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El Efecto Mandela

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El curioso y popular efecto Mandela se produce cuando creemos recordar situaciones,

hechos o acontecimientos de forma errónea como si fueran reales, cuando a veces ni tan
siquiera han llegado a ocurrir. Es decir, nos inventamos cosas que damos por sucedidas
sin ser ciertas.

La explicación, básicamente, se podría reducir a que nuestro cerebro es adaptativo y


tiende a administrar los recursos de manera eficiente. Ese procesamiento rápido de la
información puede llevar al cerebro a colocar datos donde no son, como cuando
tecleamos rápidamente en el teclado y se nos escapa alguna letra fuera de lugar. Al
cerebro le compensan, con creces, esos pequeños errores en beneficio de un
procesamiento más rápido y eficiente de la información. Completa huecos que le faltan
como si de un puzzle se tratase con la pieza que mejor le encaje dentro de la coherencia.

>> Artículo relacionado: Rumores: factores y funciones.

Algunas de las explicaciones de índole psicológica podrían ser:

 Efecto arrastre. Este tipo de efecto está relacionado con la validación social.
Se produce cuando nos creemos algo porque otras personas de nuestro entorno
también lo hacen.
 Sesgo de confirmación. Cuando damos prioridad a la información que confima
nuestras creencias iniciales.
 Criptomnesia. El cerebro coloca datos imaginados en lugares de la memoria
con contenidos reales.
 Falsa atribución. Si en algún momento te has creído algo que te han contado
aunque luego resulte falso, tu mente volverá a recordar lo que previamente
almacenó como verdadero. Esto puede dar lugar a disonancias cognitivas, es
decir a que tu propio cerebro entre en conflicto rechazando la nueva versión a
pesar de ser la correcta.
 Confabulación. Es producida por un posible deterioro de la memoria. Cuando
se intenta recordar algo que realmente no se tiene almacenado se falsea la
respuesta generada, se completa con lo que se puede. Eso no quiere decir que sea
una mentira consciente.

>> Artículo relacionado: Efecto Zeigarnik: ¡necesito ver el siguiente capítulo!

16 ejemplos de efecto Mandela muy curiosos.

Aquí tienes un listado con 15 curiosos efectos Mandela que te harán darle vueltas a la
cabeza:

1. La muerte de Mandela.

Comenzamos por el hecho que da nombre a este efecto. La bloguera Fiona Broome fue
la persona que popularizó este efecto al creer firmemente que Nelso Mandela había
muerto años antes de su muerte real en 2013. Al parecer esto le sucedía a mucha más
gente, que incluso decía recordar detalles de su funeral. Otra gente recordaba su muerte
en prisión, cuando realmente Mandela murió ya fuera de la cárcel.

>> Artículo relacionado: Psicólogos inventan una vacuna contra las noticias falsas.
2. Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del reino?

Seguramente relaciones esta frase con Blancanieves pero… en la película de Disney no


dicen «espejito, espejito». Te reto a que intentes comprobarlo. Lo curioso de esto es que
en 2012 Julia Roberts lprotagonizó una película llamada Mirror, Mirror basada en esta
historia. ¿Le pondrían este nombre influenciados por el efecto Mandela?

3. Mickey Mouse.

Hazte una imagen mental del ratón más famoso del mundo. ¿Lo tienes? Ahora dime,
¿lleva tirantes? Seguramente digas que sí, pero… no, Mickey no lleva tirantes.

4. El señor del Monopoly.

Hagamos el mismo ejercicio que con Mickey. Todo el mundo ha jugado alguna vez al
Monopoly y seguro que recuerdas al señor que lo representa en su logotipo. Pues bien,
una vez que tengas su imagen mental, ¿dírías que lleva un monóculo en el ojo o no?
¿Qué crees? La respuesta es que no, aunque seguramente pensabas que sí.

5. ¡Rafa, no me jodas!

La gente futbolera en España seguramente se acuerde de aquel famoso juez de línea,


Rafa Guerrero, que pitó un penalti y expulsión de un jugador del Zaragoza ante el
Barcelona. Estoy completamente seguro de que piensas que le decía: ¡Rafa, no me
jodas! Pues no, jamás se dijo esa frase. Lo que dicen es «Vaya, joder, Rafa,
cagonemimadre».

>> Artículo relacionado: Las 17 distorsiones cognitivas más frecuentes.

6. Luke, yo soy tu padre.

Este quizás sea el efecto Mandela más famoso. La archiconocida frase de «Luke, yo soy
tu padre» de Star Wars nunca llegó a decirse de esa manera. En realidad no menciona el
nombre de Luke en ningún momento.
>> Artículo relacionado: 30 series psicológicas que todo psicólogo o futuro psicólogo
debería ver.

7. We Are The Champions…of the world.

La archiconocida canción de Queen se te viene rápidamente a la cabeza. Pero, ¿sabrías


decirme como termina? ¿termina con un «of the world», no? Pues no.

*Nota: quizás una de las explicaciones sea que en los concietos de Queen era habitual
que sí terminasen la canción con el «of the wordl». No obstante, la versión de estudio
no lo lleva.

