La Sagrada Tradicion
La Sagrada Tradicion
La Sagrada Tradicion
DEI VERBUM
SOBRE LA DIVINA REVELACIÓN
LA SAGRADA TRADICIÓN
LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA
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La Sagrada Tradición
8. Así, pues, la predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los
libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión
continua. De ahí que los Apóstoles, comunicando lo que de ellos mismos han
recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido o
de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado una
vez para siempre. Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo
necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta
forma la Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas
las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree.
Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia
del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las
palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las
meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas
espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado
recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los
siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se
cumplan las palabras de Dios.
Las enseñanzas de los Santos Padres testifican la presencia viva de esta tradición,
cuyos tesoros se comunican a la práctica y a la vida de la Iglesia creyente y orante.
Por esta Tradición conoce la Iglesia el Canon íntegro de los libros sagrados, y la
misma Sagrada Escritura se va conociendo en ella más a fondo y se hace
incesantemente operativa, y de esta forma, Dios, que habló en otro tiempo, habla sin
intermisión con la Esposa de su amado Hijo; y el Espíritu Santo, por quien la voz del
Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por ella en el mundo, va induciendo a los
creyentes en la verdad entera, y hace que la palabra de Cristo habite en ellos
abundantemente (cf. Col., 3,16).
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Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han
de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.
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CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA
I La Tradición apostólica
75 "Cristo nuestro Señor, en quien alcanza su plenitud toda la Revelación de Dios,
mandó a los Apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de
toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes
divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que Él mismo cumplió y promulgó
con su voz" (DV 7).
La predicación apostólica...
76 La transmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos
maneras:
— oralmente: "los Apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus
instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras
y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó";
— por escrito: "los mismos Apóstoles y los varones apostólicos pusieron por
escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo" (DV 7).
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78 Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo, es llamada la Tradición
en cuanto distinta de la sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella. Por
ella, "la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las
edades lo que es y lo que cree" (DV 8). "Las palabras de los santos Padres atestiguan
la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la
vida de la Iglesia que cree y ora" (DV 8).
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Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismo atestigua el proceso de la
Tradición viva.
El Magisterio de la Iglesia
85 "El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido
encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de
Jesucristo" (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el
obispo de Roma.
86 "El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para
enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del
Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica
fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado
por Dios para ser creído" (DV 10).
87 Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus Apóstoles: "El que a vosotros
escucha a mí me escucha" (Lc 10,16; cf. LG 20), reciben con docilidad las enseñanzas
y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas.