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Estrada 2003

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Las fases de la pareja

Estrada Inda, Lauro. (2003). El ciclo vital de la familia. México: Grijalbo.

Lauro Estrada plantea 6 fases de la pareja que encierran momentos especiales de


dificultad para toda la familia:

Dentro de cada una de estas fases existen incesantes interacciones entre los
miembros de la familia, que para fines prácticos Estrada los dividió en cuatro
grandes áreas:

a) Área de identidad: En la que se realiza una constante reorientación


interpersonal que se da en el medio familiar que es donde se desarrolla la
personalidad de los individuos.

b) Área de la sexualidad: Aquí la interacción se da en la búsqueda de una


armonía para completar las áreas psíquicas y biológicas del desarrollo
individual.

c) Área de la economía: Esta área se divide entre las labores del proveedor y
de quien cuida el hogar. Se busca que la pareja sea capaz de adaptarse a
los cambios sociales, así como a los del propio proceso familiar.

d) Área del fortalecimiento del yo: Aquí la pareja debe aprender el papel de
esposo o esposa, además de la libertad para expresar la propia
personalidad y mantener así el sentimiento de identidad. Es necesario
reforzar mutuamente las defensas sociales adaptativas, es decir, la
interacción entre la familia y la sociedad.

Fases según Lauro Estrada:

1. Desprendimiento
2. Encuentro
3. Los hijos
4. La adolescencia
5. El reencuentro
6. La vejez

1. EL DESPRENDIMIENTO
Sabemos bien que, en el humano, todo desprendimiento es doloroso, sobre todo
si se trata de relaciones emocionales significativas que se extinguen o que
cambian su carga y su representación psíquica.

De no ser por la fuerza vital extraordinaria con que el niño viene dotado, tal vez
nunca tendría a desprenderse de su madre para lanzarse solo a la aventura de la
vida. De hecho, hay algunos que se quedan adheridos a ella para siempre.
Pues bien, lo mismo sucede en la adolescencia cuando el joven tiene que
abandonar el hogar paterno y salir en busca de un compañero(a) fuera de su
familia. Si el proceso resulta doloroso para la persona, no lo es menos para los
padres.

De este simple hecho podemos deducir que constantemente se encuentran dos


corrientes en pugna, la una que va en favor del desprendimiento y de la vida; y la
otra que tiende a fijar, a detener o a regresar el proceso creativo a etapas
anteriores.

La meta del clínico, por lo tanto, no es lograr una homeostasis estática en la


familia sino un sistema con la capacidad de moverse progresivamente de una
etapa a la siguiente, por más doloroso que esto pueda resultar.

Tomemos por ejemplo la situación de algún adolescente que se encuentra en la


encrucijada de tener que depender de sus padres por una parte, y con la otra con
una gran necesidad de independencia que va de la mano con su crecimiento
normal.

Supongamos que sus padres no están listos para dejarlo ir paulatinamente y que,
por medio del control o la dominación, intenten que el joven haga lo que ellos
quieren tanto en su trabajo o elección de carrera como en la selección de un
compañero marital.

Tendremos como resultado una pugna que detendrá el proceso del


desprendimiento. Los padres jalarán al joven para que no se suelte de los lazos
paternos, y él tendrá a librarse de mil formas, las más de las veces infructuosas.
Aunque claro, dependerá de cada caso en particular.

Se necesita, pues, la concurrencia de este primer pasó del desprendimiento para


que el ciclo vital familiar vaya por buen camino.

Existen otras complicaciones. Sabemos por ejemplo que cada cónyuge de


preferencia deberá llegar a la unión marital con una identidad personal ya
formada, aun cuando todavía sea incompleta. A decir verdad. Una de las fuerzas
que se posee la atracción mutua es la de completarse mediante la unión íntima y
profunda con el compañero.

Aquí resulta pertinente hacer un comentario acerca de que en la búsqueda de un


compañero pueden intervenir dos factores:
a) Una búsqueda de cercanía y compañía.
b) Una búsqueda de fusión.

Fusión alude a ese estado inmaduro en donde no se ha logrado adquirir una


individualidad. Pueden existir parejas en busca de este tipo de relación; parejas de
jóvenes que fallaron en resolver su relación con los padres, la cual debió cumplir
con su cometido de formarlos para formar una nueva relación, basada en la
libertad de llegar a ser un individuo en sí mismo con la capacidad de apreciar al
otro en todo lo que es.

