de lugar”?
Génesis 3.9: “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:

¿Dónde estás tú?”
1. INTRODUCCIÓN
Estar en el lugar correcto en el momento correcto es crucial
para poder agradar a Dios.Antes de crear a Adán Dios le preparó
un lugar: el huerto del Edén. Y antes de darle a Adán una esposa,
le dio un lugar de trabajo, un empleo. Esto significa que antes de

bendecirnos, el Señor prepara un lugar apropiado para cada uno,

y nos coloca en él. Es muy importante que cada uno de nosotros
averigüe dónde queda el lugar correcto, y se ubique en él.
Ocupar el lugar correcto cambia nuestra vida en siete ma-

neras: (1) Libera provisión sobrenatural. (2) Provee protección.
(3) Exige la muerte del orgullo. (4) Nos hace pasar primero por
incomodidad. (5) Nos aleja de situaciones pecaminosas y de la
tentación. (6) Nos evita problemas futuros. (7) Hace que en no-
sotros se manifieste la gloria de Dios.
2. PROVISIÓN SOBRENATURAL
Leamos 1º Reyes 17.1-7. Durante una hambruna, Dios instru-
yó a Elías a moverse al lugar donde le proveería para sus necesi-
dades de forma sobrenatural. Si Elías hubiera ido a cualquier otro
lugar, los cuervos no lo hubieran alimentado, ni hubiera encontra-
do agua para beber (Vv. 3-4).
Para todos nosotros Dios tiene un “allí”, un lugar de provi-

sión sobrenatural. Muchas veces oramos pidiendo que Dios nos
bendiga adonde vayamos. Más bien deberíamos orar que Dios
nos lleve adonde Él nos va a bendecir. Necesitamos discernir el
lugar de bendición para nuestra vida. Todo lo que necesitamos se
encuentra disponible en el lugar correcto.
3. ESTAR BAJO PROTECCIÓN

Lugar equivocado es todo aquel donde nosotros sabemos
que nuestro andar cristiano está en peligro. Mientras Adán y Eva
caminaban con Dios en el Edén, Satanás no se les acercaba. El
diablo se acercó a Eva cuando ella estuvo ausente de la presencia
de Dios.

Cualquier lugar adonde Jesús no iría es un lugar incorrecto

para nosotros. Pedro no estaba donde debía, sino lejos de Jesús,
cuando lo negó tres veces. Necesitamos caminar con Jesús, pues
hay protección en su presencia. Si nos alejamos del cuerpo de
Cristo que es la Iglesia, somos presa fácil del enemigo.
4. LA MUERTE DEL ORGULLO

Antes de ocupar el lugar correcto nuestro orgullo debe mo-
rir, pues el orgullo nos bloquea el paso, nos impide reconocer que
estamos en el lugar equivocado y que debemos movernos. Elías
era un hombre de Dios, un poderoso profeta que había matado a
cientos de profetas falsos, y que había hecho caer fuego del cielo.
Junto al arroyo, bajo la provisión de los cuervos, Elías estaba en el
lugar y el momento perfectos para inflarse de orgullo.
Entonces Dios ordena a Elías que vaya a la ciudad y le pida

ayuda a una pobre viuda: “He aquí yo he dado orden allí a una mujer
viuda que te sustente.” 1º Reyes 17.9. Elías pudo haber respon-
dido: “Pero Señor, yo soy tu profeta, yo no puedo rebajarme a depen-
der de una viuda que ni conozco”. Pero como su orgullo ya había
muerto, Elías no se detuvo, sino que se trasladó al lugar correcto
una vez más, y fue bendecido.
5. SOPORTAR INCOMODIDAD
Nosotros tenemos en demasiada estima nuestra seguridad.
Tememos salir de esa zona. Sólo cuando el factor necesidad su-
pera al factor temor es que nos disponemos a cambiar. Es como
cuando la madre águila destruye el nido para que los aguiluchos
se vean impelidos a volar. Nunca volaremos si nos sentimos có-
modos; por eso Dios tiene una manera de desplazarnos… y se
llama incomodidad.

Cuando Dios quiere hacer una maravilla, empieza por una

dificultad. El arroyo Querit se secó porque él no era la fuente de
Elías. Nosotros tendemos a casarnos con los métodos y atarnos
a los recuerdos. No debemos enamorarnos de nada en la vida,
excepto de Dios. Dios es la fuente de todos sus hijos. Él quiere
que vayamos a su fuente, y si es necesario cortará cualquier otra,
para que nos movamos hacia Él.
6. ESCAPAR DE SITUACIONES PE-

CAMINOSAS Y TENTACIÓN
No obedecer la voz de Dios nos hace vulnerables. Por eso
Dios preguntó al hombre: “¿Dónde estás tú?”. Dios estaba afligi-
do por la seguridad de sus hijos; Él sabía que la desobediencia de
Adán y Eva los había sacado del lugar seguro.
Salirnos del lugar de Dios nos expone a situaciones pecami-

nosas y a la tentación. Lot dejó a su tío Abraham y se fue a Sodo-
ma, pues quería volverse rico. ¿Era ése su lugar apropiado? ¡No!
Al final Lot perdió sus riquezas, y en la escapada perdió también
a su amada esposa. Todo por no estar en el lugar correcto.
¿Dónde estamos cada uno de nosotros ahora mismo?
7. EVITAR PROBLEMAS FUTUROS

El estar donde Dios quiere hace toda la diferencia entre una
vida de bendiciones y una de maldiciones. Para evitar muchos
problemas necesitamos pertenecer a la iglesia correcta, ocupar
el ministerio correcto, encontrar el empleo correcto, y vivir con
la persona correcta. No podemos ser cristianos sin raíz, llevados
por el viento.

El Salmo 92 dice: “Plantados en la casa de Jehová, en los atrios

de nuestro Dios florecerán.” (v. 13). Tenemos que echar raíces, y
afirmarnos en el lugar correcto.
8. LA GLORIA DE DIOS
En Éxodo 33.21 Dios le dice a Moisés: “He aquí un lugar
junto a mí, y tú estarás sobre la peña.” Moisés ocupó ese lugar, y
ahora Dios le habla acerca de otro lugar: el que Moisés debía
fabricar para habitación de Dios, el tabernáculo de reunión.
Después de bastante trabajo, el tabernáculo, sus muebles y

todos los utensilios quedaron terminados. Cada cosa fue puesta
en su lugar; los sacerdotes en su lugar; todo conforme a lo que
Dios había mandado. Y ¿cuál fue el resultado? “Entonces una nube
cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el taberná-
culo.” (Éxodo 40.34).
En 2º Crónicas 7.12 Dios le dice a Salomón: “Yo he oído tu

oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio”. ¡Oh,
el potencial del lugar correcto! Después que Salomón dispuso
todo en el templo, las Escrituras dicen que: “Descendió fuego de
los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová
llenó la casa” 2º Crónicas 7.1.
Todas las cosas tienen su lugar. Nosotros también tenemos

un lugar en la casa de Dios. Estar en el lugar correcto hace que
la gloria de Dios se manifieste en nuestra vida. Hace también que
esa gloria ilumine a otras vidas en nuestro derredor.
9. CONCLUSIÓN
Dios sigue haciendo esta pregunta a cada uno de sus hijos:
¿Dónde estás tú? En otras palabras, ¿cuál es ese “aquí” que debe-

mos abandonar? ¿Cuál es ese “allí” adonde debemos movernos?

¿Dónde está el lugar correcto en que Dios nos quiere bendecir?
No demos por sentado que ya hemos llegado a ese lugar. Tal vez
necesitemos arrepentirnos como el hijo pródigo que estaba lejos
de su hogar, y orar para conocer la nueva posición que Dios nos
tiene asignada.
Oremos al Señor que nos hable al respecto, y prometámosle

que le vamos a oír. Demostremos hoy a Dios que deseamos ir
con Él al lugar correcto.

Lección 23
TUS
PLANES
Rompe-hielo: ¿Por qué mucha gente suele tener

para sus proyectos un plan “A”, un plan “B”, etc.?
Jeremías 29.11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo

acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis.”
1. INTRODUCCIÓN
Cuando le pedimos a Dios un milagro, por lo general Él nos
da una serie de instrucciones, un plan. Raras veces Dios hace algo
en nuestra vida sin un plan. Cada uno de nosotros fue creado con
un propósito, programado para cumplir un cometido. El enemigo

tratará de desviarnos de él; por eso es necesario aprender a dis-

cernir los momentos en que Dios nos muestra el siguiente punto
en el mapa de nuestra vida.
Desde al A.T. hasta el N.T. Dios llega para proveer en una

situación de necesidad, trayendo en su mano un nombre y una
labor. Hoy tenemos una apasionante historia que mirar en el libro
de Ester. Sus protagonistas son: la propia Ester, su tío Mardoqueo,
el rey Asuero, la reina Vasti, Amán y el pueblo judío. Para una me-
jor comprensión del tema, estudia en casa el libro de Ester.
2. DIOS PRODUCE CAMBIOS IN-

ESPERADOS
Muchas veces Dios permite que eventos inesperados suce-
dan, para cambiar la dirección de nuestra vida, y movernos hacia
su plan.Véase Romanos 8.28. El poderoso rey Asuero decidió
deshacerse de la reina Vasti, porque ella se rehusó a bailar para él
en medio de la fiesta.Vasti era una mujer independiente que hacía
sus propias cosas, por eso perdió el favor del rey. Ella es todo un
símbolo del cristiano cuyos planes no están sujetos a la voluntad
del Rey Jesús.
Para encontrar una nueva reina Asuero anunció un “certa-

men nacional de belleza”. 127 mujeres fueron seleccionadas, y
entre ellas estaba Ester, quien al contrario de Vasti, sabía que la
bendición viene a través del seguir el plan de Dios.
3. DIOS TRABAJA CON ANTICIPACIÓN

Parece que a Dios le gusta usar gente muy común, incluso
de trasfondo desventajoso. Él se glorifica convirtiendo a un don

nadie en alguien grande e importante. Ester era una muchacha

judía huérfana, que planeaba llevar una vida ordinaria, sin sobre-
saltos. Pero mientras ella pensaba en lo común, Dios le preparaba
oportunidades sobrenaturales.
1ª Corintios 2.9:
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de

hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.” Dios
también está planeando cosas extraordinarias para nuestro fu-
turo, y no debemos permitir que nadie nos diga lo contrario,
cualquiera sea el trasfondo. Sólo confiemos.
Mardoqueo, el tío de Ester que la adoptó como hija suya, era

un hombre piadoso que puso cimientos firmes en la niñez de
Ester; él le dio a ella sabiduría y dirección. Los que somos padres
debemos hablar hoy sabiduría a nuestros hijos, y así prepararlos
para las oportunidades grandes que Dios les presentará mañana.
Mardoqueo puso bases de fe en la vida de Ester, pues ella iba a
determinar el destino de su nación.
Ester 2.17 dice que Asuero puso en la cabeza de Ester la

corona real. Ester no fue elegida porque conociera las normas
de cortesía real, o porque tuviera los finos modales de la realeza.
Ella ni sabía de protocolos. Ester fue elegida porque esa era la vo-
luntad de Dios. Entonces no fue Asuero quien la eligió, sino Dios
mismo, con un plan en mente.
Tomemos en cuenta que Asuero era enemigo de los judíos.

La inesperada elección de Ester nos recuerda que el estar en la
voluntad de Dios, en el plan correcto, hace que incluso nuestros
enemigos se conviertan en instrumentos de Dios para abrirnos
el camino.
Véase Proverbios 16.7.

4. DIOS NOS PURIFICA

Al llegar al palacio, Ester pasó por un proceso de purifica-
ción de doce meses. Esto nos enseña que para cada llamado de
Dios existe una disciplina. Durante los primeros seis meses Ester
tuvo que empaparse de aceite, para suavizar su piel. El aceite en
la Biblia es símbolo del Espíritu Santo. Los pies de Ester tenían
callos debido a que ella caminaba descalza.Antes de que Dios nos
pueda usar nos tiene que empapar con su Espíritu Santo, para
suavizar todos los lugares ásperos de nuestra vida. Para servir a
Dios se necesita la unción del Espíritu Santo.
En los restantes seis meses la purificación se hacía con per-

fumes. El perfume atrae a las personas. El perfume representa
nuestra alabanza a Dios. En el templo del A.T. se usaba el incienso
sobre el carbón caliente del altar, para que el aroma subiera al
cielo como ofrenda de olor fragante para Dios. Ahora nosotros
somos el templo de Dios, y la fragancia que Él desea es nuestra
alabanza.Véase Hebreos 13.15.
Debemos aprender a ser adoradores de Dios, y llenar la sala

de su trono con el perfume de nuestra alabanza. Esto hace que
nuestro Rey extienda su cetro hacia nosotros, así como Asuero
extendió el suyo hacia Ester. La alabanza trae el favor de Dios;
con ella viene la profecía, la dirección divina, el plan de Dios.
“Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con
alabanza; alabadle, bendecid su nombre” Salmos 100.4.
5. MANTENGAMOS EL OBJETIVO
Véase Ester 4.13-14. Al pasar los meses en el palacio,
parece que Ester comenzó a aburrirse. Tengamos cuidado con
nuestra comodidad, pues podemos olvidarnos de la razón por

la cual estamos aquí. ¡No es momento para estar cómodos! En

estos tiempos existe una confabulación para aniquilar a nuestros
hijos, nuestros hogares, nuestros matrimonios, y nuestra iglesia. El
espíritu de Amán está más vivo hoy, tramando nuestra muerte.
Amán odiaba a Mardoqueo y a los demás judíos, así como el

diablo odia nuestra fe, nuestra doctrina, nuestros valores apostó-
licos, que no se inclinan ante nada de lo que él ofrece. Mardoqueo
viene a Ester vestido de cilicio, ropas ásperas y de feo aspecto
que representan aflicción. Esto era para recordarle a Ester que
los vestidos bonitos no eran la misión de su vida.
Ester lo comprendió y realizó un ayuno de tres días junto

a su pueblo, lo cual salvó la vida de los judíos de la amenaza
de Amán. De vez en cuando necesitamos “ponernos feos” como
Mardoqueo, afligirnos con el cilicio de la oración y el ayuno, pues
tenemos una causa seria, un llamado de Dios, una cita con nues-
tro destino, que es la salvación de muchas almas.
6. CONCLUSIÓN
El viaje de fantasía de algunos debe terminar. La iglesia del
Señor no es un estadio para que los hombres nos quedemos sen-
tados como espectadores, ni una pasarela de modas para que las
damas-modelo desfilen.Tomemos decisiones en cuanto a nuestro
propósito, demos pasos hacia el llamado de Dios. Está llegando
nuestro momento de decidir entre continuar jugando con Dios
o movernos hacia el plan correcto que Él nos tiene. Ha llegado la
hora de empaparnos con el aceite del Espíritu Santo y el perfume
de la alabanza.Vamos a apasionarnos por Dios y vamos a pedirle
a Él que nos dé el plan correcto para nuestra vida.
• ¿Qué pasos darás en los próximos días para averiguar

cuál es el plan que Dios tiene para ti?

Lección 24
TUS
RELACIONES
Rompe-hielo: Dime con quién andas y te diré quién

eres. ¿Qué piensas de este conocido refrán?
Jonás 1.7: “Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y eche-

mos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este
mal.Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.”
1. INTRODUCCIÓN
Dios envió al profeta Jonás a una misión a Nínive. Sin em-
bargo, Jonás desobedeció la voluntad de Dios, y abordó un barco
hacia Tarsis. Durante la travesía, el barco en que el profeta “huía
de Dios” comenzó a hundirse por causa de la tormenta. En este

viaje de la vida hay ocasiones en que nosotros no somos el pro-

blema, sino que el problema es la persona con la que nos hemos
asociado. Si realmente deseamos discernir la voz de Dios, es vital
que encontremos a las personas apropiadas con las cuales rela-
cionarnos.
Cuando hablamos de Jonás, pocas veces pensamos en todas

esas personas inocentes que estaban a punto de perder la vida
por causa de un desobediente. ¿Por qué será que tan a menudo
buenas personas se enredan en malas relaciones? Esto siempre
trae resultados desastrosos. Es probable que alguien aquí sien-
ta que su embarcación está haciendo agua. En tal caso, necesita
preguntarle a Dios si tal vez haya alguien más causando eso. Dios
quiere ayudarnos a hacer elecciones sabias acerca de las perso-
nas que permitimos entrar a nuestras vidas. Él quiere ser Señor
de nuestras relaciones.
2. DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITU
El discernimiento de espíritu es una gran herramienta para evi-
tar los enredos y las tormentas.Tener este discernimiento es tener
la habilidad de encontrar relaciones que son buenas para nosotros,
y evitar aquellas que no lo son. Es saber diferenciar a las personas
de carácter correcto de las personas de carácter incorrecto.
Romanos 8.5 dice que “…los que son de la carne piensan

en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu”. Las personas carnales son las que nos hacen perder el
tiempo, reducen nuestra eficacia y acaban con nuestras energías.
En cambio las personas espirituales alimentan nuestra fe, nos edi-
fican y nos llevan a un nivel más alto con Dios. Los amigos espiri-
tuales son fuertes cuando estamos débiles, son honestos aunque
nos duela, llenan nuestra vida y sacan lo mejor de nosotros para
que seamos la clase de persona que Dios tiene en mente.

Si Jesús quiere bendecirnos, Él nos enviará a una persona.Y si

Satanás quiere maldecirnos, él nos enviará a una persona. El após-
tol Pablo dijo: “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obe-
decer a la verdad?” Gálatas 5.7. Nótese que Pablo no pregunta
“qué cosa les estorbó” sino “quién les estorbó”. Las personas
que el diablo envía causan retraso en nuestro camino.
No es que los carnales sean gente que debemos ignorar. No,

porque Jesús quiere que amemos a la gente. Pero los carnales son
personas que no deben pertenecer a nuestro círculo íntimo. Si los
dejamos entrar ahí, ellos nos distanciarán de los buenos amigos, y
sobre todo de la presencia de Dios. Por eso es que necesitamos
orar pidiendo discernimiento en el mundo espiritual, para diferen-
ciar siempre a la persona correcta de la persona incorrecta.
3. LA PERSONA “PUENTE”
Leamos Hechos 9.10-12;17-18. Dios envió al hombre
correcto a la vida de Pablo. A diferencia de los que estorban, Ana-
nías se convirtió en un puente para que Pablo pudiera ser salvo
y llegara al lugar donde Dios lo quería. Más tarde Dios envió a
Bernabé para conectar a Pablo con los discípulos, y así permitirle
entrar a la iglesia. Por último Dios colocó en la vida de Pablo a
Tito, quien se encargó de cambiarle el estado de ánimo al apóstol
en la época más difícil de su vida.Véase 2ª Corintios 7.6.
Dejemos un poco lo ministerial y revisemos el aspecto emo-

cional de nuestra vida. En su casa estudie el libro de Rut. Allí se
cuenta la historia de esta nuera de Noemí, que quedó viuda en
un país extranjero, con muy pocas probabilidades de encontrar
a un buen hombre para volver a casarse. Sin embargo, Dios tuvo
cuidado de ella y envió al esposo correcto a su vida. Dios no le
envió un aprovechador, ni un borracho, sino un hombre hecho y
derecho, llamado Booz; un hombre sensible, espiritual, y un sabio

administrador. Dios bendijo a esta joven viuda porque ella siguió

el consejo de su suegra Noemí, de esperar a la persona correcta
(Rut 3.18).
Booz y Rut se casaron y tuvieron un hijo al que llamaron

Obed. Éste tuvo un hijo al que llamó Isaí. E Isaí engendró a David,
quien llegó a ser rey de Israel. El rey David tuvo una descendiente
llamada María, quien tuvo a un niño llamado Jesús. En resumen,
gracias a que Rut supo esperar y discernir, Dios no sólo la bendi-
jo con un buen marido, sino que también ¡la colocó en la genea-
logía de Jesucristo!
El matrimonio es un compromiso de por vida. La decisión

que hayamos tomado o lleguemos a tomar en tal sentido afecta-
rá cada área de nuestro ser, el área espiritual, el área financiera,
nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos. Dios también tiene
un plan para nuestras asociaciones románticas. Joven: te puede ir
muy bien mañana, si hoy tomas tiempo para asegurarte de que la
persona con la que te vas a casar es la ordenada por Dios.
4. LOS “JONÁS”
Volvamos al barco de Jonás. Los marineros clamaban a sus
dioses y comenzaron a echar por la borda su preciada carga, para
alivianar el barco y evitar su hundimiento. Mientras tanto, Jonás
dormía en el interior de la nave. ¡Los carnales nunca ven el peli-
gro! Al final, los marineros despertaron a Jonás y le preguntaron:
“¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete?” (v. 11).
Jonás les respondió que lo echaran al mar, para que ellos pudieran
salvar sus vidas (v. 12).
Jonás sabía muy bien que él era el problema. Entonces, ¿por

qué pediría que lo echaran al mar? ¿Por qué no saltar él mismo
del barco? Porque a los rebeldes les gusta manipular y hacer que

nos sintamos mal. Es como el ‘hijito’ de 45 años de edad que

no quiere trabajar ni casarse, para seguir viviendo con su mamá.
Cada vez que ella se harta de él y lo manda a buscar trabajo, él
responde: “tienes toda la razón, me iré a dormir bajo el puente”.
La manipula para hacer que ella se sienta culpable.
Ese pariente, socio, amigo o novio que juega contigo no va a

saltar del barco voluntariamente, porque los carnales casi nunca
hacen lo que deben hacer por ellos mismos. Eres tú que tienes
que actuar por ellos. Si los marineros no hubieran lanzado a Jonás
del barco, todos hubieran perecido. De seguro se sintieron mal
por la vida de Jonás, pero enseguida que lo arrojaron al agua, el
mar se aquietó de su furor.
Leamos 1ª Corintios 5.9-13. Jonás ¡hasta puede llamarse

hermano! Puede llegar bautizado y todo, pero si tú lo aceptas a
bordo de tu vida, de seguro te va a romper el corazón y te hará
naufragar. Es un Jonás. Quizás lo quieras mucho, pero tarde o
temprano tendrás que arrojarlo del barco. Dios tendrá prepa-
rado un gran pez para que lo trague y lo vomite en tierra, para
que ese Jonás siga su viaje a Nínive. En otras palabras, no estamos
ayudando a Jonás al permitirle entrar en nuestra vida. Al sacarlo,
Dios tratará con él.
5. CONCLUSIÓN
Tan pronto como Jonás fue lanzado del barco, los marineros
comenzaron a adorar a Dios. Véase Jonás 1.16. No podemos
adorar a Dios como es debido, mientras mantengamos relacio-
nes turbulentas, relaciones fuera de Su voluntad. Lo que sea que
nos esté quitando el apetito y el descanso, robándonos la paz,
opacando nuestra sonrisa, agarrémoslo ahora y lancémoslo fuera
de nuestra vida.

Vamos a pedirle a Dios que nos revele a “los Jonás” de nues-

tra vida, los que están haciendo que la embarcación se meza.
Oremos pidiendo sabiduría y valor para echarlos por la borda.
No dudemos más y hagamos lo que es mejor. Dejemos a ciertas
personas en las manos de Dios, pues Él sabe exactamente qué
hacer con ellas... y comencemos a adorar a Dios.
• ¿Puedes identificar algún Jonás en tu vida?
• ¿Cuándo y cómo piensas deshacerte de él?

Lección 25
TU
DEVOCIÓN
Rompe-hielo: ¿Qué es mejor: hacer las cosas por

obligación, o hacerlas por satisfacción?
Lucas 4.1,2, 14: “Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del
Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y
era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días; pasados
los cuales, luego tuvo hambre.Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a
Galilea, y salió su fama por toda la tierra de alrededor.”
1. INTRODUCCIÓN
Jesús fue llamado al desierto para un tiempo de devoción
personal. La Palabra establece que allí fue tentado por Satanás

durante cuarenta días y cuarenta noches. El número cuarenta es

importante. Moisés estuvo cuarenta días en la montaña. Elías ca-
minó durante cuarenta días al monte Horeb para escuchar el su-
surro de Dios. El cuarenta nos habla de plenitud, de un nivel alto
de consagración. Jesús subió a ese nivel y fue victorioso.
Luego de su experiencia en el desierto, Jesús bajó en el poder

del Espíritu y comenzó a funcionar en el poder del mismo. ¡His-
torias sorprendentes acerca de Él fueron esparcidas a través de
toda la región! Hoy vamos a dirigir nuestra atención al tema de
nuestra devoción a Dios. Aprenderemos que existen diferentes
niveles de devoción espiritual, y finalmente nos preguntaremos
en cuál de ellos nos encontramos cada uno.
2. EL NIVEL DEL DEBER

“Deber” es una palabra con fuerte connotación militar. “El
deber te llama” reza el aviso del ejército que necesita soldados.
El soldado debe adiestrarse, debe cumplir todo tipo de tareas,
debe reportarse. En tiempos de guerra le tocará montar guardia
bajo lluvia o sol, cumplir peligrosas misiones, emplear sus armas
contra el enemigo, etc. Todo esto hace parte del cumplimiento
del deber del soldado.
Como sucede en el mundo visible, la Iglesia se encuentra en

un conflicto bélico, pero invisible. Si cada uno de nosotros pudie-
ra dimensionar la guerra que enfrentamos y la seriedad que ésta
reviste ¿cambiaría nuestra respuesta a las tareas que debemos
cumplir? Como cristianos, tenemos el deber de orar, estudiar
la Biblia, ayunar, asistir a la iglesia, adorar, pagar los diezmos, dar
ofrendas, evangelizar a otros, y mucho más.
Ahora, en el nivel del deber hacemos estas cosas más que

todo porque otras personas esperan que las hagamos. Conside-

ramos nuestras tareas espirituales como un deber, y no como un

placer. Está bien que asumamos con seriedad nuestros deberes
cristianos. Lo que no está bien es creer que servir a Dios es sólo
cuestión de deberes. Tenemos que superar ese nivel básico lo
antes posible, de lo contrario pronto nos cansaremos, desanima-
remos, y finalmente desearemos desertar del ejército de Dios.
¿Todavía consideramos nuestra devoción a Jesús un deber?

Eso equivale a que un muchacho le lleve flores a su novia, y luego
diga: “te traje estas flores porque es mi deber. Lo hice sólo por-
que es mi obligación como novio.” Imagínese cómo se sentiría
ella. ¿No quedaría desolada? ¿Aceptaría esas flores?
3. DISCIPLINA
Ahora, si usted practica suficientemente su deber, éste pron-
to se convertirá en una disciplina. La disciplina se define como un
proceso de entrenamiento que garantiza el adecuado comporta-
miento; un sistema de control consciente del estilo de vida. Disci-
plinas son cosas que se hacen automáticamente, rutinariamente.
En este nivel, cuando es tiempo de hacer algo para Dios, lo

hacemos, porque se ha vuelto una responsabilidad. Ya no lucha-
mos para hacerlo. Un cristiano disciplinado ora, ayuna, diezma,
sirve, participa cada vez que es el momento de hacerlo. Él ha sido
ejercitado en todo ello.Véase Hebreos 12.11.
Hay bastante diferencia entre el deber y la disciplina. La dis-

ciplina juega un papel fundamental en nuestro caminar espiritual
con Dios. Es cierto que en la disciplina espiritual existe cierto
riesgo de, o tendencia a volvernos autosuficientes; pero preferi-
mos correr ese riesgo, y ejercitarnos en las disciplinas espiritua-
les.Y cuando hemos sido lo suficientemente disciplinados, lo que
hacemos para Dios se convierte en…

4. DESEO
Un estilo de vida cristiana que une el deber con la disciplina
pronto se convierte en algo deseable. El deseo nos acerca Je-
sús, y cuando Jesús percibe nuestro deseo, se acerca a su vez a
nosotros. Este es un nivel muy alto de devoción, donde nuestro
corazón siente que va a la deriva cada vez que no puede estar
con Él; nuestro corazón siente un intenso deseo de volver a Él lo
antes posible.
El deseo de estar con Jesús se vuelve más y más vivo a me-

dida que nos acercamos a Él. Se convierte en un hambre, un
anhelo por la presencia de Dios. Véase Salmos 40.8; 84.1-2.
También los discípulos dijeron después de algún tiempo con Je-
sús: “¿A quién iremos, Señor?”
Muchos hermanos se quedan largos períodos en el nivel del

deber o la disciplina, sin saber lo satisfactorio y trascendente que
es entrar a la esfera del deseo. ¿Qué se necesita para destruir las
obras del enemigo? Una congregación moviéndose de la discipli-
na al deseo; una Iglesia sumergiéndose cada vez más profundo
en la presencia de Dios. Esto sacude al infierno sin lugar a dudas.
Véase Ezequiel 47.3-5.
¿Quiénes somos los responsables de fomentar el deseo y el

hambre por Dios? Nosotros, y nadie más que nosotros. Necesi-
tamos llegar a sentir esas ansias, ese anhelo, y luego permanecer
en ese nivel. Para cuando usted y yo deseamos a Dios lo suficien-
te, buscarle se convierte en...
5. DELEITE
“Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones
de tu corazón.” Salmos 37.4. Dios está buscando corazones

apasionados que le deseen, y cuando Él encuentra ese corazón

deseoso, Él convierte el deseo en deleite. Deleite significa “alegría,
gran gozo y placer; apreciar y disfrutar de algo por completo”.
Esta es la mayor dimensión en la devoción a Dios, la cual va

mucho más allá de la obligación y del compromiso de la religión.
En este nuevo nivel, le estamos permitiendo a Dios ser nuestro
deleite y placer; en otras palabras, ser el Señor de nuestra devo-
ción a Él. Véase Salmos 1.1-3.
6. CONCLUSIÓN
Al permitir que Jesús se convierta en Señor de nuestras
devociones, nos elevamos del simple deber cristiano, a una ex-
periencia de plenitud, de deleite en Su presencia. No podemos
permitir que nuestras disciplinas espirituales sean una carga. El
propósito de Dios es que le sirvamos con alegría, y encontremos
gran deleite y placer en nuestro caminar espiritual con Él.
Con sinceridad.
• ¿en qué nivel de devoción crees encontrarte en este

momento?
• ¿Cómo piensas subir del mismo hasta el más alto nivel?