8. Teresa de Calcuta.

Teresa de Calcuta fue beatificada en 2003 y canonizada en 2016 , es decir hace poco.
Prácticamente todo el mundo tiene la percepción de que este hecho ocurrió hace más de
20 años.

9. The Simpsons.

Todo el mundo conoce a estos simpáticos personajes de color amarillo. Sin embargo, el
apellido de Homer, Bart y compañia termina en S? No. Realmente son Los Simpson, sin
S.

Véase que en la versión original en inglés sí se llama la serie como ‘The Simpsons’ pero
su traducción al español es ‘Los Simpson’, aunque todo el mundo los llama ‘Los
Simpsons’.

10. Ladran Sancho, señal que cabalgamos.

Todo el mundo relaciona esta frase con El Quijote pero no sale en toda la obra.

11. Tiananmen.

En julio de 1989 un hombre le plantó cara a varios tanques en la masacre de la plaza de


Tiananmen en China. Mucha gente asegura que los tanques terminaron aplastando a
aquel valiente hombre. Eso nunca sucedió, como se puede comprobar en el vídeo.

>> Artículo relacionado: Efecto Shadenfreude: sentir alegría por el mal ajeno.

12. Ricky Martin.

En España se extendió el rumor de que el famoso programa ¡Sorpresa, Sorpresa!, el


cantante Ricky Martin salía de un armario para sorprender a una fan a la cual se
encontró con su perro y un tarro de mermelada. Mucha gente aseguró haber visto la
imagen, cuando nunca sucedió.

13. 23F.
Mucha gente en España recuerda haber seguido en directo por la televisión el intento de
golpe de estado del 23 de Febrero de 1981. En realidad solo fue retransmitido en directo
por la radio.

14. Risky Bussines.

Mucha gente ha intentado imitar el famoso baile que realiza Tom Cruise en calzoncillos,
calcetines y camisa. El actor aparece en escena deslizándose por el pasillo. La mayoría
de la gente que imita esta escena lo hace con gafas de sol. Pero…el personaje no lleva
gafas de sol.

15. El pensador.

La famosa escultura de Auguste Rodin, El Pensador, es recordada por todos. Sin


embargo, mucha gente recuerda a esta persona pensante con la palma de la mano sobre
la frente. Larealidad es que está apoyado sobre la barbilla.

16. Looney Toons.

¿Conoces a estos simpáticos dibujos animados liderados por Bugs Bunny? Vale, pues
no es Toons, es Looney Tunes.
Si sabes más efectos Mandela, compártelos en los comentarios.

PSICOLOGÍA

La envidia y el síndrome de Solomon

Formamos parte de una sociedad que tiende a


condenar el talento y el éxito ajenos
La envidia paraliza el progreso por el miedo que
genera no encajar con la opinión de la mayoría
Uno de los mayores temores del ser humano es
diferenciarse del resto y no ser aceptado
Borja Vilaseca

1 ABR 2016 - 14:47 CEST

CARLOS SPOTTORNO

En 1951, el reconocido psicólogo estadounidense Solomon Aschfue a un


instituto para realizar una prueba de visión. Al menos eso es lo que les
dijo a los 123 jóvenes voluntarios que participaron –sin saberlo– en un
experimento sobre la conducta humana en un entorno social. El
experimento era muy simple. En una clase de un colegio se juntó a un
grupo de siete alumnos, los cuales estaban compinchados con Asch.
Mientras, un octavo estudiante entraba en la sala creyendo que el resto
de chavales participaban en la misma prueba de visión que él.

Haciéndose pasar por oculista, Asch les mostraba tres líneas verticales
de diferentes longitudes, dibujadas junto a una cuarta línea. De izquierda
a derecha, la primera y la cuarta medían exactamente lo mismo.
Entonces Asch les pedía que dijesen en voz alta cuál de entre las tres
líneas verticales era igual a la otra dibujada justo al lado. Y lo organizaba
de tal manera que el alumno que hacía de cobaya del experimento
siempre respondiera en último lugar, habiendo escuchado la opinión del
resto de compañeros.

La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo


social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con
la opinión de la mayoría”
(Solomon Asch)

La respuesta era tan obvia y sencilla que apenas había lugar para el error.
Sin embargo, los siete estudiantes compinchados con Asch respondían
uno a uno la misma respuesta incorrecta. Para disimular un poco, se
ponían de acuerdo para que uno o dos dieran otra contestación, también
errónea. Este ejercicio se repitió 18 veces por cada uno de los 123
voluntarios que participaron en el experimento. A todos ellos se les hizo
comparar las mismas cuatro líneas verticales, puestas en distinto orden.

Cabe señalar que solo un 25% de los participantes mantuvo su criterio


todas las veces que les preguntaron; el resto se dejó influir y arrastrar al
menos en una ocasión por la visión de los demás. Tanto es así, que los
alumnos cobayas respondieron incorrectamente más de un tercio de las
veces para no ir en contra de la mayoría. Una vez finalizado el
experimento, los 123 alumnos voluntarios reconocieron que “distinguían
perfectamente qué línea era la correcta, pero que no lo habían dicho en
voz alta por miedo a equivocarse, al ridículo o a ser el elemento
discordante del grupo”.

