Polemica Chulla Quiteño
Polemica Chulla Quiteño
Polemica Chulla Quiteño
Hernán Servilla M.
Con todo, los primeros años hubo sendas celebraciones tanto en la fecha de
fundación como en la de asentamiento, con eventos culturales, desfiles,
presentaciones artísticas y demás. Hasta que de a poco la celebración
decembrina ganó terreno. Por entonces se hizo popular la canción del “santo del
Quintana” llamada “La Tuna Quiteña” constituyéndose en un auténtico himno de las
primeras fiestas de Quito (1).
Aquí empieza el primer problema: pues mientras “la viuda de Carpio aseguraba
que la música fue compuesta en 1946 en Patate y que él mismo hizo el texto en
1947” (3), la familia del “Potolo” Valencia reclamaban para éste el honor de la
letra.
Otra, muy curiosa y poco conocida, nos remite a la esencia misma de la canción,
es decir, ser creación de un “chulla quiteño”. Leovigildo Muñoz Ojeda era un
lojano avecindado en Quito, de cabello rubio rizado y ojos azules de mirada
vivaz y penetrante. Su carácter alegre y su humor chispeante le llevaron a la
vida bohemia en la que, como buen lojano, cantaba y componía versos para
amenizar las largas noches de festejo, en cercana compañía del "Potolo"
Valencia, de Gonzalo Benítez, el "gato" Araujo, Carlota Jaramillo y tantos otros
músicos de la época. La vena poética le venía de familia, su hermano Florentino
era canónigo de la Catedral del Loja, poeta sagrado y autor del valse “Adiós
Macará”. Hasta la vejez fue un donjuan risueño, galante y enamorador.
Hay registro escrito, partituras de los primeros pasacalles, que han sido
instrumentalizadas a fin de recuperar su valor como acervo cultural. Una de
estas partituras, inéditas y anónima contiene la música de un pasacalle que ha
sido llamado “Chulla Otavaleño”, pues los acordes iniciales de la obra coinciden
casi a la perfección con las conocidísimas notas del “Chulla Quiteño”.
Lo más curioso es que al menos hasta la década del 20 este pasacalle se tocaba
en la región de Imbabura, pues el Conjunto de Cuerdas de la familia Paredes –
tres generaciones de músicos- lo interpretaban en su repertorio: la segunda
generación de músicos de esta familia lo incluyó en el programa para festejar la
inauguración de la fábrica de tejidos de Atuntaqui en 1921 (7), esto es entre
veintidós y veinticinco años antes de la música compuesta por Carpio.
Alfredo Carpio Flores tocaba de oído y no por nota (no había estudiado en el
Conservatorio, sino odontología en la Universidad Central sin obtener el grado),
quien transcribía su música a la partitura era su amigo el compositor José
Ignacio Canelos. Hijo de un cantor y organista de la Catedral de Ibarra, había
nacido en la hacienda Pesillo, dividida entre Pichincha e Imbabura, y fue
bautizado en Ibarra en 1900, de tal manera que estuvo ligado a esta región y a
su música desde su nacimiento. ¿Será que Canelos hizo un “préstamo musical” de
aquello que conocía desde joven para completar la obra de Carpio?
Notas:
1) Sevilla, Hernán; “El santo del Quintana: las primeras Fiestas de Quito”, en:
https://www.facebook.com/note.php?note_id=50038714848
2) Guerrero, Pablo; Enciclopedia de la música ecuatoriana; Quito; 2002-2005,
citado en http://soymusicaecuador.blogspot.com/2011_05_01_archive.html
3) Idem
5) Idem
7) Pro Meneses, Alejandro; Discografía del pasillo ecuatoriano; Ed. Abya Yala;
pág. 127