Lección 26
TU
GOZO
Adaptada del libro “Aplauso del Cielo”, Max Lucado, 1996,

Editorial Caribe, Nashville TN.
Rompe-hielo: ¿Qué reflexión te merece que alguien

diga: “Jesús es el Señor de mi gozo”?
Mateo 5.11-12: “Bienaventurados sois cuando por mi causa

os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros,
mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en
los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de
vosotros.”

1. INTRODUCCIÓN
Su primer hogar fue un palacio. Tenía sirvientes a la mano.
El chasquido de sus dedos cambiaba el curso de la historia.
Su nombre era conocido y amado. Tenía todo: riqueza, poder,
respeto. Y luego se quedó sin nada. Los estudiantes del caso
todavía lo consideran. Los historiadores tropiezan al intentar
explicarlo. ¿Cómo podría un rey perder todo en un instante?
En un momento pertenecía a la realeza; al siguiente quedó en
la pobreza.
Su cama llegó a ser, en el mejor de los casos, un camastro

prestado… y, por lo general, la tierra dura. Nunca fue dueño de
siquiera el medio más elemental de transporte y dependía de
donaciones para sus ingresos. A veces estaba tan hambriento
que comía granos crudos o tomaba fruta de algún árbol. Sabía
lo que era estar bajo la lluvia, el frío. Sabía lo que significaba no
tener hogar.
Los predios de su palacio fueron impecables; ahora él esta-

ba expuesto a la suciedad. Nunca había conocido dolencia, pero
ahora estaba rodeado de enfermedades. En su reino fue reve-
renciado; ahora era ridiculizado. Sus vecinos intentaron matarlo.
Algunos dijeron que era un lunático. Su familia intentó confinarlo
a su casa.
Aquellos que no lo ridiculizaron intentaron usarlo. Querían

favores. Querían que hiciera trucos. Él era una novedad. Que-
rían ser vistos con él, es decir, hasta que pasó de moda el ser
visto con él. Después quisieron matarlo. Se le acusó de un delito
que nunca cometió. Contrataron testigos para que mintiesen. El
jurado fue preparado. No se le asignó abogado para su defensa.
Un juez impulsado por los políticos dictó la pena de muerte. Lo
mataron.

Se fue del mismo modo que llegó, sin un centavo. Fue ente-
rrado en una tumba prestada, y su funeral financiado por amigos
compasivos.Aunque una vez lo tuvo todo, murió sin nada. Debería
ser desdichado. Debería estar amargado. Tenía todo el derecho a
ser una caldera hirviente de ira. Pero no lo fue. Estaba gozoso.
Los agrios no atraen seguidores. La gente lo seguía donde-

quiera que iba. Los niños rechazan a los malhumorados. Corrían
en pos de este hombre. Las multitudes no se reúnen a escuchar
a los llorones. Ellas se alegraban al oírlo. ¿Por qué? Porque tenía
gozo. Sentía gozo en su pobreza; cuando fue abandonado; cuando
fue traicionado; incluso al colgar de un instrumento de tortura,
con sus manos atravesadas por clavos romanos de quince centí-
metros.
2. EL GOZO DEL SEÑOR

Jesús personifica el gozo inquebrantable. Un gozo que rehúsa
doblegarse ante el viento de los tiempos difíciles. Un gozo que
se mantiene en pie ante el dolor. Un gozo cuyas raíces se ex-
tienden en lo profundo del fundamento de la eternidad: “...por el
gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio...”
Hebreos 12.2b.
¿Qué tipo de gozo es este? ¿Qué cosa es este regocijo que se

atreve a hacerle un guiño a la adversidad? ¿Qué ave es esta que
canta en la oscuridad? ¿Cuál es la fuente de esta paz que desafía
al dolor? Llamémosle el gozo sagrado. Es sagrado porque no es
terrenal. Lo que es sagrado es de Dios. Este gozo es de Dios.Y es
gozo porque puede satisfacer y sorprender al mismo tiempo.
Gozo es los pastores de Belén bailando fuera de una cueva.

Gozo es María contemplando a Dios dormido en un pesebre.

Gozo es el canoso Simeón adorando a Jesús, que está a punto

de ser circuncidado. Gozo es José enseñándole al Creador del
mundo cómo sostener un martillo.
Gozo es la expresión en el rostro de Andrés al mirar el re-

cipiente con alimentos que nunca se vacía. Gozo es ver a los
invitados a una boda asombrados por beber un vino que había
sido agua. Gozo es el de un leproso que ve un dedo donde antes
sólo había un muñón; una viuda que hace una fiesta con la comida
preparada para un funeral; un parapléjico saltando y haciendo
piruetas. Gozo es Jesús haciendo cosas imposibles de maneras
insólitas: sanando al ciego con saliva, pagando los impuestos con
una moneda sacada de la boca de un pez y resucitando de entre
los muertos frente a una guardia romana con sueño.
¿Qué es el gozo del Señor? Es cuando Dios hace lo que otros

sólo harían en sus sueños más alocados: usar pañales, montar
burros, lavar pies, dormir durante tormentas. Gozo es cuando
le acusaron de comer demasiado, de asistir a demasiadas fiestas
y de pasar demasiado tiempo con los pecadores de la esquina.
Gozo es el salario de un día abonado a jornaleros que sólo ha-
bían trabajado una hora; el del padre que lava la espalda de su
recién regresado hijo para quitarle el olor a marrano; es el pastor
que hace una fiesta porque encontró a la oveja perdida.
Gozo es descubrir una perla; es un talento multiplicado; un

mendigo camino al cielo; un malhechor en el paraíso. Gozo es la
sorpresa en los rostros de los mendigos invitados al banquete del
rey. Gozo es una mujer samaritana boquiabierta de la sorpresa; la
adúltera que se aleja de la calle llena de piedras desparramadas.
Gozo sagrado es una buena noticia que entra por la puerta

trasera de nuestro corazón. Es eso que siempre hemos soñado
pero nunca creímos que sucedería. Es aquello que es demasiado

bueno para ser cierto, pero que se hace realidad. Es tener a Dios
de abogado, papá y mejor amigo. Dios a nuestro lado, en nuestro
corazón, delante de nosotros, protegiendo nuestra espalda. Es
esperanza en el lugar que menos esperábamos encontrarla.
Gozo es abrazarnos de la promesa de Jesús: “De cierto, de

cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se ale-
grará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá
en gozo.” Juan 16.20. Es el mismo gozo que provocó aquella
celebración al otro lado del Mar Rojo; el que hizo cantar a María
y sonar la trompeta en Jericó. ¡Este es el gozo del Señor!
3. LA PROMESA DE JESÚS
Leamos Mateo 5.1-10. Aquí Jesús nos promete gozo;
ocho veces lo promete, y lo hace al grupo menos pensado: “Los
pobres en espíritu” “Los que lloran” “Los de corazón humilde” “Los que
tienen hambre y sed de justicia” “Los compasivos” “Los de corazón
limpio” “Los pacificadores” “Los perseguidos”. Este es el grupo de
peregrinos al cual Dios promete una bendición especial, un gozo
celestial. Pero este gozo no es gratuito. Su precio es la conversión
total del corazón, algo que sólo Dios hace posible. Observemos
la secuencia:
(1) Reconocemos nuestra necesidad –somos pobres en espíritu.
(2) Nos arrepentimos de nuestra autosuficiencia –lloramos.
(3) Dejamos de controlar la situación y cedemos el control a

Dios –tenemos corazón humilde.
(4) Quedamos tan agradecidos por su presencia que anhelamos

más de Él –tenemos hambre y sed.

(5) Al acercarnos más a Él, nos parecemos más a Él y perdona-

mos a otros –somos compasivos.
(6) Cambiamos nuestra perspectiva –tenemos corazón limpio.
(7) Amamos a otros –somos pacificadores.
(8) Soportamos injusticia –somos perseguidos.
4. CONCLUSIÓN
No se trata de una modificación casual de la actitud. Es una
demolición de la vieja estructura para crear una nueva. Cuanto
más radical es el cambio, mayor es el gozo. El precio del gozo del
Señor es vivir como Él vivió, y morir como Él murió. Hebreos
12.2: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el
cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Ocho promesas de gozo inquebrantable, y aún una novena

promesa nos hace el Señor, y junto a ella una invitación: “Bien-
aventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y
digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos,
porque vuestro galardón es grande en los cielos...” Mateo 5.11-12.
Jesús nos llama a permitirle ser el Señor de nuestro gozo, en toda
situación; a recordar que cada dificultad es una oportunidad para
recibir ese gozo que Él nos ha prometido.
• ¿Por qué piensas tú que muchas veces no experimentas

el gozo del Señor?
• ¿Qué pasos darás para convertir toda tristeza de tu vida

en gozo?

Lección 27
CONOZCAMOS
EL
FUTURO
Rompe-hielo: ¿Por qué muchas personas sienten te-

mor e incertidumbre respecto del mañana?
1. INTRODUCCIÓN
El futuro de la Iglesia y el mundo es revelado en la Biblia, ex-
clusivamente. Eventos que aún no han sucedido son predichos en
ella con todo detalle.
Introducimos la serie “Doce Toques de Trompeta” conside-

rando los principales eventos proféticos, en el orden cronológico
en que han de suceder, de acuerdo con la Palabra de Dios.

2. VENIDA DE CRISTO POR SUS

SANTOS
El próximo evento que ocurrirá en el calendario de Dios es
su venida a la Tierra para llevar a su pueblo al hogar celestial. Esto
es conocido como el Levantamiento de la Iglesia o Rapto (esta
última palabra no se encuentra en la Biblia). Cristo descenderá
del cielo, la trompeta sonará y los cuerpos de los creyentes que
han muerto serán resucitados. Inmediatamente, los creyentes
que aún vivamos seremos levantados juntamente con ellos para
encontrar al Señor en el aire.
Véase 1ª Tesalonicenses 4.13-18.
El levantamiento de la Iglesia sucederá en un ‘abrir y cerrar

de ojos’, de acuerdo con 1ª Corintios 15.51-57. Leamos esta
escritura con mucho detenimiento, pues ella nos describe los
eventos paso a paso; nos dice por qué es tan importante que
Cristo sea nuestro Salvador; nos recuerda que debemos estar
preparados siempre, pues todo esto ¡podría suceder hoy!
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos

seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos,
a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque
es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mor-
tal se vista de inmortalidad.Y cuando esto corruptible se haya vestido
de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, enton-
ces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en
victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu
victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del
pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria
por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

3. LA GRAN TRIBULACIÓN
Leamos Mateo 24.5-31. Esta escritura y gran parte del
libro de Apocalipsis cubren este período de tiempo sobre la
Tierra, que durará siete años. Después del levantamiento de la
Iglesia, la Tierra experimentará un período de gran sufrimiento
y tristeza conocido como la Gran Tribulación. Durante este pe-
ríodo, el pueblo judío retornará a su tierra, aunque lo hará en
incredulidad.
Paralelamente, un gran gobernante malvado conocido como

el “Anticristo” –literalmente en griego “en vez de Cristo”, se le-
vantará con gran autoridad. Él demandará adoración de la gente
y engañará a Israel. Será un tiempo de tan grande sufrimiento que
si los días no fueran acortados, nadie sobreviviría.
En los primeros tres años y medio de la tribulación, el Anti-

cristo convencerá a los judíos de que él es su amigo y les brinda-
rá protección. Pero a la mitad de los siete años, se volverá contra
los judíos, mostrando quién es él realmente. Gran persecución y
batallas como nunca se han conocido en la historia tendrán lugar.
De todos modos, Dios preservará aquellos judíos que hayan sido
fieles a Él, finalizando todo con la batalla de Armagedón. Véase
Malaquías 4.1-3.
4. LA VENIDA DE CRISTO PARA

REINAR
Al final del período de la Tribulación, el Señor Jesucristo,
conjuntamente con aquellos que fueron levantados, regresará
a la Tierra con gran poder y gloria. Esto es lo que conoce-
mos como Segunda Venida de Cristo en que Él destruirá a sus

enemigos, incluyendo al Anticristo, y juzgará a las naciones que

persiguieron a los judíos fieles. Satanás será atado y arrojado al
abismo por mil años:
“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y
una gran cadena en la mano.Y prendió al dragón, la serpiente antigua,
que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo,
y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las
naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe
ser desatado por un poco de tiempo.”
Apocalipsis 20.1-3.
5. EL MILENIO
Cuando su trabajo de juicio haya sido completado, Cristo
establecerá Su Reino sobre la Tierra y Jerusalén será su capital.
Él reinará sobre la tierra por mil años. Este período es conocido
como el Milenio. Será una era de paz y felicidad. Véase Isaías
32.1-5; 35.1-7; 65.17-25. En estos textos leemos que la na-
turaleza será enteramente diferente, que el león se recostará jun-
to al cordero, el desierto florecerá como la rosa, el hombre vivirá
por muchos años, habrá gran prosperidad y no habrá guerras.
Pese a todo lo anterior, el pecado no estará enteramente

ausente durante el milenio, pero será juzgado inmediatamente,
en cualquier momento que ocurra. Nosotros gobernaremos con
Cristo como reyes y sacerdotes: “…con tu sangre nos has redi-
mido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación y nos
has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos
sobre la tierra.”
Apocalipsis 5.9b-10.

6. EL JUICIO DEL GRAN TRONO

BLANCO
Leamos Apocalipsis 20.11-15. Al final del reinado de
mil años de Cristo, tendrá lugar el juicio del Gran Trono Blanco.
Este es el juicio de todos los muertos que no fueron salvos. Las
tumbas devolverán los cuerpos de los no creyentes, el Hades de-
volverá sus almas y todos comparecerán delante de Cristo para
ser juzgados.
Finalmente, los libros serán abiertos (Apocalipsis 20.11-

15) y las personas serán juzgadas cada una por sus obras. Final-
mente, y porque sus nombres no serán hallados en el Libro de
la Vida del Cordero, serán culpados y sentenciados al Lago de
Fuego para sufrir consciente y eterna condenación.
7. ETERNIDAD
El cuadro final del futuro es el Estado Eterno (Apocalip-
sis 21.1-8). La Tierra que conocemos será destruida por fuego.
El tiempo, tal como lo conocemos, cesará. Todos los creyentes
verdaderos disfrutaremos felicidad sin fin en el Cielo. Todos los
que hayan rechazado al Salvador sufrirán en las oscuridades y
tinieblas para siempre. Mientras nos acercamos al final de lo que
enseña la Biblia que sucederá, hay una pregunta clave que enfren-
ta cada uno de nosotros y que debe ser respondida:
• ¿Dónde pasaré yo la eternidad?

Lección 28
EL REY
REGRESARÁ

mente al oír la palabra ‘cielo’?
1. INTRODUCCIÓN
Leamos Juan 14.1–16. En este pasaje vemos el amoroso
plan que Jesús tiene para con los suyos. Faltaban pocas horas
para que Judas le entregara, y el Señor quiere tranquilizar y dar
esperanza a sus discípulos. Para ello, les hace dos grandiosas pro-
mesas: (1) Regresaría en persona (y esto acabaría con el temor a
la muerte). (2) Regresaría en espíritu (esto acabaría con el temor
a la vida).

El Señor comienza su discurso hablándoles del cielo. Qué

grandioso tema. Un famoso predicador escocés se levantaba cada
mañana, abría la puerta de calle, y una de las primeras cosas que
hacía era elevar los ojos al cielo y decir: “Señor Jesús, ¿quizás hoy,
quizás regreses hoy?” Es magnífico comenzar el día con esa acti-
tud. Esta es la actitud que el Señor quiere ver en todos nosotros;
por lo cual nos promete…
2. PAZ EN LA TRIBULACIÓN
V. 1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también
en mí.” Los discípulos acababan de recibir noticias que produjeron
asombro y turbación. Estaban angustiados por la existencia de un
traidor entre ellos, porque Jesús se iba y ellos no podían seguirlo, y
además por la predicción de que Pedro negaría al Maestro.Al verlos
confundidos y angustiados, Jesús les habla al corazón sobre la nece-
sidad de poner su fe en Dios. El hombre puede tener motivos para
conturbarse y angustiarse, pero en la promesa de Jesús hay paz.
3. MUCHAS MORADAS
V. 2: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.”
El Señor quiere que los discípulos tengan paz al pensar en la
muerte, y en forma natural se refiere al cielo como a la casa del
Padre donde hay lugar para todos. Esta es una gran revelación de
Jesús. Nos dice que hay muchas moradas en la casa de su Padre.
Además, desde su ascensión al cielo hace casi dos mil años, está
allí preparándonos lugar. Esta es una de sus actividades en el pre-
sente, y así deseó que lo recordemos.
Se cuenta la historia de una anciana mujer cristiana que es-

taba muy enferma. Su hijo, director de un seminario bíblico, la
visitaba todos los días a la hora del almuerzo, charlaba con ella y

oraban juntos. Un día cuando llega el hijo la anciana estaba sen-

tada en su cama, vestida con sus mejores ropas. —Mamá, ¿para
qué te has puesto esa ropa? ¿A dónde vas a ir? —Voy a casa—
respondió ella. —Mamá, ya estás en casa—contestó él, creyendo
que su madre estaba perdiendo la razón. —Hijo, no me entien-
des. Quiero decirte que me voy al cielo, por eso estoy arreglada
y vestida de esta manera. No prestando demasiada atención a la
anciana, el hijo le aconsejó: —De acuerdo, pero primero come tu
almuerzo. —No lo necesito, hijo. Hoy mismo estaré en el cielo,
y si hace falta comeré algo al llegar allá. Ese mismo día la anciana
fue a estar con su Señor.
4. VENDRÁ OTRA VEZ

V. 3a: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo…” Jesús primero afirma su partida, para luego
entonces dar la certeza de que volverá. Véase Hechos 1.11.
Cristo ha prometido regresar a la Tierra y nos insta a esperar su
venida, que tendrá lugar “como ladrón en la noche” (1ª Tesalo-
nicenses 5.2), el cual llega cuando nadie lo espera. Nos sacará
de esta escena terrenal en un abrir y cerrar de ojos, y se reunirá
con nosotros en las nubes del aire (1ª Corintios 15.51–52;
1ª Tesalonicenses 4.17).
5. DONDE ÉL ESTÁ
V. 3b: “…para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
Que estemos donde él está es el divino propósito del levanta-
miento de la Iglesia y el deseo más profundo de nuestro Salvador.
Para eso murió en la cruz, llevó nuestro pecado y dio su sangre.
El esposo que ama a su esposa, quiere estar siempre junto a

ella, y más profundo aun es el amor de Jesucristo para con noso-
tros. Su deseo y su plan es que estemos con Él por toda la eterni-

dad. De manera que, aunque en la Tierra la muerte es un enemigo

para la mayoría de los seres humanos, los creyentes tenemos el
gozo, la paz y la seguridad de que lo que sigue a la muerte es la
eternidad con el Señor Jesús.Véase 2ª Corintios 5.6-8.
6. UN ÚNICO CAMINO AL PADRE

Vv. 4-5: “Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo To-
más: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el
camino?” Cuando Jesús señala a los discípulos que ellos saben a
dónde va y conocen el camino, Tomás dice no saberlo. No está
claro si Tomás en verdad no sabía o si su entendimiento se había
opacado en ese momento por causa de situación.
Leamos los versos 6-11. Muchas personas preguntan cómo

saber cuál es el verdadero camino a Dios, cómo estar seguro
del encuentro con Dios y del camino a la vida eterna. ¡El camino
es Jesucristo! Él es el camino, la verdad y la vida. Existe un solo
camino, una sola verdad y una sola vida digna de llamarse vida.
El camino no es la religión ni el entendimiento intelectual de la
verdad sino Cristo mismo, quien aún hoy se revela por su Palabra,
por su Espíritu Santo, por la Creación y a veces en revelaciones
individuales. Él es el único camino, y eso es definitivo. Por esa
razón sus seguidores nos esforzamos en proclamar esa verdad a
todo el mundo.
“¿Dónde está la verdad?”, preguntan muchos. “Si hay tantas

religiones, ¿cómo puedo saber cuál es el camino correcto hacia
Dios?” cuestionan otros. Quien ha puesto su fe en Jesucristo ha
encontrado la verdad, porque Jesucristo es la verdad personifica-
da. Decir esto no quiere decir que seamos raquíticos intelectua-
les ni que nos satisfagamos con superficialidades. Dios quiere que
conozcamos sus profundas verdades, que han sido reveladas para
nuestra bendición. Pero Cristo mismo es la esencia de esa verdad

que liberta el alma (Juan 8.32), ilumina el intelecto y nos hace

conocer a Dios de manera más profunda y personal.
Únicamente en Cristo se encuentra la verdadera vida. Cristo

se dio a sí mismo, y quien le tiene a Él tiene la vida. La vida sólo
se conoce plenamente al conocer a Jesucristo. La vida de que nos
habla Jesús es la vida de Dios en el alma humana. Recibir a Jesús
es recibir al Padre. Felipe, siendo uno de los discípulos y habien-
do pasado tres años con Jesús, todavía no recibía revelación en
cuanto a la unicidad de Dios. ¡Gracias a la misericordia del Señor
nosotros la hemos recibido!
Padre e Hijo son inseparables (Vv. 10a, 11a). Padre e Hijo

son una sola cosa. Esto demuestra que Jesucristo es Dios (1ª
Juan 5.20). No podemos diferenciar entre las palabras del Pa-
dre y las del Hijo ya que no podemos separar su procedencia, y
este misterio también es aplicable a las obras de uno y de otro
(10b, 11b). Esta es una verdad difícil de entender aún para los
teólogos más destacados; una verdad que se debe comprender
espiritualmente. Véase 1ª Corintios 2.14. Por eso, aunque es
casi imposible explicar claramente la totalidad del misterio de
la unicidad de Padre e Hijo, los apostólicos aceptamos esto con
todo nuestro corazón.
7. CONCLUSIÓN
Nuestro Rey regresará pronto por su Iglesia. “Porque aún un
poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá
por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma.” Hebreos 10.37-
38. Vivamos tranquilos; con paz, esperanza y fe en las promesas
de Jesús. Estemos preparados en todo momento para ir al cielo
con el Señor.
• ¿Cómo se está preparando usted para el regreso del Gran Rey?

Lección 29
EL RELOJ
DE
DIOS
Rompe-hielo: ¿Alguna vez llegó usted tarde a una

cita o compromiso importante? Comparta su experiencia.
Romanos 13.10-12: “… conociendo el tiempo, que es ya

hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de noso-
tros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada y
se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistá-
monos las armas de la luz.”
1. INTRODUCCIÓN
‘Tiempo’ significa “la magnitud física con la que se mide la
duración o separación de acontecimientos sujetos a cambio, o

la magnitud que permite ordenar los sucesos en secuencias, es-

tableciendo un pasado, un presente y un futuro”. Sinónimos y/o
términos relacionados con ‘tiempo’ son: día, período, lapso, época,
era, temporada, fase, etapa, momento, instante, rato, hora, minuto,
etc. Algunos adjetivos derivados de ‘tiempo’ son: antiguo, moder-
no, reciente, añejo. Adverbios de ‘tiempo’ son: siempre, nunca, ja-
más, hoy, mañana, ahora; entre otros.
En el N.T. de la Biblia versión Reina-Valera 1960, el término

‘tiempo’ aparece 173 veces, y otras 19 veces en su forma plural.
2. LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO

PARA DIOS
Dios otorga mucha importancia al factor tiempo en sus pla-
nes relacionados con el género humano. El ángel dijo a Zacarías
que su anuncio del nacimiento de Juan el bautista se cumpliría “a
su tiempo” según Lucas 1.20. Acerca de Cristo, leemos que:
“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba,
afirmó su rostro para ir a Jerusalén.” Lucas 9.51.
La verdad de que “todo tiene su tiempo” en la agenda de Dios

es reconocida incluso por los demonios, pues cuando Jesús llegó
a Gadara, los espíritus malos que poseían al gadareno “…cla-
maron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has
venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” Mateo 8.29.
Así demostraron saber que el juicio de Dios les espera en un día
predeterminado y que al llegar Jesús a la Tierra por primera vez,
aún era muy pronto para dicho juicio.
Pablo predicó a los atenienses que Dios “de una sangre ha

hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la
faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos” Hechos

17.26. También escribió a Timoteo diciendo que Él “nos salvó

y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino
según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús
antes de los tiempos de los siglos” 2ª Timoteo 1.9.
Es decir que Dios ha subordinado los siglos y las eras a la

eternidad en que Él habita y desde la cual dispuso el plan de
salvación y el llamamiento a cada uno de sus hijos. En resumidas
cuentas, Dios prefijó el momento preciso para cada cosa, y en
virtud de eso Él jamás ha llegado tarde o temprano a sus citas, ni
lo hará.
3. EL TIEMPO DEBE SER IMPOR-

TANTE PARA LA IGLESIA
Cuando Cristo envió a los setenta discípulos a predicar, les
dio las instrucciones necesarias para que pudieran cumplir con
total éxito su misión. Una de éstas fue que a nadie saludaran por
el camino (Lucas 10.4). Esta interesante consigna obedeció
a que los intercambios ceremoniales de salutación en el orien-
te podían ocupar bastante tiempo –¡hasta media hora!, mientras
que los discípulos disponían de un plazo limitado para realizar su
misión. Por lo tanto, debían dedicarse enteramente a ella, evitan-
do la pérdida de tiempo que significaban aquellos saludos. Jesús
subrayó así la celeridad con que debemos llevar la salvación a los
perdidos.
El apóstol Pablo mira hacia el futuro en sus escritos a las igle-

sias y afirma en uno de ellos que en los postreros días “vendrán
tiempos peligrosos” 2ª Timoteo 3.1. Años después Pablo, ha-
blando de su tiempo presente, dijo: “los días son malos” Efesios
5.16b, seguramente porque la vida de la Iglesia se había vuelto
muy dificultosa a causa de la persecución imperial romana.

