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Tema 2.

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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR

ORREGO
FACULTAD DE MEDICINA HUMANA
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

AUTORES
 BRINGAS YANAVILCA, Lucero

 CABOSMALON DAVILA, Lucero

 GUARNIZ FLORES, Patricia

 LOPEZ RODRIGUEZ, Mayra

 MELGAREJO VILLEGAS, Nardia

 PALACIOS GARAY, Paola

 SILVA TORRES, Alejandra

 TUME CHUNGA Mirella

DOCENTE
RAMIREZ ESPINOLA, ANA

TRUJILLO – PERÚ
2018
I. Introducción
II. Estructura y metas, la entrevista y baterías utilizadas.

III. Aplicación del método científico en la evaluación y en el programa de


rehabilitación cognitiva.
3.1. Evaluación neuropsicológica
3.1.1. Definición

El proceso de evaluación engloba la exploración, el diagnóstico y el plan de acción terapéutica


(Manga y Ramos, 2001), permitiendo diseñar un perfil de capacidades preservadas y
afectadas, este perfil establecerá la línea base que nos ayudará a comparar la evolución y éxito
de nuestro de intervención. La evaluación neuropsicológica, es por tanto, un importante
elemento en el proceso no sólo de diagnóstico, sino en el proceso de tratamiento (Mauri,
Pascual, Tejero, Iñiguez, Escalza y Morales, 2001) proporcionando datos para predecir y
determinar los resultados después de una lesión cerebral (Lynch, 1990).

3.1.2. Proceso

Para Tirapu, Martínez, Casi, Albéniz y Muñoz (1999) en el proceso de evaluación deben
considerase una serie de aspectos, los cuales tendrán una gran relevancia en el proceso de
rehabilitación:

 El empleo de métodos de evaluación y observación cualitativas y cuantitativas.


 La necesidad de recabar información de personas significativas para el paciente en
aras a obtener información relevante sobre su historia personal, curso del problema,
patrones de conducta.
 La observación del paciente en otros ambientes donde las demandas del entorno sean
diferentes y exijan procesos mentales flexibles y dinámicos.
 La utilización de un conjunto o baterías de tests que hayan demostrado su sensibilidad
para discriminar entre grupos de individuos con daño cerebral y grupos normales.
 El estudio de las pautas de ejecución durante la realización de las pruebas
neuropsicológicas (los tests elicítan conductas).
 Los resultados en las diferentes pruebas han de integrase en un modelo comprensivo
que pueda explicar satisfactoriamente los datos obtenidos.
 Y, el estudio de los síntomas en el espacio y en el tiempo, además los ingredientes
esenciales de la exploración neuropsicológica son: La historia clínica o anamnesis,
la observación y la aplicación de pruebas.
 La flexibilidad, creatividad y la experiencia del examinador son características
importantes para lograr una evaluación neuropsicológica adecuada (Peña,Hernández
y Jarne,1997).
3.1.3. Instrumentos

La evaluación neuropsicológica no es una mera aplicación de test sino que se trata de un


proceso donde la aplicación de las pruebas tan solo es un paso. Los principales pasos que
deben seguirse son:

 El proceso comienza con la observación y recogida de datos: la conducta del paciente


levanta la sospecha de la existencia de déficit cognitivo.
 Esa sospecha nos llevará a la formulación de una hipótesis.
 Sobre la base de esta hipótesis se elegirán las técnicas y pruebas de evaluación que
pueden comprobarla.
 Corrección y valoración de las pruebas.
 Con esta valoración se procederá a integrar los datos para darles una interpretación
global
 El resultado de la valoración finalmente se contrasta con la hipótesis previamente
establecida.
 Descripción, predicción y toma de decisiones.

Las hipótesis que se haya planteado conducirán a la necesidad de una valoración


neuropsicológica global, utilizando para ello una serie de instrumentos y una valoración de
funciones específicas, recurriendo a una serie de instrumentos.

Habitualmente el proceso de evaluación comienza con la revisión de los informes previos,


cuya información sirve de base para determinar la gravedad y naturaleza de la disfunción, la
presencia de complicaciones asociadas, la evolución de la sintomatología y el nivel de
dependencia o recuperación alcanzado hasta el momento. Es importante contar con los
resultados de la exploración neurológica del paciente, es decir, saber si presenta defectos
motores, sensoriales, alteraciones de pares craneales, etc. Es imposible conocer las funciones
mentales superiores sin saber si hay alteraciones a niveles funcionales más básicos.

