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Unidad III

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EQUIPO I

UNIDAD III-Lectura 8

El respeto al medio ambiente (Ávila)

CAPÍTULO VII

"Cada día estamos eliminando diez especies de seres vivientes que son una biblioteca de
saber acumulado de millones de años por la tierra.
El sistema de la biosfera está gravemente enfermo porque hay una quimicalización de
todas las relaciones de alimentación, una contaminación del suelo y del subsuelo, del
aire...; a tal punto que el equilibrio dinámico de esta realidad sistémica que todo incluye
-que es la tierra- puede quebrarse con la victimación de millones y millones de personas
e, incluso, con riesgo de imposibilitar la biosfera".

(Leonardo Boff, 1996, Tiempo de hablar; n° 66)

La reflexión sobre la ecología y el ser humano que exponemos a continuación es


fundamentalmente una síntesis y adaptación de los trabajos realizados por E.
Alburquerque (1990) Y por el movimiento ecologista (Documentación Social n° 38),
sobre los que hemos profundizado a lo largo de estos últimos cursos en las clases de
ética con alumnos de Bachillerato y en Escuelas de Padres.

En los últimos años, quizá ante la degradación galopante, está despertando una
responsabilidad ecológica, una mayor conciencia de respeto al ambiente, a la naturaleza,
al entorno. Progresivamente ha ido surgiendo una pedagogía del medio ambiente. Es
realmente algo necesario. Porque el sistema de crecimiento de nuestra era tecnológica
pone en peligro hasta el mismo entorno humano. Lo amenaza, agota y devasta. Son
muchas las voces y los grupos humanos que se alzan hoy proclamando el peligro de
destrucción de la naturaleza que aflige a la humanidad. Esto constituye ya de por sí un
objetivo suficientemente importante también desde el punto de vista ético.

El ecologismo es algo más que una moda reciente. Para las personas más sensibles se ha
convertido en una tarea. Para los educadores esta sensibilidad no puede estar ausente de
sus proyectos y realizaciones.

1. CRISIS ECOLÓGICA

En muchos países el problema ecológico se ha convertido en la cuestión ética primaria.


Esta sensibilidad se debe a las graves consecuencias ocasionadas por el desarrollo
industrial al medio ambiente.

Ciertamente, la aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos


constituye el primer elemento para la reflexión. Por una parte, es evidente que muchos
de estos adelantos y descubrimientos han producido grandes beneficios a la humanidad.
Pero, por otra parte, se están constatando también gravísimos efectos negativos. El
crecimiento industrial, las grandes concentraciones urbanas, el consumo energético,
están generando la disminución de la capa de ozono. Residuos industriales, gases,
deforestación incontrolada, destrucción de especies animales y vegetales, uso de
herbicidas, refrigerantes y propulsores deterioran inevitablemente la atmósfera y el
medio ambiente.

Por otra parte, los intereses económicos prevalecen sobre la dignidad y el bien de la
persona. En nombre del progreso se manipula y altera gravemente la naturaleza y se
provoca, en realidad, un progreso que es desequilibrio, contaminación y destrucción. En
el fondo, los desequilibrios ecológicos conculcan el respeto y la calidad de vida
humana, y expresan la avidez y egoísmo de los hombres.

Así pues, la crisis ecológica es el signo de uno de los grandes problemas morales
actuales. Pero su dimensión ética no termina aquí. Implica también una llamada a la
responsabilidad, a la formación de una conciencia ecológica.

2. EDUCAR LA CONCIENCIA ECOLÓGICA

La dimensión ética de la ecología postula la promoción de una conciencia ecológica.


Educativamente es preciso favorecerla para que su desarrollo y crecimiento llegue a
programas e iniciativas concretos. Hoy son muchos los movimientos y asociaciones que
levantan la bandera del ecologismo. Es cierto que, con frecuencia, van unidos a
ambigüedades y contradicciones vitales, a corrientes ideológicas o a partidos políticos.
Todo esto habla de la necesidad de un discernimiento crítico, pero no de repulsa o
rechazo. Porque el ecologismo constituye una alarma radical, un movimiento social, una
llamada de atención sobre el futuro del hombre contra el insensato suicidio colectivo.
Suscitar y educar esta conciencia ecológica es la orientación de fondo que mueve la
propuesta de las pautas éticas y educativas que presentamos (Bennassar. 1986).

2.1. El hombre en la naturaleza

El hombre está íntimamente unido a la naturaleza. Está inmerso en ella. Es solidario con
su historia y su destino. El hombre está orientado hacia la naturaleza y está llamado a
transformarla. Y transformándola es como él mismo se transforma, crece y progresa. No
puede realizarse si no es a través de su acción sobre el universo. Y el resultado de esta
actuación y transformación no puede ser más que la humanización de la naturaleza.
Porque el hombre actúa como hombre y plasma, entonces, su ser de hombre en las
cosas.

Todo esto implica perspectivas educativas importantes. Esta vinculación del hombre a la
naturaleza postula, ante todo, su conocimiento. La naturaleza tiene que ser conocida
para que pueda ser dominada y para que pueda estar al servicio del desarrollo y del
progreso humano. Toda pedagogía del medio ambiente comienza por resaltar la
importancia del conocimiento. Se trata de adquirir una comprensión profunda del medio
ambiente global, de los problemas que le atañen, del papel que desempeña la
responsabilidad humana. El conocimiento pasa por el funcionamiento del medio
ambiente, por ser conscientes de los atentados que sufre, por la observación de la
naturaleza, por la adquisición de toda una serie de conceptos básicos.
No caben entonces actitudes pasivas. El hombre no puede dejarse engullir ni someter
por la naturaleza. La naturaleza no puede escapar al control de la libertad del hombre. El
hombre primitivo temía las fuerzas de la naturaleza, estaba sometido a ellas, se sentía
impotente ante ellas. Pero en esta relación hombre-naturaleza, la primacía le
corresponde al hombre. Es él quien tiene el dominio. Una inversión en esta relación
fundamental supondría el fracaso y el absurdo. En esta perspectiva la tarea educativa la
vemos orientada principalmente en la comprensión del hombre como ser en el mundo y
como ser frente al mundo, destacando las actitudes señaladas de conocimiento y
dominio (Giolitto, 1984), haciéndolas compatibles con un profundo respeto.

Efectivamente, si el animal es capaz de utilizar la naturaleza y beneficiarse de lo que


ella produce, sólo el hombre es capaz de orientarla, dirigirla y transformarla. Producir,
fabricar, transformar es la actividad típica del hombre, pero no a cualquier precio.

Y esta tarea transformadora de la naturaleza el hombre la realiza mediante su trabajo. La


creatividad y actividad transformadora de la realidad es obra del trabajo del hombre. En
esta línea encuentra el educador las motivaciones para destacar el carácter positivo y
creador del trabajo humano. Sucede muchas veces que el hombre se aliena en su trabajo.
Y, desde un punto de vista ético, la exigencia de que el trabajo llegue a ser realmente
capaz de realizar y personalizar, se nos presenta como un objetivo ineludible.

2.2. Actitudes activas y contemplativas

Ante la naturaleza el hombre suele adoptar algunas de las actitudes siguientes:


científica, utilitarista, pasiva, activa y responsable, contemplativa.

La actitud científica consiste en la consideración de la naturaleza como objeto de


estudio; es algo que hay que conocer y comprender por medio de las ciencias de la
naturaleza. Muchas veces esta actitud no llega a vincular ni comprometer a las personas;
se sitúan como fuera de la misma naturaleza.

Cabe también situarse ante la naturaleza con una actitud simplemente utilitarista. La
naturaleza nos sirve, podemos aprovecharla y disfrutar todas sus posibilidades. La
persona se coloca entonces ante la naturaleza como ante un objeto de consumo. Muchas
veces esta actitud llega a la degradación de la naturaleza y a verdaderos atentados contra
el medio ambiente.

La actitud pasiva mira a la naturaleza con frialdad, quizá con temor, como el hombre
primitivo. No importa su transformación ni el sentido que otros den a esta
transformación. También aquí la persona se sitúa fuera, distante.

La actitud activa y responsable es la actitud de quien siente la exigencia de que la


naturaleza sirva para el crecimiento y el progreso de los hombres; de quien siente la
necesidad de transformarla desde una orientación de respeto y responsabilidad.

Y, finalmente, la actitud contemplativa supone una mirada en profundidad. Sólo así es


posible captar y admirar su belleza y su grandeza.

La educación moral tiende siempre a suscitar actitudes. Los pedagogos del medio
ambiente insisten en la necesidad de desarrollar entre los jóvenes una responsabilidad
ecológica, es decir, en suscitar respecto de la naturaleza actitudes activas y
responsables; suscitar el interés y la admiración; sensibilizarlos respecto de la naturaleza
y de la vida. Esta actitud de responsabilidad comporta, por ejemplo, aprender a "evitar
cualquier destrucción o perturbación inútil, a no derrochar las materias primas por
negligencia o irreflexión, a utilizar racionalmente los medios técnicos" (Giolitto, 1984:
142-147).

Se trata, en el fondo, de llegar a ofrecer una verdadera "educación ambiental" que


afectaría a todas las acciones humanas en relación con el medio ambiente. Contribuiría a
abrir y a orientar a los jóvenes "ante los problemas del mundo moderno, los más
importantes para su felicidad y para la vida de las especies". Esta educación cívica
tiende, como explica la Conferencia Internacional de Tblissi, al establecimiento de un
"nuevo orden internacional", fundado en una "atención constante a las necesidades y
aspiraciones de los hombres", en el "respeto a los equilibrios fundamentales", la
"búsqueda de un crecimiento ordenado" y la "preocupación por respetar de manera
equitativa los beneficios del progreso" (Cfr. L 'éducation relative á l'environnement. Les
gran des orientations de la Conférence de Tbilissi, Unesco 1980).

