AITP-Libro Urgencias Bello
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I) DEFINICIONES
Se define trauma grave pediátrico como la situación de daño corporal resultante de un
accidente en el que se ve implicado un niño, cuando el daño, cualquiera sea su
naturaleza, afecta a varios órganos o sistemas, o incluso a uno solo, con la magnitud
suficiente como para poner en peligro su vida o su supervivencia sin secuelas.
La AITP es un método de asistencia que combina organización y liderazgo con
actuación competente, estructurada y oportuna. La capacidad de respuesta en los
equipos de salud en los primeros momentos («media hora de platino» y «hora de oro») y
durante el primer día («día de plata») es esencial.
Se distinguen dos modalidades de AITP: básica (en el escenario sin recursos materiales)
y avanzada (con recursos). La AITP básica se resume en: proteger-alertar-socorrer
(acrónimo PAS). La AITP avanzada incluye: reconocimiento primario y
estabilización inicial (que tienen por cometido la identificación y el tratamiento de
lesiones con riesgo vital inmediato teniendo en cuenta que la reanimación
cardiopulmonar –RCP- debe adaptarse a las particularidades del trauma); segundo
reconocimiento, categorización, transporte y cuidados definitivos.
B) Manejo hospitalario
El manejo hospitalario del niño con trauma requiere de una sala de urgencias equipada y
personal entrenado.
Se transcribe a continuación la propuesta modificada del Advanced Trauma Life
Support Course del American College of Surgeons.
B) Respiración
La evaluación de la mecánica respiratoria sigue al control de la vía aérea y mientras
administramos oxígeno buscamos la presencia de signos de insuficiencia respiratoria
grave. Se observará posición de la traquea, presencia de ingurgitación yugular,
frecuencia respiratoria, amplitud de los movimientos torácicos, trabajo respiratorio
excesivo (aleteo nasal, retracciones intercostales, incoordinación tóraco-abdominal),
auscultación en busca de asimetrías, y coloración de piel. o signos de lesiones
penetrantes.
La insuficiencia respiratoria en el niño traumatizado habitualmente es debida a
neumotórax, hemotórax o contusión pulmonar.
El neumotórax a tensión se sospechará si hay desviación traqueal con ingurgitación
yugular, hemitórax más grande, hipersonoridad timpánica unilateral o ausencia de
ruidos respiratorios a la auscultación. Es de diagnóstico clínico y su tratamiento no debe
postergarse para su confirmación radiológica. En caso de sospecha de neumotórax a
tensión se insertará una aguja o un catéter en el cuarto espacio intercostal a nivel de
línea axilar anterior, para descomprimir con rapidez antes de proceder a la
toracocentesis con tubo (ver capítulo 56).
La toracocentesis de urgencia está indicada cuando hay ausencia de ruidos respiratorios,
asociada a hipersonoridad o matidez, y a inestabilidad respiratoria o hemodinámica.
Una eventualidad posible es el tórax inestable producido habitualmente por fractura de
varias costillas, cuyo tratamiento requiere analgesia y frecuentemente IOT y soporte
ventilatorio.
Las heridas torácicas abiertas se cubrirán con una compresa vaselinada estéril fijada con
leuco, dejando un borde libre buscando el efecto valvular.
El oxígeno como ya se dijo es prioritario y debe administrársele sistemáticamente al
niño con trauma, hasta demostrar mediante la oximetría de pulso que no lo necesita.
D) Mini-examen neurológico
Su objetivo es detectar signos precoces de sufrimiento cerebral y establecer un punto de
referencia para evaluaciones posteriores.
Comprende una rápida estimación del compromiso de conciencia mediante la escala de
Glasgow o mediante el sistema A-V-P-U (alerta-verbal-dolor-sin respuesta) y una
valoración del estado de las pupilas: tamaño, simetría y reactividad a la luz.
En los pacientes con trauma de cráneo y alteración de conciencia, es primordial evitar la
hipoxia, la hipercapnia y la hipotensión para así prevenir el daño cerebral secundario.
En los niños con Glasgow inferior a 9 se procederá a la IOT si aún no se había
realizado. En aquellos que presenten signos de hipertensión endocraneana
(descerebración, decorticación midriasis unilateral fija, midriasis bilateral fija) o
descenso rápido en la puntuación de la Escala de Coma de Glasgow atribuible al TEC,
se hará tratamiento empírico de la hipertensión endocraneana con hiperventilación
moderada y si no hay respuesta y el paciente está normovolémico se administrará
manitol al 20% (0.25 g/k i.v.) reponiendo la diuresis.
Para completar esta fase inicial será necesaria la colocación de una sonda orogástrica
(para evitar riesgos de distensión gástrica y aspiración), una sonda vesical (para evaluar
respuesta diurética), obtener muestras de sangre y orina para exámenes y administrar
toxoide tetánico si fuera necesario.
2) Reconocimiento secundario
Sus principales objetivos son: definir la magnitud del trauma e iniciar el tratamiento de
las lesiones. Implica el examen sistemático y detallado de cada región corporal para
identificar lesiones no reconocidas inicialmente. Se recomienda realizar este examen
sistemático en sentido céfalo-caudal.