La entrevista con el paciente es la siguiente tarea a realizar, en ella se obtienen información


en primer lugar sobre la historia del paciente y sobre variables mediadoras tales como la edad,
el nivel del funcionamiento pre mórbido, el grado de escolaridad y situación laboral
alcanzado. La historia clínica es un requisito imprescindible para poder interpretar en ese
marco contextual los datos obtenidos mediante la observación y la aplicación de pruebas.
Además, la entrevista permite conocer la descripción que hace el paciente de la situación
actual, los problemas específicos y la importancia que concede a los mismos, así como el
grado de autoconciencia de las limitaciones existentes. Asimismo, se debe obtener
información sobre los patrones de conducta y personalidad previa para conocer el nivel de
ajuste previo y / o descartar la existencia de problemas de inadaptación social que puedan
contribuir a explicar los problemas emocionales actuales. Puede ser conveniente entrevistar
de forma independiente al paciente y a los familiares.

La observación puede aportar muchos datos sobre un conjunto de comportamientos útiles


para el diagnóstico. Por observación directa el profesional de la neuropsicología clínica
obtiene información valiosa a lo largo de toda la exploración sobre la apariencia, colaboración
e interacción del paciente con sus familiares y con el propio examinador. Una cuidadosa
observación ayuda a diferenciar entre trastornos orgánicos y/o psiquiátricos. La observación
del estilo de respuesta, su actitud ante la evaluación, el grado de conciencia sobre su estado
actual y las razones que motivaron el examen son aspectos que también se han de considerar
(Orsini, Van Gorp y Boone, 1988).

La evaluación neuropsicológica puede hacerse a través de una serie de baterías de pruebas


comunes, siempre y cuando el profesional evaluador sepa interpretar el déficit del paciente a
través de una lectura sustentada en un adecuado conocimiento de las funciones cerebrales
superiores y de las manifestaciones que producen sus alteraciones. Es este conocimiento, el
que, permitirá, según Castaño (2003), diseñar estrategias racionales terapéuticas y con una
base científica.

Muchos neuropsicólogos encuentran en la interpretación cualitativa de los resultados de un


test y el análisis de los errores una interesante información clínica. Para detectar las
alteraciones que se observan en el intelecto dinámico descrito por Luria (1973) es necesario
hacer un detallado análisis de los errores que cometen los sujetos cuando tienen que resolver
un problema. Estos errores se caracterizan por:

 Alteraciones de la capacidad selectiva.


 Alteraciones en el mantenimiento de actividades.
 Déficit en la capacidad para formar asociaciones, formar conceptos y clasificar.
 Y, fallos en la resolución de problemas.
3.1.4. Ámbitos

De forma general, en la valoración de las personas con una disfunción cognitiva incluiremos,
el estudio del: rendimiento intelectual general, la atención, la velocidad de procesamiento de
la información, la capacidad de aprendizaje y memoria, las habilidades perceptivas y motoras,
el lenguaje y la comunicación, el razonamiento, la capacidad de solución de problemas y otras
funciones asociadas a los lóbulos frontales.

3.1.5. Variables
En la exploración neuropsicológica es necesario tener un conocimiento general de los factores
que condicionan o influyen en la evaluación de las funciones mentales superiores que
permiten delimitar, comprender, interpretar y controlar mejor los hallazgos exploratorios
(Peña, Hernández y Jarne, 1997).

Algunos autores (Benedet, 1986) consideran una serie de variables que es preciso controlar
cuidadosamente en toda investigación neuropsicológica:

 Edad: Es bien sabido que las consecuencias de una lesión cerebral sobre la conducta
pueden ser muy diferentes según la edad del sujeto al contraer la lesión, y según su
edad actual.
 Nivel educativo: Teniendo en cuenta que el tipo de habilidades que evaluamos en
neuropsicología suelen estar muy influenciadas por el nivel educativo de los sujetos,
no podríamos comparar los resultados de grupos no homogeneizados en este factor.
 El género: Aunque no sabe bien cómo influye esta variable, es conveniente
controlarla porque podría muy bien distorsionar los resultados.
 El nivel socioeconómico: Está íntimamente ligado, por lo general al nivel educativo;
pero sobre todo esta variable incluye a otra, el nivel ocupacional, cuya influencia en
los niveles de deterioro y/o recuperación es bien conocida.

Matarazzo (1976) considera que demostrable la influencia de una serie de variables sobre la
magnitud y el tipo de efectos que sobre el comportamiento resultan de la lesión cerebral:

 Lateralidad de la lesión (hemisferio derecho o izquierdo).