Por otra parte, la tarea educativa ha de tender también a despertar la sensibilidad de los
jóvenes y a suscitar la capacidad de contemplar y admirar. Se trata de enseñar a mirar,
acoger, observar, respetar, proteger, amar, transformar. Y se trata también de admirar y
enseñar a contemplar el valor estético de la naturaleza. El contacto con la naturaleza es
profundamente regenerador; y la contemplación de su esplendor da paz y serenidad.

EQUIPO II
2.3. Ecología, progreso y calidad de vida

La responsabilidad ecológica plantea nuevos problemas morales y educativos. Porque es


una realidad que la acción transformadora del hombre sobre la naturaleza se realiza
muchas veces desde actitudes utilitaristas y depredadoras que no reparan en medios ni
en modos. Y resulta entonces que la acción del hombre amenaza a la naturaleza y al
mismo hombre.

En esta amenaza concurren múltiples factores: destrucción, maltrato, deterioro, abuso.


Ya indicábamos que es importante ayudar a reflexionar sobre los atentados que sufre la
naturaleza y el propio entorno. Pero quizá lo verdaderamente importante es llegar a ver
qué significa todo esto. Es decir, lo importante es ver quién es el sujeto artífice y
responsable y quién es la víctima; ver que es el hombre quien lleva a cabo todo ello y, al
mismo tiempo, que también él es la víctima. Todos los deterioros producidos en la
naturaleza lo son por el hombre. Y todos los deterioros se vuelven contra el hombre.

En último término, aunque parezca contradictorio, la destrucción de la naturaleza se


debe a la dirección y sentido que el hombre da a su desarrollo y progreso. El problema
de la destrucción de la naturaleza es el problema de la destrucción del ambiente, del
aniquilamiento de las materias primas, de la explosión demográfica. de la
contaminación, de la urbanización, de la industrialización. Pero es, sobre todo, el
problema del sentido del progreso humano, de la tecnología y de la calidad de vida.

Contaminación, estragos ecológicos, aniquilación, subdesarrollo de millones de


hombres todo esto cuestiona la responsabilidad del hombre ¿Hasta dónde puede llegar?
¿Por qué se obstina el hombre en destruir? ¿Qué es lo que realmente subyace a todos
estos fenómenos? ¿A qué se deben?

Es decir, lo importante es la reflexión sobre las actitudes que alientan la vida humana y
que orientan la dirección del progreso y la calidad de la vida.

En la raíz, nos encontramos con una concepción de la vida en clave de producir y


consumir. Para muchos, lo importante en la vida es tener más: más cosas, más
comodidades, más lujo, más dinero... De esta forma, la vida del hombre adquiere una
dirección puramente materialista y el hombre queda irremediablemente condenado a ser
esclavo de las cosas. El hombre siente sólo la necesidad de tener más, y para ello
necesita producir más. Y no se detiene ni ante la violación ecológica, la contaminación o
el deterioro de la atmósfera. La fiebre posesiva y consumista pasa por encima de todo y
lo arrasa todo. El mismo desarrollo tecnológico tomará esta dirección.

El consumismo no es más que el fruto maduro del capitalismo individualista. Se busca


sólo el propio interés, no el bien de la comunidad, y muchos menos el bien futuro. ¿Qué
importa que en el futuro haya o no materias primas suficientes para el consumo? ¿Qué
importa el derecho de los demás? ¿Qué importa que los productos que hoy enriquecen
amenacen seriamente a muchos hombres? ¿Qué importan incluso la vida de los demás,
el hambre de los demás, las condiciones de vida de los demás?

El deterioro del medio ambiente y la destrucción de la naturaleza muestran que el


hombre no hace buen uso de la naturaleza. También aquí está en juego la escala de
valores. Codicia, deseo de tener, poder, intereses particulares, priman sobre el verdadero
desarrollo integral de la persona. No se busca una condición humana, no se buscan los
valores y los verdaderos bienes del hombre, de todos los hombres.

Hoy se especula con todo. Desaparecen bosques, zonas verdes, fauna y flora. Surgen
ciudades y barrios superpoblados donde hay que soportar condiciones de vida
insalubres. Todo ello fruto de la especulación vergonzosa del suelo. ¿Se da cuenta el
hombre de los riesgos de estas aglomeraciones humanas? Unas condiciones de vida que
favorecen la inseguridad, la neurosis, la violencia, etc.. erosionan la sociedad entera.

En definitiva, la acción del hombre sobre la naturaleza no se puede entender como


justificación de estragos, deterioros y atentados que contra ella ha realizado la
humanidad. La opción contra la destrucción del medio ambiente es, en último término,
la opción por el hombre, por una vida más humana, por una mayor calidad de vida. Y la
realización de esta opción constituye uno de los imperativos éticos más importantes.

Porque no importa sólo la posibilidad de una vida en la que estén cubiertas las
necesidades básicas, sino una vida de calidad para todos. Y esto implica: mejora del
trabajo y de las condiciones laborales, del tiempo libre, humanización de la vida urbana,
protección de la naturaleza, adopción de unas condiciones de vida que respondan
realmente a la dignidad del hombre, de todos los hombres.
Cuando se habla de calidad de vida, en el fondo se trata de una manera de vivir. En este
sentido, entendemos que hay que llegar al reconocimiento y a la convicción de que no
nos podemos permitir el lujo de vivir por encima de nuestras posibilidades. El sistema
educativo tiene que enseñar y propagar el principio fundamental que tiene que regir las
actividades humanas: hay que fomentar las mejoras compatibles con el uso racional de
los recursos y, a la luz de este criterio, hay que revisar también el estilo de vida.

De hecho existen grupos humanos de sociedades prósperas en los que el deseo de una
vida sencilla en la que simplemente quedan cubiertas las necesidades básicas de la
familia o la comunidad, sin romper el equilibrio necesario, orienta realmente toda la
vida. Es un nuevo estilo de vida en el que la prosperidad no se cuantifica por el aumento
del nivel del tener y del consumo, sino por la sencillez, el servicio, el compartir. La
calidad se cifra en un tiempo y un espacio humanos más espontáneos, libres y
fraternales.

Desde esta actitud básica, ya no se busca el consumismo que multiplica la posesión de


objetos, que se desestiman y desprecian rápidamente y que han de ser sustituidos,
multiplicando el despilfarro de materias primas y de energía. Se busca y se valora más
el ser que el tener. Y esto no significa ir a una nueva miseria o bajar de un nivel de vida
que permita el desarrollo humano.

La calidad de vida pasa de la apetencia de posesión de infinitos objetos al deseo de ser


plenamente en las dimensiones profundamente realizadoras de la persona: la educación
de la conciencia crítica, la sensibilidad estética y la afectividad madura, que es capaz de
darse, de compartir gozo y dolor y de comprometerse activa y solidariamente.

Este estilo de calidad de vida exige alternativas económicas, tecnológicas y energéticas.


Y exige, sobre todo, un nuevo talante moral.

2.4. La naturaleza como ambiente educativo

Desde esta perspectiva, la naturaleza puede contemplarse también como un ámbito


educativo capaz de devolver a la persona la capacidad de un encuentro consigo misma.

Frente al estrés y la agresividad que crea el entorno urbano, la educación en y por la


naturaleza acerca al hombre a lo gratuito y espontáneo. La naturaleza hace posible un
encuentro curativo de muchas deficiencias urbanas: vida sencilla y elemental, relajación
nerviosa, silencio profundo, armonía y belleza, diálogo espontáneo. Todo esto convierte
a la naturaleza en un lugar privilegiado para la educación integral de la persona y en una
de las grandes posibilidades que se abren a los hombres en la vida actual.

Las ciudades con sus grandes aglomeraciones humanas han levantado un grueso muro
entre nosotros y lo que profundamente somos: naturaleza. Pero este muro no ha podido
borrar nuestra realidad, ni ha impedido que sintamos en lo interior el deseo de una
armonía más profunda con nosotros mismos, con los demás y con las cosas.

3. LA ALTERNATIVA ECOLOGISTA

Los ecologistas no pretenden elaborar una teoría nueva global y perfecta según la cual
deba entenderse una sociedad alternativa. Piensan que la hora de las grandes teorías
hace tiempo que pasó. Que los proyectos de vida y de sociedad atados y perfectos en los
que todo está previsto y explicado racionalmente son aterradores porque,
independientemente del resultado que hayan alcanzado en experiencias pasadas no
contemplan, sino más bien anulan, la base de la creatividad y de la imaginación como
motor del desarrollo social. Anulan la diversidad, la diferenciación, el derecho a ser
diferente. Reivindican la heterogeneidad, base de la complejidad y, por tanto, de la
supervivencia, de todo ecosistema.

Frente a la creciente y necesaria, para los sistemas desarrollistas, homogeneización de la


sociedad y, por medio de ella, la anulación de las diferencias en función del "necesario"
crecimiento cuantitativo, del cuanto más mejor, los ecologistas propugnan el "cuanto
mejor, mejor".

