Indemnizacion Por Daño Moral
Indemnizacion Por Daño Moral
Indemnizacion Por Daño Moral
I. Introducción.-
La reacción primitiva para la reparación del daño moral, era la de retribuir una ofensa por otra
ofensa (ley del Talión), en la cual la retribución era de la misma naturaleza que el daño, ello
inspirado en un sentimiento de venganza.
Los romanos, sintetizaron los grandes principios jurídicos en tres axiomas: honeste vivere (vivir
honestamente), suum cuique tribuere (dar a cada uno lo suyo) alterum non laedere, es decir no
dañar al otro. Para los romanos a partir de esos principios se podía ante cualquier situación saber
como comportarse en relación con los demás.
El principio del alterum non laedere es, está en relación a otro, o lo que es lo mismo tiene
sentido únicamente en la vida en sociedad, porque el daño que alguien se infiere a sí mismo no
entra dentro de la consideración de la responsabilidad civil, como sería el caso del suicida o de
quien se flagela por motivos religiosos o cuando la víctima ha sido culpable del daño. El derecho
no protege entonces a quien causa un daño a otro, sino que muy por el contrario hace nacer una
obligación –en sentido jurídico– de dejar esa persona en una situación lo más parecido posible a
como se encontraba antes de sufrir el daño.
Según el desarrollo histórico del concepto de responsabilidad civil, se dice que es el conjunto de
consecuencias de una acción u omisión ilícitas, que derivan una obligación de satisfacer el daño a
la pérdida causada.
¿Qué criterios o elementos puede adoptar el Juzgador fin de establecer un adecuado quantum
indemnizatorio para resarcir el daño moral; teniendo en cuenta que, dada su naturaleza
extrapatrimonial y de difícil probanza, en la mayoría de los casos dicha cuantificación queda
librada exclusivamente, a su criterio de conciencia y el llamado de equidad?
Como algo nítidamente diferente del daño en sentido estricto, que es el daño patrimonial,
aparece la figura del denominado “daño moral”. La polémica surgió inicialmente en Francia y
posteriormente en otros países en el sentido de la admisibilidad de una indemnización respecto
de este tipo de daño, entre quienes sostenían que el único daño que el Código declara
indemnizable es el daño en sentido estricto o daño patrimonial, que comprende tanto el daño
emergente como el lucro cesante, y quienes entendían que el llamado daño moral puede
englobarse en un amplio concepto de daño que no cualifica el tipo de éste.
Se habla de la arbitrariedad que se suscita en el momento de fijar o cuantificar el daño moral, así
como en la utilización que ha veces se hace de este concepto para indemnizar daños de difícil
prueba.
El problema es el siguiente: Por una parte la necesidad de delimitar lo más precisamente posible
el concepto de daño moral y, por otra, es preciso averiguar en que casos resulta indemnizable y
con arreglo a que criterios.
Se han esbozado diversos métodos y criterios en la legislación, la jurisprudencia y la doctrina
comparada, de donde se advierte que los criterios de evaluación de los daños extrapatrimoniales
no son uniformes. Existen múltiples aspectos que deben ser tomados en cuenta para- por el Juez,
quien es el llamado a hacerlo- determinar el monto que se debe otorgar a quien ha sufrido un
daño que no es valorizable en dinero.
En nuestro ordenamiento jurídico no ha sido adecuadamente tratado el tema referido a los
mecanismos de determinación del monto de la indemnización del daño, salvo por contados
esfuerzos doctrinarios. Salvo el artículo 1332 del Código Civil, que ha sido insertado en la sección
referida a la inejecución de obligaciones, no existen normas que orienten sobre este tema.
