Creciendo en El Espíritu
Creciendo en El Espíritu
Creciendo en El Espíritu
En este capítulo se nos habla de uno de los propósitos del ministerio del Espíritu Santo, y los
ministerios en l Iglesia
Efesios 4:11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
Pablo describe la Iglesia con dos figuras interesantes en este capítulo, la de un edificio, y la de
un cuerpo, hay diferencias entre ellas ya que un edificio es inanimado, mientras que un cuerpo
no lo es, el cuerpo crece por ser vivo, el edificio no, la mezcla de ambas figuras nos da a
entender algunos propósitos establecidos para la Iglesia, aunque ese no es el tema.
Observemos el propósito para el cual estos hombres fueron dados a la iglesia: a fin de capacitar
al pueblo de Dios para la obra del ministerio, esto involucra una constante preparación, el
perfeccionamiento es un camino que incluye moldear a alguien, y la finalidad es la edificación
del cuerpo de Cristo. Estos hombres dotados son entregados a la iglesia para que ella alcance
la plena madurez.
Los ministerios aquí descritos trabajan en conjunto para cumplir esta misión.
Efesios 4:13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
Hay una meta descrita aquí, llegar a la Unidad de la Fe. Esto es crecer juntos.
En una sociedad adonde los presbiterianos desacuerdan con los metodistas y los bautistas
desacuerdan con los pentecostales y nadie acuerda con nadie. Este versículo “hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” parece que es algo que no
se va a cumplir. El pueblo de Dios ha sido llamado a permanecer unido, no a dividirse
Juan 17:21.23 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me
diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú
en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y
que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
Uno de los mayores obstáculos para nuestro crecimiento espiritual es que solemos intentar
cambiar lo que hacemos en vez de lo que somos. Estamos tan empeñados en hacer ajustes en
lo que las personas ven, que olvidamos lo más importante: lo que solo Dios puede ver.
Este versículo nos habla de ser transformados a la imagen de su Hijo. Él quiere que crezcamos
hasta llegar a esa perfección descrita, Esto requiere una transformación que no es superficial,
sino que ocurre dentro de nosotros. Esto nos habla de un verdadero crecimiento espiritual.
Tu crecimiento espiritual no tiene que ver principalmente con que tus familiares, amigos o
creyentes. Se trata primero de un asunto individual, para aquellos que han sido adoptados
por Dios. Muchas veces no crecemos espiritualmente porque no hemos nacido de nuevo
El apóstol Pablo nos enseña que necesitamos vivir bajo la influencia del Espíritu Santo para
crecer espiritualmente:
Efesios 5:5-18 “Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no sean necios, sino
entiendan cuál es la voluntad del Señor. Y no se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución,
sino sean llenos del Espíritu”
La Biblia enseña mucho sobre la obra del Espíritu Santo. Por ejemplo, nos enseña que Él nos
guiará a toda verdad y nos consuela (Juan 16:13; 14:26). No hay crecimiento espiritual en
nuestras vidas si el Espíritu no está trabajando estas cosas que solo Él puede hacer.
Dios exalta al humilde y tiene una pasión singular por él. Sin embargo, la misma Biblia enseña
que Él resiste a los orgullosos (Santiago 4:6).
Filipenses 2:5-8 “Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué
aferrarse, sino que Se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a
los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Teniendo todas las facultades para haber nacido en un palacio, nuestro Señor vino a nacer en
un pesebre y a morir por pecadores, eligiendo la peor de las muertes. Así nos modeló una
actitud de humildad.
Dios nos recibe tal y como somos, pero nos ama demasiado como para dejarnos así.
Romanos 12:1-2: “Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten
sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes.
Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para
que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y agradable y perfecto”.
Filipenses 3:13-14: “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa
hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la
meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Pablo no estaba miraba atrás en su crecimiento. Necesitamos dejar de vivir en el ayer. Hay
veces en que estamos estancados, y por eso debemos pasar la página.
Mateo 20:27-28: “y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo; así como el Hijo
del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por
muchos”.
Reflejamos a Cristo cuando renunciamos a una vida centrada en nosotros, y decidimos auxiliar
a los demás. ¿Estamos sirviendo a los demás como Jesús espera que lo hagamos? Esa es una
evidencia poderosa de que estamos creciendo espiritualmente en lo interior.
Efesios 4:14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas
del error,
Pablo está interesado en la estatura espiritual de los miembros de la iglesia de Éfeso. Si bien
los creyentes debemos continuar siendo niños en varios aspectos, es cierto que debemos
procurar el crecimiento en otros. En lo que respecta a la dependencia total de Dios -típica de
un niño-, al inmenso amor del niño para con su Padre Celestial y a la obediencia que el hijo de
Dios le rinde a su Dios. También nuestras palabras deben ser puras como las del bebé, jamás
hablando mentiras ni ninguna otra palabra perversa. En estas cosas debemos ser niños, no
importa cuál sea nuestra edad, ni tampoco, cuán maduros seamos en el Señor.
Sin embargo, y este es el punto del Apóstol, en cuestiones como el entendimiento de las
hermosas verdades de la revelación Divina en las Escrituras, debemos ser hombres. ¡Oh,
hermano, pero ten cuidado de creer que es bueno ser un hombre firme y eso ya basta! El
llamado del Apóstol es a que tanto el «recién nacido en el Señor» como «el hombre que está
firme en Él» continúe creciendo en la comprensión de estas verdades Escriturales, porque sólo
así no seremos movidos por cualquier «viento de mentiras».
Efesios 4:15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo,