Neil Smith, La Nueva Frontera Urbana Pp.
Neil Smith, La Nueva Frontera Urbana Pp.
Neil Smith, La Nueva Frontera Urbana Pp.
A la edad de sólo 58 años, Neil nos deja, no sin antes habernos legado algu-
nos de los mejores ensayos críticos sobre el desarrollo desigual que promue-
ven las geografías capitalistas, tanto a escala de las regiones metropolitanas
como del espacio mundial integrado que llamamos globalización. Efectiva-
mente, Neil Smith ha sido uno de los mejores estudiosos de los procesos de
gentrificación que se han acusado en los centros urbanos de las principales
ciudades de todo el planeta a partir de las décadas de 1960 y 1970, así como
también de los particulares fenómenos de desarrollo desigual que promueve
la globalización financiera. Mérito y ventaja de su trabajo académico es que
nunca ha estado desligado de las luchas y movimientos urbanos, así como
de un proyecto de transformación en un sentido radicalmente democrático
y socialista. Es este mestizaje entre investigación y militancia lo que ha apor-
tado, tanto a sus libros como a su propia presencia, una fuerza y una calidad
política poco comunes en un académico.
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Con cada expansión del extremo exterior cumplida por los robustos pione-
ros, no sólo se anexaban nuevas tierras al Estado norteamericano sino que
también se incorporaba nueva sangre a las venas de su ideal democrático.
Cada nueva oleada hacia el Oeste, en su conquista de la naturaleza, envia-
ba de regreso hacia el Este oleadas de democratización de la naturaleza
humana.
Los paralelismos van aún más lejos. Para Turner, el progreso geográfico
de la línea de frontera hacia el Oeste estaba vinculado a la forja del «espíritu
nacional». Una esperanza igualmente espiritual se expresa en la autopro-
paganda [boosterism] que presenta la gentrificación como la vanguardia del
renacimiento urbano; en el escenario más extremo, se espera que los nuevos
pioneros urbanos hagan lo mismo que hicieron los antiguos pioneros con-
tra el desfallecimiento del espíritu nacional: que lideren la nación hacia un
mundo nuevo donde los problemas del viejo mundo queden atrás.
20 La nueva frontera urbana
Ahora bien, esto podría parecer una concepción demasiado nacionalista del
proceso de gentrificación. De hecho, la gentrificación es un proceso profun-
damente internacional, que ha surgido de forma amplia en las ciudades de
Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Europa, y más esporádicamente en Ja-
pón, Sudáfrica y Brasil. En Praga o Sydney, y si vamos al caso en Toronto, el
lenguaje de la frontera no es un lubricante ideológico tan automático de la
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De una forma más notable, tal vez, la frontera surge en Londres como
aquello que se ha dado a conocer como las «líneas de frente». Después de los
enfrentamientos entre policía y jóvenes afro-caribeños, así como asiáticos y
blancos, en Londres (pero también en otras ciudades británicas), a lo largo
de la década de 1980, se demarcó una línea territorial en torno a distintos
barrios. En la década de 1970, estas líneas de frente, como All Saints Road
en Kensington y Chelsea (Bailey, 1990) o aquéllas en Notting Hill o Brixton,
constituían al mismo tiempo tanto defensas contra las incursiones policiales
como «cabezas de playa» estratégicas para la policía.
estilo de culto para algunos. «Sí, es mediodía en todo Londres», dice Ro-
bert Yates (1992), «y los fanáticos del Lejano Oeste se están colocando sus
sombreros de vaquero, están ensillando sus caballos y haciéndonos creer
que Tower Bridge es Texas». En Copenhague, en mayo de 1993, se abre el
«Wild West Bar» en un barrio gentrificado donde poco antes seis mani-
festantes fueron disparados por la policía en un disturbio que siguió a la
votación danesa a favor del Tratado de Maastricht de la Unión Europea.
