Icaro y Dedalo
Icaro y Dedalo
Icaro y Dedalo
Dédalo e Ícaro
Una noche subieron el tejado y desde allí; divisando Atenas, veían las aves
e imaginaban distintos mecanismos para volar. Ícaro se marchó cansado, y
después de engañar Dédalo a Talos, lo mató empujándole desde lo alto
del tejado de la Acrópolis. Al darse cuenta del gran error que había
cometido, para evitar ser castigado por los atenienses, huyeron a la isla de
Creta, donde el rey Minos los recibió muy amistosamente y les encargaron
muchos trabajos.
El rey Minos, que había ofendido al rey Poseidón, recibió como venganza
que la reina Pasifae, su esposa, se enamorara de un toro. Fruto de este
amor nació el Minotauro, un monstruo mitad hombre y mitad toro.
Durante la estancia de Dédalo e Ícaro en Creta, el rey Minos les reveló que
tenía que encerrar al Minotauro. Para encerrarlo, Minos ordenó a Dédalo
construir un laberinto formado por muchísimos pasadizos dispuestos de
una forma tan complicada que era imposible encontrar la salida. Pero
Minos, para que nadie supiera como salir de él, encerró también a Dédalo
y a su hijo Ícaro.