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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA DE POSTGRADO

RECUPERACIÓN DEL ROL DE LAS MUJERES POBLADORAS EN


LA HISTORIA DE PUDAHUEL (1965-1989): LUCHAS Y SUEÑOS
POR EXTRAPOLAR

Tesis para optar al grado de Magíster en Estudios de Género y Cultura, mención


Ciencias Sociales.

Karina Virginia Ahumada Pailahueque

Profesora Guía:
Silvia Ana María Lamadrid Álvarez

Santiago de Chile, 2016

I
II

Resumen

La presente investigación realizada por Karina Ahumada Pailahueque y guiada por Silvia
Lamadrid Álvarez, para el grado de Magíster en Estudios de Género y Cultura Mención en
Ciencias Sociales, se titula “Recuperación del rol de las mujeres pobladoras en la historia
de Pudahuel (1965-1989): Luchas y sueños por extrapolar”.
Esta tesis pretende recuperar a las pobladoras desde su ausencia en la historia tradicional,
relevando su carácter histórico, colectivo y/o político, desde un abordaje metodológico
cualitativo, cuya potencia son las voces y memorias de 14 mujeres entre 49-84 años,
residentes del territorio norte y sur de Pudahuel.
De acuerdo a los objetivos se consideraron tres dimensiones de análisis. La primera,
describe hitos relevantes que conforman la historia local en relación a los contextos
sociopolíticos de índole nacional, durante 1965-1989. La segunda, indaga en las formas de
acción colectiva que desplegaron las pobladoras, poniendo énfasis en la experiencia
participativa en la dictadura militar, en tanto allí se construye una “identidad feminista”. Y
la tercera, busca definir el sentido de pertenencia en base al territorio, la influencia de la
familia de origen y la presencia de la pareja en el significado que le atribuyen a su rol en la
historia reciente de Pudahuel.

Datos personales: kv.ahumadap@gmail.com


Palabras claves: Rol, Mujeres pobladoras, Género, Pudahuel, Acción colectiva.
III

Agradecimientos

En pos de reconocer el trabajo investigativo y especialmente el protagonismo de las


mujeres pobladoras en la historia de Pudahuel, es que deseo agradecer a todas aquellas
personas que formaron parte de este proceso tan significativo para mí.
A CONICYT, por financiar mi programa de Magíster otorgándome una beca durante los
dos años cursados, sin este estímulo mi sueño de estudiar en la Universidad de Chile,
formación y especialización no hubiese sido posible.
A Sandra Moreno, Directora de la DIDECO de Pudahuel por la confianza que depositó en
mí como profesional, para desarrollar la primera investigación sobre el rol de las mujeres
en la historia de la comuna (1965-2010). En este proceso, agradezco además a mi amiga y
colega Leslie Rauld, por todas las instancias de pensamiento y discusión en cada fase del
estudio, especialmente por su tolerancia ante mis momentos de estrés y cánticos nerviosos.
También, por la escucha y compañía tanto en situaciones difíciles como agradables de la
vida.
A mi madre y padre, pobladores de Las Barrancas por su comprensión y apoyo
incondicional. Agradezco también a mi hermana y hermanos por creer en mis capacidades
y por entregarme palabras de aliento en los momentos de letargo intelectual.
A Gina García, Ana Castro y Gloria Salinas, feministas populares de Pudahuel, por su
disposición inmediata y ayuda imprescindible para construir esta tesis, también por
adentrarme en el conocimiento de sus luchas en la dictadura militar de Pinochet y
cotidianas. En verdad son mujeres dignas de admirar…
A mi profesora guía Silvia Lamadrid, por la paciencia que mantuvo ante cada una de mis
ideas, dudas e imprecisiones de exploración cualitativa e histórica. También, por integrarme
al trabajo del Núcleo de Investigación en Género y Sociedad Julieta Kirkwood, quienes
hacen un gran esfuerzo por articular y potenciar el interés, los conocimientos y la
experiencia en torno al género. Agradezco la oportunidad y el financiamiento de este
estudio.
Quiero destacar además el soporte de mis amigas Karina Ojeda, Camila Gallardo, Loreto
Tenorio y Tania Monreal que han estado presentes en el curso de esta investigación,
IV

aportando con preguntas, ideas, lecturas, observaciones y acciones concretas desde los
feminismos. Igualmente, a mi compañero Manuel Vásquez que me alentó a seguir adelante
en este desafío profesional.
En honor a las mujeres pobladoras de Pudahuel, que colaboraron amablemente y de forma
desinteresada en esta tesis, especialmente a aquellas que con su conversación sincera y
abierta participaron en los talleres, permitiéndome acceder a sus memorias y experiencias
de resistencia.
V

Índice

Introducción........................................................................................................................................1
1. Antecedentes de la comuna………………………………………………………………………..2
1.1 Las Barrancas (1897-1980)……………………………………………………………................2
1.2 Pudahuel (1981-1989)…………………………………………………………………................5
Problema y fundamentación……………………………………………………………….................7
Objetivos de investigación…………………………………………………………………………..12
Preguntas de investigación………………………………………………………………………….13

Marco Teórico
1. Herstory y género: vestigios de la historia de las mujeres……………………………………….14
2. Mujeres pobladoras: El vínculo de la identidad y el espacio físico………………………………19
3. Acción (es) colectivas (s): Hacia la construcción de los movimientos de mujeres y/o
feministas……………………………………………………………………………………………23
3.1 Componentes de la acción colectiva…………………………………………………................25
4. El contexto nacional (1973-1989)………………………………………………………………..30
5. Acciones colectivas de las mujeres en la dictadura militar chilena (1973-1989)………………...32

Marco Metodológico
1. Enfoque metodológico……………………………………………………………………………40
2. Técnicas de recolección de información………………………………………………................42
3. Universo y muestra…………………………………………………………………….................44
3.1 Criterios de selección de la muestra…………………………………………………………….45
4. Técnicas de análisis o estrategia de análisis……………………………………………………...47

Análisis de las entrevistas y talleres de memoria histórica


● 1964-1972: El sueño de la casa propia……………………………………………………………50
1. Llegada a la comuna……………………………………………………………………………...50
●1973-1976: Las pobladoras se organizan en defensa de la vida………………………..................52
2. Participación……………………………………………………………………………………..52
2.1 Influencia de la familia de origen……………………………………………………………….59
●1977-1981: Las pobladoras comienzan a preguntarse por su problemática específica...................61
VI

●1982-1986: Las pobladoras se movilizan contra la dictadura con sus demandas


específicas…………………………………………………………………………………………...63
3. Protagonismo en movimientos de mujeres y/o feministas…………………………….................65
3.1 Ilegalidad y clandestinidad……………………………………………………………………...69
3.2 Articulación y coordinación…………………………………………………………………….71
●1987-1989: Las pobladoras formulan sus proyectos a la democracia…………………..................76
4. Organizaciones de mujeres: ambivalencias entre el pasado y el presente……………..................79
5. Mujeres emblemáticas…………………………………………………………………................81

Taller I “¿Para qué recordamos y por qué olvidamos?”


1. La importancia de recordar ………………………………………………………………………85
2. Tensión entre recuerdo y olvido……………………………………………………….................89

Taller II “Historia de las pobladoras de Pudahuel (1965-1989)”


1. Hitos de Pudahuel………………………………………………………………………………...92
2. Organizaciones de la época………………………………………………………………………97
3. Movimiento de mujeres y/o feminista…………………………………………………………..100
4. Pobladoras emblemáticas de la comuna………………………………………………………...102

Taller III “Participación y formas de liderazgo de las pobladoras de Pudahuel en dictadura”


1. Participación…………………………………………………………………………………….105
2. Movimiento de mujeres y/o feminista…………………………………………………………..107
3. Liderazgos……………………………………………………………………………................111
4. Dificultades para asociarse……………………………………………………………………...112

Taller IV “Protagonismo de las pobladoras de Pudahuel en la dictadura militar (1973-1989)”


1. Reconstrucción del pasado……………………………………………………………………...114
2. Evaluación del impacto de la dictadura militar………………………………………................119
3. Resistencia……………………………………………………………………………................120
4. Perspectivas de futuro…………………………………………………………………………...125
Conclusiones………………………………………………………………………………………127
Bibliografía………………………………………………………………………………………..139
Anexos……………………………………………………………………………………………..146
Introducción

La investigación que se presenta a continuación, se inscribe en la temática del rol de las


mujeres pobladoras, y su relación con la construcción de la historia de Pudahuel
(mapundungún: pu= entre y dawul= laguna o charca) 1. Este estudio intenta aportar a la
descripción de algunos aspectos importantes dentro de las acciones colectivas que
desplegaron las mujeres en ciertos contextos socio-políticos (específicamente de 1965-
1989) 2, como la definición de hitos, anécdotas o acontecimientos que estructuraron las
luchas de una época, los efectos de la experiencia participativa en su concepción de ser
mujeres, el sentido de pertenencia en base al territorio, la influencia de la familia de origen
y la presencia de la pareja en el significado que le atribuyen a su rol en la historia de la
comuna.
Esta tesis contempla a las pobladoras de Pudahuel, que participan (o participaron) en
diversas organizaciones sociales y políticas dentro de dos territorios que conforman la
actual comuna (Pudahuel norte y sur). Se optó por estos territorios pues existe en ellos una
diversidad de participación que determina un marco importante para comprender la
influencia que tiene tanto en la experiencia participativa de estas mujeres como en la
construcción de la historia de Pudahuel.
La relevancia del estudio está dada tanto a nivel teórico, respecto de actualizar la reflexión
y discusión acerca del rol de las mujeres pobladoras y sus características y énfasis
distintivos; como también a nivel político, puesto que tiene una incidencia directa en cómo
es entendida la historia de Pudahuel por las sujetas que habitan en ella, y cómo ésta cambia
mediante la participación práctica en el contexto histórico en que se materializó

1
Según Wilhelm de Möesbach (1991), hace referencia a las características del paisaje salpicado de lagunas y
tranques que alimentan las aguas de diversos canales y arroyos del sector. Se puede traducir como “Donde se
juntan las aguas” o “Lugar entre lagunas”.
2
En este intervalo de tiempo hay una explosión de organizaciones conformadas principalmente por mujeres,
las que contaron con características específicas y por cierto alternativas a los centros de madres (Toro, 1997).
Como por ejemplo, micro-asociaciones populares que apuntaron a la satisfacción de necesidades básicas y a
la lucha antidictatorial, en que se releva el protagonismo de las pobladoras tanto en su historia personal como
colectiva.

1
2

(movimientos de mujeres y feminista principalmente) y por ende, también en procesos de


recuperación de la memoria histórica.
No obstante, para comprender en qué lugar y contextos históricos se sitúa esta
investigación, es necesario considerar un pequeño bosquejo de la historia comunal, desde
su fundación en 1897 hasta 1989, en tanto hay hitos que definen la conformación del
Pudahuel, así como también rasgos que dan “identidad” territorial y de género en las
pobladoras.
Cabe señalar que entenderemos por Pudahuel a la actual comuna – en términos de límites
administrativos – explicitando cuando se hable de un lugar más amplio o de un territorio en
específico.

1. Antecedentes de la comuna
1.1 Las Barrancas (1897-1980)
La comuna de Las Barrancas, que da origen a Pudahuel, nació el 25 de febrero de 1897, por
el deseo de las y los habitantes que residían en las zonas intermedias de lo que en ese
momento eran las comunas de Maipú y Renca. Según Martínez y Zúñiga (2000), esta
situación estaba motivada, fundamentalmente por la lejanía entre los servicios de las
comunas antes mencionadas y de Las Barrancas. La autoridad de la época, el Presidente
Federico Errázuriz Echaurren, junto con José Víctor Besa Navarro (primer alcalde) crean
un decreto supremo que la divide administrativamente.
A partir de esta separación se establecieron los siguientes límites: por el este, el Camino de
la Cintura, actual calle Matucana; por el norte, el Río Mapocho siguiendo una línea que
llegaba hasta el Cerro Bustamante; por el oeste, el límite iba desde el cerro antes
mencionado hasta la cuesta de Lo Prado; y, finalmente, por el sur, era el Camino a
Valparaíso. Sin embargo, no será hasta finales de la década de 1920 que se consolidarán los
límites oficiales de la comuna.
La historia de Las Barrancas, que deriva de lo que actualmente es Pudahuel, tiene hitos
esenciales que permiten conocer parte de su identidad, como por ejemplo el poblamiento
del sector conocido como “Pueblo Antiguo”, que se ubicaba en la intersección de las
actuales avenidas San Pablo y la Estrella. Esta aldea rural nace en torno al camino a
3

Valparaíso, el cual permitió un aumento significativo del tránsito en la zona, facilitando la


formación de pequeños polos de comercio y bodegaje.
También, el poblado de El Resbalón, pequeño caserío rural que se ubicaba en una zona
cercana al Río Mapocho entre la actual calle Huelen y el Puente Carrascal. Además, de la
fundación de la Parroquia San Luis Beltrán, en la actual avenida San Pablo y calle San
Luis, que contribuyó a la formación de un caserío en su entorno.
A raíz de estos acontecimientos es posible señalar que Las Barrancas no surge a partir de
una fundación oficial como otras ciudades o comunas del país, sino que más bien responde
a la instalación de familias en diferentes poblados ya señalados.
De acuerdo a Martínez y Zúñiga (2000), desde 1897 hasta 1930 aproximadamente, las y los
habitantes de Las Barrancas viven una vida más bien tranquila, sin embargo tienen anhelos
de dejar atrás la ruralidad y consolidarse como una comuna urbanizada. En función de esto,
los alcaldes del período buscan solucionar los principales problemas que afectaban a la
comuna, entre ellos: la locomoción, el bandidaje, el alumbrado público y dar mayor
salubridad.
En ese sentido, en 1935 se consigue extender los recorridos que partían desde Santiago
hasta Las Barrancas ingresando al sector más urbanizado de la comuna, ya que antes de esa
fecha sólo llegaban hasta la Quinta Normal de Agricultura, parque que todavía conserva el
mismo nombre.
Pese a que la comuna experimentó una mayor urbanización y conectividad, no cambió su
fisonomía esencialmente rural. Recién en la década de 1940, con la gran explosión
demográfica se produce una transformación mayor.

“El Censo realizado en 1940 señala que la población de Las Barrancas era de 9.264
habitantes de los cuales un 44% era población urbana y el 56% restante vivía en zonas
rurales. Hacia 1943, el alumbrado público abarcaba la totalidad de la comuna, a lo que se
suma el fin de las obras de pavimentación y empedrado de algunas calles importantes
como San Pablo, La Estrella y San Luis” (Martínez y Zúñiga, 2000: 118-121).
4

No obstante, el arribo de la población que le “sobraba” a Santiago, generó el surgimiento de


las poblaciones José Joaquín Pérez y Serrano, que pese a los avances en materia de
urbanización, no fueron suficientes para albergar a la gran cantidad de personas que
llegaba.
Según estos autores, las personas que quedaron sin hogar, comenzaron a agruparse en
diferentes organizaciones sociales, levantando demandas por viviendas y mejoras en la
calidad de vida, las cuales respondían a la falta de condiciones de urbanización de la
comuna que hacia la década de 1950 se estaba volviendo un problema mayor. El que a
juicio de Milos (2007), se debía principalmente a la venta de los terrenos o loteos, por parte
de individuos o empresas inescrupulosas que entregaban los sitios o las viviendas sin las
debidas obras de urbanización y alcantarillado.
Concretamente, en la década de 1960, se dan soluciones a los problemas de urbanización y
vivienda, sin embargo, en materia de transporte todavía existen carencias. Llama la
atención que en este período histórico se produzcan paradojas, ya que por una parte la
locomoción colectiva no entraba a la comuna, pero por otra se crea la Ruta 68 (que define
un límite entre una zona norte urbanizada y otra rural) y el Aeropuerto Comodoro Arturo
Merino Benítez.
Hacia 1966 seguían existiendo áreas deficitarias en la comuna, las que para Martínez y
Zúñiga (2000), se seguían perpetuando por la gran cantidad de personas que llegaban a
habitar a Las Barrancas. Lo que se puede corroborar además en los datos del Censo de
1960, donde la población comprendía 78.402 habitantes, mientras que hacia 1970 esta cifra
alcanza los 182.612 habitantes.
Es necesario mencionar que la mayor parte de la población que llegó a Pudahuel en la
década de los 60´, forma parte de un plan habitacional impulsado por el gobierno de
Eduardo Frei Montalva, denominado “Operación Sitio” 3, que para efectos de esta
investigación es definido como el punto de inicio e hito histórico fundamental en la
construcción de una identidad territorial y de género en las pobladoras de Pudahuel.

3
Política habitacional, mediante la cual las/ los pobladoras/es tomaban créditos para adquirir terrenos
dotados de urbanización básica, con una instalación sanitaria mínima y mediaguas u otro tipo de viviendas
económicas a familias de escasos recursos y en extrema necesidad de habitación.
5

También, es importante considerar que en esta década la comuna fue parte del proceso de la
Reforma Agraria, donde se expropiaron trece predios, de los cuales sólo tres culminaron la
etapa y los diez restantes fueron devueltos. Lo que generó profundos conflictos sociales
entre los dueños de los terrenos y los inquilinos. Además, tal como destaca Ramón (2000),
se producen emblemáticas tomas de terrenos en la comuna, como por ejemplo la Herminda
de la Victoria (el 16 de marzo de 1967), en que alrededor de 4.000 pobladores/as se toman
un sitio en calle San Pablo.
En el periodo del presidente Salvador Allende (1970-1973) se consolidaron las tomas de
terrenos, y se obtuvieron importantes avances para la comuna tales como alcantarillado,
consultorios, pavimentación y escuelas.

1.2 Pudahuel (1981-1989)


En 1975, bajo la dictadura militar la comuna de Las Barrancas cambia de nombre a
Pudahuel. Según Martínez y Zúñiga (2000), la fuerte presión demográfica, la incapacidad
de la gestión municipal para mantener tan extenso territorio y especialmente la gran
cantidad de personas que iban llegando a la comuna, provocaron que en 1981,
definitivamente se desprendieran de Pudahuel, las actuales comunas de Lo Prado y Cerro
Navia.
La gran cantidad de población que contenía Pudahuel, pese a la separación de parte
importante de ella 4 y que ahora era responsabilidad de otros municipios, hizo que los
problemas asociados a ello perduraran por muchos años más. En ese sentido, es importante
considerar el factor de segregación socio-espacial al cual se vieron sometidos las y los
pobladoras/es, durante el régimen militar producto de las políticas de erradicación.
Los inconvenientes de infraestructura constituyen un contexto de marcado deterioro y
precariedad, tanto en la ordenación como en la re-organización de los territorios de la
comuna (se separan en Pudahuel norte, sur y rural). Lo que impacta negativamente en la
vida cotidiana de sus habitantes, especialmente en las mujeres, ya que justamente es en el

4
Según datos de la Municipalidad de Pudahuel (2005), en 1970 la comuna contaba con 182.612 habitantes,
mientras que en 1982 la comuna baja a 97.578 residentes producto de la separación de las comunas antes
mencionadas, sin embargo sigue siendo significativo el aumento de la población en tan sólo doce años.
6

territorio donde transcurren las acciones colectivas de las pobladoras, se construyen


relaciones sociales, redes de comunicación y solidaridad. De manera tal, que el territorio no
sólo actúa como escenario, sino que también, según sus características, posibilita o dificulta
determinados comportamientos.

Etapas de crecimiento urbano de la comuna de Las Barrancas (1929-1980)

1. Pueblo Antiguo Las Barrancas, 2. El Resbalón, 3. Santa Teresita, 4. Lautaro, 5. Jardín Lo


Prado, 6. Dalmacia, 7. Presidente Roosevelt, 8. Estrella de Chile, 9. Población Cerro Navia,
10. Operación Sitio Pudahuel, 11. Villa Presidente Kennedy, 12. Santa Corina, 13. Parque
residencial Alameda.
7

Problema y fundamentación

Reconstruir la historia barrial es un desafío que se ubica en el marco de un trabajo que no


apela a la simple rememoración o actualización del pasado. Más bien rescatar la historia e
identidad de la comuna implica volver a ubicar y revalorizar los orígenes, el desarrollo
local y cultural, contemplando el escenario social y la expansión urbana que se ha
experimentado en el sector teniendo como eje a sus principales protagonistas (Ahumada y
Rauld, 2013).
Esta reconstrucción histórica, social y cultural de la comuna de Pudahuel, pretende ser un
rescate de información desde la vivencia de las mujeres, ya que son ellas las principales
actoras sociales de este proceso. Así se intentará describir las raíces culturales y sociales de
la acción colectiva de sus pobladoras, como también de los contextos socio-políticos en que
se desarrolló la comuna (1965-1989): Por una parte, en tanto mujeres (identidad) y por otra,
respecto al rol que cumplen en la historia de Pudahuel (especialmente desde un punto de
vista organizativo).
Han pasado tres décadas desde que se dieron a conocer los primeros estudios relacionados
con la historia de las mujeres pobladoras en Chile. Se iniciaba un proceso de
reconocimiento de las mujeres como sujetos de análisis con especificidades propias 5. Luego
de una revisión de la bibliografía histórica sobre mujeres y género se ha podido constatar
que existe un gran número de investigaciones. La mayoría de los estudios (Avello 1989;
Campero 1985; Chateau y Pozo 1987; Espinoza 1985; Melucci 1989; Palestro 1991;
Serrano 1988; Giusti 1971, Valdés 1989, entre otros), reconocen los espacios económico,
social, cultural, político, etc., como lugares de presencia femenina. En estos, también se
contemplan sus características específicas, como de clase, edad, etnia, religión, entre otras.
En pos de mostrar que hay mujeres diferentes y condicionadas por situaciones y posiciones
también diversas.
A pesar del número elevado de estudios respecto a la historia de las mujeres en Chile, se
puede confirmar que existen temas que han sido objeto de una mayor atención, como el

5
En el caso de las pobladoras, generalmente las características apuntan a una doble discriminación: de género
y de clase.
8

caso de las familias y las representaciones e imaginarios y, por el contrario, hay temas que
requieren de una revisión actual y mayor profundización en el análisis desde ópticas
diferentes, como las formas de acción colectivas de las mujeres pobladoras. En que se
pueden destacar por ejemplo: la lucha por la vivienda, el acceso a la educación,
mejoramiento de la calidad de vida, la incorporación al mundo laboral, entre otros aspectos.
Generalmente los estudios han seguido una trayectoria de rescate de la presencia de las
mujeres en diferentes etapas históricas, pero no dentro de una línea de investigación con
perspectiva de género, es decir, en términos de evidenciar que la historiografía oficial ha
reducido las actividades protagonizadas por mujeres (especialmente de sectores populares
marginados y subordinados) sólo a lógicas del sostenimiento de la vida (sobrevivencia), y
ha invisibilizado la capacidad de un colectivo para reproducirse como tal, en tanto ha
ignorado que la experiencia participativa, no responde únicamente al desarrollo de prácticas
potencialmente políticas, sino que además tiene implicancias culturales, ya que modifica su
concepción de ser mujer(es). Además, de involucrar procesos de recuperación de la
memoria histórica de parte de un grupo(s) para generar cambios que van más allá de lo
económico.
En esa dirección, esta investigación busca recuperar a las pobladoras desde su ausencia en
la historia tradicional, relevando su carácter histórico, colectivo y/o político 6. Para ello, es
importante considerarlas en la fortaleza de su “principio de proyecto” 7, que es reflejo
también de la historia de las organizaciones sociales como: centros culturales, centros de
madres, clubes del adulto mayor, clubes deportivos, juntas de vecinos, comités de
allegados, agrupaciones indígenas, colectivos, etc.
Al respecto, es importante mencionar que durante la dictadura militar (1973-1989) el
accionar de las mujeres pasó a ser más visible para el resto de la sociedad: la persistente
lucha por la subsistencia no sólo se desarrolló en el espacio privado, sino que también en el

6
La forma de “hacer política” de las mujeres es diferente a la de los hombres, no porque tengan
características especiales sino porque la tradición política femenina se ha construido en la periferia, en la
indiferencia de la historia oficial.
7
Así definía Kirkwood (1982) al “movimiento de mujeres”, entendiéndolo como un conjunto de actoras
individuales y colectivas que asumen una identidad común y elaboran un proyecto de cambio social a partir
de un accionar transformador. Proyecto que en la mayor parte de las ocasiones no se encuentra elaborado o
previamente definido.
9

espacio público, en la medida que la satisfacción de las necesidades básicas pasaban por la
colectivización de los problemas inmediatos y a la vez por soluciones que requerían
formularse también en lo colectivo.
Así fue como las mujeres “salieron a la calle” en defensa por la vida, articulándose y
constituyéndose en actoras preponderantes de la resistencia al régimen militar, en que las
pobladoras de Pudahuel no fueron la excepción.
En ese sentido, las mujeres pobladoras desde sus relatos y experiencias de vida son
fundamentales para armar y rearmar la reconstrucción histórica de una comuna como
Pudahuel, que se caracteriza por ser una de las comunas más antiguas de Santiago (118
años) 8 con un marcado rasgo popular. Asimismo, la visión de lo femenino vendría a
conferir sentido y trascendencia a las generaciones más jóvenes, relevando su importancia y
riqueza tanto para sus habitantes como para la sociedad.
Por ende, el desafío metodológico requiere traspasar la periferia de sus vidas e intentar dar
con el centro, con los elementos claves, lo sustancial, a través de sus propios discursos que
se inscriben dentro de un proceso histórico nacional contado en clave de totalidad
(movimiento de mujeres y feminista) y reconociendo una periodización que busca
resignificar los recortes temporales y espaciales. En tanto, la comuna es el espacio donde
transcurre la vida cotidiana de las mujeres, se evidencian las relaciones sociales, se
manifiesta el rol doméstico y reproductivo, surgen iniciativas de asociación colectiva para
resolver las carencias vitales, se buscan alternativas de desarrollo personal que las
enriquecen a ellas y a su entorno, donde se encuentra el principio de identificación y su
capacidad para no reducirlas.
Pese a que esta sociabilidad se ha visto restringida por fenómenos como la drogadicción y
la delincuencia, con el consecuente debilitamiento de los lazos que unen a los individuos
con su territorio, existe un tránsito constante por el espacio público de la población y/o el
barrio que es interesante de reflexionar, ya que el modo en que hombres y mujeres utilizan
el territorio daría cuenta de comportamientos y hábitos que expresan discriminación de
género, en especial cuando se transita de forma individual y no como organización. Al
respecto Ruiz, Solano y Zapata (1998), señalan que el uso que hacen las pobladoras del
8
Para mayor información de la comuna, véase páginas 2, 3, 4 y 5.
10

espacio público, se tolera en la medida en que sea una proyección de las labores que
realizan en los espacios privados-domésticos. Así, sin su participación en una(s)
organización(s), la jornada cotidiana de una pobladora contempla una escasa ocupación del
espacio barrial, estrechamente relacionada a las tareas asignadas por el rol tradicional de
madre y esposa. De manera tal que se percibe una circulación, más que un “apropiamiento”
de los espacios públicos de la población. En estas circunstancias, para las pobladoras la
participación en instancias organizativas tiene como consecuencia directa una mayor
ocupación y apropiación del territorio.
En relación a lo anterior, Sabatini (1995) sostiene que a medida que los niveles de
participación y compromiso con la organización aumentan, se intensifican los
desplazamientos al interior del espacio, formándose nuevas relaciones de intercambio con
distintos agentes de la comunidad poblacional, entre ellos la Junta de Vecinos, el
municipio, la iglesia, etc. Mientras que Massolo (2003) señala que la participación
femenina en el espacio local es una proyección del rol doméstico sobre el espacio público,
ya que en estricto rigor no se eliminan las desigualdades de género. Por ende, la
participación de las mujeres se limitaría a las necesidades básicas de la familia y de la
comunidad, mientras que la participación de los hombres se reserva en los cargos de poder
político en las organizaciones sociales y el gobierno local (en este caso municipal).
Así, tomando en consideración todo lo enunciado, la pregunta eje de esta investigación es:
¿Cuál es el discurso que elaboran, a partir de su propia experiencia, las mujeres pobladoras
de Pudahuel (entre 49-84 años), sobre su rol en la historia reciente de la comuna (1965-
1989)?
Es importante mencionar que el período histórico de esta investigación (1965-1989) fue
definido a partir de la información que se pudo recabar con diez pobladoras informantes
claves 9, las cuales indicaron que se trata de un momento de demandas sociales intensas en
Barrancas. Además de precisar que éste se extiende hasta el año 1989, porque se parte del
supuesto que durante la dictadura militar se cristalizan movimientos sociales de mujeres y

9
Las informantes claves escogidas, son parte del “Programa Recuperación Histórica del Rol de la Mujer en
Pudahuel (1965-2010)”, perteneciente a dicha Municipalidad. Investigación que fue el primer acercamiento
que tuve como Socióloga con las pobladoras de la comuna, la que además sirvió como directriz de esta tesis.
11

feministas (opositores) a nivel país, en que se visualiza el accionar de las pobladoras 10 tanto
al interior de esos movimientos como a nivel comunal.

Documental “Herminda de la Victoria”, 1969

10
A finales de la década del 70´, surgen diversas agrupaciones de pobladoras, tales como: Las Domitilas, Las
Siemprevivas, el Frente de Liberación Femenina, el Movimiento de Mujeres Pobladoras (Momupo), entre
otras. Quienes dotaron al feminismo chileno de un carácter estrictamente popular y además generaron una
explosión de conciencia de género en las mujeres pobladoras a nivel local.
12

Objetivos de la investigación

Objetivo General

Aportar conocimiento a la academia y a la Ilustre Municipalidad de Pudahuel, sobre el rol


de las mujeres en la historia reciente de la comuna (1965- 1989), a partir del discurso de sus
pobladoras (entre 49-84 años).

Objetivos Específicos

1. Describir los elementos centrales (hitos, anécdotas y acontecimientos históricos),


entre los años 1965-1989, a partir del discurso de las pobladoras de Pudahuel.

2. Describir las formas de acción colectiva de las pobladoras de Pudahuel, entre los
años 1965-1989.

3. Definir la influencia que le atribuyen las pobladoras de Pudahuel al territorio, la


familia de origen y la presencia de la pareja en el rol que ellas tuvieron en la historia
de la comuna.
13

Preguntas de investigación

Pregunta General

¿Cuál es el discurso que elaboran, a partir de su propia experiencia, las mujeres pobladoras
de Pudahuel (entre 49-84 años), sobre su rol en la historia reciente de la comuna (1965-
1989)?

Preguntas Específicas

1. ¿Cuáles son los elementos centrales (hitos, anécdotas o acontecimientos) que las
pobladoras de Pudahuel, definen en la construcción de la historia de la comuna entre los
años 1965-1989?

2. ¿Cuáles son las formas de acción colectiva de las pobladoras de Pudahuel, entre los años
1965-1989?

3. ¿Qué influencia atribuyen las mujeres pobladoras al territorio, la familia de origen y la


presencia de la pareja en el rol que ellas tuvieron en la historia de la comuna?
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Marco Teórico

1. Herstory y Género: vestigios de la historia de las mujeres


A partir de los años 60´ se creó el neologismo herstory o herstoria, un concepto que
reinterpretaba el significado de la palabra historia, que viene del griego íστορία, que
significa investigar, entender, y a su vez de ïστωρ (hístor), experto. El término “herstory” o
“herstoria”, utiliza un juego de palabras que cambia el pronombre “his” (de él) por “her”
(de ella). La epistemología feminista utiliza el término “herstory” para hacer referencia,
especialmente, a la crítica de la historia documentada y rescata, tanto las experiencias
cotidianas de las mujeres (ya sean individuales o colectivas), como su incidencia y
transformación en todos los ámbitos de la vida social, política, cultural o económica.
Una de las primeras obras en las que aparece plasmado este concepto, en inglés,
es Sisterhood is powerful, publicado en la década de 1970 por Robin Morgan, poeta
americana, escritora, teórica feminista, activista y periodista. El grupo WITCH 11 (Women’s
International Terrorist Conspiracy from Hell) también lo utilizaba en sus acciones y escritos
durante aquellos años. Y en 1978, Casey Miller y Kate Swift volvieron a hacer referencia a
él en Words & Women, entre otras.
Así mismo, los estudios de las mujeres se preocuparon por su invisibilidad analítica en los
distintos campos del saber. Esto significó explorar en fuentes poco usadas, como también
recuperar a mujeres que habían sido "ocultadas" por la historiografía tradicional. El punto
de partida fue mostrar que las voces que narran o han narrado la historia han sido
principalmente masculinas, y que lo registrado por estas voces transcurre generalmente en
el espacio público.

“Las feministas argumentan que las epistemologías tradicionales excluyen


sistemáticamente, con o sin intención, la posibilidad de que las mujeres sean sujetos o

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Era el nombre que utilizaban grupos feministas, formados en EEUU, durante 1968 y 1970. Quienes
sirvieron como referentes para el desarrollo del feminismo radical. La sigla WITCH (en español, BRUJA)
simbolizaba la rebeldía, independencia, sabiduría, sororidad, etc. Estos colectivos se dieron a conocer como
"La Mujer Inspirada para Contar su Historia Colectiva", y también por "Mujeres Interesadas en Destruir las
Vacaciones de Consumo”, entre otras vertientes. Véase http://info.nodo50.org/W-I-T-C-H-Brujeria-y-
feminismo.html
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agentes del conocimiento, sostienen que la voz de la ciencia es masculina y que la historia
se ha escrito desde el punto de vista de los hombres (de los que pertenecen a la clase o a la
raza dominantes); aducen que siempre se presupone que el sujeto de una oración
sociológica tradicional es hombre. Es por eso que se han propuesto teorías
epistemológicas alternativas que legitiman a las mujeres como sujetos de conocimiento”
(Harding, 2002: 8).

Cabe preguntarse entonces ante la ausencia de las mujeres en la narración histórica. Siendo
que tal como menciona Illanes (2012), no ocurre así en la literatura, ni en la representación
artística o monumental, en que el protagonismo de las mujeres del pueblo, de diosas,
vírgenes, damas y de diferentes rostros y condición, han sido fundamentales para
representar y ritualizar la vida, el amor, la naturaleza, la belleza y la (pro) creación. Al
parecer, la narración histórica se ha constituido en otra área del conocimiento, distante de
estos temas y cultos de la vida; específicamente, en el mundo de la guerra (ejecutada por
hombres).

“No es extraño, entonces, que las mujeres con el fin de ser notadas en su protagonismo y
para inaugurar su representación narrativa y entrar a la escena histórica, hayan debido
hacerse de guerreras, tomando armas de combate cual soldadas; pero lo hicieron sólo en
el momento en que históricamente aprendieron a usar armas que estaban al servicio de la
vida- su interés primordial- y no de la muerte. Esa arma moderna, la prensa, las mujeres,
especialmente las obreras chilenas, también quisieron saber usarla, como los varones
obreros, y lo hicieron hace ya un siglo” (Illanes, 2012:10).

Sin embargo, como ya se ha mencionado, permanecieron ocultas de la narración


historiográfica, que estaba más concentrada en los “hechos guerreros” que en las “ideas
aguerridas”, hasta que las feministas (no sólo historiadoras) se interesan por cómo escribir
una historia de las mujeres chilenas, en cómo darles voz y narrar un pasado en que
aparentemente no aparecían.
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En ese sentido, los estudios de las mujeres en la historia, plantean nuevas preguntas, han
abierto nuevas fuentes y nuevos métodos de investigación, lográndose así una visión más
compleja y completa del pasado.
Pero además de esta perspectiva, la introducción del género como categoría para el análisis
histórico da un paso adelante. Dicho concepto, tiene su origen en las indagaciones de
Stoller y Money sobre las disfunciones sexuales. La pregunta que ellos se formularon
estuvo vinculada al hecho de que habiendo las mismas disfunciones en los individuos, cada
uno definía su identidad de manera distinta. De ese modo, descubren que las identidades de
mujer u hombre, en los casos estudiados, dependía más de la socialización y de la identidad
asignada por los progenitores que de los datos biológicos.
Con este hallazgo, plantean una distinción conceptual y afirman que existe una diferencia
entre sexo y género. El primer término alude aquello fisiológico, biológico, innato y
hereditario de ser macho o hembra, mientras que el segundo concepto apunta al aprendizaje
y a la construcción sociocultural que hacemos de las diferencias sexuales.
Así el advenimiento del concepto género en las ciencias sociales provocó cuatro rupturas
epistemológicas respecto a la posición de las mujeres en las distintas sociedades humanas:
En primer lugar supuso la idea de variabilidad, puesto que las definiciones en torno a ser
mujer u hombre (entre otros géneros) cambian de cultura en cultura. En segundo lugar,
configura una idea relacional ya que trata de mostrar los distintos tipos de relaciones tanto
de subordinación, dominación, igualdad y complementariedad entre los diferentes géneros
y entre un mismo género. En tercer lugar, se basa en el principio de la multiplicidad de
elementos que constituyen la identidad del sujeto, en tanto el género es experimentado y
definido de modo particular según clase, raza, edad, creencias religiosas, etc. De esta
forma, será necesario tener en cuenta que el género como categoría de análisis no es
suficiente, puesto que tiende a unificar a todas las mujeres en la medida que la raza o la
clase las diferencia y en algunos casos hasta las divide. Como sostiene Jaiven (2002), el
género, la clase y la raza crean una matriz de relaciones sociales desiguales y por ello es
imprescindible examinar el funcionamiento de esta tríada para construir una identidad
social.
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Por último, aparece la idea de posicionamiento enfatizando que el género como distinción
cultural se desenvuelve en un contexto histórico, político y económico específico, de ahí el
interés por la diversidad de relaciones y desplazamientos que experimentan los individuos
al interior de las jerarquías.

“Así por ejemplo, una mujer de algún país latinoamericano, profesional de clase media,
casada, atravesará por distintas posiciones en un mismo día: puede estar en una relación
de subordinación con su esposo; pero de superioridad frente a su empleada doméstica;
luego en el trabajo está en una posición superior a la del estafeta y el secretario; en
igualdad con sus pares y en subordinación con su jefe, etc.” (Montecino, 1997: 22).

