Tema 2.
Tema 2.
Tema 2.
ORREGO
FACULTAD DE MEDICINA HUMANA
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA
AUTORES
BRINGAS YANAVILCA, Lucero
DOCENTE
RAMIREZ ESPINOLA, ANA
TRUJILLO – PERÚ
2018
I. Introducción
II. Estructura y metas, la entrevista y baterías utilizadas.
3.1.2. Proceso
Para Tirapu, Martínez, Casi, Albéniz y Muñoz (1999) en el proceso de evaluación deben
considerase una serie de aspectos, los cuales tendrán una gran relevancia en el proceso de
rehabilitación:
De forma general, en la valoración de las personas con una disfunción cognitiva incluiremos,
el estudio del: rendimiento intelectual general, la atención, la velocidad de procesamiento de
la información, la capacidad de aprendizaje y memoria, las habilidades perceptivas y motoras,
el lenguaje y la comunicación, el razonamiento, la capacidad de solución de problemas y otras
funciones asociadas a los lóbulos frontales.
3.1.5. Variables
En la exploración neuropsicológica es necesario tener un conocimiento general de los factores
que condicionan o influyen en la evaluación de las funciones mentales superiores que
permiten delimitar, comprender, interpretar y controlar mejor los hallazgos exploratorios
(Peña, Hernández y Jarne, 1997).
Algunos autores (Benedet, 1986) consideran una serie de variables que es preciso controlar
cuidadosamente en toda investigación neuropsicológica:
Edad: Es bien sabido que las consecuencias de una lesión cerebral sobre la conducta
pueden ser muy diferentes según la edad del sujeto al contraer la lesión, y según su
edad actual.
Nivel educativo: Teniendo en cuenta que el tipo de habilidades que evaluamos en
neuropsicología suelen estar muy influenciadas por el nivel educativo de los sujetos,
no podríamos comparar los resultados de grupos no homogeneizados en este factor.
El género: Aunque no sabe bien cómo influye esta variable, es conveniente
controlarla porque podría muy bien distorsionar los resultados.
El nivel socioeconómico: Está íntimamente ligado, por lo general al nivel educativo;
pero sobre todo esta variable incluye a otra, el nivel ocupacional, cuya influencia en
los niveles de deterioro y/o recuperación es bien conocida.
Matarazzo (1976) considera que demostrable la influencia de una serie de variables sobre la
magnitud y el tipo de efectos que sobre el comportamiento resultan de la lesión cerebral:
3.2.2. Objetivos
La rehabilitación neuropsicológica puede tener dos objetivos generales, por tanto: (i)
favorecer la recuperación de funciones, es decir, la recuperación de la función en sí misma,
de los medios, capacidades o habilidades necesarias para alcanzar determinados objetivos y
(ii) favorecer la recuperación de objetivos, trabajar con el paciente para que pueda volver a
alcanzar determinados objetivos usando unos medios diferentes a los utilizados antes de la
lesión.
3.2.3. Metodología
Los programas que diseñemos deben ser individualizados y enfocados a las necesidades de
cada persona detectados previamente en la evaluación neuropsicológica. Según Fernández –
Guinea (2001) es conveniente llevar a cabo sesiones individualizadas para trabajar
determinados aspectos cognitivos (p.ej. Entrenamiento de la atención), emocionales (p.ej.
aceptación de las dificultades presentes y futuras) y conductuales (p.ej. la agresividad). Éstas,
según el mismo autor, deben ser combinadas con sesiones de grupo en las que se pongan a
aprueba las técnicas y las estrategias que se han ensayado de forma individual y que sirvan
para generalizar los resultados a situaciones más ecológicas y comunes. Aunque las
evaluaciones y los procesos de rehabilitación deben ser individualizados y personalizados, no
se pueden obviar las intervenciones grupales. Las intervenciones grupales, según Tirapu,
Martínez, Casi, Albéniz y Muñoz (1999) reportan ventajas, tales como: (i) Es idóneo cuando
el objetivo del tratamiento se centra en conductas sociales, puesto que la propia situación de
grupo es una situación real, como lo que se favorece el aprendizaje y se facilita, por otro lado,
la reproducción de situaciones sociales ficticias (role playing), (ii) es una poderosa fuente de
refuerzo, (iii) la presencia de otros miembros con dificultades similares tranquiliza y
desinhibe al sujeto, además de ayudarle a mejorar su conciencia de enfermedad, (iv)
proporciona una amplia variedad de modelos de conducta y de afrontamiento, factores que
mejoran el aprendizaje y la generalización y (v) supone un importante ahorro de tiempo y
dinero al posibilitar la atención simultánea de varios pacientes con uno o dos terapeutas.
