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Universidad del Balamand
Instituto de Teología San Juan Damasceno
CBBE221 Interpretación de Profetas
Lección 2 Sección 2
Elías, el Profeta Elías fue un profeta del siglo IX a.C. en Israel. Las referencias que tenemos de su persona son tantas que podemos hallarlas en el Talmud, en la Biblia cristiana o inclusive en el Corán. De acuerdo a los textos bíblicos, Elías resucitó muertos, hizo caer fuego del cielo y ascendió a los cielos sobre una carroza de fuego. Él es tan importante que tanto Juan el Bautista como el mismo Jesús en el Nuevo Testamento son confundidos con él (Jesús pregunta a sus discípulos quien dice la gente que él es y en Mt 16:14 los discípulos le dicen que Elías). En el Nuevo Testamento también lo vemos en la Transfiguración junto a Moisés hablando con el Cristo transfigurado.
Basado en una profecía del libro de Malaquías (4:5-6) el pueblo judío esperaba su regreso como precursor del Mesías.
“He aquí yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Señor, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”.
Mal 4:5-6
Etimología del nombre “Elías”
El nombre “Elías” proviene del hebreo ( אליהוElihah), palabra que apareció en el griego de la Septuaginta como Ἠλιού (Eliú) pero que en el Nuevo Testamento se
helenizó como Ἠλίας (Elías). Se ha traducido este término como “YHWH es Dios” o “el Señor es Dios” y señala la función que cumple Elías en los textos del Antiguo Testamento: mostrar que el único Dios es el Dios de Israel.
Su primera aparición en la Biblia
Elías es introducido de improviso y con una identificación mínima: “Elías tisbita (o natural de Tisbé), que era de los moradores de Galaad…” (I Re 17:1). No se dice quiénes son sus padres ni qué edad tiene, ni se ofrece una cronología susceptible de situarlo en un período determinado del reinado de Acab. Su nombre, como lo dijimos, es una declaración de su fe en Dios y hasta el mismo título de tisbita es un problema: no existen referencias de aquel tiempo que hablen de un pueblo o una ciudad llamada Tisbé. Solo aparece Elías en el capítulo 17 del primer libro de Reyes declarando la llegada de una larga sequía solo evitable por la intervención de sí mismo.
La razón de dicha sentencia es que el rey Acab había hecho lo malo a los ojos de Dios más que todos los demás que habían reinado antes que él. Tanto mal había hecho que se había tomado como mujer a Jezabel, hija de Et Baal, el rey de los sidonios, y como si esto fuera poco había adorado a Baal, el dios pagano.
A partir de ese momento Elías inicia una lucha contra el rey Acab y contra Jezabel quien lo persigue y culmina con el encuentro del profeta con Dios en el Monte Horeb.
Su personalidad es desafiante: siempre aparece como una persona directa y que
en sus discursos no solo se anima a desafiar a Baal sino también a la Reina, sus sacerdotes, sus profetas, a Acab y hasta al mismo pueblo de Israel.
La situación del pueblo en tiempos de Elías
En el siglo IX a.C. la monarquía de David y de Salomón se había dividido en el Reino del Norte (Israel) y el Reino del Sur (Judá). Con el templo ubicado en Jerusalén, Judá (el Reino del Sur) tenía el lugar del gobierno y el lugar religioso más importantes dentro de sus fronteras. En esta situación, Omri (el padre de Acab) fue elegido rey de Israel (el Reino del Norte).
nueva capital que se encontraría de ahora en más en Samaria. Esta nueva capital tenía que terminar política y religiosamente con el dominio que ejercía Judá: no se podía seguir adorando en el templo de Jerusalén porque obviamente se encontraba en otro reino, no se podía seguir teniendo sacerdotes que salieran de la tribu de los levitas porque pertenecían a otro reino y el dios no necesariamente tenía que ser el mismo Dios de Judá, podía ser el dios Cananeo: Baal. Todo esto estaba indudablemente en contra de la ley de Dios y sus enviados, los profetas, no podían soportarlo.
Ahora bien, en una visión netamente política, Omri no estaba equivocado: el
nuevo rey de Israel necesitaba conseguir la seguridad de su tierra y por eso busca sellar todo esto con un matrimonio: la de su hijo Acab. El rey de Sidón que se encontraba en Fenicia tenía una hija llamada Jezabel y Omri busca casar a su hijo con la princesa de Sidón para asegurarse que no existirían conflictos entre ambas naciones y que siempre Israel tendría a su gran vecino como aliado. Acab trae a su esposa a Israel no solo como princesa sino también como sacerdotisa de Baal.
Sin embargo el pueblo de Israel todavía no acepta esto y en las bodas de Acab se canta un himno que, según ciertas tradiciones, se encuentra en el salmo 45.
“Oye Hija, mira e inclina tu oído; olvida tu pueblo y la casa de tu padre; y deseará el rey tu hermosura; e inclínate a él, porque él es tu señor. Y las hijas de Tiro vendrán con presentes; implorarán tu favor los ricos del pueblo”.
Sal 45:10-12
Todas estas soluciones de Omri trajeron seguridad y prosperidad económica a
Israel. Pero solo por un tiempo. Cuando Acab permite que un dios pagano sea adorado, que su esposa traiga sacerdotes y profetas de ese dios a Israel los profetas no pueden callar más.
Entonces aparece Elías.
La viuda de Sarepta Después de la confrontación de Elías con Acab y la profecía que no volvería a llover hasta que él lo dijera, Dios le ordena huir de Israel y dirigirse cerca del Jordán donde bebería el agua de un arroyo y unos cuervos lo alimentarían a la mañana y a
la tarde. Así lo hizo. Cuando el agua empezó a escasear Dios lo envía a refugiarse en una ciudad llamada Sarepta que se encontraba precisamente en la tierra pagana de la que provenía la princesa: Sidón.
El encuentro es una muestra de fe en tierra “pagana”: Elías tiene hambre y pide
de comer, la mujer le da lo último que tiene solo porque Elías le dijo que su Dios no permitiría que faltara harina ni aceite de su cocina. La promesa se hace realidad. Al poco tiempo el hijo de la viuda muere pero Dios escucha la voz de Elías y el niño resucita.
Dos años deben pasar para que la situación
sea insostenible. El hambre era total en Samaria. Dios le dice a Elías que es tiempo de volver a ver a Acab. En su camino se encuentra primero con Abdías, el mayordomo de Acab, un hombre profundamente temeroso de Dios quien había escondido a cien profetas de Dios cuando Acab y Jezabel los perseguían para matarlos. Abdías es quien va a avisar a Acab que se acerca Elías. Todo esto sirve para prepararnos al encuentro entre el profeta de Dios y el rey que ha traído un dios pagano a Israel.
El encuentro lo veremos en el texto que queremos analizar.