De esta forma, la categoría de género comenzó a ser recuperada y reelaborada, integrando


nuevos contenidos. Al respecto, Gayle Rubin (1986) nos dirá que las relaciones entre sexo
y género conforman un “sistema que varía de sociedad en sociedad”, estableciendo que el
lugar de la opresión de las mujeres, de las minorías sexuales y de ciertos ámbitos de la
personalidad humana, se hallan en el sistema sexo/género, definiéndolo preliminarmente
como “un conjunto de disposiciones por los cuales una sociedad transforma la sexualidad
biológica en productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades
humanas transformadas” (Op. Cit: 97). Para esta autora, entonces el sexo se establece
culturalmente y la subordinación de las mujeres es producto de las relaciones que organizan
y producen el género.
En ese sentido, el sistema sexo/género otorga una posición diferenciada, manifiesta en
relaciones desiguales de poder, con características de exclusión y discriminación de las
mujeres (especialmente), en distintos ámbitos de la vida social. Desde esta concepción, el
sistema de género es entendido como un sistema de poder, que se estructura y se ejerce en
espacios de prestigio.
En pos de encontrar una explicación al papel secundario de las mujeres en la sociedad,
Ortner (1996) retoma la dicotomía Naturaleza/Cultura, planteada por Levi-Strauss;
señalando que esta división conforma el tipo de relaciones genéricas, en tanto las
sociedades tienden a asociar a la mujer a la naturaleza (principalmente por su fisiología,
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amamantamiento y ciclo menstrual) y al hombre a la cultura (ya que aparece creando


tecnología y símbolos).
Tomando como base esta división simbólica, se realiza la asignación y distribución de roles
sociales, además de la demarcación de espacios en que los distintos géneros se
desenvuelven. Así la mujer será la encargada de la crianza, alimentación y cuidados, en la
esfera doméstica, mientras que el hombre será el encargado de proveer y cumplir con las
funciones política-económicas, en el espacio público. Por ende, de la gran matriz
naturaleza/cultura constitutiva de las ideologías de género, se van organizar y desprender
oposiciones binarias: masculino/femenino, mente/cuerpo, razón/pasión, público/privado,
afuera/adentro, arriba/abajo, etc.
Es importante considerar que estas ideologías de género pretenden producir “efectos de
verdad” (Foucault, 1992:92), es decir aparecen como verdades universales e irrefutables,
pese a que son producidas históricamente y por lo tanto modificables. Nos advierte este
autor, que las verdades acerca del género, al igual que otras verdades no se imponen por la
fuerza, sino a través del saber y los discursos que generan “política de verdad”, que circulan
a través de los aparatos del Estado como la educación, los medios de comunicación, las
instituciones religiosas, entre otras, cada una con un régimen de verdad.
Por lo tanto, el análisis de la diferencia sexual debe ser contextualizado, para lograr una
historicidad y una deconstrucción de la oposición binaria, capaz de comprender el género
como una categoría analítica. Ya que tal como nos señala Joan Scott (1986) “necesitamos
considerar tanto los sujetos individuales como la organización social, y descubrir la
naturaleza de sus interacciones, porque todo ello es crucial para comprender como actúa
el género, cómo tiene lugar el cambio” (Op. Cit: 288).
Entonces el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, siendo la forma
primaria de relaciones significantes de poder. Para Scott, estas relaciones se encuentran
inmersas en un sistema de jerarquías y escala de valores entre los sujetos (estableciendo la
relación subordinación-dominación).
Además nos dice que las percepciones compartidas socialmente a través de las cuales se
construye el género se basan en cuatro elementos: los símbolos culturales comunes que
evocan representaciones sociales, los conceptos normativos que propician interpretaciones
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del sentido de esos símbolos, las instituciones sociales y organizaciones y, finalmente, las
identidades subjetivas.
Por tanto, si entendemos el género como una categoría ligada a las relaciones sociales, al
poder y a los saberes. Concibiendo a estos últimos como aquellos discursos que circulan a
modo de verdades en diversos ámbitos, produciendo relaciones de poder en las sociedades.
Las relaciones de género estarán en permanente tensión, conformando una lucha política
que intentará provocar nuevas relaciones de poder que superen las ya existentes.
Así desde la historicidad, las relaciones de género no pueden referirse a conceptos
universales, ya que éstas se desarrollan en una estructura social establecida, cuyas
contingencias históricas son necesarias de considerar. Por ello, Salazar y Pinto (2002)
señalan que las relaciones de género están inmersas en un entramado social que incluye al
mercado y el estado, además de configurar el contexto en el cual se van desenvolviendo
dichas relaciones. De esta forma es relevante una interpretación histórica del género que
integre tanto las coyunturas epocales y los contextos, como también la pertenencia a una
clase social, la institucionalidad vigente, la producción y el mercado, además del empeño
de mujeres y hombres para transformar el sistema de dominación más allá del género.
Tomando en cuenta los aportes de la herstory y de la categoría de género desde un enfoque
histórico-cultural, esta investigación trabajará de manera integrada ambas perspectivas,
puesto que han logrado reconciliar el interés de otorgar presencia histórica y cultural a las
mujeres, dar voz a aquellas que son marginadas por condición de clase, etnia, edad, entre
otras. Y, al mismo tiempo, valorizar su cultura hablada, que en palabras de María Ramos
implica “reconocer que la palabra es portadora de su propia historia como símbolo y
vehículo de comunicación, y de una historia más amplia que responde al proceso histórico
de cada sociedad” (Ramos, 1993:140).

2. Mujeres Pobladoras: El vínculo entre la identidad y el espacio físico


En base a estas perspectivas es que surge el interés por las mujeres pobladoras y su rol en la
historia de Pudahuel, intentando concebir a la población como un espacio distante de la
segregación social y la discriminación, sino más bien en uno de acogida y estímulo, cuyo
eje son los procesos de construcción de identidad, específicamente de las mujeres
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Barranquinas y/o Pudahuelinas, pues generalmente olvidamos que el espacio es


protagonista, en el sentido de que es experimentado, no está “afuera” ni constituye una
referencia estática. La creación espacial expresa valores y prioridades, muestra usos y
vivencias, que son diferentes para los géneros. Precisar entonces de qué mujeres y espacio
estamos hablando, junto con cuáles son los ámbitos en que convergen, es un asunto que
debemos explicitar.
Una de los aspectos que permiten caracterizar a las mujeres pobladoras (especialmente
aquellas dueñas de casa o trabajadoras esporádicas) es que su identidad se construye en
torno a la maternidad (Rodó, 1991). La maternidad, ciertamente es mucho más que una
función biológica: es una condición que otorga a las mujeres reconocimiento social y
sentido a sus vidas. En medio, de condiciones de vida adversas, producto de carencias,
pobreza, explotación y violencia, la maternidad dignifica, enaltece y permite a las
pobladoras reconocimiento y estatus social.
La maternidad así, se constituye en un ideal, en un deber ser. Refuerza esta situación el
modelo mariano predominante en nuestra cultura latinoamericana mestiza (Montecino,
1990). Allí se encierra y encarna el simbolismo, que se manifiesta en las percepciones y
representaciones de su rol y proyectos de vida.
Pesada mochila, si se considera que las mujeres difícilmente logran alcanzar o satisfacer su
ideal maternal. Buscan ser “buenas madres”, tratando de apegarse al modelo que la cultura
ha construido: el servicio para los otros, distintos motivos: los hijos, los enfermos, el esposo
o cónyuge, la población, etc. Son algunos ejes donde las pobladoras desarrollan su rol
“maternal”.
Para ellas, esto generalmente significa, entrega, trabajar gratuitamente, a cuenta de su
condición de madre-mujer, y en situaciones extremadamente duras o sacrificadas: sin
colaboración doméstica, alimentación adecuada, salario, previsión, sin tiempo para el
descanso. Tal como indica Valdés (1988), la función de servicio se naturaliza y, por ende,
es exigida y autoexigida: deben realizarla a cuenta de su propia “naturaleza”. Deben, así
obviar su condición de mujer-persona.
Podrían enumerarse un sinnúmero de situaciones en que la función de ayuda, compromiso y
entrega, están simbólicamente en los actos y prácticas cotidianas de las pobladoras. Lo que
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no es necesariamente negativo en sí; sino que es “cuestionable” en la medida que esta


actitud maternal muchas veces es invasora y al mismo tiempo genera intereses y
necesidades movilizadoras en las mujeres. De allí, entonces su fuerza, dignidad y poder
para aprovechar recursos, relaciones sociales, y crear estrategias que les permitan
maximizar el consumo de ellas y sus familias (Valdés y Weinstein, 1993). Pero también,
está la otra cara, el cansancio, la tristeza y el miedo. Cuya sensación, se manifiesta al sentir
que poseen un “poder” que proviene de su condición de mujer y madre, pero que es
encasillado en una función biológica y social, en un modelo que se presenta como
inmutable. Por ello, cuando se intenta describirlas, emergen oposiciones binarias. Está por
un lado, el agotamiento, la tristeza y por otro se encuentran la fuerza y la dignidad.
En estas divisiones, sutilezas y recovecos, tenemos que buscarlas. Dado que, la doble
opresión (de género y de clase) no explica por sí misma las características de las mujeres
pobres. La condición de pobreza y de mujer se viven y se desarrollan de modo particular.
La pobreza como tal, expresada en la carencia de bienes y servicios que permitan satisfacer
las necesidades materiales y culturales básicas para la existencia, condiciona a las
pobladoras ya que las sitúa en el ámbito de la sobrevivencia, desafío que deben resolver
cotidianamente. De este modo, su participación social está impulsada en gran medida por lo
inmediato y lo urgente; en este caso, la reproducción de la vida.
Sin embargo, estas limitaciones y privaciones no las convierten en seres pasivos,
adaptativos o únicamente dependientes de agentes externos. Por el contrario, se percibe en
ellas tanto la voluntad de modificar su condición de vida y su entorno social, como de
integrar en estas búsquedas alternativas de desarrollo personal que las enaltecen en
términos individuales y colectivos (Valdés y Weinstein, 1993).
La participación local de las pobladoras es esencial en la solución del problema de la
subsistencia, ya que “Abre posibilidades de cambio en la situación de vida, tanto individual
como colectiva, indispensables para emprender procesos de autodesarrollo. Una expresión
de esto, es la llamada ‘reciprocidad social’ o redes de solidaridad, conductas esenciales y
que son consideradas como un virtual sistema de seguridad social” (Sabatini 1995:17).
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Por otra parte, es importante señalar que el trabajo colectivo fortalece la identidad
territorial, desarrollando y potenciando el sentido de pertenencia con el espacio habitado,
que se manifiesta por ejemplo en la voluntad de organizarse para lograr mejoramientos en
la población. De hecho, Ruiz, Solano y Zapata (1998), nos dicen que las organizaciones
ofrecen un importante espacio para el desarrollo personal y de la comunidad. De esa
manera, las instancias organizativas hacen posible un “empoderamiento” en la medida en
que la comunidad comienza a desplegar un tipo de participación capaz de ejercer presión
sobre las autoridades locales.
En ese sentido, la dinámica de la participación hace posible que la identidad basada en la
maternidad, se matice, ya que las pobladoras poseen otra actividad o centro lo
suficientemente importante en sus vidas. Además de configurar una nueva relación con el
espacio, en la medida que aumentan significativamente las actividades que realizan fuera
del hogar.
El vínculo por tanto entre las pobladoras y su entorno espacial, no se constituye en un
elemento neutro y ajeno a su ser social. La población es un espacio físico que puede
constituirse en una dimensión de cambio en las relaciones y conductas de las y los
sujeta/os, de manera tal que supera el carácter de “mero escenario”.

“La estrecha relación social entre las mujeres y el espacio local no significa que esa
relación esté determinada, exclusivamente, por la urgencia de satisfacer las necesidades
básicas de bienes y servicios para la familia y el mejoramiento de las condiciones de vida
en el hábitat. Significa al mismo tiempo, la voluntad y aspiración de nuevas experiencias
de sociabilidad y participación en la esfera pública, adquirir autoestima y poder salir del
encierro doméstico. El formidable protagonismo femenino en los espacios locales de la
pobreza latinoamericana ha tenido, y mantiene, serios rasgos y costos físicos, emocionales
y morales, pero no es una visibilidad de víctimas sino de la fuerza social capaz de influir y
transformar las condiciones de vida en el plano individual y colectivo” (Massolo, 2003: 5)

Asimismo, el vínculo con la población está fuertemente influenciado por distintos factores
históricos, sociales y culturales de la comuna. El ejercicio de habitar un espacio no es tan
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ajeno a lo afectivo y a los sentidos de pertenencia, más aún si quienes habitan una
población determinada han sido protagonistas de su construcción, como ocurre con aquellas
mujeres que participaron de niñas en las tomas de terrenos o que llegaron siendo pequeñas
al sector en que todavía habitan, donde han transcurrido episodios fundamentales en sus
vidas, como el nacimientos de sus hijos/as, la constitución de matrimonios, etc. En este
marco, la historia de la población y de la comuna está estrechamente relacionada a sus
identidades individuales y colectivas.
Respecto a las identidades colectivas, Valencia y Zemelmann (1990) señalan que “la
conformación de esta identidad implica una transformación de las identidades individuales
y su resignificación en una identidad mayor. De esta forma lo colectivo, lejos de ser un
agregado de individuos, se convierte en un espacio de reconocimiento común que
trasciende a cada uno de ellos” (Op. Cit: 96).

Entendida de esta forma, la identidad se construye por las mismas mujeres pobladoras,
derivada de su posicionamiento ante sí mismas y ante su población. En base a esta relación
entonces, no podemos pensar la identidad como una esencia preexistente o fija, sino como
un proceso que se afianza en una historia compartida.

3. Acción(es) colectiva(s): Hacia la construcción de los movimientos de mujeres y/o


feministas
Cuando en ciencias sociales se habla de acción colectiva generalmente se hace referencia a
todas aquellas acciones conjuntas que se llevan a cabo en pos de lograr unos intereses
comunes y/o que tienen como objetivo resolver un conflicto preexistente. Para la
consecución de estos objetivos e intereses se llevan a cabo una serie de prácticas de
movilización específicas, influyendo a su vez en la distribución de poder o en la toma de
decisiones públicas.
Uno de los aspectos que ha llamado más la atención sobre este tema, apunta a como las
personas llegan a ponerse de acuerdo para actuar colectivamente, puesto que en el
desarrollo de ese acto muestran las características organizativas y las estrategias
desplegadas en el proceso de la movilización social. Otro aspecto abordado tiene relación
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con la pregunta sobre el por qué se organizan las personas, de las cuales han surgido
respuestas de tipo causal y estructural de la sociedad, así como argumentos que evidencian
la permanencia de un conflicto en la vida cotidiana. Y un tercer aspecto de análisis se
enfoca en las motivaciones, la construcción de una identidad colectiva, los usos del
lenguaje y marcos de significación, momentos históricos particulares y los elementos de la
estructura política y social que influyen para concretar la acción colectiva.
En ese sentido, es importante señalar que esta investigación entiende por acción(es)
colectiva(s) aquellas acciones que van más allá de la subsistencia, en pos de mostrar
algunas situaciones de la vida, con las cuales se enfrenta un conflicto o situación injusta
(Gamson, 1985). Desde esta perspectiva, la acción colectiva se convierte en un ejercicio
político y social-con ciertos niveles de organización-que busca revelar un proyecto.

“Los actores de los conflictos son temporales y su función es revelar los proyectos,
anunciar a la sociedad que existe un problema fundamental en un área. No luchan
meramente por bienes materiales o para aumentar su participación en el sistema, luchan
por problemas simbólicos y culturales, por un significado y una orientación distinta de
acción social e intentan cambiar la vida de las personas” (Valdés, 1993:18).

Por ello, las acciones colectivas de acuerdo con Melucci (1996) construyen sistemas
emergentes de cultura política que se entrelazan con la vida cotidiana, proveen nuevas
expresiones de identidad y están en oposición con el orden dominante. Al respecto, cabe
agregar la definición que hace Tarrow (2004) quien califica a la acción colectiva como
contenciosa, en tanto es realizada por personas que tienen difícil acceso al juego político
institucional (en este caso mujeres pobladoras) y actúa como resistencia al orden
hegemónico (dictadura militar).
Es importante también contemplar que la acción colectiva no está condicionada por un
amplio nivel de representatividad: apunta a situaciones que pueden ser protagonizados/as
por un/a actor/a social y en coyunturas específicas sin que esto se interprete como eventos
espontáneos o involuntarios de acción, ya que en el curso de su desarrollo histórico es
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posible visualizar que los grupos de mujeres tienen momentos de introspección, es decir, un
tiempo en que viven hacia dentro su creación y construcción de alternativas.
Por tanto, analizar el impacto de una acción basándose sólo en el carácter representativo del
movimiento, deja de lado aspectos significativos, recursivos, simbólicos, entre otros, que
son muy relevantes en tal acción. De este modo, la acción colectiva va inaugurando nuevos
canales de participación, conforme se van reconfigurando las relaciones de poder en el
contexto histórico, social, político, económico y cultural en el que se desenvuelven.
Generalmente, la acción colectiva se ha tomado desde interpretaciones y análisis
excluyentes, no obstante este estudio asume como perspectiva la diversidad de aspectos
presentes en la acción colectiva, como también la forma en la que cada uno de estos
ámbitos se sostiene en el tiempo, varía o se va incorporando a nuevas realidades,
entendiéndolo como un proceso permanente de autoconstrucción y resignificación de las
pobladoras como un actor social protagonista de sus proyectos de vida.

3.1 Componentes de la acción colectiva


● La injusticia
Este componente emana de las situaciones de desigualdad material; generalmente ha sido
abordado desde las contradicciones estructurales y de las tensiones derivadas en el ámbito
social. No obstante, el principio rector de este componente es que toda acción colectiva
implica un conflicto simbólico con un estado de relaciones existentes; sólo así las
condiciones estructurales desiguales producen la acción colectiva.
En el caso de las mujeres pobladoras, vemos como el conflicto se manifiesta en el cuerpo
(en tanto apropiación), en la identidad (ser para otros), en la relación de opresión y
desigualdad entre los sexos, como también en la intencionalidad y significación desde sí
mismas. De esta forma, el conflicto se encarna y se expresa en todas las esferas de la vida
social de las mujeres, especialmente en la cotidianidad.

“Es un conflicto que se da en un nivel individual básico, micro social, que se proyecta a lo
colectivo, por cuanto desde ese pilar primero se erige una sociedad completa que
reproduce el conflicto inicial: una concepción jerárquica dominadora de las relaciones
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sociales y del mundo en general, con predominio masculino, en que unos viven para servir
y en función de otros, con ciertos roles fijos preestablecidos” (Valdés, 1993: 8).

Por su parte Tilly (2000), nos dice que la persistencia y continuidad de una relación
desigual o injusta depende de cuán aceptada este en un entorno social y cultural específico,
puesto que cuando se cuestiona su “naturalidad”, es susceptible de transformarla.

● La eficacia de la acción
Este segundo componente busca alterar aquella situación injusta o desigual, a través de la
creencia en la eficacia colectiva y la negación de su persistencia. Este proceso requiere de
la existencia de un marco de pronóstico dentro de la acción colectiva, nos dicen Snow y
Benford (1988). Es decir, necesita definir criterios o mecanismos de acción como: la
identificación de estrategias, tácticas y objetivos. Este marco de significado, o código
alternativo es “un recurso cognitivo del movimiento que le permite mantenerse unido y
enfrentarse a las estructuras de poder, es decir adquirir visibilidad pública” (Laraña, 1999:
200).
Sin embargo, para que este marco de pronóstico sea eficaz debe ir acompañado de otro
marco denominado de las motivaciones, el cual necesita definir tanto incentivos selectivos
como colectivos para lograr la participación; es decir, estímulos concernientes a la
movilización a través del discurso público, la solidaridad, el estatus, el reconocimiento del
grupo, entre otros.

● El contexto político visto como oportunidad o amenaza para la acción


Los autores más reconocidos de la perspectiva contextual y estratégica sobre la acción
colectiva son Tilly (2000) y Tarrow (2004); entre las categorías que han orientado sus
trabajos se destacan: la estructura de las oportunidades 12 o amenazas y los repertorios
de movilización.

12
Ya sea porque facilita o porque inhibe la acción colectiva, respectivamente. Dichos repertorios son
modalidades de acción utilizadas por las/los actores sociales para generar apoyo y lograr los objetivos de la
movilización.
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Dicha teoría, señala que la eficacia de la acción colectiva depende y está condicionada por
la capacidad contenciosa o abierta del sistema político, económico, social y jurídico.
La relevancia de la estructura de oportunidades en tanto componente para la acción
colectiva, además de las tensiones derivadas de los conflictos de intereses estructurales, y
de los factores estratégicos para la movilización, muestra que los procesos políticos 13 son
también determinantes en el éxito o fracaso de la acción colectiva.
En ese sentido, es necesario considerar que las interpretaciones y construcciones colectivas,
tanto de las oportunidades como de las amenazas para la acción, obedecen al análisis que
hace el/los grupo/s movilizados. También dependen de su capacidad y estructura
organizativa.
Así la acción colectiva tiene mayores posibilidades de concretarse cuando las/los actores
sociales tradicionalmente más relegados de las esferas del poder dominante tienen
oportunidades de acceder a la escena pública, aunque, de la misma manera, puede surgir
cuando las amenazas sobre el grupo o los objetivos del grupo movilizado son más
“vulnerables”.
Esto es porque, desde la perspectiva de esta investigación, el contexto político está
relacionado con las distintas prácticas sociales y culturales que se desarrollan en el espacio
local, lo que para las mujeres pobladoras puede ser sinónimo de oportunidad o amenaza
dependiendo de sus propias experiencias cotidianas, frente a las relaciones de poder
inscritas en un entorno particular.
Por ello, son importantes tanto los elementos facilitadores como obstructores de la
movilización. La apertura o cierre del sistema político y jurídico, la existencia de alianzas o
relaciones de desconfianza, aislamiento entre organizaciones gubernamentales, no
gubernamentales y comunitarias, etc. Son factores que enmarcan los repertorios y cambios
de acción.

13
Los procesos políticos indican cambios en las relaciones de poder; estos pueden manifestarse al interior de
las instituciones políticas o fuera de ellas.
28

● La identidad
El último componente se refiere a la existencia de una identidad para la realización de la
acción colectiva, ya que no bastan los aspectos estratégicos organizacionales si no están
sostenidos en valores, creencias y otros elementos vinculantes, que hagan coincidir a las
mujeres pobladoras en la acción. También forman parte de esta identidad, las negociaciones
e interacciones mantenidas en su estructura organizativa, en términos de la definición de
objetivos e intereses compartidos por el grupo, repertorios de acción escogidos, etc.
En base a estos elementos, se asienta la identidad colectiva entendida como la posibilidad
que tiene el/la actor/a de reconocer los efectos de su acción y construir un “nosotros/as”.
Evidentemente, la identidad colectiva pone en tensión tanto el auto-reconocimiento del
actor/a y el reconocimiento por otros/as.
En la teoría de los Nuevos Movimientos Sociales 14 el concepto de identidad implica
consecuencias en el tiempo y espacio de la vida cotidiana de las mujeres, además de las
motivaciones, aspiraciones y en general en los patrones de la acción de los grupos (se
plantean como oposición directa al orden dominante).
Las categorías usadas por Melucci (1988) en su trabajo de la acción colectiva, son:
solidaridad, conflicto y los límites del sistema. La solidaridad, permite desarrollar un
conflicto y romper con los límites del sistema en que ocurre la acción. Para este autor, es la
capacidad que tienen los actores/as de compartir una identidad colectiva. Mientras que el
conflicto, lo entiende como una relación entre actores opuestos que luchan por los mismos
recursos que ambos quieren alcanzar; y los límites del sistema, como las variaciones dentro
de su estructura.
Así, la acción colectiva puede presentar inconsistencias, fragmentaciones y pluralidades.
Por ello, Melucci afirma que la unidad se convierte más en un efecto o resultado que un
inicio de los movimientos.
Al respecto Jelin (1985), señala que los movimientos sociales latinoamericanos tienden a
visualizarse como un medio de búsqueda de identidad y de apropiación de un campo

14
Se utiliza aún este concepto aunque no deja de generar controversias, para dar cuenta de la existencia de
conflictos sociales que salen del sistema económico tradicional hacia las esferas culturales.
29

cultural; como instancia de afirmación del derecho a la especificidad y de las diferencias.


Es decir, contienen una lucha política, en términos de acceso a los mecanismos de poder-
pero también es cultural, ya que es un proceso de búsqueda de identidades diferenciadas.
En ese sentido Valdés (1993), enfatiza que el movimiento feminista se ha diferenciado de
otros movimientos (obrero, políticos especialmente), por la tensión existente desde lo
político o por las relaciones de los movimientos con el sistema político de turno, máxima
expresión de la institucionalidad.
Por ende, esta investigación considera que un movimiento social de mujeres y/o feminista
se refiere “al conjunto de experiencias colectivas (relativamente estructuradas) y
desarrolladas por ellas, que se manifiestan en un sistema de acciones tanto comunitarias,
sociales y públicas, como además en un plano individual y colectivo. Se convierte en un
proceso gradual de legitimación de espacios en la sociedad en los cuales se busca
reafirmar una identidad, junto con ello se crean estrategias tendientes a la igualdad y
participación de las mujeres en todas las esferas de la sociedad, especialmente la social y
política” (Valdés, 1993: 19).

En síntesis, la identidad colectiva en los movimientos de mujeres y/o feministas se


construye en la interacción con los intereses y motivaciones percibidas como diversas, las
que producen significados sobre la estructura social, las prácticas culturales y el orden
económico y de poder establecido, que son puestos en común por un grupo de mujeres-a
nivel local o nacional-. La identidad también se construye en el trabajo organizativo
movilizador y articulador al crear nexos ideológicos, filiales y solidarios con otros
movimientos de mujeres. Además surge cuando se activa la movilización que crea marcos
interpretativos de la realidad, puesto que se actúa colectivamente en lo personal.
Finalmente, el contexto político tiene importancia en la facilitación o no de la movilización
en tanto se forman identificaciones del grupo según su interpretación de las oportunidades o
amenazas externas para la acción. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los
movimientos de mujeres y feministas no poseen un proyecto socio-político determinado ni
tampoco normas preestablecidas. Sus propuestas son diversas y tienen varias aristas en su
desarrollo, desde las relaciones de la vida privada hasta la toma del poder social global.
30

4. El contexto nacional (1973-1989)


Para comprender el proceso vivido por las mujeres durante dieciséis años de dictadura
militar, es necesario describir, aunque sea sucintamente, el contexto en que éste se
desenvolvió.
En primer lugar, en el nivel político debemos resaltar, por una parte la exclusión de casi la
totalidad de la población en la toma de decisiones del gobierno, consagrada en la
“aprobación” de la Constitución en 1980, y por otra, la prohibición y represión de la
actividad política. Situación que experimenta ciertos cambios recién a partir del año 1983
producto de las “jornadas de protesta nacional” y la movilización de amplios sectores
sociales que desembocaron en partidos y movimientos sociales de oposición (sindical,
poblacional, estudiantil, de mujeres y de derechos humanos). También por la modificación
en las formas de represión por parte del gobierno, en tanto se pasó de una represión
selectiva–privada a una combinación de ésta con la acción masiva-pública, especialmente
contra las poblaciones.

“La acción militar fue particularmente severa contra los campamentos que representaban,
para los militares una amenaza revolucionaria. Los pobladores fueron víctima de
represión aguda y prolongada: así mientras los sindicatos ya no estaban prohibidos
porque en 1978 fueron inscritos dentro de la ley específica y restrictiva, pero dentro de una
ley, las juntas de vecinos de los pobladores fueron prohibidas en 1973 y no pudieron
funcionar libremente durante todo el gobierno militar” (Espinoza, 1998:80).

En segundo lugar, en el nivel económico, se empezó a construir un “Nuevo Chile”


impulsado por las reformas que comenzaron a implementar los “Chicago Boys” para
descentralizar la economía y abrir el mercado chileno a los intercambios internacionales. Se
instauró un nuevo modelo económico capitalista que tomó el nombre de neoliberalismo, el
cual se puede definir como: “una teoría de prácticas político-económicas que afirma que la
mejor manera de promover el bienestar del ser humano, consiste en no restringir el libre
desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo, dentro de un
31

marco institucional caracterizado por los derechos de la propiedad privada, fuertes


mercados libres y libertad de comercio” (Edwards, 2000: 34).

El crecimiento económico se basó en la exportación de recursos naturales sin límites


legales o políticos, en la reducción del aparato del Estado, la apertura al mercado externo
desechando el proteccionismo a la industria nacional, y en la reestructuración del aparato
productivo a partir de las “ventajas comparativas” en el mercado internacional.
Sin embargo, producto de la coyuntura económica mundial el país se vio sumido en una
fuerte crisis, con un breve intervalo exitoso producto de la inversión extranjera. La crisis
llevó al desempleo hasta el nivel del 25% en el año 1982, el que se concentró en las áreas
de la construcción y en las pequeñas industrias como textil.
“La tasa de cesantía alcanza 25% y el nivel de vida cae brutalmente, acrecentando las
desigualdades sociales” (Espinoza, 1998: 80-81).
La paulatina recuperación de la crisis se realizó por la concentración de recursos en el
sector privado y, por lo tanto, no se tradujo en un mejoramiento de los niveles de ingreso de
los sectores populares y de la juventud.
En tercer lugar, en el ámbito social se fue produciendo por una parte, una transformación en
la estructura de la sociedad con la reducción de la clase obrera y el aumento del número de
trabajadores/as “informales”, cuya actividad económica surgió por la necesidad de
sobrevivencia material.
Por otra parte, tras la destrucción y control de organizaciones populares a contar de 1973,
lentamente y con el apoyo de instituciones religiosas y de acción social, se fue
recomponiendo un tejido de organizaciones sociales, surgidas en respuesta a las más
diversas necesidades de los sectores populares, estudiantiles, gremiales, de mujeres, etc.
Consecuentemente con la política económica y el control policial, se llevo a cabo un
proceso de segregación socio-espacial de los/las pobladores/as, quienes son desplazados/as
a comunas alejadas del centro de la ciudad, de los barrios residenciales de las clases media
y alta, del turismo y de los centros de poder, bajo las órdenes de los municipios.
En cuarto lugar, a nivel cultural, el manejo de los medios de comunicación se tradujo en
una imposición de los contenidos que el gobierno quería mostrar y en la marginación de la
32

ardua realidad que enfrentaban las mayorías. Se promovió el éxito individual, la sociedad
de consumo, la exaltación del orden y la Seguridad Nacional.
Además, el sistema educacional público y las redes de organizaciones controladas por el
régimen, fueron utilizados ideológicamente para definir enemigos, y convertir la política en
una actividad delictual.

5. Acciones colectivas de las mujeres en la dictadura militar chilena (1973-1989)


A partir de 1973, con el golpe militar comienzan a producirse profundas transformaciones
en el país no sólo en el ámbito político, económico, cultural, sino que también el
funcionamiento de las organizaciones populares se interrumpe.
Como hemos mencionado, el régimen autoritario desde sus inicios mantuvo un escaso
interés en la distribución equitativa del ingreso y de las oportunidades sociales. En
concordancia, con la concepción neoliberal que se impuso en la sociedad, atribuye al
Estado una considerable ineficiencia en términos distributivos. Sostiene que el progreso de
la distribución sólo puede ser alcanzado en base al crecimiento de la economía.
En ese sentido, para la junta militar de gobierno, el objetivo esencial de la política social era
la erradicación de la extrema pobreza, lo que exigía seleccionar grupos sociales y
económicos específicos, donde se destinaba gran parte del gasto social, evitando
filtraciones indebidas de éste hacia los grupos restantes.

“De este modo, la orientación respecto a la integración social de los sectores populares
que habían atravesado los gobiernos anteriores cambia substancialmente: ya no se dan
mediante sus organizaciones sociales y como fruto de sus presiones y relación con el
sistema político, sino individualmente, a través del mercado, como consumidores de bienes
y servicios y de políticas sociales” (Valdés, 1993: 24).

Pese a las medidas impuestas por el régimen autoritario, comenzaron a surgir y a tomar
diferentes matices las organizaciones sociales, según el proceso político-económico que
atravesaba el país.
33

Al respecto Pascal y Magendzo (1983), señalan que para describir la organización


poblacional en el nuevo contexto, es menester distinguir: aquellas nacidas a partir del
gobierno militar y las independientes, surgidas al interior de los sectores
poblacionales.
Las organizaciones poblacionales relacionadas con el gobierno militar se caracterizaron por
crear un movimiento de apoyo cívico-militar. Nacen propuestas específicas hacia las
mujeres y jóvenes del período. Muestra de ello, son: La Secretaría de la Juventud,
Secretaría Nacional de la Mujer, CEMA-Chile (refundada), Voluntariado femenino, entre
otras.
Es importante contemplar que en los sectores poblacionales, se les asigna a los Alcaldes y
junto con ello a las Municipalidades, el control de todas las actividades participativas
concernientes a las organizaciones poblacionales, perdiendo evidentemente importantes
grados de autonomía.
Respecto a la participación de las pobladoras en los centros de madres, bajo el régimen
militar, es menester indicar que tras la “limpieza” y la designación de nuevas directivas
afines ideológicamente, sus acciones y objetivos son reorientados y limitados. En tanto, se
convierten en un espacio privado de disciplinamiento de las mujeres para el orden impuesto
y para el fortalecimiento del rol tradicional de “buena madre y esposa”, sumándose el de
“forjadora de la patria y sus soldados”.
Según Valdés (1987), CEMA-Chile en dictadura, se caracterizó por instalar fuertes
relaciones de dependencia, autoritarismo y asistencialismo entre el Estado y las pobladoras.
Incorporó, especialmente a las mujeres que habían participado activamente en la oposición
al gobierno de la Unidad Popular, encargándolo de capacitar, dirigir y controlar a las socias
de los centros de madres.
En su acción hacia las mujeres, se suma la Secretaría Nacional de la Mujer, organismo
dependiente del gobierno, que tenía como objetivo principal desarrollar actividades con el
voluntariado femenino para promover el proyecto político e ideológico del régimen: cursos,
programas, capacitaciones, intervención en las comunas, etc.
A pesar, del disciplinamiento existente en los centros de madres, estos se convierten en una
posibilidad para las pobladoras de acceder a la organización social, es decir, en instancias
34

para “salir de la casa”, legitimados por sus maridos en tanto las dotaba de capacitación y
eficiencia para las tareas del hogar. Desde este espacio, una mayoría de mujeres se
trasladaron más tarde a organizaciones no oficiales.
Para dar cuenta y hacer más comprensible las organizaciones de pobladoras no oficialistas,
tomaré una periodización realizada por Teresa Valdés (1993), en la cual establece las
acciones colectivas de las mujeres durante la dictadura militar.

●Período 1973-1976: Nacen organizaciones ligadas a la Iglesia 15, con carácter asistencial,
ya que su objetivo es asumir los problemas resultantes del golpe de Estado de 1973, tales
como: cesantía, detenciones, asilo, salud, entre otras.
Durante este período nacen agrupaciones de mujeres para satisfacer necesidades de
subsistencia. En las parroquias y capillas se crean los primeros comedores infantiles y los
talleres laborales. Este tipo de organizaciones a través del tiempo favorece el nacimiento de
diversos grupos: ollas comunes, talleres artesanales y solidarios, centros de atención de pre-
escolares, grupos de salud, etc.
También, cobran especial relevancia las mujeres con familiares víctimas de las violaciones
de los derechos humanos, estas se organizaron y crearon agrupaciones (de familiares de
detenidos desaparecidos, presos políticos, ejecutados políticos, exiliados, etc). Incluso la
Agrupación de Mujeres Democráticas, que se gestó durante el 73´ colaboró con los
familiares, en materia de denuncia y apoyo económico.
En 1976, las organizaciones de mujeres “trabajadoras”, especialmente las sindicalizadas
iniciaron su recomposición. Bajo el Departamento Femenino de la Coordinadora Nacional
sindical comenzaron articularse en función de responder a la cesantía, la violación de los
derechos humanos y la represión.

15
Destacan durante el año 1973, el nacimiento del Comité de Ayuda a los Refugiados (CONAR), Comité de
Cooperación para la Paz de Chile (COPACHI). Durante 1975, nace la Fundación de Ayuda Social de las
Iglesias Cristianas (FASIC) y la creación de la Vicaría de la Solidaridad, institución que jugó un papel
relevante en la defensa de los derechos humanos y en el apoyo a organizaciones no reconocidas por la
oficialidad.
35

●Período 1977-1981: El gobierno militar aplica en su máxima expresión el modelo


económico neoliberal. Generando que importantes sectores de trabajadores sean excluidos
de las actividades productivas, con ello aumenta la desocupación laboral. Durante el año
1977 específicamente se agrega una resolución para controlar, intervenir y decretar el
receso de las organizaciones poblacionales.
En este período se creó una red de organizaciones al margen de la oficial, con buena
coordinación. Como por ejemplo, las distintas tareas de denuncia y agitación conocidas con
el nombre de “actos solidarios”. También en 1977 se conforma el primer núcleo de
profesionales feministas ASUMA (Asociación para la Unidad de las Mujeres), que
posteriormente desembocó en el Círculo de Estudios de la Mujer de la Universidad
Academia de Humanismo Cristiano, en 1979 la Comisión de Derechos de la Mujer
concerniente a la Comisión Chilena de Derechos Humanos, entre otras organizaciones de
mujeres 16.
Además se crearon instancias y organizaciones propias de las pobladoras. En 1979, destaca
el Movimiento de Mujeres Pobladoras (MOMUPO), cuyo propósito principal era reunir y
reflexionar sobre su doble condición: en tanto género y clase. También se vuelve un
referente del período el grupo “Reflexión de San Miguel”, que reunió a mujeres para
discutir sobre la nueva Constitución Política e identificar nuevas formas de restablecer la
democracia en Chile.
Según Valdés (1993), muchas organizaciones de subsistencia constituidas por pobladoras,
empiezan a compartir una identidad en torno a la condición de género, con discursos más o
menos feministas, pero con un marcado propósito de mejoramiento y superación personal.