Reivindican la calidad frente a la cantidad. No quieren más energía, ni más coches ni


más televisores. quieren. simplemente, y por simple quizás olvidado, vivir mejor. Es en
este matiz cualitativo donde reside una de las claves del pensamiento ecologista. Mejor
no significa más caro, ni más sofisticado, ni más "distinto", mejor significa que sea
capaz de satisfacer verdaderamente unas necesidades individual y colectivamente
determinadas, no inducidas o simplemente impuestas.

El extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas a partir de la revolución


industrial y posterior revolución científico-técnica, ha convertido el planeta en un
auténtico bazar repleto de utensilios innecesarios para la población y, a su vez, ha
necesitado desarrollar unos gigantescos y costosísimos sistemas de propaganda para
conseguir crear falsas necesidades.

4. CRÍTICA DEL DESARROLLO BASADO EN EL CRECIMIENTO CUANTITATIVO


DE LA PRODUCCIÓN

El Movimiento Ecologista se opone al tipo de "desarrollo" económico que genera la


sociedad de consumo. La crítica a este "desarrollo" basado en el crecimiento
cuantitativo de la producción (podríamos decir con más propiedad, destrucción) se
fundamenta de una forma muy esquemática en los siguientes puntos:

1) El carácter limitado del planeta y el agotamiento, en un plazo más o menos largo, de


los recursos no renovables.
2) El carácter explotador y el mantenimiento de unas relaciones de dominio de unos
países sobre otros y de unos sectores económicos sobre otros. Es decir, el carácter
totalmente desigualitario del sistema que mantiene este tipo de desarrollo.
3) La perpetuación del subdesarrollo, que no es más que la otra cara inseparable del
desarrollo. Entre otras cosas es imposible que se llegue, a nivel mundial, a unos
consumos estándares equivalentes a los de los países llamados "desarrollados".
4) La falacia de un sistema que propone un modelo a seguir que no es viable ni
extensible a nivel mundial.
5) Lo demencial que sería el resultado de la extensión mundial del modelo, que llevaría
una destrucción de recursos y a una degradación físicamente insoportable.
6) El carácter ideológico y la mitificación del "progreso", "consumo" y "nivel de vida"
que llevan (vía manipulación) a la integración en el sistema de una forma acrítica y a la
persecución de unos objetivos colectivamente inalcanzables.
7) Así, mientras se dedican cada vez mayores recursos humanos y naturales a que una
serie de países aumenten o mantengan PNB ya elevados, a base de fabricar superfluos
instrumentos de consumo e infernales instrumentos bélicos, la mayor parte de la
población mundial pasa hambre y países como el nuestro se permiten el lujo de
abandonar el sector agrario.

5. DEL NIVEL DE VIDA A LA CALIDAD DE VIDA

Si por nivel de vida entendemos el grado de participación en el conjunto de bienes


materiales, por calidad de vida queremos significar todos aquellos elementos, estados y
situaciones de los individuos, que son determinados psicológicamente o, lo que es lo
mismo, la satisfacción de las necesidades emocionales y sociales. Calidad de vida -a la
que sólo se tiene acceso una vez superado un mínimo de condiciones de vida que
satisfagan colmadamente las necesidades primarias- es, por ejemplo, tener ciudades
habitables, poder disfrutar de un paisaje, tener una vida de relación, gozar de tiempo
libre, capacidad de actividades creativas, no encontrar un medio ambiente enrarecido,
etc.

En general, se puede decir que en las áreas de opulencia, el nivel de vida ha aumentado,
pero la calidad de vida va en disminución.
Queda claro que la alternativa, posible y necesaria, es aquella que consigue satisfacer
las necesidades primarias y que, a partir de ahí, debe dar mayor prioridad a la calidad de
vida, o adoptar la opción político-social y económica que impida que la calidad de vida
se degrade.

Uno de los grandes retos de nuestro inmediato futuro es el de conseguir el desarrollo,


pero entendido no sólo en el aspecto material -de ese modo sólo podremos hablar de
crecimiento económico o modernización, pero no de auténtico desarrollo- sino también
teniendo en cuenta las necesidades emocionales y sociales. Una alternativa que
mantenga y procure los medios para elevar la calidad de vida en todos sus aspectos.
Todo lo cual será imposible sin actitudes de austeridad que desemboquen en una
solidaridad universal.

6. ¿QUÉ PODEMOS HACER?

Es preciso que abramos los ojos y conozcamos, valoremos y cuidemos el medio


ambiente y la calidad de vida (Conill y otros, 1996:128):

¿Y si todos actuáramos así... ?

l. Piensa que la calidad de vida no consiste sólo en consumir cuanto más mejor.
2. Colabora con el reciclaje (presiona para que tu Ayuntamiento también lo haga). Evita
bolsas y botellas de plástico y reutiliza las bolsas de papel y los envases de vidrio.
Recuerda: no arrojes basura al suelo (tampoco desde la ventanilla de tu vehículo).
3. Compra sabiamente. Todo lo que hacemos, hasta cuando vamos de compras, está
relacionado con el resto del mundo. Eligiendo sabiamente, los consumidores tenemos el
inmenso poder de hacer que los fabricantes ofrezcan productos menos nocivos para el
medio ambiente.
4. Ahorra energía. Usa bombillas y electrodomésticos de bajo consumo.
5. Participa en las campañas de repoblación de árboles y contacta con alguna asociación
ecologista.
6. No dejes caer el agua del grifo inútilmente. Por supuesto, mejor la ducha que el baño.
7. Reivindica las energías alternativas (solar, eólica, hidráulica, etc.)
8. Utiliza papel reciclado y escribe por las dos caras.
9. Usa los transportes públicos. Mejor en bici y, si la distancia es corta, a pie.
10. Convence dando ejemplo... Informa y conciencia a tu familia y amistades. Nuestra
existencia sólo podrá desarrollarse en plenitud cuando reconozcamos, comprendamos y
respetemos el mundo natural que nos rodea. Pues quien respeta el mundo, lo valora y lo
ama, respetará también a los seres humanos.

Gil, Ramón.
Valores humanos y desarrollo personal.
Tutorías de educación secundaria y escuelas de padres.
Ed. Escuela Española, Madrid, 1998, pp.284

Tópicos para la reflexión

 Explica las tres actitudes frente a la naturaleza que te parezcan más relevantes,
señala en cada caso su posible origen y sus consecuencias.

 ¿Por qué la responsabilidad ecológica plantea nuevos problemas morales y


educativos?
 ¿En qué sentido las ideas de desarrollo y progreso pueden ir en demérito de la
calidad de vida?
 ¿Cómo se relacionan la conciencia crítica, la sensibilidad estética y la
afectividad con una actitud ecológica?
 Explica por qué según la lectura los ecologistas reivindican la heterogeneidad, la
complejidad y la diversidad.
 Explica el impacto que a nivel ecológico representa la diferencia entre nivel de
vida y calidad de vida.

Bibliografía

Castro, Ma. Luisa. "Identidad ecológica" en Alteridades. Año 1, núm. 2, 1991, pp.74-
85

Cisneros, Isidro. Los recorridos de la tolerancia. Ed. Océano, México, 2000, 229 pp.

Feixa Pampols, Carles. "De las culturas juveniles al estilo" en Nueva Antropología.
Revista de Ciencias
Sociales Vol. XV, núm. 50, México, Octubre, 1996, pp. 71-89

Giddens, Anthony, "Las lecciones globales" en Nexos, México, Noviembre, 2001

Gil, Ramón. Valores humanos y desarrollo personal. Tutorías de educación


secundaria y escuelas de
padres. Ed. Escuela Española, Madrid, 1998, pp.284

Reguillo, R. Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Ed.


Norma Enciclopedia
latinoamericana de sociocultura y comunicación, Buenos Aires, 2000, pp. 182
Sartori, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida. Ed. Taurus, México, 1998
[1997], 159 pp.

Touraine, A. ¿Podremos vivir juntos? Ed. F.C.E. México, 1997, 335 pp.

EQUIPOIII
Identidad Ecológica

La ecología, o el estudio de las interrelaciones del hombre con su medio orgánico e


inorgánico, comprende también la complejidad de las relaciones humanas en cuanto a
formas de vida fomentadoras del hombre y la armonía o, por el contrario, de agresión o
desorden.

El término ecología proviene de la raíz griega oikos que significa casa, hogar. El
problema de la identidad ecológica plantea que en nuestro mundo contemporáneo el
sujeto ha perdido la experiencia de saber al universo como su casa donde todo va bien.
Por el contrario, es común experimentar la ausencia de pertenecer a un todo vivo, sabio
y organizado, que nos hace temer a la naturaleza y vivirla como capaz de destruirnos
con sus manifestaciones agresivas e incontrolables: terremotos, desastres y
contaminación. Es cierto que el acelerado proceso de industrialización ha generado una
relación con la naturaleza sustentada en el exterminio y dominación de recursos, pero
esta denuncia es insuficiente para plantear el problema de la conciencia-identidad
ecológica como una responsabilidad que recae exclusivamente sobre aquellos que
detentan el poder, por su incapacidad para detener las consecuencias nefastas al
romperse el orden de sustancias de los organismos en el planeta.

El problema es más serio y nos compete a todos. Asistimos a una generalizada ausencia
de experiencias que permiten entender y atender nuestra pertenencia a un todo, y
comprender que nuestra inteligencia está hecha precisamente para producir mayores
niveles de integración e interdependencia en esa totalidad cósmica cuya conciencia
somos nosotros mismos.

