Ensayo El Lenguaje Didactico
Ensayo El Lenguaje Didactico
Ensayo El Lenguaje Didactico
ASIGNATURA:
DIDÁCTICA
DOCENTE:
ENSAYO:
“EL LENGUAJE DIDÁCTICO”
El lenguaje didáctico es un elemento fundamental en la efectuación de la enseñanza, es el
medio de comunicación entre le profesor y el alumno. Es el vehículo utilizado por el docente
para comunicarse con el educando a fin de transmitirle mensajes, de la manera más simple,
objetiva y directa posible. Así, el lenguaje didáctico se elabora de modo que haga efectiva la
comunicación profesor alumno, en la forma más eficiente posible, con un mínimo de
posibilidades de distorsión o desfiguración del mensaje.
Corrección. El lenguaje del maestro debe ser correcto, esto es, exacto en su
pronunciación; exacto en la enunciación de los tiempos verbales, apropiado en el uso de
los vocablos, y sintácticamente claro y coherente.
Fluidez. El maestro debe manejarse con soltura mediante un léxico rico, accesible y
diversificado. Debe expresarse con facilidad, de suerte que las ideas se vayan
clarificando paso a paso, a medida que avanza en sus explicaciones.
Sencillez. Los términos deben ser accesibles al entendimiento del alumno. La
comprensión es la clave de la sencillez, si bien lo sencillo no debe ser necesariamente
vulgar y trivial.
Precisión. Cada palabra, cada concepto, cada frase u oración, deben expresar
cabalmente lo que se quiere decir, sin más palabras que las imprescindibles.
Concisión. De la precisión deriva la concisión. El lenguaje debe ser medido, limitado en
cantidad, aunque rico y fecundo en calidad. La brevedad adquiere, en materia didáctica,
el significado valor de la economía en tiempo de enseñanza y de ganancia en tiempo de
aprendizaje.
Elocuencia. El lenguaje del maestro debe deleitar y persuadir, convencer y conmover al
auditorio escolar. Tanto las palabras, como los gestos o ademanes deben dar a entender
con viveza lo que se quiere transmitir al alumno.
Calidez o tono afectivo. La palabra fría, deshumanizada, es incapaz de abrir las puertas
del entendimiento. El lenguaje, en cuanto símbolo de comunicación, debe teñirse con
cordialidad, de simpatía, de calor humano o, si se quiere, de la dosis de emoción que,
oportunamente puesta en juego por el maestro, puede llegar a generar sentimientos
altruistas en los educandos.
El maestro que quiera enseñar el lenguaje debe poseer curiosidad científica altamente
desenvuelta, pues sin ella bien pronto dejaría de estar al día en materia de información cultural.
Aparejada a esta, también debe tener profundamente arraigada la costumbre de leer día a día
no solamente asuntos de su profesión, sino también aquellos otros que amplíen y extiendan
asimismo día tras día su cultura general, es decir, un amplio dominio del idioma, así en sus
manifestaciones orales como escritas, es un requisito capital que deben llenar los maestros que
enseñan el lenguaje, debe tener una excelente voz, ser un buen lector, hábil conversador, feliz
expositor, orador capaz de improvisar y en adición, ha de dominar gestos y ademanes y demás
recursos exteriores de la técnica de la exposición oral. No se nace nunca con la capacidad de
maestro ya madura, la capacidad se desenvuelve con el estudio y el trabajo.
Combinar el lenguaje formal, serio, y el lenguaje informal, coloquial, dentro del aula favorece un
clima adecuado según las tareas que se van a realizar y fomenta tipos de comportamientos
para momentos diferentes dentro del aula.
El maestro o profesor debe utilizar el lenguaje formal al dirigirse a los alumnos al igual que
enseña el lenguaje de las materias que explica, los tecnicismos, y la escritura formal correcta y
el lenguaje coloquial con los alumnos en aquellos momentos que considere oportunos.
El educador, en su labor docente puede intercalar el lenguaje formal e informal y ayudar así a
que los alumnos aprendan en qué momentos pueden intercambiar un lenguaje por otro,
combinarlos según situaciones que se producen en los contextos formales y que pueden
permiten un lenguaje más personal y emotivo, informal.
El lenguaje formal, serio, ayuda a controlar las emociones y a mantener la distancia personal
correcta y necesaria para mantener un tipo de relaciones y un tipo de comunicación, que suele
ser menos emotiva y más objetiva. El contenido del lenguaje formal es tan importante como la
expresión que utiliza para iniciar o mantener un tipo de comunicación.
Fuentes de consulta
Nerici, G. i. (1992). Hacia una didáctica general dinámica. Buenos aires: Kapelousz.