●Período 1982 hasta 1986: Las organizaciones solidarias tradicionales pierden fuerza
(específicamente bolsas de cesantes y comedores). Surgen nuevas orientaciones que tienen
como consigna reivindicar las organizaciones de pobladores/as. El objetivo de su accionar

16
También comenzaron a surgir organizaciones relacionadas con partidos políticos. Como por ejemplo, el
CODEM (Comité de Defensa de los Derechos de la Mujer) creado por mujeres del MIR (Movimiento de
Izquierda Revolucionaria), el MUDECHI (Mujeres de Chile) formado por mujeres del Partido Comunista
Chileno (PC), instancia que aglutinó a un gran grupo de mujeres provenientes de sectores poblacionales, y la
Liga Pro Paz, vinculada a un sector socialista.
36

se centra en grandes temáticas: salud, vivienda, cultura y derechos humanos. Este


planteamiento se basa en el derecho a reconocer las necesidades básicas de los pobladores y
especialmente de las pobladoras.
Nacieron programas de investigación e instituciones de apoyo 17 hacia mujeres de escasos
recursos, los cuales fueron entregando elementos a las pobladoras para la toma de
conciencia de género y enriquecieron sus acciones colectivas.
Se instalan los talleres de autoconciencia, de relaciones de pareja y entre padres e hijos, de
sexualidad, capacitaciones en temas políticos, etc. Junto con ello, se incorporó la
afectividad como medio de expresión y todos los temas ligados a la vida cotidiana de las
mujeres.
Desde una perspectiva feminista, nace en la población Lo Hermida el “Colectivo de
Mujeres de Peñalolén” 18, conformado por mujeres de diversas organizaciones del sector
(desde aquellas que participaban en ollas comunes hasta las más radicales). Su propósito
era constituirse en un espacio de acogida para las mujeres de la población, pero colocaban
mayor énfasis en el cuestionamiento de la condición de la mujer y de servicio hacia al
sector. Si bien, se vieron envueltas en descalificaciones por ser parte de la Sectorial de
Organizaciones de Lo Hermida, supieron incorporarse y anclarse en la población.
Asimismo surgen redes temáticas de especialización de las feministas como la Red de
Salud Mujeres de América Latina y el Caribe (RSMLAC), Foro Abierto de Salud y
Derechos Sexuales y Reproductivos, siete colectivos feministas en Valparaíso: Ruptura, El
Espacio de la Mujer, Colectivo Camila, El Taller de la Mujer, Grupos de Mujeres
Feministas del MIR, Lilith.
Durante este período cobran importante visibilidad las organizaciones de mujeres
provenientes de sectores políticos 19. Es menester señalar, que gracias a la relativa apertura

17
Como el Centro de Estudios de la Mujer (CEM), La Casa de la Mujer La Morada, Centro de Servicios y
Promoción de la Mujeres (DOMOS), El Telar, La Red de Información y Difusión de la Mujer (RIDEM), el
Centro de Estudios del Niño y la Mujer (CEANIM), y el Instituto de la Mujer.
18
También destacan Las Domitilas y Colectivo Feminista Lésbico Ayuquelén.
19
Se creó la Unión de Mujeres (UCHM), constituida por militantes del Partido Socialista. También, el Frente
de mujeres “Juanita Aguirre” formado por militantes del Partido Radical. Además, renacieron orgánicas como
37

política que experimentaba el país y el ascenso de la movilización social, estas


organizaciones cobraron fuerza.

“En esta época hubo múltiples movilizaciones de mujeres, además de su participación


activa en aquéllas convocadas para demostrar el descontento frente a la dictadura.
Especial mención merece la consigna acuñada por el movimiento feminista “Democracia
en el país y en la Casa”, que sintetiza los contenidos globales y específicos de la lucha de
las mujeres a contar de 1983” (Valdés, 1993: 41).

El año 1983, sobresalió en cuanto a los niveles de participación y protagonismo de las


organizaciones contestatarias al gobierno militar. Resurge el MEMCH (Movimiento pro
Emancipación de la Mujer Chilena) y “Mujeres por la Vida”, que tienen como principal
tarea aglutinar a la mayor cantidad y diversidad de mujeres chilenas (organizadas y no
organizadas) en función de recuperar la democracia y de explicitar las demandas de las
organizaciones femeninas.
Por este período, diferentes organizaciones 20 orientan su reflexión en la búsqueda de
alternativas donde se asuma a la mujer en cuanto tal. Sus ejes de acción colectiva se basan
principalmente en: la solución de problemas objetivos y subjetivos que enfrenta la “mujer
popular”. En ese sentido, era necesario reflexionar sobre el proceso de liberación tanto
personal como colectivo de las mujeres, para obtener mayores espacios de participación.

● Período 1988 hasta 1989


Fue así como en el año 1988 comienza el plebiscito nacional que convoca a votar por la
opción Sí (por la permanencia del régimen militar) o No (por el reemplazo a este). La

la Federación de Mujeres Socialistas y se crearon Talleres para realizar un programa político acorde al
período.
20
Existe una expansión de organizaciones e instancias que no se refieren estrictamente a la mujer pobladora.
Como por ejemplo, el Departamento de la Comisión Nacional Campesina. En 1985, nace el Comité Pro
Unidad de la Mujer, que aunque no se desarrolló como coordinadora logró importantes actividades en
sectores poblaciones. En 1986, se constituye la Subcomisión de Legislación de la Mujer del Grupo de
Estudios Constitucionales, etc.
38

mayoría de los partidos políticos opositores adscriben a este proceso y llaman a inscribirse
en los registros electorales.
También, una parte importante del movimiento de mujeres y feminista apoyó esta elección
con la intención de incorporar las demandas de las mujeres en la agenda democrática, nacen
entonces “Las demandas de las mujeres a la democracia” 21.
Sin embargo, la vuelta de la representación vía partidos políticos evidenció diferencias y
conflictos en el movimiento, así como entre las propias actoras (distinción entre feministas
y políticas), respecto a las estrategias de acción para enfrentar la transición democrática
(Godoy, Guerrero y Ríos, 2003).
Este conflicto se manifestó en dos posiciones fundamentalmente: por un lado, mujeres que
proponían actuar más allá de los partidos políticos y el Estado, promoviendo la acción
colectiva desde las organizaciones sociales y su participación directa en el proceso. Y por
otra, mujeres profesionales y militantes de partidos políticos que ingresaron a la
Concertación de Partidos por la Democracia, para abrir espacios en el nuevo conglomerado
político y en el futuro gobierno.
Es importante mencionar que la dicotomía entre feministas/políticas no se agotaba solo en
sectores relacionados a los partidos políticos de la Concertación. Existían también otro
grupo de activistas, generalmente militantes o simpatizantes de izquierda, quienes
compartían tal identidad. Fue el caso de mujeres del Partido Comunista, MIR y algunas
fracciones del Partido Socialista, quienes mantuvieron una postura escéptica y disidente
frente al proceso de transición.
Pese a la divergencia de propuestas estratégicas que cruzó al movimiento de mujeres y
especialmente a la vertiente feminista a comienzos de los noventa, es importante considerar
el trabajo de todo tipo de organizaciones anteriores existentes, puesto que certifican la
continuidad en las acciones colectivas emprendidas y permiten acumular experiencias.

21
Las demandas estaban dictadas en base a propuestas para cambiar la situación de las mujeres en tanto
madres, trabajadoras y ciudadanas. Además se sugiere la creación de una agencia gubernamental para
promover la equidad de género.
39

Primera aparición pública de un grupo de mujeres como Movimiento Feminista que exigía
“Democracia Ahora” en las escalinatas de la Biblioteca Nacional, 1983.
40

Marco Metodológico

La presente sección puntualiza en el estudio del rol de las mujeres pobladoras en la historia
de Pudahuel (1965-1989) desde la participación local y nacional en movimientos de
mujeres y/o feministas de la época. Para lograr responder los objetivos de la investigación,
se optó por la metodología cualitativa y se utilizó como técnica de recolección de
información la entrevista individual semi-estructurada (14) y talleres de memoria histórica
(4), repartidos según dos territorios de la actual comuna (Pudahuel norte y sur).

1. Enfoque metodológico
En esta investigación se utilizó el método cualitativo, ya que permite abstraer de mejor
forma aquellos elementos que están presentes en el ámbito discursivo de las pobladoras,
profundizando en sus relatos y con ello en los significados, la construcción social y el
sentido subjetivo que le atribuyen a su papel en la historia reciente de Pudahuel (1965-
1989).
Este enfoque hace mención a una naturaleza menos abstracta que el método cuantitativo,
puesto que integra la dimensión subjetiva del investigado(a). Donde se asume que la
recuperación de la subjetividad es lo que posibilita la emergencia del hablar o el significar
social.

“Si la ley del conocimiento cuantitativo podía describirse en la doble medida de lo


numerable en lo numeroso, en el caso del conocimiento cualitativo puede encontrarse en la
observación de “objetos” codificados que por lo mismo hay que traducir”(Ibáñez,
1994:19).

El método cualitativo es exclusivo del orden social y no se encuentra en las ciencias


naturales. Se caracteriza por la apertura al enfoque del investigado/a y se formula a partir de
sus propias bases y criterios de validación, se escapa de preguntas y no se guía por
respuestas (Ahumada y Rauld, 2013). En suma, se trata de un intento de “comprensión” del
otro/a, de lo que es propio y de lo que lo constituye. Por tanto, la investigadora se mueve en
41

el orden de los significados y en las reglas de significación del o la hablante (códigos-


documentos- significaciones).

“El conocimiento cuantitativo opera como habla- investigadora, y mide su distribución


como escucha-investigada. El conocimiento cualitativo opera como escucha- investigadora
del habla investigada” (Canales, 2006:20).

Según Ibáñez (1994), mediante la disposición como escucha de la instancia investigada es


posible establecer un ordenamiento, estructura y una estabilidad reconocible de lo social. El
orden de sentido aparece como instancia de significación, perspectiva o visión de lo
investigado. Es decir, se establece el paso de lo émico hacia lo generativo (la realidad se
ordena desde adentro).
La aplicación del método cualitativo en esta tesis se remite especialmente a la subjetividad
de las pobladoras, como condición y modalidad constituyente, que se observa desde sus
propias distinciones y esquemas cognitivos morales (Ahumada y Rauld, 2013).
En esa dirección, esta investigación es de tipo descriptiva, porque buscó especificar y
profundizar en los elementos que conforman el rol de las mujeres pobladoras en la historia
comunal, en concordancia al movimiento de mujeres y feminista chileno. Según
Hernández, Fernández y Baptista (1996), describir sirve para mostrar con precisión las
dimensiones de un fenómeno, suceso, comunidad, contexto o situación. Se trató entonces
de especificar con la mayor veracidad posible el mapa de sus sentidos biográficos, para
identificar sus formas de acción colectivas en ciertos contextos socio-políticos.
El diseño de este estudio corresponde a no experimental, ya que se trabajó con sus
experiencias directas, no se manipularon variables, ni situaciones de manera artificial.
Como implica un enfoque cualitativo, se optó por observarlas en un contexto natural, “sin”
intervención de la investigadora, y con supuestos que no se remiten a variables numéricas.
Su dimensión temporal es transeccional, puesto que la recogida de la información se dio
en un solo momento, en un tiempo único. Su propósito es describir acontecimientos y
analizar su incidencia e interrelación en el instante dado (Ahumada y Rauld, 2013).
42

2. Técnicas de recolección de información


A partir de la información aportada en el informe final del Programa Recuperación
Histórica del Rol de la Mujer en Pudahuel (1965-2010), se procedió a seleccionar y
contactar a dos pobladoras 22, para que formaran parte de esta tesis. Mediante la técnica
“bola de nieve” se logró llegar a las mujeres que completaron la muestra total (14).
A estas pobladoras, se les realizó una entrevista individual semi-estructurada, entendida
como “un tipo de entrevista donde las preguntas están definidas previamente- en un guión,
de entrevista- pero la secuencia así como su formulación pueden variar en función de cada
sujeto entrevistado. Es decir, el/la investigador/a realiza una serie de preguntas
(generalmente abiertas al principio) que definen el área a investigar, pero tiene libertad
para profundizar en alguna idea que pueda ser relevante, realizando nuevas preguntas.
Como modelo mixto de la entrevista estructurada y abierta o en profundidad, presenta una
alternancia de fases directivas y no directivas” (Blasco y Otero, 2008: 3).

Esta técnica fue escogida porque permite situarse en un punto de convergencia entre: el
testimonio subjetivo de las mujeres en torno a sus vivencias o visión particular, y la
reconstrucción de una vida que es producto de una época, normas sociales y valores
esencialmente compartidos con la comunidad de la cual forman parte (relaciones familiares,
grupos de pares, colegas de trabajo, organizacionales, etc.).
Respecto al carácter conversacional de la entrevista semi-estructurada, es pertinente indicar
que desde el interaccionismo simbólico se recomienda generar un espacio cómodo que
facilite la comunicación entre quienes interactúan, sabiendo que no hay nada en contra de
investigar asuntos en los que se esté involucrada emocionalmente (Díaz, 2004). En ese
sentido, la técnica se desarrolló en los hogares de las entrevistadas, donde la conversación
superó el intercambio formal de preguntas y respuestas, la muestra de fotografías y
documentos de la época dan cuenta de ello.
Una vez concluida esta primera etapa de investigación, se dio paso a una segunda de índole
más participativa, en que se realizaron talleres de recuperación de la memoria histórica.
22
En el Programa mencionado, estas dos mujeres relataron sobre su experiencia participativa en movimientos
de resistencia a la dictadura militar. Por esta razón y por el nivel de confianza establecido con ellas, fueron
consideradas como principales integrantes e informantes.
43

Garcés (2002), señala que el taller recoge la tradición artesanal, ya que se trata de una
actividad en que un grupo de personas participa en función de una tarea común. Que en el
caso de esta tesis, no sólo implicó dar cuenta de la historia comunal, sino que además
visibilizar las formas de acción colectivas de las pobladoras en un período marcado por el
conflicto nacional, considerado por algunos/as como traumático.
Se trabajó con memorias de resistencia a la dictadura y de cambio social, que encarnan las
pobladoras de Pudahuel. Asumiendo que con la técnica de taller las mujeres no sólo se
apropian de su pasado colectivo, sino que también adquieren importantes elementos para
reformular su identidad (se reconocen como sujetas con historia, pero más relevante aún
como sujetas con agencia histórica).

Tal como expresa Garcés, “Contar la historia colectivamente, en un taller, reanima a un


grupo y le devuelve más confianza en sus capacidades, ya que la propia historia se les
presenta como un espejo en el cual observan sus logros y frustraciones, ya no sólo como
individuos, sino como grupo, como comunidad, como sujeto colectivo” (Op. Cit: 24).

No obstante, es necesario considerar que en esta técnica emergen sus propios modos de
recordar, o más bien, procesos de creación y recreación de sus propias memorias (dado que
se investiga a través de sus respectivas experiencias y prácticas socioculturales). Desde esta
perspectiva, se retomaron los propósitos fundamentales de la Educación Popular, para
desarrollar la historia oral: a) que el cambio social no era posible sin un desarrollo y cambio
en la conciencia, y b) que el desarrollo de la conciencia y de la cultura no era viable sin
recuperar la propia palabra, es decir sin trabajar y sin estimular en las pobladoras
capacidades para nombrar e intervenir en la realidad.
Independiente de los aportes y límites de la Educación Popular en investigación cualitativa,
es innegable que este movimiento educativo, desde el punto de vista de la producción del
conocimiento invierte la relación clásica. En efecto, la investigadora es una intelectual
44

diferente al modo tradicional en el sentido de que más que “transmitir un conocimiento”


busca crear desde las bases sociales un nuevo conocimiento 23.
Así la participación de las pobladoras en esta instancia, hizo posible contar la historia y
sentirse con historia. Pero además se generan dos situaciones, por una parte se dinamizó el
rol histórico de las participantes, y por otra, se forjó un conocimiento histórico nuevo (la
elaboración de un propio “discurso”).
Para lograrlo, fue necesario realizar cuatro talleres de recuperación de la memoria histórica,
tomando como referencia los objetivos de este estudio, es decir, en la primera sesión se
buscó conocer el papel y la función de la memoria, en base al conocimiento de las
participantes, se dio paso a un segundo taller donde se rescató el pasado en un relato
histórico y, al mismo tiempo reflexionamos en conjunto sobre los procesos de desarrollo de
la comuna. En la tercera sesión, se reconoció y elaboró aquello que le “hizo sentido” al
colectivo, lo que en algunas participantes provocó que se sintieran identificadas con
experiencias comunes y a la vez tensionaran el ejercicio de habitar un territorio de
Pudahuel. Por último, se abordaron sus vivencias en la dictadura militar, asumiendo que
este período contiene situaciones difíciles y dolorosas de recordar. Para ayudar a “procesar”
esos recuerdos, esta propuesta generó un espacio para que cada mujer expresara lo vivido, -
cómo ocurrieron los hechos, qué sentimientos y emociones le produjeron, qué hizo para
enfrentarlos-, donde pudieron intercambiar con el grupo, sus experiencias personales, para
descubrir que no están solas, que otras pobladoras pasaron por casi las mismas experiencias
de dolor, sufrimiento, como también de coraje, energía y decisión, en pos de luchar por la
vida, la verdad y la justicia.

3. Universo y muestra
De acuerdo al método cualitativo escogido, se utilizó una muestra intencional no
probabilística, ya que como señalan Hernández, Fernández y Baptista (1996), consta de un

23
Al respecto, se encuentran fundamentalmente dos tendencias entre los y las educadores/as populares:
aquellos/as que afirmaban que su rol debía ser sólo de “facilitadores/as” de la expresión y saber popular, hasta
quienes postularon la noción de “síntesis cultural” refiriéndose a la modificación en el diálogo entre el
educador y el educando.
45

proceso de selección informal. En este tipo de diseño, la selección de las mujeres del
estudio, dependió específicamente de las características que presentan las pobladoras de
Pudahuel y de los criterios que la investigadora consideró relevantes.
Al respecto, Delgado y Gutiérrez (1995), señalan: “los criterios de selección son criterios
de comprensión, de pertinencia y no de representatividad estadística: se refiere a los
conjuntos, a su estructura y a su génesis, es decir por ellos se pretende incluir los
componentes que reproduzcan mediante su discurso relaciones relevantes” (Op. Cit: 77).

Como mencionan ambos autores, con esta muestra lo que se quiere lograr es localizar y
saturar los espacios discursivos, por ende, no es necesario que sea estadística, sino que su
estructura logré la saturación necesaria de lo que se desea investigar.
Sin embargo, es importante mencionar que “el diseño cualitativo supone una
radicalización del componente estratégico” (Op. Cit: 78). Dado que, la muestra se basa en
los “huecos”, en las zonas polarizadas y en las fases transicionales de tiempo. Que en esta
investigación giran en torno a la participación tanto local de las pobladoras en
organizaciones sociales y políticas, como también a nivel nacional, en movimientos
sociales (mujeres y feminista) durante el régimen militar (1973- 1989).
En esta muestra, entonces no fue relevante la cantidad de mujeres, sino la composición
adecuada de los grupos, dado que un mayor número de participantes no supone más
información. Además que se tomó como referencia un estudio anterior, con objetivos
similares y resultados que fueron utilizados en esta tesis. Por ende, el énfasis no estuvo
puesto en hallar novedades, sino que en la redundancia de los discursos de las pobladoras.

3.1 Criterios de selección de la muestra


Los criterios para la elección de grupos del muestreo intencional en esta investigación se
basaron en las siguientes características:
a) Mujeres pobladoras de la comuna de Pudahuel entre 49 y 84 años.
b) Participación en organización(es) social (es) o políticas (en relación al movimiento de
mujeres y/o feminista chileno).
c) Residentes en uno de los territorios de la comuna (Pudahuel norte, sur y rural).
46

d) Mínimo 15 años habitando en la comuna.


En este estudio fueron escogidas pobladoras que se encuentran entre los (49-84) años de
edad, ya que se buscó considerar la mayor diversidad posible de discursos respecto al rol de
la mujer en la historia reciente de la comuna. Aunque en el proyecto de investigación se
propuso realizar una subdivisión de la muestra en tres generaciones de edad, en pos de
establecer semejanzas y diferencias respecto a la influencia del territorio, la familia de
origen y la presencia de la pareja, respecto a las acciones colectivas que desplegaron en
ciertos contextos históricos. El trabajo de campo evidenció que la mayoría de las mujeres
pobladoras partícipes de este estudio, se concentran en un rango de edad (53-64), por lo
tanto, la subdivisión no fue pertinente.
En ese sentido, cobró mayor relevancia considerar el criterio de la participación en
organización(es) sociales y/o políticas, puesto que se partió del supuesto que tanto el
discurso como el accionar de las pobladoras estaba orientado por amplios sectores políticos
(especialmente aquellos vinculados a la izquierda) y a los movimientos sociales (mujeres y
feminista) que emergieron durante la dictadura militar.
Al respecto, es necesario señalar que algunos autores (O´ Donnell y Schmittter 1986; Drake
y Jaksic 1993; De la Maza 1999; Oxhorn 1995, entre otros), consideran que hubo
movimiento social sólo durante el régimen militar, ya que posteriormente (inicio de la
transición democrática) se desarticularon gran parte de las organizaciones de mujeres,
presentando escasa visibilidad nacional. Lo que es interpretado como declinación y en
algunos casos como desaparición (en especial del movimiento feminista). También, se
encuentran perspectivas que sostienen que el “movimiento de mujeres”, no constituiría un
movimiento social, en tanto su accionar no estaría guiado por un proyecto de cambio de la
sociedad.
Aunque esta tesis no buscaba responder si existe o no movimiento de mujeres, o si éste se
constituía en un movimiento social, hay situaciones que son indesmentibles, como el hecho
de que aún perdura una cantidad considerable de organizaciones sociales en Pudahuel.
Cuyas experiencias de participación se convierten para las pobladoras en un aprendizaje
acumulado de prácticas colectivas, que transcienden las necesidades materiales y afectivas.
47

Llevándolas a establecer instancias de sororidad, que fortalecen su autovaloración y sus


capacidades de gestión para solucionar problemas colectivos.
Por ello, fue importante considerar que residieran en uno de los tres territorios de la
comuna, pues existe en ellos una diversidad de participación que influye tanto en su
experiencia participativa como en el desarrollo de la historia comunal. Sin embargo, al
concentrarse la mayoría de las organizaciones sociales de mujeres en el casco antiguo de
Pudahuel norte (PLADECO, 2012), y al contemplar dificultades en términos de acceso y
lejanía territorial por parte de las pobladoras de Pudahuel rural, se optó por privilegiar la
participación de las mujeres de la zona norte y sur de la comuna, es más la participación en
los talleres de memoria histórica tuvo un alta asistencia y compromiso de las pobladoras de
Pudahuel norte.
También fue necesario tomar en cuenta que la participación en organizaciones sociales y
políticas, varía a través del tiempo. Haciendo que las pobladoras amplíen sus ámbitos de
pertenencia y referentes. Por esta razón, se estableció como criterio que tuvieran al menos
15 años habitando en la comuna, ya que de esta manera se pudo “asegurar” que los
discursos estuvieran vinculados a un mayor conocimiento y memoria de la historia local,
junto con el desarrollo de fuertes lazos afectivos, pertenencia e identidad con algunos
movimientos sociales.
Teniendo como fundamento estos cuatro criterios de selección, el tamaño de la muestra
apuntó a garantizar un nivel de diálogo y discusión suficientes para producir información,
especialmente en los talleres de memoria histórica como instancia grupal. Al respecto
Iñiguez (2008), indica que un número apto debe oscilar entre 6 a 8 personas, ya que con 6
se establece un umbral mínimo para producir una dinámica de interacción y con más de 8
personas, un valor por encima del cual no se puede garantizar un desarrollo eficaz de la
técnica. Debido a que ello da origen a subgrupos que fragmentan la conversación del grupo
total y se convierte en una dinámica con demasiada información.

4. Técnicas de análisis o estrategia de análisis de la información


La etapa de análisis de datos cualitativos es considerada la más amplia del proceso de
investigación debido a las siguientes razones: muy pocos investigadores expertos/as en
48

metodología cualitativa han descrito principios y técnicas con bastante detalle como para
convertirse en referentes a otros autores/as (Ahumada y Rauld, 2013). También, se ha
considerado un proceso dificultoso por la carencia de tradición investigativa en el área,
especialmente cuando se trata de procesar la información.
“No contamos con textos precisos que expliquen detenidamente el proceso de reducción y
análisis de datos” (Pérez, 1994:101).
Según Latorre y González (1987), el análisis de la data se convierte en la etapa de búsqueda
sistemática y reflexiva de la información obtenida a través de los instrumentos. Es uno de
los momentos más importantes dentro del proceso de indagación porque se trabajan los
datos, se recopilan, se organizan, se sintetizan y se buscan regularidades para establecer la
importancia y el aporte en la investigación.
“El sentido del análisis de datos en la investigación cualitativa consiste en reducir,
categorizar, clasificar, sintetizar y comparar la información con el fin de obtener una
visión lo más completa posible de la realidad de estudio” (Pérez, 1994:102).
El proceso de análisis cualitativo es de naturaleza variada, ya que el investigador/a se
vuelve creativo/a en la sistematización y presentación de la información, puede utilizar
amplias técnicas (planos, cuadros, diagramas, matrices, entre otras) aunque generalmente se
utilizan frases, sentencias, abreviaciones, símbolos, etc. Las cuales, permiten develar el
significado intersubjetivo, la heterogeneidad y los supuestos de trabajo. Se trata de
“comprender” la realidad de forma holística.
Es importante señalar que existen diversas técnicas y procedimientos de análisis que no
pueden considerarse específicos para el campo cualitativo, dado que las técnicas se
seleccionan según los presupuestos metodológicos escogidos en cada investigación.
Según Pérez (1994), el análisis de datos puede llevarse a cabo por tres orientaciones: de
índole deductiva e inductiva, construcción de categorías y conceptos o sencillamente
enumerar las frecuencias de los fenómenos observados con el fin de no generar teoría, sino
que más bien de verificarla. Además, sostiene que el fin de los procedimientos de análisis
es obtener tanta información como sea posible para ampliar, profundizar, contemplar o
contrastar las fases procedentes.
49

En ese sentido, el tipo de análisis de la información desarrollado en esta tesis fue por
construcción de categorías. El cual consiste en clasificar conceptualmente las unidades de
datos que son cubiertas por una misma temática, generando grupos de los que puede decirse
algo.
Según Gil, García y Rodríguez (1994), es fundamental el uso de las categorías como
herramienta necesaria para organizar y presentar la información de modo que el contenido
y su interpretación se devele como lo relevante.

“Las categorías pueden ser nombres de cosas, procesos, etc.; los episodios. Los sucesos
observados, respuestas obtenidas, notas de campo, párrafos de documentos, etc. La tarea
aquí es doble: la construcción de sistemas de categorías y la codificación de episodios.
Con relación a la primera parte de esa tarea, el análisis desarrollará dos tipos de
categorías: unas construidas por el mismo investigador y otras que tienen su origen en las
personas, en su lenguaje local y cultural. Cuando un episodio codificado se coloca en una
categoría, debe compararse con otros en esa misma categoría” (Briones, 1990: 61).

Este tipo de análisis respondió a los presupuestos metodológicos y se ajustó a las técnicas
de recogida de la información escogidas (entrevistas individuales semi-estructuradas y
talleres de memoria histórica). En tanto, el análisis categorial permite reducir los datos que
en su mayoría se presentan de forma abundante en cada instancia grupal, posibilitando la
segmentación, codificación y la selección de la información de forma óptima.
Así la investigación cualitativa se vuelve un proceso cíclico, lo que exige en varias
ocasiones volver sobre los datos, analizarlos y replantear el proceso. Más que conferir una
especificidad propia, busca que la información obtenida corresponda con las palabras de las
propias entrevistadas (en su generalidad) para asegurar validez y fiabilidad de los resultados
obtenidos.

“El análisis de datos cualitativo intenta la búsqueda de técnicas y procedimientos (no


sistemáticos) que sean válidos para llegar a establecer inferencia y poder conocer si han
alcanzado o no los objetivos propuestos” (Pérez, 1994:105).
50

Análisis de las entrevistas y talleres de memoria histórica

● 1964-1972: El sueño de la casa propia


1. Llegada a la comuna
Durante el período histórico (1964-1972) se observa una intensificación de las demandas
sociales a partir de la implementación de la “Operación Sitio” en Las Barrancas. En ese
sentido, la gran cantidad de personas que llega a la comuna busca principalmente resolver
la necesidad de vivienda y además expandir los asentamientos urbanos. Tal como recuerda
(S, 49 años, Pudahuel Sur): “A Barranca, en el año 69. Llegamos a Barranca cuando era
Pudahuel, Lo Prado, Cerro Navia, estaban todos juntos y eso era Barrancas. Llegamos en
el año 69. Mis papás adquirieron una casita aquí en lo que es la Villa Kennedy ahora, eh…
y nos vinimos para acá poh´, yo tenía siete años si no me equivoco”.

El establecimiento en la comuna implicó para algunas mujeres y sus familias inscribirse en


la CORVI (Corporación de Vivienda), en tanto el acceso a un terreno que se pudiera
urbanizar o la posibilidad de instalar una mediagua estaba mediada por esta institución. Así
lo enfatiza (G, 72 años, Pudahuel Norte): “Y en el año 64 a la semana de casada,
inmediatamente me fui a inscribir a CORVI ¡Al tiro´, con mis papeles!, con todo hacer la
colita y empezar a poner…alguna plata, la cuota que uno tenía que poner. Y en ese tiempo
eh…yo esperé siete años, siete años que me dieran la casa porque…yo te hablo del 64´ y en
el 71´ yo tuve esto”.

La lentitud del proceso de construcción de viviendas y el aumento explosivo de las


necesidades habitacionales, entre los años 1967 y 1972, provocaron las crecientes tomas de
terreno. La política permisiva del gobierno de Allende en esta materia, acorde con la
prioridad asignada al “poder popular”, convierte a las tomas de terreno en una de las formas
predominantes de acceso, primero al suelo, y con el tiempo, a la vivienda (Castillo, 2010).
Así en Las Barrancas, hoy conocida como Pudahuel, las ocupaciones de terrenos dieron
posteriormente origen a varias poblaciones, cuyo panorama geográfico está marcado por la
débil estructura de las viviendas, falta de urbanización y conectividad en medios de
51

transporte público para con el resto de la ciudad, entre las principales características del
lugar. Al respecto las entrevistadas señalan: “Era con…si miramos la calle San Pablo,
como yo vivo aquí al lado de San Pablo. Era aparte de ser lejos cuando uno venía de qué
sé yo…yo vivía como te decía ahí en Gamero. Entonces era lejos primera cosa, segundo
eran puro´…eh…cuevas…cuevas de…todo esto era como arena volcánica. Que uno sacaba
sapolio de ahí, todo, todo para adentro y…no había nada construido al frente, después no
sé si en ese momento o después al tiempecito, pero muy poco eh…llegaron los
campamentos a Teniente Cruz con San Pablo. Lo que hoy es Lo Prado, antes era
Barrancas. ¡Todo esto era Barrancas!, entonces a ese lado llegaron los…el campamento y
después habían unas casas viejas, con algunos negocios donde ahora está el metro
Pudahuel…” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

“…cuando llegamos aquí a Pudahuel, a este campamento (Manuel Acevedo), nosotros


llegamos con una caseta de 6x6 y aquí lo máximo que había era una de 6x3 pa’ las
familias. (…) y vivíamos en mejores condiciones, pero como la caseta era tan grande no
teníamos patio, entonces estábamos rodeados por acequias, que eran, venían de los pozos,
de los pilares de agua, de los pilones, y… eh, unas canaletas negras de agua, muy sucias,
muy fuertes, tierras, frío en el invierno, mucho frío, mucha humedad, mucho barro. Y en
verano era sequedad, era un desierto, era terrible, había que buscar agua en los pilones
como lo era en todos los campamentos. (…) no teníamos baño, así que tuvimos que abrir
un pozo negro al lado del pilón del agua, que era por donde pasaba la gente y ese era el
baño nuestro, claro que con caseta, con… bien forradita, bien cerrá, pero de todas
maneras era bien incómodo, pero mucha pobreza…” (M, 54 años, Pudahuel Norte)

“Llegaba, llegaba la micro, la única micro que llegaba que me acuerdo, la 5, Tropezón 5
me acuerdo cuando era chica, tomábamos ahí donde está la Biblioteca de Jaime Quilán,
ahí, ahí tomábamos la micro, de aquí para allá, para allá era puro potrero” (E, 53 años,
Pudahuel Norte)
52

Tanto los campamentos como las poblaciones incorporan la idea de organización urbana.
La participación local de las pobladoras entonces cobra fuerza, puesto que es asumida como
una medida eficaz para solucionar los principales problemas que las aquejan (escasez de
productos básicos, falta de locomoción, electricidad y pavimentación, deterioro en los
ductos de agua, entre otros). En ese sentido, los centros de madres son mencionados como
el primer canal de incorporación de las mujeres a espacios colectivos, a la acción social y a
la política. Tal como señala (G, 72 años, Pudahuel Norte): “(…) Entonces nosotros
cuando llegamos aquí (1971), como mujeres jóvenes, con niños chicos, empezamos a
organizarnos inmediatamente, al tiro´. Yo te digo que en enero llegamos nosotros ya en
marzo teníamos lo que en ese entonces había pa´ las mujeres, la organización típica era el
centro de madres. Así que al tiro´ organizamos un centro de madres, al tiro´”.

Pese a la precarización del territorio, llama la atención que la comuna resultara atractiva
para algunas mujeres, lo que se puede explicar en gran parte por el recuerdo del
asentamiento de sus familias de origen en el sector y por las particularidades del espacio
que era fundamentalmente rural, dotado de chacras, potreros, lagunas, canales y grandes
expansiones de terreno que servían para el cultivo. Tal como destaca (T, 74 años,
Pudahuel Sur) a continuación: “…Y era hermoso, porque habían sido chacras, entonces
habían, al frente mío un enorme potrero lleno de yuyos, y también tenía acelgas de repente,
betarragas, porque era un terreno de cultivo, acá. Era bonito…”

1973-1976: Las pobladoras se organizan en defensa de la vida


2. Participación
Aunque el origen de la participación de las entrevistadas en organizaciones sociales y/o
políticas se encuentra en el gobierno de la Unidad Popular, la mayoría recuerda participar
activamente en el período dictatorial. En tanto, las políticas y procesos impulsados
directamente por el régimen: violación masiva de los derechos humanos, profunda crisis
económica desatada por las políticas de estabilización macroeconómica y la ausencia de
partidos y otros grupos políticos-sociales, entre otros efectos, generan las condiciones para
53

que las pobladoras comiencen a crear organizaciones informales 24 dedicadas a la autoayuda


en la satisfacción de necesidades básicas y de consumo. Éstas surgen bajo el alero de la
Iglesia (Católica especialmente) y otras instituciones de apoyo 25.
En ese aspecto, es importante señalar que la mayoría de las entrevistadas comienza su
trayectoria organizacional, integrándose a las ollas comunes 26 y a los equipos de salud en la
comuna. Dos pobladoras lo recuerdan del siguiente modo: “…ocho matrimonios que
empezamos en la Comunidad Cristiana. Y empezamos a…y ahí partió la Ayuda Fraterna,
ahí partió los equipos de salud. Que los equipos de salud son…son trabajos que se hacían
en a través de la iglesia o de los lugares más…más amplios y… de acuerdo a lo que iba
viviendo, se iba estableciendo organizaciones y en ello obviamente participaba la mujer
con conciencia y sin conciencia. Sino que con el afán de ayudar, de ayudar, de ayudarnos
unas con otras…” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

“Mira los niños en la olla común Santa Corina, cuando trabajábamos, todos los niños si
no hubiera sido por la olla común no hubieran sobrevivido, ninguno, de los niños que
participaron en la...olla común y después que era en el verano en las colonias. En el estado
que los encontrábamos, entonces esa acción, esa acción, la hicimos nosotros con...sin
ningún recurso, sólo creatividad, sólo creatividad. Esos jaboncitos que compra...que a
veces… hicimos y también los compramos, con eso y con agüita andábamos lavando los
cabros´ chicos y trabajando con ellos poh´. Y…y…cocinando y haciendo pan, sopaipillas”
(M, 57 años, Pudahuel Norte)

24
La experiencia participativa en centros de madres durante la dictadura, no ha sido contemplada en el
análisis, puesto que las entrevistadas declararon participar sólo en organizaciones informales de la época.
25
Comité de Ayuda a los Refugiados (CONAR) y el Comité de Cooperación para la Paz de Chile
(COPACHI). Estas instituciones tuvieron su continuación en 1975 con la Fundación de Ayuda Social de las
Iglesias Cristianas (FASIC) y la Vicaría de la Solidaridad.
26
La Iglesia Católica implementó la creación de comedores infantiles y bolsa de cesantes. Sin embargo, a
partir de 1977 los comedores tendieron a disminuir y más tarde se transformaron en ollas comunes, como una
respuesta más participativa y organizada de las pobladoras frente al hambre, y como reacción a la labor
marcadamente asistencial de la Iglesia en sus primeros años de acción solidaria (Hardy, 1987).
54

También (N, 68 años, Pudahuel Norte), señala que su comienzo en la organización (es) se
da a través de la iglesia en los equipos de salud, posteriormente participa en el grupo
solidario, el comprando juntos, la olla común y las colonias urbanas de la misma capilla.

“Entonces se formaron varias, ahí sí que se formaron cosas, yo empecé aquí en la


capilla… yo estaba en el equipo de salud, ahí yo aprendí todo lo que era de salud, todo,
todo, todo. Después hice el curso de yerbas medicinales con los Médicos del Mundo. Y
estaba el grupo solidario, el comprando juntos, la olla común, las colonias urbanas,
nosotros dábamos leche en la mañana a los niños, ochenta y cinco niños, y en la tarde
leche también, y el… al medio día estaba la olla común. Entonces la gente toda comía en la
capilla, y era una…”.

(A, 65 años, Pudahuel Norte), comienza su participación en los equipos de salud, pero en
el campamento donde reside. En ese sentido, señala la importancia de esta organización
ante las limitaciones de recursos que hacían imposible otorgar atención médica a todas las
personas que la requerían. Así empieza a capacitarse para prestar un servicio básico y de
prevención a la comunidad, pero también para abordar temáticas sobre el desarrollo
personal de las mujeres del campamento.

“Yo conocí a la Tencha ahí, en el equipo de salud. ¿Y qué hacía el equipo de salud, ver las
condiciones en las que vivíamos; ¿Cuáles son las condiciones?, riesgos de...Hepatitis,
diarrea; ¿Cómo las trabajábamos? nos capacitamos para trabajar los riesgos de...a...tener
un baño común no es fácil ¿Ya? (…) y...um...en el campamento, el equipo de salud, y
después el equipo de salud era...no solamente dedicarnos a...a curar los Impétigos, los
piojos, la sangre, la Sarna, era también desarrollo personal”.