La batalla de los movimientos ecológicos en contra del exterminio y a favor de la salud


en todos los aspectos: físico, biológico, sicológico, social, político, económico; se han
limitado a insistir sobre el estado de emergencia en que vive la humanidad y a la
búsqueda de protección del ambiente. Si bien lo anterior abre caminos de conciencia
ecológica, no inicia la conformación de una identidad ecológica. En ello radica que la
comunicación de los problemas sea bajo formas y actitudes morales y catastróficas. Se
propone argumentos sobre la necesidad de pautas de equilibrio a partir del fenómeno del
miedo y la culpa.

La identidad ecológica- además de una claridad sobre los peligros de violentar vidas,
energéticos, producir contaminación en los sistemas acuáticos, terrestres o del aire-,
surgen del reconocimiento individual o colectivo de que cada acción particular
repercute en la totalidad del ecosistema que es la tierra, y que el término oikos es
acertado para expresar la existencia de una sabiduría intrínseca dicha totalidad, que es
importante saber escuchar.

Puede decirse que la conciencia de la identidad ecológica parte de la certeza de


pertenecer a un todo orgánico, por lo que nuestra acciones tienen que regirse bajo el
principio de no obstaculizar el libre curso de las fuerzas y energías presentes en nosotros
mismos y en el mundo que nos rodea.

La gestación de una identidad con un todo obliga al replanteamiento sobre la


perspectiva dualista y fragmentadora con que el mundo occidental enfoca la realidad. La
separación tajante entre el mundo material y el espiritual, el individuo concebido como
irreconciliable con la sociedad, la división entre los proyecto propio y colectivo: todos,
esquemas que obstaculizan una percepción unitaria de la realidad. Pueden mencionarse
dos orígenes de ruptura con las vivencias de unidad:

. crisis de experiencia cotidianas.

. crisis epistemológicas del mecanismo reduccionista que ha ahondado la brecha que


separa estratos de la realidad.

Respecto a la crisis cotidiana, estamos expuestos día con día a relaciones fragmentadas
en la familia, en la educación, en el privilegio de la razón analítica.

En las formas de interrelación social que, en la búsqueda de poder, acrecienta procesos


de institucionalización que fragmentan y homogenizan: se institucionaliza el saber, el
amor, la creatividad, la producción. Medir y comparar son la brújula de las
interrelaciones personales que nos alejan de experiencias de plenitud y de compromiso
con nosotros mismos, con los seres humanos y con el universo en general.

Respecto a la crisis epistemológica, la ruptura más importante ha sido la separación


entre cuerpo y espíritu que Descartes propuso una paradigma encaminando hacia la
simplificación de la realidad a fines de acrecentar el eficientismo.

El poder, el centralismo en las medidas sociales, la burocratización en acciones, la


situación del juego, y el gozo por el deber y el logro de las metas, la jerarquización
como instrumento para mantener distancias: de un padre con su hijo, entre alumno y
maestro, jefe y subordinado; todo esto es consecuencia de relaciones fragmentarias en
una realidad de comportamientos cada vez más estrechos y limitados.

Desperdicio energético.

Una primera aproximación a la identidad ecológica significa definirla en términos de


intimidad consigo mismo, con los que nos rodean y con la naturaleza. La intimidad se
refiere a nuestra zona experimental en la que experimentamos al otro en uno mismo. Es
una experiencia profunda donde se rompen límites y fronteras entre el Yo y el Tú, y es
decir ahí que se comprende el flujo moroso de todo lo que existe. Es una experiencia de
confianza básica que nos mueve al respecto y a la veneración, a la felicidad ocasionada
por el privilegio de estar vivos.
Intimidad es fuerza y necesidad irresistible de comunicación y de crear, que se
interrumpe cuando perdemos la certeza de pertenecer a esa realidad plena, y que
fomenta la presencia de sentimientos como el dolor, el miedo, el resentimiento o el
temor a la pérdida. Un insulto en la calle, discrepancia en el trabajo, el berrinche de un
hijo que ante una frustración dice: "ya no te quiero". Los reclamos de un esposo
insatisfecho que desea más de su cónyuge. Los resentimientos de una mujer que
esperaba "otra cosa" de su matrimonio. ¿Qué pasa con todo esto? Ojos inyectados de
rabia, cuerpo rígido por espasmos en el estómago, rasgos de la cara endurecidos y
miradas que "echan lumbre". Mareo, calentamiento de la cabeza, resequedad de la boca,
manos crispadas y un dolor que acrecienta la sensación de vacío. Indignación, cólera,
experiencia profunda de no ser querido, valorado, amado.

Es posible que experimentemos estas vivencias cotidianamente o con cierta frecuencia.


Golpes a ego que detonan casi siempre con acciones intrascendentes, y que producen
frustración intensa y sensación de impotencia por el incumplimiento de expectativas.
Todo esto nos lleva a tomar conciencia de que nuestra identidad peligra y que lo que
consideramos como "nuestra identidad" se desmorona.

Por el contrario, un abrazo, algunas palabras de comprensión a tiempo, una sonrisa, una
caricia o una carcajada son una fuerza poderosísima para reintegrarnos en nuestra
identidad.

Siegel85, médico especializado en oncología, nos refiere que los sentimientos de


pérdida y represión son los antecedentes de la enfermedad, que no es otra cosa que la
expresión de una pérdida de armonía del sujeto consigo mismo. La enfermedad es un
síntoma que condensa el sentimiento de no ser dignamente querido, de no ser
incondicionalmente amados.

Estamos sujetos a la pérdida de nosotros mismos desde que aplicamos energía para
mantener una idea que previamente fabricamos sobre lo que somos y con la cual nos
identificamos plenamente. Es decir, que la experiencia de una identidad integrada es una
experiencia fugaz ya que el sentimiento de minusvalía por la desaprobación es algo que
padecemos ya en forma temprana y que necesariamente nos lleva a la fragmentación de
la identidad. No somos un Yo sino múltiples Yos: el colérico, el envidioso, el que ama,
el que odia, el resentido, el grandioso:

. No obtendré dinero pero mi honradez es a prueba de fuego.

. Dices que he fallado pero te he dado todo lo que he podido.

. No me quieres porque no me consideras suficiente.

La identidad es un proceso que desgraciadamente, no se aprende a través de la vivencia


de las acciones sino a través de que otros las nombre y las califique: eres malo, torpe,
insoportable. Eres amable, querible, inteligente, hermoso; eres valioso porque te pareces
a mí.

Desde que surgen en nuestros primeros atisbos de conciencia del propio Yo,
construimos una serie de mitos personales sobre nuestro origen o sobre quienes somos:
"gracias a mí mis padres se mantuvieron como pareja", "soy la oveja negra de la
familia", "soy su solecito". El problema de estas definiciones- mitos que establecemos
de nuestro propio Yo, es que nos identificamos con ellos. En este sentido, Ouspensky86
dice que la identificación con estos múltiples Yos es el principal obstáculo para la
recuperación de uno mismo. Identificarnos con ese insulto, con esa experiencia de
minusvalía, con la frase "ya no te quiero", con la insatisfacción, con la frustración, con
ser el "solecito hermoso", es un proceso que capta toda nuestra atención y energía para
mantener y defender ante nosotros mismo y ante los demás, un auto concepto
dignificante. Una idea del Yo que finalmente resulta frágil para resistir aún el mismo
embate.

85Siegel, Paz, amor y salud, Edivisión.


86Ouspensky, Fragmentos de una enseñanza desconocida, Ed. Hachette.

EQUIPO IV
Reconstruir constantemente el concepto de "uno mismo", mantener la autoimagen de
coherencia, lucidez, valía, etc. es un camino no sólo muy doloroso, sino también costoso
al impedirnos producir, crear, amar. El obstáculo es tener que sostener como inmóviles
nuestros gustos, nuestras ideas, nuestros afectos, nuestros valores.

Preservar la imagen que hemos creado de nosotros mismos es un proceso que suprime
nuestra capacidad de intimidad, además de que constituye un proceso de inmolación, al
ofrecer nuestras acciones a todos aquellos personajes de nuestro mundo interno, quienes
nos definen de acuerdo con sus expectativas. Se espera siempre algo de los otros, y nos
obligamos a apegarnos al logro de nuestras acciones.

La identidad es un ser en movimiento, es el movimiento del Ser. Es moverse para ser y


ser para moverse. Este proceso es el de la construcción de nuestra identidad que pierde
su valía de continuo movimiento y de aprendizaje en el momento de que esta
construcción se reduce a reparar a ese Yo dañado por el deseo del "otro". Conectarnos
con este deseo mantiene como inacabable la sensación de insatisfacción y de vacío.

Con esta sujeción al dolor, podemos aceptar y entender racionalmente la identidad


ecológica como una experiencia de movimiento y de involucramiento con la naturaleza,
y de vivencia de ser participes con un todo armónico. Sin embargo, la sujeción escrita
nos aleja de ésta experiencia porque nuestra energía y nuestra percepción se encuentran
dirigidas casi en su totalidad al mantenimiento del propio Yo.

Cuando la identidad con el mundo circundante es desde un Yo enfrentado a las


dualidades Yo-Tú, sujeto-objeto, hombre-naturaleza, individuo-sociedad, la identidad
con el otro se experimentará como todo lo que se parezca a mí que soy el centro. Sin
embargo, en las ocasiones que nos permitimos abrir nuestros canales de comunicación y
contacto, sabemos de la falsedad de las dualidades encontradas. O mejor dicho, que son
ciertas en un nivel de percepción, pero falsas en una percepción más amplia, en la cual
reconocemos, que las diferencias que enfrentamos no son los otros de uno mismo sino
una diversidad de manifestación de lo mismo. La dualidad no es así un hecho original
sino una manera de ver, es un juicio que hacemos de la diversidad, donde se considera
al propio Yo como eje de observación. Esto imposibilita comprender la totalidad,
aunque esta se encuentre en nosotros mismos.