A día de hoy, este estudio sigue fascinando a las nuevas generaciones de


investigadores de la conducta humana. La conclusión es unánime:
estamos mucho más condicionados de lo que creemos. Para muchos, la
presión de la sociedad sigue siendo un obstáculo insalvable. El propio
Asch se sorprendió al ver lo mucho que se equivocaba al afirmar que los
seres humanos somos libres para decidir nuestro propio camino en la
vida.

La luz de Nelson Mandela

Después de 27 años en la cárcel y ser elegido en 1994 presidente electo


de Sudáfrica, Nelson Mandela compartió con el mundo entero uno de
sus poemas favoritos, escrito por Marianne Williamson: “Nuestro temor
más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más
profundo es que somos excesivamente poderosos. Es nuestra luz, y no
nuestra oscuridad, la que nos atemoriza. Nos preguntamos: ¿quién soy
yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En realidad,
¿quién eres para no serlo? Infravalorándote no ayudas al mundo. No hay
nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan
inseguras cerca de ti. Esta grandeza de espíritu no se encuentra solo en
algunos de nosotros; está en todos. Y al permitir que brille nuestra propia
luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo
mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra
presencia libera a otros”.

Más allá de este famoso experimento, en la jerga del desarrollo personal


se dice que padecemos el síndrome de Solomon cuando tomamos
decisiones o adoptamos comportamientos para evitar sobresalir, destacar
o brillar en un grupo social determinado. Y también cuando nos
boicoteamos para no salir del camino trillado por el que transita la
mayoría. De forma inconsciente, muchos tememos llamar la atención en
exceso –e incluso triunfar– por miedo a que nuestras virtudes y nuestros
logros ofendan a los demás. Esta es la razón por la que en general
sentimos un pánico atroz a hablar en público. No en vano, por unos
instantes nos convertimos en el centro de atención. Y al exponernos
abiertamente, quedamos a merced de lo que la gente pueda pensar de
nosotros, dejándonos en una posición de vulnerabilidad.

El síndrome de Solomon pone de manifiesto el lado oscuro de nuestra


condición humana. Por una parte, revela nuestra falta de autoestima y de
confianza en nosotros mismos, creyendo que nuestro valor como
personas depende de lo mucho o lo poco que la gente nos valore. Y por
otra, constata una verdad incómoda: que seguimos formando parte de
una sociedad en la que se tiende a condenar el talento y el éxito ajenos.
Aunque nadie hable de ello, en un plano más profundo está mal visto
que nos vayan bien las cosas. Y más ahora, en plena crisis económica,
con la precaria situación que padecen millones de ciudadanos.

Detrás de este tipo de conductas se esconde un virus tan escurridizo


como letal, que no solo nos enferma, sino que paraliza el progreso de la
sociedad: la envidia. La Real Academia Española define esta emoción
como “deseo de algo que no se posee”, lo que provoca “tristeza o
desdicha al observar el bien ajeno”. La envidia surge cuando nos
comparamos con otra persona y concluimos que tiene algo que nosotros
anhelamos. Es decir, que nos lleva a poner el foco en nuestras carencias,
las cuales se acentúan en la medida en que pensamos en ellas. Así es
como se crea el complejo de inferioridad; de pronto sentimos que somos
menos porque otros tienen más.

“Ladran, luego cabalgamos”


(dicho popular)

Bajo el embrujo de la envidia somos incapaces de alegrarnos de las


alegrías ajenas. De forma casi inevitable, estas actúan como un espejo
donde solemos ver reflejadas nuestras propias frustraciones. Sin
embargo, reconocer nuestro complejo de inferioridad es tan doloroso,
que necesitamos canalizar nuestra insatisfacción juzgando a la persona
que ha conseguido eso que envidiamos. Solo hace falta un poco de
imaginación para encontrar motivos para criticar a alguien.

El primer paso para superar el complejo de Solomon consiste en


comprender la futilidad de perturbarnos por lo que opine la gente de
nosotros. Si lo pensamos detenidamente, tememos destacar por miedo a
lo que ciertas personas –movidas por la desazón que les genera su
complejo de inferioridad– puedan decir de nosotros para compensar sus
carencias y sentirse mejor consigo mismas.

¿Y qué hay de la envidia? ¿Cómo se trasciende? Muy simple: dejando de


demonizar el éxito ajeno para comenzar a admirar y aprender de las
cualidades y las fortalezas que han permitido a otros alcanzar sus sueños.
Si bien lo que codiciamos nos destruye, lo que admiramos nos construye.
Esencialmente porque aquello que admiramos en los demás empezamos
a cultivarlo en nuestro interior. Por ello, la envidia es un maestro que nos
revela los dones y talentos innatos que todavía tenemos por desarrollar.
En vez de luchar contra lo externo, utilicémosla para construirnos por
dentro. Y en el momento en que superemos colectivamente el complejo
de Solomon, posibilitaremos que cada uno aporte –de forma individual–
lo mejor de sí mismo a la sociedad.
PSICOL OGÍA CLÍNICA

Folie à Deux (locura


compartida): los casos más
extraños
Un trastorno psicótico del que se han
reportado casos de lo más inquietantes.