Otro inicio en el mundo de las organizaciones, reside en los partidos o sectores políticos.
Estas organizaciones y grupos surgen a partir de la realización de una tarea, para hacer
frente a un problema concreto, además de desenvolverse en espacios delimitados. Así lo
indican las entrevistadas: “Los Traperos de Emaús para mi fueron como el referente en lo
55

social ¿Ya? porque ellos estaban metidos en la población, trabajaban en la población


Yungay, estaban metidos acá en este sector de Pudahuel donde eran sectores de
campamentos y poblaciones bien pobres ¿Ya?, ellos tuvieron una participación muy activa
pero era fundamentalmente porque habían mujeres en esos tiempos muy
comprometidas…” (G, 58 años, Pudahuel Norte)

“Y… bueno, a mí me pareció eh… muy refrescante el participar en las actividades eh, de la
población, de la salud, en los temas que las mujeres se interesaban, la joven que estaba
también disfrutando su hogar, y porque yo había sido muy dedicada a la política, yo
ingresé jovencita a las Juventudes Comunistas, y fui toda la vida comunista, toda la vida. Y
era muy dedicada a la política yo. Toda mi juventud, en mi Regional en Talca, desde niña,
o sea, desde joven fui con responsabilidades de adulta…” (T, 74 años, Pudahuel Sur)

Junto con la expansión de la población en la comuna en el año 1975, surgen problemas


vinculados a la pobreza, segregación y marginalidad. Sin embargo, es necesario señalar
que dichas condiciones situadas en la dictadura militar, hacen que se incremente el hambre,
la cesantía y la opresión en la vida cotidiana de las pobladoras. Así lo indican las siguientes
citas:

“…o sea el problema de la mujer era solucionar el problema del hambre, el problema de
recursos, el problema de la falta de trabajo y de llevarles los alimentos a los hijos a la
casa, no había un desarrollo personal, no había nada de eso” (G, 58 años, Pudahuel
Norte)

“¿Problemas? no teníamos luz, no teníamos luz, agua, solamente de un puro grifo que
teníamos que hacer la fila para sacar agua. (…) Claro eran los… las condiciones como se
vivía también porque eran… los campamentos, en los campamentos hay de todo, gente que
tiene menos, una que tiene un poquito más y así, esas son las que salían a ayudar. Para
acá toda la gente que se venían, veníamos a recolectar nosotros fruta y las cosas para
comer que nos daban, acá la gente nos daba cosas, pero todo eso era para compartir con
la gente y en la feria se ponían a vender y daban para el pan” (T, 57 años, Pudahuel Sur)
56

“La pobreza, la delincuencia, había mucha delincuencia aquí, entró la droga. Y en ese
tiempo, mira lo que usaban, usaban neoprén y aquí era la moda del neoprén, porque era
uno de los, era… la droga mucho más…accesible, claro, con el tiempo después llegó la
marihuana… era muy mal vista… la marihuana vino a llegar en el año noventa y tanto…
pero anterior a eso era el trago y el neoprén, estas cuestiones de alucinógenos, unas
cuestiones como pinturas que vendían también. (…) y mucha delincuencia, eh… aquí no…
no se cometían actos delictuales a la gente, en ese sentido, era bien raro ¿Ah?...
delincuentes de aquí no atacaban a su gente, pero sí atacaban para afuera, si pasaba
alguien a esto le decían “La Paila”, el que entraba estaba frito, así le decían…” (M, 54
años, Pudahuel Norte)

Si bien, la incorporación a la organización (es) apunta a resolver problemas de subsistencia


y a mejorar sus condiciones de vida, también se relaciona con la necesidad de generar redes
de solidaridad que les permitan por un parte, reconstruir el tejido social dañado por el
contexto y por otra, desarrollar distintas formas de acción colectiva que contengan un
sentido común en su rol de mujeres, pobladoras, madres, hijas, esposas, abuelas, etc. Tal
como destaca (S, 53 años, Pudahuel Sur) a continuación: “De forma espontánea,
digamos, que nos juntábamos y alguien se le ocurrió que justo mirábamos las poblaciones
y veamos lo que necesitan los niños, hagamos algo, hagamos cosas. Íbamos como los días
domingo a sacar a los niños un poco pa’ afuera, a jugar con ellos, a cantar, porque era
como que estábamos sumidos en la tristeza, y los cabros´ chicos como que se daban harta
cuenta que faltaban cosas, los papás como deprimidos con tanta muerte, tanta cosa,
entonces los sacábamos como a jugar. Ése era como, empezó como siendo eso, como que
íbamos a jugar con ellos, a hacer cosas con ellos...”

Desde esta perspectiva, es coherente que sean mujeres de redes cercanas (familiares,
vecinales y de amistades) quienes las inviten a integrarse y participar en las organizaciones.

“eh… de ahí que…eh…eh… empecé con, con otras compañeras, en ese tiempo amigas de
vóleibol qué sé yo, de juventud, de conversar, de encontrarse en la calle con alguien y
57

empezamos como a inventarnos una vida diferente, a hacer trabajo social, a ayudar a la
gente…” (M, 54 años, Pudahuel Norte)

“…yo vivía en el campamento de...de Teniente Cruz y yo me vengo a vivir a mi casa, en el


mismo...en el mismo barrio pero en el fondo, casi llegando a Pérez. Y...y una vecina me
dice "Oye chica, tú estás bien...pa´ participar. Mira nosotros tenemos una olla común, la
formamos recién. Lleva como dos lunes y está aquí al frente en el campamento". Me dijo
“Anda a participar, la casa hace mal". Y yo le dije, no si yo participo en la Comunidad
Cristiana de San Francisco "Pero eso es fome´” me dice la señora. Ella había participado,
había hecho catequesis pero como de afuera, "No, pero eso es fome´. Esto de acá es bueno,
porque hay talleres" (M, 57 años, Pudahuel Norte)

En general, se observa en el discurso de las entrevistadas que existen diferentes tipos de


motivaciones para organizarse, sin embargo predominan: una que gira en torno a la
necesidad de resolver problemas básicos de subsistencia como la alimentación, y otra
respecto a combatir la dictadura. Al respecto, las entrevistadas cuentan: “Claro eran los…
las condiciones como se vivía también porque eran… los campamentos, en los
campamentos hay de todo, gente que tiene menos, una que tiene un poquito más y así, esas
son las que salían a ayudar. Para acá toda la gente que se venían, veníamos a recolectar
nosotros fruta y las cosas para comer que nos daban, acá la gente nos daba cosas, pero
todo eso era para compartir con la gente y en la feria se ponían a vender y daban para el
pan” (T, 57 años, Pudahuel Sur)

“Entonces la única necesidad que había aquí y que yo veía era la de seguir trabajando en
esta cosa de buscar más, de seguir dando la pelea a la dictadura, era como lo que nos
motivaba de alguna manera también a las obritas de teatro, recorrer los lugares con cosas
que eran sabidas, pero que no todos querían escucharlo no más poh´” (M, 84 años,
Pudahuel Norte)
58

Es importante mencionar, que la organización es vista por las pobladoras como el espacio
de ruptura momentánea con el rol socialmente asignado de madre, esposa y dueña de casa.
Esto se expresa en la necesidad de romper la rutina con lo doméstico, distraerse, conocer
personas y formar amistades, obtener conocimientos, desarrollarse personal y
colectivamente, entre otras.

“…Entonces...esa pega´ que hicimos, no maravillosa, maravillosa, maravillosa y nosotros


nos salimos de la vida depresiva que llevábamos adentro de las casas, porque imagínate
cómo era la vida para una mujer...eh...normal, común y corriente, con una pobreza
extrema, eh...con un machismo que ahora tú recuerdas cómo era ese machismo en esos
años y...” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

“Salir de la casa… ¡Sí, aquí yo estaba chata´!. No, era salir, y aprender poh’, si eso…”
(N, 68 años, Pudahuel Norte)

“…cada cosa fue como ventanas que se nos fueron abriendo, el entendimiento porque yo
creo que, antes era... una mujer -yo digo- porque yo creo que las capacidades de uno están
hasta por ahí no más poh'… de casarse, criar el hijo y... nada mas poh'… y hacer las cosas
de la casa. Pero después empecé a... a descubrirse uno que tiene otras capacidades
poh’…. y capacidades, para el bien para uno y para los demás...” (M, 69 años, Pudahuel
Sur)

Pareciera que en materia de participación, el trabajo comunitario constituye uno de los


elementos del proceso. No es casual que las pobladoras desenvuelvan protagónicamente
este tipo de actividades. Dichas prácticas sociales están relacionadas al trabajo doméstico
que realizan las mujeres cotidianamente. En estos casos, vemos como rompen con tareas
relegadas al ámbito de lo privado, y las proyectan en un espacio público y colectivo. Si bien
en una primera instancia su participación está vinculada a representaciones sociales
construidas en torno al rol de madres, cuidadoras, protectoras, etc. La participación de las
pobladoras en organizaciones de subsistencia propició el descubrimiento de sus
potencialidades silenciadas por años.
59

2.1 Influencia de la familia de origen


Las familias de origen cumplen una función primordial en el significado que adquiere la
participación socio-política en las pobladoras, ya que influye en la conformación de su
identidad, en las actitudes, habilidades y conocimientos que tendrán posteriormente en
distintos espacios.
Esta influencia se manifiesta especialmente en la tradición familiar como factor motivador
de participación, puesto que sus padres eran militantes o participaban activamente en
organizaciones sociales o políticas.
Al respecto, es importante considerar que el interés por “la política” no se presenta como
una disposición natural de las mujeres; éste requiere un trabajo de resocialización. Puesto
que, tanto la socialización primaria a cargo de la familia, como la socialización secundaria
por parte del sistema educacional formal, no están orientadas a preparar a las mujeres en
este espacio.
En ese sentido, es posible detectar que la mayoría de las entrevistadas mencionan como
principal referente familiar de participación al padre y los hermanos, dejando entrever que
la política es un campo de acción más masculino. A ellos se les atribuye la racionalidad y
son valorados por alcanzar metas y logros específicos.

“Mi papá, mi papá, yo creo que nosotros, la…la historia de la dictadura pa’ nosotros fue
bien latente, bien presente, porque mi papá nos hacía leer mucho, eh, nos contaba mucho
sobre esto, eh, los domingos después del desayuno eran tertulias de no sé poh’, de dos ó
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tres horas donde él nos contaba y yo creo que él impulsó digamos. Porque nosotros de
todos mis hermanos, mi hermano el que sigue después que yo, el Eduardo, él… él formó
parte del Frente Patriótico, harto tiempo del MIR, después del Frente, mi hermana menos
con nosotros, yo y mi hermano mayor, que era como el más… el más alejado de esto
estaba, también formó parte digamos de la célula, pero el impulsor de eso fue mi papá. Mi
papá, eh… dirigente sindical, dirigente social muchos años después, dirigente deportivo, o
sea yo creo que por ahí van, por ahí van nuestra… nuestra…” (S, 49 años, Pudahuel Sur)

“Mi papá fue socialista siempre, mi papá creía en un… en las personas, creía en una
sociedad justa eh… creyó mucho en los ideales de Allende, siempre, siempre yo, bueno de
chiquitita lo vi metido en todo lo que era lo social, organizando a la población cuando
llegamos allá y yo tenía tres años eh… la población era más bien un campo con una calle
al medio a donde habían como cuatro a cinco casas .Eh… empezó primero por el tema de
la luz, después por el tema del agua, después por el tema de las veredas, primero fueron
las soleras, después la vereda, después por la calle ¿Cachai´?,”(G, 58 años, Pudahuel
Norte)

En cambio, la figura parental femenina comúnmente aparece conectada a la memoria,


puesto que se rescatan sus historias de lucha, haciendo que la participación se perciba como
algo propio. A las madres y abuelas, se les atribuye fortaleza para soportar y enfrentar
situaciones difíciles y son valoradas por las orientaciones que les transmitieron en base al
afecto, la empatía y la preocupación por las/los demás.

“Mi abuela cuando fue joven, fue trabajadora, porque ella toda su vida fue sola con sus
niñas, pa´ esa época. Y mi abuela como ella era trabajadora y...y veía la desigualdad, ellas
reclamaron y se ponían con cadenas en el Congreso ¿Te acordai´ el antiguo Congreso?,
por derecho a voto, derecho a voto. Después mi mamita, ella como ya tenía ocho cabros´,
ella luchó por el derecho a la píldora ¿Cachai´?, mujeres fuertes. (…) hasta que lo
consiguió, fue hasta la misma Moneda, yo fui con ella cuando llegamos ahí con los
mellizos, yo con la otra guagua ¡Habían tres guaguas!, ¿Cómo podía impedirlo? era una
mujer cristiana, no se iba hacer aborto todos los años. (…) una mujer pobre...que
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habíamos vivido en el Cerro Blanco y de ahí nos fuimos...a esa toma de terreno ¿Ya?. Pero
mi mamá era una mujer educada, ella quería...algo distinto…” (A, 65 años, Pudahuel
Norte)

Llama la atención, que esta pobladora sindique como lucha femenina el derecho a la píldora
anticonceptiva, puesto que durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, se formula la
política de planificación familiar, cuyo objetivo apuntaba a reducir los riesgos asociados a
la práctica del aborto inducido en condiciones inseguras (Díaz, 2015). En ese marco, la
distribución de píldoras anticonceptivas se extiende a los servicios públicos del país, por
ende, esta medida no respondió a una lucha femenina propiamente tal sino a una decisión
de corte gubernamental. Sin embargo, es interesante la reelaboración que realiza (A, 65
años, Pudahuel Norte) de este acontecimiento, ya que la idea original fue gestada por el
Movimiento Pro- Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH). Desde la tribuna de su
periódico La Mujer Nueva, las feministas respaldaron la modificación del Código Penal
para permitir el aborto en los hospitales públicos (aunque en casos especiales) y la entrega
gratuita de métodos anticonceptivos.

●1977-1981: Las pobladoras comienzan a preguntarse por su problemática específica


Este período comienza con las acciones simbólicas de repercusión internacional que llevan
a cabo mujeres vinculadas a organizaciones de derechos humanos. (I, 79 años, Pudahuel
Norte) integrante de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) y
su hija (E, 53 años, Pudahuel Norte) recuerdan dos acontecimientos que consideran muy
significativos: encadenarse a las rejas del ex Congreso Nacional y la huelga de hambre
que realizaron en las oficinas de la CEPAL, para exigir información acerca de sus
familiares.
“Sí, cuando nos encadenamos al Congreso (en el año 77), entonces fue cuando estuvimos
detenidas, como diez días…”.

“En junio después fue la huelga de hambre, del 77. Ya en enero ya, la Corte Suprema
reconoció que había detenidos desaparecidos aquí, que fue un gran logro, un logro, y
después, eh… hicieron la huelga de hambre mi mamá, y casi las expulsan del país…”.
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Es importante mencionar que entre estas activistas la lucha por la aparición de sus
familiares y por la defensa de los derechos humanos no estuvo construida exclusivamente
desde la identidad materna (como las Madres de Mayo en Argentina), estas mujeres más
bien construyeron su acción colectiva desde una lógica integradora, de apoyo y asociada a
los cuidados con otros movimientos sociales (Baldez, 2002).
A nivel local, durante este período también comienzan a cobrar protagonismo
organizaciones orientadas a la niñez y juventud (es). Al respecto (S, 53 años, Pudahuel
Sur), nos cuenta sobre su ingreso en un centro cultural del sector: “En el año 79´. Siendo
una lola´, integré un centro cultural que se llamó centro cultural Víctor Jara, ahí comencé,
ahí comencé, de ahí también nació, eh, los comités navideños, comités de ollas comunes,
teníamos como hartas aristas. Sí, en el año 79”.

Tomando en cuenta que su inicio en el mundo de las organizaciones sociales está mediado
por la edad, se puede llegar a sostener que su participación se remite a otras motivaciones,
que van más allá de la subsistencia.
En esta misma línea, es posible encontrar los Talleres de Aprendizaje (TAP) que surgen a
principios de los años 80´ en Pudahuel, en el marco de una tradición distinta a la escolar: la
educación popular, y bajo el alero de una institución no gubernamental, el Programa
Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIEE). Se trató (y trata) de una
experiencia educativa comunitaria, que es destacada por (G, 58 años, Pudahuel Norte):

“… ahí la iglesia como que empieza a organizarla, la olla común, la olla común necesitaba
un lugar para que… para el cuidado de sus hijos mientras las mamás y hacían algo ¿Ya?
.Ahí surgen los TAP, los Talleres de Aprendizaje donde chiquillos que estudiaban iban a
enseñarle por hora a los niños que estaban al cuidado, o sea que eran de las señoras que
estaban haciendo la olla…”

Con la difusión del Año Internacional de la Mujer (1975) y la realización del Decenio de la
Mujer (Naciones Unidas, 1976-1985) y tras múltiples iniciativas internacionales se aprecia
una mayor sensibilización frente al tema en Chile, a través de agrupaciones de mujeres en
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instituciones de apoyo, de organizaciones populares y en menor medida, de partidos


políticos. Durante este período se echarían las bases para la fundación de un movimiento
colector de las identidades femeninas populares: de explotación, crisis, marginalidad,
resistencia y autogestión. Portador de un feminismo popular, distinto a la clase media y
opositor al modelo neoliberal.

“Bueno y ahí hicimos hartos talleres con mujeres y ahí yo agarré el contacto por
intermedio de la… del Arzobispado con el… con el MODEMU que era un movimiento de
mujeres que… MOMOPU ya, que esa es el movimiento de mujeres pobladoras…” (G, 58
años, Pudahuel Norte)

También surgieron otras organizaciones, en su mayoría Organismos No Gubernamentales,


que tenían como objetivo reflexionar sobre la condición de las mujeres.

●1982-1986: Las pobladoras se movilizan contra la dictadura con sus demandas


específicas
Este período aparece en el discurso de las pobladoras marcado por hitos referidos a los
horrores de la dictadura y fundamentalmente su resistencia, en torno a dos dimensiones:
local y nacional.
En relación al ámbito local o comunal, es necesario considerar que el espacio físico se
convierte en un agente de cambio en las relaciones y comportamientos de las mujeres, de
manera tal que supera con creces el carácter de escenario. Asimismo, el vínculo que
establecen las pobladoras con el espacio está fuertemente influenciado por factores
históricos, sociales y culturales del sector.
Así es posible notar como ante la violencia del régimen, prevalecen en sus memorias los
recuerdos más amargos y dolorosos. Para (S, 53 años, Pudahuel Sur) los allanamientos y
el asesinato de dirigentes de poblaciones emblemáticas de la comuna, son acontecimientos
que marcaron su niñez: “En uno de estos allanamientos, que bueno, uno después se entera
que son allanamientos, porque cuando estás chico reconoces que la gente corre por las
calles, que hay gritos, que no sé qué. En uno de esos allanamientos escuchamos muchos
gritos, muchos gritos, y uno, después como silencio, y después de ese silencio, un montón
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de balazos, así como de metralletas…quedamos como muy asustados, y en la mañana


siguiente, tipo siete de la mañana, mi papá, era un día sábado en la mañana, y eso fue un
día viernes, de madrugada, salimos a dar una vuelta, y en la laguna hartos muertos, así
como no sé, ocho, diez muertos. Que me acuerdo que nos devolvimos, mi papá muy
impactado, y se lo contó a mi mamá, mi mamá se puso a llorar, y después supimos que los
que habían matado habían sido dirigentes de las poblaciones…”.

Frente a un régimen que practicaba la represión salvaje en la comuna-expresada en la


ocupación militar, allanamientos, delación, detenciones, asesinatos, desapariciones y
erradicaciones-mantenidas por un insidioso Estado de Sitio. Las pobladoras de Pudahuel
rompen el muro del terror y deciden tomar acciones. Son protagonistas junto a los/las
jóvenes de las jornadas de movilización y protesta contra la dictadura en el año 1983, las
que durante los meses de mayo, junio, julio y agosto abarcan distintas poblaciones y zonas
de la comuna. Al respecto, (G, 72 años, Pudahuel Norte) relata: “…toda la organización
dijéramos en contra de la dictadura fue gracias a los jóvenes de ese entonces y las mujeres,
por lo menos lo que yo vi. (…) aquí era muy conocido, está…está esquina Teniente Cruz
con San Pablo. Las grandes, inmensas protestas…entonces los cabros´ salían corriendo
cuando venían los pacos´ y nosotros todas les abríamos las puertas. Estaba lleno de
cabros´ y a veces ni teníamos idea de dónde eran, no sabíamos y andaban pidiendo
permiso los chiquillos por el living de tu casa (risas) y todo oscuro, todo oscuro. (…)
entonces, la señora del segundo piso gritaba ¡Cuidado los fulanos! ¡Cuidado que pa´ allá
iban los pacos´! ¡Vean acá!. Entonces todo el mundo de alguna manera colaboraba…”.

De forma similar (C, 72 años, Pudahuel Norte) describe cómo transcurrían las protestas
por su población y la forma que tenían de esconderse las/los jóvenes al interior de su hogar:
“Lo único que los días de protesta de San Pablo no se podía pasar para allá, ni para acá,
así que quedamos divididos. Los chiquillos se iban para allá y nosotros para acá. Y de
repente... van los balazos, y yo abría la puerta y todo, todo, todo, todo, lleno...lleno y todos
calladitos. (…) una vez me pasó eso que se metieron todos...y...en...adelante, en los
jardines, en todas partes, aquí dentro, en el baño, en la cocina, en la pieza todos
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acostaditos ahí. Se llenó, se llenó aquí, porque en este pasaje se metieron los chiquillos y
este pasaje no tiene salida, pensaron que era Rufina Castillo”.

También el asesinato de la señora Yolanda, el día 11 de agosto de 1983, en el campamento


Los Colonos de Barrancas (hoy Lo Prado) es recordado por (C, 72 años, Pudahuel Norte)
como una manifestación del control y represión de la dictadura militar hacia las mujeres de
los sectores populares: “Después del año y tanto, eh...empezaron las protestas pero unas
protestas bien...como decía Mahatma Gandhi (risas)...eh...sin violencia. Unas sentadas,
una tirada en el suelo, pero ya no pueden...bueno igual habían chiquillos que tiraban
piedras y cosas por el estilo. Pero en una de esas mataron...había una toma ahí en Lo
Prado. De ahí de las...de Los Copihues, antes, de Siete Oriente, a donde están unos
departamentos, de ahí para allá, era como...como una toma y ahí murió la señora Yolanda.
(…)Que...eh...sintió los balazos y...en la noche y ella se sienta porque era asmática y le
atraviesa dentro de la casa... una bala... en la cabeza”.

3. Protagonismo en movimientos de mujeres y/o feministas


Ante el surgimiento de grupos feministas en el país, y el nuevo protagonismo que asumen
las mujeres en la dictadura, se forman diversos grupos que apuntan al cambio de su
condición de opresión y subordinación, entre los que las entrevistadas destacan: el
Movimiento Feminista, MUDECHI (Mujeres de Chile) y el resurgimiento del MEMCH
83´.
“El MEMCH, si yo al MEMCH fui mucho (…)bueno y ahí era porque ya empezó la gente a
salir a las calles, entonces la forma de atemorizarla era sacando las tanquetas a la calle,
milicos y cuánta cuestión, pero era ya… ya… ya estaba la… la rebelión, la rebelión no la
paraban. Yo estuve en ese tiempo a cargo eh… me acuerdo que fueron como trescientas
cincuenta familias que era yo la coordinadora porque yo siempre he tenido como pasta de
líder (risas)” (G, 58 años, Pudahuel Norte)

“Claro, en el MUDECHI nosotras hacíamos reuniones, ahí íbamos tratando los temas, y
yo participaba en una organización que se llamaba AMUDENA, en la zona centro de
Santiago, y a la vez nos coordinábamos con el MUDECHI. Bueno, ahí más que todo era la
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lucha política, el salir a la calle, el informar a más mujeres, ir logrando más


organizaciones, porque era complejo, había poca organización, necesitábamos ir
organizándonos” (T, 74 años, Pudahuel Sur)

En este período es importante tener en cuenta que la asociatividad de las mujeres se


mantiene bajo el alero de las ONG, a través de programas dirigidos a las pobladoras y
además se crean instituciones dedicadas exclusivamente a las mujeres. Tal como se destaca
a continuación: “Cuando te hablo pa´ afuera es trabajar por los temas de la mujer y yo
empecé a trabajar (como voluntaria) en una ONG´ y en el año 82´… 85´además de estar
participando en la Comunidad Cristiana, yo participaba a nivel zonal. Yo trabajé en
Providencia en la ONG Los derechos de la Mujer. Entonces y ahí empezamos a trabajar
sobre la violencia intrafamiliar…” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

“Y ahí uno llega a la comuna. Y en la comuna estaba ahí en...en Los Canelos acá
la...porque nosotros conocíamos la capilla de ahí poh´ ¿Ya?, eh...la Casa Malén...la Casa
Malén. La Casa Malén ahí llegaba pero ¡Uf, unas mujeres! que traían desarrollo personal,
relación...eh...trabajar con...con nuestros niños, trabajar la violencia, cómo podíamos
trabajar la violencia de...eh...cómo se llama...identificar...identificar los distintos...distintos
grados de violencia, con eso se empezó en la Casa Malén. Pero nosotros...igual teníamos
ya nuestro equipo de salud en la capilla acá poh´” (A, 65 años, Pudahuel Norte)

Posteriormente cuando se generan redes de participación entre grupos de mujeres, en torno


a necesidades de asociación, donde la situación social y el componente afectivo es
cohesionador, se constituyen formas de organización que se extienden a otras comunas. Al
respecto, las entrevistadas señalan: “Entonces...eh...no... nosotros tuvimos bien buena onda
y como te digo yo por esas cosas de la vida una vez me las encontré. Una vez en Renca
también, increíble, yo te escucho y trabajé en Renca quince años y tuvimos encuentros de
mujeres en Renca y todo y fueron las feministas...” (C, 72 años, Pudahuel Norte)

“Y formamos eh…cómo se llaman estos…monitoras en violencia intrafamiliar, entonces


ahí participamos en la Casa La Morada, en CESOC, en…con ONG´ teníamos grandes
encuentros con otras ONG´ que trabajaban este tema y otros. Entonces ahí había un…nos
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fuimos a Canelo de Nos y ahí había un grupo de…de mujeres a nivel país que íbamos un
fin de semana o una vez al mes. Hacer pura formación, capacitación y formación en
diferentes temas y…y después estos grandes encuentros que hacíamos también como ONG´
de mujeres de diferentes partes de…de Santiago. Entonces ahí tú empiezas a tener redes,
ya fuera de la comuna…” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

La dinámica de participación en estos grupos fortalece el desarrollo de una identidad


colectiva, respondiendo a algunas demandas y necesidades concretas de la época. En ese
sentido, las motivaciones que orientan el ingreso a los movimientos de mujeres y/o
feministas guardan relación con un deseo profundo de acabar con la dictadura y con la
necesidad de contar con una herramienta para reflexionar sobre la opresión de género. Esto
último, se encuentra relacionado a la búsqueda con otras mujeres de espacios de discusión y
reivindicación de sus demandas particulares como mujeres pobladoras.
Así enriquecieron sus análisis sociales, en tanto incorporaron a sus vidas la elucidación
acerca del impacto en sus cuerpos, subjetividades y sexualidades producto del sistema de
dominación patriarcal. Se podría decir que estas mujeres en la acción colectiva
descubrieron que el patriarcado genera una producción ideológica y simbólica que lo
legitima y contribuye a reproducirlo, basado fundamentalmente en la naturalización.
Sosteniendo un paradigma que iguala lo humano a lo masculino, y lo masculino con lo
humano. La forma que asume esta equivalencia es la lógica binaria, atributiva y jerárquica
(Fernández, 1999).

“¡Ay niña! porque era lo máximo en ese momento y había que ponerse en alguna de las
trincheras ¡Niña!, no podi´ quedarte ahí mirando que las cosas están sucediendo, y aunque
al Lucho (marido) no le gustará. Estábamos intrépidas, increíblemente intrépidas,
éramos...puta tú no podías distinguir bien una feminista de una política o de...persona de
los ejecutados políticos, de una ecologista, después se fueron definiendo, parcelando, pero
en esos instantes era así como ¡Oh! un clamor, un deseo y se unía a...a tantas cosas, a
tantas cosas…” (A, 65 años, Pudahuel Norte)
68

“Y en cuanto a tu posición de las mujeres desde la mirada feminista, todos esos años
nosotros nos tuvimos que volcar al feminismo como una herramienta. Porque si no nos
poníamos feministas de frentón y así de un rato pa´ otro un...un vuelco. Porque no hubo un
proceso que yo me fui...no, es que si no…no podías luchar, te quedabas en la casa... y era
el anillo al dedo, o sea tú empezabas a leer después, a capacitarte...en...en los temas
netamente que era mujer y era lo que necesitábamos, necesitábamos, era una
herramienta” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

Evidentemente el camino que tomaron las entrevistadas fue parte de un proceso histórico en
el que vislumbraron la necesidad de organizarse como mujeres, y desde esta especificidad
participar dentro del movimiento feminista. Así se fueron encontrando e identificando con
otras mujeres que repensaban el significado y el impacto del sistema patriarcal en ellas, y
cómo éste se conjugaba con la instalación del sistema neoliberal en el país que las
vulneraba aún más como mujeres pobladoras.
Otro aspecto que se trasluce en los discursos de las entrevistadas, es la percepción de
cambio que visualizan en ellas mismas y en las demás mujeres que pertenecen a las
organizaciones y/o movimientos. Si bien los sentidos no expresan una relación directa e
inmediata de los aspectos externos influyentes en sus vidas, sí dan cuenta de una expresión
compleja de su subjetividad y de los contextos en que actúan.

“El contexto político que había, y… y no sé, un sentido de… un sentido fuerte de… de
cambiar, de crear cambios, era un deseo grande de que hubiera un cambio y se reflejaba
mucho en mí…” (T, 74 años, Pudahuel Sur)

Por tanto, los sentidos subjetivos se expresan en una tensión permanente entre sus formas
de organización y la dinámica de los procesos en que se manifiesta la acción humana (Rey,
2008). En ese marco, la autoafirmación subjetiva aparece en los testimonios de las
pobladoras como una constante, al igual que la autopercepción del cambio, de la
transformación subjetiva.
69

Otro aspecto que es mencionado por las pobladoras, tiene relación con el proceso de
fortalecimiento. Puesto que, a medida que van descubriendo que en la (s) organización (es)
varios problemas experimentados desde la singularidad son vividos y sufridos por otras
mujeres con historias de vida, dificultades y procesos similares, construyen procesos de
fortalecimiento donde los dolores, el miedo, la crítica y la autocrítica están presentes, pero
también los afectos, la revalorización de sus cualidades y capacidades. El fortalecimiento
subjetivo conduce a cada una a la crítica develadora de su mundo y de su identidad (es): su
manera de ser mujer o modo de vida, y el conjunto de sus relaciones, roles, actividades y
poderes de género.
En este transcurso también se va reconociendo la desvalorización que cada mujer tiene
hacia ella misma y cómo funciona subjetivamente la baja de autoestima, ya que ésta en las
mujeres generalmente depende de la aprobación que hacen los otros. En ese sentido, las
pobladoras rescatan que las organizaciones (o movimientos) de mujeres desarrollen un
trabajo hacia la autoestima, puesto que surge en ellas la necesidad de vivir una vida
diferente, en donde se puedan alcanzar distintas metas, destinos, deseos y sueños.

“..Eso me dejó algo muy especial como mujer, el hecho de quererme, de ser un ser
humano, de mi debilidad formarla, transformarla en fortaleza, eh… de creerme el cuento´
de que yo puedo, que soy capaz y que me llevo el mundo por delante, como mujer, siempre
como un género, siempre… entonces… eh… me ayudó mucho, porque yo estaba muy… a
ver, mi padre machista, mi madre machista, entonces… yo… quedé muy desvalorizada
como mujer en mi crianza…” (M, 54 años, Pudahuel Norte)

3.1 Ilegalidad y clandestinidad


Uno de los primeros problemas que enfrentan las pobladoras para participar en
organizaciones sociales y posteriormente en un movimiento de mujeres se halla en el
amedrentamiento sistemático por parte de los organismos del Estado. La persecución de
dirigentes/as y activistas de base y sus familiares, la acción encubierta de comandos civiles,
el recurso al Estado de Sitio con su secuela de represión y muerte, constituyen un poderoso
control y límite para participar. Al respecto, las entrevistadas recuerdan: “Sí poh´ y ahí en
ese tiempo cuando empezó a suceder eso que las mujeres costaba que participarán
70

justamente por eso porque les daba miedo participar en una… ese era motivo también, les
daba miedo porque como estuvimos con toda esta cuestión del golpe, de toda esta cosa,
entonces que nos fueran a pillar, no teníamos que tener datos ni ninguna cosa, estuvimos
un tiempo que pasamos así poh ´ y para no… que no nos pillaran y no nos vinieran a
buscar, pero las mujeres les daba miedo sí, porque tenían niños, porque les daba miedo
que pasará algo, represalias, esas cosas las vivimos” (T, 57 años, Pudahuel Sur)

“…eh… mucha desconfianza. Eh, no confiábamos mucho… eh... mucho miedo. Eh... en
dictadura, miedo, mucho miedo y... y que... y...” (M, 69 años, Pudahuel Sur)

Sin embargo, los testimonios de las pobladoras indican con mayor frecuencia el malestar o
la inaceptación de sus cónyuges o maridos como principal impedimento para participar en
movimientos de mujeres y/o feministas. El desplazamiento de la casa hacia las
organizaciones implica que no estén presencialmente, ocupen otros espacios, en tanto se
relacionan con más mujeres (las que pueden considerarse una amenaza) y también con
hombres (lo que podría atentar al honor masculino). Esto queda expresado en sensaciones
de inseguridad, celos y miedo a la represión por parte de los varones:

“Eh… los problemas eran los maridos, o sea era el problema grande… si uno se atrevía a
salir ya andabas con otro, con quién te acostaste, todas esas cuestiones (…)más que nada
el machismo, que no te dejaba ser no más poh… no, no… ellos tenían mucho no sé, era
inseguridad… por la forma en cómo trataban a las mujeres yo creo que eso hacían, se
insegurizaban ellos mismos, es decir “Si ella sale se va a enamorar de otro, que la va a
tratar mejor”, porque igual no trataban bien poh’, ningún marido trataba bien, era muy
difícil, había que buscarlo con lupa. Yo creo que era el machismo más que nada, lo único”
(N, 68 años, Pudahuel Norte)

“…hay mujeres que realmente tuvieron problemas. Que el marido empezó “No te vayas a
meter con los comunistas, con los socialistas, con quien viniera, no te vayas a meter con
ese grupo” o simplemente “No vayas allá porque está…tú tienes que cuidarte porque yo
me voy a trabajar y con quién quedan los niños. Así que no te vayas a meter en eso, que es
71

complicado”. Pero resulta que la gente se metió igual, las mujeres cuando se deciden…eso
es lo bueno de la mujer, lo hace. Y además que las mujeres somos más decididas que los
hombres. Hay una diferencia, ellos son objetivos nosotros somos detallistas, pero que si
nosotros nos proponemos algo lo sacamos” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

Al respecto, las pobladoras reconocen que el intercambio de experiencias con otras mujeres
permite superar rápidamente su asignación exclusiva al rol doméstico y de cuidado de
los/las hijos/as, además de posicionarlas desde una perspectiva crítica y empoderada al
momento de enfrentarse a comportamientos y actitudes machistas. En ese sentido, relatan:
“...porque el dueño de casa te ponía ahí...el tope. Te decía " O te dejas de um...o...o te vai´
de aquí". Entonces tú ya en tu postura empoderada tú le decías " No poh´, esto…esto me
pertenece a ti y a mí, pero yo voy hacer mi vida igual. Te guste o no". (…)Fueron muy
pocas las mujeres que lograron con su pareja a la buena hacer el tema del
desarrollo...eh...de las luchas y del desarrollo personal” (M, 57 años, Pudahuel Norte)
El asumirse como mujeres que independiente de los otros poseen deseos, sueños y
proyectos implica un trabajo cotidiano y constante. Puesto que, ejercer la autonomía
requiere romper con ciertas creencias y comportamientos arraigados, se trata de un cambio
radical de las representaciones sociales y de la posición que se tiene como ser. Tal como
señala Castoriadis (2005), la autonomía implica el cuestionamiento de la institución
imaginaria de la sociedad, y abre posibilidades para modificar el dominio de lo histórico-
social.

3.2 Articulación y coordinación


La coordinación y articulación de las pobladoras con los movimientos de mujeres y/o
feministas del período, se basaba en orgánicas con funcionamiento horizontal, que
promovían la participación y corresponsabilidad de sus participantes. Las cuales se
caracterizaban por tener conexiones con grupos de mujeres de otras comunas a través de un
plan de actividades con jornadas periódicas. Así lo indican las siguientes citas:
72

“Sí, sí, mira, había conexión con Recoleta, con…con Quilicura, eh…Quilicura, Recoleta…
era como lo, las poblaciones… bueno, lo que ahora es Cerro Navia, pero también era
Pudahuel, que era La Herminda de Pudahuel, el… que eran como sectores más alejados
pero estaban como con conexiones con nosotros, eh… poblaciones Jota Pérez sí, sí habían
conexiones digamos como bien amplias, como bien amplias” (S, 49 años, Pudahuel Sur)

“¡Sí, MODEPU! eh… sí, todo eso… tenían… deben tener todavía mucha conexión con
todas esas organizaciones, sí, con todas ellas, conocí gente de otras comunas que venían
acá, se hacían actividades en San Francisco con La Estrella, donde estaba la Atiniña hay
una placita y hacíamos actividades, con encuentros con diferentes comunas, de mujeres,
actividades femeninas muy buenas” (M, 54 años, Pudahuel Norte)

“Iban surgiendo, de a poquito. Iban por ahí, por la Población Nogales, mujeres que se
empezaban a unir. De repente aparecían poniéndonos con unas mesitas en la calle para
anotar a Los Sin Casa, por ejemplo me acuerdo. Y con, también con las AMUDENAS y
MUDECHI hicimos una actividad en la población El Nogal, ahí yo estaba participando en
una organización que era un grupo de mujeres que éramos radicales, socialistas,
comunistas y otros partidos o movimientos…” (T, 74 años, Pudahuel Sur)

Según (G, 72 años, Pudahuel Norte) cada movimiento u organización mantenía relaciones
de apoyo y respaldo con los grupos de bases, también definían sus reglamentos y
paulatinamente establecían sus dirigencias: “armamos, nos juntamos y empezamos hacer no
directiva típica tampoco. Ahí ya empezamos hablar de coordinación de mujeres, entonces
ese grupo formó la Casa Atiniña con una coordinación. Esa es una coordinación donde
aquí nadie era presidenta, secretaria, teníamos roles. Pero, la mirada hacia afuera era...ya
este grupo de mujeres todas…son como iguales, ninguna es más que otra. Para evitar lo
que es esta típica…reglamentación de… eh… presidenta, secretaria y tesorera y la
presidenta es la que manda. Porque antiguamente la presidenta hacía y desasía. Así que de
ahí armamos la Casa Atiniña”.

