Marina Muller Cap 6 Resumen
Marina Muller Cap 6 Resumen
Marina Muller Cap 6 Resumen
La clínica psicopedagógica
La mayoría de los psicopedagogos se dedica al diagnostico y tratamiento de problemas de aprendizaje, por
lo general en niños de escolaridad primaria común o especial. El diagnostico y tratamiento emitidos, a
veces por distintos profesionales, es llevado por los padre con la fuerza de una sentencia, de un veredicto
que moviliza y cuestiona profundamente la relación con ese hijo, su idoneidad como padres, sus
sentimientos de culpa, su frustración y ambivalencia hacia el niño.
Al concurrir a la consulta los padres DEMANDAN AL PSICOPEDAGOGO, se plantea el problema y se espera
la intervención que suprima los síntomas lo mas rápido posible. Sin embargo, la demanda, implica una
afirmación de desesperanza, en otros casos, con una fantasía básica de que el niño no tiene cura. La
conclusión, mas pronto o tarde, apuntara entonces a cambiar interminablemente de profesional,
decepcionados por la asistencia obtenida, para reiterar el ciclo.
El paciente que es llevado a consulta, talvez, no sabe bien que le pasa ni por que, pero su forma de ser
reconocido, de lograr una identidad y una presencia significativa en la familia es “eso” que le pasa (corre
riesgo de perderse como sujeto). Cuando se acentúa el síntoma se convierte en el único lenguaje
disponible para indicar existencia, para comunicar alteraciones o fracasos en su relación con los demás,
problemas donde participan también los padres, hermanos y maestros. “Las conductas inadaptadas que
expresan fantasmas de los cuales ni el mismo es conciente, no le permiten establecer la comunicación a
nivel de eficacia que le permitiría reconocer su deseo y darle una expresión simbólica adaptada (Lapierre)”
Las sesiones son lugar de despliegue de fantasmas angustiantes y perturbadores para el niño, de tener la
posibilidad de ser escuchado y de contar con una intervención que lo ayude a elaborar su fantasía, la
participación clínica es ser de ACOMPAÑANTE Y FACILITADORA.
Padres y maestros suelen transferir sobre el niño una constante de “el afán pedagógico” la tentativa de
adaptar lo inadaptado, de hacerlo cambiar para adecuarse a los modelos aceptados, el rechazo de
síntomas.
El problema de la intervención psicopedagógica reside en otra parte: en saber aceptar al consultante tan
cual ES, no “por lo que tiene que ser” (o saber hacer), y reconocerle un espacio y un tiempo en los cuales
pueda expresar su personalidad y sus alteraciones, con la certidumbre de ser respetado en sus
peculiaridades, sus síntomas y su propio ritmo de aprendizaje. Confiar en el y esperarlo. ESTO requiere
una MIRADA y una ESCUCHA muy atenta, para descubrirlo y aprender de el (acompañarlo, participar y
colaborar en su juego y en su aprendizaje, mediante propuestas verbales, lúdicas, dramáticas, o de otra
índole, en la línea que señalen el desarrollo y la búsqueda propia del paciente)
“Nosotros queremos trabajar con lo que el niño tiene de positivo, interesarnos por lo que sabe hacer y no
por lo que no sabe hacer. A partir de ahí, la relación pedagógica puede distenderse, desdramatizarse la
situación y volver el niño a encontrar confianza y seguridad” Lapierre y Aucouturier.
No acepta la reeducacion instrumental con sus implicación de tratamiento sintomático.
La clínica psicopedagógica solo puede recibir ese nombre si admite un encuentro entre consultantes y
psicopedagogo, en torno de una tarea-objetivo: aprender a aprender. Se trata de sostener un ámbito
donde el síntoma sea respetado en cuanto es algo significativo y profundamente personal de ese niño, que
necesita manifestarse. Y poder desplegar actividades que el paciente desee realizar, sin olvidar que en ese
proceso estamos trabajando para posibilitar a ese ser humano un acceso personalizado al mundo de la
cultura, y medios alternativos para expresar con mayor libertad sus propios lenguajes.
Los objetivos psicopedagógicos no consistente en promover la adquisición de mas conocimientos, sino en
dar posibilidades al sujeto que se asoma tras los síntomas, ayudarlo a estar mas disponible, a contactar con
su deseo de ser y de aprender, desde el reconocimiento de las pulsiones, el inconciente, la afectividad, la
corporalidad, el pensamiento en toda su riqueza, no solo conciente sino también simbólica. Desde allí
crece el deseo de conocimiento, aun en sus variantes escolares y es en concordancia con ese deseo que
cumpliremos el rol psicopedagógico de acompañantes y participes del aprendizaje en el paciente.