Ante aquella situación, Pablo aconsejó a los creyentes vivir

“aprovechando bien el tiempo” Efesios 5.16a, es decir, no dejar
escapar oportunidad alguna de predicar el evangelio de salva-
ción y así cumplir con la mayor prontitud posible la gran comi-
sión dada por Cristo a su Iglesia, en Mateo 28.19 y Marcos
16.15-16. Esto continúa en vigencia para nosotros.
Pedro nos urge a cumplir nuestra tarea de predicar el evan-

gelio de salvación a los perdidos: “El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan
al arrepentimiento.” 2ª Pedro 3.9. Aquí el apóstol se dirige pri-
mero a nosotros, la Iglesia –“Dios es paciente para con nosotros”; y
en segundo lugar a los perdidos –“para que todos procedan al arre-
pentimiento.” ¿Cómo podrán los perdidos arrepentirse y salvarse
si la Iglesia no predica? Véase Romanos 10.14. En otras pala-
bras, al no predicar el Evangelio con la diligencia que Jesús quiere,
estamos retrasando su venida por nosotros y el desarrollo de los
planes que Él tiene para con el resto de la humanidad.
2ª Pedro 3.20: “Estando en espera de estas cosas, procurad

con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.”
Este otro consejo de Pedro nos plantea varias preguntas. ¿Somos
diligentes hoy en nuestro servicio a Dios? Si el Señor volviera
hoy, ¿seríamos hallados irreprensibles por Él? ¿Nos encontraría
libres de mancha? ¿Reflejándolo a Él? ¿Viviendo en paz con los
demás? ¿En santidad? Véase Hebreos 12.14.
4. CONCLUSIÓN
Leamos Hebreos 10.25. Esto nos habla de congregarnos
fielmente, de exhortarnos unos a otros y de pensar en que el día
del levantamiento de la Iglesia se acerca, por lo cual debemos
vivir siempre preparados, dando lo mejor de cada uno de noso-

tros en servicio al Señor. Es hora de servir más y mejor a Dios.

Es tiempo de adorarle en espíritu y en verdad. El reloj de Dios
marca que el tiempo se agota. ¡La era de la gracia acabará pronto!
Hagamos lo que dice Pablo:
“…conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño,

porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuan-
do creímos. La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos,
pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz.”
Romanos 13.11,12.
• ¿Sabe usted qué hora es en el reloj de Dios?
• ¿Qué pasos dará usted para aprovechar mejor el tiempo

y servirle a Dios con mayor diligencia?

Lección 30
UNA
PROFECÍA
ESCONDIDA
Rompe-hielo: Leyendo algún conocido texto de la

Biblia, con frecuencia nos surge un nuevo mensaje, una verdad
que siempre estuvo ahí, pero que no habíamos visto antes. ¿A
cuántos les ha sucedido esto?
1. INTRODUCCIÓN
Leamos Lucas 10.30-35. Esta conocida parábola nos re-
lata la historia de un hombre judío que, viajando desde la ciudad
de Jerusalén hacia Jericó, fue sorprendido por unos ladrones. Un
hombre de origen samaritano que iba de camino lo encontró,
socorrió y trasladó a un lugar seguro, para que el hombre judío
pudiera recuperarse.

En esta escritura encontramos una elemental lección espi-

ritual acerca del amor y la misericordia. Sin dudas, el propósito
central de la parábola del buen samaritano es recordarnos que,
como hijos de Dios, debemos ayudar a nuestro prójimo o vecino
que encontremos en necesidad. Ante personas que han sufrido
calamidades, no podemos permanecer indiferentes, sino que de-
bemos ofrecerles toda la ayuda posible.
Sin embargo –y como ocurre con muchas otras, en esta es-

critura hallamos otro sentido o significado, menos evidente que
el primero pero igualmente importante: el sentido profético. Es-
tudiemos pues la profecía que se esconde en la parábola del buen
samaritano.
2. EL BUEN SAMARITANO
La elevación de Jerusalén sobre el nivel del mar es de 757
m. (2.484 pies), mientras que Jericó, distante 29 km. (18 millas) al
noroeste de Jerusalén, se sitúa a 265 m. (870 pies) bajo el nivel del
mar. Esto significa que al viajar de Jerusalén a Jericó se desciende
1.022 m. (3.354 pies).
El camino de Jerusalén a Jericó iba continuamente hacia aba-

jo; era un camino lleno de peligrosos barrancos, que los bandidos
empleaban para esconderse y esperar por sus víctimas. El hom-
bre judío fue atacado por unos ladrones que lo dejaron despo-
jado y agonizante. Poco después pasó junto a él un sacerdote y
luego un levita, pero ninguno de estos dos se detuvo a prestarle
ayuda (Vv. 31-32).
Por último llegó un samaritano, el cual viendo al hombre he-

rido tuvo compasión de él (V. 33). Esto es muy llamativo, pues
los judíos de ese entonces no tenían trato con los samaritanos y
viceversa.Véase Juan 4.9. Este samaritano vendó las heridas del

hombre judío echándoles vino y aceite; lo colocó sobre su propia

bestia y lo llevó a una posada donde pagó por sus cuidados, pro-
metiendo regresar después por él (Vv. 34-35).
3. EL MENSAJE DE SALVACIÓN
Esta parábola presenta el mensaje de salvación de una forma
hermosa. Jerusalén representa la morada de Dios en la Tierra,
mientras que Jericó es símbolo del pecado, el paganismo y la
maldición divina. El hombre judío yendo de Jerusalén a Jericó
representa a la humanidad que viaja por el camino descendente
que le aleja de Dios: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino…” Isaías 53.6.
El hombre ha estado viajando hacia abajo, dando la espalda a

Dios y apartándose más y más de Él: “No quisieron escuchar, antes
volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír.” Zacarías
7.11. El resultado de esto es caer herido, desnudo y maltrecho;
todo a causa del error de su camino. Ahora somos una raza des-
tituida de la gloria de Dios, según Romanos 3.23; gente que ha
cambiado las cosas de Dios por los placeres del mundo.
El ladrón es una representación del diablo cuya permanente

intención es hurtar, matar y destruir (Juan 10.10). Pero no
“carguemos todas las tintas” al diablo. El sacerdote y el levita,
viendo al hombre herido, fueron incapaces de ayudarlo, hacién-
dose en cierta manera cómplices de los ladrones. El sistema reli-
gioso resulta inútil para salvar al hombre. Véase Mateo 23.13.
La religión ha sido más que todo un estorbo a los planes de Dios.
¡Aquello que debería acercar a Dios, realmente ha puesto más
distancia con Él!
Por esto Dios se hizo hombre, para reconciliarnos consigo,

sin necesidad de más intermediarios que Él.Véase 2ª Corintios

5.19; 1ª Timoteo 2.5. El hombre samaritano de la parábola

representa a nuestro buen Jesús, quien movido a misericordia se
acercó a nosotros. El samaritano puso aceite y vino en las heridas
del hombre judío… Jesús derrama de su Espíritu Santo sobre no-
sotros. Dijo Juan: “Viene uno más poderoso que yo, de quien no soy
digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu
Santo y fuego.” Lucas 3.16.
El samaritano vendó las heridas del hombre herido… Jesús

viste al pecador con su propia justicia: “Estando ya justificados en
su sangre, por él seremos salvos de la ira.” Romanos 5.9. Final-
mente, el samaritano lleva al herido hasta la posada o mesón, que
es una figura de la Iglesia. Esto es lo que David había dicho: “Él
me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo
reservado de su morada.” Salmos 27.5.
El mesonero simboliza el ministerio de la Iglesia, que recibe

bajo su cuidado a los pecadores heridos. Jesús depositó esta de-
licada tarea en nuestras manos, diciéndonos: “Cuídamele”. ¡Qué
gran responsabilidad tenemos delante de Él! La Iglesia es como
un hospital para los enfermos espirituales. Nuestra misión de
salvar a los perdidos es crucial y debemos cumplirla con toda
diligencia hasta que Él regrese.Véase Lucas 12.42-43.
4. EL SEÑOR ESTÁ CERCA

Los denarios son tal vez el elemento más intrigante de esta
historia. En aquel entonces, un día o jornal de trabajo se retribuía
con un denario. Véase Mateo 20.2. El samaritano dio al meso-
nero dos denarios, es decir, le dejó recursos como para atender
al hombre herido durante dos días. Un día con el Señor es como
mil años, de acuerdo con 2ª Pedro 3.8. Por lo tanto, esta pará-
bola también enseña que la Iglesia ministrará al pecador por un
período de dos mil años, o dos días proféticos.

Al considerar la fecha en que la Iglesia comenzó –después

del ascenso de Cristo, en pentecostés, podemos afirmar que el
tiempo del regreso del Señor está muy cerca. Los dos días –o dos
mil años, prácticamente están cumplidos (en realidad estamos
entrando al tercero ahora). Oseas profetizó: “Venid y volvamos
a Jehová… nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos
resucitará, y viviremos delante de él.” Oseas 6.1-2. Jesús también
lo anunció: “He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y
mañana, y al tercer día termino mi obra.” Lucas 13.32.
5. CONCLUSIÓN
El sentido espiritual y el sentido profético de la parábola del
buen samaritano se unen para entregarnos un gran mensaje. Dos
milenios atrás, Jesús hizo su parte al venir al mundo pecador a
rescatar lo que se había perdido. Como aquel hombre judío que
iba a Jericó y fue dejado por muerto, nosotros también estuvi-
mos muertos en nuestros delitos y pecados hasta que Jesús nos
encontró, nos sanó y nos salvó.
Ahora es tiempo de hacer nuestra parte; ofrecer ayuda y

cuidados a todos aquellos que Jesús quiera salvar en la última
hora de su Iglesia. No podemos escatimar esfuerzos en ello, pues
Él nos ha prometido que todo lo que gastemos de más, nos lo
pagará cuando regrese (Lucas 10.35).
• ¿Qué hará usted en los próximos días por su prójimo?

¿Seguirá de largo o le extenderá su ayuda?

Lección 31
UNA SEÑAL
PARA
LA IGLESIA

mente cuando escucha la palabra ‘falsificación’?
2ª Tesalonicenses 2.1-3a:
“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nues-

tra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácil-
mente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni
por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el
día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque
no vendrá sin que antes venga la apostasía…”

1. INTRODUCCIÓN
Jesucristo viene a levantar a su pueblo. Él dijo a sus discípulos:
“Si me fuere, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde
yo estoy vosotros también estéis.” Juan 14.3. ¿Cuándo sucederá
esto? La Biblia dice que nadie lo sabe con exactitud, sin embargo
Jesús nos advierte que inmediatamente antes de que Él venga, en
el mundo religioso se manifestará una gran apostasía. ‘Apostasía’
significa abandonar la fe verdadera y abrazar una imitación de la
misma. Apostasía es la señal inequívoca del inminente Levanta-
miento de la Iglesia.
2. LA APOSTASÍA DE LAODICEA
Leamos Apocalipsis 3.14-17: “Y escribe al ángel de la igle-
sia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio
de la creación de Dios, dice esto:Yo conozco tus obras, que ni eres frío
ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no
frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y
me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que
tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
A fines del siglo I de nuestra era, Laodicea era una ciudad

próspera económicamente, que atraía a gran cantidad de perso-
nas de muchos lugares. Al crecer la ciudad, el suministro de agua
en Laodicea llegó a ser insuficiente para sus residentes, así que
para solucionar este problema Laodicea comenzó a importar el
agua de dos ciudades adyacentes, Hierápolis y Colosas. Las aguas
de Hierápolis eran extremadamente frías y muy refrescantes en
el verano, aunque a Laodicea llegaban tibias. En cambio las aguas
de Colosas eran muy calientes, de pozos termales que se utiliza-
ron para fines medicinales. Éstas también llegaban tibias a Laodi-
cea, a la vez que perdían sus propiedades curativas.

Según Apocalipsis 3.15-16 las obras de la iglesia de Lao-

dicea no eran “ni frías ni calientes”; el mensaje que se predicaba en
esta iglesia era tibio como las aguas de la ciudad. La predicación
de Laodicea había perdido su fuerza refrescante y su poder sana-
dor original; estaba tan mezclado con las filosofías mundanas de
la ciudad que el único efecto que tenía era provocar el vómito. Se
parece al mensaje que muchas iglesias predican hoy; un evangelio
tibio, inaceptable para Dios, muy diferente al que predicaron los
apóstoles.
Laodicea representa la Iglesia apóstata del tiempo final. Es una

iglesia dotada de muchas cosas: conocimiento, influencia, acepta-
ción popular, dinero, profesionalismo; pero a la vez una iglesia
cuya fe está puesta en todas esas cosas, y no en el poder de Dios
que salva a los creyentes. Esto es precisamente lo que obser-
vamos al presente: iglesias llenas de gente, edificios suntuosos,
tesorerías bien provistas, influencia en todas partes y excelente
reputación entre los no creyentes. Sin embargo, toda esta aparen-
te riqueza es nada si no hay fuerza espiritual, si no hay fuego del
Espíritu Santo.
“Dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada’;

pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y
desnudo eres tú.” V. 17 NVI. ¡Terrible mensaje es el que recibe
la iglesia de Laodicea, y sin embargo, Dios sigue llamando a su
puerta y pidiéndole permiso para entrar a ella!
“Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en

fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no
se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio,
para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues,
celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno
oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Apocalipsis 3.18-20.

¡Cuántas iglesias hay en nuestro tiempo que, presumiendo

de ser cristianas, no permiten que Cristo entre en ellas! No
sería de extrañarnos que de estas iglesias surjan los peores
enemigos de Dios y los instrumentos para la persecución de la
iglesia de Filadelfia.
Véase Apocalipsis 3.7-13. Las iglesias post-modernas

son el campo donde se está sembrando la semilla que traerá
como resultado la manifestación del Anticristo.
3. APOSTASÍA EN LOS PÚLPITOS

2ª Timoteo 4.3-4:
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino

que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme
a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se
volverán a las fábulas.”
Lo que Pablo escribe a Timoteo es exactamente lo que ahora

vemos en muchos grupos “cristianos”: predicadores y maestros
de talla mundial; líderes religiosos de gran carisma e influencia a
través de las redes de internet y televisión; multitudes cada vez
más grandes tras ellos; sermones, enseñanzas y libros que se con-
vierten en best-sellers de la noche a la mañana.
Pero hay demasiadas cosas faltando en todo este esquema: el

pecado ya no es reprendido, y en muchos casos es celebrado. La
gente ya no es invitada a la salvación, como antes se hacía. Tam-
poco se observa un compromiso firme y serio de las personas
con Dios.Y claro está, la santidad se ha perdido en casi todos los
casos, si tomamos en cuenta los estándares que la Biblia fija al
respecto.

4. CONCLUSIÓN
Al observar el surgimiento de la apostasía, podemos enten-
der que ya no falta mucho para nuestra partida. Como cristianos
verdaderos, nos entristece ver tanto pecado a nuestro alrededor,
pero a la vez sentimos el consuelo de saber que Cristo realmen-
te está a las puertas y muy pronto regresará por nosotros.
Pero mientras ese glorioso día llega, ¿cómo debemos con-

ducirnos? Hace unos tres mil años David se planteó la misma
pregunta: “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el
justo?” Salmos 11.3. Pablo responde: “Pero tú sé sobrio en todo,
soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.”
2ª Timoteo 4.5.Y Juan nos anima: “Y ahora, queridos hijos, permanez-
camos en él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos
ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida.”
1ª Juan 2.28 NVI.
• ¿Siente perplejidad ante la ola de apostasía religiosa que

está golpeando a la Iglesia?
• ¿Qué pasos dará usted para no caer en desánimo por

causa de ello?

Lección 32
EL
LEVANTAMIENTO
DE LA
IGLESIA
Rompe-hielo: ¿Ha oído hablar de la gente que se

prepara para el fin del mundo (conocida como ‘preppers’? ¿Qué
opinión tiene usted sobre ello?
Apocalipsis 16.15, NVI: “¡Cuidado! ¡Vengo como un la-

drón! Dichoso el que se mantenga despierto, con su ropa a la mano,
no sea que ande desnudo y sufra vergüenza por su desnudez.”
Mateo 24.42-44, NVI: “Por lo tanto, manténganse despier-

tos, porque no saben qué día vendrá su Señor. Pero entiendan esto: Si
un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón,
se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. Por eso
también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre
vendrá cuando menos lo esperen.”

1. INTRODUCCIÓN
El ladrón no anuncia su venida; su propósito es robar sin ser
visto. El ladrón no viene a quedarse; después que consigue lo que
quiere, se marcha rápidamente. El ladrón no se lleva todo lo que
encuentra en la casa, sino sólo aquello que es de valor para él, de-
jando mucho más de lo que se lleva. Así será en el levantamiento
de la Iglesia: sólo aquellos que fueron fieles al Señor serán levan-
tados al cielo, en tanto que mucha gente se quedará en la Tierra,
probablemente asombrada y estremecida por nuestra repentina
desaparición.
2. ¿QUIÉN SERÁ RECOGIDO EN EL

LEVANTAMIENTO DE LA IGLESIA?
Esta pregunta es sumamente importante y nos concierne a
todos. La única manera de contestarla adecuadamente es permi-
tiendo que las Escrituras lo hagan:
1ª Tesalonicenses 5.1-9, NVI: “Ahora bien, hermanos,

ustedes no necesitan que se les escriba acerca de tiempos y fechas,
porque ya saben que el día del Señor llegará como ladrón en la no-
che. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», vendrá de improviso
sobre ellos la destrucción, como le llegan a la mujer encinta los dolores
de parto. De ninguna manera podrán escapar. Ustedes, en cambio,
hermanos, no están en la oscuridad para que ese día los sorprenda
como un ladrón. Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos
de la noche ni de la oscuridad. No debemos, pues, dormirnos como
los demás, sino mantenernos alerta y en nuestro sano juicio. Los que
duermen, de noche duermen, y los que se emborrachan, de noche se
emborrachan. Nosotros que somos del día, por el contrario, estemos
siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y
del amor, y por el casco de la esperanza de salvación; pues Dios no

nos destinó a sufrir el castigo sino a recibir la salvación por medio de

nuestro Señor Jesucristo.”
Veamos otras Escrituras que nos permiten responder más

particularmente a la pregunta de quiénes serán recogidos en el
Levantamiento de la Iglesia:
a. Los que llevan el Nombre de Jesús: “Simón ha contado cómo

Dios primero visitó a los Gentiles, para tomar de ellos pueblo
para su nombre.” Hechos 15.14. Jesús viene a llevarse una
novia gentil que lleva su Nombre. Así que debemos ser bau-
tizados en su Nombre para pertenecer a su familia. Véase
Efesios 3.15. El plan de Salvación establece como requisi-
to fundamental el bautismo en agua por inmersión, invocan-
do el nombre de Jesucristo: “Pídanle perdón a Dios, vuelvan a
obedecerlo, y dejen que nosotros los bauticemos en el nombre
de Jesucristo. Así Dios los perdonará y les dará el Espíritu Santo.”
Hechos 2.38 Biblia en Lenguaje Sencillo.
b. Los que han sido bautizados en su cuerpo: “Porque por un

solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o
griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un
mismo Espíritu.” 1ª Corintios 12.13. El poder del Espíritu
Santo nos coloca en su cuerpo, siendo Su cuerpo Su iglesia.
c. Los que son llenos del Espíritu Santo: “Y si el Espíritu de

aquél que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en voso-
tros.” Romanos 8.11. Sin el poder del Espíritu Santo ha-
bitando en nosotros, nuestros cuerpos mortales no podrán
ser levantados.
d. Aquellos que son santos y sin mancha: “Para presentársela a sí

mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ningu-

na otra imperfección, sino santa e intachable.” Efesios 5.27.

Véase también Hebreos 12.14.
e. Aquellos que permanecieron en Cristo hasta el final: “Porque

el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero.” 1ª Tesalonicenses 4.16.
f. Los que estén esperando su regreso: “Cristo fue ofrecido una

sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por
segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que
le esperan.” Hebreos 9.28. “Si, pues, habéis resucitado con
Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las
de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida
con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.”
Colosenses 3.1-4. Sólo los que estén listos estarán mi-
rando hacia arriba y, consecuentemente, sólo los que miren
hacia arriba serán quienes estén listos.
g. Los que aman su venida: “Por lo demás, me está guardada la

corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel
día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”
2ª Timoteo 4.8. Esto significa que nuestra expectativa
debe estar centrada en Su venida.
3. CONCLUSIÓN
Hay un versículo precioso que dice: “Porque Dios, que mandó
que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de
Dios en la faz de Jesucristo” 2ª Corintios 4.6. ¡Qué maravilloso
el estado de nuestro corazón! Las tinieblas ya no prevalecen en

él, sino la luz gloriosa que procede de Aquél que es la luz del
mundo (Juan 8.12).
Somos hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de

las tinieblas. Por eso, aquel día no debe tomarnos por sorpresa.
El mismo Espíritu Santo, que mora en nosotros e ilumina nues-
tro conocimiento, nos ayuda a interpretar la palabra de Dios y
aplicarla a nuestra vida cotidiana para percibir bien las cosas y no
estar desprevenidos.
• ¿Es el Levantamiento de la Iglesia un evento importante

para usted? ¿Lo aguarda con expectativa?
• ¿De qué manera se prepara usted para el mismo?

Lección 33
EL TIEMPO
DE NUESTRA
VISITACIÓN
Rompe-hielo: ¿Alguna vez recibió usted una sorpre-

sa? Comparta su experiencia.
Lucas 19.41-44:
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, dicien-

do: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es
para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán
días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitia-
rán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus
hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no
conociste el tiempo de tu visitación.”

1. INTRODUCCIÓN
Los judíos estaban celebrando la entrada de Jesús a Jerusalén.
Había emoción en muchos de ellos. Pero un repentino cambio
de ambiente se produjo cuando Jesús pronunció una dolorosa
profecía sobre la ciudad que se extendía delante de Él. Jesús “lloró
sobre ella” sabiendo del rechazo que sufriría por parte de Jerusa-
lén, y porque la nación toda debía sufrir un terrible juicio, el cual
llegó con la destrucción de su capital por parte de las fuerzas
romanas en el año 70 d.C.
Jerusalén fue sitiada de la manera típica de las guerras de

aquella época: sus enemigos construyeron una barricada alrede-
dor para impedir que cualquiera entrara o saliera, hicieron morir
de hambre a la mayor parte de sus habitantes. Entonces los ro-
manos se abrieron paso y conquistaron Jerusalén con tremenda
crueldad y pérdida de vidas. Todo esto ocurrió porque el pueblo
de Israel no reconoció a su Dios que vino a él para salvarlo. “A lo
suyo vino, y los suyos no le recibieron.” Juan 1.11.
2. JESÚS VIENE A NUESTRA VIDA

Jesús hubiera deseado que Jerusalén se arrepintiera y busca-
ra lo que era para su propio bien. Pero aquella gente que en un
momento lo recibía con cantos de alabanza, sólo unas horas des-
pués lo rechazaría y exigiría su crucifixión. El nombre ‘Jerusalén’
significa “ciudad de paz”, pero aquellos habitantes de ella llevaban
un estilo de vida que muy poco tenía que ver con la paz.
Hoy nosotros, como ellos, alabamos a Jesús y proclamamos

ser de Él; pero, ¿vivimos conforme a lo que dice Él? ¿Hacemos
verdadero honor a su nombre, el cual ha sido invocado sobre
nosotros? ¿Cómo estamos viviendo delante de Dios? Tal vez le-

yendo el siguiente pensamiento, de autor desconocido, podamos

responder más conscientemente todas estas preguntas:
“Aún no llego a comprender cómo ocurrió, si fue real o un

sueño. Sólo recuerdo que ya era tarde y estaba en mi sofá prefe-
rido con un buen libro en la mano. El cansancio me fue venciendo
y empecé a cabecear. En algún lugar entre la semiinconsciencia y
los sueños, me encontré en aquel inmenso salón; no tenía nada
en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que
tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del suelo al techo
y parecían interminables en ambas direcciones. Tenían diferentes
rótulos.
Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado: “Mu-

chachas que me han gustado”. Lo abrí descuidadamente y empecé
a pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión; había
reconocido el nombre de cada una de ellas. ¡Se trataba de las mu-
chachas que a mí me habían gustado! Sin que nadie me lo dijera,
empecé a presagiar en dónde me encontraba. Este inmenso salón,
con sus interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi
existencia. Estaban escritas las acciones de cada momento de mi
vida, pequeños y grandes detalles, momentos que mi memoria ya
había olvidado.
Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de

intriga, empezó a recorrerme mientras abría los ficheros al azar
para explorar su contenido. Algunos me trajeron alegría y recuer-
dos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de vergüenza
y culpa tan intenso que tuve que volverme para ver si alguien me
observaba.
El archivo “Amigos”, estaba al lado de “Amigos que traicioné”

y “Amigos que abandoné cuando más me necesitaban”. Los títulos
iban de lo mundano a lo ridículo. “Libros que he leído”, “Mentiras

que he dicho”, “Consuelo que he dado”, “Chistes que conté”. Otros tí-
tulos eran: “Asuntos por los que he peleado con mis hermanos”, “Co-
sas hechas cuando estaba molesto”, “Murmuraciones cuando mamá
me reprendía de niño”.
No dejaban de sorprenderme los títulos. En algunos ficheros

había muchas más tarjetas de las que esperaba y en otros menos
de las que yo pensaba. Estaba atónito ante el gran volumen de
información que en mi vida había acumulado. ¿Sería posible que
hubiera tenido el tiempo de escribir cada una de tantos millones
de tarjetas? Pero cada tarjeta confirmaba la verdad. Cada una
estaba escrita con mi letra; cada una llevaba mi firma.
Cuando vi el archivo “Canciones que he escuchado” quedé

atónito al descubrir que tenía más de tres cuadras de profundi-
dad y, ni aun así, vi su fin. Me sentí avergonzado, no por la calidad
de la música, sino por la gran cantidad de tiempo perdido en ello.
Cuando llegué al archivo: “Pensamientos lujuriosos” un escalofrío
recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos centímetros... me
avergonzaría conocer su tamaño. Saqué una ficha al azar y me
conmoví por su contenido. Me sentí asqueado al constatar que
‘ese’ momento, escondido en la oscuridad, había quedado regis-
trado.
No necesitaba ver más. Un instinto animal afloró en mí. Un

pensamiento se adueñó de mi mente: “Nadie debe ver estas tar-
jetas jamás. ¡Tengo que destruir este lugar!” En un frenesí insano
arranqué un cajón, tenía que vaciar y quemar su contenido. Pero
descubrí que no podía siquiera retirar una sola tarjeta del cajón.
Me desesperé y traté de tirar con más fuerza, sólo para descubrir
que eran más duras que el acero cuando intentaba arrancarlas.
Vencido y completamente indefenso, devolví el cajón a su lugar.
Apoyando mi cabeza en el interminable archivo, testigo invenci-
ble de mis miserias, empecé a llorar.

En eso el título de un cajón pareció aliviar en algo mi situa-

ción: “Personas a las que les he compartido el Evangelio”. La manija
brillaba. Al abrirlo, encontré menos de diez tarjetas. Las lágrimas
volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no po-
día respirar. Caí de rodillas al suelo llorando amargamente de
vergüenza. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: nadie debe-
rá entrar a este salón, ¡necesito encontrar la llave y cerrarlo para
siempre! Y mientras me limpiaba las lágrimas, lo vi.
¡Oh no! –exclamé. ¡Por favor, no! ¡Él no! ¡Cualquiera menos
Él! Impotente vi como Jesús abría los cajones y leía cada una de
mis fichas. Intuitivamente Jesús se acercó a los peores archivos.
No soportaría ver su reacción. ¿Por qué tiene que leerlos todos?
En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada. Con
tristeza en sus ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza de ver-
güenza, me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de nuevo.
Él, se acercó, puso sus manos en mis hombros. Pudo haber dicho
muchas cosas. Pero Él no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a
mí, en silencio… y lloró conmigo.
Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó

a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba su nombre so-
bre el mío. ¡No! le grité corriendo hacia Él. Seguí gritando ¡No!
¡No! ¡No! y le arrebaté la ficha de su mano. Su nombre no tenía
por qué estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías!
Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su nombre cubrió el
mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me
miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas. No en-
tiendo cómo lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar
el último archivo y venir a mi lado. Me miró con ternura a los
ojos y me dijo: “Consumado es; está terminado. Yo he cargado con
tu vergüenza y tu culpa”. Después salimos juntos del salón; salón
que aún permanece abierto, pues todavía quedan muchas tarjetas
por escribir...

Aún no sé si fue un sueño o una visión; pero si ese salón real-

mente existe, estoy convencido de que la próxima vez que Jesús
vuelva a él, encontrará menos fichas vanas y vergonzosas, menos
fichas de tiempo perdido y más fichas de qué complacerse.”
3. CONCLUSIÓN
Jesús llegó a Jerusalén sin ningún aviso previo. En su Palabra Él
nos asegura que volverá de la misma manera. Nos preguntamos
cuántos hermanos hoy están preparados para su encuentro con
Jesús. Es el tiempo de su venida. Es tiempo de amar a los demás;
de dejar de buscar lo nuestro propio; de servir a Dios con todo
el corazón. Es tiempo de estar listos, porque nuestro Rey apare-
cerá en cualquier momento.
• ¿Siente usted que debe hacer cambios en su estilo de vida?
• ¿Qué cambios hará? ¿Cuándo va a comenzar con ello?