Como sujetos pertenecientes al siglo XX, creemos que es con la experiencia del propio
Yo que surgen de lo que llamamos "las principales tomas de conciencia" y que es desde
este Yo diferenciando del Tú que comienza los movimientos de apropiación de una
identidad. Para Morris Berman87 el concepto del Yo, tal como nos hemos acostumbrado
a utilizarlo, es un concepto que aparece apenas en el siglo XVI, momento en que surgen
los comienzos de un individualismo y una sobrevaloración de las capacidades de
descubrimiento y de conquista del hombre.

El egocentrismo no es sólo una actitud sicológica, fruto de las condiciones económicas,


históricas, culturales, que han favorecido la sobrevaloración del potencial de las
capacidades racionales del ser humano.. Es necesario incluir y reflexionar sobre las
raíces epistemológicas de la exacerbación del individualismo, en contraposición con su
entorno. Podría decirse que a partir del siglo XVI, en nuestra cultura occidental se dio
un desfasamiento entre conocimientos adquiridos, con las capacidades emocionales
internas del hombre para manejarlos. La tecnología permitió la entrada y exploración
del maravilloso mundo del macro y microcosmos. Fueron experiencias emocionantes,
difíciles de asimilar. La consecuencia fue privilegiar el Yo no como una manera de ser
sino de percibir. El Yo como ángulo básico de comparación y comprensión
reduccionista, condujo -entre otras cosas- a un problema de manejo de distancias.

La existencia de lo macro y la micro, a la vez que amplió horizontes, produjo


desconcierto sobre el lugar del hombre en el cosmos.

En la vida cotidiana, cuando la distancia con que observamos un fenómeno es muy


reducida, nos perdemos y es muy frecuente que no podamos ver otra cosa que lo que
queremos, tenemos o creemos ver. La observación es una repetición, un eterno retorno
de lo siempre igual: nuestro mundo interno. Cuando ponemos mayor distancia podemos
percibir algo más que nuestros deseos o temores. Se afina y clarifica la observación y el
fenómeno empieza a adquirir sus rasgos particulares, a la vez que se "miran" mejor las
circunstancias del conjunto y el lugar que el sujeto ocupa en ese todo.

En el mismo sentido hay observaciones cuya gran distancia no permite "ver". El


resultado es confusión, difusión, oscuridad, indiferenciación.

Esto que nos sucede en la vida cotidiana, también ocurre en el ámbito de la ciencia.
Fritjof Capra88 en su libro El punto crucial hace una reflexión sobre este
encapsulamiento cultural alrededor del ego. Nos propone que la crisis actual, antes que
un problema de interpretación y de valoración del hombre circundante, es una crisis de
percepción.

Percibir desde el predominio del Yo, también ha conducido a un desarrollo tecnológico


que, en su búsqueda de claridad, ha tomado rumbos de alejamiento y de distancia con la
totalidad integral de los eventos. Se ha perdido la visión interrelacionada entre:
fenómenos, acciones y eventos que son una complejidad inter actuante. Una totalidad
que tiene referenciales de espacio y tiempo con ritmos muy distintos con los que una
tecnología reduccionista se enfrenta a la realidad.

Esta falta de sincronía entre los tiempos, espacios y distancias naturales con los tiempos,
espacio y distancias que la civilización actual impone, puede ejemplificarse con los
avances de sistemas de transportación que nos permiten recorrer distancias grandes en
tiempos cortos. Ello facilita la movilización, pero no así la asunción y asimilación de lo
que significa un cambio especial. La velocidad de los cambios no concuerda con los
tiempos internos necesarios para que el hombre no pierda su experiencia de pertenecer a
una totalidad.

El confort y la comodidad son algunos de los regalos que nos ha brindado la tecnología,
pero con ello también heredamos la exaltación del beneficio propio y de la
autoafirmación.

Capra nos dice que vivimos en una cultura que nos enseña a percibir la realidad desde la
óptica de la autoafirmación del Yo y no de la cooperación. Menciona que la
autoafirmación y la cooperación son dos principios implícitos en todo cambio y que
ambos interactúan en la evolución de los organismos vivos. Sin embargo, privilegiar la
actualización de la dinámica auto afirmativa condena a un desequilibrio energético que
conduce a formas de vida basadas en la competencia y la ley del más fuerte.

La autoafirmación como principio rector en las interacciones humanos ha sido una


opción individual y grupal que nos ha llevado a romper los lazos de implicación que
tenemos con nuestra memoria colectiva. Con el predominio del Yo, el colectivo como
realidad ha pasado a ser un concepto vigente en nuestras relaciones. Sheldrake89
propone la existencia de lo que llama "campo mórfico" o memoria colectiva de los
sistemas vivos que están presentes en el comportamiento de todo el sistema. Este campo
mórfico es una unidad que permite la expresión de las características individuales; en
ella la totalidad es una realidad presente en cada individualidad. Ejemplifica colonias de
hongos que se comparten con sus características individuales, pero que, cuando el
sistema en su conjunto se ve amenazado, se comporta como un todo. Esto es un ejemplo
de la conciencia de los principios de autoafirmación y cooperación.

Cuando la autoafirmación tiene un predominio exagerado, la experiencia que el


individuo tiene sobre su propia identidad es la de una estructura rígida cada vez más
inflexible. Las relaciones interpersonales, nuestras capacidades amorosas, el dar y el
recibir la entrega en nuestras acciones, etc., se van agotando cada vez más. La ausencia
de calidad en las relaciones lleva a un lento pero creciente trastocamiento del encuentro
con el otro, en un reconocimiento solipsista con el propio ego. Es al "otro" a quien se
impone la función de ser un espejo fiel a los propios deseos, donde no tiene cabida la
diferenciación por ser el universo de la repetición del "uno mismo".

Tenemos una noción parcial y muy limitada de la estructura. La identificamos como


nuestra experiencia especial de la misma: es lo más sólido de una construcción. Lo
estático, lo inamovible, la columna vertebral sobre la cual se construye algo. Esta visión
de estructura resulta desafortunadamente para explicar lo que realmente sucede en
nosotros y la naturaleza.
Lo que acontece en todo proceso de transformación es que la flexibilidad es la
característica clave para expresar los cambios mutativos y de crecimiento en los
organismos vivos. El grado de flexibilidad se detiene de acuerdo con las posibilidades
de cooperación entre los miembros de un sistema y de los diversos sistemas entre sí. En
contraposición, esa autoafirmación conduce a un incremento del espíritu competitivo
que no deja avanzar al sistema en su conjunto, y cuya finalidad es la jerarquización del
poder. Competir para no compartir. Compararse para no cooperar.

Resulta claro que la autoafirmación es parte de todo proceso productivo. Es una


definición de nuestras opciones de dirigir in campo energético hacia la cristalización de
algo predeterminado por lo que se ha optado frente a diversas alternativas. Sin embargo,
la autoafirmación no puede ser un proceso independiente, se encuentra interrelacionada
con otro proceso igualmente fecundo, que es el de la cooperación.

La perspectiva de ser un Yo en medio de muchos Tú no nos permite conocer el tipo de


nacimiento y muerte como un proceso en movimiento donde interactúen, las muertes,
como aniquilación y como parte de un proceso global en continua renovación. Esto es
un poco comprensible cuando no se puede poner una distancia frente a las experiencias
de pérdida que estamos viviendo, o cuando no podemos concentrarnos en la totalidad de
esa experiencia o preocuparnos con un pasado que no olvidamos o un futuro que nos
obstaculiza la visión del presente.

El repliegue hacia el interior es una practica generalmente ausente en nuestra disciplina


diaria. Existe una saturación de las demandas más inmediatas, que nos impide tener
lucidez para comprender que lo que en ese momento vivimos no es un evento azaroso o
en discontinuidad con nuestro ser, sino que forma parte del proceso de aprender a
romper con el dolor y con el miedo.

La autoafirmación no es limitada por lo que afirma sino por lo que empeña en negar:
que somos seres independientes y que nuestras acciones repercutan en la totalidad de
esa matriz energética que somos nosotros mismos. Esta "ceguera" de perspectiva
integral impide experimentar la identidad ecológica como una vivencia cierta de vivir
nuestro cuerpo, nuestro medio y todo lo que nos rodea en su carácter de sagrado.

Es frecuente que se entienda "vivir lo sagrado" como una actitud muy personal que el
individuo toma en beneficio de sí mismo. Si bien esto es cierto, vemos que lo sagrado
no es posible reducirlo a una elección con beneficios sólo individuales, sino que su
ausencia es uno de los síntomas más importantes de nuestra crisis de identidad
ecológica en el paulatino proceso de desacralización que se ha efectuado en la cultura
occidental.

Spangler90 considera que la crisis contemporánea es una crisis de desacralización


originada por la fragmentación que las visiones parciales de la realidad han ocasionado.