Cuando dicha relación funciona mal, entonces se trata de resolver buscando


realizar la propia imagen: mecanismo que se basa en negar las diferencias del
otro, lo que produce distorsiones severas en la comunicación.

Hay parejas que mediante esto, logran mantener por largo tiempo el mito “siempre
estar de acuerdo en todo”, sin saber que lo que va moldeando la identidad de la
nueva familia es la interacción, fusión, difusión y diferenciación de las
individualidades que forman las partes de la nueva pareja.

Así, al formar su personalidad el niño internaliza algo de cada progenitor a la vez


que produce algo nuevo. Igualmente la identidad de la nueva familia incorpora
parte de la propia imagen, así como parte de la de sus respectivos familiares con
lo que une de sí misma a la vez que desarrolla sustancia nueva y única.

El matrimonio además cambia la relación que hasta entonces ha sido entre dos
seres, a una más panorámica y compleja al reunir oficialmente a dos familias,
situación que indudablemente agrega una dificultad más a la joven pareja.

Al llegar el momento de la separación de las familias de origen pueden sobrevenir


otro tipo de conflictos, por ejemplo aquel que se presenta cuando alguno de los
cónyuge tiene la firme esperanza de que es otro quien le solucionará sus
problemas personales; o bien cuando alguno se siente a veces lo suficiente
prepotente para solucionarle los problemas al otro; en ocasiones hasta piensa
que podrá cambiarlo o reformarlo.

No se trata aquí de juzgar lo bueno o malo de las intenciones, si no de valorar la


problemática existente.

Vemos frecuentemente cómo, conforme progresa un joven matrimonio, se


pueden ir adjudicando al compañero ya no solo cualidades e idealizaciones, sino
también se le responsabiliza de muchos problemas personales que se
encontraban ya ahí, aun antes de conocer al otro.

Esto lo podemos observar en algunos casos de depresión individuales donde,


claro está, no puedo responsabilizar de “mi depresión” a alguien a quien apenas
acabo de conocer. Pero cuántas veces sucede que con el tiempo suele llegar a
pensarse que, o bien mi compañero es el culpable de que yo este deprimido o
que yo soy el autor de la depresión del otro, y, claro está, con la consabida culpa
que acompaña a dichas situaciones.

En esta forma una relación puede empezar a presentar dificultades, por ejemplo,
al favorecer la progresiva necesidad de evitar la cercanía emocional, ya sea para
no recibir culpa o bien para no sentirse responsable. Desde luego, esto le quita
flexibilidad y movimiento a la relación, a la vez que reduce grandemente la
comunicación.
Citemos otro de los factores que amenaza esta primera fase del desprendimiento:
la idealización. Es bien sabido que en los primeros años persiste gran parte de la
idealización hacia la persona con quien se formará pareja, que aparece en el
noviazgo. Esta idealización se rompe bruscamente como a veces suele suceder,
ya sea por ligas emocionales de gran intensidad hacia los padres o bien por dudas
y temores hacia el compañero que no han podido ser detectadas y manejadas.
Entonces la ruptura brusca de esta idealización, que no es otra cosa que la señal
de alarma que invita a abandonar el proyecto de una nueva relación, da paso a la
desilusión y al desengaño produciendo muchas veces que se disuelva el joven
intento de formar una familia.

Recordemos que son cuatro las áreas propuestas de re-orientación:

1) Área de identidad
Dentro de esta área vemos que resulta necesario que los jóvenes que forman una
nueva pareja se encuentren preparados y sean capaces de proveer un punto de
anclaje en la relación emocional que reemplace al de los padres. Es necesario que
cada uno por su parte haya resuelto en forma satisfactoria, la conflictiva edípica,
con objeto de que puedan ser cumplidos los siguientes requisitos:

a) Adquirir la capacidad de aceptar y tolerar las regresiones no patológicas del


compañero (los aconteceres de ciertos momentos de nostalgia y de
tristeza).
b) Que esté presente la seguridad de ofrecer y obtener consideración y
cuidados del compañero.
c) Que exista la seguridad del poder compartir un amplio espectro de
intereses comunes.

2) Área sexual
a) Es conveniente que exista como meta lograr la armonía al encontrar en el
compañero un complemento biológico.
b) Lograr establecer un clima de permisibilidad en las experiencias sexuales
de tal forma que cada quien se pueda expresar según sus necesidades sin
que sea coartado por el otro, hasta encontrar una armonía.
c) Encontrar en la relación la promesa de continuarse a través de la
reproducción. Sabemos que los hijos complementan a los padres al
permitirles realizar sus funciones de paternidad, lo cual completa la
identidad consigo mismos.