Requiere el apoyo de exámenes complementarios apropiados. Deben realizarse dos
estudios radiológicos sistemáticos con equipo portátil: Rx lateral de columna cervical y
Rx de frente de tórax. Es opcional realizar un tercer estudio radiológico (Rx de pelvis)
(ver Cap. 79).
En este período de evaluación secundaria deben considerarse tres medidas prioritarias:
la sedación, la analgesia (teniendo en cuenta los posibles efectos adversos de la morfina
en pacientes hipovolémicos) y la prevención de la hipotermia secundaria.
La evaluación por sectores comprende:
a) Cabeza y cara
Se prestará atención especial al examen del cráneo (hematomas y hundimientos)
y de las membranas del tímpano en busca de signos de lesión craneoencefálica.
Debe sospecharse fractura de base de cráneo cuando existe salida de sangre y/o
LCR nasal u ótico, o hematoma «en anteojos» (ojos de mapache) o
retroauricular en mastoides (signo de battle). Es preciso palpar la cara para
valorar crepitación o fracturas.
b) Cuello
La exploración del cuello en la AITP requiere retirar la parte anterior del collarín
mientras otra persona inmoviliza el cuello, valorando en la parte anterior
centralidad de la traquea, ingurgitación venosa (neumotórax, taponamiento
cardíaco), pulsos carotídeos, presencia de hematomas y de enfisema subcutáneo
(que puede asociarse a neumotórax hipertensivo o rotura traqueal).
Mediante la introducción cuidadosa de una mano se explora la parte posterior
del cuello en la búsqueda de deformidades y puntos dolorosos. Si el paciente aún
no tiene colocado el collar cervical, será el momento apropiado para hacerlo.
Los signos de sospecha de lesión medular cervical son: parálisis fláccida
arrefléxica, pérdida del tono del esfinter anal, respiración diafragmática o
movimientos de apertura bucal con intención de respirar, flexión de los brazos
con imposibilidad de extenderlos, priapismo y shock medular (hipotensión con
bradicardia sin frialdad de extremidades).
Se complementa con Rx lateral de cuello.
c) Tórax
Se estima que el tórax está comprometido en el 10 % de los traumatismos
pediátricos severos. La presencia de fracturas costales (objetivables por
crepitación y dolor intenso a la palpación) se asocia habitualmente con trauma
grave y con lesiones parenquimatosas pulmonares (neumotórax y/o contusión
pulmonar y/o hemotórax) o cardíacas. Si no fueron detectadas en la valoración
respiratoria inicial, deberán buscarse nuevamente áreas de hipoventilación o
asimetrías torácicas que pueden asociarse a neumotórax o hemotórax. Cuando se
acompañan de insuficiencia respiratoria es imperioso drenarlos.
Se complementa con Rx antero-posterior de tórax.
d) Abdomen
Se prestará especial atención a la presencia de dolor, equímosis y heridas
penetrantes, aunque en el niño lo más frecuente es que el trauma abdominal sea
cerrado. La incidencia de lesiones de vísceras macizas, especialmente hígado y
bazo, es más frecuente en niños que en adultos.
En los niños víctimas de politraumatismos, siempre debe tenerse en cuenta la
posibilidad de una lesión de los órganos abdominales, sobre todo si existe shock
hipovolémico inexplicado.
Estas lesiones tienen habitualmente repercusión hemodinámica y pueden
confirmarse por ecografía y tomografía computada.
e) Pelvis y periné
La compresión lateral de la pelvis puede evidenciar dolor o crepitación cuando
hay fracturas, las que se confirman con la radiología.
El examen del meato uretral puede evidenciar sangrado que hace sospechar
lesión de uretra y contraindica el sondaje vesical.
El tacto rectal permite valorar el tono del esfínter anal, afectado en lesiones
medulares y puede poner en evidencia la presencia de sangre en lesiones del
tubo digestivo.
f) Dorso
Es preciso el examen de la espalda debiendo realizarse movilizando al paciente
el bloque, con cuidado, manteniendo la alineación cervical. Puede poner en
evidencia lesiones que pasaron desapercibidas en el examen inicial,
habitualmente realizado en posición supina.
g) Miembros
Deben examinarse las extremidades buscando hematomas, heridas o áreas
dolorosas o de crepitación, valorando los pulsos distales a la lesión para
descartar sindrome compartimental. Es importante que una vez reconocidas las
fracturas se inmovilicen en forma temprana lo que contribuye a controlar el
dolor y hace posible la movilización del paciente para otros procedimientos.
3) CATEGORIZACIÓN
Para la categorización del trauma pediátrico se utiliza el score de Tepas o Índice de
Trauma Pediátrico (ITP) un instrumento reconocido inter nacionalmente (ver Cap. 2 y
Tabla II). Está demostrado que la mortalidad aparece a partir de un ITP igual o menor
de 8 y que se incrementa de manera exponencial a medida que el ITP desciende.
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