Desde Sydney hasta Budapest, los bares ambientados al estilo del Lejano
Oeste y otros símbolos de frontera sirven de guión y adorno a la gentrifi-
cación de los centros urbanos. Y, por supuesto, el motivo suele ostentar un
apodo local característico, tal y como sucede con la temática del imperio en
Londres, donde los gentrificadores se convirtieron en «el nuevo Raj» (M.
Williams, 1982) y la «Frontera Noroeste» adopta un significado simbólico
y político completamente nuevo (véase también Wright, 1985: 216-248). En
esta versión, el internacionalismo de la gentrificación es admitido de un
modo más directo.
Tal y como sucede con toda ideología, existe una base real, si bien parcial y
distorsionada, en el tratamiento de la gentrificación como una nueva frontera
urbana. La frontera representa una evocadora combinación de los avances
económicos, geográficos e históricos y sin embargo el individualismo social
asociado a este destino es, en gran medida, un mito. La frontera de Turner se
extendió hacia el Oeste no tanto por pioneros solitarios, colonos y duros indi-
vidualistas, como por bancos, ferrocarriles, el Estado y otras fuentes colectivas
de capital (Swierenga, 1968; Limerick, 1987). En este periodo, la expansión
económica fue realizada, en gran medida, a través de la expansión geográfica
a escala continental.
pioneros urbanos, por lo general los bancos, los promotores inmobiliarios, los
prestamistas a gran y pequeña escala, las cadenas de distribución y el Estado
han llegado antes.
Podría argumentarse que, al menos, parte del problema que afrontan muchas zonas
urbanas en la actualidad radica en nuestro fracaso a la hora de aplicar el mecanis-
mo explicado por Turner (el desarrollo y la innovación local permanente de nuevas
ideas) en la «frontera» de las zonas urbanas deprimidas […] Los partidarios de las
Zonas Empresariales tratan de generar un clima en el que el proceso de frontera
pueda ser tolerado dentro de la ciudad. (Butler, 1981: 3)
***
***
1 Catch-22 hace referencia a una situación problemática cuya única solución es inviable por las
circunstancias o las normas que la rigen; esta expresión critica también formas burocráticas de
operar y razonar. Proviene de la novela satírica Catch-22 del estadounidense Joseph Heller (1961).
[N. de E.]
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Reed cantó Meet You in Tompkins Square (en su álbum New York), transformó
las violentas luchas en torno al parque del Lower East Side en un símbolo
internacional reconocible de forma instantánea para muchas personas de la
emergente «ciudad revanchista».
Son muchas las personas que han comentado diferentes aspectos de este
trabajo y han contribuido al mismo de distintas formas. La siguiente lista es
muy parcial y pido disculpas a aquéllos que inevitablemente he olvidado en
la reconstrucción de esta historia: Rosalyn Deutsche, Benno Engels, Susan
Fainstein, David Harvey, Kurt Hollander, Ron Horvath, Andrea Katz, Hal
Kendig, Les Kilmartin, Larry Knopp, Mickey Lauria, Shella Moore, Damaris
Rose, Chris Tolouse, Michael Sorkin, Ida Susser, Leyla Vural, Peter Williams,
Sharon Zukin. Son muchas también las personas que me han introducido con
entusiasmo en los procesos de gentrificación de sus respectivas ciudades y
que me han ayudado a ampliar mi propia perspectiva: Benno Engels, Ron
Horvath, Janelle Allison, Ruth Fincher, Mike Webber, Blair Badcock, Judit
Timár, Viola Zentai, Zoltan Kovács, Ed Soja, Helga Leitner, Eric Sheppard,
Jan van Weesep, John Ploger, Ane Haila, Alan Pred, Eric Clark, Ken y Karen
Olwig, Steen Folk.