A través del testimonio (A, 65 años, Pudahuel Norte), es posible entrever que las formas
de coordinación de las mujeres, se convierten en un proceso importante de participación y
73

creación de liderazgos: “No era una cuestión estructurada era una cuestión así como... casi
espontánea, a...a pulso, eh...y también así como...sin permitir la dirigencia masculina. No,
incluso reconocíamos eso en…en las mujeres, si había una que era muy...con ideas
masculinas. (…) eso, violenta y autoritaria. Eh...no... las rechazábamos, no le
entregábamos espacio ¿Cachai´?”.

En este relato aparece un fuerte cuestionamiento y rechazo al ejercicio de abuso o


centralidad del poder por parte de los varones y de algunas mujeres, expresado en
imposiciones, desestimaciones de demandas, invisibilización, autoritarismo, entre otras. Al
parecer, las pobladoras apostaban por otras formas de hacer política, basadas en la
construcción de redes u organizaciones integrales, con retroalimentación y desarrollo de
vínculos afectivos que fortalecieran sus identidades.
Sin embargo, es necesario indicar que a nivel local la unidad también se expresaba en las
coordinadoras de organizaciones mixtas que levantaban partidos políticos clandestinos. De
especial renombre y ejemplo, fue la Coordinadora de Organizaciones Populares de
Pudahuel (COPP).
Diseñada en la estrategia 27 mirista, la COPP movilizaba y aglutinaba transversalmente a
cesantes, ollas comunes, grupos de mujeres, grupos juveniles, comunidades cristianas,
grupos ¿Qué hacer? y aproximadamente 25 organizaciones de base, contando también a
familiares de presos políticos, sindicatos legalizados y MUDECHI. Más allá de las
directrices político partidarias, cubría una orgánica social desde la clandestinidad con
cuadros abiertos y subterráneos (Peñafiel, 2010).

(S, 49 años, Pudahuel Sur) en su condición de joven pobladora e integrante de la COPP


recuerda que la coordinadora tenía una estructura (tradicional) y un funcionamiento eficaz
para articular distintos sectores de la comuna: “Eh… fíjate que éramos como bien
organizados, bien… bien coordinados, teníamos una, una Coordinadora General, que

27
Se refiere a la implementación de los levantamientos locales y su tarea anexa de formación miliciana. Para
más detalles véase https://www.academia.edu/4090809/A_TOMARSE_LAS_COMUNAS
74

estaba siempre apoyada por alguien, por alguien digamos de otra estructura, del MIR o de
otra parte. Teníamos una secretaria, que era como la que sabía las de noticias, lo que
teníamos que hacer, información. Teníamos… una persona que se mezclaba con el resto de
las organizaciones, que le llamábamos el delegado, o la delegada, eh… teníamos una
tesorera también, que era como la que guardaba la plata por si necesitábamos algo, eh, sí,
teníamos buena organización, buena coordinación”

Cabe mencionar además, el apoyo que realizó la COPP a las organizaciones democráticas
independientes- Comités de Vivienda de Base (COVIB), que luego se transformarían en la
Coordinadora de Agrupaciones Poblacionales (COAPO), el Comité de Defensa de los
Derechos del Pueblo (CODEPU), y el Comité de Defensa de los Derechos de la Mujer
(CODEM)- de carácter nacional, puesto que fueron de gran utilidad para conducir
movilizaciones, crear espacios de encuentro, discusión y formación de dirigentes, y
elaborar pliegos o petitorios a los cuales adhirieron algunas organizaciones locales.
Precisamente el CODEM, conformó en Pudahuel norte un Frente Femenino, cuyos
objetivos de lucha se centraban en la salud, educación, alimentación, trabajo, justicia y
libertad.
Así la COPP logra un importante crecimiento y legitimidad en el territorio, participando en
las distintas convocatorias a Paro Nacional, organizando una de las primeras
movilizaciones masivas de los trabajadores cesantes del PEM y POJH y, en un apronte de
lo que sería meses más tarde el Paro Comunal de Pudahuel el 26 de julio de 1984.
Según Álvarez, Leiva, Donoso, Pinto y Valdivia (2008) en el transcurso de ese día, grupos
de 15 a 20 personas dirigidos por las brigadas de autodefensa y las milicias locales se
movilizaron para asegurar el cierre del comercio y paralizar la locomoción colectiva,
simultáneamente se levantaban barricadas para frenar el ingreso de las fuerzas policiales.
Previamente, en uno de los enfrentamientos fue herido de muerte un teniente de
Carabineros, lo que fue ampliamente difundido por los medios de comunicación oficiales
para efectos de descalificar el paro y motivar una serie de allanamientos masivos en los días
sucesivos.
75

Para Robles (2013), el Paro Comunal de Pudahuel fue “el punto peack de esta larga
trayectoria de un grupo de pobladores de la periferia poniente de Santiago. Donde
mostraron la capacidad organizativa de miles de actores, en diferentes períodos y procesos
históricos, y que en esta última etapa protagonizaban un hecho inusual en nuestra historia
nacional, paralizar un municipio local en plena dictadura” (Op. Cit: 25).

A pesar de aquello, el autor afirma que el Paro Comunal no fue capaz de plasmar una
acción permanente. Tampoco pudo materializar una acción en cadena de poder popular
desde el habitar local, que pudiera ser referente para la caída del régimen militar. Esta
evaluación sin lugar a dudas se corrobora en los sucesos que acontecieron posteriormente.
El 2 de julio de 1986, ocurre el atentado al fotógrafo Rodrigo Rojas De Negri y la
estudiante Carmen Gloria Quintana, quienes fueron quemados por una patrulla militar en
Villa Francia. (T, 54 años, Pudahuel Norte) recuerda este hecho como la expresión más
feroz del régimen militar de Augusto Pinochet. Producto de que conocía a ambos jóvenes,
cuenta que estuvo conmocionada por varios días y con rabia por la impunidad del acto.

“Ahí nos tocó ver cuando humeando donde habían quemado al Rodrigo Rojas y a la
Carmen Gloria Quintana, nos tocó vivir todo eso. Etapas muy atroces para uno. Yo llegaba
si me acuerdo que esos días que quemaron a los chiquillos, yo no quería que nadie me
mire, me sentía horrible, qué desgraciados, mi compañero no me tocaba, me pegaba en la
espalda de él y no quería nada, nada, nada de la vida, pasé mucho tiempo con una terrible
conmoción, ni siquiera era depresión, era como ira, era como ¡Qué más me tocará ver!. Y
conservaba, recogí restos de la chaqueta de Rodrigo, de una chaqueta azulita, lo había
visto hacía poco al Rodrigo Rojas yo en la iglesia de los pingüinos, con una chaqueta
larga, grande, bonita. Después dije yo ¡Qué locura, qué locura!”.

En base a estos acontecimientos, la oposición comienza a elaborar distintas estrategias para


disputar el ámbito político. Por una parte, se buscaba incentivar la movilización en pos de
abrir una negociación con el régimen, y por otra, se planteaba la movilización en un sentido
rupturista, que diera lugar a un levantamiento popular insurreccional. Ambas opciones,
76

según Palestro (1991) evidenciaron sus límites y fracasos a fines de 1986. A lo que se sumó
la encarcelación de los dirigentes de la Asamblea de la Civilidad tras el exitoso Paro del 2 y
3 de Julio, por lo que en el país se volvía a decretar Estado de Sitio después del atentado a
Pinochet (7 de septiembre 1986).
El régimen militar recuperó la iniciativa; promulgó leyes políticas y anunció Plebiscito para
1988, siguiendo lo establecido por la Constitución de 1980.
De este modo, se fue configurando un nuevo cuadro político, caracterizado por una baja en
la movilización social, el debilitamiento de la oposición política y la mayor capacidad de la
dictadura para imponer sus condiciones y su itinerario constitucional. En ese sentido, tanto
los partidos políticos como los movimientos sociales opositores se inclinaron (no exentos
de tensiones) por una estrategia política electoral que se concretó en el plebiscito de 1988.

●1987-1989 Las pobladoras formulan sus propuestas a la democracia


Las pobladoras se involucran en el plebiscito para asegurar el triunfo del NO (A, 65 años,
Pudahuel Norte) cuenta como fue el proceso de organización y las sensaciones
(especialmente de temor e incertidumbre) que engendraba este acontecimiento en algunas
personas de la comuna.

“Cómo organizar, qué significaba el No, qué significaba el Sí, toda esa cosa. Y que no
tuvieran miedo, porque todos decían: “No, es que va a haber una cámara en la…
¡Grabando, ése era terrible! Decía si hay una cámara tú tapai´ con la mano, pero así lo
que quieras poh’”, y empezamos así a enseñar con el Plebiscito. Todo el mundo tenía
mucho miedo que hubieran cámaras adentro de la… de la cámara secreta”.

El Plebiscito constituyó un evento fundamentalmente emotivo para las pobladoras, en tanto


concibieron a la política no sólo desde una acción instrumental, sino también como
expresión simbólica de la vida colectiva (Lechner, 1984). Esta dimensión de la política
aparece en el discurso de las entrevistadas como principal, frente aquella teñida de
ambición que sienten ajena.
77

“A donde se levantara un acto, a donde se levantara un acto por la campaña del No allá
estábamos nosotros, entonces eran lienzos grandes que fueron hechos especialmente para
nuestro sector, lienzos grandes, y con tres, cuatro mujeres que dirigían, porque se tenían
que abrir las calles, no pasaban vehículos a dónde íbamos nosotros, entonces la calle
llena, tres o cuatro mujeres con coches, con guaguas que eran los que encabezaban la
caravana, y de ahí nosotras a pie, a todas partes a pie, y ahí toda la gente para atrás. (…)
era precioso, y colores y banderas, y… cantando con alegría, porque nos íbamos cantando,
y… con arengas y todo ese cuento que sirve para que uno vaya con ganas y soñando poh’,
que uno miraba las banderas y… se te iban los sueños (risas), los sueños estaban allá
arriba, con las banderas que soplaban era muy místico todo…” (M, 54 años, Pudahuel
Norte)

El ritual político confirma y actualiza un orden colectivo, implica además un


discernimiento de los oponentes en juego. En este caso, el adversario (la dictadura) estaba
constituido por actores concretos (militares, carabineros, CNI, Pinochet, etc.), mientras que
el mismo sector estaba conformado por ideales (libertad, paz, democracia y bienestar
económico) que operan como un antagonismo de lo existente y creado por el adversario.

¡Ah! salimos a la calle, gritamos, abrazábamos a los milicos´, qué no hicimos, a los pacos´
también les dábamos la mano, corríamos, gritábamos, lloramos, qué no hicimos poh’, si
era, era maravilloso ese día, fue lindo, lindo, lindo, lindo. Un alivio así como: ¡Fu, al fin!
Y el tipo se quedó dos años más poh’ (ríe), fue en el 88, se fue en el 90’ poh’, pero igual
poh’, ya era diferente…” (N, 68 años, Pudahuel Norte)

En ocasión del Día Internacional de la Mujer, el 8 de Marzo de 1989, celebrado en el


Estadio Santa Laura, es considerado un hito para las entrevistadas. Puesto que, concentró a
un amplio espectro político, opositor, partidario, independiente y feminista. Donde las
mujeres sellan su compromiso de acción decidida por la recuperación de la democracia. Es
la política de la vida en respuesta de la muerte. Unidad y pluralismo aparecen como una
posibilidad real que permite la creciente coordinación y la más amplia convocatoria entre
organizaciones y grupos de mujeres. Al respecto, (A, 65 años, Pudahuel Norte) relata:
78

“Entonces, pa´ los "8 de Marzo" que era como...donde salíamos todas o yo pensaba que
salíamos todas, porque pal´ lado que te dieras vuelta en el centro había cualquier mujer.
Entonces ahí esa vez que nos juntamos en el Santa Laura después de...de casi guerrear con
los pacos´ en el centro, nos fuimos a juntar al Santa Laura, la convocatoria era para allá.
Ahí vi, conocí, estuve más cerca, pudimos conversar con la María Antonieta Saa, la Fanny
Pollarolo, la...Berta Belmar, la Nany que también la Nany Muñoz estaba…era joven, eh...y
así otras más mujeres...Labarría...Barría...no me acuerdo... que era el nombre...una
doctora”.

Mientras que a nivel local el asesinato de Jaime Quilán, joven, fundador de las colonias
urbanas y militante del Movimiento Izquierdista Revolucionaria (MIR) en Pudahuel, el día
29 de diciembre de 1989. Es señalado también como un símbolo de la resistencia,
fundamentalmente porque las razones de su muerte aún no han sido esclarecidas. Tal como
señala (G, 58 años, Pudahuel Norte): “Em… lo que pasa que yo, yo creo que había de
todo, o yo veía más eh… jóvenes, bueno de hecho aquí mataron aquí a la vuelta no más
cayó un chiquillo que estaba el…el Quilán, un cabro´ el Quilán, que estaban justo a la
vuelta en una protesta y llegaron los…los que andaban sin uniforme y no sé si fue CNI,
nunca se supo quién lo mató y este…había habido una protesta y este cabro´ se había
quedado como atrás y lo agarraron, le dispararon y cayó, en una de las calles hay una
grutita que…era mirista, era del MIR el Jaime Quilán”.

No obstante, el relato de (E, 53 años, Pudahuel Norte) amiga de Jaime, revela que su
asesinato fue posterior a una manifestación antigubernamental producto de un disparo por
la espalda. Dice ser la última persona que conversó con él antes de su muerte. Ante esta
situación, señala haber sentido culpa y bastante pena al perder un amigo.

“Resulta que un grupo de amigos hicieron un mitin… en el 88 ´creo…ahí en San Francisco


con La Estrella, se terminó la actividad, todo eso, y vino para acá, se vino para acá… vino
a preguntar por uno de mis hermanos, “No, no está”, le dije, “Quédate aquí Jaime”, “No,
me voy a ir a mi casa, me voy a ir de aquí para allá”. Claro, y… y después vino una amiga,
entró la amiga y escuchamos ¡Paf! y yo dije eso es un balazo. Yo no lo podía creer, lo
79

encontraron a una cuadra no más de su casa, dos o tres casas, antes de llegar a su casa,
creo que él caminó, cayó justo tres casas… y… yo creo que fue terrible pa’ mí, porque yo
insistí mucho que se quedara, y…que se quedara, no, no, no hubo caso. (…) fui la última
persona que habló con él, entonces eso te deja marcada a ti poh’…”

4. Organizaciones de mujeres: ambivalencias entre el pasado y el presente


Respecto a las organizaciones del pasado y del presente, las entrevistadas señalan que
existen diferencias substanciales que están permeadas por el contexto histórico. Se esboza
que en dictadura, existía una fuerte unión de las mujeres y de las organizaciones, donde la
solidaridad y el compromiso social eran motores de participación. A diferencia de las
organizaciones en la actualidad, donde impera el individualismo, el consumismo, la falta de
un objetivo común, el “yoyismo” (entendido como la exacerbación del yo en el liderazgo
de las mujeres), carencia de sentido de pertenencia y poca reflexión en torno a la situación
y problemas que afectan a las pobladoras, entre otras características.

“Mira, antes, antes yo creo que lo que, lo que primaba, primaba, primero era proteger al
otro, protegerlo con todo lo que pasaba, proteger mucho a tu compañero y protegerte tú,
eh, ayudarlo, y a raíz de eso digamos, el bien común, que era, no sé poh’, eh, que el resto
de tus vecinos tuviera, tuviera pa’ comer, generar, generar alguna, alguna cuestión pa’
que nadie pasara hambre. Y las organizaciones de ahora como que ya no tienen ese…ya no
tienen esa problemática, entonces, no sé, diría yo que están como más individualistas,
como que ya no ven el bien común, el bien pa’ todos, como individualista ahora, como
más, eh, no sé, como, como apegadas a otras cosas, a otras cuestiones, a no sé, a más, más
individualismo, más, diferente, no es como antes” (S, 53 años, Pudahuel Sur)

“Así que bien...sí...fue...fueron tiempos bonitos, ahora está disgregada la cosa… como yo
le decía...te decía a ti que el mismo sistema neoliberal hace que nos pongamos
individualistas. Y bueno a mí me da mucha pena ver que varias personas...de las que en
otro tiempo fueron de repente valoran más el tener que el ser, si a la larga no nos vamos a
llevar nada” (C, 72 años, Pudahuel Norte)
80

“Yo creo que...yo creo que sí fíjate, como te digo el tiempo que me toco a mí eh...fue un
tiempo en que teníamos el enemigo adelante. Ahora el enemigo se disfraza, se diluye y
no...no tenemos así como una...no sé si llamarle mística o una conciencia real de que...el
patriarcado nos caga poh´, que el patriarcado nos caga” (A, 65 años, Pudahuel Norte)

Entre los factores explicativos de estas transformaciones, coinciden procesos internos de las
organizaciones populares en la etapa posdictadura, y otros de carácter externo que afectan
al campo feminista en su conjunto. En los primeros, se encuentra el cambio en la forma y el
sentido de la acción colectiva una vez recobrada la democracia y abiertos los canales
formales de participación política.
Según Godoy, Guerrero y Ríos (2003) varias feministas populares contaban con una larga
trayectoria de activismo político y social, incluyendo una militancia partidista. Estas
mujeres se integran a las elecciones y a la contienda política de los municipios, confinando
a un segundo plano las organizaciones de mujeres.
Otro factor que incide negativamente es la baja de integrantes y energía que sufren las
organizaciones sociales populares, incluyendo las de mujeres. También, el deterioro de las
relaciones entre “feministas populares” y aquellas de sectores medios y altos del
movimiento.
Respecto a los factores externos, se encuentra la reducción del trabajo de formación e
interacción con mujeres de sectores populares realizados por la ONG, Iglesia Católica y
agencias internacionales, además afecta en la articulación de mujeres populares como una
corriente feminista. Puesto que en democracia, la cooperación internacional para Chile
disminuye provocando que algunas ONG desaparezcan o reorienten sus objetivos y
acciones para conseguir financiamiento.
Este diagnóstico coincide con la crítica que hace (G, 58 años, Pudahuel Norte), ya que a
su juicio los medios de participación que se ofrecen en la actualidad (acceso a recursos
económicos mediante proyectos sociales que otorga el municipio) refuerzan la dependencia
entre Estado-usuarias, donde el mercado desconoce los derechos sociales por su naturaleza
individualizante. Sumado a que no hay una reflexión substantiva sobre el origen de los
problemas que las aquejan a ellas y a su entorno.
81

“Las organizaciones de ahora son ay, es fea la palabra que te voy a decir, es mantenido,
las organizaciones de mujeres de ahora no son autogestionadoras, no son eh… a
ver…autónomas, dependen de los proyectos… por lo tanto lo que le conviene… hagamos
un… vamos a tirar un proyecto contra la droga, vamos todas las organizaciones postulan
¿Ya?, pero resulta que llega al fin… o sea no se analiza el porqué, o sea porque está la
droga…o sea porque llegó…entró la droga a Chile, a quienes le convienen los
drogadictos… o sea no hay un análisis más allá del por qué de las cosas, entonces por lo
tanto tu… la organizaciones ahora no llegan al fondo de la necesidad, o sea no se forman
por una necesidad, se forman para postular a un proyecto que el proyecto ya viene el
lineamiento donde tú no te podí´ salir de eso”.
A partir de esta cita, cabe preguntarse si el mayor acceso a cuotas de consumo sólo puede
satisfacer a los individuos, y no a las mujeres organizadas, cuyas demandas para alterar esa
subordinación tienen una proyección social-política.

5. Mujeres emblemáticas
En relación a las mujeres emblemáticas, las pobladoras establecen diferencias entre
personajes públicos y anónimos, acerca de los primeros el discurso confluye en la expresión
de admiración por Gala Torres 28 principalmente, aunque también por Violeta Parra 29, Luisa
Riveros 30 y Julia Urquieta 31, mujeres prodigiosas, la mayoría de ellas con trayectoria

28
Gala Jesús Torres Aravena, nació el 01 de julio de 1925, oriunda de Parral, folclorista. En octubre de 1973,
desaparece su hermano Ruperto Torres Aravena. Al intentar hallar su paradero, Gala se integra al trabajo
social de la época. Junto con la Vicaría de la Solidaridad forma la Agrupación de Familiares de Detenidos y
Desaparecidos (AFDD). En este contexto, crea la “Cueca Sola” como denuncia ante la desaparición de sus
esposos e hijos por la dictadura. Además, participa en varias instituciones y organizaciones, es catequista de la
Iglesia Católica en su comunidad, también dirigenta poblacional en Barrancas, fundadora de un centro de
madres en la Zona Oeste, entre otras.
Muere el 05 de noviembre de 2002 en Pudahuel, sin cesar en la búsqueda de su hermano.
29
Violeta del Carmen Parra Sandoval, nació el 04 de octubre de 1917, en San Carlos. Fue una cantautora,
pintora, escultora, bordadora, ceramista y fundadora de la música popular chilena. Su aporte al quehacer
artístico y musical es considerado de gran valor y trascendencia en Chile. Su trabajo sirvió de inspiración a
artistas posteriores, quienes continuaron con su legado de rescate de la música del campo chileno y las
manifestaciones constituyentes del folclore latinoamericano.
Muere el día 05 de febrero de 1967 en la comuna de La Reina, producto de un suicidio.

30
Luisa Riveros, es una pobladora de Las Barrancas (hoy Cerro Navia) y activa dirigente social. El día 02 de
abril de 1987, en una multitudinaria concentración en la población La Bandera, dio un discurso ante el Papa
Juan Pablo II. Por ese entonces, Luisa tenía 43 años y seis hijos, habló fuerte y claro para describir la
82

organizacional y política. Tal como se destaca a continuación: “… y la otra tan valiosa que
es la que cantaba, que se me olvidó el nombre, la que era de la Agrupación de Familiares
de Detenidos Desaparecidos, cómo se llama esa señora, estuve en actos por ella, todo, esa
viejita, ¿Usted ubica de quién hablo más o menos? La Gala Torres, ésa, ésas son
excelentes, eh, dirigentes de acá…” (T, 74 años, Pudahuel Norte)

“La señora… Luisa Riveros, que vivía en La Herminda de Pudahuel, que ahora es Cerro
Navia, que fue la señora que subió a dar el discurso cuando vino el Papa, esa delgadita, la
señora Luisa Riveros, ella tenía organizado su sector, ella es muy religiosa si poh’, a
través de la Iglesia, pero ella tenía ollas comunes, iban en ayuda de los adultos mayores,
de los niños, ella es una mujer muy aguerrida, así que la recuerdo a ella”(S, 53 años,
Pudahuel Sur)

En el segundo grupo, las entrevistadas mencionan mujeres con las cuales se relacionan
cotidianamente, destaca la admiración por Ercilia Narváez más conocida como “Chila”,
pero también Hortensia Valenzuela “Tencha” fundadora de los equipos de salud en la
comuna, Dominga Díaz militante del Partido Socialista y dirigenta social, vecinas como
Eliana Castillo, entre otras, mujeres del día a día, muy importantes para el desarrollo de la
población y de Pudahuel.

“Mira políticamente yo creo que la Chila´ tiene una…es una mujer ejemplar, con
convicción, eh…una mujer que nunca ha transado en el sentido de que todos la conocen
como una persona comunista y la Chila´ era una de las que andaba en todas, yo diría que

situación dramática que atravesaban los sectores populares: pobreza, cesantía, escasez, hacinamiento de las
viviendas, dificultad para criar a sus hijos/as, educarlos y conseguir atención médica cuando se enferman.
También habló de los presos políticos, torturados y detenidos desaparecidos. Los aplausos la interrumpieron
una y otra vez, mientras Juan Pablo II la escuchaba con atención y expresión grave.

31
Julia Urquieta es abogada, militante del Partido Comunista (PC) con una larga trayectoria en casos de
derechos humanos. Fue presidenta de la Asamblea de Derechos Humanos, candidata a diputada por el Distrito
16, además de desempeñarse como concejala de Pudahuel en el período 2004-2008. El 27 de junio de este año
fue nombrada subsecretaria de Previsión Social.
83

en todas las protestas a nivel local ha andado ella ¿Ya?. Ha sido apaliada´ por los pacos´,
eh… ellas si tenía que en una protesta agarraban a un cabro´ y ella si tenía que ir a pelear
aunque le sacaran la cresta y ella igual se metía, muchas veces yo creo que igual ella
liberó al cabro´ de las manos de los pacos ´o sea por el hecho de gritar y de patiar…” (G,
58 años, Pudahuel Norte)

“Fui...me invitan y conozco a la Tencha, a la que fue nuestra monitora de la Vicaría en


esos años y yo quedo encanta´ con la Tencha, quedo encanta´ con ella. Y yo iba pero no a
la olla, iba al equipo porque se forman talleres, cosas, y la Tencha se pone a formar los
grupos de salud a cabras´ jóvenes y usaba ese discurso que estaba bien para
atraerte…pero que era muy verdad, muy verdad también, porque tú tenías que integrar a
toda la gente” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

“…acá también trabajamos harto con la Eliana Castillo que también falleció ¿Ya?, estaba
la Eliana Castillo (…) La Chila´ tiene hartos años, ella tiene una historia como la
Dominga, de esos años era la Dominga Díaz, está la Violeta… está la Antonia Santos,
también fue una dirigenta notable, la Antonia Santos, la Margarita Barrera” (T, 57 años,
Pudahuel Sur)

Es así como están presentes en su imaginario cotidiano estas mujeres, algunas más públicas
que otras, pero todas con un alto nivel de protagonismo en la construcción de la comuna,
desde diferentes luchas y territorios (Ahumada y Rauld, 2013). Mientras que algunas de las
mujeres públicas vivieron en Barrancas y denunciaron injusticias o cantaron sobre sus
habitantes, las mujeres “anónimas” también viven y construyen, codo a codo con ellas o
con sus antecesoras, lo que hoy es Pudahuel.
En ese sentido, es importante recordar que las relaciones sociales de las entrevistadas se
gestan en su población, el que se concibe como espacio vital de desarrollo de su
sociabilidad; es así como se construyen en ese espacio, son protagonistas y refuerzan el
sentido pertenencia e identificación con otras mujeres.
Cabe señalar que algunas entrevistadas indicaron mujeres que no habitan en Pudahuel como
emblemáticas, puesto que contribuyeron a su inserción en las organizaciones sociales y en
84

agrupaciones con carácter de género. Son los casos de profesionales (especialmente del
área de la salud) y referentes de los movimientos de mujeres y/o feministas.

“Ya, yo acá nosotros hicimos el trabajo con la escuela de verano cuando tuvimos que
después trabajar con la gente Ninfa Pérez, ella era una Asistente Social, la cual siempre
estuvo abocada al servicio, era de la Asistente Social… ¡De la Asistente Social!, porque
ahora no se ve ya Asistentes así poh´, que se las juegan y la de acá de Pudahuel Sur…” (T,
57 años, Pudahuel Sur)

“…la “Poche” que te digo yo, esa mujer tan valiosa para mi, donde el Johnny (Carrasco)
en su primera… o sea el Johnny abrió la Oficina de la Mujer por primera vez, ¿Ya? pero
mujer, mujer en sí, entonces la Poche le dio toda una característica de género. Eh…
fuimos… hicimos un evento muy precioso, muy lindo, bueno en ese me acuerdo se instaló el
25 noviembre el Día de la No Violencia también con ella alcanzamos a trabajar el tema no
violencia de género ¿Cachai´? entonces” (G, 58 años, Pudahuel Norte)

“Por ejemplo, hay otras mujeres que no son de la comuna pero son...han sido importantes
¿Ya? cachai´ como la Palestro (Sandra Palestro), la Sandra Didi (Sandra Lidid), el...el solo
hecho de estar con la Nany Muñoz, la...la...Berta Belmar en esos años, la María Antonieta
Saa eran políticas. (…) La gente de Tierra Nuestra, ahí estaba la Edda Gaviola, la Rosana
Chirino, mujeres que hicieron escuela pa´ mujeres populares”(A, 65 años, Pudahuel
Norte)
85

Taller I
“¿Para qué recordamos y por qué olvidamos?” 32

Objetivo General: Conocer el papel y función de la memoria histórica de las pobladoras


de Pudahuel en dictadura.

1. La importancia de recordar

La memoria histórica nos remite a aquel lugar simbólico en el que se ha acumulado nuestra
herencia de aprendizajes, significados y experiencias. Las personas, en su individualidad, y
también las colectividades pueden recurrir a aquel reservorio en el que se acumula nuestro
pasado, con diversos fines, los que se pueden englobar en el anhelo por entender el presente
y visualizar el futuro (Campos, 2012).
La memoria histórica se recrea y resignifica a través del recuerdo, y de la materialización
de éste en un relato, el cual, enunciado desde un presente, muchas veces se ve
problematizado, dado que se enfrenta con desiguales recuerdos, y por ende, desafía
distintas memorias sobre temas que se han desarrollado en distintos contextos históricos.
Resulta un reto encontrar los sensatos puntos de encuentro entre memorias individuales y
colectivas. En tanto, se consideren en el esquema del recuerdo y de las identidades, a
aquellas memorias que han sido marginadas de manera sostenida por parte de los intereses
dominantes de ciertos grupos en la sociedad, quedando en detrimento frente a las
consideradas “memorias oficiales” del mundo masculino (Campos, 2012).
Desde la perspectiva de (G, 72 años, Pudahuel Norte) recordar es un ejercicio de
ciudadanía, ya que permite reconocer y valorar la historia personal dentro de un contexto
regional y nacional: “yo creo que recordar, sin recordar no hay historia de partida, la
historia la hacen los recuerdos, tú tienes que tener una historia, tienes que tener una base
de dónde naciste, que pasó, con quién estuviste, porque de ahí nace lo que la formación de
un ciudadano, un país, región lo que ustedes quieran es la historia, y uno no puede olvidar
la historia, la historia te ayuda, te da experiencia, te acompaña siempre, y como tú bien
dices todas venimos de un nivel económico mucho más bajo del que ahora tenemos y
con historias marcadas de viejos luchadores”.

32
Para mayor información de la dinámica del taller, véase Anexo 1.
86

Para (C, 72 años, Pudahuel Norte) recordar es importante porque de esta manera puede
llegar a la raíz de su historia personal: “según yo, para mí recordar, es como no olvidar sus
raíces, su pasado, sus vivencias…”, coincide con ella (G, 58 años, de Pudahuel Norte):
“…eh´ a ver para mí recordar es principalmente raíz. Porque en el caso mío me crié en
una familia muy comunitaria, muy solidaria, de izquierda…luchadora yo de chica
recuerdo…haber…tener reuniones en mí casa de todo…mi papá era socialista y mi mama
era socialista allendista, pero de esos de antes no de los de ahora (risas)”. Iluminador
resulta la visión que entregan estas pobladoras, en cuanto ayudan a hermosear el
concepto de recuerdo. Lo concatenan con la raíz, con la tierra, con la madre y el terruño
que las albergó (y alberga), el hecho de recordar les permite llegar hasta la raíz de ellas
mismas.
De esta manera, la memoria cobra importancia dado que les permite transitar y relacionar
composiciones históricas personales y locales, con una historicidad más global, que atañe a
la región y el país. Lo central es que se manifiesta que la memoria tiene una doble jugada:
es local y es global. Interesante de destacar es el parangón que se hace entre el desarrollo
del país, con el desarrollo de sus propias familias “…lo pobre que éramos nosotros cuando
éramos pequeños, cuando éramos niños, nosotros fuimos una familia numerosa fuimos
trece hijos entonces imagínese que recordaba, entonces el país ha crecido en ese sentido.
Que yo recuerdo que para bañarme con agua caliente, yo tenía que calentar agua en un
tarro, con leña, hacer fuego de leña y ahora ni siquiera prendo el calefón entonces eso me
hace ver que…” (M, 69 años, Pudahuel Sur)

Un aspecto central para el desarrollo de este taller, fue el reconocimiento de que las
memorias son plurales, y se encuentran cimentadas en los grupos sociales herederos de ella,
quienes la recrean en el presente y las enuncian hacia el futuro, en relación a un espacio
físico, que ha sido proyectado con sentidos de pertenencia e identidad. De acuerdo a esto,
en las mujeres que participaron del taller, se evidencia que la importancia de recordar se
puede entender desde diversas perspectivas. Para algunas, recordar es importante porque las
lleva a remontar la mirada a su propio proceso de crecimiento como mujeres: “A ver, a mí
87

me gusta eso de recordar, porque a mí me hace ver todo lo que yo era antes, y lo que yo he
crecido, y lo que me falta por crecer en algunas cosas” (M, 69 años, Pudahuel Sur)

Las pobladoras se aproximan al tema de la memoria a partir del examen de sus procesos
personales, los que ellas evidencian como superación, respecto de una situación previa que
resultaba desfavorable o desalentadora para el desarrollo de la vida. El punto de partida
para el autodiagnóstico que realizan, es la consideración de las condiciones materiales de
existencia con las que contaban al momento de asentarse en la comuna, las cuales
mejoraron a partir de la lucha, dedicación y esfuerzo de ellas, lo cual aparece relatado en
relación al trabajo que realizaban sus familiares, sobre esto (C, 72 años, de Pudahuel
Norte) relata: “...e inclusive cuando llegamos acá con mi padrastro de ahí (Chiloé)
salimos para venirnos acá, salimos sin nada, tuvimos que parar cuatro paredes de madera
para poder dormir sin coche, pero llegamos como en octubre buen tiempo, a hacer baño, a
hacer…no había luz, no había nada para acá. Pero también me gustó esa parte porque me
enseño a ser fuerte, y ayude a ser adobe para mi padrastro y ayude a hacer los hoyos de
los baños y yo tenía nueve años, ocho años, pero me puse activa”. Es posible observar que
la superación personal va enlazada con la superación de las condiciones materiales de la
familia, parecen ser caras de una misma moneda, con lo cual reafirman su identidad de
género tradicional, la que está anclada en el rol doméstico y en el desempeño como madre,
abuela, esposa y dueña de casa. Sin embargo, no hay que dejar de considerar que cuando se
habla de la superación de las condiciones materiales de la familia, se apela al trabajo de
todo el grupo familiar, con lo que hay una ampliación de la matriz de roles de género
tradicionales, ya que desde el punto de vista de estas pobladoras, contar con mejores
condiciones materiales de vida es un tema que parece concernir a: hombres, mujeres, niños,
niñas y a personas mayores, con la salvedad de que en ese contexto invitaba a ponerse
activa especialmente a las mujeres, lo cual sin lugar a dudas pone en evidencia los
estereotipos de género clásicos.
Mientras que hay otras participantes del taller, que al proceso de crecimiento individual
incorporan la consideración de su faceta como mujeres organizadas, que han trabajado con
otros y otras, en, y por, un territorio común: “…para mí el recordar es eso, es como el
88

haber construido este ser que hay en mí, mi yo…en base a esas experiencias vividas, que
eso hace la fortalezas que tengo, también me hace mirar atrás, y también ver todo lo que
hemos ido construyendo, todo lo que he ido haciendo, todo lo que he ido entregando ha
sido porque he sacado de ahí fortaleza para, he transmutado eso” (C, 72 años, Pudahuel
Norte). Esto nos habla de la importancia del arraigo con el territorio que han habitado
durante décadas, en base al habitar se generan sentimientos de pertenencia y se construyen
ideas de qué es lo colectivo, de qué es una comunidad, puesto que han trabajado por
construir desde lo más elemental el lugar en el que viven.
Se ha propuesto que la memoria se entienda como un gran depósito en el que se guarda la
herencia de las personas (Campos, 2012), y de los grupos sociales, la cual se recrea en el
presente para dar forma al futuro. Pues bien, concordante con esta visión, las participantes
de este taller consideran que para que la memoria cuente con una perspectiva de futuro, es
necesario aprender de ella “a ver cómo explicártelo, pero el hecho de… de que tú
recuerdes, que tienes una experiencia como dato, obviamente las raíces pero es para no
caerte, pa´ no meter las patas no se sí que te ayuda” (G, 72 años, Pudahuel Norte). A
modo de ilustración, una de ellas considera que se debe recurrir a la memoria para valorar y
respetar la diferencia: “¿Saben qué? la función de la memoria nos ayuda a ver cómo te
dijera, a ver el mundo que somos tan diferentes unos de otros, a valorar también esa
diferencia…” (C, 72 años, Pudahuel Norte). Una vez más se refleja en las opiniones de
las pobladoras, que la memoria se asocia con un ejercicio de ciudadanía, ya que la
reconocen como un reservorio que les permite asentarse, y adaptarse a la sociedad y a la
cultura en permanente transformación.
Pero no sólo eso, también manifiestan que hay que transmitirla, ésta debe instalarse como
un legado familiar, en el que hijos e hijas puedan ver reflejadas las enseñanzas apreciadas
por sus madres, como las más relevantes para la vida, sobre esto se refiere (G, 58 años, de
Pudahuel Norte): “… a ver yo a mi hijo traté de criarle esa onda de no lo material, para
mí eso ¡No! o sea yo llegué al mundo sin nada y me iré sin nada esa es mi mentalidad
porque mi papá también nos inculco eso, y la única vez que yo vi a mi mamá que logró
salir fue en el tiempo de la Unidad Popular, pa´ mí eso tiene pero uf´ y ahí yo salí al ladito
de ella al centro de madres en esos tiempos, eh´ centros culturales, no sé yo estoy hablando
89

de cabra´ chica como de diez años no sé poh´”. En ese sentido, la memoria es considerada
como una fuente de conocimientos, de la cual se aprende, y que debe ser transmitida de
generación en generación, tarea que recae en su actuar, ya que son ellas las encargadas de
la crianza y de los cuidados al interior del grupo familiar.