3) Área de la economía
a) Capacidad para lograr dividir y en ocasiones intercambiar las labores de
trabajo y de la casa.
b) La promesa de lograr alguna seguridad, mediante la adquisición de bienes
que pueden ir desde lo más sencillo (cama, muebles, estufa, etc.) hasta los
más sofisticados.
4) Área de las funciones del Yo
a) La presencia de una ayuda mutua para aprender los roles del cónyuge: lo
cual irá completando y madurando el aprendizaje de los roles de hombre y
de mujer al mismo tiempo.
b) Será conveniente buscar la libertad suficiente para expresar la
individualidad, sin que en ningún momento esto sea percibido como un
detrimento del otro.
c) Será necesario el apoyo mutuo y decidido para mantener y fortalecer las
defensas sociales adaptativas.

2. EL ENCUENTRO
Esta es la fase en la que se formaliza la relación de la pareja, por lo que los
involucrados, casados o no, deben aprender a vivir juntos. Sin embargo, esto no
es nada fácil y se requiere contar con la disponibilidad emocional y física
necesaria, para formar una familia.

En esta etapa se necesita de gran valor para sintonizar emocionalmente, pues es


necesario limitar las necesidades para consolidar la relación que se inicia con
alguien desconocido en la aventura de vivir juntos, y la experiencia que cada cual
trae a su nueva etapa es la historia que compartió con su familia de origen y forma
parte de su bagaje psicológico que se proyecta en la pareja como necesidades, ya
sean estas de tipo neurótico o sanas.

Cuando las necesidades de ambos miembros de la pareja son sanas existe entre
ellas una relación basada en la objetividad, propiciando una comunicación directa
y asertiva, por lo tanto los conflictos se solucionan con rapidez y facilidad. Sin
embargo en ocasiones esto no sucede así, pues como ya lo vimos, muchos
individuos inician su relación de pareja partiendo de ellos mismos, creyendo que el
otro aceptará los modelos de vida que uno trae, situación que pone en peligro la
relación pues pronto provoca conflictos que llevan a vivir una situación de
malentendido, la cual engendra y promueve agresión entre las partes y el
sentimiento de no ser reconocidos por lo que la comunicación se ve afectada con
prácticas comunicativas que limitan el crecimiento afectivo de los involucrados.

En la fase del Encuentro es necesario tener en cuenta que en las áreas de


interrelación se desarrollen las siguientes actitudes:

1) Área de identidad
Aprender a vivir juntos teniendo una fuerte disponibilidad emocional y física para
formar una familia, internamente es necesario integrar un sistema de seguridad
emocional en donde se incluya la persona misma y su compañero.

2) Área sexual
Se debe dar un clima de permisibilidad en donde cada uno exprese sus
necesidades sexuales hasta lograr la armonía y por otra parte es necesario
encontrar en su relación sexual la satisfacción de continuarse a través de la
reproducción.
3) Área de la economía
En esta área es necesario que aprendan a organizarse en el trabajo dentro y fuera
del hogar, así como tener sentido de responsabilidad para afrontar la economía
familiar.

4) Área del fortalecimiento del Yo


En esta área es necesario prestarse ayuda mutua para aprender a conocerse y
aceptarse mutuamente, por lo que tendrán que apoyarse incondicionalmente para
lograr una sintonía emocional que les permita consolidar su relación.

3. LOS HIJOS
En esta etapa se vive la llegada de los hijos por lo que los padres necesitan estar
preparados emocionalmente, así como también contar con el espacio físico
adecuado. Por otra parte, el nacimiento de los hijos precisa también una
reestructuración de la relación y de las reglas con que se regía la pareja. Es en
esta etapa en donde más se hace necesario hacer cambios en las áreas de
interacción, tales como:

1) Área de identidad
Aquí la pareja necesita nuevos soporte para su relación emocional con el hijo, así
como apoyo mutuo para no perder el anclaje emocional de ambos al enfrentar la
aparición del nuevo ser. Suele suceder que la madre se relaciona con el hijo de
una manera muy simbiótica por lo que el padre se siente desplazado. Cuando esto
sucede la comunicación de la pareja suele dañarse y la relación de pareja entra en
conflicto. Generalmente en esta fase se dan las infidelidades del cónyuge
desplazado. Es necesario reforzar la comunicación conyugal, para apoyarse y
reforzar su relación de pareja.