Lección 34
EL CIELO
VERSUS EL
INFIERNO
Rompe-hielo: ¿Puede un Dios bueno y misericor-

dioso condenar a la gente que no cree en Él?
Deuteronomio 30.15: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy

la vida y el bien, la muerte y el mal.”
1. INTRODUCCIÓN
A pesar de ser una de las enseñanzas centrales de la Biblia, la
eternidad es un tema olvidado en la mayoría de las iglesias. Hay
lugares donde se habla de eternidad, pero de manera equivocada.
Por ejemplo, algunos creen que la eternidad estará ubicada en la

Tierra. Al revelar el destino eterno de las almas, la Biblia conside-

ra básicamente dos lugares: el cielo y el infierno, los cuales están
fuera de la Tierra.
En su ministerio terrenal, Jesús enseñó extensamente sobre

el cielo y el infierno. El resto del Nuevo Testamento también habla
de estos lugares, mayormente el libro de Apocalipsis. Así que po-
demos estar seguros de la existencia del cielo y el infierno, sitios
que Dios tiene preparados con fines muy diferentes. El cielo tiene
como objeto la vida eterna, el gozo de la salvación. El infierno se
creó para establecer un castigo y una separación entre Dios y sus
criaturas desobedientes, algo que la Biblia llama segunda muerte.
Véase Apocalipsis 21.8.
Consideremos algunas escrituras que nos ayudarán a com-

prender el contraste tan grande que existe entre el cielo y el
infierno.
2. SON LUGARES MUY DIFERENTES

El infierno es descrito como un lago de fuego: “Y el diablo que
los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde esta-
ban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por
los siglos de los siglos.” Apocalipsis 20.10. También es descrito
como un lugar frío y oscuro: “Entonces el rey dijo a los que servían:
Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el
lloro y el crujir de dientes.” Mateo 22.13. En cambio el cielo es un
lugar de luz eterna: “No habrá allí más noche; y no tienen necesidad
de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará;
y reinarán por los siglos de los siglos.” Apocalipsis 22.4-5.
El cielo es también un lugar de gran belleza: “Después me

mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal,
que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de

la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que
produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol
eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y
el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servi-
rán” Apocalipsis 22.1-3. Y mientras que el infierno es abajo
(Apocalipsis 20.14); el cielo es arriba: “Porque he descendi-
do del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que
me envió” Juan 6.38.
3. LA MANERA DE ENTRAR ES DI-

FERENTE
Al infierno se llega por causa de la incredulidad: “El que en
él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condena-
do, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Juan 3.18. “El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas
el que no creyere será condenado” Marcos 16.16. “Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios
y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte
en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
Apocalipsis 21.8. (2)
En cambio al cielo se entra con fe como la de un niño: “Jesús

dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 18.3. También se entra
al cielo por medio Jesucristo: “Yo soy la puerta; el que por mí entra-
re, será salvo...” Juan 10.9.
El infierno no requiere renuncia de ningún tipo. El cielo en

cambio exige que perdamos algunas cosas: “Si tu mano te fuere
ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que te-
niendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,
donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.Y si tu

pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo,

que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede
ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se
apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar
en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al in-
fierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.”
Marcos 9.43-48
4. SUS HABITANTES SON DIFE-

RENTES
El infierno será habitado por los que han rechazado a Jesu-
cristo: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado
al lago de fuego.” Apocalipsis 20.15. “Y este es el testimonio: que
Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene
al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
1ª Juan 5.11-12.
El cielo será habitado por los que creyeron en el nombre de

Jesús para salvación: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis
en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna,
y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” 1ª Juan 5.13 “Y
en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4.12.
El cielo será habitado por los que han sido lavados de sus
pecados por la sangre de Cristo: “No entrará en ella ninguna cosa
inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que
están inscritos en el libro de la vida del Cordero.” Apocalipsis
21.27. “Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el
soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nues-
tros pecados con su sangre” Apocalipsis 1.5.

Actualmente y por la eternidad el cielo es habitado por án-

geles de Dios, mientras que el infierno fue preparado para que lo
ocupen el diablo y los demonios.Véase Mateo 25.41.
5. OTRAS CUALIDADES DEL CIELO

En el cielo estaremos con Jesús: “Luego nosotros los que vi-
vimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente
con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siempre con el Señor.” 1ª Tesalonicenses 4.17.
Allá seremos como Jesús: “Amados, ahora somos hijos de Dios,

y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él.” 1ª Juan 3.2. En-
tonaremos alabanzas a Él: “Y cantan el cántico de Moisés siervo de
Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus
obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos.”
En el cielo serviremos al Señor: “Y no habrá más maldición;

y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servi-
rán” Apocalipsis 22.3. Recibiremos consuelo de Él: “Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá
más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.”
Apocalipsis 21.4.
6. CONCLUSIÓN
A pesar de que hace unos dos mil años nuestro Señor Jesús
arrebató al enemigo las llaves a la muerte y nos dio vida junta-
mente con Él, la batalla por nuestras almas todavía no termina.
El cielo y el infierno continúan enfrentados por nuestra causa.
Un escritor dijo que las puertas del infierno están cerradas de

adentro hacia afuera por voluntad propia de muchos hombres y

mujeres. Debemos ocupar el lugar que nos corresponde y hacer
todo de nuestra parte para asegurar nuestra ciudadanía en los
cielos.
“Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también espera-

mos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de
la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria
suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas
las cosas.” Filipenses 3.20-21.
• ¿Qué sentimientos y emociones le despierta el saber que

usted es un ciudadano del cielo?

Lección 35
LA HORA
DE SU
JUICIO

mente cuando oye la palabra ‘juez’?
Apocalipsis 14.7: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la

hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la
tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
1. INTRODUCCIÓN
La palabra ‘juicio’ significa bíblicamente “separación”. Conti-
nuando con nuestra serie “Doce Toques de Trompeta”, estudia-
remos algunos de los eventos proféticos que más estrechamente
se relacionan con los conceptos de juicio y separación.

2. EL JUICIO DE LA MUERTE
Cuando una persona muere su alma se separa de su cuerpo.
Esto es resultado del juicio de Dios por causa del pecado. Véase
Génesis 2.17. Al morir el cuerpo, el alma entra a un estado
que la Biblia compara al sueño, para esperar la resurrección, o su
reunión con el cuerpo nuevo que Dios le dará. El alma del impío
espera en un lugar de inquietud, mientras que el alma del justo
descansa.Véase Lucas 16.22-28.
La habitación temporal para las almas de los muertos es el

Seol (hebreo) o el Hades (griego). Nosotros confiamos en la pro-
mesa de Dios de una vida después de esta vida. Salmo 16.10:
“Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea
corrupción.” Hechos 2.27 se refiere a esto mismo.
Cuando Cristo resucitó de los muertos, Él venció al Hades y

a la muerte, y como parte de Su victoria aparentemente Él sacó
fuera a las almas justas que estaban en el Hades: “Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hom-
bres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido
primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el
mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo
todo.” Efesios 4.8-10. Hoy, cuando un cristiano muere, su alma
descansa en la presencia de Dios.Véase 2ª Corintios 5.8.
3. EL LEVANTAMIENTO DE LA
IGLESIA
El próximo evento de mayor importancia para la iglesia es el
levantamiento de los creyentes y el regreso de Jesucristo. Este es
otro juicio divino por medio del cual muchos seremos separados

del mundo para salvación, mientras que muchos más serán deja-
dos en la Tierra para sufrimiento y muerte.
Nosotros estamos “Aguardando la esperanza bienaventurada y

la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.”
Tito 2.13. En el arrebatamiento –que muchos llaman rapto, los
muertos en Cristo serán resucitados y los creyentes que viven
serán transformados, y ambos recibirán cuerpos glorificados in-
mortales. Véase 1ª Corintios 15.51-54; Filipenses 3.20-
21 y 1ª Tesalonicenses 4.13-18. Así es como nos encontra-
remos juntamente con el Señor en el aire, para vivir con Él por
la eternidad.
4. LA GRAN TRIBULACIÓN
A la vez, un tiempo de incomparable gran tribulación sobre-
vendrá al mundo:“porque habrá entonces gran tribulación, cual no
la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.”
Mateo 24.21. Lea esta semana los capítulos 6 a 19 de Apo-
calipsis. La gran tribulación es un juicio o castigo divino para la
humanidad incrédula, y en especial para el pueblo de Israel.
Durante la gran tribulación, Satanás buscará dominar la Tie-

rra por medio de un hombre y un sistema que a veces se descri-
ben como “el anticristo” y “la bestia” respectivamente. La bestia
y su falso profeta establecerán un sistema religioso, político, y
económico para controlar al mundo. Estas maniobras satánicas
traerán guerras, hambres, y muerte. Eventualmente, el anticristo
pretenderá ser Dios y profanará el templo judío reconstruido.
Los que se oponen a este sistema impío serán perseguidos y
martirizados; algunos tendrán protección divina.
Muchos creen que la iglesia será arrebatada antes de la gran

tribulación; algunos creen que la iglesia pasará por una parte de

ella. En una próxima lección abordaremos este tema. De todos

modos, la iglesia será protegida de la ira de Dios: “Velad, pues, en
todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas
estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hom-
bre.” Lucas 21.36.
Al fin de la tribulación los ejércitos satánicos se juntarán en

el Valle de Armagedón para destrozar a toda oposición. Siendo
aparentemente victoriosos, emprenderán marcha hacia Jerusa-
lén para reclamar su galardón. Entonces Jesucristo volverá física-
mente a la tierra con Sus santos, descendiendo al Monte de los
Olivos. Véase Zacarías 14.1-5. La nación judía le reconocerá
como su Mesías, y Él destruirá a la bestia y sus ejércitos.
5. EL TRIBUNAL DE CRISTO
El tribunal de Cristo será una instancia de rendición de cuen-
tas inmediata al Levantamiento de la Iglesia. Todos los creyen-
tes compareceremos ante éste; véase 2ª Corintios 5.10. Nos
presentaremos ante nuestro Señor Jesucristo, quien como Juez
y sobre la base de nuestras obras, nos recompensará a cada uno
por el servicio que le hayamos prestado. Véase 1ª Corintios
3.12-15.
Este juicio no es para verificar si merecemos el cielo o el

infierno. Todos los comparecientes allí son salvos. El tribunal de
Cristo es un juicio a creyentes lavados y justificados por la sangre
de Jesús.
6. EL JUICIO A LAS NACIONES

Jesús establecerá Su reino en la tierra por mil años, tiempo
llamado “el Milenio”, y los santos reinaremos con Él. Durante el

milenio el Señor llevará a cabo el juicio de las naciones, bendi-

ciendo a aquellas que fueron solidarias con Israel y castigando
a las que no lo fueron. Véase Mateo 25.31-33. “Izquierda”
aquí representa castigo; “derecha” es recompensa. Lea en casa
Apocalipsis 20.
Durante el milenio Satanás será atado, pero al fin de la edad

será soltado por un corto tiempo. Él fomentará una rebelión final,
la cual Dios destruirá con fuego del cielo.
7. EL JUICIO FINAL
Entonces vendrá el Juicio Final, el del Trono Blanco. Véase
Apocalipsis 20.11-15. Todos los que no se hallen en el li-
bro de la vida serán echados al lago de fuego, también llamado
Gehenna en el griego, y allí quedarán separados eternamente de
Dios. Dios destruirá el mundo presente y creará un cielo nuevo y
una tierra nueva. Los santos viviremos para siempre con Él en la
Nueva Jerusalén. Lea en casa Apocalipsis 21-22.
8. CONCLUSIÓN
Repasemos algunas verdades claves: (1) Jesucristo volverá
físicamente a la Tierra. (2) Nadie sabe o puede determinar el
tiempo de Su venida, pero sabemos que será pronto. (3) La igle-
sia debe estar lista en todo momento.Véase Marcos 13.33-37;
Romanos 13.11-14. (4) Cada persona se enfrentará con Él
en el juicio para recibir el galardón de la vida eterna o el castigo
de la muerte eterna.Véase Daniel 12.2.
Considere en casa Mateo 24.1-39; Lucas 21.7-31; 2ª

Tesalonicenses 2.1-8; 2ª Timoteo 3.1-13. Estas escri-
turas mencionan muchas señales que precederán a los juicios

de Dios, y éstas se están cumpliendo hoy en día. La presente

edad pronto terminará; la hora de los juicios de Dios se aproxi-
ma veloz.
¿Cuál es la respuesta apropiada a ello? “El Espíritu y la esposa

dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. El que da testimonio
de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor
Jesús” Apocalipsis 22.17, 20.
• ¿Cuál es su respuesta ante estos eventos inminentes?

Lección 36
DIGNO
ES EL
CORDERO

mente cuando oye la palabra ‘adoración’?
Leamos Apocalipsis 5.1-14.
1. INTRODUCCIÓN
Continuamos con nuestra serie “Doce Toques de Trompeta”,
y hoy estudiaremos uno de los pasajes más profundos del libro
de Apocalipsis. Se trata del capítulo cinco de este libro, donde
hallamos una profecía que está en pleno desarrollo ahora. Sus
protagonistas principales son Jesús y su Iglesia.

2. LA REDENCIÓN DE LA TIERRA
En el V. 1 de este capítulo encontramos que en las manos
del que está sentado sobre el trono se encuentra un libro, en
realidad un rollo, un rollo muy especial, que está cerrado con
siete sellos. El siete es número que nos habla de su perfección o
plenitud.
En los tiempos bíblicos, cuando alguien por necesidad debía

deshacerse de una propiedad, se escribían condiciones para que
un familiar del dueño pudiera recuperar o redimir la misma de
manos del comprador. Cuando el que se había quedado con la
propiedad regresaba el título, o escritura de propiedad, lo entre-
gaba totalmente sellado. El redentor lo abría, leía y se disponía a
cumplir con las condiciones exigidas en el mismo para la reden-
ción de aquella propiedad.
Dios tiene ahora mismo el libro que contiene el precio y las

condiciones para redimir el universo, el cual ha estado bajo con-
denación desde la caída de Adán. En la escena del V. 1 los creyen-
tes ya estamos con el Señor y nos estamos alistando para reinar
con Cristo sobre la Tierra, pero este problema de la condenación
aún está presente; la tierra todavía está bajo maldición; el pecado
aún está reinando, y alguien debe ser hallado, alguien que sea dig-
no y que esté dispuesto, alguien que pueda cumplir con las condi-
ciones delineadas en el libro que está en la mano de Dios.
3. EL LEÓN DE JUDÁ
Vv. 2,3. El cielo está bajo gran suspenso, un gran silencio
reina, pues una búsqueda diligente se está haciendo para hallar a
alguien que sea digno de quebrar los sellos, abrir el libro, y leer su
contenido. Y hasta que esa persona se encuentre, nada de lo que
hay en el libro puede ser revelado.

Un ángel fuerte es puesto a cargo de encontrar al que es

digno de abrir el libro. La búsqueda se extiende por toda la Tierra,
de mar a mar, pero no se encuentra un solo miembro de la raza
humana que sea digno. Tampoco entre las huestes de ángeles en
la gloria. No aparece nadie que sea digno de abrir, leer, ni siquiera
mirar el libro. ¡Qué dificultad tan grande! Si no aparece uno que
sea digno de desatar los sellos, el pecado seguirá reinando, y el
príncipe del mundo continuará acusando a los hombres.
El apóstol Juan se desespera tanto en la visión, que comienza

a llorar. Su corazón se quebranta, pero uno de los ancianos le
dice a Juan que no llore.Y le dice: “Querido hno. Juan, permíteme
introducirte al que llaman el León de la tribu de Judá... Él ha ven-
cido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”. ¡Aleluya!
En el mundo animal, el león es el rey; el león no tiene adver-

sarios. Este león que ve Juan es nadie menos que Jesucristo. ¿Por
qué sabemos que es Jesucristo? Porque fue Jesús quien prevaleció
contra el decreto de condenación que había contra el hombre.
Solo Jesús pudo pagar el precio de nuestra redención, ofreciendo
su preciosa sangre y derramándola sobre la cruz del Calvario.
¡Por eso Jesucristo es digno! “Cantaban un nuevo cántico, diciendo:
Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste in-
molado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y
lengua y pueblo y nación.” (V. 9).
4. EL ÚNICO DIGNO DE ABRIR EL

LIBRO
Las buenas obras no pueden hacer digno a nadie. La virgen
María no es digna porque ella no tiene el nombre que es sobre
todo nombre; ella no sufrió ni murió en una cruenta cruz; mucho
menos resucitó de los muertos. Los “santos” del escultor que

tienen ojos pero no ven, tienen manos pero no palpan, tienen

bocas pero no hablan, tienen pies pero no caminan, tampoco son
dignos.Véase Salmos 115.3-11.
¿Quién puede abrir el libro con los siete sellos? Sólo el Cor-
dero Inmolado. ¿Por qué únicamente Jesús? Porque Él ha vencido
sobre la tentación: “...fue tentado en todo según nuestra seme-
janza, pero sin pecado.” Hebreos 4.15. Porque Él ha vencido
sobre la muerte: “…yo soy el primero y el último; y el que vivo, y
estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén.Y
tengo las llaves de la muerte y del Hades.” Apocalipsis 1.17-18.
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”
1ª Corintios 15.55.
Jesús es digno de tener el nombre que es sobre todo nom-

bre: “...estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual
Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Filipenses 2.9-11.
Jesús es digno, y solamente Él es digno, por quién es Él. Por-

que Él es el que cumple con todas las profecías del Antiguo Testa-
mento. Porque Él dejó el esplendor de la gloria para nacer en un
pesebre. Porque Él nació milagrosamente de una virgen. Porque
Él asombró a los sabios de su tiempo. Porque Él sanó a los enfer-
mos. Porque Él alimentó a cinco mil con cinco panes y dos peces.
Porque Él caminó sobre las aguas y calmó la tormenta. Porque Él
resucitó muertos. Porque Él lloró lágrimas de compasión por las
almas perdidas. Porque Él sufrió muerte de cruz. Porque la tumba
no lo pudo retener y Él resucitó el tercer día. Porque Él nos en-
señó verdades escondidas desde el principio de los siglos. Porque

ahora Él se sienta a la diestra de la majestad en las alturas. Porque

Él es nuestro mediador ante Dios. ¡Él es digno!
5. CONCLUSIÓN
“Sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre
todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el
venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de
Aquel que todo lo llena en todo.” Efesios 1.21-23.
Jesús es digno de nuestra alabanza y gratitud, de nuestro ser-

vicio esforzado, de nuestra obediencia. Él es digno de nuestro
amor, de la consagración de todo nuestro ser a Él. Jesús es digno
de que le entreguemos nuestro tiempo, nuestros talentos y nues-
tros recursos. Jesús es digno de nuestra adoración. ¡Digno es
el Cordero!
• ¿Está usted viviendo en adoración y obediencia a Jesús, el

Cordero de Dios?
• ¿Qué hará usted para darle al Señor una mejor adoración

día a día?

Lección 37
SEÑALES
DEL
FIN

mente cuando oye la expresión ‘cuenta regresiva’?
Mateo 25.13: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora

en que el Hijo del Hombre ha de venir.”
1. INTRODUCCIÓN
La Biblia nos deja saber que el acontecimiento de nuestro
encuentro con el Señor en las nubes está muy próximo. Nadie
puede saber el día exacto en que Cristo nos levantará, pues tal
como hemos visto en la lección “Una señal para la Iglesia”, la úni-
ca señal dada a la Iglesia para este evento es la apostasía.

Sin embargo, también podemos considerar las señales rela-

tivas a la segunda venida de Jesús; señales que Él mismo anticipó
que aparecerían en la Tierra. Estas señales o avisos proféticos
están comenzando a verse ahora mismo, y esto nos indica que el
Levantamiento de la Iglesia –que ocurrirá siete años antes de la
segunda venida de Jesús, es algo por demás inminente.
2. EL FIN
Mateo 24.29-31: “E inmediatamente después de la tribula-
ción de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplan-
dor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán
conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el
cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a
sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta
el otro.”
Las señales de Mateo 24 son dirigidas a Israel, no a la Igle-

sia. Aquí Jesús está hablando de su segunda venida, que marcará el
fin de la gran tribulación. No se trata del levantamiento de la Igle-
sia, sino de la redención de Israel. El pueblo judío escogido será
juntado por ángeles (v. 31) en un lugar específico, que sabemos
será la ciudad de Jerusalén. Pero la Iglesia será levantada por Jesús
mismo siete años antes de todo esto:
1ª Tesalonicenses 4.16-17: “Porque el Señor mismo con

voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descen-
derá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego noso-
tros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor.”

3. SIETE SEÑALES DEL FIN

a. Guerras, pestes, hambres y terremotos. Mateo
24.7-8: “Porque se levantará nación contra nación, y reino con-
tra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes
lugares.Y todo esto será principio de dolores.”
b. Maldad multiplicada, amor enfriándose. La maldad

se está esparciendo por ciudades y naciones; y seguirá cre-
ciendo cada vez con mayor fuerza en todo el mundo. Ma-
teo 24.12: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor
de muchos se enfriará.” Consecuentemente la indiferencia, el
miedo y la ansiedad están en aumento también.
c. Avance de la ciencia. Daniel 12.4: “Pero tú, Daniel,

cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos
correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.” El salto
cuantitativo y cualitativo que han dado la ciencia y la tecno-
logía en los últimos cien años es abrumador.
d. Un gobierno mundial. La Organización de Naciones

Unidas –U.N. por sus siglas en inglés, ya está preparada para
un gobierno mundial único, dirigido por un único presidente
mundial: “Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se
engrandecerá sobre todo dios;b y contra el Dios de los dioses
hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la
ira; porque lo determinado se cumplirá. Del Dios de sus padres
no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios
alguno, porque sobre todo se engrandecerá.” Daniel 11.36-
37. Habrá también un mercado global y una moneda. Véase
Apocalipsis 13.16-17.
e. Religión única. El Papa y el estado Vaticano trabajan de-

nodadamente para unificar las religiones del mundo, y entre-

gar al anticristo sus multitudes de seguidores. Apocalip-

sis 13.7-8: “Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y
vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo,
lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra
cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cor-
dero que fue inmolado desde el principio del mundo.” Muchos
que hoy parecen cristianos también estarán involucrados en
esta única religión, durante la gran tribulación.
f. Apostasía global. El Anticristo se hará presente en medio de

una gran apostasía. La apostasía ya está en medio de noso-
tros. Se predica de dinero, éxito e influencia, sin alertar a la
gente que estamos viviendo en días proféticos y que Cristo
viene pronto. 2ª Tesalonicenses 2.3: “Nadie os engañe en
ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apos-
tasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.”
g. Falsos profetas y falsos cristos. Mateo 24.11: “Y muchos

falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos.” Mateo
24.24: “Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y
harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán,
si fuere posible, aun a los escogidos.” Un falso cristo no sólo es
aquel que se hacer pasar por Cristo. También es toda perso-
na que predica falsedades de Jesús, o que predica en nombre
de Jesús, pero con conceptos erróneos.
4. LA SEÑAL MÁS ELOCUENTE

La octava y más clara señal de la inminencia de nuestra par-
tida es el desarrollo de la nación de Israel.
Mateo 24.32-35: “De la higuera aprended la parábola: Cuan-

do ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está
cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced

que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta
generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán.”
V. 32: “De la higuera aprended la parábola…” Las hojas de la

higuera están brotando ahora mismo. Israel es comparado con la
higuera en la Biblia, y la higuera es actualmente el símbolo nacio-
nal de Israel. Esta nación que tuvo un largo invierno social y po-
lítico de veinticinco siglos, entró a su primavera en 1948, cuando
Inglaterra impulsó y financió el traslado de 150.000 judíos desde
Europa y otros lugares a Palestina, fundándose el estado moder-
no de Israel. La población actual de este pequeño territorio al-
canza ya los ocho millones de habitantes, y contando…
V. 33: “…cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cer-
ca, a las puertas”. La segunda venida de Cristo es ese ‘verano’ que
se acerca, y con él terminará el sistema de gobierno humano, la
falsa religión en el mundo, así como la persecución en contra de
los judíos. V. 34: “De cierto os digo, que no pasará esta generación
hasta que todo esto acontezca”.
Repasemos las primeras siete señales del fin: –guerras, pestes,

hambres y terremotos, maldad en aumento, amor enfriándose,
avance de la ciencia, impulso de un gobierno mundial y una reli-
gión única, apostasía, falsos profetas y falsos cristos. El V. 34 nos
indica que la generación que ha visto la aparición de estas señales
y en especial la octava señal –el resurgimiento de Israel, es la
misma generación que verá a Jesús regresar.
Muchos afirman que el tiempo de una generación bíblica es

de setenta a ochenta años, de acuerdo con Salmos 90.10;
otros consideran que es de cien años. Ahora, sea cual sea su real
duración, la generación que fue testigo del rebrote de la nación
de Israel en 1948 todavía está sobre la Tierra, al menos en par-

te, y no por mucho tiempo de acuerdo a la expectativa de vida

actual. Esta generación debe durar hasta que Cristo venga, pues
Jesús afirmó que ella no pasaría hasta que Él volviera.
5. CONCLUSIÓN
¿Cuánto tiempo queda entonces? Nosotros creemos que el
levantamiento de la Iglesia podría ser en unos pocos años, en
algunos meses, o podría ser hoy mismo. Realmente, el tiempo de
nuestra partida es inminente.
Ante esta realidad:
• ¿Qué debemos hacer?
• ¿Cómo debemos vivir?

Lección 38
YO TAMBIÉN
TE
GUARDARÉ

mente cuando oye la palabra ‘escondite’?
Apocalipsis 3.10: “Por cuanto has guardado la palabra de

mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha
de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre
la tierra.”
1. INTRODUCCIÓN
De esta manera llegamos al final de la serie “Doce Toques de
Trompeta”. Muy pronto Cristo retornará en el aire y se llevará
con Él a todas las personas –vivas y muertas, que hayan confiado

en Él como su Salvador. Los creyentes nos iremos con el Señor

“en un abrir y cerrar de ojos”, y así seremos librados del castigo
inminente que Dios tiene preparado para este planeta.
2. EL PROPÓSITO DE LA GRAN
TRIBULACIÓN
La gran tribulación, un período de siete años, se compara
en la Biblia con los días de Noé. El diluvio no fue para Noé y su
familia, sino para todos aquellos que no creyeron al mensaje que
Noé les predicó durante 120 años. “Porque como en los días antes
del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en ca-
samiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron
hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos.” Mateo 24.38-39.
Quienes “no entren en el arca”, que ahora es Cristo, se quedarán
en la Tierra para la destrucción que vendrá.
Y ese es el propósito de la gran tribulación: el derramamien-

to de la ira de Dios en la Tierra, la cual provocará una angustia
sin precedentes: “porque habrá entonces gran tribulación, cual no
la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.”
Mateo 24.21. “…decían a los montes y a las peñas: Caed sobre
nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el
trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y
quién podrá sostenerse en pie?” Apocalipsis 6.16-17.
Pero el mayor sufrimiento lo experimentará Israel: “Mas ¡ay

de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque
habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.” Lucas
21.23. Este es el “tiempo de angustia para Jacob” que se mencio-
na en Jeremías 30.7. La mayoría de los habitantes de la Tierra,
y especialmente los de Israel, morirán durante la gran tribulación,
de una forma u otra.