Uno de los autores que propuso esta unificación fue el fallecido Dr. Lizardo Taboada Córdova,
quien manifiesta, “... la doctrina moderna y desde hace mucho tiempo, es unánime en señalar
que la responsabilidad civil es única, y que existe solamente algunas diferencias de matiz entre la
responsabilidad contractual y extracontractual”, continua diciendo, “… debe quedar claramente
establecido que la responsabilidad civil es una sola, existiendo dos aspectos distintos la
responsabilidad civil contractual y extracontractual teniendo ambas como común denominador la
noción de antijuricidad y el imperio legal de indemnizar el daño causado.” [1]
En oportuno citar a otro exponente de esta posición unificadora, el Dr. Espinoza Espinoza quien
señala: “... la discusión sobre la distinción entre la responsabilidad contractual y
extracontractual se torna en bizantina, por cuanto, en ambas se produce un daño y el derecho
debe intervenir para repararlo. No importa el origen del daño, sino como solucionar sus
consecuencias. No importa en agente dañoso sino el dañado. Actualmente, con satisfacción
puedo comprobar que esta es la orientación de la doctrina nacional mas autorizada. Con razón,
ahora se afirma que nunca hemos encontrado justificativo que explique el por qué, de un mismo
hecho dañoso, que puede generar un mismo tipo de daño, puedan aplicarse regímenes de
responsabilidad distintos, con cobertura de daños distintos.”[2] Este mismo autor refiere que las
diferencias ontológicas de las dos responsabilidades se reconducen a un perfil mínimo: la
presencia o la falta de una obligación preexistente. Del lado contrario de esta posición
encontramos a Leysser L. León. Para este autor resulta inútil e imposible el realizar esta
unificación: Critica fuertemente a aquellos que creen “... en que las normas son formulas para
zanjar debates doctrinarios, para consagrar puntos de vista caprichosos e insostenibles, y no para
solucionar conflicto de intereses...[3]”. Señala que es equivocado pretender justificar la
unificación del sistema de responsabilidad civil bajo el argumento considerado de la posibilidad
del cúmulo o concurso de la responsabilidad contractual y extracontractual, el cual no es sino la
posibilidad de permitir al damnificado decidir el ejercicio de la acción que mas le convenga
(contractual o extracontractual). La casación Nro. 849-96, afirma y toma la posición de la
unificación en su considerando Tercero: “... sin embargo la actual dicotomía se está orientando a
la unificación sistemática de ambas responsabilidades a partir del dato de concebir el daño como
centro de gravedad del problema...”, en su voto particular el vocal Roncal señala: “NOVENO: La
responsabilidad contractual y extracontractual no son vías antagónicas, sino que muchas veces
pueden presentarse de manera paralela coexistiendo dentro de una situación global,
produciéndose daños de distinta naturaleza, pero que tienen su origen en una sola situación
jurídica, como en este caso, que es la contractual. [4]”
VI. La Persona.-
El Art. 1 del Código Civil de 1984, prescribe lo siguiente: “La persona humana es sujeto de
derecho desde su nacimiento. La vida humana comienza con la concepción. El concebido es
sujeto de derecho para todo cuanto ole favorece. La atribución de derechos patrimoniales está
condicionada a que nazca vivo”
Sujeto de derecho es el ente al cual el ordenamiento jurídico imputa derechos y deberes. “La
expresión “persona” se reserva en cambio y de acuerdo con la tradición jurídica, para mentar dos
situaciones específicas dentro de las cuatro categorías del “sujeto de derecho” que reconoce el
Código Civil. Nos referimos con el término “persona” al hombre, una vez nacido, como individuo,
o colectivamente organizado siempre que cumpla con la formalidad de su inscripción exigida por
la norma. En el primer caso nos encontramos frente a la persona individual, a la que el Código
menciona como “natural” y en el segundo ante la persona colectiva conocida como “persona
Jurídica”[5]
Daño a la persona es aquel que tiene como consecuencia la frustración del proyecto de vida de la
persona. Se trata de un hecho que por su magnitud truncaría la realización de la persona humana
de acuerdo a su más interna vocación. El daño personal arremete la dignidad misma de la persona
humana considerada como un ser libre de decidir su destino dentro de las condiciones inherentes
a la vida humana.
El día 3 de Julio de 1984 se obtuvo que la Comisión Revisora del Código Civil incorporara el daño
a la persona en el Art. 1985, dentro de la Responsabilidad Civil Extracontractual, pero no se
eliminó el concepto de daño moral, entendiéndose éste como una afrenta al sentimiento y que a
su vez constituye un aspecto del daño a la persona. En el Art. 1984se alude a daño moral en vez
de daño a la persona. El Art. 1322 del Código Civil también se refiere al daño moral, aunque
según la exposición de motivos su autor le otorga los mismos alcances que el daño a la persona.
VII. El Daño.-
1. Concepto.-
El daño comprende además de la lesión del bien protegido, las consecuencias, aquellos efectos
negativos que derivan de la lesión del bien protegido. De una lesión patrimonial pueden resultar
consecuencias patrimoniales y no patrimoniales. Se habla de un daño evento (lesión del interés
tutelado) y de un daño consecuencia (daño emergente, lucro cesante y daño moral).
