De Las Tinieblas A La Luz
De Las Tinieblas A La Luz
De Las Tinieblas A La Luz
Nací como hindú en la India, que quiere decir que crecía en temor de
los espíritus malignos. En mi casa, había muchos ídolos y mi familia se
postraba ante ellos, clamando por protección, riqueza y socorro.
Bañábamos estas estatuas, colocábamos collares de flores en sus
cuellos y dejábamos comida y bebidas ante ellos. Encendíamos
lámparas de aceite e incienso, y hacíamos todo lo que nos enseñaban
hacer para apaciguar a estos dioses. Miraba a mi mamá cumplir todos
los ritos ceremoniales de adoración a favor de nuestra familia. Luego,
me arreglaron un matrimonio y tuve que aprender cómo se hacen
todas las pujas (la adoración hindú) para mi futura familia.
Me casé y comencé a hacer las tareas de una esposa y madre. Era una
hindú buena, pero no me sentía segura y tenía poca esperanza en mi
vida. Las estatuas nunca comían la comida ni llevaban las flores.
Pensé que me ayudarían, pero quedaron callados. Un día una señora
vino y me contó acerca de Dios, que él me ama y quiere tener una
relación personal conmigo. Ella dijo que Dios ha provisto el camino
para que quedemos libres del cargo de nuestros pecados. ¿Vivir sin
temor? Parecía maravilloso. Ella me enseñó que Dios es celoso y que
yo no podía adorarlo a Él y a los ídolos al mismo tiempo. Yo estaba
cansada de servir a los ídolos. Oré para que Dios entrara en mi vida y
la luz apareció. Luz brillante, hermosa, gloriosa.
Hablé con mi esposo. Me golpeó. Dejé de ser una buena esposa porque
rehusé cumplir con todas las oraciones a aquellos ídolos inútiles.
Cuanto más me golpeaba, más oraba. Les conté a otras personas
acerca de este Dios y ellos querían ver la luz también. Luego, aun más
personas siguieron a Jesús. Comenzamos a reunirnos a orar a este
Dios maravilloso quien escuchó nuestras oraciones y llenó nuestros
corazones con amor. Un día mi esposo dijo, “Si tú estás orando, ora
para que yo consiga trabajo”. Nos unimos en oración por la petición de
mi esposo. Dios contestó con un buen trabajo. Mi esposo siguió
golpeándome y tratando de quemarme y aun de electrocutarme por mi
fe. Cada vez, volvía a Dios y pedía su ayuda y misericordia. Nuestro
pequeño grupo de seguidores de Dios comenzó a orar para que mi
esposo dejara de beber. Él era un borracho cruel y esto aumento mi
miseria. Pronto, cada vez que tomaba, vomitaba. Esto le afectó
grandemente y él decidió ir a la iglesia