2. Tensión entre recuerdo y olvido


Una de las memorias históricas que se ha asentado con más fuerza en la sociedad chilena,
sobre la dictadura militar, “es la que recuerda lo más brutal, sanguinario y doloroso, que
resultó para miles de familias chilenas” (Campos, 2012: 5). No hay que olvidar que los
grupos sociales a los que más les cambió la vida, y que más sufrieron, que más daños
físicos, materiales y emocionales les ocasionó la dictadura militar chilena, son aquellos
que provenían de una base social popular, y que se encontraban en oposición a ésta, que
en sintonía con sus posturas ideológicas contrarias a la dictadura, realizaban distintas
acciones -y a distinto nivel-, que buscaban acabar con este período en la historia nacional.
En este marco, las mujeres, y particularmente las mujeres pobladoras, fueron claves en
denunciar y movilizarse en contra de las atrocidades cometidas por el régimen. Fueron ellas
las primeras que se organizaron para defender los derechos humanos, realizando
movilizaciones de mujeres contrarias a la dictadura, que en esos contextos resultaban
inéditas.
Las organizaciones de las mujeres pobladoras en torno a la causa de la defensa de los
derechos humanos, realizaban la acción de denunciar las violaciones cometidas a éstos;
asimismo, apoyaban a las familias víctimas de la represión, especialmente lo que respecta a
la autoayuda para contrarrestar la carestía a la hora de responder a las necesidades básicas
de las familias.
Todos estos procesos organizativos de las mujeres, valieron para construir entre ellas
sentimientos de comunidad, la organización las llevaba a generar lazos afectivos con sus
compañeras, lo que contribuyó a transformar la percepción que tenían sobre ellas mismas y
lo que en alianza con otras mujeres pueden llegar a conseguir.
No obstante lo anterior, estos procesos no estuvieron exentos de una serie de sentimientos
que las afectaban (y afectan) profundamente, puesto que eran sus familiares, amistades,
90

vecinos y vecinas quienes se estaban viendo afectados/as por los crímenes de la dictadura.
En este sentido, y en relación a la memoria, las razones para llevar a cabo el ejercicio
inverso, esto es, el olvido, están relacionadas con el profundo dolor que ésta les causa: “y
también porque a ver, cuando uno usualmente dice, más vale olvidar ¡Para que te vai´ a
hacer problema! pero el problema es pa´ que no te hiera, para que no sientas el dolor” (G,
72 años, Pudahuel Norte). Ellas manifiestan que para contrarrestar el dolor, encuentran en
el olvido una salida: “…una amargura, puede ser un sin sabor” (M, 69 años, Pudahuel
Sur).
Las participantes del taller, dan a conocer que en la actualidad, hay una parte de esa
memoria que las hace sufrir, a lo cual se suman sentimientos de soledad,“claro sola te
sentís sola, la soledad” (M, 69 años, Pudahuel Sur). Lo anterior está ligado a todo aquello
que la dictadura les arrebató, por eso muchas veces prefieren olvidar, son heridas que aún
están abiertas.
En relación a aquellas heridas que se encuentran sin cicatrizar, algunas mujeres relatan que
éstas se han instalado como traumas en sus vidas “puede ser que puede haber sanado, pero
el recuerdo, el recordar eso no le hace bien… por eso es traumático… yo te estoy hablando
concretamente de tortura” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

En contraposición a lo anterior, hay un grupo de pobladoras, que manifiestan que antes que
dejar atrás lo sucedido en dictadura, optan por no olvidar sus recuerdos históricos, sino que
el camino que ellas deciden transitar es perdonar, “perdono pero no olvido, perdono pero
no olvido” (M, 69 años, Pudahuel Sur). Lo cual se erige como una opción de encarar el
presente y el futuro, en respeto y sincronía con el pasado que ellas construyeron, en tanto es
una de las finalidades que persigue el avivamiento de la memoria histórica. En esta línea,
no sólo se aplica a acontecimientos acaecidos en el contexto de la dictadura militar, sino
que es una actitud que se ve reflejada en aspectos de su vida íntima, como relata (M, 69
años, de Pudahuel Sur): “o sea como mujer también cuando hemos sufrido una
infidelidad, perdono pero no olvido… te va a perdonar pero no va a olvidarte, las
infidelidades pueden ser en la relación de una pareja… pero no por eso voy a ser tan, lo
voy a dejar inmediatamente a mi marido, bueno según poh´ se fue al pasado pero no
91

olvidao´”. La memoria entonces es un viaje de ida y vuelta, entre lo personal, local y


global.
Sin embargo, como las memorias históricas no son estáticas, sino que son un espacio social
de disputa permanente (Campos, 2012), nos encontramos con relatos que incorporan un
matiz al camino del perdón, como es el caso de (G, 58 años, Pudahuel Norte), quién
indica que: “hay momentos en que uno tiene, ha tenido problemas, son secretos de uno y
que yo ¡No! ¡No quiero perdonar y tampoco perdonar! el daño que me hizo una persona en
un momento que fue consciente, que lo estaba haciendo, yo siento que fue consciente que lo
estaba haciendo, una manipulación, una manipulación larga así con mentiras con un
montón de cosas, como utilización de mí, de mi persona, entonces yo no voy a olvidarlo ni
menos la voy a perdonar”. Esto nos habla de lo problemático (y sensible) que es aún la
memoria histórica ligada a la dictadura militar en Chile, de cómo se encuentran posiciones
distintas, y de los retos en la reconstrucción de ésta desde el presente. Podríamos sostener
que la memoria histórica es hoy por hoy un campo de fuerzas, en donde se deja sentir el
juego del poder, lo cual sin lugar a dudas implica un reto para las disciplinas y grupos que
nos dedicamos a trabajar en torno a ella, de ser veraces y respetuosos para con los procesos
de resignificación y reconstrucción que llevan a cabo los grupos sociales sobre
determinados hechos y períodos históricos que les tocó vivir (Campos, 2012).
92

Taller 2
“Historia de las pobladoras de Pudahuel (1965-1989) 33”

Objetivo General: Reconstruir la historia reciente de las pobladoras de Pudahuel.

1. Hitos de Pudahuel
La participación social y política femenina, en el contexto del gobierno de la Unidad
Popular fue especialmente relevante. Este gobierno se preocupó por promover la
participación de las mujeres en el escenario político y social, a partir de la incorporación de
la categoría de género fue posible concebir a las mujeres como un grupo que ejerce una
acción a través de los ámbitos: público-político, y cotidiano-privado (Campos, 2012).
Dentro de este contexto, de realce y fortalecimiento del accionar de los grupos de mujeres
en el espacio público, pero también en el privado, las mujeres pobladoras de Pudahuel
recuerdan hoy, que uno de los hitos más significativos de su historia local, se encuentra
dado por la participación transversal en las organizaciones que se formaron en tiempos de
la Unidad Popular, en donde no existían distinciones por ser: hombre, mujer, niño, niña,
adulto o adulta, sino que más bien las personas participaban de manera más o menos
igualitaria. Esto destaca (G, 58 años, de Pudahuel Norte): “en realidad me llamó la
atención una porque tiene como la...se me imaginó inmediatamente a mí...los tiempos… de
la Unidad Popular los tiempos de...del gobierno popular. Donde era la familia completa,
hombres, mujeres y niños, la familia completa en igualdad participaban en todas las
organizaciones en esos tiempos. Entonces eso me...me llamó inmediatamente la atención,
sobre todo que habían...la dirección la tenía una mujer y normalmente somos las mujeres
que...apechugamos´ frente a la necesidades y organizamos cosas”.

Esa igualdad familiar en términos de participación, parece ser un mito, puesto que las
mujeres en el gobierno de la Unidad Popular mantuvieron su lugar secundario. En tanto, su
rol social seguía mediatizado por la identidad tradicional de madres, hijas y compañeras de
los varones-trabajadores, verdadero sujeto de la revolución (Kirkwood, 1982). Es más, esta
imagen accesoria y excluyente del proceso político revolucionario, desembocó en una

33
Detalle de la dinámica, véase Anexo 2.
93

fuerte organización femenina en la derecha conservadora que se movilizó contra el


gobierno de la UP desde 1972.
Considerados hitos locales son ciertas acciones de protesta, a las cuales los grupos recurren
principalmente cuando se quiere presionar de manera importante, dejando en claro que se
es capaz de llegar hasta las últimas consecuencias para conseguir ciertos objetivos. Dichas
acciones son en primer lugar, la toma de terrenos, la que si bien se realizó un tanto
orientada por partidos políticos ante la necesidad de vivienda, se entiende dentro de la
lógica de la lucha que realizan las pobladoras por mejorar sus condiciones –y las de sus
familias- materiales de existencia. En esta línea, la lucha por la casa propia se volcó “en la
toma de la Luis Beltrán. Había una coordinadora de...de allegados en ese tiempo y
la...eh...se acordó ir a tomarse los terrenos que estaban abajo en...en Bonilla. Ellos se iba
a tomar...se fue a tomar, se pararon los palos, todas las cuestiones en la noche pero
llegaron los Carabineros y los echaron y la gente salió arrancando y se refugió...en
la...parroquia, en la Luis Beltrán. Y ahí se armó como un campamento” (G, 58 años,
Pudahuel Norte)

Dicha toma de terrenos realizada el 14 de enero de 1981, incluye un elemento que


contribuye a entender la actual conformación de la comuna, ya que (M, 57 años, Pudahuel
Norte) relata que: “…pero esto estaba integrado por gente que vivía en varios
campamentos, de los dirigentes, era la coordinadora de los campamentos”. Por tanto,
desde este momento es posible dar cuenta cómo Pudahuel recibe a habitantes de otros
sectores, en lo que puede ser considerada una migración intercomunal.
También (M, 57 años, Pudahuel Norte) señalan la participación de varias pobladoras de
la comuna, en específico la de su madre, en los programas de trabajo implantados en el
territorio por la dictadura: el PEM y el POJH34. Desde su punto de vista, en estos
programas a las mujeres se las humillaba, precisamente por las condiciones laborales que se

34
La fuerza de trabajo femenina a nivel nacional en estos programas creció rápidamente. El PEM fue creado
en 1974 y económica de 1982, no existen datos desagregados por sexo, pero según información del Programa
de Economía del Trabajo (PET, 1985), la participación de las mujeres también tuvo una evolución similar. en
1982 las mujeres ya eran mayoritarias (53%). En cuanto al POJH, constituido para paliar la crisis económica
de 1982, no existen datos desagregados por sexo, pero según información del Programa de Economía del
Trabajo (PET), la participación de las mujeres también tuvo una evolución similar.
94

entregaban, al respecto relata: “Lo otro que yo quise recoger estas mujeres que yo no sé si
serán...las mujeres que trabajaban en el PEM y el POJH. (…) te cuento que varias mujeres
que yo conocí en esos años trabajaban aquí, eran humilladas aquí, eran acarreadas´ en
camiones, se bajaban el pelo blanco de tierra, entre esas mujeres estaba mi mamá. Y mi
mamá tiene un...ella no sabía ni leer ni escribir pero era muy feminista, muy chora´, muy
arriesga´. Cuando dijo "Yo me voy a inscribir al PEM y el POJH" y allá tenía que
preguntarle a todo el mundo que le leyeran pa´ dónde iban ese día las...los grupos en los
camiones, porque ella no sabía, pero ella era muy choriza´”.

En relación a lo anterior, es posible sostener que las pobladoras se insertaban en trabajos


remunerados, caracterizados por su precariedad (situación que se repite en la actualidad),
pero dadas las condiciones de crisis económicas del régimen, debían acceder a estos
trabajos, para asegurar el mantenimiento del grupo familiar. Nuevamente se encuentra la
identificación de las mujeres con su rol tradicional de género, ligado al ámbito doméstico.
En donde la memoria hace destacar lo sacrificadas y luchadoras que han sido (y son), lo
cual convierte su ocupación en este tipo de programas en un hito. No obstante lo anterior,
se añade un elemento de innovación para con los roles de género, porque en este caso, las
mujeres que se ocupaban en estos programas se acercaban a una construcción de la
identidad en base al trabajo remunerado.
Como se ha podido constatar en las entrevistas individuales realizadas, la acción colectiva
permite que la dimensión física del espacio se proyecte en un sentido de pertenencia e
identidad hacia el grupo. La identidad grupal en torno al territorio genera lazos afectivos
entre las distintas personas que se posicionan desde el hacer en el espacio físico. Por lo
mismo, se recuerda con nostalgia los momentos en que ciertos personas han muerto, ya que
como señalan Valdés y Weinstein (1993), en las organizaciones y en el transcurso del
trabajo desarrollado en dictadura, se crean las condiciones de “pequeño grupo”, afianzando
lazos afectivos entre sus integrantes. De esta forma, se recuerda con especial sentimiento, y
con una precisión admirable, los detalles de las circunstancias de cuando un compañero
muere luchando: “Entonces empezaron a preguntar cómo si era obligación que fueran a
celebrar el 11 de Septiembre y ahora es voluntario, porque se dieron cuenta por los sapos´
95

que tenían que ese día iban a ir a pifiar los de Barranca, iban a ir a pifiar a Pinochet. (…)
y Pinochet iba a tener un acto en 1986 35…entonces ellos le empiezan a decir a la gente que
se quedaran y que era voluntario. Le habían ofrecido un paquete de mercadería, un bono y
la gente en la desesperación que pensaron que iban a perder el bono de la mercadería
igual querían ir, entonces mi mamá escuchaba eso. Y ellas sabes lo que hicieron estas
mujeres, se enrollaron como chanchito de tierra en la...en la...esa...esas puertas que ahora
le dicen papales ahora -porque los trataban igual que animales arreados´ a través de unos
pasillos y unas cosas- y ahí dice que estaban ellas y ellas se hicieron todas chanchitos de
tierras y los hombres pasaban pa´ allá y pasaban pa´ acá porque no se sabía, se
escuchaban los disparos, pero era un caos, nadie sabía qué pasaba.(…) nosotras supimos
al otro día que habían matado al...Pedro Marín…” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

En concordancia con lo expresado anteriormente, sobre los lazos afectivos creados al


interior de la lucha social, cobran sentido, y se erigen como hitos las despedidas que se les
dan a pobladores/as caídos. Un caso que es recordado por (C, 72 años, Pudahuel Norte) es
el que está relacionado con la procesión por la señora Yolanda: “sí, eh...nosotros...me
acuerdo de una vez...que fue cuando mataron a la señora Yolanda ¿Se acuerdan? Y
esta...esta marcha fue muy terrible, porque íbamos llegando a los...los Copihues y
sale...llegan los militares con ametralladoras, entonces...muchas nos tiramos al suelo y don
Enrique Alvear fue y saludó a toda la gente”.

La conmemoración de los “8 de marzo”, es considerado un hito nacional por las


pobladoras. De acuerdo a Valdés y Weinstein (1993), desde el año 1984 se vienen
desarrollando de manera persistente concentraciones y manifestaciones de este tipo. En ese
plano, las pobladoras rememoran que: “cuando salíamos a la calle, con cualquier motivo.
Éramos...muy...muy aguerridas, eh...salíamos a la calle pa´ los 8 de Marzo corríamos
todas juntas, era como...eh...era como la primera...eh...certeza de que...sentirnos todas

35
La síntesis corregida y actualizada del Informe Rettig (1991) indica que la muerte de Pedro Marín Novoa
fue el 11 de septiembre de 1983, en Pudahuel. Bajo las circunstancias que relata (M, 57 años, Pudahuel
Norte).
96

juntas y saber que algo bueno venía, no sabíamos qué pero algo bueno venía de esa...de
esa fuerza avasalladora que éramos ¿Cachai´?” (A, 65 años, Pudahuel Norte)

Las concentraciones realizadas con motivo de la conmemoración de los 8 de marzo, se


erigían como la oportunidad para salir al encuentro de un espacio público más amplio, ya
que en estas instancias se podían encontrar fuera de su comuna con: otras mujeres,
provenientes de otros territorios, con organizaciones distintas de las que ellas formaban
parte. Se relacionaban cara a cara con la diversidad fundante del movimiento de mujeres
chileno, la reconocían en la piel y en la lucha. Asimismo, ésas concentraciones se pueden
entender como el clímax en la apropiación de los espacios públicos, puesto que se hacía con
plena conciencia del peso de actuar en colectivo, denunciando la dictadura y corriendo de
las fuerzas policiales.
En 1988, desde distintos frentes, y a nivel nacional, las organizaciones de mujeres se
volcaron a trabajar para conseguir el triunfo del No en el Plebiscito del mismo año. Para
lograr derrocar la dictadura militar, las pobladoras de Pudahuel trabajaron y se sacrificaron:
“y sabes tú que después...viene...como... nos decía "La alegría ya viene" con el arcoíris y
trabajamos también ahí con mucha fuerza, también en la calle y…” (A, 65 años, Pudahuel
Norte)

También (A, 65 años, Pudahuel Norte) rememora: “y nosotras ahí a todo sol, todo el día.
Cuando...el persa era ahí de San Francisco, el persa era pura tierra. Yo llevaba eh...la
primera votación que se hizo que eran... tres votos, un voto blanco, un voto color
mantequilla y un voto celeste ¿Cachai´?, ¿Te acordai´?”.

Este trabajo las encontró posicionadas como protagonistas del espacio público-político,
conscientes de lo que su actuar coordinado con otras mujeres, y otros grupos sociales podía
llegar a conseguir: “…y elegí está del “No”- la verdad las otras no las entendí mucho-
pero… la elegí por el...la movilización de masas, de personas, no me gusta la palabra
masas (ríe). La movilización, eh...masiva de gente…” (A.A, 65 años, Pudahuel Norte)
97

El trabajo por la opción No del Plebiscito llevado a cabo en 1988, es evaluado como un hito
local porque dieron todo de sí para que esta opción resultara vencedora, hacen hincapié en
la fuerza que impregnaron a su actuar, se lograron reponer a los que se transmitían (y que
abundaban), en donde se apostaba porque este ejercicio democrático resultaría en un gran
fraude. Haciendo de tripas corazón, participaron y trabajaron cooperativamente en los
distintos territorios de la comuna por defender sus convicciones.
No obstante, es necesario señalar que el retorno de la representación vía partidos políticos a
través del Plebiscito, hizo visible el conflicto entre feministas y políticas. Comienzan a
perfilarse sectores con distintas posturas. Por una parte, aquel que proponía actuar más allá
de los partidos y el Estado, privilegiando la acción desde las organizaciones sociales y la
participación directa en el proceso. Por otra, un sector que estaba compuesto principalmente
por mujeres militantes de partidos políticos y profesionales, que se incorporó a la
Concertación de las Mujeres por la Democracia con la intención de abrir espacios en el
nuevo conglomerado político y en el futuro gobierno, acción que se plasmó en las
“Propuestas de la Concertación de Mujeres por la Democracia” (Gaviola, Largo y Palestro,
1994).

2. Organizaciones de la época
A partir de los testimonios de las participantes al taller, es posible entender que uno de los
aspectos más característicos del accionar de las organizaciones que se crearon durante la
dictadura, tiene que ver con la subsistencia. En Pudahuel, desde el año 1973 “se
multiplican organizaciones dedicadas a la autoayuda en la satisfacción de necesidades
básicas y de consumo. Ante la cesantía del marido y la precariedad económica, las
pobladoras crean comedores infantiles (luego ollas comunes), bolsas de trabajo, talleres
de arpilleras y otras artesanías (los “talleres solidarios”), grupos de salud, “comprando
juntos”, etc.” (Valdés y Weinstein, 1993: 9)

Al respecto (A, 65 años, Pudahuel Norte) señala: “Nosotros sí sabemos qué país tenemos,
qué país queremos, sobre todo cuando empezamos eh...en la resistencia y empezamos a
trabajar eh…desde lo social, lo básico, tener un pequeño Policlínico, tener un comprando
98

juntos, tener un espacio donde conversar, tener los comité solidarios, eran en esa época los
comités solidarios ¿Cachai´?, para la subsistencia”.

Las organizaciones enfocadas en conseguir una respuesta a las necesidades básicas de las
pobladoras y de sus familias, trabajaban funcional y articuladamente para dar solución a
problemas concretos detectados por ellas mismas, ya sea en su ámbito privado-familiar: la
casa, o en el entorno inmediato comunitario: la población.
Como ya se ha recogido de testimonios anteriores, la mayoría de estas organizaciones
surgieron al alero de la Iglesia Católica, tal como relata M (57 años, Pudahuel Norte): “yo
elegí estas dos fotos, una está la...las colonias urbanas que hacíamos en la parroquia San
Luis Beltrán. (…) yo quiero hablar de estos niños que están aquí, esta fue la batalla más
grande que dimos las mujeres, salvarle la vida a los hijos de Pudahuel, de Chile, donde
hubieron… grupos de salud, ollas comunes, organizaciones solidarias”.

Es importante señalar, que las pobladoras no sólo se ocupaban de atender necesidades como
la comida, o el cuidado de los niños y niñas, sino que los grupos de salud incluso acudían
en auxilio de las y los manifestantes heridos durante las protestas, a quienes la amenaza
represiva inhibía de recurrir a los hospitales, cumpliendo una misión vital: “y soy…y sí
estoy con un grupo de…de mujeres que trabajamos durante la dictadura en salud...salud
alternativa. Se comenzó primero por atender a todas aquellas gente que al llegar a un
hospital podía ser muerta…” (A. A, 65 años, Pudahuel Norte)
(M, 84 años, Pudahuel Norte) incorpora un elemento al análisis. Ella nos hace saber que
el hecho de que las pobladoras se agrupen para dar respuesta a necesidades básicas, remite
a un sentido de solidaridad, que se ve potenciado al interior de este tipo de organizaciones:
“entonces yo elegí...la...casi la misma que todas, que es el mismo significado que...que la
olla común, la solidaridad, que ante la necesidad había que hacerlo”.

Las organizaciones que estaban articuladas para mejorar las condiciones de subsistencia
permiten retomar el cuestionamiento de la división entre lo público y lo privado, dado que
las pobladoras llevan al espacio público problemáticas del mundo familiar-privado, que
99

anterior a su participación socio-política no salían de esta esfera, lo que contribuye a que


dejen de sentirse solas en la lucha por sacar adelante a sus familias, se quita peso a esa
carga que antes era más individual. Además, este tipo de organizaciones dan a conocer el
nuevo rol que comenzaron a jugar al interior de sus familias, se constituían ahora en el pilar
(Campos, 2012) en términos de proveer económica y materialmente al grupo familiar, lo
que se suma al papel doméstico y de cuidado de los/las hijos/hijas. La manera de desarrollar
ese liderazgo, era en asociación con otras mujeres.
Como es bien extendido en la memoria histórica de chilenos y chilenas, en tiempos de
dictadura militar las mujeres se organizaron en torno a la problemática de los derechos
humanos, ellas se movilizan para defender la vida e integridad de sus seres queridos.
Ya en el año 1974 “surge la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, que
junto con la denuncia de su situación, realiza una labor de apoyo a las familias víctimas de
la represión. En esta línea (A.A, 65 años, Pudahuel Norte) recuerda: “...las mujeres, que
comenzaron del mismo 73´abrir caminos. Primero comenzaron a salvar vida, ir a los
Campos de Concentración, apoyar a las Agrupaciones de Detenidos Desaparecidos
incluso ayudarlas a conformarse”.
(G, 58 años, de Pudahuel Norte), relata que varios integrantes de su familia sufrieron los
horrores de las prácticas que atropellaban los derechos humanos de quienes se oponían a la
dictadura: “porque yo tuve a mi papá preso un tiempo, tuve a mis hermanos presos un
tiempo, porque...eh...mi pareja tiene un tío detenido desaparecido por el momento no lo
han encontrado y...bueno y mi suegra participaba en la Agrupación de Detenidos
Desaparecidos”. En este caso, su memoria ha tomado elementos que se desprenden de lo
horroroso que resultó para ellas la dictadura, ya que da a entender que en sus recuerdos
prevalecen las circunstancias más dolorosas. Sobre esta manera de construir la memoria
histórica, Campos (2012) señala que se puede encontrar la “victimización como un proceso
in crescendo dentro del movimiento femenino en la época del terror dictatorial” (Op. Cit:
11).
Respecto a la participación de las pobladoras de Pudahuel en sectores políticos más ligados
a una lógica partidaria y militante, durante la dictadura militar (A, 65 años, Pudahuel
Norte) señala: “…no, es que en ese tiempo íbamos a visitar a los presos políticos y con
100

ellos también. Ellos hacían un trabajo eh...muy grande con nosotras, conversaban mucho y
era una política que no se estaba...viendo dentro de la gente retornada…”
También (A, 65 años, Pudahuel Norte) da a conocer que algunas mujeres se encontraban
ligadas a sectores o partidos políticos, a través del despliegue de ciertas características y/o
tareas que son consideradas socioculturalmente como intrínsecamente femeninas, como
puede ser el hecho de visitar a los presos políticos en prisión, los cuales eran personas que
les entregaban conocimientos. Las mujeres son principalmente las que realizan la labor de
concurrir a estos lugares a visitar a las personas que allí se encuentran, realidad que es
posible observar todavía en todos los centros de detención a lo largo del país.

3. Movimiento de mujeres y/o feminista


Las participantes a este taller, dan a conocer que participaron fuera de su comuna, a través
del colectivo feminista “Conspirando”, cuyas integrantes se definían dentro de la corriente
del Ecofeminismo: “y las chiquillas del Conspirando eran...ecofeministas. Y nos hablaban
de la espiritualidad, de los ritos, las estaciones de las mujeres, las diosas, la diosa en mí y
el poder de la diosa y toda la cuestión. Entonces tú vai´ integrando, no es que sea una cosa
vana, el cambio pasó rápido por nosotras, un cambio de actitud, un cambio de...de
mentalidad” (A, 65 años, Pudahuel Norte). Según lo que enuncian las participantes, éstos
eran grupos que se constituyeron como un espacio afectivo de encuentro y desarrollo
personal. Trabajo que siguen realizando hasta la actualidad.
A partir de la participación en este colectivo ecuménico feminista, las pobladoras fueron
capaces de encontrarse con sus pares, saliendo del encierro doméstico. Además se les
brindaba la posibilidad de autoconocimiento, y de una exploración-aproximación más
mística de lo que significa “ser mujer”: “tienen otra mentalidad, están como más...yo
veo...me identificaba mucho con ella (se refiere a una participante del taller) cuando decía
"empezamos a descubrir que no solamente éramos un...un cuerpo, sino que teníamos alma,
que teníamos otras cosas". Con el Conspirando, yo también ¡Gracias a Dios las conocí!”
(G, 58 años, Pudahuel Norte)
101

El colectivo “Conspirando” se manifiesta en palabras de las pobladoras, como una instancia


inusual dentro del movimiento de mujeres de la época, es un espacio innovador en términos
de pensarse y reconocerse como mujeres, en relación con otras y con el entorno. La
participación de las pobladoras en este movimiento contribuyó a instalar en ellas, nociones
que tal vez de otra forma no habrían considerado.
(C, 72 años, de Pudahuel Norte), resalta el hecho de que las pobladoras que formaban
parte de Conspirando “hacían las cosas de otra forma: “…por ejemplo, en el Conspirando
¿cierto? eh...las chiquillas abrían otras puertas tocaban de otra manera, seguramente
más...más sofisticadas…”.
Los conocimientos novedosos, que se presentaban como un aporte, y apertura de conciencia
para las pobladoras, que eran compartidos al interior de este grupo, encuentran su
ilustración en la opinión de (A, 65 años, de Pudahuel Norte), quien hizo suya la opinión
de que las mujeres somos cuerpo, en el que se juegan batallas que escapan a la
individualidad, sentimientos y pareceres; de esta forma, nuestro cuerpo es político, además
señala que: “En el feminismo cualquiera sea su apellido, eh...aprendimos de que el cuerpo
es político, al principio era algo que...eh...no...no lo recepcionábamos, no lo encajábamos,
porque...veníamos de otros aprenderes. Pero...en la práctica, cuando empiezas tú como a
darte cuenta de que tu cuerpo es abusado políticamente, socialmente, empiezas a tomar
conciencia de que sí el cuerpo es político, es un territorio político”.
(A, 65 años, Pudahuel Norte), enfatiza que las mujeres son un cuerpo, pero no cualquier
cuerpo, sino que un cuerpo político, estas nociones las aprendió del ecofeminismo. Ella no
es la única que se ha referido a él, en tanto concepción que busca deconstruir las estructuras
sociales patriarcales tal como se conocen hoy en día, y como se abordaron también en
tiempos de dictadura militar.
Además (G, 72 años, Pudahuel norte) relata su experiencia en el movimiento feminista,
aunque advierte que participa desde su condición como mujer pobladora: “resulta que...yo
estuve en el primero movimiento de mujeres feminista, como pobladora, como mujer
pobladora. Y...en ese primer movimiento aprendí lo bueno y lo no muy bueno de la mujer,
que uno obviamente eh...en su vida ha tenido trabajos pero...pero trabajos sociales
pero...eh como siempre eh...detrás del hombre, hasta este momento ¿Ya? Que es
102

como...cuando yo partí con el movimiento de mujeres era como….no me costó en absoluto,


ni me cuestionó en absoluto ser feminista ¡En absoluto! (…) pero sí lo importante es que de
ahí nace mi interés de formarme y de ser monitora en violencia intrafamiliar, por el
respeto y la dignidad de la mujer”.

En el caso de (G, 72 años, Pudahuel Norte) es posible encontrar una ligazón y actuar al
interior del movimiento, que la impulsó a buscar capacitaciones y oportunidades de
formación. En ese sentido, su relato muestra como la participación en organizaciones y
movimientos sociales ha legado en las mujeres un trampolín para que exploren nuevas
posibilidades de desarrollo personal, más allá del ámbito doméstico del hogar.

4. Pobladoras emblemáticas de la comuna


En los testimonios de varias de las participantes del taller, es posible encontrar una
identificación con Gala Torres. Consideran que es una de las mujeres más emblemáticas de
la comuna, sino la más importante. Esta pobladora se encuentra arraigada en sus memorias,
puesto que representa el sacrificio y la lucha femenina en Pudahuel. Para ellas, Gala Torres
es historia en sí misma: “Y... ¡Ah!, elegí a la Gala Torres. (…) ¡Ella sí que es historia
dentro de Pudahuel!, una mujer que luchó por encontrar a sus seres queridos, que fueron
desaparecidos...en el tiempo de dictadura, una mujer que nunca cayó la voz...y siempre
estuvo. Es una mujer luchadora, ejemplar, murió sin saber...” (G, 58 años, Pudahuel
Norte)

Sobre su participación en organizaciones, indican que formó parte activa de la Agrupación


de Familiares de Detenidos Desaparecidos, en donde destaca su Cueca Sola“…la Gala era
de la…Asociación de los Detenidos Desaparecidos, ella bailaba sola. (…) sí, ella era
vecina nuestra” (C, 72 años, Pudahuel Norte). Es relevante señalar que el hecho
simbólico que convierte a la “Cueca Sola” en una creación inédita radica en que no existe
un acompañante que corteje a la mujer. Lo que no sólo deja al descubierto la desaparición
de su compañero de baile, sino también, el importante papel que cumple la mujer, quien a
pesar de todo, sigue bailando sola.
103

También, “la Gala se integra como en el 84´ en el equipo de salud "Santa Corina I
Campamento” (M, 57 años, Pudahuel Norte)
Desde el punto de vista de (M, 57 años, Pudahuel Norte) Gala Torres encarna una serie de
características maternales: la reconoce como fraterna, encantadora, acogedora, entregada.
En sus palabras: “ella era una mujer con mucha sabiduría, ya venía de vuelta, nosotros
íbamos recién, ella venía de vuelta (ríe). Entonces...eh...no, encantadora, encantadora,
fraterna. Nosotros veníamos a las peñas acá en San Luis Beltrán en pleno verano me
acuerdo y llegábamos a su casa y nos acostábamos y muy maternal. Y yo me acuerdo
que...treinta grados de calor y nos tapaba con una frazada de...de lana de oveja
de...chilota, entonces tan fraterna ella y...y que su casa siempre estaba abierta para el
grupo, para la comunidad, recibió mucha gente también del extranjero por el tema de los
derechos humanos y que además tiene tantas obras ella…”.

Pero Gala Torres era más que características maternales, sorprendía a las demás con su
complejidad. Ella dejaba caer su sabiduría en los momentos más inesperados, si bien no la
lograban comprender en el momento, sus conocimientos se cristalizaban coherentemente en
sus existencias tiempo después, cuando era el momento indicado para que sus enseñanzas
tuvieran sentido.

“Y...la Gala eh...tenía la particularidad de que siempre nos daba su sabiduría de una
forma irónica pero tú quedabas dando bote´ y como al mes caías, que te había dado el
tremendo bronzaso´ en la cara, era tan sabia y...y tenía eso que era cálida pero a la vez
fuerte, ella no dejaba pasar cosas. Ella cuando sentía que estábamos cayendo como al
nivel de la inercia, cambiaba y nos agitaba” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

Para las mujeres que participaron del taller, Gala Torres es un símbolo de la resistencia de
las mujeres en dictadura, en tanto luchó por esclarecer la verdad sobre su hermano y otros
detenidos desaparecidos. Se la encontraban en marchas, en la calle, en los pasajes, en los
campamentos. Ella era su compañera, cercana y combativa, no era indiferente, iba a la
cárcel a buscar a sus compañeros y compañeras detenidos/as: “Bueno, yo la acompañé
104

muchas veces fuimos a la cárcel, eh...tuvimos hartos problemas con los milicos´. Pero me
enseño guitarra, a mí y al guille, éramos amigas... amigas con ella. En todas poh´ en la
lucha, en la comunidad, porque ella a pesar de militar en un partido, ella siempre fue
católica” (C, 72 años, Pudahuel Norte)

Nunca se quedó indiferente a las injusticias, a pesar de la notoriedad pública que alcanzó, y
eso es algo que las pobladoras valoran y respetan.
Se hace referencia además, a tres mujeres que fueron (son aún) parte de su entorno cercano
como emblemáticas en la historia de la comuna. La primera es Hortensia Valencia
“Tencha”, quien formó los primeros equipos de salud en Pudahuel: “Yo cuando llegué a
Pudahuel venía con toda esa experiencia y lo pase bacán´, la que nos formó la "Tencha"
que fue el primer grupo que yo en el tiempo eran los equipo de salud, entre al tiro´ a la
iglesia, pero para eso, porque nos prestaban” (M, 84 años, Pudahuel norte)

En segundo lugar, la pobladora que es catalogada como emblemática, es Ercilia Narváez


“Chila”, destacada militante comunista y dirigente social. Es recordada por las mujeres,
porque protegía habitualmente a las y los jóvenes de la comuna en dictadura, haciéndose
pasar por su abuela en las jornadas de protesta o arriesgando su integridad física para
impedir sus detenciones: “Y así tantas mujeres que no las podría nombrar, de acá... del
entorno, como decía la Gala Torres, la...la Chila, la Chila. (…) en ese tiempo hasta la que
nos pasaba un vasito de agua cuando nos veía arrancando o protegía a nuestros cabros´,
era una compañera que yo sabía que podía...eh...” (C, 72 años, Pudahuel norte)

La tercera pobladora señalada como emblemática es la señora Yolanda, quien fue asesinada
por las fuerzas represivas al interior de un campamento: “Después trabajamos con la
Gloria en el Manuel Acevedo y...estuvimos en el campamento Yungay, donde mataron a la
señora Yolanda. (…) como se organizaba la gente, o sea ahí... uno aprende en esta parte
aprende que hay gente valiosa, que hay gente que trabaja y se entrega por el otro, muy
valiosa y muy respetada” (G, 72 años, Pudahuel norte). Ya se ha dado a conocer con
anterioridad que la despedida a esta pobladora es recordada como un hito en la comuna.
105

Taller 3
“Participación y formas de liderazgo de las pobladoras de Pudahuel en dictadura 36”

Objetivo General: Indagar en la participación de las mujeres de Pudahuel en


organizaciones y movimientos de mujeres durante la dictadura militar (1973-1989).

1. Participación
La brutal represión iniciada en 1973 y el cierre de los canales de participación, hace que se
multipliquen los grupos de mujeres fuera de la institucionalidad del régimen militar. En este
proceso es especialmente visible la organización en torno a la problemática de los derechos
humanos, como primer impulso de las pobladoras bajo la dictadura, en defensa de la vida e
integridad de sus seres cercanos. Surgen así Agrupaciones de Víctimas de la Represión
(detenidos desaparecidos, presos políticos, ejecutados políticos, exiliados, etc.).

“Pero también era una cuestión básica que después del primer día de la dictadura las
mujeres, las primeras mujeres que salieron a la calle fueron las que empezaron a buscar a
sus seres queridos ¿Ya? y después ellas mismas nos fueron abriendo los ojos a nosotras
mismas y nosotras nos fuimos sumando” (A, 65 años, Pudahuel Norte)

“…pero las mujeres pobladoras partimos o poquísimas de las que deberíamos haber
salido, porque los muertos estaban en nuestras poblaciones. Ese mismo día, caminábamos
por ciertas calles y estaban los muertos, y los muertos a nosotros nos resucitaban, ellos
murieron pero resucitaron porque aparte de que ya había mujeres que participaban”
(A.A, 65 años, Pudahuel Norte)

Simultáneamente y ante la necesidad económica de mantener a sus familias se conforman


en Pudahuel organizaciones de subsistencia, al interior de las cuales hay una participación
preponderantemente femenina. Tal como destaca (M, 69 años, Pudahuel Sur):“bueno que
nosotros nos multiplicamos, ¡Uy! las mujeres empezamos a multiplicar organizaciones
sociales en todos lados, participamos en el equipo de salud, nos capacitamos…”

36
Para información de la dinámica del taller, véase Anexo 3.
106

Como ya se ha señalado, las pobladoras durante la dictadura militar, crearon y conformaron


las primeras organizaciones de subsistencia en la comuna, tales como: bolsas de cesantes,
comedores infantiles, comedores populares, ollas comunes, talleres productivos, talleres
artesanales, entre otras. Así lo indican las siguientes citas: “claro, porque en nuestras
poblaciones había hambre y tener pá’ los comedores infantiles, la leche pá’ los
desnutridos, habían dramas de miseria enorme ¡Miseria, miseria, miseria! de miseria, de
la pura” (A. A, 65 años, Pudahuel Norte)

“…nosotros siempre en el campamento, y nosotros teníamos un equipo de salud y la olla


común andaba como tambaleando porque éramos las mismas, pero ahí empezamos ahí las
del equipo de salud a fortalecer en la mañana la olla común, a acompañar a las
compañeras, y en la tarde talleres de capacitación…” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

Cabe mencionar las sucesivas crisis económicas y desastres naturales de la época, los
cuales también constituyen motivaciones para crear organizaciones. En este sentido (M, 57
años, Pudahuel Norte) relata: “¿Qué más hicimos? bueno y… equipos de urgencia,
cuando había cualquier urgencia estábamos ahí: incendios, eh, inundaciones, terremotos,
nosotros nos organizábamos inmediatamente y salíamos a catastrar todas las casas del
campamento, y empezábamos a llamar a la Vicaría que íbamos a hacer una olla común de
urgencia, y que iba a funcionar sábado y domingo, y juntábamos cosas pa’ llevarle a la
gente que…”

A partir de sus discursos, se deja entrever que la particularidad de las organizaciones de


subsistencia radica en la forma de autoayuda que adquiere la acción colectiva, en la que el
aspecto económico es sólo una parte, puesto que además apuntan a superar la exclusión
sociopolítica producto del régimen militar.
También hemos constatado que paralelamente a esta participación se fue creando una red
de instituciones de apoyo, conformadas por las Iglesias Cristianas y por Organismos no
Gubernamentales que potenciaron este proceso. Tal como indican (C, 72 años, Pudahuel
Norte) y (A, 65 años, Pudahuel Norte): “… en las capillas, al alero de la iglesia, las ollas
comunes, los comedores infantiles”; “y en la ONG´ “Tierra Nuestra” eh…hacían unas
107

tremendas escuelas de liderazgo. Te pasaban incluso hasta or-to-gra-fía (lo indica


pausado) ahí a esa escuela de liderazgo vino una vez un señor, y me pidieron permiso,
porque habíamos muchas mujeres, éramos como sesenta mujeres…”.