Juan Armando Corbin

a Folie à Deux o trastorno psicótico compartido es uno de esos


fenómenos que tienen difícil explicación. ¿Cómo puede ser que
dos personas lleguen a compartir un brote psicótico? No son
muchos los casos reportados de esta patología, pero su presencia
sigue extrañando a psicólogos y psiquiatras del mundo entero.

La rareza de la Folie à Deux ha inspirado a distintas novelas y


películas. Ha sido llevado al cine con la película Heavenly
Creatures, en la que dos chicas jóvenes sufrían el delirio
compartido de que necesitaban asesinar a la madre de una de ellas
para seguir juntas, y en la película Intruders. Además, en uno de los
capítulos de la famosa serie Expediente X, un individuo provoca que
todo el mundo piense que su jefe es un monstruo.

Qué es la Folie à Deux?


Cuando hablamos sobre lo que es la realidad, acostumbramos a
entenderla como la verdad objetiva que siempre permanece ahí,
aunque nadie le preste atención o reflexione sobre ella. La realidad
es, por lo tanto, lo objetivo, lo que no depende de puntos de vista.
Así, es fácil que una persona llegue a desarrollar una visión
distorsionada de la realidad, pero se entiende que el diálogo entre
diversas gentes nos permite aproximarnos a una visión más realista
de ls cosas. Pero... ¿qué pasa cuando dos o más personas perciben la
realidad de un modo totalmente ilusorio? Esto es lo que pasa en
la Folie à Deux.

Este trastorno ocurre cuando dos o más personas comparten


síntomas psiquiátricos, habitualmente delirios. A pesar de que en
el CIE-10 y en el DSM-IV-TR el Folie à Deux es considerado un
tipo de trastorno psicótico, en el DSM V se reubica y no existe una
distinción específica para esta psicopatología.

'Folie à Deux' significa locura de dos


La denominación Folie à Deux, que literalmente significa locura de
dos, tiene un origen francés porque se usó por primera vez para
describir el caso del matrimonio de Margaret y Michael. Esta
pareja experimentó este trastorno psicótico compartido. Los
psiquiatras no sabían cuál de los dos comenzó el ciclo de la psicosis,
pero ambos se sumergieron en un circuito de retroalimentación
que reforzó los delirios del matrimonio.

Ambos pensaban que su casa estaba en el punto de mira de distintas


personas al azar. Estas personas jamás les robaron ni intentaron
destrozarles su hogar, sino que esparcían polvo o trozos de pelusa
alrededor de la casa, o caminaban con los zapatos de la pareja hasta
que gastaban sus suelas.

¿Quién puede sufrir Folie à Deux?


Generalmente, las personas que sufren Folie à Deux suelen tener
una estrecha relación y un nivel de aislamiento social significativo.
Por eso puede darse entre los miembros de un matrimonio, entre
hermanos o entre padres e hijos.

El caso de las hermanas Úrsula y Sabina


Eriksson
Un caso que se hizo muy famoso ocurrió en 2008, cuando Úrsula y
Sabina Eriksson, dos hermanas gemelas que estaban siendo
detenidas por intentar suicidarse cruzando la autopista. Tras
increpar a los agentes y a los paramédicos y acusarlos de querer
robarles los órganos y de que no eran reales, consiguieron cruzar
la autopista y ser impactadas por dos vehículos.
Úrsula quedó seriamente herida tras ser arrollada por un camión,
mientras que Sabrina, tras ser atropellada por un coche, se recuperó
a los pocos días. Tras pasar una noche en el calabozo por intentar
agredir a los agentes, continúo con sus delirios. El mismo día de
salir a la calle asesinó a un hombre y volvió a intentar suicidarse.
Fue condenada a cinco años de cárcel. El suceso fue grabado por las
cámaras de la policía. Te advertimos que las imágenes son duras.

Folie a Trois: otro extraño caso de


trastorno psicótico compartido
Otro caso que se hizo famoso es el de tres hermanas americanas que
protagonizaron un caso de Folie à Trois. Ninguna de ellas había
sufrido abusos ni tenía una historia clínica caracterizada por
trastornos mentales. El trastorno emergió repentinamente cuando las
tres hermanas estrecharon sus lazos, puesto que la mayor necesitaba
ayuda para cuidar de sus hijos. Las otras dos hermanas se mudaron
a una casa cercana, por lo que pasaban mucho tiempo juntas.

