METACOGNICION
METACOGNICION
METACOGNICION
APRENDER A APRENDER
INTRODUCCIÓN
En este contexto, se hace cada vez más necesario que niños, adolescentes y jóvenes
mejoren sus potencialidades a través del sistema educativo formal "aprendiendo a
aprender" y "aprendiendo a pensar", de manera tal que, junto con construir un
aprendizaje de mejor calidad, éste trascienda más allá de las aulas y les permita resolver
situaciones cotidianas; en otras palabras, se trata de lograr que los estudiantes sean
capaces de autodirigir su aprendizaje y transferirlo a otros ámbitos de su vida.
Para lograr los objetivos de "aprender a aprender" y "aprender a pensar", en los últimos
años se ha revelado como especialmente eficaz la formación de los educandos en la
adquisición y utilización oportuna de estrategias de aprendizaje cognitivas, entre las
cuales se destacan las orientadas al autoaprendizaje y al desarrollo de las habilidades
metacognitivas.
Según Palmer y Kimchi (1986); Rumelhart y Norman (1988) y Mayor y Moñivas (1992),
existen cinco sistemas para representar el conocimiento:
Según Ausubel, las condiciones básicas del aprendizaje significativo son: la disposición
del sujeto a aprender significativamente y que el material a aprender sea potencialmente
significativo.
Según Glaser (1994), la metacognición es una de las áreas de investigación que más ha
contribuido a la configuración de las nuevas concepciones del aprendizaje y de la
instrucción. A medida que se han ido imponiendo las concepciones constructivistas del
aprendizaje, se ha ido atribuyendo un papel creciente a la conciencia que tiene el sujeto
y a la regulación que ejerce sobre su propio aprendizaje.
Flavell (1976: 232), uno de los pioneros en la utilización de este término, afirma que la
metacognición, por un lado, se refiere "al conocimiento que uno tiene acerca de los
propios procesos y productos cognitivos o cualquier otro asunto relacionado con ellos,
por ejemplo, las propiedades de la información relevantes para el aprendizaje" y, por
otro, "a la supervisión activa y consecuente regulación y organización de estos procesos,
en relación con los objetos o datos cognitivos sobre los que actúan, normalmente en
aras de alguna meta u objetivo concreto". Así, por ejemplo, se practica la metacognición
cuando se tiene conciencia de la mayor dificultad para aprender un tema que otro;
cuando se comprende que se debe verificar un fenómeno antes de aceptarlo como un
hecho; cuando se piensa que es preciso examinar todas y cada una de las alternativas
en una elección múltiple antes de decidir cuál es la mejor, cuando se advierte que se
debería tomar nota de algo porque puede olvidarse.
Carretero (2001), por una parte, se refiere a la metacognición como el conocimiento que
las personas construyen respecto del propio funcionamiento cognitivo. Un ejemplo de
este tipo de conocimiento sería saber que la organización de la información en un
esquema favorece su recuperación posterior. Por otra, asimila la metacognición a
operaciones cognitivas relacionadas con los procesos de supervisión y de regulación que
las personas ejercen sobre su propia actividad cognitiva cuando se enfrentan a una
tarea. Por ejemplo, para favorecer el aprendizaje del contenido de un texto, un alumno
selecciona como estrategia la organización de su contenido en un esquema y evalúa el
resultado obtenido.
A partir de estas afirmaciones es posible inferir que el aprendiz competente emplea sus
conocimientos metacognitivos para autorregular eficazmente su aprendizaje y, a su vez,
la regulación que ejerce sobre su propio aprendizaje, puede llevarle a adquirir nuevos
conocimientos relacionados con la tarea y con sus propios recursos como aprendiz.
En nuestras sociedades actuales no sólo los niños tienen que estar aprendiendo nuevas
tareas de forma permanente, sino también los adultos, a quienes constantemente se les
presentan situaciones problemáticas no previstas que deben resolver.
Pozo (1996) afirma que la adquisición de nuevas estrategias para aprender es una de
las nuevas exigencias formativas que nuestras sociedades están generando. Esta nueva
demanda está siendo reconocida y recogida en las Reformas Educativas que se están
llevando a cabo en diferentes países de Europa y Latinoamérica. Así, por ejemplo, el
Documento Curricular Base para la Enseñanza Obligatoria en España expresa que es
necesario que el alumno tome conciencia de los procesos que utiliza en la elaboración
de conocimiento, facilitándole la reflexión metacognitiva sobre las habilidades de
conocimiento, los procesos cognitivos, el control y la planificación de la propia actuación
y la de otros, la toma de decisiones y la comprobación de resultados (MEC 1989).
Dado que la metacognición tiene una estrecha relación con las estrategias de
aprendizaje, abordaremos brevemente esta temática.
La mayoría de los autores (Weinstein y Mayer 1986; Nisbet y Schucksmith 1986; Pozo
1990; Monereo et al. 1994) se refieren a las estrategias cognitivas de aprendizaje como
"procedimientos o secuencias integradas de acción que constituyen planes de acción que
el sujeto selecciona entre diversas alternativas con el fin de conseguir una meta fijada
de aprendizaje".
B) Según el nivel de ayuda que ofrece el profesor o grado de autonomía que otorga al
alumno (Mateos 2001).
Una alternativa metodológica que puede emplearse para lograr los objetivos de la
instrucción metacognitiva, inspirada básicamente en la filosofía de la transferencia
gradual del control del aprendizaje, concibe al profesor en el papel de modelo y guía de
la actividad cognitiva y metacognitiva del alumno, llevándole poco a poco a participar de
un nivel creciente de competencia y, al mismo tiempo, retirando paulatinamente el
apoyo que proporciona hasta dejar el control del proceso en manos del estudiante.
A MANERA DE SÍNTESIS
A partir de los conceptos vertidos en este artículo, es posible afirmar que la meta-
cognición es un camino viable para lograr un desarrollo más pleno de la autonomía de
los estudiantes, reflejándose éste, entre otros aspectos, en un aprendizaje que
trasciende el ámbito escolar para proyectarse en la vida de los estudiantes, en un
"aprender a aprender".
En esta dirección, es preciso destacar el papel decisivo que juegan los profesores en el
proceso. En efecto, para formar alumnos metacognitivos es necesario contar con
educadores metacognitivos. En pos del cumplimiento de esta meta, los docentes deben
adecuar sus prácticas pedagógicas en el aula, siendo conscientes de sus potencialidades
y limitaciones, planificando, controlando y evaluando, en primer lugar, sus propias
actuaciones docentes. Esta reflexión sobre su propio quehacer educativo es, quizás, el
camino más prometedor para que los profesores lleguen a regular de una manera eficaz
sus estrategias de enseñanza, y puedan aproximarse al objetivo de "enseñar a aprender"
a sus estudiantes, orientando el proceso educativo hacia una autonomía que les
conduzca a "aprender a aprender" y favorezca la transferencia de sus aprendizajes a la
cotidianeidad de su vida.