 Localización regional o lugar de la lesión dentro del hemisferio.
 Agente causal que origina la lesión.
 Edad del paciente al producirse la lesión.
 Intervalo de tiempo entre la lesión y el test.
 Condición del paciente (drogas a las que puede ser adicto), en el momento del
examen, a parte de la lesión cerebral.
3.2. Programa de rehabilitación cognitiva
3.2.1. Definición:

Nos parece relevante definir qué es la rehabilitación neuropsicológica, ya que la


conceptualización y la creencia que se tenga sobre ella, va a condicionar frecuentemente los
diseños de intervención. Willson (1987), fue una de las pioneras, en emplear el término
rehabilitación neuropsicológica para hacer referencia al proceso donde las personas que han
sufrido un daño cerebral pueden recuperar sus habilidades y en el caso de que ello no sea
posible puedan al menos conseguir una óptima capacidad en su funcionamiento físico, mental,
social y vocacional. Y de forma más específica, Sholberg y Mateer (1989) han definido
también la rehabilitación neuropsicológica como un proceso terapéutico dirigido a
incrementar o mejorar la capacidad de un sujeto para procesar y utilizar adecuadamente la
información (nivel cognitivo), así, como para potenciar su funcionamiento en su vida
cotidiana (nivel conductual). Barbara Wilson (1989) la define como un “proceso a través del
cual la gente con daño cerebral trabaja junto con profesionales del servicio de salud para
remediar o aliviar los déficits cognitivos que surgen tras una afección neurológica”. Este
concepto incluye tanto técnicas orientadas a la restauración como a la compensación de los
déficits.

3.2.2. Objetivos

La rehabilitación neuropsicológica puede tener dos objetivos generales, por tanto: (i)
favorecer la recuperación de funciones, es decir, la recuperación de la función en sí misma,
de los medios, capacidades o habilidades necesarias para alcanzar determinados objetivos y
(ii) favorecer la recuperación de objetivos, trabajar con el paciente para que pueda volver a
alcanzar determinados objetivos usando unos medios diferentes a los utilizados antes de la
lesión.

De forma general se puede afirmar que el objetivo principal de la rehabilitación es la


optimización en el funcionamiento físico, vocacional y social después de una enfermedad o
daño neurológico (Rusk, Block y Lowman, 1969). Muñoz y Ruíz (1999) proponen como
objetivos básicos de un programa de rehabilitación neuropsicológica los siguientes: (i)
Proporcionar un modelo que ayude al paciente y a su familia a entender lo que ha ocurrido.
(ii) Ayudar a la paciente a afrontar lo que significa el año cerebral en su vida; Proporcionar
estrategias de entrenamiento y habilidades para recuperar y compensar los déficits cognitivos,
mejorar la actuación del paciente en diferentes situaciones sociales y ayudar al paciente a
establecer compromisos realistas de trabajo y de relaciones interpersonales. (iii) Promover un
ambiente de esperanza realista.

3.2.3. Metodología

Antes de iniciar un programa de rehabilitación, es necesario conocer que cambios o mejoras


son explicados por la recuperación espontánea, y no pueden ser atribuidos a nuestra
intervención. Cualquier lesión cerebral siempre se acompaña de cierto margen de
recuperación funcional espontánea, ya que superados los procesos traumáticos que acompaña
a la lesión, se produce una reorganización de las sinapsis en las zonas que no han resultado
dañadas. Es un proceso que puede durar varios años, pero que es más activo tras los primeros
meses posteriores al daño cerebral. Lógicamente, las posibilidades de recuperación
espontánea serán menores en el caso de las lesiones más extensas y graves (Portellano, 1999).
Según León Carrión y Machuca (2001), a partir del octavo mes de haber sufrido el
traumatismo ya no es de esperar ningún tipo de cambio espontáneo, por los que los cambios
observados a partir de esta fecha, pueden ser atribuidos a la intervención desarrollada.

Los programas que diseñemos deben ser individualizados y enfocados a las necesidades de
cada persona detectados previamente en la evaluación neuropsicológica. Según Fernández –
Guinea (2001) es conveniente llevar a cabo sesiones individualizadas para trabajar
determinados aspectos cognitivos (p.ej. Entrenamiento de la atención), emocionales (p.ej.
aceptación de las dificultades presentes y futuras) y conductuales (p.ej. la agresividad). Éstas,
según el mismo autor, deben ser combinadas con sesiones de grupo en las que se pongan a
aprueba las técnicas y las estrategias que se han ensayado de forma individual y que sirvan
para generalizar los resultados a situaciones más ecológicas y comunes. Aunque las
evaluaciones y los procesos de rehabilitación deben ser individualizados y personalizados, no
se pueden obviar las intervenciones grupales. Las intervenciones grupales, según Tirapu,
Martínez, Casi, Albéniz y Muñoz (1999) reportan ventajas, tales como: (i) Es idóneo cuando
el objetivo del tratamiento se centra en conductas sociales, puesto que la propia situación de
grupo es una situación real, como lo que se favorece el aprendizaje y se facilita, por otro lado,
la reproducción de situaciones sociales ficticias (role playing), (ii) es una poderosa fuente de
refuerzo, (iii) la presencia de otros miembros con dificultades similares tranquiliza y
desinhibe al sujeto, además de ayudarle a mejorar su conciencia de enfermedad, (iv)
proporciona una amplia variedad de modelos de conducta y de afrontamiento, factores que
mejoran el aprendizaje y la generalización y (v) supone un importante ahorro de tiempo y
dinero al posibilitar la atención simultánea de varios pacientes con uno o dos terapeutas.