Con el tiempo, las tres hermanas tenían fuertes creencias religiosas


y la pequeña empezó a cuestionarse cómo podía haber distintas
interpretaciones de la biblia. En su delirio compartido, ella era la
elegida para poner orden a esta situación. Tras tres días rezando, sin
dormir, las hermanas creyeron que debían empezar su trabajo en
una casa que no era suya. Fueron a esa casa y pidieron a los dueños
de forma amable que les dejaran entrar. Cuando fueron rechazadas,
intentaron entrar a la casa. Entonces la policía hizo acto de
presencia, lo que provocó que las tres hermanas atacaran a los
agentes.

Causas del Trastorno Psicótico


Compartido
A pesar de que no está nada claro el origen de este trastorno, un
rasgo característico suele aparecer estos casos, además de la
estrecha relación, es el aislamiento social de ambos miembros.
Además, una situación estresante puede desencadenar los
síntomas psicóticos.

Los expertos piensan que entre los actores de esta psicopatología


hay una persona dominante que es la primera que sufre el trastorno,
y una persona dependiente que se considera una persona inducida al
trastorno.

Tratamientos posibles para este


trastorno
El objetivo del tratamiento es separar a la persona inducida y
tratar de estabilizar a la persona dominante. Por tanto, puede
existir un tratamiento distinto para ambos afectados.

Dicho tratamiento requiere psicoterapia para ayudar al paciente a


reconocer que tiene la patología. Así como para tratar los problemas
emocionales y relacionales que están presentes en el trastorno. El
tratamiento farmacológico también es necesario para actuar de
manera directa sobre los síntomas psicóticos. Por tanto, es necesario
administrar antipsicóticos para estabilizar al paciente con delirios.
TÓPICOS

 TRASTOR NO

Juan Armando Corbin


Psicólogo de las organizaciones
Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Máster en Recursos
humanos y experto en comunicación empresarial y coaching. Posgrado en Nutrición y
Alimentación Sanitaria y Social por la UOC. Especialmente interesado en el bienestar y
el deporte.
PSICOL OGÍA CLÍNICA

Brote Psicótico: definición,


causas, síntomas y
tratamiento
¿Quién puede sufrir un brote psicótico y
cómo actuar ante un caso así?
Los trastornos psicóticos son enfermedades mentales graves en las
cuales la persona pierde el contacto con la realidad. Uno de los
síntomas característicos de este tipo de psicopatologías es la
aparición de brotes psicóticosb(alucinaciones y delirios).

Un brote psicótico es una ruptura de la realidad de forma


temporal, y durante este periodo de tiempo la persona que lo sufre
no distingue si lo que le sucede es real o ficticio. Imágenes o
pensamientos aparecen en su mente como si todo fuese auténtico.
Pueden pensar que todo el mundo está en su contra y quieren acabar
con él o, por otro lado, pueden escuchar voces en su interior que le
dicen que debe suicidarse.

El brote psicótico debe ser tratado con fármacos y es preciso buscar


ayuda psicológica lo antes posible.

Brote psicótico: ¿quién puede sufrirlo?


Pero, ¿qué causa un brote psicótico? Parece ser que hay una cierta
predisposición genética a padecerla, que unido a factores
ambientales pueden desencadenar la presencia de brotes psicóticos.
En enfermedades como la esquizofrenia o el trastorno
paranoide es posible que, si el paciente no se medica, puedan
aparecer varios brotes psicóticos a lo largo de su vida.

Esta ruptura con la realidad puede ocurrir por distintos motivos, y


no solamente con estos dos trastornos psicóticos. Algunos pacientes
con trastorno bipolar o trastorno límite de la
personalidadtambién pueden experimentar un brote psicótico. En
algunos casos, incluso personas que nunca han sufrido un brote
psicótico pueden sufrir un único brote tras una situación emocional
muy estresante o por el consumo de drogas como la marihuana o los
alucinógenos.

Artículos recomendados:

 Investigación revela por qué la marihuana puede causar


esquizofrenia
 Una investigación descubre que la esquizofrenia es la
manifestación de ocho mutaciones genéticas

Síntomas
En casos de pacientes con trastornos psicóticos, la medicación se
hace necesaria para evitar estos episodios. Pero, por lo general, es
complicado anticiparse a él y prevenirlo. Lo habitual es que los
propios familiares busquen ayuda cuando el propio brote psicótico
está presente, y los pacientes suelen ser ingresados temporalmente
hasta que los síntomas han remitido.

Sin embargo, existen ciertas señales que pueden indicar este tipo
de comportamiento:

 El individuo muestra una conducta de aislamiento social, y


puede dejar de ir al trabajo o a la escuela
 Cambios en la forma de vestir y los hábitos, así como un
descuido de la apariencia y la higiene.
 La persona muestra una conducta desorganizada, poco habitual,
que parece carente de sentido, rara y extravagante.
 Presenta ideas extrañas que no parecen tener ninguna relación con
la realidad. Aunque no comparta este tipo de pensamientos con todo
el mundo, puede que se lo comente a algunas personas cercanas.

Diferencia entre delirios y alucinaciones


Los delirios y las alucinaciones, ambos presentes en el brote
psicótico, no son lo mismo ni se expresan del mismo modo. Los
primeros suelen manifestarse en el trastorno delirante o paranoide,
mientras que los segundos son típicos de la esquizofrenia.