Además de estas organizaciones y apoyos, surgen en Pudahuel grupos de vertiente política,


los cuales son impulsados por los partidos políticos opositores a la dictadura. Entre estas
organizaciones o Frentes de Mujeres (A. A, 65 años, Pudahuel Norte) destaca Mujeres de
Chile (MUDECHI), movimiento que a través de sus encargadas comunales se extiende a
nivel país: “…tenía encargadas comunales…“Mujeres de Chile”, “Mujeres Por La Paz”
generalmente nacieron, son líderes…”.

También es relevante agregar la red de organizaciones al margen de la oficial, con


coordinadoras que se caracterizaban por su composición heterogénea, la horizontalidad de
las relaciones entre sus integrantes, compromisos colectivos y liderazgos que promueven la
participación igualitaria y la diversidad como fuente de enriquecimiento mutuo. Así lo
indican dos participantes del taller: “se ampliaron demasiado, ahí sí se crearon redes. Que
podrían llamarse redes con mística como decía la señora, y redes desinteresadas. Que su
único interés era que nuestro país volviera a la normalidad” (A.A, 65 años, Pudahuel
Norte)

“de ahí se transformó eso de tener Presidenta, Tesorera y Secretaria se transformó en


coordinación, cambio la palabra coordinación. Por eso nosotros formábamos “Casa de
Mujeres” y no nos formamos al estilo antiguo sino que coordinadora, un equipo
coordinador que hacía cosas” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

2. Movimiento de mujeres y/o feminista


Dada la diversidad de acciones que realizaban las mujeres en torno a la defensa de los
derechos humanos, la sobrevivencia, la especificidad de género y la política, y en tanto
énfasis a objetivos y lógicas de acción colectiva diferentes, la posibilidad de conformar un
movimiento dependía de las articulaciones que pudieran producirse entre las diversas
108

organizaciones de mujeres, pero también de tener un punto de encuentro o como enfatizan


las pobladoras un “objetivo común”.

“porque sabis´ que estábamos por un objetivo que iba más allá de lo cotidiano, de lo
personal, de ganar luquitas´, estábamos con el objetivo de cambiar la sociedad que
vivíamos…” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

“porque había un objetivo también había que seguir, todas queríamos lo mismo” (N, 68
años, Pudahuel Norte)

“Tenemos que unirnos por una cosa común que en este caso era la dictadura. ¡Siempre
salíamos contenta! con todas las problemáticas que había. Los sustos, pero estábamos
unidas y había gente que pensaban igual que una” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

Es importante tomar en cuenta que el movimiento de mujeres se caracteriza por ser


diverso y a la vez segmentado, lo que puede asumirse como problemático. No obstante, los
motores que guían su existencia se basan en el valor de igualdad colectiva y los espacios de
creación de iniciativas, donde se aceptan las diferencias de clase, edad, etnia, territorio,
profesión, sexualidad, etc. Al respecto, las pobladoras señalan: “…creo que ahí había
mucha energía, creo que nadie, respecto a que hubieran distintas clases sociales, repetían
la historia del siglo, las primeras intelectuales que hicieron el movimiento femenino fueron
mujeres profesionales, intelectuales. Lo mismo paso en esos años, mujeres profesionales y
que nos fuimos agregando mujeres pobladoras con la diversidad que había, pero había un
respeto y éramos todas uno, pero había un respeto” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

“pero era transversal, o sea ahí no se aprecia mucho, pero… de todas la edades…” (M, 69
años, Pudahuel Sur)

“Y que también nos dimos cuenta de eso, que la lucha no era sólo de las mujeres
pobladoras, sino que era desde otro sesgo social, que vimos personas que trabajaban en la
televisión, era bien frecuente ver caras de la televisión, habían mujeres reconocidas
públicamente, que ya tenían trayectoria en el ámbito político, como es el caso de las
109

ambientalistas, la Pollarolo, todas esas personas que siempre eran de alguna manera las
que participaban en los grandes talleres, cuando íbamos a los grandes Congresos nos
capacitaban en los grandes temas, pero nos dimos cuenta que la lucha era transversal
poh’, cruzaba las clases sociales, cruzaba de los sectores rurales a los sectores altos…”
(M, 57 años, Pudahuel Norte)

En ese sentido, es relevante considerar las potencialidades que ofrece el espacio


organizativo para desarrollar un considerable sentido de pertenencia y cohesión en el
movimiento, que se manifiesta por ejemplo en los ritos que llevan a cabo en cada
movilización contra la dictadura.
En el caso de las marchas, la ocupación y desplazamiento por la calle de un grupo de
mujeres y, las diversas acciones y objetos (lienzo, pancartas, velas, panfletos, aplausos,
cantos, gritos, etc.) que lo acompañan impregnan el espacio. Este rito cumple con el rol de
comunicar y reafirmar al colectivo que realiza el trayecto, a la vez que también se muestra
y enseña a los otros/otras, sus discursos, reclamos y proyectos, haciendo de la calle un
espacio para la discusión política. Además, la manera en que se toma posesión de la calle le
hace un gesto hacia la autoridad, y al propio grupo, que por una parte exige su derecho a
expresarse; y por otro redefine el límite de lo permitido, marcando una frontera territorial
entre el movimiento y la autoridad. Tal como describe (A.A, 65 años, Pudahuel Norte):
“a nosotros en el 74´ nos tiraban los perros, los perros amaestrados en el centro y ¿Cómo
comenzaban los gritos en el centro, los primeros años del golpe? Con un pitazo o se
reventaba un globo, más adelante fueron los aplausos, la represión fue distinta”

También (M, 57 años, Pudahuel Norte) recuerda: “la ronda” y (A.A, 65 años, Pudahuel
Norte) además señala: “nosotras cantábamos ¡Mucho antes que el Himno a la Alegría!
¡Mucho antes!”

El espacio organizativo ofrece además la oportunidad de revisar y reconstruir su


autoimagen y la comprensión de sentido colectivo de algunos problemas antes asumidos
como personales. A través del intercambio de experiencias pueden apreciar su rol de
110

“vanguardia” opositora, y además visualizar cambios en la percepción que tienen de sí


mismas impactando positivamente en su autoestima. Así lo indican las siguientes citas:

“mira, lo que yo encuentro que cambió no sólo en esa manifestación, sino que en las
manifestaciones que fueron las primeras manifestaciones en contra de la dictadura, que
nos empezamos a dar cuenta las mismas mujeres que éramos mujeres las que andábamos,
los hombres eran, sí iban compañeros, pero iban a apoyar, pero éramos las mujeres las
que estábamos en mayoría, tú mirabas como dijo el paco´, filas y filas pa’ atrás, y eran
cuadras y cuadras de mujeres… pero eso lo primero que cambió fue nuestra propia
autopercepción que tiene que ver con, ahí nos dimos cuenta que éramos nosotras las que
estábamos dando la lucha…” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

“eh… esas primeras manifestaciones claro que nos cambiaron, nos colocaron una mirada
distinta frente a nuestra propia situación y condición de mujer. Y esas manifestaciones ya
sea en el centro, yo no estuve en las que estuvieron allá arriba (, pero en cada una de las
manifestaciones uno se daba cuenta que había una fuerza, teníamos una fuerza e íbamos
como creyéndonos el cuento´, eso” (A, 65 años, Pudahuel Norte)

“mira, como mujeres pobladoras yo me di cuenta de que tenemos un potencial bien


grande, o sea me di cuenta en ese tiempo, que ahora se ha perdido un poco, que somos
capaces…” (C, 72 años, Pudahuel Norte)

Otro elemento importante que aparece en los relatos de las participantes, guarda relación
con la acción colectiva y su expresión de solidaridad en el movimiento de mujeres y/o
feminista. Este componente hace que compartan una identidad colectiva, es decir, les
permite reconocerse y ser reconocidas como parte de la misma unidad. Al respecto (A, 65
años, Pudahuel Norte) recuerda: “Pero yo quiero rescatar esa solidaridad que hubo entre
mujeres. (…) y había una mujer que tenía que parir y nos habíamos preparado
anímicamente, y nos habíamos preparado para que esa mujer dé a luz en buenas
condiciones, porque los milicos’´ no nos iban a dejar entrar la ambulancia…”
111

3. Liderazgos
En relación a los liderazgos en los movimientos de mujeres y/o feministas, los discursos de
las pobladoras coinciden en manifestar que el liderazgo femenino es distinto al masculino y
que se caracteriza por su horizontalidad, compromiso y componente afectivo (acogedor).
Respecto al primer rasgo, es importante destacar que permite la participación de todas las
integrantes en tanto requiere de la diversidad como recurso, además de la ausencia de
jerarquías o de una posible separación entre dirección y base. En ese sentido, el liderazgo
se sustenta en el colectivo, puesto que es ahí donde se valida su efectividad. Tal como
destacan (C, 72 años, Pudahuel Norte) y (A, 65 años, Pudahuel Norte): “El liderazgo
era distinto, era un liderazgo que partía de abajo, no que se instalaba arriba como pa’
decir: “Este grupo lo mando yo y…”, no, era un liderazgo… yo le decía que era más
productivo. No, no nos armamos como equipos de fútbol, el movimiento que sucedía ahí es
porque hay liderazgos colectivos, liderazgos reales, no de una sola persona, son liderazgos
colectivos”

El segundo rasgo, muestra como al interior de los movimientos las pobladoras buscan y
experimentan nuevas formas de relacionarse, donde se requiere de un fuerte compromiso
con los proyectos, objetivos y actividades que el/los grupo/s de mujeres se proponen (M, 57
años, Pudahuel Norte) lo describe de la siguiente manera: “…nacía ese compromiso: “Ya,
no falto a ninguna otra marcha, por mucho rollo´ que tenga en la casa, porque me estoy
dando cuenta que somos las mujeres las que estamos saliendo a la calle a luchar”

El tercer rasgo, hace referencia a atributos que pueden entenderse-desde la construcción


simbólica del género-como características vinculadas a lo femenino: empatía, sensibilidad,
afecto, solidaridad, sencillez, etc. Estas representaciones y construcciones simbólicas
establecen un sistema de prestigio y jerarquía en base a la dicotomía hombre/mujer. Pero
además, muestran como el espacio organizativo se convierte en una instancia política, de
sociabilidad y afecto, donde se propician liderazgos acogedores y aprendizajes, distintos
por cierto al masculino. Tal como señala (C, 72 años, Pudahuel Norte): “… sí acogedor,
pero enseñaba, y enseñaba con el ejemplo”
112

Sin embargo, es interesante considerar la crítica que hace (M, 57 años, Pudahuel Norte)
sobre el rasgo asistencial presente en los liderazgos, puesto que esta lógica tiende a alterar
la autonomía de los movimientos y en general hace que se utilicen las organizaciones de
mujeres para fines que escapan a sus proyecciones colectivas.

“… igual en eso de liderazgos y de gentes, o sea esta es una cuestión entre paréntesis que
quiero decir, no…no supimos, no sé, igual se dieron esos liderazgos como que… personas
que se acostumbran a recibir ayuda y se la ingenia, también se dieron esos casos, pero
fueron los menos. (…) claro, usuarias que se podría decir, que son usuarias como eternas,
que ahora tú lamentablemente las ves, y esas personas siguen viviendo de esa misma
forma, o sea siguen…”

4. Dificultades para asociarse


El diagnóstico que hacen las pobladoras sobre las dificultades para asociarse en la
actualidad, tiene coherencia con lo que señalaron en las entrevistas individuales, puesto que
los cambios (especialmente económicos) de las últimas décadas, muestran que en vez de
fomentar la participación femenina han generado la instauración de un tipo de mentalidad
individualista, competitiva, consumista y tecnologizada que desestima los valores de
solidaridad y justicia social que encarnan los movimientos de mujeres. Así lo indican las
siguientes citas: “sistema neoliberal donde reina la plata, donde el lucro es bueno pal’
resto del mundo” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

“Porque todo lo que se participa ahora, es porque quiero ganar unas chauchas’ ¡Lo que es
legítimo, absolutamente legítimo! Pero primero está la justicia social, y eso no es un fin
común de ahora, no es un fin común ahora, nos metieron tanto el individualismo, la
política, que estamos todos discúlpenme la palabra, hechos una mierda” (A.A, 65 años,
Pudahuel Norte)

El exceso de trabajo y la falta de tiempo también fueron mencionados como dificultades


para organizarse. La existencia de mayores oportunidades respecto a la inserción de las
mujeres en el mercado laboral y estudios sometiéndolas a una doble o triple jornada, son
113

identificadas como principales causas de su baja en la participación, especialmente si se


trata de jóvenes. Al respecto, dos pobladoras señalan: “aunque no lo creas también, la
mayoría para obtener y vivir como se vive ahora, la mayoría de las mujeres jóvenes están
trabajando, entonces lo que dificulta es que ellas llegan cansadas del trabajo…” (C, 72
años, Pudahuel Norte)

“no hay tiempo, por eso, el exceso de trabajo, no hay tiempo. No y ahora tení’ que estudiar
y trabajar, es como una regla, que él haya estudiado algo superior, entonces “Ah no,
entonces anda a trabajar”, ahora tení que estudiar y trabajar, es como una… entonces eso
que te pasa a ti a lo mejor, entonces tú ocupas toda la vida mientras estudias, el trabajo, y
qué puedes hacer. Ni hablar de criar tres hijos, de casarte, tener una pareja” (M, 57 años,
Pudahuel Norte)

Llama la atención que no exista un cuestionamiento por parte de las participantes al taller,
sobre la incapacidad de la estructura organizacional para adecuarse a los intereses de las
pobladoras, como también respecto a la lógica de funcionamiento de las organizaciones,
que en la actualidad frecuentemente choca con las nuevas formas de participación y acción
colectivas de las generaciones más jóvenes.
114

Taller 4
“Protagonismo de las pobladoras de Pudahuel en la dictadura militar (1973-1989) 37”

Objetivo General: Facilitar un proceso de reconstrucción de memorias sobre el rol de las


pobladoras de Pudahuel en la dictadura militar.

1. Reconstrucción del pasado


En el ejercicio de recordar el pasado, el relato de las pobladoras comienza en el gobierno de
la Unidad Popular (1970-1973) con recuerdos asociados a la carestía y en como tuvieron
que enfrentar dicha situación. Aquí es donde rememoran imágenes que transitan por la
desesperación en filas interminables producto del boicot económico; hasta aquellos
recuerdos en donde se visualizan como luchadoras y responsables de sacar adelante a sus
familias, creando y participando en organizaciones. Aunque también, emergen memorias
que retienen la deslealtad hacia el gobierno del pueblo, percibido muchas veces como su
gobierno, así lo describe (M, 69 años, Pudahuel Sur): “Entonces en el año 73´ yo estaba
con todo ese drama de que mis hijos no tenían leche, eh…la escasez que había, y se vio que
ahí eran los negocios que hicieron todo ese boicot a nuestro gobierno en ese momento. El
golpe como dice la compañera fue…un cambio total, porque yo creo que…yo tenía a mis
hijos chicos y…y me di cuenta que había sido un boicot todo lo que le hicieron a…a
Allende. Eh…aparecieron al otro día, después del golpe apareció toda la mercadería,
todos los negocios”.

El Golpe de Estado ocurrido el 11 de Septiembre de 1973, es para las pobladoras el hecho


más emblemático de nuestra historia reciente. El acontecer desde ese minuto sería diferente
en las tomas de terrenos, campamentos y poblaciones de Las Barrancas, se impuso el terror
y la represión. La violencia de los allanamientos y balaceras se vuelven cotidianos en el
habitar. En este contexto, los actos de invasión hacia estos sectores y sus habitantes, fueron
también asumidos como actos de transgresión hacia lo más íntimo y comunitario. Al
respecto, las pobladoras relatan: “…los allanamientos, nos allanaban en helicóptero. Te
puedo contar que el helicóptero cuando pasaba a las casas adentro tú veías todo, se veía

37
Detalles de la dinámica del taller, véase Anexo 4.
115

de día, iba tan bajo y de tal forma… a nosotros y esa era una constante todas las noches.
Se traslucía porque… era tan fuerte el foco y tú adentro que estabas indefenso, o sea
nosotros nunca habíamos vivido eso, sería el impacto donde éramos niños. Pero yo te digo,
que una casa te tiene 3x3, no son casas grandes… eran medias aguas poh´, pero te digo
que era tan tremendo y tanto que se acercaban los tipos y en la noche sentíamos gritos,
sentíamos balazos, explotaban cosas, entonces…así se vivió en Pudahuel” (M, 57 años,
Pudahuel Norte)

“bueno era común en mi sector que allanaran, eh…nosotros como… éramos casi nuevos
ahí en el barrio entonces yo no tenía amigos, pero yo ubicaba muy bien una…una
población que había sido toma que se llamaba “El Cobre” ahí en Cerro Navia. (…) y ahí
yo veía que… y se sentía la voz de las mujeres que gritaban “¡Asesino, asesino!” y ahí
cerraron una plaza que había y le pusieron rejas y ahí se llevaban a los hombres detenidos
en la noche. En los allanamientos sacaban primero hombres y se los llevaban a las plazas
con…” (M, 69 años, Pudahuel Sur)

El amedrentamiento ejercido por el sistema represivo, por una parte, y el antipoliticismo de


la campaña ideológica de esos años, por otra, se dirigen muy particularmente a las
pobladoras, producto de su identidad familiar, y por los vínculos con hombres-
compañeros, maridos e hijos-con el fin de infundirles temor de perderlos o verlos sufrir.
Sobre esto (M, 69 años, Pudahuel Sur) confiesa: “Yo tenía mucho miedo por mis hijos,
porque una vez también uno de mis hijos fue detenido en la universidad y lo tuve que ir a
esperar a la…a que nos juntamos todas las apoderadas y…a reclamar nuestros hijos en la
Comisaría y…y ahí mi hijo me…me cuenta que…habían niñas, niños, todos desnudos y a
todos les…hasta la última uña que tenía encarna´ se la revisaban, se le anotaban en una
hoja a los jóvenes, una mancha, una… o si eran con mucho acné todo eso le anotaban en
la historia…”.

La delación fue una práctica alentada y premiada por la dictadura, a la que distintos
sectores del país se sumaron, las listas de sospechosos/as aportadas por colaboradores/as
116

sirvieron como prueba para ingresar al régimen del horror a pobladores/as. Sin embargo, al
constatar que de las mismas redes familiares, vecinales y amicales provenía la delación,
resultaba aún más doloroso. Así lo califican (M, 57 años, Pudahuel Norte) y (G, 72 años,
Pudahuel Norte): “Y algo muy triste chiquillas también pero que…la delación, a un vecino
se le ocurría delar a otro, este gallo´ es comunista, socialista, lamentablemente eso
solidario que tenían en ese rato venía por un simple comentario además inocente, por decir
algo, y supimos que hubieron personas que fueron…en…en mi misma población había una
persona que era demócrata cristiano pero un gallo´ tranquilísimo, su casa, su familia y a
alguien se le ocurrió decir que “No, que estaba metido en cosas” y se llevaron como a diez
presos detenidos. Entonces la…la delación trajo el terror, del miedo, empezamos a vivir
esa cultura del miedo y eso vivíamos en Barrancas…”

“Lo otro que me impactó es...descubrir que hay personas, mujeres, hombres que por
salvarse a ellos venden al otro "Si yo no soy, ese es comunista, ese es aquí y allá…"

En este marco, las mujeres, jóvenes y niñas pobladoras fueron testigos de la detención,
asesinato y desaparición de pobladores y dirigentes frente a sus ojos. Es importante
considerar además que ciertos espacios geográficos (especialmente calle, plazas y
municipio) se convierten en el principal escenario para contener y exponer asesinatos en la
vía pública. Tal como lo indican las siguientes citas: “Entonces ese campamento nosotros
como niños primero fuimos como niños a ver qué pasaba pero perdimos la niñez cuando
vimos que salían estos camiones militares sin nada a los lados…eh…con la gente
amarrada atrás, los hombres la mayoría sin camisa porque los sacaban y los…lo que
nunca se nos va olvidar cómo iban, sin nada en los pies, sin nada en los pies” (M, 57 años,
Pudahuel Norte)

“eh...los chiquillos que también estuvieron... eh...pero al correr los años. De aquí, del
mismo campamento Yungay y los dirigentes de ahí los...los detuvieron y los dejaron en...en
el municipio y según se comenta están enterrados en el municipio. Y hay una...hay un
montón de nombres que están ahí, que son compañeros que murieron, del campamento se
los llevaron presos y los mataron ahí” (G, 72 años, Pudahuel Norte)
117

“Y…el…los vecinos también que…muchos vecinos fueron detenidos desaparecidos. Yo


tenía una abuelita al frente que…su yerno desapareció y dejo a la…hija con una pareja de
chilenos y nunca más se supo de él, nunca más” (M, 69 años, Pudahuel Sur)

También es necesario tomar en cuenta, que el poder que se ejerce y se ejercita en los
asesinatos se sitúa en las relaciones de género. La masculinidad hegemónica se basa en la
dominación y la agresividad, aspectos que son exacerbados en la identidad militar, donde se
despliega el binarismo entre el actor/poder masculino, por un lado y la pasividad/exclusión
feminizada por el otro. En este sentido (G, 72 años, Pudahuel Norte) relata: “Me acuerdo
de la señora... eh...cuánto se llamaba...le volaron los sesos, una mamá de once hijos, que
le...que le...en el campamento en el Yungay que estaba ahí...vino una patrulla militar en la
noche y empezaron a tirar...eh... ráfagas de...de metralleta. Y al otro día, nosotros como
Comunidad Cristiana fuimos a mirar y me tocó entrar para ver lo que se veía los pedazos
de carne, sesos, sesos, de una mamá. De una mamá...una mamá con hijos que lo único que
hizo se levantó para atender a su familia, entonces la sombra pareció y...y le dispararon.
Pa´ mí eso fue como impactante, porque lo vi, porque es cercano”.

La imposición del modelo neoliberal supuso también una política económica por parte del
régimen que vinculará a la gran cantidad de cesantes proveniente del enorme conjunto de
empresas que fueron privatizadas. Así surgen los Programas de Empleo Mínimo (PEM) y
el de Ocupación para Jefes de Hogar (POJH), que a juicio de (M, 57 años, Pudahuel
Norte) más que una solución real, se transformaron en otras de las tantas formas de
denigrar a las pobladoras: “…y…y algo que me marca es que yo cuando converso con mi
mamá es…la implantación de este Programa de Empleo Mínimo y el POJH, cómo vivimos,
cómo nos humillamos, cómo tenían que hacer colas días enteros para recibir los mil pesos,
los tres mil pesos, entonces…eso fue lo que trajo la dictadura a esta población”.

Cabe mencionar, que los campamentos instalados en la zona norte de la comuna no sólo
fueron allanados y vigilados permanentemente, sino que además fueron erradicados y
esparcidos en los márgenes de la capital. Así lo describe (M, 57 años, Pudahuel Norte):
“y lo que ocurría que pa´ detrás de Serrano eh… hay totorales, minerales e igual se hacían
118

campamentos entonces igual se hacía un campamento y en invierno la gente…se…se


enterraba sus casetas en el barro, así se enterraban, porque espérate que no había nada
poh´ y era que erradicaban de acá de Pudahuel, porque esto antes era campamento y
erradicaban de acá pa´ limpiar la visual de la carretera y tiraban pa´ allá y allá en hoyos
o en quebradas donde quedará…”

Los hitos de la violencia de la dictadura a nivel nacional, que son recordados por las
pobladoras provienen del miedo, el dolor, la consternación y la impotencia, que sintieron al
enterarse de estos acontecimientos. Los casos Pisagua 38, Lonquén 39, Degollados 40 y
Quemados entre los más emblemáticos, evidenciaron la magnitud de la represión, es decir,
hasta dónde podía llegar el exterminio de personas por pensar y actuar diferente. Al
respecto, las pobladoras señalan: “…las muertes que nos tocaron muy de cerca a nosotros
acá y…cuando queman y… a Rodrigo con… con Carmen Gloria. Y…y… cómo lo hacen…y
así de terrible. Eso nos tocó e muy cerca y…y…y nos causo mucho dolor…” (M, 57 años,
Pudahuel Norte)

“los...los cuerpos que desaparecieron en Pisagua, que no podían desmentir que...que en


Chile sí hubieron fosas comunas...comunes. Incluso gente que aún estaba viva y la...la
enterraron...” (A, 65 años, Pudahuel Norte)

“Em…ya…y eso también de los degollados, eso me acuerdo mucho de los degollados
eh…hasta cuándo decía una de las esposas…” (M, 69 años, Pudahuel Sur)

38
El caso Pisagua hace referencia a las acciones judiciales en torno a las ejecuciones ocurridas en el centro de
tortura y campamento de prisioneros del mismo nombre, durante el 29 de septiembre de 1973 y junio de 1974.
39
El caso Lonquén describe el asesinato de 15 campesinos cuyas edades fluctuaban entre los 17 y 51 de edad,
quienes fueron fusilados y posteriormente quemados en el interior de los antiguos hornos de una mina de cal.
El crimen fue cometido por carabineros de la tenencia de Isla de Maipo en el mes de octubre de 1973, pero los
cuerpos fueron hallados a fines de 1978.
40
Santiago Nattino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero eran tres profesionales y compañeros de
militancia comunista. Fueron detenidos por funcionarios de Dicomcar (servicio de inteligencia de
carabineros), el 28 y 29 de Marzo de 1985.
Sus cuerpos fueron encontrados el 30 de marzo del mismo año en las cercanías del camino a Quilicura y el
Aeropuerto de Pudahuel. Habían sido degollados.
119

“yo creo para mí…para mí el hecho más impactante fue...eh...los cuerpos de Lonquén.
(…) los cuerpos de Lonquén creo que eso me marcó, realmente de ver la...la denigración
del ser humano, como pueden por una idea, por una manera de pensar aplastar ahí,
eh...meterlo…yo creo que eso pa´ mí fue tremendamente fuerte, fuerte, el hecho
más...más...violento, claro.
Obviamente como te digo hay varios, los degollados también fue un hecho tremendo en la
dictadura y los quemados, pero como...como que eso fue como la primera mirada real que
tuvimos de darnos cuenta hasta dónde podía llegar la dictadura ¿Ya?” (G, 72 años,
Pudahuel Norte)

2. Evaluación del impacto de la dictadura militar


La evaluación que hacen las pobladoras respecto al impacto de la dictadura militar en sus
vidas, guarda relación con las pérdidas, no sólo personales sino que también familiares y
comunitarias. Sus testimonios hablan de desapariciones y clandestinidad de personas
cercanas a su entorno, como en el caso de (M, 57 años, Pudahuel Norte): Eh…yo tenía
trece o catorce años, nosotras éramos felices en la escuela y desaparecieron los profes´
esos que hacían vida con nosotros, el profe´ de teatro, el profe´ de matemáticas, eh…la
pérdida del trabajo de mi padre porque…bombardearon El Siglo, donde trabajaba mi papá
entonces…eh…y empezamos a sufrir directamente un estado de guerra porque…mi padre
arrancó…arrancó y quedamos acá en Santiago pero sin nada…sin nada. Y día a día
pensando que éramos niños todavía nos fuimos dando cuenta de cómo íbamos perdiendo”.

Las pérdidas tienen su correlato en la falta de los derechos de antaño- la educación, la


salud, el trabajo y la vivienda-se ven mermados por el régimen militar. Como también las
posibilidades de vivir la niñez sin violencia, en ese sentido el miedo y el silencio estaban
presentes de manera constante, con un costo emocional muy grande. Así lo describen (M,
57 años, Pudahuel Norte) y (M, 69 años, Pudahuel Sur): “Entonces eso fue que
perdimos lo que teníamos, teníamos mucho, teníamos educación, teníamos salud, había
trabajo, eh…nosotros jugábamos, nos amanecíamos jugando, perdimos salir a la calle
porque había Toque de Queda…”
120

“Eh…mis hijos eh…por la cesantía de mi marido yo no tenía dónde colocar a mis hijos,
porque los colegios empezaron a…hacer de…y fuera de eso a ser pagados. Entonces mis
hijos en la…eh…yo digo ¡Ayúdame Dios mío! porque a mis hijos no hallaba dónde
dejarlos, porque mi marido cesante, tenía que pagar, además de eso mis hijos salieron
mucho antes de la Enseñanza Media…”

3. Resistencia a la dictadura
Como ya se ha mencionado, la participación de las pobladoras estuvo estrechamente ligada
a la labor que se desplegó en torno a la Iglesia Católica durante la dictadura, en relación a
las violaciones a los derechos humanos y a la urgente satisfacción de sus necesidades
básicas. Según sus testimonios, las parroquias se convertían en el único espacio de
encuentro para la acción comunitaria y para resistir a la discriminación tanto genérica como
económica del régimen. Al respecto, dos pobladoras relatan: “...nosotros por ejemplo, yo te
hablo del año setenta...setenta y tres que llegamos aquí, nosotros la única ocasión de
poder...eh...volver a...a trabajar, a mirar con lo social, fue a través de la Iglesia Católica.
Y nos formamos en las Comunidades Cristianas de Base, que eran grupos que se sentaban
a conversar un día a la semana y todos socialmente, de todos los Partidos y
conversábamos de lo que estaba pasando en Chile. Entonces...eh...la iglesia pa´ mí fue
muy importante en ese entonces en cuanto a...acoger a las personas…” (G, 72 años,
Pudahuel Norte)

“También la iglesia cómo se puso, muchos curas, muchos curas, uno partió de la nada y
empezó a trabajar en comedores ¿Dónde? en la iglesia, en equipos de salud ¿Dónde? en
la iglesia, eh...todo... las organizaciones, comprando juntos, todas las organizaciones que
se dio...la gente popular” (G, 72 años, Pudahuel Norte)

“…bueno ahí la Iglesia Católica tiene ese rol…ese rol que hace como de paragüita para
que la dictadura no…nos extermine. De ahí me acuerdo yo que las catequistas de esos
años eran choras´, eran chorizas…ellas hablaban en contra de todo en la misa, hablaban
121

que los compañeros presos políticos había que ir a visitarlos, que…eh…hasta cuándo” (M,
57 años, Pudahuel Norte)

Respecto a las formas de enfrentar y/o resistir la dictadura militar, las pobladoras indican:
el rol materno, la creación de organizaciones de autoayuda, reaparición de partidos políticos
opositores y jornadas de movilización y protesta.
En relación a la primera mención, es necesario considerar que al tomar como rehenes a los
hombres, el sistema represivo afectó directamente a las pobladoras en su rol familiar y de
parentesco, es decir, en el núcleo de sus identidades como madre-esposa. Desde esos
lugares y como mecanismos para sobrevivir y sobrellevar sus obligaciones familiares (M,
57 años, Pudahuel Norte) rescata: “Eh…el rol materno, porque les contaba lo primero
que apareció fue el rol materno. El…el papá se fue, ellos habrán conversado como pareja
sus cosas, pero la mamá ahí quedo con los cabros´ chicos, pero quedó ahí a cargo de todo,
con lo que viniera”.

No obstante, las mujeres movilizaron sus roles tradicionales para cuidar y alimentar a veces
en el espacio doméstico, otras en iniciativas comunitarias. Así lo acentúa (M, 57 años,
Pudahuel Norte): “Y… y de aquí nosotras empezamos a organizar la…la…las ollas
comunes, pero ahí esto iba más o menos todo junto ah, todo esto, ollas comunes… equipos
de salud. Y…en el caso mío yo no llegué hacer comprando juntos porque…eh…no nos
quedaba tiempo, por falta de tiempo. Porque…nosotros allá en el fondo era campamento
pa´ donde te dieras vuelta, entonces ¿Sabes qué hacíamos?, íbamos a los campamentos a
apoyar, llevábamos hasta ollas, partíamos a un lugar con palos a apoyar…”

La desarticulación de los partidos políticos de izquierda durante el régimen, llevó a


militantes activas a volcar su práctica partidaria a Las Barrancas. Su radio de acción se
extendía a las organizaciones surgidas en las poblaciones y en la medida en que éstas
estaban compuestas por mujeres, concentraban allí su actividad militante.

“Y de ahí…eh…eh…se…digamos se…aparecen los primeros partidos políticos pero


como…aparece empieza a aparecer el…el…vuelven a salir como de abajo y vuelve a
122

aparecer la gente del MIR y del PC a Luchar poh´, vuelve aquí mujeres de partido político
comprometidas, partidos de…de izquierda. El MIR, yo recuerdo el MIR, al PC, y a
la…también habían mujeres de DC aquí en Barrancas que…que…y estábamos todos
juntos…” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

Bajo las características del régimen, cabe señalar que los aparatos represivos y las Fuerzas
Armadas y de Orden se vieron enfrentados a la protesta social activa en la comuna. Quizás
la década en que más se manifiesta esta forma de resistencia es en los años 80´. Sin
embargo, es necesario tener en cuenta que frente al aumento de las protestas y paros
también creció la represión de los organismos correspondientes. Situación que queda
claramente expresada en los siguientes relatos: “Y otro también de…de vecino que fue
relegado a Pisagua, eh…por el hecho de tener una vulcanización y haberle pasado un
neumático a los chiquillos en las primeras protestas que fueron…¡Uy! fue un gozo yo creo,
no una alegría, sino que un gozo completo cuando se empezaron hacer las
primeras…manifestaciones contra…contra el gobierno de…de Pinochet” (M, 69 años,
Pudahuel Norte)

“que…que esto… se tenía que terminar, que ya estaba bueno, qué hasta cuándo. Y ahí
empezó a salir ese cartel ¿Hasta cuándo?, ¿Hasta cuándo?, que salió aquí en este proceso,
en el 85´ 86´ y eran buenas porque duraban días y días. Los paros y las protestas días y
días. Eh…yo te puedo decir que había protesta dos o tres días y…y…y las calles…” (M, 57
años, Pudahuel Norte)

Los movimientos de mujeres y/o feministas de la época también son recordados como
catalizadores de la resistencia por parte de las pobladoras. Puesto que, como hemos
revisado el pensamiento feminista vino a entregarles herramientas para comprender su
triple opresión: género, pobreza y dictadura militar. Además de generar reflexiones en torno
al cuerpo femenino como territorio de disputa, violencia de género, derechos sociales y
políticos de las mujeres, entre otras temáticas y problemáticas.
También es relevante mencionar la manera como perciben su posición al interior de los
movimientos, en tanto se identifican como portadoras del feminismo popular, que no es
123

sólo distinto al de la clase media (al que adscriben generalmente sus formadoras), sino que
además encarna la explotación, crisis, marginalidad, resistencia y autogestión. Tal como
destacan a continuación:
“el movimiento feminista y el movimiento...y el movimiento de...de mujeres intelectuales
que acompañaron a las mujeres pobladoras.(…) Son las que más...eh...encuentro yo que es
el evento principalmente de la mujer, pero la mujer preparada en ese momento, que tenía
algún estudio, que miraba más allá. Porque nosotros... siendo mujeres pobladoras y que
pudiéramos hacer muchas cosas pero le hacíamos como quién dice el ñeque´, pero ellas
no, ellas tenían como otra mirada más amplia y nosotras las seguíamos a ellas. Habían
mujeres que se dedicaron a enseñarnos... a formarnos, a formarnos. Entonces yo creo que
lo principal pa´ mí fue el movimiento feminista, movimiento de intelectual de las mujeres y
obviamente eso de "Somos más" partió de ahí… y nosotros las seguimos…” (G, 72 años,
Pudahuel Norte)

“Con respecto al...al movimiento feminista, el movimiento feminista nos colocó en


conciencia el cuerpo, lo que es el cuerpo como...como algo político ¿Ya?. Eh...el
concepto...como… eh...género, el concepto género y el concepto femicidio. A lo mejor esto
fue después, pero el concepto género fue lo primero que...eh... es como...más que aprender,
era como integrarlo, es como apropiarse…” (A, 65 años, Pudahuel Norte)

Un ámbito que saca a relucir (M, 57 años, Pudahuel Norte) y que le parece central al
integrar el movimiento feminista, es el proceso de cuestionamiento hacia la jerarquización
de roles y funciones, de poderes y saberes establecidos, en función de reapropiarse y
construir espacios colectivos en las que todas puedan hablar y comunicarse asumiendo sus
propias voces. En ese sentido, manifiesta que no es fácil tener conciencia de cómo las
estrategias de poder se internalizan y reproducen el sistema patriarcal.