3.2.4. Procedimiento
Uno de los aspectos que destacan Muñoz, Rios, Ruano y Moreno (1999) y Fernández –
Guinea (2001) en los pacientes con daño cerebral es la falta de conciencia de las limitaciones
(anosognosia). Esta falta de “insight” sobre los propios cambios establecidos tras una lesión
de los lóbulos frontales y la falta de conciencia de enfermedad y de las limitaciones que
conllevan las secuelas residuales, existiendo pacientes que llegan a reconocer verbalmente la
percepción de un cambio, pero no lo valoran negativamente pese a lo discapacitante que éste
pueda considerase, desde una perspectiva funcional o social (Tirapu, Martínez, Casi, Albéniz
y Muñoz, 1999).
Éste es uno de los principales puntos en los que debemos fijarnos y trabajar, ya que, si el
paciente no es consciente de que tiene problemas, no va a colaborar y no va a querer participar
en un programa de rehabilitación que trate de mejorar dificultades que según él no tiene. La
conciencia de secuelas aparece como una variable de gran importancia ya que afecta a la
motivación y grado de cooperación de los pacientes en las sesiones de rehabilitación siendo
un necesario prerrequisito para el éxito duradero de los esfuerzos rehabilitadores, el
mantenimiento a largo plazo de las ganancias obtenidas y la aplicación en la vida diaria de
las estrategias compensatorias aprendidas en la fase de rehabilitación Por otra parte, la escasa
conciencia de los déficits cognitivos y conductuales supone un condicionante en relación con
la selección de los instrumentos de evaluación más adecuados para el estudio de las personas
con un daño cerebral.
Ojeda del Pozo et al. (2000) consideran como elemento esencial de la rehabilitación
neuropsicológica el entrenamiento en habilidades sociales. La reducción del nivel de
habilidades sociales que se observa en estos individuos esta notablemente condicionado por
el nivel de funcionamiento cognitivo de la persona afectada. La intervención en este ámbito
se centrara en tres dimensiones: entrenamiento en solución de problemas sociales,
entrenamiento en habilidades pragmáticas de la comunicación y entrenamiento en
autocontrol.
Apoyo psicosocial tiene efectos decisivos sobre la salud mental. El proceso de rehabilitación
muchas veces es tan largo como la vida, de ahí que deba enmarcarse en un ambiente familiar
y social saludable donde la cooperación y la colaboración son dos factores importantes
(Muñoz y Ruíz, 1999).
3.2.5. Técnicas
Manga y Fournier (1997) consideran que la acción terapéutica puede centrase en los puntos
débiles que se muestran en el perfil Neuropsicológico, en las habilidades intactas que son
puntos fuertes, o bien en ambos. León Carrión (1994) y Muñoz y Tirapu (2001) distinguen
diferentes orientaciones en el proceso de rehabilitación neuropsicológica: la restauración de
la función dañada, compensación de la función perdida y optimización de las funciones
residuales. Las técnicas y estrategias pueden agruparse, por consiguiente, en tres niveles
diferentes (Anderson, 1994; Benedicy, 1989):
Activas: Hacen referencia a las operaciones cognitivas que pueden ser aprendidas y que
afectan al contenido de la información (p. ej. estrategias de búsquedas de información
relevante, resolución de problemas).
Pasivas: Son variables que no afectan de modo directo a lo que es aprendido o recordado,
pero sí a la disposición para el aprendizaje (p. ej. El estado de salud general y condición
física, la falta de sueño, el nivel de motivación...).
Soporte: Incluyen las variables externas al sujeto que permiten sustituir determinadas
funciones cognitivas (p. ej. Pedirle a alguien que nos recuerde algo)