Pero, ¿qué les diferencia exactamente? Los delirios son falsas


creencias. Es decir, creencias erróneas de la realidad sobre un
hecho u objeto existente. Son, en otras palabras, una distorsión de
un estímulo externo que está presente. Por ejemplo, cuando alguien
sufre delirios puede ir caminando por un centro comercial y creer
que la gente que se cruza está espiándole para luego darle la
información a la policía.

Por otro lado, las alucinaciones son percepciones falsas, como


oír, ver o sentir algo que en realidad no existe. Los pacientes con
esta condición realmente escuchan o ven cosas, pero esos objetos o
voces no están ahí realmente, son invenciones de la mente. Por
ejemplo, un individuo con alucinaciones puede creer que le hablan a
través de los enchufes de su casa.

Tratamiento
Cuando una persona sufre un brote psicótico necesita
tratamiento inmediato. Puesto que este es un trastorno grave, el
paciente suele ser ingresado para que pueda recibir el correcto
tratamiento farmacológico y psicológico. La administración de
fármacos antipsicóticos (por ejemplo, el haloperidolo la
olanzapina) es necesario para estabilizar al paciente, pero el apoyo
psicológico también es imprescindible, pues no solo sirve de ayuda
para los pacientes, sino que los familiares también pueden
beneficiarse de la ayuda psicológica para poder afrontar esta
situación. La psicoterapia es útil para proporcionar información,
herramientas y apoyo en estos casos.

En algunos casos (por ejemplo, el trastorno psicótico inducido por


sustancias), el paciente no vuelve a sufrir brotes psicóticos en su
vida. En otros casos, como la esquizofrenia, los brotes psicóticos
pueden volver a aparecer con cierta frecuencia. Es muy importante
aclarar que brote psicótico y esquizofrenia no son lo mismo.
Aunque a veces pueden confundirse ambos términos y usarse como
sinónimos, la esquizofrenia es un tipo de trastorno psicótico de larga
duración, mientras que un brote psicótico es una manifestación
aguda que tiene una breve duración. El brote psicótico se considera
un síntoma positivo de la esquizofrenia.

¿Quieres saber más sobre los distintos trastornos psicóticos que existen? En
nuestro artículo “Los 8 tipos de Trastornos Psicóticos” encontrarás información
sobre sus características.
Referencias bibliográficas:

 American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and statistical manual


of mental disorders : DSM-5. Washington, D.C.: American Psychiatric
Association.

 Leucht, S., Arbter, D., Engel, R.R., Kissling, W., Davis, J.M. (2009). How
effective are second-generation antipsychotic drugs? A meta-analysis of
placebo-controlled trials. Molecular Psychiatry. 14 (4): 429 - 447.

 Sims, A. (2002). Symptoms in the mind: An introduction to descriptive


psychopathology (3rd ed.). Edinburgh: Elsevier Science Ltd.

 Tsuang, M.T., Stone, W.S., Faraone, S.V. (2000). Toward Reformulating


the Diagnosis of Schizophrenia. American Journal of Psychiatry 157 (7):
1041-1050.

 Williams, P. (2012). Rethinking Madness: Towards a Paradigm Shift In Our


Understanding and Treatment of Psychosis. Sky’s Edge Publishing.

TÓPICOS

Juan Armando Corbin


Psicólogo de las organizaciones
Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Máster en Recursos
humanos y experto en comunicación empresarial y coaching. Posgrado en Nutrición y
Alimentación Sanitaria y Social por la UOC. Especialmente interesado en el bienestar y
el deporte.
PSICOL OGÍA CLÍNICA
Síndrome de Estocolmo:
amigo de mi secuestrador
Cuando los límites entre la amistad y el
antagonismo se diluyen...

Jonathan García-Allen

Hoy hablamos sobre el Síndrome de Estocolmo. Como


comentamos en el artículo "Los diez peores trastornos mentales",
el Síndrome de Estocolmo es un trastorno que afecta a algunas
personas que han sido víctimas de un secuestro y pueden desarrollar
algún tipo de sentimiento positivo hacia sus captores.

¿Qué es el Síndrome de Estocolmo?


El término hace referencia al robo de un banco que se produjo en
Estocolmo, Suecia, en Agosto de 1973. El ladrón secuestró a 4
personas (tres mujeres y un hombre) durante 131 horas. Cuando los
secuestrados fueron liberados, habían establecido lazos
emocionales con el secuestrador. Como simpatizaban con éste,
explicaron a los reporteros que veían a la policía como los enemigos
y sentían sentimientos positivos hacia el criminal.

El síndrome fue mencionado por primera vez por Nils Bejerot, un


profesor de medicina que se especializó en investigación sobre
adicciones y trabajó como psiquiatra para la policía sueca en el caso
del robo en el banco.