3.2.4. Procedimiento

Los programas de rehabilitación deben caracterizarse por ser programas holísticos,


desarrollado por profesionales especializados, interdisciplinares, con validez ecológica,
haciendo uso tanto de la evaluación cuantitativa como de la cualitativa (León – Carrión, 1998;
Fernández – Guinea, 2001). Se tienen que atender a varios aspectos fundamentales:

Rehabilitación de las funciones cognitivas: Según Machuca, Madrazo, Rodríguez y


Domínguez (2002) los déficits cognitivos que con más frecuencia se observan en el
traumatismo craneoencefálico son los de orientación, memoria, atención, memoria, lenguaje,
funcionamiento ejecutivo, destacando entre todos ellos los atencionales, trastornos
visoperceptivos, solución de problemas y toma de decisiones.

Uno de los aspectos que destacan Muñoz, Rios, Ruano y Moreno (1999) y Fernández –
Guinea (2001) en los pacientes con daño cerebral es la falta de conciencia de las limitaciones
(anosognosia). Esta falta de “insight” sobre los propios cambios establecidos tras una lesión
de los lóbulos frontales y la falta de conciencia de enfermedad y de las limitaciones que
conllevan las secuelas residuales, existiendo pacientes que llegan a reconocer verbalmente la
percepción de un cambio, pero no lo valoran negativamente pese a lo discapacitante que éste
pueda considerase, desde una perspectiva funcional o social (Tirapu, Martínez, Casi, Albéniz
y Muñoz, 1999).

Éste es uno de los principales puntos en los que debemos fijarnos y trabajar, ya que, si el
paciente no es consciente de que tiene problemas, no va a colaborar y no va a querer participar
en un programa de rehabilitación que trate de mejorar dificultades que según él no tiene. La
conciencia de secuelas aparece como una variable de gran importancia ya que afecta a la
motivación y grado de cooperación de los pacientes en las sesiones de rehabilitación siendo
un necesario prerrequisito para el éxito duradero de los esfuerzos rehabilitadores, el
mantenimiento a largo plazo de las ganancias obtenidas y la aplicación en la vida diaria de
las estrategias compensatorias aprendidas en la fase de rehabilitación Por otra parte, la escasa
conciencia de los déficits cognitivos y conductuales supone un condicionante en relación con
la selección de los instrumentos de evaluación más adecuados para el estudio de las personas
con un daño cerebral.

Ojeda del Pozo et al. (2000) consideran como elemento esencial de la rehabilitación
neuropsicológica el entrenamiento en habilidades sociales. La reducción del nivel de
habilidades sociales que se observa en estos individuos esta notablemente condicionado por
el nivel de funcionamiento cognitivo de la persona afectada. La intervención en este ámbito
se centrara en tres dimensiones: entrenamiento en solución de problemas sociales,
entrenamiento en habilidades pragmáticas de la comunicación y entrenamiento en
autocontrol.

Modificación de las conductas desadaptativas e intervención en las alteraciones


conductuales y emocionales provocadas por el daño cerebral mediante la utilización de
técnicas de modificación de conducta. Los trastornos emocionales que persisten como
secuelas de los traumatismos craneoencefálicos, dificultan la integración familiar, social y
laboral de los pacientes y determinan en gran medida el pronóstico de la rehabilitación, estos
explican que sea otro ámbito de actuación importante (Muñoz y Iruarrizaga, 1995; Muñoz,
Rios, Ruano y Moreno, 1999).

Rehabilitación laboral, orientada y dirigida a la adecuación de un puesto de trabajo ajustado


a las funciones cognitivas preservadas, potenciando las habilidades psicosociales necesarias
para ello. La vuelta a la actividad laboral ofrece múltiples ventajas, pero también expone a la
persona a situaciones de estrés, competitividad miedo al fracaso, cambios frecuentes en el
entorno que pueden afectar al grado de satisfacción en el empleo y a la permanencia en el
mismo. Por ello, estas circunstancias no pueden ser dejadas al azar, sino que han de
acompañarse de un periodo de seguimiento posterior a la reincorporación laboral y de una
intervención temprana que permita reducir las experiencias de fracaso, las conductas de
evitación y la pérdida de autoestima que conducen, en definitiva, a la pérdida o abandono del
empleo una vez conseguida la difícil integración.