3. ANTES DE LA GRAN TRIBULACIÓN

La Iglesia será levantada antes de que todo eso suceda. Si el
propósito de la gran tribulación es castigar a Israel, como hemos
visto, el del rapto de la Iglesia es librarla de tal castigo. Pablo habla
de esto a los tesalonicenses:
“…cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios

vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de
los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” 1ª Tesalo-
nicenses 1.9-10. Luego, Pablo añade: “Porque no nos ha puesto
Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor
Jesucristo”. 1ª Tesalonicenses 5.9.
Los cristianos de Tesalónica –una de las primeras iglesias que

fueron establecidas, estaban confundidos y desanimados porque
de entre ellos ya muchos habían comenzado a morir y aún no
habían visto a Cristo aparecer en las nubes por ellos. Pablo, tra-
tando de consolar a los creyentes de Tesalónica, llega al punto de
compartir con ellos un secreto o misterio que tal vez no había
querido revelarles antes:
“Hermanos míos, queremos que sepan lo que en verdad pasa con

los que mueren, para que no se pongan tristes, como los que no tienen
esperanza. Nosotros creemos que Jesucristo murió, y que del mismo
modo Dios resucitará a los que vivieron y murieron confiando en él. Por
eso, de acuerdo con lo que el Señor nos enseñó, les decimos que los
que aún vivamos cuando él venga, nos reuniremos con él después de
que se hayan reunido con él los que estaban muertos”. 1ª Tesalo-
nicenses 4.13-15, Biblia en Lenguaje Sencillo.
Y en su segunda carta les dice más: “Porque es justo delante de

Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois
atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor

Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder.” 2ª Tesalonicen-

ses 1.6-7.
4. EL LEVANTAMIENTO NO ES LA
SEGUNDA VENIDA
Muchos confunden el suceso del levantamiento de la Iglesia
con el de la segunda venida de Cristo; pero como hemos visto,
el levantamiento de la iglesia es previo al período de la gran tri-
bulación que vendrá sobre aquellos que no creyeron en el Señor
Jesús como su Salvador.
En el levantamiento de la Iglesia, Jesús descenderá del cielo,

pero no será visto en la Tierra, sino que nosotros lo recibiremos
en las nubes, en el aire. En cambio en su segunda venida “todo
ojo le verá”, de acuerdo con Apocalipsis 1.7. Esto sucederá al
final de la gran tribulación, cuando el Señor mismo vendrá con
todos sus ángeles y creyentes que hayamos sido levantados en
el rapto.
El Señor regresará para luchar contra los ejércitos del mun-

do, liderados por el Anticristo en su intento final por hacer des-
aparecer a Israel de la faz de la Tierra. Luego establecerá su reino
de mil años en la Tierra y nosotros reinaremos con Él. ¡Aleluya!
5. ¿EL PRIMER RAPTO DE LA HIS-

TORIA?
Muchos grupos de cristianos y personas en lo particular han
dejado de creer en el levantamiento de la Iglesia, y de algún modo
se están preparando para pasar la gran tribulación. Esto también
es una señal de los últimos días:

“Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente
burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: ¿Qué hubo de esa
promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambia-
do desde el principio de la creación. Pero intencionalmente olvidan que
desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y tam-
bién la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. Por la palabra
y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado.Y ahora, por
esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego,
reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.”
2ª Pedro 3.3-7, NVI.
Los que así creen, hablan y enseñan, quizás especulen pensan-

do que Dios nunca antes ha arrebatado a alguien de la Tierra. No
obstante, este método de llevar gente al cielo ya ha sido usado
por Dios.Veamos algunos ejemplos:
a. Enoc. Este fue el primer rapto de la historia bíblica. “Cami-

nó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.”
Génesis 5.24. Enoc fue levantado porque había vivido
de tal modo que agradó a Dios. Véase también Hebreos
11.5. Nosotros debemos vivir de tal
b. Elías. “Y mientras ellos [Elías y Eliseo] iban caminando y ha-

blando, de pronto apareció un carro de fuego, con caballos tam-
bién de fuego que los separó y Elías subió al cielo en un torbe-
llino.” 2º Reyes 2.11, NVI. Este fue otro servidor fiel de
Dios, que pasó al cielo sin ver la muerte.
c. Jesús. “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado,

y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos
con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí
se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas.”
Hechos 1.9-10.

Esto fue lo que Pablo enseñó a los Corintios: “Fíjense bien

en el misterio que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos
seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos,
al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos
resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transfor-
mados.” 1ª Corintios 15.51-52, NVI.
6. CONCLUSIÓN
La promesa del Señor es firme. Él nos guardará de la gran tri-
bulación que ha de venir sobre la Tierra. Él nos librará de aquellos
días terribles. Véase Salmos 27.5. Por tanto, nuestro compro-
miso con Él también debe ser estable y permanente. Guardemos
su Palabra; andemos en obediencia y santidad; sirvámosle con
confianza y gratitud. Recordemos cada día la amonestación del
Señor:
“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos
de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre.” Lucas 21.36.
• ¿Qué pasos está dando o dará usted para ser librado de

la ira que vendrá y participar del rapto de la Iglesia?

Lección 39
VIVE
LA AVENTURA
DE LA FE
Rompe-hielo: ¿Qué significa ‘actuar’?

1. INTRODUCCIÓN
Con este tema damos comienzo a la serie “Siete Decisiones
Para Vivir Felices”. Consideramos que la felicidad es algo por lo
cual cada uno debe optar. Todos podemos tomar decisiones que
nos ayudarán a vivir felices.
Leamos Eclesiastés 11.1–8. En esta escritura, “pan” es

un eufemismo, una manera de referirse al trigo, la materia prima
del pan. La palabra pan se emplea en la Biblia para aludir también

a la manera en que obtenemos el sustento: “Con el sudor de tu

rostro comerás el pan” Génesis 3.19. “Echar el pan sobre las
aguas” literalmente se refiere a colocar el trigo en un barco, para
ser comercializado en otro lugar.
2. FE ES ACTUAR
En 1º Reyes 10.22 se nos dice que Salomón poseía una
flota de barcos que llevaba el producto de las cosechas de Israel
a Tarsis (probablemente España) y luego regresaba con el pago
correspondiente en oro, plata, marfil, animales y otros elementos
valiosos. El viaje de ida y vuelta de estas naves tardaba ¡tres años!
de modo que aquel sistema de comercio de bienes implicaba
considerable confianza y paciencia de parte del vendedor. Salo-
món alude a esa tardanza cuando escribe: “Después de muchos
días (unos 1.100) lo hallarás”.
Otra particularidad de este método de negocios era el riesgo

de naufragio de los barcos a causa de las tormentas, muy frecuen-
tes en el Mar Grande (nombre antiguo del Mar Mediterráneo).
Y había otro peligro para las naves: los piratas que acechaban en
aquellas aguas.
¿Estaba Salomón tratando de dar una clase de comercio o

agricultura? Sí, pero mucho más que eso, Eclesiastés 11 nos trae
consejos para la vida. Nos dice que en toda empresa existen
elementos de riesgo e incertidumbre, a pesar de lo cual noso-
tros debemos aventurarnos (prudentemente). La vida encierra
muchas oportunidades, pero éstas generalmente vienen acom-
pañadas de dificultades. Es decir, no podemos obtener ganancias
sin antes correr algunos riesgos. Así que, “echar nuestro pan”
significa aprovechar las oportunidades de la vida, aunque eso sig-
nifique arriesgar nuestra seguridad y comodidad. “Echar el pan”
es perder una cosa para ganar otra.

Pero la mejor forma de resumir este pasaje de Eclesiastés tal

vez sea por medio de una sola palabra: ‘fe’. La vida de alguien que
tiene fe a veces es una aventura, y no hay aventura sin acción; así
que fe es actuar. Demostramos que tenemos fe, si actuamos:
1) Siempre que podamos.

2) Aunque no sepamos lo que va a suceder.
3) Lo antes posible.
3. ACTUAR SIEMPRE QUE PODAMOS

V. 1. Este verso se refiere a suplir las necesidades de otros,
porque esto a la larga nos traerá recompensa. “Aguas” en la Bi-
blia por lo general simboliza gente, personas, multitudes. Hacer
caridad parece una tarea de nunca acabar, pero al final, se ha com-
probado, nada se ha tirado. Las personas olvidamos, pero Dios
no.Véase Hebreos 6.10. Las necesidades espirituales de otros
también hacen parte de esta verdad.
V. 2. Lo evidente aquí es que debemos tener más de una

manera de ganarnos la vida porque si uno tiene una sola, y ésta
fracasa, el fracaso será total. “No deposites todos los huevos en
una sola canasta” decía Donald Trump. Pero si exploramos más
profundamente este verso encontramos en él una exhortación a
ser generosos con nuestros bienes (“reparte”) en toda circuns-
tancia posible (“a siete”) y aún más allá (“aún ocho”).
Siete representa lo perfecto; ocho significa muchísimos, igual

que “aguas” significa “multitudes” en el V. 1. Sobre esto mismo,
John Wesley dijo: “Haz todo el bien que puedas por todos los medios
que puedas, de todas las maneras que puedas en todos los lugares
que puedas, en cualquier tiempo que puedas, a toda la gente que
puedas, y tanto como tú puedas.”

4. ACTUAR AUNQUE NO SEPA-

MOS LO QUE VA A SUCEDER
En la vida, la mayoría de las veces nos toca actuar sin sufi-
ciente información. Por ejemplo, el comerciante tiene que inver-
tir, pero no puede estar seguro acerca de cuál de sus negocios
será exitoso y cuál fracasará. El agricultor tiene que sembrar y
cosechar sin saber de antemano las condiciones climáticas. El que
ayuda a los demás, no sabe quién le agradecerá y quién no.
Aunque Salomón hable de calamidades y males, él no apoya

la actitud de desesperanza. Él no está diciendo que por el hecho
de que la vida es incierta nosotros podemos quedarnos sin hacer
nada. Todo lo contrario. Está diciendo que necesitamos un espíri-
tu de confianza y aventura; enfrentar los riesgos y oportunidades
de la vida con entusiasmo y fe dirigidos por Dios.
V. 3. Cuando las nubes son negras, lloverá; algo tan seguro

como que el árbol caído no se moverá de su lugar. Podemos
anticipar ciertos eventos de alguna manera, pero no podemos
controlarlos ni determinar con exactitud el resultado de ellos: el
árbol cae dondequiera, la lluvia llega cuando Dios quiere y donde
Dios quiere. Aprendamos a vivir con entusiasmo aun cuando no
podamos controlar todo lo que sucede en la vida.
V. 4. Muchos esperan tener seguridad acerca del tiempo para

sembrar. Por eso nunca siembran. No siembran por temor a que
el viento se lleve la semilla. Y si acaso siembran, luego no se atre-
ven a cosechar, porque temen que la lluvia les arruine su trabajo.
Ningún agricultor puede prosperar pensando así. Más bien, tiene
que trabajar duro, sin saber de antemano si sus decisiones acerca
de cuándo sembrar y cosechar serán acertadas. Del mismo modo,
uno tiene que comprometerse muchas veces ignorando lo que

Dios hará.Véase 1ª Corintios 9.10. Por mucho que ignoremos

lo qué sucederá, no podemos quedarnos de brazos cruzados ante
la vida. Debemos actuar por la fe. Recordemos: fe es actuar.
Vv. 5,6. Esperar a que lleguen las condiciones perfectas pro-

voca inactividad. Este razonamiento práctico se aplica en especial
a la vida espiritual. Si esperamos el tiempo y el lugar perfectos
para leer la Biblia, nunca comenzaremos a leerla. Si esperamos
una iglesia perfecta, nunca nos congregaremos. Si esperamos un
líder perfecto, nunca serviremos. No debemos ser tan exigentes.
Por lo general, quien es muy exigente con los demás, es bastante
indulgente consigo mismo.
Necesitamos tomar medidas ahora para crecer espiritual-

mente; no esperar a que lleguen condiciones que seguramente
nunca se producirán, y sin un día lo hacen, probablemente ya sea
muy tarde. Necesitamos actuar por fe, y no por vista. Dios es el
que hace todas las cosas. Ocupémonos de lo que tenemos que
ocuparnos, como Pablo, que dijo: “Yo planté, Apolos regó, pero el
crecimiento lo ha dado Dios.” 1ª Corintios 3.6.
5. ACTUAR LO ANTES POSIBLE

Vv. 6-8. Aquí “mañana” representa los años de juventud,
de fuerza; “tarde”, los años de declinación; y “tinieblas” nuestros
últimos años de vida, cuando todo empieza a volverse oscuro.
Leamos Eclesiastés 12.1-8. Este y otros pasajes del libro se-
ñalan con claridad al hecho de la muerte y la necesidad de actuar
velozmente.
Salomón nunca pregunta si el tiempo malo llegará; él sólo dice

que uno debe prepararse, porque lo seguro es que llegará, y a veces
antes de lo pensado. Ante este hecho inevitable, no podemos dar-
nos el lujo de dilatar las cosas. ¡Al Señor le fascina la palabra ‘hoy’!

En Eclesiastés 10.16 Salomón se lamenta: “¡Ay de ti, tierra,

cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana!”
acerca de quienes piensan en recoger antes de haber sembrado;
en recibir antes de haber dado; en beneficiarse antes de haberse
comprometido. Así no funciona la fe. Primero es el sembrar, y
luego el recoger. Eclesiastés 3.2.
6. CONCLUSIÓN
En la vida, muchos son los que dejan pasar grandes oportunida-
des. Otros se dejan paralizar por el temor. Nunca debemos dudar
de que tarde o temprano recogeremos nuestro pan, si hoy lo esta-
mos echando sobre las aguas, y lo estamos haciendo con fe. Todo
cuanto demos, regresará a nosotros. Lo que invirtamos, estará bien
guardado en el depósito de Dios.Véase 2ª Timoteo 1.12.
La persona de fe no piensa tanto en el impacto del momento,

sino que se mantiene mirando a largo plazo. Empecemos a tomar
nuestras decisiones con un enfoque más amplio… el de Dios.
Preguntémonos cada día qué resultados traerá lo que estamos
haciendo, dentro de diez años, veinte años, y qué repercusión
tendrá en el cielo, pues allá es donde estaremos con Dios para
siempre.
• ¿En qué etapa de tu vida te encuentras ahora? ¿En la ma-

ñana, en la tarde, o en la noche?
• ¿Qué decisión estás postergando a sabiendas de que tu

tiempo transcurre y se agota?
• ¿Qué temores necesitas vencer para embarcarte en la

aventura de la fe?

Lección 40
CONFÍA
EN SU PALABRA
PODEROSA
Rompe-hielo: ¿Qué piensas de esta afirmación: “La

Biblia es el Libro de libros”?
2ª Timoteo 4.13: “Trae, cuando vengas, el capote que dejé

en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.”
1. INTRODUCCIÓN
El Apóstol Pablo estaba preso cuando escribió su segunda
carta a Timoteo. Es probable que su arresto haya sido tan sor-
presivo que no le fue posible regresar a su casa para recoger

sus efectos personales. Por hallarse prisionero en un calabozo

húmedo y frío, Pablo pidió a Timoteo que le trajera su capa. Pero
más que su capa, él quería sus libros y pergaminos. Estos quizás
incluían partes del Antiguo Testamento, los Evangelios, copias de
sus propias cartas u otros documentos importantes.
La Palabra de Dios no es un asunto de poca importancia. Mu-

chos tienen esta Palabra contenida en una vieja y olvidada Biblia
debajo de las revistas de programación de TV. Muchos cristianos
y cristianas desconocen casi por completo el potencial que tie-
nen en sus manos. La Biblia es un libro olvidado por muchos; sin
embargo…
2. LA PALABRA DE DIOS ES PO-

DEROSA
a. Ella tiene el poder de crear. “Por la fe entendemos haber sido
constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que
se ve fue hecho de lo que no se veía.” Hebreos 11.3. Dios
habló y se creó de la nada el universo; declaró que sería y fue.
“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Génesis 1.3. Nuestra fe
está puesta en el Dios que creó el universo con su palabra.
La palabra de Dios tiene un poder impresionante.
b. Tiene el poder de limpiar: “Ya vosotros estáis limpios por la

palabra que os he hablado.” Juan 15.3. Jesús nos dice que
su Palabra nos limpia igual que un labrador poda las ramas
de un árbol frutal, para que produzca más fruto. La Palabra
“poda” aspectos de nuestro carácter que impiden nuestro
crecimiento en la fe.
c. La Palabra tiene el poder de sanar: “Entrando Jesús en Ca-

pernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi

criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.

Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo:
Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di
la palabra, y mi criado sanará.” Mateo 8.5-8. Si un soldado
romano, mayormente ignorante de las cosas de Dios, logró
comprender que una palabra de Jesús era suficiente para sa-
nar a su criado, ¿cuánto más nosotros hemos de confiar en
su Palabra en la hora de necesitar sanidad?
d. La Palabra es poderosa para convertir y salvar: “Porque como

desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que
riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que
siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi
boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será
prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55.10-11.
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Ro-
manos 10.17. “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo
no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a
los creyentes por la locura de la predicación.” 1ª Corintios
1.21. Así que la Palabra hace lo que Dios quiere, produce fe
en sus oyentes y salva al creyente cuando es predicada con
unción. ¿Cómo oímos la palabra nosotros y de qué manera
respondemos a ella?
e. La Palabra discierne y llega a lo profundo del alma: “Porque la

palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada
de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyun-
turas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones
del corazón.” Hebreos 4.12.
f. La Palabra de Dios es alimento para todos: “[Jesús] respondió

y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4.4.

g. Ella infunde vida: “Afligido estoy en gran manera; vivifícame, oh

Jehová, conforme a tu palabra.” Salmos 119.107. Cuando
David estuvo abatido, recurrió a la Palabra de Dios para re-
cuperar las fuerzas.
h. Es poderosa para reprender al diablo: “Otra vez le llevó el

diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mun-
do y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me
adorares. Entonces Jesús le dijo:Vete, Satanás, porque escrito está:
Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces
le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.”
Mateo 4.8-11.
Y pudiéramos mencionar muchas cosas más que la Palabra

de Dios puede hacer.
3. EL LIBRO OLVIDADO
¡Qué pérdida tan grande que hoy en día muchos hermanos
y hermanas hayan dejado de lado la palabra de Dios, ignorando
este gran poder que ella posee! Existe una tendencia bastante
preocupante, que se da muy especialmente en ministerios cristia-
nos grandes y sobre todo entre los más jóvenes; consiste en que
muchos han puesto en primer lugar la música, el video, el teatro,
las artes, el internet… y la Biblia ha quedado (en el mejor de los
casos) en un segundo plano.
Pero lo vibrante de la música y lo espectacular de una pre-

sentación, pasan. En cambio la Palabra de Dios, además de las
cosas extraordinarias que ya hemos visto que puede hacer, per-
manece para siempre: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no pasarán” Mateo 24.35.

4. CONCLUSIÓN
El que alguien deje de recurrir periódicamente a la Biblia,
indica falta de fe. Que abandonemos muchas veces su lectura,
reemplazándola por otras cosas, sólo demuestra que no confia-
mos realmente en su poder, y que tristemente no nos interesa
conocer mejor a su Autor.
El Señor prometió vida eterna al que escudriñe su Palabra, así

como una vida abundante y victoriosa en su paso por esta Tierra.
Por eso, hermano, hermana, amigo, amiga, hoy te animamos a que
leas y estudies tu Biblia con mayor asiduidad. Si así lo haces, vas
a experimentar el poder de Dios de una manera completamente
nueva en tu vida. “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se
pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.”
1ª Corintios 1.18. Amén.
• ¿Qué tanto tiempo estás ocupando últimamente en leer

tu Biblia?
• ¿Eres consciente del poder que puedes usar y tal vez es-
tás dejando escapar?
• ¿Qué harás al respecto?

Lección 41
MANEJA
LAS CARGAS
DE LA VIDA

mente cuando oyes la expresión ‘cargas de la vida’?
Salmos 55.4-8, 22: “Mi corazón está dolorido dentro de

mí, y terrores de muerte sobre mí han caído. Temor y temblor vinieron
sobre mí, y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como
de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría
en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la
tempestad.”
1. INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos de “cargas de la vida” es natural que
nuestra mente se regrese a experiencias duras del ayer. Tam-

bién es posible que venga a nuestro pensamiento la difícil situa-

ción que ahora mismo estamos viviendo. Todos pasamos por
momentos difíciles. La pregunta es: ¿qué hacer en tales circuns-
tancias? ¿Cómo debemos manejar las cargas de la vida? Las
Escrituras dan al menos tres respuestas a esta pregunta. Pero
antes de ver qué debemos hacer con las cargas, veamos lo que
no debemos hacer:
1) No es correcto pedir a Dios alas para volar, como David

pidió (V. 6).
2) Mucho menos debemos desear nuestra desaparición, como

Job lo hizo: “Perezca el día en que yo nací, y la noche en
que se dijo: varón es concebido. Sea aquel día sombrío, y no
cuide de él Dios desde arriba, ni claridad sobre él resplandez-
ca.” Job 3.3-4.
Veamos entonces cómo debemos actuar en días difíciles.
2. SOBRELLEVAD LOS UNOS LAS

CARGAS DE LOS OTROS
Leamos Gálatas 6.1-5. En el V. 1 de esta Escritura en-
contramos que Pablo –un hombre espiritual, pide a los herma-
nos de Galacia que sean espirituales; que si una persona de en-
tre ellos le falla a Dios, los demás la restauren a la congregación.
En el V. 2, la palabra griega para ‘carga’ es “baros”, que significa
problema o pesadez. En otras palabras, el Señor demanda de
nosotros que usemos nuestra reserva de fuerza espiritual para
levantar los ánimos del caído, ayudándole con la pesada carga
que le ha tocado llevar. Esto debe hacerse con espíritu de man-
sedumbre e integridad; nunca con impaciencia o críticas.

Son muchas las cargas que causan que algunos hermanos se

debiliten, se cansen, y hasta se descuiden espiritualmente. Aquí es
cuando entra en vigor la Ley de Cristo, de hacer con los demás
lo que queremos que hagan con nosotros: “Así que, todas las cosas
que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Mateo 7.12.
Todos tenemos el derecho de recibir ayuda de los demás, y todos
tenemos la responsabilidad de brindar ayuda a los demás. Aún
Cristo necesitó ayuda, estando en su condición de hombre.
Véase Mateo 27.32.
Cumplir con la Ley de Cristo significa poseer nosotros el

mismo sentir que hubo en Jesús, nuestro modelo en todo. Él es
modelo también en el llevar las cargas de otros. Isaías 53.6:
“…Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” Mateo 8.17:
“Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.” Él
dejó las noventa y nueve y se fue a buscar la perdida, cargándola
de regreso al redil (Lucas 15.4-7).
Cuando nuestro cuerpo sufre alguna infección, las células de-

fensoras del cuerpo inmediatamente se unen para combatirla.
Así debería ocurrir en la Iglesia; deberíamos unirnos en medio
de la dificultad para que esa parte del cuerpo en problemas –el
hermano o hermana que está en crisis, pueda sanar. Nuestra vic-
toria depende en gran parte del soporte, fortaleza y sustento
que el resto de la congregación nos brinda en el momento de la
dificultad.
Romanos 15.1: “Los que somos fuertes debemos soportar

las flaquezas de los débiles.” 1ª Tesalonicenses 5.14: “…que
alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis
pacientes para con todos”. Romanos 12.15: “Gozaos con los que
se gozan, llorad con los que lloran”.

3. CADA UNO LLEVARÁ SU PRO-

PIA CARGA
En Gálatas 6.5 parece que Pablo cambiara de posición al
decir: “cada uno llevará su propia carga”. Esto parece contradicto-
rio de los versos anteriores, pero lo que sucede es que la palabra
“carga” aquí no es “baros” en griego, sino “phortion”, que se re-
fiere a la tarea, labor o compromiso particular.
Pablo le preocupa el hecho de que al tratar de ayudar a los

demás con sus cargas o debilidades, nos pueda dominar un senti-
miento de superioridad –el pecado de jactancia. Es necesario que
para evaluarse el examen sea solamente de uno mismo, es decir
que uno debe mirar a las debilidades de los demás sólo por com-
pasión, no para comparación. En ese sentido, cada uno debe llevar
su propia carga. Podríamos parafrasearlo así: “Si quieres gloriarte,
sólo mírate a ti mismo; no seas como el fariseo que se compara con
el publicano, sino usa los parámetros de Dios, y entonces verás que el
gloriarse sólo puede ser en Él.”
Algunas escrituras que también hablan del llevar nuestra pro-

pia carga o responsabilidad: (1) Mateo 11.28-30 nos enseña
que cada uno debe llevar el yugo de Cristo sobre sí mismo. (2)
Romanos 12.1-2 dice que debemos presentar nuestro cuer-
po en sacrificio vivo. (3) Lucas 9.23 dice que nos neguemos
a nosotros mismos, tomemos nuestra cruz cada día y sigamos a
Jesús, para poder ser discípulos suyos. (4) Mateo 25.14 dice
que utilicemos sabiamente los talentos que Él nos ha dado.
El párrafo anterior se puede resumir en la palabra “compro-

miso”. Dios nos está llamando a un compromiso serio con Él.
Nadie puede ser feliz en la vida si no está realmente comprome-
tido con algo o alguien. Cada uno de nosotros necesita aceptar

el desafío del compromiso con Cristo, especialmente en lo que

concierne a la iglesia local. Si queremos ser parte íntegra de la
Iglesia, necesitamos llevar la carga que nos corresponde como
miembros de ella.
4. ECHAR NUESTRA CARGA SO-

BRE EL SEÑOR
Regresando al salmo 55, leemos: “Echa sobre Jehová tu car-
ga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.” (V. 22).
Las cargas que hasta ahora hemos visto, la del débil que está a
nuestro lado y la de nuestra propia responsabilidad, no se las
podemos pasar al Señor. Pero ahora estamos hablando de una
carga diferente. La palabra hebrea para “carga” en este verso es
“Yehab” y sólo se emplea en la Biblia esta vez, para significar
literalmente “fardo pesado”. “Yehab” se refiere a una carga que
Dios permite en nosotros, pero que humanamente es imposible
de cargar.
En la vida hay “fardos pesados” de enfermedad, crisis finan-

ciera, problemas familiares, persecución y tragedias de diverso
tipo. Se trata de situaciones de extrema dificultad, como las que
el rey David estaba viviendo cuando escribió el salmo 55. Estas
cargas deben ser llevadas a Dios, de lo contrario causarán frus-
tración y amargura en nosotros. Jamás debemos permitir que
brote en nuestro corazón una raíz de amargura, resentimiento o
duda, no importa de qué circunstancias hablemos.
Acerca de esto, Pedro nos enseña: “...echando toda vuestra an-

siedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. 1ª Pedro 5.7.
Y cuando echamos sobre Jehová nuestra carga, dice David que
Dios nos sustenta. ‘Sustentar’ equivale a ayudar, apoyar, sostener,
conservar, mantener, fortalecer, confortar y animar.

Dios nos puede sustentar de dos maneras:
1) Quitando la carga: Dios resucita al muerto, sana al enfermo,

convierte el corazón. ¡Nuestro Dios hace maravillas!
2) O simplemente ayudándonos a soportar la carga: a veces su

voluntad no es sanar o resolver el problema. Por ejemplo, Él
dio fuerzas a la Iglesia primitiva en medio de la persecución,
mas no detuvo la persecución. Dios ayudó a Pablo, no qui-
tando el aguijón de su carne, sino dándole gracia y fortaleza
para soportar su enfermedad.
5. CONCLUSIÓN
Debemos aprender a manejar las cargas de nuestra vida, o
nuestra vida será aplastada por ellas. Hemos mirado cómo exis-
ten cargas de otros que debemos sobrellevar (ayudarles), cargas
que sólo nosotros debemos llevar y cargas que debemos entre-
gar al Señor. Esforcémonos cada uno en hacer nuestra parte, y
confiemos en que Dios hará su parte.
• ¿Deseas orar para llevarle todas tus cargas al Señor?

Lección 42
ÉL ES
QUIEN NOS DA
LA VICTORIA
Proverbios 21.31: “El caballo se alista para el día de la ba-

talla; mas Jehová es el que da la victoria.”
1. INTRODUCCIÓN
Continuamos con nuestra serie “Siete Decisiones Para Vivir
Felices”. Nuestra palabra clave hoy es ‘victoria’. Algunos antóni-
mos de esta palabra son: derrota, pérdida, fracaso, ruina. Sinóni-
mos de ‘victoria’ son: ganancia, ventaja, triunfo, excelencia. Y re-
sulta muy interesante encontrar en el diccionario que ‘victoria’
significa, entre otras cosas, “la sujeción que se consigue de los
vicios o las pasiones”.