Los expertos no se ponen de acuerdo


El Síndrome de Estocolmo es considerado un mecanismo de
defensa, una reacción que nuestro cuerpo manifiesta ante una
situación traumática que sucedió, y los expertos no están
completamente de acuerdo en los factores que hacen más vulnerable
a una persona a la hora de sufrir el este síndrome. Son dos las
causas de este desacuerdo. Primero, que no sería ético probar las
teorías sobre este síndrome mediante la experimentación. Los datos
que se han obtenido hasta el momento por parte de las víctimas
difieren considerablemente.

La segunda causa hace referencia a qué relación tiene este síndrome


con otros tipo de relaciones abusivas. Muchos investigadores
piensan que el Síndrome de Estocolmo ayuda a explicar algunas
conductas de los supervivientes de los campos de concentración de
la II Guerra Mundial, las reacciones de los miembros de las
sectas, la permisividad de las mujeres maltratadas y los abusos
psíquicos o emocionales a niños.
Javier Urra, doctor en Psicología y Enfermería, explica en el
diario ABC: “Lo que sorprende es que la persona secuestrada
parece ponerse de parte del secuestrador y no de los rescatadores,
que le darán la libertad. Posiblemente ocurre porque su captor ha
estado muy próximo y no le ha matado, aunque podía haberlo
hecho, le ha dado de comer y le ha hecho un lavado de cerebro. El
rehén llega a un cierto pacto de no agresión, pero en el fondo, sin
saberlo, lo que busca es salvar su vida”

Pese a las discrepancias que existen entre los expertos, la mayoría


coinciden en tres características del Síndrome de Estocolmo:

 Los secuestrados tienen sentimientos negativos hacia la policía y las


autoridades
 Los secuestrados tienen sentimientos positivos hacia el captor
 El captor desarrolla sentimientos positivos hacia los secuestrados

¿Quién desarrolla el Síndrome de


Estocolmo?
El Síndrome de Estocolmo no afecta a todos los rehenes o
secuestrados. De hecho, un estudio del FBI que realizó a 4.700
víctimas de secuestros concluyó que el 27% de los secuestrados
desarrollaron este trastorno. Después, el FBI realizó entrevistas a
empleados de vuelo de varias aerolíneas que habían sido tomados
como rehenes en diferentes secuestros. Los datos revelaron que son
tres los factores necesarios para desarrollar este síndrome:
 El secuestro dura varios días o periodos más largos (semanas,
meses)
 Los secuestradores siguen en contacto con los secuestrados, es
decir, no los aíslan en una habitación separada
 Los captores son amables con los rehenes o los secuestrados y no
les hacen daño

Jonathan García-Allen
Psicólogo y entrenador personal en Tarragona y Barcelona |
Director de comunicación de Psicología y Mente

Jonathan García-Allen (Reus, 1983) es Graduado en Psicología por la Universitat de


Barcelona, con especialidad en Psicología de las organizaciones. También ha cursado
varios posgrados, entre los que destacan el de Gestión de Recursos Humanos por la
Universitat Rovira i Virgili, el postgrado en Psicología del Deporte por la UNED y el de
Mindfulness por la Universidad de Málaga. Experto universitario en Coaching por la
Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Es fundador y director de comunicación de la web Psicología y Mente, la mayor
comunidad en el ámbito de la psicología y las neurociencias.
Autor de dos libros de divulgación científica:

 «Psicológicamente hablando: un recorrido por las maravillas de la mente»,


de Ediciones Paidós.
 «¿Qué es la inteligencia? Del CI a las inteligencias múltiples», de la colección
Neurociencia & Psicología de El País y con la editorial EMSE EDAPP.

PSICOL OGÍA CLÍNICA


Síndrome de Ulises: el estrés
crónico en personas
inmigrantes
Irse a vivir lejos del hogar puede
situarnos en una situación de alto estrés y
aislamiento.

Arturo Torres

El síndrome de Ulises es un trastorno de estrés específico de


inmigrantes. Se asocia con las múltiples experiencias de duelo a las
que se enfrentan estas personas, así como con las dificultades que
deben superar para adaptarse al nuevo contexto.

En este artículo describiremos el síndrome de Ulises, sus síntomas


principales y sus causas más habituales. Para ello nos basaremos
fundamentalmente en la obra de Joseba Achotegui, el psiquiatra que
acuñó el término por el que nos referimos a esta alteración.

 Artículo relacionado: "La psicología detrás de la emigración"


¿Qué es el síndrome de Ulises?
El Síndrome de Estrés Crónico y Múltiple, conocido de forma
más frecuente como “síndrome de Ulises”, es un conjunto de
síntomas que se deriva de estresores graves asociados a la
emigración. Uno de los factores que más contribuyen en su
aparición es la escasez de recursos económicos a la que se enfrentan
muchas personas en esta situación.

La nomenclatura habitual de este síndrome hace referencia a


Odiseo, héroe de la mitología griega que fue conocido como
“Ulises” en el mundo romano. Según narran la Ilíada y la Odisea,
los dos principales textos épicos de la Antigua Grecia, tras
participar en la Guerra de Troya UIises navegó durante 10 años
pasando grandes dificultades antes de llegar a casa.