La desacralización no comienza en el siglo XVI pero sí adquiere en esos momentos el


carácter de definición de toda una cultura que optó por: la secularización de la
conciencia, el privilegio del sujeto en el acto del conocimiento, y contemplación de la
naturaleza.
La desacralización inicia con la ruptura de la visión unificadora del conocimiento. En la
antigua Grecia, religión, filosofía, ciencia, matemáticas, música, medicina, cuerpo,
mente, forman una unidad, expresa una síntesis. Para Koestler91, Pitágoras fue el
último intento griego por mantener el espíritu de unidad en el conocimiento. La
búsqueda de la sabiduría era el descubrimiento de las proporciones en la realidad y no el
establecimiento de territorios de conocimiento fragmentario e independiente. La clave
de la realidad es la proporción en la cual se incorpora al espíritu como una característica
de la realidad, sinónimo de la existencia de un equilibrio y un orden en el universo. Para
Pitágoras, las matemáticas son una expresión simbólica de la presencia del espíritu en el
mundo, y el conocimiento un medio para comprender y fusionarse con esta totalidad
plana e inter actuante.

87Morris Berman, El reencantamiento del mundo, Cuatro Vientos.


88Fritjof Capra, El punto crucial, Imagen.
89Rupert Sheldrake, Una nueva conciencia de la vida, Kairós.
90Spangler, Emergencia, Sepan más.
91Koestler, Los sonámbulos, FCE.

EQUIPO V
En Grecia no sólo ocurre esta propuesta integradora, sino que también se dan las
primeras encisiones o desacralizaciones. El divorcio entre fe y razón, naturalismo y
espiritualismo, materia y razón, representan el surgimiento de las dualidades
insuperables. Es en este ámbito donde el descubrimiento deja de ser una propuesta de
orden para transformarse en una apropiación objetiva de la realidad. De este modo, la
intuición primigenia del ser humano acerca de la interrelación del todo se ve empañada
por una conciencia que insiste en escindir, separar y romper con la unidad original.

A pesar de que el dualismo es un enfoque que caracteriza a la cultura occidental, cuya


definición se acuña en la Grecia de Platón y Aristóteles, no se pueden olvidar las
propuestas integracionistas. Tampoco se puede prescindir de San Agustín, quien
considera la fe no como una creencia irracional, sino como la asunción de un camino
para obtener claridad. Sus consignas son apasionadas y apasionantes: creer para
comprender y comprender para creer. Buscar la verdad que no sólo satisface la mente,
sino que colma el corazón. En San Agustín la búsqueda de la verdad no es un método
sino algo mucho más complejo y maravilloso, es un itinerario espiritual. Lo espiritual es
un sexto sentido, es una brújula, una experiencia íntima, un tesoro vital, una creencia
amante activa, apasionada y explosiva que impele a postular valores. Es esta pasión la
que permite que brote la luz de la inteligencia. Es esa luz la que dota de inteligibilidad a
las cosas. Es esta la luz interior la que nos conecta con las certezas y con la experiencia
evidente de que pertenecemos a un todo armónico y perfecto.

Hablar de la relación del sujeto en términos de luz y resplandor se acerca a lo que podría
entenderse como identidad ecológica proveniente no de una argumentación racional,
sino de una experiencia interna profunda de luminosidad. Huxley92 se refiere a las
experiencias visionarias en términos de iluminación. Se pregunta: ¿Por qué son
preciosas las piedras preciosas? Le parece extraño que tan enorme cantidad de energía
haya sido empleada en la colección de piedras preciosas. Su respuesta es de lo más
sugerente. Invita a pensar que las piedras preciosas lo son porque hacen recordar de
alguna manera algo que ya existe en nuestra mente. Algo que a veces puede ser
observado momentáneamente de manera consciente y de lo cual todos somos, de una
manera oscura, conscientes a nivel inconsciente. El arte de cortar diamantes consiste en
hacerlos tan brillantes como sea posible. Hacer que desde dentro muestren la mayor
cantidad de fuego. Todas las piedras preciosas son fuego cristalizado.

Para William Blake los niños tienen la capacidad de vivir en una especie de mundo de
visiones. Ellos ven tanto fuera como dentro de este mundo luminoso transfigurado. Por
el sistema de educación analítica y conceptual los niños pierden la capacidad de ver este
otro mundo. Mientras se les enseña a utilizar palabras y conceptos se arrasa este otro
mundo de belleza y realidad superior.

Estas perspectivas que enfocan la importancia de una razón apasionada , de una razón
dignificada por la búsqueda amorosa de integración, de una razón que parte no del caos,
sino de la certidumbre del orden, nos obligan a redefinir la respuesta sobre ¿qué es la
identidad ecológica? De un modo esperanzador.

Sabiduría integral.

La propuesta de una sabiduría integral en el hombre y la naturaleza debe ser un punto de


partida tanto para el orden ontológico como para el epistemológico.

En el terreno de lo ontológico, son los hombres de ciencia, admirados y comprometidos


con su objeto de estudio, quienes constatan que el caos es una expresión necesaria en el
devenir de las cosas, por lo que el orden no puede definirse como ausencia total de
desarmonía, sino como un movimiento energético en el que conviven y coexisten los
contrarios.

En ellos, admitir un orden en la naturaleza no es producto de una lógica racional, sino


de una intuición que ilumina el ejercicio de una actividad, para poner en palabras lo que
previamente se intuyó. La frase de Einstein "Dios no juega con los dados" ejemplifica
una certeza de orden en el cosmos, que le permitió una base clara e inamovible para que
su talento genial incursionara en los peligrosos terrenos de la relatividad, sin dogmas,
sin miedos, sin apego a las estructuras monolíticas del saber.

Estas intuiciones también están presentes en algunos de aquellos que dedican su vida a
acompañar la enfermedad, las pérdidas, el dolor y la desesperación. Cuando
encontramos una persona que como terapeuta posee una sensibilidad fina y delicada,
hemos localizado a quien permitirá el redescubrimiento de nuestro curador interno y el
reconocimiento de nuestra propia sabiduría, que nos guiará para ser los verdaderos
terapeutas de nuestra salud. Sin embargo, necesitamos del médico, del consejero, del
amigo, para acercarnos a la sabiduría interior.

Es frecuente que se olvide el origen de la palabra terapia: su raíz viene del griego
therapeia, que significa hacer el trabajo de Dios.
Cuando se considera terapeuta al especialista que devuelve k salud, la paz, la armonía,
estamos olvidando la existencia de una inteligencia supervisora interna que gobierna
todos nuestros cambios. El diagnóstico de esta actitud es el adormecimiento de una
conciencia para reconocer una sabiduría inconsciente que siempre actúa en forma
correcta, si no interferimos con ella a través de nuestros temores, miedos y prejuicios,
obstaculizando una dirección plena de sabiduría.

El problema de toda enfermedad es básicamente el de comprender los códigos con que


los síntomas nos están expresando el olvido en que tenemos a nuestro ser interior. Nos
están hablando de la ruptura de la comunicación con lo sagrado de nuestro medio. La
enfermedad es un llamado a la propia responsabilidad, para recordar quiénes somos y
cuáles son las acciones que requerimos para volver a nuestro camino de paz y
creatividad.

En el libro El médico interior93, se nos dice que la enfermedad muestra cómo nuestro
sistema inmunológico ha perdido la brújula para reconocer la presencia de factores
dañinos y agresores a nuestra salud.

A principios de siglo se consideraba que el sistema inmunológico se localizaba en


ciertas partes del cuerpo, y que actuaba automáticamente ante la presencia de
enfermedad o infección. Se creía que este sistema automático podía discriminar entra
las células propias del cuerpo y las extrañas a él. Que tenía una memoria bioquímica que
permitía reconocer y diferencias las células extrañas de las propias. En 1935, Walter
Cannon descubrió que el funcionamiento del sistema inmunológico distaba mucho de
un modelo mecanicista de reconocimiento y ataque, y que la homeostasis no depende de
un órgano o células, sino de un sistema completo. Los aspectos afectivos y emocionales
ejercen un papel fundamental dentro del sistema inmunológico, ya que el miedo, la
tristeza o el enojo actúan directamente sobre su capacidad de defensa. Es pues claro que
el sistema inmunológico no es autónomo, sino que funciona en estrecha relación con
nuestros estados de anímicos.

El sistema inmunológico es una especie de sexto sentido, es un órgano sensorial con una
profunda sabiduría interna, que puede dejar de operar cuando viene el agotamiento, ante
exigencias excesivas, cuando nos sentimos merecedores de la salud, o aun cuando la
rabia lleva a conmocionar al sistema de defensa completo.

Freud comprendió la estrecha relación entre mente y soma a partir de una experiencia
clínica. Se negó a reducir los síntomas de la conducta individual y social a un conjunto
de respuestas físico-químicas del organismo, no por lo verdadero que haya en esto, sino
por lo insuficiente para comprender la complejidad de las relaciones humanas como la
angustia, el dolor o la experiencia de ausencia de sentido en la vida.

Freud fue un investigador valiente cuya genialidad consistió en atreverse a enfrentar las
condiciones límite y de frontera en los distintos niveles de la realidad sicosocial.
Descubrió que no hay diferencia cualitativa entre la salud y la enfermedad mental; que
los instintos son un filo, un lindero entre cuerpo y psique, que el inconsciente no es un
recuerdo estático reprimido, sino un recuerdo dinámico reprimido que actúa
constantemente sobre nosotros, por lo que en el cuerpo hay psique y en la psique hay
cuerpo.
Groddek94, discípulo querido y admirado por su maestro Freud va más allá de las
intuiciones freudianas, pues parte del camino que éstas abrieron para entender la
existencia de un inconsciente en nuestras vidas. Freud tuvo miedo de los rumbos que el
término inconsciente tomaba en las afirmaciones de su seguidor más querido. Para
Groddek, la distinción entre cuerpo y alma es sólo nominal y no esencial. Es en el Ello
(término que posteriormente retoma Freud para hablar de los impulsos) donde se
encierra una fuerza para la que vivimos, mientras que creemos que somos nosotros
quienes vivimos. El Ello configura lo mismo la nariz que los pensamientos, los
sentimientos y las enfermedades.

