El Padre Nuestro Al Revés
El Padre Nuestro Al Revés
El Padre Nuestro Al Revés
Un amigo me ha repetido en muchas ocasiones, poniendo como ejemplo la lista de los dones del
Espíritu Santo, que algunos textos de la Biblia hay que leerlos “al revés”: así pues, en el caso de esa
lista, el primero de los dones sería “el temor de Dios” (cfr. Is 11,1-3).
Cada una de las peticiones del Padre Nuestro siempre me ha llamado la atención, pero me
parecían “sueltas”, como monedas de oro, cada una distinta. Hoy siento como si fuera “un collar”
o, mejor, como “una escalera” de subida y de bajada.
La primera noche de mis vacaciones de verano, cuando intentaba conciliar el sueño, las ideas iban
y venían. Recordé precisamente “leer la lista del revés”, mientras rezaba el Padre nuestro.
Todo hombre teme al mal. Nadie quiere que le suceda nada malo. Pero lo que experimento todos
los días es que no sé distinguir el bien del mal. Deseo el bien que quiero y, sin embargo, hago el
mal que no quiero (cfr. Rm 7,14-25). ¿Quién me librará de esta ley que tengo en mi cuerpo?…
Gracias sean dadas a Jesucristo. Por eso lo primero que recibo de ti, es que me (nos) libras del mal
y de las ataduras del maligno, de la ceguera de no ver mi vida y menos la de los demás.
No me (nos) dejes caer en la tentación de creer que no nos amas, de que no te ocupas de
nosotros, de que es inútil todo esfuerzo; de que “no sirve” para nada mi salvación, ni la de los
otros. Una vez que me has librado del mal, dame la confianza de un niño, que se sabe querido,
también cuando le regañan.
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
¿Qué quiere un buen padre? Sobre todo que se lleven bien los hermanos entre sí. ¿Cómo
conocerán los demás el amor de Dios? Solo a través del amor entre los hermanos. ¿Cómo puedo
unirme al amor de Dios? Compartiendo con Él las deudas que los demás tengan conmigo y, al
compartirlas, Él las perdona y a mí… “no me queda más remedio” que perdonar… si realmente
quiero compartir con Él. Después de librarme del mal y de la tentación, haz que tenga entrañas de
misericordia con los que me rodean.
danos hoy nuestro pan de cada día
¡Oh, maravilla! Danos tu cuerpo, tu eucaristía. Por eso era tan importante el paso anterior. Por eso
la “comunión entre los hermanos” y la comunión contigo están tan unidas. Me quieres dar tu vida,
vida eterna que no se acaba, vida trinitaria que es comunión entre personas: eucaristía que parte
del perdón de los pecados (propios y ajenos) y lleva a dar la vida por los demás y por uno mismo
en Cristo Jesús. ¿Es que alguien puede dar más?
Sí, me quieres dar tu vida en la eucaristía; y yo, ¿qué te puedo dar? ¿Qué tengo que necesites de
mí? Solo mi voluntad. Soy libre gracias sólo a ti. Sigo siendo esclavo, sólo por mi voluntad de pecar.
Sólo seré realmente libre cuando te entregue mi voluntad. Este camino es duro, superior a mis
fuerzas. Para este camino, tengo el viático (el pan del camino) como Elías (cfr. 1R 19,1-8), para
seguir caminando.
¿Qué mejor reinado que hacer tu voluntad? ¿Qué mayor justicia que tu perdón? ¿Qué mejor
gobierno que tu misericordia? Ahora empiezo a comprender que este es “tu plan de gobierno”.
Ayúdanos a traer tu Reino a esta tierra, para lo cual ayúdame a entregarte mi voluntad sólo a ti.
Si el Reino de Dios se hace visible, es la mejor manera de “santificar tu Nombre”. ¿Cómo ven los
hombres a Dios? A través de otros hombres, mediante sus obras y su predicación. Cuántas veces
se mancilla tu Nombre por nuestros pecados (cfr. Ez 36,16-32). Si mediante la eucaristía hacemos
tu voluntad, traeremos el Reino de Dios a la tierra y esto tiene como respuesta el gozoso grito del
corazón: “Bendito sea el Nombre del Señor”, “Bendito el que viene en el nombre del Señor”,
“Maran Atha” (cfr. 1Co 16,22).
Amén.
Conclusión
El Padre Nuestro leído al revés, es para mí el programa de vida que Jesucristo nos ha regalado para
crecimiento de un cristiano. Jesucristo es “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6) y nos regaló el
Padre Nuestro enseñando a orar a sus discípulos.
Él les dejó este programa, o mejor esta “escalera al cielo”, como la escala de Jacob (cfr. Gn 28,10-
19), por donde poder ascender y llegar a compartir la vida de la Trinidad. La diferencia con Jacob
es que éste era un hombre y tuvo esa “caricia de Dios” y Jesucristo habla del Padre porque solo Él
conoce a su Padre.