El término fue acuñado y popularizado en la década de 1990 por


Joseba Achotegui, que en la actualidad ejerce como profesor titular
de la Universidad de Barcelona y dirige el programa de apoyo que
recibe el nombre de “Servicio de Atención Psicopatológica y
Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados” o “SAPPIR”.

Aunque este síndrome puede afectar a personas de todas las edades,


la evidencia disponible revela que es más habitual en las personas
ancianas y de mediana edad. Esto se debe probablemente a
factores como el menor número de oportunidades de socialización y
la mayor dificultad para aprender el nuevo idioma o para adaptarse
a una cultura distinta.
 Quizás te interese: "3 aspectos importantes para adaptarse a un
nuevo país"

Síntomas principales
Los síntomas presentes en las personas con el síndrome de Ulises
puede variar en función del caso particular, pero han sido
relacionados con cuatro categorías de alteraciones psicológicas: la
ansiedad, la depresión, la disociación (desconexión de la
experiencia física y emocional) y los trastornos somatomorfos
(síntomas físicos de origen psicógeno).

En el área depresiva destacan la presencia de sentimientos de


tristeza asociados a la percepción de fracaso personal, de baja
autoestima y de pensamientos relacionados con la culpa y,
raramente, con el deseo de morir. Según Achotegui, los síntomas
específicos están influidos por la cultura; por ejemplo, la culpa
es más habitual en occidentales que en asiáticos.

La experiencia de ansiedad, también muy relevante en este


síndrome, se manifiesta en síntomas como preocupación recurrente
y excesiva (similar a la del trastorno de ansiedad generalizada),
tendencia a la irritabilidad, tensión psicológica y física o
sentimientos de miedo. El insomnio se ve favorecido por la
ansiedad y las malas condiciones de vida.

Achotegui engloba en el espectro de la somatización síntomas y


signos como los dolores de cabeza, presentes en tres cuartas partes
de las personas diagnosticadas, y la fatiga, asociada a la falta de
motivación psicológica. También destaca la tendencia de las
personas asiáticas a presentar síntomas de tipo sexual o la de las
magrebíes a las molestias en el tórax.

Otros problemas que aparecen con frecuencia en personas con el


síndrome de Ulises son la baja autoestima, el descenso del
rendimiento a nivel general, el consumo excesivo de sustancias
como el tabaco y el alcohol o síntomas dolorosos
gastrointestinales, óseos y musculares.

 Artículo relacionado: "Así es la personalidad de quienes aman la


soledad y no temen a la soltería"

Causas de este síndrome


El síndrome de Ulises ha sido relacionado con el proceso de duelo,
que consiste en la adaptación a pérdidas psicológicamente
significativas. Las personas que emigran se separan de forma
parcial de su entorno habitual, de su familia, de sus amigos e
incluso de su identidad como ciudadanos de una región concreta del
mundo.

Cuando las demandas de la nueva situación son percibidas como


excesivas para la persona migrante pueden aparecer síntomas
crónicos de estrés y otras alteraciones psicológicas relacionadas que
influyen negativamente en el bienestar y en la adaptación al
contexto. Esta cadena de acontecimientos es lo que se conoce
generalmente como síndrome de Ulises.
La sensación de aislamiento sociocultural es considerada un factor
clave en la aparición del síndrome. En este sentido son relevantes el
desconocimiento del idioma o las diferencias en valores,
pero también los prejuicios y la discriminación por motivos
étnicos y culturales a los que las personas inmigrantes de muchos
países se ven sometidas de forma sistemática.

En los casos en que el proceso de migración ha sido llevado a cabo


de forma ilegal, el miedo a posibles consecuencias (en particular el
internamiento y la deportación) constituye un estresor adicional y
con un potencial especialmente elevado de favorecer un estado de
malestar emocional crónico.

Por otra parte, el síndrome de Ulises también se ve favorecida por


las marcadas dificultades que experimenta un gran número de
inmigrantes al intentar legalizar su situación, al buscar trabajo o a la
hora de acceder a servicios básicos como la vivienda y la asistencia
médica. La frustración de las expectativas personales y
económicas de la persona también es relevante.

Referencias bibliográficas:

 Achotegui, J. (2005). Estrés límite y salud mental: el Síndrome del


Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple (Síndrome de Ulises).
Revista Norte de Salud Mental de la Sociedad Española de
Neuropsiquiatría, 5(21): 39-53.

 Achotegui, J., Morales, M. M., Cervera, P., Quirós, C., Pérez, J. V.,
Gimeno, N., Llopis, A., Moltó, J., Torres, A. M. & Borrell, C.
(2010) Características de los inmigrantes con síndrome de estrés
crónico del inmigrante o síndrome de Ulises. de la Sociedad
Española de Neuropsiquiatría, 8(37): 23-30.

 Díaz-Cuéllar, A. L., Ringe, H. A. & Schoeller-Diaz, D. A. (2013)


The Ulysses Syndrome: Migrants with chronic and multiple stress
symptoms and the role of indigenous linguistically and culturally
competent community health workers. Recuperado de
www.panelserver.net/laredatenea/documentos/alba.pdf el 27 de
julio de 2017

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