Apuntes Filosofía Del Lenguaje PDF
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El lenguaje y las palabras siempre han impregnado nuestra vida entera. El lenguaje es una
actividad humana libre y de creatividad. Por ello se dice que el lenguaje es un hecho humano
y que es una actividad espontanea, tanto como el pensar. Incluso los niños, a temprana edad, ya
muestran la capacidad simbólica del ser humano al poder transformar todo lo que tocan en signos
y usar realidades para simbolizar imágenes. Esta capacidad es la potencia de universalizar. El
habla no nace de la voluntad, sino que es algo connatural al ser humano. Por ello, el lenguaje
aparece como algo distintivo del ser humano, como lo que hace al hombre capaz de ser el ser vivo
que es en tanto que hombre.
Pero, ¿qué estudia la filosofía del lenguaje? La filosofía del lenguaje estudia la
imbricación entre las palabras, la realidad y las ideas. Estos intentos de comprender la
imbricación atraviesan toda la historia de la filosofía, pero la filosofía del lenguaje actual se ocupa
habitualmente de las expresiones lingüísticas, los enunciados y las oraciones familiares a todos
los seres humanos. Lo más esencial de esta disciplina es que las palabras significan lo que
significan en virtud del modo en el que las usamos y nada más. Aprendemos a usar expresiones
lingüísticas, pero no sabemos exactamente qué es lo que aprendemos cuando las aprendemos.
La filosofía del lenguaje ha estado en el centro de la discusión porque los filósofos han
llegado a pensar que en el lenguaje se encierra la clave para resolver los problemas filosóficos
de la historia de la filosofía. La filosofía del lenguaje prometía resolver los problemas filosóficos
construyendo una imagen más científica del mundo. Por ello Wittgenstein concebía la filosofía
como una técnica terapéutica de disolución de los problemas filosóficos mediante la
clarificación del uso de nuestro lenguaje y como aquella actividad humana que nos proporciona
una comprensión global del mundo y de nosotros mismos. Esto puede implicar que Wittgenstein
percibiese que los problemas filosóficos son insolubles, pero que al mismo tiempo cabe avance
en filosofía mediante el progreso en la comprensión de los problemas. Así, filosofía es el
nombre del inevitable enredo racional, pero a la vez de nuestro afán de claridad intelectual.
Así, para contestar en base a lo dicho, la filosofía del lenguaje es la técnica terapéutica de
disolución de los problemas de imbricación entre pensamiento, realidad y palabras mediante la
clarificación del uso de nuestro lenguaje.
4. Lenguaje y cultura
Por una parte, el lenguaje es un producto cultural, pero por otra, el lenguaje es
condición de la cultura. Por ello se da una relación de intercambio recíproco. El lenguaje,
como actividad libre y producto de esa actividad, constituye un fenómeno cultural. Todo acto
lingüístico es un acto creador que posee las características creadoras del espíritu humano, que es
productor de cultura. También es manifestación de una cultura, pues cada lengua contiene los
saberes, ideas y creencias acerca de la realidad que comparte una comunidad. El lenguaje es la
primera forma de la que el ser humano dispone para fijar y objetivar el conocimiento de sí
mismo y del mundo. Objetivar el mundo es la forma humana de relacionarse con él, y en el
proceso de objetivación interviene el lenguaje de forma decisiva. Además, en cuanto constituye
un saber transmisible, el lenguaje es un hecho cultural. A través de la palabra se transmite la
riqueza de la cultura: los significados del mundo y de las cosas se abren mediante la palabra a
todo nuevo ser humano que entra a formar parte de la sociedad.
Además, el lenguaje es condición de la cultura porque es el lenguaje el que funda la
comunidad. Sin la comunidad lingüística no se podrían realizar actividades humanas comunes.
Es el lenguaje el que hace del hombre un animal político. Las lenguas no sólo son receptáculos
pasivos que se limitan a reflejar una cultura, sino que influyen sobre los individuos.
Russell no tiene propiamente una filosofía del lenguaje, pero sus propuestas se basan
en tesis filosóficas sobre el lenguaje y su relación con el mundo y el pensamiento.
Prescindió de la distinción entre sentido-referencia de Frege y elaboró una teoría
radicalmente referencialista: a cada categoría lógico-lingüística le corresponde una
categoría ontológica. El análisis de la estructura del lenguaje constituye una vía válida
para la comprensión de la estructura de la realidad, porque la realidad tiene una estructura
que es lógica o matemática, por lo que es cognoscible mediante recursos matemáticos.