El pensamiento de Salomón en Proverbios 21.31 gira en

torno al triunfo que se produce en nuestra vida al estar Dios con
nosotros. Pablo habla de lo mismo en Romanos 8.37 dicien-
do que “…somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó.”
2. PELEANDO LA BATALLA CON

DIOS
La vida presenta muchas dificultades y está llena de fracasos.
No es novedoso decir que todos tenemos problemas. El fracaso
está presente en todo nivel: individual, familiar, empresarial, insti-
tucional, nacional y mundial. Todo el mundo va tras el éxito, pero
éste es esquivo y efímero. Parece que la única constante de la
existencia humana es el fracaso.
Hoy vemos guerras, enfermedades y hambre multiplicándose

en todo el planeta; violencia y delincuencia desenfrenadas por
todas partes. ¿Por qué tanto fracaso? ¿Por qué el progreso nos
resulta tan difícil de alcanzar? Respuesta: Por causa del espíritu de
independencia del hombre.
Todos entendemos que para alcanzar el éxito debemos lu-

char. Pongamos por ejemplo al que se va a casar. Él ahorra dinero,
hace horas extras en su trabajo, se organiza para conseguir lo
que necesita… ¿Quién no sabe que para ganar algo importante,
primero tenemos que esforzarnos, renunciando a otras cosas?
Véase Génesis 29.27.
Sin embargo, son pocos los que admiten que la única batalla
realmente exitosa en la vida es la que el hombre pelea con Dios.
Comprendamos que para tener victoria, tenemos que renunciar
a pelear con nuestras propias fuerzas y asumir la posición de

Juan el Bautista que dijo: “Es necesario que él crezca, pero que yo
mengüe.” Juan 3.30.
3. CUANDO EL FRACASO SEVUEL-

VE VICTORIA
Una historia proverbial china cuenta de un anciano labrador
que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el ca-
ballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del labrador le
dijeron qué mala suerte tenía por perder el caballo, él les replicó:
¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¿Quién Sabe?
Una semana después el caballo volvió trayendo consigo una

manada de caballos salvajes. Entonces sus vecinos felicitaron al la-
brador por su buena suerte y éste les respondió: ¿Buena Suerte?
¿Mala Suerte? ¿Quién Sabe?
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos

caballos salvajes, se cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo
consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se
limitó a decir: ¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¿Quién Sabe?
Unas semanas más tarde, el ejército rojo entró en el poblado

y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en
buenas condiciones. Pero cuando vieron al hijo del labrador con
la pierna rota, lo dejaron tranquilo.
Moraleja: Lo que a primera vista parece bueno, puede

ser algo dañino; y lo que aparentemente es un contratiempo,
puede esconder un bien. No existe la suerte; existe Dios. Si
algo sucede, es porque Él lo permite. Así pues, será postura
inteligente que dejemos a Dios decidir lo que es bueno o malo
para nosotros.

Será sabio de nuestra parte también agradecerle a Él por

todo que nos hace pasar, pues todas las cosas de la vida se con-
vierten en buenas para quienes aman a Dios y han sido llama-
dos por Él a alcanzar determinado propósito. Véase Romanos
8.28. Una corta frase resume todo lo anterior: Amemos a Dios,
no al éxito.
4. ABORRECER NUESTRA PROPIA

VIDA
Muchos iban tras Jesús al principio de su ministerio, segura-
mente atraídos por sus prodigios y milagros. Pero poco a poco
las multitudes se fueron alejando, y sólo un puñado de discípulos
permaneció junto al maestro. Véase Juan 6.66. ¿Qué ahuyentó
a la gente? Ciertamente la presión del compromiso, el tener que
renunciar a ciertas cosas antes de poder recibir otras:
“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno

viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y her-
manos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi
discípulo.Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser
mi discípulo.” Lucas 14.25-27.
¡Qué difícil nos es entregar los afectos personales! Pero Jesús

es contundente: si queremos ser sus discípulos, hemos de abo-
rrecer lo nuestro. En el evangelio ‘aborrecer’ no significa odiar,
sino amar menos; es decir que Jesús nos pide que pongamos todo
lo demás por debajo de Él, y eso incluye nuestra propia vida.
Se trata del mismo concepto que Salomón maneja en Pro-

verbios 21.31: llega el problema a nuestra vida y casi siempre
lo primero que pensamos es “tengo que alistar el caballo”, es
decir, voy a hacer esto o lo otro, voy a responder así y así, me

voy a defender con esto, etc. Pero cuando actuamos así estamos
olvidando lo más importante, y es que el único que nos da la
victoria es Dios.
Aborrecer nuestra propia vida significa entonces renunciar a

nuestra auto confianza y empezar a depender de Dios para todo.
Corremos el riesgo de estar atados al pasado, a las secuelas

de nuestra niñez o juventud, a la falta de determinación. “No soy
el responsable”, parecen decir todos hoy en día.
Pero tenemos el ejemplo de José en Egipto, que pese a su

pasado triste, llegó a ser el más importante después de Faraón,
porque Dios es más poderoso que el pasado de cualquiera.
CONCLUSIÓN
No está en los planes de Dios que usted fracase, pero para
alcanzar la victoria es necesario que usted lo ponga a Él en sus
planes. Él nos ha dejado los elementos para triunfar con el ob-
jetivo de llevarnos a una estatura superior y constituirnos en
verdaderos protagonistas de la dinámica de la obra de Dios.
1ª CORINTIOS 15.57-58: “Mas gracias sean dadas a

Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
58
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo
en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor
no es en vano.”
Dios les bendiga.

Lección 43
RECUPERA
EL SEXTO
SENTIDO

mente cuando oyes la palabra ‘aburrimiento’?
Job 37.14: “Detente, y considera las maravillas de Dios.” 1ª

Crónicas 16.12: “Haced memoria de las maravillas que ha he-
cho, de sus prodigios, y de los juicios de su boca”. Salmos 77.14:
“Tú eres el Dios que hace maravillas; hiciste notorio en los pueblos tu
poder.” Salmos 139.14: “Te alabaré; porque formidables, maravi-
llosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.”
1. INTRODUCCIÓN
El mundo de hoy ha perdido la facultad de asombrarse. Esto
es señal de envejecimiento. A las personas mayores casi nada les

llama la atención; el niño, en cambio, se asombra continuamente.

Esta tuvo que ser una razón determinante para que Jesús dijera
que aquel que quiera ser un habitante del reino de Dios debe
volverse como un niño: “De cierto os digo, que el que no recibe el
reino de Dios como un niño, no entrará en él.” Lucas 18.17.
2. EL SEXTO SENTIDO
Quien desarrolla el sentido de la admiración es como el cie-
go de nacimiento que adquiere el sentido de la vista. De pronto
se halla en un mundo nuevo, un mundo antes ignorado, un mundo
maravilloso. Es como si la persona hubiera sido trasladada de gol-
pe a otro planeta, a un lugar de belleza y de novedades sin fin.
Sentir admiración es como traer el cielo a la Tierra. La Biblia

nos invita a detenernos y considerar las maravillas de Dios (Job
37.14) ¡Hay tanto que admirar de Él y sus obras! Debemos de-
cir como el salmista: “Estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy
bien” Salmos 139.14. David había logrado desarrollar el sex-
to sentido, el sentido de la admiración; y nosotros necesitamos
desarrollarlo también. Si esperamos ir un día a vivir a un lugar
perfecto y maravilloso llamado Cielo, primero tenemos que ser
admiradores de Dios aquí en la Tierra.
3. ADMIRACIÓN Y ADORACIÓN
El Apóstol Pablo dice que “Las cosas invisibles de él, su eterno
poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del
mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo
que no tienen excusa.” Romanos 1.20. Lo visible es reflejo
de lo invisible. Lo natural refleja lo espiritual. El poder de Dios
y su carácter se pueden comprender por las cosas que Él ha
creado.

Hay mucha gente que pasa por alto cosas preciosas que le
rodean: montañas, árboles, flores… Y si ellos tienen sus sentidos
embotados como para apreciar lo que está al alcance de la vista,
mucho más limitados estarán para percibir, conocer y admirar a
Dios. La razón que Dios tuvo para poner tantas cosas a nuestro
alrededor es llamar nuestra atención, y ayudarnos a llegar a Él y
a conocer maravillas aún más grandes como son la fe, el amor, la
gracia, el perdón, la salvación, el Espíritu Santo, el gozo, la paz, y
muchos dones más. Sentir admiración por todo lo que Dios ha
hecho es una necesidad. Sin admiración no hay adoración.
David adoró a Dios diciendo: “Tú eres el Dios que hace mara-
villas; hiciste notorio en los pueblos tu poder.” Salmos 77.14. Para
unas pupilas bien abiertas la creación siempre es maravillosa. Las
alas de una mariposa, un cristal de nieve, una puesta de sol, los
pajarillos, el mar, los peces, las estrellas, etc. “De parte de Jehová es
esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos. Este es el día que hizo Jeho-
vá; nos gozaremos y alegraremos en él.” Salmos 118.23-24. ¡Nos
postramos en adoración ante el Creador de tantas maravillas!
4. EL SENTIDO PERDIDO
El sentido de la admiración se ha perdido hoy día, en gran
medida a causa de que vivimos saturados de información; noticias
de la televisión, mensajes de texto en el celular, correos electró-
nicos, notificaciones de redes sociales, calendarios súper llenos,
gadgets electrónicos de todo tipo, etc.
¡Pensemos! Hace unas pocas décadas nada de esto existía,

ni se consideraba necesario. Pero ahora atendemos tantas cosas
a la vez; todo nos parece urgente y ya casi no hallamos tiempo
para lo importante. Nuestros estilos de vida reducen cada vez
más la posibilidad de que algo logre despertar nuestra atención
o admiración.

Pero este problema no es nuevo. A los griegos atenienses del

tiempo de Pablo casi no les impactó el evangelio de Jesús. ¿Por
qué? Porque a ellos sólo les interesaba lo nuevo; escucharon a
Pablo predicar en el areópago pero al cabo de un rato se can-
saron de él. Véase Hechos 17.21. Los atenienses eran gente
constantemente aburrida. ¿Te parece esto familiar?
El estilo apático e indiferente de las personas proviene de

un vacío interior, el cual muchos tratan de llenar con placeres,
diversión, hiperactividad, etc. Por ejemplo, ¿a qué se debe que el
fenómeno del consumo de alucinógenos esté en franco aumento
en todo el mundo? Sencillamente a que estas drogas ayudan a la
persona a evadirse de la realidad, haciendo que su mente fabrique
imágenes irreales, por lo general absurdas, incluso aterradoras
–esto es conocido como “viaje” o “sicodelia”.
Las personas que emplean sustancias alucinógenas saben que

están destruyendo su mente y cuerpo, pero no pueden detener-
se, porque esa es la pobre manera que han encontrado de lidiar
con el cansancio que sienten respecto de su propia vida y de lo
que está alrededor de ellos.
5. RECUPERANDO EL SENTIDO
DE LA ADMIRACIÓN
Detenerse un poco y sentir admiración es una vitamina indis-
pensable para una vida espiritual y mental sana. Para volver a sen-
tir admiración necesitamos purificarnos espiritual, física, moral y
mentalmente. Necesitamos tener un cuerpo limpio, un cerebro
sano, ojos sanos, un espíritu sencillo, un corazón puro. Si no hay
pureza de alma, de cuerpo y de espíritu no puede desarrollarse
el sexto sentido.

Hermano, amigo, necesitamos apreciar y admirar las mara-

villas de Dios. Todo el universo espiritual, moral y físico es un
espectáculo emocionante, lleno de belleza. Necesitamos desper-
tar para apreciarlo, recuperar nuestra sensibilidad espiritual. El
enemigo quiere que nos mantengamos insensibles e indiferentes,
pero escucha el consejo del cantor bíblico: “Haced memoria de las
maravillas que ha hecho, de sus prodigios, y de los juicios de su boca”
1ª Crónicas 16.12.
6. CONCLUSIÓN
Necesitamos renovar nuestro sentido de admiración por Je-
sús y por todo lo que ha hecho por nosotros y para nosotros.
Necesitamos volver a ver lo sublime en lo común. ¡Cuántos de-
leites y goces sencillos se hallan a nuestra disposición si tan sólo
abrimos los ojos del cuerpo... y del alma!
Los próximos días, cada vez que puedas, acuérdate del sexto
sentido y pregúntate: ¿Qué veo de admirable aquí? ¿Qué hay de
sublime alrededor de mí? Mira a las personas que tienes cerca:
tu familia, tus amigos, tus hermanos en la fe. Míralos con ojos de
admiración y expresa tu gratitud a Dios por ellos; tu felicidad por
ser una persona tan bendecida.
• Hagamos eso ahora mismo... ¡adoremos a Jesús!

Lección 44
CUÉNTASELO
TODO
A ÉL
Rompe-hielo: ¿Qué viene primero a tu mente cuan-

do oyes la expresión ‘él y yo somos íntimos amigos’?
1ª Reyes 10.1-2:
“Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado

por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles.Y vino
a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de es-
pecias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a
Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.”

1. INTRODUCCIÓN
Continuando con la serie “Siete Decisiones Para Vivir Feli-
ces” hoy detallaremos el importante asunto de ser confidentes
con nuestro Señor Jesús.
Por lo general no es prudente decir a otros todo lo que te-

nemos en nuestro corazón. Sansón llego al clímax de su necedad
cuando hizo esto con Dalila.Véase Jueces 16.17. Sin embargo,
si pudiéramos encontrar a un Salomón capaz de responder todas
nuestras preguntas y resolver todas nuestras dificultades, contar-
le todo podría ser no sólo prudente sino también vital.
Ahora nosotros tenemos a uno mayor que Salomón: nuestro

Señor Jesucristo, la sabiduría encarnada. Necesitamos venir a Él
con toda confianza, y contarle todo de nosotros.
2. COMUNIÓN CON ÉL
Una equivocación común es que a veces somos demasiado
callados con Jesús, y muy comunicativos con las demás personas.
¿Haremos al hombre nuestro confidente y ocultaremos nuestros
asuntos a Dios? Este mal debe ser rectificado. Debemos comuni-
car a Jesús todo lo que está en nuestro corazón.
Descuidar nuestra comunión con Él compromete nuestra

existencia misma: “Así dice Jehová… buscadme, y viviréis.” Amós
5.4. “No queréis venir a mí para que tengáis vida” Juan 5.40.
¿Haremos que nuestro Dios se vea privado de la comunión con
aquellas almas a quienes Él tanto ama?
Esconder cualquier cosa de un amigo tan verdadero como

Cristo descubre el hecho triste de que tenemos algo malo que

ocultarle. David intentó hacer esto por algún tiempo, hasta que
se cansó y oró así:
“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu pre-

sencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi
estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en
el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche res-
plandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la
noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la
luz.” Salmos 139.7-12.
3. QUE NADA NOS SEPARE DE ÉL

Véase Romanos 8.35. Nuestra comunión con Jesús nunca
debe interrumpirse; ni siquiera por...
a. Nuestras tristezas: Dios conoce lo débiles que somos y

quiere confortarnos en nuestros días malos. Véase 1° Re-
yes 19.3-8. Dios nos auxilia en las dificultades, muchas
veces ayudándonos a sacar provecho de ellas y quitándolas
al tiempo debido.
b. Nuestros gozos: El gozo sin Jesús es sol sin luz y perfume

sin aroma. El gozo sin Jesús es tan malo como la fiesta del
becerro que provocó su celo: “Y Jehová hirió al pueblo, porque
habían hecho el becerro que formó Aarón.” Éxodo 32.35. Je-
sús quiere ser la única razón de nuestro gozo y deleite en la
vida. Cuando referimos nuestros gozos a Jesús, Él los hace
sobrios y mesurados. Jesús da equilibrio a nuestra vida.
c. Nuestros temores: Miedo de caer, o pasar necesidad; temor

de enfrentar enfermedad e incluso la muerte; todos nues-

tros temores se terminan al mencionárselos a Jesús. “Echan-

do toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros.” 1ª Pedro 5.7.
d. Nuestros fracasos: Debemos hablar de ellos con Jesús. Los

discípulos de Juan el bautista, cuando éste fue decapitado,
tomaron el cuerpo, lo enterraron y luego fueron a decírselo
a Jesús. Véase Mateo 14.12. Jesús mismo no ocultó sus
sentimientos de angustia en Getsemaní. Marcos 14.34.
e. Nuestros éxitos: Es muy necesario contarle al Señor nuestros

éxitos también. Los setenta evangelistas del Señor, cuando
volvieron, le refirieron todo lo que habían hecho. Véase Lu-
cas 10.17-20. Hablar con Cristo de nuestros logros nos
ayuda a mantenernos dándole toda la gloria a Él en la vida.
4. EL AMOR ES COMUNICATIVO
Un carpintero en tiempo de necesidad se desprendería de
todo, menos de sus herramientas, pues perder éstas sería per-
derlo todo. La lectura de la Palabra de Dios, la oración y el ayuno,
son las herramientas del cristiano y sin ellas estamos desahucia-
dos. ¿Por qué entonces, cuando los problemas arrecian, olvida-
mos estas cosas santas? ¿No es esto como vender todas nuestras
herramientas?
La falta de comunicación con Dios es algo grave. El verdadero

amor es comunicativo. No puedes guardar tus secretos al ama-
do ni ser impedido de hablar con Él. La fe más fuerte es la que
más necesita decir y más plenamente confiesa desde el corazón.
Efesios 3.12 nos habla de aquel “en quien tenemos confianza”.
La palabra confianza, traducida directamente del idioma original
significa “decirlo todo”.

5. CONCLUSIÓN
“La reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de
esta generación, y los condenará; porque ella vino de los fines de la
tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón
en este lugar.” Lucas 11.31. Si la reina de Sabá, con mucho me-
nos revelación y oportunidades que nosotros, estuvo dispuesta
a viajar una gran distancia para abrir su corazón al rey Salomón,
¡cuánto más nosotros debemos buscar a Jesús con un corazón
sincero, sin esconderle nada! Vengamos ante Él con confianza, y
contémosle todo de nuestra vida.
• ¿Por qué no comenzar hoy a decirle todo a Jesús?
• ¿Hay algo que no puedes contarle a tu Señor?

Lección 45
RESUELVE
EL CONFLICTO
INTERNO
Rompe-hielo: Una letra en distinta posición lo cam-

bia todo. ¿En qué se diferencian ‘casualidad’ y ‘causalidad’?
Proverbios 26.2: “Como el gorrión en su vagar, y como la

golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa.”
1. INTRODUCCIÓN
Una de las leyes universales que Dios estableció es la ley co-
nocida como “Causa y Efecto”. Según ésta, nada de lo que sucede
es por accidente. Desde el punto de vista divino, los accidentes
no existen. El plan completo de Dios para nuestra vida está su-
jeto a esta ley.

Debemos entender que muchas de las cosas buenas o malas

que nos suceden, son el efecto de haber sembrado para ello. Lo
que uno hace hoy es siembra que cosechará mañana, sea buena
o sea mala: “Porque sembraron vientos, segarán tempestades.”
Oseas 8.7 RV95. “El que siembra para su carne, de la carne sega-
rá corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará
vida eterna.” Gálatas 6.8 RV95.
De esto modo concluye nuestra serie “Siete Decisiones Para

Vivir Felices”, considerando el importante tema de lo que sem-
bramos en la vida, el conflicto interno que nuestra siembra mu-
chas veces produce y la manera en que podemos resolver tal
conflicto.
2. LA CAUSA DE LOS PROBLEMAS

Las dificultades no vienen solas: llegan con preguntas. En me-
dio del problema, casi siempre decimos: ¿por qué? Con frecuen-
cia buscamos explicaciones para nuestra situación, con poco o
ningún éxito. A veces achacamos la culpa de nuestros problemas
al diablo; y sin dudas muchas aflicciones de nuestra vida son ini-
ciadas por él, como ocurrió con Job.
Estudie en casa el capítulo 1 de ese libro.
Otros problemas nos llegan por causa de gente que no teme

a Dios. La Iglesia primitiva fue perseguida por gobernantes crue-
les. En relación a esto, sabemos que el Señor mismo permite la
aflicción en nuestra vida, para probar nuestra fe: “...es necesario,
tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a
prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque pe-
recedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra
cuando sea manifestado Jesucristo” 1ª Pedro 1.6-7.

3. CONFLICTOS INTERNOS
Pero hay un tercer tipo de problema, el cual hoy queremos
subrayar, y es el que surge como resultado de nuestra propia
conducta y actitudes. Las malas actitudes y las decisiones equivo-
cadas producen conflictos internos en nosotros. Todos arrastra-
mos este tipo de conflictos y vamos luchando por resolverlos, a
veces sin saber muy bien cómo. ¿Cómo encarar y resolver nues-
tros conflictos internos?
Un buen comienzo es reconocer que en nuestra vida hay

desobediencia a los principios y reglas que Dios ha establecido.
A continuación vamos a observar las ocho áreas de conflicto más
comunes en nuestra vida, y nos haremos ciertas preguntas que nos
permitirán hallar la conexión causa-efecto que hay en cada área.
Área #1: MI COMPROMISO CON CRISTO
¿He hecho yo un verdadero pacto de servirle al Señor con

todo mi corazón? ¿Me estoy presentando a Dios en sacrificio
vivo según lo dicho por el apóstol Pablo en Romanos 12.1?
¿Estoy en su voluntad? ¿Soy yo un canal por el cual el amor de
Dios fluye hacia otros?
Área #2: ACEPTACIÓN DE MÍ MISMO
Si estuviera enfrente de un espejo en estos momentos y tu-

viera el poder de cambiar cualquier cosa en mi aspecto o forma
de ser, ¿usaría ese poder? ¿He aprendido a aceptar la manera en
que Dios me hizo? ¿Estoy agradecido por cómo soy? ¿He apren-
dido a vivir con mis defectos físicos?
Área #3: ARMONÍA CON MI AUTORIDAD
Dios ha establecido tres estructuras básicas de autoridad:

La Familia, la Iglesia y el Gobierno. ¿Soy yo sensible y obediente

hacia aquellos que están como autoridad sobre mí? Si un día llego
a ocupar una posición de autoridad, ¿quisiera que me trataran
como yo estoy tratando a mi autoridad ahora?
Área #4: UNA CONCIENCIA LIMPIA
La oración es una cosa muy importante. Pero en ocasiones

surgen cosas más importantes que la oración. Jesús dijo: “...si traes
tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo en
contra de ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate
primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Ma-
teo 5.23-24. ¿He pedido perdón a los que he ofendido? ¿He
hecho restitución hasta donde me ha sido posible?
Área #5: ESPÍRITU DE PERDÓN
Jesús dijo en la oración: “Y perdona nuestras deudas así como

nosotros perdonamos a nuestros deudores” Mateo 6.12, explicán-
doles luego que si perdonamos a los hombres sus ofensas, tam-
bién a nosotros nos perdonará nuestro Padre celestial; pero si no
perdonamos a los hombres sus ofensas, tampoco nuestro Padre
nos perdonará las nuestras (Mateo 6.14,15). ¿He perdonado
a los que me han ofendido en los últimos días? ¿Soy una persona
que me irrito fácilmente? ¿He cedido mis derechos a Dios para
no tener que vivir defendiéndolos o defendiéndome?
Área #6: MI MUNDO MORAL
¿Estoy aprendiendo a disciplinar mi mente y mi corazón? ¿En

qué cosas he estado pensando últimamente? ¿Es mi comporta-
miento personal y moral recto delante de Dios, especialmente
cuando nadie de mi familia y de la Iglesia me ve? ¿Estoy viviendo
según la dirección del Espíritu de Dios? ¿Estoy leyendo diaria-
mente la Palabra de Dios? Véase Salmos 119.11.

Área #7: MIS FINANZAS Y MI ADMINISTRACIÓN
¿He dedicado mis posesiones, mi tiempo, mi dinero y mis

habilidades a Dios? ¿Soy diligente y sincero en la manera de ad-
ministrar mis finanzas? “Inclina mi corazón a tus testimonios y no a
la avaricia.” Salmos 119.36.
Área #8: MI PROPÓSITO EN LA VIDA
¿Tengo metas claramente definidas en cuanto a Dios y mi

servicio a Él? Le dijo el Señor a Jeremías: “Antes que te formase
en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por
profeta a las naciones.” Jeremías 1.5. Hermano, amigo, Dios no
hace acepción de personas (Hechos 10.34). Él no trazó un
plan solamente para unos pocos; ¡Él tiene un plan para cada uno
de nosotros! ¿Estás tú tratando de alinearte a los planes de Dios
para tu vida?
4. CONCLUSIÓN
Salomón escribió: “Como el gorrión en su vagar, y como la golon-
drina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa” Prover-
bios 26.2. Realmente, casi cada conflicto que sucede en nuestra
vida personal se puede atribuir a la violación o al descuido de
alguna de las ocho áreas que hemos mencionado.
Si esto está sucediendo en tu vida, sólo tienes una salida:

acercarte a Dios y hablar con Él acerca del asunto. Si preguntas a
Dios sobre cualquiera de estas cosas, Él te enseñará su voluntad.
Después Él te dará paz interna y la seguridad de la victoria, no
importa cuán difícil fuere el problema.
• ¿Puedes identificar dos o tres áreas de conflicto en tu

vida donde estás teniendo problemas?
• ¿Qué pasos darás en los próximos días para resolverlos?

Lección 46
EL PORQUÉ
DE LAS
DIFICULTADES
Rompe-hielo:
Comparta brevemente alguna dificultad importante que us-
ted haya tenido que enfrentar.
1. INTRODUCCIÓN
Comenzamos la serie: “Siete Propósitos del Quebrantamien-
to”, estudiando el tema de las dificultades de la vida cristiana y de
cómo hacer frente a las mismas.
Leamos Santiago 5.7-11.

Servirle al Señor es una vocación, no una vacación. La vida

cristiana implica que en ocasiones tendremos que vivir momen-
tos difíciles, porque el que seamos hijos de Dios no nos exonera
de sufrir dificultades. Comprender esto es clave para llegar a vivir
victoriosamente.
2. SOPORTAR EN TODA SITUACIÓN

Los creyentes confiamos en el poder de Dios, en que Él pue-
de obrar sanidades, milagros y prodigios. Pero esta confianza que
hemos depositado en Él también debemos profesarla cuando lle-
gan las dificultades. Al enfrentar contratiempos, es muy importan-
te entender que Dios tal vez ofrezca inmediata salida al proble-
ma; pero en otros casos Él escogerá hacernos pasar por toda una
tempestad, y nada podremos hacer para escapar de allí.
Muchos de los problemas de nuestra vida son permitidos

por Dios con el propósito de enseñarnos a soportar. ‘Soportar’
en la Biblia proviene de la palabra griega “hupomeno” y se rela-
ciona con los conceptos de resistir, tolerar, perdurar, etc. Sopor-
tar dificultades significa que proseguimos sirviendo al Señor aún
en medio de la prueba, porque estamos convencidos de que Él
es fiel y no permitirá que suframos más aflicciones de las que
podemos soportar.
1ª Corintios 10.13 contiene la promesa de que junto con

la prueba Dios siempre nos da la salida Sin embargo, esta prome-
sa sólo aplica para aquellos que obedientemente sirven al Señor;
es decir que si un cristiano no vive conforme a la Palabra de Dios,
lo más probable es que cuando la tentación llegue a su vida, él
no tenga fuerzas para vencerla. Si dejamos de obedecer a Dios,
Él queda libre de su compromiso de ayudarnos en la dificultad,
aunque en muchos casos Él nos saca adelante de todos modos.
Véase 2ª Timoteo 2.13. ¡Dios es bueno!