“El daño no golpea en una sola dirección, causando un solo tipo de consecuencias económicas,
sino que por lo general hace estallar la situación en diferentes fragmentos económicamente
dañinos: aquel que es atropellado por un vehículo puede necesitar pagar sus gastos de
hospitalización, pero además tiene que comprar remedios , requiere pagar la ambulancia que lo
llevó hasta el hospital desde el lugar del accidente, puede necesitar tratamiento psiquiátrico,
quizá va ha tener que someterse a una costos a rehabilitación por varios meses, paralelamente
pierde un negocio importante debido a su hospitalización y además no se encuentra en aptitud de
trabajar para mantener a su familia durante un largo tiempo, etc. “ [6]
2. Clasificación del daño.-
Tenemos fundamentalmente dos grandes categorías de daños económicos, que abarcan la gran
cantidad de situaciones que se presentan en la vida diaria y se denominan: Daño Emergente y
Lucro Cesante.
Dentro de la sistemática actual del Código Civil Peruano, la categoría de daño extrapatrimonial o
subjetivo, comprende el daño a la persona, entendido como la lesión a los derechos existenciales
o no patrimoniales de las personas y el daño moral, expresada en sentimientos de ansiedad,
angustia, sufrimiento tanto físico como psíquico, padecidos por la víctima, que por lo general son
pasajeros y no eternos.
Este tipo de daño se denomina también “daño no patrimonial”, “daño extrapatrimonial”, “daño
extraeconómico”, “daño biológico”, “daño a la integridad psicosomática”, “daño a a la vida de
relación”, entre otros.
El daño moral, es el daño no patrimonial, es el inferido en derechos de la personalidad o en
valores que pertenecen más al campo de la afectividad que al de la realidad económica. También
se entiende daño moral como un dolor, un sentimiento de pena, un sufrimiento, un turbamiento.
Si bien daño a la persona y daño moral son idénticos en cuanto a su contenido no patrimonial,
ambos difieren pues la relación entre el primero y el segundo es de género a especie.
El daño a la persona por su parte, se le conoce también como daño subjetivo, esto es el daño
ocasionado al sujeto de derecho, el cual incluye un sinnúmero de situaciones que pueden
presentarse.
El daño a la persona se presenta como una sub especie del daño moral y fue introducido como
una novedad en el Código Civil de 1984, promovida por el doctor Carlos Fernández Sessarego.
“Según este jurista, la distinción clásica entre el daño patrimonial y el daño no patrimonial
admitiría una subdivisión: el daño extrapatrimonial y estaría conformado por el daño moral y por
el daño a la persona. Este último sería “el que lesiona a la persona en sí misma, estimada como
un valor espiritual, psicológico, inmaterial “. En cambio, el daño moral habría quedado reducido
al “dolor de afección, pena sufrimiento”. [8]
Las causas de justificación se encuentran previstas en el artículo 1971 del Código Civil, a las que
también se les denomina causas de exoneración de responsabilidad al ejercicio regular de un
derecho, la legítima defensa y el estado de necesidad:
Este supuesto tiene su antecedente histórico en la antigua formula romana “ qui suo iure utitur
neminem laedit”, de tal suerte que el que viola un derecho ajeno en el ejercicio de su propio
derecho no actúa antijurídicamente y, por tal razón no le incumbe por los quebrantos que
pudiera ocasionar. Si se lesiona otro derecho, nos encontramos frente a un supuesto genérico de
responsabilidad civil y si se lesiona un legítimo interés, entonces nos encontramos frente a un
abuso del derecho y en ambos casos los daños producidos deben ser resarcidos.
Esta figura se inspira en un principio bien enraizado en la conciencia social y jurídica, en virtud
del cual, toda persona puede defenderse del peligro de agresión, cuando no haya manera de
contar con la tempestiva y adecuada intervención de los órganos competentes del ordenamiento
estatal destinados a la defensa de sus ciudadanos.
En el inciso 1º del artículo 1971 se precisa que la legitima defensa es “de la propia persona o de
otra o en salvaguardia de un bien propio o ajeno”
Tenemos como características las siguientes:
- El peligro debe ser actual
- El peligro debe amenazar un interés directa y plenamente tutelado por
el derecho
- La amenaza debe ser injusta.