Las tesis centrales de Russell en su teoría del lenguaje son varias: 1. El realismo
semántico, lo que significa que el significado de una expresión es la entidad por la que
está; 2. Principio de familiaridad, por la que defiende que el significado solo se conoce
por aquél que está familiarizado con la referencia. El significado de una expresión se
aprende cuando se conoce la entidad que dicha expresión sustituye; 3. Hay palabras que
designan realidades que no pueden conocerse por familiaridad. El significado, entonces,
puede conocerse directamente o por descripción; 4. Atomismo lógico, que hace
referencia a esos elementos últimos inanalizables, los componentes últimos irreducibles
de la realidad, y todo lo demás es construcción a partir de ellos.
Hay una correspondencia básica entre lenguaje y realidad. Hay una relación entre
palabras y mundo de nombrar, una de representar el mundo y sus estados a partir de
proposiciones y combinaciones de nombres. El análisis del lenguaje nos descubre la
forma lógica del pensamiento y la realidad, por lo que existe un isomorfismo estructural
entre lenguaje-mundo
El atomismo lógico de Russell es una combinación de empirismo radical y lógica.
Esta teoría sostiene que las estructuras de las frases, en su gramática o sintaxis, guardan
relación con la estructura de los hechos. Por eso, postula una realidad descomponible en
elementos últimos irreductibles mediante un análisis lógico. Tales elementos en los que
la realidad es descomponible no tienen un carácter físico, sino lógico. Existe una
correspondencia entre lenguaje y realidad que se expresa a través de dos relaciones que
ligan el lenguaje con el mundo: nombrar y representar, la relación propia de los nombres
y la relación propia de los enunciados, respectivamente. Del mismo modo que los
enunciados se componen de proposiciones atómicas, la realidad se compone también de
hechos atómicos, porque existe un isomorfismo estructural entre lenguaje-mundo.
Conforme a esto, Russell distingue dos tipos de enunciados: atómicos y moleculares.
Los nombres no representan, sino que tienen como función referir a entidades
particulares, y sólo conocemos las entidades particulares de modo directo, por
familiaridad. El conocimiento de la realidad es reductible a un conocimiento directo de
los componentes de la realidad. Así, hay dos tipos básicos de conocimiento: por
descripción, por familiaridad. Por el primero construimos un conocimiento de las cosas,
y por el segundo se conocen directamente los datos sensibles y se fundamenta el
conocimiento por descripción. Los nombres lógicamente propios designan las realidades
conocidas por familiaridad, y los nombres propios ordinarios nombran objetos
conocidos por descripción. Por último, el referente de las expresiones predicativas es la
propiedad o relación que designan.
El Tractatus es una obra de lógica filosófica que pretende aclarar la naturaleza de las
verdades lógicas y su necesidad. Wittgenstein quiere definir de modo riguroso las
fronteras entre lo lógico y lo empírico. Una de las tareas de este libro es trazar un límite
del pensamiento, o mejor aún, de la expresión de los pensamientos. Ese límite solo puede
ser trazado en el lenguaje, y todo lo que quede al otro lado será sin-sentido, aunque
Wittgenstein reconoce que aquello de lo que no habla es lo importante. Se trata de una
aclaración lógica del pensamiento a través del lenguaje.
La aportación central del Tractatus es su teoría figurativa del significado. Según ella,
una proposición es una representación de una parte de la realidad, de una situación real
o hipotética. Por ello, comprender una proposición es comprender la situación o estado
de cosas que representa. En el caso de ser verdadera, quien entiende una proposición
sabe qué hecho describe, pues su sentido es la situación de la que es figura. El lenguaje
sería la totalidad de las proposiciones, que son figuras de una situación por compartir
con ella la misma forma lógica. Por lo tanto, al igual que en el atomismo lógico de Russell,
en el Tractatus hay una exigencia de isomorfía entre el lenguaje y el mundo. El
constituyente último del mundo son los objetos, que son simples y forman parte de los
estados de cosas. El hecho es la existencia de estados de cosas, y su conjunto es la
realidad.
También destaca que entre los elementos de las proposiciones y los elementos de la
realidad hay una relación isomórfica. Los elementos de la proposición son las constantes
lógicas y los nombres. Las constantes lógicas no representan nada, pero los nombres
representan objetos. Su significado es el objeto en lugar del cual están las proposiciones.
Los objetos a los que se refieren los nombres son algo simple, los últimos constituyentes
de todo, átomos lógicos que se combinan y forman estados de cosas. Su existencia no se
constata por la observación, pues los objetos no son observables. Conocemos su
existencia como producto final de un análisis, por medio de un proceso que nos conduce
a ellos.
8. Wittgenstein: Decir y mostrar. La filosofía. Lo inefable.