Aportes de A Psicología Social A La Educación
Aportes de A Psicología Social A La Educación
Aportes de A Psicología Social A La Educación
Ante todo, vale aclarar que la función social del Psicólogo Social no consiste en
‘entretener’ o ‘estar en grupos’, como se cree vulgarmente; se trata de un ‘saber hacer’
con sustento teórico-práctico desde una epistemología convergente para poder operar en
la realidad cotidiana. La Psicología Social es una disciplina reciente que, como todas las
Ciencias Sociales, se inicia a mediados del siglo XIX. La Psicología Social argentina,
desde la concepción de Enrique Pichón Rivière se apoya en la Psicología Social, el
Psicoanálisis, la Sociología, como así también en la Antropología y la Filosofía a través
de autores tales como George Mead, Kurt Lewin, Freud, Melanie Klein, Lacan, Marx,
Sartre, Lefrevre etc. Su metodología clásica, la dialéctica, da cuenta de los procesos de
transformación cualitativos a partir de campos de tensión contradictorios. Su objeto de
conocimiento coincide con el objeto de intervención: las prácticas y significaciones
(interacciones) individuales, grupales, organizacionales, comunitarias y/o sociales desde
una perspectiva compleja y multidimensional. Desde los paradigmas de la complejidad
podemos decir que estudiamos la ‘relación’ entre el sujeto, su mundo interno y la
estructura social. Su técnica de intervención incluye elaboraciones de una logística, una
estrategia, una táctica y una técnica específica.
El conflicto
El conflicto tampoco es sinónimo de disputa ya que ésta es sólo la parte visible, como si
fuese la punta del iceberg. Ejemplo: en una escuela se disputa un lugar físico, un aula
para una clase especial aunque en realidad se está confrontando por prestigio (porque
sería el espacio de las reuniones importantes).
Cada acción produce una reacción y así sucesivamente se alimentará una escalada cuya
proyección puede ser un conflicto generalizado.
Una vez que hayamos tomado conciencia del conflicto, el primer paso es trabajar en él
para lograr una desescalada. Se intentará facilitar el acercamiento y la comunicación
plena para que juntos se pueda encontrar la manera de bajar el nivel de conflictividad.
Esta compleja tarea requiere poder observar el despliegue de las distintas facetas que el
conflicto presenta, para ello se necesita tener un conocimiento adecuado de la psicología
humana para sustituir las apreciaciones o consideraciones no científicas de la realidad,
es decir aquellos conocimientos derivados del ‘sentido común’, por una perspectiva
científica.
Un docente que posea formación en Psicología Social tendrá una visión más integradora
del ser humano y procurará que sus sistemas de creencias, valores, necesidades y
limitaciones, no generen efectos adversos en su trabajo. Analizará el conflicto como
proceso en el que intentará realizar una lectura de lo latente, no se quedará en lo
manifiesto, porque el fenómeno, lo que aparece, no siempre es lo que es. Por ejemplo, si
se produce una acalorada discusión originada por un motivo trivial de trabajo, ante ese
hecho puntual (conflicto explícito) intentará trabajar sobre el conflicto implícito. Pueden
presentarse conflictos por ‘principios’ cuando encubre un conflicto por ‘poder y
territorio’; conviene entonces aclarar que la mayor parte de la actividad humana es
inconsciente. Asimismo, promoverá nuevas modalidades de relación que permitan
romper las resistencias, mermar las molestias y encontrar una resolución más eficiente
teniendo en cuenta el interés de todos los participantes.
El Aprendizaje…de lo diferente.
Una de las máximas en Psicología Social es: “A mayor heterogeneidad de los miembros
de un grupo y mayor homogeneidad en la tarea, mayor productividad”.[2]
Estrategia metodológica
En cualquier escenario de intervención -por ejemplo una familia, una escuela, una
empresa- tendremos que analizar de dónde proviene el emergente que consideramos, ya
que el contexto opera desde dentro de la escena con un alto nivel de complejidad.
Entonces, surgirán emergentes correspondientes a los distintos ámbitos pasando desde
lo individual a lo social general.