2) Área sexual
En esta etapa es muy importante que la pareja sea capaz de planificar los hijos
que pueden tener, tomando en cuenta sus aptitudes emocionales para ejercer su
paternidad.

3) Área de la economía
Requiere de una estabilidad y capacidad de responsabilidad que pueda dar
respuesta a las demandas de seguridad que requieren los hijos como son: casa,
educación, vestido, relaciones, entre otras.

4) Área del fortalecimiento del Yo


En esta área es necesario tener la disponibilidad de darse mutuo apoyo en los
roles de padre y madre, al grado de hacer posible compartir los roles. También es
necesario mantener cada cual su individualidad y su identidad expresándola y
protegiéndose mutuamente para no utilizar al hijo como medio gratificaste ni como
complemento de la propia identidad.
4. LA ADOLESCENCIA
Esta es una etapa de encrucijada en donde los hijos y los padres presentan
problemas emocionales serios, tanto por la edad del o los adolescentes como
porque los padres ya maduros tienen que revivir su propia adolescencia aunado a
esto, frecuentemente en esta etapa, también se vive la ancianidad de los abuelos
sobrevivientes y en muchos casos del abuelo sobreviviente que generalmente se
va a vivir a casa de algún hijo(a) o se lo rotan por tiempos determinados todos o
algunos de sus hijos. Situaciones así, ponen a prueba el sistema familiar
afectando sus áreas de interacción de la siguiente manera:

1) Área de identidad
a) Aparecen rivalidades de padres a hijos cuando el o los padres tiene
sentimientos de inferioridad porque uno de ellos o los dos consideran al
hijo(a) más bello(a), fuerte o inteligente:
b) Los padres se enfrentan a la salida de los hijos que se preparan para
emprender su propio vuelo y con ello los padres deben reconocer la pérdida
de su juventud por lo que se requiere de un fuerte apoyo mutuo para iniciar
su climaterio.
c) Se dan grandes sentimientos de pérdida, por una parte está la pérdida por
ver a los hijos independientes, y por la otra la de la juventud, por lo que es
necesario que la pareja se pueda dar mutuamente la seguridad de seguir
compartiendo interés el uno en el otro,
d) La ancianidad de los abuelos, la preocupación por su salud y los cuidados
que necesitan en contraste con la juventud de los hijos adolescentes,
enfrentan a los adultos a una difícil situación, pues suelen ver con
desilusión una futura ancianidad.

2) Área de la sexualidad
El adolescente y los padres sufren cambios en sus funciones sexuales. También
es frecuente que exista cierta atracción física y sexual de los padres a los hijos,
situación que aunque se oculte, se percibe y crea en los hijos una conducta de
rebeldía y rechazo. Por otra parte, en esta etapa a algunos padres se les dificulta
dejar partir a sus hijos por lo que a veces usan como táctica de retención algunos
mecanismos de seducción. No es fácil ceder la propia creación a una persona
extraña. Sin embargo es indispensable saber soltar a tiempo a los hijos para que
el desprendimiento sea equilibrado. Y finalmente refiriéndonos a la relación de la
pareja, hay que restablecer el "anclaje emocional" para poder tolerar las
regresiones pasajeras por las que cada miembro de la pareja tendrá que pasar.

3) Área de la economía
Esta es una etapa en que los padres generalmente ya tienen una estabilidad
económica y sus gastos han disminuido con la salida de los hijos, por lo que ya
pueden realizar planes que no pudieron lograr en la etapa de los hijos, como
viajes, pasatiempos, etc. Sin embargo muchas veces la pareja se siente
desubicada con esta etapa de libertad y no encuentra cómo vivirla.
4) Área del fortalecimiento del Yo
Aquí se hace necesario que la pareja esté muy dispuesta a prestarse apoyo y
ayuda mutua pues muchos de sus roles cambian, lo cual da a la pareja otra
dimensión, por lo que necesitan seguirse ayudando y restablecer una
comunicación más abierta, pues requieren replantearse sus necesidades, deseos
y estar dispuestos y unidos para adaptarse a su nueva realidad en una sociedad
siempre cambiante.