Le estoy agradecido a Mark Siegel, que dibujó los mapas e hizo el trabajo
gráfico, y a Ruthie Gilmore, Marla Emory, Annie Zeidman, y especialmente a
Tamar Rothenberg, quienes brindaron una excelente ayuda a la investigación
en diferentes etapas. Cualquier coherencia que el libro pueda tener se debe,
en gran medida, a ellas.
Muchas son también las personas que han sido especialmente impor-
tantes en mi investigación acerca de la gentrificación. En la primera eta-
pa, Roman Cybriwsky fue muy generoso en tiempo, ideas y apoyo, y esa
generosidad ha seguido con su donación a la impresión de este libro.
Briavel Holcomb ha sido una colega igualmente generosa y colaboradora,
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Eric Clark ha sido un firme crítico al igual que un gran apoyo; he aprendi-
do mucho de los debates que he sostenido con él, y esto tanto en papel como
en persona; me he aprovechado mucho de su generosidad. Jan van Weesep
me invitó a Utrecht en 1990, y de ese modo me brindó el tiempo y el espacio
para comenzar a pensar sobre la gentrificación en un contexto más amplio.
Pero no antes de que organizara la conferencia de dos días sobre «La gentrifi-
cación europea»; después me prestó rápidamente su coche para que pudiéra-
mos explorar los Polders (donde no hay gentrificación) y escapar de la agenda
europea de la gentrificación, librándose él de mi insistencia en una visión ex-
clusivamente global. Un intercambio justo no es un robo. Chris Hamnet, que
llegó a Utrecht junto con los primeros aguaceros de un huracán, desde hace
tiempo es un gran amigo y un antagonista sin piedad sin el cual las discusio-
nes sobre la gentrificación hubieran sido mucho más banales.
***
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138 La nueva frontera urbana
El capital por naturaleza opera más allá de toda barrera espacial. De este modo la
creación de las condiciones físicas de intercambio, de los medios de comunicación y
de transporte, la aniquilación del espacio por el tiempo se convierte en una extraor-
dinaria necesidad para sí mismo […] En consecuencia, mientras el capital debe, por
un lado, esforzarse por derribar toda barrera espacial, a fin de lograr una íntima
relación, es decir, a fin de intercambiar y conquistar la tierra en su totalidad para
Argumentos globales. Desarrollo desigual 143
«La acumulación del capital […] supone el incremento del proletariado», argu-
mentó Marx (1967 edn.: I, 614) y, efectivamente, la acumulación del capital trae
aparejada forzosamente la acumulación de una creciente fuerza de trabajo. Con
la mayor centralización social del capital, junto con la acción de las economías
de aglomeración, se desarrolla una fuerte tendencia a la localización de la nueva
actividad productiva en expansión en las áreas urbanas. La centralización social
del capital —su mayor concentración en cada vez menos empresas— es una
expresión directa del constante impulso de la acumulación (Marx, 1967 edn.: I,
625-628), y esta centralización social se traduce, en parte, en una centralización
espacial del capital. Si esto ayuda a explicar la explosiva expansión urbana de
los siglos XIX y XX, todavía falta por explicar la diferenciación entre los su-
burbios y las zonas urbanas deprimidas. Esta diferenciación constituye tanto el
resultado de la expansión como el medio a través del cual ésta tuvo lugar.
este proceso de ninguna forma cumplida. A escala regional, sin embargo, al-
gunas regiones industriales previamente desarrolladas, tales como Nueva In-
glaterra, Escocia Central, el norte de Francia o el Ruhr han experimentado un
declive precipitado seguido de algún tipo de reinversión en la segunda mitad
del siglo XX, lo que al menos sugiere una versión moderada de este vaivén.
Este movimiento es quizás más completo a escala urbana y más aun en las
ciudades de Estados Unidos que en otras partes. Aquí reside la importancia
de la gentrificación: una vez que el centro y las zonas urbanas deprimidas se
han desarrollado, y luego han caído en el subdesarrollo, se encuentran nueva-
mente en situación para una activa reurbanización.
Conclusión