92Huxley, La experiencia mística, Kairós.


93Huxley, El médico interior.
94Groddek, Correspondencia, Anagrama

Para Freud el inconsciente es una mediación entre lo corporal y lo anímico, mientras


que para Groddek es un constitutivo corpóreo-espiritual: una realidad donde está
inscrita una profunda sabiduría. Es decir que mientras para el maestro el inconsciente
era una realidad fenoménica, para el discípulo era la representación de una sabiduría
interna, que por supuesto suponía enlazada e interconectada con la sabiduría cósmica.
Freud consideraba esta propuesta como una afirmación que rayaba en el misticismo, y
recomendaba a Groddeck cuidarse de esta exaltación poética que podía alejarlo del
terreno de la ciencia.

Jung, otro discípulo de Freud quien a diferencia de Groddeck, no fue consecuentado por
su maestro, sino que recibió toda la furia de un Freud que se sintió traicionado en sus
teorías, también intuyó una realidad global del inconsciente; el inconsciente colectivo.
Su propuesta representa una revolución respecto de la concepción mecanicista del
espacio-tiempo interpretadas con una lógica lineal del pasado-presente y el futuro.

Jung fue tachado de loco por intuir la presencia la presencia de sincronías e


interrelaciones en los eventos, que no es posible entender bajo una óptica limitada de
causa y efecto.

Wilheim Reich también fue condenado por Freud al hablar del inconsciente como un
flujo de energía, lo que va más allá de la concepción freudiana de catexias-contra
catexias, investidura energética o reacción y contra reacción, que el fisicalismo
recalcitrante había heredado al sicoanálisis. Reich propuso que las emociones dibujan,
forman, conforman el cuerpo, y que en el cuerpo recuerda, se preserva, se almacena el
inconsciente. Reich dijo: "pongan las manos sobre el cuerpo y habrán puesto sus manos
en el inconsciente". El inconsciente, según esta teoría, se encuentra en la energía
biológica del cuerpo, y no en el discurso racional. Para Reich, el cuerpo es víctima de
nuestras represiones inconscientes y fuente inagotable de verdad y sabiduría.

En este siglo ya comienza a reconocerse que los procesos en la naturaleza no son


interdependientes sino que están interconectados, y que pasa entender esto hay que
romper con un modelo lineal del comportamiento que nos impide involucrarnos con el
flujo natural de la sabiduría integral que somos nosotros mismos y la naturaleza.

Capra95, en el libro que ya mencionamos dice que la esencia misma de la conciencia


ecológica es el reconocimiento de la sabiduría integral, inscrita en todas las cosas, que
nos lleva a un profundo respeto por las acciones y movimientos que ocurren en la
naturaleza. Cualquier espacio de nuestro ambiente natural consta de ecosistemas
habitados por un sinfín de organismos que durante miles de años de evolución han
utilizado y recuperado las mismas moléculas de tierra, aire y agua. Esta acción de
utilizar, reciclar, perfeccionar, generar nuevas realidades, debe explicarse en términos de
cooperación con una energía que engloba y rebasa las expresiones inmediatas de esa
energía generosa y sabia. Los tiempos de expansión y despliegue de esta energía no
pueden comprenderse si se utilizan los parámetros de organización humana, que son de
corto plazo y más limitados.

La discrepancia que existe entre las organizaciones humanas y las propias de la


naturaleza es entendible, ya que nuestras instituciones se organizan con criterio
jerárquico para que pueda sobrevivir la institución misma. El individuo que pertenece a
esta forma de organización es considerado como el engranaje de un todo, cuya finalidad
es responder a las necesidades de control y orden que una comunidad requiere para
solucionar problemas de convivencia .

En el caso de los organismos vivos, la organización para la sobrevivencia no busca


conservar sino producir más o, en otros casos, a perfeccionar la organización y a
purificarla de la complejidad de los sistemas que se incrementa en la medida en que se
cristalizan tanto las potencialidades como la sabiduría implícita en cada una de las
partes de los organismos vivos. La consigna en este caso es organizar el desbordamiento
natural en todo lo vivo para expresar su condición de ser viviente.

La sabiduría de la naturaleza, enfocada desde el orden epistemológico, debe partir de la


premisa de que no se puede reducir la conciencia a la certeza racional de un orden, que
el término conciencia debe ampliarse al terreno de lo biológico, donde encontramos la
presencia de una inteligencia cuyo origen antecede el desarrollo de un sistema nervioso
superior. La materia en tanto organización es espíritu y como espíritu se subjetiva a la
materia. Wilber dice en su introducción a la recopilación de artículos sobre el paradigma
holográfico96, que cuando se preguntaba a un científico acerca del espíritu, aquél
contestaba "por ser científico es que creo en el espíritu".

El paradigma holográfico, que entiende la realidad como un todo interrelacionado donde


la parte es una expresión del todo y que está interrelacionado con todo, considera que la
materia y el espíritu no son cosas distintas sino dos manifestaciones del mismo proceso
dinámico de acrecentamiento de niveles de organización. David Bohm97 relaciona los
modelos internos de los individuos. El exterior no es contrario ni ajeno a lo interno, y
nuestro interior cristaliza en cada una de las acciones que realizamos respecto al
exterior.

La separación tajante entre el adentro y el afuera es una división artificial con respecto a
la identidad ecológica que nos impide considerar que el ambiente está provisto de
espíritu y que por lo mismo tenemos derecho a explorarlo. La realidad es muy otra. Gea,
la Tierra, es un organismo vivo sensible e inteligente que responde con la misma
complejidad que tienen los seres humanos en sus interacciones: apertura y entrega,
cuando se le trata con la enewrgía del amor; hostilidad y furia frente al maltrato, el
encono o la violentación de su procesos; creatividad, fertilidad y salud ante la caricia; la
desintegración, inflexibilidad y enfermedad ante el desprecio o la falta de cuidados.

Berman98 asume la postura de una conciencia previa al ejercicio de la razón, en la cual


la vida y la conciencia, Eros y Logos son una y la misma cosa. El saberse partícipes de
una realidad holística tiene sus orígenes en el propio cuerpo, que se experimenta como
una totalidad plenamente involucrada con lo que le rodea.

EQUIPO VI

95Capra, El punto crucial, Imagen.


96Varios, El paradigma holográfico, Kairós.
97David, Bohm, La totalidad es el orden implicado, Kairós
98Morris Berman, El reencantamiento del mundo, Cuatro Vientos.

Describe una experiencia preconsciente de sentimiento oceánico y cósmico con el cual


el individuo tiene una verificación fundamental que jamás puede ser extirpada: "Yo soy
mi ambiente". Percepción ecológica primaria de la naturaleza que tiene sus raíces en el
sustrato biológico, y que por supuesto es anterior a la experiencia del ego o del Yo en el
individuo (fase cósmica anónima de la niñez). Cita a Newmann, para quien la superficie
del cuerpo con sus zonas erógenas es el principal escenario en la experiencia del niño,
tanto en sí mismo como de los demás. Es decir, que en la piel se define una experiencia
de totalidad en la que el sí mismo y el otro se fusionan para obtener un conocimiento
que va más allá de los límites entre el Yo y el Tú.

Conocer desde la piel incita a la evocación del otro para que se una a nuestro fluido
vital, a nuestro camino y a nuestro recorrido. No sólo la piel invoca, la naturaleza
también nos llama a seguirla en el libre curso de sus fuerzas.

La visión holográfica, como una postura epistemológica que propone una visión unitaria
y una crítica a la fragmentación del conocimiento, surge en los años ochenta, cuando las
consecuencias de la teoría de la relatividad de Einstein y las aportaciones de la física
cuántica dan un ángulo de observación que pone en entredicho la aplicación
indiscriminada de los principios de causalidad a todos los fenómenos que aparecen en la
naturaleza. Nos confronta con los límites de toda interpretación, lo cual presupone que
la dinámica de los sistemas abiertos es similar o parecida a la que presentan los sistemas
cerrados para la entrada y salida de energía.

Descartes no sólo es el padre de la filosofía y la ciencia modernas, sino también el


origen de una actitud hacia el conocimiento cuya premisa epistemológica es fragmentar
para conocer.
Su división entre res extensa y res logitans, cuerpo y pensamiento, sujeto y objeto, es
una propuesta tajante que lo lleva a considerar que el método y la tajante que lo lleva a
considerar que el método y la óptica necesarios para conocer la realidad son:

a) Reducir lo complejo a sus componentes más simples; y

b) establecer la radical separación entre cuerpo y mente.

Para Descartes el cuerpo es un sistema complejo cuyas funciones deben reducirse a sus
mecanismos activos últimos; las funciones a sus órganos, los órganos a sus tejidos, los
tejidos a sus células, y los fragmentos celulares a los componentes físico-químicos de
las moléculas.

Koire99 explica que el método analítico de reducir lo complejo a lo simple tuvo éxito
por las posibilidades de control y poder sobre la naturaleza que supone. Adquirir poder
exige el divorcio del mundo del valor con el mundo de los hechos.

En el terreno de la salud, entendida en su enfoque ecológico o integral, las


consecuencias de la visión fragmentaria anteriormente señalada son las de considerar la
enfermedad como un problema técnico y la terapia como una manipulación mecánica de
objetos definidos: extirpar, sustituir partes del cuerpo y sacrificar la expresión de
procesos naturales con fines de control. El criterio base es el de la eficacia de la
medicina para reintegrar rápidamente al enfermo a su hábitat y a sus responsabilidades
en el todo social.