“El pensamiento feminista em…por lo que yo puedo contar y dar testimonio eh…yo me
acuerdo que a cada rato cuando nos juntábamos y nos autocorregíamos porque
hablábamos cada wea´, sin darnos cuenta reproducíamos todo el día el…el machismo
124

poh´. O sea “Es que me tengo que ir, ah pero es que si no cómo lo hago” y…y te digo que
esto fue (…) este fue el que realmente le sacó el brillo a la mujer en esa etapa. Y…te digo
que…nos…nos empoderó, fue lo que finalmente nos empoderó. Porque aquí igual por años
teníamos teoría, teníamos práctica, militábamos, íbamos a la barricada, íbamos hacer otra
olla común, súper contentas, pero…pocas herramientas. Pero aquí llegaron las
herramientas necesarias, aquí habían herramientas”

En relación al movimiento de mujeres y feminista (en sus distintas vertientes), las


pobladoras destacan hitos que las hacen visibles como actoras sociales. De especial
mención, son las marchas en el centro de Santiago y la conmemoración del Día
Internacional de la Mujer (8 de Marzo) que, a contar de 1984 realizan colectivamente las
organizaciones femeninas, produciendo la confluencia de las más diversas realidades,
llegando a ser tradición la búsqueda de espacios más unitarios política y socialmente. Así
los describen dos pobladoras: “Eh…mira las primeras grandes marchas estaban
compuestos por mujeres, las grandes marchas compuesto por mujeres, eh…si hablamos
contando cabezas contando pelados éramos más…éramos más nosotros que los hombres
que andaban. Estoy hablando de las grandes…que es muy similar a las que han hecho
ahora los chiquillos, los estudiantes” (M, 57 años, Pudahuel Norte)

“…las marchas de mujeres. Las marchas de mujeres, las marchas de...de las mujeres, de
los “8 de Marzo”, de los 8 de Marzo. Cuando fuimos al...al Estadio... al Estadio Santa
Laura, ese fue…que marcó un hito. (…) mira yo creo que fue el acto político más
importante de esa época, el acto más político. (…) no yo me acuerdo que a nosotros nos
costó mucho entrar porque ya estaba lleno y queríamos estar adentro ¿Cachai´?”” (A, 65
años, Pudahuel Norte)

Otro aspecto que (A, 65 años, Pudahuel Norte) señala como resistencia a la dictadura,
tiene que ver con el ámbito artístico-cultural. En tanto los medios de comunicación oficiales
marginaban contenidos asociados a la realidad que enfrentaban los sectores populares. El
éxito individual, el consumismo, la exaltación del orden y la Seguridad nacional, la
presentación del país como paraíso frente a un mundo dividido por el terrorismo, son los
125

temas que cotidianamente se veían y escuchaban en el país. En ese sentido, el rol de radios,
revistas y diarios alternativos, como también artistas y Peñas clandestinas, eran
fundamentales para denunciar y poner en evidencia las atrocidades del régimen.

“y...y algo que me impactó es...mira las radios...las radios, la Umbral, Umbral y luego la
Tierra -que en esos años era distinta a la de ahora-¿Ya?. La Umbral que la poníamos
bajito, que los vecinos empezaron a decir " En tal parte hay una señal y dicen las cosas tal
cual" y teníamos...teníamos así como...sabíamos que en alguna parte se estaba recogiendo,
se estaba poniendo esa la voz, ya no eran las murallas allá "Que muera el tirano" no, se
decía desde la radio que muera el tirano”.

“la radios y revistas…eh….revistas...El Siglo, el Arcis, el Análisis que lo comprábamos


con harto esfuerzo, El Siglo chiquitito, el que se compraba en las marchas. (…) el Fortín
Mapocho”.

“y sabes tú que...que las mujeres también el medio, el medio...artístico. Habían...eh...por


ejemplo eh… grupos que...en las Peñas. (…) las Peñas eran eh...realmente Peñas de
denuncia, de...de reclamar qué estaba pasando. Ya y ahí se la jugaban los...los artistas de
la época y cantaban los temas de Silvio Rodríguez que era...en ninguna radio se
escuchaban, pero en las Peñas se escuchaba la música de Silvio…”

4. Perspectivas del futuro


Las perspectivas del futuro para las pobladoras, se sustentan en la revisión y evaluación
colectiva de sus prácticas al interior de las organizaciones sociales y movimientos de
mujeres, como también desde el punto de vista personal. Se busca considerar el pasado
problemático para resignificar el presente y proyectarlo hacia el futuro, pero desde una
posición ética, donde se aprenda de los errores, se reconozcan y reparen las injusticias.

“y que es necesario restaurar o reinventar, yo siento eso. Que ahora al revisar esto así
como tú poni´ ahí y escucharlas, siento que hay una necesidad de reinventar algunas
prácticas o revisarnos más profundo y hay un entramado que quedó en un hueco y ese
hueco hay que hacerle un zurcido para que...para poder decir sí hemos...nos estamos
126

levantando ¿Ah? porque no fue en vano...todo esto que sucedió, no fue en vano, apuntó
directamente hacia una clase social, apuntó directamente al exterminio sistemático de un
pueblo organizado, un pueblo consiente, un pueblo que sabía de política” (A, 65 años,
Pudahuel Norte)
127

Conclusiones

Recuperar el rol de las mujeres en la historia de Pudahuel, ha significado escuchar con


atención, sus discursos y testimonios en torno a una memoria histórica que no tenía
registros.
La ausencia de este mundo diverso en el análisis de la historiografía tradicional, que sólo
contempla acciones y liderazgos llevados a cabo por hombres, en espacios generalmente
urbanos, que se impregnan de una cultura de elites. Me obligó a preguntarme sobre el por
qué de la indiferencia y la omisión.
La preponderancia de esta visión limitada sobre las mujeres explica que los espacios
institucionales, políticos e intelectuales subestimen las experiencias locales de
participación, por estar supuestamente desconectadas de la historia nacional, como si sólo
se tratase de una etapa descriptiva y superable del quehacer ciudadano/a.
Desde esta perspectiva, una parte importante de historiadores y cientistas sociales observa
las acciones colectivas de manera restringida, incapaz de aprender de toda la riqueza de los
discursos que surgen de las experiencias organizativas, y de los significados que las mismas
actoras sociales le otorgan. En este paradigma, sin duda, se cuelan los sesgos de género,
clase, raza, edad, etnia, y sexual, al momento de dar cuenta de la historia y del
protagonismo de las mujeres (Ahumada y Rauld, 2013).
Como se ha intentado mostrar en esta investigación, los contextos materiales y simbólicos
que guían el accionar de las pobladoras, están marcados por acontecimientos que han ido
perfilando su rol en la historia de la comuna (1965-1989). Si se considera que un hito es un
hecho importante que define un punto de referencia, o si se entiende como un suceso que ha
resultado clave para ellas, notaremos los nexos o puentes necesarios entre la memoria
nacional (global) o local (comunal).
A partir de sus discursos entonces, fue posible establecer la siguiente secuencia de hitos:
1965-1972
A mediados de la década de los 60´ comenzó a implementarse en Las Barrancas el
programa “Operación Sitio” que correspondía a loteos oficiales y semiurbanizados en los
cuales el/la habitante se encargaba de construir su propia vivienda. Este hecho, para las
128

pobladoras es muy significativo y marcó un precedente en esta investigación, puesto que


fue el resultado notable de movilizaciones sociales y políticas anteriores por la vivienda, las
que han provisto de una cierta tradición de lucha que permanece con el tiempo (Comités de
Adelanto principalmente), y junto con ello empezaron a construir comunidad (es). También
destacan durante este período el impulso y la importancia que se le dio, desde la política
pública, a la participación social de bases, que en la comuna se tradujo en la promulgación
de la ley de juntas de vecinos (16.880; 1968) y el auge de la participación de las mujeres en
los centros de madres.
Con la lucha de las y los pobladoras/es por el techo y la subsistencia, rápidamente la
nominada operación sitio se mostró insuficiente para la cantidad de familias que esperaban
por la ansiada casa propia. Por lo que las tomas de terreno, también aparecen en el discurso
de las pobladoras como un acontecimiento que cierra la década de los 60´ y da paso a los
años 70.
La victoria de Salvador Allende en las elecciones presidenciales define una nueva fase en
Barrancas, caracterizada por la efervescencia política y el aumento de la participación
social. El gobierno de la Unidad Popular (1970-1973) es considerado un hito a nivel local,
en tanto las pobladoras participaban activamente en organizaciones territoriales y
funcionales, reivindicativas y políticas, que se fueron transformando en un movimiento
popular fuerte, de gran incidencia en la vida comunal y nacional.
En este período, vimos como las memorias de las pobladoras transitaban por las “Primeras
cuarenta medidas del Gobierno Popular” y posteriormente en torno a la carestía. Aquí
surgieron recuerdos como el medio litro de leche, los consultorios materno-infantiles,
lavanderías y restorantes populares, asesorías y capacitaciones en torno a los centros de
madres y talleres, como también las filas interminables (producto del boicot económico),
entre otros sucesos. Donde se visualizaron como mujeres luchadoras capaces de sacar
adelante a sus familias y comunidad, a través de la organización. Se produjo así una
identificación entre la organización y sus asociadas que, como señalan Gaviola, Largo y
Palestro (1994) fue un elemento importante para el desarrollo y consolidación de una
organización masiva.
129

En ese sentido, aparecen memorias ligadas a la esperanza en un gobierno que haría todo lo
posible para remediar el mercado negro y la especulación, puesto que desde un principio
estuvieron comprometidas con la UP. Quizás por esta razón, en sus relatos no apareció un
cuestionamiento hacia la ambigüedad que tenía el discurso oficial del gobierno respecto a
las mujeres, ya que por una parte proponía que tuvieran un papel político, social y
económico más destacado, pero éste siguió siendo considerado secundario (en tanto
madres, esposas y dueñas de casa). Las izquierdas tradicionales asumieron que las mujeres,
al ser parte de los medios de producción, tenían los mismos problemas que los hombres de
su clase, sin notar que la mujer padecía (y todavía padece) dinámicas de opresión
particulares y por lo tanto, demandas específicas que se relegaron en un segundo orden en
pos de la revolución y la lucha de clases, desentendiéndose del 52% de mujeres no
asalariadas sujetas al trabajo no remunerado de producción social (Valdés, 1992). En estas
circunstancias, es posible afirmar que no fueron vistas como actoras sociopolíticas.

1973- 1976
El Golpe de Estado ocurrido el 11 de septiembre de 1973, es el hito más emblemático de
este estudio y seguramente de nuestra historia reciente. Este hecho planeado y organizado,
desde el exterior y llevado a cabo al interior del país por las Fuerzas Armadas, tenía otros
planes para la asociatividad de las mujeres y especialmente de sectores populares. Si en el
gobierno anterior la participación social de las pobladoras de Barrancas fue promovida,
ahora su acontecer sería diferente, en donde no contarían con los derechos de antaño- se
percibe en sus discursos una nostalgia por la UP y un claro retroceso de las luchas
femeninas- además de la fuerte represión en campamentos y poblaciones de la comuna
expresada en allanamientos y balaceras constantes.
Las pobladoras de esta investigación eran opositoras del régimen militar, en base a esta
condición y por su vínculo con hombres-padres y cónyuges especialmente, también
compañeros-sufren la violencia de la dictadura, siendo sometidas a detenciones,
interrogatorios, torturas, golpes, etc. A esto se sumo, la desesperación de la pobreza, el
trabajo precario, inestable y desvalorizado producto de la instalación del neoliberalismo.
130

Este contexto se tradujo en la triple opresión para ellas, dictadura militar, pobreza y género
(Valdés y Weinstein, 1993).
En una memoria sujeta a una ruptura lacerante no resuelta a nivel nacional, notamos que las
mujeres principalmente encarnaron el dolor de perder a sus familiares, a sabiendas que la
dictadura se negaba a entregar cualquier información honesta sobre sus paraderos. En este
contexto, las pobladoras de Pudahuel sindican como hito el caso Pisagua.

1977-1981
También son interpretados como hitos nacionales, las acciones simbólicas efectuadas por la
Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) de gran repercusión
internacional como la huelga de hambre de 1977, donde veintiséis familiares de detenidos
desaparecidos-veinte y cuatro mujeres y dos hombres-ocuparon oficinas de la CEPAL en
Santiago para exigirle a la autoridad un pronunciamiento sobre la desaparición de sus
familiares.
El caso Lonquén (30 de noviembre de 1978) estremece la opinión pública nacional. Para las
pobladoras, el hallazgo de los cuerpos hizo que el régimen no pudiera seguir aseverando
que los y las desaparecidos/as no tenían existencia legal. En base a este caso, se articula
entonces el concepto de Detenidos Desaparecidos.
A nivel local, es posible identificar como hito la toma de la parroquia San Luis Beltrán,
efectuada el 14 de enero de 1981, por motivos de solidaridad con jóvenes detenidos/as
injustamente por la dictadura.

1982-1986
En este período, la idea principal del gobierno dictatorial, era controlar y servirse de las
mujeres para la reconstrucción social de la patria, sin embargo como se mostró en este
estudio, esta concepción se vio fuertemente truncada por la resistencia femenina.
Resistencia, que en palabras de Gabriel Salazar (1999), fue una “resistencia global”.
En 1983 específicamente surgió la protesta como expresión del descontento acumulado.
Original en su forma, fue una respuesta colectiva no prevista en los análisis. La protesta
mostraba la realidad menos deseada por el gobierno: la politización de la crisis, que se
131

expresaba como fractura del autoritarismo, de la sociedad disciplinada; fue la emergencia


del debate, la opinión, la acción expresiva, simbólica y de ruptura, la articulación de grupos
y actores/as, la pérdida del miedo; la capacidad de desafiar el orden autoritario (De la Maza
y Garcés, 1985).
En base a estas características, las Jornadas de Protesta Nacional se convierten en un hito
para las pobladoras de Pudahuel. La geografía de la resistencia marcó por esos años la
intersección de Mapocho con Huelen, Salvador Gutiérrez, José Joaquín Pérez, Teniente
Cruz con San Pablo, Las Torres y otras calles y avenidas que constituyeron el mapa
territorial del conflicto político y social donde se habitaba y se resistía.
La cuarta manifestación callejera efectuada en la comuna, es especialmente recordada por
las pobladoras, dado que la represión y el control militar ejercido en el territorio fue mayor.
En dicho contexto, Yolanda Campos Pinilla, de 32 años, fue asesinada por carabineros
producto de una bala que atravesó las paredes de su casa en el campamento Los Colonos.
El 11 de septiembre de 1983, las y los trabajadoras/es del PEM y el POJH de la comuna
protagonizaron el conflicto más significativo de la jornada. Ese día, fueron citados al
complejo Santa Corina (cerca de la Municipalidad), con el objeto de ser trasladados a una
concentración nacional para celebrar los 10 años del régimen, en el centro de Santiago.
Alrededor de las 9:30 horas un furgón con altoparlantes comunicó que la asistencia al acto
era voluntaria, y que quienes quisieran se podían retirar a sus domicilios, respetándose los
tres días libres ofrecidos previamente.
En ese momento se produjeron incidentes entre quienes querían asistir al acto y quiénes
no. Se lanzaron piedras sobre los vehículos que servirían de transporte. Seguido, apareció un
Jeep de la Municipalidad, desde el cual funcionarios del Departamento de Seguridad
realizaron disparos en contra de los y las trabajadores/as reunidos. Uno de esos disparos
causó la muerte a Pedro Marín Novoa.
Este hecho es calificado por las pobladoras como un hito local, ya que tras la muerte de
Pedro Marín se generó un proceso de organización y toma de conciencia en los y las
trabajadores/as del PEM y el POJH, que se materializó en la creación de un sindicato que
conduciría importantes luchas laborales en Pudahuel e incluso a nivel metropolitano.
132

En términos nacionales, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de


Marzo, realizada en las calles coordinadamente desde 1984, es también considerado un
hito. Puesto que, inauguraba las luchas antidictatoriales cada año, representando la medida,
tanto del estado de movilización social, como de la disposición represiva del gobierno.
También, reflejaba la tensión entre las demandas por democracia y las necesidades
específicas de las mujeres que integraban el movimiento feminista.
En marzo de 1985, tres profesionales y militantes comunistas José Manuel Parada, Manuel
Guerrero y Santiago Nattino, fueron secuestrados a plena luz del día-torturados-y sus
cuerpos arrojados a la vía pública, apareciendo degollados. Treinta años después, este
hecho sigue estremeciendo a las pobladoras de Pudahuel, por la brutalidad con que
Carabineros de Chile- la Dicomcar-, que en ese entonces respondía al comandante en jefe
César Mendoza, terminó con sus vidas.
El 2 de julio de 1986, en la población Los Nogales de la comuna de Estación Central
sucedió otro de los hechos más terribles del régimen: la detención y agresión de una
patrulla militar contra Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas de Negri, quienes fueron
quemados y abandonados en un camino aislado en las afueras de Santiago.
Tanto el triple homicidio- que llegó a ser conocido como “caso degollados”-como el ataque
a los dos jóvenes- “caso quemados”, se convirtieron en hitos nacionales en los juicios por
violación a los derechos humanos durante la dictadura.

1987-1989
Este período se encuentra marcado por dos hitos nacionales: el plebiscito de octubre de
1988 y la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. En relación al primero, vimos
en esta investigación como las pobladoras de Pudahuel se incorporaron a la coyuntura
política, desarrollando programas de educación cívica y supervisión del evento
plebiscitario. Fue un momento especial para ellas, aunque no exento de tensiones producto
de las distintas apreciaciones y posturas político partidistas adoptadas frente a la elección
tanto en las organizaciones como en los movimientos opositores. No obstante, recogieron
demandas y elaboraron propuestas para que fueran consideradas en el programa de
gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia en las elecciones de 1989.
133

El segundo, aportaría su sentido más profundo de identidad a las mujeres, logrando aunar
voluntades en la realización de un acto en el Estadio Santa Laura, el 8 de Marzo de 1989.
Allí, 20.000 mujeres, hermanadas por contenidos que reflejaban una larga lucha y por la
constatación de vivir el último de estos eventos en dictadura, sellaron su compromiso con la
democracia participando intensa y emocionadamente en el ritual del “nacimiento de la
mujer nueva”.
En el plano local en cambio, aparece como hito el asesinato de Jaime Quilán Cabezas, el 29
de diciembre de 1989. Esa noche, Jaime participó en una protesta antidictatorial en un
sector de la comuna. Versiones verosímiles relatan que al terminar la manifestación Jaime
fue seguido por una persona que había llegado poco antes en automóvil, quien le disparó
por la espalda con un arma de fuego.
En las memorias de las pobladoras, se conserva el recuerdo del joven militante del MIR que
con su acción de protesta resistió la dictadura. En sus discursos surge un sujeto que es
admirado por su valentía y convicción.
Estos acontecimientos de gran relevancia para las pobladoras, tanto a nivel local como
nacional, están relacionados con sus acciones colectivas. Desde el marco teórico de esta
investigación, se asumió que dichas acciones se constituyen a partir de un tramado de
grupos y organizaciones que comparten una identidad, una suerte de cultura común-
sumergida en las prácticas cotidianas-, en su devenir histórico las pobladoras de Pudahuel
fueron experimentando nuevas pautas culturales, nuevos sistemas de significación que con
frecuencia se opusieron a los de las relaciones sociales de sexo/género dominantes. Así es
posible distinguir al menos cuatro sentidos que orientaron sus acciones:
1) Búsqueda de satisfacción colectiva de necesidades básicas, ante el retiro del Estado, su
política de subsidiaridad, etc.
2) Espacio afectivo de encuentro y desarrollo personal (salir de la casa, esparcimiento).
3) Acción social comunitaria: asistencia hacia problemas de la población, sentido de
“servicio público”.
4) Posibilidad de participar en la toma de decisiones en el espacio público y a nivel político,
como actoras sociales e interlocutoras, siendo parte del tejido o movimiento de mujeres:
canalización de la voluntad de cambio, de transformación de las condiciones de vida.
134

Es importante tomar en cuenta que estos sentidos no son excluyentes y que se pueden
encontrar tanto a nivel colectivo (como propósito de las organizaciones) como a nivel
personal. No obstante, algunas pobladoras enfatizaron un sentido más que los otros, de
acuerdo al período histórico. Así, por ejemplo, aquellas que priorizaron el primer y tercer
sentido participaron en organizaciones de subsistencia (ollas comunes, talleres productivos,
comprando juntos, grupos de salud, centros culturales, colonias urbanas, etc.) y se ubicaban
principalmente en el período 1973-1980.
También trabajaron en el segundo sentido, creando lugares de acogida e intimidad entre
“pares”. Algunas participaron en organizaciones de tipo “militante”, que subrayaban la
incidencia en el cambio político y social general del país (protestas y lucha por la
democracia a través de coordinadoras), otras se inclinaron por la búsqueda de verdad y
justicia frente a violaciones de los derechos humanos, y una parte considerable de las
mujeres partícipes de esta tesis optó por el cambio en la condición de la mujer (feministas),
estas acciones colectivas tienen su momento de apogeo en el año 83 y se extendieron hasta
el 87, donde alcanzaron un mayor poder de convocatoria, coordinación y organización.
En su desarrollo, las organizaciones de pobladoras transitaron entre estos sentidos
asumiendo las distintas dimensiones que involucraban: por ejemplo, las organizaciones de
subsistencia tuvieron que plantear y organizar formas de autoayuda frente a los problemas
que experimentaban sus integrantes; otras, dedicadas al desarrollo personal, se abrieron a la
reflexión y acción política, así las organizaciones sociales a nivel local, discutieron distintas
opciones y solicitaron capacitación frente a diversos temas, especialmente en torno a la
violencia de género y el plebiscito de 1988.
Dentro de esta heterogeneidad, es posible señalar algunos rasgos comunes en las acciones
colectivas de las pobladoras de Pudahuel. Para ellas, formar grupos implicaba “salir de la
casa”, transformar el encierro doméstico, alternar con pares, compartir problemas
quitándoles algo de la carga individual, sintiéndose parte de unidades más amplias que la
familia. Es decir, participar en organizaciones tenía (y tiene) una dimensión de ampliación
de pertenencia y los referentes son diversos: para algunas, la pertenencia se focalizaba en la
olla común o el grupo de salud; para otras, aludía más bien a su condición de género y su
referente fue el “movimiento feminista”; también su identidad podía referirse a la
135

población, es decir a formar parte de un territorio específico; para otras, la adscripción se


relaciona con “ideologías” y los referentes fueron las agrupaciones de derechos humanos,
en tanto luchaban contra la injusticia y el olvido.
El conjunto de acciones colectivas de las pobladoras de Pudahuel que se han revisado en
esta investigación, pueden leerse como distintas formas de “hacer política”, en una versión
muy amplia del concepto. La conexión de sus prácticas con el acontecer político nacional
no fue directa ni mecánica, ni se desarrollaba en las organizaciones instituidas por el
régimen militar para las mujeres populares (centro de madres). Pese a que no se pueda
afirmar que las organizaciones y movimientos de mujeres y/o feminista de la época,
expresaban un proyecto de cambio de la sociedad claro y definido; se puede visualizar tras
sus acciones colectivas una serie de demandas que apuntaban a cambios culturales y
sociales. Vale retomar aquí la problematización de la distinción entre lo público y lo
privado, pensando que las pobladoras hicieron colectivos sus problemas e impulsaron
soluciones en base a su rol de madres, esposas e hijas.
Las ollas comunes por ejemplo, eran una ocasión no solo para alimentarse y cubrir
necesidades materiales sino también para compartir los problemas personales y pensar en
posibles soluciones a las dificultades cotidianas. Varios problemas se relacionaban con la
pobreza y la represión violenta en la comuna, por lo que pronto se convirtieron en lugares
ideales para la reflexión y organización política.
Además, es posible encontrar un desarrollo de acciones colectivas en dos niveles: de base
popular, y en una esfera más pública, de coordinación y articulación. En ambos niveles, se
hallan discursos y prácticas que cuestionaban al poder (en sus distintas expresiones), desde
el lugar que ocupaban las mujeres en la sociedad.
Sin embargo, es necesario indicar que la concepción del poder se manifestaba de un modo
diferente. Puesto que, las acciones colectivas no solo apuntaban a modificar las relaciones
de poder de la institucionalidad, sino que también las relaciones de poder en la vida pública
y cotidiana.
Por otro lado, la idea de democracia no se limitó al mundo político público, sino a una
manera de relacionarse y vivir en distintos espacios, ya fueran públicos o privados y esto
136

quedó expresado en la consigna “Democracia en el país y en la casa”, que logró un nivel


distinto de visibilidad, involucrando a otras organizaciones de mujeres.
Este lema fue demostrando que la lucha de las mujeres estaba en oposición con la lógica
general del sistema: frente al autoritarismo y la opresión, surgieron nuevas formas de
organizarse, las que en su esencia cuestionaban el modelo patriarcal y las relaciones de
género.
La visibilidad por tanto es un aspecto clave de la acción colectiva, pues es el reflejo de la
articulación en base a objetivos comunes y la voluntad unitaria, lo que permite
retroalimentar la existencia de diversos grupos en los períodos de latencia.
Respecto al tercer objetivo de investigación, que apuntaba a la influencia del territorio, la
familia de origen y la presencia de la pareja en el rol que las pobladoras tuvieron en la
historia de la comuna. Es posible afirmar que las acciones colectivas que desplegaron en los
distintos contextos históricos revisados mostraron su efectividad y signos concretos en el
medio territorial.
Como se señaló en el marco teórico, la sociabilidad cotidiana de las pobladoras se sitúo en
la población, espacio de vital importancia si consideramos que ellas permanecían más
tiempo en él. Por este motivo, el espacio público de la población o del barrio se convirtió en
un espacio privilegiado para fomentar la interacción entre pobladoras y territorio, como
también para desarrollar un fuerte sentido de pertenencia e identidad hacia el/los grupo/s.
Se puede mencionar como hallazgo investigativo, que los elementos y sentimientos que
influyeron en la construcción de su identidad como mujeres pobladoras no provienen
directamente de las carencias materiales que afectaban las poblaciones, sino de su mundo
subjetivo tratado en las organizaciones y extrapolado al territorio, lo que les permitió
posicionarse como actoras sociales.
Si bien esto a primera vista puede ser interpretado como un cambio positivo, se debe tener
cautela al interpretar este fenómeno, ya que puede hacer que se naturalice “lo local” como
lo propio de las pobladoras y seguir dejando de lado lo nacional “lo global”- aquello donde
se define el curso de la sociedad- en manos masculinas.
En relación a la familia de origen es posible sostener que cumple una función primordial en
el significado que adquiere la participación sociopolítica en las pobladoras, ya que influye
137

en la conformación de su identidad, en las actitudes, habilidades y conocimientos que


tendrán posteriormente en distintos espacios.
Esta influencia se encuentra principalmente en la “tradición familiar” como factor
motivador de participación, puesto que sus progenitores eran militantes políticos o
dirigentes de organizaciones sociales. En los discursos de las pobladoras se devela un acto
consiente por rescatar tanto la historia de lucha de sus padres, como la propia, son hechos
que no se quieren olvidar porque dotan de identidad y, por otro, dieron sentido a su acción.
Esta selección consciente de lo que no se quiere olvidar y que se quiere preservar remite a
una memoria colectiva que comparten las mujeres de este estudio, la cual está sujeta tanto a
procesos personales y vinculares, como sociales.
No obstante, la influencia de la pareja en su rol en la historia de la comuna se percibe
negativa. Tal vez sea porque la dictadura intentó homologarse dentro de las familias
chilenas. La legislación por ejemplo, estaba hecha pensando en una familia con un hombre
omnipotente, proveedor y responsable de la educación de las y los hijos/as, quien podía
imponer su voluntad incluso con violencia (ya que no existían leyes en la materia) en tanto
el deber de la mujer era obedecer a su marido salvo, si su vida corría riesgo. La legislación
y la sociedad chilena no sólo situaban a las mujeres en un papel secundario, tal como se
pudo corroborar en esta investigación, sus maridos principalmente se oponían a que
participaran en organizaciones y movimientos sociales, se molestaban si trabajaban
remuneradamente y no les otorgaba espacios de libertad.
A pesar del conservadurismo del régimen dictatorial y de los diversos mecanismos que
utilizó para homogeneizar a las mujeres (entre ellos mandatos e ideologías de género,
división sexual del trabajo, leyes, etc.) éste no tuvo el poder o legitimidad para contrarrestar
su rol protagónico tanto a nivel comunal como nacional. Habría que considerar que en la
década de los ochenta específicamente comienzan a producirse transformaciones de tipo
estructural, ya las mujeres habían accedido al mundo del trabajo (formal o informal),
habían aumentado su jefatura de hogar, se incrementaron las nulidades (la mayoría de las
participantes de este estudio confesaron haberse separado de sus cónyuges) y la
masificación de tecnología para el trabajo doméstico (los electrodomésticos) entre otros
cambios que se tradujeron en mayores espacios de libertad para las mujeres. Sin embargo,
138

para las mujeres pobladoras la experiencia participativa tanto en organizaciones sociales


como en el movimiento feminista, modificó sustancialmente su condición de ser mujeres.
Fue en ese proceso, donde las pobladoras de Pudahuel desafiaron el rol asignado
socialmente de subordinación al ámbito privado, la esfera doméstica, y se apropiaron de un
espacio que les correspondía legítimamente aunque históricamente les había sido negado.
Desobedecieron los mandatos milenarios construyendo un rol protagónico dentro de la
comuna, cuyos pilares se sustentaban en un sistema autoritario patriarcal. Esta tesis intentó
recuperar la historia de esas mujeres activas en diversas acciones, mujeres empoderadas y
valiosas que trabajaron cotidianamente en diversas organizaciones sociales y resistieron una
feroz dictadura cívico-militar.
En su accionar contribuyeron a desnaturalizar las prácticas socioculturales establecidas,
consideradas naturales, esenciales, fijas, inmutables y universales; denunciando,
trastocando, desestabilizando y comenzando a generar cambios en el imaginario socio-
simbólico,-ese espacio privilegiado-donde se cristalizan las desigualdades e injusticias entre
hombres y mujeres sobre la base de sus diferencias, como la gran excusa bio-histórica para
racionalizar la construcción social y cultural de las inequidades de género.
139

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●Valdés, Teresa y Weinstein, Marisa. Mujeres que sueñan: las organizaciones de
pobladoras 1973-1989. Ediciones FLACSO. Santiago. 1993.
●Valencia, Guadalupe y Zemelmann, Hugo. Los sujetos sociales una propuesta de análisis.
En: Acta Sociológica. Nuevos Sujetos Sociales. Vol. III. N°2. México. 1990.
●Wilhelm de Möesbach, Ernesto. Diccionario Voz de Arauco, explicación de los nombres
indígenas de Chile. Editorial Millantú. Temuco. 1991.
●WITCH (Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell). W.I.T.C.H. Brujería y
Feminismo. Madrid, España: Nodo50. 2013. [fecha de consulta: 03 junio 2014]. Disponible
en: http://info.nodo50.org/W-I-T-C-H-Brujeria-y-feminismo.html
146

Anexos
Talleres de Memoria Histórica

Anexo 1

Taller I: Tarde

Unidad Temática ¿Para qué recordamos? ¿Por qué olvidamos? Tiempo (hp)

Objetivo general Conocer el papel y función de la memoria histórica de las pobladoras de Pudahuel 1 hora y 20 minutos
pedagógica.

Clases Objetivos Específicos Contenidos Actividades de Enseñanza / Recursos/Medios Tiempo


Aprendizaje

N°|1 Examinar el papel y ¿Cuál es la memoria que 1. Introducción


función de la memoria necesitamos para
histórica. enfrentar las tareas del Presentación de facilitadoras y Caja de fósforos 20´
presente? de participantes (se consideran
objetivos del taller y normas
Ubicándonos en el básicas de funcionamiento).
presente, hoy y aquí
¿para qué la construcción 2.Motivación
de memoria histórica Actividad: Las funciones y 2 papelógrafo 45´
colectiva usos de la memoria histórica:
¿para qué recordamos para 1 plumón
qué olvidamos?
1 pizarra
147

Proceso 1masking tape

Lluvia de ideas en base a las


dos preguntas. Las respuestas
se registran en un papelógrafo
y se elabora un resumen.
148

Anexo 2

Taller II: Tarde

Unidad Temática “Historia de las pobladoras de Pudahuel Tiempo (hp)


(1965-1989)”
Objetivo general Reconstruir la historia reciente de las pobladoras de Pudahuel 1 hora y 30 minutos
pedagógica.

Clases Objetivos Específicos Contenidos Actividades de Enseñanza / Recursos/Medios Tiempo


Aprendizaje

N°|1 Identificar a través de Hitos de Pudahuel 1. Introducción


acontecimientos y (Operación Sitio, tomas
anécdotas el rol de las de terreno, resistencia a Presentación de facilitadoras y Caja de fósforos 10´
pobladoras en la la dictadura, fiesta de de participantes (se consideran
historia de Pudahuel. Cuasimodo, Plebiscito de objetivos del taller y normas
1989, etc). básicas de funcionamiento).

2. Dinámica de Foto-
Lenguaje
Nº 2 Características de la
Reconocer la mujer Barranquina y Se sugiere a las participantes
importancia de las Pudahuelina. que formen un círculo.
mujeres en la historia
3. Desarrollo: Se tienen 30 2 papelógrafo 60´
de la comuna. Pobladoras emblemáticas
de la comuna láminas con diversas imágenes
1 pizarra
(especialmente de de mujeres, lugares,
organizaciones, mitos, entre
149

organizaciones). otras. Posteriormente, las 1 masking tape.


láminas se extienden sobre una
mesa y se pide que cada 30 láminas en formato
integrante las observe en de cartulina con 30
silencio y escoja dos. Se imágenes
solicita que cada participante respectivamente.
exprese verbalmente ¿Por qué 1 mesa.
escogieron esas láminas?, se
profundiza en el sentido de
pertenencia y en los cambios
por periodo históricos (de los
lugares o en las pobladoras).

4. Síntesis: Se hace un
10´
resumen de lo que se ha
conversado en la actividad, lo
que han descubierto o querido
expresar a través de las láminas
y cómo lo han comunicado a
las demás. (Debe revisarse el
protagonismo de las mujeres y
sus implicancias en la historia
de la comuna).
150

Anexo 3

Taller III: Tarde

Unidad Temática “Participación y formas de liderazgo de las pobladoras de Pudahuel” Tiempo (hp)

Objetivo general Indagar en la participación de las pobladoras de Pudahuel en organizaciones y 1 hora y 25 minutos
movimientos de mujeres pedagógica.

Clases Objetivos Específicos Contenidos Actividades de Enseñanza / Recursos/Medios Tiempo


Aprendizaje

Nº 1 Reflexionar en torno a Participación de las 1. Introducción y motivación:


las formas de pobladoras en
participación, los tipos organizaciones sociales Presentación del taller y 2 cartulinas de un color 10´
de liderazgo y la y/o políticas de la entrega de tarjeta de un color a diferente.
trayectoria de las comuna cada participante.
pobladoras de 2. Desarrollo: Presentación
Pudahuel en Definir la trayectoria de Material audiovisual
las mujeres en documental “Somos +”para 30´
organizaciones y dar inicio a la conversación y que muestra la
movimientos de movimientos sociales participación y
(por periodos históricos) se les solicita a las
mujeres entre los años participantes que formen grupo liderazgo de las
1965-1989 Formas de participación según el color que les tocó. mujeres en la historia
comunal y nacional.
Tipos de liderazgo 3.Trabajo grupal: Una vez
conformados los dos grupos, se Pizarra, papelógrafo y 20´
les solicita que en base al masking tape.
documental visto respondan las
151

siguientes preguntas: En la
manifestación que observamos
¿Qué cambio? ¿Y a quiénes
cambió?

¿En qué medida cambió su


vida como mujeres
pobladoras?

¿Cómo afectó a las


organizaciones sociales y
grupos existentes de la época?

¿Qué dificulta la convivencia


hoy?

3. Síntesis: Una vez que todas 20’


han pegado sus tarjetas, el
papelógrafo se llenará de
experiencias participativas a
nivel local y nacional de las
participantes. Pues bien, se
pasa a un debate abierto para
ponerse de acuerdo entre las
participantes sobre cuáles
acciones colectivas son
transversales y en qué se
diferencian a través del tiempo.
152

Anexo 4

Taller IV: Tarde

Unidad Temática “Protagonismo de las pobladoras de Pudahuel en la dictadura militar (1973-1989)” Tiempo (hp)

Objetivo general Facilitar un proceso de reconstrucción de memorias sobre el rol de las pobladoras en 1 hora y media pedagógica.
la dictadura militar

Clases Objetivos Específicos Contenidos Actividades de Enseñanza / Recursos/Medios Tiempo


Aprendizaje

Nº 1 Reconstruir la Reconstrucción del 1. Introducción y motivación:


memoria (la vida pasado: ¿Qué pasó?,
histórica) de la ¿Cómo pasó?, ¿Dónde Presentación del taller. Radio y Cd de música 5´
dictadura militar a pasó?, ¿Por qué pasó?, instrumental. También
Dinámica de relajación “La se puede usar 15’
partir de los eventos, ¿Cómo se vivió?, imagen y la nube”
personas y recuerdos ¿Quienes fueron?, ¿Por computador.
de las pobladoras. qué lo hicieron?, ¿Por
qué pasó aquí y no en
2. Desarrollo: Se identifica un Papelógrafo y
otro lugar? 10´
evento o fecha que las plumones
Evaluación del impacto participantes consideran marca
de la dictadura militar: “un antes” y un “después” en
sus vidas en formato de línea
¿Qué sucedía en de tiempo. Esta fecha se
Pudahuel en ese coloca, escribe o ilustra en el
momento?, ¿Qué y a papelógrafo que se encuentra
quién cambió lo que
153

pasó?, ¿Qué pérdidas en una pared.


personales, familiares y
comunitarias ocasionó?, Trabajo grupal: 45’
¿Cómo se afrontó lo que Teniendo en cuenta este evento
pasó?, ¿De qué maneras como referencia, cada
se resistió? participantes coloca en el papel
y comparte su memoria sobre:
El presente del pasado
y del futuro: ¿Qué y a ¿Cuál es un evento, hecho,
quienes recordamos?, fecha o persona que da cuenta
¿De qué manera debemos de la violencia y el sufrimiento
recordar, conservar su durante_____________ (un
legado como integrantes período en específico de la
de la comunidad? dictadura militar?
Perspectivas del futuro: ¿Cuál es un evento, hecho,
¿Qué cambió en ti a fecha o persona que da cuenta
partir de lo que pasó?, de la resistencia de las mujeres
¿Qué dificulta la durante_______________ (un
convivencia hoy? período en específico de la
dictadura militar?

3. Síntesis:

Al finalizar el testimonio de 15´


cada participante, se invita al
grupo a reflexionar sobre lo
que observan en la línea de
tiempo. Se introducen
154

preguntas específicas
relacionadas con el hilo
conductor (preguntas
contenido):

¿Estos eventos qué cambiaron


y a quiénes?, ¿De qué da
cuenta esta secuencia de
sucesos y memorias?, ¿En qué
medida cambió su vida como
mujeres pobladoras?, ¿Qué
creen que se debe hacer para
que esto no se repita?, ¿Cuáles
son sus esperanzas para el
futuro?

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