3. DIFERENTES DIFICULTADES
a. Aflicción. Esto tiene que ver con infortunio, padecimiento,
escasez, y otras cosas semejantes. Véase 2ª Timoteo 4.5.
Todas las personas tienen problemas y los cristianos no so-
mos la excepción de la regla. Los tesalonicenses eran cristia-
nos fieles, obedientes al Señor, pero Pablo dice que a ellos les
tocó recibir la Palabra de Dios en medio de mucha aflicción
(1ª Tesalonicenses 1.6). La vida está llena de aflicción
por causa de situaciones que escapan a nuestro control. Pero
aunque no podamos decidir en cuanto al pasar por aflicción,
sí podemos tratar de estar preparados para soportarla.
b. Penalidades. Los creyentes somos llamados “soldados del Se-

ñor” y la vida de un soldado no puede ser fácil. Vivimos en
medio de una guerra espiritual, en la que toda clase de difi-
cultades se presentan. Hay batallas, conflictos, confrontacio-
nes y peligros. Esto debe ser así, si somos verdaderos hijos
de Dios, y como tales debemos estar dispuestos a sufrir por
causa del Evangelio de Jesucristo (2ª Timoteo 2.3).
c. Persecución. El Señor prometió que las puertas del infierno

no prevalecerán contra la Iglesia. Sin embargo la Iglesia ha
sido y sigue siendo objeto de intensa persecución. ¿Se olvidó
Dios de su promesa? No, sino que la persecución es el vehí-
culo que Él usa para hacer crecer a su Iglesia. Durante siglos
la sangre de los mártires ha regado los campos de labor,
haciéndolos más fértil para que la semilla del evangelio brote
y fructifique. Véase 2ª Tesalonicenses 1.4. La salvación
es gratuita, pero Pablo dice a los hermanos de Tesalónica
que sus padecimientos por Cristo y la persecución de que
eran objeto los hacía dignos de entrar en Su reino. También
escribe a Timoteo: “Todos los que quieren vivir piadosamente en
Cristo Jesús padecerán persecución” (2ª Timoteo 3.12). En

otras palabras, no hay forma de ser cristiano sin ser perse-

guidos en este mundo.
d. Desprecio. Esto implica tristeza, angustia, pena y desconsue-

lo causados por las falsas acusaciones, críticas negativas y
rechazo de los demás. Al tratar de acercarnos al Señor y ser
usados por Él en su obra, muchas veces surgen críticas de los
incrédulos hacia nosotros. Otras veces las críticas vienen de
personas que pretenden ser parte de nuestro equipo, pero
que realmente no están con nosotros. Cuando estemos pa-
sando por esta situación, recordemos al Señor Jesucristo:
Isaías 53.3; 1ª Pedro 2.19-20.
e. Disciplina. El Señor emplea la disciplina con nosotros para co-

rregirnos. Así es; Dios no solamente nos bendice. Él también
nos disciplina y nos reprende cuando quiere corregir errores
en nosotros. Él nos disciplina porque nos ama. Véase He-
breos 12.5-11. Debemos entender que la corrección de
Dios nunca es para destrucción, sino para edificación y cre-
cimiento individual. Sin ella perderíamos nuestros derechos
como hijos y nos convertiríamos en hijos ilegítimos. Acepte-
mos la disciplina de Dios y hagamos los cambios necesarios.
f. Tentación. Santiago nos dice que es “Bienaventurado el varón

que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le
aman.” (1.12). La tentación consiste en una fuerza que nos
incita a hacer el mal. Esa fuerza está en nosotros, en nuestra
naturaleza pecaminosa. Dios nunca nos tienta a hacer el mal,
aunque en ocasiones puede permitir a Satanás hacerlo, para
probar nuestra consagración y fidelidad a Él. Es inevitable
que venga la tentación, pero caer en ella es perfectamente
evitable si tenemos una relación firme con Dios. Estudie el
libro de Job.

4. NEGARSE A UNO MISMO

Cuando llega el tiempo de aflicción, penalidades, persecución
o desprecio, no debemos desesperarnos como los que no tienen
a Dios. Él está con nosotros dándonos gracia y fortaleza para
poder seguir adelante, de modo que podamos decir como Pablo:
“…estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros,
mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derri-
bados, pero no destruidos.” 2ª Corintios 4.8,9.
Jesús nos ha llamado a negarnos a nosotros mismos, tomar

nuestra cruz cada día y seguirle (Lucas 9.23). Este llamamien-
to nunca ha sido, ni será algo fácil. Pero los que amamos a Dios
lo podemos hacer. En Hebreos 11 encontramos el precioso
testimonio de Moisés: “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó
llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado
con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pe-
cado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los
tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.”
Hebreos 11.24-26.
5. CONCLUSIÓN
Romanos 8.18:
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no
son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de mani-
festarse”. Un canto lo expresa así: “Algún día, en vez de una cruz, mi
corona Jesús me dará”.
1ª Corintios 13.7 Afirma que el amor todo lo sufre. Así

que llenemos nuestro corazón con el amor de Dios para poder
sufrir todo lo que venga.

• Mencione alguna dificultad que le ha sido particularmen-

te difícil de superar.
• ¿Considera usted que puede mejorar en cuanto a la ma-

nera en que enfrenta las dificultades de su vida?
• ¿Qué hará al respecto?

Lección 47
CUANDO
EL ARROYO
SE SECA

mente cuando oye la palabra ‘sequía?
1º Reyes 17.1-9, LBLA: “Entonces Elías tisbita, que era de los

moradores de Galaad, dijo a Acab:Vive el Señor, Dios de Israel, delante
de quien estoy, que ciertamente no habrá rocío ni lluvia en estos años,
sino por la palabra de mi boca. Y vino a Elías la palabra del Señor,
diciendo: Sal de aquí y dirígete hacia el oriente, y escóndete junto al
arroyo Querit, que está al oriente del Jordán.Y beberás del arroyo, y he
ordenado a los cuervos que te sustenten allí. Él fue e hizo conforme a
la palabra del Señor, pues fue y habitó junto al arroyo Querit, que está
al oriente del Jordán.Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana,
y pan y carne al atardecer, y bebía del arroyo. Y sucedió que después

de algún tiempo el arroyo se secó, porque no había caído lluvia en la

tierra.Vino después a él la palabra del Señor, diciendo: Levántate, ve a
Sarepta, que pertenece a Sidón, y quédate allí; he aquí, yo he mandado
a una viuda de allí que te sustente.”
1. INTRODUCCIÓN
En días del profeta Elías hubo sequía en Israel, la cual fue
enviada por Dios a causa del pecado de la nación. Para preservar
la vida de Elías durante la hambruna resultante, Dios ordenó al
profeta esconderse junto al arroyo Querit. El nombre ‘Querit’
significa “cortar” –del hebrero “Karat”. Elías bebió agua de este
arroyo durante varios días, mientras unos cuervos lo alimentaban
con pan y carne. Poco después el arroyo se secó a causa de la
sequía, y Dios ordenó a Elías irse a otro lugar.
2. OBEDIENCIA Y MILAGROS
Vv. 10-13. Sin agua para beber, Elías recibe la orden de
Dios de ir a Sarepta. Allá vivía una viuda muy pobre con su único
hijo. Elías llega a Sarepta y le pide a la viuda de comer, según Dios
le ordenó, pero a ella sólo le quedaba harina para una última
porción de pan: “Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido;
solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco
de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y
prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos
dejemos morir.” (V. 12).
Vv. 14-16: Pese a la extrema necesidad en que se hallaba, la

viuda de Sarepta hizo lo que el profeta pidió, y sucedió entonces
que Dios multiplicó su harina y su aceite milagrosamente. Vv.
17-22: Poco después el hijo de la viuda murió, pero mediante la
oración de Elías, Dios resucitó al muchacho.

Elías no se quedó junto al arroyo protestando porque Dios

lo secó, sino que obedeció diligentemente la orden de irse a Sa-
repta, sin saber lo que allá ocurriría. La viuda de Sarepta tampoco
protestó por tener que dar su última ración de pan a un perfecto
desconocido, pues Dios se lo había ordenado así (V. 9). Elías y
la viuda confiaron que Dios actuaría de algún modo en aquellos
difíciles momentos, ¡y así sucedió! Si ellos no hubieran dado pa-
sos de obediencia y fe, dos milagros grandiosos nunca hubiesen
sucedido: la multiplicación de los alimentos y la resurrección del
hijo de ella.
La fe es el paso entre la promesa y la seguridad. Los milagros

parecen muy por fuera de nuestro alcance debido a nuestra fe
débil; pero todo milagro, pequeño o grande, comienza con un
acto de obediencia. Quizá no veamos la solución hasta que de-
mos el primer paso de fe.
3. DE LA BENDICIÓN AL PROPÓSITO
Toda bendición que Dios nos da, tiene un propósito. La ben-
dición de Dios nunca puede ser más importante que el propósito
de Él para con cada uno de nosotros.Vivimos demasiado preocu-
pados por nuestro bienestar personal, pero no tanto por estar
en el propósito de Dios. Le pedimos a Él que nos use, pero no
existe modo de que Dios nos pueda usar si primero no encon-
tramos su voluntad para nuestra vida.
Dios sabía que si no cortaba el arroyo Querit, Elías seguiría

viviendo junto a él, disfrutando del agua y del alimento diario
que los cuervos le traían. Es importante recordar que ‘Que-
rit’ significa “cortar”, porque eso es precisamente lo que Dios
hace cada vez que quiere movernos de nuestro confort hacia
su voluntad.

Dios corta nuestros suministros con una clara intención. Mu-

chas veces Dios nos corta el Querit de lo material: menguan las
finanzas, se acaba el empleo, el negocio quiebra. No entendemos
qué falló. No obstante, muchos que han estado en este tipo de
sequía, testifican luego de que esto los movió a buscar de Dios,
mucho más que estando en abundancia.
En otros casos el Querit es nuestra salud, que de pronto se

deteriora sin una razón aparente. Dios dice: “Yo hiero, y yo sano; y
no hay quien pueda librar de mi mano.” Deuteronomio 32.39.
La mano de Dios a veces no trae salud, sino enfermedad, para así
recordarnos cuánto sufrió Él por nosotros, y cuánto sufre aún
al vernos descuidar nuestra misión y el ministerio que nos ha
encomendado.
Y en muchas ocasiones nuestro “Querit” es la falta de com-

prensión de parte de nuestros amigos o familia. Véase Mateo
10.34-39. Las divisiones o los conflictos interpersonales no
siempre son obra del maligno. Muchas veces Dios mismo aplica
los desacuerdos para incomodarnos, para sacarnos del refugio
de nuestras relaciones familiares y/o de nuestras amistades y así
llevarnos en los pasos del que quiere ser un discípulo suyo.
4. CONCLUSIÓN
El deseo de Dios es que dejemos atrás el Querit –lo nuestro,
y vayamos a Sarepta –el deseo de su voluntad. Pensemos.
• ¿Dónde quiere Dios que estemos ahora mismo?
• ¿En qué ministerio o servicio nos querrá colocar Él para

su gloria y su honra?
• ¿En qué lugar sucederán los próximos milagros?

Tomemos por ejemplo a nuestro Señor Jesucristo, quien pa-

deció los más grandes sufrimientos por nuestra culpa. En el huer-
to de Getsemaní Él oró al Padre diciendo: “No se haga mi voluntad,
sino la tuya.” Lucas 22.42b. Procuremos nosotros también, no
nuestro beneficio propio, sino el hacer la voluntad de Dios.
Véase Mateo 16.25.
• ¿Cuál es su Querit?
• ¿Qué pasos dará usted para salir de la comodidad y segu-

ridad e ir tras la voluntad de Dios?

Lección 48
NO SE SUELTE
DEL
SEÑOR

mente al escuchar la palabra ‘transformación’?
1. INTRODUCCIÓN
Leamos Génesis 32.22-32. La lucha de Jacob con el ángel
es uno de los relatos con más misterio de la Biblia, relato que
nos revela la disposición de Jacob de enfrentarse a Dios en un
momento de suprema necesidad. Después de luchar con el ángel
de Jehová durante toda la noche, Jacob obtiene su bendición y
recibe un nuevo nombre: el nombre de Israel, que significa “el que
lucha con Dios”.

2. EL PASADO DE JACOB
Los capítulos 27 al 31 de Génesis nos ofrecen el contexto
de esta historia. En su juventud, Jacob usurpó la bendición de su
hermano Esaú (27); luego vino el primer encuentro con Dios en
Betel (28) donde Jacob hizo un pacto con Dios; después sirvió a
Labán su tío en el norte de Siria durante catorce años y se casó
con las dos hijas de éste, Raquel y Lea (29), con quienes engen-
dró varios hijos. Por último, y después de demostrar que podía
superar a su suegro Labán en astucia (30), Jacob emprendió el
regreso a su casa en Canaán (31).
Todo parecía ir bien, pero las pruebas habían debilitado a

Jacob; se había vuelto anciano y con tantas personas a su cargo,
su andar ahora era más lento. Enemigos como Esaú son más po-
derosos que él y Jacob les teme. ¿Qué puede hacer? Ahora Jacob
marcha a un encuentro con su hermano, y aunque las experien-
cias con Dios de los días previos lo animan, la reunión con Esaú
parece demasiado peligrosa.
¿Había perdonado Esaú a Jacob? ¿Veinte años podían desha-

cer los viejos rencores? ¿Aprovecharía Esaú la oportunidad para
matar a su hermano Jacob? Estas eran ansiedades muy presentes
en la mente de Jacob mientras caminaba rumbo a la tierra de
Canaán.
3. JACOB LUCHA CON DIOS

Vv. 22 y 23: Jacob se levanta y seguramente por temor de-
cide movilizar el campamento guareciéndose en la oscuridad de
la noche. Cruza un vado del arroyo Jaboc, un afluente del río Jor-
dán, pero manda a sus esposas, siervas e hijos marchar adelante
y se queda solo. De pronto, inesperadamente, Jacob se encuentra

a sí mismo luchando con un hombre (V. 24). Jacob y este varón

luchan hasta rayar el alba.
Jacob todavía ignora la verdadera identidad del varón, pero

en el v. 28 el propio varón le dice a Jacob que él es Dios, y
en el v. 30 Jacob lo reconoce como tal, al exclamar: “Vi a Dios
cara a cara”. Esto añade misterio al incidente: ¿Por qué esta-
ba Dios atacando a Jacob y, sin embargo, no pudo o no quiso
derrotarlo?
V. 26: La lucha dura horas, hasta que amanece; Jacob resiste

y continúa peleando para recibir una bendición que evidente-
mente él siente que necesita. Aquí Jacob evidencia un rasgo des-
tacado de su carácter: la persistencia. Cuando Dios comprende
por fin que Jacob no se va a dar por vencido, le descoyunta su
muslo. Aún con esta desventaja, Jacob se aferra al ángel de Jehová,
que le dice “déjame”.
Jacob fue ladrón de bendición en el pasado, usurpando la

posición de Esaú con engaños. Ahora él tenía que luchar por la
bendición. Tras la reconciliación con su hermano él sería bende-
cido como nunca antes lo había sido, pero primero él tenía que
pedir la bendición al ángel de Jehová, que sólo estaba dispuesto a
dársela después de ver que Jacob luchara por ella. Gracias a este
encuentro con Dios, Jacob emprenderá un nuevo camino, que lo
llevará de ser un usurpador y robador de bendiciones, a ser un
hombre bendecido de verdad; un hombre dispuesto a abandonar
los atajos del fraude, y transitar de ahora en más por la senda de
la rectitud.
Esta es la obra del Dios misericordioso y clemente del que

habla David, el Dios que no contiende con sus criaturas para
siempre, uno que no hace con el hombre conforme a sus iniqui-
dades, ni le paga conforme a sus pecados (Salmos 103.9-10);

uno que da segundas oportunidades, pero que también demanda

al hombre un corazón limpio sin el cual el hombre no puede ver
a Dios (Mateo 5.8; Hebreos 12.14).
4. DIOS CAMBIA EL NOMBRE DE

JACOB
Ahora Dios pregunta: ¿Cuál es tu nombre?”. Con esta pre-
gunta Dios desafía a Jacob a indagar en lo más íntimo de sí y a
contestar con honestidad. Claro está que Dios sabía el nombre
de Jacob, pero éste debía pronunciarlo a causa de su significado:
“suplantador” o “engañador” (Génesis 27.36). Jacob tenía que
reconocer su debilidad antes de ser transformado. Al pronunciar
su propio nombre, Jacob en realidad está confesando: “soy un
engañador”. Al responder así a Dios, Jacob descubre su propio
yo, tiene un enfrentamiento consigo mismo y con su pecado. Sólo
ahora Jacob puede ser cambiado por Dios. ¿No es igual con cada
uno de nosotros?
La conversión de Jacob se confirma con el cambio de nom-

bre (v. 28). ¿Por qué Dios le cambia el nombre? Porque Dios
ha decidido poner a un lado las debilidades del carácter de Jacob
y celebrar su tenacidad y persistencia. Véase Oseas 12.2-6. El
profeta Oseas ve a Jacob como un modelo a imitar cuando hay
la necesidad de una transformación completa. Dios dio nombres
nuevos a muchos personajes de la Biblia: Abraham, Sara, Pedro,
Pablo, y otros. Sus nuevos nombres expresaban cómo Dios había
llenado y transformado sus vidas. El antiguo nombre de Jacob
traía a la memoria su triste pasado; pero su nuevo nombre, Israel,
fue la promesa de un futuro mejor para él y su familia.
Véase Apocalipsis 2.17.

5. DIOS BENDICE A JACOB

V. 29 termina diciendo: “y lo bendijo allí”, afirmación que
constituye el punto más alto del relato. Después de luchar toda
la noche con Jacob, Dios lo bendice de la misma manera en que
había bendecido a su abuelo Abraham y a su padre Isaac (Géne-
sis 25.11). Es un nuevo comienzo para Jacob; “le salió el sol” (v.
31), la aurora de un nuevo día para su vida, una nueva esperanza
para él y su descendencia.
V. 30: El desenlace de esta historia comienza tras la marcha

del ángel, cuando Jacob llama “el nombre de aquel lugar, Peniel”,
que en hebreo significa rostro de Dios. ¿A qué obedece esto?
Jacob mismo nos enseña la razón: “Vi a Dios cara a cara, y fue
librada mi alma.”
El asombro de Jacob ante esta experiencia excepcional se

debe a que nadie puede ver a Dios y seguir con vida (Éxodo
33.20; Jueces 13.22). El apóstol Juan afirma en su evangelio
que a Dios nadie le ha visto jamás (1.18).
Todo esto nos permite suponer que Jacob sólo vio una teo-
fanía, es decir, una manifestación de la divinidad de Dios.
V. 31: “Y cojeaba de su cadera” simboliza lo que costó en tér-

minos de pérdida de orgullo la transformación sufrida por Jacob.
Esta cojera es un símbolo del poder divino, que deja su marca en
el hombre “natural” o religioso.
Dios está diciendo a Jacob que la esfera divina que desde

ahora se le abre sólo podrá ser recorrida por él con dificultad,
bajo una total dependencia de la gracia divina.
Véase 2ª Corintios 12.9.

6. ENFRENTANDO NUESTROS PRO-

BLEMAS
El encuentro de Jacob con Dios pasa por la reconciliación
con su hermano Esaú. Esto nos enseña que Dios está muy intere-
sado en ayudarnos a resolver nuestros conflictos interpersonales
y familiares. Pero nuestros conflictos se resuelven enfrentándo-
los, no huyendo de ellos como Jacob hizo con su hermano.
Jacob estaba solo cuando Dios le apareció. Esto nos recuerda

que es cuando nos encontramos a solas con Dios que las buenas
cosas empiezan a ocurrir. Él recompensa en público lo que hace-
mos en secreto (Mateo 6.4).
La lucha de Jacob nos enseña también que en nuestra vida

debe haber pruebas y tropiezos. El propósito de las pruebas es
transformación espiritual. La firmeza de carácter se desarrolla a
medida que uno lucha en medio de condiciones difíciles.
A veces la angustia que llegamos a sentir parece que nos va

a aplastar. Se nos quitan el sueño y las ganas de comer. Sentimos
que todas las desgracias vienen sobre nosotros; pero detrás
de cada gran prueba hay una gran oportunidad; detrás de cada
lucha se esconden bendiciones espirituales y tesoros que des-
conocemos.
La lucha del ángel de Jehová con Jacob duró toda la noche.

Dios pudo haber tocado el muslo de Jacob al principio de la lucha,
pero el Señor quería quebrantarlo y traerle al lugar donde Jacob
sinceramente pudiera decir como Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí” Gálatas 2.20. Toda la noche Jacob se defendió, re-
husándose a rendirse y admitir que había pecado. ¡Entonces Dios
debilitó a Jacob y el luchador sólo pudo aferrarse! Finalmente, en

lugar de tramar una nueva trampa para conseguir la bendición,

Jacob se humilló y pidió a Dios su bendición… ¡y la recibió!
7. CONCLUSIÓN
¿Cómo podemos nosotros alcanzar la bendición de Dios?
Necesitamos un encuentro transformador con Él. “No te soltaré
si no me bendices”, fue lo que Jacob dijo a Dios. ¡Hagamos lo
mismo! Aferrémonos al Señor y digámosle lo mismo.
• ¿Cuál es su necesidad más urgente hoy?
• ¿Cuán dispuesto está usted a luchar por ella?

Lección 49
UNA
VASIJA
NUEVA

mente cuando oye la palabra ‘barro’?
1. INTRODUCCIÓN
Continuando con nuestra serie “Siete Propósitos del Que-
brantamiento” hoy miraremos la historia del vaso en las manos
del alfarero. Leamos Jeremías 18.1-6. El profeta visita la casa
del alfarero y le observa modelar el barro. Aquí tenemos un cua-
dro de la gracia de Dios, de nuestras vidas y nuestra relación con
Él. Cada objeto de esta historia es de gran significancia.

2. DIOS, EL ALFARERO DE NUES-

TRA VIDA
Dios no es simplemente una “fuerza” invisible que nos
creó. Él es nuestro Padre y tiene un interés personal en cada
uno de nosotros; Él es el alfarero de nuestra vida: “Ahora pues,
Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos for-
maste; así que obra de tus manos somos todos nosotros”. Isaías
64.8.
El barro no puede moldearse a sí mismo; pero Dios, que es

soberano sobre todas las cosas, tiene el poder y la autoridad para
hacer de nosotros lo que Él desee: “¿No podré yo hacer de vosotros
como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como
el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa
de Israel.” Jeremías 18.6.
A veces cuestionamos lo que Dios está haciendo, pero nadie

puede ser bendecido tratando de decirle a Dios cómo debe pro-
ceder: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con
Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: por qué me has hecho
así?” Romanos 9.20.
El Divino Alfarero tiene un plan perfecto para cada uno de

nosotros. En su mente, Él no ve una masa sin forma, sino un pro-
ducto finamente terminado: “Porque somos hechura suya, creados
en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antema-
no para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2.10.
Nuestro Alfarero nos moldea con paciencia hasta lograr que

seamos el vaso que Él se propuso hacer. A menudo Él usa tam-
bién las manos de otros que ayuden a formarnos: padres, jefes,
maestros, otros creyentes; incluso usa a quienes nos persiguen.

Dios dirige nuestras vidas pacientemente, tratando de lle-

varnos a su voluntad; y aunque se tarde bastante con nosotros,
Él es fiel y hará de nuestra vida una excelente vasija: “Estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Filipenses 1.6.
3. NOSOTROS, EL BARRO
En el mensaje de Jeremías, obviamente el barro simboliza
al pueblo de Judá. Pero no nos equivocamos al aplicar esta
enseñanza a nuestras vidas. Los creyentes realmente somos
vasos de Dios, moldeados por Él para que podamos atesorar
su palabra y su presencia: “Tenemos este tesoro en vasos de ba-
rro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.”
2ª Corintios 4.7.
Aquí Pablo nos recuerda que estamos hechos de barro; y el

barro no es más que polvo mezclado con agua.
El barro no se puede auto-moldear; tiene que tener al alfare-

ro. Sin Dios, realmente no somos más que polvo, según Salmos
103.14. Pero el agua viva del Espíritu nos ha dado vida mediante
la fe en Cristo. El barro carece de valor en sí mismo, pero puede
convertirse en algo excelente si manos expertas lo moldean, para
el propósito apropiado.
4. LA RUEDA DE LA VIDA
El alfarero hace girar la rueda con la velocidad necesaria
para llevar su tarea adelante. A nuestra vida como creyentes no
la controla la suerte o la casualidad: ¡Dios la controla! Él pro-
picia todas las circunstancias que nos rodean, para moldearnos
según su plan.

Dios puso al joven José en la rueda de Egipto, para moldear-

lo hasta convertirlo en gobernante. Dios colocó a Moisés en la
rueda del desierto hasta hacer de él un libertador. Dios trabaja
mediante la rueda de las situaciones difíciles, y en estos momen-
tos nos tiene a cada uno de nosotros girando en ella.
Tal vez sintamos descontento con las circunstancias de nues-

tra vida y pensemos que Dios ha sido demasiado riguroso con
nosotros, pero un día nos daremos cuenta de la verdad de Ro-
manos 8.28 y afirmaremos que todas las cosas en efecto ayu-
daron a bien. ¡Gracias Señor!
5. CUANDO SE ESTROPEA LA
OBRA DEL ALFARERO
Sería maravilloso que el barro se sometiera siempre a las
manos del alfarero, pero esto no siempre sucede. El profeta vio
cómo se estropeó la vasija que el alfarero moldeaba; es decir, ella
no se sometió a su dueño. ¿Desechó el alfarero aquel barro y se
dedicó a un nuevo montón? No, sino que lo volvió a moldear.
Este es un cuadro poderoso de la gracia de Dios actuando

sobre la rebeldía del ser humano. Cada vez que pretendemos
salirnos con la nuestra, somos como el vaso de barro que se es-
tropea. Dios en su gracia nos perdona y nos hace de nuevo, pero
esto nunca debería ocurrir. Véase Jeremías 18.11–12.
Cuán a menudo estropeamos nuestras vidas haciendo planes

fuera de la voluntad de Dios. Pensamos que sabemos más acerca
de nuestro futuro que Él. Si sólo pudiéramos ver el producto ter-
minado que Él tiene en mente, nunca le desobedeceríamos. Pero
al resistirlo, Dios tiene que emplear pruebas y dificultades hasta
conseguir que nos sometamos.

Dios invirtió veinte años moldeando a Jacob, quien al final

llegó a ser un instrumento útil, dando origen a la nación de Israel.
Otros hombres como David, Jonás o Pedro, después de duros
tratos de Dios, recibieron su nueva oportunidad. Dios es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados (1ª Juan 1.9), pero sus
promesas maravillosas de perdón y nuevo comienzo no deben
servirnos de excusa para la desobediencia.
6. EL HORNO DE LA PRUEBA
Dice Salomón: “El crisol para la plata, y la hornaza para el oro;
pero Jehová prueba los corazones.” Proverbios 17.3. Jeremías
no menciona el horno del alfarero, pero éste tenía que estar allí.
Ninguna vasija sirve para algo mientras no haya atravesado el
horno. El calor del horno da al barro fuerza y belleza, e incremen-
ta su utilidad y valor.Así también el hijo de Dios, es perfeccionado
cuando pasa por el horno de la prueba.
Job atravesó el horno del dolor (23.10); Pedro el de la per-

secución (1ª Pedro 4.12); los tres jóvenes hebreos el horno
de Babilonia, calentado siete veces más de lo normal (Daniel
3.19–25). Dios sabe exactamente cuándo, cómo y cuánto ca-
lentar el horno; Él sabe cuántas pruebas debemos y podemos
soportar.Véase 1ª Corintios 10.13.
7. CONCLUSIÓN
Dios quiere transformarnos en instrumentos útiles de su
obra. Una vasija de por sí no produce nada; sólo recibe, contiene
y da. Nosotros hemos recibido las bendiciones de nuestro Dios
para pasarlas a otros. Si estamos llenos de nosotros mismos, Dios
no puede llenarnos; y si no estamos llenos de Dios, tampoco po-
demos dar algo de Él a los demás.

Toda vez que una prueba nos salga al paso, rindamos nuestra
vida al Alfarero, permitiendo a Él hacer en nosotros su voluntad.
Nadie puede calcular el tremendo valor de la vida de un ser
humano que se deja dirigir por el Señor. Que el Señor nos trans-
forme en vasijas nuevas, vasijas de honor y utilidad; vasos que el
Alfarero pueda usar para su honra y su gloria, en la hora final de
su Iglesia.
• ¿Qué pasos está dando o dará usted para permitir que

Dios le moldeé a su agrado?