Los adelantos en la investigación sobre la patología y el cuerpo se han dirigido hacia el


conocimiento preciso de la etiología de la enfermedad. Se circunscribe ésta a un
problema de comportamiento de virus y bacterias, que ha conducido a la búsqueda de
vacunas y antibióticos.

No puede negarse que se han resuelto epidemias y muertes provocadas por no controlar
infecciones; sin embargo han aumentado los problemas de salud cuyas repercusiones
sociales son mayores, al requerirse de adelantos tecnológicos y antibióticos cada vez
más complejos para atender los problemas de salud de las comunidades.

Hemos olvidado nuestro entorno natural para incluirlo dentro de nuestras opciones de
salud. Lo mismo ocurre con nuestra capacidad de involucrarnos con nuestro cuerpo para
llegar al conocimiento de lo que éste demanda y necesita.

La sabiduría integral se puede definir en su sentido profundo como el reconocimiento de


que cada una de nuestras acciones particulares repercuten en la totalidad del ecosistema,
y que oikos es un término acertado para expresar la existencia de una inteligencia
presente en la naturaleza, que tenemos que aprender a leer y a escuchar.

Identidad y agradecimiento.

En Occidente resulta difícil experimentar la unidad de la vida, por las limitaciones de


nuestras capacidades efectivas para asimilar los ciclos de cambio y transformación; por
temor al ciclo de la vida y de la muerte y por la pérdida frecuente del sentido del ciclo
de nacimiento y terminación.
En Oriente, la experiencia de unidad se debe a la comprensión de la muerte como parte
de un movimiento de transformación y perfeccionamiento de todo lo vivo, y no en el
sentido de aniquilamiento. Para ellos energía es conciencia y la conciencia energía cuyo
movimiento se encamina hacia la cristalización cada vez más clara de la unidad entre
ser-sentir-pensar a través del amor.

El sujeto es una energía que al morir no termina. Vuelve a nacer para completar su
proceso de realización, que consiste en experimentarse y saberse como una totalidad
plenamente amorosa. Rompe con las dualidades que son falsas y éstas se comprenden
como manifestaciones diferenciadas de la unidad. Por ello, la destrucción es
movimiento necesario de ruptura con el apego a los sentimientos de dolor y con la
ignorancia de que la completud del ser la tenemos desde ya y para siempre en nosotros
mismos.

La muerte, la terminación de relaciones, las pérdidas efectivas son movimientos de un


impulso energético en búsqueda de una resolución. ¿Resolver qué? Tomar conciencia de
que lo que queremos encontrar afuera (felicidad, amor, dignidad, valía) ya lo poseemos
en el interior. El ciclo del nacimiento y la muerte es un proceso donde sucede un
continuo renacimiento, hasta llegar a la conciencia plena de que uno es ya la totalidad.

La experiencia de interdependencia e interrelación entre las múltiples manifestaciones


de la vida no pueden comprenderse desde nuestros instrumentos racionales, que tienen
una limitación en su óptica: observan desde un Yo claramente separado del "otro". Y la
conciencia de la interrelación entre todas las cosas sólo puede ser fruto de la intuición o
de la experiencia directa y evidente de que Yo y todo lo que me rodea somos una y la
misma cosa: energía consciente en movimiento.

Para Maslow100 esta conciencia de interrelación con el todo requiere de una disciplina
de diálogo interno con nuestras propias necesidades, capacidades y reacciones
constitucionales, temperamentales, anatómicas, fisiológicas y bioquímicas, es decir, con
la propia individualidad biológica. Esto conduce a experimentar pertenencia a la especie
humana.

Si el mundo occidental, son su paradigma racional, no nos permite ver con claridad la
unidad ¿qué podemos hacer?

Capra sugiere cambiar radicalmente muchos aspectos de nuestro estilo de vida


derrochador, inspirado en el consumo intensivo de recursos, para mejorar la calidad de
nuestra vida.

Sin darnos cuenta, derrochamos y malgastamos continuamente nuestra energía. El


desgaste y la explotación de los recursos energéticos es una de las tantas
manifestaciones de incomprensión sobre nuestra participación respecto de una energía
que se alimenta de la cooperación entre los vivientes, y que pierde su fuerza cuando se
dan movimientos de autoafirmación que rompen con la unidad interactuante.

Derrochamos energía al mantener la autocomplacencia con la cual creemos encontrar la


felicidad, cuando en realidad nos alejamos de ella, pues nos exige mantener un concepto
fijo de nosotros mismos. Por ejemplo, el ideal de belleza, que supone permanecer
siempre con la misma textura de piel, con la misma firmeza en los músculos, con
iguales formas y la misma flexibilidad de movimientos, dificulta comprender que el
envejecimiento o disminución del valor de nuestro cuerpo, no es una pérdida, sino un
proceso en el que el cuerpo se repliega hacia su interior para adquirir un conocimiento
de ellos mismo, de su dignidad y fuerza. Pero esto es parte de un proceso que culmina
con el respeto a un cuerpo que ya no necesita de tal exterioridad, pues a través de la
experiencia ha adquirido la certeza de su valía mediante un continuo dar y recibir.

En el mismo sentido, la posesión de bienes, ideas, objetos, reconocimientos, etc. son


etapas necesarias para gestar en nosotros una experiencia de bienestar. Sin embargo,
estas posesiones se convierten en estructuras rígidas cuando no podemos incorporarnos
al fluir liberador de la plenitud en nosotros mismos.

El estatismo en las ideas son dogmas que se construyen sobre algún descubrimiento
hecho en un momento dado sobre la realidad. Al convertirnos en esclavos de ese
descubrimiento se invierte la posesión: ya no poseemos ideas; las ideas nos poseen a
nosotros. Por el contrario, la disposición a explorar estimula la vitalidad.

Para muchos poetas visionarios, místicos y hombres sensibles, la experiencia de


equilibro no parte de una interpretación racional de los acontecimientos, sino del sentido
de agradecimiento. Para Milliam Blake, "la gratitud es el paraíso mismo". Agradecemos
cuando hay una emanación interna de felicidad incontrolable, ante la certeza
iluminadora de ser uno con el todo.

Cuando surge en nosotros la experiencia profunda de gratitud, adquirimos una


responsabilidad muy distinta a la de la simple asunción de un rol dentro de un grupo.
Cuando la responsabilidad surge del agradecimiento, nos sentimos no sólo obligados,
sino comprometidos, (con-promesa) frente a nuestros afectos, nuestras acciones, nuestro
sentido de vida.

Para el hinduismo, la conciencia cósmica es una experiencia vivencial de ser energía


que nos lleva a cuatro actitudes:

A) Compasión.
B) Perdón
C) Verdad, y
D) Contentamiento.

El dharma101 es el camino hacia la verdad que tomamos para realizar nuestro ser, y que
requiere de las cuatro características antes mencionadas, como actitudes vitales para
conectarnos con un auténtico agradecimiento con la existencia. Así pues, el dharma
responde a la pregunta por nuestro punto en el mismo cosmos y nuestro lugar y
responsabilidad en el proceso de concientización de la energía.

Ferguson102 concibe que en una actitud ecológica más profunda que la simple
protección del ambiente, más que imaginar un escenario de los muchos futuros posibles,
de lo que se trata es de asumir una responsabilidad. Esto es importante resaltarlo, ya que
se confía no en la capacidad humana para proyectar un futuro, sino en la capacidad
humana para respetar el fluido natural del Todo en sus cristalizaciones particulares.
99Koire, Del mundo cerrado al universo infinito.
100Maslow, El hombre autorrealizado, Kairós.
101Swami Muktananda, La relación perfecta,Fundación SIDA.
102Ferguson, La conspiración de acuario, Kairós.

En Oriente, el principio de la no acción se fundamenta en la aceptación de que los


acontecimientos siguen un curso naturalmente sabio y que la sabiduría consiste en no
interferir con ellos, y descarta la premisa de la inmovilidad o el sometimiento. La
sabiduría es comprendida como alegría gozosa, desbordamiento, actuar en sincronía, en
sintonía con el Todo.

La espiritualidad es la propuesta de un paradigma de conciencia-identidad ecológica que


surge a partir de una evidencia: la armonía en el cosmos no tiene causas mecánicas: está
hecha de interrelaciones complejas, y el respeto incondicional a los hechos es una
actitud liberadora de los deseos de autoafirmación, de dominio o de poder. Tal
espontaneidad significa involucramiento, es el compromiso más profundo con lo que
somos y para lo que estamos.

Castro, Ma. Luisa.


"Identidad ecológica" en Alteridades.
Año 1, núm. 2, 1991, pp.74-85.

Tópicos para la reflexión

 Explica las razones por las que, según se establece en la lectura, en la


civilización occidental se da una oposición entre la autoafirmación y la
cooperación.

 Explica cómo el establecimiento de territorios de conocimientos fragmentarios e


independientes han llevado al ser humano a sentirse ajeno a la naturaleza.
 Define con tus propias palabras cuál sería esta sabiduría integral que podría
acercarnos a la naturaleza.
 ¿A qué se refiere la autora cuando afirma que tenemos que aprender a leer y
escuchar a la naturaleza?
 ¿Cuál es la diferencia fundamental entre los programas de protección del
ambiente y el desarrollo de una actitud ecológica?

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