- El recurso a la defensa debe ser necesario e inevitable
- La reacción debe ser proporcional a la agresión
1. Nexo Causal.-
Art. 1969 C.C.- Aquel que…causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo…
Art. 1970 C.C.- Aquel que…causa un daño a otro está obligado a repararlo…
Art. 1985 C.C.-…debiendo existir una relación de causalidad adecuada entre el hecho y el daño
producido.
Paralelamente al causante físico, la ley crea un causante “jurídico”. Entonces el análisis Causal
de la responsabilidad no se basa en el orden natural de las cosas sino en la voluntad de la Ley, la
misma que responde a finalidades antes que a mecanismos; entonces mientras la naturaleza está
compuesta por causas eficientes (relación causa- efecto), el Derecho está compuesto por
propósitos sociales que establecen vinculaciones entre los hechos con miras a la realización de
ciertos valores o fines sociales.
Por ejemplo tenemos en caso en que la víctima puede exigir el pago también a una tercera
persona (empleador, Compañía de Seguros, etc.), que por mandato de la ley responde en vez del
causante natural. La causalidad en Derecho se crea jurídicamente, por lo que aún en los casos
que el Derecho reconoce como causa de algo aquello que constituye su causa natural, no es por
que lo sea sino por que en ese caso particular, el Derecho ha conferido a la causa natural el
carácter de causa jurídica.
No todas las causas que necesariamente conducen a la producción de un daño pueden ser
consideradas como causas propiamente dichas de tal daño; no todas estas causas obligan a su
autor a participar como responsable en la reparación del daño. Se requiere que la causa sea
adecuada, esto es idónea.
Von Kries decía que “puede considerarse que estamos ante una causa cuando la circunstancia
bajo análisis tiene la naturaleza de producir normalmente el daño que ha condicionado” De esta
manera la pregunta clave frente a la situación concreta es: “La acción u omisión del presunto
responsable era por si misma capaz de ocasionar normalmente este daño? Si se responde
afirmativamente, conforme a la experiencia de la vida, se declara que la acción u omisión era
“adecuada” para producir el daño, y entonces éste es objetivamente imputable al agente” [9]
Para el Profesor Lizardo Taboada Córdova, para que una conducta sea causa adecuada de un daño
es necesario que concurran dos factores o aspectos:
La causa en la responsabilidad extracontractual dentro del C.C. de 1984.- El Código civil peruano
prescribe expresamente que la causalidad que debe ser analizada desde la perspectiva de la
responsabilidad extracontractual, es la “adecuada”
3.2. Concausa.
Este supuesto se configura cuando la víctima contribuye con su propio comportamiento con la
conducta del autor y la realización del daño. En este caso el daño no es consecuencia única y
exclusivamente de la conducta del autor, sino que la misma víctima ha contribuido y colaborado
en la realización del mismo, y por haber mediado dicho comportamiento precisamente, se ha
producido el daño.
En cuanto al efecto jurídico de la concausa éste lo constituye una reducción de la indemnización,
que será determinada por el Juez en relación al grado de participación de la víctima.
Ejemplo: El caso de un ciclista que practica su deporte en una vía no propicia para ello y muere
atropellado.
IX. Discusión.-
Se ha encontrado en muchos de los casos estudiados los Operadores Jurisdiccionales otorgan una
indemnización cuyo quantum no se encuentra debidamente motivado. No existe forma de
establecer si el monto otorgado por los Jueces por concepto de indemnización por daño moral y si
en el caso particular, resulta verdaderamente resarcitorio del daño ocasionado a los ofendidos,
debido a que las sumas consignadas se basan estrictamente en el criterio el Juez, las mismas que
en su mayoría son consignadas al azar en forma absoluta y arbitraria, de lo que puede deducirse
fácilmente la necesidad de establecer algunos criterios básicos y fundamentales a seguir por los
Magistrados al momento de establecer el quantum indemnizatorio por daño moral.
X. Conclusiones.-
3. El Derecho como garantía de la seguridad jurídica debe establecer principios sobre los que
descansen o se apoyen los fundamentos indemnizatorios y la determinación de las
correspondientes cuantías en relación al daño moral, lo que se plasmaría en nuevas normas o en
su defecto conservando las actuales, a través de una uniforme Jurisprudencia.
6. Las sentencias no deben conceder más de lo pedido, en aras del principio de congruencia, y en
ningún supuesto, la indemnización reconocida puede ser motivo de un enriquecimiento injusto
para el perjudicado.