La orientación y terapia familiar como requisito indispensable tanto para facilitar el


proceso rehabilitador de la persona afectada como para el bienestar y la adaptación a la nueva
situación del entorno familiar.

Apoyo psicosocial tiene efectos decisivos sobre la salud mental. El proceso de rehabilitación
muchas veces es tan largo como la vida, de ahí que deba enmarcarse en un ambiente familiar
y social saludable donde la cooperación y la colaboración son dos factores importantes
(Muñoz y Ruíz, 1999).

3.2.5. Técnicas

En el diseño del plan rehabilitador se debe combinar un número de estrategias y técnicas


individualizadas de acuerdo con las necesidades neuropsicológica y educativas detectadas en
la evaluación neuropsicológica. Diversos autores (Hartlage y Golden, 1990; Calvo,
Carrascoso y Hernández, 1992) nos describen lo diversos instrumentos y técnicas que
permiten desarrollan una evaluación neuropsicológica. En este contexto de rehabilitación,
puede ser de gran ayuda los recursos que nos proporcionan las nuevas tecnologías, las cuales
están en constante progreso (Moreno, 2001).

Manga y Fournier (1997) consideran que la acción terapéutica puede centrase en los puntos
débiles que se muestran en el perfil Neuropsicológico, en las habilidades intactas que son
puntos fuertes, o bien en ambos. León Carrión (1994) y Muñoz y Tirapu (2001) distinguen
diferentes orientaciones en el proceso de rehabilitación neuropsicológica: la restauración de
la función dañada, compensación de la función perdida y optimización de las funciones
residuales. Las técnicas y estrategias pueden agruparse, por consiguiente, en tres niveles
diferentes (Anderson, 1994; Benedicy, 1989):

 Restauración: Se estimula y mejora las funciones cognitivas alteradas mediante la


actuación directa sobre ellas.
 Compensación: Se asume que la función alterada no puede ser restaurada y, por ello se
intenta potenciar el empleo de diferentes mecanismos alternativos o habilidades
preservadas.
 Sustitución: El aspecto central de la intervención se basa en enseñar al paciente diferentes
estrategias que ayuden a minimizar los problemas resultantes de las disfunciones
cognitivas, tal y como se realiza.

Herrmann y Parenté (1994) proponen un modelo multimodal para la intervención de las


funciones cognitivas, haciendo hincapié en la interacción de la cognición, la experiencia, la
emoción, y asume que existen tres tipos de variables que afectan al funcionamiento cognitivo:

 Activas: Hacen referencia a las operaciones cognitivas que pueden ser aprendidas y que
afectan al contenido de la información (p. ej. estrategias de búsquedas de información
relevante, resolución de problemas).
 Pasivas: Son variables que no afectan de modo directo a lo que es aprendido o recordado,
pero sí a la disposición para el aprendizaje (p. ej. El estado de salud general y condición
física, la falta de sueño, el nivel de motivación...).
 Soporte: Incluyen las variables externas al sujeto que permiten sustituir determinadas
funciones cognitivas (p. ej. Pedirle a alguien que nos recuerde algo)

IV. Diagnóstico y síndromes nosológicos.


V. Aspectos bioéticos y legales
VI. Abordaje de los síndromes clínicos neuropsicológicos
VII. Referencias bibliográficas
 BENEDET, M. J. (1986). Evaluación neuropsicológica. Bilbao: Desclée de
Brouwer
 JUNQUÉ, C.; BARROSO, J. (1994). Neuropsicología. Madrid: Síntesis.
 Fernández – Guinea, S. (2001). Estrategias a seguir en el diseño de los
programas de rehabilitación neuropsicológica para personas con daño
cerebral. Revista de Neurología.
 León – Carrión, J. & Machuca Murga, F. (2001). Recuperación espontánea
de las funciones cognitivas después de daño cerebral severo: ¿Cuándo están
establecidas las secuelas neurocognitivas? Revista Española de
Neuropsicología.
 MACHUCA, F., MADRAZO, M., RODRÍGUEZ, R.; DOMÍNGUEZ, M. R.
(2002). Rehabilitación neuropsicológica, multidisciplinar, integral y
holística del daño cerebral adquirido. Revista de Psicología General y
Aplicada.

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