Por otro lado, el Padre Nuestro, tal como lo recitamos, es, a la luz de los razonamientos anteriores,
misericordia de Dios, que “baja por esta escalera” (“inclinó los cielos y bajó” o bien “descendió a
los infiernos”: Sal 18,10, cfr. 1P 3,13-17 y el Credo), para acabar con el mal profundo de todo
hombre.
y líbranos del mal. Amen Todo hombre teme al mal. Nadie quiere
que le suceda nada malo. Pero lo que
experimento todos los días es que no sé
distinguir el bien del mal. Deseo el bien que
quiero y, sin embargo, hago el mal que no
quiero (cfr. Rm 7,14-25). ¿Quién me librará
de esta ley que tengo en mi cuerpo?…
Gracias sean dadas a Jesucristo. Por eso
lo primero que recibo de ti, es que me
(nos) libras del mal y de las ataduras del
maligno, de la ceguera de no ver mi vida
y menos la de los demás.
no nos dejes caer en la tentación No me (nos) dejes caer en la tentación de
creer que no nos amas, de que no te
ocupas de nosotros, de que es inútil todo
esfuerzo; de que “no sirve” para nada mi
salvación, ni la de los otros. Una vez que
me has librado del mal, dame la
confianza de un niño, que se sabe
querido, también cuando le regañan.
perdona nuestras ofensas como también ¿Qué quiere un buen padre? Sobre todo
nosotros perdonamos a los que nos que se lleven bien los hermanos entre sí.
ofenden ¿Cómo conocerán los demás el amor de
Dios? Solo a través del amor entre los
hermanos. ¿Cómo puedo unirme al amor
de Dios? Compartiendo con Él las deudas
que los demás tengan conmigo y, al
compartirlas, Él las perdona y a mí… “no
me queda más remedio” que perdonar…
si realmente quiero compartir con Él.
Después de librarme del mal y de la
tentación, haz que tenga entrañas de
misericordia con los que me rodean.
danos hoy nuestro pan de cada día ¡Oh, maravilla! Danos tu cuerpo, tu
eucaristía. Por eso era tan importante el
paso anterior. Por eso la “comunión entre
los hermanos” y la comunión contigo
están tan unidas. Me quieres dar tu vida,
vida eterna que no se acaba, vida trinitaria
que es comunión entre personas: eucaristía
que parte del perdón de los pecados
(propios y ajenos) y lleva a dar la vida
por los demás y por uno mismo en
Cristo Jesús. ¿Es que alguien puede dar
más?
hágase tu voluntad en la tierra como en el Sí, me quieres dar tu vida en la eucaristía;
cielo y yo, ¿qué te puedo dar? ¿Qué tengo que
necesites de mí? Solo mi voluntad. Soy
libre gracias sólo a ti. Sigo siendo
esclavo, sólo por mi voluntad de pecar.
Sólo seré realmente libre cuando te
entregue mi voluntad. Este camino es
duro, superior a mis fuerzas. Para este
camino, tengo el viático (el pan del camino)
como Elías (cfr. 1R 19,1-8), para seguir
caminando.
venga a nosotros tu reino ¿Qué mejor reinado que hacer tu voluntad?
¿Qué mayor justicia que tu perdón? ¿Qué
mejor gobierno que tu misericordia? Ahora
empiezo a comprender que este es “tu plan
de gobierno”. Ayúdanos a traer tu Reino a
esta tierra, para lo cual ayúdame a
entregarte mi voluntad sólo a ti.
santificado sea tu nombre Si el Reino de Dios se hace visible, es la
mejor manera de “santificar tu Nombre”.
¿Cómo ven los hombres a Dios? A través
de otros hombres, mediante sus obras y su
predicación. Cuántas veces se mancilla tu
Nombre por nuestros pecados (cfr. Ez
36,16-32). Si mediante la eucaristía
hacemos tu voluntad, traeremos el Reino
de Dios a la tierra y esto tiene como
respuesta el gozoso grito del corazón:
“Bendito sea el Nombre del Señor”,
“Bendito el que viene en el nombre del
Señor”, “Maran Atha” (cfr. 1Co 16,22).
padre nuestro que estás en los cielos Al final de este camino, sólo cabe darte
gracias, Padre, no como “padre mío”, sino
como Padre nuestro, Padre de tu hijo
único, Jesucristo, que nos das la vida y nos
quieres dar tu vida trinitaria, que no
perdonaste a tu único Hijo, por tenernos a
todos (cuando éramos tus enemigos y
esclavos del pecado) (cfr. Rm 9,11); porque
quieres que seamos uno en ti, por
mediación de tu Hijo, que nos abre a la vida
del Espíritu Santo en tu lglesia.
Omoc ne le oleic.
sonad yoh ortseun nap ed adac aid
(SE UTILIZA PARA SACAR, TODO TIPO DE COSAS O ESPIRITUS MALOS CON UN TABACO AL REVES,
ES MUY BUENA LA ORACION )
Hijo mío
No te preocupes.
Sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.
Tu Padre
Amen-