5. EL RE-ENCUENTRO
A esta fase también se le conoce como el "síndrome del nido vacío". Se dan
fuertes cambios para los que hay que estar preparados, como es el admitir nuevos
miembros en la familia como son los cónyuges de los hijos, el nacimiento de los
nietos. Enfrentar la muerte de los parientes ancianos. También es época de
jubilaciones. Las capacidades físicas se sienten más afectadas, aparecen
enfermedades propias de la edad como diabetes, colesterol, hipertensión, y otras.
Los conflictos con las nuevas generaciones se hacen más evidentes. En esta fase
es necesario enfrentarse con uno mismo y con el compañero para reorientar las
cuatro áreas.

1) Área de identidad
En esta etapa se necesita más que nunca el apoyo mutuo que ayude a la pareja a
encontrar nuevos estímulos y nuevas metas para seguir su relación, por lo que es
necesario fortalecer su comunicación interpersonal, para ser capaz de: a) permitir
al compañero expresar su ser tal como es; b) que cada cual pueda ejercer su
derecho a ser más libre en todas las áreas sin que el compañero lo sienta como
ofensa o rechazo; c) seguridad de seguir recibiendo cariño y cuidado del otro aun
cuando cada uno tenga intereses diferentes.

2) Área de la sexualidad
Aquí se requiere de apoyo incondicional para superar las dificultades que trae la
edad misma, una buena forma puede ser el reconocerse mutuamente como
formadores de una nueva generación y ver en ella los logros y evolución de la raza
humana.

3) Área de la economía
Admitir los fuertes cambios como lo es la jubilación, así como también aceptar el
manejo de menores responsabilidades tanto en lo laboral como en el hogar y tener
la capacidad de enfrentar temores y deudas económicas.

4) Área del fortalecimiento del Yo


En esta área es de suma importancia que la ayuda mutua lleve a la preparación de
enfrentarse a la soledad y los duelos que conlleva.
Es necesario apoyarse mutuamente para asumir con dignidad el rol de viejos.
Prepararse también para manejar sentimientos de culpa que aparecen por errores
cometidos en el pasado, especialmente con los hijos.
6. LA VEJEZ
En esta etapa no muy comprendida, la fuerza vital centrífuga se invierte dando
como consecuencia el desprendimiento y ensimismamiento del mundo exterior.
Las nuevas generaciones no entienden este fenómeno por lo que tienden a
ignorar y tratar con impaciencia a los ancianos. Ante esta realidad, los viejos se
sienten y se entristecen por el cúmulo de rechazos del que son víctimas.

En la relación de la pareja de ancianos se da el problema de que cuando están


más tiempo los dos en casa se invadan los terrenos del otro, por lo que es
necesario poner límites claros de los espacios donde cada cual pueda funcionar
sin molestar al otro.

Otro problema al que se enfrentan los ancianos es que los hijos no les permitan
una intimidad adecuada (sobreprotección), lo que ocasiona sentirse aprisionados,
lo cual puede desarrollar estados depresivos.

La mejor etapa de esta fase es la de ser abuelos porque da a los ancianos nuevos
horizontes de vida. Nietos y abuelos son pasado y futuro que se funde en el
presente. Se enciende en los ancianos el deseo de sobrevivir, al aceptar su propia
mortalidad. Se abre la posibilidad de vivir una relación diferente a la de padre con
los nietos.

La vejez es un estado de suma importancia para ayudar a redefinir y reintegrar los


propios roles emocionales y los de los demás familiares, lo triste es que no hemos
sabido valorar la riqueza de tener ancianos en nuestras familias y por esto
nuestros viejos se sienten estorbo y nosotros tememos llegar a la ancianidad.

La explicación de esta última etapa se basa en que la pareja llegue a la


ancianidad, pero no siempre es así, pues en muchas ocasiones sobreviene la
muerte de uno de ellos, por lo que el anciano sobreviviente generalmente se va
con alguno de sus hijos, y eventualmente hay ancianos que se quedan solos y
algunos son llevados a un asilo.

La descripción del ciclo vital con o sin las variables que pueda tener en el
transcurso de su evolución, nos permite ver a la familia como un sistema en donde
todos sus miembros se influyen unos con otros y en donde las crisis son
constantes por ser necesarias para el proceso de cambio.

Integración de información y diseño de presentación por los participantes del Proyecto PAPIME PE307816 Blog: el
abordaje de la familia, desde el Trabajo Social, con el financiamiento de la Dirección General de Asuntos del Personal
Académico (DGAPA) de la UNAM.

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