Plan Lector Cta
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Ejercicio I
Cuando uno compra un objeto tecnológico nuevo,
compra la ilusión más importante de los tiempos
modernos: la ilusión de la velocidad y de la
ubicuidad.
El objeto promete que, gracias a él, uno puede ser
más veloz y estará conectado con más personas en
más lugares y en diferentes tiempos. Cada objeto con que contribuya a anular más
tiempos y distancias, es decir, que ofrezca una versión más sintetizada del mundo,
va a prevalecer. En un mundo marcado por la velocidad, solo los objetos portátiles,
que se adosan al cuerpo, que se convierten en parte del cuerpo, tienen derecho a
existir. Estos son los objetos que se cuelgan en nuestros cuerpos como un apéndice
y se convierten, en cierto sentido, en nuestros sirvientes y en nuestros amos. Ya se
anuncian dispositivos que se conectarán a nuestro sistema nervioso y que permitirán
acceder directamente, cuando lo queramos, a una pantalla a través de nuestros ojos.
Será entonces cuando llegue la era en la que no usaremos las máquinas sino que
todos nos habremos convertido en una de ellas.
Todos los cuerpos capaces de enviar luz a los otros que los
circundan constituyen focos luminosos o luminares, pero se
reserva la denominación de cuerpos luminosos a los que
emiten luz sin haberla recibido de otros, como ocurre con el
sol y la bujía citada anteriormente, y se dice acertadamente
que los cuerpos luminados a los que reciben su luz de otros,
como ocurre con la luna, que recibe su luz del sol, o con las
páginas de este libro, que devuelven la luz que reciben del
foco que las ilumina.
Existen cuerpos como el aire, el agua en pequeñas masas, ciertos tipos de cristal y
vidrio y otros muchos, que permiten el paso de la luz por su masa y además dejan
ver claramente los objetos a su través estos cuerpos se llaman transparentes y la
propiedad correspondiente es la transparencia. Es claro que la transparencia varía
para su cuerpo dado con el espesor del mismo y depende también de la luz que lo
atraviesa; así, una masa de agua va perdiendo su transparencia cuando crece su
espesor; un vidrio puede dejar pasar los rayos rojos y no los verdes. Cuando los
cuerpos dejan pasar la luz sin permitir que se distingan los objetos a su través se
dicen translúcidos; la propiedad correspondiente es la traslucidez. Se puede pasar
por grados, aumentando el espesor, de un cuerpo transparente a otro traslúcido,
hasta que la traslucidez desaparezca del todo: en este último caso, el cuerpo se llama
opaco.
Un semáforo nos detiene en una esquina. Otro bus se acerca lentamente hasta
quedar paralelo al nuestro; ante mí pasan otras ventanillas con otros pasajeros de
otra comunidad igualmente apática. Pasan dos señoras en el primer puesto. Serán
amigas -pienso-, quizás compañeras de trabajo. Pero no hablan entre ellas. Sigue
pasando la gente detrás de las otras ventanas, mezclando su imagen real
con nuestro reflejo. Creo verme sentado en la cuarta ventanilla del bus que espera
la señal verde junto a nosotros. Es mi reflejo, intuyo; pero no es reflejo: soy yo mismo
sentado en el otro bus. Con temor y asombro, él y yo cruzamos una mirada cómplice,
creo que nos sonreímos más allá del cansancio del día de trabajo. Los dos vehículos
arrancan en medio de una nube de humo negro.
35. Si una persona sustenta su estima personal en lo que dicen los demás,
A) confunde autoestima con heteroestima.
B) demuestra una autoestima suficiente.
C) aplica un carácter realmente fuerte.
D) tiene una autoestima de índole social.
E) revela un análisis correcto de la autoestima.
Solución:
La autoestima encuentra su fuente en uno mismo, basarse en el juicio de otros es
aplicar la heteroestima, la estima de los otros.
Solución:
Una persona verdaderamente fuerte no tiene por qué alzar la voz, de acuerdo con
el sentido del texto.
Respuestas
1) C 2) D 3) C 4) C 5) B
6) D 7) D 8) B 9) A 10) C
11) C 12) B 13) D 14) A 15) A
16) B 17) A 18) C 19) D 20) B
21) C 22) C 23) B 24) A 25) A
26) B 27) C 28) A 29) D 30) A
31) D