Desarrollando la cualidad mental que nos propone Mills podremos analizar los
emergentes y observar cómo estas estructuras mediadoras que constituyen a su vez
tramas vinculares son intermediarias de la macroestructura social que deviene fantasía
inconsciente. Operar sobre la realidad implica comprender sus múltiples significaciones,
comprender el tejido social que está presente en el esquema referencial del sujeto, en la
mayoría de las veces de manera inconsciente. Analizar el momento histórico que nos
toca vivir permite percibir cómo los cambios sociales van suscitando nuevos escenarios
que contribuyen en la construcción de nuevas subjetividades y en los nuevos modos de
vincularse. La realidad está cambiando y dicho cambio nos lleva a cuestionar nuestros
modos de percepción y los instrumentos con los que contamos para interpretarla.
La búsqueda de sentido
Como educadores lo que tenemos que valorar es el educar educándonos en cada caso
mediante una mirada abarcadora de nuestro propio proceso personal y del proceso de
los otros. Este posicionamiento nos permite desarrollar una mayor conciencia acerca del
conjunto de los sucesos y acontecimientos que vivimos cotidianamente ya sea o no en la
tarea específica.
Debemos aprender la diferencia entre ver –el impacto de la luz sobre el objeto- y mirar -
propio del ser humano con conciencia- algo que en principio parecen netamente
sinónimos. Sin embargo, si aprendemos a ‘parar’ la vorágine del mundo, a ‘pararnos’
ante ella, no sólo la ‘veremos’ sino que aprenderemos mediante una mirada consciente
previamente ejercitada a ‘mirar’ (mirāri, admirarse). Como señala José Pedro Manglano
‘mirar sin admirar cansa’.
Educar de este modo permite abrir la opción para posibilitar el proceso interactivo del
que surjan tanto el impulsar al otro en sus propias potencialidades como el hacerlo
desde el afecto desinteresado propio del rol adecuado encarnándolo desde las entrañas
éticamente, siendo un educador que mire, que ame y que sirva. Viktor Frankl en su libro
El hombre en busca de sentido señala: “Ser hombre significa trascenderse a sí mismo.
La esencia de la existencia humana es su autotrascendencia. Ser hombre significa desde
siempre estar preparado y ordenado hacia algo o alguien, entregarse a una obra a la que
se dedica, a un ser que ama o a Dios, a quien sirve”.[7]
Desde esta ética, que puedo enmarcar como ‘ética de la responsabilidad’, no cabe
desempeñar la función de educador sin aprender a ‘mirar’, sin hacerlo afectivamente, es
decir generando empatía mediante un compromiso amoroso con la tarea y con el futuro
del educando invitándolo a vivir descubriendo permanentemente el sentido libertario de
su propia vida. ‘Educar desinteresadamente’ es un principio de este modo de
acción, posiblemente el más difícil de llevar a cabo, ya que en esta tarea nos
interesamos por el otro y por nosotros mismos y también porque constituye un modo de
vida digno en términos económicos. No obstante, coincido en que debemos esforzarnos
para llevarlo a cabo en plenitud, es decir no priorizarnos ni hacerlo en términos
mercantiles. Si así lo hiciésemos, consideraríamos al otro como una mercancía
convirtiéndolo en objeto y quitándole su status de ‘persona’. Recordemos que los
sujetos de la educación somos todos.
[1] Quiroga, Ana; Apuntes para una teoría de la conducta; Ed. Cinco, Bs.As., 2010, p.9
[2] Pichon Rivière, E.; El Proceso Grupal. Ediciones Nueva Visión, 1970, p.151
[3] Javier Auyero en el prólogo del libro de Wacquant ,Loïc; Parias Urbanos -
Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio, Manantial, Bs. As., 2000.
[7] Frankl, Viktor, El hombre en busca del sentido, Barcelona 1991, p.133
Bibliografía
Adamson, Gladys, La Psicología Social frente al tercer milenio, Nobuko, Buenos Aires,
2008.
Quiroga, Ana; Apuntes para una teoría de la conducta; Ed. Cinco, Bs.As., 2010.