Lección 50
EN MEDIO
DE LA
CRISIS

mente cuando escucha la palabra ‘hambre’?
2º Reyes 6.24-25a: “Después de esto aconteció que Ben-

adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria. Y
hubo gran hambre en Samaria.”
Para una mejor comprensión, estudie en casa 2º Reyes 6-7.
1. INTRODUCCIÓN
Como hemos venido aprendiendo, en la vida cristiana no
existe forma de evitar el dolor y las dificultades. Podemos vivir

en obediencia y practicar las disciplinas espirituales, pero aun así

nuestros problemas no desaparecerán.
Tendemos a interpretar como negativa la manifestación

de cualquier clase de sufrimiento. Frente al dolor exclamamos:
“¿Quién pecó, este o sus padres?” (Juan 9.1). Pero la existencia
de dificultades no necesariamente indica castigo de Dios o falta
de espiritualidad en la vida de alguien. Aún nuestro Señor Jesús,
según dice Hebreos 5.8, aprendió obediencia por lo que pade-
ció. Y dice John Stott que “alguna experiencia de sufrimiento es
indispensable para la santidad”.
La crisis es positiva para nosotros, por lo menos en dos for-

mas: revela lo que verdaderamente está en nuestros corazones y
nos brinda la oportunidad de ver la mano de Dios obrando ma-
ravillas a nuestro favor. El incidente bíblico que vamos a examinar
a continuación nos permitirá obtener algunas pautas acerca de
cómo atravesar los tiempos de crisis y salir triunfantes de ellos.
2. ATRAÍDOS A LO IMPENSABLE
Ben-adad, rey de Aram (Siria), reunió a todo su ejército y sitió
a Samaria. Esta forma de subyugar un pueblo enemigo era común
en la época. Los generales de la antigüedad rodeaban una ciudad
y cortaban sus canales de abastecimiento. Con actitud paciente
esperaban el paulatino debilitamiento de la población hasta que
se rindiera. El proceso era lento, pero sumamente efectivo.
V. 25. La desesperación de los habitantes llegó al punto de

que estuvieron dispuestos a comer cabezas de asnos y estiércol
de palomas... y encima pagar por ellos. En dinero de hoy, la cifra
que se estaba pagando por una cabeza de asno en Samaria ¡era
de unos seis sueldos o salarios mensuales! Los israelitas habían

sobrepasado los límites de lo normal y se encontraban en una

crisis de magnitud realmente abrumadora.
Vv. 28-29. En medio de esta situación se nos presenta una

escena de horror. Dos mujeres habían acordado comerse a sus
respectivos hijos, un día el de una y al otro día el de la otra. Pero
después que la primera entregó a su hijo y se lo comieron, la
otra escondió al suyo. Captemos el grado de abatimiento al cual
había llegado la población sitiada. El reclamo de la mujer al rey
no tuvo que ver con la pérdida de su hijo, sino más bien con el
comportamiento “injusto” de su vecina. En tiempos de extrema
angustia estamos dispuestos a considerar alternativas y salidas
que en otro tiempo hubiéramos considerado abominables.
Pensemos en otra historia, la de Juan el Bautista. Cuando el

Mesías llegó a orillas del río Jordán, el profeta Juan no dudó ni un
instante en proclamar a Jesús como el Cordero de Dios (Juan
1.29). Pero unos meses más tarde, estando encarcelado y en
espera de su ejecución, Juan envió a sus discípulos a preguntar a
Cristo: “¿Eres tú el que ha de venir, o esperaremos a otro?” Lucas
7.24. Rodeado de tinieblas, el profeta perdió la convicción que
en otros tiempos había tenido.
Cuando nuestra desesperación sobrepasa el nivel de lo que

es tolerable, hasta lo impensable se torna atractivo. Un padre
desesperado porque no encuentra trabajo comienza a pensar en
robar. Un matrimonio, desgastado por los argumentos y las dis-
cusiones, considera la separación como una salida. Un líder de la
iglesia, cansado de la gente, empieza a escribir su renuncia…
Debemos tener claro que en cualquier situación de crisis

perdemos la perspectiva correcta, y lo que en el momento de tri-
bulación nos puede parecer lógico y aceptable, es muy probable
que más adelante nos lleve a muchos lamentos. Aquí aprendemos

que en tiempos de crisis no debemos tomar ninguna decisión

que no sea imprescindible para seguir viviendo.
3. ¡TRAIGAN AL RESPONSABLE!
V. 31. Cuándo el Rey oyó las palabras de la mujer, se rasgó
las vestiduras por la magnitud de la calamidad que estaba presen-
ciando y culpó de todo al profeta Eliseo. Pero el rey de Samaria
no había provisto liderazgo de ningún tipo en la angustiante si-
tuación que sufría el pueblo. He aquí un claro ejemplo de otro
comportamiento que es típico en situaciones de crisis: buscamos
a quien culpar por lo que vivimos.
Cuando nos sentimos agobiados por una fase de crisis, es

muy común que usemos la poca energía que nos queda para
denunciar fogosamente a las personas que consideramos res-
ponsables de nuestra calamidad. Adán culpó su mujer (Génesis
3.12); los hebreos culparon a Moisés (Éxodo 14.10–12); los
hombres de David culparon a su rey (1ª Samuel 30.6); y Ge-
deón culpó… ¡a Dios! (Jueces 6.13).
El hecho es que estas denuncias proveen una escapatoria

para nuestros sentimientos de frustración, pero rara vez contri-
buyen a solucionar el problema que enfrentamos. Echar culpas
sólo nos distrae e impide el concentrarnos en la verdadera solu-
ción. En tiempos de crisis, es completamente infructuoso buscar
culpables.
4. ¿DE DÓNDE VIENE NUESTRO

SOCORRO?
El rey de Samaria decidió matar a Eliseo. Por supuesto, el pro-
feta conocía las intenciones del rey, porque Dios ya se lo había

revelado. Cuando el siervo del rey llegó a la puerta de la casa de

Eliseo para darle muerte, oyó al profeta decir: “Así dice el Señor:
Mañana como a esta hora en la puerta de Samaria, una medida de
flor de harina se venderá en un siclo, y dos medidas de cebada en un
siclo.” 2ª Reyes 7.1. La profecía de Eliseo es asombrosa, extra-
vagante, y la reacción del oficial del rey es de incredulidad y burla
(V. 2).
Este nuevo incidente nos dice que, en tiempos de crisis, sola-

mente el Señor tiene las directivas apropiadas para nuestra vida.
Lo único que nos puede orientar en tiempos de dificultad es una
palabra que viene de su trono. ¿Cuál debe ser nuestra respuesta
entonces? ¡Buscarle a Él! Pero nos cuesta mucho practicar esto
porque en la crisis todas nuestras emociones nos invitan a la in-
trospección, a la obsesión con lo nuestro. Para procurar el rostro
de Dios en la crisis debemos estar dispuestos a imponer nuestra
voluntad sobre el grito desesperado de nuestra alma. Esa también
fue la salida que David encontró.Véase Salmos 42.5.
5. CAMINAR POR FE
En la reacción del oficial del rey encontramos otro elemento
indispensable para un manejo adecuado de la crisis: el desafío de
caminar por fe. Aquel funcionario no pasó la prueba. Al escuchar
las instrucciones del Señor debemos creer a la Palabra y ponerla
por obra. Esto es un gran desafío porque la Palabra seguramente
sonará como una locura a nuestros oídos. Consideremos situa-
ciones más cotidianas. Usted se está quedando sin dinero y el
Señor le indica que ofrende lo último que le queda. O usted está
triste porque perdió su trabajo y el Señor le dice: regocíjate, de
nuevo te digo, ¡regocíjate!
El hecho es que, no importa desde cuál ángulo lo miremos,

las propuestas de Dios siempre nos incomodan, y no podría ser

de otra manera, pues los pensamientos de Dios chocan con los

valores y los deseos de nuestra carne.Véase Gálatas 5.17. En
tiempos de crisis es fundamental andar en el Espíritu y caminar
por fe, porque nuestra perspectiva y nuestra capacidad de re-
flexionar no son confiables, pero la de Dios siempre lo será.
6. CONCLUSIÓN
La historia que hoy hemos mirado termina de una manera
extraordinaria. Había en la puerta de la ciudad cuatro leprosos.
No podían entrar a Samaria y fuera de la ciudad no había ali-
mento. Dándose por perdidos, decidieron ir al campamento de
los arameos; pero cuando llegaron, el enemigo se había ido (2º
Reyes 7.5).
Estos hombres indignos para la sociedad de la época, fueron

los primeros en tener acceso libre a los recursos dejados por
los arameos en su campamento abandonado (V. 8). Comieron
y bebieron en abundancia, y luego llevaron las buenas nuevas a la
ciudad. Y tal cual lo había proclamado el profeta, una medida de
flor de harina volvió a venderse en solamente un ciclo de plata
(V. 16).
Esta maravillosa conclusión tiene también una lección para

nosotros. En cada tribulación hay oportunidad para ver la mano
de Dios obrando maravillas a favor de su pueblo. Su intervención
es asombrosa y contradice todas las predicciones humanas acer-
ca del probable desenlace de la situación de crisis.
Si nos atrevemos a seguir el camino señalado por Dios en

medio de las crisis de esta vida, podremos disfrutar de experien-
cias espirituales extraordinarias y salir triunfantes, no importa
qué tan difícil sea la situación.

• ¿Cuál de los principios o lecciones enseñados en esta

lección ha despertado más su atención?
• ¿En qué aspecto de su vida desea usted mejorar a la hora

de enfrentar un situación de crisis?

Lección 51
EL
VASO
QUEBR ADO
Rompe-hielo: ¿Qué viene primero a su mente cuan-

do escucha la palabra ‘perfume’?
1. INTRODUCCIÓN
Leamos Juan 12.1-3. En este pasaje se habla del ungüento
o perfume de nardo puro. La Palabra de Dios usa intencional-
mente el adjetivo ‘puro’, pues este ungüento verdaderamente re-
presenta algo espiritual.
El perfume de nardo se colocaba en una pequeña vasija de

alabastro. El alabastro es un mineral parecido al yeso, pero traslú-

cido; similar al mármol, pero más fácil de tallar. El vaso de alabas-

tro se hacía en una pieza única, y se sellaba después de colocár-
sele el perfume. Así que para poder liberar el perfume del vaso,
éste debía ser quebrado.
Véase Marcos 14.3.
2. QUEBRANDO EL HOMBRE EX-

TERIOR
Nosotros tenemos un hombre exterior, y un hombre inte-
rior. Muchos piensan que su hombre exterior es más valioso que
su hombre interior. Es extraño que mucha gente valore más el
frasco de alabastro que el ungüento. Este es el problema que en-
frenta la Iglesia en la actualidad. Es posible que valoremos dema-
siado nuestra propia sabiduría y pensemos que somos personas
excepcionales. Pero debemos saber que no somos coleccionistas
de antigüedades, ni admiradores de frascos de alabastro, sino que
buscamos el aroma del ungüento. Si nuestra parte exterior no se
quiebra, el contenido no puede salir.
El nardo puro está en vasos de alabastro. ¿A quién le interesa

admirar vasos? Lo que la Iglesia necesita es el perfume, no los
vasos. También el mundo necesita el perfume, no los vasos que
lo contienen. Si el vaso no se quiebra, ¿quién podrá apreciar el
tesoro que está en él? El Señor busca la manera de brindar Su
bendición al mundo por medio de aquellos que le pertenece-
mos. ¡Esto es algo crucial! A menos que el hombre exterior sea
quebrantado, no puede llevarse a cabo ninguna labor espiritual.
Si nos consagramos al servicio del Señor, debemos prepararnos
para ser quebrantados por Él.Tenemos que permitir que el Señor
quebrante nuestro hombre exterior completamente para que Él
fluya libremente a través de nosotros.

El Señor nunca hace nada en vano.
Cuando entendemos que la meta del Señor es quebrantar

nuestro hombre exterior, comprendemos que todo lo que nos
sucede es importante. Debemos entender que cada experiencia,
dificultad y prueba que envía el Señor, redunda en nuestro bene-
ficio. Si acudiéramos disgustados al Señor y le dijéramos: “Señor,
no quiero esto; permite que yo escoja algo mejor”, seguramente
Él nos respondería: “Ya te lo he concedido. Lo que te está suce-
diendo es lo más beneficioso para ti”. El Señor dispone todas las
circunstancias con el único fin de quebrantar nuestro hombre
exterior. Nuestro espíritu puede servirle al máximo sólo cuando
nuestro hombre exterior es quebrantado y nuestro espíritu es
liberado.
3. EL PROCESO DEL QUEBRAN-

TAMIENTO
Hablando generalmente, el Señor requiere de algunos años
para completar el proceso de quebrantamiento. No podemos
reducir el tiempo que toma esto, pero sí podemos extenderlo.
En algunos, el Señor concluye este proceso en unos pocos años.
Pero en otros puede durar diez, veinte o más años. ¡Este es un
asunto muy serio! Nada es más lamentable que desperdiciar el
tiempo de Dios.
Si hasta ahora nunca nos hemos consagrado a Dios de una

manera total, este es el momento de hacerlo. Debemos decirle:
“Señor, por el bien de la Iglesia, por el avance del evangelio, para
que tengas libertad de actuar a través de mí y para que yo mismo
pueda avanzar en mi vida individual, me entrego a ti total e incon-
dicionalmente. Señor, con gusto me pongo en tus manos. Estoy
dispuesto a que fluyas libremente en mí”.

4. EL SIGNIFICADO DE LA CRUZ
Hemos escuchado mucho acerca de la cruz, pero ¿sabemos
en realidad qué es la cruz? El significado de la cruz es simple-
mente el quebrantamiento del hombre exterior. La cruz pone
fin al hombre exterior, lo destruye totalmente. La cruz destruye
nuestras opiniones, métodos, sabiduría, egocentrismo y todo lo
demás. Una vez que esto sucede, el hombre interior puede salir
libremente, y el espíritu puede funcionar.
Cuando un hermano ha sido quebrantado, todo el que tiene

contacto con él toca su espíritu y no sus virtudes humanas, por
muy inteligente o capaz que él pueda ser. Cada vez que otros tie-
nen comunión con él, tocan su espíritu, el nardo puro de un hom-
bre quebrantado. El quebrantamiento del hombre exterior es un
asunto crucial. Después de estar bajo la obra quebrantadora del
Señor por cinco o diez años, nunca volvemos a tener el mismo
aroma para los demás. El creyente quebrantado es una persona
muy atractiva para los demás.
5. DOS RAZONES POR LAS QUE

NO SOMOS QUEBRANTADOS
Algunos creyentes son fácilmente quebrantados por el Señor,
mientras que otros no. ¿Por qué muchas personas permanecen
sin ningún cambio, a pesar de estar por años bajo la obra que-
brantadora del Señor? Existen dos razones por las cuales sucede
esto. La primera es que estas personas viven en tinieblas y no
pueden ver la mano de Dios en acción. Como no viven en la luz,
su visión es muy reducida y sólo ven a los hombres. Consideran a
las demás personas como sus adversarios. Estas personas le dan
demasiada importancia a las circunstancias y se quejan constante-
mente de ellas. Pero el quebrantamiento no proviene del mundo,

de nuestra familia, ni de los hermanos de la Iglesia, sino de la mano

de Dios que nos disciplina. Abramos los ojos a esta luz y acepte-
mos todo lo que el Señor hace, pues Él jamás se equivoca.
La segunda razón por la que muchos no son quebrantados

es porque se aman demasiado a sí mismos. El amor propio es un
gran obstáculo para el quebrantamiento. El amor propio es la raíz
de muchos de nuestros problemas. Tenemos que rogar al Señor
que quite de nosotros todo amor propio. Malos entendidos, que-
jas e inconformidades se originan en el amor que nos tenemos en
secreto. Cuando nos amamos a nosotros mismos siempre trata-
mos de defendernos. Muchos problemas se originan en nuestros
vanos intentos de salvarnos a nosotros mismos. Jesús jamás se
defendió él mismo, pues Él quiso ser quebrantado para poder
bendecirnos con el nardo puro de su presencia. Véase Isaías
53.7; Mateo 26.53.
6. LAS HERIDAS DEL QUEBRAN-

TAMIENTO
Veamos el caso de Jacob en el Antiguo Testamento. Él luchó
con su hermano desde que ambos estaban en el vientre de su
madre; él era astuto, problemático y defraudador. Su forma de
ser le trajo muchos sufrimientos en la vida. Cuando era joven
tuvo que huir de su casa. Fue estafado por Labán durante los
siguientes veinte años. Yendo de regreso a casa su amada esposa
Raquel murió. José, el hijo que más quería, fue vendido como
esclavo. Años después, su hijo Benjamín también fue retenido en
Egipto. Jacob fue quebrantado por Dios una y otra vez. Su historia
es una de azotes divinos. Pero después de todos estos golpes,
Jacob cambió. Durante sus últimos años llegó a ser una persona
realmente transparente. ¡Este es un cuadro precioso! He ahí una
persona madura, una persona a quien después de varias décadas
Dios había logrado quebrantar exteriormente.

Como Jacob, necesitamos que el Señor quebrante nuestro

hombre exterior hasta que el hombre interior sea liberado y ma-
nifestado. Esto es algo de gran valor y es el destino de los siervos
del Señor. Sólo podremos servir y guiar a otros a Dios cuando
alcancemos el quebrantamiento. Ninguna otra cosa producirá re-
sultados; ni la teología, ni las doctrinas, ni todo el conocimiento
de la Biblia nos beneficiarán. Lo único provechoso será que Dios
fluya de nuestro interior.
7. CONCLUSIÓN
El Espíritu Santo nunca ha dejado de obrar en nuestra vida.
Enfrentamos pruebas y problemas constantemente, pero esto es
porque el Espíritu Santo tiene una meta en nosotros: quebran-
tar y deshacer al hombre exterior, para que el hombre interior
encuentre salida. Nuestro problema ha sido que tan pronto en-
frentamos una pequeña dificultad, murmuramos; cada vez que
sufrimos alguna derrota, nos quejamos. Sin embargo, la meta del
Señor sigue siendo la misma: quebrantar nuestro yo, quebrar
nuestro hombre exterior.
Que el Señor tenga misericordia de nosotros y podamos ver

que esta es la única manera de ir adelante, y que todas las heridas
que hemos recibido de parte de Él en estos últimos años han
tenido como propósito alcanzar esta meta suprema. Pidámosle
al Señor que quiebre completamente nuestro vaso, y así el nardo
puro de su presencia pueda liberarse en nosotros, para que la
casa que habitamos se llene del olor del perfume. Juan 12.3.
• ¿Qué significa para usted ser quebrantado exteriormente?
• ¿Qué áreas de su vida necesitan ser quebradas por la

mano de Dios?

Lección 52
BOTINES
DE
GUERRA
Rompe-hielo: ¿Qué es un botín de guerra?

1ª Crónicas 26.27, NVI: “Ellos habían dedicado parte del
botín de guerra para las reparaciones del templo del Señor.”
1. INTRODUCCIÓN
Muchos cristianos creen que una vez que son salvos, sus lu-
chas han terminado, que de allí en más la vida será un suave na-
vegar. Al contrario de esto, Dios permite nuestras luchas porque
Él tiene un propósito a través de ellas. Con esta lección com-
pletamos nuestra serie “Siete Propósitos del Quebrantamiento”,
considerando el importante tema de los ‘botines de guerra’.

2. LOS BOTINES DE GUERRA

Los botines de guerra son bienes tomados por los
vencedores.
La Biblia los menciona por primera vez en Génesis 14,

cuando una confederación de reyes invadió a Sodoma y Go-
morra. Estos invasores “tomaron toda la riqueza de Sodoma y
Gomorra.Tomaron también a Lot, hijo del hermano de Abram” (Gé-
nesis 14.11-12). Cuando Abram supo de lo sucedido, reunió
su ejército de sirvientes de 318 hombres y persiguió a los reyes
enemigos; los alcanzó, “les atacó y recobró todos los bienes, y tam-
bién a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente.”
(14.15-16, NVI).
Ahora Abram vuelve victorioso, dirigiendo una procesión de

gente satisfecha y carretas llenas hasta arriba con bienes de toda
clase; cuando por el camino se encuentra con Melquisedec, rey
de Salem (la Jerusalén primitiva). Abram entonces es movido a
diezmarle a este rey y “sacerdote del Dios Altísimo” de todo el bo-
tín, con el claro propósito de respaldar la obra de Dios.
Véase Génesis 14.18-20; Hebreos 7.4.
El diezmo que Abram entregó era una porción del botín, lo

correspondiente a Sodoma. Pero Abram se quedó con el resto
del botín de los invasores, que provenía de otras nueve ciudades
que habían sido saqueadas. Aquí hay un principio que Dios quiere
que entendamos. El Señor no sólo está interesado en hacernos
victoriosos; Él también quiere darnos un botín: las riquezas espi-
rituales de nuestra lucha. Él desea que salgamos de las batallas de
la vida con vagones llenos de recursos que bendecirán Su obra y
las vidas de otras personas.

3. CONSTRUCCIÓN Y MANTENI-
MIENTO DE LA CASA DE DIOS
Después de cada victoria militar, David tomaba abundantes
botines de oro, plata, bronce, dinero, etc. Estos recursos tenían un
propósito en el corazón de David: la construcción del templo de
Dios. Esto lo vemos en un decreto que él hizo cerca del final de
su vida. Luego de nombrar a su hijo Salomón como sucesor en el
trono, David reunió a los líderes de la nación y les dejó directivas
claras respecto a la futura casa de Dios.
David se preocupó del mantenimiento del templo ¡cuando el

templo todavía no se había construido! Él designó fondos para la
reparación de cualquier rotura a causa de la putrefacción, porque
la casa de Dios debía mantenerse en óptimas condiciones, sin
perder jamás su esplendor original. Así fue como años después
de que Salomón terminó de construir el templo, éste aún se man-
tenía en buen estado, gracias a los botines tomados en guerras
pasadas. La casa de Dios permaneció viva, porque su pueblo había
salido de cada conflicto no solo victorioso, sino también rico en
recursos.
4. LA GUERRA ESPIRITUAL
¿Dónde está el templo de Dios hoy? Pablo enseña que aho-
ra el templo del Espíritu Santo somos cada uno de nosotros. Y,
como en el antiguo Israel, nuestro Señor mantiene su templo con
los botines ganados en batalla.
Necesitamos las crisis por esta razón; porque a través de

cada batalla Dios está acumulando y reservando recursos espi-
rituales que sirven para edificar y mantener su templo, que es la
Iglesia. Pero para obtener estos suministros, debemos pelear y

ganar batallas, como David. La historia cuenta que mientras David

y su ejército estaban lejos, los amalecitas llegaron y saquearon el
pueblo de Siclag, donde David tenía su cuartel. Los intrusos se
llevaron incluso las mujeres y los niños. Cuando David regresó,
“se angustió mucho; porque el pueblo hablaba de apedrearlo… pero
David se fortaleció en Jehová su Dios.” 1º Samuel 30.6.
¡Estamos hablando de guerra espiritual! Esto no era tan solo

un ataque contra David. Era un asalto directo contra el propósito
eterno de Dios. Alguien venía persiguiendo a la simiente de Dios.
El Mesías profetizado debía venir a través de los descendientes
de David, y ahora Satanás se había llevado a cada mujer y niño
a través del cual esa simiente podía venir. Este es el enfoque de
toda guerra espiritual: el enemigo siempre ha querido destruir la
simiente de Cristo, y ese hecho no ha cambiado. Dos mil años
después de la Cruz, todavía Satanás busca destruir la simiente de
Dios, maquinando para robarnos el testimonio.
David sabía que su corazón estaba bien con Dios, así que
fortalecido en Él salió con rapidez y persiguió a los amalecitas, al-
canzándolos y rescatando a cada persona y posesión que éstos le
habían robado (1ª Samuel 30.19). Pero los amalecitas habían
saqueado otros pueblos; así que David tomó también todo ese
botín en su posesión (30.20). Como Abram (y nosotros), David
fue más que vencedor. Él hizo más que simplemente luchar y so-
brevivir. Dios otorgó a David más que un testimonio de victoria:
al regresar él traía a su familia, pero también grandes rebaños de
ganado, sacos llenos de plata, oro, joyas, etc.
¿Qué hizo David con estos botines de guerra? Sostuvo el

propósito de Dios. David estaba ungido para ser rey sobre Is-
rael, así que ahora tenía que reparar el daño hecho por Saúl a
su reputación. David envió botines tratando de unir al pueblo de
Dios (30.26). David también envió botín a cada pueblo don-

de él y sus hombres se habían escondido, incluyendo Hebrón

(30.31). Con el tiempo, Hebrón sería la ciudad que llevó a
David al reinado. Aquí tenemos otro principio del propósito de
Dios en nuestra guerra espiritual: tomemos botines de la batalla
no sólo para nosotros, sino también para bendecir a los demás
en el cuerpo de Cristo.
5. EL BOTÍN MÁS GRANDE DE LA

HISTORIA
¿Cuántos ya pueden ver el cuadro? ¿Está usted comenzando
a entender la razón para su batalla presente? A aquellos que po-
nen su confianza en el Señor se les promete victorias gloriosas
sobre todo poder del enemigo. Dios nos hace más que vencedo-
res. Dios obra en nosotros con propósitos grandes, porque Él es
“poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente
de lo que pedimos o entendemos” Efesios 3.20.
Véase Colosenses 1.15. Ahora es Jesús mismo quien sa-

quea al diablo en el Calvario, despojándolo de todo poder y auto-
ridad. Y cuando Cristo se levanta victorioso de la tumba, Él tras-
lada un ejército innumerable de cautivos redimidos de las garras
de Satanás a Su Reino (Efesios 4.8). Se trata de una procesión
comprada con su sangre, la cual sigue marchando hoy.
El triunfo de Cristo en el Calvario nos ha dado victoria sobre

la muerte; pero también nos ha dado todos los recursos necesa-
rios para llevar una vida cristiana vencedora: gracia, paz, perdón,
fuerza y poder. En su Espíritu Santo están todos estos recursos,
que mantienen el templo limpio y bendecido. Pero para que Jesús
nos entregue estos recursos debe haber cooperación de nuestra
parte en el conflicto. Pablo dice que nos gloriemos en las tribu-
laciones. ¿Por qué? Por el botín que obtenemos. “La tribulación

produce paciencia” Romanos 5.3. La guerra contra el enemigo

forma nuestro carácter. Luchas y pruebas que enfrentamos son
permitidas por Dios para que obtengamos botines tales como
experiencia, sabiduría, valor, esperanza, fe y amor.
6. CONCLUSIÓN
En nuestras batallas espirituales encontramos todos los re-
cursos para el mantenimiento de nuestra vida. Esta es la razón
por la que el diablo quiere sacarnos de la batalla. Él quiere que
renunciemos y evitemos toda lucha en la vida, porque él sabe
que de este modo, sin conflictos ni presiones, nos volvemos pa-
sivos y descuidados. Y así tampoco hay botines espirituales, ni
recursos para mantener santo y limpio nuestro templo –entra
la pudrición.
¿Está usted en una batalla ahora? ¡Anímese! Dios tiene un

propósito en todo eso. ¿Está usted confrontando intensa guerra
espiritual? No se rinda; pelee por sus tesoros. Mucho más que so-
brevivir, usted saldrá enriquecido del conflicto, con más recursos
de los que tenía cuando entró. Usted tiene la responsabilidad de
mantener su templo. Si usted se pone perezoso y descuida su mi-
sión de mantenimiento, la pudrición y la ruina entrarán. No deje
la oración regular, el alimento de la Palabra, el compañerismo con
los santos.
Véase 1ª Pedro 1.6-7. Un día, cuando estemos ante el Se-

ñor, Él nos dirá: “¿Recuerdas lo que pasaste en aquella época, en
aquella lucha horrible? Mira los que has logrado a través de todo
eso: una casa mantenida, en orden, preciosa; sin mancha ni imper-
fección. Todo gracias a las batallas que peleaste y ganaste. Mira el
resultado de tus pruebas ahora. ¿Acaso no valió la pena?”

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a) Más de 7,000 bautismos en el nombre de Jesucristo en el 2013.

El compromiso nacional e internacional de la Asamblea Apos-

Y para seguir respaldando este proyecto, presento el nue-

Mi agradecimiento al misionero Gabriel Pereira Das Neves quien

Este manual estará disponible en español, inglés, italiano, por-

Dios está bendiciendo al movimiento apostólico con un nue-

Obispo Ismael Martín del Campo,

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2. DIOS SE INTERESA PARTICU-

Como personas finitas –lo contrario de infinito, los seres hu-

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Dios, en cambio, puede ocuparse de todos los asuntos o ne-

El patriarca Job, el apóstol Pablo y otros siervos de Dios

3. DIOS TIENE CUIDADO DE NO-

La sabiduría de los pensamientos de Dios es muy grande.

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Leamos Lucas 12.22-31 y pensemos: si Dios cuida de la

El verso 30 es muy importante porque nos enseña que nues-

Ante esto, Dios responde: “Buscadme y viviréis” Amós 5.4.

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Rompe-hielo: ¿Hay alguna experiencia de tu niñez

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Los adultos creemos comúnmente que somos ejemplo de

¿Puede una persona adulta recibir a Jesús como si fuese un

Los niños poseen entusiasmo, pasión por la vida y mucha

3. HUMÍLLATE COMO UN NIÑO

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Mateo 18.1-5: “En aquel tiempo los discípulos se acercaron a

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